Los caminos del sentido

Poner atención al verso y no al poema. Poner atención al poema, y no al verso. Abrirle un tajo a las palabras, capilarizarlas. Añadir capas de sentido. Pensar: qué quiso decir. Pensar: qué dice. Pensar: qué me dice. Pensar: qué quiero que me diga.

No es original Mariano Peyrou en las tesis que defiende en Tensión y sentido (Taurus, 2021). En el libro, que no es un manual, que no es una historia de la poesía, como se explica en la nota de la contracubierta, el poeta y teórico no hace más que reflejar algunos puntos de la teoría literaria contemporánea y ponerlos en acción. Además de sumar a estos sus propias meditaciones al respecto y jugar con una completa serie de ejemplos extraídos de autores que van desde Shakespeare a William Carlos Williams, desde Wallace Stevens a García Valdés. Y, de ahí, a la pintura, a la música clásica contemporánea, a la idea de Vanguardia y a las filosofías relacionada con la creación artística.

Qué es el sentido. Cómo las palabras ayudan a construirlo. De qué manera el lector asume ese juego de comunicación con el poeta. Y, sobre todo, qué herramientas ofrece el lenguaje para ello. A partir de estas preguntas Peyrou inicia un repaso por algunos de los recursos habituales de la lírica histórica —pero, sobre todo, contemporánea— en un texto que, como él mismo reconoce, está «lleno de incoherencias, contradicciones, ideas sueltas y relacionadas muy débilmente», pero que ayudan a pensar el poema desde su concepción hasta el momento de su lectura. Y darle vueltas a todas las metamorfosis que su sentido sufre a lo largo del proceso y de la vida real del texto, una vez publicado.

Dividido en siete capítulos donde el autor analiza recursos estéticos como la yuxtaposición, la repetición, la ironía y lo prosaico, el argentino propone una reflexión para que quien acuda al libro pueda realizar el ejercicio de repensarse como lector de poesía.

Porque más allá de plantearse como una relación de técnicas para el escritor, Tensión y sentido parece configurado para que el lector comprenda que la lectura no es un ejercicio pasivo, sino que existen sendas —más oscuras e intrincadas, más oníricas, más realistas y basadas en el recuerdo, más abstractas, más luminosas y evidentes— que se puede decidir recorrer junto al poema. O no. Y que todo sea válido.

Con su habitual encantamiento discursivo —solo hay que escucharle, una vez por semana, en las propuesta de lectura que ofrece en el programa de radio La Estación Azul, de RTVE— Peyrou se apega, sobre todo, a la sugerencia en este libro. ¿Y qué sugiere? Rebasar límites, hilar conceptos aparentemente desvinculados, anatomizar el poema para diseccionarlo. Pero no desde un punto de vista filológico o lingüístico, sino sensorial. Esa es la clave de Tensión y sentido. Como el mismo autor afirma, el objetivo es «entender que la mayoría de las veces un poema no es más que un espacio para escuchar al otro que hay en uno, para llegar a las zonas de uno mismo que no conocemos del todo bien, que no solemos transitar en la vida cotidiana».

Un libro fallido no es un libro erróneo

Tensión y sentido nace con un destino naufrago. Lo hemos dicho, el autor lo asume al inicio: «No soy un erudito ni tengo una teoría». Por eso, el texto es una tentativa de abordar ciertos problemas que surgen a la hora de leer y de escribir. Más aún: un intento de acercarse a la poesía contemporánea, pero también a la más antigua y a la vez a otras disciplinas artísticas sin el prejuicio habitual de quien teme no entender, no alinearse con los autores y autoras, con lo que han querido —si acaso lo han querido— decir algo.

El objetivo que Mariano Peyrou parece haberse planteado en su trabajo es recordar al lector que en su bolsillo están las llaves de una libertad que a veces olvida. Cabe pensar que el trabajo del poeta está hecho. Ahora es el turno del lector. Es el momento de la lectura, el disfrute, el goce, el dolor, el recuerdo… Todo lo que nazca de la interpretación: más literal y acertada; más divagante y errónea —¿puede haber errores en la lectura?—. Porque, en el fondo, el objetivo es el espacio en blanco que se cuela entre las sílabas de la palabra diálogo.

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Autor: Mariano Peyrou. Título: Tensión y sentido. Editorial: Taurus. Venta: Todostuslibros

Imagen: Cubierta de portada de “Tensión y sentido”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Daniel J. Rodríguez. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 7 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Reflexiones literarias.

Los textos de las Pirámides, el Corpus Religioso más antiguo de Egipto.

A finales del siglo XIX, los arqueólogos descubrieron en numerosas cámaras funerarias de faraones del Reino Antiguo una serie de textos religiosos de contenido muy complejo que bautizaron como «Textos de las pirámides». El cometido de este corpus religioso era ayudar al alma del rey difunto en su renacimiento y a reunirse con los dioses en el más allá.

Cuando el año 1881 acababa de echar a andar, Gaston Maspero, que por entonces era director del Instituto Francés de El Cairo, quedó absolutamente sorprendido por algo que le mostró Auguste Mariette, director del Servicio de Antigüedades de Egipto y compatriota suyo. El anciano arqueólogo le enseñó los calcos de un texto religioso, de tamaño considerable, escrito en jeroglíficos y distribuido en columnas verticales. Los calcos le habían sido proporcionados por sus colaboradores, los hermanos Heinrich y Émile Brugsch, quienes los habían descubierto en la cámara funeraria de una tumba de la necrópolis de Saqqara. 

Mariette le dijo a Maspero que se trataba de la mastaba de un tal Pepinen, que había vivido durante el Reino Antiguo (2543-2120 a.C.). Aunque Maspero estaba seguro de que eso no era correcto y de que en realidad el nombre debía leerse Pepi, en referencia al faraón Pepi I, de la dinastía VI, y no «Pepinen». Maspero estaba convencido de que aquellas inscripciones procedían, sin lugar a dudas, de la cámara funeraria de su pirámide en Saqqara.

Recipiente para contener ungüentos con el nombre de Pepi I. MET, Nueva York. PD

LAS PIRÁMIDES YA NO SON «SILENCIOSAS»

El caso es que Mariette no podía admitir de ninguna de las maneras que un dogma de la egiptología de la época, como era el de «la pirámide silenciosa», fuera puesto en duda. De hecho, los investigadores de aquellos tiempos, con Mariette al frente, estaban seguros de que los muros de las pirámides no contenían ningún tipo de texto. Y este descubrimiento cambiaba totalmente el paradigma imperante. 

Finalmente, tras el hallazgo de la pirámide del sucesor de Pepi I, Merenre (que contenía, sorprendentemente, los restos del faraón), en la primera quincena de enero de 1881, Mariette tuvo que admitir que estaba equivocado. En efecto, en la cámara funeraria de Merenre aparecieron más inscripciones de ese tipo. El anciano arqueólogo fallecería pocos días después, el 18 de enero de 1881. Ese mismo año se descubrieron más cámaras funerarias decoradas con textos de las mismas características en diversas pirámides del Reino Antiguo. Entre el 14 y el 28 de febrero, en la pirámide de Unas, faraón de la dinastía V; entre febrero y marzo, en la de Pepi II, y entre el 18 de abril y el 29 de mayo, en la de Teti, ambos de la dinastía VI.

Los Textos de las pirámides inscritos en la cámara funeraria del faraón Teti. iStock

En realidad, Maspero participó activamente en todas las excavaciones. Tanto que durante la exploración de la pirámide de Pepi II, el arqueólogo vivió una situación realmente peligrosa, tal como se describe un un periódico de la época: «El señor Maspero quedó sepultado en una de las cámaras al derrumbarse la mampostería. E. Brugsch Bey consiguió salvarle tras muchas dificultades». 

EL «HIMNO CANÍBAL»

Pero ¿de qué clase de textos estamos hablando? Pues se trata de los conocidos como Textos de las Pirámides, una serie de textos sagrados que, según averiguó el propio Maspero, describían los diversos estadios del renacimiento del alma del rey difunto en el más allá. Estas inscripciones jeroglíficas se dispusieron en los muros de las cámaras funerarias en columnas verticales, de modo que pudieran ser leídas por el fallecido. «Duermes para que despiertes, mueres para que vivas», rezan algunos de estos textos.

La pirámide de Unas, en la necrópolis de Saqqara. Olaf Tausch (CC BY 3.0)

Son textos con un contenido religioso complejo. Por ejemplo, hay que destacar que en la pirámide de Unas, y en la de su sucesor Teti, los arqueólogos identificaron un texto que, por su sorprendente contenido, bautizaron como «Himno caníbal». El rey aparece aquí como «devorador de los dioses», para, con ello, hacerse con sus poderes y magia. «El rey es el toro del cielo que vive de la esencia de cada dios, que se ha comido sus vísceras cuando han venido», puede leerse en un fragmento.

TEXTOS POR DOQUIER

Con todo, los Textos de las Pirámides no son textos unitarios, al igual que ocurre con textos posteriores como los Textos de los Sarcófagos o en el Libro de los muertos. De hecho, el corpus incluido en los Textos de las Pirámides es muy amplio, y en cada caso se usaba una selección distinta de textos. Maspero llegó a recopilar más de 4.000 líneas de la que está considerada la más antigua plasmación de pensamiento religioso de la historia egipcia. El egiptólogo francés estudió a fondo los textos y también los publicó, una tarea titánica que fue descrita por Wallis Budge, orientalista y conservador del Museo Británico de Londres, como «uno de los grandes triunfos de la disciplina».

