La sombra de las hienas.

Es curioso cómo, en un mismo lugar y al mismo tiempo, puede observarse lo peor y lo mejor de la condición humana. Eso, a poco que nos fijemos, sucede en todas partes. Y si uno practica de vez en cuando el interesante ejercicio de dejar quieto el dedito y olvidar un rato la pantalla del teléfono móvil, alzando la vista para dirigir en torno una ojeada tranquila, la vida y la gente que la transita se muestran de nuevo reales, en carne y hueso. 

Dándole tal vez a quien observa lecciones que en este mundo absurdo en el que nos han metido como ratones en la ratonera —o nos metemos voluntarios, pues nadie te obliga a morder el queso— cada vez parecen quedar más lejos.

Me ocurrió el otro día. Estaba viendo con los hijos de unos amigos El rey león en el teatro Lope de Vega de Madrid, y en la fila de delante había una chica joven de edad extrañamente indefinida, entre los dieciséis y los veintipocos años. 

Había algo en ella que llamaba la atención. Llevaba gafas y media melena, y a la luz de las candilejas, o como se llame ahora lo que ilumina el escenario —confío en que se siga llamando así, porque candilejas es deliciosamente añejo—, yo podía ver su perfil, absorto en las aventuras del pequeño león protagonista. 

La chica estaba pendiente de las escenas de una manera ávida, con extrema atención, como si lo que allí ocurría no fuese un relato imaginado sino algo en lo que se sentía implicada. Como si ella misma estuviese ahí arriba.

Me fijé mejor. No soy experto en analizar conductas, pero me pareció la suya una inusual emotividad. Casi infantil, todo el rato. 

Términos como autismo, asperger o alguna clase de percepción del entorno diferente a la habitual me pasaron por la cabeza. No podría determinarlo, pues no llegué a ninguna conclusión final. Pero el comportamiento de aquella chica era singular. 

En las escenas más tenebrosas de la obra, cuando el malvado Scar hace de las suyas o cuando las sombras y siluetas de las hienas entenebrecen el escenario, ella se sobresaltaba y gemía «no, no, no» como si estuvieran a punto de arrancarle la vida. 

Sufría visiblemente, angustiada, y a veces se volvía hacia sus acompañantes —un hombre y una mujer de cabello gris, seguramente sus abuelos— como para refugiarse en ellos o rogarles que impidiesen la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos.

En otras ocasiones, sin embargo, en las escenas felices o cómicas protagonizadas por Rafiki, Timón y Pumba, la chica se relajaba, desenvuelta, satisfecha. 

Reía y miraba alrededor como si invitase a cuantos la rodeábamos a compartir la felicidad que sentía. Lo hacía en voz alta con una risa espontánea y unos suspiros prolongados de alivio que sonaban felices, entrañables. Una risa tan inocente y conmovedora que te esponjaba el corazón.

Lamentablemente, la mayor parte de quienes ocupaban las butacas contiguas lo sentían de otra manera. Menudeaban los «chist, chist», los «vale ya» y los «a ver si nos callamos de una vez». 

Individuos de ambos sexos que durante toda la función habían estado sacando el móvil para incomodarnos con el resplandor de la pantalla dirigían a la chica miradas airadas cada vez que ésta gemía o reía. Algunos eran desagradables, hostiles, incluso. 

Y no faltaban quienes dirigían sus reproches a los acompañantes de la chica, cual si los hicieran responsables por no taparle la boca. Pensé que debía de ser un mal trago para los abuelos, llevar con toda ilusión a su nieta al teatro y encontrarse con la incomprensión y el malhumor de unos idiotas.

Había una excepción notable, encantadora. 

En mi fila de butacas, a mi derecha, una joven atractiva y un muchacho alto y bien parecido, sentados juntos, sonreían amables cuando oían reír a la chica extraña, y dirigían miradas reprobadoras a los gruñones aguafiestas que se quejaban de ella. 

Y al acabar la función, cuando tras los aplausos se encendieron las luces de sala, y los protestones volvieron a sus teléfonos móviles y se fueron con sus niños a hacer puñetas, y la chica, tras aplaudir con viveza feliz miraba a sus abuelos con los ojos empañados de lágrimas, la joven que había estado sentada a mi lado, puesta en pie e inclinada sobre los respaldos de las butacas, se acercó a la chica, diciéndole: «Es una obra estupenda, ¿verdad?… También a mí me ha gustado mucho». 

Y la abuela, que al verla dirigirse a su nieta se había puesto en guardia, temiendo tal vez alguna impertinencia, se quedó sorprendida y quieta, mirándola fijamente. Y después, poniéndole una mano sobre el brazo, murmuró un «gracias» emocionado.

Salí de aquel teatro con una sonrisa que aún no se desvanece del todo. Al fin y al cabo, pensé, el mundo es tal como nosotros lo hacemos.

Imagen de portada: Arturo Pérez-Reverte.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. “El Bar de Zenda”. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 2 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Relato corto/No ficción/Patente de Corso.

Sangre y fuego

Parecía ser un gran galpón o deposito; el que aparentaba en su exterior estar muy deteriorado por el paso del tiempo, tal es así que algunos lugares de sus muros estaban cubiertos por un denso moho que tenia un olor insoportable. 

Le resulto raro ello: considerando que el edificio no estaba enclavado en una zona de lluvias, más por el contrario los niveles anuales eran minimos desde hace muchos años. Lo que lo rodeaba era un inmenso parque pleno de verde con distintos tipos de árboles. Le pareció ver a personas realizando distintos ejercicios, lo que no pudo comprender.

Realmente sus muros grisáceos y con leyendas algunas indescifrables, le proveían al lugar una imagen obscura que de macabra, parecía una invitación para ingresar al Averno.

Se detuvo un momento; pensando en la razón por la que estaba caminando hacia la puerta del edificio. 

Tuvo que hacer memoria; cuando recordo que su llegada allí se producía dos veces al año. 

Le extraño no recordar de la última vez de todo lo sucedido; solo fragmentos que le provocaban un cambio en su ritmo cardiaco, que se aceleraba y al mismo tiempo una sensación de satisfacción por encontrarse allí.

El botón de lo que fuera un timbre caía por la pared cercana al portón de ingreso. Golpeo una, dos, tres veces. Recién ahí escucho que alguien desde el interior le gritaba “¡Un momento!”.

Un hombre mayor de cabello entrecano abrió la puerta. Para su sorpresa en lugar de encontrarse con un intercambio de saludos; solo escucho “Era hora; lo estábamos esperando”. Y continuo ¿ Usted se había olvidado de que debía venir hoy?

Realmente lo sorprendió ese recibimiento y vagamente comenzó a recordar los sucesos de esa reunión, pero al hacerlo abrió grandes sus pupilas al comenzar a percibir una sensación de asco y oprobio contra si mismo. No podía ser cierto lo que recordaba, pretendía ser racional y decirse que aquello no había sucedido, pero le resultaba imposible.

