El Punto Nemo: el lugar más inaccesible de la Tierra donde los humanos más cercanos son los astronautas.

Si deseas profundizar sobre este tema; por favor cliquea donde esta escrito en “negrita”. Muchas gracias.

Una versión anterior de este artículo se publicó en 2016.

Pese a su aparente dominio de los mares y las tierras, el ser humano  tiende a vivir cada vez más concentrado. En rigor, ocupamos un  porcentaje diminuto del territorio total del planeta Tierra,  aunque consumamos sus recursos de forma generalizada e intensa. De modo  que hay un montón de lugares en el mundo, ya sean terrestres,  habitados, deshabitados o marítimos, a los que tenemos un limitado o casi inexistente acceso.

El fenómeno es fascinante y se puede agrupar bajo la categoría «polos de inaccesibilidad«  de la Tierra, lugares tan remotos cuya mera existencia torna en  imaginación para la mayoría de los seres humanos que han habitado jamás  el planeta. Pero de entre todos ellos, algunos célebres y bien  documentados, destaca uno por encima de los demás: el Punto Nemo, un lugar tan lejos de todo que los seres humanos más cercanos a él son los tripulantes de la Estación Espacial Internacional cuando eventualmente lo orbitan.

No es una exageración: mientras la ISS se pasea por la superficie  terrestre a 400 kilómetros de altura, el Punto Nemo está a más de 2.600 kilómetros del punto terrestre más cercano. Es una nada gigantesca repleta de  agua. Pero el dato sobre los astronautas tiene cierto truco: muchos de  los polos también cuentan a astronautas entre sus viajeros más  regulares, dado que sobre plano, en la superficie, están a miles de  kilómetros del punto más habitado.

Un cementerio espacial y el hogar de Chtulhu

¿Es relevante? No demasiado. Medido en distancia, el espacio no está tan lejos. Como acuñó célebremente el astrónomo Fred Hoyle, el espacio no es tan remoto: sólo son un par de horas al volante de un coche.

Eso sí, el Punto Nemo sí tiene una relación especial con los objetos  espaciales: dado que está de espaldas a la civilización y nadie suele  tener el más mínimo interés en circular por allí, se utiliza como  cementerio espacial, y muchos de los satélites de las agencias  espaciales, especialmente de la NASA, terminan sus días hábiles sumergidos en sus profundidades marinas.

La Tierra, aunque no lo parezca.

Dejando a un lado el espacio (la cuestión no es cómo de lejos está  sino cuánto tiempo puedes quedarte allí y, ante todo, cómo llegar allí),  lo cierto es que el Punto Nemo es el absoluto vacío del planeta.  Situado sobre la Antártida, en aisladísimo punto del Pacífico Sur, el  Punto Nemo ha sido hollado en algunas ocasiones por aventureros a lomos  de alguna embarcación por el mero placer de contar el reto. Porque ninguna ruta comercial o turística cruza el punto.

Una imagen vale más que mil palabras. Esto que vemos debajo de estas  líneas es, aunque no lo parezca, nuestro planeta. En concreto, el vasto  Océano Pacífico, la masa de agua continua más grande que existe. El  Punto Nemo se halla marcado en rojo. Yup, es abrumador.

Tierra punto

Está tan lejos, es tan misterioso que H. P. Lovecraft utilizó una  localización muy aproximada para imaginar el hogar de Chtulhu, R’lyeh.

(No) hay vida más allá del océano

Los océanos están repletos de lugares tan lejanos de cualquier costa  que requerirían días e incluso semanas (quince días se pierden en el  calendario para llegar al Punto Nemo, y ese es el récord más veloz),  pero también los continentes. Cada uno tiene el suyo. El de Eurasia,  por ejemplo, está en China, cerca de la frontera de Kazajistán (una  frase que es una fiesta de gozo y alegría en sí misma). En África, está  en la República Centroafricana, cerca de Sudán del Sur.

Pero ambos son lugares comunes para los seres humanos. Están  habitados, tienen pueblos o ciudades cerca. Sólo son remotos en los  mapas, nada más, pero se puede llegar a ellos de forma razonable y breve.

