«Lo único que podría decir es que me gustaría ver una negociación entre las dos partes”, dijo el diplomático sobre la soberanía de las islas.
«Boris Johnson, el otro día, parecía no tener interés en continuar las negociaciones cuando habló con el Presidente Fernández». Con esa fuerte declaración, el embajador norteamericano en Argentina, Marc Stanley, expresó su posición sobre la soberanía nacional en las Islas Malvinas. Lo hizo en una exposición en el Senado de la Nación, en la que agregó que le encantaría -dijo, a título personal y no como portavoz del país norteamericano- «ver una negociación entre las dos partes».
Stanley también declaró que «odia la disputa de Malvinas» entre Argentina e Inglaterra por «varias razones». «No podemos venderles armas a la Argentina que contengan partes británicas. Además, el conflicto impide que haya más inversiones inglesas en la Argentina», completó.
«Desesperadamente queremos una fuerte relación con Argentina»
En su exposición en el Salón Azul del Congreso, solicitada por el propio Stanley, el embajador aseguró su país pretende «desesperadamente» una «fuerte relación» y una «asociación» con la Argentina. «Hay mucho en lo que podemos trabajar. De hecho, tenemos compañías de los Estados Unidos esperando en la puerta para ingresar a su país», agregó.
En cuanto a la renegociación de la millonaria deuda que la gestión de Mauricio Macri adquirió con el Fondo Monetario, el diplomático mencionó que el acuerdo fue «impresionante» y enfatizó que veía «una oportunidad que se da una vez por generación para la Argentina». «Ahora tienen desafíos económicos. Y es una gran ola. El mundo necesita combustible y comida. Y ustedes tienen todo eso», completó, en referencia a las crisis energéticas y alimenticia que atraviesa el mundo tras el conflicto bélico en Europa.
Del encuentro en el Salón Azul participaron el presidente de la Comisión, el oficialista puntano Adolfo Rodríguez Saá, y los integrantes del Frente de Todos Silvia Sapag, de Neuquén; Gerardo Montenegro, de Santiago del Estero; Guillermo Andrada, de Catamarca; Pablo Yedlin, de Tucumán; Inés Pilatti Vergara, de Chaco, y Silvina Larraburu, de Río Negro, y su aliada, la riojana Clara Vega.
Por Juntos por el Cambio, en tanto, estuvieron presentes el misionero Humberto Schiavoni, la neuquina Lucila Crexell, el chaqueño Víctor Zimmermann y la mendocina Mariana Juri.
Imagen de portada: Islas Malvinas
FUENTE RESPONSABLE: Página 12. 6 de julio 2022.
Argentina/Reino Unido/Islas Malvinas/Soberania/Boris Johnson/Marc Stanley
El 16 y 17 de agosto de 1989 “se reunieron a solas” en New York el embajador inglés Crispín Tickell y Lucio García del Solar, para retomar las conversaciones sobre los Acuerdos de Madrid que había iniciado Caputo. Nuestro representante era un acreditado diplomático argentino que tuvo una destacada participación al momento de dictarse la Res. 2065 de las Naciones Unidas, uno de los instrumentos en los que basa su eterno reclamo a invitar a dialogar al Reino Unido la Cancillería Argentina.
El exembajador Horacio Solari, uno de los principales gestores del trabajo sobre la reivindicación de la Plataforma Continental extendida, al respecto de estas reuniones a solas, decía: “La confidencialidad y ritualidad excesivas facilitan, frecuentemente, prácticas reñidas con el bien común o el interés general” (“Malvinas. La cuestión pendiente de los territorios marítimos y sus efectos patrimoniales”, BA, 29/1/2004).
Pero, la reunión no fue “técnicamente a solas”, ya que el diálogo estaba siendo grabado por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) argentina (Oscar Raúl Cardozo, Clarín, pág. 3:4, 17/8/89 y pág. 10, 29/3/92) y seguramente la británica. El exembajador retirado de origen radical García del Solar, convocado por Menem al efecto, ese día cometió uno de los más grandes errores de la diplomacia argentina al no tener en cuenta “la pesca” en las negociaciones; luego, Cavallo llevó a las primeras negociaciones como experto (¿?) en pesca a su amigo Aldo Dadone. Este error se volvió a cometer al ratificar la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en 1995, aunque se trató de salvar con el artículo 2º inc. c de la Ley 24.543, que como sabemos tiene un valor relativo. Este error, se reitera sin solución de continuidad desde hace 40 años y, en nuestros días, el Secretario de Malvinas Guillermo Carmona y el Subsecretario de Pesca Carlos Liberman, persisten en él.
El Embajador inglés le dijo en aquel día de 1989 al argentino: «le pedimos que la Argentina reconozca que, en el presente, existe en la práctica una FICZ (NdA: una zona de conservación o exclusión para los argentinos de pescar dentro de las 150 millas marinas alrededor de Malvinas). No le pedimos al gobierno argentino diga nada en público. Simplemente le pedimos que deje que sigan las cosas». A lo que García del Solar respondió: «El levantamiento de la zona de protección militar es esencial. La Argentina no está pidiendo el levantamiento de la FICZ; la zona de protección militar es anacrónica».
El Canciller Domingo Cavallo vendió en Buenos Aires la reunión como extremadamente positiva y, al respecto, diría: «Nadie puede venir otro día y decir que esta reunión representó alguna clase de concesión», pero la desgravación de la SIDE puso de manifiesto, que si la hubo.
