Julia y Fernando, una historia de vida.

La semana pasada me acerqué a los cines Embajadores —años hacía que no volvía yo a una sala oscura de verdad— y me vi, en su estreno, el último documental de Luis Mancha, Julia y Fernando, una historia de vida. El título, para quien no conozca a los protagonistas, está cargado de misterio, y quizá los espectadores pierdan alguno de los matices que quienes hemos frecuentado a Julia Varela y a Fernando Álvarez-Uría tenemos presentes.

Conozco a Julia y Fernando de la tertulia mensual que mantienen el Ateneo junto con una veintena más de personas. Profesores de sociología uno y otro, fueron, por supuesto, las almas mater de la misma. Se trata de una tertulia a la antigua, amable y familiar, un poco crepuscular en su espíritu, pero siempre enjundiosa, cuyos miembros, todos de cincuenta palos para arriba, tienen una trayectoria intelectual importante y a menudo brillante. Allí me suelo topar no solo con Luis Mancha, que fue quien me invitó a participar, sino también con otros.

Lourdes Ortiz fue tertuliana conmigo en el programa matutino de Radio Nacional, durante la época de Juan Ramón Lucas. Hoy, pese a que está como tantos buenos escritores cada vez más alejada de la primera línea editorial, sigue teniendo voz de fumadora, la misma afabilidad de ojos grandes, la misma voracidad intelectual y la misma empatía de siempre. También aparecen por el documental el filósofo Juan Tabares, al que las greñas blancas se le escapan del cráneo con la misma facilidad que las ideas; Gonzalo Martínez Fresneda, abogado inteligente y combativo donde los haya; Jaime Pastor, uno de los fundadores de la revista Sur y también, si no me equivoco, de Anticapitalistas; Antonio García-Santesmanes, personaje destacado de la ejecutiva del PSOE en tiempos de Felipe González; Gimeno Sacristán, que anduvo negociando la LOGSE en su época; y más.

Pero el alma de la tertulia siguen siendo Julia y Fernando, cuya trayectoria, como digo, he descubierto con esta recreación fílmica de su vida. Sabía que Julia era gallega, solo hay que abrir las orejas para darse cuenta. Pero el documental de Luis Mancha pone imágenes concretas a este saber difuso. De hecho, arranca con panorámicas hermosas de la ría gallega y con Julia hablando en gallego con un vecino del pueblo de A Ulfe, de donde es ella. Esas primeras imágenes, muy cinematográficas, abren boca y nos preparan para lo que viene a continuación.

De Galicia pasamos a Oviedo y a la juventud de Fernando entre las piedras mohosas del seminario. Con su bigote generoso y nietzscheano, Fernando habla de su estancia en esa institución clave y para él modelo de institución total, que tantos desgraciados ha hecho. A Fernando, si juzga uno por el brillo alegre de sus ojos y su tranquila madurez, no parece haberle hecho mella la reclusión. Su voz, más pausada y menos emocional que la de Julia, resulta un buen contrapunto a la de ella. Y a partir de ahí van alternándose ambas vidas en paralelo. De Oviedo y Galicia pasamos al Madrid universitario tardofranquista. Y de acá damos el salto al París de la Sorbona, donde ambos asistieron a cursos de Foucault y Bourdieu, cuyas tumbas visitamos con ellos; no así las aulas, por decisión antipática de la universidad. La altura intelectual de Foucault y Bourdieu, nos dicen, fue extraordinaria, y se sienten afortunados de haber coincidido con ellos.

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JULIA Y FERNANDO UNA HISTORIA DE VIDA | TEASER TRAILER |YAQ DISTRIBUCIÓN|LARGOMETRAJE | FEATURE FILM

Nuevas entrevistas recrean la trayectoria de esta pareja de sociólogos que afirma que si no tuvieron hijos es porque sus hijos son sus alumnos y sus libros, y aparecen más rostros conocidos de la tertulia. Se suceden las reflexiones y las anécdotas y, cuando termina el documental, me doy cuenta de que se me ha hecho corto. El embrujo de la vida vivida con la máxima intensidad intelectual, como la entienden Julia y Fernando, me ha ganado y he tenido la sensación de formar parte, durante un par de horas al menos, de su familia espiritual. Y salgo satisfecho, enriquecido y con más claves de las que me esperaba sobre esta pareja tan sui géneris.

Imagen de portada: Julia y Fernando

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por José Ángel Mañas. 28 de enero 2023.

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Alejandro, el artesano del cuero que resguarda un patrimonio cultural único.

Alejandro Paiva es puestero y artesano del cuero. Vive en Villavicencio, un lugar único en la montaña de Mendoza. Las claves de un oficio que es patrimonio cultural.

