Una vida intensa…pero nada fácil. (V)

Y así comenzó el noviazgo – en aquel tiempo se decia asi- cuando hoy comienzan a convivir, a veces sin saber cómo se llaman, luego de una noche de pasaje de alcohol y deseo desenfrenado- Pero es lo que hay…y es el hoy.

Siguió pensando en esa vida casi pueblerina, a pesar de habitar en la Ciudad de Buenos Aires, en donde podían darsexa conocer sus propias contradicciones, enceguecidos por creer que había una única verdad y debatiendo con un ego, que no los dejba en paz, aún hoy.

Las horas eran lentas, es como si se tratara del argumento de una filmación con una cansina manera de ver las cosas, pero estas a pesar de ser simples, eran los nutrientes de aquella felicidad.

Si algo no se dejaba pasar en la casa familiar, era el festejo del almuerzo para despedir el año viejo recibiendo con esperanza al niño que recien comenzaba a gatear.

Era en ese momento en que su madre preparaba el día anterior un relleno fantástico para cocinar esas riquísimas empanadas árabes llamadas «fatay».

Lo dejaba macerar toda la noche y al otro día se dirigia a la panadería con la o las ollas de la preparación y luego de saludar con un buen día, les pedía amablemente a cada uno de los vilipenleaban la masa, que fueran a lavarse las manos sin excepción.

Él, pensaba que cuanto tuvo que ir alguna vez, no podía creer que su madre contara con algo que le fue hasta ese momento inadvertido – autoridad sobre los demas-.

Su madre se quedaba durante todo el proceso, en que se amasaba cada círculo, se colocaba su relleno y se los ingresaba al horno a leña, con unas palas planas.

Se iban cocinando en tandas, y al retirarlos colocándolos en la misma cacerola original, alcanzando a veces unas cien o ciento veinte unidades. Un exageración, ya que cada fatay tenía el tamaño de un plato playo

Al volver a la casa, estaban ya todos los comensales, algunas ensaladas y las bebidas, casi siempre jugos.

La avidez con que se comía esas delicias no se conyentauna simple definición..Hasta «Don Pancho», abuelo y padre del suyo, era a la única reunión familiar a la que asistía cada año. Y al final «el postre típico»; preparado por su padre «Natilla con orejones de durazno» – la nata que es tan común en España.

Reía al pensar como jugaba con su hermano- quince años mayor- a ver quien de los dos devoraba más fatay. Generalmente, ganaba él con 13 contra 11 o menos. Eso si, luego no había forma de levantarse de la mesa.

Que bueno eracque con aquellos platos caseros y » no platos de autor» como hoy, los sabores y olores de aquellos momentos hayan quedado para siempre en la memoria.

Nutrida mesa, plena de anécdotas y de «chistes de salon», contados con gracia por su padre, bajo la mirada atenta de su madre que lo correjia si escuchaba algo de tonalidad verde…

El brindis final con la sidra que fuera; por la vida, la unión, la salud, el amor y la esperanza, estandartes de un grupo familiar de raíces humildes pero con principios no negociables.

Recordaba, que la llegada de su futuro cuñado, se había dado en el momento justo.

Bastaron algunas charlas y la enseñanza por el muchacho recién llegado, de algunas simples lecciones de boxeo, para que a partir de allí nadie se atreviera en la cuadra, ni siquiera intentar abofetearlo.

Allí, se ponía de pie y enfrentaba al agresor, que sorprendido montaba en polvorosa. Comenzó a elevarse su autoestima y su auto reconocimiento.

Pero el destino, le tenía preparada una ingrata sorpresa…

Continuará..

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest.

Una vida intensa…pero nada fácil. (IV)

Había una sola manera…se debía atraer al «muchacho» al ruedo, para que jugara de visitante.

A cenar?
Ni por asomo, el matriarcado debía hacer peripecias para darle de comer a seis bocas,  cuando en esa época nada era procesado como ahora y ni que hablar de «delivery».

Y bueno a ello, se le podría llamar en aquel entonces al carro de ese lechero que era grandote como una montaña, llevando una gruesa faja «vasca» en su cintura, que bajaba del carro con un gran tarro y otro pequeño -la medida de un litro- no sin antes de ingresar a casa, bendecir la leche con un poco de agua no santa-

O el carro de la Panaderia Argentina, que llegaba tocando su «bocina de aire» antes del atardecer, ofreciendo sus baguettes «bien argentinas, que eran larguísimas y crocantes.
Eran «flautas » gigantes. 

Ahhh…y los carros a tracción a sangre, eso si los caballos se veían bien cuidados.
El problema era cuando los animales,  luego de tanto andar necesitaban hacer sus necesidades.  Ufff…problemas para los trabajadores que debían lidiar con ello.

Se detuvo porqué se dio cuenta que los recuerdos infantiles tan nítidos en su memoria, lo habían alejado de su auto relato.

La estrategia era «invitarlo» al muchacho una tardecita para tomar un cafecito y conocerlo. La infusión del  mate era solo para la familia, por una razón de higiene.No para extraños.

No…no era una sala de interrogatorio, solo un comedor antiguo, lugar en el cual había un sofá cama con otro catre debajo, donde dormían sus dos hermanas.

El día llego; un sábado  sonaron unos golpes tímidos en la puerta. Su hermana fue a recibirlo, mientras que toda la familia- él incluido- lo esperaban en el comedor. Ahora pensaba que habría sentido, luego quién en un par de años después, seria su cuñado.

Miradas escudriñadoras lo escaneaban desde la cabeza a los pies…y luego las preguntas más que formales. Donde vivis? Con quien? Trabajas o estudias? y asi otras decenas por el estilo. Cada tanto, sonrisas traviesas, nerviosas, surcaban el aire.

