Entrar en la Gran Pirámide de Giza ya es posible gracias a un nuevo sistema virtual.

La Gran Pirámide de Giza es uno de los monumentos más famosos y visitados del mundo. Con una altura original de 146,7 (en la actualidad mide 138,8 metros) y formada por millones de bloques de piedra, la tumba del faraón Keops es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún se conserva.

Esta increíble construcción, que, junto con sus otras dos compañeras (las pirámides construidas por su hijo Kefrén y su nieto Micerino), se alza en la egipcia meseta de Giza, situada en las afueras de El Cairo, ha despertado el interés de viajeros, exploradores y arqueólogos desde hace siglos. 

Ya en el siglo IX, el califa al-Mamún, convencido de que dentro se escondían fabulosos tesoros, penetró en su interior, posiblemente excavando el hoy conocido como «túnel del ladrón». El califa y sus hombres llegaron hasta el pasaje ascendente y el pasaje descendente, así como hasta las cámaras superiores.

Ya en la actualidad, el interior de la Gran Pirámide ha sido minuciosamente estudiado, mediante robots y también con las técnicas más novedosas, como las de detección de muones. Aún así, el milenario edificio sigue guardando numerosos secretos.

UN MARAVILLOSO VIAJE AL PASADO

La Gran Pirámide es visitada cada año por miles de turistas que quieren conocer de primera mano parte del interior del monumento. Pero no todo el mundo puede viajar a Egipto o es capaz de adentrarse en un espacio sin duda claustrofóbico y complejo. Así, para que todo aquel que esté interesado en conocer más a fondo una de las construcciones más emblemáticas del mundo, la Universidad de Harvard junto con el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto han creado Proyecto Giza, una iniciativa mediante la cual, y con tan solo un ordenador o un teléfono móvil, es posible realizar un completo recorrido virtual en 3D y con imágenes esféricas 360º tanto dentro como fuera de la tumba de Keops.

La Gran Pirámide tal como se ve en el Proyecto Giza. Foto: Giza Projet.

El recorrido se inicia en el ya mencionado «túnel del ladrón», desde donde actualmente entran los turistas que visitan el lugar. Seguidamente se llega hasta el lado izquierdo del pasaje descendente (que se halla unos 27 metros bajo la base de la pirámide) y hasta la cámara subterránea. Este tramo está cerrado al público, pero con esta visita virtual es posible recorrerlo.

El fascinante viaje continúa a través del pasaje ascendente, que conduce hasta la Gran Galería, un colosal pasadizo de unos 47 metros de longitud y 8 metros de altura, que está considerado una maravilla de la ingeniería antigua. 

También se puede visitar la llamada Cámara de la Reina (situada prácticamente en el eje de la pirámide), que está excavada bajo la Cámara del Rey, una estancia revestida con bloques de granito, donde fue enterrado el faraón y donde también se puede acceder.

Durante el tour virtual, entre otros espacios en el interior de la Gran Pirámide, se pueden visitar la Cámara de la Reina y la Cámara del Rey.

Vista del pasaje ascendente de la Gran Pirámide tal como se muestra en Proyecto Giza.Foto: Giza Project

La Gran Galería de la pirámide de Keops. Proyecto Giza.Foto: Giza Project

Durante el recorrido diversos puntos permiten acceder a completos textos explicativos, como si de una visita guiada en vivo se tratase. ¿Y cómo se puede acceder? Pues es muy fácil, sencillamente solo se tiene que entrar en la página web del proyecto y ya se puede llevar a cabo la visita sin más dilación. No hace falta registrarse y es totalmente gratuito. Una excelente oportunidad para sentirse como un auténtico explorador desde el sofá de casa.

Imagen de portada: Panorámica de la Gran Pirámide de Keops en Giza. El famoso monumento puede visitarse virtualmente gracias a la iniciativa Proyecto Giza. Foto: iStock

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Carme Mayans. Redactora. 29 de noviembre de 2022.

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La historia de las palabras que dijo Napoleón cuando durmió en la pirámide de Keops.

VIO EL AYER Y CONOCIÓ EL MAÑANA

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En agosto de 1798, durante su campaña en Egipto y Siria, el corso quiso emular a otros grandes hombres durmiendo dentro del monumento funerario. Y nadie sabe lo que vio.

