Un equipo de arqueólogos españoles descubren en Oxirrinco 22 tumbas de diversos períodos.

Hallazgos en Egipto

La Misión Arqueológica de Oxirrinco ha anunciado los resultados de la campaña de excavaciones llevada a cabo en 2022, y que ha tenido lugar en la Necrópolis Alta del yacimiento. Entre sus numerosos hallazgos destacan diversas tumbas, así como la realización de importantes labores de restauración y consolidación de estructuras.

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La antigua Oxirrinco (la actual El-Bahnasa), una localidad egipcia que estuvo habitada entre los años 664 a.C. y 7 d.C., situada en la región de Minia, a unos 200 kilómetros al sur de El Cairo, fue un importante núcleo comercial en la antigüedad. De hecho, se trata de uno de los yacimientos más extensos y mejor conservados de Egipto. La ciudad estuvo ocupada por egipcios y posteriormente por griegos, romanos, bizantinos, cristianos y, finalmente, por los árabes.

En esta antigua ciudad lleva años excavando la Misión Arqueológica de Oxirrinco, de la Universidad de Barcelona-Instituto del Próximo Oriente Antiguo (IPOA), financiada por la Fundación Palarq, el Ministerio de Cultura y Deporte y la Societat Catalana d’Egiptologia. Dirigida por las egiptólogas Maite Mascort y Esther Pons, cuenta con la colaboración del Servicio de Antigüedades de Egipto y la Universidad de El Cairo. Las sucesivas campañas que se han llevado a cabo en el yacimiento han proporcionado hasta la fecha importantes descubrimientos.

Tmbas persas localizadas en el Sector 36 de la Necrópolis Alta de Oxirrinco.

Tumbas persas localizadas en el Sector 36 de la Necrópolis Alta de Oxirrinco.Misión Arqueológica de Oxirrinco

SORPRENDENTES HALLAZGOS

Hace pocos días, la Misión Arqueológica de Oxirrinco ha anunciado los resultados de la última campaña de excavaciones, llevada a cabo entre noviembre y diciembre de 2022, que, de nuevo, han resultado de gran interés. 

El equipo arqueológico ha descubierto en la zona de la Necrópolis Alta del yacimiento 22 tumbas datadas en distintos períodos: romano, persa, bizantino y copto. El Consejo Supremo de Antigüedades se ha hecho eco en un comunicado de la importancia de estos descubrimientos realizados por el equipo de arqueólogos españoles. 

Vista general de las tumbas romanas descubiertas en Oxirrinco. Misión Arqueológica de Oxirrinco

Entre las tumbas localizadas, hay tres de piedra caliza de época romana, tres de época persa y dieciséis bizantinas y coptas. Algunas de las tumbas aún contenían los cuerpos, que estaban envueltos en sudarios decorados. Aunque tal vez lo más relevante de todo sea el hallazgo, en una tumba bizantina de entre los siglos VI y VII, de dos ofrendas consistentes en dos ranas dispuestas en el interior de dos jarras, posiblemente una muestra de sincretismo religioso. De hecho, la diosa egipcia Heket, representada como una rana, simbolizaba la metamorfosis y el renacimiento para los antiguos egipcios. Esa idea fue adoptada por los cristianos, como demuestran estas singulares ofrendas. Asimismo, los arqueólogos llevaron a cabo la restauración de la estructura de una basílica y de las pinturas murales de la cripta. 

Los restos de una de las ranas que sirvieron como ofrenda, en el interior de una vasija. Misión Arqueológica de Oxirrinco

Fragmento de sarcófago pintado con la imagen de Nut, la diosa del cielo egipcia.

Fragmento de sarcófago pintado con la imagen de Nut, la diosa del cielo egipcia.Misión Arqueológica de Oxirrinco

Las excavaciones de la necrópolis de Oxirrinco, que está dividida en cuatro sectores, han ofrecido, así, resultados significativos y que van a ser objeto de estudio. Los arqueólogos esperan que los hallazgos revelen muchos de los secretos que aún oculta la que fue una floreciente ciudad egipcia. Por otro lado, la egiptóloga Maite Mascort ha destacado que el equipo de restauración ha llevado a cabo numerosos trabajos de consolidación y restauración in situ, tanto como en el laboratorio.

