El excéntrico reino en Gales que nació como una idea desesperada de un vendedor de libros de segunda mano.

El 1 de abril de 1977, el propietario de una librería de segunda mano, Richard Booth, se puso una corona casera, marchó por las calles de Hay-on-Wye y se proclamó a sí mismo «rey de Hay» frente a las puertas del castillo normando de la ciudad galesa.

Sostenía un cetro hecho de plomería de latón, y con la bandera verde y blanca recién cosida del nuevo «reino de Hay» ondeando detrás de él, Booth informó a los desconcertados residentes y a la prensa que, con él como «rey», la independencia del Reino Unido fomentaría el turismo y revitalizaría la economía en declive de la ciudad.

Booth emitió pasaportes, sellos y moneda para su nueva «nación», sus «ministros de gabinete» fueron elegidos después de unas copas de más en el pub local, y luego nombraría a su caballo, Goldie, como primer ministro.

Otorgó ciudadanía y títulos nobiliarios a sus partidarios y seguidores y, hasta su muerte en 2019, gobernó su reino autoproclamado desde las murallas del castillo de Hay.

«Booth era un hombre de negocios y le gustaba promoverse», dijo Mari Fforde, una historiadora local que trabaja para el Fideicomiso del Castillo de Hay.

«Él veía cualquier oportunidad para la publicidad. La declaración de independencia fue parte de ese agudo sentido de la publicidad, su vena excéntrica e iconoclasta y su amor por la atención».

El audaz intento de independencia del vendedor de libros revivió la suerte de un pueblo en crisis.

Una oportunidad

«Muchas ciudades pequeñas estaban en declive en ese momento», explica el doctor Reg Clark, quien trabajó como publicista de Booth en la década de 1970 y se convirtió en el «ministro de Tecnología» del reino de Hay.

«El declive estaba ocurriendo en todas las pequeñas ciudades galesas. La gente de las zonas rurales recibía educación, pero luego se mudaba y conseguía trabajo en otros lugares».

La estrategia de marketing de Booth atrajo una afluencia de turistas curiosos y bibliófilos a Hay-on-Wye, lo que permitió que floreciera el mercado de libros de segunda mano.

Con una población de solo 1.500 habitantes, la ciudad sigue albergando más de 20 librerías y es anfitriona del evento literario más grande de Reino Unido, el Hay Festival anual.

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FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. Hay-on-Wye es conocida como la ciudad de los libros debido a sus numerosas librerías.

Cuarenta y cinco años después de su declaración de independencia, el castillo en ruinas de Booth, donde vivió y gobernó, ha sido transformado en un museo por el Fideicomiso del Castillo de Hay.

El festival

Estuve en Hay-on-Wye el día de la inauguración del museo en mayo de 2022, cuando el castillo abrió al público por primera vez en sus 900 años de historia.

La torre normanda del siglo XII del castillo, medio derribada, se eleva sobre un montículo cubierto de hierba en el centro de la ciudad.

En el antiguo foso del castillo, estaba absorto en los estantes de la «Librería de Honestidad» -al aire libre, donde cada libro cuesta 1 libra (US$1.22) y el dinero se paga en una caja de honestidad-, repleta de novelas, historias, relatos de viajes, clásicos, misterios de asesinatos, biografías, libros de recetas y más.

El espacio al aire libre de la librería también era un mercado de comida callejera durante el festival, y los asistentes se atiborraban de falafel y tacos mientras leían sus últimas compras a la sombra del castillo.

Había más puestos de comida emergentes y puestos de mercado en las calles circundantes, mientras que la carretera principal frente al castillo estaba llena de librerías de segunda mano, tiendas de antigüedades y una fascinante tienda de mapas que vendía rarezas cartográficas.

Desde la plataforma de vigilancia en la parte superior de la torre del castillo, observé el río Wye serpenteando a través de la campiña galesa hacia el oeste, mientras que al sur, se elevaban las Montañas Negras para formar la dramática frontera con Inglaterra.

Un tablero de información indicaba que se trata de las «Marcas Galesas», la frontera sin ley entre Inglaterra y Gales que estuvo asolada por el conflicto y gobernada por los rebeldes «Señores de las Marcas» durante las eras anglosajona, normanda, medieval y Tudor.

Booth era como un pícaro Señor de las Marcas disfrazado de moderno, y no hay duda de que la ubicación de Hay-on-Wye en esta turbia zona fronteriza alimentó su deseo de autonomía.

«Me gusta pensar que Hay-on-Wye tiene su propia identidad», me dijo Fforde. «Ha pasado mucho tiempo sin ser ni galesa ni inglesa y todavía se identifica como una ciudad fronteriza».

«Ciudad de los libros»

Nacido en 1938, el hombre que sería rey se mudó a una finca rural cerca de Hay-on-Wye cuando era joven.

En su autobiografía, My Kingdom of Books (Mi Reino de Libros) (escrita por Booth y su hijastra, Lucia Stuart), Booth explica que nunca estuvo destinado a tener éxito en la carrera de finanzas que sus padres le organizaron en Londres.

En cambio, su pasión por los libros lo llevó al comercio de libros de segunda mano y abrió la primera librería de Hay-on-Wye en 1962 después de comprar la antigua estación de bomberos.

En 1964, Booth compró impulsivamente el castillo de Hay cuando fue puesto a la venta, convirtiendo la estructura histórica en una librería, residencia y lugar para sus muchas fiestas.

Luego se hizo cargo del antiguo salón agrícola de la ciudad, que sigue siendo la «Librería de Richard Booth» hasta el día de hoy, y en 1978, la tienda figuraba en el Libro Guinness de los Récords como la librería de segunda mano más grande del mundo con más de un millón de libros almacenados.

«No creo que hubiera ningún interés por los libros antes de Richard», dice Fforde. «Vio una oportunidad de negocio y la aprovechó».

«Calculó muy bien su paso al negocio de los libros, ya que muchas bibliotecas se estaban deshaciendo de sus libros en ese momento. Esto significó que tenía existencias muy baratas y podía acumularlas».

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FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La librería al aire libre en las puertas del castillo de Hay.

En 1976, la junta de turismo de Gales comercializó Hay-on-Wye como la primera «Ciudad de los libros» del mundo, ya que habían surgido librerías en cada esquina.

«Había sucursales y tiendas propiedad de Booth en toda la ciudad», señala Clark. «Mucha gente vino a Hay a trabajar para Richard, y cambiaron la diáspora y la naturaleza de la ciudad. Mucha de la gente local a la que entrenó después establecieron tiendas por su cuenta».

Pero la realidad económica era dura, como explica Clark. «Su principal problema era la falta de fondos. Con las librerías de segunda mano, las cosas siempre iban de un desastre a otro. Esa es la naturaleza de ese tipo de negocio».

Cada vez más desilusionado, Booth creía que las políticas gubernamentales estaban abandonando las economías de los pueblos comerciales rurales en favor de supermercados y centros comerciales nuevos y más grandes fuera de la ciudad.

«Independencia»

A medida que la situación financiera de Booth se volvía cada vez más precaria, decidió que era hora de tomar medidas drásticas, por lo que en 1977, le informó a un reportero visitante que conoció en el pub que «¡Hay va a ser independiente de Reino Unido!».

«Yo sería ‘Richard Corazón de Libro'», escribió Booth, «el monarca con más páginas que la mayoría».

El 1 de abril de 1977 fue un día inusual en Hay-on-Wye.

El fuego de cañón del «barco cañonero» de la micronación (en realidad, un pequeño bote propulsado por remos en el río Wye) marcó la declaración de independencia; se descubrió una bandera frente al castillo de Hay; y Booth fue coronado «rey de Hay» mientras se tocaba el nuevo himno nacional.

La declaración pudo haber parecido una broma, pero como me dijo Fforde, las razones políticas detrás del ardid publicitario eran serias.

«Personalmente, no creo que Booth quisiera ser rey en ningún sentido literal», explica. «Diría que quería ser rey en el sentido de que quería ser escuchado y tomado en serio, ya que tenía opiniones firmes sobre cómo la economía rural podría sobrevivir en el clima de finales del siglo XX».

Hay-on-Wye

FUENTE DE LA IMAGEN-GETTY IMAGES

Aunque Reino Unido nunca reconoció la apuesta de Booth por la independencia, recibió embajadores y apoyo de otras micronaciones, incluido el principado de Hutt River, una micronación autodeclarada en Australia Occidental, y la República Libre Independiente de Frestonia, una micronación formada (también en 1977) para protestar por la demolición de casas locales en Londres.

Los reporteros y la prensa acudieron en masa al reino de Hay, y la publicidad revitalizó la economía de Hay-on-Wye cuando las multitudes de turistas se reunieron para visitar la peculiar «ciudad de los Libros» gobernada por un rey.

Pero no todos en Hay-on-Wye estaban contentos con Booth.

«Cuando declaró la independencia, no necesariamente cayó bien entre todos los lugareños», afirma Clark.

«Booth solía ser el favorito de la junta de turismo de Gales, pero de alguna manera se peleó con ellos. El ayuntamiento de Hay puso un aviso diciendo que no tendrían nada que ver con el reino de Hay, y que Hay-on-Wye era una parte integral del Reino Unido».

En 1988, Booth incluso se peleó con el recién fundado Hay Festival, creyendo que el enfoque del festival en los libros recién publicados era un perjuicio para las librerías de segunda mano de la ciudad.

Sin embargo, incluso sin la bendición inicial del rey de Hay, el Hay Festival fue un éxito.

Ahora es el evento literario más grande de su tipo en Reino Unido, y en su regreso en 2022, después de una pausa por covid-19, hubo unos 500 eventos organizados durante dos semanas, con 600 oradores y 200.000 boletos vendidos.

Booth falleció el 20 de agosto de 2019, pero el «reino de Hay» continúa.

«Hay un linaje del rey», señala Fforde. «En 2018, Richard Booth declaró a Ollie Cooke su sucesor. La ciudad todavía tiene una bandera y ha habido varios fines de semana de la Independencia, aunque por covid no hemos tenido uno desde 2019».

El verdadero legado de Booth no es una bandera ni un reino, sino un pueblo próspero y amante de los libros.

«Como me dijo una vez su hijastra Lucia, él fue uno de los últimos grandes excéntricos británicos», señala Clark.

«Como amigo, sabía que Richard amaba a Hay y quería lo mejor para la ciudad. No porque fuera su reino, sino porque amaba a la comunidad. Hizo mucho por Hay y la sacó de la oscuridad».

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y lo puedes leer en BBC Travel.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Richard Collet; BBC Travel. 5 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Reino Unido/Hay Festival/Gales.

«El racismo fue el método que se inventaron las élites en América Latina para reemplazar la esclavitud»: José A. Figueroa, autor de «Republicanos Negros».

¿Fue el racismo un elemento crucial en la construcción de las repúblicas en América Latina, tras los procesos de independencia nacionales?

Esa pregunta tiene múltiples visiones y respuestas, pero lo cierto es que nadie en el continente americano tenía un concepto tan claro de lo que debía ser la igualdad o la libertad como las personas a las que se les había negado ese derecho: los esclavos.

Y para el antropólogo colombiano José Antonio Figueroa, no solo hubo un bloqueo total para que los afrodescendientes no participaran en la construcción de esas nuevas naciones, con sus ideas sobre lo que debía ser una república, sino que además hubo casos en que sus movimientos polìticos fueron aplastados y condenados a la desaparición.

Para demostrar esta premisa, Figueroa se adentró en dos eventos fundamentales: la guerra de Concha en Ecuador, que terminó con la represión violenta de movimientos de afrodescendientes, y el caso del Partido Independiente de Color y el diario Previsión en Cuba, que sufrieron la misma suerte.

Y con todas las ideas que surgieron de ambos movimientos, el antropólogo armó un complejo pero apasionante retrato que es la columna vertebral de su libro «Republicanos negros: guerras por la igualdad, racismo y relativismo cultural».

Hablemos primero de la idea de independencia según se forjó en el continente. ¿Por qué cree que, si Haití logró su independencia en 1803, luego los demás países de América Latina tuvimos que esperar 20 años para hacer lo mismo? ¿No lo queríamos hacer a su modo porque eran negros, no queríamos esa manera de independizarnos?

El tema de Haití es fundamental dentro de la historia política y cultural latinoamericana, pero a la vez es muy desconocido y maltratado.

Lo cierto es que la lucha de la independencia de Haití vino acompañada de una lucha también contra la esclavitud y ahí radica su diferencia, porque eso lo articularon dentro de una lucha militar que les permitió derrotar ni más ni menos que al ejército francés.

¿Qué fue lo que causó eso en el resto de América? Pues que se empezó a propiciar la imagen del miedo al negro.

Lo que se dio en los estados nacientes fue una temprana criminalización de la formidable acción militar hecha por los haitianos y, de hecho, en términos prácticos Haití sufrió uno de los procesos más brutales de aislamiento y de bloqueo en esos años.

Jose Antonio Figueroa

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. El investigador José Antonio Figueroa, autor de «Republicanos Negros».

Y eso que Haití nos enseñó, que era esa idea de igualdad, fraternidad y libertad a partir de la ruptura con el esclavismo como punta de un proyecto de soberanía nacional y que podría haber sido un gran legado, se convirtió más bien en un motivo de radicalización y de expansión del miedo al negro.

Lo que pudo haber sido realmente una hazaña reconocida y valorada fue en cambio totalmente rechazada, sobre todo porque estaban los intereses de los esclavistas, quienes vieron con terror esa experiencia.

Y no olvidemos toda la ayuda que Alexandre Pétion, el padre de la patria en Haití, le dio a (Simón) Bolívar en su campaña libertadora, con la idea de acabar con la esclavitud, pero este prefirió realmente terminar apoyando la postura de los esclavistas que reclamaban por no perder sus intereses económicos.

¿Entonces lo que vemos es que la construcción de esas repúblicas tras la independencia se hizo con el racismo como uno de sus «valores»?

A ver, en el libro yo toco casos cubanos y del Ecuador y con ellos podemos hacer una lectura amplia de lo que ocurrió en América Latina.

El caso de la formación de la República de Cuba fue excepcional para los investigadores, porque ocurrió a finales del siglo XIX, por lo que hay una proliferación de fuentes que nos permiten concluir eso que usted señala: que el racismo ya tomaba un carácter profundamente sistemático, incluso el racismo se había convertido en una especie de credo científico, con ideas como las que planteaba Joseph Arthur de Gobineau en Francia en su escrito «Desigualdad biológica de las razas», que se había filtrado en las élites que estaban construyendo la República de Cuba en ese entonces.

Y no solo Gobineau, también estaba el racismo científico que proliferaba en Estados Unidos O sea, un sinfín de influencias que se metían en el pensamiento republicano de aquel entonces.

Estas ideas instalan un ideario en los nuevos países que nos permite concluir ahora que el racismo es realmente un sustituto de la esclavitud.

Y lo que hago en mi libro es dar una idea sobre cómo ese racismo instalado en la construcción de las repúblicas, caso Cuba y caso Ecuador, fue ampliamente rechazado y discutido por grupos intelectuales y militares que buscaban una igualdad y libertad completa, y no a medias como se dio en muchos países de la región.

En el centro de su libro están los republicanos negros de la época. ¿Qué es el republicanismo negro?

Partamos de lo básico: la construcción de la república es el modelo que va en contra de la construcción del modelo imperial o del modelo más fundamentado en las premisas reales.

Y esa idea se parte en dos: una república fundamentada en valores aristocráticos de élites, un republicanismo excluyente. Ese es uno.

Pero también hay otro, que se ha presentado desde la antigüedad, que podemos llamar popular, en el que la república se puede dar si y sólo si se reconocen los derechos de la igualdad para todos.

Getty- El racismo ha sido fundamental para el beneficio económico de muchos sectores en América Latina»

Cuando se estaban gestando estos procesos de independencia, este segundo concepto de republicanismo radical fue algo que resultó muy atractivo para los grupos de afrodescendientes, para la población negra, precisamente por las premisas de igualdad para todos.

Entonces estos grupos no solamente se apropiaron de este concepto, sino que lo radicalizaron. Esto queda en evidencia en el levantamiento en la provincia de Esmeraldas en Ecuador (en la llamada guerra de Concha») y por supuesto en los movimientos en Cuba, en donde se hacía una batalla directa contra los conceptos de racismo y desigualdad.

Entonces el republicanismo negro tiene como base ese concepto de igualdad, pero también está muy anclado en una crítica radical al racismo y a los legados de esclavitud que se vivían en estas dos regiones.

Tal vez no hubo en América Latina una idea tan profunda, usted la llama radical, sobre conceptos como la libertad y la igualdad como la que tuvieron los representantes de este republicanismo negro.

Bueno, primero hay que señalar que no hay material abundante, por obvias razones, del desarrollo intelectual de estos movimientos, pero de nuevo regresamos al punto de Haití, cuando promulga su Constitución y declara que «todos somos negros».

A partir de allí se genera una corriente de escritores, pensadores, de activistas negros como es el caso del cubano José Antonio Aponte, que imagina un modelo de república igualitario, que al final le cuesta la vida.

