J. K. Rowling revela que temía que su exmarido quemara el manuscrito de Harry Potter.

La escritora británica J.K. Rowling reveló que temía que su exmarido, el portugués Jorge Arantes, quemara el manuscrito del primer libro de la saga, “Harry Potter y la piedra filosofal”, en el marco de una convivencia en la que sufrió malos tratos por parte del periodista, con el que estuvo casada poco más de un año.

Rowling, de 57 años, dijo que el vínculo con su exmarido fue violento y que el hombre ejercía control sobre ella, a tal punto que intentó guardar bajo llave el manuscrito para evitar que lo dejara, durante el estreno de su ‘podcast’, ‘The Witch Trials’.

“A esas alturas me registraba el bolso cada vez que llegaba a casa. No tenía llave de mi propia casa porque él tenía que controlar la puerta principal. Y creo que no es una persona estúpida. Creo que sabía, o sospechaba, que iba a intentar escaparme de nuevo”, dijo Rowling, según publicó el diario británico The Guardian.

La escritora y Arantes se conocieron hace más de treinta años en un bar de Oporto donde Rowling enseñaba inglés, y a partir de la relación que entablaron descubrieron su pasión común por Jane Austen.

Esa pasión que nació entre ellos los llevó a casarse poco tiempo después, pero su matrimonio apenas duró 13 meses, tiempo en el que, según la autora, sufrió malos tratos psicológicos y físicos. 

Por su parte, Arantes admitió que las discusiones fueron subiendo de tono y que le propinó dos bofetadas, pero que no se arrepentía de esa conducta, según dio a conocer el periódico español ABC.

Rowling manifestó que durante esos días vivía en “un horrible estado de tensión” porque tenía que ocultar sus intenciones de abandonar el domicilio familiar, pese a lo cual podía seguir escribiendo. “El manuscrito seguía creciendo. Yo seguía escribiendo. De hecho, él sabía lo que ese manuscrito significaba para mí, porque en un momento dado lo cogió y lo escondió”, señaló la autora de la saga.

Para poder abandonar el hogar y salvar la obra que estaba escribiendo tuvo que pergeñar un plan. “Llevaba a diario al trabajo unas cuantas páginas del manuscrito –solo unas pocas para que él no se diera cuenta de que faltaba algo– y las fotocopiaba. Y, poco a poco, en un armario de la sala de profesores, la obra fotocopiada crecía y crecía y crecía, porque sospechaba que si no era capaz de salir con todo, él lo quemaría o se lo llevaría o lo tomaría como rehén”. 

La autora, que estaba embarazada por entonces, aseguró que, además de su hija Jessica, que hoy tiene 31 años, ese manuscrito era lo único que quiso salvar en su huida.

En el podcast, la escritora mantuvo un diálogo con Megan Phelps-Roper, ex miembro de la Iglesia Bautista de Westboro, conocida por sus polémicos comentarios y sus frecuentes protestas contra la comunidad LGBT y otras comunidades marginadas.

Respecto de las acusaciones de transfobia que se le adjudican a Rowling, esta declaró que no le preocupa cómo afectará a su legado la polémica que la rodea y que cualquiera que piense así la ha malinterpretado “profundamente”.

“No me paseo por mi casa pensando en mi legado”, dijo y señaló: “Qué manera más pomposa de vivir tu vida, andar por ahí pensando ¿cuál será mi legado? Me da igual, estaré muerta. Me importa el ahora. Me importan los vivos”.

Imagen de portada: J.K. Rowling 

FUENTE RESPONSABLE: El Liberal. (Telám) Actualizado 6 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Literatura/Harry Potter/Violencia de género

«Nunca te rindas»: la mujer que logró frenar a golpes a un hombre que la atacó en un gimnasio en EE.UU.

Una cámara de seguridad grabó el momento en el que una mujer fue atacada por un hombre mientras entrenaba en el gimnasio del complejo residencial donde vive en Florida, Estados Unidos.

Nashali Alma, de 24 años, comenzó a golpearlo para defenderse, mientras intentaba llamar por su teléfono móvil para pedir auxilio.

«Cuando estaba ocurriendo, no tuve miedo», le dijo Alma a CBS, socio de la BBC en EE.UU., en referencia al ataque. «De hecho, soy fisicoculturista, así que tengo mucha fuerza», añadió.

«En mi mente, él era igual a mí», subrayó al relatar cómo evitó que el atacante la redujera.

«No lo vi como alguien más grande o más pequeño. En mi mente, sabía que era más fuerte que él y que podía defenderme».

En las imágenes captadas por la cámara de seguridad del local, se ve cuando Alma abre la puerta del gimnasio, pensando que el hombre también iba a entrenar. Sin embargo, él se abalanzó sobre ella una vez que entró a la instalación.

El forcejeo entre ambos se intensificó cuando ella sacó su teléfono e intentó hacer una llamada. Después de varios minutos de lucha, el hombre se rindió, la soltó y ella escapó del gimnasio.

«Mi consejo sería: ‘nunca te rindas'», enfatizó. «Mis padres siempre me han dicho que no me rinda ante nada en la vida y es algo que tuve en mente mientras luchaba contra él».

Aseguró que «si no te rindes y luchas, le demuestras [al agresor] que eres fuerte, que eres alguien capaz de pelear, de sobrevivir y de salir de esa situación».

«Cuanto más te resistes, ellos pelean menos. Quieren que te rindas, que te detengas», afirmó.

Captura del video de seguridad del ataque a Nashali Alma.

FUENTE DE LA IMAGEN,CBS. Captura del video de seguridad del ataque a Nashali Alma en Florida.

Alma contó que cuando luchaba con el atacante, pensó: «Si sigo luchando, él va a dejarme ir. Y al final del video puedes ver cómo él se cansa».

«Cuanto más te resistas, más querrán rendirse y se detendrán», añadió.

La policía confirmó que el hombre fue arrestado en las 24 horas posteriores al asalto.

Imagen de portada: CBS.Nashali Alma logró escapar del gimnasio.

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. 17 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Violencia de género/Mujeres/EE.UU./Deportes

María Huertas: “Muchas mujeres internas en el psiquiátrico solo habían transgredido los patrones de género”

La psiquiatra recupera en ‘Nueve nombres’ la biografía de nueve mujeres encerradas en el Manicomio de Jesús (València), que, lejos de estar enfermas, fueron víctimas de la violencia machista de sus maridos, de violaciones, del desprecio de una sociedad que las señaló por ser madres solteras, del poder de la Iglesia católica o de la pobreza. Nueve relatos que reescriben, en realidad, cientos de historias.

Sin vestidos ni calzado propio. Sin hábitos ni útiles de aseo ni de arreglo personal. Sin autonomía para la alimentación. Sin objetos personales. Sin recuerdos. Sin historia. Sin familia. Sin la casa en la que habían nacido, vivido, crecido. Sin capacidad de administrar bienes y sin capacidad de gestión ni decisión. Sin amigas. Sin relaciones. Sin sexualidad. Sin emociones. Sin criterio ni juicio. Sin libertad. Sin palabra. Sin derechos ciudadanos y hasta sin derechos humanos.

Sin. Sin. Sin. Sin nada. “Nada de nada”.

Era marzo de 1974, cuando más de 200 mujeres llegaron en varios autobuses al Hospital Psiquiátrico de Bétera. Provenían del “obsoleto y vetusto” Manicomio de Jesús, desde donde se las trasladó “de un día para otro, sin ser informadas de adónde iban ni por qué, cuándo o cómo”. 

Abandonaron aquel espacio cuya “terrible” realidad ya había sido recogida años atrás en el diario Sábado Gráfico y sobre la que Eduardo Bort denunciaba en Jornada la presencia de “ratas que asustaban a las enfermas”, la existencia de “celdas oscuras y nauseabundas” o “el caso del joven atado a una reja con una cuerda”.

En Bétera, fueron recibidas por un equipo de profesionales, entre las que se encontraba María Huertas, una médica psiquiatra recién licenciada que formaba parte de una “minoría ruidosa” de profesionales dispuesta a despatologizar a aquellas mujeres; liberarlas de las “camisas químicas que las mantenían mudas y quietas, enajenadas”, presas de un “circuito cerrado” en el que se convirtieron en víctimas de los métodos científicos de la psiquiatría de la época; y, ante todo, devolverles los derechos que les habían sido negados. 

Entre ellos, “la validación de su palabra” y “la libertad de decidir, de hacer, de expresar, de ir y venir, de relacionarse. De todo”, tal y como se explica en el libro.

Los esfuerzos de aquellos años en los que María Huertas estuvo trabajando en el Hospital Psiquiátrico de Bétera culminaron durante el confinamiento con la recuperación de Nueve nombres (Temporal, 2021). 

Compuesto por la recomposición de nueve historias y un epílogo, este libro es la prolongación de un ejercicio de justicia que ya había comenzado en 1974: “La sociedad que no había entendido sus problemas y les había respondido con la exclusión y el encierro tenía una deuda impagable con ellas, y nuestra función era saldarla en lo posible”.

Huertas atiende a El Salto en una céntrica cafetería de València. 

Aunque apenas se retrasa unos minutos, se disculpa: “Crees que cuando te jubiles tendrás más tiempo libre, pero no es verdad. Sigo sin llegar a todo”. 

No obstante, reconoce que precisamente el tiempo regalado por la cuarentena y el fin de su etapa laboral fue uno de los motivos por los que decidió rescatar de su memoria estas nueve vidas. “De un día para otro encontré un vacío tremendo y me puse a hacer un repaso; pero, en vez de escribir sobre mi última etapa, no sé muy bien por qué volví a los inicios, a esas mujeres que fueron las primeras personas con las que me encontré y que marcaron el resto de mi vida profesional”, admite.

Entre las razones que la impulsaron a reconstruir aquellas biografías, destaca también su lucha por “visibilizar” a las centenares de mujeres a las que el Manicomio de Jesús convirtió en “personas inexistentes”. 

Denuncia que, como consecuencia de la opacidad a la que fueron relegadas, “el maltrato que sufrieron también se tornó inexistente a ojos de la sociedad”; y asegura que para evitar que en la actualidad “se siga maltratando a las mujeres (y a las personas en general) desde la salud mental” es “importantísimo” continuar con la labor de divulgación e incidencia.

María Huertas asegura que para evitar que en la actualidad “se siga maltratando a las mujeres (y a las personas en general) desde la salud mental” es “importantísimo” continuar con la labor de divulgación e incidencia.

Más de cuatro décadas después, decidió trasladar a las páginas su compromiso con aquellas mujeres a las que incluso se les despojó de su propio nombre. 

Su “objetualización” fue tal que, privadas de cualquier signo identitario, algunas ni siquiera atendían cuando se las llamaba por el nombre que aparecía en su historial. Huertas y sus compañeras tardaron en descubrir que, “durante años, muchas habían sido llamadas por nombres que no les pertenecían”.

Cuando el nuevo equipo psiquiátrico intentó encontrar alguna pista de la biografía de aquellas mujeres se dieron de bruces con unos expedientes desiertos, formados por “dos hojas de escuetas anotaciones”. 

Ni rastro de los 20 o 30 (¡30!) años que muchas permanecieron confinadas en el Manicomio de Jesús, presas de un “régimen carcelario” que imponía una “disciplina férrea” y un “encierro sin expectativas”, “aisladas en una colectividad muda para la comunicación, chillona para las protestas y embotada por tratamientos abusivos”. “Años vacíos” en los que su única opción fue intentar “sobrevivir en la exclusión”.