Se supo que era huérfano de madre desde sus nueve años, haciendo que su hermana mayor lo cuidara, mientras su padre atendía el negocio. La menor, era tan chiquita que fue «adoptada » por la hermana de su madre y su esposo,  que no habían podido tener hijos. Penso…nada es casual. Todo es causalidad…en esta vida.

Quedó claro que era de ascendencia española tanto de padre como de madre, y eso espantó hasta la mínima tensión por ese asunto. Recordaba que el muchacho estaba tan  nervioso que al hablar de a ratos, tartamudeaba. 

Pero todo se determinó -obviamente fue su madre la que estableció las reglas- con visitas a la casa martes y jueves de 20 a 22 horas. De haber una salida de la parejita, si o si, debían estar acompañados por la otra hermana o incluso el que era el menor de los hijos.

La historia recién comenzaba…y se esperaban los momentos a venir …

Continuará…

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest.

Diamela Eltit: «La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte con la literatura hacia otros espacios me parece interesante»

Tiene un tono de voz sereno, suave, que a veces se apaga tanto que casi llega al susurro. Diamela Eltit (Santiago de Chile, 1949) contempla la lluvia desde el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, donde este año se celebran las Converses Literaries de Formentor.

Las previsiones meteorológicas hablan de un posible huracán de camino a la isla, pero la escritora no parece en absoluto preocupada: la misma serenidad de sus palabras parece habitar su interior y hacerlo imperturbable. Solo la risa, que brota espontáneamente en varios momentos, altera su discurso. 

Diamela Eltit fue consagrada el año anterior —2021— con el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, pero durante mucho tiempo ha sido lo que se conoce como una escritora de culto, de inmensas minorías.

Durante muchos años ha trabajado como profesora de Literatura en diversos centros de su país. Junto al poeta Raúl Zurita, que llegaría a ser su marido hasta la anulación del matrimonio, y otros amigos inquietos como Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells, fundó el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), que renovó el ambiente de la creación en los duros años de la dictadura pinochetista. 

Como escritora, se dio a conocer en 1980 con el volumen de ensayos Una milla de cruces sobre el pavimento y debutó en la novela tres años después con Lumpérica.

A esta siguieron otros títulos como Por la patriaEl cuarto mundo o El padre mío, donde fue abordando diversos aspectos de la realidad desde un decidido compromiso. Instalada en México como agregada cultural de su país entre 1991 y 1994, se alió con la fotógrafa Paz Errázuriz para escribir un libro de carácter documental sobre amor y locura, El infarto del alma.

En España, ha sido la editorial Periférica la que ha apostado por la obra de Eltit, publicando hasta las fechas sus libros Jamás el fuego nuncaFuerzas EspecialesSumar El cuarto mundo

Mientras la lluvia arrecia y el cielo sobre Las Palmas se ennegrece por momentos, Diamela Eltit responde a las preguntas de JOT DOWN con toda amabilidad.

Solo rehúsa abordar una cuestión: su desencuentro con Roberto Bolaño, con quien intercambió en su día fuertes descalificaciones. 

Su literatura nace de un contexto dictatorial. La censura, ¿enseña algo? ¿Acaba uno debiéndole algo a sus censores?

Efectivamente, cuando yo publiqué mi primer libro, en 1983, había diez años ya de dictadura.

Y había una oficina de censura, no era una idea ni un rumor. Tú tenías que llevar tu manuscrito a una oficina que estaba en el Ministerio del Interior, y allí te tenían que autorizar o no la publicación.

Se podían publicar esos libros sin pasar por ese control, pero en tal caso esos libros no podían llegar a librerías.

Yo publiqué con una editorial que se dedicaba a libros de ciencias sociales, mi libro era su primera experiencia en novela, y querían llegar a librerías.

En ese sentido, puedo decir que viví con un censor al lado, pero nunca escribí para el censor. Respecto al lenguaje, la censura opera y le da un valor mayor al discurso. Las palabras ya no son casuales, tienen más densidad. Las hablas comunes tenían que ser repensadas. La censura te ilumina en eso, no hay inocencia. 

En muchas ocasiones le he oído hablar de la escritura como resistencia, incluso en alguno de sus textos se hablaba de escribir para «salvar mi honor». ¿Hasta ahí llegaba la cosa?

[Ríe con ganas] Mira, yo estudié literatura, leí mucho en la infancia y la adolescencia, y encontré siempre un lugar ahí.

Fui siempre por esa línea, nunca tuve dudas de lo que yo era y lo que quería. Pero claro, me tocó una época que no había pensado que iba a vivir, y que no está bien para nadie, nunca, ni en pasado, ni en presente ni en futuro.

Sé que todos los países tienen historias muy trágicas, y Europa para qué decir.

Pero efectivamente, lo que yo viví fue muy deprimente. Yo era una persona joven, tal vez más ingenua. Me di cuenta que en la vida había cortes. Y escribir era un acto de resistencia, siempre lo es.

La letra no llegó al mundo para escribir literatura, sino para certificar posiciones.

Pero escribimos en ese tiempo mucha gente que nunca salió al exilio, nos definíamos como insilio o exilio interior, con nuevos parámetros sociales. Las universidades estaban intervenidas por militares, los diarios habían cesado, había cambiado el espacio público.

En ese contexto, lo social estaba muy dañado, y escribir se volvía, en efecto, ese acto de resistencia.

Cree que eso hace tan diferentes sus libros de la literatura chilena que más se conocía en España, por ejemplo, la de un Donoso, no digamos ya de un Skármeta o una Isabel Allende?

