Impulsada con energía solar y eólica, este nuevo concepto de robot podría amortiguar la pérdida de polinizadores, como las abejas.
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El avance en polímeros sensibles a estímulos ha abierto nuevas posibilidades en materiales para robots blandos controlados inalámbricamente a pequeña escala.
Sin embargo, el equipo de Light Robots de la Universidad de Tampere está investigando cómo conseguirlo con su proyecto FAIRY:Aero-robots voladores basados en materiales sensibles a la luz.
De este modo, han creado un robot de ensamblaje de polímeros que vuelan con el viento y se controlan con la luz.
UN ROBOT VOLADOR ULTRALIGERO
Este primer robot volador pasivo equipado con músculo artificial es extremadamente ligero (1,2 mg) debido a su estructura altamente porosa. Por ello, puede flotar fácilmente gracias al viento. Además, la luz se puede utilizar para cambiar la forma de su diminuta estructura, similar a una semilla de diente de león.
De esta manera, el ‘hada’ puede adaptarse manualmente a la dirección y fuerza del viento, cambiando su forma. También se puede usar un haz de luz para controlar las acciones de despegue y aterrizaje
OPORTUNIDADES PARA LA AGRICULTURA
Los investigadores quieren centrarse en mejorar la sensibilidad del material para operar con luz solar.
Además, ampliarán la estructura para transportar dispositivos electrónicos como GPS y diversos sensores, así como compuestos bioquímicos.
Gracias a ello, existe un gran potencial para aplicaciones en el campo de la agricultura, como la polinización artificial.
En el futuro, pues, los vientos naturales podrían dispersar libremente millones de estos robots provistos con semillas para, luego, dirigirlas mediante la luz hacia áreas específicas con árboles que esperan ser polinizados.
Imagen de portada: Gentileza de Light Robots
FUENTE RESPONSABLE: National Geographic España. Por Sergio Parra. 3 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/Insectos/Robot/Robótica/Tecnología.
Zigong es el escenario de uno de los hallazgos más importantes de la paleontología y la ciudad que ha puesto a los dinosaurios en el centro de los negocios y de la difusión cultural. rn
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Uno de los primeros libros que le regalaron a Zeng Jacky cuando era pequeño era una historia de dinosaurios. Sus padres le contaban que en su ciudad vivían antiguamente muchos de ellos y que por eso cada año acuden miles de personas a visitarla. Para Zeng, vivir rodeado de fósiles de dinosaurio y de continuas referencias a los saurópsidos era algo normal. Por lo tanto, no resulta tan extraño que haya acabado centrando su vida en ellos. Pero esta historia puede no ser tan especial si la ubicamos en Zigong, una ciudad china en la provincia de Sichuan y conocida como el «Mundo de los Dinosaurios». Los hallazgos de fósiles de los que habitaron el planeta hace millones de años han ayudado a que esta zona del gigante asiático centre su oferta cultural y empresarial en los protagonistas de la saga de Jurassic Park. Si hay un lugar que te pueda transportar hasta la Isla Nublar, ese es Zigong.
Al igual que para Zeng, para el resto de habitantes de esta ciudad no es nada extraño que los dinosaurios formen parte de su rutina, así como sus museos y parques temáticos. Jurassic Park, desde las primeras películas hasta la serie Jurassic World: Campamento Cretácicoque se estrena el 18 de septiembre en Netflix es para ellos más que una película; es la versión de ciencia ficción de muchos aspectos de su vida diaria. «En Zigong los dinosaurios despiertan el entusiasmo de los niños por la exploración. Aprendemos de ellos al mismo tiempo que sabemos que hay más cosas en la tierra que desconocemos», explicó Zeng a Hipertextual.
La ciudad se ha convertido en uno de los epicentros de la historia de los dinosaurios desde los años 70, cuando un grupo de trabajadores de una empresa de gas encontraron por accidente a pocos kilómetros de Zigong 8.000 piezas fósiles de dinosaurios. El hallazgo de la«Formación Dashanpu«se ha convertido en uno de los más importantes para la paleontología y dio pie a que la ciudad se convirtiera en un archivo histórico de los saurópsidos. Pocos años después de que se descubrieron, se inauguró el Museo de Dinosaurios de Zigong, el primer museo de dinosaurios especializado en Asia.