Dormían hacinadas en habitaciones de 80 camas distribuidas en tres filas, casi pegadas las unas a las otras. Sin armarios ni mesillas. Sin un espacio personal. Comían sin cubiertos en una larga mesa, en una sala que hacía las veces de comedor y espacio en el que coser. Pasaban su ‘tiempo libre’ (si es que se le puede llamar así) en un rincón del patio o rezando, compartiendo “con desconocidas su soledad colectivizada”.

Las lobotomías “se aplicaban habitualmente —más como castigo que por presunto efecto terapéutico— a las personas que se mostraban más rebeldes, y dejaban lesiones irreversibles en el cerebro, en el comportamiento y en sus vidas.

Atrapadas en una “pasividad obligada”, fueron sometidas a una continua violencia psíquica que las atiborraba a base de medicación farmacológica. 

Se sucedieron los tratamientos físicos, eléctricos y quirúrgicos: inyecciones de insulina, trementina o cardiazol; tandas de electroshocks; argollas; lobotomías que “se aplicaban habitualmente —más como castigo que por presunto efecto terapéutico— a las personas que se mostraban más rebeldes, y que dejaban lesiones irreversibles en el cerebro, en el comportamiento y, en definitiva, en la vida de muchas de sus compañeras internadas”. 

Celdas de castigo, o ‘jaulas’, cubiertas de paja y excrementos de internas. “Tratos humillantes y vejatorios, degradación y miseria”.

Algunos de los profesionales con los que se encontraron el nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera se creían, escribe Huertas, “capaces de cambiar la estructura social opresora, el régimen tardofranquista, el paradigma patriarcal y mísero capitalista, la vida cotidiana, las relaciones, el consumo, los horarios, el espacio y el tiempo”.

Comenzaron por cambiar las abusivas prácticas psiquiátricas. Devolvieron a las mujeres internadas su autonomía personal: decoraron a su gusto sus propias habitaciones, se les facilitaron útiles de aseo y pudieron elegir su ropa (interior y exterior). 

Preparaban ellas mismas la comida, entraban y salían del hospital, asistían a reuniones, asambleas, charlas y talleres. Hablaban y hablaban y hablaban. Habían pasado muchos años sin hacerlo. Para Huertas, lo “transformador y movilizador” de aquel proceso fue reconocer la capacidad de las internas: “Nos dedicamos a convivir con ellas, escucharlas, acompañarlas y conocernos unas a otras, en lugar de ‘tratarlas’”.

“A tratarlas como personas, que es lo que eran y son ellas”, proclama la autora. El equipo médico se empeñó, en definitiva, por “convivir” con las internas recién llegadas al Hospital Psiquiátrico de Bétera. “Hablábamos de nuestros problemas y de los suyos, de cómo podían participar. Ellas eran las protagonistas en realidad y nosotras estábamos allí para apoyarlas, ver qué era lo que querían e intentar que cada una de ellas siguiera el camino que escogiera”, explica.

El silencio impuesto a la fuerza a base de “tratamientos biológicos, físicos o químicos” era empleado para conseguir que “en los manicomios, además de ser privadas de su libertad, perdieran la palabra”

Huertas reconoce que no fue sencillo conseguir que expresaran su voluntad, pues “al principio aquellas mujeres no podían ni hablar, estaban en unas condiciones que no tenían palabra”. 

El silencio impuesto a la fuerza a base de “tratamientos biológicos, físicos o químicos” era empleado con la eficacia de la más útil de las herramientas para conseguir que “en los manicomios, además de ser privadas de su libertad, perdieran la palabra”. “Las tenían calladas porque la palabra es subversiva y expresa lo que se siente y desea”, sostiene Huertas.

“Es curioso, porque la palabra es aquello que se nos ha negado a las mujeres a lo largo de toda la historia. Nos han definido desde el mundo masculino y nunca se nos ha escuchado”, reflexiona, y se indigna: “Se nos oye, pero no se nos escucha; y además se nos califica de repetitivas, habladoras, quejosas y, por supuesto, de locas, histéricas, neurasténicas”.

Por rebelarse contra aquel mutismo forzoso e iniciar un proceso de escucha de las internas, María Huertas y sus compañeras fueron objeto de numerosas murmuraciones por parte del resto de personal del hospital, que las acusó de “dar excesiva libertad a ‘las locas’”, por no medicarlas ni someterlas a una estrecha vigilancia, “como era su obligación”. 

Aunque Huertas fue (y sigue siendo) muy crítica con la “ideología y formación más tradicional” de aquellos médicos, no tarda en poner el foco sobre la psiquiatría actual, pues asegura que antaño “no se contaba con el arsenal farmacológico del que se dispone hoy y, por tanto, las multinacionales de medicamentos tenían poco interés en la psiquiatría”.

“En estos momentos, se están realizando contenciones y se están dando electroshocks en todos los hospitales, justificándolo bajo el argumento de que la sofisticación actual ha conseguido eliminar a la brutalidad de los tratamientos de décadas atrás”, alerta Huertas.

“En estos momentos, se están realizando contenciones y se están dando electroshocks en todos los hospitales, justificándolo bajo el argumento de que la sofisticación actual ha conseguido eliminar a la brutalidad de los tratamientos de décadas atrás”, alerta Huertas, que se cabrea al afirmar que “las camisas químicas que impone la farmacoterapia son tremendas”. 

“Se piensa que la medicación es la solución a todo y únicamente se intentan tratar los síntomas, pero no se escucha lo verdaderamente importante: qué es lo que le pasa a esa persona, cuál es su manera de pensar, cuál es su contexto, cuáles son sus proyectos vitales, qué cargas familiares tiene, qué le está pasando con su pareja, sus hijos o sus vecinos”, censura.

Junto al “medicar por medicar” de la psiquiatría actual, alarma de un marcado “sesgo de género tanto en salud mental como en atención primaria, donde se tratan gran cantidad de problemas de salud mental de las mujeres”. 

Los “patrones absolutamente distintos a nivel fisiológico y emocional” de las mujeres son ignorados y, consiguientemente, “se las psicologiza y medicaliza inmediatamente, en lugar de escucharlas o pedirles pruebas diagnósticas, algo que sí que ocurre en el caso de los hombres”.

Huertas sitúa estas prácticas en torno a “una serie de estereotipos sobre las mujeres que perjudican su salud física y mental” y que se remontan, como mínimo, “a principios del siglo pasado, cuando se publicaron libros y libros dedicados a demostrar que los cerebros de las mujeres son similares a los de un niño, un delincuente o un hombre loco, y, en definitiva, inferiores a los de los hombres”: “Siempre se ha atribuido a las mujeres una mente más frágil, únicamente preparada para la costura y las labores que tienen que ver con la crianza de los hijos. 

Y todas sus enfermedades mentales se han atribuido a su supuesta inferioridad; desde la filosofía, la ciencia y la religión se ha considerado que tienen (tenemos) una mente enfermiza porque tienen un aparato reproductivo que, curiosamente, permite que la humanidad subsista”.

Opuestas a estos planteamientos, María Huertas y su equipo hicieron caso omiso del ruido reprobatorio procedente de aquel sector para el que resultaban sumamente incómodas. Cuando los efectos enajenantes de la medicación empezaron a diluirse, descubrieron que muchas de las mujeres internadas no padecían ninguna enfermedad mental. 

Recuperaron la capacidad de razonar y emocionarse; la palabra negada; la oportunidad de (re)iniciar su proyecto vital alejadas de la exclusión. Descubrieron que habían sufrido una injusticia que se había prolongado durante décadas y que, de no haber sido por el cierre del Manicomio de Jesús, las habría “condenado de por vida”

“Casi la mitad de las mujeres volvieron a sus familias. Se montaron dos pisos de compañeras: uno en el 75 y otro en el 81. Algunas fueron a residencias de su pueblo, y otras, muy mayores, a familias de acogida en Bétera con personas que conocían y que las integraron como la abuelita de la casa”, recompone Huertas en Nueve nombres.

No estaban enfermas. En su mayoría, habían sido víctimas de la violencia machista de sus maridos, de violaciones, del desprecio de una sociedad (y un régimen) que las señaló por ser madres solteras, del poder de la Iglesia católica, de la pobreza. 

No estaban enfermas, habían sido “alienadas, presas en una férrea estructura de sinrazón que las calificaba de irrazonables a ellas; maltratadas y sometidas a un régimen de violencia que las acusaba de peligrosas”.

“Ningún hombre podría estar dentro de un manicomio por tener un hijo soltero, salir demasiado de casa, pintarse o ser demasiado sociable”, contrapone Huertas.

En este sentido, la enfermedad —el pecado— de gran parte de las mujeres internas en el Manicomio de Jesús había consistido en la “transgresión de los patrones de género que se les habían impuesto”. 

“Eran víctimas de la familia; de la estructura patriarcal que lo engloba absolutamente todo (la Iglesia, el ejército, el Estado, lo social, lo filosófico) y que se refleja en la familia y el interior de las casas como espacio de convivencia primordial”.

Nueve nombres es la confirmación de que aquellas mujeres consiguieron recuperar sus nombres, esos que “les habían perdido en el manicomio, algunos equivocados, otros sustituidos por el apellido. 

Y pasaron a llamarse como a ellas les gustaba, con los diminutivos que utilizaban su madre o su abuela”. Ana, Amparo, María Jesús, Felipa, Dolores, Aurora, Blanquita, Margarita, María. 

Memoria de nueve historias que son, en realidad, decenas y decenas de mujeres.

Imagen de portada: Archivo. Muchas de las mujeres internas en el psiquiátrico no estaban enfermas, habían transgredido los patrones de género que se les habían impuesto.

FUENTE RESPONSABLE: País Valencia. El Salto.España. Por María Palau. 5 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Literatura/”Nueve nombres”/ Historia/Psiquiatría/Manicomio de Jesús (València)/ Mujeres/ Violencia/Abusos sexuales/ Lobotomías/ Aberraciones/ Denuncias/Centros de poder/Pensamiento crítico.

Norman Mailer y Picasso: los genios cancelados del año.

Los fastos por el centenario del escritor y los 50 años de la muerte del pintor chocan con la revisión de sus figuras por la neo inquisición.

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor adonde se encuentre escrito en color “azul”. Muchas gracias.

Repican campanas de cancelación. Dos genios de la cultura celebran este año significativos aniversarios marcados por el estigma de la neo inquisición. Más allá de si lo merecen o no, las cuestiones que se abren acerca de una posible cancelación tienen que ver con el concepto de contexto y, sobre todo, con la posibilidad de salvar sus obras si se confirma que sus comportamientos personales deben ser considerados como inadmisibles. 

El primero de ellos, Norman Mailer, hubiera cumplido hoy mismo un siglo. Teniendo en cuenta su vida de espléndidos excesos, tampoco debería quejarse de no presenciarlo en persona. Llegó a los 84 años, que ya está bien. 

Polifacético y polémico por vocación, se destacó por su trabajo como escritor. Saltó a la fama muy joven, gracias a la publicación en 1948 de Los desnudos y los muertos, una novela basada en sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. 