Así es, yo he trabajado una vía entre otras.

Personalmente, tuve una amistad larga con Donoso, él estuvo muchos años fuera y cuando volvió fue muy bonito conocerlo y cultivar esa relación.

Él tenía novelas importantes como El obsceno pájaro de la noche, donde trabajó las clases sociales, cómo están ligadas, cómo es la dependencia entre oprimido y opresor.

Y luego está el primer Skármeta, con sus cuentos muy divertidos, muy irónicos, que hoy día serían políticamente incorrectos en el mejor sentido del término. A Isabel Allende la he visto un par de veces, hemos tenido una relación cordial. 

¿Cree que ese sentido de la literatura como resistencia del que hablábamos corresponde solo a un momento de represión, o lo puede tener todavía hoy, cuando las libertades son más amplias y el honor no está tan comprometido? 

Todo sistema político tiene una parte represiva, no hay ninguno completamente libre.

La dictadura es un momento exacerbado de esa represión, pero no creo que haya ningún sistema enteramente libre, siempre se reprime un poco, especialmente a los jóvenes. Así, la materia literaria está vigente observando todas las libertades posibles. 

El hecho de que usted entre en el mundo de la performance, con el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), ¿marca una desconfianza hacia el libro? ¿La acción en la calle iba a llegar adonde la letra impresa no alcanzaba?

Mi deseo de escritura excede al libro, la escritura para mí nunca va a ser suficiente. Siempre va a haber un momento pleno, y creo que esa sensación era cada vez más fuerte.

Quería llegar a un global en el que me daba cuenta que el libro contiene la letra, la retiene. Efectivamente, hay un espacio entre la letra y el libro que es terrible. Pero tal vez esa idea de acercarse al libro hace que la gente siga escribiendo. Por otro lado, Acciones de Arte permitía ir más allá del papel, pero fue un momento corto, seis años. Después volví a lo que soy. 

Sí, la oí decir que volvió «disciplinadamente». ¿Se sentía como la alumna que se ha escapado del colegio?

[Ríe] Sí, volví porque me di cuenta de que había algo que yo no manejaba bien fuera de ese ámbito.

Sin embargo, no dejó de trabajar con otras herramientas, como la fotografía. ¿Qué encontró en ella para ir más allá?

A mí siempre me ha interesado el trabajo con los demás, la cuestión comunitaria.

Ese sí ha sido un tema que me ha dado vuelo. Hay un libro titulado El infarto del alma, con fotografías de Paz Errázuriz, que estaba haciendo fotografías en un psiquiátrico y había descubierto que dentro de aquel centro había parejas de enamorados.

Mi idea fue escribir en paralelo con las fotos de Paz. Me gustó mucho trabajar en esa relación, fue un encuentro muy interesante.

Diamela Eltit para Jot Down 22

Es curioso que le atraiga el trabajo comunitario y haya escogido la profesión más solitaria quizá, la de escritor. ¿Logró conjurar la soledad a través de colaboraciones como esa?

Sí y no. Estás solo y no estás solo, en el sentido en que el lenguaje lo excede a uno mismo. Uno escribe solo, pero con todo lo que te llega, con las memorias, los distintos espacios, las situaciones.

Te retira de tu vida cotidiana y vuelves enteramente, es interesante porque hay una fuga de la vida. La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte un poco con la literatura hacia otros espacios me sigue pareciendo algo interesante. 

¿Esa necesidad de fuga fue la que la hizo también acercarse al teatro? 

Yo he hecho guiones para cine, pero en teatro solo ha habido directores que han adaptado mis obras, no he escrito directamente para él. Especialmente, con una gran amiga y compañera de trabajo hicimos un mediometraje bastante raro…

Muchos compañeros escritores comentan que, precisamente porque los procesos del cine son complejos, nunca quedan contentos con el resultado. ¿En su caso no fue así?

Ah sí, hice guiones para dos películas más comerciales que las anteriores que había hecho. En una de ellas, entre lo que yo pensé y escribí y lo que se hizo al final había una diferencia enorme. Me di cuenta de que había una falla mía tal vez, en el sentido de no pensar que eso requería una producción.

Eso no lo había pensado. El cine pasa por sumas de dinero no menores, que acaban transformando el producto final. 

Lo del papel y el bolígrafo es mucho más barato, claro…

Sí, sí [ríe].

¿Cree que su obra está impregnada o atravesada de una intención feminista, o de una intuición feminista…?

No. A mí nunca me interesó mucho hacer una literatura que propusiera posiciones ideológicas, para eso están los discursos teóricos y sociales, que siempre van a ser importantes, interesantes e iluminadores.

Para qué voy hacer una novela feminista, si hay un pensamiento feminista lo suficientemente sólido como para iluminar el campo. En otro registro, hice una literatura muy mental, no tan fundada en las intuiciones femeninas y sus programas. La mía no es una literatura ilustrativa de nada, sería limitante como creatividad.      

En los últimos años hemos asistido a un fenómeno chileno como el de Las Tesis, que han irradiado su forma de expresión por todo el mundo. El año pasado las conocí en Cádiz y no pude preguntarles si habían leído a Diamela Eltit, ¿usted cree que lo hicieron?

[Risas] Mira, Las Tesis creo que leyeron a Rita Segato, la comunista argentina.

Y es divertido porque tomaron el himno de la policía y lo pusieron en evidencia. Era el himno real, y era muy complejo una vez que lo escenificaron.

Me parece muy interesante la performance y la puesta en escena. Tuve una reunión pública con ellas, también con otro grupo que hace acción lumínica, Delight.