Los dinosaurios como forma de vida
Este hallazgo y todo lo que vino después en términos culturales y sociales caló muy hondo en Zeng Jacky y acabó abriendo las puertas de su empresa: Dinosaurs World Science & Technology.La vida laboral de Zeng había pasado antes por varios sectores en otras ciudades como Shanghai. Pero, finalmente, los sueños de centrar su vida en los dinosaurios lograron dar carpetazo a sus antiguos empleos. «Quiero mucho a los dinosaurios y da igual cuanto tiempo haya trabajado en otro campo (…). No puedo olvidar la profunda huella que estas criaturas prehistóricas dejaron en mi corazón», dice Zeng en la página web de la empresa.
Su decisión de volver a su ciudad natal se ha convertido hoy en un gran factor para que Zigong tenga más de un punto en común con la Isla Nublar. El fundador de Dinosaurs World sabe perfectamente que «el Tiranosaurio tiene una boca enorme y el Estegosaurio tiene una espina en la cola». O que el «Diplodocus es el dinosaurio más grande del mundo y puede medir más de 26 metros de largo». Estos conocimientos son los indispensables para intentar reproducir a estos animales prehistóricos en una parte de la realidad. La empresa se centra en la fabricación de criaturas robotizadas, de todos los tamaños y tipos. Los modelos están diseñados al milímetro para que sean una copia lo más veraz posible de los habitantes de la era Mesozoica. Desde la altura, hasta la boca, los ojos y la piel de los diferentes tipos de dinosaurios. En los últimos años, la tecnología hizo el resto para que estas maquetas fueran lo más reales posible. Zeng explicó a Hipertextual a través de un documento de la empresa:
«La cabeza del dinosaurio puede moverse de arriba hacia abajo y pueden parpadear y mantener contacto visual. Pueden respirar, mover la cola y las piernas. También tienen la inteligencia de un niño de 4 años y mantienen conversaciones sencillas con turistas».
Actualmente, Dinosaurs World Science & Technology tiene unas instalaciones de más de 6.000 metros cuadrados y un equipo de 55 ingenieros. La mayoría de los clientes son dueños de parques de atracciones, museos o centros de juego o educativos para niños que compran los dinosaurios animatrónicos para sus instalaciones.
Dinosaurs World Science & Technology
Jurassic Park, el espejo en el que mirarse.
Es una de las sagas más reconocidas desde que se estrenó la primera película en 1993 y también una de las más taquilleras. A pesar de que en ese momento Zigong ya era uno de los lugares más reconocidos dentro de la paleontología, las películas fueron una inspiración para Zeng cuando creó Dinosaurs World. Y también lo han sido las últimas entregas. «Jurassic World» nos permitió comenzar a producir productos de dinosaurios. como huevo de dinosaurio, nido de dinosaurio, bebé de dinosaurio, etc», señaló.
La fama de los dinosaurios empezó antes de 1993. «Desde su definición como Dinosauria por Richard Owen en 1842, los dinosaurios siempre han sido muy populares y han desatado la imaginación del público», subrayó paraHipertextual Angelica Torices, directora académica de la Cátedra de Paleontología de la Universidad de La Rioja. Sin embargo, continuó, películas como Jurassic Park los han traído de nuevo a la primera página de los medios y de la popularidad.
«Las películas de Jurassic Park han traído de nuevo a la primera página de los medios y de popularidad a los dinosaurios y eso es, sin duda, muy positivo para nuestro campo puesto que atrae al público a los museos, conferencias y eventos de divulgación generando nuevas vocaciones».
A pesar de que es difícil cuantificar si la saga ha motivado a más estudiantes a estudiar paleontología, la experta subrayó que muchos de ellos son fans de las películas y que estas les han influenciado a la hora de escoger su carrera profesional. Puede parecer que Jurassic Park muestra una cara poco realista acerca de la paleontología pero, más allá de la ciencia ficción, la producción se sustenta en descubrimientos reales.