El hombre tiene 51 años y hace 50 que vive en el puesto Santa Clara, ubicado en la precordillera de Los Andes, cerca de la Reserva Provincial Villavicencio. Se llama Alejandro Paiva, aunque nos cuenta que le dicen “El Guatón” mientras sonríe mirando a su abdomen sin esperar que alguien haga alguna alusión, un rasgo de inteligencia que solo demuestran las personas que saben reírse de sí mismas. Vive con su mujer, Mabel Alejandra Nievas, con la que tiene tres hijos: dos mujeres y un varón, que ya no viven en el puesto pero ”vienen cada tanto a darles una mano”, dice. Ahora los acompañan un yerno, Alexis, y su sobrino Nahuel, quienes ayudan en las tareas del campo: la crianza de chivas, vacas y caballos.

Esta actividad conforma el sustento de la familia aunque con la sequía, que cada año es peor, y los depredadores como el puma, la tarea se hace muy difícil. “Cuando anda la leona con los cachorros te matan una tropillita de quince, veinte cabras porque les enseña a cazar”, se lamenta Alejandro. También los guanacos representan un problema ya que comen el pasto y su raíz lo que hace que la planta no vuelva a crecer. Para combatir las dificultades económicas también reciben a turistas y a amantes de la montaña que van a practicar senderismo. Allí se puede dormir y disfrutar de exquisitos asados y empanadas que ellos mismos preparan. También recorrer el campo a caballo por huellas que se adentran entre los cerros majestuosos.

Pero entre las tareas del campo nos queremos detener en una muy especial que aún no hemos mencionado: el trabajo del cuero, “los trenzados” como le dicen por allí. Una práctica transmitida de generación en generación que sobrevive en los campos del país y que aquí, Alejandro, nos cuenta que lo aprendió de su padre y mirando. “Más mirando porque, vos mirás y aprendés muchas cosas”, reafirma. Al decir esto, entrecierra levemente los ojos y asiente con la cabeza como afirmando una certeza aprendida de la vida.

Con los “trenzados” nos referimos a la confección de diferentes elementos indispensables para el trabajo en el campo como lazos, boleadoras, bozales, riendas, cabestros, entre otros elementos que se hacen con cuero de animales, principalmente de vaca. La producción de estas piezas que constituyen verdaderas herramientas para el trabajo y la supervivencia, requiere de una aguda concentración, habilidad y paciencia.

NAHUEL AGUILERA Y ALEXIS MERCADO, PELAN EL CUERO DE VACA.

Ha que hay que tratar el cuero durante varios días. Se comienza por “estaquearlo” hasta que se seque. Esto es extenderlo en el suelo agarrado de los extremos de manera que no haga contacto con la tierra para que circule el aire durante tres o cuatro días, depende de las condiciones climáticas. Una vez seco hay que pelarlo para después poder cortar “los tientos” que son las lonjas o tiras más o menos finas de cuero para finalmente trenzarlas. De la diferente cantidad de tientos a unir dependerá el tipo trenzado. Podrá ser de 4, 5, 6, 8, 12, y de la forma en que se haga será redondo, cuadrado; la llamada “patria” o la “lomo de yacaré” por dar algunos ejemplos, según nos explican Alejandro y su sobrino Nahuel con una seguridad digna de docentes experimentados pero sin alarde, porque hablan con naturalidad y transparencia, atributos que es común ver en la gente de campo.

Al lugar se accede tomando la ruta provincial 52 desde la Ciudad de Mendoza , luego de unos 30 km. hay que tomar a la derecha por un camino de tierra y andar otros 25 km más. Al final se llega al puesto que está enclavado entre los cerros y posee dos viviendas, corrales y un bosque de sauces y álamos blancos en donde la tarde, de esta primavera incipiente, se tiñe de un verde tenue que transmite calma y reposo.

LAS MANOS DE ALEJANDRO, EL ARTESANO DEL CUERO. 

Pero no siempre los días son como esta tarde preciosa que un visitante puede disfrutar plenamente. Vivir allí es otra cosa. El rigor de los inviernos se hace sentir con crudeza según nos cuenta Alejandro. “El verano es lindo porque no hay tanto trabajo, el invierno tenés mucho trabajo porque es cuando las cabras paren. Tenés que andar con nieve, lloviendo, atrás de las cabras. Juntando los chivatitos que no se te mueran”.

DETALLE DE UN BOZAL MIENTRAS ALEJANDRO TRABAJA EN OTRO TRENZADO 

La tarde ya se termina y Alejandro nos deja para ir a tomar unos mates con sus vecinos del puesto El Carrizal, que recién han llegado de visita y con quienes, asegura, “hay que llevarse bien porque con los vecinos nos damos una mano mirando los bichos, siempre tenemos que andar bien los unos a los otros”. Deja caer este concepto claro de solidaridad con la misma sabiduría con que nos ha explicado las labores del campo y los misterios del trenzado. Quizás Alejandro y su familia no sepan que son portadores de un conocimiento que constituye un verdadero patrimonio cultural y que perdura en el tiempo gracias a personas como ellas.

Imagen de portada: Gentileza de mdz

FUENTE RESPONSABLE: mdz Por Maximiliano Ríos. 2 de octubre 2022.

Sociedad y Cultura/Artesanía/Villavicencio/Historias de vida/ Argentina.