Son los dos grupos más importantes e interesantes de esa escena. Yo trabajé mucho cosas parecidas. Por otra parte, estaba muy atenta a cosas del estilo de cómo votamos, cómo se consigue el voto para las mujeres…

Era mi siguiente pregunta. Las cosas conquistadas, ¿no tienen vuelta atrás, o son más frágiles de lo que pensamos?

Hay construcciones, destrucciones, en esto como en todo.    

Pasó también una temporada en México. ¿Puede recordar aquella etapa, qué le hizo salir del país y afincarse allí?

Cuando vino la transición en el año 90, yo había trabajado en cuestiones sociales, escribiendo textos para distintos políticos, ¿no?

Me llamaron y me dijeron que había cinco cargos de agregadurías culturales, y me ofrecieron una por el trabajo de colaboración que yo había hecho, anónimo, sin firma.

Me preguntaron adónde quería ir, nunca lo había pensado, así que decidí que fuera México, donde nunca había estado. Fue un trabajo complicado e interesante, pues no había relaciones entre los países y me tocó redactar muchos convenios. Eso me sacó de la parte más social de mi trabajo, para dedicarme a tareas puramente burocráticas. 

¿Le resultó fácil integrarse en el ambiente literario mexicano? ¿Con quién hizo pandilla?

Sí, todavía tengo buenas amistades allá. Estaban Carlos Mosiváis, que era muy sabio… No, olvidémonos de esa palabra, era muy erudito, tremendamente erudito, trabajaba en las culturas populares… A mi amiga Marta Lamas, a Margo Glatz, en fin, conocí a muchos. A Carlos Fuentes, también, era muy simpático. Tuve la suerte de estar en esos grupos en los que circulaban siempre los mismos. 

¿Pitol andaba por allí, también? ¿A Monterroso?

Sí, a Sergio Pitol lo conocí, pero estaba mucho en el extranjero. Cuando regresaba a México lo encontraba. Y Monterroso era guatemalteco y vivió en México…

¿Por qué sonríe al hablar de Augusto Monterroso, le ha venido algún recuerdo simpático de él?          

Era bajito [ríe].

No sé si sabe que una vez se hizo una foto al lado de Cortázar, que era altísimo, medía casi dos metros, y la hizo publicar en la prensa de Guatemala con el siguiente pie: «El escritor Augusto Monterroso, junto a un hombre de estatura normal».

No la sabía [ríe]. 

Diamela Eltit para Jot Down

¿Podía usted sospechar entonces, cuando llegó a México, que algún día la llamarían para concederle el premio de la FIL de Guadalajara?

Mira, el primer premio FIL se lo concedieron a Nicanor Parra, y yo había sido alumna de Nicanor en la Universidad. Yo me lo gané más de treinta años después o más, nunca pensé en ese premio. Pero sí, vivir en México fue liberador, supuso para mí salir del exilio interior…

¿Cómo era el profesor Parra?

Nicanor, como sabes, era físico cuántico, había estudiado en Inglaterra.

Tenía una familia muy ligada a lo popular, su hermana era Violeta Parra, una de las más importantes compositoras latinoamericanas.

Y bueno, él era muy inteligente, más que como profesor, era un espectáculo verlo a él. Era muy simpático, siempre tuve muy buena relación con él y cuando estudié con él fue muy provechoso.

El físico se recicló como literato. Lo que no me sirvió fue para escribir, no aprendí técnica de él, más bien cómo leía el mundo. Decía cosas como «cuando un hombre se va con la mujer de otro, arde Troya». Esa era su síntesis del mundo [risas].  

No quiero dejar de preguntarle por algo que quizá le resulte engorroso, o embarazoso. Me refiero a su relación con Roberto Bolaño, del que han circulado muchos rumores respecto a usted. Para no dejar las cosas al chisme, le pregunto qué pasó con él.

Él murió joven, desafortunadamente. Por respeto a su muerte, prefiero no hablar de Bolaño. 

De su obra, ¿sí puede hablar? 

Yo prefiero no referirme a Bolaño.

Volvamos a la FIL. A menudo los escritores se obsesionan con los premios, pero, ¿son tan importantes? ¿Cambia realmente algo de su obra cuando lo reciben, más allá de que vengan bien económicamente?

Yo he escrito libros no marginales, pero desde luego he trabajado en otra dirección más ligada a la producción que a la difusión.

Lo otro tiene servidumbres, un representante que te diga que tienes que ir para acá o para allá… Yo me siento muy libre en ese sentido, con las editoriales no tengo una exigencia, y no sigo los premios, dónde se dan, en qué minuto.

Sinceramente, no estoy en eso. Ahora bien, es estimulante recibirlos, pero hay un espacio más complejo, más retorcido, y es pensar inevitablemente que se equivocaron cuando te dieron el premio.

Nada es tan simple, no puedo evitar pensar así, si me lo merecía o se han equivocado. Pasé muchos años sin premios, pero con ellos o sin ellos he tenido que seguir con los mismos desvelos. Los premios que tengo no me sirven para escribir la próxima novela que tengo entre manos.   

Juan Goytisolo decía algo parecido, solo estaba convencido cuando le lanzaban un anatema o una fatua, los premios en cambio le hacían sentir que había un error. ¿Usted ha recibido alguna amenaza que le ayude a saber que va por el buen camino?

No, bueno, yo tuve inicios más difíciles por muchas situaciones, pero tengo una cosa: el lunes me puedes molestar, y el martes se me olvida. 