Creía ser miembro de una secta, en la que se había iniciado un par de años atrás. Pero dudada; ni siquiera podía llamarla secta, como tampoco una logia masónica. 

Toda esta confusión mental que padecía, creyó que debería ser la consecuencia de cuando lo llevaron al Hospital Municipal directamente al quirófano donde un cirujano le realizo una cirugía cerebral. 

Reacciono subitamente y reconocio que era un grupo que se dedicaba a torturar y asesinar en forma selectiva no como parte de un ritual satánico, sino por placer y respondiendo a ordenes políticas. Le decían “El Campito” los vecinos de Campo de Mayo.

No bien entro; el hedor nauseabundo a sangre le repugno. Sin necesidad de buscarlas podía observar ratas de gran tamaño recorriendo todo el predio. Acompaño a quien lo había recibido hasta el fondo del galpón. 

Allí se encontraban un par de salas, un sótano con algunas celdas y lo que quizás había sido en algún momento, un horno de tratamientos térmicos de piezas metalúrgicas.

En las celdas; se encontraban recluidos en estado miserable entre 6 y 10 presos. La mayoría estaban en el piso y en un rincón, alejados de la reja. Algunos tenían laceraciones tanto en la cara como en el cuerpo, las que por falta de atención sanitaria supuraban por las infecciones a repetición.

“El viejo” así pensó que se llamaba le dijo que esperara unos cinco minutos, ya que llamaría a las tres personas asignadas para realizar la “limpieza”. Le ofreció algo de beber; lo que rechazo ante semejante escenario.

-Siéntese mientras tanto; espere aquí- le dijo antes de irse.

Un haz de luz surco su cerebro. Recordo que ese cirujano -no recordaba quien o quienes-, le había realizado una cirugía en la corteza prefrontal de la parte frontal de su cerebro. Un torbellino de imágenes giraron y giraron por su cabeza. 

Entre tanta locura; recordó que el era un estudiante universitario afiliado a un partido político y por error lo habían “chupado”, de su casa en horas de la madrugada. 

Luego del Hospital; se quedo sin su vida ya que se encontraba en un neuropsiquiátrico militar desde ese momento en “libertad vigilada”. De su familia nada sabia; como tampoco sabia quien era él.

Un grito interior ensordecedor lo despertó, al darse cuenta que era como un muñeco parlante y servil, que era utilizado para aniquilar a otros. Su cuerpo se puso rígido. Se acerco a una de las salas sin ser visto y observo unas armas que parecían automáticas. Tomo una y rápidamente volvio a su lugar, a sentarse.

Tal como le había dicho; al instante llego el hombre con sus tres acompañantes, todos de riguroso uniforme. Uno de ellos; lo miro y con una sonrisa cínica y sarcástica le dijo- ¡Seis meses de no verte; una eternidad!-

No entendía porque le decía eso; si no lo conocía.

Cuando lo invitaron a acompañarlos, se levanto dirigiendose con ellos hacia las celdas. ¡Era su súbito momento de lucidez! Tomo el arma y no dejo de disparar hasta vaciar el cargador. Cuatro cadáveres quedaron en el piso bajo un manto de sangre.

Sin perder el control, tomó las llaves de las celdas y libero a los prisioneros. Solo les pidio a cambio de que lo ayudaran a mover los cuerpos inertes hacia el horno de tratamiento térmico. Uno a uno ingresaron como si lo hicieran en una cremación. 

Sintió risas de emoción alrededor suyo, palmadas en su espalda de agradecimiento. 

Pero no tenia emociones, solo una abrumadora calma. No supo que decirles; solo dejó el candado abierto del portón de entrada y se fue.

Sabia de memoria el camino hasta el neuropsiquiátrico. Llego; le abrieron y como un autómata busco su lugar en el pabellón. 

Se acostó, se sentía muy cansado. Al rato; ya dormía junto a sus espasmos de cada noche.

Ya bien temprano; los gritos en la sala eran ensordecedores. Rodearon su cama. Fue el día en que los otros internos lo vieron por última vez.

Relato Corto/Dictadura argentina/1985 “Nunca más”.

Imagen de portada: Gentileza de Red Internacional.

*El Campito fue el principal campo de concentración utilizado por el ejército. También era conocido como «Los Tordos«. Funcionó en Campo de Mayo (San Miguel, Provincia de Buenos Aires), la más importantes guarnición militar de Argentina entre 1975 y 1982. Por allí pasaron unos 5000 detenidos. Solo 43 sobrevivieron.

Él y la famosa modelo

No ubicaba demasiado el lugar; eso sí era un sitio apartado en un camping en donde proliferaban carpas o tiendas ocupadas por aquellas personas que disfrutaban de sus vacaciones, bajo las sombras reparadoras que brindaba la añosa arboleda que circundaba el complejo.

Se vio en una Land Rover junto a su pareja y otra; esta última formada por una famosísima modelo argentina junto a su marido, un emprendedor exitoso.

Ella; alta, rubia rozando los cincuenta, no había dejado de mantener esa frescura y belleza que solo tienen los elegidos sin necesidad de las tan mentadas cirugías reparadoras, las que a veces tienen consecuencias contrarias a las previstas, desfigurando rostros de tal manera que los hace casi irreconocibles.

Pensó en lo hermosa que era. Mientras ello hacia, tanto el como Roberto el esposo de la blonda mujer, se dedicaron a buscar leña para algo tan tradicional en todo argentino, degustar un buen “asado a la parrilla” acompañado con un muy buen vino Borgoña.

Observo que los hijos de ambos matrimonios jugaban cerca y le extraño verlos tan niños. Pero no le dio importancia, para su interior pensó que necesidad había de que crecieran rápido, para enfrentarse a un mundo hostil y competitivo. Para ello, él y su mujer debían darle las herramientas necesarias para generarles los anticuerpos necesarios. Educación más educación; no dejando de ser humildes.

El almuerzo fue tan distendido como agradable; tertulia incluida y acompañado de las risas infantiles. 

No pudo evitar más de una vez mirar a Valeria y sorprenderla a ella en la misma actitud. Consideraba que le llevaba unos cuantos años -algo que al escribir esto, le resulta contradictorio con los niños que jugaban alrededor-.

El atardecer llegó y la leve fría brisa del mar, los obligo a hacer un fogón.

Alrededor de el, conversaron de todo con esa manera tan argenta de filosofar; Valeria dando a conocer algunos -reservados- detalles de su vida, cuando su fama internacional era reconocida por casas como Versace, Prada, Valentino, Max Mara, Alberta Ferreti, Erdem, Dior. Aún de vez en cuando la contrataban, porque al margen de su edad, su figura era bellísima.