Pero su salto definitivo a la inmortalidad llegó cuando se atrevió a pasar de ese «basado en sus experiencias» al descarnado género de la no ficción. La gran crónica Los ejércitos de la noche, con la que ganó el Pulitzer en 1969, contribuyó decisivamente a consolidar el fenómeno del Nuevo Periodismo, en el que compartiría filas con los Truman Capote, Hunter S. Thompson, Tom Wolfe y compañía. Buenos tiempos para el periodismo… 

Portada del libro

Los ejércitos de la noche está precisamente inspirada en la Marcha sobre el Pentágono de 1967, cuando una pintoresca variedad de tribus urbanas enarboló margaritas y guitarras contra la guerra de Vietnam en las mismas narices de los políticos de Washington. Mailer, juguetón, siempre ácido e incisivo, prestó especial atención a los grupos de la vieja y la nueva izquierda que se disputaban el liderazgo de la progresía… y en el que él mismo militaba hasta el punto de ser detenido por su implicación en las protestas. 

En otras cuestiones, su comportamiento no se ajustaba al perfil ahora considerado canónico por el progresismo. 

Mujeriego incorregible, se casó seis veces, y en 1960 tuvo el poco empático gesto de apuñalar a su segunda esposa con un cortaplumas durante una fiesta. Quizá le sirviera de excusa la afición al alcohol y las broncas, porque el feminismo no le dio la espalda (imaginamos que su segunda esposa tampoco se la volvió a dar), hasta el punto de que su gran amiga Gloria Steinem, activista feminista de reconocido prestigio, lo convenció para presentarse a alcalde de Nueva York. Por el Partido Demócrata, obviamente. 

Sus propuestas eran bastante radicales y salpicadas de algo así como un trumpismo con talento literario. Dejó, por ejemplo, esta perla: «La diferencia entre los otros candidatos y yo es que yo no soy bueno y puedo probarlo». Quedó cuarto de cinco candidatos. 

Norman Mailer (1967) | Wikimedia Commons

A partir de entonces, aunque siguió dando la lata con su peculiar activismo político, se centró en su carrera literaria (con algunos escarceos con el cine), hasta convertirse en la gloria indiscutible de las letras estadounidenses que era hasta hace poco. A principios del año pasado, Michael Wolff reveló en The Ankler la «cancelación de Norman Mailer por Random House»

Al parecer, la editorial abortó la publicación de un libro sobre los ensayos políticos de Mailer porque a uno de sus empleados le repelió uno de ellos titulado «The White Negro». 

Polémico ya en su momento, critica a un «negro blanco» por su conformismo y apela a vivir como los negros «de verdad», es decir, siguiendo la estela de los beatniks… como él. Tipos rebeldes. Los malotes que les gustaba a los progresistas de aquella época. Aunque apuñalaran a alguna esposa.

En su momento, algunos intelectuales negros le afearon que se apropiara de los tópicos del afroamericano impulsivo, guiado por la violencia y el sexo. 

Pero a la progresía de la época, esa que tan brillantemente describió Tom Wolfe en La Izquierda Exquisita & Mau-mauando al parachoques le molaba aquella especie de Hemingway «de los nuestros». 

Hoy la cosa ya no está tan clara. Wolff asegura que la feminista Roxane Gay también contribuyó a la cancelación de Random House. La misma Gay lo ha negado, pero Wolff cita fuentes de la editorial y, sobre todo, explica que el nombre de la feminista podría haber sido usado, sin su consentimiento, como argumento para la cancelación. 

La cuestión es que se ha utilizado el feminismo como ariete contra un autor muerto hace 16 años. El fondo va más allá de tener razón o no. Diogo Noivo emparejó en estas páginas a Mailer con Cervantes para reflexionar sobre el fondo del asunto: el juego, perverso, entre literalidad y cancelación.   

La otra gran cancelación del año apunta a Pablo Picasso. Con matices. Por supuesto, nadie lo va a borrar de la historia, por mucho que lo intenten, pero sí hay en curso una campaña para disminuir el tamaño de su mito. El gran hito al respecto en los últimos tiempos ha sido el podcast «Vénus s’épilait-elle la chatte?», de la francesa Julie Beauzac, que afronta el arte desde una perspectiva agresivamente feminista. 

Cuando pasó de las 250.000 escuchas y deslumbró en el Paris Podcast Festival, los medios comenzaron a fijarse en su deconstrucción de Picasso.

No era la primera vez que el pintor malagueño recibía los ataques de la intelectualidad francesa. En 2017, por ejemplo, Sophie Chauveau se despachaba a gusto en su libro Picasso: la mirada del minotauro. 

Pero el éxito creciente del movimiento MeToo y la cercanía del 50 aniversario de la muerte de Picasso han precipitado las cosas. Un reportaje de AFP, replicado por buena parte de la prensa francesa, recogía el pasado abril el sentir de Cecile Debray, nada menos que directora del Museo Picasso de París: «Es evidente que el #MeToo empañó al artista». Algunas citas atribuidas a Picasso, recuerdan en el reportaje, harían arder Twitter si las dijera hoy. El ejemplo es demoledor: «Para mí sólo hay dos clases de mujeres: diosas y felpudos».

El museo de París decidió contemporizar con las enemigas del artista que da nombre a su institución y, entre otras iniciativas, invitaron a exponer sus trabajos a artistas críticas como Orlan, creadora de Las lloronas están enfadadas, una respuesta bastante explícita al retrato La llorona, de Picasso. 

La pinacoteca equivalente en Barcelona hizo algo parecido con unos talleres y charlas con historiadores del arte y sociólogos para desentrañar la presunta miga misógina de Picasso.

Imagen de portada: Pablo Picasso/ Cannes, Francia (1961) | KEYSTONE Pictures USA / Zuma Press / Europa Press.

FUENTE RESPONSABLE: The Objective. Por Ángel Peña. 31 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Pintura/Picasso/Mailer/Violencia de género/Historia.

¿Por qué no ha estallado el #MeToo en el cine español?

La detención del productor Javier Pérez Santana, en libertad con cargos como presunto agresor sexual, ha reabierto el debate sobre los abusos de los que nuestra industria no habla y menos en vísperas de los Goya.

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor adonde se encuentre escrito en color “azul”. Muchas gracias.

Es el miura al que jamás le pusimos capote alguno delante. Baboso y enajenado, nos sigue mirando, desde toriles, henchido de orgullo y estrenando allá donde puede, ganándose hasta las plazas de las que antes huía. En uno de los pitones enarbola su poder económico, silenciador de los acuerdos extrajudiciales que haga falta; en el otro, un peso mediático construido gracias a años de cebo, amigos y membretes de buena conducta. 

Pero ahora, gracias eso sí a unos hechos desgraciados, hay quien ha comenzado a preguntarse por qué, en el cartel del #MeToo español, al contrario que en el estadounidense, el asiático o el latinoamericano, no hay apenas grandes nombres. Figuras, de esas capaces de reventar la taquilla.

Pactos tácitos

La detención y posterior puesta en libertad del productor Javier Pérez Santana como presunto agresor sexual, tras la fiesta de los Premios Feroz en Zaragoza, ha reabierto un debate que, en nuestro país y nuestro cine, realmente, jamás se llegó a cerrar

¿Para cuándo el «ubi sunt», con exclamaciones enrabietadas? ¿Cómo es posible que el mercado del cine mundial se pusiera patas arriba buscando entre sus popes y el cine español no haya dado con apenas migajas? Algo parecido se preguntaba la reciente serie «Autodefensa», de Filmin, en un capítulo en el que numerosas mujeres narraban testimonios en primera o tercera persona de los abusos cometidos en nuestro país, desde aspirantes a actrices hasta productoras, pasando por maquilladoras y responsables de vestuario.

Esa especie de ley del silencio, pacto tácito de nuestro cine consigo mismo y sus cimientos, se puede explicar de varias maneras. La más obvia viene por el uso y costumbre. En la mañana de ayer, en una intervención radiofónica, el escritor Bob Pop, presente en la ceremonia, reconocía haber sido molestado varias veces por el sujeto detenido. 

«Yo no consideré, por mi generación, por cómo me han criado, (…) siquiera que la denuncia fuera una posibilidad». Y es que los discursos, como señalaba el también presentador, han cambiado radicalmente. Fueron varias las ocasiones en las que Yvonne Blake (luego presidenta de la Academia de Cine) o María Jiménez relataron episodios dantescos, a los que no se dio mayor importancia «por el contexto».

Actrices como Aitana Sánchez Gijón, Clara Lago, Marián Álvarez, Leticia Dolera o, más recientemente, Bárbara Rey, han relatado abusos en primera persona desde 2017, con detalles, pero siempre sin nombres. 

La carga de culpa, por supuesto, no está en las víctimas, sino tal vez en una legislación que no protege tanto a las denunciantes como fuera de nuestras fronteras. 

Paz de la Huerta, intérprete española que acusó a Harvey Weinstein de dos violaciones, encontró en la ley americana mucho más respaldo que en la local. Pueden mutar las dinámicas, pero no los códigos de prescripción.

Más allá del trauma psicológico que puede significar volver a un episodio de este calibre para poner nombre y apellidos a una agresión, la ley española marca el «olvido» del crimen en apenas cinco años. ¿Qué sentido tiene, para las víctimas, hablar de lo que ocurrió, por ejemplo, durante «El destape»? ¿Cuántos consentimientos reales hubo en aquella explosión de desnudos posterior a la Dictadura? 

Es, de nuevo, un juego de suma cero en el que siempre ganan los mismos, esos «intocables» de los que se vuelve a hablar ahora.

Y ahí, en la conversación social misma, radica otro de los impedimentos para que el cine español se revise como es debido. Antes de que trascendiera a los medios de comunicación la identidad de Pérez Santana como el detenido, las redes sociales se convirtieron en un lodazal de menciones malintencionadas

Señalando, por ejemplo, a directores o actrices que ni siquiera estuvieron presentes en la gala o la fiesta y que se han significado políticamente. ¿De verdad quiere España un #MeToo o realmente quiere una excusa más para que una lucha política contra la lacra de la violencia machista se convierta en caldo de bancada sectaria?

Sin medios, sin luz

El tercer factor determinante para que, en España, nuestros monstruos sigan nadando en interrogaciones pasa por la libertad de prensa

No fue hasta el verano de 2020, a casi un cuarto de siglo desde la aplicación del Código Penal, que no se generó jurisprudencia a la hora de publicar nombres de acusados e investigados por la Fiscalía. 

Hasta entonces, publicar testimonios que implicaran a sujetos en comportamientos delictivos, sin una prueba física -no suele haberlas, siquiera, en casos de abuso de poder– era una batalla legal perdida para cualquier medio, en una campaña de acoso que las personalidades públicas han sabido explotar históricamente en España, gracias al conveniente formato de la querella.

Por esa misma razón, cuando se han derivado nombres españoles del #MeToo, como el de Plácido Domingo o el del profesor Francisco J. Ayala, las investigaciones han dado inicio, siempre, fuera de nuestras fronteras. 

En el caso del tenor, por un reportaje de «Associated Press» firmado en varias capitales del mundo y, respecto a Ayala, por una investigación interna de la propia Universidad de California y que finalmente se cerró sin denuncia, pero se definió como «comportamiento inadecuado y condescendiente». 

Sin protocolos y sin censura, dentro de las propias empresas productoras o gestoras, es imposible conseguir resultados y, de verdad, dar la estocada a quienes se han sentido impunes durante años.

La extraña necesidad de pasar página

Antes de que acabara el año, coincidiendo casi con su estreno estadounidense, llegó a nuestras carteleras el filme «Al descubierto». La película, protagonizada por Zoe Kazan y Carey Mulligan adaptaba «She Said», el libro en el que las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey narraban la investigación periodística que dio con el productor Harvey Weinstein en la cárcel. 