Estatuilla de la reina Ankhesenpepi. Museo de Brooklyn. Nueva York. PD

Años después, se descubrieron más cámaras funerarias en pirámides que contenían este tipo de textos religiosos. Es el caso de cuatro pirámides que fueron excavadas entre 1926 y 1933 por el arqueólogo suizo Gustave Jéquier: la del rey Ibi, de la dinastía VIII, y la de las reinas Wedjebten, Neith e Ipu, de la dinastía VI, lo que demuestra que las mujeres también tenían derecho a que hubiese textos religiosos inscritos en sus cámaras funerarias. A todos estos hallazgos se unió hace unos años, en 2000, el descubrimiento de la pirámide de la reina Ankhesenpepi, también en Saqqara. Y seguramente no será el último.

Imagen de portada: Interior de la cámara funeraria del faraón Unas, de la dinastía V, con sus muros recubiertos con los Textos de las pirámides. iStock

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Carme Mayans; Redactora de Historia. 7 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Antiguo Egipto/Pirámides/Jeroglíficos/ Curiosidades

Contra las hosquedades del mundo.

El andén fantasma

El tren que me ha traído hasta aquí partió a las tres y veinte de la tarde de un andén que no existe. Hasta ese momento había conseguido cumplir punto por punto las indicaciones que Edoardo me trasladó semanas atrás en su correo. 

Me bajé del avión, recogí la maleta, salí del aeropuerto. A mano izquierda, tal y como me había avanzado, encontré la parada del tranvía. Había mucha gente en la cola de las máquinas dispensadoras de billetes. Un hombrecillo menudo, con bigote blanco y aspecto de haber aprendido todos los trucos necesarios para sortear las dificultades de la vida, se puso a vender pasajes por su cuenta a quienes disponíamos de dinero en metálico. 

Me había gastado casi todas las monedas durante la espera en la T4 de Barajas, y las pocas que conservaba en un bolsillo de la mochila no bastaban para completar el precio. Le tendí un billete de veinte euros y me pidió que me subiera, tomara asiento y esperase, confiado en que los pagos de otros pasajeros le permitieran darme el cambio. No le dio tiempo a despachar más de dos o tres, porque enseguida un pitido intermitente anunció la inminencia del viaje. Me preparé para recoger mis cosas y bajarme, pero extendió hacia mí su mano abierta para indicarme que no me moviese: se hacía cargo de las circunstancias y me permitiría hacer el trayecto gratis. 

Ni él hablaba inglés ni yo acertaba a entender del todo su italiano, así que le dirigí una mirada que pretendía trasladar mi gratitud y él me devolvió otra en la que impostaba algo parecido a la camaradería. 

Tardamos unos quince minutos en llegar a la estación de Santa Maria Novella, cuyo aspecto desmiente categóricamente las solemnidades de su nombre. La terminal más bien parece un tendejón, aunque los carteles de los negocios que jalonan su vestíbulo intenten imprimirle el aire señorial de aquellos tiempos en que los viajes en ferrocarril alimentaban las fantasías de los autores románticos. 

Las pantallas informativas anunciaban que mi tren saldría de la vía diecisiete, pero al buscar la puerta correspondiente descubrí que la estación sólo cuenta con dieciséis andenes. 

Desconcertado, me dirigí a una mujer que ocupaba un asiento dentro de una pequeña cabina y a la que supuse encargada de dar respuesta a las solicitudes o las quejas airadas de los viajeros. La breve conversación tuvo un carácter tan surrealista que no me resisto a transcribirla en su literalidad más absoluta: «Perdone», la abordé, «en la pantalla pone que mi tren saldrá del andén número diecisiete, pero el último andén de la estación lleva el número dieciséis». Ella me observó con una sonrisa condescendiente: «Es que esta estación sólo tiene dieciséis andenes; a ver, ¿cuál es su tren?». «El 18771 con destino a Arezzo». Señalé hacia el panel, que quedaba justo frente a la cabina. 

Ella entrecerró los ojos para distinguir las letras y los números que brillaban en la pantalla y, acto seguido, su expresión adoptó un rictus de incredulidad. «Aquí nunca ha existido un andén diecisiete», dijo. Luego, como si quisiera esforzarse para disimular que se encontraba tan desconcertada como yo, añadió: «Mejor pregunte a otra persona». 

Pensé que aquello podía ser la coartada perfecta para emprender una fabulación borgiana o, cuando menos, un inicio aseado para un cuento de Cortázar, pero la realidad terminó siendo tan prosaica como acostumbra: el inexistente andén diecisiete era una prolongación del dieciséis. 

El crecimiento de la red ferroviaria había motivado la construcción de nuevas vías en una época en que la expansión urbanística de la ciudad hacía imposible cualquier intento de ampliar la estación, por lo que los nuevos andenes se levantaron al final de los que ya existían. Me contaron todo esto los agentes que custodiaban el acceso a la decimosexta puerta del gran vestíbulo, y tras mostrarles mi billete —esta vez había logrado adquirirlo a tiempo— recorrí en toda su longitud el andén correspondiente para dar a su término con aquel otro que figuraba en las pantallas y cuya numeración ni siquiera debía de ser fija, porque se exhibía tan sólo en otro panel luminoso y parpadeante cuyas trazas rudimentarias daban cuenta de su provisionalidad, y en el que aguardaba ya el tren que habría de llevarme a Sant’Ellero.

Un hombre a tientas camina

La imaginación prefigura la realidad antes de que la realidad se manifieste y, en consecuencia, tiende a generar unas expectativas que a la larga veremos inevitablemente defraudadas. 

Cuando me envió su primer correo electrónico —en el que dejaba muy claras las normas y de manera sutil, pero efectiva, daba a entender que bajo ningún concepto se admitirían excepciones—, me imaginé a Edoardo como un hombre de edad avanzada y personalidad adusta, con el ceño fruncido y las cejas pobladas, quizá también el cuello ligeramente encorvado. Anticipé una voz áspera, un tono seco y unos andares torpes o bruscos, y me había preparado para la eventualidad de una tensión que de alguna manera tendríamos que sortear durante el trayecto que nos correspondería hacer juntos. 

Pero cuando llego a la estación de Sant’Ellero y me lo encuentro esperando en el andén, Edoardo resulta ser un chico joven, que apenas ha cumplido la treintena, y cuya sonrisa de bienvenida es el preludio de una amabilidad exquisita. Me pregunta qué tal he hecho el viaje y se ofrece a hacerse cargo de mi equipaje para introducirlo en el maletero del coche. Se disculpa por el aspecto del vehículo —«el invierno ha sido duro y este coche no está pensado para el campo»— y me cuenta que tiene un hermano en Barcelona, que va por allí con cierta frecuencia, que le hace gracia que en España conozcamos a Eros Ramazotti. 

Dedicamos unos minutos a recordar lo bueno que fue Franco Battiato y, mientras arrancamos y comenzamos a rodar por unas carreteras estrechas que van sorteando las laderas toscanas, me explica que lleva diez meses trabajando en la casa, donde viene a ejercer las funciones de asistente. Ha cursado un grado en estudios europeos y pensaba perseverar en ese empeño hasta que la pandemia trastocó su plan vital: resolvió aislarse en una casa que su familia tiene por los alrededores y buscar en la naturaleza el alivio a los excesos de la civilización. 

No me dice de qué modo consiguió el trabajo que ahora le ocupa ni le pregunto cuánto tiempo piensa mantenerlo, si se plantea abandonar una vez que concluya el año o su propósito es permanecer allí de forma más o menos indefinida. 

El coche abandona la carretera y enfila un camino estrecho y pedregoso que se precipita en descensos repentinos y remonta poco después pendientes inverosímiles. A nuestro alrededor sólo hay bosque, una inmensa arboleda que apenas filtra los rayos del sol y cuyos troncos y ramajes se anudan hasta confundirse en un solo entramado laberíntico que parece el forjado de una reja encaminada a proteger los secretos de un paisaje orgulloso de su inexpugnabilidad. 

Creo entrever en algún momento, entre las líneas difusas que dibujan los contornos de los árboles altísimos y esqueléticos, la figura difuminada de un hombre  que camina con pasos titubeantes —«un hombre a tientas camina», acude a mi memoria el verso de Machado—, como si se hubiera perdido o anduviese buscando algo que se le ha caído del bolsillo. 

Pienso en decírselo a Edoardo, pero él está comentando algo sobre el clima y no quiero interrumpirlo, y cuando al fin podría hacer referencia al asunto éste ha quedado lo suficientemente lejos como para que cualquier formulación resulte inútil. Me dice que no estaré solo a mi llegada, que hay un poeta y dos traductores que están pasando unos días en la casa. 

Me pregunto si corresponderá a alguno de ellos esa silueta humana que he discernido desde la ventanilla, deambulando por el bosque. Recuerdo también el mensaje que me escribió Borja Ortiz de Gondra después de que hace unos días yo le enviara otro para comunicarle que me encontraba a punto de emprender el viaje: «Cuéntame, por favor, cómo está Beatrice».