«La primera película mostraba muchos de los descubrimientos que se habían hecho durante los años ’80 y ’90 como que algunos dinosaurios vivían en manadas y el resto de las películas de la saga cuenta con asesores paleontólogos de primer nivel y muestran detalles anatómicos muy precisos y acertados. También hay elementos de ficción como el sacar sangre de un mosquito preservado en ámbar y otras incorrecciones», indicó Torices.
‘Jurassic Park’ dio un empujón a la difusión de los estudios de paleontología
Lo más importante, continuó, es que la saga ha conseguido poner a los dinosaurios en un primer plano. Y va a seguir haciéndolo si las próximas producciones siguen teniendo el mismo éxito que las últimas de Jurassic World. Pero detrás hay mucho más que un rodaje y un logro taquillero. Después del estreno de las primeras películas en los años 90 se creó la Jurassic Foundation, cuya exposición sobre dinosaurios logró recaudar fondos para investigaciones paleontológicas.
Esfuerzos como este son los que también han ayudado a innovar dentro del sector de la exploración. Angélica Torices explicó a Hipertextual que las nuevas tecnologías han ayudado recientemente a elaborar modelos 3D para examinar la estructura interna de los fósiles. «También la aplicación de técnicas biomédicas como la inmunofluorescencia ha permitido determinar la presencia de melanosomas preservados en plumas fosilizadas de dinosaurios y deducir su color».
El Tiranosaurus Rex da miedo, y dinero
Jurassic World’
Zigong es la ciudad natal de Zeng y también en la que empezó su negocio. Pero la reputación del llamado «Mundo de los dinosaurios» ha ido mucho más allá de los locales. Para Don Lessem seguramente fue un paso natural llegar a este lugar cerca de Sichuan. El ex periodista se enamoró de los dinosaurios en 1988, cuando estaba escribiendo un artículo para The Boston Globe, según explicó a Blooloop. A partir de ahí, se convirtió en uno de los divulgadores científicos sobre dinosaurios más conocidos y es el autor de una gran colección de libros infantiles.
Jurassic Park también tiene mucho que decir en la historia de Lessem. Durante el rodaje de la primera película de la saga, Lessem fue uno de los asesores de dinosaurios. Su trabajo consistía en dotar del mayor realismo posible los saurópsidos que aparecían en Isla Nublar. Y sí, conoció a Steven Spielberg. La relación fue tan estrecha con la producción que, después de su estreno, Lessem pidió que le donaran algunas de las maquetas utilizadas en la película. Con ellas, organizó una exposición para explicar las inexactitudes de Jurassic Park porque, según Lessem, sus consejos no fueron siempre escuchados.
«La exhibición recorrió el mundo durante muchos años y los museos más importantes. Ganamos dos millones de dólares para la investigación (de dinosaurios) y en ese momento me di cuenta de que eso me gustaba mucho más que informar», explicó al medio estadounidense.
Cada vez más, los dinosaurios ocupaban una parte mayor de su vida y, después de los libros para niños y las exposiciones, llegaron las excavaciones y la divulgación. El próximo paso ha sido abrir una empresa como la de Zeng Jacky para que podamos hacernos una idea lo más realista posible de cómo sería estar delante de un dinosaurio.
La inspiración para crear llegó en Zigong, aunque Dino Don, la compañía de Lessem creada el año pasado, tiene ahora su sede en Pensilvania. Un equipo de seis empleados se encarga de analizar los fósiles para crear los dinosaurios animatrónicos y, hasta ahora, la empresa ha recaudado cerca de 5 millones de dólares. Para 2021, se prevé que lleguen a los 15 millones de dólares y a más de 40 clientes, entre ellos el zoológico del famoso barrio del Bronx en Nueva York.