El planteo de mínima del habilidoso Tickell fue ganador y, se terminó llevando todo. Era absolutamente improbable que la Argentina aceptara la ocupación de un amplio territorio marítimo de “Conservación y Administración de Pesquerías” (FICZ), que era la posición de “máxima”; pero García del Solar, ansioso, que creía que «la reanudación de las relaciones diplomáticas no debería demorarse mucho más allá del primer encuentro» le sirvió en bandeja la de “máxima” cuando manifestó que la Argentina no solicitaría el levantamiento de la FICZ, pero que tampoco “se aceptaría la existencia de esa zona”: el que calla otorga, el Reino Unido siguió pescando e impidiendo la pesca argentina en el área. Leído el informe de la SIDE, García del Solar “tomó nota” y, jugó como si en el “truco” tuviese un par de cuatros y de pie (eran las pocas cartas que tenía) y, no disimuló lo suficiente y, el británico Tickell rápidamente se dio cuenta de ello.
Nos preguntamos ¿qué hubiera pasado, si los Generales San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas, Arenales, O’Higgins y tantos otros, se hubieran limitado a “tomar nota” frente al avance de los realistas? Nosotros ya en esos años nos opusimos a ese ruinoso acuerdo y tuvimos fuertes enfrentamientos con Cavallo, que jugaba de campeón en la clase política argentina (Véase Carta Abierta publicada en el Diario La Capital de Mar del Plata, 20/2/1991 y César Lerena: “Malvinas. Biografía de la Entrega. Pesca la moneda de cambio”, pág. 278:279, 2009).
Para confirmar el grave error de Lucio García del Solar, continuado, agravado y ampliado en la actualidad por los citados Carmona y Liberman y, por supuesto por la Cancillería -que incluso tiene un delegado en el Consejo Federal Pesquero- bastaría tener en cuenta la afirmación del propio británico responsable del área pesquera de los isleños en Malvinas: «Sin la pesca no hubiéramos sobrevivido en Malvinas” (John Barton, Penguin News, 2012).
Pero hoy, es posible mostrar un escenario peor. Recordemos.En 1982 teníamos ocupados 11.410 km2 y tres millas marinas alrededor de Malvinas, hoy tenemos explotados, ocupados o en disputa con el Reino Unido 5.497.178 Km2; a saber: 1.639.900 km2 del territorio marítimo e insular argentino; 1.430.367 km2 de plataforma continental extendida y 2.426.911 km2 de la Antártida y su mar.
En el Atlántico Sur potencias extranjeras se llevan o descartan 1.405.000 toneladas anuales, de las cuales 325.000 toneladas se extraen del área de Malvinas con buques españoles o de esta nacionalidad asociados con británicos y buques coreanos, taiwaneses y de otras nacionalidades.Ello significa en un cálculo optimista (al valor FOB) que la Argentina ha perdido en estos 40 años la suma de 151.200 millones de dólares, de los cuales 35.000 millones de dólares se han extraído de Malvinas. Esto último sólo significó la pérdida laboral para la Argentina de 10 mil empleos y que 3 millones de niños y adolescentes no recibieran una ración diaria de proteína de la mejor calidad todos los días durante todo el año todos los años hasta hoy. Mientras el PB de los isleños ronda en los 97.893 U$S/per cápita/año, el de Argentina 8.579 U$S (2020) y, el de La Quiaca, que está a la misma distancia de Buenos Aires que las Malvinas, no supera los 2.500 U$S (2020).
500 buques extranjeros chinos, españoles, coreanos, taiwaneses, etc. invaden el Atlántico Sur y se apropian de los recursos migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Argentina, ante la más absoluta pasividad diplomática y de la autoridad de aplicación argentina. No es solo una cuestión biológica que depreda el ecosistema que debe ser tratado en forma integral y en conjunto (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar), sino de soberanía política, económica, alimentaria, ambiental y social que se está violando, ante la pasividad de los funcionarios.
España “la llamada madre patria” que reconoce los derechos soberanos en Malvinas, es el principal socio de los británicos en Malvinas; el que canaliza el comercio en la Unión Europea para que los productos de este origen no paguen aranceles de importación, mientras que a las empresas argentinas se les aplica barreras para arancelarias de los productos con valor agregado.
Mientras esto ocurre, nos anoticiamos del otorgamiento de licencias otorgadas para la pesca de merluza negra (24.000 U$S/tonelada, FOB, 2028) por el Reino Unido en el área meridional del Atlántico Sur argentino y en el área Antártida, para contraponerse a una supuesta pesca rusa, en una actitud reiterada de los británicos de violar los espacios marítimos argentinos y los espacios sujetos a la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CRVMA) y las normas de la Comisión para la Conservación de esos recursos (CCAMLR), que genera una gran tensión internacional en la región y la propia intervención de Estados Unidos en el tema (Perfil, 23/6/2002).
La falta de atención de la Cancillería Argentina a la “Zona de Cooperación y Paz” acordada por todos los países de África occidental y América oriental del Atlántico Sur, es tal, que Togo y Gabón, ambas ex colonias francesas acaban de ingresar al Commonwealth (SAEEG, 25/6/20229).
Se agrega a ello nuestra relación en el MERCOSUR. Los periódicos aterrizajes en Brasil haciendo escala en vuelo desde y hacia Malvinas de aviones de la fuerza área británica; al igual que en Chile y Uruguay y, el sostenido apoyo que le da el puerto de Montevideo a los buques procedentes de alta mar y Malvinas donde realizan PESCA ILEGAL, facilitando su armado, logística, transbordos, cambios de tripulación, comercio de mercaderías, etc. ante la pasividad de los funcionarios, que se limitan a reclamar. ¿Se tratará, que la empresa concesionada MONTECON es de capitales chilenos y canadienses? o de que la Secretaría de Malvinas no ha buscado los acuerdos necesarios con la República hermana de Uruguay para terminar con el incumplimiento de los “apoyos teóricos” que este y otros países de Suramérica declaran.