Una parte de su escritura tiene mucho que ver con lo oral. Fernando Quiñones solía pasear por los mercados y las plazas, y cuando alguien le preguntaba decía que estaba trabajando, «haciendo oído». ¿Usted ha hecho oído, también, ha sacado esa antena?

Me interesa mucho el habla de la gente, que alguien diga «ojalá que no haiga frío» y pensar que es toda la comunidad la que construye ese «haiga».

Luego reviso mucho los textos hasta niveles agotadores, me agobio yo misma al revisar mis textos. Siempre hay una vez más. Luego, cuando termino la novela y la mando al editor, siento pánico de que sea la última lectura y se deslice algún detalle sin corregir, pero después me olvido y sigo con la próxima.  

¿Nunca se relee a sí misma?

Poquito, poquito. No le encuentro mucho sentido. 

Me impresionó una frase suya, «el libro tiene todos los lectores que necesita». Es como impugnar la idea de la injusticia literaria. ¿Hay un orden natural que hace que cada libro tenga su público justo?

Creo que el acto de leer sigue siendo más importante que el cuántos leen. Lo otro es para los responsables de las editoriales, para los economistas. 

¿Y aspira más a lectores de calidad, inteligentes, sagaces, que a un determinado número de ellos?

No, si me leen… Claro que si son inteligentes lo agradezco, pero el lector elige qué lee, es soberano, y es normal que en una oferta múltiple de lecturas tengan más conexión con unas cosas que con otras. Nunca he pensado mucho más allá de eso, me parece bien, no me obsesiona. 

Diamela Eltit para Jot Down

La izquierda, por la que tanta gente luchó e incluso dio su vida, ¿es hoy lo que era? ¿Está a la altura de los tiempos y de su propia historia?    

Mira, venimos de una tremenda derrota hace poquitito, se acaba de perder el proceso para generar una nueva Constitución, y ha sido un golpe para la izquierda chilena, uno de los más graves después del golpe de Estado.

La gente que yo conozco estamos pensando qué pasó, cómo pasó. Es muy pronto para explicarlo íntegramente, pero lo estamos analizando…

Pero más allá de esa coyuntura, no solo en Chile, ¿están las corrientes progresistas dando respuesta a los problemas de hoy, o toca una reformulación, una puesta al día?

La izquierda de hoy no es la de los años 70, pero el problema más bien es que la ultraderecha está ahí, la gente de Vox por ejemplo va a Chile a hablar con la derecha chilena…

No sé cómo estarán las elecciones en Italia [finalmente, venció la candidata ultraderechista Giorgia Meloni, actual presidenta del Consejo de Ministros de la República, N. de R.], Bolsonaro en Brasil…

Digamos que hay un estado de cosas complejo, creo que hay un desgaste del neoliberalismo del que esa ultraderecha es un síntoma.

¿Quiere decir que la izquierda se limita a definirse por contraste con la derecha?

Mira, no sé si sabes lo que pasó en Chile. Primero, elecciones, ganó pero perdió las cámaras. Llevar adelante su programa era muy complejo, pero estaba el proceso constituyente.

Y este no solo no se gana, sino que se pierde por una cifra abismal, impensada, que ni siquiera la derecha lo había calculado en ningún momento. Nadie sabe esos votos qué son, por qué votaron eso, qué hay en ese número…

¿Qué literatura va a generar en Chile estos tiempos tan movidos?

Creo que habría sido interesante que se hubiera ganado la asamblea y se hubiera estrenado una nueva Constitución, porque la antigua había sido redactada en los tiempos de Pinochet.

Estamos en ese tiempo que no ha terminado, y lo que trae este nuevo liberalismo es la fantasía del yo frente a la comunidad: yo tengo que triunfar, yo… Un mundo del like, me gusta, me gusta. Y del selfi, ya no hay otros, es yo y yo. Incluso hicieron maquinarias para sacarte mejor, filtros.

Y la literatura no es ajena a los movimientos sociales, se ha generado una literatura del selfi, yo y mi vida.

Pero también es muy débil, porque el yo es algo muy complejo, no lineal. Es algo por alcanzar siempre, y hay más de un yo siempre.

Ya lo dice Federico García Lorca, «yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa». Esa literatura selfi es bastante agotadora para mí. Veremos si se rompe esa línea, desgraciadamente a lo mejor no se rompe, porque en Chile al menos continúa. 

En la pandemia pareció que había un espejismo de vuelta a la comunidad, para volver a las mismas. ¿En Chile ocurrió igual? 

Nosotros más rotundos con las elecciones, en las que se discutían muchas cuestiones comunitarias.

El agua, por ejemplo, el mar que en nuestro país está en manos de siete familias chilenas y los pescadores artesanales están jodidos totales, el litio es de los chinos, tenemos todos los recursos naturales amenazados…

Hay que ver, hay que ver qué pasa con algo tan necesario como es el nosotros. 

Diamela Eltit para Jot Down

Imagen de portada: Manifestaciones en Santiago de Chile, Chile.

FUENTE RESPONSABLE: JOT DOWN. Por Alejandro Luque. 13 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/América Latina/Chile/Pensamiento crítico/Política/Entrevista.

En ESTADOS UNIDOS, Tesla retira más de 360.000 coches por un problema con su piloto automático

El sistema de asistencia al conductor no se adhiere adecuadamente a las leyes de seguridad vial y podría causar accidentes.

Tesla ha comunicado a las autoridades estadounidenses que llamará a revisión a un total de 362.000 vehículos en Estados Unidos para actualizar su software Full Self-Driving (FSD) Beta después de que los reguladores estadounidenses hayan afirmado este jueves que el sistema de asistencia al conductor no se adhiere adecuadamente a las leyes de seguridad vial y podría causar accidentes, según ha adelantado la agencia de noticias Reuters.