Todo ello se ha completado, asimismo, con el uso de las más modernas técnicas aplicadas a la arqueología, como las fotografías aéreas, estudios en 3D de estructuras y piezas, así como topografía y fotogrametría parcial y general del yacimiento.

Imagen de portada: Imagen de la basílica que ha sido acondicionada en el sector 24 y cuyas pinturas y cripta han sido restauradas.Misión Arqueológica de Oxirrinco

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por J.M. Sadurni. 8 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Antiguo Egipto/Descubrimientos/Tumbas.

La vida cotidiana de los constructores de las tumbas de los faraones en Deir-El Medina.

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Entre 1948 y 1950, el arqueólogo francés Bernard Bruyère descubrió el depósito más grande de óstracos (fragmentos de piedra caliza y cerámica en los que se podía escribir y dibujar) en Deir el-Medina, el poblado de los constructores de las tumbas del Valle de los Reyes. 

Allí, en un antiguo pozo, Bruyère exhumó miles de estos fragmentos en los que los habitantes de Deir el-Medina garabatearon sus mensajes. Unos mensajes que, sin que ellos lo pretendiesen, habían traspasado la barrera del tiempo y llegado hasta nuestros días.

Excavaciones posteriores han ido sacando a la luz miles y miles de óstracos en Deir el-Medina, lo que finalmente, y junto con el gran número de papiros descubiertos en el yacimiento, ha conformado uno de los registros de información más completos sobre cómo vivieron los obreros de la necrópolis real instalados en este oculto asentamiento en la montaña tebana fundado por Tutmosis I, faraón de la dinastía XVIII.}

DEIR EL-MEDINA, UN POBLADO BULLICIOSO

Los óstracos de Deir el-Medina conforman un conjunto de material de lo más variopinto. En estos fragmentos de piedra y cerámica, usados como nuestro papel, aquellas personas escribieron cartas, recibos, registros de trabajo, demandas judiciales y otras cosas más prosaicas como listas de la lavandería o conjuros mágicos. Todo ello ha permitido a los investigadores componer un fascinante fresco de la vida en Deir el-Medina hace más de tres mil años. 

Así, gracias a todos estos elementos sabemos que el modo de vida de los artesanos reales en esta floreciente aldea no era tan incómodo como podríamos pensar. 

De hecho, estos hombres no eran esclavos, sino artesanos altamente cualificados. Cada familia disponía de una casa (en todo el poblado había unas 70) de adobe, con techos planos hechos con vigas de madera y cáñamo. Algunas familias eran numerosas; conocemos casos de familias hasta con 15 hijos. 

Pero, en contra de lo que pueda parecer, sus necesidades estaban totalmente cubiertas e incluso había lavanderas y muchachas que se encargaban de moler el grano para facilitar la vida de los pobladores.

Óstraco que representa al dios cocodrilo Sobek. Deir el-Medina. MET, Nueva York. Foto: PD

Mientras sus maridos trabajaban en la necrópolis real, con total secretismo, las esposas de los artesanos se ocupaban de sus hijos, elaboraban pan y tejían su ropa. Pero además, estas mujeres eran dueñas de sus bienes y de hasta un tercio de los bienes matrimoniales. Asimismo, los trabajadores de Deir el-Medina tenían derecho a construirse sus propias tumbas, en una necrópolis situada junto al poblado, algunas de ellas, como la del artesano Sennedjem, o la de el arquitecto Kha, bellamente decoradas.

El poblado contaba también con dos capataces y un escriba, acompañados de un equipo de ayudantes. Como intermediarios entre el faraón y los habitantes, estos oficiales se ocupaban de los juicios que, inevitablemente, tenían lugar en Deir el-Medina, la mayoría por conflictos entre vecinos. Todos ellos rendían cuentas al visir.

