El carro que siempre señala el sur, usado en la antigua China para orientarse sin magnetismo.

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}El primero conocido y documentado de forma fiable es el construido por el ingeniero Ma Jun, que vivió entre los años 200 y 265 d.C. durante la era de los Tres Reinos, en el reino de Wei. A él se le atribuye por tanto su invención, así como la del telar de seda.

Utilizaba un sistema de brújula direccional que no tenía función magnética, sino que funcionaba mediante el uso de engranajes diferenciales (que aplican la misma cantidad de par a las ruedas motrices que giran a diferentes velocidades), ya que la brújula de aguja magnética no se descubriría hasta más de siete siglos más tarde.

Al comienzo del viaje el puntero se orientaba manualmente hacia el sur, y luego cada vez que el carro giraba el sistema de engranajes se encargaba de mantenerlo correctamente orientado con respecto al cuerpo del carro, para contrarrestar el giro, y que siguiera apuntando en una dirección constante al sur. Así, el mecanismo realizaba una especie de navegación por estima direccional, aunque propenso a errores e incertidumbres acumulativas.

La figura apuntadora estaba conectada, probablemente mediante engranajes intermedios, a un eje que giraba a una velocidad proporcional a la diferencia entre las velocidades de rotación de las ruedas. Cuando el carro se movía en línea recta las dos ruedas giraban a igual velocidad y por tanto el puntero no se movía. Cuando el carro giraba las ruedas giraban a diferentes velocidades y el diferencial hacía girar el puntero, compensando el giro del carro.

Modelo de carro expuesto en Dubai | foto Nemravik en Wikimedia Commons

En los últimos períodos dinásticos medievales el carro que indicaba el sur de Ma Jun se combinó, en un solo dispositivo, con el odómetro que medía las distancias. Según las fuentes chinas parece que los carros se utilizaron, de forma intermitente, por los menos hasta el año 1300.

Algunos textos sugieren que la invención del dispositivo es mucho más antigua. El Libro de Song, una historia de la dinastía Liu Song (la primera de las Dinastías del Sur en China) escrita por Shen Yue entre los años 502 y 577 d.C. dice que el carro que indica el sur fue construido por primera vez por el duque Zhou (a principios del primer milenio a.C.) como medio para conducir a casa a ciertos enviados que habían llegado desde una gran distancia más allá de las fronteras. El país que había que atravesar era una llanura sin límites, en la que la gente perdía la orientación hacia el este y el oeste, por lo que (el duque) hizo construir este vehículo para que los embajadores pudieran distinguir el norte y el sur. Shen Yue, Libro de Song

Los engranajes del modelo expuesto en Taiwan | foto SSR2000 en Wikimedia Commons

Según este texto, Ma Jun se habría limitado a construir un nuevo ejemplar, ya que todos los anteriores se habían perdido, ante la incredulidad de algunos eruditos que afirmaban que tal artefacto nunca pudo haber existido:

En el Estado de Wei, (en el período de San Guo) Gaotong Long y Qin Lang eran famosos eruditos; disputaron sobre el carro que apuntaba al sur ante la corte, diciendo que no existía y que la historia era un sinsentido. Pero durante el periodo Qing Long (233-237) el emperador Ming Di encargó al erudito Ma Jun que construyera uno, y lo consiguió. Este se perdió de nuevo durante los problemas que acompañaron al establecimiento de la dinastía Jin

Shen Yue, Libro de Song

Modelo expuesto en Japón | foto Gnsin en Wikimedia Commons

No obstante parece que todos estos carros no funcionaban demasiado bien (probablemente solo en trayectos cortos), por lo que durante los viajes los engranajes debían ser ajustados en numerosas ocasiones. Hasta que a finales del siglo V d.C. un ingeniero llamado Zi Zu Chongzhi parece que consiguió fabricar uno, tan bueno, que aunque tomó numerosas curvas y cambió en múltiples ocasiones de dirección, nunca dejó de apuntar al sur.

Así, hacia el final del período del reinado Sheng-Ming (477-479), el emperador Shun Di, durante el mandato del príncipe de Qi, encargó a Zi Zu Chongzhi la fabricación de uno, y cuando estuvo terminado fue probado por Wang Seng-qian, gobernador militar de Tanyang, y Liu Hsiu, presidente de la Junta de Censores. El trabajo era excelente, y aunque el carro se torció y giró en cien direcciones, la mano nunca dejó de apuntar al sur. Bajo los Jin, además, también había habido un barco que apuntaba al sur.