El emotivo gesto que tuvo Robert De Niro con el amor eterno de Meryl Streep en sus últimos días de vida.

Historias

Meryl Streep siempre estará agradecida a Robert De Niro por algo que este hizo cuando iban a trabajar juntos por primera vez.

Robert De Niro y Meryl Streep están unidos de por vida. Tal vez no con un imaginario hilo rojo, pero aquello que los une es más fuerte que muchas amistades. Y es que el actor estuvo junto a la actriz en uno de los momentos más complicados de su vida y ella no lo olvidó jamás.

Meryl Streep y Robert De Niro son dos de los mejores actores que ha dado Hollywood. Han trabajado juntos en varias películas, pero fue la primera de ellas las que los unió para siempre y ha hecho que casi 50 años después ambos se profesen un respeto mutuo y una admiración importante.

Todo comenzó a mediados de los 70. Roberto De Niro ya venía de filmar algunas películas con Martin Scorsese de director y se había convertido en su actor fetiche (lugar que después ocuparía Leonardo DiCaprio). Meryl Streep también se había lanzado a la actuación, aunque le faltaba el reconocimiento todavía.

Corría 1976 cuando la actriz conoció a otro actor, John Cazale, un talentoso artista que había sido el segundo hijo de Vito Corleone en “El Padrino” y que era 14 años mayor que ella. Meryl Streep y él se enamoraron perdidamente, al punto que se fueron a vivir juntos a un departamento en New York.

Meryl Streep. Fuente: Archivo Panorama

Todo marchaba bien entre ambos, hasta que Cazale comenzó a sentirse mal y a ausentarse de una obra de teatro en la que era uno de los protagonistas. Al visitar al médico, el diagnóstico fue demoledor. Tenía cáncer terminal de pulmón y debía hacer quimioterapia.

Con los gastos médicos creciendo, surgió la oportunidad de hacer la película “El Cazador”. Era la primera vez que Meryl Streep iba a trabajar con Robert De Niro, y se dio que ambos, como los responsables del filme querían a Cazale en la cinta, pero el estudio se negaba a aceptar a un actor que estaba en el último tramo de su vida.

Así fue como Meryl Streep y Robert De Niro amenazaron con renunciar si no se aceptaba a Cazale, pero el actor fue más allá y para terminar de convencer al estudio, él se hizo cargo de los gastos médicos de su colega. Algo que la actriz nunca olvidó y jamás dejó de agradecer.

Robert De Niro. Fuente: instagram @robertdeniro_._

“No lo veo muy a menudo. No hablamos. Pero sé que está, sin lugar a duda, siempre ahí para mí y siempre lo estará. Es un hombre que vive de la lealtad a sus ideales, a su país y a las personas que ama”, señaló hace poco Meryl Streep sobre Robert De Niro, mostrándole que, aunque ella volvió a hacer pareja y tiene su familia, nunca olvidó lo que este hizo por quien fuera el gran amor de su vida.

Imagen de portada: Robert De Niro y Meryl Streep han trabajado juntos en varias oportunidades. Fuente: producción Panorama

FUENTE RESPONSABLE: Redacción Panorama. 30 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Historias de vida/Robert De Niro, Meryl Streep, John Cazale.

Cuando Paul McCartney se avergonzó de su ‘harén de amantes’ ante Linda.

Mucho ha vivido a lo largo de su vida de súper estrella del pop el músico Paul McCartney y es que la fama y el dinero ayudan mucho a cumplir fantasías que la gente de a pie jamás vivirá. Eso sí, todo cambió cuando Linda se cruzó en su destino.

El frenesí de los años 60 era una auténtica locura en el mejor de los sentidos. En Reino Unido los Beatles revolucionaban el concepto de música pop y eran pioneros (con permiso de Elvis en EE.UU) en el nacimiento del fenómeno fan.

Las chicas se rasgaban las vestiduras, gritaban alocadas y deseaban cada centímetro del cuerpo de aquellos cuatro chicos jóvenes de Liverpool. Mientras, en la misma década pero al otro lado del charco, más concretamente en Nueva York, Linda Eastman se ganaba un nombre reputado como fotógrafa.

El destino no les uniría hasta el año 1967 cuando Linda fue a Londres con 25 años y salió de noche con sus colegas del grupo ‘Animals’ para disfrutar del ambiente londinense. Así, Linda acabó en el club Bag O’Nails viendo un concierto de Georgie Fame and the Blue Flames.

Lo que ella todavía no sabía es que en esa misma sala estaba el hombre que la iba a amar hasta el último respiro de su vida. Es emocionante poder conocer su historia desde los inicios sabiendo que ella murió joven y sin pasar más de una sola noche (solo se separaron en una ocasión) sin dormir en casa con su marido Paul.

