¿Cómo eran las antiguas pirámides cuando se construyeron?

SOBREVIVIENDO A LOS SIGLOS

La única de las maravillas del mundo antiguo que queda en pie esconde muchos misterios y secretos, entre ellos, que hace miles de años no eran como las vemos ahora

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Uno puede viajar a muchos sitios y maravillarse con Petra, el Cristo Redentor o Machu Picchu, sin embargo, hay una vista en concreto que es difícil igualar: las pirámides de Egipto. 

La única de las maravillas del mundo antiguo que queda en pie. Erigidas para ser el resguardo eterno de los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos, se han mantenido en pie durante miles de años. 

Pero si pensabas que eran tal como las conocemos desde el momento de su construcción (uno de los mayores quebraderos de cabeza del ser humano), estabas equivocado. Testimonio de ingenio e ingeniería, han cambiado con el paso de los siglos en parte debido a la reutilización de los materiales solicitados y al saqueo por parte de los trabajadores de la construcción. Entonces, ¿cómo eran?

Estaban revestidas con piedra caliza blanca y fina, que les proporcionaba una capa suave y pulida que brillaba con un blanco brillante bajo el duro sol egipcio 

Cuando se erigieron originalmente (tanto en Giza como en otros lugares) no lucían del color arenoso actual, sino que estaban cubiertas por una capa de roca sedimentaria brillante, indica ‘Live Science’. 

Es decir, estaban revestidas con piedra caliza blanca y fina, que les proporcionaba una capa suave y pulida que brillaba con un blanco brillante bajo el duro sol egipcio.

Los constructores utilizaron alrededor de 6,1 millones de toneladas de piedra caliza solo durante la construcción de la Gran Pirámide de Giza. Hay evidencia de que las piedras de revestimiento comenzaron a ser despojadas bajo el reinado de Tutankamón y esto continuó hasta el siglo XII d. C. Un terremoto en el año 1303 d. C. también habría aflojado algunas de las piedras. 

Aunque hoy en día todavía conservan parte de su revestimiento de piedra caliza original, más desgastado que en la antigüedad. En la de Kefrén hay restos de piedras de revestimiento alrededor de su pico que dan la impresión de que un segundo pico está encajado encima del primero. 

En la antigüedad esta pirámide también tenía una cubierta de granito rojo alrededor de sus niveles inferiores. La tercera y más pequeña de las tres pirámides principales en Giza, la Pirámide de Mikerinos también tenía una cubierta de granito rojo alrededor sus escalafones inferiores. 

Hay evidencia de que las piedras de revestimiento comenzaron a ser despojadas bajo el reinado de Tutankamón y esto continuó hasta el siglo XII d. C 

Hoy en día no hay nada en la parte superior de las pirámides de Giza, pero originalmente albergaban piedras angulares, también llamadas piramidales, cubiertas de electrum, (una mezcla de oro y plata) Los piramidales se habrían visto como joyas puntiagudas en las puntas de las pirámides y se han perdido con el tiempo, aunque algunos ejemplos sobreviven en los museos.

Imagen de portada: iStock

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Alma, Corazón y Vida. 9 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Historia Antigua/Arqueología/Pirámides/ Curiosidades.

Así de majestuoso era el tesoro de Tutankamón, el Faraón más joven del Antiguo Egipto.

El tesoro de Tutankamón estuvo perdido por milenios. Ahora, Egipto revela piezas inéditas que se encontraron en la tumba del rey niño.

Fiona Herbert, la octava condesa de Carnarvon, pasa las hojas de un libro de visitas encuadernado en piel, y señala las firmas de los invitados ilustres que frecuentaban su casa hace un siglo. Estamos en lo alto del castillo de Highclere, la mansión a unos 90 kilómetros al oeste de Londres que en años recientes se convirtió en el escenario del popular drama de época Downton Abbey.

Hoy día, todas las mesas, sillas y gran parte del suelo del pequeño estudio de lady Carnarvon están atestados de libros y  documentos de los años veinte del siglo XX: cartas, diarios y fotografías amarillentas montadas en álbumes o enrolladas como papiros antiguos. El registro de asistentes contiene los personajes de un libro que lady Carnarvon escribe sobre el antepasado de su marido, George Edward Stanhope Molyneux Herbert.

A la busca del tesoro de Tutankamón: ¿quién patrocinó los viajes de exploración?

“El Quinto Conde”, como se refiere a él, fue famoso por patrocinar al arqueólogo británico Howard Carter en su búsqueda tenaz de la tumba perdida del rey Tutankamón. Lord Carnarvon también organizó fiestas lujosas en Highclere que reunieron una mezcla ecléctica de exploradores, diplomáticos, miembros de la alta sociedad y –algo sorprendente para un aristócrata inglés– líderes del movimiento independentista egipcio.

Lady Carnarvon se detiene en el 3 de julio de 1920, y presenta a los invitados:

“Está Howard Carter, por supuesto, quien pasaba semanas enteras aquí cada verano para planear las excavaciones con el Quinto Conde… el Alto Comisionado británico lord Allenby… Alfred Duff Cooper y su bella esposa lady Diana Cooper”.

Señala a un noble que firma solo con un nombre: Carisbrooke, nieto de la reina Victoria, “un integrante de la familia real para dar a la reunión un poco de crédito social”, comparte.

Crédito: Egyptian Expedition / Department of Egyptian Art (TAA371).

Señala una serie de firmas, algunas en caligrafía árabe. “Y mira ahí… Saad Zagloul, Adly Yeghen y otros padres del Estado egipcio moderno”. Zagloul, un héroe nacional en Egipto, había sido arrestado y exiliado por oponerse a la ocupación británica. Sin embargo, aquí estaba, codeándose con los mandamases ingleses.

“Puedo ver lo que hacía, porque yo hago lo mismo –dice lady Carnarvon–. El Quinto Conde reunía a la gente de manera informal para desarrollar cierta confianza, quizá incluso amistad, antes de negociar un tratado o resolver una crisis política”.

Saad Zagloul firmó con su nombre junto al de Howard Carter, y me pregunto si conversaron sobre el destino de los tesoros de Egipto. Zagloul condenaba el control extranjero de las antigüedades egipcias como una forma perniciosa de colonialismo, un tema por el que pronto se enfrentaría a Carter y a su benefactor de sangre azul.

Inviernos junto al Nilo

A partir de 1903, lord Carnarvon pasó los inviernos en el Nilo por consejo de su médico. Padecía de mala salud congénita agravada por un accidente en coche casi mortal que le dejó los pulmones dañados. La suerte de Carter dio un vuelco en 1905, después de lo que él denominó una “mala pelea” con un grupo de turistas franceses (estaban ebrios y se comportaban de manera abusiva, afirmó, aunque más tarde admitió que tenía un “carácter irascible”).

Para evitar un incidente diplomático, su superior le dijo que expresara su arrepentimiento. Él se negó, y como pensó que su única opción honorable era renunciar, lo hizo meses después.

Crédito: Egyptian Expedition / Department of Egyptian Art (TAA371).

Carter se ganaba la vida con la venta de acuarelas a turistas adinerados cuando le presentaron a lord Carnarvon dos años más tarde. Ambos estaban muy alejados en la jerarquía social, pero compartían su pasión por el Egipto antiguo.

La colaboración conduciría al descubrimiento de un rey niño poco conocido, que había sido enterrado con una cantidad asombrosa de tesoros olvidados durante más de 3 mil años. El hallazgo fue uno de los mayores triunfos de la arqueología, ofreció al mundo una visión deslumbrante de la antigua vida en el Nilo e infundió en los egipcios modernos un sentimiento de orgullo nacional y autodeterminación.

Cuando el Valle de los Reyes «se agotó»

En la primera década del siglo XX se revelaron pistas importantes sobre el paradero de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, un conjunto de cañones escarpados al otro lado del Nilo desde la moderna Luxor, lugar de la antigua capital egipcia de Tebas. A diferencia de los faraones anteriores, que fueron enterrados en pirámides elevadas que se convirtieron en objetivos fáciles para los saqueadores, a los miembros de la realeza tebana se les sepultó en tumbas excavadas en las profundidades de las laderas rocosas del valle aislado.

Vista del Valle de los Reyes, donde se encontraron los tesoros de Tutankamón. | Crédito: Archives of the Egyptian Expedition, Department of Egyptian Art (TAA9).

A principios del siglo XX, la necrópolis tebana era el yacimiento arqueológico más productivo y apreciado de Egipto. Las excavaciones patrocinadas por Theodore Davis, un empresario de Estados Unidos, produjeron una serie de descubrimientos importantes. Entre ellos, algunos artefactos que llevaban el nombre del misterioso Tutankamón.

Carter desarrolló un conocimiento profundo del Valle de los Reyes durante sus años como inspector jefe. Sin embargo, antes de que él y lord Carnarvon excavaran allí, tenían que adquirir un permiso llamado concesión, que Davis guardaba con recelo.

Los arqueólogos y buscadores de tesoros habían excavado en el valle por décadas, y muchos creían que el apogeo de los descubrimientos ya había pasado. Tras años de financiar exploraciones exitosas, Davis llegó a la misma conclusión: “Me temo que el Valle de las Tumbas está agotado”, escribió en 1912. Cuando renunció a su concesión, lord Carnarvon, a instancias de Carter, la adquirió en junio de 1914.

Una labor dura, polvorienta y sofocante.