Los primeros en meterse en sus bolsas de dormir fueron los niños, ya cansados de subir y bajar médanos, nadar y construir castillos de arena. 

Sólo habían dos carpas amplias; una para los niños. Otra; para los matrimonios. 

Estos se quedaron frente al fuego hasta cerca de la medianoche, donde un manto de cielo límpido y estrellado los cubria, mientras tomaban un café caliente que amenizaba la conversación. Tanto él como Valeria; volvieron a mirarse.

Llegó la hora de irse a dormir; y ambos matrimonios prepararon los lugares colocando entre ellos unas esterillas de bambu para preservar su intimidad.

Habían transcurrido un par de horas, cuando él se despertó sobresaltado. A su lado se encontraba Valeria mirándolo con sus enormes ojos azul cielo.

Se sorprendió -qué podía hacer para satisfacer a semejante mujer-, ya le había llegado la noticia de los disparates de Vargas Llosa con su última mujer y la ahora superfamosa “pichula”-

Pero fue solo un pensamiento fugaz. Creía que los años le habían dado la experiencia necesaria para satisfacer sexualmente a una mujer. Sus cuerpos desnudos se abrazaron. Se besaron hasta el fin del mundo. Y llegaron juntos a ese orgasmo tan deseado.

La cabeza de ella en su pecho, las caricias y esos pequeños mimos fueron el prologo exquisito de una experiencia quizás irrepetible.

Creyó escuchar un ladrido…luego otro y otro. Despertó. Era su compañera canina “Daisy”. Ahí se dio cuenta que como cada noche; tuvo un sueño lucido.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

Fila 1; butaca 1.

Pensaba que ya de la primera vez, había transcurrido aproximadamente un año. No consideraba que era el único afortunado en el mundo, ya que habiendo leído sobre la materia abundante información a la que tamizo una y otra vez, para que no quedará partícula alguna de “ninguna e ínfima basura implantada”, que pudiera provocarle ni la mínima duda como tampoco cambiar su juicio de valor.

Por lo tanto, se consideraba uno de los miles o millones de privilegiados que no necesitaba plataforma de streaming alguna, ni siquiera la aún tediosa compra on line de una entrada, para presenciar algún espectáculo que le llamara la atención. 

No; no era necesario. Solo debía esperar que se acercara la noche. Sabia plenamente que un estreno como siempre, lo estaría aguardando. 

Lo que no podía conocer o asegurarse previamente; era si la trama le resultaría agradable como para seguir con ella, pero tampoco esto lo inquietaba, por la sencilla razón que tenía el dominio sobre ella, en cuanto a su poder de elección de cambiar el argumento cuando y como quisiera.

Lo que no le era previsible era saber si el cambio le sería agradable o no, ya que si bien lo consideraba algo pequeño ello levemente le molestaba. Lo imprevisible, por lo general resulta antipático.

Por la razón de que quizás debía realizarlo mas de una vez, cambiando el escenario, el argumento o los protagonistas. O lo que le era más fastidioso, el todo en su conjunto.

Era como estar en vigilia aun durmiendo,  provocando que como cual director hablara o diera indicaciones. Ello le daba la sensación de la sequedad en su garganta, ya por hablar o transportarse a otro escenario. 

Sin embargo, todo le resultaba tan normal que citaba como solía llamarla a su “neurona alfa” como el instrumento que lo sacaba de ese sueño lucido, para abrirle la puerta a otro eso sí, sin la certeza alguna que el mismo podría agradarle o no. Eso era lo que le molestaba, no saber si la transportación sería exitosa. Pero no por ello desesperaba, ya que continuaba descansando sin dificultad.

Aún hoy, sus sueños no devienen en pesadillas ni siquiera en sentimientos de angustia. 

Cada trama lo lleva a lugares conocidos o no; a dialogar con personas a las que hace tiempo no ve o aún más, otras que se fueron de vacaciones para no volver.

Ser consciente de estar soñando y de tener el control de lo que sucede dentro del sueño, le ha permitido tomar notas para luego utilizarlas en los escritos que sube en su blog.

Eso sí; sabe que la mayor satisfacción que ha tenido en sus sueños, ha sido en aquellos casos en que se ve volando.

Relato corto.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

Solo una experiencia personal…

Como cada noche e infaliblemente mi mente no descansa. Hace días nos escribimos con alguien a quien considero virtual amigo con residencia en Barcelona; ciudad a la que antes de la llegada de la pandemia de Coronavirus, hacia de ella mi puesto de cabecera para realizar mis distintos itinerarios por Europa. He sido un privilegiado y Dios me ha dado más de lo que realmente como mortal, merecía.


Hablábamos de las secuelas que por lo bajo las personas comentan entre sí,cuando han sido contagiado por el virus del COVID y luego de sufrir distintas patologías han tenido la bendición de volver a su “vida normal” de cada día. Han sido realmente bendecidos.

Me preguntaran el porque de los tildes o comillas… Es que ya la vida que se vive -escribo solo de mi persona- ya ha dejado de ser lo normal como fuera en el pasado.


Si bien estuve aislado en el 2020 -el peor año, por ser el primero- en donde el mundo asistía a algo desconocido que dio lugar a una atroz competencia en cuando a cuantificar el número de contagiados y fallecidos por cada país, junto al colapso de la mayoría de los servicios de salud.


Han pasado casi dos años y un resfriado continuo mas que molesto me acompaña.

Le escribía a este amigo que ha tenido síntomas posteriores a su alta médica del COVID que nos tenemos que ocupar y alejarnos de las secuelas, ya que de lo contrario vamos a ser fagocitados por las mismas.


Hace aproximadamente seis meses cada noche sin excepción comencé a recordar sueños vividos bien guionados o argumentados, que si me despertara para escribirlos permitirían escribir un capitulo por día de una novela, narración o ensayo de terror, y lo que no puedo evitar.

Obviamente, consulté con profesionales de la salud -neurólogos- y estudios mediantes -RMN Cráneo y una Polisomnografía- aguardaba con cierta ansiedad la semana pasado su diagnóstico. Me sentí defraudado al recibir la información que neurológicamente solo se observaba una apnea de sueño.

Es decir, que los recuerdos de los sueños recurrentemente no poseen una base neurológica. La profesional me sugirió visitar a un neumólogo o psiquiatra ¿?


La ultima noche recuerdo haber soñado con uno de mis nietos; Nicolás de 6 años. Íbamos en mi auto, hasta un lugar que conozco y que es el cruce de una Avenida llamada General Paz que lleva un trafico intenso desde el norte al sur, alrededor de la Ciudad de Buenos Aires.

Bajamos en un parque. Me pidió que le alquilara un pequeño auto a batería, lo que hice. Al rato observe que estaba compitiendo con otro niño, hasta que desaparecieron de mi vista. Enloquecí, llamándolo a los gritos.