Shen Yue, Libro de Song

Carro que señala el sur, expuesto en Pekín | foto Gary Todd en Flickr

En cualquier caso, la curvatura de la superficie de la Tierra habría hecho bastante imprecisos estos artefactos. Si lo trayectos fueran cortos las discrepancias serían pequeñas y sin importancia, pero en trayectos largos habrían funcionado como una brújula muy imperfecta.

Si realmente existieron carros que señalaban el sur y que funcionaban con engranajes diferenciales, se habrían adelantado muchos siglos al primer engranaje diferencial del que se tiene constancia, creado por Joseph Williamson para corregir la ecuación del tiempo de un reloj que mostraba la hora media local y la hora solar. No obstante, es posible que el mecanismo de Anticitera también usase engranajes diferenciales.

No se conserva ningún carro histórico de este tipo, pero se pueden ver réplicas más o menos fieles a los originales en el Museo de Historia de Pekín y el Museo del Palacio Nacional de Taipei (Taiwan). Además el Centro de Ciencias de Ontario en Toronto (Canadá) expone dos réplicas funcionales. Y hay ejemplos en otros lugares como Dubai y Japón.

Imagen de portada: Modelo conjetural, construido por George H. Lanchester, de un «carro que apunta al sur» chino, accionado por un engranaje diferencial (1950) | foto Science Museum Group.

FUENTE RESPONSABLE: LBV Magazine Cultural Independiente.Por Guillermo Caravajal. 28 de junio 2022. Información M. Santander , The Chinese South‐Seeking chariot: A simple mechanical device for visualizing curvature and parallel transport, American Journal of Physics 60, 782-787 (1992) doi.org/10.1119/1.17059 | South Pointing Chariots | Hong-Sen Yan, Reconstruction Designs of Lost Ancient Chinese Machinery | Hong-Sen Yan, Marco Ceccarelli, eds., International Symposium on History of Machines and Mechanisms | Wikipedia.

China/Antiguedad/Artefactos/Edad Media/Ingeniería/Mecánica / Orientación.

Arqueólogos encuentran «información» reveladora en un casco de hace 2400 años.

El elemento de combate revela cuestiones sobre la organización militar y el arte de la guerra en la península itálica. Había sido hallado hace casi 100 años.

Un casco etrusco de 2.400 años de antigüedad había sido encontrado en 1928, en la necrópolis de la Osteria di Vulci. Sin embargo, casi 90 años después, los arqueólogos notaron una inscripción en su interior que «hablaba» sobre la organización militar de este pueblo prerromano.

El descubrimiento, adelantado por el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia y que se ilustrará en la revista Archeologia Viva, refiere a un epígrafe que se encuentra grabado en el protector de la nuca, y está formado por siete letras -HARN STE-, probablemente un gentilicio que indica un lugar de origen -del objeto o del dueño- y que debe leerse como una única palabra.

Se trata, de hecho, de una inscripción “muy rara” que “ofrece informaciones fundamentales para la reconstrucción de la organización militar y de la evolución del arte de la guerra” en la península itálica antes de la hegemonía de Roma.

El yelmo perteneció a un guerrero etrusco, un pueblo que dominaba parte importante de la actual Toscana, y ha sido datado en la mitad del siglo IV AC. Entonces el centro de Italia se caracterizaba por los cruentos conflictos entre tribus locales, que competían por el predominio de la península o por simple supervivencia, amenazada por el avance de los celtas. Roma, fundada según la tradición en el 735 AC junto al río Tíber, estaba aún lejos del poder y la expansión que lograría en época imperial.

El casco narra aquellos años de sangre y hierro por el dominio del territorio. Por ejemplo es posible presuponer que el hecho de que la inscripción esté en su interior indique a su propietario, una costumbre, la de marcar posesiones, muy actual. Esto “reforzaba el sentimiento de pertenencia de un objeto de vital importancia” para el guerrero, sostiene el museo.