El paisaje y los perros

Estoy instalado en una torre que se erigió en la Edad Media y cuyas ventanas se abren a la perspectiva idílica de un valle frondoso tras el que asoma, allá al fondo, el perfil suave de unos montes. En el cielo soleado viaja el presagio de la primavera. 

Me he despertado con el sol y he permanecido en la cama unos minutos, atento únicamente al canto de unos pájaros que saludan con alborozo al nuevo día. Cuando salgo al exterior, un ladrido celebratorio desvela la presencia de Pushkin y Clocló, dos de las mascotas del lugar. Están a las puertas de la casa, al otro lado del jardín, porque nunca se acercan a la torre, no sé si por pereza o porque están educados para que mantengan una distancia prudencial con los invitados. 

Clocló es una perrita de aguas, juguetona y cariñosa, con la que he hecho buenas migas desde mi llegada. En cuanto me ve, adopta la postura que considera más adecuada para recibir mimos y se deja acariciar con una docilidad entusiasta. Nació con un problema en la espina dorsal y camina con la cadera hundida, arrastrando las patitas traseras, pero la deformación no le impide correr y brincar con esa alegría infantil de la que hacen gala las criaturas de su especie. 

Pushkin suele mantenerse en un segundo plano. Cuesta acariciarlo porque rehúye a los extraños. Puede que lo maltrataran de cachorro y que arrastre desde entonces una comprensible desconfianza hacia mis congéneres. 

«Es todo un caballero», me dijo Beatrice anoche, cuando nos sentamos a charlar antes de la cena y él se repantigó en uno de los sillones de la sala de estar, indiferente a nuestras elucubraciones. Tanto él como Clocló proceden de un refugio para animales que hay por los alrededores. 

Beatrice, que lo visita con cierta frecuencia, los adoptó cuando supo que, a causa de la invalidez de la una y del carácter huraño del otro, nadie se decidía a acogerlos. También está Rosina, una carlino que es la reina del lugar y que prefiere moverse, lenta y discreta, por el interior. Ha habido otros perros antes. Dicen que sus cenizas están esparcidas por el jardín, y sus nombres se inscriben en placas que aquí y allá recuerdan que una vez existieron y fueron felices en estos mismos predios por los que pasean ahora Clocló, Pushkin y Rosina. La primera se recuesta complacida mientras le rasco la tripita y la espalda, y su mirada de gratitud es el antídoto contra las hosquedades del mundo.

Imagen: “Hosquedades del mundo”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Miguel Barrero. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 7 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Diario de viaje/Pensamiento/Reflexiones

Se aproxima un cometa que brilla más que las estrellas.

Estiman que un cometa recién descubierto, a medida que se acerque al Sol y a nuestro planeta, podría brillar más en el cielo nocturno de la Tierra que muchas estrellas. La mayor aproximación del cometa al centro del sistema solar se producirá el 28 de septiembre de 2024, antes de alcanzar su punto más cercano a la Tierra, el 13 de octubre.

Se trata del cometa con el largo nombre de C/2023 A3 (Tsuchi Shan-ATLAS), indicó el medio Science Alert. Los astrónomos predicen un brillo de magnitud 0,7 en el perihelio del cometa. Cabe destacar que la estrella Betelgeuse en la constelación de Orión tiene su magnitud en torno a 0,42, Antares —la estrella más brillante en la constelación de Escorpio— un poco más tenue, con un poco más de 1.

Según las estimaciones provisionales, en su punto más cercano a la Tierra, la magnitud del cometa podría alcanzar un -0,2, lo que lo convertiría en uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno. También podría afectar la dispersión frontal, cuando el polvo y el hielo del cometa reflejan la luz del Sol, así prevé que la magnitud alcanzaría -5. Sin embargo, hay que tener en mente que el brillo del cometa es más difuso que el de las estrellas, ya que se trata de un objeto en movimiento con una cola (potencialmente), en lugar de una única fuente de luz.

Existe riesgo de que el cometa pueda chocar con una estrella, así que se espera que este encuentro con el otro objeto cósmico no lo haga pedazos.

Los días cercanos al 13 de octubre son los mejores para ver el brillo. Aparecerá en el cielo del amanecer cerca de las constelaciones de Hidra y Cráter. Se supone que los observadores de estrellas deberían empezar a ver bien el cometa en junio de 2024, aunque el objeto celeste puede cambiar su trayectoria. A pesar de la incertidumbre, se trata de una perspectiva apasionante para los astrónomos observar C/2023 A3 en los próximos meses.

El cometa C/2023 A3 fue detectado el 9 de enero de 2023 en el Observatorio de la Montaña Púrpura, en China. Luego los astrónomos lo captaron de nuevo por el telescopio Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS) en Sudáfrica, el 22 de febrero de 2023. Como resultado, recibe los dos nombres del instituto en su propio nombre (tsu chin shan significa montaña púrpura en mandarín).

Aparte de su brillo, C/2023 A3 avanza a gran velocidad: a unos 290.664 kilómetros por hora, dando una vuelta al sistema solar que, según los cálculos, durará aproximadamente 80.660 años. En estos momentos se encuentra entre las órbitas de Saturno y Júpiter.

Imagen de portada: CC BY 2.0 / NASA Hubble Space Telescope / Asteroid Leaves Odd X Pattern of Trailing Debris.

FUENTE RESPONSABLE: Sputnik Mundo.

Sociedad/Astronomía/Ciencia/Espacio/Cometa.

Un jubilado le ganó a la Biblioteca Nacional y compró el manuscrito inédito de un premio Nobel.

La comedia Don Fernando, del ganador del premio Nobel José Echegaray, estaba en venta hace 20 años. Cuando salió la noticia y la Biblioteca Nacional intentó comprarlo, ya era demasiado tarde. El hombre se lo quedó por 2.200 euros.

José Echegaray, nacido en Madrid en 1832, fue uno de los españoles más destacados de fines del siglo XIX. «Él lo fue todo, porque podía serlo todo: ministro, orador, hacendista, maestro, escritor, dramaturgo, investigador», dijo su coetáneo Santiago Ramón y Cajal, científico renombrado del país. Hasta hace un mes, entre las obras de este ganador del Nobel de Literatura en 1904 se destacaban importantes trabajos matemáticos y grandes obras de teatro, pero casi no se hablaba de la comedia Don Fernando. A nadie le interesaba un trabajo que estaba perdido. Sin embargo, casi nadie, ni siquiera la Biblioteca Nacional de España, sabía que Don Fernando estaba en venta hace veinte años. Cuando la noticia llegó a los medios, ya era demasiado tarde.

La historia salió por primera vez en el diario El País, personas de su entorno que advirtió el jueves 2 de febrero que la anticuaria Marta Micaela Fernández de Navarrete tenía en venta la obra de Echegaray hace dos décadas, por el módico precio de 1.600 euros. “El mismo día que salió la noticia en la prensa, se contactó con la librera para mostrar el interés por parte de la Biblioteca Nacional. Fue entonces cuando la librera comunicó que ya lo había vendido”, explicaron fuentes del Departamento de Adquisiciones de la institución al medio citado.

Entonces, ¿quién lo compró? ¿Quién se interesó por una comedia olvidada? ¿Quién pagó más de 2.000 euros para quedarse con un manuscrito que es muy difícil de leer y que tiene más de 100 años? No fue ninguna institución importante ni tampoco un coleccionista millonario. En cambio, fue un jubilado con mucho tiempo para la lectura.

El hombre que le ganó a la Biblioteca Nacional

“Era una oportunidad única”, admitió Rubén Acedo, el vasco de 85 años que compró la comedia Don Fernando, que habla de un hombre que cree que su muerte es inminente y decide hablar con total sinceridad con todas las 

El 2 de febrero, Acedo madrugó, leyó El País y llamó alrededor de las ocho de la mañana a la anticuaria para comprar el manuscrito. Pagó 2.200 euros por un aumento de última hora en el precio del manuscrito, pero no le importó porque estaba fascinado por su historia. Y, en su compra, le ganó a instituciones españolas reconocidas como el Archivo Histórico Nacional y el Museo Nacional del Teatro, las cuales habían sido alertadas de la existencia de la obra días antes de que el artículo se publicara. 

Rubén Acedo con una copia del manuscrito de Echegaray (EFE)

¿Qué va a hacer con semejante reliquia? Su primer plan es terminar de leerlo, algo que no será una tarea fácil ante la enrevesada letra del dramaturgo. “Me estoy planteando estudiar un curso de grafología”, afirmó. Entre las opciones para el futuro, baraja exponer el documento en la biblioteca de un colegio que fundó en Caracas tras escapar del servicio militar de Francisco Franco, “como un testimonio de membresía y lealtad a la hispanidad”. Otra opción es donárselo al Ayuntamiento de la aldea vasca en la que nació. Nada está decidido todavía.

Por qué nadie lo compró antes

La obra, pese a que Echegaray ya era célebre, fracasó en su estreno en un teatro de Santander, no se imprimió y fue completamente olvidada. Ni siquiera aparece en las principales bibliografías de Echegaray, un matemático e ingeniero de caminos reconvertido en dramaturgo a los 40 años. Cuando en 2004 apareció a la venta en conocidas plataformas de coleccionismo como TodoColección y Uniliber, nadie la vio o, lo que es peor, nadie le dio la importancia que se merecía.