Cuando quise ir a buscar el auto, me encontré no con una de las calles que conozco del lugar, sino un acantilado por el que con esfuerzo tuve que escalar…En ese momento como es costumbre cuando me veo en una situación limite, mi propia voz me dijo ¡ Desperta, es solo un sueño!


Este breve relato solo tiene como objetivo, decirle a quien tuvo Covid que si observa un sintoma o comportamiento alejado de su vida pre covid, realice sin dudar la o las consultas médicas sin dudar un instante. Las disculpas por el tiempo que le ha demandado leer estas líneas. Saludos y un muy buen domingo.

Recuerdo a mi hermana…cada día

En septiembre de 2020, luego de 42 días de hospitalización falleció mi querida y adorable hermana Alicia. Ingresó al Sanatorio Italiano por un diagnóstico de una enfermedad terminal, pero con tratamientos específicos hubiera podido alcanzar una sobrevida según informaron los profesionales médicos entre 4 y 5 años. En plena pandemia y una sociedad absolutamente desconcertada, le hicieron durante su internación 4 hisopados con resultados negativos. Ya la visitaban los servicios de kinesiología y nutrición, ya que le darían el alta ambulatoria para continuar con el tratamiento. Pero súbitamente; los valores se dispararon y debieron trasladarla a terapia intensiva. Fue así, que le detectaron por saliva COVID19. Allí, donde solo podíamos esperar el parte de los médicos o comunicarnos por teléfono, sin poder verla ni siquiera unos minutos, rezabamos para que lo superara con la angustia y tristeza que nos embargaba a todos, junto a sus tres hijos y sus familias. Hoy festejará su cumpleaños, y como de costumbre lo festejamos como con todos aquellos que se fueron de vacaciones…con un hasta luego. Y cuando sucede, es costumbre que escriba unas líneas. De corazón; quiero compartirlo con aquellos que no conozco, pero sé que con algunos es como sin verles el rostro, coincidimos en muchas cosas por los dialogos virtuales que nos cruzamos. Sepan disculpar…Les deseo un viernes maravilloso y mejor fin de semana. Daniel

Hola Ali querida!! ¿Cómo estás? Con qué alegría debes estar festejando tu cumpleaños junto a mamá,papá y Carlos. No me quiero imaginar a todos de la familia que se fueron de vacaciones a ese lugar maravilloso, que como decía la “vieja” debe ser un vergel. ¿Con torta y todo va la cosa? ¿No me digas que también hay piñata? Ahhh…pero solo una velita. Ja…ja. ¿Como decíamos cuando estaba en tu casa y me servías a cuerpo de rey con tanto cariño, preparando siempre lo que me gustaba y tan prolija, como buenos obsesivos que somos los Capurro. ¡No sabes cuanto te extraño, hermana! Ese tip tuyo de cada día, cuando me llamabas y me preguntabas “¿Cómo anda? Mira que hablábamos a veces mañana y tarde, y siempre teníamos algo que contar, o recuerdos hermosos para volverlos al presente. Quedate tranquila; que tus hijos como sus familias están bien, cada tanto nos contactamos. Los criaste para que principalmente fueran buenas personas, con ambiciones de progresar pero sin soberbia, con mucho esfuerzo y humildad. Fíjate que con tu querubín Maxi es con quien más nos wasapeamos o hablamos por teléfono. Están bien, haciendo su camino para un mejor futuro. Bueno, hermana querida se que en algún momento nos vamos a ver y ahí me sumaré a los festejos, como vos a los míos y de los demás, que están contigo. Te envío un beso enorme, desde esta lejanía en la que cada día te extraño mas y en mis personales diálogos con Dios te traigo “al presente”. Dales a los “viejos”, a Carlos también un beso grande, como a todos quienes ves cada día, en ese celestial lugar, inflamado de la pureza más absoluta.

Si no la viste…te la recomiendo

Alguien me alertó por el móvil de que iría a participar en un zoom, junto a un grupo de personas que comúnmente realizan cine debate, luego de ver el film danes “Otra ronda” (Endnu en runde) en streaming de Netflix

Me dijo además, que él mismo trataba un tema muy fuerte. El alcoholismo desde la perspectiva de una cultura diferente como es para nosotros, la del país nordico. 

Realmente la teoría que se propusieron a experimentar los cuatro profesores de una escuela secundaria; el argumento sobrepasa con amplitud a la misma, dando un descarnado relato que hace visible desde otra perspectiva de entramado social las mismas miserias y evidentemente distintos matices, que nos encontramos frente a una sociedad, cuyo núcleo basal como lo es la familia se encuentra en crisis, desde hace décadas.

Esto que acabo de expresar, ha sido porque busqué el título e intrigado en solitario me acomodé tranquilamente y me puse a ver el filme, acompañado por nuestro (y en este caso de uso personal).

De la misma manera, que me sorprendió que los daneses poco les importa lo que politicamente correcto o no, 

A pesar de que no puedo establecer un paralelismo entre lo que le sucede a uno de los protagonistas (Martin); con mi actual vida de lobo solitario y melancólico, debo decir que me identifique con su personaje en cuanto al antes y después cuando junto con sus colegas, se lanzó a probar la teoría del alcohol en sangre como cierta o no, la que se fundamentaba en el consumo por determinados niveles, lo que mejoraba los estados de ánimo, seguridad, locuacidad y empatía de cada uno de ellos frente a sus alumnos.

Vuelvo a expresar; da mucho para pensar como asimismo buscar paralelismos, con algunas actitudes que aplicamos en nuestras propias vidas.

Abrazos totales.

Daniel

Y tu que dirías?

Pensó que él la llevaría al departamento que estaban remodelando para vivir allí cuando se unieran, aprovechando esa situación para hacerle el amor ya que luego de cinco meses, todo se detenía en la frontera de los abrazos, besos y roces.


No obstante, a pesar de que la vida de él hasta que llegó a conocerla, era un continuo de noches tumultuosas, mujeres y alcohol, cuando la conoció además de ser mayor en ocho años, ella le resultó un ángel tan inocente en que supuso que el destino la puso frente a él, para así darle contenido a una vida ya vacía por lo errante que todo a su alrededor, lo inundaba.

Ella tenía veinte años, él ocho más viviendo desenfrenadamente en ambientes de la noche en donde lo sexual y el consumo de sustancias, era algo normal para aquella época. Se prometió a sí mismo que si deseaba conservarla, que además de amarla tan profundamente como lo sentía, debería respetarla como a ninguna, si bien todas sus relaciones fueron siempre consensuadas.

Llegaron al departamento, en remodelación, materiales, latas de pintura por acá y allá, herramientas sobre el piso, todo un caos. El fue a preparar un par de cafés a la cocina.