Ese mes, el asesinato de un archiduque austro-húngaro sumió a Europa y a Oriente Medio en la Primera Guerra Mundial, lo que retrasó la búsqueda de la tumba de Tutankamón hasta otoño de 1917, cuando la mejoría de las condiciones bélicas permitió reanudar las excavaciones. Durante los cinco años siguientes, Carter y un equipo de trabajadores egipcios movieron la asombrosa cantidad de entre 150 mil y 200 mil toneladas de escombros. Bajo el sol del desierto, la labor fue dura, polvorienta y sofocante.

Ese lustro de dolor generó pocas ganancias, y el benefactor de Carter se desilusionaba. Tal vez el valle estaba, en efecto, agotado en su totalidad. En junio de 1922, lord Carnarvon convocó a Carter en Highclere: le anunció que abandonaba el valle. Carter suplicó una temporada más de excavación –incluso se ofreció a pagarla–, y el Quinto Conde aceptó con renuencia. Cuando Howard regresó a Luxor el 28 de octubre de 1922, el reloj estaba en marcha. Siete días después, un descubrimiento fortuito le devolvió las esperanzas y puso su mundo de cabeza.

El 4 de noviembre, un integrante del equipo de Carter –cuyo nombre se perdió en la historia– tropezó con una piedra tallada, la cima de una escalera enterrada. En su diario de bolsillo, Howard escribió solo seis palabras: “Primeros escalones de la tumba encontrados”.

La puerta de la tumba de Tutankamón. | Crédito: Archives of the Egyptian Expedition, Department of Egyptian Art (TAA616).

Al día siguiente, el equipo descubrió 12 escalones y descendió hasta una puerta que había sido recubierta con yeso y estampada con sellos faraónicos. Estos eran demasiado imprecisos para ser leídos, pero no estaban rotos.

Convencido de haber descubierto una tumba intacta, Carter envió un telegrama a lord Carnarvon en Inglaterra: “Por fin descubrí algo maravilloso en el valle; una tumba magnífica con los sellos intactos… enhorabuena”.

La apertura de la tumba

La noticia del descubrimiento se difundió rápido, y los periodistas corrieron al valle para presenciar la apertura de la tumba. Lord Carnarvon llegó el 23 de noviembre. Para el 24, Carter y su equipo habían dejado al descubierto toda la entrada y encontrado sellos más fáciles de leer. Varios de ellos contenían el tan buscado “Nebkheperure”, el nombre de trono de Tutankamón.

Carter y sus compañeros estaban eufóricos, pero un segundo descubrimiento ensombreció la celebración: la puerta había sido forzada. Alguien estuvo allí antes que ellos.

Cortaron la entrada, lo que reveló no un sepulcro lleno de tesoros, sino un pasaje inclinado repleto de escombros. Dos días más de excavación los llevaron a la tumba, a unos siete metros bajo tierra. Otra puerta enyesada mostraba más sellos con el nombre de Tutankamón. Carter hizo un agujero pequeño en la mampostería, levantó una vela y miró dentro. En lo que se convertiría en uno de los diálogos más famosos en los anales de la arqueología, un impaciente lord Carnarvon preguntó: “¿Puede ver algo?”, a lo que Carter respondió: “Sí. Es maravilloso”.

Los tesoros de Tutankamón estaban amontonados

Tesoros amontonados de Tutankamón. | Crédito: Archives of the Egyptian Expedition, Department of Egyptian Art (TAA9).

Los objetos que vislumbró eran maravillosos: camas doradas, efigies de guardianes de tamaño natural, carrozas, un trono ornamentado, todo amontonado. Carter escribió después:

“Al principio no podía ver nada: el aire caliente que se escapaba de la cámara hacía que la llama de la vela parpadeara, pero enseguida, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, surgieron de entre la niebla detalles de la habitación interior, animales extraños, estatuas y oro, en todas partes el brillo del oro”.

La tumba de Tutankamón, como Howard supo después, constaba de cuatro habitaciones, ahora conocidas como la antecámara, el anexo, el tesoro y la cámara funeraria. La fosa era demasiado pequeña para un faraón, pero las habitaciones estaban repletas de todo lo que podría necesitar para vivir como un rey por la eternidad: unos 5 mil 400 objetos.

La ‘pesadilla’ de un arqueólogo

Era el sueño –y la pesadilla– de un arqueólogo. Desembalar, catalogar, preservar y trasladar los objetos –muchos dañados y frágiles– llevaría una década de trabajo meticuloso e involucraría a un equipo interdisciplinario de especialistas: conservadores, arquitectos, lingüistas, historiadores, expertos en botánica y textiles, y otros. El proyecto marcó una nueva era de rigor científico en la egiptología.

El ingeniero Arthur “Pecky” Callender, amigo de Carter, construyó un sistema de poleas para levantar objetos pesados, instaló luces eléctricas y, cuando fue necesario, se sentó a la entrada de la tumba con un arma cargada para ahuyentar a los intrusos.

Crédito: Paolo Verzone

Alfred Lucas, químico y experto forense, analizó la tumba como escena del crimen, y concluyó que hubo dos robos en la antigüedad, poco después de que Tutankamón fue enterrado. Los ladrones saquearon algunas habitaciones, pero solo consiguieron llevarse objetos pequeños y portátiles (hoy día, los estudiosos creen que extrajeron más de la mitad de las joyas).

Harry Burton, que al igual que Carter había sido un joven campirano inglés de origen modesto, era reconocido como el fotógrafo arqueológico más importante del planeta en 1922. Instaló un cuarto oscuro improvisado en una tumba cercana; sus imágenes evocadoras ayudaron a convertir el descubrimiento y la excavación en un acontecimiento mediático mundial.

El ‘hechizo’ egipcio

Egipto había hechizado a sus invasores desde que las legiones romanas conquistaron el Nilo y arrastraron obeliscos, jeroglíficos y deidades egipcias a la Ciudad Eterna. Sin embargo, el nuevo poder de los medios de comunicación en un mundo desesperado por entretenimiento después de los horrores de la Primera Guerra Mundial desató una ola moderna de egiptomanía que convirtió al rey niño en una celebridad de la cultura pop.

Pronto aparecieron limones del rey Tutankamón en California, estampas de cigarrillos, latas de galletas e incluso un juego de mesa llamado Tutoom, en el que pequeños arqueólogos de metal montados en burros buscaban tesoros. Canciones como “Old King Tut” se convirtieron en éxitos de la era del jazz que bailaban las jóvenes con tocados de cobra y ojos de Horus delineados con kohl. Los símbolos egipcios se incorporaron al art déco, mientras que los jeroglíficos y cartuchos invadieron el papel tapiz y la ropa.

En ningún sitio fue la tutmanía más poderosa que en la patria del faraón. Los egipcios acudieron en masa al Valle de los Reyes para ver la excavación. Los niños representaron obras de teatro en las escuelas para celebrar al joven faraón, con accesorios inspirados en las fotografías de Burton.

Tutankamón: de momia perdida a héroe nacional

Los líderes políticos y los poetas saludaron a Tutankamón como un héroe nacional.

“Les recuerda su grandeza pasada», afirma la historiadora Christina Riggs, «y lo que su nueva nación, que unos meses antes había ganado su independencia de Gran Bretaña, puede lograr en el futuro”.

Los egipcios no solo reclamaban la soberanía sobre sus leyes y economía, también sobre sus antigüedades. La arqueología y el imperio estaban relacionados desde hacía mucho tiempo, con grandes excavaciones financiadas por museos europeos y norteamericanos, universidades y coleccionistas ricos como lord Carnarvon. A cambio, los inversionistas esperaban recibir hasta la mitad de las antigüedades descubiertas, de acuerdo con una tradición de décadas conocida como partage, del francés partager, “compartir”.

No obstante, los nuevos dirigentes egipcios pronto insistirían en que todos los tesoros del rey niño eran parte del patrimonio nacional y permanecerían en Egipto.

“La decisión del nuevo gobierno de mantener toda la colección de Tutankamón en el territorio fue una importante declaración de independencia cultural, «explica la egiptóloga Monica Hanna. «Fue la primera vez que los egipcios empezamos a tener de verdad la potestad sobre nuestra cultura”.

La supuesta ‘maldición de la momia’

Hubo un segundo gran descubrimiento en febrero de 1923. Carter abrió un agujero en la pared de la cámara funeraria de Tutankamón, iluminó con una linterna y miró a través de este. “Una vista asombrosa se reveló con su luz«, escribió más tarde, «una pared sólida de oro”. El muro dorado era, de hecho, parte de una gran caja o altar funerario en cuyo interior había tres santuarios más y un sarcófago de cuarcita. Dentro del sarcófago, descubriría Carter más tarde, había tres ataúdes con forma de momia, unos dentro de otros.

Lord Carnarvon se unió a Carter en la tumba para la tan esperada apertura de la cámara funeraria. Menos de dos meses después, el Quinto Conde murió a causa de una picadura de mosquito que se infectó y que le provocó sepsis y neumonía. Su fallecimiento repentino dio lugar a rumores –y a muchos artículos periodísticos imaginativos– sobre la maldición de la momia, que traía la muerte o la desgracia a quienes perturbaran el lugar de descanso del faraón.

Impertérrito, Howard Carter siguió con la excavación, ahora con el apoyo de la condesa viuda Almina Carnarvon. Sin embargo, cuando las autoridades egipcias empezaron a tomar un papel más activo en los trabajos, Carter los interrumpió en señal de protesta, lo que provocó que sus nuevos supervisores le prohibieran el acceso a la tumba. Tardó casi un año en entrar, y solo después de que él y su patrocinadora renunciaran a los bienes funerarios de Tutankamón.