TRABAJO SECRETO

A causa de su trabajo en la necrópolis, los obreros de las tumbas reales debían pasar varios días seguidos fuera del poblado. De hecho, dejaban su casa, salían por la única puerta que se abría en la muralla que rodeaba el asentamiento (custodiada por «policías«) y se dirigían al Valle de los Reyes.

Allí, el escriba del poblado anotaba la llegada de cada trabajador a su lugar de trabajo en el interior de la tumba, un espacio oscuro donde no alcanzaba la luz del Sol. Para iluminarlo y poder realizar su tarea con garantías, los obreros y artesanos usaban piezas de lino retorcidas, untadas con aceite o grasa, y las colocaban en un pábilo con sal (la sal minimizaba la presencia de humo). Así, ardían con brillantez e iluminaban el interior.

Óstraco procedente de Deir el-Medina que representa a una reina tocando un sistro. MET, Nueva York. Foto: PD

Se trabajaba en dos turnos de 4 horas al día y los obreros (canteros, yeseros, dibujantes, escultores), divididos en dos equipos de trabajo (llamados «el de la izquierda» y «el de la derecha»), vivían en chozas de piedra durante los ocho días que duraba la jornada laboral. Después, podían volver dos días a su casa para descansar. 

Aunque muchas veces los trabajadores ponían excusas para no acudir a su lugar de trabajo, como muestran algunos de los óstracos descubiertos. En realidad, algunas de estas excusas eran bastante habituales, como alegar problemas oculares o que debían elaborar cerveza para su familia. Otras eran francamente originales, como la del artesano Hechnekhu, que dijo no poder ir a trabajar porque estaba ¡embalsamando a su madre!

DEIR EL-MEDINA EN HUELGA

Como hemos visto, la vida en Deir el-Medina era relativamente cómoda, y los trabajadores estaban bastante bien pagados. Recibían raciones de trigo, escandia y cebada con las que elaboraban sus propios pan y cerveza (un alimento básico en la dieta egipcia). A veces también recibían alguna bonificación especial: aceite de sésamo, bloques de sal e incluso carne de buey.

Pero los pagos no se hacían siempre con la puntualidad deseada. En ocasiones existían retrasos en la distribución de las provisiones, lo que ocasionaba malestar entre los trabajadores, que a menudo se quejaban también de las condiciones de trabajo. 

Ha llegado hasta nosotros la queja de un dibujante a un superior: «Para ti soy como el mulo. Si hay trabajo, traes al mulo. Si hay algo de cerveza no me buscas, pero si hay trabajo sí que me buscas. Soy un hombre que no tiene cerveza en su casa. Intento llenar mi estómago escribiéndote».

Mujer amamantando a su hijo. Óstraco de Deir el-Medina. Museo Británico, Londres.

Mujer amamantando a su hijo. Óstraco de Deir el-Medina. Museo Británico, Londres. Foto: britishmuseum (CC BY-SA 4.0)

Pero si las cosas se ponían feas, aún podía ser peor. Sabemos de una ocasión en la que los trabajadores de Deir el-Medina hicieron algo que nos puede sonar absolutamente actual: se declararon en huelga. 

En efecto, el 14 de noviembre de 1165 a.C., durante el reinado de Ramsés III, los obreros del poblado arrojaron con furia sus herramientas al suelo y abandonaron su lugar de trabajo como protesta frente al retraso en el reparto de las provisiones.

«Es debido al hambre y la sed que hemos venido aquí. No hay ropas, ni grasa, ni pescado, ni verduras. Comunica al faraón nuestro buen señor todo esto, y comunícalo al visir, nuestro superior, para que pueda proveer por todo ello», trasladaron los trabajadores al escriba del poblado, Amenennaht. 

Finalmente, las quejas surtieron efecto y los enfadados trabajadores recibieron el pago debido, con lo que regresaron a sus puestos de trabajo.