Ella, mientras tanto miraba entre sorprendida y feliz, el lugar que sería su hogar, muy distinto al suyo en donde debía bajar la cabeza y limitarse a lo que su madre dijera. Su salvavidas había sido conocerlo y enamorarse de él por su personalidad y la seguridad que le transmitía.

La piel seduce siempre, y al pasar el la tomo de la cintura…de ahí la pasión pudo más, se sacaron la ropa el la ayudó y puso una colcha en el suelo, le beso hasta el alma , le lamió cada centímetro de su cuerpo, llegó hasta el pubis llegando ella al primer orgasmo.

Ella más que excitada, esperaba esa penetración que terminará con su virginidad; deseaba sentirlo dentro de ella…y sucedió algo inesperado, que para muchos espectadores imaginarios pudo haber parecido estúpido.

El se detuvo…le murmuró al oído que solo faltaban dos semanas; que deseaba respetar la promesa que se había hecho a sí mismo, porque finalmente en ella estaba representado el amor de su vida.

Ella bajó la vista…se besaron suavemente y permanecieron abrazados…

Imagen: Gentileza Pinterest – Iwona Rutkowska

El núcleo social en el tobogán

En este atardecer templado en pleno invierno de Buenos Aires; decidí a pesar del desgano que tengo en deslizar las palabras sobre el teclado, escribir que cuando el corazón -en sentido poético, obviamente-  es engañado, el mundo se derrumba como si fuera un castillo de naipes o la reacción en cadena como fichas de dominó que caen una sobre otra, y la voluntad de volver a construirlos huye, atenazando la mente en un laberinto de recuerdos y emociones pasadas, inyectándole un cóctel explosivo de tristeza y odio.

Y esto último, malsano como el que más es producto de la falta de códigos en esa misma pareja, que juro y perjuro que antes del engaño era preferible con un café por medio, decirse cuando cualquiera de los dos dejará de amar.


Pero; sin embargo es sufrimiento y soledad insoportable, cuando luego de la ruptura comienza cualquiera de ellos, a descubrir finamente situaciones vividas, en que el otro avisaba sutilmente que la rotura en mil pedazos de la relación, se había iniciado mucho antes del final.

No interesa siquiera que la pareja hubiera convivido decenas de años. Sería un error generalizar esta situación, ya que sé de matrimonios que fueron tan claros, en una decisión dolorosa pero compartida, cuando a pesar de las buenas intenciones la vida en común se torna insoportable.


El hombre o su esposa, recuerda ahora aquella oportunidad en que su pareja, le digo que había estado en una disco -New York City-, otrora reducto de adolescentes y jóvenes, ahora únicamente para adultos mayores -solos y solas-, que desean recuperar como si fuera el lugar la fuente de juvencia, todo aquello de los años jóvenes, que no volverán.

Una copa, una conversación liviana, un baile con manos entrelazadas, como si fuera un grito de libertad. El engaño es para quien lo comete, como una respiración profunda cuya inhalación produce energía y al exhalar relaja, como si uno rompiera cadenas invisibles, que atan y asfixian.


En esos casos, generalmente son amigos/as o familiares afectos a esos lugares y habitués que con similar conducta, alientan y llevan a quien ya tiene profundas dudas de la unión con su pareja a esos lugares, aceptando lo que le dicen “será una fantasía como cuando se trataba de una rata de no ir a la escuela” y pasarla fenomenal o una nimiedad que a nadie lastimara, por lo que no habrá culpa alguna, tan es así que muchos afirman, que es algo normal dentro de este mundo anormal.


Múltiples ausencias del hogar, casi periódicas con cualquier excusa para justificarlas. Y ella o él, creyendo la imbecilidad de que solo es la libertad necesaria, para no asfixiar el aire que se respira, dentro de la pareja.

Y aún, hay casos en que quien no es infiel, se pregunta qué ha hecho mal más cuando el amor de su vida, ha tenido una vida en común no libre de problemas, pero casi siempre en una zona de confort. Obviamente, aquí “billetera no mata galán”.


Ayer cuando escribí “no habrá más amor”; me preguntaba cuántas personas conforman hogares monoparentales, es decir de una sola persona. No me sorprendí cuando observé en la Encuesta Permanente de Hogares en la Ciudad de Buenos Aires, suman cientos de miles. Y supongo, debe ser una tendencia en el mundo; salvo sociedades en donde el mandato social y religioso, se encuentra rigurosamente establecido.


Sea hombre o mujer, el que se enfrente a una situación de infidelidad reacciona de acuerdo a sus sentimientos o emociones. No será fácil, la soledad y la pregunta persistente Solo me pregunto lo mismo que muchas/os ¿Sí ya termino, porque duele tanto?

Mi adorable y xenofobo país-Final

Los responsables de la decadencia

Todo lo que puede venir por debajo de la pirámide de responsabilidades tiende a localizarse, a medida que se desciende en ella, en grupos sociales cada vez más amplios hasta implicar a la sociedad en su conjunto. ¿Quién no estuvo inclinado en algún momento a culpar a la sociedad alemana de esa generación en su conjunto, sobre las barbaridades y aberraciones del régimen nazi?

¿Quién por otro lado dudaría del elevado nivel de civilización y refinamiento que se observa en ciertos alemanes que adhirieron a ese régimen; personas que han alcanzado los más altos niveles en las artes, las ciencias y otras virtudes morales? Vemos en este punto la dicotomía entre individuo y sociedad. Los hombres no son individuos aislados ni la sociedad un ente ajeno a ellos, sino que se ligan a través de cadenas invisibles que forman la verdadera urdimbre social.

Dice al respecto el sociólogo alemán Norbert Elias: “…La libertad individual queda sustituida por una autonomía relativa. Su noción de libertad es residual. Es la capacidad de acción que le resta al hombre en su paso por los múltiples pliegues de la coacción. Los hombres no planean los procesos sociales que guían sus vidas, pero deben tratar de desbrozar la opacidad que ellos mismos crean, a su pesar. El intelectual moderno se debate entre la desazón que le produce la cultura de su tiempo y la voluntad sociológica de entender los grandes procesos que gobiernan el destino de los hombres…”

El constitucionalismo alberdiano (1853-1943) y el nacionalismo popular (1943-2021), en sus diferentes versiones, se constituyeron en los axiomas de los dos grandes paradigmas que sucesivamente, se instalaron en dos ciclos largos en los que se dividió nuestra corta historia. La sociedad tiene su propia conciencia, ideología o relato, más allá de la que puedan tener los individuos que la integran. La sociedad no va a producir ningún cambio si primero no cambia “su paradigma”.

Ha resultado difícil entender el comportamiento de las sociedades en la medida que se pone el esfuerzo en interpretarlo como una extensión simple y llana de los comportamientos individuales.