Pero lo que creo que vale la pena mencionar aquí es el proyecto del periódico Previsión, que se fundó en Cuba hacia principios del siglo XX, que, junto al Partido Republicano de Color, fue la respuesta de estos intelectuales negros, todos ellos veteranos de la guerra de independencia, al ver que las promesas de igualdad que se promulgaron durante la independencia cubana habían quedado sepultadas una vez comenzó la construcción de la república.

Y allí lo que se hace, de diversas formas, es expresar estos conceptos de los que hemos hablado, pero no se apropia de las palabras republicanas, sino que las hace reales: habla de su realidad, mucho más allá de la mera consigna, y por eso la profundidad de sus conceptos de libertad e igualdad.

Usted habla en su libro de que importantes intelectuales como Rubén Darío o Alejo Carpentier habrían ayudado a instalar esa idea de racismo dentro de la construcción de las nuevas repúblicas, ¿cómo fue eso?

Es que estos intelectuales y las élites en general de varios países en América Latina durante esos años seguían con la convicción de que no había una igualdad entre los negros y los blancos, o los blancos y mestizos, o lo que sea.

O sea, el que era negro era diferente, e incluso había una condición de «no humanidad».

Con el tiempo, esta noción se transforma: pasamos de la diferencia biológica a una desigualdad cultural y es aquí donde entran escritores como Rubén Darío o Carpentier.

Esclavitud

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. «El racismo fue la forma en que se reemplazó la esclavitud en América Latina».

Por ejemplo, Rubén Darío lanza una gran diatriba contra las ideas promulgadas por William Du Bois, quien se oponía férreamente a las políticas racistas en el sur de Estados Unidos, y era citado y consultado por los autores del diario Previsión.

El caso de Carpentier es distinto y queda claro con su novela ¡Écue-Yamba-Ó!

Dejemos claro que Carpentier estaba muy metido dentro de esa especie de crítica al occidentalismo.

Él sigue esa teoría de la decadencia de Occidente y lo que hace es que empieza a tratar de imaginarse otros mundos que sean distintos a los que se han dibujado en Occidente, pero en el primer ejercicio demográfico que hace, que está plasmado en su primera novela, habla del tema de los negros, habla del republicanismo negro, pero utiliza exactamente el mismo criterio de la criminalización, que era el fundamento de la antropología biológica y que estuvo sostenido, por ejemplo, por gente a la que él fue muy cercano como el antropólogo cubano Fernando Ortiz.

Lo que hace Carpentier – influenciado por textos de Ortiz sobre el levantamiento negro en Cuba y el Partido Independiente de Color donde habla de negros brujos y negros esclavos- es revindicar a través de una premisa medio cultural las nociones de diferencias de carácter biológico.

Pero, sobre todo, y es lo que yo planteo en el libro, es que estas afirmaciones, donde prevalece el relativismo cultural, nunca hicieron nada por combatir esas teorías que sostenían las diferencias biológicas que eran la base de todo el racismo que se vivía en aquel entonces.

De hecho, hizo todo lo contrario: lo naturalizó a través de la cultura.

Al existir tantos casos que ejemplifican no solo el tema del republicanismo negro sino su lucha, ¿por qué escogió los dos que expone en su libro: la guerra de Concha en Ecuador y la historia del Partido Independiente de Color cubano?

A raíz del ataque del ejército colombiano contra el líder de las FARC Raúl Reyes, en 2008, me encontré por primera vez con la historia de Esmeraldas y a partir de allí comencé a investigar sobre lo que había pasado durante la guerra de Concha, con el levantamiento popular que se había dado allí y la masacre que ha marcado esta región por décadas.

Y es en esa investigación donde alguien me pasa un libro que habla del Partido Independiente de Color en Cuba y la posterior masacre y me doy cuenta de que estamos hablando de lo mismo. Del mismo registro. De la misma idea de republicanismo negro que se vivió en Esmeraldas y en Cuba en aquel entonces, donde los principales valores eran la lucha por la igualdad y la libertad con una matriz totalmente antirracista.

¿Por qué nunca quisimos a los negros en la construcción de nuestras repúblicas?

A ver, en el sentido estricto el racismo, y los legados del racismo, existe en tanto beneficia a un sector y ayuda a la construcción del privilegio blanco. O sea, le permite a un sector de la población acceder a terrenos, a una educación, ayuda a consolidar las diferencias económicas y políticas dentro de una nación.

Es sabido que muchos republicanos en Cuba, que estaban a favor de los procesos de emancipación del país, también estaban pensando cuáles debían ser las estrategias para evitar que la población afrocubana siguiera existiendo.

O sea, se pensaba en la deportación, en el genocidio. Se pensaba en el mestizaje como una forma de ir eliminando poco a poco a los afrodescendientes.

Todo bajo la premisa de que el otro sea marginado, que el otro sea excluido, para atraer o mantener los beneficios económicos de una parte de la población.

La acción del racismo efectivamente provoca beneficios para otros sectores y empresas. Por eso tal vez se haya implementado en la construcción de las naciones.

Independencia cubana

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Cuba fue uno de los últimos países en América Latina en independizarse de España.

Esa negación, ¿cómo cree usted que ha impactado en el presente de la región?

No creo que la pregunta sea cómo impactó, sino cómo esas estructuras aún continúan en la actualidad.

Y la evidencia sobre esa pregunta apunta a una situación preocupante: los niveles de criminalización, el deterioro de los derechos, están muy vinculados con las formas de discriminación racial.

Es decir, los sectores radicalizados son los sectores que siguen sufriendo el día de hoy las consecuencias más desastrosas de lo que es la desigualdad.

Pero veo intenciones que provienen de estas comunidades con las que uno puede interesarse en el futuro. Por ejemplo, lo que está haciendo la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, con el Ministerio de la Igualdad, es algo meritorio.

Y es que justamente las acciones políticas actuales deben ir encaminadas a corregir estos tremendos y nefastos legados provenientes de una larga tradición colonial, basados en la exclusión y la negación del otro.

Este artículo es parte del Hay Festival de Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 26 al 29 de enero de 2023.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. Cuba logró su independencia en 1898.

FUENTE RESPONSABLE: Alejandro Millán Valencia. BBC News Mundo. 26 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/América Latina/Historia/Cuba/Política/ Ecuador/ Racismo/Hay Festival.

«Estamos en un momento de cambio radical en nuestras emociones, similar al que generó el descubrimiento de América»: Richard Firth-Godbehere, historiador de las emociones.

Pero no es la primera vez que ocurre, dice Richard Firth-Godbehere, historiador inglés y autor de Homo Emoticus, una historia de las emociones publicada en español el año pasado por el sello Salamandra de la editorial Penguin Random House.

Firth-Godbehere, quien heredó su apellido de antepasados vikingos en Escocia, repasa en su libro la manera como cada cultura, desde los griegos hasta la actualidad, pensó las emociones en busca de una vida más satisfactoria.

Y ahora, ante la tensión que parece inundar el estado de ánimo global, cree que es buen momento para aprender de nuestros antepasados.

Eventualmente, le dice el autor a BBC Mundo, «vamos a salir de este momento de histeria colectiva». Porque así ocurrió en otros momentos de sensibilidad emocional.

Antes de su charla en el Hay Festival de Cartagena, hablamos con Firth-Godbehere sobre las emociones que caracterizaron a nuestros antepasados, y cómo entenderlas nos puede ayudar a abordar este presente convulso.

Richard Firth-Godbehere conversará con nuestro periodista Daniel Pardo el domingo 29 de enero a las 10.00h en el Centro de Convenciones (Auditorio Getsemaní) durante el Hay Festival de Cartagena.

Raya

En el libro reportas que una de las emociones principales de los griegos era el virtuosismo. ¿Crees que es un pensamiento que sirve para hoy?

Hay muchas cosas de la historia que nos hablan del presente. A veces creemos que una nueva terapia es nueva porque le pusieron un nombre distinto que suena científico, cuando en realidad hace mucho tiempo existe el método.

Encontrarle sentido a la vida a través de un esquema de valores virtuoso, es decir, significativo, altruista, genuino, es lo que dijeron los griegos hace siglos.

Terapias como la cognitivo-conductual o la racional emotiva conductual, por ejemplo, son básicamente principios del estoicismo, una filosofía griega. Y mucho de lo que se recomienda para, digamos, el trabajo de oficina se puede remontar a la retórica de Aristóteles.

¿Por qué crees que es adecuada en especial para el mundo actual?

Porque vivimos en una era en la que nos gusta poner las cosas en cajitas.

Siempre lo hemos hecho, por supuesto, porque el cerebro es una máquina busca-patrones.

Pero en este momento, más que en cualquier otro, estamos muy preocupados en encontrarle sentido a las cosas. Estamos más conectados y más solitarios que nunca y encontrar un sentido en el presente, en la racionalidad, en el pensar más allá de lo material, nos puede ayudar a lidiar con eso.

Richard Firth-Godbehere

FUENTE DE LA IMAGEN – ARCHIVO PARTICULAR. Richard Firth-Godbehere es historiador de las ideas en la Queen Mary University de Londres.

¿Qué es lo que podemos aprender de los griegos?

A no ser reactivos. A que cuando se te ocurra algo que decir, pienses. Es el vínculo entre el pensamiento y la razón que tanto analizaron los griegos. Cuando surge una emoción, piensa cuán importante o útil puede ser, qué reacciones puede generar y si puede ser dañina o no.

Otra cosa es entender que las emociones no son buenas o malas, sino que dependen del uso que se les dé. El miedo, por ejemplo, te puede ayudar a no caerte. El amor, en cambio, puede desencadenar desde un homicidio hasta una obsesión.

¿Crees que la sociedad actual está marcada por la polarización y el pensamiento radical?

Cada vez que surge una nueva forma de esparcir el lenguaje, la polarización se pronuncia y toma un tiempo en bajar de tono.

Si vamos al tiempo posterior al surgimiento de la imprenta, el nivel de tensión era enorme. Fue de ahí que se dieron todas las guerras religiosas en Europa tras la reforma protestante y que duraron más de un siglo.

La comunicación se hace más rápida y más efectiva y las respuestas a ella, quizá, más contenciosas.

Con el internet ha pasado más o menos lo mismo. Con la diferencia de que el tiempo que se tarda un mensaje en darse es de milisegundos.

La emocionalidad de la actualidad parece ser radical, contestataria. ¿Crees que pueda cambiar?

Estoy seguro de que eventualmente vamos a calmarnos y dejar a un lado la polarización radical.

Después de la imprenta y las guerras religiosas llegó la Ilustración y alguien, bueno, un puñado de filósofos, que dijo: ‘Oigan, debemos calmarnos un poco y pensemos en los que estamos construyendo’.

Ahora habrá también una ilustración digital en la que surjan nuevos códigos morales, nuevas formas de hacer las cosas, incluso un nuevo sistema político.

Así surgió la democracia, nada menos, tras la Ilustración.

Otra cosa de la actualidad, que tiene un arraigo histórico en Occidente según tu libro, es la idea de la vergüenza o de avergonzar al otro.

Sí, la vergüenza se ha convertido en un motor de ética que controla lo que puedes decir y hacer. Y el origen está en el cristianismo, que es una de las bases de la cultura occidental.

La vergüenza es una moneda con dos caras. Una cosa es avergonzarte si actúas por fuera de lo que es considerado bien moralmente, que es lo que es la cultura woke de cancelar al otro, y es lo que hacían en la Edad Media.

La otra es sentirse avergonzado por hacer algo que no está permitido.

Ambas tienen lados positivos y negativos. Lo importante es ver para qué se usa o por qué sentimos la vergüenza.

La vergüenza puede destruir así como construir. Puede alienar a alguien así como bajarle el tono a una polémica.

Emociones

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Pero, ¿de dónde sale esta importancia que le damos a la vergüenza?

La vergüenza es hija del honor. Y la cultura del honor está muy en el origen de la cultura de Occidente.

Empezando por la manera como te dictaban la pena de muerte, que era distinta para los pobres, a quienes colgaban con una soga vieja y sucia, y para los ricos, a quienes mataban con una espada del mejor acero.

Eso va de la mano de emociones como el pecado y el perdón, que están muy presentes en la cultura latinoamericana. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de darles tanta importante a estas emociones?

El perdón puede justificar cualquier cosa, una idea de que ‘puedo hacer lo que quiera porque eventualmente puedo pedir perdón, acepto el sacrificio y me van a perdonar’.

Hay quienes explican la relación de Latinoamérica con la violencia con ese argumento sobre el perdón.

Es un análisis complicado. Pero te puedo decir que, en Las Cruzadas, por ejemplo, parte de la matanza que hicieron los cristianos de musulmanes tenía que ver con la idea de que era en nombre de Dios y no iban a pasar por el purgatorio.

Emociones

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Pero, ¿acaso otras culturas no le dan esa importancia al perdón?

No tanto, no. En culturas protestantes como en la que yo vivo, o en Estados Unidos, toda gira en torno al castigo. El espacio para rehabilitación no es tan grande.

Si te pillan haciendo algo considerado malo, vas a la cárcel y eres castigado.

Incluso la razón por la cual la gente comete crímenes en estas culturas no es religiosa, sino utilitaria, capitalista, material, mientras que en otras culturas más influenciadas por el cristianismo los crímenes suelen justificarse por una razón espiritual.

También hablas del concepto de deshumanización como fuente de diferentes conflictos. ¿Lo puedes explicar?

El peor ejemplo de deshumanización fue el Holocausto, porque activamente proyectaban películas y propaganda mostrando a los judíos como ratas. Les quitaban la faceta humana.

La deshumanización del otro justifica aniquilarlo, o no tenerlo en cuenta como parte de la sociedad. Es muy peligroso.

¿De dónde surge?

Hay un contenido genético en el tema, porque las especies parten del lugar de que son distintas a la otra, y que todo aquel que no sea como nosotros debe ser tratado distinto, por no decir que eliminado.

¿Se te ocurre alguna solución para la deshumanización?

La única forma de superarlo, así suene a cliché, es hablando y desarrollando empatía, dándose cuenta de que a pesar de que tenemos una pigmentación distinta, por ejemplo, somos seres vivos que necesitan vivir juntos.

A veces olvidamos que los problemas se solucionan hablando y entendiendo. Somos muy buenos para tirarnos piedras entre nosotros, pero no para sentarnos a hablar.

Emociones

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Otra de las emociones que analizas es la depresión. ¿Crees que estamos más deprimidos que en otros momentos?

Estamos en el momento en el que más gente reporta tener depresión, pero también es porque nunca antes la gente fue tan abierta ante el tema como ahora. De ahí la sensación de que estamos más estresados que nunca.

Es verdad que estamos en un momento sensible. Algunos lo relacionan a la velocidad que introdujo el internet, pero lo cierto es que el auge de la terapia emocional es anterior a eso.

También están los cambios en el ámbito del trabajo, la caída de los salarios y la ausencia de mejoras en la calidad de vida por décadas. Y está la pandemia, algo que hizo solitaria a una especie que es, inherentemente, social.

Pero, en todo caso, no es la primera vez que ocurre.

Piensa, por ejemplo, en el descubrimiento de América. Es como si llegáramos a Marte y encontráramos una ciudad. Todo cambió: la mitad del mundo cambió literalmente. Y eso tuvo un impacto enorme en la emocionalidad social.

Yo creo que estamos en un momento de cambio radical en nuestras emociones, similar al que generó el descubrimiento de América.

¿Y cómo se relaciona este momento con los anteriores?

Quizá en este punto me pongo un poco marxista, pero la cosa es así: cada vez que hay un cambio importante en las formas de producción, hay un momento posterior en el que la gente se estresa, se enfurece, y genera cambios. Antes fue la imprenta, luego la Revolución Industrial y ahora la revolución digital.

Pero después, y qué bueno que ahora tenemos la herramienta de la terapia, habrá un momento en el que bajemos la guardia.

Durante la historia cada momento de histeria ha sido sucedido de un momento de reflexión y calma. No habría habido Ilustración sin Revolución Industrial. Eventualmente vamos a salir de este momento de histeria colectiva.

Richard Firth-Godbehere

FUENTE DE LA IMAGEN. ARCHIVO PARTICULAR

¿Qué crees que nos lleve a calmarnos?

Tengo la sospecha de que el cambio climático nos va a obligar a calmarnos y pensar para dónde vamos como sociedad.

También hablas de las emociones en la inteligencia artificial. ¿Crees que estamos ante un escenario distópico?

Sí y no. Creo que la intención de que las maquinas entiendan las emociones puede sacrificar muchas libertades individuales, sobre todo a través de la identificación facial.

Pero, a su vez, creo que estas tecnologías que intentan codificar las emociones no son tan eficientes. Por mucho tiempo se habló de los detectores de mentiras como la panacea y luego nos dimos cuenta de que en realidad no eran tan precisos.

Y la identificación facial, que es la manera como las máquinas pueden percibir nuestras emociones, va a necesitar muchos más procesos y poder y trabajo para llegar a ese escenario distópico en el que gobernantes y empresas pueden saber exactamente qué siente la gente.

Pero además no todo es malo: por ejemplo, la inteligencia artificial puede ayudar a que la gente acuda al psicólogo o al doctor de manera ágil, sin intermediarios.

Este artículo es parte del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 26 al 29 de enero de 2023. Puedes leer toda nuestra cobertura del Hay Cartagena haciendo clic aquí.