La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras ha explicado que el software de Tesla permite a un vehículo «exceder los límites de velocidad» o actuaren las intersecciones de una manera «ilegal o impredecible», lo cual aumenta el riesgo de un accidente de tráfico.

El sistema FSD Beta también puede ignorar señales de stop o un semáforo en amarillo.

Los vehículos afectados son los Model S, Model X, Model 3 del 2017 al 2023 y el Model Y del 2020 a 2023 equipados con el software FSD Beta, de acuerdo con Reuters.

FSD Beta es un software en pruebas que incorpora ayudas a la conducción no incluidas en el sistema de suscripción FSD con el que Tesla equipa a sus vehículos.

Para tenerlo, el usuario tiene que tener el FSD, que cuesta 15.000 dólares.

Tesla permite utilizar el FSD Beta a miles de conductores mientras perfecciona el sistema.

El fabricante de automóviles dijo a NHTSA que actualizará de forma remota el software para solucionar los problemas detectados en el FSD Beta.

Imagen de portada: Tesla FSD Beta

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial.

Sociedad/Autos eléctricos/EE.UU./Tesla

EL MISERABLE DESEO DE LA CODICIA.

Los filósofos antiguos abordaron –y criticaron– el deseo de la codicia. Sin embargo, buscar la valoración de los demás y una mejora económica es bastante humano.

Dijo Heráclito de Éfeso que «todos los que viven sobre la tierra se apartan de la verdad y la justicia, y a causa de su miserable inconsciencia se aprestan a la codicia y al deseo de fama». 

Este rechazo por parte de los grandes filósofos antiguos de la codicia humana y el «deseo de honores» es todo un clásico, pero ¿es esto así siempre? ¿De qué depende? ¿Estamos destinados a ser codiciosos?

De alguna manera, los referidos pensadores entienden que la mayoría de las personas se halla dominada por tales impulsos, como si dicha proclividad fuese congénita al ser humano. Curiosamente, ellos se desligan de estos apetitos, como si estuviesen más allá del bien y del mal, en una actitud claramente elitista, representando Heráclito (por su historial) un caso particularmente sobresaliente de tal esnobismo.

Digamos que la diferencia entre aquellos que aspiran a ser reconocidos y el filósofo elitista está en que los primeros necesitan el reconocimiento ajeno, mientras el segundo toma por descontado su propio valor (aunque, a pesar de la palabrería, indudablemente, exige en su fuero interno que otros también compartan su misma opinión de sí). 

Esta fe inquebrantable de muchos filósofos antiguos en su propia valía era fruto de su crianza, pues muchos de ellos provenían de familias aristocráticas (como era el caso del propio Heráclito).

¿Cómo iba uno a dedicarse a filosofar en sociedades esclavistas como las propias de la Antigua Grecia?

Y si hablamos de filósofos que escribiesen, no analfabetos, estos eran escasísimos, pues en la Antiguedad, como hace no tanto, una minoría muy escasa de la población total sabía escribir siquiera.

Este elitismo, no obstante, no despreciaba tan solo a la «multitud» u «hombres masa», como diría Ortega, sino que despreciaba las opiniones de otros filósofos o creadores a la par.

En el caso de Heráclito este consideraba que Hesíodo, Pitágoras, Jenófanes y Hecateo no sabían nada, y que «Homero y Arquíloco merecían ser derrotados».

Cuando era joven dijo «no saber nada», pero al hacerse mayor afirmó «saberlo todo». A pesar de su enorme valía como pensador, Heráclito no dejó de ser un individuo sumamente engreído, cuyos textos, por otra parte, eran sumamente crípticos o ininteligibles, rasgo típico del pensador esnob.

Las personas que cuentan con mayor estatus en su comunidad inmediata o en la sociedad son más felices

Lo cierto es que los seres humanos somos imperfectos. Sin duda, tendemos a buscar la riqueza y el reconocimiento y admiración ajenas.

Pero no todos buscan tales fines con el mismo ahínco, ni de la misma forma.

Generalizar e igualar como lo hace Heráclito representa una falta de cálculo y prudencia intelectual, pues pone a todas las personas en el mismo plano, cuando los matices y diferencias entre individuos son muy variables.

Al ser animales sociales, es natural que queramos destacar y ser valorados por nuestros semejantes.

De hecho, lograr tal objeto puede que no sea algo tan equivocado como piensan algunos. Cuando el estatus social de una persona decae, se sabe que sus niveles de serotonina también decrecen.

Cuando ocupamos una posición óptima en el sistema social, más benevolente es nuestro entorno, porque uno tiene más amigos y gente con la que contar y no tiene que estar tan pendiente de los propios errores

Estudios psicológicos establecen, por otro lado, que las personas que cuentan con mayor estatus en su comunidad inmediata o en la sociedad en términos más amplios son más felices y se ven menos sujetos al estrés.

Aunque se adaptan rápido a dicha situación, no se aburren de ella fácilmente. Uno es más feliz y lleva una vida más sana, generalmente, cuando es estimado y respetado por sus congéneres.

La codicia ya es otro tema.

Muchos creen que el dinero les dará la felicidad, pero, en este caso, no es necesariamente así, al menos hasta un punto.

La seguridad económica ciertamente proporciona mayor bienestar y libertad, pero a partir de cierta riqueza, uno deja de sentirse más dichoso, algo, de nuevo, demostrado por diversos estudios.