Los restos del rey niño

Cuando se reanudaron los trabajos en 1925, Howard se centró en desmontar los ataúdes superpuestos, una tarea hercúlea que requería una ingeniería inteligente. El ataúd más interno estaba hecho con oro macizo y pesaba 110 kilogramos. En su interior yacían los restos momificados de Tutankamón, con una impresionante máscara de oro que cubría su cabeza y hombros, un objeto ostentoso destinado a convertirse en el símbolo del orgulloso pasado de Egipto. Sin embargo, el hombre detrás de la máscara tardaría en revelar sus secretos.

Una serie de necropsias, radiografías, tomografías computarizadas y pruebas de ADN realizadas durante el último siglo buscan arrojar luz sobre el linaje, la vida y la muerte del rey niño. Sin embargo, las pruebas apuntan en varias direcciones, una y otra vez, y quedan abiertas a la interpretación.

El padre de Tutankamón –probablemente el rey Akenatón– y su madre (cuya identidad aún se debate) eran hermanos, lo que hace que sus hijos fueran vulnerables a defectos genéticos. En el caso del joven faraón, un pie deformado pudo ser el legado del incesto real, una práctica común en su tiempo y lugar.

Su nombre de nacimiento no era Tutankamón, sino Tutanjatón (“imagen viva de Atón”). Su presunto padre –al que a menudo se hace referencia como el “faraón hereje”– había rechazado el panteón tradicional de dioses egipcios, entre los que se encontraba Amón el supremo, y adoraba a una única deidad conocida como Atón, el disco del sol. Akenatón, “siervo de Atón”, cerró los templos, se hizo con el poder y la riqueza de los sacerdotes y se elevó a sí mismo a la categoría de dios viviente.

Conclusiones contradictorias sobre su vida.

Tras la muerte de su padre radical, Tutanjatón ascendió al trono a los ocho o nueve años. Más tarde supervisará la restauración de las antiguas costumbres bajo la dirección de consejeros y sacerdotes deseosos de recuperar su autoridad. Su nombre pasó a ser Tutankamón, “imagen viva de Amón”, y se casó con una hija de Akenatón y la reina Nefertiti llamada Anjesenamón (presumiblemente su media hermana). Se cree que los dos fetos momificados descubiertos en la tumba del rey niño fueron sus hijas no nacidas.

Los objetos de la tumba de Tutankamón han llevado a los estudiosos a conclusiones contradictorias sobre su corta vida. Al observar las numerosas lanzas y carrozas, algunos expertos afirman que el joven faraón llevaba una vida activa de caza y guerra. Otros observadores, al señalar el número de bastones y su pie deforme, lo imaginan como un inválido.

Crédito: Paolo Verzone

Las causas de la muerte del rey propuestas con el paso de los años han sido un accidente de carro, un ataque de hipopótamo, malaria y asesinato. Algo es claro: el fallecimiento del joven gobernante fue repentino e inesperado. Sus funcionarios tuvieron que apropiarse de la tumba de un cortesano, estrecha e inacabada, y reunir un amplio suministro de artículos funerarios, algunos de los cuales parecen haber sido hechos para otras figuras reales.

Los sucesores intentarían borrar de la historia casi todo rastro del hereje Akenatón y sus asociados, incluido el nombre de nacimiento Tutankatón. Por eso, para Carter y otros, buscar al rey niño fue como perseguir a un fantasma. “El misterio de su vida aún se nos escapa», escribió Howard. «Las sombras se mueven, pero la oscuridad nunca desaparece del todo”.

Imagen de portada: MOMIA DE UN NIÑO NO IDENTIFICADO EN LA TUMBA DE AMENHOTEP II. | CRÉDITO: PAOLO VERZONE

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 22 de octubre 2022.

Antiguo Egipto/Colonialismo/Historia Antigua/Tutankamón.

Cómo los milmillonarios provocaron la caída del Imperio romano.

El historiador José Soto Chica publica “El águila y los cuervos”, un revelador estudio donde explica cómo la avaricia de las élites, su resistencia a pagar impuestos y apoyar a la sociedad, acabó con el sueño de una Roma eterna

La causa del hundimiento del Imperio romano de Occidente fue la avaricia de las élites, las luchas intestinas que entablaron entre sí para alcanzar el poder y su creciente desapego del Estado, afirmado en la creencia equivocada de que podían prescindir de él y de las garantías que brindaba debido al respaldo que les proporcionaban sus propias fortunas. «En el 425 d. C., las rentas de la vieja aristocracia romana eran altísimas. Una sola familia obtenía 4.000 libras de oro al año, la mitad del presupuesto militar romano. Una suma que conseguían de sus tierras, propiedades y múltiples relaciones comerciales, más otro tercio que percibían en especie. Estamos hablando de un dinero bestial. Y esto sucede cuando el imperio se encuentra en un momento agónico, con las invasiones bárbaras, la pérdida de un cuarto de su territorio y una merma aguda de su población. En quince años ha perdido el 60 por ciento de sus ingresos», explica José Soto Chica. El historiador ha publicado El águila y los cuervos (Desperta Ferro), un revolucionario ensayo sobre el declive y la desaparición del Imperio romano que aporta una renovada mirada y una profunda reflexión sobre las verdaderas causas que condujeron a su final.

La historiografía ha aducido múltiples motivos en el pasado para explicar su derrumbamiento, desde la crisis económica, la caída demográfica, la difusión del cristianismo, la derrota de Adrianópolis o la irrupción de los pueblos germánicos. Pero nadie había reparado con anterioridad en la conducta ética y el comportamiento avaricioso que mostraron la clase senatorial romana y los nobles patricios. «Si me hubieras preguntado hace un decenio, ni siquiera yo te hubiera nombrado los motivos en los que reparo ahora», reconoce José Soto Chica, que se ha ganado el merecido marchamo de ser uno de los grandes especialistas españoles de este periodo con obras como «Imperios y bárbaros» o «Los visigodos. Hijos de un dios furioso».

El examen cuidadoso de la documentación le empujó a reparar en datos que antes habían pasado desapercibidos o a los que no se les concedió la relevancia que poseían. La detenida lectura alentó una intuición que después acabó fraguando en una tesis contundente que ahora expone en este libro de rigurosos contornos y márgenes.

«El Estado pide un esfuerzo a los milmillonarios, pero esta aristocracia no está dispuesta a contribuir y promueve golpes de Estado, apoya a usurpadores o concede su respaldo a los bárbaros, porque, piensan que es más barato pagarles a estos extranjeros y no al Estado para protegerse. Es en este preciso momento cuando se quiebra el Estado. Con anterioridad, estas mismas clases se habían involucrado con Roma y no dudaban en poner a su disposición los recursos que poseían para salvaguardar el Estado, como sucedió durante las guerras contra Aníbal. Esto no sucede en el Imperio romano de Oriente y es una de las razones que explican que sobreviviera mil años más», añade el historiador.

“Roma se perdió por la avaricia y la poca altura de miras de la élite”

José Soto Chica

José Soto Chica no es amigo de presentismos, pero tampoco evita las lecciones que nos ofrece el pasado y que deberían enseñarnos a actuar mejor hoy en día. En este momento, en medio de grandes convulsiones sociales, económicas, políticas y bélicas, con una minoría que acapara gran parte de los recursos y el dinero mundial, los paralelismos con lo que sucedió durante la última época de la Urbe Eterna son claros: «Esta aristocracia de millonarios entiende que no es necesario el Estado. Su influencia y poder, están convencidos, garantizan su bienestar. ¿Para qué pagar impuestos a fin de respaldar a la corte imperial y el ejército si puedo pagar a un bárbaro local para que me mantenga en la cúspide social?, reflexionan».

El error que cometen es sustancial y Soto Chica lo subraya: «No se daban cuenta de que las estructuras de un Estado son más complejas que eso. Fue un acto de soberbia por parte de ellos, porque en última instancia el dinero no te protege; quien tiene la fuerza es quien decide. El senador poseía los caudales, pero la espada la esgrimía el bárbaro». El historiador resalta en este punto una de las consecuencias de esa actitud quizá con la intención de ilustrar mucho mejor que las decisiones tienen consecuencias y que el egoísmo también lo pagan quienes lo practican: «El resultado es que los hijos y los nietos de estas clases terminaron acudiendo a la guerra, pero peleando por los bárbaros. No recapacitaron en un punto clave, que el Estado es vital, que la ley es importante y que Roma ofrecía un marco de prosperidad y de intercambio. Roma se perdió por la avaricia y la poca altura de miras de una clase dirigente que abogó por sus intereses particulares». Como colofón, con una mirada sobre los tiempos en que nos desenvolvemos, Soto Chica aduce: «Tenemos que aprender a desconfiar de las élites y a exigir responsabilidades, porque el sentido de la responsabilidad de todos nosotros ha perecido en la actualidad».

El autor, que recupera en este ensayo figuras principales, en ocasiones, rodeadas de cierto halo legendario, como Gala Placidia, Aecio, Valentiniano III o Alarico, precisa su discurso y comenta que «la Historia es la última trinchera de la libertad porque permite ver cosas de otra manera. La Historia es un banco de pruebas de la humanidad y te revela que las cosas se pudieron hacer de otra manera. Durante los siglos IV y V se construyeron las villas más alucinantes de todo el Imperio romano. Eran más grandes, más espléndidas que las de la época de César. En cambio, en el siglo VI ya no se levantan ni anfiteatros».