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Vivimos un momento emocionalmente sensible. Pandemia, cambio climático, polarización política, guerras. Este parece un mundo cada menos soportable.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Daniel Pardo. 29 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Historia/Salud/Salud Mental/Hay Festival.

Quién fue John Biblia, el asesino en serie que aterrorizó Glasgow y que nunca fue atrapado.

Patricia Docker, Jemima MacDonald y Helen Puttock fueron asesinadas en la ciudad escocesa de Glasgow a finales de la década de 1960.

Sus nombres se convirtieron casi en sinónimos de John Biblia, el hombre que se cree que fue responsable de los tres asesinatos.

Cada una de las jóvenes, de entre 25 y 32 años, había salido una noche a la popular sala de fiestas Barrowland de Glasgow, dejando a sus hijos al cuidado de familiares en casa. Nunca volvieron con ellos.

Todas fueron estranguladas y sus cuerpos arrojados a poca distancia de donde vivían.

La búsqueda del asesino fue una de las más importantes que se han llevado a cabo en Escocia, pero a pesar de que la policía interrogó a más de 7.000 personas y tomó 4.000 declaraciones, no se produjo ninguna detención.

John Biblia, como se le llamó después de que un testigo dijera que había citado las escrituras, nunca fue capturado y dio pie a décadas de especulaciones sobre su identidad. Ahora, un libro recupera su historia.

«Esperando el diluvio», la última novela de la popular escritora española Dolores Redondo, acerca este asesino en serie al resto del mundo.

Primer plano de Dolores Redondo

FUENTE DE LA IMAGEN. CARLOS RUIZ B.K.. Los libros de Dolores Redondo han sido traducidos a más de 30 idiomas diferentes y cuentan con más de tres millones de lectores. Premio Planeta 2016 con su libro «Todo esto te daré».

BBC Mundo habló con la escritora en el marco del Hay Festival Cartagena que se realiza entre el 26 y el 29 de enero de 2023 en esa ciudad colombiana.

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Basada en la historia de un asesino real en una época en la que el concepto de asesino en serie apenas era algo que empezaba a perfilarse en EE.UU., ¿por qué elegiste a John Biblia?

En primer lugar, porque sucedió hace mucho tiempo. Esa es una de las razones. Hay que tener sensibilidad siempre de no tocar temas que sean demasiado recientes, porque hay víctimas y personas que los están sufriendo.

La otra cosa que lo hace extraordinariamente atractivo es el hecho de no haber sido capturado y de que pudiera estar vivo a día de hoy.

John Biblia cometió sus agresiones en los años 1968-1969 y los testigos de la época dicen que tenía unos 20 años, por lo que perfectamente podría estar vivo.

Eso no cambiaría su circunstancia, aunque haya estado escondido o haya llevado otra clase de vida o incluso haya cambiado de modus operandi y haya seguido ejerciendo violencia, que es lo más probable, no lo cambiaría, seguiría siendo el mismo asesino.

Tiene para mí el interés de la época, el hecho de cómo se llevó a cabo la investigación y cómo logró escabullirse de un cerco policial que ha pasado a la historia como la mayor operación de la policía de Escocia. Y, aún así, no lo capturaron.

Esto es muy llamativo. Me llama la atención por el impacto que produjo en esa sociedad.

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. 

Un cuarto de siglo después, en septiembre de 1995, una minúscula muestra de ADN recuperada de la cinturilla de las medias de Helen Puttock dio lugar a la creación de un nuevo equipo para revisar las pruebas.

John Biblia, que no es un asesino muy conocido fuera de Reino Unido, ahí es una auténtica leyenda.

Durante las décadas siguientes, la gente seguía hablando de John Biblia.

En su momento, más de 5.000 hombres pasaron por ruedas de reconocimiento para ver si los testigos creían reconocer entre ellos a John Biblia, y la paranoia que desató en toda Escocia llegó al punto de que la policía extendía carnets que justificaban que el portador no era John Biblia para evitar linchamientos.

El hecho de cómo quedó grabado en la sociedad es muy llamativo, porque generó esa especie de paranoia que no llegó a generarla, por ejemplo, Jack El Destripador, que iba por prostitutas y no generó esa alarma más que entre las prostitutas de la época.

También es llamativa una peculiaridad de la que ya he hablado en otras novelas, con otro tipo de agresores, que es que sea el tipo de persona que podría pasar perfectamente desapercibida, porque la descripción de John Biblia de los testigos no es solamente física, también le escucharon hablar y le pudieron ver durante horas y dicen que era un tipo amable, educado y de aspecto pulcro.

Esto creo que es lo más terrorífico de todo, porque si te imaginas a alguien de aspecto brutal, salvaje, oscuro, gigantesco resulta más fácil asimilar que pueda ser alguien monstruoso, pero en alguien que podría ser un tipo normal esto da mucho miedo.

De izquierda a derecha, Patricia Docker, Helen Puttock y Jemima MacDonald

De izquierda a derecha, Patricia Docker, Helen Puttock y Jemima MacDonald, las tres víctimas (que se conozcan) de John Biblia.

El hecho de que no se sepa qué ha pasado con él ha hecho que algún medio británico se hiciera eco de tu libro y apuntara la posibilidad de que estuviera en Bilbao.

Es una teoría.

A ver, yo construí esa teoría en base a otra que ha estado y sigue vigente y es que un asesino en serie, tan preciso como John Biblia, que se llevó a las mujeres casi con unos periodos de seis meses entre cada una y del mismo lugar; es decir, que estaba muy convencido de su técnica, que utilizó una técnica casi exacta en los crímenes y que las eligió de esa manera, a mí por una parte me hace pensar que quizá hubiera cometido otro tipo de agresiones antes, porque está muy depurado el método.

Y por otra parte, hay una teoría vigente en criminología que dice que ese tipo de asesino llegado a ese punto no se detiene solamente porque haya rumores de que le están buscando o porque haya una gran operación policial.

Si se detiene definitivamente es porque ha entrado en prisión por otro delito, quizá le ha caído una pena por otra cosa y está en prisión o ha muerto, cosa bastante improbable porque era muy joven, tampoco parecía impedido físicamente, parecía sano, y la tercera es que haya salido del país.

Y esa es a mí la que más me cuadra, porque fue una operación tan tremenda que el año pasado la BBC estrenó un documental que se llama «La casa de John Biblia» haciéndose eco de lo potente que fue esa investigación y hasta qué punto llegaron y no lo capturaron.

Hay muchas teorías. La mía es que siempre ha existido un canal de comunicación entre Reino Unido, Irlanda, Escocia con los puertos del norte, con todos.

A día de hoy sigue habiendo tráfico diario de ferrys de personas y por supuesto, de mercancías. Pero en aquellos años había además tantos ingleses en Bilbao, por la cantidad de empresas británicas que tenían sedes allí, que era muy fácil que hubiera pasado desapercibido entre los ingleses que vivían en esa ciudad del País Vasco.

Mapa de Glasgow y Bilbao

El asesino mató a mujeres que tenían la menstruación. ¿Cómo sabía que tenían la menstruación? ¿Cómo llevaste a cabo su reconstrucción?

Esto ha sido uno de los misterios en todos estos años, lo que se preguntaba la policía. También hay que entender que en aquellos momentos ni siquiera había mujeres en la policía escocesa y el conocimiento que un inspector de policía de la época podía tener de la naturaleza femenina, de sus deseos sexuales o de su tendencia a tener relaciones o no teniendo la menstruación, eran de andar por casa, o sea, eran nulas. No conocían la naturaleza de la mujer.

De hecho, la primera teoría era que seguramente él las había agredido, porque al tener la menstruación se habían negado a tener relaciones. Más adelante alguien, ya cuando entraron mujeres [a la policía], empezó a apuntar que tener la menstruación no tiene por qué ser tan limitante.

Esto también permite ver cómo va cambiando la visión del caso según avanza la criminología, que ha pegado una vuelta en 40 años que ha sido bestial, casi tanto como la cardiología, que es el otro tema de la novela.

Hoy en día, en las charlas que doy con las presentaciones del libro, en cuanto digo «se llevó a tres mujeres de la misma sala, comprendidas entre estos y estos años, las tres morenas, las tres más o menos de este aspecto, cada seis meses más o menos y a las tres las mató igual, las violó, dejó el contenido de sus bolsos de esta manera y las tres tenían la menstruación», todo el mundo dice: un asesino en serie.

El superintendente Joe Beattie, que dirigió la búsqueda de John Biblia, del que sostiene un retrato. Noviembre de 1969.

FUENTE DE LA IMAGEN.GETTY IMAGES. El superintendente Joe Beattie dirigió la búsqueda de John Biblia a finales de la década de los 60.

En la novela, John Biblia es perseguido por un policía que está muy enfermo del corazón, un órgano que juega un papel importante tanto a nivel médico como por las corazonadas que lo guían.

Es más metafórico. El escenario real es ese Bilbao de 1983, incluso la gran riada que destruyó la ciudad como era y la obligó a reinventarse. También Glasgow y también John Biblia. Sin embargo, Noah Scott Sherrington es una creación.

Es alguien hecho a medida de todo lo que quería contar y es la parte más narrativa y más metafórica de la novela, que tiene que ver con la vida, con la muerte, con el amor, con la esperanza y claro, el corazón es capital, porque él está enfermo del corazón, por las corazonadas y por el amor, que también está presente en la novela.

Pero digo que todo Noah es metáfora. Se llama Noé como el del diluvio, llega en un barco a Bilbao tras las huellas de John Biblia o tras la corazonada de que John Biblia puede haber ido a Bilbao.

Y también su apellido es una metáfora, porque Scott Sherrington fue un premio Nobel de Medicina británico que obtuvo el galardón por el descubrimiento de la conexión neuronal de una parte de nuestro cerebro: cómo las neuronas se conectan entre sí o lo que viene siendo lo mismo, el pensamiento deductivo.

Sus descubrimientos tuvieron tanto impacto entre los escritores de la época que Sir Arthur Conan Doyle, que también era médico y además pertenecía a la Royal Society, como Charles Scott Sherrington e incluso Agatha Christie, le pusieron esas características a sus personajes. Lo hace Sherlock Holmes, lo hace Poirot (…)

Le puse este apellido a Noah precisamente, porque las corazonadas no lo son, lo que llamamos corazonadas realmente provienen de nuestro cerebro y son información que interpreta de una manera concreta, no tiene, quizá, valor probatorio, porque no se puede medir, ni calcular, no es exacta, pero obedece a una inteligente deductiva, que funciona en algunas personas.

Se deja llevar por lo que él llama corazonadas, pero son pura inteligencia.

Dolores Redondo con un paraguas

Carlos Ruiz B.K.John Biblia era un tipo amable, educado y de aspecto pulcro. Esto creo que es lo más terrorífico de todo. Pensar que podría ser un tipo normal».Dolores Redondo.Escritora española.

Como has mencionado, la historia se sitúa en el verano de 1983 cuando una gran riada destruyó la ciudad, un hecho que, como cuentas en el prólogo, te marcó siendo niña.

Me gusta mucho explicarlo, porque es una pregunta habitual en la prensa, de dónde surgen las ideas para una novela. Yo sé que son infinitas cosas que van llegando en distintos momentos de tu vida. Algunas como esa llegó hace muchísimos años y ahora se ha hecho real. El modo en que me marcó verlo desde la ventanilla de un tren y el miedo que pasé de que mi familia estuviese afectada también.

Además, yo siempre he vivido en San Sebastián y en los años siguientes, cada año en el aniversario volvíamos a recordar.

El impacto que tuvo fue tremendo a nivel de las personas que murieron y las pérdidas que hubo en el momento. Eso, unido a la crisis naval que llegó en los años siguientes, hizo que Bilbao cambiara hasta el punto en que el lugar donde hoy en día se alza el Museo Guggenheim era el muelle de los ingleses, donde llegaban los cargueros ingleses con el acero para hacer barcos y con el whisky que traían desde Escocia.

El Bilbao de esa época no tiene nada que ver con el Bilbao de ahora.

En absoluto, era una ciudad, maravillosa en muchos aspectos por la cantidad de dinero y de trabajo que movía, por lo acogedora, por lo abierta. Era una ciudad muy moderna, pero era también una ciudad caótica, decadente, tremendamente contaminada.

Algunas lecturas apuntaban a que hubo momentos en que fue la ciudad más contaminada de toda Europa. Había cientos de chimeneas vertiendo sus humos sin ningún tipo de filtro. Pero además, las acerías o las constructores navales vertían todo directamente al río, incluso el alcantarillado, que era muy antiguo vertía directamente a la ría, y aquello era un horror.

Se había construido de una manera anárquica total y todos los almacenes estaban mezclados unos con otros.

Mil inspectores, mil barcos por todas partes. Y muchísima droga. Eran los 80, la heroína andaba libre completamente y un montón de suciedad y de mezquindad y de prostitución y de gente maravillosa, también y todo mezclado ahí con una Torre de Babel que era alucinante y luego tensión política, que no olvidemos que ese verano la guerra de las banderas estaba explotando.

Era también el año en que la policía autonómica salía por primera vez a la calle. Yo lo cuento en boca de uno de los personajes, que es un joven de la Ertzaintza que sale por primera vez a la calle, jovencísimo y lleno de idealismos y de convicciones de que va a cambiar el mundo.

Ertzaintza

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. La Ertzaintza es la policía autonómica del País Vasco creada en 1982. Se denomina ertzaina (cuidador del pueblo) a cada uno de los 8.000 agentes del cuerpo y ertzain-etxea (casa de ertzainas) a las comisarías.

A través de ese personaje hablas del nacimiento de la Ertzaintza y del idealismo de los primeros tiempos.

Claro, la convicción está bien. Yo con el tiempo he hablado con ellos. Muchos ahora están jubilados, otros son mandos de la policía y ellos son los primeros que reconocen que eran unos niños, que salían con la cabeza llena de idealismo y de ilusión, creyendo que iban a cambiar el mundo, pero sigo pensando que está bien.

Si con 20 años no crees que vas a cambiar el mundo y no crees que tienes algo bueno que dar, pues mal.

Retratas una época en plena ebullición política y social, tocando de refilón el conflicto vasco y las posibles relaciones de la organización armada nacionalista vasca ETA con comandos del IRA (Ejército Republicano Irlandés).

Son cuestiones que en ese momento sí que se barajaban y que nunca se llegaron a dirimir del todo. Quedó la sospecha. Yo nunca he tenido datos fiables. Seguramente estarían en contacto, pero yo lo que he intentado es hacer una crónica de lo que estaba ocurriendo en aquel momento, sin entrar tanto a lo que se sabe ahora.

Hay que tener en cuenta que era 1983 y me tengo que ceñir a que están en 1983. No puedo hacer el análisis desde ahora, igual que del idealismo de aquellos jóvenes ertzainas.

Este artículo es parte de la cobertura del Hay FestivalCartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 26 al 29 de enero de 2023 en el que iba a participar Dolores Redondo, pero que en el último momento canceló su participación por motivos personales. 

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: HayFestivalCartagena@BBCMundo. Por Almudena de Cabo. 28 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Escocia/Glasgow/España/Violencia sexual/Hay Festival.

«En Cuba ya estamos cansados de vivir tanto tiempo en la Historia y queremos vivir en la normalidad».

«Estoy histórico, filosófico, psicológico, antropológico y comemierda».

Mario Conde, en sus propias palabras, está peor que nunca. Es 2016 y parece que soplan vientos nuevos sobre Cuba: Barack Obama visita la isla, los Rolling Stones van a dar un concierto histórico… Pero Conde, la más célebre creación del escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) tiene la sólida certeza de que aquella fiesta pronto será cancelada.

Como esas premoniciones que el expolicía reconvertido en vendedor de libros antiguos siente justo debajo de la tetilla izquierda cuando está investigando un caso, Conde sabía de lo que se hablaba.

«Personas decentes» es la última novela de Padura, y la décima protagonizada por Conde, el personaje que le ha permitido narrar la realidad cubana de las últimas décadas, con La Habana como telón de fondo y gran protagonista de sus narraciones.

En ella se entremezclan dos historias, una que transcurre en 1910, en una Cuba que acaba de salir de la Guerra de la Independencia y que aguarda con inquietud el paso del cometa Halley, y otra en 2016, cuando los cubanos están a la espera de otro huracán, el que confían que por fin traiga aire fresco a la isla.

«La gente lo desea, lo necesita, casi que lo ruega, y espera, confiada o desconfiada. Cansada de tanta historia, necesitada de esperanza y espacios. Aire, hace falta aire…».

Padura anda estos días enfrascado con su esposa, Lucía López Coll, en la posibilidad de adaptar al cine «El hombre que amaba a los perros», su exitosa novela sobre el asesinato de León Trotski a manos de Ramón Mercader, que ha sido traducida a numerosos idiomas, pero asegura que este año empezará a escribir de nuevo. «Con Conde o sin Conde, pero otra novela, seguro».

BBC Mundo habló con él en el marco del Hay Festival Cartagena de Indias, que se celebra del 26 al 29 de enero.

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Mario Conde está escéptico y aguafiestas como pocas veces. Al final tuvo razón.