ROBOS Y CORRUPCIÓN

Los óstracos y papiros también dan cuenta de las historias personales de los trabajadores de Deir el-Medina y sus familias. 

Conocemos algunos casos de adulterio, un padre que le dice a su hija que si su marido la repudia podrá volver a su casa cuando quiera, incluso han llegado hasta nosotros algunos ejemplos de poesía amorosa o incluso escenas eróticas o satíricas dibujadas. Asimismo, como ya se ha apuntado, conocemos el desarrollo de algunos procesos judiciales y también de casos de corrupción (uno de ellos implicó al alcalde de Tebas) o abusos de poder. 

De hecho, a finales del Reino Nuevo hubo casos flagrantes de robos de tumbas, y algunos de los artesanos de Deir el-Medina fueron acusados de tan grave delito. Hubo quien, sin embargo, fue absuelto, como fue el caso del pintor Amenua, acusado de desvalijar la tumba de Ramsés III.

Interior de la tumba de Ramsés III en el Valle de los Reyes.Foto: iStock

Los últimos años de Deir el-Medina fueron de una absoluta decadencia. Los constantes saqueos de tumbas reales por parte de grupos organizados de ladrones a finales del Reino Nuevo marcaron el final del poblado de los constructores de tumbas. 

El Valle se convirtió en un lugar sumamente inseguro, y muchas familias abandonaron el asentamiento, que poco a poco, fue cayendo en el olvido. 

Miles de años después, las historias de quienes vivieron allí hace ya tanto tiempo vuelven a cobrar vida. De hecho, las preocupaciones y los anhelos de estas personas no difieren tanto de los nuestros, a pesar del abismo de tiempo que nos separa. 

Imagen de portada: Panorámica de las ruinas del poblado de Deir el-Medina, en la orilla occidental de Tebas. Foto: iStock

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Carme Mayans. 1 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Antiguo Egipto/Arqueología/Faraones/Tumbas/Construcción/Curiosidades

Las tumbas de siete artesanos de la élite wari salen a la luz.

Perú preincaico

En el sitio arqueológico de Castillo de Huarmey, cerca de la ciudad de Áncash, en la costa norte de Perú, un equipo investigador liderado por arqueólogos de la Universidad de Varsovia ha descubierto las tumbas de siete miembros de la élite wari, que al parecer eran artesanos que trabajaban para la corte, según revela su ajuar funerario, y posiblemente miembros de la misma familia.

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Ubicado en la la región costera de Áncash, en la costa norte de Perú, el sitio arqueológico de Castillo de Huarmey ha vuelto a sorprender a los arqueólogos tras el descubrimiento de una galería que escondía siete tumbas pertenecientes a miembros de la élite de la cultura Wari (el primer gran imperio que dominó los Andes unos mil años antes que lo hicieran los incas, entre los años 600 y 1000). 

En estas galerías, los investigadores han localizado los enterramientos de cuatro adultos (dos hombres y dos mujeres) y tres adolescentes, acompañados de cientos de útiles. Según Milosz Giersz, el arqueólogo polaco responsable de la investigación y miembro del Departamento de Arqueología de las Américas de la Universidad de Varsovia, estos hallazgos sugieren que estos individuos posiblemente fueron artesanos que trabajaron para la corte wari.

Realizado durante el pasado mes de febrero, este descubrimiento, del que ahora acaban de presentarse los resultados, parece resolver algunos de los interrogantes que se originaron cuando hace diez años se halló, en este mismo complejo, un mausoleo intacto donde se habían inhumado 58 mujeres de la alta nobleza wari. Por ejemplo, los investigadores están convencidos de que el Castillo de Huarmey fue un importante centro de producción y administrativo.