La cuestión que queda suspendida es el motivo y el historiador mismo responde a la pregunta: «La gente que tiene el dinero no lo pone en el ámbito público para contribuir al progreso de la ciudadanía. Antes el poder dependía de la estima que te tuviera la ciudad, pero ahora lo que prevalecen son los contactos imperiales. Por eso desplegaron ese lujo en las villas, porque es ahí donde recibes a esos contactos. Al mismo tiempo que vemos un mundo en crisis, con una clase media que se hunde, los pobres en crecimiento, vemos a una aristocracia desenvolviéndose en medio de esta riqueza. Esto sucede ahora. Las clases medias –subraya– se empobrecen en Europa y Estados Unidos, pero como el poder ya no se juega tanto en las elecciones, las élites económicas y políticas llegan a acuerdos».

“El rico prefería pagar a bárbaros que impuestos, fue un error”

José Soto Chica

Y Soto Chica introduce aquí una advertencia importante: «Por muy eterno que nos parezca un imperio, se puede venir abajo en poco tiempo. Creemos que no, pero también nuestro mundo puede retroceder».

Otro de los aprendizajes que nos deja esta lectura es sobre el buen y el mal gobierno. «La economía y el ejército son cruciales, la estabilidad social, igual, pero en última instancia las decisiones resultan fundamentales. Gala Placidia era genial, una política de primera, mujer de Ataúlfo, madre de emperador, pero comete el error de anteponer la ambición familiar por encima del Estado. Entre el año 425 y el 435 es cuando se pierde África, que es de donde provenía el sesenta por ciento de los ingresos de Roma. Ella escoge perder ese territorio antes que ceder su poder. Deja que Bonifacio, Félix y Aecio se enfrenten entre sí y liquiden los recursos que le quedan al imperio. Prefirieron que todo fuera mal con tal de mantener el control. Y claro que eran conscientes de lo que sucedería. El padre de Gala Placidia –indica– conocía bien la importancia de África, pero, a pesar de eso, ella promueve este enfrentamiento».

Para el historiador, este «es el punto de no retorno, porque Genserico cruza el estrecho de Gibraltar y se apodera de África. En 439 tomará Cartago y, desde ese momento, Roma es un imperio zombi. No tiene oro para mantener el ejército y sin soldados no puedes defender las provincias, y cuantas menos provincias tienes, menos impuestos y menos dinero… el Imperio romano no cae, se disuelve. Odoacro envía las insignias imperiales a Oriente porque lo que queda ya está allí».

Finalmente, Soto Chica deja una última reflexión: «La ambición no es mala, pero cuando no se adapta a los intereses generales es perjudicial. Las élites de ahora son conscientes de esto, aunque creen que el sistema lo aguanta todo. Eso es lo que pensaba la aristocracia senatorial, que aguantaría su avaricia y su falta de escrúpulos. Y no aguantó. Estamos en este momento. Hay esperanza, pero si no tomamos una decisión colectiva, nuestros nietos lo lamentarán y nos juzgarán por lo que hemos hecho».

Imagen de portada: El disco de Teodosio, del siglo IV, una de las joyas del periodo. Se conserva partido por la mitad, como si fuera una metáfora de Roma FOTO: LA RAZÓN.

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por Javier Ors. 9 de octubre 2022.

Antigua Roma/Historia Antigua/Cultura/Libro/Ensayo.

 

 

Así fueron los Jardines Colgantes de Babilonia: La única de las maravillas del mundo antiguo que nadie ha podido encontrar.

Ni una vasija, ni una columna: nunca nadie ha encontrado evidencia física de los Jardines Colgantes de Babilonia. Ésta es la razón.

A los Jardines Colgantes de Babilonia se les dedicó ríos de tinta en la Antigüedad. Algunos de los historiadores más reconocidos del siglo VII a.C. le dedicaron años de trabajo documental. El espacio lo ameritaba: frutos desconocidos, arroyos artificiales, sistemas de riego únicos en su tipo, flores de aromas traídos del otro lado del mar.

Según la leyenda, el emperador Nabucodonosor II construyó este espacio para el deleite de los sentidos de su esposa, Amytis. Venida de una tierra lejana, extrañaba las montañas y la vegetación de su ciudad natal: en medio del desierto, se sentía completamente fuera de casa. En un acto de amor, dicen los escritos antiguos, su nuevo marido volcó todos los esfuerzos de su imperio en emular aquel paraje en medio de las dunas del actual Irak.

A la fecha, milenios más tarde, nadie sabe qué pasó con ellos, dónde están o por qué desaparecieron. Esto es lo que sabemos.

¿Dónde se encuentran los Jardines Colgantes de Babilonia?

Wikimedia Commons

Babilonia fue una de las ciudades política y económicamente más activas de Mesopotamia. Como tal, los Jardines Colgantes de Nabucodonosor II se construyeron en torno a su palacio. De esta manera, su esposa podría sentirse más en casa. En forma de terrazas y azoteas verdes, rebosaban en especies vegetales que nunca antes se habían visto en el actual desierto iraquí.

No sólo los historiadores antiguos le dedicaron atención a la construcción de Nabucodonosor. Por el contrario, en el siglo XIX, el arqueólogo británico Leonard Woolley sugirió «que los jardines se construyeron dentro de los muros del palacio real de Babilonia«, según documenta Britannica. Hasta ahora, es la teoría más aceptada sobre su ubicación original.

Otras propuestas teóricas suponen que los jardines realmente no ‘colgaban’, sino que estaban suspendidos en el aire. De esta manera, las terrazas del zigurat principal estaban delineadas por flores y plantas siempre. Por medio de un sistema de bombeo, se mantenían en aquel verdor perenne gracias al agua del Río Éufrates, uno de los que permitió el florecimiento de toda Mesopotamia.

Por el periodo en el que reinó el emperador, se asume que los Jardines Colgantes de Babilonia se construyeron alrededor de los años 605– c. 561 a. C. Sin embargo, no se tiene registro de cuándo desaparecieron —ni por qué. Este enigma histórico ha llevado a ciertos historiadores a asumir que se tratan de solo un «espejismo histórico», como los describe World History Encyclopedia.

Una de las razones es que, muchas veces, los relatos griegos y romanos sobre los Jardines Colgantes «fueron escritos de segunda mano siglos después de la supuesta destrucción de la maravilla», explica el medio. Incluso en la era contemporánea, equipos enteros de arqueólogos alemanes buscaron su ubicación original, con base en los textos que se conservan hasta la actualidad. Nunca encontraron nada.

Reconstrucción de cómo se pudieron ver las terrazas de los Jardines Colgantes de Babilonia / Getty Images

Ni un pilar, ni una columna, ni un mosaico: el desierto los consumió por completo. La construcción de Nabucodonosor II —que se pensó sólo para atender a los placeres de los sentidos, y no como fuente de comida— está completamente desvanecida del mapa. A diferencia de otras de las maravillas del mundo antiguo (como las Pirámides de Giza, por ejemplo), no hay un sólo registro físico de los Jardines Colgantes de Babilonia.

Otros vestigios de la antigua Babilonia ya se han encontrado en el sitio donde, supuestamente, la ciudad se erigió en la Antigüedad. El mejor ejemplo de ellos son las Puertas de Ishtar: el mítico umbral que guardaban los Lamassu de intrusos y posibles invasiones extranjeras. Aún así, los textos contemporáneos a los jardines de Nabucodonosor II los describen como una «maravilla para todos los pueblos».

Hasta la fecha, su existencia sólo está constatada por estos relatos.

Imagen de portada: UNA VISTA AÉREA DE LA ANTIGUA CIUDAD DE BABILONIA, UBICADA A 100 KM AL SUR DE BAGDAD IRAK EL 8 DE NOVIEMBRE DE 2021. LA HISTORIA DE LA ANTIGUA CIUDAD DE BABILONIA, UNA DE LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO ANTIGUO Y EN LA LISTA DE LA UNESCO, ES CONOCIDA POR EL AHORCAMIENTO GARDENS, EL OBELISCO DE HAMMURABI Y EL LEÓN DE BABILONIA DATAN DE HACE UNOS 4 MIL AÑOS. FOTO: KARAR ESSA / AGENCIA ANADOLU A TRAVÉS DE GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 19 de septiembre 2022.

Babilonia/Historia Antigua/Maravillas del Mundo/Mesopotamia.

 

 

 

 

El misterio de las cuevas de Guyajú, las extrañas viviendas en forma de panal en los acantilados de China:

Nadie sabe quién habitó las cuevas de Guyajú, un asentamiento cerca de Beijing, en China. A su paso, dejaron esqueletos de viviendas vacías.

Poco se sabe sobre la civilización que construyó las cuevas de Guyajú. Incrustadas por completo en las colinas de un complejo de acantilados cerca de Beijing, en China, se asume que fueron viviendas interconectadas entre sí. En algún momento de la historia, fueron abandonadas sin razón aparente. La comunidad prehistórica también se borró del mapa.

Historiadores chinos piensan que los orígenes de esta tribu se pueden rastrear a una antigua dinastía local, conocida como Kumo Xi. Se situaron un valle cerca de la actual Dongmenying, distrito de Yanqing, hacia los años 618 a 907 a.C. Por la forma de las viviendas, se piensa que pudieron fungir incluso como bases militares antiguas. Esta es la razón.

Casitas prehistóricas en forma de panal

Antiguas viviendas en acantilados de las cuevas de Guyaju en el condado de Yanqing / Getty Images

Las cuevas de Guyajú (古崖居, en chino) son algunas de las ruinas más únicas que se han registrado en Asia. Se ubica a unos 80 kilómetros al noroeste de Beijing, y fueron descubiertas originalmente en 1984. Por las dimensiones del yacimiento, se ha descrito como el sitio más grande de una antigua residencia en una cueva de China.