“Es de lo más normal que nadie comprara el manuscrito en estos 20 años. Muchas de las instituciones, tanto privadas como públicas, no miran los catálogos o subastas en donde se pueden encontrar estas cosas”, lamentó una fuente de una entidad pública en diálogo con El País.

“Aunque la Biblioteca Nacional, para seleccionar las piezas que son de su interés, hace seguimiento de lo que sale al mercado de libros, a través de los catálogos que llegan de los propios libreros o de las casas de subasta, evidentemente no se tiene conocimiento de todo el mercado del libro. En este caso concreto, no se recibió ninguna noticia al respecto”, afirmó la entidad.

Por ahora, el manuscrito sigue en manos de un particular. Así fue desde 1904: primero en manos de Echegaray, luego en la colección de Mariano Ordóñez, un cacique despótico que fue ministro de varias carteras hace un siglo, y más tarde en la librería de los padres de Marta Micaela Fernández de Navarrete, bióloga de profesión pero heredera de la colección.

Acedo tiene en sus manos el próximo destino de la comedia. Pero, primero, debe terminar de leerla.

Imagen de portada: José Echegaray (Archivo)

FUENTE RESPONSABLE: Infobae

Sociedad y Cultura/España/Manuscrito/Literatura/José Echegaray

Qué son los gigantescos arcos de galaxias, las estructuras más grandes del cosmos que desafían lo que sabemos sobre el universo.

En 2021, la estudiante de doctorado británica Alexia Lopez estaba analizando la luz proveniente de cuásares distantes cuando hizo un descubrimiento sorprendente.

Detectó un arco gigante, casi simétrico, de galaxias a 9.300 millones de años luz de distancia en la constelación de Bootes (el Boyero).

Con una extensión masiva de 3.300 millones de años luz, la estructura es 1/15 del radio del universo observable.

Si pudiéramos verla desde la Tierra, tendría el tamaño de 35 lunas llenas desplegadas en el cielo.

Conocida como el Arco Gigante, la estructura cuestiona algunas de las suposiciones básicas sobre el universo.

De acuerdo con el modelo estándar de la cosmología, la teoría en la que se basa nuestra comprensión del universo, la materia debería distribuirse más o menos uniformemente en el espacio.

Cuando los científicos observan el universo a escalas muy grandes, no debería haber irregularidades notables; todo debe verse igual en todas las direcciones.

Sin embargo, el Arco Gigante no es el único ejemplo de este tipo. Estas gigantescas estructuras obligan ahora a los científicos a reevaluar su teoría de cómo evolucionó el universo.

Lopez estaba estudiando para obtener su maestría en la Universidad Central de Lancashire, en Reino Unido, cuando su supervisor sugirió usar un nuevo método para analizar estructuras de gran escala en el universo.

Usó cuásares -galaxias distantes que emiten una cantidad extraordinaria de luz- para buscar magnesio ionizado, un signo seguro de nubes de gas que rodean una galaxia.

Cuando la luz pasa a través de este magnesio ionizado, ciertas frecuencias son absorbidas, dejando «firmas» de luz únicas que los astrónomos pueden detectar.

«Examiné cúmulos de galaxias conocidos y documentados, y luego comencé a trazar cómo se veían estas áreas en el método Magnesio II», dice Lopez.

«Un cúmulo que observé era muy pequeño, pero cuando lo tracé en magnesio II había esta interesante banda densa de absorción de magnesio en todo el campo de visión. Así es cómo lo terminé de descubrir. Fue un feliz accidente y tuve suerte de que fuera yo quien lo encontró».

Lo que descubrió Lopez con su «feliz accidente» fue asombroso. Al mirar hacia la constelación de Bootes, un grupo de entre 45 y 50 nubes de gas, cada una asociada con al menos una galaxia, parecía organizarse en un arco de 3.300 millones de años luz de diámetro.

Ese es un tamaño considerable dado que el universo observable tiene 94.000 millones de años luz de ancho.

Cielo

FUENTE DE LA IMAGEN, STANDRET/GETTY IMAGES

Las gigantescas estructuras obligan ahora a los científicos a reevaluar su teoría de cómo evolucionó el universo.

Según el artículo de Lopez, es extremadamente improbable (una probabilidad de solo el 0,0003 por ciento) que una estructura tan grande haya surgido por casualidad.

Sugiere que puede haberse formado debido a algo en la física natural del universo que actualmente no tenemos en cuenta.

Sus hallazgos desafían directamente una faceta central del modelo cosmológico estándar: la mejor explicación que tenemos de cómo comenzó y evolucionó el universo.

Esta faceta, conocida como el principio cosmológico, establece que, a gran escala, el universo debería verse más o menos igual en todas partes, sin importar tu posición o la dirección en la que estés mirando.

No debe haber estructuras gigantes, sino que el espacio debe ser liso y uniforme. Esto es conveniente, ya que permite a los investigadores sacar conclusiones sobre todo el universo basándose únicamente en lo que vemos desde nuestra ubicación.

Sin embargo, también tiene sentido, ya que después del Big Bang, el universo se expandió hacia afuera, arrojando materia en todas direcciones simultáneamente.

Hay otro problema. Según el modelo estándar, estructuras como el Arco Gigante simplemente no habrían tenido tiempo de formarse.

«La idea actual de cómo se formaron las estructuras en el universo es a través de un proceso conocido como inestabilidad gravitacional», dice Subir Sarkar, profesor de física teórica de la Universidad de Oxford.

Alrededor de un millón de años después del Big Bang, cuando el universo se estaba expandiendo, pequeñas fluctuaciones en la densidad llevaron a que se aglomeraran fragmentos de materia.

Durante miles de millones de años, la atracción de la gravedad finalmente llevó a estos grupos a formar estrellas y galaxias.

Sin embargo, hay un límite de tamaño para este proceso. Algo más grande que unos 1.200 millones de años luz de diámetro simplemente no habría tenido tiempo suficiente para formarse.

«Para formar estructuras, necesitas que las partículas se congreguen cerca unas de otras para que pueda ocurrir un colapso gravitatorio», dice Sarkar. «Esas partículas tendrían que moverse desde el exterior de la estructura para llegar allí».

«Entonces, si tu estructura tiene 500 millones de años luz de diámetro, la luz tardaría 500 millones de años en moverse de un extremo al otro».

«Sin embargo, las partículas de las que estamos hablando se mueven mucho más lentamente que la luz, por lo que se necesitarían miles de millones de años para crear una estructura de este tamaño, y el universo solo existe desde hace unos 14.000 millones de años».

constelación

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Se descubrió que Bootes (el Boyero) contiene un arco gigante de galaxias de unos 3.300 millones de años luz de diámetro.

El Arco Gigante descubierto por Lopez no es la única estructura de gran escala descubierta por los astrónomos.

Está la Gran Muralla (también llamada Gran Muralla CfA2) de galaxias descubierta en 1989 por Margaret Geller y John Huchra.

La muralla tiene aproximadamente 500 millones de años luz de largo, 300 millones de años luz de ancho y 15 millones de años luz de espesor.

Aún más grande es la Gran Muralla Sloan, una estructura cósmica formada por una pared gigante de galaxias, descubierta en 2003 por J Richard Gott III, Mario Juric y sus colegas en la Universidad de Princeton.

Esa muralla tiene casi 1.500 millones de años luz de largo.

En la última década, el descubrimiento de estos gigantes se ha acelerado aún más. En 2014, los científicos descubrieron el supercúmulo de Laniakea, una colección de galaxias en las que reside nuestra propia Vía Láctea.

Laniakea tiene 520 millones de años luz de diámetro y contiene aproximadamente la masa de 100.000 billones de soles.

Luego, en 2016, se descubrió la Gran Muralla BOSS, un complejo de galaxias de más de mil millones de años luz de diámetro. BOSS está formado por 830 galaxias separadas que la gravedad ha atraído en cuatro supercúmulos.

Las galaxias están conectadas por largos filamentos de gas caliente. En 2020, también se agregó a la lista el Muro del Polo Sur, que se extiende a lo largo de 1.400 millones de años luz.

Sin embargo, el actual poseedor del récord de la mayor de estas estructuras es la Gran Muralla Hércules-Corona Borealis.

Descubierta en 2013, abarca 10.000 millones de años luz, más de una décima parte del tamaño del universo visible.

formación de galaxias

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«Lo calculamos y luego nos dimos cuenta, ‘Oh, oh, esto es lo más grande del universo'», dice Jon Hakkila, profesor de física y astronomía en la Universidad de Alabama en Huntsville.

Su preocupación estaba justificada. Tanto Hakkila como Lopez realizaron una serie de pruebas estadísticas para tratar de demostrar que los resultados no podían deberse al azar.

Para el Arco Gigante, los resultados tienen un nivel de confianza del 99,9997%. En la investigación científica, el estándar de oro para la significación estadística se conoce como 5-sigma, que equivale a una probabilidad de aproximadamente 1 en 3,5 millones de que los resultados se deban al azar.

El Arco Gigante alcanzó un significado de 4,5 sigma, por lo que aún existe la posibilidad de que la estructura sea un arreglo aleatorio de estrellas.

«Nuestros ojos son muy buenos para ver patrones. Es posible que veas iniciales en las nubes, pero esa no es una estructura real, tu mente está imponiendo una estructura sobre lo que en realidad es aleatorio», explica Sarkar.