Desde 1998 cuando se dictó la Ley Federal de Pesca Nº 24.922 y a partir de la actualización de las sanciones a la PESCA ILEGAL de la Ley 26.386 (2008) y la Ley 27.564 (a pocos días de cumplirse dos años) NUNCA SE APLICÓ UNA SANCIÓN A LOS BUQUES PESQUEROS EXTRANJEROS QUE PESCAN EN MALVINAS SIN HABILITACIÓN ARGENTINA.
Y, por supuesto que se podría hacerse mucho más que pasarse dando la Secretaría de Malvinas “Conferencias, Reclamos, Agradecimientos y Declamaciones” (CRAD), y la desatención de la Subsecretaría de Pesca en estos temas.
Por ejemplo, derogar los Acuerdos de Madrid, el Pacto de Foradori-Duncan y llevar varias acciones adelante referidas a la emergencia pesquera y a la protección de los recursos naturales en Malvinas. La Argentina no puede convalidar estos Acuerdos, que estarían demostrando un aparente diálogo entre las partes.
Elaborar una estrategia, que se supone debería estar en manos del Consejo Nacional de Malvinas que coordina Carmona, que no ha hecho otra cosa, que proponer vuelos humanitarios (rechazados por el Reino Unido); propiciar al autoconvocado Marcelo Kohen a la Corte Internacional de Justicia, precisamente a quién propuso en 2018 un referéndum a los británicos para determinar su nacionalidad (etc.) y poner recientemente en ridículo, al Presidente Fernández, ante la pretensión de condicionar al primer ministro inglés, en una situación de extrema debilidad y sin una demostración cierta de la posición dice sostener, mientras mantiene vigente la Ley 24.184 de “Protección y Promoción de la inversiones británicas en Argentina”. Para llegar a esto, la Secretaría de Malvinas, debió hacer muchos deberes previos.
Combatir la PESCA ILEGAL en Malvinas (que le asegura la sustentabilidad económica) y, para ello, entre otras medidas, cumplir con el Artículo 47º de la Ley 24.922 que establece: «La carga de productos pesqueros que se halle a bordo de un buque pesquero de pabellón extranjero que se encuentre en los espacios marítimos bajo jurisdicción argentina o en aguas en las que la República Argentina tenga derechos de soberanía sobre los recursos vivos marinos, sin contar con permiso o autorización expresa expedido por la Autoridad de Aplicación, se presume que han sido capturadas en dichos espacios», que los podría dejar incurso a ambos funcionarios en incumplimiento de sus deberes, al igual que al no sancionar a los buques que pescan en Malvinas.
Iniciar las políticas diplomáticas a nivel de Latinoamérica respecto a la protección de los recursos pesqueros migratorios originarios de la ZEE de los Estados ribereños, que son motivo de depredación del ecosistema y competencia desleal en el mercado internacional a la par de permitirle al Reino Unido consolidarse en Malvinas.
También, unificar una política en el Atlántico Sur mercante, portuaria, naval, de investigación y desarrollo y propiciar e incentivar la pesca en alta mar por parte de buques nacionales e impedir el acceso de calamar a Malvinas y, por supuesto, coordinar con el Ministerio de Defensa la dotación de una fuerza disuasiva y de control en el área austral argentina. Y otra decena de importantes acciones que por razones de espacio omito, pero sobre las que me he referido en decena de artículos anteriores.
Reitero: cuando se trata de cuestiones que afectan la soberanía nacional y el bienestar del conjunto de los argentinos, no interesan las cuestiones partidarias o sectoriales: “a los amigos se los acompaña hasta el cementerio, no se entierra uno con ellos”. En frente, están las grandes potencias que vienen por nuestras proteínas y nuestros espacios marinos e insulares desatendidos.
Imagen de portada: Vista aerea (Fuerza Aérea Argentina)
FUENTE RESPONSABLE: Escenario Mundial. Argentina. Por Cesar Lorena. 2 de julio 2022.
La historia de David Jewett sorprende a propios y extraños. Cómo fue que un marino estadounidense llegó a combatir contra los ingleses por las Islas Malvinas e incluso pudo izar, por primera vez, una bandera argentina en dichas tierras. El Destape hace un repaso de un hecho histórico para el país.
David Jewett, el marino estadounidense que izó por primera vez la bandera argentina en las Islas Malvinas.
La historia argentina tiene capítulos sumamente asombrosos que, sin lugar a dudas, son dignos de inspiración para directores de películas, series y documentales. Este 6 de noviembre se cumplen exactamente 201 años del día en que un estadounidense izó, por primera vez, la bandera argentina en las Islas Malvinas. Se trata de David Jewett, quien también luchó y le hizo frente a las tropas de Inglaterra en el territorio que, al día de hoy, sigue siendo reclamado por las autoridades argentinas.
Corría el año 1819. La declaración de la Independencia (1816) había sucedido hacía muy poco tiempo. Y las Provincias Unidas del Río de la Plata buscaban la forma de afianzarse como nación a nivel territorial. Por lo tanto, defender las extensas tierras de los enemigos significaba un gran desafío. Frente a dicho escenario, el Gobierno tomó la decisión de acudir a los corsarios (bucaneros autorizados por el gobierno a atacar barcos enemigos) con el objetivo de defender sus tierras.