Más allá de los resultados en taquilla, decentes para un estreno de este calibre, lo que llama la atención es la escasa atención que ha prestado la Academia de Hollywood al filme.

Dirigida por María Schrader, y con todos los tintes de un drama periodístico al más puro estilo «Spotlight», «Al descubierto» no ha obtenido una sola nominación de cara a los Premios Oscar, que celebrarán su 95ª. Edición el próximo 12 de marzo. 

Y es curioso, porque hasta los Globos de Oro, tan metidos de lleno en el lodazal de abusos y comportamientos tóxicos, tuvieron en cuenta el filme. ¿Se trata de una cuestión de «calidad»? 

Complicado, atendiendo año tras año a las decisiones de la Academia. ¿Se trata de una necesidad de pasar página, de seguir operando como si el problema hubiera sido una manzana podrida y no un sistema, todavía vigente, en el que quien más tiene es quien más manda? Chinonye Chukwu, directora de otra de esas películas obviadas por la Academia como «Till» hablaba esta semana de «misoginia» y de, precisamente, esa sensación de que defenestrado Weinstein todo es respeto, paz y alegría, algo muy alejado de la realidad.

Imagen de portada: EFE

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por Matías G. Rebolledo. 31 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Zaragoza/Violencia de género/Harvey Weinstein/Cine/#MeToo/Mujeres/Abusos sexuales. 

Lamu: ejecutan al asesino de la popular bloguera china, quien murió tras ser rociada con gasolina en directo por su exmarido.

Un hombre chino ha sido ejecutado por asesinar a su exesposa rociándola con gasolina y prendiéndole fuego mientras transmitía el crimen en directo.

La víctima, conocida como Lamu, era una personalidad de la red social Doujin, la versión china de Tik Tok.

Cientos de miles de sus fans la seguían por sus videos donde compartía su vida en las montañas de la provincia de Sichuan, en el suroeste de China.

El trágico caso puso de relieve la violencia contra las mujeres en China. Una encuesta sugiere que una cuarta parte de todas las mujeres en el gigante asiático han sufrido abuso doméstico.

Se reportó que Lamu, quien dejó huérfanos a sus dos hijos, contactó a la policía para denunciar la violencia que recibía de su esposo cuando estaban casados, pero le dijeron que era un asunto familiar.

La personalidad de las redes sociales atrajo a casi 800.000 seguidores por sus publicaciones optimistas sobre el estilo simple de la vida rural que compartía en la plataforma Doujin.

Sus videos la mostraban buscando comida en las montañas, cocinando y haciendo divertidas parodias de canciones vestida con ropa tradicional tibetana.

Sus publicaciones llegaron a acumular más de 6,3 millones de «me gusta».

Video de Lamu en Douyin

FUENTE DE LA IMAGEN – DOUJIN/LAMU

«Extremadamente cruel»

Cuando su exmarido, Tang Lu, fue condenado a muerte, el tribunal de la prefectura de Aba, una zona rural remota en el suroeste de la provincia de Sichuan donde vive un gran número de tibetanos étnicos, concluyó que su crimen había sido «extremadamente cruel» y que el impacto social había sido «extremadamente malo».

En junio de 2020, Lamu se divorció de Tang, quien, según el tribunal, tenía antecedentes de violencia contra ella.

Unos tres meses después, la roció con gasolina en la casa de su padre y le prendió fuego.

Lamu sufrió quemaduras en el 90% de su cuerpo y murió dos semanas después.

El caso causó indignación en todo el país y abrió un renovado debate sobre la violencia contra las mujeres.

Miles de seguidores de Lamu publicaron mensajes en su perfil en Doujin, mientras que millones de usuarios de la plataforma de microblogging Weibo pidieron justicia utilizando hashtags que luego fueron censurados.

China tipificó como delito la violencia doméstica en 2016, pero sigue siendo común, especialmente en zonas rurales.

Algunos activistas temen que un período de «enfriamiento» obligatorio de 30 días introducido recientemente para las parejas que desean divorciarse haga más difícil que las mujeres escapen de relaciones abusivas.

Videos de Lamu en Douyin

FUENTE DE LA IMAGEN – DOUJIN/LAMU

Imagen de portada: DOUJIN. Lamu era muy popular en la plataforma Doujin.

FUENTE RESPONSABLE: Michael Bristow y Patrick Jackson. BBC News. 23 de julio 2022.

Sociedad y Cultura/China/Internet/Mujeres/Violencia de genero/ Femicidio

 

 

«El caso de Debanhi Escobar es la punta del iceberg de lo que ocurre en Nuevo León»: la alerta por el aumento de mujeres desaparecidas en el estado del norte de México.

La repercusión del caso de Debanhi Escobar, la joven de 18 años que apareció muerta en México el pasado jueves tras casi dos semanas desaparecida, puso al estado norteño de Nuevo León bajo el foco de atención.

Porque, al margen de las incógnitas que aún rodean su caso, su desaparición está lejos de ser la única.

Este año, el bastión industrial de México sufre una oleada de mujeres en paradero desconocido -especialmente jóvenes de 14 a 19 años- que provocó grandes protestas ciudadanas y llevó a las autoridades estatales a anunciar medidas con las que calmar los ánimos de la población.

Pero entender el contexto de esta crisis y el por qué de tantas desapariciones no es sencillo, especialmente en un país en el que se registran nueve mujeres desaparecidas al día, según los últimos datos del gobierno de México, y del que el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas destacó en su último informe que «las cifras oficiales muestran un incremento notable de desapariciones de niños y niñas a partir de los 12 años, así como de adolescentes y mujeres».

La primera alerta saltó con los informes de medios locales de Nuevo León a inicios de abril sobre la desaparición de ocho mujeres jóvenes en solo diez días, la mayoría en la capital Monterrey y su zona metropolitana.

Cuando el 9 de abril se confirmó la muerte por asesinato de una de ellas, la joven María Fernanda Contreras, de 27 años, marchas ciudadanas exigieron justicia y respuesta de las autoridades para garantizar la seguridad de las mujeres.

El caso de Debanhi fue otro de los que logró gran atención de la sociedad y repercusión mediática desde su desaparición aquel mismo 9 de abril hasta que se confirmó su muerte tras aparecer su cuerpo en la cisterna de un motel en circunstancias que aún se investigan.

Pero hay muchas más historias de familias rotas en Nuevo León. Según cifras del gobierno estatal, 327 mujeres fueron reportadas como desaparecidas en 2022 hasta el 17 de abril. 

De ellas, 33 seguían en paradero desconocido y cinco aparecieron sin vida (antes de que se encontrara el cuerpo de Debanhi).

«Esto es una tragedia humanitaria. Quiero que la gente sepa que el caso de Debanhi es solo la punta del iceberg de lo que ocurre aquí en Nuevo León», le dice a BBC Mundo Leticia Hidalgo, fundadora de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (Fundenl).

Este estado es la cuarta entidad de México con más desaparecidos, 6.175 personas, de las que casi el 30% son mujeres.

«Estamos en una situación de crisis, pero que lleva años. Es necesario actuar con acciones concretas», coincide Luisa Castellanos, vocera de la organización Buscadoras de Nuevo León que participó en las labores de búsqueda de Debanhi.

María Fernanda Contreras

FUENTE DE LA IMAGEN – REDES SOCIALES

María Fernanda Contreras fue otra de las jóvenes desaparecidas este año en Nuevo León y hallada asesinada pocos días después.

¿Por qué este aumento de desapariciones?

Las autoridades no han apuntado hasta ahora a una causa clara de por qué se registró este aumento de casos en tan poco tiempo en Nuevo León.

El secretario de Seguridad estatal, Aldo Fasci, provocó una gran polémica que le valió incluso recibir peticiones de dimisión cuando descartó que existiera una banda organizada raptando mujeres y aseguró que muchas eran desapariciones porque las jóvenes «no se reportan con sus papás».

Map

Un importante factor a tener en cuenta es incremento de homicidios en Nuevo León. Según datos de la Fiscalía estatal, los 1.069 asesinatos registrados el año pasado superaron las cifras vistas en los dos años anteriores. Pero este 2022 podría ser aún peor, después de los 295 homicidios sufridos en solo los tres primeros meses del año.

«Hubo también operativos en los estados cercanos de combate a la delincuencia, por lo que podría esta relacionado también a un desplazamiento de estos grupos que operan en otros lugares», apunta Castellanos.

Para Mariana Limón Rugerio, especialista en comunicación con perspectiva de género natural de Monterrey, las desapariciones en Nuevo León demuestran que la violencia contra la mujer ha evolucionado y se ha complejizado en estados fronterizos como este, pero cree que las autoridades no han sabido afrontar ese cambio.

Así, cita el momento cumbre de violencia vivido entre 2010 y 2011, en plena «guerra contra el narco» liderada por el gobierno mexicano de entonces, como el punto de inflexión en que «cambió el contexto y cambiaron las violencias».

«En estados con alto control del crimen organizado ya no hay solo violencia sexista: existe también la del narcotráfico y de la militarización, que también dejan en vulnerabilidad a niñas y mujeres», le dice a BBC Mundo.

Protesta tras hallazgo del cadáver de Debanhi.

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Para la experta, las cifras de Nuevo León ejemplifican muy bien esta realidad: subraya que el 72% de feminicidios registrados de enero a marzo de 2022 estaban ligados a la narcoviolencia en el estado, y que el año pasado se ubicó en el primer lugar entre las entidades del país con más denuncias por trata de personas.

«Es una violencia intersectada con otras violencias que no ha sido entendida ni por autoridades, ni por la opinión pública ni por la agenda feminista, que está muy centralizada en Ciudad de México donde no ocurren estas características que vemos en los estados de frontera», añade.

Para la fundadora de Fundenl, por su parte, es «la impunidad, la corrupción y la apatía e indiferencia» con que las autoridades tratan las desapariciones lo que contribuye a que su número aumente.

«Las autoridades dicen que no hay desapariciones, que las mujeres se van porque se pelean con sus familias o no se comunican con ellas. Son declaraciones cínicas que nos pone a todos en estado de peligro, porque creemos que esto no nos va a suceder», dice Hidalgo.

Protesta tras hallazgo del cadáver de Debanhi.

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Limón destaca también que es necesario entender esa evolución de la violencia contra las mujeres porque, además de las cifras, también aumentó la brutalidad de los casos.

«A veces los perpetradores están ligados al militarismo y, especialmente, al crimen organizado. Ya hablamos de mujeres descuartizadas, embolsadas, calcinadas… Son maneras de matar muy brutales que los criminales usaban con hombres pero que ya se replican en mujeres, lo cual es preocupante y hace necesarias políticas públicas sensibles».

¿Qué reclaman familiares de víctimas a las autoridades?

Las autoridades han sido blanco de múltiples críticas por su gestión de esta última oleada de desapariciones, pero la Fiscalía estatal ha sido probablemente la más señalada.

Durante la búsqueda de María Fernanda, su familia denunció que notificaron a las autoridades la ubicación de su teléfono celular, pero que los investigadores no acudieron al lugar.

Tras la aparición de Debanhi en las inmediaciones de un motel muy cercano a donde fue vista por última vez y que ya había sido registrado previamente, su padre criticó con dureza la labor de la Fiscalía y planteó incluso que el cuerpo de su hija hubiera sido colocado después.

Mario Escobar y su esposa

FUENTE DE LA IMAGEN – EPA

El padre de Debanhi, Mario Escobar (en la imagen junto a su esposa, Dolores Bazaldua) ha sido especialmente crítico con la labor de la Fiscalía en relación al caso de su hija.