Pero también ofrece información sobre el sistema de fraguas en las que los etruscos fabricaban sus armas y es “posible” que el yelmo no fuera elaborado en Vulci, donde se encontró, sino en algún punto próximo a la actual ciudad de Perugia (centro).

El historiador del siglo I a.C Tito Livio reveló la existencia de un campamento etrusco llamado “Aharnam” que congregó a las tropas en la víspera de la tercera batalla de la guerra samnita en 295 a.C, entre Roma y una liga de etruscos, galos, umbros y otras tribus. El topónimo “Aharnam” suena muy parecido a la actual localidad de Civitela d’Arna, cercana a Perugia, por lo que el gentilicio del yelmo, Harn Ste, leído como una única palabra, “pudo haberse formado a partir del nombre de esa ciudad” o de sus aledaños.

Y es que en otras lápidas u objetos etruscos se han encontrado otros gentilicios que comparten raíz, como “Havrna”, “Havrenies” o “Harenies”.

No obstante el museo subraya que “no es posible establecer con certeza si el nombre conservado coincida con el de su último propietario”, ya que estas piezas muchas veces pasaban de mano en mano como trofeo de guerra.

Imagen de portada: Gentileza de Ámbito

FUENTE RESPONSABLE: Ámbito

Antiguedad/Arqueología/Civilización etrusca/Hallazgo

El-Qurn, la montaña sagrada egipcia con forma de pirámide al pie de la cual está el Valle de los Reyes.

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¿Por qué los faraones de las XVIII, XIX y XX dinastías decidieron ser enterrados en hipogeos en el Valle de los Reyes, en lugar de en pirámides como sus predecesores? ¿Por qué eligieron el lugar hoy conocido como Valle de los Reyes?

Algunos egiptólogos tienen una hipótesis al respecto: la presencia de una montaña sagrada con forma de pirámide natural, El-Qurn (el cuerno), a la que los egipcios llamaban Ta Dehent (el pico). Tiene 420 metros de altitud y se alza en la cordillera frente a la antigua Tebas (hoy Luxor), en la orilla oeste del Nilo.

La forma piramidal sólo se aprecia cuando se lo contempla desde la entrada del Valle de los Reyes, y cerca del punto más alto hay una formación rocosa en forma de placa que sobresale unos metros de la ladera de la colina. Vista desde el ángulo correcto se asemeja a la cabeza de una cobra, y quizá por ello la zona estaba asociada con el culto a la diosa Hathor y con la diosa cobra Meretseger.

El Valle de los Reyes y el-Qurn hacia 1857, foto de Francis Frith | foto Metropolitan Museum of Art en Wikimedia Commons

El-Qurn está en una situación privilegiada, entre el Valle de los Reyes al norte, el Valle de las Reinas al sur, el Valle de los Nobles al oeste y el complejo de templos de Deir el-Bahari. Es posible que su apariencia piramidal fuera lo que decidió a Tutmosis I, el tercer faraón de la XVIII dinastía (que reinó entre 1504 y 1492 a.C. aproximadamente), a elegir su entorno para la fundación de la necrópolis real tebana, donde fue enterrado junto con muchos de sus sucesores.

En la propia tumba de Tutmosis I, decorada con escenas del Libro del Amduat egipcio, se representa la caverna oval del dios Socar bajo una pirámide, imitando la posición física de la tumba (con su cámara oval) bajo el pico de el-Qurn.

Curiosamente, aunque esta tumba de Tutmosis I ha sido identificada como KV38 y en ella se encontró un sarcófago de cuarcita amarilla con su nombre, parece que el cuerpo fue trasladado por Tutmosis III a la tumba KV20 de Hatshepsut (hija de Tutmosis I), que también contiene un sarcófago con el nombre de Tutmosis I.

Vista desde la cima de el-Qurn | foto Vyacheslav Argenberg en Wikimedia Commons

Kent R. Weeks cree que la forma piramidal de el-Qurn puede haber recordado a los egipcios el emblema del dios del sol Ra y les impulsó a establecer el cementerio de los gobernantes en este valle. Así, el pico habría sido interpretado como una especie de pirámide natural colectiva, marcando el simbolismo solar que durante muchos siglos había jugado un papel fundamental en el rol religioso de las necrópolis reales.