La historia argentina tiene capítulos sumamente asombrosos que, sin lugar a dudas, son dignos de inspiración para directores de películas, series y documentales. Este 6 de noviembre se cumplen exactamente 201 años del día en que un estadounidense izó, por primera vez, la bandera argentina en las Islas Malvinas. Se trata de David Jewett, quien también luchó y le hizo frente a las tropas de Inglaterra en el territorio que, al día de hoy, sigue siendo reclamado por las autoridades argentinas.
Corría el año 1819. La declaración de la Independencia (1816) había sucedido hacía muy poco tiempo. Y las Provincias Unidas del Río de la Plata buscaban la forma de afianzarse como nación a nivel territorial. Por lo tanto, defender las extensas tierras de los enemigos significaba un gran desafío. Frente a dicho escenario, el Gobierno tomó la decisión de acudir a los corsarios (bucaneros autorizados por el gobierno a atacar barcos enemigos) con el objetivo de defender sus tierras.
En agosto del mencionado año, Patricio Lynch consiguió una patente para realizar una expedición hacia las Islas Malvinas. Lo hizo por medio de su fragata “Heroína”, donde brillaba la figura de su comandante David Jewett, un marino estadounidense que había adquirido el título de Teniente Coronel. Tras varios preparativos, en enero de 1820, el barco zarpó desde Buenos Aires con el objetivo de tomar posesión de las inmensas islas en nombre del Gobierno Nacional.
El 6 de noviembre de 1820, David Jewett izó la bandera argentina en las Islas Malvinas.
De todas formas, el viaje fue muy complejo y tuvo serios obstáculos. Por ejemplo, Jewett sufrió la pérdida de varios miembros de la tripulación, integrada por veteranos, voluntarios y ex presidiarios. De acuerdo a los reportes, murieron como consecuencia del mal estado del agua. Incluso, falleció Juan Adams, sargento mayor que estaba como segundo al mando de la expedición. Recién el 27 de octubre de aquel año, y tras casi diez meses de viaje, aquellos que lograron sobrevivir llegaron a las Malvinas.
En su tan esperado arribo a las Islas Malvinas, precisamente en la Bahía de la Anunciación (a casi 10 km de Puerto Soledad), Jewett se encontró con alrededor de 50 cazadores británicos y estadounidenses que capturaban grandes cantidades de focas, ballenas, lobos marinos y otros animales marítimos. Tras semejante escenario, en el que advirtió que no había una población estable en las tierras y que era un lugar de paso para pescar, el comandante yankee escribió un contundente comunicado en el que se lo hizo llegar a cada uno de los capitanes de los buques.
El comunicado de David Jewett a los barcos que estaban en las Islas Malvinas en 1820
Fragata del Estado Heroína, en Puerto Soledad, Noviembre 2 de 1820.
Señor, tengo el honor de informarle que he llegado a este puerto comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Sud América para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por la Ley Natural. Al desempeñar esta misión deseo proceder con la mayor corrección y cortesía para con todas naciones amigas; uno de los objetos de mi cometido es evitar la destrucción de las fuentes de recursos necesarios para los buques de paso, que, en recalada forzosa, arriban a las islas, y hacer de modo que puedan aprovisionarse con los mínimos gastos y molestias, dado que los propósitos de Usted no están en pugna y en competencia con estas instituciones y en la creencia de que una entrevista personal resultará de provecho para ambos, invito a usted a visitarme a bordo de mi barco, donde me será grato brindarle acomodo mientras le plazca; he de agradecerle —a sí mismo— que tenga a bien, en lo que esté a su alcance, hacer extensiva mi invitación a cualquier otro súbdito británico que se hallare en estas inmediaciones; tengo el honor de suscribirme señor, su más atento y seguro servidor.
Jewett, Coronel de la Marina de las Provincias Unidas de Sudamérica y comandante de la Fragata Heroína.
El día que David Jewett izó la bandera argentina en las Islas Malvinas
El lunes 6 de noviembre de 1820, David Jewett llevó a cabo una ceremonia para izar la bandera argentina en las Islas Malvinas. Allí, y por medio de un mástil, la celeste y blanca flameó en lo más alto; mientras los tambores sonaban y un grupo de hombres marchaba a modo de desfile. Asimismo, y para darle un tono más épico a la celebración, el comandante yankee leyó unas palabras y la fragata «Heroína» lanzó 21 cañonazos.
Cuándo fue que los ingleses volvieron a invadir las Islas Malvinas
Lamentablemente, algunos años más tarde (1833), los ingleses llegaron con dos buques de guerra a las Islas Malvinas y se impusieron frente a la poca población que estaba presente en la zona. Casi 100 años después, en 1982, la dictadura militar argentina comandada por el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri decidió desembarcar en dicho territorio. Con muchos jóvenes a los que maltrataron, torturaron e incluso no los prepararon bien, la Argentina protagonizó una guerra de 2 meses y 12 días con Inglaterra. La misma dejó un saldo de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños muertos. Mientras tanto, y en la actualidad, el país no ha dejado de exigir su soberanía.
Las Islas Malvinas son argentinas.
Quién fue David Jewett
David Jewett nació el 17 de junio de 1772, en New London (Estados Unidos). Allí estudió leyes y más tarde se incorporó a la marina de guerra de Estados Unidos, donde fue el capitán de la nave Trumbull y también combatió contra Gran Bretaña, en 1812, como bucanero. Luego, se ofreció como corsario para defender los intereses de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Tras el visto bueno, en enero de 1820, realizó una expedición histórica en la que izó la bandera argentina en las Islas Malvinas. El 26 de julio de 1842, y a la edad de 70 años, murió en Río de Janeiro (Brasil).