Cuando la Fiscalía comunicó que la causa de su muerte había sido una contusión en la cabeza, confirmó que en el lugar se había realizado una inspección previa en la que participaron varias instituciones y la propia familia, pero que «no permitió encontrar el cuerpo ahora localizado» sin ofrecer más detalles del motivo.

Para Limón, el hecho de que ya se hubiera buscado sin éxito en el lugar cuando Debanhi podría estar con vida muestra que la investigación fue «torpe, lenta, y que despierta muchas dudas y desconfianza en una Fiscalía que no da respuesta a lo que pasó».

El organismo ha asegurado que irá dando a conocer todos los avances y pruebas del caso que sea posible, siempre que ello no interfiera en la investigación, y que no descarta ninguna hipótesis.

Hidalgo carga especialmente contra la Fiscalía y la Comisión de Búsqueda de Personas estatal por considerarlas «incapaces, sin eficacia ni protocolos efectivos. Ni cuando el caso fue tan mediático como el de Debanhi, pudieron dar resultados».

Debanhi Escobar

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció hace unos días la creación de un grupo especial de búsqueda de personas y anunció que el estado había desplegado toda la fuerza policial para intensificar la búsqueda de las mujeres desaparecidas.

Sin embargo, algunas organizaciones respondieron que dicho grupo cumple funciones muy similares a las del protocolo Alba, que ya opera en México desde 2018.

«Eso deja ver que García no está entendiendo bien lo que ocurre», opina la periodista Mariana Limón. BBC Mundo envió varias preguntas a la gubernatura de Nuevo León para conocer más sobre su postura y respuesta a esta crisis, pero hasta la publicación de este artículo no obtuvo respuesta.

Samuel García

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció la creación de un grupo especial de búsqueda de personas.

Limón también cree que faltan medidas de política pública no creadas únicamente para resolver la situación actual, sino preguntando a las madres que buscan qué fue lo que falló en sus procesos. Y, precisamente, las organizaciones de búsqueda tienen claros sus principales reclamos a las autoridades para afrontar esta crisis.

Castellanos, de Buscadoras de Nuevo León, cree que lo primordial es dotar de personal suficiente a las instituciones encargadas de la búsqueda y de la investigación de casos de desaparecidos para operar rápidamente. «Y mejorar la colaboración entre Comisión de Búsqueda y Fiscalía, cada una tiene que asumir su responsabilidad».

También echa en falta acciones concretas de las autoridades no solo después de registrarse la desaparición, sino también antes.

«Vamos como los bomberos a apagar el fuego, pero no hay acciones enfocadas a prevenir la desaparición. Y no hablo solo de las recomendaciones al individuo de tomar cuidado de nuestra persona, sino también a la estrategia de seguridad que debe implementar los gobiernos a distinto nivel. El Estado debe asumir la seguridad de los ciudadanos», denuncia.

«El principal reproche es que no buscan con métodos eficaces y por eso no los encuentran. Por eso nos organizamos nosotros como grupos, porque vemos que las autoridades no actúan y tenemos que salir a buscar con nuestros propios ojos, manos y piernas», critica Hidalgo.

Imagen de portada: REDES SOCIALES. Debanhi Escobar es una de los cientos de mujeres que fueron reportadas como desaparecidas en Nuevo León, México este año.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo en México por Marcos González Díaz. Abril 2022.

Sociedad y Cultura/México/Violencia/Mujeres/América Latina

 

Debanhi Escobar: los interrogantes sobre el caso de la joven que apareció muerta en una cisterna en México tras dos semanas desaparecida.

Tras la aparición de un cuerpo sin vida el pasado jueves en el fondo de la cisterna de agua de un motel, las pruebas forenses confirmaron el triste desenlace para el caso de Debanhi Escobar, la joven de 18 años desaparecida en México desde hacía casi dos semanas.

«El cuerpo encontrado se trata de Debanhi Susana, siendo la causa del deceso la contusión profunda de cráneo. Ofrecemos nuestras condolencias a sus familiares y seres queridos», dijo este viernes el fiscal general de Justicia del estado de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez.

«Es importante señalar que, en este momento, no se descarta ninguna línea de investigación en este caso. Pondremos todos los recursos en nuestras manos para determinar los hechos que han sucedido y, si estos indican un delito, serán perseguidos con toda la fuerza de la ley», añadió.

Sin embargo, esta confirmación no aclara diversas dudas e incógnitas que rodean el caso, en torno al cual siguen apareciendo días después nuevos datos y pruebas como videos de cámaras de vigilancia de la zona donde desapareció en el municipio de Escobedo, en el norte del país, en la noche del 8 al 9 de abril.

Son tantos los interrogantes que el gobernador estatal, Samuel García, ya había pedido horas antes a la Fiscalía que diera a conocer los videos, fotos, cateos u otras evidencias sobre el caso.

«Tenemos derecho a conocer qué hay en esa investigación para que la verdad salga a relucir», dijo.

Incluso el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció ayuda desde el gobierno federal a las autoridades de Nuevo León para que este asunto pueda esclarecerse lo antes posible.

El caso de Debanhi muestra «irregularidades, dudas y preguntas que no está respondiendo la Fiscalía», le dice a BBC Mundo Leticia Hidalgo, fundadora de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (Fundenl).

Estas son algunas de las cuestiones que se espera que aclare la investigación.

1. ¿Por qué no se encontró antes el cuerpo si estaba a metros de donde desapareció Debanhi?

El cuerpo localizado el jueves se encontraba a muy poca distancia del lugar en el que Debanhi desapareció en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, comúnmente denominada «la autopista del terror» por los casos de secuestros y desapariciones forzadas registrados en ella.

En concreto, el cadáver estaba en una cisterna de agua en un motel, a solo 110 metros de una empresa de transportes frente a la que Debanhi fue vista gracias a cámaras de seguridad.

En esta zona es donde la ubicaba la señal de su teléfono antes de que se perdiera contacto. Por eso, los operativos de búsqueda se centraron especialmente en esta área y las instalaciones del hotel fueron revisadas hasta en cuatro ocasiones. Pero nunca dieron con la joven.

Hotel donde apareció el cuerpo este jueves.

FUENTE DE LA IMAGEN – SECRETARÍA DE SEGURIDAD

No fue hasta el pasado jueves que las autoridades encontraron su cuerpo, y solo después de que el personal del motel alertara a la policía por el fuerte olor que percibían en la zona.

«Este es nuestro mayor dolor, la tenían aquí cerca (…). ¿Por qué tardaron tanto?, ¿cuántas veces estuvieron aquí?», dijo indignado el padre de la joven, Mario Escobar.

«Estoy destrozado por dentro porque mataron a mi hija, me la mataron (…). Yo voy a seguir con esa lucha para encontrar a los culpables», aseguró.

La Fiscalía confirmó que en el lugar donde se encontró el cuerpo se realizó una inspección previa en la que participaron diferentes instituciones y la propia familia que «no permitió encontrar el cuerpo ahora localizado», sin ofrecer más detalles del motivo.

Mientras, el secretario de Seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci, admitió que en las labores de búsqueda hubo una «falla humana masiva» por parte de las autoridades involucradas, si bien aseguró que sus efectivos no habían participado en el rastreo en las instalaciones del motel.

Por su parte, la fundadora de Fundenl critica duramente los métodos «ineficaces e inefectivos» de búsqueda de desaparecidos por parte de las autoridades, tanto en este como en otros casos de Nuevo León.

En el proceso de Debanhi, «ni siquiera fueron los investigadores quienes la encontraron, sino que fueron empleados del hotel los que lo reportaron. Todo está mal hecho, muestran una total incapacidad aún cuando este caso ha sido tan mediático y saben que se está siguiendo de cerca lo que hacen», señala.

2. ¿Por qué el padre de Debanhi planteó que el cuerpo podría haber sido colocado después?

Tras asegurar que se sentía completamente defraudado por la labor de la Fiscalía estatal, el padre de Debanhi se preguntó ante los medios cómo era posible que los investigadores no hubieran encontrado el cadáver si se encontraba allí desde el principio.

«Cuatro veces han cateado [la zona], ¿y por qué a la quinta aparece? 

Pregunta: ¿lo sembraron? Pregunta: ¿cómo llegó?», preguntó este viernes.

«Esto no es un circo, mi hija está muerta por gente incompetente (…). Que caiga quien tenga que caer», criticó tajante.

Tras conocerse la causa oficial de la muerte dada a conocer por las autoridades, declaró: «Pues le pegaron en la cabeza entonces. Lo que me digan es mentira. Todos ustedes saben que la mataron o la pusieron, la sembraron. No me digan ahora el cuestionamiento de lo que dijo la Fiscalía (…). La sembraron y la mataron, y tenemos que hacer justicia por toda la gente que ha pasado eso y para que no vuelva a pasar».

De hecho, el padre confirmó que la familia contrató a un perito para hacer una necropsia adicional y comparar sus resultados con los de la Fiscalía.

Hotel donde apareció el cuerpo este jueves.

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Este es el hotel donde apareció el cuerpo este jueves.

Luisa Castellanos, vocera de la organización Buscadoras de Nuevo León que participó en las labores de búsqueda, también muestra su extrañeza por lo ocurrido.

«En diferentes momentos estuvimos en esa barda [el muro perimetral del motel], a espaldas de ese lugar, por 30 o 40 minutos. La temperatura aquellos días era de 35 o 40ºC, lo que ya habría facilitado el proceso de descomposición del cuerpo. Es muy extraño», le dice a BBC Mundo.

«La cantidad de personas en la búsqueda era bastante grande. Durante casi dos semanas buscaron ahí, en el mismo lugar, con perros de rescate, y resulta que no estaba Debanhi. Y de un día para otro, sí está. Es algo absurdo que nos deja muchísimas dudas», coincide Hidalgo, de Fundenl.

Busqueda de Debanhi Escobar

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Su madre, como otros familiares y amigos, participó activamente en la búsqueda de Debanhi Escobar.

Desde la aparición del cuerpo, usuarios de redes sociales hicieron comparaciones y colocaron como tendencia «Paulette», el nombre de la niña desaparecida en México en 2010 y cuyo cuerpo sin vida fue encontrado pocos días después tras innumerables búsquedas en su propia habitación, entre el colchón y la estructura de la cama.

3. ¿Por qué el motel no entregó los videos de sus cámaras de seguridad?

El vicefiscal del Ministerio Público de Nuevo León, Luis Enrique Orozco, reveló que está en marcha una investigación para determinar la razón del ocultamiento de grabaciones de seguridad por parte del motel donde fue encontrada Debanhi.

En declaraciones a varios medios locales, el funcionario aseguró que los responsables del negocio aseguraron inicialmente que las cámaras eran solo de monitoreo en tiempo real y que no se conservaba el material grabado, pero el fin de semana tras el hallazgo de la joven se comprobó que no era así.

Sus grabaciones arrojan nueva luz sobre los últimos minutos de vida de Debanhi. En las imágenes se aprecia que la joven entró sola a las instalaciones y se la ve caminando a la zona de la cisterna.

Sin embargo, su padre aseguró que eso no deslinda responsabilidades en modo alguno, y cuestionó también que en las grabaciones de la cámara de la empresa de transportes parecen faltar algunos fragmentos.

Mario Escobar

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Mario Escobar, padre de Debanhi, criticó duramente la labor de la Fiscalía estatal en relación al caso de su hija.