A favor de esta interpretación está el hecho de que los lugares de enterramiento de los reyes se encuentran en el lado norte, y los de las reinas en el lado sur, exactamente igual que en las pirámides. Además otros faraones posteriores también utilizarían hitos simbólicos similares. Por ejemplo, Akenatón hizo construir su nueva capital con su propia necrópolis, sobre una formación rocosa que se asemejaba al antiguo signo jeroglífico para horizonte.

el-Qurn visto desde el Valle de los Reyes en 2009 | foto Rémih en Wikimedia Commons

Por el contrario algunos investigadores como John Coleman Darnell y Colleen Manassa Darnell opinan que la visión de el-Qurn como una pirámide natural es una comparación moderna, para la que no se puede aducir ninguna evidencia antigua.

El-Qurn se puede ascender a pie desde dos direcciones, comenzando la escalada en el Valle de los Reyes o cerca de Deir el-Medina. El trayecto hasta la cima dura aproximadamente una hora y media. Normalmente se suele elegir la ruta desde Deir el-Medina, pues tres cuartos del recorrido discurren sobre escaleras de hormigón, aunque la ascensión final es más complicada. Es el camino que seguían los obreros que construyeron las tumbas del Valle de los Reyes. No obstante, parece que hoy el acceso está restringido.

Imagen de portada: Valle de los Reyes, Egipto.

Fuentes: Richard H. Wilkinson, Kent R. Weeks, The Oxford Handbook of the Valley of the Kings | Nigel Strudwick, Helen Strudwick, Thebes in Egypt: A Guide to the Tombs and Temples of Ancient Luxor | Kent R. Weeks, Nigel Hetherington, Dina Bakhoum, The Valley of the Kings: A Site Management Handbook | John Coleman Darnell, Colleen Manassa Darnell, The Ancient Egyptian Netherworld Books | Willeke Wendrich , Egyptian Archaeology | Wikipedia

Antiguedad/Antiguo Egipto/Egiptología/Pirámides/Picos.

 

 

EL ESCÁNDALO DEL TESORO DE TROYA QUE REVOLUCIONÓ LA ARQUEOLOGÍA.

La codicia,  la suerte y el empecinamiento de un despiadado hombre de negocios alemán obsesionado con la “Ilíada” condujeron al hallazgo de los restos de Troya, la mítica ciudad cantada por Homero. El descubrimiento fue grandioso y escandaloso. Te lo contamos cuando se cumplen doscientos años del nacimiento de Heinrich  Schliemann, el hombre que dio un vuelco a la arqueología.

Abandonó sus negocios, dejó a su mujer y se fue a Turquía a buscar Troya, una ciudad quimérica, legendaria. En 1870, ningún erudito consideraba que la Ilíada fuera un relato real sobre la guerra de Troya. Pero, para Heinrich Schliemann –un alemán políglota y ambicioso que se había enriquecido desde la nada–, los protagonistas de los poemas homéricos, como Aquiles, Helena, Héctor o Eneas, eran personajes históricos que lucharon y amaron en aquella ciudad milenaria. Al igual que los grandes historiadores Heródoto y Tucídides, Schliemann creía que aquella epopeya había sido real.

Su obsesión comenzó en las Navidades de 1829, cuando tenía 7 años y le regalaron una historia universal para niños en cuyas ilustraciones aparecía Eneas con su padre, Anquises, y su hijo Ascanio huyendo del fuego que arrasaba Troya. «¡Cuando sea mayor, yo encontraré Troya y el tesoro del rey!», prometió. Esa búsqueda marcó su vida.

alternative textAmbición temprana.Heinrich Schliemann era hijo de un humilde pastor protestante que le transmitió el amor por Troya. Fue ambicioso desde jovencito, a los 14 años comenzó a trabajar como tendero y acabó siendo un rico comerciante de oro.GETTY IMAGES

Heinrich Schliemann nació el 6 de enero de 1822, hace ahora dos siglos, en la ciudad alemana de Neubukow. Era hijo de un humilde pastor protestante que le inculcó su amor por la ciudad cantada por Homero. Cuando cumplió los 14, los problemas económicos que padeció su familia lo obligaron a trabajar como tendero en la pequeña ciudad de Fürstenberg. Durante cinco años, desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, dedicó su vida a la venta de aguardiente, salchichas y arenques.