Pero, volviendo al 67, Paul estaba en ese mismo concierto junto a John Lennon, Stash de Rola y el diseñador Dudley Edwards. Cuando el Beatle entró el grupito de Linda ya estaba sentado y McCartney se sentó en la misma mesa, Linda lo recordaba así en su libro “Linda McCartney Sixties”: “Fue una de esas situaciones en las que nuestros ojos se encontraron. Cuando estaba a punto de irme, Paul se acercó y me invitó a ir con él a The Speakeasy, que no estaba muy lejos en Margaret Street. Ahí fue donde todos escuchamos Whiter Shade Of Pale por primera vez y nos enamoramos de la canción”.

Aquella noche el grupo se separó en varios vehículos y cada uno volvió a su casa sin más, pero la semilla del amor había sido plantada. Como Linda era fotógrafa especializada en grupos de rock, vio en Paul McCartney una buena oportunidad y le mostró su trabajo al representante que la invitó a la sesión fotográfica del grupo que iba a ser en su casa.

Linda McCartney era independiente y talentosa, eso cautivó a Paul (Photo by Bryn Colton/Getty Images)

Después de la sesión había una fiesta y, ¿adivinas quién invitó a Linda? fue Paul. Ella era la única mujer en la lista de los fotógrafos seleccionados así que todos los ojos estaban sobre ella, pero los de McCartney tenían un brillo especial.

Tras la fiesta Linda volvió a su hogar, Nueva York, pero algo

mágico había florecido en ella y al año siguiente, en 1968, los Beatles llegaron a su ciudad y Linda se apresuró a ir al Hotel Americana, donde Paul y los demás se hospedaban. Como era de esperar, había un aluvión de fans allí agolpados pero Paul logró divisarla.

Allí, justo antes de entrar a la NBC para ser entrevistado, Paul le pidió el teléfono y ella se lo apuntó como pudo en el reverso de un cheque y se lo lanzó. McCartney la llamó sin dudarlo al día siguiente y, como ya se iba hacia Londres, le dijo que por favor le acompañara en limusina aunque fuera hasta el aeropuerto para poder conocerse mejor.

Esa cita sobre ruedas fue la primera entre ellos. En aquel entonces Paul estaba saliendo con Jane Asher, una actriz con la que estuvo 5 años y a la cual habría sido infiel sistemáticamente además de tener otra ‘novia no oficial’ llamada Maggie McGivern.

Al mes siguiente de su ‘cita’ en Nueva York, Paul volvió a Estados Unidos y llamó a Linda para que fuese a su hotel de Beverly Hills. Aquello estaba lleno de amantes y es que la vida de Paul, era así.

Linda fue a verle pero se pago ella misma el billete de avión, ella, una mujer tan independiente y empoderada quedaba muy grande al lado de aquel chico rodeado de mujeres. De hecho, Paul sintió vergüenza de aquel harén y se inventó que no eran sus amantes. “Paul se apartó de aquel circo que le rodeaba y se llevó a Linda a un costado. Yo los miraba desde el otro lado de la habitación y de pronto vi que ocurría algo. Delante de mis ojos se enamoraron. Era como el rayo que mencionan los sicilianos, el flechazo del que los franceses hablan entre susurros, esa sensación que solo notarás una vez en la vida”, dijo Tony Bramwell, vicepresidente de Apple que estaba allí con el Beatle y las demás chicas.

Linda se marchó con McCartney y esa fue su primera noche de intimidad juntos, cuando él compuso además su canción ‘Blackbird’. Tras el affaire entre sábanas cada uno volvió a su vida, cabe recordar que Paul seguía con Jane aunque su relación estuviera sentenciada. El caso es que, tras liarse con infinidad de fans, se sentía siempre solo.

Pincha el siguiente link, para escuchar la melodia…

Blackbird – The Beatles (subtitulada al español)

En Linda había encontrado a una mujer distinta, culta e interesante así que empezó a llamarla por teléfono a menudo. La confianza fue creciendo y el éxito de Linda como fotógrafa ya era abrumador siendo la primera mujer en fotografiar una portada para la revista Rolling Stone.

Ella tuvo la certeza de que se iba a casar con Paul, sin embargo, cuando éste le dijo que viniese a Londres con él, ella se mostró asustada porque “Tenía miedo de formar parte de su harén” según hizo público Nat Weiss, su abogado.

Linda se dejó convencer amistosamente y cogió el avión rumbo a Londres, nunca se separarían. Aquella misma noche Paul le cantó Blackbird, la canción compuesta en su primer encuentro y fue tal la conexión que su amor ya fue irrompible y el resto de mujeres, se esfumaron ante la mirada del Beatle porque solo tenía ojos para su Linda.

El propio McCartney dijo según recoge ‘Vanity Fair’: “Dios mío, esto es diferente a cualquier cosa que me haya pasado antes. Esto es más que un disco de éxito. Es más que el oro. Es más que cualquier cosa”, refiriéndose a su enamoramiento hacia aquella fotógrafa rubia y especial.

El músico y la fotógrafa durmieron juntos cada noche de su vida (a excepción de una) desde que se casaron en 1969 hasta que ella falleció en 1998. Así lo confesó el portavoz de Paul, Geoff Baker: “Puede que la gente no sepa que, exceptuando sólo una ocasión, Paul y Linda nunca pasaron una sola noche separados en los treinta años que se han amado mutuamente”.