Los arquetipos que se crean en la simbología política producen decisiones sobre el voto diferentes de las decisiones que ese mismo individuo que está votando tomaría en circunstancias en donde no interviene su preferencia política. Es conocido el caso de la encuesta en donde el encuestado tiene respuestas contradictorias en relación a YPF o SHELL, según la pregunta trate de su ideología personal o de su preferencia laboral para su hijo. Defiende a la primera envuelto en la bandera nacional, pero optaría por la segunda como proyección laboral para su hijo. Es evidente que el concepto de “independencia económica”, tomado esto como ejemplo, está empaquetado en una simbología que excede el “interés individual genuino” que es contradictorio con el “interés general simbólico”. El fracaso de las performances sociales sobreviene cuando el interés individual no se alinea con el llamado interés general del “relato” prevaleciente. De donde se deducirá una forma de poner en claro qué es el interés general explicitado en el voto y qué es el bien común. La diferencia entre estos dos conceptos está evidenciando una deficiencia del “gobernante” que, entre otras cosas, tiene la responsabilidad pedagógica de educar o extraer de sus representados su propio interés genuino que es aquel en donde el bien común supera a la suma de los bienes individuales que se deducen de los intereses particulares.

Cuando la sociedad asocia la transformación o el cambio del sistema político con un mejoramiento marcado de la situación económico-social de las mayorías en un período concentrado de tiempo, ese sistema político puede convertirse en nuevo paradigma para esa sociedad, mediando una sucesión de hechos anteriores que muestran la necesidad del cambio y hechos posteriores que vayan haciendo prolongar esa asociación entre cambio y mejora a lo largo del tiempo. Esto es lo que sucedió con el Peronismo a partir de 1946.

El relato histórico siempre eximió al Peronismo y al nacional populismo de la responsabilidad de estos tremendos fracasos y lo vuelve a colocar como la alternativa electoral que asegura la gobernabilidad. Sin embargo, de las dos grandes carencias del actual paradigma –institucionalidad republicana y fallas en el mecanismo de aprendizaje– son responsables todas las parcialidades políticas pero, en mucho mayor medida, los dos grandes partidos políticos: el Peronismo y el Radicalismo.

La herencia regalista española y el nacionalismo económico que se va introduciendo desde fines del siglo XIX, derivó en un equivocado estatismo, contrario al espíritu de nuestra Constitución. Aquellos se constituyeron en el sostén ideológico del Radicalismo que, a su vez fue su aporte sustancial al paradigma nacional y popular. El mayor pragmatismo del Peronismo, más dúctil para entender la sociología del voto, le permitió ajustarse mejor a la dinámica de las conveniencias históricas del capitalismo mundial exitoso, cosa que por su rigidez no consiguió hacer el Radicalismo más encerrado en su dogmatismo tradicional. Menem, en el Peronismo, fue el ejemplo de lo anterior. El kirchnerismo, en cambio, regresionó al Peronismo del 46 lo que lo hizo, en lo que respecta a su ideología económica y a su dogmatismo, más afín con el Radicalismo.

El hecho de que no sea un solo partido el responsable de nuestra decadencia, agrava la confusión en el aprendizaje, por cuanto se establece una suerte de alternancia viciosa entre dos parcialidades que precisamente son las que aportan cada uno lo suyo en el error del paradigma de la decadencia, convirtiéndolo en un error sistemático. El uno, el Peronismo, aportó su inclinación por el corporativismo y el desprecio por las formas republicanas. No obstante, no me atrevería a ratificar que sucede lo mismo en el ADN del gobierno de Alberto Fernandez, en la actualidad. 

Aún más; la coalición gobernante (Cambiemos) que fue derrotada en diciembre del 2019 (radicalismo, macrismo, parte del socialismo y otras fuerzas políticas) también hizo como su bandera el corporativismo y el desprecio por la oposición, en sociedad con los medios hegemónicos dominantes que alentaron en la sociedad; una suerte de “falsa credibilidad” en las políticas de Estado, tan erróneas como perversas que toma Mauricio Macri en su gestión de gobierno.

Ahora bien; asumiendo Alberto Fernandez en diciembre de 2019 se encontró con una grave y caótica situación, tanto en lo económico como en lo social, con aproximadamente un 42% de pobreza y sin ninguna posibilidad de ser asistido por Organismos Internacionales de crédito; ya que el gobierno macrista con la anuencia del voto de los EE.UU., logró que el Fondo Monetario Internacional le otorgara un préstamo, que históricamente es el mayor realizado a un país por más de U$S 50.000 millones de dólares. 

En la jerga popular se puede expresar, que la falta de credibilidad del partido gobernante en la sociedad y el egocentrismo ciego de Macri, el manotazo de ahogado recurrió a un endeudamiento que ya no existía con el FMI, habiendo también realizado con anterioridad por citar un ejemplo, la colocación de bonos argentinos en acreedores nacionales y del exterior, uno de ellos a cien años. La ralentización de la economía, la pérdida de empleos, el aumento de la pobreza y la indigencia, no hacían mella en la coalición gobernante, ya que la deuda contraída con el FMI no se destina ni a sanear la situación económica ni a financiar crecimiento alguno. Solo pretendieron con ello, poder mantener el status quo, en la búsqueda de alcanzar la reelección. 

Intentar analizar la dinámica de este proceso de decadencia que ya lleva casi 80 años. Una verdadera patología sin un diagnóstico compartido y como tal, de pronóstico incierto. En un sistema democrático electivo se hace indispensable que la sociedad perciba sus problemas reales para que el cuerpo social pueda realizar el aprendizaje que implica todo proceso de evolución. 

Pueden identificarse las causas de la decadencia, que desde ya son múltiples. Pero una vez instalada, es decir cuando adquiere condición de estado, las causas difícilmente pueden ser identificadas desde dentro mismo de la sociedad decadente. Sociedad que no ya no posee ni siquiera capacidad de movilización ni de manifestarse políticamente en masa para exigir justicia, ya que está, representada en el máximo nivel por la Corte Suprema de Justicia, se ha visto asociada entre la bruma de la impunidad, alentando la corrupción sistemática que como un carcinoma, genera metástasis en toda los cuadros políticos desde hace ochenta años.

Ya es por todos conocido; que el virus conocido vulgarmente como COVID19, desembarcó en estas tierras en los inicios del 2020; es decir tres meses después que asumiera el gobierno peronista -que en verdad, venció en las elecciones por la masa cautiva de votantes del kirchnerismo-

Hasta inicios de este año, las políticas asociadas a la salud de los argentinos tuvo como partícipes al Gobierno como asimismo a la totalidad de los gobernadores, cualquiera fuera su color político. Pero bastó; que el  actual Gobierno redujera la coparticipación (las partidas que la Nación, remite a cada provincia) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, bastión siempre antiperonista y hoy en manos de Horacio Rodriguez Larreta (PRO-macrismo), para lo que políticamente debía ser el tema de la presencialidad en las escuelas, fuera utilizado por la oposición para mediatizar permanentemente la anti virtualidad de la educación tanto en medios periodísticos como en otros contrarios al Gobierno, dejando que miles de argentinos y argentinas continuarán contagiándose en miles de personas cada día, con una suba de la letalidad como consecuencia de la falta de unidades de terapia intensiva, de insumos, oxígeno, entre otros. El personal sanitario sufre pérdidas humanas y se encuentran ya en el límite de la resistencia al estrés.