Imagen de portada: Gentileza de Hipertextual
FUENTE: HIPERTEXTUAL – Por Mónica Redondo. Dinosaurios/ Tecnología/ Zigong/Jurasic World.
El 16,3% de las ocupaciones existentes tiene alto riesgo de automatización en la Argentina, según un reciente estudio; los sectores de ingresos más bajos se verían más perjudicados, aunque con los avances de la inteligencia artificial esa tendencia está bajo revisión.
“Decime, papá, ¿existe el año que viene?”, le pregunta la inquieta y siempre vigente Mafalda a su padre, que, con un gesto serio, no disimula su desconcierto por lo que acaba de escuchar. “¡El año que viene! ¿Existe realmente? ¿O será una de las tantas cosas que se dice que vienen y luego no vienen? ¿Eh?”, insiste la niña en la escena familiar que muestra una tira de la historieta de Quino.
Las preguntas sobre el futuro son una constante de la humanidad. Y hay momentos en los que, de manera especial, surgen inquietudes centradas en el mundo del trabajo. Desde hace un tiempo, se extienden las investigaciones que intentan cuantificar el efecto que, a una o dos décadas de distancia (quizá más, quizá menos), tendrán las crecientes y cada vez más aceleradas innovaciones tecnológicas en la cantidad de empleos. ¿Deberán resignarse cada vez más puestos a causa de las transformaciones? ¿En qué medida otras nuevas ocupaciones laborales compensarán esa pérdida? ¿Se está previendo una preparación adecuada para las oportunidades que llegarán, o para un trabajo en convergencia con las máquinas?
Una de las conclusiones de no pocos analistas es que más relevante que quedarse con pronósticos numéricos, cuyo nivel de acierto depende de una serie amplia e incluso cambiante de factores, resulta analizar el impacto que la transformación deja en la estructura del mercado de trabajo (por los cambios en el tipo de perfiles requeridos) y en la distribución del ingreso de una sociedad. Aclaración: se trata del impacto que habrá y del que ya hay: suele decirse que muchos empleos del mañana hoy ni siquiera existen, pero es también cierto que, en buena medida, las actividades implicadas en los trabajos actuales no eran siquiera imaginables cuando muchos de quienes las hacen eran chicos y, eventualmente, estaban en el sistema educativo.
“La automatización será probablemente una amenaza mayor para la igualdad social que para el empleo en general”, concluye, entre otros puntos, un trabajo reciente del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas),de la Universidad de La Plata.
El estudio titulado «El riesgo de la automatización en América Latina», se propuso identificar el grado de riesgo de las ocupaciones en seis países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
Se llegó a dos conclusiones, porque se trabajó con dos metodologías: una de ellas es que el 16,7% de los empleos existentes tiene alto riesgo de ser reemplazado por máquinas (16,3% es el dato para la Argentina); en la otra hipótesis, el 62% de las ocupaciones (59,9% en el caso de nuestro país) tienen elementos que las harían altamente susceptibles de ser automatizadas, un índice que es mucho más elevado para posiciones como las de personal de ventas (78,5%), atención al cliente (71,6%) o asistencia en la cocina (86%).
¿Por qué la diferencia entre ambas conclusiones? En el caso de la segunda alternativa citada, el trabajo se basó en el método usado por los investigadores Carl Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, en 2013.
En su momento, la conclusión de este estudio, respecto de que el 47% de los empleos de los Estados Unidos tenía alto riesgo de ser reemplazado en un horizonte de quizá una o dos décadas, tuvo bastante difusión, pero también, con el tiempo, hubo varias críticas, como la que advierte que la automatización de determinadas tareas atribuibles a una ocupación no es motivo suficiente para indicar que un puesto podría quedar eliminado, tal como sugería el estudio.
Por eso, según explica a LA NACIÓN Leonardo Gasparini, director del Cedlas y uno de los autores del trabajo, otra metodología desarrollada por Melanie Arntz, del Centro Leibniz de Investigación Económica Europea, se ocupó luego de hacer un trabajo más fino para identificar qué tareas hay realmente en cada puesto. “Hay empleos que aparecían como completamente automatizables en la metodología de Frey y Osborne, que en esta otra metodología sólo lo son parcialmente”, agrega el economista.