«Sin embargo, no creo que ese sea el caso en esta situación, creo que es una cadena física genuina de supercúmulos».

Si se demuestra que existen más estructuras como el Arco Gigante y la Gran Muralla Hércules-Corona Boreal, los astrónomos se verán obligados a reescribir, o al menos revisar, el modelo estándar de cosmología.

No sería la primera vez que habría que adaptar el modelo. En 1933, el científico de Caltech, Fritz Zwicky, midió la masa de un cúmulo de galaxias y descubrió que el número era menor de lo que esperaba.

De hecho, la masa era tan pequeña que las galaxias deberían haberse separado y escapado a la atracción gravitacional del cúmulo.

Por lo tanto, algo más debe mantener unidos a los cúmulos de galaxias.

Este «algo» es la materia oscura, una sustancia misteriosa que se cree que constituye el 27% del universo.

Después, en 1998, el modelo se adaptó aún más para incluir la energía oscura, después de que dos equipos independientes de astrónomos midieran la expansión del universo y descubrieran que se estaba acelerando.

De cualquier manera, deberíamos saberlo con seguridad en los próximos años. El Legacy Survey of Space and Time (LSST), un estudio planificado de 10 años del cielo del hemisferio sur, puede proporcionar a los astrónomos una visión sin precedentes del universo.

«Se necesita mucho para hacer un cambio de paradigma, especialmente cuando las personas invierten sus vidas y carreras en ello, pero en última instancia, con la ciencia tenemos que comprobar quién tiene la razón», afirma Sarkar.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Jasmin Fox-Skelly; BBC Future. 7 de marzo 2023.

Sociedad/Espacio/Astronomía/Ciencia

Una nueva inteligencia artificial podrá grabar imágenes extraídas de tus sueños.

ABRE LA PUERTA A GRABAR TUS SUEÑOS

Científicos japoneses han descubierto cómo convertir las señales generadas por tu cerebro en imágenes de alta definición, un avance que eventualmente servirá para grabar tu imaginación y tus sueños.

Sí deseas profundizar sobre esta entrada; cliquea por favor adonde está escrito en color “azul”. Muchas gracias.

Una semana más, otra noticia de inteligencia artificial para volarnos la cabeza. Esta vez, literalmente: un equipo de científicos japoneses ha desarrollado una tecnología capaz de extraer imágenes de tu cerebro en alta definición. La tecnología es absolutamente increíble y abre camino a un futuro en el que seremos capaces de grabar lo que vemos, lo que imaginamos e incluso lo que soñamos.

El fin de la realidad: así serán los próximos 10 años de la inteligencia artificial | Control Z Ep 5

Los resultados son asombrosos, como se pueden ver en las imágenes del estudio publicado por el equipo de la Escuela de Posgrado de Biociencias de Vanguardia de la Universidad de Osaka. Lo más sorprendente es que la tecnología — que utiliza Stable Diffusion, el motor de inteligencia artificial generativa más popular y poderoso del mundo en estos momentos — no ha tenido que ser entrenada para poder generar estas imágenes: ha aprendido por sí misma analizado las señales fMRI del córtex visual superior.

Un paso de gigante

Según los investigadores, su estudio no sólo es una visión fascinante de las increíbles posibilidades de la inteligencia artificial generativa, sino una manera de comprender mejor el complejo funcionamiento de estos modelos que — por el momento — siguen siendo una caja negra que muchas veces no podemos llegar a entender. Como apunta Motherboard, “el estudio ha sido el primero en proporcionar una interpretación cuantitativa del modelo [de IA] desde una perspectiva biológica.” En cierto modo, los modelos de IA tienen un comportamiento similar al del cerebro humano. Cuando más grande es el estímulo, por ejemplo, la imagen tiene mayor resolución.

En la fila de arriba, la imagen original. Abajo, la imagen reconstruida usando las señales fMRI.

Según los investigadores, los “resultados sugieren que, al comienzo del proceso de difusión inversa, la información de la imagen se comprime dentro de la capa de cuello de botella. A medida que avanza la eliminación de ruido, surge una disociación funcional entre las capas de de la red dentro de la corteza visual: es decir, la primera capa tiende a representar detalles a escala fina en las primeras áreas visuales, mientras que la capa del cuello de botella corresponde a información de orden superior en áreas más ventrales y semánticas».

La tecnología sigue los pasos de otros estudios anteriores, como el de los científicos de la Universidad de California Berkeley, que realizaron un experimento similar aunque mucho más crudo y surrealista en 2011

En aquel experimento, el sistema fue capaz de capturar la actividad visual en el cerebro humano y reconstruirla como videoclips digitales. Según el profesor Jack Gallant, neurocientífico de UC Berkeley y coautor de la investigación publicada entonces en la revista Current Biology, «este es un gran salto hacia la reconstrucción de imágenes internas. Estamos abriendo una ventana a las películas en nuestras mentes».

El derrumbe entre consciente y subconsciente

En aquel experimento sí que se necesitó entrenamiento. Utilizaron tres sujetos diferentes que tuvieron que estar dentro de un sistema funcional de imágenes por resonancia magnética durante horas. Los sujetos fueron expuestos a dos grupos diferentes de tráileres de películas de Hollywood mientras el sistema de fMRI registraba el flujo sanguíneo del cerebro a través de la corteza visual de su cerebro. Las lecturas se volcaron en un sistema de inteligencia artificial en el que se dividieron en unidades de píxeles tridimensionales llamadas voxels (píxeles volumétricos). Este proceso decodifica eficazmente las señales cerebrales generadas por las imágenes en movimiento, conectando la información de forma y movimiento de las películas con acciones cerebrales específicas. A medida que avanzaban las sesiones, la computadora aprendió cada vez más sobre cómo la actividad visual presentada en la pantalla correspondía a la actividad cerebral.

Movie reconstruction from human brain activity

El resultado del experimento de 2011 era mucho más crudo.

Después de grabar esta información, se utilizó otro grupo de clips para reconstruir los vídeos que se mostraban a los sujetos. El ordenador analizó 18 millones de segundos de vídeo aleatorio de YouTube, construyendo una base de datos de actividad cerebral potencial para cada clip. De todos estos vídeos, el software escogió los cien clips que causaron una actividad cerebral similar a los que el sujeto estaba viendo, combinándolos en una película final. Aunque el vídeo resultante es de baja resolución y borroso, coincidía claramente con los clips reales vistos por los sujetos. La nueva tecnología desarrollada por los científicos japoneses es mucho más precisa y elegante, además de no necesitar de ningún entrenamiento previo. Claramente, estamos avanzando hacia un futuro en el que no sólo la frontera entre verdad y ficción se derrumbará por completo sino que, además, los sueños podrán vivir en el mundo consciente, contribuyendo aún más al derrumbe de la realidad.

Imagen de portada: Una imagen generada por inteligencia artificial.

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Jesús Díaz. 7 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Inteligencia Artificial.

Autobiografía, un poema de Lawrence Ferlinghetti

“Autobiografía”, es un poema de Lawrence Ferlinghetti de su libro A Coney Island of the Mind, publicado por la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, en edición bilingüe traducida por Antono Rómar como Un parque de atracciones de la mente, del que Zenda adelanta también la introducción.

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Caseta de información

Hay años famosos y años, en cambio, por los que no te dan ni la vuelta en una tienda de empeños. Los primeros, como 1945 o 1492, enseguida evocan una imagen o una idea muy precisas: la guerra, así 1914, o la conquista, digamos 1969. Por otra parte, la historia abunda en incoloros años vacíos, que son casi todos, en los que aparentemente nada memorable sucedió. Como el año -1307, el 604 o, es un decir, 1958.

Una mañana cualquiera de 1958, por ejemplo, sale a la calle un hombre de treinta y nueve años con una camisa blanca, barba marina y frente desabotonada. Es temprano aún, el sol se despega lentamente de las azoteas de San Francisco. Al poner sus pies sobre la acera, un perro pasa alegremente frente a su puerta. No tiene collar y le dirige una mirada amable, una sonrisa perruna a ese humano. Circula una corriente amistosa de afinidad instantánea entre ambos. Después de un segundo, el perro continúa su trote calle abajo, esquivando una bomba de incendios, dos bicicletas, a un viejo italiano. La actitud del chucho es jovial e indiferente. A Lawrence se le ocurre un poema. Lo empezará a escribir tan pronto como se siente detrás del mostrador de su librería. Son cosas intrascendentes que suceden en años banales. Hacia su librería se dirige entonces. Nuestro librero poeta se llama Lawrence Monsanto Ferlinghetti y está dándole las últimas pinceladas a su nuevo libro. Ya tiene título. Se va a llamar A Coney Island of the Mind.

Su anterior poemario lo publicó hace ya tres años. Parecen muchos más. Parece una maldita década entera porque, desde que emprendió su idea editorial, City Lights Books, le ha pasado de todo. No se imaginaba que regresaría de su viaje de estudios en Europa y, menos, enamorado de Selden. Pero se enamoraron. Y se han casado. Se han instalado en San Francisco y él ha montado una editorial y un negocio anexo, una librería, que ha resultado ser una idea magnífica y va viento en popa. Todo va muy bien para ser 1958, un año como cualquier otro. ¿Cómo iba a imaginarse cuando era niño y daba tumbos sin padre ni madre de un lado a otro del Atlántico que acabaría pisando la arena de Normandía y las cenizas de Nagasaki? 1944, Normandía. 1945, Nagasaki. Años memorables, sin duda. Después de aquello, claro que apetecía una temporada sin sobresaltos. Conoció a Selden en el barco que lo llevaba a Francia tras la guerra, intimaron en París mientras ambos estudiaban en la Sorbona, regresaron juntos y tenían un plan. Aspiraban solamente a establecerse en un sitio agradable donde llevar una vida corriente.