ÉLITE ARTESANA

El entierro principal pertenece a un hombre que murió hace unos 1.300 años a la edad de 40 años, y que al parecer fue tejedor de cestas. Su cuerpo fue envuelto en telas, formando un fardo funerario, e iba acompañado de sus herramientas de trabajo: hachas, cuchillos, sierras y un bastón que se utiliza para tejer cestas. 

También se encontraron joyas como un tocado de oro y una orejera también de oro con incrustaciones de una piedra semipreciosa. «No encontramos a un hombre guerrero como pinta la iconografía, pero sí a un hombre de la élite que era artesano, un artista artesano y masculino, y eso es la primera vez que se ve», ha declarado Giersz tras sugerir que aquel hombre podría haber cambiado de estatus social por tratarse de un «profesional especializado» o por pertenecer a la nobleza y dedicarse a esa labor.

Momia de uno de los artesanos descubierto en la Galería de artesanos de élite de Castillo de Huarmey. Foto: M. Giersz, under CC BY-SA 4.0 license

El profesor Miłosz Giersz durante la exploración de una de las Galerías de artesanos de élite. Foto: P. Prządka-Giersz

Los arqueólogos barajan que el resto de individuos descubiertos, otro hombre, tres niños y dos mujeres, podrían haber sido miembros de su familia,y también realizaron labores artesanales, algo que sugiere los cientos de herramientas enterradas junto a ellos. 

Todas estas personas fueron enterradas en tumbas situadas en perpendicular construidas con ladrillos de adobe en el mausoleo al que los arqueólogos han bautizado como «Galería de los artesanos de élite”. «Son miembros de la élite y son artesanos […] seguramente adscritos a la corte real», afirma el arqueólogo, quien comenta que su equipo ha solicitado los permisos necesarios «para exportar algunas muestras a los mejores laboratorios del mundo para comparar los lazos familiares entre estas personas», algo que también se hará con las 58 mujeres descubiertas en el año 2012.

EL LUJO DE LA CULTURA WARI

Para Giersz, el último descubrimiento en Castillo de Huarmey confirma sin duda que fue «uno de los centros más importantes de la cultura Wari, en el que tanto los hombres como las mujeres enterrados se dedicaron a la artesanía de la más alta clase y produjeron productos de lujo para la élite local. 

La importancia de este sitio es justamente la producción de objetos de lujo en ese período», sostiene el investigador tras recordar que este complejo «es el único en su género y el único conocido construido en época Wari para ejercer el poder y venerar al linaje aristocrático que dominaba el valle».

Para Giersz el Castillo de Huarmey fue uno de los puntos más importantes de la cultura Wari en el que tanto los hombres como las mujeres enterrados se dedicaron a la artesanía.

Orejera dorada con incrustaciones de piedras semipreciosas descubierta en una de las tumbas. Foto: M. Giersz, under CC BY-SA 4.0 license

El proyecto arqueológico de Castillo de Huarmey cuenta con la participación de la Universidad de Varsovia, las autoridades locales y la Compañía Minera Antamina. 

Hasta la fecha, según detalla el propio Giersz, se ha excavado menos del diez por ciento del complejo desde que empezaron los trabajos arqueológicos hace doce años, pero todo hace sospechar que vistos los resultados obtenidos hasta la fecha la magnitud del resto del sitio arqueológico que queda aún por excavar guarda grandes sorpresas que acercaran a lo arqueólogos mucho más a la misteriosa cultura Wari.

Imagen de portada: El sitio arqueológico de Castillo de Huarmey, escenario de los recientes descubrimientos de tumbas de artesanos de la élite wari. Foto: Antamina.

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por J.M. Sadurni. 15 de septiembre 2022.

Arqueología/Tumbas/Actualidad

 

 

 

Los enigmáticos guardianes de la tumba de Tutankamón.

Cuando Howard Carter penetró en la antecámara de la tumba del faraón en el Valle de los Reyes quedó anonadado por la enorme cantidad de objetos que observó en la antecámara. Aunque lo que llamó poderosamente su atención fueron las dos figuras que representaban al faraón y que a modo de centinelas flanqueaban la entrada sellada de la cámara funeraria del rey.