Todo cambió en 1841, cuando consiguió trabajo como escribiente en Ámsterdam. En la ciudad holandesa alquiló una diminuta buhardilla en la que empezó a estudiar idiomas, una tarea que se le daba muy bien.

La carrera del oro

A los 22 años ya dominaba siete –entre ellos, el ruso–, lo que le brindó la oportunidad de trabajar como representante de la empresa alemana Schröder en San Petersburgo. En la Venecia del Norte abrió su propio negocio de reventa de polvo de oro y contrajo matrimonio con Ekaterina Petrovna, una aristócrata rusa con la que tuvo tres hijos.

Ocho años después ya era rico. A los 32 viajó a California, donde fundó un banco para el comercio aurífero. Se había convertido en un inversor de riesgo, agresivo y despiadado, que nunca desaprovechaba la ocasión de sacar tajada de cualquier negocio, bien fuera con la fiebre del oro en Estados Unidos o con la guerra de Crimea. «A finales de 1863 poseía una fortuna que ni mi ambición más exagerada hubiera podido soñar», reconoció Schliemann.

alternative text«De Helena a mi esposa». Entre los restos de Hissarlik aparecieron dos diademas, 8.750 anillos y seis pulseras, que Schielmann atribuyó de inmediato a Helena de Troya, sin prueba de ello. La más lujosa de las diademas acabó en la cabeza de su esposa Sofía, mientras el entusiasmado arqueólogo  exclamaba: «El adorno usado por Helena ahora engalana a mi propia esposa».GETTY IMAGES

Tres años después, este exitoso emprendedor que ya dominaba quince lenguas, además del griego clásico, asombró al mundo cuando anunció que abandonaba los negocios para dedicarse a cumplir su sueño de infancia: localizar las ruinas de Troya y desafiar al mundo científico que no creía en Homero.

En 1869 se divorció de Ekaterina y contrajo segundas nupcias con Sofía Engastromenos, una ateniense de apenas 18 años que acompañaría a su marido en las campañas arqueológicas que este iba a iniciar pocos meses más tarde.

Financiero reconvertido en arqueólogo, Schliemann estaba convencido de que con la ayuda de la Ilíada descubriría Troya, aunque no tenía muy claro dónde se escondían sus ruinas. Algunos pocos eruditos pensaban que, de haber existido, los restos de la ciudad deberían encontrarse sepultados en Bunarbashi. Pero esa localidad turca estaba a tres horas de la costa y los héroes de Homero eran capaces de correr a diario varias veces de sus barcos a las murallas de la ciudad sitiada. Era imposible que Troya estuviera en ese lugar.

Cuando descubrió la primera pieza de oro, despidió a los trabajadores. Y empezó a excavar solo. No quería testigos.

Tras desechar Bunarbashi, el alemán se dirigió a la colina de Hissarlik, también en Turquía, donde un amigo suyo, el inglés Frank Calvert, cónsul de Estados Unidos, había comprado unos terrenos donde pensaba que podían encontrarse las ruinas del palacio de Príamo. Tras estudiar la tipología de ese lugar, Schliemann llegó a la misma conclusión.

Las pistas de Jenofonte y Heródoto.

Además, había otros datos que lo convencieron. Entre ellos, los testimonios de los historiadores griegos Jenofonte y Heródoto, que contaron que Míndaro –el caudillo militar de Lacedemonia– y el emperador persa Jerjes habían sacrificado cientos de animales en Hissarlik en honor de la Minerva troyana. Eran demasiadas casualidades. Aparte de albergar un templo troyano, ¿no sería ese lugar el asentamiento de una gran ciudad amurallada?

Una vez que obtuvo los permisos del Gobierno turco, Schliemann empezó las excavaciones, en 1870, en la ladera de Hissarlik, tal y como le había sugerido Calvert. Curiosamente, el alemán nunca reconoció en sus libros que el mérito de la localización de Troya era del inglés.

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Una fascinación milenaria. Troya, dirigida por Wolfgang Petersen en 2004, es la última vez que la historia de la ciudad ha sido llevada al cine.AGE

Con un equipo de unos cien hombres y con la inestimable ayuda del arquitecto y arqueólogo alemán Wilhelm Dörpfeld, Schliemann encontró la base de un muro, armas y otros utensilios. Pero para aquel tiburón de las finanzas esas baratijas eran un trofeo nimio que apenas aportaban gloria a su empresa.