Tierra.

¿Qué hay de los lugares realmente alejados del resto de almas humanas  a los que llegar se antoja una odisea alucinante? El más espectacular  de todos los habitados también está en medio del océano. En concreto, en  el Atlántico, y se llama Tristan da Cunha, una diminuta isla aún englobada bajo los territorios de ultramar del Reino Unido y disfrutada en su virginidad por apenas 300 habitantes. Su vecino más cercano, a 2.000 kilómetros, es la isla de Santa Elena (la de Napoleón), que a su vez está a 1.950 kilómetros de Namibia.

Es, literalmente, el culo del mundo.

Del mundo conocido y disfrutado por el ser humano. Hay numerosas  islas semejantes repartidas por los océanos, pero casi todas son  relativamente accesibles. La peculiaridad de Tristan da Cunha reside en  que no tiene aeropuerto y en que sólo se puede llegar a través de una  línea comercial marítima cuya frecuencia es de una decena de veces al año. Es decir, si llegas, ten claro que es para no salir en mucho (mucho) tiempo.

La isla Bouvet.

La isla Bouvet, vista a 200 kilómetros de altura. La nada le rodea: es el punto de tierra firme, habitado o sin habitar, más aislado y remoto del mundo (y de Noruega).

Europa.

Algo de perspectiva: esto es Europa a 200 kilómetros de altura, exactamente la altura a la que ha sido capturada la imagen anterior de la isla Bouvet.

¿Pero qué hay de esos otros lugares del mundo en los que podemos  poner pie y que están lejos de cualquier ser humano? Si quisiéramos  buscar un lugar donde montar una cabaña para estar en la más absoluta de  las soledades, tendríamos que trasladarnos hasta la isla Bouvet, un peñasco cubierto de nieve y hielo diminuto e imperceptible y reclamado, en pleno Atlántico Sur, por la simpática nación de Noruega (primera en llegar al Polo Sur).

La isla Bouvet está a 2.400 kilómetros del continente africano y a 1.700 por encima de la Antártida. Tendrías que navegar la distancia  equivalente entre Madrid y Londres para llegar al continente más  deshabitado de todos, y la distancia que separa a Barcelona de Varsovia  para llegar… A Tristan da Cunha, a su vez el lugar habitado más remoto  e inaccesible del mundo, cuyo aeropuerto más cercano está a 7 días en  barco (privado) y su costa continental más accesible a un incierta línea  de ridícula frecuencia en dirección Sudáfrica.

Visita a Lenin en lo más remoto de la Antártida

Pero en términos continentales, parece razonable plantearse que sea en la Antártida donde se encuentre el punto terrestre y no rodeado enteramente por agua  donde podamos vivir en paz, por fin, lejos de toda humanidad. Pues  bien, malas noticias: no es el Polo Sur. Allí se llegó a principios del  siglo XX y decidimos quedarnos. Hay gente viviendo de forma permanente,  de modo que tendríamos que andar toda la absoluta nada antártica para  encontrarnos con el punto de inaccesibilidad del Polo Sur: una estatua  de Lenin.

La más absoluta de las nadas: el punto de inaccesibilidad de la Antártida.

La más absoluta de las nadas: el punto de inaccesibilidad de la Antártida.

Sí, hay un busto de Lenin ahí.

Sí, hay un busto de Lenin ahí.

Los soviéticos también se animaron a explorar el continente helado en los cincuenta, y fueron los primeros en llegar al punto más alejado del mar dentro de la Antártida. Está a unos 800 kilómetros del Polo Sur y hay un refugio, ya cubierto por la nieve,  sobre el que sobresale un busto de Lenin, colocado allí para rememorar  la hazaña. Desde entonces, sólo un puñado de expediciones más han vuelto  al lugar de los hechos (la última en 2011), contándose entre ellas una impresionante aventura polar española en 2005.