Desde fuera, se aprecia una estructura similar a un panal de abejas, construidas sobre las paredes rocosas en los acantilados chinos. Las habitaciones que se han encontrado, prácticamente intactas, están muy cerca las unas de las otras. Se estima que, al interior del complejo, hay unas 350 cámaras interconectadas.

Arqueólogos de la Oficina de Gestión de Reliquias Culturales del Condado de Yanqing encontraron los restos de un antiguo palacio de un cacique, ubicado en la parte inferior de la estructura. Es la residencia más compleja del sitio, con 8 habitaciones sostenidas con columnas de piedra.

Recámaras con calefacción propia

Se estima que el complejo de cuevas de Guyajú floreció hace unos 1,000 años. Además del antiguo recinto de gobierno, los científicos han encontrado habitaciones más pequeñas. En ellas, hay lámparas, bases de cama, mesas y espacios para almacenar artículos personales:

«Las cámaras tienen principalmente 1,8 metros de altura y están dispuestas en un plano rectangular o cuadrado que varía desde viviendas de una sola habitación hasta granjas más grandes de varias habitaciones en varios niveles», según Heritage Daily.

En algunas de las recámaras, incluso, se han encontrado estufas y chimeneas de piedra. Otras, las más sofisticadas, cuentan con un antiguo sistema de calefacción doméstico, conocido como kang. Este se ha visto en otros sitios arqueológicos que, en principio, no tienen nada que ver con las cuevas de Guyajú. Además de tener recámaras muy bien equipadas, la civilización que habitó este sitio contempló espacios para alimentar al ganado y establos para caballos.

Hasta ahora, el complejo más grande se conoce como «Guantangzi«, que se traduce literalmente como «Templo Dorado». Las columnas están ornamentadas con relieves. Se piensa que, por la distribución de las estructuras, se utilizó antiguamente para celebraciones religiosas o reuniones entre los dirigentes políticos.

Imagen de portada: WIKIMEDIA COMMONS (CC BY-SA 4.0)

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 5 de septiembre 2022.

Asia/China/Historia Antigua/Prehistoria.

 

Los misterios del Disco de Nebra, el mapa astronómico más antiguo que se ha encontrado hasta ahora.

El Disco de Nebra es el primer mapa astronómico que muestra la Luna, el Sol y otros astros en el firmamento de la Edad de Bronce. Esto es lo que sabemos.

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El Disco de Nebra tiene el tamaño, aproximadamente, de un vinilo setentero. A diferencia de los antiguos LPs, sin embargo, este artefacto no produce música. Por el contrario, es el mapa más antiguo de las estrellas que se ha encontrado hasta ahora. Con un diámetro de apenas 32 centímetros, está hecho completamente de cobre. En su superficie están representados una luna creciente, el Sol y lo que parecen ser otros astros.

Inscrito en 2013 al catálogo de Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, se sabe que «fue enterrado ritualmente junto con dos espadas preciosas, dos hachas, dos brazaletes en espiral y un cincel de bronce«, según documenta la institución. Fue encontrado en 1999 en Mittelberg, cerca de la ciudad alemana de Nebra.

Por el acomodo en el que se encontró, los arqueólogos asumen que el Disco de Nebra está dedicado a los dioses. Esto es lo que sabemos.

Un mapa del cielo para los dioses

Photo: Hendrik Schmidt vía Getty Images

El hallazgo del Disco de Nebra se tiene como uno de los más significativos del siglo XX. Según la UNESCO, «combina una extraordinaria comprensión de los fenómenos astronómicos con las creencias religiosas de su época», que arrojan luz sobre el conocimiento astronómico que se desarrolló durante la Edad de Bronce.

En enero de 2021, la Universidad Goethe de Frankfurt y el Archäologischen Staatssammlung de Múnich realizó un estudio para entender mejor esta pieza arqueológica.  Como se sabe realmente muy poco sobre su procedencia y significado real, diversas teorías han aflorado en torno esta pieza de orfebrería prehistórica.

De acuerdo con World History Encyclopedia, la teoría más ampliamente aceptada es que éste fue un artefacto para calcular los tiempos de siembra y cosecha. Quizás, incluso, se tratara de una especie de reloj astronómico primitivo. Aunque ésta es sólo una suposición, el Disco de Nebra sí es «la representación realista del cosmos más antigua que se ha encontrado hasta la fecha».

La representación más antigua del cosmos

En un comunicado reciente, los especialistas desmintieron la suposición de que Nebra fue realmente el lugar donde el mapa se diseñó originalmente. Más que nada, porque se encontró después una serie de saqueos. Por lo cual, dicen los científicos, cada objeto encontrado junto con mapa astronómico debería de ser investigado de manera individual.

Esto fue revolucionario, ya que se asumió por décadas que las espadas, hachas y demás artefactos se encontraron ahí pertenecían a la misma época. Al término del estudio, los investigadores en Alemania concluyeron que podría ser que ni siquiera estuvieran relacionados entre sí.

Según los arqueólogos, esto significa que el disco debe estudiarse y evaluarse como un hallazgo individual. Por esta razón, el estudio de Gebhard y Krause abre nuevos horizontes de investigación: cultural y estilísticamente, según los autores, el disco celeste no encaja en el mundo con motivos de la Edad del Bronce Temprano. Podría ser que una redacción de esta pieza pudiera dar luz sobre el conocimiento que se tenía, más bien, en la Edad del Hierro a partir de esta antigua representación del cosmos.

Imagen de portada:  FOTOGRAFÍA: ANNE POLLMANN / DPA / DPA PICTURE-ALLIANCE VIA AFP

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 6 de septiembre 2022

Sociedad y Cultura/Edad de Bronce/Descubrimientos/Fenómenos/ Astronomía/Historia Antigua/Prehistoria.

 

La civilización sumeria: la invención del futuro.

Imagina algo que nunca se le haya ocurrido a nadie antes. Con un libro en las manos, se puede imaginar un e-book, un libro de gran tamaño, un libro de imágenes… cualquier clase de libro. Pero ¿cómo se imagina alguien un libro en un mundo en el que el concepto de «libro» no existe?

Imagina un día en el que no haya tiempo. La gente vive dentro del tiempo, y este rige el ritmo de cada día. Nos levantamos a una hora, vamos al trabajo o al colegio a otra, comemos a horas regulares, y nos vamos a dormir según lo que dice el reloj. Sin embargo, hubo un tiempo en el que no existía el tiempo. ¿Cómo se puede imaginar algo que no existe?

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Tanto el tiempo como la escritura, y muchos otros aspectos de nuestra vida cotidiana, los inventaron los sumerios de la antigua Mesopotamia hace más de 5.000 años. 

Antes de los sumerios, el día empezaba al amanecer y terminaba al anochecer. La gente iba a trabajar cuando el sol ascendía hasta cierto punto en el cielo por la mañana y regresaba a su casa cuando se ponía. Fueron los sumerios los que separaron el día de la noche con el tiempo, en incrementos de minutos de sesenta segundos y horas de sesenta minutos que conformaban doce horas de noche y doce horas de día.

En el primer capítulo del libro bíblico del Génesis, se dice que Dios dividió la noche del día y vio que era bueno. Si se acepta el papel de Dios a la hora de crear el día y la noche, entonces los sumerios terminaron el trabajo y, si no se acepta, entonces fueron los sumerios.

Sumerian Worshipper Statue

Estatua de un adorador sumerio. Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

La invención del futuro

Sumeria era una región del sur de Mesopotamia en torno a 5000/4500-1750 a.C. que corresponde con el moderno Irak y Kuwait. Esta tierra estaba habitada antes del 4500 a.C. por pueblos de origen desconocido, que los arqueólogos han llamado pueblo Obeid (por el emplazamiento el-Obeid, que fue donde se descubrieron por primera vez). Los Obeid están considerados como los primeros agentes civilizadores de la región, ya que tenían un conocimiento tecnológico rudimentario, tal y como demuestran las herramientas y los artefactos de arcilla que nos dejaron.

Sin embargo, no tenían la misma habilidad e ingenio de los sumerios que vinieron después. Los sumerios fueron los responsables de la invención de muchos de los aspectos de la vida moderna que siempre damos por sentado. En su obra La historia empieza en Sumer, Samuel Noah Kramer enumera 39 «primeros acontecimientos» en la civilización y la cultura que tuvieron su origen en Sumeria. Su lista incluye:

Las primeras escuelas, el primer caso de peloteo, el primer caso de delincuencia juvenil, la primera «guerra de nervios», el primer Congreso bicameral, el primer historiador, el primer caso de reducción de impuestos, el primer «Moisés», el primer precedente legal, la primera farmacopea, el primer «almanaque de granjero», el primer experimento con la jardinería para dar sombra, la primera cosmogonía y cosmología, los primeros ideales morales, el primer «Job», los primeros Proverbios, las primeras fábulas de animales, los primeros debates literarios, los primeros paralelismos bíblicos, el primer «Noé», la primera historia de resurrección, el primer «San Jorge», el primer caso de préstamo literario, la primera edad heroica del hombre, la primera canción de amor, el primer catálogo de libros, la primera edad de oro del hombre, la primera sociedad «enferma», los primeros lamentos litúrgicos, los primeros mesías, el primer campeón de larga distancia, la primera imaginería literaria, el primer simbolismo sexual, la primera señora de los Dolores, la primera canción de cuna, el primer retrato literario, las primeras elegías, la primera victoria del trabajo, el primer acuario.