El informe del Cedlas señala que, por la estructura del mercado laboral en América Latina, el porcentaje de puestos con elevado riesgo de automatización que se obtiene sobre la base de la metodología de Arntz, es bastante más alto que el que arrojó una estimación hecha para países desarrollados (9%).
Y eso se explica porque en nuestra región (para la cual se tomó información de los institutos oficiales de estadística y se la trabajó con una base de datos desarrollada por el Cedlas y el Banco Mundial) los empleos de ingresos bajos y medios tienen más peso que en las economías industrializadas. Hay que tener en cuenta también que las estimaciones incluyen tanto el trabajo formal como el informal, este último de incidencia muy significativa en los países latinoamericanos y en la Argentina en particular.
En este punto está una de las más fuertes luces de alerta: la mayor vulnerabilidad ante la automatización de tareas se da entre quienes están peor ubicados en la pirámide socioeconómica y, también, entre quienes tienen menos años de estudios.
En cuanto a sectores, el riesgo es mayor en el comercio, los restaurantes y hoteles, el transporte, las comunicaciones y el servicio doméstico (frente al promedio general de 16,7%, en esos sectores el índice llega hasta el 25%). Bastante más bajo resulta el índice en tareas de enseñanza (4,4%), o en servicios sociales y de salud (7,1%).
El impacto en los ingresos
¿Qué puede implicar una mayor automatización de tareas y un mayor uso de la inteligencia artificial en materia de ingresos de una población?
En primer lugar, hay una cuestión sobre la cual advierte el informe mencionado y que hace a las dificultades para establecer pronósticos: el hecho de que un puesto o varias tareas de un puesto puedan ser hechas por máquinas no quiere decir que ello vaya a pasar realmente y, en todo caso, podría ocurrir en uno o en otro plazo según el lugar que se mire (dependerá de muchos factores y de decisiones de política pública y de gestión privada).
Y, por otra parte, el desplazamiento de un trabajador de su puesto puede llevar a una de varias situaciones: que la persona vaya a la desocupación o a la inactividad, que sea reubicado en la misma empresa, en función de que se crearían nuevas oportunidades, o que encuentre otra ocupación que, probablemente, estaría en el sector informal y le aportaría ingresos más bajo e incluso más inestables. Una predominancia de la primera y de la última de las opciones llevará a un incremento de la desigualdad.
Operarios ensamblan un robot que esculpe en mármol en una empresa italiana – AlessAndro GrAssAni /nyt – NYTNS
El economista Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella y estudioso de estos temas, aclara que tiende a ser pesimista y expresa: “La incidencia en los salarios tiene que ver con qué tan sustitutiva o complementaria es la automatización respecto de lo que hace la persona; si se reemplaza a alguien por una máquina, entonces habrá una sobreoferta para esa función, porque el trabajador competirá con sus pares y con la máquina, y entonces sí habrá un efecto negativo en el salario; si se trata de gente que trabaja con una máquina y eso hace que aumente la productividad laboral, posiblemente habrá menos demanda ahí, porque se necesitarán menos trabajadores para producir lo mismo que antes; pero, a la vez, como el puesto es más productivo, los salarios deberían subir, si es que el mercado paga la productividad marginal de los factores”.
Todo ello está cruzado por otras cuestiones, advierte, como el hecho de que hay firmas tecnológicas, por ejemplo en la economía de plataformas, que se desarrollan en un marco de escasa competencia que les sea significativa y que contratan a trabajadores no sindicalizados, lo cual aporta un elemento para pensar en salarios que tienden a reducirse y en desigualdades sociales que corren el riesgo de ampliarse.
En su reciente libro Dinosaurios y Marmotas, Levy Yeyati dice que el debate sobre estos temas se profundizó en los últimos años con la aceleración de la robotización industrial y las aplicaciones de la inteligencia artificial. “Reemplazan no ya nuestro trabajo manual rutinario, sino nuestros cerebros”, plantea.