Hay una leyenda negra sobre la Gran Pirámide de Keops, que Heródoto se encargó de divulgar y ha llegado hasta nuestros días. El faraón, que ha pasado a la posteridad por ser artífice de una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo (y la única que sigue en pie), segundo rey de la dinastía IV del Antiguo Egipto, habría mandado construir ese enorme monumento mortuorio con la idea en mente de que su nombre no se olvidara nunca. 

¿El problema? Según las malas lenguas (y los escritos del historiador griego principalmente), Keops era un gobernante despiadado que habría obligado a su propia hija a prostituirse para sufragar los gastos de la construcción de la pirámide. 

Pero la hija del faraón, aunque aceptó, se habría salido con la suya. Al menos en parte. Según cuenta el propio Heródoto: «Cumplió la hija la orden, y aun ella por su cuenta quiso dejar un monumento, y pidió a cada uno de los que la visitaban que le regalara una sola piedra; y decían que con esas piedras se había construido la pirámide que está en medio de las tres». 

Sea como fuere, las pirámides han sido testigos mudos del devenir de la historia, y han fascinado a grandes hombres por ser la representación de un tiempo exótico y pasado. 

Y uno de ellos fue Napoleón Bonaparte. Miles de años después de que Keops, su hija y todos los demás protagonistas del mundo antiguo pasaran a la historia, el general francés llegó a Egipto, concretamente en el verano de 1798, con la idea de avanzar hacia Siria y liberar al país de los turcos. Pero también le dio tiempo a hacer una parada en el camino.

El corso era un gran fanático de la figura de Alejandro Magno, y, el conquistador, por su parte, habría llegado en el 332 a.C. al país que en aquellos momentos se encontraba bajo dominio persa. 

Las leyendas en torno a la figura del conquistador son frecuentes, y las de Egipto particularmente están plagadas de magia: cuentan que tras conquistar el país, hizo una peregrinación al templo de Amón (en el desierto de Siwa, al oeste), buscando con ello que los dioses le reconocieran como su propio hijo. 

El corso era un gran admirador de Alejandro Magno que, según decían, también había pasado una noche dentro de la Gran Pirámide como experiencia trascendental. 

Julio César también lo haría después Convenció entonces a todos de que el oráculo lo había declarado hijo de Amón y, por analogía, de Zeus. Podríamos decir que este tipo de curiosas visitas eran frecuentes para Alejandro Magno, que de igual manera al pasar por la ciudad de Troya honró la sagrada tumba de Aquiles, mientras que su amigo Hefestión hizo lo propio con la de Patroclo.

Así pues, es comprensible que Bonaparte, fiel seguidor de Alejandro y de otros grandes hombres como Julio César, quisiera emularlos en ese curioso viaje y realizar no solo una conquista, sino algo más trascendental. 

En agosto de ese mismo año 1798, durante su campaña por Egipto y Siria, regresó a El Cairo para pasar (supuestamente) la noche en el interior de la pirámide de Keops. Su séquito, junto con un religioso musulmán, le acompañaron a la Cámara del Rey, donde no era sencillo pasar. 

Todo el grupo tuvo que atravesar los estrechos pasadizos hasta llegar al corazón de la Gran Pirámide, y después dejaron al corso a solas con sus pensamientos, en aquel sagrado lugar, durante toda una noche. 

Napoleón salió al cabo de siete horas de la Gran Pirámide, con el rostro desencajado. Le preguntaron qué había visto: «Aunque os lo dijera no me creeríais» Y, según la leyenda, Napoleón salió al cabo de siete horas, cuando despuntaba el alba, completamente pálido. Cuando sus soldados le preguntaron qué había visto, negó con la cabeza y  reitero: «Aunque os lo dijera no me creeríais». Parafraseando a Tutankamón y su tumba, quizá vio el ayer y conoció el mañana.

Foto: Fuente: iStock.

Las últimas palabras del emperador, que moriría en la Isla de Santa Elena exiliado, serían «Francia, el ejército, Josefina». 

Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart y, desde entonces, millones de personas han visitado su tumba, a la que se llevó el secreto de lo que contempló esa noche de agosto en la que pretendiendo emular a los hombres más grandes de la historia, se quedó a solas encerrado en el misterio de la Gran Pirámide.

Imagen de portada: Gentileza de Alma, Corazón y Vida

FUENTE RESPONSABLE: Alma, Corazón y Vida. Por Ada Nuño. Noviembre 2021

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