Imagen de portada: Gentileza deEl Destape
FUENTE RESPONSABLE: El Destape. Por Santiago Marani / noviembre 2021
Los autores Federico Lorenz, Matías Moscardi y Pablo Bernasconi reflexionaron sobre la producción editorial para niños en Argentina y cómo sus libros abordan temas sobre el lenguaje filosófico, la ficción, y el desafío de «conectar con el asombro».
Lejos del paradigma que limita temáticas a las edades, cada vez más la producción editorial orientada a infancias confía en la apropiación libre de sus lectores y alienta la creación de libros que abordan temas complejos, que trabajan sobre la experiencia de lo real o la verdad, generan preguntas sin cerrar las respuestas y se apartan de los prejuicios, como las novedades de Federico Lorenz sobre Malvinas, Matías Moscardi sobre Deleuze y Pablo Bernasconi, que acerca ideas como motores para mover el mundo.
La infancia no siempre ha sido como la entendemos ahora, porque la forma de definir a niños, niñas y adolescentes está en perpetua transformación. Y así como la idea de tiempo se problematiza, también los libros: mientras en el siglo pasado la literatura infantil pregonaba su potencial didáctico, las relecturas críticas convergieron en obras sin tabúes, imaginativas, como espacios creativos y de libertad. El entrañable autor italiano Gianni Rodari destacaba «el valor de liberación que puede tener la palabra». Y aclaraba: «no para que todos sean artistas sino para que nadie sea esclavo».
El poeta y ensayista Matías Moscardi es el autor detrás de «¡El gran Deleuze! Para pequeñas máquinas infantes» (Beatriz Viterbo), un libro «donde el concepto filosófico hace alianza con el juego». No fue pensado para un lector determinado sino que crea su propio lector, que está convocado en el título: las máquinas infantiles. Una máquina infante no tiene edad ni sexo determinado: se define por sus conexiones, sus multiplicidades, sus rizomas, sus devenires», dice a Télam.
El autor trae a cuento la posición crítica de César Aira, para quien la literatura infantil está sobredeterminada por la industria editorial. Esto lleva a una separación tácita entre los dominios de la infancia y la vida adulta. Aira está ´en contra ́ de la literatura infantil porque, para él, ´no inventa a su lector, operación definitoria de la genuina literatura, sino que lo da por inventar y concluido, con rasgos determinados por la sospechosa raza de los psicopedagogos´ (…) Y concluye: ´la literatura está brotando siempre de su fuente primigenia, la infancia, y toda separación es nefasta´».
El poeta y ensayista Matías Moscardi es el autor detrás de «¡El gran Deleuze! Para pequeñas máquinas infantes».
Argentina es un gran semillero editorial de literatura infantil y juvenil con muchos sellos especializados en ficción, no ficción, ilustración. En los últimos años, cada vez más editoriales apuesta por desterrar el miedo y la pedagogía y producen textos sobre temas difíciles con un abordaje no necesariamente ficcional, que van desde la muerte, el tiempo o la nada, como indagan algunos libros de Iamiqué, editorial fundada en el año 2000 para mostrar que la ciencia no muerde.
¿Hay temas complejos? ¿Más difíciles que otros en los libros destinados a infancias y juventudes?«Claro que hay temas complejos, incluso muy complejos. Algunos son complejos de abordar y otros son complejos de explicar», asegura Carla Baredes, cofundadora de Iamiqué junto a Ileana Lotersztain. «En nuestro caso, seguramente por las mismas razones por las que elegimos ser científicas y divulgadoras, la complejidad suele operar como un desafío».
Su catálogo se compone de distintos autores porque en cada proyecto lo que prima es lo académico o la experiencia porque «no es lo mismo que escriba sobre pubertad alguien que trabaja con púberes que alguien que no lo hizo nunca. No es lo mismo que escriba sobre nada alguien que hace filosofía con niños que alguien que no», advierte Baredes. Cuando encuentran al ideal, le dicen lo siguiente: «Nuestros libros no sirven para preparar una clase ni para responder cuestionarios…para eso están los libros escolares o internet. Hacemos libros para que sean leídos con placer, por elección, en patas, tirados en un sillón».
«Hacemos libros para que sean leídos con placer, por elección, en patas, tirados en un sillón»
CARLA BAREDES
Federico Lorenz, docente, investigador y especialista en Malvinas y Atlántico Sur, acaba de publicar «Postales desde Malvinas» (Norma), un diario de viaje escrito desde la mirada de un niño escrito y en clave muy poética y curiosa sobre las islas, desde la geografía, su historia, sus disputas y sus habitantes. A diferencia de otros textos donde el autor ha trabajado esta temática, el desafío de este libro fue «resistir, a veces, al adulto que quería volver a su edad y su experiencia de vida mientras el viajero-niño escribía».
«No fue un desafío en cuanto a dificultades con el registro de escritura, sino más bien de autocontrol en el sentido de que es un tema que me apasiona, un lugar bellísimo, y a la vez atravesado por una cantidad de sensibilidades e historias, que, precisamente, no son las de los más chicos. El desafío fue volver a ubicarse en las formas del asombro que este tiene en la infancia; pensar qué cosas me llamaban la atención cuando visitaba un museo, un nuevo lugar, o escuchaba a un adulto», confía Lorenz.
Federico Lorenz, docente, investigador y especialista en Malvinas.
Foto: gentileza editorial Norma/Sebastian Freire.