Esa es la mayor muestra del amor y el respeto que siempre se tuvieron, una historia de amor de las más asentadas y hermosas del panorama celebrity y que se cocinó a fuego lento, desde la independencia y la admiración mutua.

Esta foto fue tomada en 1997, un año antes de que la muerte se cruzara en el camino de estos dos enamorados y 3 años después de que ella anunciara su cáncer (Photo credit should read JACK GUEZ/AFP via Getty Images)

El final fue trágico, Paul y Linda McCartney anunciaron que ella tenía cáncer de mama en 1995. Lucho contra la enfermedad pero en 1998, cuando parecía que todo iba bien, el cáncer atacó fuertemente al hígado y no pudo superarlo.

Lo positivo es que Linda fue feliz e hizo vida normal junto a su amado y sus 3 hijos, Stella, Mary y James hasta su último respiro. De hecho, dos días antes de fallecer, fue a galopar junto a Paul y tuvo, en ese instante, sus dos grandes pasiones, a su marido y a su caballo.

Imagen de portada: Paul McCartney se enamoró locamente de Linda McCartney y olvidó a sus amantes (Photo by Keystone/Hulton Archive/Getty Images)

FUENTE RESPONSABLE: Yahoo noticias. Por Anna Sanchez. 10 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Historias de Vida/Paul McCartney/Linda McCartney.

 

“No quería sacar fotos aisladas sino contar historias”

Astor Piazzolla, Jorge Luis Borges, Atahualpa Yupanqui, Victoria Ocampo y Mercedes Sosa, entre otros exponentes de la cultura argentina, fueron retratados por la lente del fotógrafo Juan “Pupeto” Mastropasqua, que el pasado 17 de julio cumplió 88 años y 70 de trayectoria. Para celebrar la ocasión, el 9 de julio inauguró la muestra “Mercedes por Pupeto Mastropasqua”, en el Centro Cultural Borges, que reúne más de cincuenta fotografías de la cantante tucumana. En esta entrevista, un repaso por la extensa carrera del fotógrafo, en la que dio cuenta de los más grandes hitos y personajes del arte nacional.

Mercedes Sosa le dedicó una foto a Mastropasqua. Icónica tapa de disco a partir de una foto de Pupeto.

–Usted tomó la cámara por primera vez a los 18 años, pero fue también amante del arte. ¿Fue la fotografía su primer amor?

–Antes que a la fotografía, me dediqué a la pintura. Tenía un amigo que era muy buen fotógrafo y eso a mí me interesaba. Conseguí una cámara réflex 6×6, y así le di continuidad a mi interés por la iconografía y todo lo que tenía que ver con las imágenes. La fotografía para mí era una continuación de la pintura. Pero no quería sacar fotos aisladas sino contar historias.

–¿Cuál fue su primer trabajo?

–Mi primer trabajo fue un foto documental llamado “Puerto”, que tenía que ver con una de las zonas de Mar del Plata que tenía más actividad, acción y vida: la banquina de pescadores. En este trabajo pude contar en imágenes todo lo que me interesaba desde el punto de vista humano y estético de ese mundo.

Al poco tiempo, por el gran interés que tenía en seguir aprendiendo cosas de la fotografía, me metí en un estudio fotográfico y convencí al fotógrafo de que me enseñara el misterio de la técnica fotográfica, esa parte misteriosa de la química, de las revelaciones. Todo en aquellos años era muy manual, muy artesanal.

–Probablemente esa sea una de las cosas que más cambiaron a lo largo del tiempo. ¿Qué hay hoy de lo artificial detrás de una foto?

–Antes era todo un misterio. Para tener una foto había que pasar por el laboratorio a través de muchos pasos. Una vez terminado el rollo había que revelarlo, ciertos pasos que producen determinados efectos, el negativo que había que ampliar a través de distintos baños, iba apareciendo la imagen, luego el lavado… Esto hoy en día se ve como algo arqueológico. Y todos esos pasos hacían que la fotografía tuviera mayor valor que el que hoy le damos. Actualmente, con cualquier teléfono se puede sacar una foto, pero no se tiene el cuidado que había entonces. Lo virtual, lo digital y lo conceptual son enemigos de lo profundo. Es lo que hace que la imagen tenga un valor menor al que tenía y que haya perdido ese aura, como diría Walter Benjamin. Esa detención y esos distintos pasos hacían que todo fuera hecho con más cuidado.

–¿A dónde lo llevó la fotografía a lo largo de su carrera?

–Estuve en todos los campos de la fotografía pero principalmente trabajé como reportero gráfico de numerosos diarios y revistas. Siempre tuve el cuidado de que las imágenes que tomaba tuvieran que ver con momentos de la vida. Eso fue una enseñanza de la revista Siete Días. Allí comencé desde el número 0 y allí aprendí que la foto no podía ser un registro neutro sino un registro expresivo.