Por poner un ejemplo, un análisis de Princeton realizado en 2010 estableció que un ser humano, generalmente, se siente más feliz cuando cobra más dinero hasta llegar a la cifra de 75.000 dólares al año (unos 70.000 euros), pero que, a partir de esa cifra, el incremento en el salario deja de traducirse en mayor felicidad.

De este modo, la búsqueda de una sustancial realización profesional que conlleve el reconocimiento ajeno (no una búsqueda de reconocimiento por el reconocimiento) y un buen salario ciertamente tiene un saludable efecto sobre nuestras vidas y es por ello que la mayoría de nosotros siente necesidad de tales retribuciones tanto económicas como afectivas.

Pero es importante siempre buscar tal realización por vía de una vocación e interés personal, dejando que el dinero y el reconocimiento sean, si acaso, efectos secundarios de un trabajo previo que nos interese por sí mismo como fuente intrínseca de placer y bienestar.

Imagen de portada: Por Eugenia Loli

FUENTE RESPONSABLE: ETHIC. Por Iñaki Dominguez. 13 de febrero 2023.

5 poemas de Los poetas feroces cuentan lobos para dormir, de Pedro Flores

Los poetas feroces cuentan lobos para dormir (Menoscuarto) es un homenaje a la poesía y, muy especialmente, a los poetas que mantuvieron desigual debate entre poesía y vida. Con soltura y atrevimiento, huyendo de tópicos habituales, desde ángulos novedosos sabe reflexionar y dar la vuelta a la realidad preconcebida. Su humor y aparente despreocupación están, sin embargo, teñidos de amargura, pues sus poemas no dejan de ser sino una tentativa de lo infinito inalcanzable, la constatación de que, a la postre, la vida es mucho más que la poesía.

Zenda comparte cinco poemas del

último libro de Pedro Flores.

***

EL NEGOCIO DE LA CHATARRA

Estoy en el negocio de la chatarra.
Poseo un camión viejo y un olfato de cerdo metálico
con el que venteo una brizna de plata
entre el clamor chirriante de la quincalla.
Los nuevos poetas conducen mudos coches eléctricos, cuando me adelantan en la carretera
aprietan el acelerador con la sonrisa
y me digo admirado ahí va un poeta de hoy.
Conducen dictando poemas a sus dispositivos,
poemas sobre la pureza del horizonte, luego,
en casa, se masturban con la voz de sus navegadores.
Yo soy el hojalatero, rebaño el óxido de las palabras,
soy una hiena con una prótesis en la risa,
escarbo en los vertederos a por los caparazones de las máquinas que emponzoñaban el aire,
abrevo en las charcas de metal pesado
y me la casco mirando el viejo póster del Playboy
que cuelga de la pared de un taller mugroso;
miss octubre del ochenta y seis,
ese año nacieron muchos poetas,
algunos de ellos se ríen de medio lado
cuando me adelantan en la carretera

☆☆☆

A LOS HERMOSOS PIES DE HERODÍAS EL TIEMPO ASESINA A STÉPHANE MALLARMÉ

Si la belleza no fuera la muerte…

Mallarmé

Al igual que el tiempo nunca acaba de construir
una mujer hermosa, pues se demora en sus párpados
esperando la luz de una estrella que no se ha muerto,
trazando el sucesivo palimpsesto de sus caprichos,
tampoco puede acabarse nunca el poema
que habla de una mujer hermosa.

Un lejano día esa mujer conspira
para cercenar la cabeza de un profeta:
Una muchacha, no menos hermosa, ha de danzar,
un rey consentirá al dictado de esa belleza de dos filos,
la hoja de metal cercenará la cabeza del profeta.
Todo eso que ya sucedió aún no puede suceder
mientras Stéphane no acabe el poema donde
una hermosa mujer echa a danzar la muerte,
un rey se deleita con sus dos hermosas,una cabeza mira de frente a su profeta.
Pero el tiempo, que es como una cuerda de violín herido,
como la red de una araña en la tormenta,
quiere seguir sucediendo, no entiende de poemas,
el tiempo quiere su danza, su cabeza cortada,
y escucha poeta donde decía profeta;
el tiempo se parece a Stéphane, no quiere palabras,
persigue tan sólo la pura y sublime sensación.

El tiempo tiene los tímpanos de polvo
y golpea con su filo el cuello equivocado
y la cabeza de Stéphane cae a los pies de Herodías
como caen los imperios ante la danza del tiempo,
como caen las reinas ante los poemas hermosos.

***

NOCTURNO Y EXTINCIÓN

Los poetas feroces cuentan lobos para dormir.
Una vez los lobos casi se extinguen,
entonces los poetas feroces enfermaron de insomnio
y escribían durante toda la noche.
Fue entonces que decidieron salvar a los lobos,
para que el mundo no se poblara
con la canina, trasnochada poesía de las bestias.

***

TODOS LOS CICLONES DEBERÍAN LLAMARSE COMO ABUELA

«tan olvidada ya del primer nombre

Quevedo

Está bien que se dé nombre a los ciclones,
uno sabe así quién le voló la vaca, la casa, la abuela.
Si el ciclón se llama como el hijo del vecino
eso confirmará que era él quien envenenaba a los gatos.
Está bien que se dé nombre a las vacas,
así uno sabe cómo llamarlas en medio de un ciclón, si el ciclón se llama como una vaca
no puedo evitar decirlo, será un ciclón de la leche.
Pero los ciclones deberían llamarse como abuela,
así ella vería su nombre en los periódicos
y todos repetirían ese nombre por la calle y descubrirían que era ella y no el hijo del vecino
quien envenenaba a los gatos,
porque olvidó que aquello no es comida para gatos.
Todos los ciclones deberían llamarse como abuela,
que toda esa voracidad tenga la medida de esas letras,
para que sea su nombre lo último que ella olvide
y, sobre todo, para que vea su nombre en las noticias,
a todas horas, escrito sobre las imágenes de las ciudades devastadas
y los océanos invertidos, y los repartos de comida, ahí, en ese sillón del que nunca se levanta
desde que le sopla el ciclón del olvido en la cabeza.