Mira, tenía toda la razón porque Mario Conde juega con ventaja en esta novela y es que su autor ha visto lo que pasó en los años siguientes a ese momento tan peculiar, esa primavera tan esperanzadora que fue la del 2016.

Los negocios empezaron a prosperar, se abrieron restaurantes, hostales, talleres, el dinero se movía, venían turistas norteamericanos, los cubanos iban a Estados Unidos, obtenían visas con cierta facilidad… Había una movilidad, un torbellino en la sociedad. Y la relación entre los dos países fue mucho más dinámica que en cualquier otro momento de los últimos 60 años.

Era una situación que realmente salía de lo que habíamos vivido antes, y que nos daba esperanzas de que las cosas podían cambiar. Desafortunadamente, unos meses después, todo esto desapareció.

Primero, el gobierno cubano empezó a apretar algunas clavijas que se le habían aflojado. El control se estaba perdiendo, pero vino Donald Trump a hacerles el favor de frenar toda esta situación de convivencia que se estaba viviendo.

Viene entonces una política de cierre total, prácticamente se cerró la embajada de La Habana.

Vino, además, la pandemia, con todo lo que significó, y se ha producido como respuesta a todo ese proceso de desencanto y de pesimismo una gran ola migratoria, al punto de que lo que ha ocurrido, la cantidad de cubanos que sobrepasa el cuarto de millón que ha salido de Cuba en el último año, es la mayor crisis migratoria que ha tenido Cuba después de la Revolución.

Es una sangría que no para, porque la gente ya no confía en que las cosas pueden mejorar en un sentido social, en un sentido general, y están buscando soluciones individuales para sus necesidades.

Cartel de la visita de Obama a Cuba.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La Habana en 2016, cuando la visita de Obama era vista por muchos como una esperanza de aire fresco.

El dinero es bueno, pero el control es mejor. Y el dinero puede faltar, muchas veces ha faltado, pero el control no, dice Conde en el libro.

Sí, en los sistemas socialistas, el control es una realidad, una práctica que es sistémica.

En los últimos años han ocurrido acontecimientos como estas manifestaciones que hubo el 11 de julio de hace dos años, en las que salió mucha gente a la calle, y muchos fueron detenidos y han sido procesados y condenados con penas bastante elevadas.

Son condenas que muchas veces han tenido un carácter más ejemplar, en el sentido de decir «si esto vuelve a ocurrir, mira lo que le pasó a los que ya lo hicieron».

Y eso es una manera de mantener el control.

Trump creó un estado de ánimo entre los que están fuera y los que están dentro, que también se ha sumado a este ambiente un poco malsano que existe.

Todo pasa por soluciones fundamentalistas: estás conmigo o estás contra mí; no hay terceras vías, eres mío, o eres contrario, trabajas conmigo o trabajas contra mí.

Uno de los temas centrales de tus novelas es la decepción de las promesas del Hombre Nuevo en Cuba. ¿Pueden Conde y Cuba superar más decepciones?

Ojalá que las cosas en Cuba mejoren, porque la opción del exilio no es la que puede encaminar al país. Es una solución individual.

Pero muchas cosas tienen que cambiar.

Creo que habría que tener una actitud mucho más agresiva y, aunque la palabra esté bastante manida, utilizada y hasta devaluada, habría que tener una actitud revolucionaria, porque la revolución puede cambiar las cosas, es darle una vuelta a las cosas.

Habría que dar una vuelta a muchas cosas, empezando por la economía, y eso de alguna manera, también tendrá influencia en la política y en la sociedad.

En el libro reflexionas sobre lo que significa ser decente. Hay personajes que parecen decentes y no lo son, y otros tachados de indecentes que tienen una postura íntegra. ¿Cómo se mantiene uno decente cuando se está rodeado de injusticia?

Es una pregunta un poco complicada de responder.

La decencia, como sabes, es esa actitud de las personas, en un principio de carácter ético, pero con un efecto social del buen comportamiento, de la buena relación con los demás, de la honestidad, de la seriedad, del juego limpio.

Conde siempre ha sido decente. Pero en la parte de la novela que transcurre en el pasado, está el personaje de Arturo Saborit, que es una persona decente que en un momento determinado cruza una frontera que lo pone en territorios de ilegalidad, de perversión.

He querido establecer un juego con estos personajes, con estos códigos, pero hay otros para quienes también este comportamiento ético es importante, entre ellos un grupo que ha sido muy cuestionado en cuanto a su decencia, que es el mundo de las prostitutas.

Y eso fue muy evidente en esa época de 1910, después de la Guerra de Independencia, con una ciudad que empieza a crecer económicamente, pero que no le da espacio a las mujeres.

Imagen de Leonardo Padura y una cita suya.

Había habido una guerra, habían muerto muchos hombres, necesitaban sostenerse económicamente y la prostitución fue el único espacio que le quedó a muchas.

¿Cómo podemos juzgar a una persona que vende su fuerza de trabajo como un obrero más? Nos parece normal que alguien lo venda cortando caña o trabajando en una mina, pero no que alguien lo venda porque lo único que tiene es su cuerpo.

Esa era una reflexión que quería tener, mirar a la prostitución, tanto la de 1910 como la del 2016, no con una mirada compasiva, sino con una mirada comprensiva.

En el libro también hay varios personajes, intelectuales y artistas, que sufren el ostracismo del Estado, cada uno con diferente final. «Asesinar una reputación», lo llamas. ¿Tú has sentido alguna vez eso?

Mira, desde finales de los 60, y durante todos los años 70 de manera muy fuerte, se vio un proceso de dogmatización de la política cultural cubana. Los que no cumplían determinados parámetros eran excluidos. Y entre esos parámetros había cuestiones de carácter sexual, religioso, político…

Ese proceso fue tan profundo y tan lamentable que dos de los grandes artistas cubanos del siglo XX, José Lezama Lima y Virgilio Piñera, mueren en ese ostracismo, uno en el año 76 y otro en el año 78. No volvieron a publicar, no se volvió a hablar de ellos, no volvieron a viajar, fueron completamente marginados y estigmatizados durante esos años.

Esta política lentamente empieza a cambiar los años 80, y en los 90 se produce una ruptura entre las instituciones cubanas y los artistas porque viene la crisis de los años 90 y no hay manera de ejercer ese mismo control porque no tienen posibilidades económicas de producir la obra de arte.

Creo que cualquier creador cubano de estos años ha sentido ese vapor de esa política cultural en la que empiezas a aprender que hay límites que no puedes transgredir porque te pueden castigar.

Yo tengo la fortuna de que empiezo realmente a escribir ya de manera profesional y consecutiva en los años 90, y de que muy pronto empiezo a publicar con una editorial española, Tusquets. Mis obras van directamente de mi ordenador al ordenador de mi editores en Barcelona. Es decir, que no pasa por el filtro de un editor cubano, que trabaja en una editorial cubana, que pertenece al sistema del Estado o del Gobierno cubano.

Porque cuando el escritor tiene que realizar su obra a través de una institución cubana, asume, por lo general, una actitud de autocensura. Y yo creo que la autocensura es uno de los procesos intelectuales más lamentables a las que se puede ver sometido un artista, porque asumes el papel de los verdugos.

La autocensura ha sido uno de los lastres que ha marcado la producción cultural cubana en estos años. Y también ha provocado que cuando determinados artistas salen de Cuba, se van al extremo opuesto y politizan su obra en el sentido contrario, en el sentido de criticar, de condenar, de revisar lo que ha pasado en Cuba, pero con una perspectiva muy política. Y a veces eso se traga a la propia función artística de una creación, de una obra literaria.

¿Tú has tenido alguna vez que autocensurarse?

Sí, yo creo y revisando este trabajo que estamos haciendo ahora Lucía y yo de «El hombre que amaba a los perros», yo mismo a veces me pregunto, bueno, cómo fui capaz de decir cosas que digo en esa novela.

Leonardo Padura.

FUENTE DE LA IMAGEN -IVÁN GIMÉNEZ – TUSQUETS EDITORES

«Los escritores somos vampiros, peor aún, somos garrapatas que nos alimentamos de sangre ajena para poder crear nuestra literatura», confiesa Padura.

Yo creo que hace muchos años yo digo lo que necesito decir, y trato de que ese elemento político no esté en un primer nivel.

La estructura política cubana es conocida, los cambios políticos que puedan ocurrir o no puedan haber ocurrido también son conocidos. Centrarse en ello creo que no es lo que permite dar una reflexión distinta sobre la sociedad, sino lo que los comportamientos humanos y las situaciones en que se ven las personas se muestran en esa realidad. Y creo que he tenido la posibilidad de hacerlo con la mayor libertad posible.

Siempre considero que hay límites, y esto es muy difícil decirlo, pero muy necesario. Son límites fundamentalmente de carácter ético, con los cuales uno tiene que tener una actitud decente como la de Mario Conde.

En un momento del libro, Mario Conde invita a comer a su mujer y sus amigos y dice: «vamos a sentirnos personas». Algunas de las personas que BBC Mundo ha entrevistado en esta última oleada migratoria dicen que se van de Cuba porque allí no se vive, se sobrevive.

Sí. Yo no dejo de observar lo que ocurre a mi alrededor, porque yo me alimento de eso más que de mi propia experiencia vital.

En una novela creo 20 personajes que pueden tener unas gotas de mi sangre, pero el resto es sangre que yo he bebido de quienes me rodean. Un poco somos vampiros, o peor aún, garrapatas que nos alimentamos de sangre ajena para poder crear nuestra literatura.

Pienso que mientras se han ido creando bolsones de riqueza en Cuba, se ha ido extendiendo la mancha de una pobreza generalizada.

Y hay gente que por años, de años, de años, no come en un restorán o no tiene vacaciones en una playa. 

Y hay gente hoy mismo en Cuba que fuma y lo tiene que hacer con tabaco picado y hojas de las guías telefónicas, porque no les alcanza el dinero para comprar los cigarrillos.

Un barco de salvamento marítimo de EE.UU. rescata a una lancha de migrantes cubanos.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La migración masiva «es una sangría que no para porque la gente ya no confía en que las cosas pueden mejorar», asegura el escritor.

La vida es muy complicada y, en el caso de Conde, con su actitud, con su irresponsabilidad de su sentido económico, pues en cuanto tiene un dinero le dice a Tamara, «vamos a sentirnos personas y trata de disfrutar de una tarde».

Este es un pequeño capítulo que creo que es el que más me gusta a mí de todo el libro, ese viaje que hace Conde con sus amigos a ese mundo de la felicidad, en el que todo funciona, se come bien, se toma bien, se oye buena música, se está en un lugar agradable, la gente se quiere. Y él sabe que es un estado transitorio, que es un espacio pequeñito, pero trata de disfrutarlo profundamente.

Creo que es una actitud bastante frecuente en la isla. A veces uno se pregunta cómo es posible que en Cuba la gente haga tantas fiestas, que consuma tanta música y si pueden traten de beber ese día el ron o la cerveza o cualquier cosa que aparezca.

Y es que la gente necesita estar un ratito en ese estado de la felicidad.

¿Y tú eres escéptico como Conde o mantienes el optimismo de que las cosas en algún momento van a mejorar?

Mira, yo los lunes, los miércoles y los viernes, soy optimista. Los martes, los jueves y los sábados soy pesimista y los domingos descanso. Hay días en que creo que es posible y días que siento que es imposible. Y eso me hace sentirme, cuando creo que es posible, con algún optimismo, cuando siento que es imposible, con mucho pesimismo.

Creo que hace falta cambiar muchas cosas para que empecemos a fundar un sentimiento de optimismo hacia el futuro.

Ahora mismo, la sociedad cubana vive un momento de mucha complejidad, de muchas carencias. Y aunque la propaganda oficial habla de todo el esfuerzo que hace el gobierno del Estado por que las cosas mejoren, pues no vemos los resultados.

Y de oír promesas estamos ya cansados hace mucho tiempo.

Hay una actitud de la cual yo hablo ya desde mi novela «La neblina del ayer», que es de 2005, donde Conde habla con sus amigos del cansancio histórico, que ya estamos cansados de vivir tanto tiempo en la Historia y queremos vivir en la normalidad.

Eso me costó críticas de fundamentalistas que decían: bueno, pero la normalidad de América Latina es la miseria, la explotación, la dictadura, no sé qué cosa. Y yo digo: no, es que nosotros hemos vivido tanto, tanto, tanto en la Historia, que ya necesitamos salir de la Historia y entrar en una coherencia que no hemos logrado tener.

Y ojalá que las cosas cambien porque te digo, la mayoría de las personas siguen viviendo en Cuba. Ha salido el 2,4% de la población, queda el 97,6% en Cuba y ojalá que esa gente pueda vivir mejor, ojalá.

Imagen de portada: Iván Giménez – Tusquets Editores.

FUENTE RESPONSABLE: HayFestivalCartagena@BBCMundo. Por Paula Rosas. 27 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Cuba/Literatura/Controversias/Hay Festival.

Los libros que son demasiado «peligrosos» para ser leídos.

La leyenda de los libros sibilinos (unos textos mitológicos y proféticos de la antigua Roma) nos cuenta que en una ciudad, una mujer ofreció vender al pueblo 12 libros que contenían todo el conocimiento y sabiduría del mundo, a un precio muy alto.

Rehusaron hacerlo, considerando la propuesta ridícula, así que ella quemó la mitad de los libros en el acto y volvió a ofrecer los seis restantes al doble del precio. Los ciudadanos se burlaron de ella, aunque un poco nerviosos.

La mujer quemó tres más, puso el resto a la venta, pero dobló el precio otra vez. Nuevamente la rechazaron con renuencia -eran épocas difíciles y la vida parecía estar volviéndose más dura.

Finalmente, quedó un solo libro, que los ciudadanos pagaron al precio extraordinario que exigía la mujer y los dejó a que solos manejaran como pudieran una doceava parte de todo el conocimiento y sabiduría del mundo.

Los libros están cargados de conocimiento. Son los polinizadores de nuestras mentes, difundiendo ideas que se reproducen por sí mismas a través del tiempo y el espacio. Solemos olvidarnos de cómo los rasgos en una página o en una pantalla hacen posible la comunicación entre cerebros apartados en los extremos de la Tierra o en cada margen del siglo.

Los libros son, como dijo Stephen King, «una magia portátil única» -y el aspecto portátil es tan importante como la magia. Un libro puede llevarse, mantenerse oculto, como tu propio almacén de conocimiento. (El diario personal de mi hijo tiene un candado -inútil pero simbólicamente importante-).

El poder de las palabras contenidas en un libro es tan enorme que ha sido una costumbre de larga data borrar algunas: como las maldiciones en las novelas del siglo XIX; o las palabras demasiado peligrosas para escribir, como el nombre de Dios en algunos textos religiosos.

El poder de los libros

Los libros son conocimiento y el conocimiento es poder, lo que los convierte en una amenaza para las autoridades -gobiernos y líderes de facto por igual- que quieren tener un monopolio sobre el conocimiento y controlar el pensamiento de sus ciudadanos. Y la manera más eficiente de ejercer ese poder sobre los libros es proscribirlos.

La prohibición de libros tiene una larga e innoble historia, aunque no está muerta: sigue siendo una industria vigente. En septiembre, se cumplió el 40 aniversario de la Semana de los Libros Prohibidos, un evento anual (promovido por la Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos y Amnistía Internacional) que «celebra la libertad para leer». Se lanzó en 1982 en respuesta al aumento de la oposición a ciertos libros en escuelas, bibliotecas y librerías.

De alguna manera debo admirar la energía y vigilancia de aquellos que quieren prohibir libros hoy en día: solía ser más fácil entonces. Hace siglos, cuando la mayoría de la población no podía leer y no había fácil acceso a los libros, su conocimiento podía restringirse en la fuente.

Por ejemplo, la Iglesia Católica durante mucho tiempo disuadió al pueblo de poseer su propia copia de la Biblia, y aprobó únicamente su traducción al latín para que muy poca gente del común la pudiera leer. Aparentemente eso fue para evitar que los laicos malinterpretaran la palabra de Dios, pero también garantizó que no pudieran cuestionar la autoridad de los líderes eclesiásticos.

Una copia ilustrada de la Biblia en latín

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La iglesia Católica solo permitía copias de la Biblia en Latín para limitar el número de personas que la pudiera leer y mantener un monopolio sobre su interpretación.

Aun cuando las tasas de alfabetización aumentaron, como cuando Reino Unido introdujo leyes educativas a finales del siglo XIX, los libros siguieron siendo caros, particularmente aquellas obras de literatura elevada cuyas palabras e ideas eran las más duraderas (y potencialmente más peligrosas). No fue sino hasta los 1930, con las editoriales Albatross Books y Penguin Books, que el nuevo público masivo pudo satisfacer su apetito por libros de calidad a precios módicos.

Pero simultáneamente, la prohibición de libros estaba a punto de cobrar nueva vida, al igual que potenciales censores intentaban desesperadamente estar al día con la proliferación de nuevos ejemplares que estimulaban nuevas y alborotadas ideas en los lectores. Lo que sorprende de la expansión de la prohibición de libros en el siglo XX es lo generalizada que era la gana de mantener esa mentira de «protección».