Además de todos estos logros, por supuesto también está la invención rudimentaria del tiempo, un sistema de números, el círculo de 360 grados, la geometría, los primeros vehículos de ruedas, los juguetes de niños, la escritura, los artilugios para escribir, el dominio de los vientos, la domesticación de animales, los desarrollos agrícolas como el regadío, los avances médicos, la odontología, los desarrollos arquitectónicos y la urbanización.

El descubrimiento de Sumeria

Parece que los sumerios también inventaron el concepto de la guerra de asedio, y puede que incluso la táctica de la «tierra quemada», que se lleva usando de manera efectiva desde entonces. Para una persona actual, todo esto significa que cada día está usando un aspecto u otro de los inventos de los sumerios. El reloj que te dice cuándo levantarte de la cama, el coche o el autobús que te llevan al trabajo o al colegio, el periódico o el libro de texto que lees, y el concepto del final del día laboral o escolar: todo ello tiene su origen en la civilización sumeria. Kramer apunta a que:

Un hecho notable es que hace tan solo un siglo no se sabía siquiera de la existencia de los sumerios en la antigüedad. Los arqueólogos y estudiosos que, hace unos cien años, empezaron a explorar esa parte de Oriente Medio conocida como Mesopotamia, no estaban buscando a los sumerios, sino a los asirios y los babilonios. Tenían mucha información sobre estos pueblos y sus civilizaciones gracias a las fuentes griegas y hebreas, pero no tenían ni idea de Sumeria y los sumerios. Tampoco había ningún rastro ni del país ni sus gentes en todo el corpus literario disponible para los estudiosos de la época. El mismo nombre de Sumeria se borró de la memoria de la humanidad durante más de dos mil años. Y sin embargo, hoy en día los sumerios son uno de los pueblos que mejor se conocen del antiguo Oriente Próximo. Sabemos qué aspecto tenían gracias a sus propias estatuas y estelas esparcidas por varios de los museos más importantes… Es más, decenas de miles (literalmente) de tablillas de arcilla sumerias usadas a modo de documentos comerciales, legales y administrativos coronan las colecciones de estos mismos museos, lo que nos ofrece muchísima información sobre la estructura social y la organización administrativa de los antiguos sumerios. (La historia empieza en Sumer, xx)

En cierta medida, Sumeria se descubrió por accidente. Los arqueólogos y estudiosos de los que habla Kramer se dirigieron a Mesopotamia en busca de evidencias bíblicas. Algunas ciudades como Babilonia y Nínive eran infames en la Biblia, por lo que los estudiosos del siglo XIX conocían bien a los babilonios y los asirios. Las excavaciones en Mesopotamia dieron comienzo en un intento por confirmar la historicidad de las historias bíblicas como el gran diluvio o la torre de Babel. La única referencia que se hace en la Biblia a Sumeria es como la «Tierra de Sinar» (Génesis 10:10 y en otros pasajes), que en general se interpretaba como una referencia a la tierra en torno a Babilonia, hasta que el asiriólogo Jules Oppert (1825-1905 d.C.) identificó esta referencia bíblica con la región meridional de Mesopotamia conocida como Sumeria y, además, afirmó que la escritura cuneiforme era de origen sumerio.

Esto era un logro sorprendente, que se podría comparar con que alguien afirmara hoy en día que la Atlántida de Platón son las Bermudas y que pudiera demostrarlo. Más sorprendente aún, ya que no había unas «Bermudas» que se pudieran comparar. Nadie sabía que Sumeria había existido alguna vez. Oppert no era, ni de lejos, el primer explorador europeo interesado en Mesopotamia o la escritura cuneiforme. Jean Chardin (1643-1713 a.C.) exploró la región y escribió sobre sus descubrimientos en su libro Viajes por Persia, publicado en 1686. Chardin fue el primer europeo en decir que las marcas extrañas encontradas en las tablillas de arcilla y en ornamentos arquitectónicos no eran simples decoraciones, sino que de hecho eran un sistema de escritura avanzado.

Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XIX que los estudiosos y los arqueólogos como William Kennet Loftus (1820-1858), George Smith (1840-1876), Robert Koldewey (1855-1925) y Henry Creswicke Rawlinson (1810-1895) empezaron a sacar a la luz la civilización de la antigua Sumeria y los muchos logros de su pueblo.

Map of Sumer

Mapa de Sumeria. P L Kessler (Copyright)

La literatura sumeria y la Biblia

Antes del descubrimiento y desciframiento de la escritura cuneiforme, la humanidad entendía los orígenes de ciertos aspectos de la vida de una manera bastante diferente. Se creía que la escritura se había originado en Fenicia, el tiempo en China, las escuelas en Grecia y que la primera canción de amor era el libro Bíblico del Cantar de los cantares. El Antiguo Testamento de la Biblia estaba considerado como el libro más antiguo del mundo hasta que esto fue desmentido por el asiriólogo alemán Friedrich Delitzsch (1850-1922), que, desarrollando la obra de hombres como George Smith, le mostró al mundo que los sumerios tenían historias escritas que lidiaban con la caída del hombre y el gran diluvio antes de que la narrativa del Génesis se pusiera por escrito. El erudito Paul Kriwaczek escribe,

Así se estableció que, mucho antes de que el Génesis se pusiera por escrito, los antiguos mesopotámicos ya habían contado la historia de un diluvio universal enviado por decreto divino para destruir a la humanidad. Pronto se descubrieron otros textos que hablaban de algo parecido en varias lenguas (sumerio, acadio antiguo, babilonio) y en varias versiones diferentes. En la más antigua, encontrada en una tablilla de la ciudad de Nippur que data de alrededor de 1800 a.C. y está escrita en sumerio, el papel de Noé recae sobre un rey de Shurupak llamado Ziudsura o Ziusudra, que quiere decir «que vio la vida» porque los dioses lo recompensaron con la inmortalidad. En otra historia, escrita a principios del siglo XVII a.C. en acadio, el protagonista es Atrahasis, que quiere decir «extremadamente sabio». (69)

Conclusión

Por tanto, se puede decir que los sumerios escribieron la versión más antigua de uno de los mitos más poderosos de la civilización occidental: El gran diluvio. En su intento por demostrar la verdad histórica de la Biblia, los arqueólogos y estudiosos del siglo XIX revelaron que las narraciones bíblicas que se tenían por verdades divinas absolutas eran interpretaciones posteriores de la literatura de los sumerios.

Sin embargo, tal y como se ha dicho, la manera en que la gente entendía el mundo contemporáneo no solo cambió en el área de estudios religiosos. Con sus muchas invenciones e innovaciones, los sumerios asentaron las bases para tantos de los avances de la vida cotidiana de la humanidad que hoy en día no podemos imaginarnos la vida sin estas cosas. De alguna manera, la gente de Sumeria fue capaz de imaginar cosas que nunca antes habían existido en la tierra y, al expresar esa imaginación, inventaron el futuro.

Bibliografía

Imagen de portada: Ciudad de Ur-Sumeria.

FUENTE RESPONSABLE: World History en Español. Por Joshua J. Mark*Escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York, Joshua J. Mark ha vivido en Grecia y Alemania; también ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía. traducido por Rosa Baranda. 18 de enero 2012.

Sociedad y Cultura/Historia Antigua/Sumeria/Civilizaciones/Pasajes bíblicos/Investigación/Arqueología/Ciencia.

 

 

Cómo Pompeyo acabó con los piratas cilicios que dominaban el Mediterráneo.

Alanya es una ciudad de la provincia turca de Antalya, un encantador enclave que por su combinación de patrimonio arqueológico, paisajes naturales y clima mediterráneo constituye un atractivo destino turístico, motor económico actual de la urbe. Alanya es más conocida entre los aficionados a la historia porque allí fue donde el famoso Pompeyo puso fin a la recalcitrante piratería cilicia que, en su creciente osadía, había llegado a las costas romanas. Fue en una batalla que ha sido bautizada con el antiguo nombre del lugar, Coracesio.

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Cilicia, el litoral de Anatolia, era una antigua satrapía persa que había sido objeto de disputas por parte de los diádocos, los sucesores de Alejandro Magno, quedando primero bajo dominio de los lágidas (la dinastía de Ptolomeo) y después de los seleúcidas (la de Seleuco). Los primeros construyeron allí importantes fortificaciones que convirtieron su puerto en un sitio perfecto y seguro para numerosos piratas, algo que no sólo continuó sino que aumentó con los siguientes gracias a que ampliaron y perfeccionaron esas defensas, ya de por sí fuertes gracias a los acantilados que dificultan los desembarcos y la escasez de otros núcleos habitados.

De ese modo, la Cilicia Traquea (o sea, la que se situaba entre el mar y los montes Tauro, frente a la Cilicia Pedias llana, preferentemente interior), pasó a ser el refugio por excelencia de la piratería en el Mare Nostrum. Y, como decíamos, ésta alcanzó tales proporciones que sus correrías se extendieron a la península itálica sin que Roma pudiera hacer nada por evitarlo, debido a que descuidó la protección marítima al creerse a salvo. Al fin y al cabo, el pretor de Cilicia, Marco Antonio Orator, había llevado a cabo una campaña contra los piratas en el 103 a.C., destruyendo la base que tenían en Creta (pese a que su hijo Marco Antonio Crético estropeó la labor paterna en el 71 a.C.), lo que remató en el 68 a.C., Quinto Cecilio Metelo Crético.