El riesgo de la automatización es más alto en trabajos de baja y media calificación que implican tareas rutinarias
“Los nuevos artefactos inteligentes compiten hoy con el analista financiero y con el ingeniero petroquímico. En la medida en que los robots ganan flexibilidad y capacidad de aprendizaje también podrán sustituir a empleos hoy protegidos: el auto sin conductor reemplazaría al chofer; el robot, al personal de limpieza”, ejemplifica. Sobre el último punto, ya se vieron imágenes en los últimos meses de una barredora autónoma recorriendo calles finlandesas.
Requerirán que quienes los ocupen reciban una preparación especial, eso sí, pero los analistas también señalan que las propias innovaciones generarán empleos que hoy no existen, en una dinámica emparentada con las de otras épocas de cambios.
Empleos que van desde los vinculados al mantenimiento de las máquinas, hasta los que implican controlar los procesos de inteligencia artificial, como los que el informe de 2019 de la Comisión Mundial sobre el Trabajo del Futuro por el centenario de la OIT señaló que deberían existir, si se pretende que el ser humano maneje al algoritmo y no el algoritmo al ser humano.
El tipo de sustitución a la que lleva la inteligencia artificial, afirma Levy Yeyati, produce lo que llama un “ahuecamiento” en la oferta de empleos de remuneraciones medias, para los cuales habría menos posibilidad de crecimiento que para los de bajos y altos ingresos, con el consecuente efecto en el deterioro de la distribución del ingreso.
Ese efecto, denominado de “polarización” por algunas investigaciones, no se demuestra en particular para el caso de América Latina, según destaca el estudio del Cedlas, que señala que en la región el riesgo sigue siendo considerablemente más alto para trabajos de baja y media calificación que implican tareas rutinarias.
Recalcular en tiempos de coronavirus
Y la pandemia y las cuarentenas, ¿cómo inciden en todo esto? “Aceleran el proceso de automatización -responde Gasparini-, porque, en el mundo, las empresas que tenían un grado de robotización avanzado son, naturalmente, las que han sufrido menos el impacto de las medidas de aislamiento, y eso incentivó a más firmas a incorporar más tecnología”.
De todas formas, esas decisiones dependen de muchos factores. Y en la Argentina, advierte el sociólogo Agustín Salvia, coordinador de la Encuesta de la Deuda Social de la UCA (Universidad Católica Argentina), “están la crisis de la actividad y los problemas como la alta carga tributaria y la falta de inversiones”.
Sí existe un grado importante de digitalización, dice, en sectores como el agropecuario, que ocupan poca mano de obra.
Salvia considera que “el Estado va por detrás”, en cuanto a las acciones necesarias de cara a los desafíos planteados, pero “los fenómenos de transformación de los procesos de producción ocurren en una u otra medida en la práctica, independientemente de lo que hagan las políticas”.
Algo que se verificó en pandemia y sobre todo en las cuarentenas, según un análisis hecho por la economista Roxana Maurizio, es que, así como las empresas con mayor desarrollo tecnológico son las que más pudieron seguir operando pese a las restricciones, fueron los trabajadores con más formación y con mejores ingresos los que mayormente siguieron con sus tareas.
“Los asalariados formales, de mayor nivel educativo, adultos, y que realizan tareas profesionales, técnicas, gerenciales y administrativas” son quienes han podido hacer un mayor uso de la modalidad del teletrabajo, cuenta Maurizio, investigadora del IIEP (UBA-Conicet), respecto de las conclusiones del estudio, publicado recientemente por la OIT, que incluyó a la Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Perú y Uruguay.
Los asalariados formales de mayor nivel educativo son quienes han podido hacer un mayor uso de la modalidad del teletrabajo en pandemia – Shutterstock.
Concretamente, en el segundo y el tercer trimestre de 2020, entre el 40 y el 60% de los asalariados con nivel educativo universitario trabajó desde sus casas, mientras que entre quienes no completaron el nivel primario los valores fueron inferiores al 4%, según consigna el informe.