Su obsesión empezó cuando con 7 años le regalaron una historia universal con ilustraciones de Troya

Su verdadero objetivo, lo que buscaba ansiosamente, eran los restos de una ciudad sobre la que se asentaban los orígenes de la civilización europea. En su afán por encontrarla, cometió gravísimos errores que dañaron el yacimiento. Desde entonces ha tenido que ser limpiado en varias ocasiones por científicos alemanes y estadounidenses.

Durante las campañas de excavación que se sucedieron entre 1871 y 1873 aparecieron muros y construcciones superpuestas que correspondían a sucesivas fases de ocupación, lo cual llevó a Schliemann a dividir las ruinas en siete estratos (más tarde se localizaron dos más), cada uno de ellos correspondiente a una etapa histórica distinta.

Schliemann pensó que los restos de Troya se encontraban en el estrato más profundo. Pero se equivocaba. En realidad, en sus prisas por desenterrarla, excavó en exceso y se pasó de frenada. La ciudad homérica se encontraba en un estrato menos antiguo.

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La muralla que atravesó un caballo. Excavaciones en la colina de Hissarlik, Turquía, en 1890, bajo la dirección de Schliemann. La imagen muestra parte de la muralla de la Troya homérica.AGE

Schliemann tenía razón. Las evidencias arqueológicas que halló prueban que desde el año 2500 antes de Cristo hubo diversas ciudades en ese lugar. 

En aquel tiempo, a Troya también se la conocía como Ilión. Y con ese nombre aparece en documentos muy antiguos donde se cuenta que la ciudad estaba controlada por el Imperio hitita. Parece posible que la tensa relación que mantenían los aqueos con los hititas desencadenara la guerra que tuvo lugar en Troya.

El penúltimo día de excavaciones

También es probable que esa contienda motivara a los rapsodas griegos a cantarla en verso y a Homero a plasmarla en la Ilíada. Pero, si estalló esa guerra, la causa poco tuvo que ver con el supuesto rapto de Helena ni con los ejércitos que envió el rey aqueo Agamenón para rescatarla.

Si la guerra de Troya tuvo lugar en la Antigüedad, tampoco tuvo que ver con las luchas de Aquiles y Héctor y las súplicas de Príamo para rescatar el cadáver de su hijo. Todo eso pertenece al acervo mitológico de la Grecia clásica, una herencia de la Antigüedad que ha moldeado nuestros sueños y las ideas que tenemos sobre el amor, el coraje, la guerra y la cultura.

Enfebrecido desde la infancia por los cantos de Homero, Schliemann emprendió el 15 de junio de 1873 el que iba a ser el penúltimo día de excavaciones. Fue entonces cuando advirtió en el suelo del yacimiento el brillo de una pieza de oro. No quería que los trabajadores lo vieran y se deshizo de ellos. 

Una vez que se encontró solo, comenzó a excavar y a extraer valiosísimos objetos de oro y plata, que el arqueólogo bautizó como ‘el tesoro de Príamo’. 

Pero se equivocó, ya que esas joyas pertenecieron en realidad a una civilización desconocida, cerca de 1250 años más antigua que Troya.

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Escondida en Turquía. Las ruinas de la mítica ciudad de Troya, que se encontraron en la provincia turca de Çanakkale.GETTY IMAGES

Carente de formación científica y sobrado de entusiasmo, el alemán pensó que aquel conjunto de diademas, pendientes y colgantes podrían haber realzado la belleza de Helena, considerada la hija de Zeus en la mitología griega. 

El arqueólogo afirmó después que puso la diadema de oro en la cabeza a su mujer, Sofía: «El adorno usado por Helena de Troya ahora engalana a mi propia esposa», escribió Schliemann.

Schliemann exageró muchos otros pasajes de su vida. En cualquier caso, aunque esas joyas desenterradas en Hissarlik no correspondían a la mítica Troya, eran de un valor incalculable. Su hallazgo arqueológico se convirtió en el más importante del siglo XIX.