–Una tarea que conlleva una gran responsabilidad…

–Sí, es una de las funciones que tiene la fotografía desde su origen ya que se trata de un documento de la realidad sin el cual no podríamos conservar ciertas cosas. Lo que más me interesaba era preservar las imágenes de los grandes creadores. Tuve la oportunidad y la suerte de tener como maestro de pintura al gran Juan Carlos Castagnino, desde mis inicios a los 17 años y durante dos décadas. Primero empecé pintando y después a registrar fotográficamente.

–¿Qué significó Castagnino en su vida y en su obra?

–En el museo de Mar del Plata hay imágenes de Castagnino pintando en su taller y en su ámbito. Lo que yo quería lograr allí era tomarlo trabajando en lo que era su paisaje. Los paisajes que yo quería registrar eran eso: él y su campo, él y su entorno. Con ninguno lo hice como él. En una fiesta criolla en Balcarce él tomaba apuntes de las caras de los trabajadores. Era un hombre de profundas ideas comunistas pero nunca nos habló de política.

Pupeto Mastropasqua y Juan Carlos Castagnino en plena sesión.

–También retrató a otro célebre marplatense, Astor Piazzolla.

–Sí, con Piazzolla éramos como familia. Fui siguiendo su obra durante no menos de treinta años.

–Y acompañó muy de cerca la trayectoria del Indio Solari.

–Sí, con el Indio Solari se unió mi actividad como productor de espectáculos y mi pasión por los Redonditos de Ricota. Con ellos se conformó una gran amistad. Cada vez que los traía a Mar del Plata se armaban grandes asados. El Indio dice en su libro de memorias que en mi casa comió el mejor lemon pie, el que hace mi señora. Haber podido traer los primeros recitales del Indio a Mar del Plata fue una de las cosas más importantes de mi vida. Porque el Indio es una de las personalidades más extraordinarias que he conocido, y mirá que conocí varias importantes.

El «Indio» Solari

–Si tuviera que asociar la cultura argentina con un documento fotográfico, ¿cuáles cree que la representan?

–No se podría hacer con una sola persona. A pesar de no coincidir políticamente con sus ideas, he sido devoto de Jorge Luis Borges y con esa devoción le he tomado fotos. Tuve la oportunidad de estar muchas veces cerca de él, de haber hablado con él y haberle tomado fotos con gran admiración por su obra, admiración que trataba de trasladar a mis fotos. Para mí los Redonditos son tan importantes como Atahualpa. Solamente Cristina Fernández de Kirchner ha podido juntar a trescientas mil personas y cuando eso ocurre ya no hacen falta muchas explicaciones.

Borges inmortalizado en la lente de Mastropasqua.

–¿Qué artista le dio mucho trabajo a la hora de ser retratado?

–Atahualpa Yupanqui, porque no le gustaba que lo fotografiaran. Toda mi vida trabajé con la luz ambiente, de tal manera que nunca molestaba a los artistas. Así uno no traiciona ni distorsiona la realidad.

–Lo más importante es contar la realidad.

–Sí, parece algo muy simple, pero no lo es. Tiene que ver con la esencia y el origen de lo que se trata la fotografía como documento, como testimonio que nos ayuda a comprender el mundo. Estoy convencido de que desde que se inventó la fotografía hemos aprendido a comprender mejor el mundo.

–¿Qué función social cumple la fotografía?

–Una de las funciones más importantes de la fotografía es la del reportero gráfico. Tanto el fotógrafo de guerra como el que documenta una jugada genial en un partido de fútbol o el que registra grandes artistas pintando, tocando, cantando. Por ejemplo, estamos tratando de preservar a través de la fotografía toda una carrera, la de Susana Rinaldi, a quien conozco desde sus comienzos hace más de cincuenta años. Lo que ustedes tratan de hacer a través del periodismo, yo trato de hacerlo a través de la imagen. Los documentos fotográficos contribuyen a preservar la memoria, como cualquier testimonio. Lo que unos hacen a través de la palabra los fotógrafos lo hacemos con imágenes.

Pupeto siguió la carrera de Susana Rinaldi.

–Habla de sus fotografías como documentos…

–Y es así. Las fotos son documentos. En un gran libro sobre Piazzolla, con prólogo de Víctor Hugo Morales y María Seoane, las fotos eran mías. El libro se llamó Momentos, y siento que ese título tiene que ver con los textos, pero más que nada con la fotografía, porque de eso se trata, de registrar momentos.

El gran Astor Piazzolla.

–Usted hace referencia a artistas interpretando música, pintando. ¿Qué diferencia hay entre una foto del artista haciendo arte y otra posando?

–Esta pregunta es muy profunda y tiene que ver con la esencia de la fotografía. Para mí lo posado es lo ajeno de la vida, de hecho en rarísimas ocasiones he tomado fotos posadas. Por ejemplo, a Castagnino lo llevé hasta el mar y le dije “usted pinte, yo lo fotografío”. Él se puso a pintar a un pescador junto al mar y unas rocas. La foto de Castagnino pintando junto al mar se transformó en icónica, fue absolutamente natural. No era una gran foto pero era la foto de un pintor ante la naturaleza, en su paisaje y en acción.