Entre la ingente cantidad de objetos de todo tipo que abarrotaban la antecámara de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, un asombrado Carter, el afortunado egiptólogo británico que descubrió la tumba en 1922, no pudo evitar fijarse en dos estatuas de tamaño algo mayor del natural que flanqueaban uno de los muros de la estancia, que parecía una puerta sellada. 

«Dos estatuas reclamaron y obtuvieron nuestra atención: dos figuras negras de tamaño natural de un rey, una frente a la otra como centinelas, con faldellín y sandalias de oro, armados con un mazo y un báculo y llevando sobre la frente la cobra sagrada como protección […]. Eran figuras extrañas e impresionantes, incluso como las vimos nosotros, medio escondidas por los objetos que las rodeaban», las describió Carter.

Estas figuras, que tanto intrigaron a los arqueólogos cuando las vieron por vez primera, representaban al propietario de la tumba, el faraón Tutankamón, y su función parecía, sin lugar a dudas, la de centinelas de la cámara funeraria del monarca, que se ocultaba tras aquel muro sellado. Las estatuas estaban hechas de madera cubierta con escayola pintada en negro y con elementos dorados. Ambas son muy parecidas ya que se representan de pie, con la pierna izquierda avanzada en la típica postura masculina de caminar y sujetando un báculo de papiro con la mano izquierda y una maza con la derecha. Pero, aunque a primera vista son muy parecidas, en realidad presentan diferencias sustanciales entre ellas.

Las estatuas guardianas tal como se hallaron dispuestas en la entrada de la cámara funeraria de Tutankamón.Foto: Cordon Press

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

Antes de analizar las diferencias entre ambas estatuas tal vez deberíamos hacer hincapié en algunas de sus semejanzas. 

De hecho, las dos muestran al faraón luciendo un collar ancho sobre el pecho rematado con una cadena ancha decorada con un escarabajo alado. Portan asimismo muñequeras y brazaletes, van vestidas con un elaborado faldellín hasta las rodillas con el frontal almidonado en forma trapezoidal y van calzadas con unas sencillas sandalias. Los ojos están hechos de obsidiana y piedra caliza cristalina, y ciñen en su frente el ureo o cobra protectora de la realeza. El negro de la piel posiblemente representa, según los estudiosos, el limo que deja el Nilo tras la inundación, una referencia a la fertilidad y el renacimiento.

Las dos estatuas de Tutankamón van vestidas con un elaborado faldellín hasta las rodillas con el frontal almidonado en forma trapezoidal y van calzadas con unas sencillas sandalias.

Y ¿en qué se diferencian entonces? Pues la diferencia principal entre las dos estatuas del faraón radica en sus respectivos tocados. Una de ellas lleva el típico pañuelo nemes, un tejido de franjas que caía sobre los hombros y se ataba con una trenza en la espalda. A lo largo de la historia egipcia muchas estatuas de faraones se han representado con este tocado ceremonial, asociado al dios solar Re en su acepción de Khepri, el escarabajo que representa el Sol del amanecer. También se cree que identifica al rey con el dios halcón Horus, hijo de Osiris, el señor del inframundo.

Estatua tocada con el nemes a punto de ser embalada rumbo a Londres para ser exhibida.Foto: Cordon Press

La otra estatua, por su parte, va tocada con el afnet o khat, una peluca en forma de «bolsa», una corona que tiene un significado típicamente funerario (solo se ha documentado en este tipo de contextos) y que al parecer está relacionada con la noche y el viaje del difunto al más allá. 

Los expertos consideran que la presencia de estos tocados en ambas estatuas podría representar el viaje nocturno del dios del Sol Re (simbolizado por el tocado khat), que renace de nuevo cada amanecer (lo que está simbolizado por el tocado nemes).