Sin embargo, no han dejado de lloverles cosas del cielo. Por ejemplo, un embargo a la editorial, un escándalo en la prensa de todo el país, un juicio por la libertad de expresión e imprenta por culpa del libro de Allen. O más bien por culpa de una sociedad hipócrita y moralista, no nos equivoquemos. Pero esa lluvia de rarezas no es solo metafórica. Más ejemplos, en febrero, durante un ejercicio de práctica nocturno, un bombardero B-47 dejó caer una bomba nuclear de 3500 kilos sobre la desembocadura del río Savannah, Georgia. No querían bombardear a nadie. La soltaron para proteger a la tripulación de la nave ante una posible colisión contra un avión de combate F-86. Aún les dio tiempo a pensar que no sería difícil recuperar el dispositivo termonuclear en las aguas poco profundas del río. Ni que decir tiene que esa bomba, por supuesto, no se ha encontrado jamás. De haber explotado sobre suelo estadounidense, 1958 sería un año un tanto más notorio. Un último ejemplo: un mes más tarde, hubo menos suerte. Otra bomba nuclear Mark 6 cayó accidentalmente sobre Carolina del Sur. El núcleo atómico estaba desarmado, pero las tres toneladas de dinamita que lo envolvían a modo de detonador sí explosionaron sobre el hogar de los Gregg en Mars Bluff. Era martes por la tarde. Las dos niñas Gregg y su prima estaban jugando a doscientos metros de donde ahora hay un cráter de veintiuno de ancho y once de profundidad. Walter, el padre, trabajaba en el campo. Ningún ser humano resultó herido. Todas las gallinas murieron. Qué año tan tonto fue 1958.

Lawrence piensa mucho en las bombas atómicas. Aparecen en varios de sus poemas y a partir de hoy también aparece un perro que ocupa un poema todo para él. Ya lo ha terminado, más o menos. (Nunca los termina del todo). Lo lee en voz alta. En la tienda una chica está leyendo en un rincón, sentada sobre una pila de revistas. Lawrence sabe que hoy no ha ido al instituto, pero está absorta en las páginas de un libro de Blake y él piensa que sin duda alguna eso convalida cualquier clase. Cuando termina su recitado, la chica levanta los ojos del libro un momento y simplemente ladra una vez.

No podemos culparle por pensar tanto en las bombas atómicas. Podría pensarse que EE. UU. no está siendo muy diligente en su gestión del armamento no convencional. Sin embargo, consideremos que, solo este año, 1958, este país realizará setenta y cinco ensayos nucleares y tanta bomba atómica de aquí para allá, a veces, ocasiona estos problemillas. Así que hasta los años triviales tienen sus días memorables y en 1958 uno nunca sabe lo que va a caer del cielo. En abril, el satélite Sputnik-2 se desintegra en su reentrada a la atmósfera con el primer y único ser vivo dentro, la perra Laika, que ha estado fuera de la Tierra (hasta ese momento). Llueve raro en 1958.

Al buen Lawrence, que desembarcó en Nagasaki apenas días después del bombardeo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial y contempló horrorizado la huella del hongo atómico, le ponen enfermo estas noticias que lee en los periódicos. Lo único que puede hacer es escribir sobre ello. Compone sobre el papel acerca de todas sus preocupaciones sociales, pero sigue siendo un romántico que ha leído demasiado a Whitman, así que también escribe poemas sobre pintura, sobre la belleza de las cosas pequeñas, poemas delirantes como sueños lúcidos o viceversa y poemas lascivos o humorísticos o contemplativos y, de vez en cuando, le sale uno que es todo a la vez.

Su nuevo libro es un paseo por su mente siempre agitada, por el parque de atracciones de su mente. En su cabeza los versos suenan a jazz y son a menudo largos, incluso prosaicos, sobre todo cuando le da por la sátira social y política. De hecho, suele recitarlos junto a músicos mientras improvisan y él mismo improvisa a menudo, así que nunca lee el mismo poema dos veces y nunca están del todo acabados. Ha pensado que la sección central del libro contendrá precisamente ese tipo de poemas. El verso corto lo emplea, en cambio, en poemas más sentimentales, más líricos. Son piezas más delicadas y clásicas. Abundan en su primer libro. Le preocupa de hecho que el libro sea demasiado caprichoso, pero también le gusta que sea así. Ha decidido que incluirá algunos de los poemas de ese primer libro en la tercera sección. Aquel libro del que han pasado tres años que parecen una década: Pictures from the lost world. Son poemas en su mayoría que escribió en Europa, en sus viajes a España e Italia, mientras vivía en París y soñaba junto a Selden con tener algún día un sitio como este, donde pasar las horas tranquilamente leyendo, organizando encuentros literarios, pintando y escribiendo.

Mira a su alrededor y por primera vez quizás piensa que lo ha logrado. Se pregunta si eso es todo. Y si no es todo, entonces ahora qué viene. Quería conocer el mundo y acabó conociendo la guerra. Escapó de la orfandad y ahora ha encontrado una familia. Tal vez compre esa cabaña en el Big Sur para refugiarse de cuando en cuando y se la deje a Jack para que se aleje de la bebida durante un tiempo. Incluso el juicio resultó ser a fin de cuentas una buena noticia. O al menos, una buena publicidad. El libro de Allen ha supuesto el despegue de la editorial con todo el escándalo que se montó y lo llevó a sentarse ante un tribunal bajo cargos de obscenidad. Decían que Howl, el libro de Allen, era pornográfico. ¿Cómo no va a ser obsceno un poema si un poema siempre rescata lo que estaba olvidado más allá de la vista? El caso es que ahora las cosas están tranquilas, todo parece haber encontrado su sitio y la vida se ha ordenado. ¿Qué más podría pasar ahora? ¿De qué irán los años 60? ¿Serán años anodinos y vacíos o serán años famosos?

Lawrence no puede saber la que se viene encima después. Ignora que la próxima década le va a dar la vuelta a EE. UU. como a unos pantalones antes de meterlos en la lavadora y que, precisamente ellos, esos desmelenados, místicos, antisociales, hijos de las dos grandes guerras del siglo, han puesto en marcha la reacción en cascada que va a subvertir el espíritu de su época, en parte gracias a sus libros, su mensaje, a sus poemas como un pequeño átomo de uranio-235 que desencadenará el movimiento contracultural que viene. Ignora que ellos son la bomba atómica moral que sí estallará en su país. Ignora que verá un nuevo siglo, que morirá a los ciento dos años y once meses, reconocido en todo el mundo como editor, poeta y activista por el ecologismo y la paz, y que el libro que está terminando (nunca los termina del todo) será considerado su obra más influyente, a pesar de que ahora parece tan poca cosa, sobre el mostrador de la librería, solo un montón de hojas, manchadas algunas de humo y café todavía. Aún es 1958, un año en el que no pasa absolutamente nada. Salvo cosas insignificantes.

Por ejemplo, un chaval llamado Elvis inicia la primera gira de su carrera. No muy lejos, en México, se aprueba el voto femenino. Los Estados Unidos se asombran consecutivamente ante la apertura de Disneyland y la contratación por parte de la compañía Mohawk Airlines de la primera mujer afroestadounidense como asistente de vuelo. Se llama Ruth Carol Taylor. Solo tres años antes, Rosa había sido detenida por sentarse en el autobús. Mientras, Salvador termina La Rosa, Doris publica Al final de la tormenta. Truman hace lo propio con Desayuno en Tiffany’s. En Hawaii, se hunde un ferri; en Múnich, se estrella un avión con un equipo inglés de fútbol dentro; en Liverpool, Paul presenta a John y a George. España entrega su última provincia africana, el Sahara Occidental, a Marruecos en el acuerdo de Cintra. Diez mil personas se manifiestan contra la bomba atómica en Londres y el símbolo de la paz se exhibe por primera vez. La URSS sigue a lo suyo y pone dos nuevos satélites en órbita; EE. UU. hace lo propio y lanza tres bombas atómicas. Los soviéticos no se quedan cortos tampoco con sus ensayos nucleares, pero no se entera nadie hasta más tarde. Muere Pío XII. Muere Juan Ramón, pero nacen Paco Buyo y Madonna. También ve la luz la primera aventura de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito y Bobby gana el Campeonato Nacional de Ajedrez con catorce años, el mismo día que Charles de Gaulle es elegido presidente de Francia. Se registra un pico extraordinario de actividad solar y el Congreso Popular Chino acuerda introducir el alfabeto latino en el país. Los rebeldes de Castro secuestran a Fangio y dos ciclistas mueren por insolación en la Vuelta a Portugal. En un atolón de las Marshall, EE. UU. falla al detonar la bomba Fizzle. Lo consigue días después en un nuevo intento con la bomba de hidrógeno Orange. Sus trece kilotones devastan el fondo marino del Pacífico y acaban con la vida de miles de peces. Montserrat Tresserras y José Vitos cruzan a nado el Canal de la Mancha. Camilo y Ernesto cruzan la Torcha de Júcaro. Se crea la NASA y se detonan cuatro artefactos más en el subsuelo y uno en el aire, a cien kilómetros de Las Vegas. La OMS empieza a funcionar, también la UNESCO. Un gran incendio se come el aeropuerto de Bruselas, la escuela Our Lady of the Angels en Chicago, donde mueren noventa y dos niños y tres monjas, y el Almacén Vida de Bogotá, donde fallecen otras ochenta y ocho. No es el mismo incendio, aunque todos los fuegos son el mismo fuego. Se funda la UCA en Buenos Aires y la Universidad de Oriente en Venezuela. Francia pierde media África o media África gana su independencia. Según se mire. El 31 de diciembre Fulgencio cae y comienza el gobierno de Fidel.