***

QUÉ OLVIDO TAN GRANDE TIENES

Por la noche, el poeta feroz
cuenta una historia para dormir a su hijo.
Y el lobo, disfrazado de niño,
abre las fauces y engulle al poeta.

—————————————

Autor: Pedro Flores. Título: Los poetas feroces cuentan lobos para dormir. Editorial: Menoscuarto. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

Imagen de portada: Gentileza de Tenor.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez Reverte.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

Inesperado regreso…

Eras torbellino

nadie ni

nada podía

detenerte,

solo

cuando él

aparecía

en el patio

común

de la casa,

tus pies

se clavaban

en el piso.

***

Vos, 

que no sabias

aun el porqué,

cuando

te cruzabas

con él,

tu corazón

daba

un brinco,

dandote

un rosado

evidente,

a tu rostro

de blanca

palidez.

***

Pensabas

en el,

cuando

te acostabas,

deseando

que algún

día

posara

sus ojos

en ti,

difícil 

lo creías,

te llevaba

unos años,

no muchos

pero

a tus padres,

seguro

que no

le agradaría.

***

Se marcho

un día,

nadie supo

adonde,

te quedaste

en el patio

pot horas,

con la 

esperanza,

de volverlo

a ver,

pero no.

***

Pasaron

cinco años,

solo guardabas

de él,

aquel inocente 

recuerdo

de cruzarte

en el patio,

era un día

como otros

tantos,

los jilgueros

gorjeaban

alegres

en sus

oscuras

prisiones.

***

Alguien

golpeo 

la puerta,

fuiste

con andar

cansino,

pensando

que 

como siempre,

seria

un vendedor

o algún otro

que viniera

a pedir

algo de comer.

***

Quedaste

petrificada,

como en

aquellos

años,

resulto

ser él

pulcro

y tan bonito

como 

lo conocías,

te sonrío,

le sonreíste,

tomaste

sus flores,

la tarde

se hizo noche,

y la magia

se produjo.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

¿Qué cabe esperar de un Congreso de Filosofía y pobreza? ¿palabras? ¿no sobran las palabras?

Tan cierto como aleccionador….cuando abriremos los ojos para observar a nuestro alrededor. Nuevamente gracias Ana de Lacalle; por sus contenidos. Un cálido saludo.

FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO

Esta semana que viene, entramos en la última para perfilar los detalles de un Congreso de Filosofía sobre la Pobreza en L’Hospitalet, que desconocemos hacia dónde nos llevará. Entre los participantes, y los que por dificultades económicas no podrán estar presentes, somos bastantes los que nos sentimos urgidos por la gravedad del problema; por ello, intentaremos desgranar los mecanismos que conducen a esa situación de emergencia humanitaria, y, además constatar si tenemos la lucidez suficiente, para elevar propuestas que mitiguen esa sangría.

Debemos ser conscientes de que el problema no requiere “parches”, aunque sean necesarios coyunturalmente para aliviar el hambre. Nuestras propuestas de cambio implicarán, necesariamente, modificaciones en la forma de vida de todos[1] pero, especialmente, de las élites multimillonarias que para el bien común deberían dejar de acumular, a menudo, fortunas que superan el PIB de un país. Pueden ser, en este sentido, cambios estructurales que, por sus…

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Los riesgos de no educar a los hijos en la cultura del esfuerzo: adultos dependientes, insatisfechos y déspotas.

Tamizando su contenido; para reflexionar en un mundo ferozmente competitivo e individualista. Gracias al Blog pk Mundo por sus contenidos. Cordiales saludos.

pk 🌍 MUNDO

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¿ A QUIÉN LE IMPORTA REALMENTE LA POBREZA?

Verdaderamente te importa la pobreza? O sólo sos consciente que existe; porque no te encuentras en esa situación o bien una leve sensación de solidaridad que dura un suspiro, te acompaña cuando ves o lees alguna noticia sobre ella. Eso es tan fugaz como un suspiro. Por ello le agradezco a Ana de Lacalle las reflexiones que nos deja en su blog Filosofía del Reconocimiento. Cordiales saludos.

FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO

A una semana vista del Congreso de Filosofía sobre la Pobreza, tres meses de dedicación y esfuerzo, me surgen algunos interrogantes que exceden lo que es el acto en sí.

(https://filosofiadelreconocimiento.com/2023/01/11/congreso-mundial-de-filosofia-sobre-la-pobreza/?fbclid=IwAR3BPsP7gxJKCUpgDmn_-LRfYA2bm64nq38RG07c8lCDmLaoqfqJ8goUQ1E )

Ha sido una iniciativa ciudadana, desde diversos lugares de Latinoamérica y el Estado Español, que se ha ido gestando en un foro filosófico a lo largo de más de un año de trabajo y que ha culminado con el deseo y la inquietud de ampliar el ámbito de reflexión a más ciudadanos del mundo. Además, hemos querido hacerlo presencialmente porque “los cuerpos importan” y, tomo prestada la expresión butleriana para significar que, el hecho de compartir espacio físico junto a los Otros nos une y quizás nos distancia, pero lo que parece evidente es que nos compromete por entero con la presencia y las interpelaciones ajenas. Esta reciprocidad es nuclear porque nuestra voz, no será solo propia, sino…

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