Es que si de temas complejos se trata, Malvinas cabecea: «Tengo una mirada bastante escéptica sobre la forma en la que los adultos tramitamos muchas cosas, y si hay algo que me vuelve optimista es el contacto con los más chicos. Mostrarles Malvinas en todos sus dobleces es la manera de dejar abierta una puerta y no reducirse a transmitir mandatos. Quería que sintieran mi amor por un lugar, pero no que lo amaran vicariamente, y sin ningún tipo de dogma asociado; quería que conocieran una forma de acercarse al mundo, sin que sea la única, ni siquiera la mejor, sino la mía. Y eso es una forma de honrar el tema del libro, también, que son unas islas atravesadas por mil historias, la guerra sólo una de ellas aunque tan presente».
En su opinión, «los más chicos, con sus preguntas, con sus planteos, son el mejor antídoto contra los binarismos. Y creo que eso se logra si uno se expone, si el lector u oyente detecta honestidad intelectual, compromiso con lo que uno está contando. En ese sentido, para mí escribir nunca es un artificio, es una manera de vivir, de decir, ´este soy yo, aquí estoy´».
«Los más chicos, con sus preguntas, con sus planteos, son el mejor antídoto contra los binarismos»
FEDERICO LORENZ
El ilustrador y autor Pablo Bernasconi sacó este mes el libro álbum «Para mover el mundo» (Fondo de Cultura Económica), donde construye puentes entre conceptos complejos de traducir e imágenes, mientras a la par va siguiendo un acrónimo que le «sirve como guía a partir de una premisa de Arquímedes: ´Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo´. El cruce de sentidos es casi mecánico (como lo es la palanca) y eso se vuelve internamente muy potente», piensa.
Bernasconi cuenta que para este trabajo volvió a poner en práctica su «confianza sobre el vehículo metafórico como transmisor gentil de ideas. En este libro, que es prácticamente de imágenes, este punto está especialmente enfocado a situar en la imagen el peso semántico, y en la metáfora la percepción personal. Entonces, los niveles de comprensión se expanden y apoyan ante la arquitectura conceptual que supone un desafío así».
¿Cómo es volver dinámico un lenguaje que a priori se presenta difícil, como la filosofía? En el caso de Moscardi la pregunta engloba un prejuicio porque supone «la idea de que los conceptos que maneja la filosofía serían aprehensibles solo y exclusivamente en términos intelectuales. El prejuicio es que comprendemos la filosofía a través del intelecto. En el caso de Deleuze, el problema está planteado de un modo muy distinto porque él siempre se preocupó por mantener cierta dimensión práctica, vital, de la filosofía. Los conceptos deleuzianos piden a gritos ser experimentados. Son propositivos».
Pablo Bernasconi sacó este mes el libro álbum «Para mover el mundo».
En este punto, y como ocurre en el libro, «hasta la pregunta más tonta es una gran pregunta filosófica, porque si la tomamos en serio y la asumimos hasta sus últimas consecuencias, cualquier pregunta puede sacarle brillo a la filosofía en todo su esplendor. Diría incluso que la filosofía es eso: asumir cualquier pregunta hasta sus últimas consecuencias»
En el cruce de la literatura y la filosofía como hace Moscardi, en ese pacto que establece Lorenz con la mirada del niño sobre Malvinas o en el ejercicio visual y metafórico que ejecuta Bernasconi con conceptos abstractos para construir significados legibles ¿el acercamiento literario, visual, con la no ficción asume una complejidad mayor al trabajar con algo parecido a «la verdad»?
Para Lorenz, «Postales desde Malvinas» pone en suspenso la idea de verdad: no podemos amar lo que no conocemos, no podemos discutir sobre lo que no sabemos, y las formas de transmisión del tema han tenido muchísimo de eso. Darle densidad a un tema es trabajar para la verdad, en el sentido de que los lectores pueden construir su visión personal sobre un tema. Yo soy muy respetuoso de mis lectores, a los que siempre pienso como pienso a mis estudiantes, jamás subestimar la posibilidad de que ellos arribaran a conclusiones más acertadas que las mías».
«Entonces -continúa- la idea de ‘verdad’ es secundaria frente a la de experiencia, lo que pasa a ser verdadera es la apropiación de un tema, de una historia, o mejor, de muchas historias. No es un libro mandato, sino un libro invitación, eso es lo que siempre me propongo al escribir o enseñar: invitar a que todos se sientan capaces de construir su mirada sobre las cosas. Aquí lo verdadero es un profesor conmovido por su historia, atravesada indirectamente por la guerra, que lo llevó a descubrir que sabía poco y nada de un lugar sobre el que creemos saber todo. Desandar ese camino es algo que probablemente los más pequeños estén en mejores condiciones de hacer que nosotros».
Además de «Para mover el mundo», Bernasconi tiene otros libros de esos que se asumen difíciles en sus temáticas, como «Mentiras y moretones» donde trabaja con los golpes y los dolores y problemáticas recurrentes de la vida moderna como el inconformismo o la ansiedad. Para él, «cada libro que se plantea desde un lugar de no ficción tiene un complemento testimonial. Pero eso no significa que deba atenerse a la descripción detallada de una experiencia propia para volverlo materia literaria», aclara.
«Tanto en ‘Mentiras y Moretones’, en donde cada cuento está basado en situaciones que me tocaron vivir durante dos años bastante duros, como en ´Para mover el mundo´, donde la concepción radical de pensamientos y convicciones que tengo sobre cierto funcionamiento ideal de nuestra sociedad, el secreto está en expandir y potenciar éste sentido a través de la metáfora, de las analogías, de las paradojas, que nos permiten perspectivas mucho más tangenciales y a la vez directas y memorables», resume Bernasconi.