Un año como otro cualquiera, como se ve. Llueven objetos en llamas de vez en cuando o arden lugares y poco más. El mundo se parece a una gran banda de diecisiete músicos en la que todos improvisan piezas diferentes mientras, al fondo del local, terminada la jornada y echado el cierre ya a la librería, una pareja escucha el concierto. Lawrence retoca algunas palabras en su cuaderno, antes de subir al escenario. Ella sigue el compás con la punta del pie entre las infinitas melodías de la noche. Cuando parece que ya ha pasado todo lo que tenía que pasar es cuando uno bosteza y entonces se te viene la vida encima. Los años en los que nada pasa son los años en los que empieza todo. Si no estás preocupado, no estás prestando atención. Los silencios son tan importantes como las notas musicales. En 1958, la mayor preocupación de cualquiera en el primer mundo era precisamente el fin del mundo.

Ahora no, ahora ya sabemos que el mundo se acaba todos los días. Un tsunami, una revolución, un desastre en una central nuclear, otra guerra o un atentado terrorista o se inventa internet, se aterriza en Marte o nace de una vez la Inteligencia Artificial que nos lleve a todos al infierno. Al final, todos los días son el fin del mundo. Y quizás el fin del mundo es precisamente eso. Lo que pasa a todas horas. Todos los días. Lo normal. Y lo raro que es eso.

Ahora sí, disfrute su visita. Mantenga manos y pies dentro del vehículo y no olvide recoger su foto de recuerdo a la salida.

Antonio Rómar

***

Autobiografía

Llevo una vida tranquila

voy donde Mike a diario

a ver a los campeones

del Salón de Billar Dante

y a los franceses adictos al pinball.

Llevo una vida tranquila

en el Bajo East Broadway.

Soy un Americano.

Fui un chico Americano.

Leía la revista Chico Americano

y me hice boy scout

en los suburbios.

Me creí que era Tom Sawyer

cogiendo cangrejos en el Río Bronx

e imaginando el Mississippi.

Tenía un guante de béisbol

y una bici American Flyer.

Repartía la Woman’s Home Companion

a las cinco de la tarde

o el Herald Trib

a las cinco de la mañana.

Aún puedo oír el golpe del periódico

en los porches perdidos.

Tuve una infancia infeliz.

Vi aterrizar a Lindbergh.

Miré hacia casa

y no vi ángeles.

Me pillaron robando lápices

de la tienda de Todo a Cinco y Diez

el mismo mes que ascendí a Águila Scout.

Talé árboles para los CCC

y me sentaba en ellos.

Desembarqué en Normandía

con un bote de remos que volcó.

He visto ejércitos instruidos

en la playa de Dover.

He visto pilotos egipcios entre nubes moradas

tenderos que subían sus persianas

a mediodía

ensaladas de patata y dientes de león

en pícnics anarquistas.

Estoy leyendo Lorna Doone

y una biografía de John Most

el terror de los industriales

con una bomba en su escritorio en todo momento.

He visto el desfile de los basureros

en el Desfile del Día de Colón

detrás del frívolo

pedorreo de los trompetistas.

No me he acercado a los Claustros

hace mucho tiempo

ni a las Tullerías

pero sigo pensando

en ir.

He visto el desfile de los basureros

cuando nevaba.

He comido perritos calientes en estadios.

He escuchado el discurso de Gettysburg

y el discurso de Ginsberg.

Me gusta estar aquí

y no regresaré

al lugar de donde vine.

También he conducido furgones furgones furgones.

He viajado entre desconocidos.

He estado en Asia

con Noé en el Arca.

Estuve en India

mientras Roma era edificada.

He estado en el pesebre

junto al Asno.

He visto al Eterno Distribuidor

desde una Colina Blanca

al sur de San Francisco

y a la Mujer Que Ríe en el Loona Park

al salir de la Casa del Terror

bajo una enorme tormenta

riendo todavía.

He escuchado el toque de diana

a la juerga en la noche.

He vagado solitario

como una multitud.

Llevo una vida tranquila

fuera de donde Mike a diario

veo el mundo pasar

con sus curiosos zapatos.

Una vez empecé

a dar la vuelta al mundo

pero acabé en Brooklyn.

Aquel Puente fue mucho para mí.

He engranado en silencio

el exilio y la astucia.

Volé demasiado cerca del sol

y mis alas de cera se fundieron.

Estoy buscando a mi Viejo

a quien no conocí.

Estoy buscando al Líder Perdido

con quien volé.

Los jóvenes deberían ser exploradores.

El hogar es de donde se empieza.

Pero Madre nunca me dijo

que habría escenas de estas.

Harto de útero

descanso

he viajado.

He visto la ciudad lerda.

He visto la maraña masiva.

He oído llorar a Kid Ory.

He oído predicar a un trombón.

He oído a Debussy

al filo de una sábana.

He dormido en un centenar de islas

donde los libros eran árboles.

He oído los pájaros

que suenan como campanas.

He llevado pantalones de franela gris

y caminado sobre la playa del infierno.

He habitado cien ciudades

donde los árboles eran libros.

¡Qué metros qué taxis qué cafés!

¡Qué mujeres de pechos ciegos

miembros perdidos entre los rascacielos!

He visto las estatuas de los héroes

en los cruces de caminos.

Danton gimiendo en la boca del metro

Colón en Barcelona

señalando al Oeste al final de las Ramblas

hacia la American Express

Lincoln en su silla de granito

Y un gran Rostro de Piedra

en Dakota del Norte.

Sé que Colón

no inventó América.

He oído a un centenar de Ezra Pounds domesticados.

Deberían ser todos liberados.

Ha pasado mucho desde que fui pastor.

Llevo una vida tranquila

donde Mike a diario

leyendo la columna de Clasificados.

He leído el Reader’s Digest

de tapa a tapa

y notado la fuerte identificación

de los Estados Unidos con la Tierra Prometida

donde todas las monedas van marcadas

En Dios Confiamos

pero los billetes de dólar no lo llevan

pues son dioses en sí mismos.

Leo diariamente los Anuncios por Palabras

buscando una piedra una hoja

una puerta sin descubrir.

Oigo cantar a América

en las Páginas Amarillas.

Uno no sabría decir

que el alma tiene sus cóleras.

Leo los periódicos todos los días

y oigo a la humanidad equivocada

en el exceso triste de la imprenta.

Veo que han drenado el Estanque de Walden

para hacer un parque de atracciones.

Veo que obligan a Melville

a comerse su ballena.

Veo otra guerra aproximarse

pero no estaré ahí para lucharla.

He leído las pintadas

en la pared del retrete.

Ayudé a Kilroy a escribirlas.

Desfilé por la Quinta Avenida

soplando una corneta en un pelotón apretado

pero corrí de vuelta a la Casba

a buscar a mi perro.

Veo una semejanza

entre los perros y yo.

Los perros son auténticos observadores

que pasean el mundo arriba y abajo

por el país de Molloy.

He atravesado callejones

demasiado estrechos para un Chrysler.

He visto cien carretas de leche sin caballos

en un terreno baldío de Astoria.

Ben Shahn nunca los pintó

pero allí están

tumbados en Astoria.

He oído el obbligato del chatarrero.

He conducido por superautopistas

y creído en las promesas de los anuncios

He cruzado las planicies de Jersey

y visto las Ciudades de la Pradera

Y revolcado en las desolaciones de Westchester

con sus bandas errantes de nativos

en rancheras.

Yo los he visto.

Yo soy el hombre.

Yo estaba ahí.

Yo sufrí

de algún modo.

Yo soy Americano.

Yo tengo un pasaporte.

Yo no sufrí en público.

Y soy demasiado joven para morir.

Yo soy un hombre hecho a sí mismo.

Y tengo planes para el futuro.

Voy enfilado

a un empleo en la cima.

Puede que acabe mudándome

a Detroit.

Solo es temporal que yo sea

vendedor de corbatas.

Soy un buen soldado.

Soy un libro abierto

para mi jefe.

Soy un completo misterio

para mis mejores amigos.

Llevo una vida tranquila

voy donde Mike a diario

a contemplarme el ombligo.

Soy una parte

de la larga locura del cuerpo.

He merodeado por varios bosques de la noche.

Me he ido hacia los lados en portales borrachos.

He escrito salvajes historias

sin puntuación.

Yo soy el hombre.

Yo estaba allí.

Yo sufrí

de algún modo.

Me he sentado en sillas incómodas.

Soy una lágrima del sol.