De hecho, otra de las tendencias que destacó en redes mexicanas y en protestas ciudadanas desde el hallazgo del cadáver es «No fue accidente», impulsada por quienes descartan la teoría de que pudiera haberse tratado de algo fortuito.

Alguna de las versiones que circularon desde el primer momento apuntaba a la posibilidad de que Debanhi pudiera haber saltado el muro del hotel y caer a la cisterna de cuatro metros de profundidad de manera accidental.

Pero el padre de la joven aseguró antes de conocerse los videos del motel que, debido a la altura de la estructura, la joven «no se pudo haber subido a la barda». «No nada más me voy a golpear la cabeza, me pego en el cuerpo, me quiebro los huesos (…), no puede ser eso que nada más haya fallecido por esa causa», declaró cuestionando el resultado forense oficial.

4. ¿Por qué el taxista dejó a Debanhi en mitad de la noche y le tomó una foto?

Una de las partes de este caso que despertó más interrogantes desde el inicio fue una foto en la que se ve a Debanhi en la noche de su desaparición, sola en medio de la carretera.

La joven había acudido aquella noche a una fiesta con dos amigas que se fueron antes a casa. Según contó la familia de Debanhi, las amigas llamaron a un «contacto de confianza» que trabaja en apps de taxis para que la recogiera, aunque el viaje se realizó fuera de la plataforma.

Cuando se difundió aquella última foto de Debanhi, la familia confirmó que la imagen era real, que fue tomada por el taxista y enviada a las amigas de la joven.

Estas la compartieron con los padres de Debanhi, quienes de inmediato denunciaron y comenzaron la búsqueda.

Última foto de Escobar tomada por el conductor que la recogió y luego dejó.

FUENTE DE LA IMAGEN – REDES SOCIALES

Última foto de Escobar tomada por el conductor que la recogió y luego dejó.

Una de las incógnitas era entender por qué el conductor había tomado esa foto. El padre de la joven declaró que probablemente lo habría hecho para mostrar que ella estaba en buen estado cuando él la dejó.

Pero la mayor duda sobre esta parte era saber por qué Debanhi nunca llegó hasta su casa en aquel taxi y por qué el conductor la dejó sola en una carretera a las 4:25 de la madrugada.

Este viernes, su padre reveló que la Fiscalía tiene videos en su poder donde se ve al hombre intentando tocar los senos de la joven y lo responsabilizó de que su hija hubiera acabado sola en la noche.

«Debanhi se quejó porque la estaban acosando sexualmente y por eso se bajó» del taxi, dijo Mario Escobar, quien aseguró que buscará emprender un proceso penal contra el hombre por acoso.

Debanhi Escobar

FUENTE DE LA IMAGEN – REDES SOCIALES

El taxista ya fue interrogado y, según la Fiscalía, mostró su disposición a colaborar en todo momento. Tras la famosa foto, una cámara de seguridad grabó a Debanhi minutos después frente a una empresa de transportes, aparentemente para intentar comunicarse con alguien aunque no pudo hablar con nadie.

Algunas personas, entre ellas el propio padre de Debanhi, criticaron el hecho de que las amigas de la joven la hubieran dejado sola en la fiesta aquella noche. La Fiscalía dijo que Debanhi abordó sola el transporte «por aparentes diferencias con personas del lugar».

Pero según Hidalgo, de Fundenl, «echar la culpa a las amigas no es lo correcto. Nosotras deberíamos poder caminar de día o de noche, solas o acompañadas, sin temor de que algo suceda y nadie debería tener el derecho de desaparecernos».

Imagen de portada: Fuente; Redes Sociales.

FUENTE RESPONSABLE: Marcos González Díaz. Corresponsal de BBC News Mundo en México. Actualizado 26 de abril de 2022.

Sociedad y Cultura/México/Violencia de genero/América Latina.

«El caso de Debanhi Escobar es la punta del iceberg de lo que ocurre en Nuevo León»: la alerta por el aumento de mujeres desaparecidas en el estado del norte de México.

La repercusión del caso de Debanhi Escobar, la joven de 18 años que apareció muerta en México el pasado jueves tras casi dos semanas desaparecida, puso al estado norteño de Nuevo León bajo el foco de atención.

Porque, al margen de las incógnitas que aún rodean su caso, su desaparición está lejos de ser la única.

Este año, el bastión industrial de México sufre una oleada de mujeres en paradero desconocido -especialmente jóvenes de 14 a 19 años- que provocó grandes protestas ciudadanas y llevó a las autoridades estatales a anunciar medidas con las que calmar los ánimos de la población.

Pero entender el contexto de esta crisis y el por qué de tantas desapariciones no es sencillo, especialmente en un país en el que se registran nueve mujeres desaparecidas al día, según los últimos datos del gobierno de México, y del que el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas destacó en su último informe que «las cifras oficiales muestran un incremento notable de desapariciones de niños y niñas a partir de los 12 años, así como de adolescentes y mujeres».

La primera alerta saltó con los informes de medios locales de Nuevo León a inicios de abril sobre la desaparición de ocho mujeres jóvenes en solo diez días, la mayoría en la capital Monterrey y su zona metropolitana.

Cuando el 9 de abril se confirmó la muerte por asesinato de una de ellas, la joven María Fernanda Contreras, de 27 años, marchas ciudadanas exigieron justicia y respuesta de las autoridades para garantizar la seguridad de las mujeres.

El caso de Debanhi fue otro de los que logró gran atención de la sociedad y repercusión mediática desde su desaparición aquel mismo 9 de abril hasta que se confirmó su muerte tras aparecer su cuerpo en la cisterna de un motel en circunstancias que aún se investigan.

Pero hay muchas más historias de familias rotas en Nuevo León. Según cifras del gobierno estatal, 327 mujeres fueron reportadas como desaparecidas en 2022 hasta el 17 de abril. 

De ellas, 33 seguían en paradero desconocido y cinco aparecieron sin vida (antes de que se encontrara el cuerpo de Debanhi).

«Esto es una tragedia humanitaria. Quiero que la gente sepa que el caso de Debanhi es solo la punta del iceberg de lo que ocurre aquí en Nuevo León», le dice a BBC Mundo Leticia Hidalgo, fundadora de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (Fundenl).

Este estado es la cuarta entidad de México con más desaparecidos, 6.175 personas, de las que casi el 30% son mujeres.

«Estamos en una situación de crisis, pero que lleva años. Es necesario actuar con acciones concretas», coincide Luisa Castellanos, vocera de la organización Buscadoras de Nuevo León que participó en las labores de búsqueda de Debanhi.

María Fernanda Contreras

FUENTE DE LA IMAGEN – REDES SOCIALES

María Fernanda Contreras fue otra de las jóvenes desaparecidas este año en Nuevo León y hallada asesinada pocos días después.

¿Por qué este aumento de desapariciones?

Las autoridades no han apuntado hasta ahora a una causa clara de por qué se registró este aumento de casos en tan poco tiempo en Nuevo León.

El secretario de Seguridad estatal, Aldo Fasci, provocó una gran polémica que le valió incluso recibir peticiones de dimisión cuando descartó que existiera una banda organizada raptando mujeres y aseguró que muchas eran desapariciones porque las jóvenes «no se reportan con sus papás».

Map

Un importante factor a tener en cuenta es incremento de homicidios en Nuevo León. Según datos de la Fiscalía estatal, los 1.069 asesinatos registrados el año pasado superaron las cifras vistas en los dos años anteriores. Pero este 2022 podría ser aún peor, después de los 295 homicidios sufridos en solo los tres primeros meses del año.

«Hubo también operativos en los estados cercanos de combate a la delincuencia, por lo que podría esta relacionado también a un desplazamiento de estos grupos que operan en otros lugares», apunta Castellanos.

Para Mariana Limón Rugerio, especialista en comunicación con perspectiva de género natural de Monterrey, las desapariciones en Nuevo León demuestran que la violencia contra la mujer ha evolucionado y se ha complejizado en estados fronterizos como este, pero cree que las autoridades no han sabido afrontar ese cambio.

Así, cita el momento cumbre de violencia vivido entre 2010 y 2011, en plena «guerra contra el narco» liderada por el gobierno mexicano de entonces, como el punto de inflexión en que «cambió el contexto y cambiaron las violencias».

«En estados con alto control del crimen organizado ya no hay solo violencia sexista: existe también la del narcotráfico y de la militarización, que también dejan en vulnerabilidad a niñas y mujeres», le dice a BBC Mundo.

Protesta tras hallazgo del cadáver de Debanhi.

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Para la experta, las cifras de Nuevo León ejemplifican muy bien esta realidad: subraya que el 72% de feminicidios registrados de enero a marzo de 2022 estaban ligados a la narcoviolencia en el estado, y que el año pasado se ubicó en el primer lugar entre las entidades del país con más denuncias por trata de personas.

«Es una violencia intersectada con otras violencias que no ha sido entendida ni por autoridades, ni por la opinión pública ni por la agenda feminista, que está muy centralizada en Ciudad de México donde no ocurren estas características que vemos en los estados de frontera», añade.

Para la fundadora de Fundenl, por su parte, es «la impunidad, la corrupción y la apatía e indiferencia» con que las autoridades tratan las desapariciones lo que contribuye a que su número aumente.

«Las autoridades dicen que no hay desapariciones, que las mujeres se van porque se pelean con sus familias o no se comunican con ellas. Son declaraciones cínicas que nos pone a todos en estado de peligro, porque creemos que esto no nos va a suceder», dice Hidalgo.

Protesta tras hallazgo del cadáver de Debanhi.

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Limón destaca también que es necesario entender esa evolución de la violencia contra las mujeres porque, además de las cifras, también aumentó la brutalidad de los casos.

«A veces los perpetradores están ligados al militarismo y, especialmente, al crimen organizado. Ya hablamos de mujeres descuartizadas, embolsadas, calcinadas… Son maneras de matar muy brutales que los criminales usaban con hombres pero que ya se replican en mujeres, lo cual es preocupante y hace necesarias políticas públicas sensibles».

¿Qué reclaman familiares de víctimas a las autoridades?

Las autoridades han sido blanco de múltiples críticas por su gestión de esta última oleada de desapariciones, pero la Fiscalía estatal ha sido probablemente la más señalada.

Durante la búsqueda de María Fernanda, su familia denunció que notificaron a las autoridades la ubicación de su teléfono celular, pero que los investigadores no acudieron al lugar.

Tras la aparición de Debanhi en las inmediaciones de un motel muy cercano a donde fue vista por última vez y que ya había sido registrado previamente, su padre criticó con dureza la labor de la Fiscalía y planteó incluso que el cuerpo de su hija hubiera sido colocado después.

Mario Escobar y su esposa

FUENTE DE LA IMAGEN – EPA

El padre de Debanhi, Mario Escobar (en la imagen junto a su esposa, Dolores Bazaldua) ha sido especialmente crítico con la labor de la Fiscalía en relación al caso de su hija.

Cuando la Fiscalía comunicó que la causa de su muerte había sido una contusión en la cabeza, confirmó que en el lugar se había realizado una inspección previa en la que participaron varias instituciones y la propia familia, pero que «no permitió encontrar el cuerpo ahora localizado» sin ofrecer más detalles del motivo.

Para Limón, el hecho de que ya se hubiera buscado sin éxito en el lugar cuando Debanhi podría estar con vida muestra que la investigación fue «torpe, lenta, y que despierta muchas dudas y desconfianza en una Fiscalía que no da respuesta a lo que pasó».