Imagen de portada: Gentileza de Agencia Télam
FUENTE RESPONSABLE. Agencia Télam por Milena Heinrich
Literatura Infantil/Cuentos/Islas Malvinas/Filosofía
Operativo Cóndor: Cuando una veintena de jóvenes izó la bandera argentina en Malvinas.
Un grupo de militantes de entre 17 y 31 años, liderado por Dardo Cabo, secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas que volaba hacia Río Gallegos y desvió su rumbo hacia Malvinas, donde aterrizó en un modesto hipódromo. Un reclamo de soberanía que trascendió al mundo en plena dictadura de Onganía.
Los integrantes del Operativo Cóndor. Mientras ellos llegaban a las islas, el dictador Onganía se reunía con el Príncipe Felipe, consorte de la reina británica.
Durante la mañana del 28 de septiembre de 1966, las nubes proyectaban sobre Puerto Stanley una morosa luminosidad. Entonces se escuchó un rugido que bien podía confundirse con un trueno. Al menos eso creyó el tesorero colonial, Leslie Charles Gleadell, a cargo del gobierno interino de las islas Malvinas. La impresión no tardó en sucumbir bajo la persistencia de ese eco, justo cuando sonaba el teléfono.
Desde el otro lado de la línea, alguien se atragantaba con las palabras; era el oficial del Special Army Service (SAS) que comandaba la base militar.
Sir Leslie intentó serenarse. Y para mitigar su propio nerviosismo, apuntó los ojos hacia la abúlica pradera que se extendía a través del ventanal. Fue en ese preciso instante cuando vio un enorme avión que se abría paso entre la bruma para aterrizar en la pista del hipódromo local.
Dentro de esa nave, el gobernador de Tierra del Fuego, contralmirante José Guzmán, permanecía con el rostro crispado y el cuerpo hecho un ovillo. Junto a él, una mujer rezaba.En tanto, arrodillado sobre su butaca, un hombre le sacaba fotografías a un muchacho abrazado al respaldo de un asiento para no perder el equilibrio. El tipo lucía anteojos con mucho aumento y una pistola Mauser.
El avión, un Douglas DC 4 de Aerolíneas Argentinas, carretea unos 600 metros por aquel campo embarrado. Segundos después, la escotilla se abrió. Y allí, exultante, estaba el de la Mauser y otro individuo que portaba una Beretta recortada. Tras ellos, otras 16 siluetas armadas –todas vestidas con el mismo modelo de anorak, a modo de uniforme – estallaron en júbilo, como si fueran estudiantes en viaje de egresados. No obstante, eran los protagonistas de una rocambolesca epopeya: el “Operativo Cóndor”.
El fotógrafo, desde la escalerilla, no dejaba de disparar su cámara. Era nada menos que el dueño del diario Crónica, Héctor Ricardo García.
El cazador de primicias
Héctor Ricardo García, el director de Crónica, que viajó para retratar el Operativo.
Una semana antes, García fue visto en la confitería El Ciervo, de Corrientes y Callao. Desde una mesa escrutaba con insistencia el reloj. Hasta que un joven muy delgado y con rulos tomó asiento junto a él.
Se trataba de Dardo Cabo. Con 25 años recién cumplidos, encabezaba el Movimiento Nueva Argentina (MNA), una modesta “orga” perteneciente a la segunda camada generacional de la resistencia peronista.
En junio de aquel año el general Juan Carlos Onganía había tomado el poder, y el escenario político se enrarecía a pasos agigantados.
De aquello hablaron ambos hasta que el mozo les sirvió una Coca Cola y un té. Recién entonces fue abordado el asunto que los llevó hasta ese lugar: la inminencia de la aventura del MNA en el Atlántico Sur; o sea, desembarcar en las Malvinas –un territorio vedado para los argentinos– “de prepo”.
Cabe destacar que, por entonces, varios grupos acariciaban tal proyecto. Tanto es así que otra agrupación, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNR-T) –una escisión hacia la izquierda de algunos militantes de la Tacuara original, encabezados por Luis Nell– hasta compró un barquito a tal efecto. Pero el MNA estaba por ganarles de mano.
Entre los puntos tratados en esa ocasión por Cabo y García resalta el envío de un fotógrafo de Crónica a la travesía.Sería injusto soslayar el interés casi obsesivo de García por tales islas, casi una asignatura pendiente.
Porque, en 1964, un amigote suyo, el aviador Miguel Fitzgerald, aterrizó a hurtadillas en las Malvinas, pudiendo plantar allí una bandera argentina y leer una proclama ante un pequeño grupo de kelpers. Pero, debido a las reducidas dimensiones de su Cessna 180, le fue imposible viajar acompañado por un reportero gráfico del diario. Y ahora, García estaba por cobrarse la revancha.
Dardo Cabo, el militante que sería acribillado en 1977 durante la sangrienta dictadura de Videla.
El relato histórico del episodio afirma que el proyecto tuvo tres fuentes de financiación; a saber: el pope metalúrgico de esos días, Augusto Timoteo Vandor; el empresario peronista César Cao Saravia y el mismísimo García, a cambio de la primicia periodística.
Pero, curiosamente, en sus memorias, «La culpa la tuve yo» (editadas por Planeta en 2012), niega la versión de su aporte monetario –quizás por algún tema legal–, dejando entrever que el MNA le cedió tal “exclusiva” únicamente por razones propagandísticas, y sin que a él le costará un centavo.
De lo que no hay ninguna controversia es sobre el final del diálogo que Cabo y él mantuvieron en El Ciervo antes de despedirse:
–¿Cómo se llama el fotógrafo que irá? –quiso saber el militante.
–Eso por ahora no te lo puedo decir.
–¿Cómo lo reconoceremos?