«Corrompiendo mentes»

En la actualidad, el gobierno de China, por ejemplo, continúa emitiendo edictos contra los libros escolares que «no están en línea con los valores socialistas básicos [del país]; que tengan valores, visiones del mundo y de la vida desviadas» -un lenguaje clásicamente flexible que puede ser aplicado a cualquier libro con el que las autoridades no están de acuerdo por cualquier razón. (Aunque «los estudiantes realmente ni los miran», observó una profesora en 2020 cuando eliminaba de los estantes de la biblioteca escolar las novelas «Rebelión en la granja» y «1984», de George Orwell).

En Rusia, la estrategia de prohibición de libros ha sido una aventura notablemente pública, dado el número de grandes autores que ese país ha exportado -a propósito o no- al resto del mundo. Durante la era soviética, el gobierno intentó ejercer el máximo control sobre los hábitos de lectura de sus ciudadanos, como sobre el resto de sus vidas.

En 1958, Boris Pasternak recibió el Premio Nobel de Literatura por su novela «El doctor Zhivago», que había sido publicada en Italia el año anterior, pero no en su país. El galardón enfureció tanto a las autoridades soviéticas (los medios oficiales catalogaron la obra de «artísticamente escuálida y maliciosa») que fue forzado a rechazar el premio.

El gobierno odió el libro tanto por lo que no contenía -dejó de elogiar la Revolución rusa- como lo que sí: contenía alusiones religiosas y celebraba el valor del individuo. (La CIA, al percibir el «gran valor propagandístico» de «El Doctor Zhivago», organizó para que se imprimiera en Rusia).

Boris Pasternak con su esposa e hijo en 1924

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Boris Pasternak, aquí con su esposa e hijo, fue forzado por las autoridades soviéticas a rechazar el Premio Nobel de Literatura.

La prohibición de libros en la Unión Soviética llevó al desarrollo de la escritura samizdat -o de publicación propia- a la cual le debemos la continua existencia de, por ejemplo, la poesía de Osip Mandelstam. El escritor disiente Vladimir Bukovsky resumió samizdat de esta manera: «Lo escribo yo, lo edito yo, lo censuro yo, lo publico yo, lo distribuyo yo, y por eso pago condena de cárcel yo».

Pero aquellos en Occidente se jactan en vano si creen que eso no ocurre allí. Cuando se prohíben libros, o se intenta vetarlos, el argumento es el mismo allí que en otras partes: o sea, para proteger a las personas comunes y corrientes, que supuestamente no tienen inteligencia suficiente para juzgar por sí mismas, de estar expuestas a ideas corrompedoras.

En Reino Unido, la prohibición de libros muchas veces ha sido una herramienta contra lo que se percibe como obscenidad sexual. Típicamente, es un intento de usar la fuerza bruta de la ley para detener el cambio social: una táctica que siempre fracasa, pero que, sin embargo, es irresistible para las autoridades cortoplacistas.

Las reputaciones de muchos autores han sufrido por los roces con las leyes de obscenidad británicas. James Joyce fue perceptivo cuando dijo, mientras escribía «Ulises», que «a pesar de la policía, me gustaría poner todo en mi novela» -su obra fue prohibida en Reino Unido desde 1922 hasta 1936, aunque el funcionario legal responsable del veto solo había leído 42 de las 732 páginas del libro. El «todo» que Joyce puso en «Ulises» incluía masturbación, maldición, sexo y visitas al retrete.

Ejemplar del libro "Ulises" de James Joyce

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. «Ulises» de James Joyce -que este año cumple un siglo de su publicación- fue prohibido en Reino Unido entre 1922 y 1936.

DH Lawrence fue un caso especial: su obra, que frecuentemente contiene actos sexuales que Lawrence estimaba con reverencia espiritual, había sido objeto de una campaña de la Fiscalía británica durante años: quemaron su libro «El arcoíris», interceptaron su correo para incautar sus poemas «Pensamientos», y allanaron una exposición de su arte.

La vendetta continuó más allá de la tumba, cuando Penguin publicó «El amante de Lady Chatterley» en 1960 y que dio lugar a un proceso legal. El juicio fue famoso: el editor reclutó a decenas de escritores y académicos para atestiguar sobre las cualidades literarias del libro (aunque la escritora inglesa de libros infantiles Enid Blyton rehusó participar), y el juez ejemplificó la desconfianza del Estado en los lectores corrientes cuando previno al jurado contra depender de expertos literarios: «¿Es así como las chicas que trabajan en las fábricas van a leer este libro?».

(El punto final de este caso, en el que el jurado falló unánimemente a favor de Penguin, es una deliciosa ironía. Hace tres años, y seis décadas después de intentar prohibir el libro, el gobierno británico evitó que la copia del juez de «El amante de Lady Chatterley» se vendiera a un extranjero, para que «se pueda encontrar un comprador y mantener en Reino Unido esta importante parte de la historia de nuestra nación»).

Hombres leyendo "El amante de Lady Chatterley"

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. En Reino Unido, la prohibición de libros es ha usado como una herramienta contra la percibida obscenidad sexual, como el famoso juicio que se le hizo a la novela «El amante de Lady Chatterley», de DH Lawrence.

Manteniendo las ideas vivas

Mientras tanto, en EE.UU., es un tipo de tributo al duradero poder de los libros que su prohibición continue siendo tan popular en un mundo donde cada nueva ola de tecnología, desde la TV hasta los videojuegos y redes sociales, atrae a los temores de contenido «inapropiado». Las escuelas son un hervidero particular para los intentos de censura, en parte porque guiar la maleable mente infantil parece ser una manera eficiente de eliminar los peligros percibidos; pero también porque (contrario a las librerías) las juntas escolares tienen cierto grado de influencia de la comunidad.

En 1982, el año en que se lanzó la Semana de los Libros Prohibidos, un caso de intento de censura escolar (del Distrito Escolar Island Trees, en el estado de Nueva York) llegó hasta la Corte Suprema. Aquí, la junta escolar arguyó que «es nuestro deber moral proteger a los niños en nuestras escuelas de este peligro moral tan decididamente como de los peligros físicos y médicos».

El peligro al que se referían eran libros considerados «antiamericanos, anticristianos, antisemitas y simplemente asquerosos». (La acusación de antisemitismo fue dirigida contra la gran novela del novelista judío Bernard Malamud «El reparador»). El tribunal concluyó, sin embargo, en línea con la Primera Enmienda, que «las juntas escolares locales no pueden retirar libros de las bibliotecas escolares simplemente porque no les gusta las ideas contenidas en esos libros».

Bernard Malamud (1914 - 1986)

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La novela «El reparador» del estadounidense Bernard Malamud (1914-1986) fue tildada de antisemita por juntas escolares de su país, quizás sin percatarse de que el propio autor era judío.

Eso no los ha frenado. El principal tema candente en los intentos de censura y prohibición de libros en las escuelas y bibliotecas de EE.UU. es el sexo. «Estados Unidos parece estar muy obsesionado con el sexo», como lo dijo James LaRue en 2017, entonces director de la Oficina de Libertad Intelectual de la Asociación de Bibliotecas de ese país.

Tradicionalmente, el sexo significaba obscenidad, lo que llevó al juez estadounidense Potter Stewart a intentar famosamente de definir con exactitud la «pornografía explícita» en un juicio en 1964: «Lo sabré cuando lo vea». Pero hoy en día «sexo» en el veto a libros probablemente tiene más que ver con sexualidad e identidad de género: los tres libros más objetados en 2021 en EE.UU. fueron debido a su contenido LGBTQI+.

Lo que pone en tela de juicio que la prohibición de libros se hace para proteger a los jóvenes en lugar de como un intento de purga ideológica, y demuestra una falta de imaginación por parte de los censores, que consideran que la descripción (de por ejemplo personas transgénero) causa el fenómeno en lugar de a la inversa.

Esto está conectado a la creencia de que las cosas que nos disgustan pueden ignorarse sin riesgo siempre y cuando no las veamos en la página: un frecuente integrante de los 10 primeros en la lista de Libros Prohibidos es el clásico moderno de Toni Morrison «Ojos azules», por su descripción de abuso sexual de menores.

Toni Morrison

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El tema de abuso sexual infantil en la novela de Toni Morrison «Ojos azules» la ha hecho una de las preferidas de los censores.

Por otra parte, la censura en EE.UU. tiene una larga trayectoria. Una de sus primeras víctimas famosas fue la novela antiesclavista de 1852 de Harriet Beecher Stowe «La cabaña de tío Tom». En 1857, un hombre negro de Ohio, Sam Green, fue «enjuiciado, condenado y sentenciado a 10 años de cárcel en la penitenciaría» por «tener en su posesión ‘La cabaña del tío Tom'». En un notable giro histórico, el libro es ahora mucho más criticado desde el lado más progresivo del espectro político, por su representación estereotípica de personajes negros.

Entre más se destaque un libro, mayor atención atraerá de los censores. «El guardián en el centeno», de JD Salinger, ha sido frecuentemente objetado: un maestro fue despedido en 1960 y el libro fue retirado de las escuelas en Wyoming, Dakota del Norte y California en 1980. El argumento para vetar la novela de Salinger típicamente es el lenguaje profano y vulgar, aunque hoy en día la primera frase del libro -«toda esa boludez de David Copperfield»- suena inocente.

Copias del libro "El guardián en el centeno", de JD Salinger en un estante

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. «El guardián en el centeno» (The Catcher in the Rye) fue objetado por un lenguaje que hoy en día es considerado ingenuo.

La prohibición de libros es una amplia doctrina que incluye libros que normalmente no son compatibles. Abarca de todo, desde la ficción popular (Peter Benchley, Sidney Sheldon, Jodi Picoult) hasta los clásicos establecidos (Kurt Vonnegut, Harper Lee, Kate Chopin). Tiene más objetivos que el blanco en una competencia de tiro con arco, desde el culto a lo oculto (la serie de Harry Potter) hasta el ateísmo («El curioso incidente del perro a medianoche»).

Hay esperanza, por supuesto. La publicidad de la Semana de los Libros Prohibidos mantiene a estos libros y al asunto de la censura en el ojo público. Y está lo que se conoce como el Efecto Streisand: el intento de prohibir libros crea mayor interés público en ellos.

En EE.UU., algunos almacenes de la cadena Barnes and Nobles tienen mesas de libros prohibidos y su sitio internet tiene una categoría separada para ellos. En Reino Unido, una feria especial del libro en la Galería Saatchi (en Londres) en septiembre, expuso y vendió ediciones escasas de libros prohibidos, desde una muy rara copia autografiada de «El guardián en centeno» (US$264.000) hasta la obra fundamental de Copérnico «Sobre los giros de los cuerpos celestes» que enfureció a la Iglesia en 1543 al sugerir que la Tierra no era el centro del Sistema Solar (vendida en más de US$2 millones).

Pero es la eterna vigilancia, no solo de la Asociación de Bibliotecas de EE.UU. pero de todos los lectores en todas partes, el precio que hay que pagar para mantener nuestras ideas con vida. Como nos cuenta la historia de los libros sibilinos, los libros se pueden quemar, su conocimiento se puede perder y nada es eterno.

Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival de Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana del 3 al 6 de noviembre de 2022.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: John Self; BBC Culture. 6 de noviembre 2022.

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«Pasamos de no notar las estatuas en absoluto hasta que alguien las derriba y entonces nos obsesionan».

«Y derribaréis sus altares, y quebraréis sus imágenes, y sus bosques consumiréis con fuego: y destruiréis las esculturas de sus dioses, y extirparéis el nombre de ellas de aquel lugar».

Este pasaje de la Biblia (Deuteronomio 12:3) aparece en las primeras líneas de Fallen Idols (Ídolos caídos), el libro de la historiadora y guionista británica Alex von Tunzelmann, para recordarnos que la humanidad lleva años derribando lo que antes levantó.

Sin embargo, hay un año que interesa a Von Tunzelmann por sobre todos los demás: 2020, el año en que decenas de estatuas fueron atacadas, mutiladas y derribadas en el mundo, y que la llevó a investigar esta compleja relación entre los seres humanos y sus monumentos.

Aunque la autora reconoce que el asesinato de George Floyd en Estados Unidos el 25 de mayo fue el gran disparador de esta ola iconoclasta, encabezada en ese país por el movimiento Black Lives Matter, también le concede influencia a la pandemia y el confinamiento:

«Se sintió como una experiencia colectiva, porque estábamos en nuestras casas, mirando caer las estatuas por las redes sociales. Creo que el motivo político detrás de esas protestas era muy real, no lo subestimo en absoluto, pero pienso que psicológicamente -por la pandemia- la gente explotó».

ANDREW WHITEHURST

Alex von Tunzelmann ha hecho guiones televisivos para programas como el largometraje sobre Churchill en 2017 y la serie sobre la familia Medici.

BBC Mundo conversó con la historiadora, que participa en el HAY Festival de Arequipa, sobre la relación de las sociedades con su pasado, el desacuerdo entre el pensamiento histórico y los gustos personales, y por qué la mayoría de las estatuas que nos rodean son de hombres blancos.

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Tú muestras en el libro que nuestra relación con las estatuas es un poco ambigua, porque -por un lado- no solemos en la cotidianeidad interesarnos por los monumentos que nos rodean, y -por el otro- esos monumentos se vuelven el foco de protestas y surgen medidas extremas para protegerlos.

Es una relación extraña, pasamos de no notar las estatuas en absoluto hasta que alguien las derriba y entonces nos obsesionan.

Gary Younge, un escritor británico, dijo que las estatuas son una buena forma de olvidar a alguien. Solo las levantas en una esquina o en un pueblo y luego empiezas a ignorarlas.

Pero en EE.UU. y en Reino Unido propusieron en los últimos años hasta 10 años en prisión para cualquiera que las dañe, por más mínimo que sea el daño, que es más de lo que te darían en general por abuso sexual.

Por eso hablo en el libro de «medidas draconianas» para cuidarlas.

Otra curiosidad para el lector es darse cuenta de que la mayoría de las estatuas que nos rodean se levantaron en el mismo período -desde la mitad del siglo XIX a la mitad del siglo XX- y que en su mayoría son hombres y blancos.

Otro escritor británico llamado Thomas Carlyle entendió a mediados del siglo XIX que la Historia era simplemente la biografía de grandes hombres.

Carlyle sólo habló de hombres, no mencionó mujeres, y en sus escritos solo incluyó a un hombre que no era blanco: el profeta Mahoma.

Y su teoría es que las acciones de estos hombres blancos impulsaron la Historia, que nada más provocó esos cambios.

Esto, que fue muy controvertido incluso en su tiempo y que hoy no sería respaldado por muchos historiadores, tuvo un impacto cultural muy grande.

La gente se interesó mucho por estas biografías y por las estatuas, porque las estatuas reducen la Historia a la figura de una persona… generalmente un hombre.

Exhibición sobre las protestas de 2020 en Bristol

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Las protestas de 2020 dispararon el interés de la escritora británica por las estatuas.

Entonces, a mediados del siglo XIX, en capitales europeas como Londres y París, pero también en ciudades estadounidenses y otras urbes, producto de la colonia había una decena de estatuas por ciudad. Pero para la Primera Guerra Mundial todas tenían 200, 300 estatuas.

Y a partir de entonces tenemos dictaduras en muchas partes del mundo y los dictadores -en general- levantan estatuas. Entonces se reproducen las mismas ideas: hombres y blancos.

Son los prejuicios de las personas de esa época con los que estamos lidiando hoy en día: sexismo, racismo, colonialismo.

Meses atrás visité el Museo Británico y en el hall habían colocado estatuas de mujeres, bajo un cartel que decía que en Londres hay más monumentos dedicados a animales que a mujeres.Pero en tu libro dices que levantar monumentos con figuras históricas femeninas es un «cambio cosmético».

Creo que esa es una reacción de mucha gente. Ves que hay pocas estatuas de mujeres, entonces piensas que necesitas más estatuas de mujeres. Ves que hay muchas estatuas de hombres blancos, entonces levantas estatuas de gente de color, de indígenas…

Cuando en el libro hablo de estatuas que provienen de esta teoría del «gran hombre» en la Historia, considero que de forma inherente esa teoría es muy patriarcal. Es la idea de que solo las grandes figuras mueven al mundo.

Entonces crear estatuas de mujeres no es lo suficientemente radical para mí, porque lo que hace es reforzar la idea de que la Historia está regida por estos personajes importantes.

Logras un pequeño cambio, ahora tienes mujeres en lugar de hombres, pero no cambias la forma en que ves la Historia.

Si tienes un enfoque feminista, o un enfoque contrario al racismo, o buscas una suerte de liberación, tienes que desafiar la Historia que se basa en seres singulares, tienes que pensar en una Historia colectiva, en cómo cambia toda una sociedad.

Y las estatuas no van a representar eso.

Portada del libro de Fallen Idols

FUENTE DE LA IMAGEN – EDITORIAL HEADLINE

Por ejemplo, una mejor forma de representación con la que ya contamos son los monumentos posteriores a la guerra, que representan a todo un grupo de personas que fueron a combatir. O sea que tenemos formas de honrar a mucha gente, no a uno solo.

Creo que un enfoque más progresivo sería olvidarse de las estatuas, esa es una obsesión victoriana.