Estatua khat de Tutankamón en su vitrina del Museo Egipcio de El Cairo. Foto: Marie Thérèse Hébert & Jean Robert Thibault / CC-BY-SA-2.0

EL FARAÓN Y LOS DIOSES

Asimismo, las dos estatuas presentan unos textos inscritos en ellas. La estatua tocada con el khat lleva una inscripción en el faldellín que la identifica como «el ka de Horakhty, el Osiris, rey, señor de las Dos Tierras, Nebhkheperure, de voz verdadera». 

Al rey difunto se le identificaba siempre con el dios Osiris, y el epíteto «de voz verdadera» o «justificado» hacía referencia a los muertos. Así, esta estatua sería una representación del ka (uno de los cinco componentes del espíritu humano, posiblemente el más importante) del faraón fallecido.

Howard Carter y su equipo embalan una de las estatuas de Tutankamón para su traslado. Foto: Cordon Press

Por su parte, la inscripción de la estatua tocada con el nemes real la identifica como «el buen dios Nebkheperure, hijo de Re, Tutankamón, gobernador del Iunu meridional, dotado de vida eterna, como Re, durante todos los días». Todas estas referencias, incluida la de «Iunu meridional», nombre con el que se conocía la ciudad de Heliópolis, sede del gran templo dedicado al dios Re, tienen una connotación solar.

«POR TODAS PARTES EL BRILLO DEL ORO»

En cuanto al baño dorado (el color del Sol y de la carne de los dioses) que presentan ambas estatuas en los faldellines, las sandalias, los tocados, los pectorales, los brazaletes, las mazas, los báculos y el perfil de ojos y cejas, los expertos creen que acentúa la conexión de Tutankamón con el dios solar Re mientras vigila con celo la entrada de la cámara funeraria, el lugar más importante y sagrado de la tumba.

Aunque no son estas las únicas estatuas de este tipo localizadas en tumbas reales son, con mucho, las mejor conservadas y las más completas.

Arthur Mace y Alfred Lucas, colaboradores de Howard Carter, examinan una de las estatuas de la tumba de Tutankamón. Foto: Cordon Press

Aunque no son estas las únicas estatuas con dichas características localizadas en tumbas reales sí que son, con mucho, las mejor conservadas y las más completas. También son las únicas de su tipo que presentan un baño de oro tan intenso. 

De hecho, esto sucede con mucha frecuencia en otras estatuas rituales de Tutankamón y en gran cantidad de objetos hallados en la tumba. Este uso extensivo del oro resultó deslumbrador para los descubridores de la tumba del faraón, como describe el propio Carter en su libro sobre el sensacional hallazgo: «Al principio no pude ver nada ya que el aire caliente que salía de la cámara hacía titilar la llama de la vela, pero luego, cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles del interior de la habitación emergieron lentamente de las tinieblas: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes el brillo del oro…».

Imagen de portada: Estatua de Tutankamón tocada con el pañuelo nemes ceremonial. La pieza formó parte de una exposición sobre el tesoro del faraón llevada a cabo en Londres en 2019.Foto: Cordon Press

FUENTE RESPONSABLE; National Geographic en Español. Por Carme Mayans, Redactora. 4 de septiembre 2022.

Antiguo Egipto/Tumbas/Tutankamón/Curiosidades

 

 

 

 

 

 

Las enigmáticas pirámides del archipiélago de palau.

Las excavaciones realizadas por la Universidad de Kiel en el archipiélago pacífico de Palau han demostrado que estos túmulos construidos a partir del año 500 a.C. se usaron como terrazas de cultivo y monumentos funerarios.

TÚMULOS FUNERARIOS DE OCEANÍA

Los montículos que coronan algunas colinas de la isla de Babeldaob han sido siempre un misterio para los estudiosos de las culturas prehistóricas de Oceanía. Según el mito indígena fueron formadas por una gran serpiente, la cual enroscó su cuerpo alrededor la cima hasta darles la forma que vemos actualmente.