–Ya se van a dar cuenta por los bolsos con equipo fotográfico.
¡El avión está tomado!
En el atardecer del 27 de septiembre, Cabo trepó a un colectivo de la línea 41 que lo llevó hacia Munro. Luego fue a pie hasta un local de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Allí ya estaban Juan Carlos Rodríguez, Andrés Casillo, Pablo Tursi, Aljandro Giovenco –a quien, por sus gafas con mucho aumento, llamaban “El Chicato”–, y la única mujer del grupo, María Verrier. Era hija de un juez y novia de Dardo. Los otros “cóndores” fueron apareciendo de a poco. En ese lugar fueron ultimados los preparativos de la operación.
Eran los primeros minutos del miércoles cuando llegaron separados al Aeroparque Jorge Newbery. Allí, con disimulo, se mezclaron con el resto de los pasajeros. Entre ellos estaba García.Asombrado por su presencia, Dardo le sopló al oído:
–¿El fotógrafo no vino?
La respuesta fue antológica:
–Me acordé que yo era fotógrafo.
El vuelo de Aerolíneas partió en horario hacia Río Gallegos.Cerca de las 4, cuando la nave sobrevolaba la localidad santacruceña de San Julián, Cabo y Giovenco enfilaron hacia la cabina del piloto. Castillo fue por el operador de radio, mientras Rodríguez y Tursi abordaban a las azafatas con una frase inquietante:
–¡El avión está tomado!
Ellas creyeron que era una broma y convidaron dos generosas medidas de whisky a esos muchachos.
En aquel momento, para asombro de todos, el avión giró hacia el mar.Fue el primer acto de piratería aérea en la historia argentina.
El DC4, tras atravesar el océano casi a ciegas, aterrizó en Malvinas con una reserva de combustible para apenas dos minutos.Ante la atónita mirada de los efectivos militares de la isla –formado por mercenarios belgas de la guerra del Congo y una milicia civil comandada por el oficial de la SAS– los visitantes desplegaron siete banderas argentinas. Y después divulgaron un comunicado radial para ser emitido en el continente, además de rebautizar el lugar con el nombre de Puerto Rivero, en homenaje al gaucho que se rebeló contra los ingleses en el siglo XIX.
Aquel hecho no fue muy oportuno. Ese mismo día, el canciller Nicanor Costa Méndez abordaría el tema Malvinas ante la Asamblea de ONU. Pero lo peor fue que Onganía debía jugar al polo con el príncipe Felipe, consorte de la reina de Inglaterra, de visita oficial en el país. Paralelamente, distintos sectores se manifestaban en apoyo al Operativo Cóndor y Vandor amenazaba con un paro general.
Fogonazos del final
Con el paso de las horas, los acontecimientos se fueron tornando dramáticos.La nave fue rodeada por varias camionetas y cien isleños armados. García, con su cámara entre las manos, se les acercó para ametrallarlos a puro fogonazo de flash. Bajo la lluvia y el frío, encandilados por reflectores y con los nervios de punta debido a la música que los kelpers propalaban con potentes parlantes, los “cóndores” solicitaron a un cura holandés que oficiara misa en el avión.
Recién a la noche siguiente, después de hacer una formación frente a un mástil y entonar otra vez el himno, el grupo entregó las armas al comandante del avión, quien era la única autoridad que reconocían.Para ese entonces, la tripulación y los pasajeros permanecían alojados en casas de los isleños.
A García le confiscaron la cámara y todos los rollos. Pero se las ingenió para ordenar por radio el envío de un emisario a Río Gallegos con el propósito de comprar fotos sacadas por otros pasajeros, en caso de quedar detenido.
Eso sucedió. El director de Crónica fue arrestado por los ingleses, tras una delación del contraalmirante Guzmán.Sus captores lo sindicaron como “intérprete” del grupo. A la mañana siguiente lo llevaron al sitio donde estaba Cabo y sus muchachos.
El comando fue entregado a la tripulación del buque Bahía Buen Suceso. García fue excarcelado de inmediato. Unos 15 de “cóndores” recuperaron la libertad tres meses después. Rodríguez, Giovenco y Cabo estuvieron tres años presos. Este último se casó con María en la cárcel.
Dardo Cabo y el Operativo Cóndor
En la década del ’70, las vueltas ideológicas del destino encontraron a esos muchachos en bandos enfrentados. En 1974, Giovenco –ya en las filas de la ultraderechista Concentración Nacional Universitaria (CNU) – murió desangrado al explotar una bomba que llevaba en un portafolio.
Rodríguez y Tursi –convertidos en guardaespaldas de la UOM– cayeron acribillados en sendos tiroteos tras el golpe de 1976.
Andrés Castillo fue uno de los fundadores de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), sobrevivió a la ESMA y llegó a ser un dirigente de la Asociación Bancaria.
Dardo Cabo, ya convertido en un cuadro de Montoneros, fue asesinado por la dictadura, durante un traslado desde una cárcel de La Plata, en 1977.
En 2012, la presidenta Cristina Fernández durante un acto en Itatí, Corrientes, en el que depositó ante la Virgen una de las banderas que flameó en las Islas Malvinas en el «Operativo Cóndor». (Foto: Germán Pomar/Télam)
María Verrier, en 2015, le entregó las nueve banderas izadas en las islas a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante la inauguración en la ex ESMA del Museo Malvinas.En aquella ceremonia, Héctor Ricardo García fue uno de los presentes.Cuatro años después –el 29 de junio de 2019– una placa roja se clavó en la pantalla de Crónica TV para informar su fallecimiento.
Imagen de portada: Gentileza de Ricardo Ragendorfer