Antonio Berni.

Joan Manuel Serrat.

León Gieco.

–¿Algún fotógrafo que admire?

–Cartier-Bresson, el fotógrafo francés, fue un ejemplo para mí. Lo que él hace es principalmente retratos no posados. Uno famosísimo es el del escultor Alberto Giacometti un día de lluvia con un impermeable saltando un charco en una calle de París. Es todo lo contrario a lo que uno se imaginaría de una foto de un escultor.

–Sus documentos registran la vida viva.

–Siempre intenté eso, momentos de la vida. Como ocurre con algunas de las fotos de los Redonditos, que fue un caso único, por mi amistad y conocimiento. Una vez estuve en los camarines esperando cuando terminaban un recital, y venían eufóricos. Tengo una foto del grupo, por así decir, “desarmado” al término de un recital. Son fotos de la vida.

–¿Cómo se relacionan la fotografía y el cine?

–La fotografía y el cine pueden ser expresiones estéticas o artísticas. La fotografía no corresponde a la palabra artística. La fotografía es la verdad y el cine la verdad 24 veces por segundo. Cuando ves que refleja la verdad y el registro es cercano a la realidad, es emotivo.

–Como la obra documental de un cineasta también marplatense, Tristán Bauer.

–A Tristán lo conozco desde que nació, yo era amigo de sus padres y he seguido su obra desde los primeros documentales hasta el gran documental que hizo sobre Cortázar. Toda su obra es el caso de alguien que se dedicó al cine en el campo del documental. Tiene un documental sobre la reunión que se hizo en Mar del Plata contra el Alca que nunca se ha proyectado y que estoy tratando de que pueda verse.

–Ya se ha referido a la fotografía en la actualidad. ¿Cómo ve el arte contemporáneo?

–Especialmente en las artes visuales, es un momento de gran confusión. Lo grave que está ocurriendo es producto de la deformación que produce el peor capitalismo, que es el que estamos viviendo: el peor momento del capitalismo, con este liberalismo que utiliza la confusión como un arma y establece falsos valores. Meter a un tiburón dentro de una pecera con un líquido que lo preserve y decir que eso es una obra de arte es bastante ajeno a los valores humanísticos que tuvimos hasta mediados del siglo XX, y también a la realidad. Jorge Romero Brest decía que si la cultura no servía para mejorar la calidad de vida de la gente tenía poco sentido. Una frase que complementa a esta es que hay que estetizar la vida de la gente, rodear de belleza la vida. Ese es un sentido social, profundo, y que es un poco la batalla cultural que no estamos ganando en este momento.

–¿Podría ser un significado de la palabra “política”?

–Sí, creo que es exactamente así. La política busca hacer que la vida de la gente esté rodeada de belleza. Ya se sabe que hay cosas primordiales, como alimentarse lo necesario para desarrollarse, pero ese desarrollo hay que rodearlo de elementos que tienen que ver con lo propio, con la belleza y con la cultura de valores. Un error es que nuestro país ha estado gran cantidad de tiempo con la mirada en la cultura europea y estadounidense en lugar de afirmar los valores propios, la identidad nacional.

–Hace poco en una entrevista dijo que se siente como aquel chico de 17 años…

–De la cabeza, sí. Pero del cuerpo no puedo afirmarlo. Cuando levantás el capot te das cuenta de que no tanto. Sí, he tenido mucho pasado y tengo mucho presente.

Imagen de portada:  Juan “Pupeto” Mastropasqua

FUENTE RESPONSABLE: Caras y Caretas. Por Theo Helman. 25 de julio 2022

Sociedad y Cultura/Fotografía/Cultura

 

 

 

 

 

La historia del artista que pinta al Maradona más realista: «Mis obras llegaron al mundo gracias a la mano de Dios» .

Entrevista a Maximiliano Bagnasco

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Maximiliano Bagnasco pinta impresionantes murales y cuadros de el «Diez» que parecen fotografías. «Tengo cien vidas de Diego para pintar», aseguró y contó en qué se inspira para representar al ídolo argentino.

Maximiliano Bagnasco está parado en la esquina de Segurola y Habana. En la mano tiene un dibujo de Diego Maradona con sus hijas Dalma y Giannina. Espera con ilusión poder conocer al “Diez” y darle su arte en persona, como lo soñó. Pero no ocurrió, en cambio justo apareció la mayor de las hijas y se lo dio. Años después, la muerte de Diego lo paró en seco. Como todos, pensaba que “iba a estar para siempre”. Lo dibujó, lo pintó y lo mostró. Hoy su arte recorre el mundo, él dice que fue “la mano de Dios”.

A un año del fallecimiento del “Pelusa”, el artista asegura que su arte lo hace “parte” de lo que “Maradona es hoy”. Sus pinturas y murales, hechas con aerosoles de un realismo exquisito, muestran a un Diego futbolista pero también por fuera del deporte: con un tapado de piel y una copa de champagne en la mano; con el ceño fruncido y teñido de un rubio oxigenado; en sus primeros años, con los pelos desordenados y la mirada llena de futuro.