Más allá de acelerar ciertos cambios tecnológicos, con limitaciones según el país y el contexto, la pandemia bien puede estar acrecentando las desigualdades sociales.
No solo por los efectos heterogéneos sobre el empleo, sino también por las consecuencias en la población en edad escolar, dada la mayor incidencia que las dificultades de la falta de presencialidad tuvieron en los sectores con menores recursos. Ese impacto no tendría una reversión más o menos cercana como la de las fuentes laborales, sino que sería más persistente.
El vínculo entre años de educación y riesgo de automatización de tareas laborales aparece abordado en el trabajo del Cedlas: “La proporción de trabajos con alto riesgo es más alta para quienes tienen ciclo secundario incompleto”, se concluye, a la vez que se advierte que más de un tercio de los trabajadores en América Latina se encuentra en este grupo de baja calificación.
El riesgo alto de automatización alcanza su punto máximo a los 11 años de educación. Y para quienes cuentan con 17 o más años de formación, la tasa es de alrededor de 3%.
La educación, el desafío central
Es hacia la educación y hacia el enfoque de los planes de estudios donde los especialistas apuntan en primer lugar, a la hora de analizar qué hacer frente a las transformaciones del mundo del trabajo.
“No hay que pensar en la educación como más de lo mismo, más presupuesto, más computadoras, más horas en el aula o estudiando en casa -señala Levy Yeyati en su libro-.
La formación requerida por las nuevas tecnologías es mucho más específica; exige una actualización de programas y formatos y, sobre todo, de los educadores”. Y agrega que, más allá de que siempre se debaten temas vinculados a los ciclos primario y secundario como herramientas para la inclusión y la movilidad social, desde el punto de vista del desarrollo económico la reforma educativa debe involucrar “fundamentalmente a la educación terciaria, sobre la que el Estado suele tener una incidencia menor”.
Gasparini aporta: “En teoría, aún hay tiempo para que muchos niños y jóvenes adquieran capacidades que les permitan en el futuro conseguir empleos en sectores más intensivos en capital humano”.
Pero también señala que educar con foco en lo que viene “es una tarea inmensamente difícil, que en la Argentina no viene teniendo éxito”.
Cuando la pobreza afecta a casi la mitad de la población y cuando uno de cada dos trabajadores es informal, como ocurre en nuestro país, la vía educativa no parece una respuesta suficiente. Levy Yeyati desafía: “¿Debemos condicionar el modelo de desarrollo a los déficits de oferta laboral presente, por ejemplo, resistiendo la tercerización para preservar puestos de mala calidad y remuneración, o debemos aggiornar la oferta laboral con una reforma educativa y un mejor entrenamiento de los trabajadores activos para elevar la productividad y el salario real?”
Y se responde: “Probablemente, un poco de ambas cosas”, lo que implicaría proteger el trabajo existente y, al mismo tiempo, preparar a las personas para lo que se demanda y se demandará, y estimular actividades de alta calificación.
El cuidado de personas mayores no puede ser reemplazado por máquinas y es una ocupación que tiende a crecer – RICARDO PRISTUPLUK – LA NACION
Entre las capacidades más valoradas, pensando en el futuro, ganan relevancia algunas que no están referidas a los conocimientos duros. “Las tecnologías de la información y la comunicación eran los trabajos del futuro hace 20 años; ahora son los del presente y en el futuro pueden ser reemplazados; por eso se pone el énfasis en las competencias blandas” vinculadas con puestos “que son, en promedio, de calificación medio baja y que sufren la paradoja de ser demandadas pero mal remuneradas”, dice Levy Yeyati.
La empatía, la capacidad de escucha y de diálogo son, por ejemplo, centrales para las tareas de cuidado de personas, relacionadas con la mayor expectativa de vida y con la necesidad de que entren en juego esas cosas que, al menos por ahora, solo están en quienes tienen un corazón que late y que siente.
FUENTE: LA NACIÓN – IA – Automatización – Empleo – Sociedad – Por Silvia Stang