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Más allá de mitologías y creencias los arqueólogos se decidieron a esclarecer el misterio de su origen, y un grupo de especialistas alemanes acordó con el gobierno de Palau llevar a cabo una campaña de excavación conjunta a partir de 2019, que contó además con la colaboración de las comunidades locales.

Vista aérea del montículo de Ngerbuns el Bad en Babeldaob, el área plana alrededor del montículo se usó como terraza de cultivo. Foto: idw C. Hartl-Reiter

UN TRABAJO DE SIGLOS

Con el fin de conservar estas las construcciones y evitar dañarlas en exceso, la campaña arqueológica empezó escaneando las colinas con georadar, para así hacerse una idea de su composición y de si albergaban estructuras en el interior antes de proceder a su excavación.

El estudio ha revelado que los túmulos fueron levantados amontonando piedras volcánicas sobre la superficie aterrazada de una colina, que luego eran cubiertas con tierra y hierba para prevenir su erosión; un proceso largo y laborioso que según los investigadores llevó generaciones y conllevó el transporte de millones de toneladas de material hasta el lugar.

Excavación de las tumbas en la colina de Ngerbuns el Bad. Foto: idw, C. Hartl-Reiter

Para la directora del proyecto Annette Kühlem semejante proyecto “solo podría haber sido posible en una sociedad políticamente organizada”, dato que permite descartar la teoría de que los plauenses fueran un conjunto de familias dispersas sin ningún tipo de vinculación social.

Sorprendentemente, dentro de algunas de ellas se descubrieron restos humanos

Aunque no tan impresionantes como los majestuosos monumentos egipcios y americanos, estas tumbas monumentales implicaron el trabajo de toda la comunidad durante un largo período de tiempo, y aunque apenas se levantan diez metros del suelo es de destacar que fueran erigidas solo con herramientas de madera y piedra.

VIDA Y MUERTE

Sorprendentemente, dentro de algunas de ellas se descubrieron restos humanos, que habían sido enterrados en niveles diferentes del montículo según este iba creciendo con los años. 

Según Kühlen el enorme esfuerzo necesario para levantar estas construcciones en la cima de una colina aplanada implica que, como las pirámide del antiguo Egipto, estos montículos eran el lugar de descanso de la élite social, que se enterraba generación tras generación en el mausoleo ampliándolo hacia arriba cuando era necesario.

Estos restos presentan además un buen estado de conservación, por lo que serán analizados en el laboratorio a fin de determinar la cronología de cada pirámide así com la edad, dieta y causas de la muerte de las personas enterradas.

Alemanes y palauanos trabajando codo con codo en el montículo funerario.Foto: idw, C. Hartl-Reiter

Tras descubrirse los cuerpos, estos fueron enterrados simbólicamente por las mujeres de la zona según la ceremonia tradicional.Foto: idw, M. Moore

Otro aspecto que contempla el equipo alemán es extraer su ADN, gracias al que se podrá saber si todavía tienen descendientes vivos en el archipiélago y fechar con exactitud cuando se inició la colonización de la isla.

Otro detalle importante es que en las terrazas de tierra que rodean estos montículos se han encontrado trazas de hoyos de cultivo, por lo que también se usaron para sustentar a la comunidad en paralelo a su función funeraria.

Una vez estudiados, los huesos serán devueltos al gobierno de Palau, que procederá a darles un entierro digno o entregarlos a las familias que tengan con ellos algún lazo genético. 

Los trabajo continuarán en esta remota isla del Océano Pacífico, pues aunque hasta ahora se han excavado dos colinas, todavía quedan 128 por investigar.

Imagen de portada: El equipo de excavación en la cima de uno 

de los montículos funerarios.Foto: idw, M. Moore.

FUENTE RESPONSABLE: Historia. National Geographic. 

Por Francesc Cervera.       Redactor. Febrero 2022.

Licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona, completó su formación con el máster de Màster de Cultures i Llengües de l’Antiguitat. Tras trabajar como colaborador y becario por Historia National Geographic pasó a ser uno de sus editores adjuntos.

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