Vista general de Alanya, antigua Coracesio/Imagen: Ozgurmulazimoglu en Wikimedia Commons.

Pero eso acabó con los piratas cretenses, no con los cilicios, quienes aprovecharon esa falta de vigilancia por parte de los romanos, consecuencia de la citada errónea percepción de seguridad y de las recientes guerras civiles, para reorganizarse y volver a operar cada vez más atrevidamente, según explica Dión Casio:

Porque como las guerras contra potencias rivales absorbían los esfuerzos de Roma, floreció gran número de piratas que circundaban abundantes tramos de la costa (…) Pues bien, una vez terminó aquello no depusieron su actitud, sino que ellos solos causaron grandes y graves daños a los romanos y sus aliados. Navegaban no en pequeños grupos sino a bordo de grandes flotas y tenían generales, llegando la cosa al extremo de que algunos de ellos adquirieron considerable renombre (…) De esta manera, puesto que el éxito coronaba sus empresas, empezaron a adentrarse en tierra firme, donde causaban grandes daños incluso a aquellos que no tenían relación con el mar. Y ello sufrían no sólo los aliados de otras tierras sino la misma Italia.

La provincia romana de Cilicia, ya en época de Trajano | foto Caliniuc en Wikimedia Commons.

Su avistamiento en una zona tan delicada como la desembocadura del Tíber hizo saltar todas las alarmas, ya de por sí alteradas por el descontento que cundió entre la población a causa de la subida del precio del pan, consecuencia de la escasez de grano provocada por los asaltos a los barcos mercantes. Así lo explica Dión Casio:

Ciertamente los romanos recibían noticia de lo ocurrido e incluso presenciaban algunas de sus consecuencias (en efecto, como no les llegaba ningún artículo de importación, también los envíos de trigo habían sido cancelados.

Es decir, la amenaza era múltiple: bélica, económica y social. No resultaba menor la humillación que se sentía en Roma, tal como reseña Plutarco:

Música de flautas, tañido de cuerdas y embriaguez en cada orilla, raptos de personas importantes y rescates de ciudades hechas prisioneras eran una vergüenza para el gobierno romano. Las naves piratas llegaron a ser más de mil y las ciudades tomadas por ellos cuatrocientas (…) Esta fuerza se había distribuido a la vez por casi todo el mar que está junto a nuestra tierra, de modo que resultó innavegable para cualquier clase de comercio.

Relieve en mármol de galeras romanas/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons.

De hecho, tampoco ningún otro estado mediterráneo había adoptado medidas al respecto porque las incursiones en la griega Delos, principal mercado de esclavos en aquella época, desplomó el precio de la mercancía humana permitiendo que fluyera en grandes cantidades esa mano de obra a las grandes villas y minas. Fueron las humillaciones sufridas por los notables romanos apresados -a los que ridiculizaban en burlas grotescas cuando reivindicaban su linaje- los que finalmente saturaron la paciencia de Roma.

Corría el año 67 a.C. cuando Aulo Gabinio, tribuno de la plebe, retomó un plan del Senado nunca llevado a la práctica para, por ley (la Lex Gabinia), designar a un promagistrado con imperium proconsular durante tres años, facultado para intervenir en todos los territorios del Mediterráneo desde las Columnas de Hércules hasta el mar Negro hasta una distancia de cincuenta millas aguas adentro (unos ochenta kilómetros), con capacidad para nombrar quince legados del rango de pretor y armar doscientas naves; todo ello financiado con cargo al erario público, calculado en ciento cuarenta y cuatro millones de sestercios. En la práctica, se trataba de un mando omnímodo que abarcaba no sólo todos los dominios romanos sino también los de otros estados.

Era previsible que el Senado se opusiera a la concesión de tanto poder a un solo hombre y así fue; el único que apoyó la rogatio de Gabinio fue Julio César, que tiempo atrás había sido rehén de los piratas cilicios y tuvo que pagar un rescate para obtener la libertad, aunque luego marchó contra ellos y los castigó. Por eso Gabinio presentó su iniciativa directamente en los comicios, en el Foro (lo que Cicerón denominó popularis ratio), sin necesidad de proponer un candidato porque sabía que la gente aclamaría a su pariente Cneo Pompeyo Magno, a cuyas órdenes había servido en la Tercera Guerra Mitridática.

Pompeyo, en efecto y pese a las críticas senatoriales (una broma de la época hablaba de un Pompeyo navarca como preludio al Pompeyo monarca), primero fingió no estar interesado pero luego consiguió su imperium, reunió un ejército de ciento veinte mil infantes y cinco mil jinetes (una treintena de legiones, aproximadamente), nombró veinticuatro legados y dos cuestores, y los embarcó a todos en medio millar de barcos, poniendo proa al este. Los números son exagerados a todas luces pero lo importante es que, cuenta Plutarco, ello tuvo un efecto balsámico instantáneo en la economía:

Los precios de los víveres, habiendo caído inmediatamente, proporcionaron una razón al pueblo de estar contento por pensar que el solo nombre de Pompeyo había terminado la guerra

Y es que lo primero que hizo fue limpiar de piratas los mares Tirreno (el que baña la costa occidental de Italia y las islas de Cerdeña, Córcega y Sicilia) y el Líbico (el que se ubica entre el sur de Sicilia y el norte de África) en apenas cuarenta días. A continuación, reunió su flota en Bríndisi y tras dejar a sus hijos, Sexto y Cneo, vigilando el Adriático, zarpó de nuevo con rumbo a Atenas, donde se estableció para preparar su estrategia. Dividió el Mediterráneo en trece áreas, cada una al mando de un legado con una escuadra asignada, de modo que la presencia de barcos romanos fuera constante y disuasoria. Aparte, reservó doscientos barcos a sus órdenes directas.

Un quinquerreme romano/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons.

Busto de Pompeyo/Imagen: Alphanidon en Wikimedia Commons.

El plan, que según Dión Casio combinaba mano dura con invitación a pasarse a su bando, dio buen resultado. Los piratas, acostumbrados a no encontrar resistencia, se vieron superados en todas partes y eran derrotados u obligados a huir; como no encontraban puertos en los que refugiarse, escapaban a su base de Coracesio, donde estaba claro que se iba a dirimir la contienda. La batalla naval que lleva ese nombre fue rápida y acabó con una contundente victoria romana, pues, a pesar de su inferioridad numérica (aunque la relación de fuerzas que reseña Plutarco parece exagerada), Pompeyo barrió al enemigo. La narración de Plutarco en ese punto es más bien lacónica:

La mayor parte de los piratas tenía situados a sus familias, riquezas y a la gente inútil en fortificaciones y ciudadelas en torno al Tauro y, después de haber equipado sus barcos, ellos mismos recibieron cerca de Coracesio de Cilicia a Pompeyo, que venía al ataque. Habiéndose trabado batalla, fueron vencidos y sitiados. Finalmente, enviaron súplicas y se entregaron ellos mismos, sus ciudades y las islas que dominaban tras haberlas fortificado, difíciles de ser tomadas al ataque e incluso de acercarse a ellas.

La guerra había terminado con una duración récord, inferior a tres meses, con un éxito espectacular. Según las diversas crónicas clásicas (Estrabón, Plinio, Apiano…), Pompeyo acabó con diez mil piratas, ocupó ciento veinte plazas fuertes, se apoderó de ochocientos cuarenta y seis barcos e hizo veinte mil prisioneros. Por supuesto, la historiografía actual considera imposibles esas cifras, pero son una expresión evidente del triunfo de la República.

En esta ocasión, la tradicional dureza de la justicia romana no fue tanta, quizá porque ejecutar a dos mil prisioneros podía resultar excesivo. Se había hecho con los rebeldes de Espartaco poco antes, pero eso fue en Italia; en tierra extraña podría resultar contraproducente. Ahora bien, Pompeyo tampoco podía permitir que se dispersaran para después volver a juntarse, teniendo en cuenta que carecer de recursos y ser belicoso es una combinación perfecta para tomar las armas. Por eso la dispersión se hizo de forma programada y bajo control, por sitios de Asia y la región griega de Acaya. Volvamos a Plutarco:

Como [Pompeyo] pensaba que por naturaleza el Hombre ni ha sido ni es un ser salvaje e insociable, sino que degenera contra su natural por el uso del vicio y que también se domeña con las costumbres y el cambio de lugar y de género de vida, pues incluso las fieras, al participar de un régimen más benigno, se desprenden de su crueldad y dureza, decidió que se trasladaran estos hombres del mar a tierra y que gozaran de una vida adecuada, acostumbrándose a vivir en ciudades y cultivar el campo. A algunos los aceptaron las ciudades pequeñas y más desiertas de Cilicia y los mezclaron con ellos, tras haber recibido terrenos.

La guerra de Pompeyo contra los piratas | foto dominio público en Wikimedia Commons.

Todo un proyecto de reinserción que no tardó en quedar relegado a un segundo plano porque, si bien «la guerra terminó y la piratería de todos los lugares fue expulsada del mar», en palabras del autor de Vidas paralelas, en esos momentos se imponía otro problema de actualidad que se arrastraba desde el año 74 a.C.: la mencionada Tercera Guerra Mitridática, un conflicto intermitente, que brotaba y se apaciguaba temporalmente para retomarse, por el empeño del rey del Ponto, Mitrídates VI, en enfrentarse a la República de Roma… para lo cual se había aliado con los piratas esporádicamente.