Pero en la política, nada interesa cuando se intenta, a pesar de la grave situación cotidiana que se vive en la Argentina, obstaculizar al Gobierno al punto tal que el gobernador de la Ciudad de Buenos Aires, judicializar el Decreto de Necesidad y Urgencia emitido por la Presidencia de la Nación, para obtener la continuidad de la presencialidad en las escuelas.

La expresión “daños conjeturales” acuñada por el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, se parece mucho a (y funciona como) otra más célebre: daños colaterales. Ambas apuntan a minimizar, ningunear o banalizar perjuicios graves causados para garantizar un bien superior. En un caso decidir un pleito importante a favor del aliado político. Herir o matar al enemigo, en otro.

La sentencia de la Corte Suprema entró en el pasado en cuestión de semanas. Se recontra concretaron los hechos que los Supremos consideraron no corroborados aunque los tenían delante de las narices. Nada novedoso sucedió durante ese tránsito veloz, solo se verificaron las tendencias, los indicadores conocidos por “todo el mundo”. La cantidad de fallecimientos (en general y de personal docente en particular), de contagios diarios, los niveles de ocupación de camas en terapia intensiva, la saturación del sistema de salud.

Los códigos procesales, sabiamente, indican que los magistrados deben tomar en cuenta “los hechos notorios”, conocidos por toda la comunidad. 

En un asunto de gravedad institucional y humana nada impedía a los jueces a apersonarse, moverse y observar los hechos.

De modo lateral, se desnudó el modo capcioso en que los jueces llenaron las lagunas que deja la Carta Magna. Las disquisiciones sobre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), rara avis parida y mal regulada en la Constitución de 1994. No es provincia como las demás, porque no antecedió al Estado nacional ni tiene facultades preexistentes consagradas por pactos ídem.

La interpretación judicial reescribe el texto legal, todos los días en todos los casos. Transformarlo en tótem, atribuirle claridad y sentido unívoco de los que carece, hurtar el cuerpo a la peculiaridad de la pandemia, condujo a un resultado funesto. Una resolución insensible que coadyuvó a agravar los problemas y postergar medidas ineludibles.

¿Se harán cargo los magistrados de su cuota de responsabilidad, tan imprecisa numéricamente cuan innegable? Desde luego que no. Los jueces se auto exoneran de las consecuencias sociales de sus sentencias. Saludan al Derecho Romano, escriben en latín o en una versión indescifrable del castellano y se lavan las manos ante las secuelas.

¿Responderán ante la opinión pública? ¿Darán explicaciones ante los medios, que son parte esencial del sistema democrático? Jamás. Los Supremos, de ordinario, no participan del Agora ni se someten a entrevistas para defender sus posiciones, justificar sus pronunciamientos, esclarecer a la gente común. La Constitución no les concede esa dispensa, antidemocrática. Hamilton vivió antes de que se inventara la tevé. Alberdi desconocía la radio… La falta de presencia pública es una prerrogativa arcaica, impropia de sociedades del Siglo XXI.

El silencio, la oscuridad, el secretismo, la elusión impositiva describen a aristócratas (oligarcas diría Aristóteles) que hicieron daño y se esconden.

El presidente, los gobernadores, los intendentes sometidos al escrutinio popular, seguidos en vivo por cámaras y micrófonos llevan otra responsabilidad.

Durante estos días atroces, en un rapto de lucidez común, resolvieron acentuar restricciones por nueve días. En el peor momento de la pandemia, como todes reconocen menos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, que tal vez se desayunaron el jueves pasado.

La tregua de nueve días: La sentencia cortesana configuraba un estado confederal para responder a los desafíos de la peste. Propiciaba –verbalizando o sottovoce—una anarquía en su conducción. La perspectiva de 24 políticas sanitarias, debilitando al Estado Nacional, reducido al rol de proveedor de vacunas, insumos médicos y ayuda económica a los más carenciados.

El Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta jugó con fuego para quedar como abanderado de la educación y gerente de una ciudad libertaria. Los controles los amago y te los debo. Como vecino, por una vez, este cronista da fe de la existencia de bares y restaurantes atendiendo adentro cuando estaba prohibido. Llegó a ver uno frente a una comisaría, semi colmado y con una policía en la puerta. Policías, guardaparques (o como se llamen) sin barbijo o con la pieza colgando por debajo de la nariz. Nimio número de inspectores frente a los agrupamientos nocturnos. Cervecerías con cincuenta o cien personas ocupando media cuadra.

Toquemos apenas la presencialidad en escuelas, que no es centro en esta nota. Burbujas que estallan, la mitad del piberío (como mucho) con asistencia a clases intermitente.

Escapa al saber de este cronista cómo piensan íntimamente Larreta y su elenco. A título de hipótesis: se ne fregan de ciertos “costos” a cambio de posicionarse como adalid de las clases presenciales. En una sociedad polarizada y segmentada por preferencias políticas, descuenta que conservará la condición de mayoría en la Ciudad. La verborragia del Gobierno, su excesiva focalización en la CABA lo catapultaron como figura nacional.

En estas semanas, Larreta y su gente rondaron el pánico. Lo cuentan, con subterfugios, los medios que le hacen de claqué, los periodistas (pautados o militantes o las dos cosas) que lo endiosan.

Otros gobernadores se mueven de modo similar. Se esmeran en esquivar la toma de decisiones, en esperar que las asuma “Alberto” y que él pague los costos.

Los nueve días de restricciones severas, duras para la población e imprescindibles, son un logro del presidente. Conversó, roscó (con perdón de la palabra), reinstaló un feriado puente anulado semanas atrás.

La oposición es intratable, judicializa todo, juega a indignar y meter ruido. El contra Poder Judicial se alinea con ella. En ese marasmo debe gobernar Fernández. Lo que no dispensa sus errores al comunicar o al gestionar porque tiene que hacerlo en el contexto que le tocó.

Los nueve días son a la vez un alivio y un intervalo breve, que coloca a los mandatarios con Fernández a la cabeza ante el día después, el primero de junio.

Con peste, nada es sencillo: Gobernar siempre es difícil. La complicación se potencia en pandemia. Un vistazo somero sobre las elecciones realizadas en el mundo (salpicón surtido, desde ya) sugiere que los oficialismos tienden a pasarla mal.