¿Cómo es nuestra relación con la Historia actualmente? Porque recuerdo al historiador británico Eric Hobsbawn diciendo a comienzos de siglo que estábamos cada vez más aislados del pasado, viviendo una suerte de presente continuo…

Pienso que es interesante la idea de que vivimos en un presente continuo, pero también es cierto que es mucho más fácil hoy acceder a la Historia.

Si uno ve una estatua, y no sabe quién es el que está inmortalizado en ella, puede simplemente googlearlo.

Encontrarás muy rápido un montón de material, mientras que en el pasado dependía de si había una biblioteca en donde vivías y tenías que aprender a encontrar el libro adecuado.

Y ese pasado, más accesible, permite que la gente se pregunte «¿por qué no me enseñaron esto en la escuela?». Esa es una buena pregunta, porque lo que seleccionamos para ser enseñado en la escuela representa cómo pensamos sobre nosotros mismos como sociedad.

Esa interrogante es un buen punto de partida, porque lo que hacemos en Historia es pensamiento crítico: pensamos de forma crítica lo que se nos ha dicho.

Y luego te preguntas quién decidió que eso fuera lo que se iba a enseñar, qué razones había detrás de esa selección. Y las estatuas son una forma muy visible de esto.

Si, por ejemplo, estás investigando la trata de esclavos, y descubres que en tu barrio hay un monumento a un dueño de esclavos sobre el que nunca te enseñaron, es posible que te sientas muy ofendido.

Pero también dices en tu libro que el problema con las estatuas es que a veces confundimos nuestros gustos personales con nuestro entendimiento de la Historia.

Sí, y es muy difícil porque todos tenemos gustos personales. Y la Historia se ha vuelto un lugar de enorme controversia.

Como decía, para muchos de nosotros la Historia es una asignatura que nos enseñan cuando somos niños, y es muy perturbador si ahora nos dicen que la Historia no es como nos la enseñaron. Emocionalmente es muy duro.

Pero si uno aprende la disciplina histórica, uno se da cuenta de que no tiene que ver con tus juicios de valor. Uno no dice «Cristóbal Colón fue bueno o malo». Esa escala de buenos y malos no sirve.

Lo que te debes preguntar es qué lo motivó, qué tipo de sociedad creó al llegar al Caribe, cuáles fueron sus prioridades. Y aunque aún puedes tener una discusión sobre estos interrogantes, va más allá de tu opinión.

Protesta frente a la estatua de Cecil Rhodes en Oxford

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Muchas protestas fueron encabezadas por estudiantes universitarios, como esta en Oxford contra la estatua de Cecil Rhodes.

En el caso de los monumentos, la gente trata de establecer reglas, incluso para saber qué estatuas dejar y cuáles derribar, pero es muy difícil, porque cada caso es diferente.

No hay respuestas fáciles. No sólo en el ámbito político, que es el que hemos discutido, sino también desde lo estético, desde lo artístico. Hay estatuas muy hermosas y hay estatuas muy feas.

Y a veces no se trata de dejarlas en un pedestal o derribarlas, sino de cambiarlas de una forma interesante.

En el memorial soviético en Bulgaria alguien pintó una estatua con el uniforme de Superman. En Paraguay alguien desarmó una estatua de Alfredo Stroessner y colocó las piezas entre dos bloques de concreto.

Creo que eso es muy creativo porque cambia completamente el significado de la estatua. Y termina siendo más artístico.

Tú has manifestado que la Historia no se borra por destruir una estatua, por el contrario, se hace Historia al plantearnos ciertas preguntas sobre el pasado.

Tirar una estatua no cambia nada, no es suficiente por sí solo.

Una estatua es un símbolo, y atacar una estatua también es un símbolo. Y los símbolos son muy importantes.

Pero si tú miras el final de la Unión Soviética verás que muchas estatuas cayeron y de forma muy dramática, como la estatua de Felix Dzerzhinsky en Moscú, que era el jefe de la inteligencia soviética.

Y si miras a Rusia ahora te puedes preguntar si el país ha retrocedido a ese estado de represión, ya que hay gente que quiere volver a poner la estatua de Dzerzhinsky.

La cabeza de Stalin cortada de su estatua

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La cabeza de Stalin cortada de su estatua yace en una calle de Budapest.

Puede ser un disparador muy importante de una revolución o de un cambio en la sociedad, puede ser una catarsis emocional, un gran momento, pero no cambiará nada.

En Budapest, en 1956, derribaron una gran estatua de Stalin. Fue un momento increíble, pero la revolución fue rápidamente derrotada. La gente de Hungría fue puesta nuevamente bajo el control de la Unión Soviética.

Al menos los soviéticos fueron lo suficientemente inteligentes de no volver a colocar la estatua de Stalin. En su lugar pusieron una más pequeña de Lenin.

Y, para ser justa, yo creo que el movimiento Black Live Matter lo entiende. Trata de analizar los caminos para alcanzar esta justicia social, más allá de los gestos simbólicos.

Quizás el mejor ejemplo de lo que dices es el capítulo de tu libro dedicado al derrumbe de la estatua de Saddam Hussein en la plaza Firdos de Bagdad en abril de 2003.

Cuentas que, debido a todo lo que ocurrió después en Irak, el ciudadano que inició aquel derrumbe años atrás declaró que quisiera volver a poner la estatua de Saddam en su lugar…

Sí, y esto nos muestra que con las estatuas existe, a veces, un elemento propio de la magia, porque en muchas culturas la gente les reza, las lava, les deja ofrendas.

Es diferente a la relación que tenemos con las pinturas y con otras formas de arte.

Y ves este pensamiento mágico en este ciudadano iraquí, que cree que si vuelve a poner la estatua en su lugar las cosas volverán a ser como antes. Pero no es así, claro.

Y en el caso de Lenin, esta suerte de poder mágico se extendió a su cuerpo, porque al embalsamarlo, él se convirtió en estatua.

Eso es muy extraño.

Lo mismo ocurrió con Ho Chi Min (el líder vietnamita). En Stalin, también, pero por un tiempo.

Es muy curioso para mí que estas sociedades comunistas, que son básicamente ateas, conserven cuerpos como reliquias.

El cuerpo de Lenin embalsamado en Moscú

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES.El cuerpo de Lenin embalsamado en Moscú.

Eso es muy cristiano. Las reliquias son muy propias del cristianismo ortodoxo.

Y lo otro curioso con Lenin es que él no quería estatuas, su viuda no quería estatuas, pero Stalin decidió lo contrario y terminamos con un montón de estatus de Lenin.

En tu lista de aquellos que levantaron estatuas de sí mismos y cuyas estatuas fueron derribadas, hay un latinoamericano: Rafael Trujillo. ¿Qué te atrajo de su historia, que tú misma reconoces no es muy conocida en el mundo anglosajón?

Lo primero que intenté es que mi lista fuera global y en América Latina había muchas opciones muy interesantes.

Creo que, fuera de Corea del Norte, Trujillo debe haber hecho más estatuas de sí mismo que nadie en el mundo.

Hay muchas de Lenin, como decíamos, pero por metro cuadrado, considerando la superficie de República Dominicana, Trujillo es único.

Rafael Trujillo

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Rafael Trujillo, el único latinoamericano en la lista de ídolos caídos en el libro de Von Tunzelmann.

Y él tuvo un enfoque muy distinto hacia sus monumentos porque estaba obsesionado con su capacidad sexual, con su machismo; algo muy distinto a Stalin que se presentaba a sí mismo en las estatuas como una figura paternal.

Pensé que eso lo hacía muy diferente a las otras historias.

Quiero terminar esta entrevista con el ejemplo que pones en el libro de que una vez alguien escribió «pez racista» en la estatua de la Sirenita en Copenhague, Dinamarca. ¿Nos tomamos muy en serio a los monumentos?

Estuve en Dinamarca hace poco dando una charla sobre estatuas y me contaron que después de esa pintada hubo un debate en los medios de comunicación sobre si un pez puede ser o no racista.

Y era como para decirles que se lo estaban tomando demasiado en serio. Que era una broma. Bastante divertida, por cierto.

Pero esa estatua es vandalizada todo el tiempo y tienen una partida presupuestaria muy alta solo destinada a lavarla. Han tenido incluso que ponerle la cabeza de nuevo en su lugar, una vez le mutilaron un brazo.

Como es un símbolo del país, si uno quiere llamar la atención va por uno de estos objetivos.

Pero es muy dulce que terminen teniendo un debate nacional sobre si un pez puede ser racista cuando está claro que alguien solo quiso reírse y pensó que era una broma.

Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana del 3 al 6 de noviembre. Sigue aquí toda la cobertura.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. Estatua derribada de Saddam Hussein en Bagdad en abril de 2003.

FUENTE RESPONSABLE: Matías Zibell. HayFestivalArequipa@BBCMundo. 6 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Historia/Hay Festival.

 

Piedad Bonnett: “Si me pusieran a elegir, prefiero una vejez llena de amigas, de gente feliz, riéndose, sin la carga de un marido poco empático».

Una vieja cocina va a ser remodelada en casa de Emilia. No porque ella quiera, es una idea de su marido, que tomó la decisión sin consultarle. Él planea una cocina moderna y ella, antes que entrar en una batalla, acepta resignada la demolición.

Así comienza «Qué hacer con esos pedazos», la nueva novela de la colombiana Piedad Bonnett (Amalfi, 1951), en la que examina los trozos de vida propios y ajenos que arman la existencia: personas, decisiones, violencias, quiebres, culpas, pérdidas, éxitos, escondites, silencios, anhelos, dolores.

Piedad Bonnett sabe de todo eso.

Su extensa obra poética ha sido ampliamente reconocida, así como sus ensayos, novelas y textos autobiográficos, como «Lo que no tiene nombre», en el que narra con delicadeza, honestidad y amor profundo el suicidio a los 28 años de su hijo Daniel, quien padecía esquizofrenia.

La autora, que participará en el HAY Festival de Arequipa, cuenta que en este nuevo libro, quiso hablar de «un maltrato que me ha interesado siempre, el mini maltrato que las mujeres aceptamos con una pasividad aterradora, sin armas para enfrentarlo. Porque si un hombre te pega o te grita puta tienes cómo reaccionar».

Así van apareciendo los fragmentos de Emilia, una escritora que ronda los 60 y que nos revela, mientras la cocina se cae a pedazos, a un marido ensimismado, un exnovio violador, un padre que castiga, una hermana controladora y una hija distante.

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¿Qué se hace con esos pedazos?

Periódicamente uno hace evaluaciones de la vida, del pasado, de la transformación de ese pasado en el presente; piensas en cuántos amigos has perdido, cuántos distanciamientos hubo en la familia.

Durante la pandemia estaba muy afectada por la situación de mis padres que son muy viejitos y podían contagiarse; pensé en la soledad de la vejez, en lo que no sabía de mi propio padre ni de mi madre; y en mi propio envejecimiento, porque envejecimos mucho, pero además estoy en una edad donde se da una curva hacia abajo y lo irremediable de eso.

Se me fue imponiendo el tema de la familia, que me ha interesado profundamente: el padre, la madre, los hijos, porque también haces un balance de la relación con tus hijos, un tema del que no se habla, porque muchas madres que tienen relaciones malas con sus hijos, lo ocultan o se lo niegan, no quieren aceptarlo.

Como la relación áspera de Emilia con su hija Pilar, como si cada una habitara mundos muy diferentes…

Los hijos juzgamos extremadamente duro a los padres y no entendemos quiénes fueron, sino cuando estamos muy viejos. Eso puede llevarnos a ser crueles, o indiferentes y a ni siquiera indagar por sus vidas.

También es un gran tabú; las madres minimizan las indiferencias, incomprensiones y hasta las agresiones que pueden recibir de sus hijos.

Pero las agresiones también vienen de los padres. A Emilia su padre la castigaba y ella piensa que «los lazos familiares también son grilletes». ¿Lo compartes?

Mucha gente no se atreve a ponerle cara a esos problemas y los elude, porque son los más irresolubles. Hundes el dedo en alguna parte y empiezan a aparecer.

El vínculo familiar viene acompañado de un imperativo social y casi divino: con tu madre no te peleas, con tu padre, con tus hermanos y tus hijos no te peleas.

Con los amigos puede que te quede un dolor, pero no esa culpa tremenda. Por lo menos en América Latina, y lo veo en Colombia, hay una idealización de las relaciones familiares. Lo que sí es distinto es la relación con el padre, hay muchas novelas acusatorias del padre.

¿De qué se los acusa?

Los padres hacen mucho daño por la masculinidad mal manejada. Mi padre me castigaba de pequeña; no fue demasiado ni maltrato, pero se aceptaba un papá que te daba unos correazos o un coscorrón y eso me afectó profundamente.

Empecé a odiar la autoridad masculina, a odiar a Dios que me exigía tantas cosas. Hacia todo tipo de autoritarismo. Hacia las monjas también.

Portada de "Qué hacer con esos pedazos"

FUENTE DE LA IMAGEN – GENTILEZA PILAR BONNETT. No es solo lo masculino, sino un orden que te subyuga, te aprisiona.

Luego entendí algo que me salvó: que mi padre era una persona con miedo de la vida, porque quedó huérfano chiquito. A los 14 años se fue a vivir a un hotel en estado de desamparo, porque su papá se casó con otra señora.

Él tenía miedo de no ejercer la función de padre y mi madre le endilgaba toda la responsabilidad: ya viene su papá.

Desempeñaba un papel que la sociedad le impuso, que incluía lo que le habían hecho: darle unos golpes, unas nalgadas, un grito o un puño sobre la mesa, cosas que para mí eran aterrorizantes. Cuando entendí, empecé a perdonar, pero eso queda ahí, como una cicatriz.

El marido de Emilia, un hombre poco empático, parece estar en un segundo plano, pues ella se refugia en su escritura. Y se pregunta: ¿qué es querer cuando se lleva tanto tiempo juntos?

Quise hablar del cuarto propio de Virginia Woolf, que para ella es el trabajo y literalmente un cuartito del apartamento que la refugia. También de un momento en los matrimonios… Porque a los 35 te vas, pero si tienes 60, dices, para qué me voy a ir. Hay mucho miedo a la soledad en la vejez.

El marido es un personaje que perturba, pero yo puedo concentrarme y no ver, como si tuvieras un zancudito que va silbando todo el tiempo, y tú misma lo espantas, pero no te decides.

A un matrimonio de 30 años, los unen muchas cosas, solidaridades, conocimientos; si no hay una violencia verdadera, o una infidelidad, resulta difícil tirar las cosas por la borda, quería mostrar esa complejidad.

Es típico que cuando alguien tiene un matrimonio aburrido, la amiga viene y te dice, bah sepárate, pero no es así.

En las mujeres latinoamericanas existe además el miedo de que los hombres aman a las que tienen 30, no a las que tienen 65. Está la idea de que nadie te va a volver a elegir ni te va a volver a querer. Vas a tener una vejez con amigas pero no con hombres.

Últimamente me ha interesado también la época de la jubilación: el señor que salía todos los días y llegaba a las 6 de la tarde, solo te dejaba ver unos aspectos de su vida, pero cuando lo tienes ahí y va envejeciendo, va claudicando, te anuncia un futuro tremendo.

¿Son necesarios los hombres o basta una vejez con amigas?

Si me pusieran a elegir yo prefiero una vejez llena de amigas, de gente feliz, riéndose, sin la carga de un marido como ése.

Más allá de las violencias cotidianas que describes, hubo otras mayores, como las del novio de juventud del que estaba embarazada. Una noche ella se negó a tener sexo, pero «él la montó bruscamente, le abrió las piernas con una de sus rodillas, y la penetró sin ningún preámbulo». ¿Cómo se ponen los límites ante los que abusan?

Me interesó el episodio con ese novio para mostrar que ella no es una estúpida, porque toma una decisión y aborta. Lo deja y empieza un matrimonio rehaciendo una vida. Pero después está la muerte de su hijo y hay unos silencios, por las cosas que no se han dicho.

Es la muerte de un bebé, una muerte súbita. Pero tú viviste la experiencia de perder a tu hijo Daniel y en el libro se dice que «la muerte no es algo natural, con lo que podamos pactar», ¿cómo lo ligas a esta historia?

La muerte de un hijo fractura una vida para siempre, aunque que no es lo mismo un hijo de 28 que un bebé.

Esa experiencia me la robé de una amiga a quien le pasó exactamente eso.

Pero fíjate que luego está el episodio de las cositas que ella conserva del bebé y que el marido tira al piso con unos manotazos, porque odia que esa herida siga viva en ella.

Él lo ha querido clausurar, porque es un hombre con una sensibilidad limitada. En cambio, ella es una persona… Yo sé que hay lectoras a las que les da rabia Emilia.

¿Ah sí? ¿Por qué?

Ella es de mi generación, mujeres que creímos que habíamos roto con todo porque nos tocó la píldora, el divorcio, fuimos a la universidad, criamos hijos mientras trabajamos.

Sin embargo, la educación que nos dieron hizo que quedáramos con unos males atávicos. Unos aferramientos.

Tengo amigas que son personas importantísimas y que dicen: me voy porque ya va a llegar mi marido.