Y de nuevo fue Pompeyo el destinado a ponerle fin de una vez por todas, al aceptar otra vez el imperium, en esta ocasión por una rogatio presentada por el tribuno de la plebe Cayo Manilio, quien imitó a su predecesor dictando la Lex Manilia. Lo cual es ya otra historia.


Fuentes: Plutarco, Vidas paralelas: Sertorio y Pompeyo | Dión Casio, Historia romana | Serguei Ivanovich Kovaliov, Historia de Roma | Francisco Javier Lomas Salmonte y Pedro López Barja de Quiroga, Historia de Roma | Arturo S. Sanz, Imperium Maris. Historia de la Armada romana imperial y republicana| Javier Cabrero Piquero y Pilar Fernández Uriel, Historia Antigua II. El mundo Clásico. Historia de Roma | Pierre Grimal, El mundo mediterráneo en la Edad Antigua. La formación del Imperio Romano | Wikipedia.

Imagen de portada: El triunfo de Pompeyo, cuadro de Gabriel de Saint-Aubin (1765) | foto dominio público en Wikimedia Commons

FUENTE RESPONSABLE: La Brújula Verde. Magazine Cultural Independiente. Por Jorge Álvarez. 

Antigua Roma/Cilicia/Piratas/Historia

La sequía extrema en Italia, revelo un puente romano de 2.000 años sepultado por el Río Tiber.

La afluencia del Río Tíber en Roma bajó un metro con respecto al año anterior. A su paso, la sequía reveló la estructura del mítico Pons Neronianus.

Como consecuencia de la crisis climática global, la sequía se ha manifestado en Italia con periodos cada vez más abrasivos. El Río Tíber ha sido una de las víctimas más sonadas en todo el país, por la historia milenaria que su caudal acarrea. Sólo con respecto al año anterior, documenta la AFP, el volumen del río descendió en un metro completo.

Naturalmente, los ríos italianos no son los únicos que resienten las condiciones climáticas. Otros cuerpos de agua, como lagos y lagunas antiguas, también están sintiendo la presión ecológica. Casi por accidente, la falta de agua está trayendo a la vida antiguas estructuras romanas. Quizá la más imponente de ellas sea el Pons Neronianus: uno de los puentes icónicos que construyó el emperador Nerón, hace 2 mil años.

Una mala planeación romana

Ponte Vittorio Emanuele II y Ciudad del Vaticano en Roma, Italia / Getty Images

Owen Jarus es colaborador en materia de arqueología para Live Science. Ante la opulencia con la que los emperadores —y otros dirigentes políticos— de Roma vivían, el especialista describe el reinado de Nerón como uno enfocado en la infraestructura pública y los deleites estéticos del Imperio:

«El emperador Nerón […] fue un soberano controvertido que construyó estructuras públicas y ganó victorias militares en el extranjero, pero también descuidó la política y, en cambio, centró gran parte de su tiempo y pasión en las artes, la música y carreras de carros.»

Nerón gobernó el Imperio como el quinto emperador romano, entre los años 54 y 68 d.C. Aunque descuidó la política, enfocó gran parte de sus esfuerzos en embellecer la capital y pavimentar —literalmente— nuevos caminos en las ciudades. A final de cuentas, quería gobernar una ciudad que estuviera al nivel de su poderío económico y militar.

Una de las obras que presuntamente mandó a construir Nerón fue justamente el Pons Neronianus. Se asume que, por la mala localización que se escogió en ese entonces, eventualmente la estructura quedó completamente sepultada por el agua. En temporada de secas, ya había sido visible en Roma. Sin embargo, conforme avanza la crisis climática global, el puente queda cada vez más al descubierto.

¿Construido por el mismo Nerón?

Fotografía: Oliver Weiken / picture alliance via Getty Images

Aunque la tradición local sugiere que el Pons Neronianus fue construido por órdenes de Nerón —de ahí su nombre—, hay especialistas que dudan sobre esta posibilidad. Y lo que es más: piensan que podría ser mucho más antiguo que el mismo emperador. Al respecto, el profesor de historia de la arquitectura en la Universidad Metropolitana de Londres, Nicholas Temple, explica lo siguiente a Live Science:

«Los orígenes del puente son inciertos, dado que es probable que existiera un puente aquí antes del reinado de Nero y, por lo tanto, el Pons Neronianus probablemente fue una reconstrucción de un cruce anterior», detalla el especialista en un correo electrónico.

De cualquier manera, Temple piensa que este puente tenía un doble significado. En primer lugar, lo más probable es que haya sido el paso de legiones enteras de soldados romanos de un lado al otro del Tíber. Sobre el Pons Neronianus, los batallones regresarían triunfales a la ciudad, después de conquistar otro territorio más en el mundo conocido.

El segundo sentido del puente, literalmente, era el camino que los acusados seguían para ser crucificados. En el lugar donde hoy se erige la Plaza de San Pedro, los criminales y rivales políticos de Roma tendrían castigos ejemplares, ante la mirada de cientos de personas que entendían el evento como un espectáculo más.

Sus pisadas se difuminaron con el paso de los milenios. Sin embargo, conforme la temporada de sequía se alargue, es probable que el Pons Neronianus sea visible por más tiempo.

Imagen de portada:  FOTOGRAFÍA: OLIVER WEIKEN / PICTURE ALLIANCE VIA GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 19 de julio 2022.

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DESCIFRAN EL NOMBRE REAL DEL ‘DIOS DEL UNIVERSO’ QUE GOBERNÓ PALMIRA, LA MÍTICA CAPITAL ROMANA EN SIRIA.

El ‘Dios del Universo’ encontrado en Siria nunca ha sido nombrado directamente, dicen los arqueólogos. Tal vez, este anonimato sea intencional.

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En su momento de mayor esplendor, a Palmira se le hacía referencia como la «ciudad de los árboles de dátil«. Fue el centro de poder de un imperio antiguo, datado de hace al menos 2 mil años en medio del desierto de Medio Oriente. Aunque estuvieron ligados al Imperio Romano, conservaron su propio panteón divino, al que adoraron por milenios de manera independiente a la fe romana.

Quizá una de las deidades más misteriosas fue un ser omnipotente y omnipresente, que dirigía las fuerzas del cosmos en la palma de su mano. Por décadas, los investigadores que han ido a Palmira se refieren a él sencillamente como ‘Dios del Universo’, porque un halo de anonimato ha recubierto a esta figura ancestral.

‘Aquel cuyo nombre es bendito para siempre’

Desde una posición ligeramente elevada mirando a través de un vasto desierto lleno de escombros hacia el Templo Funerario.

La identidad del Dios del Universo de Palmira ha estado oculta por siglos. Aunque se hace mención de él repetidamente en las inscripciones de los templos en la actual Siria, nadie nunca ha logrado descifrar su nombre verdadero. Algunos arqueólogos sencillamente pensaron que esta condición era intencional, como sucede en los textos sagrados de la tradición judeocristiana.

Al tiempo que Palmira se convertía en una potencia económica, al ser el centro de poder del Imperio Romano en Asia, su cultura floreció con la misma abundancia que los árboles de dátil que le daban reconocimiento internacional. Por la riqueza de las inscripciones que permanecen hasta hoy, en 1980, el sitio se declaró como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Como tal, el sitio de Palmira ha sido sujeto de múltiples investigaciones arqueológicas. En consecuencia, el Dios del Universo ha sido un motivo de inquietud: aunque su función en el panteón divino estaba clara, nadie sabía realmente cuál era su nombre. En las inscripciones antiguas sólo se le hacía referencia como «aquel cuyo nombre es bendito para siempre«, «señor del universo» y «misericordioso«, según documenta Science in Poland.

¿Un dios de múltiples rostros?

Un oasis en el desierto sirio, al noreste de Damasco, Palmira contiene las ruinas monumentales de una gran ciudad que fue.

Después de décadas de estudios, la arqueóloga Aleksandra Kubiak-Schneider, de la Universidad de Wrocław en Polonia, piensa haber descifrado el misterio del Dios del Universo. En su hipótesis, es posible que este ser divino no se trate de una única deidad, sino de la síntesis de dioses mesopotámicos.

Kubiak-Schneider «comparó las inscripciones de Palmyra con las inscripciones encontradas en toda Mesopotamia que datan del primer milenio a.C.», documenta Live Science. Fue así que se dio cuenta de que había deidades a las que se hacía referencia de la misma manera que al Dios del Universo en Palmira. Uno de ellos es Bel-Marduk, el dios supremo de Babilonia.

Así como a la deidad siria, los mesopotámicos llamaban a este dios como «misericordioso». En contraste, se referían a Baalshamin, un dios del cielo, como «señor del mundo», que se asemeja mucho a «señor del universo».

Un silencio milenario en señal de respeto.

Además, Kubiak-Schneider asegura que cuando los antiguos habitantes de Palmira escribían ‘dios’, no se referían a un solo ente divino, sino que podían englobar a varios. Por ello, piensa que el ‘Dios del Universo’ de esta cultura podría ser un híbrido entre los dioses mesopotámicos Bel-Marduk y Baalshamin, a quienes no nombraban «como señal de respeto», detalla la experta.

Otros investigadores que no participaron en su estudio tienen graves reservas sobre su propuesta teórica. Y lo que es más: advierten que es una hipótesis con la que se debe tener ‘cuidado’, ya que no existe un registro real que muestre una relación entre ambas entidades religiosas. Aún así, la propuesta de Kubiak-Schneider es la única que le da nombre al Dios del Universo, que gobernó el panteón divino de Palmira hace al menos 2 mil años.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 12 de julio de 2022.

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