La comunicación es una de las facetas de la acción política. Astutos o hasta taimados, varios gobernadores rehúyen el centro de la escena y “dejan” que el presidente transmita las malas nuevas.

El discurso de Fernández en cadena tuvo un rating descomunal, el pueblo quiere saber.“Lamentablemente,tenía razón” arguye el presidente, apuntando al rival político. A los espectadores en general les importan más los anuncios que ese cuadro de situación. Una mirada superficial y expandida sobre el debate público, estimamos, confunde proporciones. 

Aunque las redes sociales creen un espejismo en contrario, las personas politizadas, encolumnadas a favor o en contra del Gobierno, constituyen una minoría. El resto se enfoca en la familia, el barrio, el trabajo. Transita la cotidianeidad. Se concentra en el laburo, la escuela de los pibes, la inflación, la seguridad urbana, algo de esparcimiento.

Los cambios de escenario complican la existencia. Atribula la falta de horizontes, no ya futuros, sino para dentro de contadas semanas. Dos sociólogos clásicos del siglo pasado, Peter L. Berger y Thomas Luckmann, enseñaban que para la gente común, la realidad cotidiana está dada. No se problematiza, reversionamos. Uno se despierta, abre la canilla y espera agua. Sabe qué lo espera cuando sale a la calle, que el super chino está a media cuadra casi siempre abierto, que la tarjeta SUBE sirve para pagar el bondi, cuyo trayecto conoce.

Los cambios de reglas para salir a la calle, los fluctuantes horarios autorizados para circular, los permisos que caducan de improviso y deben renovarse, la inextricable distinción entre servicios esenciales y no esenciales… las alteraciones constantes desorientan, acentuando las preocupaciones. La sensación ciudadana ante la hiper regulación constante puede asemejarse a la de épocas de anomia. Se pierden las referencias, se debe recalcular todo por encima de los duros desafíos de ganarse el pan y de ordenar la vida en familia.

La narrativa oficial centra la mira en la CABA y en Rodríguez Larreta en detrimento de otras 23 provincias y mandatarios. Táctica discutible en un país federal cuya población recela del centralismo porteño.

En materia educativa, con varios días sin escuela por delante y la perspectiva factible de prórroga se hace imprescindible que el discurso oficial trascienda la cuestión sanitaria. Larreta macanea cuando fija clases para fines de diciembre pero se emboca en un sentido: proponer que está pensando en el futuro, que las restricciones son transitorias, apenas una parte de la realidad.

Demasiada confianza: Meses atrás Fernández describía a Larreta como “un amigo”. No resultó así.

En un carril parecido el presidente confió a veces demasiado en consensos genéricos, mesas esporádicas tan amplias como ineficaces, en supuestos aliados que defeccionaron.

La reaparición de Marcelo Tinelli ofrece un ejemplo pequeño e ilustrativo. Replicó con denuncismo berreta, rayano en la extorsión, a una crítica sensata del ministro de Salud bonaerense Daniel Gollán. Anti política al rojo vivo, un alarde de idiosincrasia. Comunicador cutre y exitoso, Tinelli tiene derecho a expresarse y todavía congrega público. Metió la pata el Gobierno cuando le dio una silla en la Mesa Argentina contra el Hambre. Protagonista frívolo, nada serio podía esperarse de él. Se lo embellecía a cambio de una pátina de supuesta popularidad, desmereciendo (sin desearlo pero…) a personalidades valiosas que enaltecen la iniciativa.

Tinelli, podrá decir usted, es una figura menor. Vale. Pero la relación con él no se diferencia conceptualmente de la que mantuvo con la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA), hoy punta de lanza de la oposición. Labor a la que se dedica tanto como a la insolidaria remarcación de precios.

La gente y las vacunas: La historia nunca se repite ni siquiera cuando reinan semejanzas y la sensación de déjà vû. La gobernabilidad en el contexto de tragedia cuenta cómo virtud del gobierno y de buena parte de la sociedad civil. La contención ciudadana, la templanza, la falta de violencia política contribuyeron en buena medida. Las minorías intensas y gritonas son minoría. Perdieron la batalla anti vacuna, que emprendieron con armas viles que incluyeron la criminalización.

En mayo-junio van llegando y llegarán millones de vacunas. De México, de Europa, de Estados Unidos, de Rusia. Es factible que haya producción nacional. La oposición retacea reconocimientos o miente sobre el panorama; las personas de a pie se anotan y festejan cuando llega su turno.

Esa infatigable tarea ranquea como la mejor política pública del Gobierno. El incremento de la recaudación impositiva añade un factor positivo. Acrecentar la inversión social, ayudar a empresas y laburantes en apuros sigue siendo la agenda prioritaria de un gobierno nacional y popular.

Alberto Fernández recobró, de momento y en buena hora, la conducción de la política sanitaria federal pese a la baja cooperación de demasiados gobernadores.

La innegable prioridad de la vida y la salud no alcanza en una sociedad compleja. También es imperioso recuperar el control de la economía, la creación de puestos de trabajo y la redistribución del ingreso. Metas irrenunciables para un gobierno nacional-popular.

Un ejemplo para recordar: Hace rato que el exceso de confianza del Gobierno lo hace cometer traspiés, errores evitables. Encara demasiados conflictos a la vez. Desde Vicentín, genera escenarios en los que sale derrotado. La Reforma Judicial centrada en los tribunales federales es un ejemplo clavado: ajena a los intereses de la gente y hasta a su atención.

Se aproxima el 25 de mayo, aniversario de la jura del presidente Néstor Kirchner con quien se formó Fernández. Puede ser útil recordar su praxis. Kirchner era un luchador que trataba de administrar los conflictos. Daba pelea, a menudo, pero también retrocedía cuando la correlación de fuerzas le parecía adversa: contra Juan Carlos Blumberg, por caso.

Personalizar a adversarios-enemigos, otra lección que daba Kirchner cuando mencionaba con nombre y apellido a Alfredo Coto, a Héctor Magnetto. Cuando prorrumpió “¿qué te pasa, Clarín?” o conducía un boicot contra Shell.

Escogía oportunidades y contrincantes: la Corte Suprema desprestigiada, los represores del terrorismo de Estado, el “pejotismo”. Metía la pata, claro, como en el enfrentamiento con las patronales agropecuarias. Pero siempre pensaba en estar fuerte, en acrecentar su poder democrático. El poder no es una materia inerte, como un canuto de plata en una caja fuerte. Es representación e imagen, se construye, se pulsea.

Construir poder en democracia es trabajoso, supeditado a las reglas institucionales. Necesario también en todos los tiempos. Inclusive en las terribles circunstancias que padecemos hoy.

FUENTE: Quien escribe; con los valiosos aportes de 

“LA DECADENCIA ARGENTINA” de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

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