Soy una colina

por donde los poetas corren.

Inventé el alfabeto

después de observar el vuelo de las grullas

que hacían letras con sus patas.

Soy un lago sobre la pradera.

Soy una palabra

en un árbol.

Soy una colina de poesía.

Soy un asalto

a lo inarticulado.

He soñado

que todos mis dientes se caían

pero mi lengua vivía

para contar el cuento.

Pues soy un remanso

de poesía.

Soy un bancal del canto.

Soy el pianista

de un casino abandonado

en una explanada costera

dentro de una densa niebla

que sigue tocando.

Veo una semejanza

entre la Mujer Que Ríe

y yo mismo.

He oído el sonido del verano

en la lluvia.

He visto a chicas en paseos marítimos

tener emociones complicadas.

Entiendo sus titubeos.

Soy un recolector de fruta.

He visto cómo los besos

causan euforia.

Me he arriesgado al encantamiento.

He visto a la Virgen

en un manzano en Chartres

Y a Santa Juana arder

en la Bella Unión.

He visto jirafas entre las barras de columpios infantiles

sus cuellos como el amor

enredados entre las férreas circunstancias

del mundo.

He visto a Venus Afrodita

sin brazos en su ventilado corredor.

He oído cantar a una sirena

en el número Uno de la Quinta Avenida.

He visto bailar a las Diosas Blancas

en la Rue des Beaux Arts

durante el Catorce de Julio

y a la Hermosa Dama Sin Piedad

hurgando su nariz en Chumley’s.

No hablaba inglés.

Tenía el pelo amarillo

y ronca la voz

y ningún pájaro cantaba.

Llevo una vida tranquila

voy donde Mike a diario

y veo a los pajilleros del billar

montar la escena del minestrone

engullendo los macarrones

y he leído en alguna parte

el Sentido de la Existencia

aunque no recuerdo

dónde exactamente.

Pero yo soy el hombre

Y estaré allí.

Y puede que haga hablar

los labios de aquellos

que duermen.

Y puede que convierta mis cuadernos

en manojos de hierba.

Y puede que escriba mi propio

epitafio epónimo

que enseñe a los jinetes

a pasar de largo.

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Autor: Lawrence Ferlinghetti. Traductor: Antonio Rómar. Título: Un parque de atracciones de la mente. Editorial: Ya lo dijo Casimiro Parker. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Un parque de atracciones de la mente”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 6 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía.

Investigadores de Alemania hallan restos de estructuras defensivas descritas por Julio César.

A Julio César lo recuerda la historia por transitar a Roma de un modelo republicano a un imperio, conquistar la actual Francia y derrotar a Pompeyo en la guerra civil, entre otras hazañas. Además, relató sus hazañas militares en libros que son elogiados en el estudio del latín por su estilo funcional.

Un equipo de arqueólogos de la Universidad Goethe, en Alemania, encontró restos de estructuras descritas por Julio César como mecanismos defensivos para la confrontación militar.

Las defensas identificadas corresponden a las descritas por Julio César en su narración sobre la Guerra de las Galias y utilizadas para proteger a las legiones romanas durante el sitio de Alesia, que derivó en la derrota de la resistencia y la incorporación de este territorio a Roma. Se trata de un espacio que comprendía las actuales Francia y Bélgica junto con parte de Holanda, al sur del río Rin.

En el año 52 antes de nuestra era, hacia el final del conflicto, Julio César estableció un sistema engañoso de vallas y torres para proteger a sus elementos militares ante el Ejército de Alesa, en un proceso de confrontación que fue definitorio para la guerra y derivó en el sometimiento de los pueblos galos a Roma.

El episodio fue narrado por el propio Julio César en su obra Comentarios sobre la guerra de la Galia, y desde el siglo XIX los especialistas en arqueología habían hecho excavaciones en busca de vestigios de la confrontación militar.

Desde el siglo XIX, los arqueólogos realizan excavaciones en la zona de Bad Ems, situada a medio camino entre las actuales ciudades alemanas de Bonn y Maguncia, en la antigua frontera septentrional del Imperio Romano.

En 2016, se descubrió en el lugar un campamento romano, rodeado por un doble foso y los restos de unas 40 torres de vigilancia de madera, en una superficie de ocho hectáreas, donde hace un siglo se desenterró mineral de plata procesado junto con cimientos de muros, según el portal LiveScience. Este año, un equipo de estudiantes, dirigido por Frederic Auth, desenterró clavos de madera conservados y una moneda del año 43 de nuestra era.

Estos vestigios permitieron identificar que la primera línea de defensa identificada formaba parte de un sistema de fortificaciones vigente en el año 110 de nuestra era y que fue descrito por Julio César. Su propósito era utilizar la menor cantidad posible de soldados para resguardar el campamento, apoyados por troncos de árbol gruesos y atrincherados y por palos puntiagudos que hostilizaran a los galos.

El resto de elementos que componen el campamento conocido fueron fortificados para defender la frontera norte del imperio romano de las que consideraban incursiones bárbaras en su territorio y se mantiene como un ejemplo visible de la supervivencia de las fortificaciones descritas por el responsable político de la transición de la república al imperio.

Imagen de portada: Cortesía KBYO biological

FUENTE RESPONSABLE: Sputnik Mundo. 6 de marzo 2024

Sociedad y Cultura/Antigua Roma/Arqueología/Historia/ Alemania/Francia/Arte/Imperio Romano.

La civilización minoica pudo haber utilizado “caminos estelares” para navegar.

Un reciente estudio llevado a cabo por un arqueoastrónomo italiano de la Universidad de Gales sugiere que los antiguos minoicos emplearon «caminos estelares» para trazar sus rutas de navegación y así poder alcanzar, con total seguridad, todos los rincones del Mediterráneo.

Creta, ubicada al sureste de Grecia, en el mar Egeo, fue la cuna de la civilización minoica, que floreció en esta isla mediterránea en la Edad del Bronce (2600 a.C.-1100 a.C.). El término «minoico» hace referencia al rey Minos, que gobernó la isla según el mito y a quien se atribuye el desarrollo de la talasocracia (término que se emplea para referirse al dominio de los mares por parte de una civilización) sobre todos los territorios que se asomaban al Mediterráneo. 

Con el objetivo de profundizar en el estudio de cómo los antiguos minoicos consiguieron ese dominio de los mares, el arqueoastrónomo de la Universidad de Gales Alessandro Berio ha llevado a cabo una investigación en la que afirma que la antigua civilización minoica desarrolló importantes tecnologías náuticas que contribuyeron a su expansión comercial por todo el Mediterráneo.

MAPAS ESTELARES

Para llevar a cabo este trabajo, cuyos resultados se han publicado en la revista científica Mediterranean Archaeology and Archaeometry, Berio examinó la orientación de los grandes palacios minoicos (cuya característica principal son los grandes patios rectangulares, generalmente orientados de norte a sur en el eje largo) a lo largo de las direcciones de navegación. El estudio demostró que los palacios estaban orientados hacia la salida y puesta de determinadas estrellas que los antiguos marinos minoicos emplearon para orientarse.

Berio examinó la orientación de los grandes palacios minoicos a lo largo de las diversas rutas de navegación.

Imagen aérea del palacio de Cnossos que muestra cómo la estrella Spica lo conecta con el importante emporio fenicio de Sidón..Alessandro Berio

Así, según el estudio de Berio, los minoicos utilizaron los llamados «caminos de estrellas» o constelaciones lineales, una forma de navegar que los polinesios llaman kaveinga y que, según el arqueólogo, los minoicos usaron para llegar hasta las diversas ciudades de la costa mediterránea. Berio pone como ejemplo de «camino estelar» a Spica, en la constelación de Virgo, una estrella que, según él, conecta el palacio de Cnossos con el importante emporio fenicio de Sidón, en el actual Líbano.

RELACIÓN ENTRE PALACIOS Y NÚCLEOS COMERCIALES

«Se plantea la hipótesis de que la orientación de la arquitectura palaciega hacia caminos estelares y rutas marítimas específicas puede haber simbolizado las relaciones especiales entre los palacios y los distintos núcleos comerciales extranjeros, al mismo tiempo que fue una fuente de legitimación del poder para la élite local que controlaba el poder ideológico y tecnológico», afirma Berio en su artículo.

Rutas comerciales realizadas por los minoicos utilizando las rutas celestiales.Alessandro Berio

Todos estos descubrimientos hacen hincapié en la habilidad que demostraron los minoicos a la hora de navegar y también ponen en duda la creencia imperante hasta la fecha entre los investigadores sobre las limitaciones que tenía la navegación en mar abierto en la Antigüedad, así como sobre el desarrollo de las matemáticas y del comercio a larga distancia durante la Edad del Bronce.

Estos descubrimientos hacen hincapié en la habilidad que demostraron los minoicos a la hora de navegar.

Con todo, Berio cree que es necesario profundizar aún más en este tema para lograr comprender completamente tanto el vínculo existente entre los diversos palacios minoicos y las ciudades con las cuales comerciaban los antiguos cretenses como las técnicas de navegación celestiales que, al parecer, empleó con gran éxito esta fascinante y enigmática civilización.

Imagen de portada: Recreación de un barco de la flota minoica navegando en alta mar. Alessandro Berio.

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por J.M. Sadurni. Actualizado 7 de marzo 2023.

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