Por último, merece la pena hablar del Ártico, el que parece el océano  más pequeño. Al fin y al cabo las costas de dos continentes están  cercas, ¿verdad? Sólo en los deformes mapas: la realidad es que en medio del océano se puede llegar a estar a más de 1.000 kilómetros (de hielo, de vacío existencial y físico) de la costa más cercana). Y se cree que nunca, nadie, lo ha pisado jamás.

Imagen de portada: Gentileza de MAGNET

FUENTE RESPONSABLE: Magnet. Por M.Ohorte. Noviembre 2021

Un mundo fascinante/Viajes/Mundo/Antartida/Punto Nemo

La inesperada especie que podría invadir la Antártica

Imagen de la especie, científicamente llamada Nacella deaurata, Crédito: Claudio González

Diversos análisis determinaron que una pequeña lapa es una de las primeras especies con capacidad demostrada para colonizar con éxito el océano Austral. El estudio fue publicado por la revista científica Science of the Total Enviroment (STOTEN).

En la actualidad, y ante los efectos del cambio climático en la biodiversidad de nuestro planeta, conocer la fisiología de un organismo es fundamental para determinar la capacidad de una especie para mantenerse dentro de los límites de su distribución actual, pudiéndose predecir si alguna pudiese modificar estos parámetros.

Si deseas conocer mas sobre este tema; cliquea por favor donde este escrito en “negrita”. Muchas gracias.

Este es el caso de la lapa Nacella deaurata, un molusco que habita en el extremo sur del continente americano, siendo visto comúnmente en las costas de la Región de Magallanes. Un reciente estudio multidisciplinario reveló la capacidad que tendría esta especie para modificar su distribución y llegar hasta la Antártica.

La investigación, publicada en la revista científica Science of the Total Enviroment (STOTEN), fue liderada por el Dr. Simon Morley, científico del British Antarctic Survey (BAS, Reino Unido) y por el Dr. Jorge Navarro, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), como parte de la colaboración científica entre ambas instituciones.

Los experimentos fueron realizados en los laboratorios del Centro IDEAL en Punta Arenas con el apoyo del biólogo marino Alejandro Ortiz. Para llevar a cabo el estudio, se utilizaron diferentes métodos científicos para confirmar la capacidad de re-distribución de esta especie de lapa.

La especie fue catalogada como una posible invasora de la Antártica.

Paralelamente, se hicieron análisis fisiológicos/conductuales con el objetivo de observar la tolerancia térmica de la especie. Las temperaturas óptimas para su crecimiento (4 °C), actividad (-1,2 – 0,2 °C) y supervivencia (1 – 8 °C) resultaron ser similares a las que registra en la actualidad y que marcaría en un futuro el territorio antártico, de acuerdo a las proyecciones por efecto del cambio climático.

Inclusive, la investigación dio cuenta de que su distribución geográfica actual (con temperaturas entre 5°C y 9 °C) no coincide con su óptimo nicho fisiológico. “Nacella deaurata, al igual que muchos otros organismos, se verá afectada por el aumento de las temperaturas en los mares australes. Esto hará que su distribución hacia el norte disminuya, pero le permitiría expandirse hacia zonas más frías, convirtiéndolo en buen candidato para invadir la Antártica”, explica Navarro.

La investigación sugiere que la especie debe considerarse como una especie con alto riesgo de re-distribución, sobre todo considerando el aumento esperado del transporte que se desplaza hacia la Antártica. “Estas vías potenciarían el establecimiento de esta especie de lapa en el territorio, pudiendo impulsar un cambio ecológico importante dentro de la zona costera somera del continente antártico”, añade Navarro.

Sin embargo, el investigador recalca que las características fisiológicas de esta especie para establecerse en el continente blanco es solo un factor que considerar. “Puede darse el caso de que exista un organismo local que compita por los recursos e impida el asentamiento de las larvas de N. deaurata, como podría ser la lapa Antártica Nacella concinna. Por eso hablamos solo de su idoneidad para invadir la Antártica en el ámbito de rangos térmicos”.

Imagen de portada: Gentileza de Claudio Gónzalez

FUENTE RESPONSABLE: La Tercera/Que pasa – Noviembre 2021

Antartida/Especie invasora/Ciencia/Investigación/Chile