El organismo ha asegurado que irá dando a conocer todos los avances y pruebas del caso que sea posible, siempre que ello no interfiera en la investigación, y que no descarta ninguna hipótesis.

Hidalgo carga especialmente contra la Fiscalía y la Comisión de Búsqueda de Personas estatal por considerarlas «incapaces, sin eficacia ni protocolos efectivos. Ni cuando el caso fue tan mediático como el de Debanhi, pudieron dar resultados».

Debanhi Escobar

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció hace unos días la creación de un grupo especial de búsqueda de personas y anunció que el estado había desplegado toda la fuerza policial para intensificar la búsqueda de las mujeres desaparecidas.

Sin embargo, algunas organizaciones respondieron que dicho grupo cumple funciones muy similares a las del protocolo Alba, que ya opera en México desde 2018.

«Eso deja ver que García no está entendiendo bien lo que ocurre», opina la periodista Mariana Limón. BBC Mundo envió varias preguntas a la gubernatura de Nuevo León para conocer más sobre su postura y respuesta a esta crisis, pero hasta la publicación de este artículo no obtuvo respuesta.

Samuel García

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció la creación de un grupo especial de búsqueda de personas.

Limón también cree que faltan medidas de política pública no creadas únicamente para resolver la situación actual, sino preguntando a las madres que buscan qué fue lo que falló en sus procesos. Y, precisamente, las organizaciones de búsqueda tienen claros sus principales reclamos a las autoridades para afrontar esta crisis.

Castellanos, de Buscadoras de Nuevo León, cree que lo primordial es dotar de personal suficiente a las instituciones encargadas de la búsqueda y de la investigación de casos de desaparecidos para operar rápidamente. «Y mejorar la colaboración entre Comisión de Búsqueda y Fiscalía, cada una tiene que asumir su responsabilidad».

También echa en falta acciones concretas de las autoridades no solo después de registrarse la desaparición, sino también antes.

«Vamos como los bomberos a apagar el fuego, pero no hay acciones enfocadas a prevenir la desaparición. Y no hablo solo de las recomendaciones al individuo de tomar cuidado de nuestra persona, sino también a la estrategia de seguridad que debe implementar los gobiernos a distinto nivel. El Estado debe asumir la seguridad de los ciudadanos», denuncia.

«El principal reproche es que no buscan con métodos eficaces y por eso no los encuentran. Por eso nos organizamos nosotros como grupos, porque vemos que las autoridades no actúan y tenemos que salir a buscar con nuestros propios ojos, manos y piernas», critica Hidalgo.

Imagen de portada: REDES SOCIALES. Debanhi Escobar es una de los cientos de mujeres que fueron reportadas como desaparecidas en Nuevo León, México este año.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo en México por Marcos González Díaz. Abril 2022.

Sociedad y Cultura/México/Violencia/Mujeres/América Latina

 

Violencia de género. Argentina.

La historia de las profesionales del mar: Abusos sexuales, discriminación y violencia. Argentina.Mujeres sufriendo aberrantes situaciones ante la ceguera de la Justicia.

Las que no pueden trabajar por ser mujeres.

Son trabajadoras de las aguas de diversas profesiones y desarrollan sus actividades a bordo: buzos, oficiales maquinistas, marineras, cocineras, enfermeras, capitanas, oficiales de cubierta. 

Todas poseen libreta de embarque y una excelente formación en distintas escuelas: Prefectura, Salvamento y Buceo, Escuela Nacional Fluvial Tómelas de Buenos Aires, Escuela de Pesca en Mar del Plata y la Escuela Náutica. 

Sin embargo, la mayoría de ellas están desempleadas, son discriminadas por ser mujeres y las que lograron navegar en alta mar enfrentan violencias, acosos y abusos sexuales de parte de sus compañeros varones cis. Un espacio dominado por la lógica machista y los pactos de silencio entre caballeros que sólo pueden enfrentarse en red y necesitan ser intervenidos por políticas de equidad.

El mercado empresarial no toma mujeres. Los sindicatos que deberían defendernos no lo hacen, sino todo lo contrario, si nos buscamos un laburito por fuera hablan con la empresa para que no nos contraten”. 

Tenemos un nivel de violencia zarpado desde lo empresarial y sindical.

 Conozco muchas compañeras que los propios dirigentes gremiales les han propuesto sexo o plata para conseguirle un embarque”, dice Lucía de Pascuale. 

Es buza profesional, la única en toda Latinoamérica que posee la mayor categoría de buceo, puede llegar a sumergirse hasta 300 metros de profundidad respirando mezcla artificial. Con mucho esfuerzo y después de 17 años de estudio, alcanzó esta calificación, sin embargo, hace más de un año que está desempleada. En todo el país hay 40 varones con su misma categoría y cobran mil dólares por día cada vez que realizan una labor.

Lucía intentó implementar diversas herramientas para conseguir un empleo, reunió a las 10 buzas que hay en todo el país para que la Asociación de Buzos Profesionales impulse la contratación de mujeres en las empresas, al menos un cupo, cuando en cada obra se emplean entre 10 y 30 personas “El gremio desestimó los artículos de género que presenté. 

Me atacó en el grupo de agremiados y también en una carta pública que envió a las empresas. A partir de ese momento no me llamaron más de ninguna empresa, me dejaron en la calle sin un mango”, cuenta.

Luego de ese episodio, Lucía se puso en contacto con trabajadoras del sector marítimo, fluvial y lacustre que se encontraban intentando acceder a un empleo. En cada una de las historias que escuchó se repetía el mismo patrón: todas hablaban de los abusos sexuales y acosos que sufrieron por parte de sus compañeros y la discriminación de las autoridades de los gremios. 

A esas situaciones le seguían la falta de acceso a la Justicia: “Ninguna de nosotras puede pagar un abogado estando desempleada. Hay una denuncia de una marinera que fue violada a bordo, nunca tuvo contención ni de Prefectura ni de su gremio, la violencia que vivimos es muy grande”.

Lucía nació en Jujuy, cuando cumplió 17 años se mudó a Buenos Aires, a los 18 ya era buza y se mudó al sur en busca de un empleo que no consiguió en la Ciudad. Durante 10 años trabajó en la pesca artesanal de mariscos que se realiza bajo la modalidad de buceo. Vivía en un campamento y dormía en una casilla rodante, era la única salida laboral que tenía, precarizada y sin ningún derecho laboral. 

“Sin ART, sin un seguro de vida, buceando con descompresión, algo que está prohibido por Prefectura porque no hay una cámara hiperbárica para respirar.

 Tuve accidentes de descompresión, donde me tuvieron que meter desmayada bajo el agua con el regulador en la boca para reavivar, a varios compañeros les pasó y algunos perdieron la vida”, detalla.

Lucía de Pascuale, buceadora a más de 300 metros de profundidad y una de las responsables de la organización de las trabajadoras de mares y ríos.

La Asociación de Mujeres de la Actividad Marítima, Fluvial y Lacustre es un grupo que reúne a más de 60 de trabajadoras del mar de todo el país, Lucía es una de las impulsoras. 

Se organizó para elevar los reclamos de las trabajadoras y denunciar las múltiples formas de violencia que sufren. Muchas de ellas son jefas de hogar que hoy no pueden acceder a un trabajo formal por ser mujeres, a pesar de contar con una formación profesional.

Hace un año presentaron una nota al Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad exponiendo su situación, recién el 11 de agosto pasado recibieron una respuesta y se comprometieron a trabajar en sus demandas. Antes tocaron sin éxito las puertas del Ministerio de Trabajo, de la Defensoría del Pueblo y del INADI.

Años atrás, Lucía embarcó contratada por una empresa noruega, una de las pocas que realiza tareas de saturación donde los buzos se sumergen a 300 metros de profundidad. Sin embargo, a pesar de estar capacitada para el puesto tampoco le permitieron realizar esa tarea.

“Fui ninguneada por compañeros y supervisores, me decían en la cara ‘a vos no te vamos a mandar a hacer esto porque sos mujer’. Estuve 10 años en la pesca, levanté más toneladas de mariscos que cualquiera de los buzos que estaban en ese barco, manejé lanchas, llegué a bucear ocho horas por día”, cuenta Lucía. Nada de eso parecía ser suficiente, al desprecio hacia su formación le siguió el acoso: “Todos te insinúan que quieren tener sexo y cuando expuse esta situación con el capitán me dijo ‘si yo hablo va a ser peor, no subimos más mujeres’”.

Ese es el modus operandi en alta mar: la amenaza de castigo como disciplinamiento para quienes se animan a denunciar y el pacto de silencio entre caballeros que los convierte en cómplices de las violencias.

Sindicalismo patriarcal

Gisela González es oficial de máquinas fluviales, en 2012, a sus 24 años, egresó de la Escuela Nacional Fluvial. Conoce cada uno de los sistemas a través de los cuales funciona un buque. Proveniente de una familia de muy bajos recursos, significó un gran sacrificio poder completar su formación. 

De lunes a viernes viajaba a las cinco de la mañana de Longchamps a Constitución para llegar a las 7 a la escuela con las monedas justas

A veces le sobraban unos pesos para comer, otras no y los sábados viajaba a la Bahía de Núñez, en Ciudad de Buenos Aires, para completar las prácticas de natación y remo.

Gisela González, a pesar de las violencias sufridas sigue insistiendo en su formación y en las ganas de embarcarse.

La formación de Gisela no fue totalmente gratuita, debía pagar una cuota de $300 pesos, su mamá enfermera de profesión la ayudaba con lo que podía. Cuando estuvo lista para embarcar entró al mundo del gremio: “Nos dijeron que teníamos que afiliarnos, ponernos en una lista laboral y el gremio se encargaría de darnos los embarques. Después de esperar muchos meses conseguí un embarque en un buque pesquero”, cuenta.

Luego de ese primer viaje no volvió a conseguir otro trabajo y tuvo que abandonar el mar “como les pasa a muchas compañeras, desisten de su profesión y eligen otra carrera u otro trabajo, para mí fue muy difícil porque extrañaba todo lo que había estudiado, lloraba cuando sentía el olor del mar. Soñaba con el mar.”

Gisela juntó fuerzas y volvió en 2019, renovó los cursos para navegar que se vencen cada cinco años, se anotó nuevamente en lista, y tuvo una reunión con el secretario general y el adjunto del Sindicato de Conductores Navales y le prometieron un empleo. Esperó varios meses y como seguía sin trabajo viajó a Mar del Plata en busca de un barco.

Ilusionada con la promesa de un empleo, Gisela rompió la alcancía de su hijo y juntó la poca plata que tenía en el bolsillo para comprarse un pasaje. “Cuando llegué el secretario de la seccional me dijo ‘tenés que ponerte en lista’, le expliqué que viajé porque me habían prometido un trabajo y que estaba pasando una necesidad económica pero no le importó. Estuve durmiendo 40 días en el puerto, comiendo de lo que me daban los marineros.”

En medio de esos días de angustia lejos de su familia y durmiendo a la intemperie, conoció a un grupo de marineros con los que empezó a patear los muelles para hacer changas, 12 horas por día con currículum en mano para conseguir un puesto. Una semana después logró embarcarse en un empleo temporal como primera oficial. Mientras tanto la seccional del Mar del Plata, que la había dejado en la calle, la hostigaba por buscar trabajo con lxs marineros. Gisela denunció esta situación ante el secretario general de Buenos Aires, y la situación empeoró.