Grupo Octubre · Maximiliano Bagnasco

En una entrevista con AM750, Bagnasco, de 39 años y recién llegado de un viaje a Rusia donde coloreó las calles de un pueblo con murales iluminados de Ivan Pavlov y León Tolstoi, contó qué lo inspira a recrear la imagen viva de Diego Maradona y por qué sabe que tiene “cien vidas” del “Diez” para pintar.

Venís de un viaje a Rusia, ¿qué fuiste a hacer allá?

Fui a un festival de streetart en Solnechnodol’sk, un pueblo de Rusia. Fuimos artistas de todo el mundo y pintamos los edificios del lugar. Es un pueblito donde no hay muchas luces y de noche está todo oscuro. Pero ahora los murales están iluminados y quedó lindísimo. Una experiencia única del mundo. Me puse a investigar los personajes de allá, para poder pintar alguien de la cultura de ese lugar y pinté a Ivan Pavlov y León Tolstoi. Fue acertado. Siempre que pintamos algún mural, los artistas pasamos a formar parte, porque lo transformamos.

Imagino que pasará algo parecido con los murales de Maradona

Lo que pasó con Diego es que siempre quise hacer un trabajo y tratar de llegar a Diego y tratar de conocerlo. Soñé literalmente que lo conocía, pero nunca pasó. Cuando yo vi la noticia de su muerte, la verdad me chocó porque se caía ese sueño que yo tenía que conocer a Diego. Porque todos en realidad pensábamos que Diego iba a estar siempre porque Diego es Argentina. El día que me enteré de la noticia lo pinté y lo compartí. Tuve repercusión y al otro día me llamaron de un programa que querían que pinte un cuadro y eso tuvo más alcance. Y después me pidieron en santuario, en Argentinos Juniors. Y bueno, ahí empezó a conocerse mi arte en el mundo y después la gente ya quería en sus casas. Su propio santuario. Pinté una pileta, después una calle entera con imágenes de Diego. Yo digo que dedico mi vida al arte pero el arte me da todo lo que tengo en esta vida. Bueno, en este caso el arte me está haciendo parte de lo que es Diego hoy en día.

Tus obras se conocen como las “más realistas” de Maradona

Hoy la gente me toma como el que pinta a Diego oficialmente. Para mí es una felicidad porque no me hubiese gustado pintar a nadie más tanto como al Diez. Creo que no hubiese llegado a otros países. Justo mis pinturas se encontraron en un momento en el que se podían destacar. Yo digo que mi arte llegó al mundo de la mano de Dios.

¿Cuál es ese “Diego de hoy en día”, a casi un año de su fallecimiento?

Es el de siempre. Yo creo que siempre es genuino. el que tuvo una vida que nadie va a tener y entonces por eso pueden pasar mil cosas y Diego está siempre presente en la gente. Cuando fui a Rusia llevé una camiseta de Argentina y cuando la vieron recordaron a Diego. Es de esas personas que nos representan en el mundo.

Pintás al Diego futbolista y también en otras situaciones…

Sí, las imágenes más comunes son de el Diez victorioso, con la pelota, joven. Pero también está el Diego fuera de la cancha. Lo he pintado rubio, un poquito más gordito. Hay algunas pinturas que he hecho que capaz la gente no lo quería ver así, pero yo digo: “Diego fue este”. Y a mí me atrapa pintarlo de diferentes maneras y en todas sus formas. Para mí también artísticamente me da un material increíble porque nunca me voy a aburrir. Tengo las cien vidas de Diego para pintar, cien looks, cien anécdotas, cantidad de imágenes, no sé, lindas o graciosas o bizarras o lo que sea. Yo digo que todavía me queda muchas imágenes de lo que quiero hacer.

¿Intentaste hacerle llegar alguna vez tus dibujos?

Una vez cuando era chico lo dibujé junto a sus hijas y fui a Segurola y Habana y lo llevé. Y bueno, bajó Dalma y se lo di a ella. Pero siempre dibujé a Diego y decía bueno, en algún momento quiero hacer que mi trabajo sea él. Por eso me chocó y cuando el falleció, ahí fue que me puse “también te dibujé el día que te fuiste”. Siempre tuve ese anhelo con él. Por eso fue que que ese día esa noticia me chocó, porque Diego para nosotros iba a estar siempre.

¿Creés que desde su muerte creció su mito? ¿Tus pinturas aportan a la leyenda?

Yo pude haber pintado algún mural que llame la atención, pero se hicieron santuarios y murales en todo el mundo. No es mi trabajo o nuestro trabajo, es lo que generó Diego.

¿Tenés algún otro proyecto con Maradona?

De cada cinco trabajos, tres me piden sobre Maradona. Ahora por ejemplo, que ya se puede viajar quiero hacer un Diego en alguna parte del mundo, así que estén atentos.

Imagen de portada: Gentileza de Página 12

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Por Eugenia Muzo. Noviembre 2021

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