Los cambios en las mentalidades se dan muy lento, la literatura tiene el deber de develar esas mentiras que nos decimos.

Por eso me gustó mucho el libro «Apegos feroces» de Vivian Gorkick, porque es el apego, esa palabra tan tremenda.

Pilar Bonnett

FUENTE DE LA IMAGEN – GENTILEZA PILAR BONNETT

«Cuántos años le tomó dejar de sentirse esclava de la culpa. Culpa por odiar a la madre, que la mandaba callar con los ojos en las visitas familiares; al padre, que la cercaba con sus prohibiciones y la humillaba con sus castigos; a la pacata de su hermana, que la juzgaba…» ¿cómo es el proceso de liberarse de la culpa?

Es muy difícil desarraigarse, porque nos dieron esa educación religiosa que tiene todos los énfasis en la culpa.

Pero yo soy una mujer que casi no tiene culpas. Con la muerte de Daniel casi no las tengo. Quizás la que más prevalece es la de no alcanzar a ir a ver a mis papás las veces que debería.

¿Te salió de forma natural o hiciste un trabajo?

He hecho un trabajo, naturalmente no llegas a desprenderte de las culpas.

Pero también hay un epígrafe en la novela, de Susan Sontag, que dice mírate a ti misma en las relaciones con los demás, y pregúntate ¿será que yo también contribuyo?

Hay gente que no es capaz de hacerse esa pregunta. Somos ciegos de nosotros mismos, nos cuesta entender hasta qué punto somos culpables.

Emilia parece una persona sin culpas, no tiene culpas con el niño, aunque a veces dice que tal vez lo dejó en la posición que no tocaba, no lo tapó, no lo llevó al médico, en fin. Pero es una reflexión externa, no está atormentada.

«El cuerpo no responde, la maquina se está apagando… esto no dura mucho» le dice su padre a Emilia y ella piensa «¿Qué responder a eso, qué banalidades, qué falsos consuelos?» ¿Cómo es mirar de frente a la vejez?

La vejez tiene dos etapas: cuando entras y empiezas a ver tus propios cambios y a hacer tus renuncias, pero todavía la vida está llena de opciones. 

Esa primera vejez, entre los 60 y 75, es un momento de gran productividad para los intelectuales.

Hay más comprensión, más bondad, hay liberación del tiempo, de tareas.

Pero la que he vivido con mis padres, la segunda vejez, es dolorosa, porque implica algo horrible que es la parálisis a la espera de la muerte.

Son días idénticos, no pasa nada, no hay sentido del futuro. Por eso tantos ancianos tienen la idea del suicidio. Las cifras son altas en la juventud y en la vejez.

«El que envejece se vuelve feo» piensa ella y «lo feo es aquello que se odia». «Cómo no sentir cierto asco cuando ve las estrías del bajo vientre, las rodillas rollizas, la flacidez que ya hace estragos»… ¿Cómo se lleva el deterioro físico?

Unas personas lo llevan mejor que otras.

Algunas se dedican a una guerra contra el tiempo. Son mujeres que viven en función de no envejecer y que dan esa batalla a diario. Y hay otras, entre las que me incluyo, que vamos registrando los cambios y buscando compensación, pero los cambios duelen.

Cuando ya no puedes subir y bajar escaleras al mismo ritmo, cuando estás de turismo y te cuesta llegar a la cumbre donde verás algo hermoso. Son renuncias duras.

Hace un tiempo leí sobre una escritora argentina que se suicidó porque no soportaba verse físicamente. Uno tiene que ir acumulando sabiduría para no llegar a esos momentos de desesperación y desconsuelo.

¿Cómo compensas los cambios físicos?

Oigo mucha música, leo libros, voy a una playa y no al Himalaya. Como mucho, es lo que hacen los viejos, comer, tomo buen vino.

Lo ideal sería que todo pudiera encajar, pero no encaja nunca del todo. Hay algo que falta.

¿A qué te refieres?

A la añoranza del sexo, por ejemplo. La renuncia a la sexualidad, la renuncia ¡al amor!. Ni siquiera pienses en la sexualidad, piensa en el amor, esa cosa agitada que existe hasta los 50 y algo o incluso en los 60 hay mujeres que se enamoran. Los hombres se enamoran hasta que tienen 80.

¿Y por qué las mujeres no?

Hablaba con Chantal Maillard, una escritora belga que vive en Málaga, y me decía que los hombres tienen una carga que no tenemos, que es la líbido. Las mujeres la perdemos más rápido; esa pulsión brutal que los lleva a ver pornografía todo el tiempo, o a convertirse en unos viejos horrorosos que tratan de tocar a las muchachas. Esas cosas patéticas no las tenemos.

Uno no es una vieja tratando de ponerle la mano en la nalga a un joven de 20, ¿no?

¿Perdemos la líbido por nuestra naturaleza o porque la hemos tenido que reprimir y controlar culturalmente?

También hemos estado educadas para reprimir y eso nos va reformateando el cerebro.

Es sobre lo que voy a escribir ahora, la relación con mi cuerpo, que es una relación generacional, social. Como que te hacían creer que eras puta si te besabas con un niño cuando tenías 14 años.

Ver la vida como un todo que se despedaza, ¿es ilusorio?

Es una manera metafórica de decir algo: mi vida está hecha pedazos, dice la gente, o mi vida se destrozó. Pero hay muchos otros tejidos que están ahí. Lo que pasa es que de pronto en los balances hay una percepción de lo trágico.

Cuando todo se despedaza, ¿qué ocurre?

Dos cosas posibles, o que te hundas, mi vida es un fracaso, y eso te derrumbe; o que renazcas como Emilia, que tiene el ímpetu de un segundo nacimiento.

¿Cuál sería tu propio balance?

A mí me salvó la literatura, ese es mi balance. Me enseñó a madurar y me ha servido de agarre cuando murió Daniel.

Por supuesto que mi vida también tiene agujeros, como un queso gruyere, porque siempre estás descontenta con algo tuyo o de la realidad y por eso sientes la pulsión de seguir escribiendo.

La literatura es un gran apoyo, en mi caso, también el haber sido maestra y transmitir a otros el ver el arte como un camino de trascendencia. Esas dos cosas. Y el amor de los pocos que lo han querido a uno.

Ahora tengo tres nietas y por eso no quiero morirme todavía, quiero que ellas tengan una idea de la abuela, de quién era yo, qué fui y que no me les desvanezca.

Imagen de portada: Piedad Bonnett (Por Andres Bo)

FUENTE RESPONSABLE: Diana Massis. HayFestivalArequipa@BBCMundo. 7 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Hay Festival/Mujeres

 

«Obra maestra», la increíble historia de la desaparición en España de una escultura de 38 toneladas que aún hoy nadie puede explicar.

Es una historia real, pero increíble, un misterio sin respuesta que gira en torno a una escultura compuesta por cuatro bloques de acero, que pesaba nada menos que 38 toneladas… y pese a ello desapareció.

Sucedió en España en los años 90 del siglo pasado.

«Equal Parallel / Guernica-Bengasi» había sido creada por el influyente escultor estadounidense Richard Serra, y como su nombre lo indica, tejía un paralelismo entre dos eventos históricos, el bombardeo de la localidad vasca de Guernica en 1937 por aviones alemanes y el ataque contra la ciudad libia de Bengasi en 1986 por la Fuerza Área de Estados Unidos.

Era una obra enorme, que fue exhibida por primera vez el mismo 1986 en la inauguración del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, que al año siguiente adquirió la pieza en más de 215 mil euros.

Sin embargo, no la hizo parte de su muestra permanente.

La escultura estuvo cuatro años en bodega y volvió a ser expuesta al público en 1990, luego de lo cual fue alojada en la nave industrial de una empresa ubicada en la localidad de Arganda del Rey, que posteriormente quebró.

Es lo último que se sabe.

En ese depósito se perdió el rastro de la escultura, hasta que el diario español ABC destapó el escándalo de la desaparición en 2006.

Hasta hoy nadie sabe qué pasó. La causa de la investigación se cerró en 2009 y sólo dejó hipótesis que nunca se probaron: desde que la robó un millonario hasta que fue fundida para reaprovechar el acero.

Fascinado por esta historia imposible, el escritor español Juan Tallón dedica su última novela, «Obra maestra», a reconstruirla o desmontarla, en lo que -en sus palabras- fue un auténtico ejercicio de paciencia.

BBC Mundo habló con él en el marco del Hay Festival Querétaro, que se realiza esta semana en esa ciudad mexicana.

Has contado que tardaste mucho en escribir el libro y que uno de los problemas fue justamente la espectacularidad del hecho, que de alguna manera conspiraba contra el relato del mismo.

Sí, esa fue una de las dificultades: ¿cómo gestionas un misterio tan abrumador que se expone al lector en las primeras páginas?

Desaparece algo absolutamente pesado y monumental, y es tan asombroso que cuesta asimilarlo con un pensamiento lógico, porque no dejó rastro.

Desde el año 2006, cuando trasciende que la obra no aparece por ninguna parte, nadie -ni la policía, ni el juzgado- fue capaz de determinar quién la hizo desaparecer, pero tampoco cómo desapareció y ni siquiera cuándo, porque pudo haber sucedido en una franja muy amplia de años.

Juan Tallón (foto de Pablo Araujo)

Tallón escribió otros libros mientras continuaba la investigación para su historia de la escultura desaparecida.

Entonces, si tú pones al principio del libro esa carta boca arriba -esto que es imposible de desaparecer ha desaparecido- cómo haces para sostener esta historia por 100, 200, 300 páginas.

¿Cómo hago para que el misterio no decaiga? Porque en el momento en que el misterio decaiga, la novela se viene abajo.

También fue complejo elegir qué voz sostendría el relato. Llevaba años recopilando información llegada desde muy distintos ángulos. Una tercera persona que lo gobernara todo me parecía inviable. Y aumentable mi bloqueo, mi incapacidad.

Al final son 73 voces las que cuentan la historia, y una es la tuya, que entre otras cosas habla de la dificultad de acceder a la causa judicial.

Yo me generé a mí mismo esa dificultad: la obsesión por encontrar la causa judicial para ver las diligencias que hizo la policía, los testimonios que recopiló, las líneas de investigación que se siguieron.

Porque sin eso tenía que inventar demasiado, so peligro de crear una historia poco convincente.

Entonces empecé una persecución obstinada y enfermiza, de un hombre loco, buscando algo que la administración de Justicia me negaba.

No podía entender que no me dejaran leer una causa que no había dejado imputados ni víctimas más allá del museo, y que había sido archivada en 2009.

Estuve paralizado una década y me dediqué a escribir novelas que sí podía escribir.

Hasta que hubo un momento en que vi cómo podía ser narrada esta historia y cómo podía gestionar la carga insoportable del misterio. Y empecé a escribirla.

Richard Serra

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Richard Serra, el autor de la obra, es considerado uno de los escultores más importantes del siglo XX.

En ese proceso, mi último recurso fue atendido. Así que me dirigí al juzgado de Arganda del Rey para leer la causa judicial de 175 páginas.

¿Y qué encontraste?

Te confesaré que no cambió el curso del libro, aunque sí me permitió ajustar a los hechos ciertos puntos de la narración y darles más credibilidad.

La novela no es una crónica escrita bajo los cánones del periodismo, pero sí aspira a serlo.

Yo quería ser lo más riguroso posible donde era posible ser riguroso. Donde no era, pues sería un escritor fantasioso.

La documentación también me permitió crear algún narrador nuevo que contase más cosas sobre la vida de la escultura, porque la novela es eso, la vida de una escultura que -aunque no puede hablar- es un personaje vivo.

Y tienen que hablar por ella los que la vieron, los que la buscaron, los que la perdieron, los que la custodiaron, los que la trasladaron…

Entonces, hice lo que vengo haciendo hace mucho tiempo, que es jugar a ampliar los límites de los géneros, derribándolos, y mezclándolos.

Equal Parallel / Guernica-Bengasi, de Richard Serra

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Las hipótesis detrás de la desaparición van desde el robo de la obra de arte hasta su fundición para reutilizar el acero.

Incluyo en mis historias a personajes reales, conocidos, y también invento testimonios, pero generando la sospecha de si será o no cierto lo que se dice, hasta alcanzar ese punto en que al lector ya no le importe si lo que está diciendo ese personaje es real o es inventado.

Si bien la escultura es la protagonista de la historia, hay otro personaje interesante que es la democracia española y su inexperiencia en aquellos años, que es lo que, en cierta forma, permite esta desaparición. ¿En qué contexto histórico se desvanece la obra?

En esa época, España viene de una larga dictadura que se acabó en el 75. Entonces, tenemos que aprender a ser un Estado democrático, que se abre al mundo y que permite que el mundo se abra a nosotros.

En la década del 80, no existe en el país la promoción del arte contemporáneo, y el Reina Sofía es el primer gran paso en ese camino: vamos a convertir a España en un lugar donde se pueda conocer lo que están haciendo los artistas internacionales, vamos a generar un espacio de referencia.

Pero esa ambición artística, muy exitosa, no está acompañada -digamos- de la ambición organizativa. En el ámbito organizativo, hay voluntarismo, amateurismo y falta de profesionalismo.

Y así se siembra el campo para que empiecen a producirse anomalías y que un día se produzca la desaparición más increíble.

Museo Nacional Reina Sofía

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La historia del Museo Nacional Reina Sofía está vinculada íntimamente con la joven democracia española que buscaba abrir España al mundo.

La empresa que llevó la escultura a Arganda del Rey era una de las punteras en el ámbito del traslado, la custodia y la exposición de obras de arte, no sólo en España sino en Europa.

Era tan importante que se encargó del traslado en el año 1936 (inicio de la Guerra Civil Española) de las obras de los grandes maestros del Museo del Prado, primero a Valencia y después a Suiza; y en 1939 las trajo de vuelta a España con las bombas de la Segunda Guerra Mundial cayéndoles a sus espaldas.

Pero el museo nunca más se acuerda de la pieza de Serra, que eventualmente se convertiría en uno de los escultores más relevantes del arte contemporáneo.

Es esa desidia de la administración hacia lo administrado. No hay una responsabilidad de lo nuestro, porque este es un museo nacional y todo lo que el museo tiene es patrimonio nacional, es de todos.

Esa responsabilidad no existe. Como tampoco existe el asumir la responsabilidad cuando algo falla.

Desapareció la escultura, trascendió al público, y ¿qué pasó? No pasó nada. Nadie asumió responsabilidades.

Hay una frase en el libro que dice «si esta obra no aparece este país se va a la mierda». Pero, por el contrario, se encontró una solución que es casi tan absurda como el problema: pedirle al autor que hiciera una copia para, esta vez sí, exponerla de forma permanente.

Pero fíjate, que siendo absurdo, rocambolesco, también puedes decir que es audaz.

Y que es perfectamente compatible con el arte contemporáneo, donde a menudo lo importante no es la obra como la ves, sino el latido de su idea. La fuerza está en la idea, no en la ejecución.

Entonces, si destruyes o desaparece la primera pieza, lo que no desaparece es la idea, que cobra fuerza otra vez en la réplica, que es exactamente igual y está dotada de su latido.

Y viene el artista y dice: «Yo declaro que la segunda obra, exactamente igual a la primera desaparecida, es original», y entonces lo es, porque está revestida de las características que la vuelven obra de arte.

Está la idea y está la palabra del artista, que es como el mago: «Yo te declaro real y original, aunque seas la segunda».

¿Es absurdo?, lo es, ¿es una idea disparatada?, lo es, pero es audaz y provocadora.

Juan Tallón (foto de Laura Ortega)

Tallón reconoce que de alguna manera le entristecería la revelación del misterio detrás de la desaparición de la escultura (foto de Laura Ortega).

Además, hay algo que tiene esa escultura, que tienen muy pocas obras de arte, que es la leyenda.

No se puede aspirar a más.

Porque esta escultura expuesta en el Reina Sofía es una escultura desaparecida, y es una escultura exhibida.

Y detrás tiene el fantasma de la primera, que mientras no aparezca, tendrá un relato increíble que nada puede manchar.

Imagínate que la escultura aparece. La leyenda muere. Porque las leyendas no tienen fin, no tienen nada que la cuestione.

Pero si de pronto sabemos qué pasó con la escultura, podríamos sentir la satisfacción de los finales que cierran, pero yo creo que acabaríamos sintiéndonos un poco tristes porque lo que ha desaparecido -y eso sí que no se puede recuperar- es el misterio.

Le dedicaste gran parte del libro al armado de la escultura, al fundido de las piezas, al transporte de la obra…

Es que Richard Serra es un tipo de artista que está muy lejos de lo que podemos entender como un artista solitario que trabaja aislado del mundo.

No, él no puede trabajar así, no puede ser el artista que es si no tiene 800 personas colaborando con él.

Él tiene una idea, que en el momento que quiere latir y convertirse en pieza artística necesita sumar cada vez más gente al proceso: informáticos, ingenieros, gente muy calificada que piense que su idea es plausible desde el punto de vista de la física.

Es un co artista de su obra.