Una mañana el secretario de la seccional de Mar del Plata la interceptó en la calle y comenzó a gritarle, Gisela tuvo pánico y cuando terminó su contrato temporario abandonó la costa, regresó a su casa y denunció el hostigamiento ante el INADI. Su situación económica empeoraba y su compañero tampoco contaba con un empleo formal. “Pedí mi libertad laboral y me la negaron. Cuando me llamaban de una empresa para embarcar al día siguiente me decían ‘el gremio nos dijo que no’. Todo esto me desencadenó estrés y anemia aguda y ni siquiera tenía obra social.”

El día que llegó al INADI Gisela denunció además otra situación que vivió en 2014 cuando tenía 25 años: “Era muy joven y nueva en el ámbito laboral, en ese momento no supe qué hacer ni a donde denunciar. Me subí a un barco y el primer oficial de cubierta se metió en mi camarote e intentó violarme.

En mi mameluco siempre llevaba una navaja porque en la escuela me enseñaron que teníamos que tener una herramienta cortante por si nos enredamos los pies o necesitamos cortar algo de urgencia, nunca imaginé que la iba a usar para una situación así. Mientras el oficial me bajaba el cierre del mameluco saqué la navaja y le dije ‘si me tocas un pelo te abro la garganta hasta los huevos’. El tipo se puso blanco y se fue. Yo no podía respirar de los nervios”.

Al día siguiente Gisela relató la situación ante el jefe de máquina de la embarcación, cuando llegó a oídos del capitán él le dijo riendo “qué hacemos jefa”. Cuando se bajó del barco Gisela denunció el abuso ante el secretario general del gremio, la respuesta que recibió fue: “Gracias a Dios no pasó a mayores”. Gisela tenía miedo, estuvo un año sin poder navegar luego de ese episodio.

“Los gremios y las empresas no están capacitados en perspectiva de género para contener a las mujeres en estas situaciones. Se de otras compañeras que han vivido situaciones de abuso peores que la mía, amenazas, maltratos, no es solo violencia laboral, sino sexual, psicológica, no se respetan nuestros derechos y las convencen para que no denuncien, compran su silencio a cambio de un trabajo”, asegura Gisel.

Hoy a sus 33 años continúa profesionalizando en el Astillero Río Santiago, cursando dos tecnicaturas: de control y automatización y otra de construcciones navales, en busca de un empleo efectivo.

El costo de ser mujer 

Marina Saboulard atiende el llamado mientras respira el frío seco de Puerto Pirámides, un pueblo de menos de 500 habitantes ubicado en la Península de Valdez. Llegó haciendo dedo. Vive en Buenos Aires y viajó para visitar a sus compañeras de la agrupación, buzas cocineras y encargadas de cámaras que hacen turismo en los buques de Ushuaia.

Marina es fotógrafa y marinera, comenzó un proyecto personal donde registra a sus compañeras en alta mar. Nunca logró embarcarse como fotógrafa, cuenta que son puestos que solo les dan a los hombres. “A las mujeres las mandan a la cocina o a limpiar camarotes que es la categoría básica”.

Marina Saubolarb, fotógrafa de altamar, con carnet de la Organización Marítima Internacional, desocupada.

Para llegar a ocupar puestos superiores les exigen acumular determinadas horas de navegación, algo muy difícil de conseguir cuando acceder a una embarcación es una odisea y dependen del gremio. 

Diez años después de recibirse Marina solo logró embarcar tres veces, mientras sus compañeros varones con los que cursó la carrera están todos empleados.

Ante la falta de acceso a un puesto, Marina se vio forzada a buscar embarque en bandera extranjera, lo que requiere mayor formación: “Tuve que estudiar un montón de idiomas y tener una segunda carrera. Los cursos que hacemos son avalados por la Organización Marítima Internacional (OMI).” Para embarcarse en aguas extranjeras, además necesita una libreta internacional que cuesta 500 dólares, vence cada cinco años y ya pasó los primeros tres años y medio sin embarcarse.

Al igual que todas sus compañeras, cuando se recibió debió entrar al circuito del gremio para conseguir un embarque. “Muchas empresas solo te emplean a través del gremio y todo muy entre comillas porque siempre toman hijos de, sobrinos de, nietos de. Es muy difícil hacerte un camino de otra manera. Y también lo que existe mucho en la jerga es que los compañeros te tienen que elegir. Es un ambiente muy machista, hay compañeras que me cuentan que tuvieron que encerrarse en un camarote para que no abusen de ellas”, relata.

La primera capitana

La señal de wifi en plena embarcación a 200 millas en mar argentino, cerca de aguas internacionales, dificulta la comunicación con la capitana Nancy Jaramillo. El clima no acompaña y el frío penetra los huesos. Nancy se toma un rato de sus horas de descanso para contar su historia, hace guardias de 12 horas y es la primera mujer capitana de pesca de Argentina.

De familia de bajos recursos, Nancy nació en Trelew y creció en una villa de Puerto Madryn, sin techo, lo único que tenían era un auto, donde vivieron durante un tiempo. Nancy reivindica su clase y recuerda los días en los que el único plato de comida que tenía era el que conseguía en el comedor del barrio. Su primer trabajo lo tuvo a los nueve años, vendía agujas e hilos en la calle. Después limpió casas, fue niñera, vendió carbón, dio clases particulares, trabajaba todo el día, pero la plata nunca le alcanzaba.

A los 17 tuvo su primer y único hijo, madre soltera, desesperada por conseguir un sustento económico se enteró de un curso para camarera de barco que brindaba Prefectura. Así comenzó su carrera para llegar al mar. Sin descanso trabajaba de mañana y estudiaba de tarde. Consiguió su libreta de embarque y en 1996, a sus 19 años comenzó su primera travesía a bordo como camarera en un ambiente muy hostil.

Sufrí todo tipo de abusos e insultos, una noche mientras dormía un oficial entró a mi camarote, me tapó la boca, se me subió encima y me manoseó. Fue una situación espantosa, no tenía forma de defenderme. Al otro día me llamó el capitán para decirme ‘cómo una puta como yo podía ensuciar el buen nombre de un padre de familia’. El tipo se adelantó pensando que lo podía denunciar y le dijo al capitán que yo lo había provocado. Agaché la cabeza y no pude decir nada, se me caían las lágrimas, nadie iba a creer lo que había pasado realmente.”

Nancy juntó fuerzas y continuó formándose para ascender a marinera, no le fue fácil, dos años después llegaron también las primeras manifestaciones de discriminación, sus superiores le decían que no aceptaban mujeres, pero se plantó, insistió y logró rendir el examen para convertirse en marinera.

“Encima una negra cabeza”

Nancy comenzó a acumular horas de embarque y en 2003 se presentó en la Escuela de la Armada para acceder a la patente de patrón costero. Para navegar como oficial en grandes embarcaciones se exigen dos patentes, a Nancy querían otorgarle solo una que sirve para pequeñas lanchas, a pesar de que acumulaba muchos años de experiencia, mientras que a sus compañeros varones que tenían unos pocos meses navegando, ya les habían otorgado ambas patentes. 

Recién en 2007, cinco años después, cuando cambió el director de la escuela, fue aceptada.

Nancy Jaramillo logró llegar a capitana después de incontables esfuerzos y violencias.

Cuando creía que todo se había solucionado pusieron en duda sus 10 años de navegación, abrieron una investigación y le exigieron que consiga en menos de dos meses documentos de las autoridades marítimas de Prefectura que probaran sus años en el mar. 

La acusaban de haber alterado su libreta, sin pruebas ni fundamentos, algo que jamás le sucedería a un varón. En menos de dos meses Nancy reunió toda la documentación y se graduó como oficial de pesca. Continuó embarcada. Sin embargo, aun con título en mano, le daban los trabajos más básicos mientras sus compañeros accedían a los cargos de oficiales.

Continuó su carrera, alcanzó el título de oficial y en 2011 volvió a la escuela para convertirse en capitana. “En 2017 cuando estaba por recibirme de capitán mi profesor Martínez me contó que el director de la escuela, un militar muy machista, le dijo ‘no quiero como capitana a una mina y encima una negra cabeza”, recuerda Nancy textuales palabras.

Ella estaba sobre capacitada para su puesto, antes de llegar a ser capitana ya conocía todos los oficios que se desarrollan en una embarcación: fue bodeguera, bajaba a estibar en una embarcación con 34 grados bajo cero y hasta fue marinera de cubierta, un puesto que tiene los trabajos más pesados. “Cuando mi profesor Martínez, se enteró que no me querían dejar entrar dijo que iba a realizar una denuncia pública por discriminación, gracias a él pude ingresar”, cuenta.

Nancy recuerda que el día que salió en su primer viaje como capitana de una embarcación la mitad de la tripulación se bajó porque decían que iba a hundir el barco. “Todavía siguen pensando que porque somos minas no nos da el cerebro o no estamos capacitadas. Salí a mi primera marea, me fue muy bien y pesqué un montón”, cuenta.

No solo pusieron en duda su carrera, sino que además tuvo que soportar incontables situaciones de violencia y abuso sexual. “Cuando trabaja como cocinera un oficial venía a manosearme. Cuando todos estaban afuera trabajando, me tapaba la boca y la nariz. Un día no aguanté más, le dije al capitán y su respuesta fue ‘¿no lo estarás provocando?’. No se puede hacer nada, si digo algo te van a echar a vos’.

“Un compañero me dijo ‘a ver cuando te pones calzas y nos mostras el culo’, yo le respondí ‘que muestre el culo tu mujer’, me pegó una piña y me dejó los dos ojos negros. Otro me dejaba todo el trabajo a mí, un día le dije que haga sus tareas como correspondía y me tiró una caja encima, me caí de dos metros y me quebré las muñecas, cuando le conté al capitán le terminaron dando la razón a él. Me dijeron que estaba bien que me hubiera pegado porque yo no le podía dar órdenes.”

Nancy reconoce que esas situaciones la marcaron y la llevaron a vivir con miedo y angustia. “Hasta que dije basta y empecé a contactar a compañeras porque nosotras hoy como mujeres trabajadoras del mar no tenemos nada ni nadie que nos ampare. Por estar en un barco para los hombres ya estamos provocando.” La primera vez que un compañero le pegó había tres hombres más, ninguno la defendió

“Me fui sola a mi camarote a lavarme la cara porque la tenía llena de sangre. Sufrí mucho desprecio, me daba vergüenza decir que era capitán de pesca porque para la sociedad marítima una mujer es una vergüenza. Una vez un hombre me dijo que yo era la puta que abandonó a su hijo para ir a chupar pijas a los barcos. Es muy doloroso, llegó un momento que era tanta la agresión que no entendía porque me atacaban tanto. No conseguía trabajo en ningún lado, nadie me quería embarcar porque era mina.”

Hoy nota algunos cambios: “Este último año con tanta movida del movimiento feminista están empezando a contratar mujeres de a poco y hay un proyecto de la senadora Nancy González que establece embarcar un 30 por ciento de mujeres en los barcos pesqueros. Están empezando a aceptarnos porque no les queda otra. Son muchas las mujeres con libreta que quieren subir a un barco, estoy segura que cada vez van a ser más y serán grandes, marineras, camareras, oficiales, pero si no nos abren las puertas nunca vamos a poder ganar nuestro espacio. Queremos igualdad de oportunidades.”

Imagen de portada: Marina Saboularb y Lucía de Pascuale, dos trabajadoras de alta mar desocupadas sólo por ser mujeres.. Gentileza de Constanza Niscovolos

FUENTE RESPONSABLE: Página 12 – Por Estefania Santoro

Violencia de género/Xenofobía/Mujer/Sociedad/Argentina