Obra Equal, de Richard Serra, expuesta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Obra Equal, de Richard Serra, expuesta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Y después necesitas una mano de obra menos calificada porque tus obras son tan enormes, tan extraordinariamente grandes y pesadas, que tienen que ser trasladadas primero por transporte marítimo -porque él trabaja con una acería en Alemania- y luego por tierra, cuando llegas al país donde va a ser exhibida la pieza.

Y a eso le sigue quizás lo más difícil: introducir la obra de arte dentro del museo.

Fíjate que el Museo Reina Sofía, en el año 86, tuvo que derribar el Museo Reina Sofía para introducir en su interior la pieza de Richard Serra. Y cuando se hace la réplica, y se vuelve a introducir, hay que volver a derribarlo.

… y encontré un blog escrito hace mucho tiempo por ti en donde le declarabas tu amor a las ferreterías, a los talleres eléctricos, y decías que cambiarías toda tu formación filosófica y tus conocimientos del lenguaje por saber cómo arreglar una motosierra.

La pregunta final es si parte de tu libro está inspirado en este placer por el armar piezas y arreglar cosas…

Y el placer por desmontarlas…

Cuando yo era pequeño, mi padre tenía una moto, una Derbi Diablo, y cuando estaba aparcada yo me sentaba ante ella y mirar aquel motor me fascinaba.

Y lo que más me provocaba era la idea de desmontar piecita a piecita aquello que hacía mover algo que estaba tan inanimado.

Quizás, ahora se me ocurre, lo que hago en «Obra maestra» no es sino desmontar un complejísimo entramado que explica que pasase algo tan asombroso.

Vamos a colocar el misterio, ante el lector, en piecesitas.

Esto es algo que estoy improvisando ahora, que la novela es una respuesta al sueño de la infancia de desmontar las cosas complejas para tratar de entenderlas.

Y no aspirar después a volver a montarlas, sino que el desmontaje sea el verdadero misterio.

No cómo funcionan las cosas sino hasta qué medida se pueden llegar a desmontar las cosas, en la búsqueda del entendimiento de las mismas.

Sigue toda nuestra cobertura del Hay Querétaro en este vínculo.

Imagen de portada: Juan Tallón entre los bloques de la escultura de Richard Serra (foto de Laura Ortega).

FUENTE RESPONSABLE: Matías Zibell. HayFestivalQuerétaro@BBCMundo. 4 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Arte/Hay Festival.

«Todos los niños llevan dentro la semilla de la genialidad y tienen un enorme potencial».

La educadora mexicana Elisa Guerra está metida en un ejercicio urgente: cuestionar la escuela actual, víctima de la mayor crisis de su historia, y proyectar la escuela del futuro.

Lo ha hecho como coautora del informe de la UNESCO «Reimaginar juntos nuestros futuros: Un nuevo contrato social para la educación». Pero también lo hace en su día a día como fundadora de una escuela, como autora de textos educativos y como maestra.

A sus alumnos también les ha propuesto repensar la educación durante un ejercicio en el aula, un podcast titulado «Las primeras letras», en el que están escribiendo un libro en conjunto que parte así: «Un día los niños se levantan y ya no hay escuela, pero los padres no se acuerdan de que existía. ¿Qué es eso?, dicen los padres, ¿cómo que una escuela?

El niño o la niña está asustadisima: ¿me volví loca?, ¿estoy todavía dormida? Le habla uno de sus compañeros que le dice: «Estoy histérico, mi mamá no me quiere llevar a la escuela, no sabe qué es eso».

La consigna con los chicos es que cada uno termine el cuento. ¿Cómo es esa escuela y cómo logran los niños convencer a los adultos de reinventarla?

El informe de la UNESCO proyecta «una educación que repare las injusticias, al tiempo que transforma el futuro», que debe sustentarse «en los derechos humanos y en los principios de no discriminación».

«No se trata de un manual ni de un modelo, sino de un punto de partida para una conversación fundamental» que ya ha comenzado en distintos rincones del mundo, especialmente después de la pandemia.

Elisa Guerra, nombrada Mejor Educadora de América Latina y el Caribe por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2015, y dos veces finalista del Global Teacher Prize, es parte del Festival Hay Querétaro, donde compartirá sus experiencias y dialogará sobre lo que vendrá.

Línea

El punto de partida del informe es alertar sobre un futuro de incertidumbre, guerras, crisis migratorias o cambio climático. ¿Cómo le transmitimos eso a los estudiantes sin que les desalienten o les indigne?

Espero que se sienta el toque de esperanza. No quisimos que fuera alarmista, fatalista, sino que cree conciencia, pero al mismo tiempo que inspire para la acción. Decirles que tenemos problemas pero también soluciones. No es una sentencia, es una advertencia para inspirar en lugar de atemorizar. La ciudadanía global tiene que ver con tener los conocimientos, las habilidades y con hacer, ahí viene la parte activa, el activismo. Ya no es suficiente saber, tenemos que hacer algo al respecto.

¿Cómo se educa para la incertidumbre cuando la escuela todavía es un lugar lleno de reglas, con horarios, con sanciones?

Una de las premisas más importantes es la necesidad, por un lado, de proteger la escuela y por otro, de transformarla. Protegerla porque ha recibido muchos embates. La pandemia la dejó embarrada en el pavimento y hay mucha especulación de si finalmente va a ser sustituida por plataformas digitales.

Nosotros creemos que el espacio de la escuela es sagrado, porque es el único lugar donde se pueden presentar experiencias de aprendizaje que tienen el potencial para impactar el desarrollo humano.

Libro de Lisa Guerra "Las voces de los árboles"

FUENTE DE LA IMAGEN – ANA ROGU

¿Cómo se proyecta entonces el futuro de esta escuela añeja?

Hay un modelo de escuela, de organización, una arquitectura y una gramática escolar que tiene por lo menos 150 años y que ya nos quedó corta.

Cuando hablamos de transformarla, no es una metamorfosis completa, pero va más allá de una reforma.

Me gusta decirles a los docentes que imaginen que llegamos a nuestras escuelas vacías y hay que volver a inventarlas. Esto ya lo hicimos, pues el modelo viene de la Revolución Industrial, cuando más familias llegaron a las ciudades a trabajar en las fábricas y respondía a necesidades de esa sociedad.

Tendríamos que partir de cero, como si hubiéramos estado en una guerra, llegáramos a las ruinas y nos preguntáramos: ¿reconstruimos el edificio exactamente igual?, ¿tomamos los cimientos, pero aprovechamos para hacer algo más cercano a nuestra realidad?

Es muy difícil, porque si el agua tiene memoria y el río regresa a su cauce, siento que la escuela también tiene memoria y tiende a regresar donde ya estábamos.

Hasta ahora los estudiantes se sientan en una clase cuadrada, uno detrás de otro, a mirar una pizarra. ¿Cómo sería ese nuevo dibujo?

No existe un modelo perfecto y único para todos. Hoy tenemos un molde que se repite en todo el mundo, independientemente de los contextos y no quisiera cambiarlo por otro molde.

El reporte habla de construir juntos nuestros futuros, en plural, porque no hay un solo futuro, ni un solo camino.

Tendríamos que pensar en lo que necesitamos. Por ejemplo, mayor colaboración entre los docentes. Pero no se puede si estamos metidos en un cubo concreto todo el día y nos vemos apenas unos minutos en el salón de maestros entre clase y clase.

En realidad el niño no es el centro de la escuela, el centro de la escuela es el currículo, la campana, el libro de texto, el programa que se tiene que cumplir… eso marca la vida escolar.

En términos generales, creo que necesitamos que los muros de la escuela sean mucho más permeables, los externos para salir a la comunidad y para permitir que la comunidad entre, y los del interior también tienen que hacerse más flexibles.

¿Podrías dar un ejemplo de esa flexibilidad?

Tenemos una semana al año donde se mezclan niños de todos los grupos y escogen un taller, lo llamamos claustro.

Un grupo crea un restaurante desde el menú: aprenden a cocinar, a costear los platillos. Otros van a la producción de un programa de televisión. Otros escogen medicina, aprenden primeros auxilios, visitan hospitales, platican con los médicos. Los estudiantes quieren más proyectos así.

Una escuela abierta a la innovación, porque los docentes nos topamos con una pared: no lo puedes hacer, no está en el programa, no tiene suficiente investigación, no está respaldado por la ciencia. Y si nunca se ha hecho, ¿cómo va a estar respaldado por la ciencia?

Cuando se desarrollaron las primeras vacunas en la pandemia, se dio autorización de emergencia para utilizarlas sin que la investigación estuviera completa. Estamos en una crisis mundial de pobreza de aprendizaje según el Banco Mundial, la UNESCO y UNICEF. Si esto no es una emergencia educativa, no sé qué puede ser.

En ningún momento de la historia de la escuela, ésta ha estado tan amenazada, ha sufrido tanto y ha tenido tantos reveses, una crisis encima de otra. Si tenemos ideas y queremos aplicarlas, ¿no se podrá dar algo así como una autorización de emergencia?

Durante la pandemia la sala se transformó en google classroom, Zoom o Teams, y el reporte alerta sobre que la educación se sustente en empresas lucrativas, que utilizan nuestros datos, y plantea un sistema público digital para la enseñanza, ¿cuál es tu opinión?

No estoy en desacuerdo con el uso de las plataformas, que en nuestro caso nos ayudó muchísimo. Tenemos que dejar de verlas con determinismo: si nos gusta qué bueno, y si no, no lo usemos, no es una bestia que estamos intentando domar.

Podemos pensar maneras en que sea incluyente y no atente contra nuestros derechos.

Elisa Guerra

FUENTE DE LA IMAGEN – ROX DE LUNA

También se critica el solucionismo tecnológico, la idea de que lo digital va a eliminar todos los problemas. La tecnología tiene que estar al servicio de la pedagogía y no al revés. No por usarla voy a convertir una mala pedagogía en buena pedagogía.

La tecnología es un micrófono: si tienes bonita voz va a ampliarla, pero si no cantas bien, no te acerques, porque no va a hacer que tu voz suene melodiosa. Hemos tenido mucha confusión al pensar que modernizar la educación es subir las lecciones que no funcionaban en el aula a la plataforma. Si no funcionan en el aula, no van a funcionar.

¿Cómo dirías que es el cerebro de los niños de hoy? ¿Cómo se los cautiva?

Hemos subestimado la capacidad y el potencial cerebral de nuestros niños, aunque hemos avanzado en las neurociencias cognitivas aplicando cada vez más sus hallazgos al aula.

Los niños tienen un potencial lingüístico tremendo que no se ha traducido a la lectura. Les enseñamos a leer a los seis años, porque nos queda mejor como sistema: pueden sentarse en un salón, quedarse quietos por más tiempo, separarse de los padres sin llorar y prestar atención en grupos grandes al cuidado de un solo docente.

Los niños pueden aprender a leer antes, no de la manera en que les enseñamos a los seis años, pero estamos tan habituados y nos da tanto miedo salirnos de esa cajita que seguimos haciéndolo, aunque ya no sea lo óptimo. Como ese ejemplo, hay muchísimos más. Yo creo que al niño le hemos dado un rol de súbdito en la educación y no se vale.

El súbdito se tiene que sentar, escuchar, no puede hablar, no se puede mover.Sin embargo, el reporte propone incluir la emoción, permitir los errores, desarrollar el pensamiento crítico. ¿Cómo se lleva eso a la práctica?

Muchas veces les digo a los docentes: hagamos las cosas sin pedir permiso, lo que tú puedas dentro de tu aula.

Una de las razones por las que no damos a nuestros niños la atención que quisiéramos es el número extraordinariamente grande de chicos en un grupo y eso difícilmente lo podemos cambiar.

Me gusta hacer alianzas, con los padres, los maestros y con los mismos niños, decirles: cuando tengas una situación particular, aquí estoy, háblame, generar esa confianza. También dar espacios de mindfulness en el aula, o movernos rápido con una música elevada para reactivar la circulación, la respiración, oxigenar el cerebro, despertarnos.

Buscar otros lugares para enseñar, hacer a un lado el currículo para atender cosas más importantes, no tener miedo a brincarte un tema. Suena como anatema, ¡excomulgados los docentes que se brincan un tema!, pero a veces vas a sacrificarlo para avanzar después en los demás.

Leí el libro de un maestro que dedica el primer mes a conocer a los estudiantes. Si tenemos esas conexiones, los papás con los hijos, los maestros con los hijos, los estudiantes entre ellos, creo que hay mejores oportunidades de transformar la escuela.

Muchos padres se frustran porque no pueden escoger la mejor escuela para sus hijos o ven que sus hijos sufren por bullying, ¿qué les dirías?

No podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que las autoridades resuelvan todo. Ya vimos con la pandemia que no pueden.

Quisiera que el mensaje sea que desde tu trinchera puedes hacer algo. A lo mejor no vas a mover al elefante, pero puedes dar pequeños pasos.

Si no puedes elegir la escuela y no puedes cambiarla, con la pandemia ya nos convertimos también en docentes de nuestros propios hijos. No dejar que con la vuelta a la presencialidad eso se pierda. Los padres pueden ser co-educadores con pandemia y sin pandemia. Y, de hecho, lo que pase en la casa es más poderoso que lo que pasa en la escuela en el desarrollo de cada niño.

Las tareas (los deberes) es un tema controversial. Una queja es que después de 7 horas en el colegio -el equivalente a una jornada laboral- tengan que seguir en casa. ¿Cuál es tu visión?

Si el objetivo es crear un hábito de estudio por las tardes, no debería de ser más de una hora.

Muchas veces no se utilizan para afianzar el conocimiento, sino para cubrir lo que no se alcanzó en el aula, pero no es culpa del estudiante, tampoco del docente. Puede ser la organización escolar, la sobrecarga curricular.

Elisa Guerra

FUENTE DE LA IMAGEN – ROX DE LUNA

¿Y las sanciones?

En primer lugar, cambiar el nombre, quizás a consecuencias, y enfocarse en resarcir el daño.

En el caso de algún chico que haya agredido a otro, lo primero es concientizar en cómo vas a resarcirlo. En toda comunidad tiene que haber reglas de convivencia, pero también cierta flexibilidad para considerar las situaciones únicas de cada estudiante. Y un punto aquí, no a que las consecuencias sean hacer más tareas, leer 20 minutos o no tener recreo, eso es contraproducente, porque estudiar o leer se convierten en un castigo, algo espantoso que no haces más que cuando te lo exigen.

¿Y cómo damos la oportunidad de enfrentar la consecuencia y de resarcir el daño? Cuando alguien va a exceso de velocidad y un agente de tránsito lo detiene, le dice: «Venía usted con exceso de velocidad, ¿tiene algún problema? Ay, no me di cuenta, oficial, qué barbaridad».

El oficial extiende una multa, uno la tiene que pagar y fin de la situación. No se pone a gritarnos: ¡qué estaba usted pensando! ¡cómo es posible!, pero muchas veces hacemos eso con los niños. A los niños, los padres y los docentes, los abusamos. Si ya venía lastimado emocionalmente, en lugar de investigar qué está pasando y cómo apoyar, estamos haciendo el problema más grande.

El reporte habla de aprender, pero también de desaprender, ¿qué es lo que hay que desmontar en la educación?

Tiene que ver con la interculturalidad y la aceptación de la diversidad. Hay cosas que hemos aprendido que no hacen más que perpetuar las injusticias sociales.

Se ha dicho mucho que el niño no nace odiando o con un prejuicio hacia otros, es algo que se aprende, pero es ya estructural, los docentes y los padres lo tenemos y no nos damos cuenta.

El primer camino es concientizarnos y analizar nuestras actitudes y pensamientos, porque somos parte del problema y perpetuamos las exclusiones. Tenemos que desaprender la imagen antropocéntrica de que los seres humanos estamos al centro de la vida y que el planeta existe para y por nosotros.

Somos una parte del ecosistema, pero hay otros seres vivos que tienen derechos y no están para rendirnos pleitesía, porque incluso cuando decimos que hay que cuidar el planeta, lo hacemos como si fuera nuestra propiedad, como cuando le decimos al niño «cuida tu chamarra para que no se te pierda».

¿Cuáles son los derechos de los niños hacia 2050, en ese futuro que intentamos visualizar?

Todos, incluyendo los que tienen necesidades educativas especiales o alguna condición de aprendizaje, todos los niños llevan dentro la semilla de la genialidad y tienen un enorme potencial. Su primer derecho es tener un ambiente óptimo que les permita desarrollarlo.

Ese potencial se va a ver diferente en cada uno, pero nuestra responsabilidad como educadores, como padres, es generar ese ambiente que les nutra, y que a nosotros, como adultos, también nos permita desarrollarnos.

No podemos pensar en la educación como un periodo en la vida, que se acaba cuando se sale de la escuela con un diploma. Sigue toda la vida. Otro derecho de los niños es que tanto sus padres como sus maestros sigan aprendiendo, que sean mejores para orientar, auxiliar, apoyarlos. También el derecho de acceso a la escuela, a las tecnologías que favorecen el aprendizaje, el derecho a encontrarse tanto en su casa como en la escuela con un ambiente libre de violencia, un ambiente de acogida.

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Imagen de portada: Elisa Guerra (por Rox de Luna)

FUENTE RESPONSABLE: Diana Massis. HayFestivalQueretaro@BBC Mundo. 1 septiembre 2022

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