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Agemanón a pesar de todo. La pieza más representativa de todas las halladas por Schilemann es la máscara de Agamenón, que encontró en la acrópolis de Micenas, Grecia, en 1876. Fue catalogada erróneamente porque el arqueólogo creía haber descubierto el cuerpo del legendario rey griego Agamenón, pero estudios posteriores demostraron que la máscara funeraria es de unos 300 años antes de ese rey. Sin embargo, conserva su nombre.GETTY IMAGES

La noticia del descubrimiento corrió como un reguero de pólvora. Para eludir a los guardias y al Gobierno turco, Schliemann se llevó en secreto el tesoro a Grecia, donde lo escondió en una granja de unos familiares de su esposa. El alemán se convirtió en expoliador del patrimonio cultural de un país.

El tesoro fue donado a un museo de Berlín. Tras la Segunda Guerra Mundial las joyas desaparecieron. Volvieron a aparecer 50 años después en Moscú

El enfado del Ejecutivo turco fue de tal calibre que lanzaron duras críticas y amenazas al Gobierno griego, al que acusaron de haber colaborado con Schliemann en el robo de obras de arte milenarias. 

El tesoro de Príamo fue donado posteriormente a un museo de Berlín. Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, las valiosas joyas desaparecieron hasta que, en 1993, reaparecieron en unos almacenes del Museo Pushkin de Moscú, adonde fueron trasladadas por el Ejército Rojo en 1945 como botín de guerra.

El arqueólogo emprendió otras excavaciones; entre ellas, las que realizó en Micenas, donde desenterró ricos ajuares funerarios y la famosa máscara de oro de Agamenón, que en realidad pertenecía a un soberano mucho más antiguo que el legendario rey micénico. 

Cuando falleció, el 26 de diciembre de 1890, su cuerpo fue enterrado en un suntuoso mausoleo que había construido para sí mismo en Atenas y en cuyo frontispicio hay una inscripción que dice: «Para el héroe Schliemann».

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: ABC Semanal- 200 ANIVERSARIO DE HEINRICH SCHLIEMANN. Por José Segovia. Diciembre 2021.

Sociedad y Cultura/Arqueología/Historia/Antiguedad/

Heinrich Schliemann

Un tobillo con un clavo atravesado revela que la crucifixión también se practicaba en el Reino Unido.

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Hace 1,900 años, un esclavo joven fue crucificado en  el Reino Unido y sus restos son la mejor evidencia física jamás hallada de esta práctica.

La crucifixión era el método de ejecución más radical en la Antigua Roma

Adoptado de los fenicios (quienes a su vez aprendieron la técnica a partir de las prácticas del Imperio Persa), se trataba de un castigo con múltiples intenciones: 

No sólo incluía el suplicio de morir sofocado en lo alto después de sufrir azotes, también la exhibición pública del condenado, cuyos restos se mantenían colgados días después de su muerte hasta ser devorados por aves carroñeras y consumidos por las inclemencias del clima.

De ahí que la crucifixión no se utilizara como método de ejecución para los ciudadanos romanos, sino para esclavos, traidores y toda clase de rebeldes que atentaran contra el poderío de Roma. Y aunque algunos historiadores latinos y la evidencia arqueológica dan cuenta de las crucifixiones en territorios cercanos a la metrópoli, los hallazgos de esta práctica más allá de Roma son escasos.

Sin embargo, el descubrimiento de un hombre con signos claros de muerte por crucifixión en el Reino Unido, a miles de kilómetros de la capital italiana, confirma que este método de ejecución se expandió junto con la influencia latina por toda Europa.

El hallazgo ocurrió en mayo de 2017, cuando una excavación realizada por Albion Archaeology en un terreno destinado a la construcción de un desarrollo urbano encontró restos de cinco cementerios romanos en Fenstanton, un pueblo ubicado 100 kilómetros al norte de Londres. 

El cadáver de un hombre de 25 a 35 años de edad que murió hace unos 1,900 años llamó la atención de los arqueólogos debido a una característica particular: su talón estaba completamente atravesado por un clavo, una evidencia clara de que murió crucificado.

Los restos fueron trasladados a un laboratorio en Bedford, donde fueron examinados a detalle y revelaron que el hombre no sólo fue crucificado: las marcas de sus piernas demuestran que antes de su muerte, el condenado padeció heridas graves en las extremidades inferiores.

Además, el tamaño reducido de sus espinillas sugiere que probablemente estuvo sujeto a un grillete durante largos periodos de su vida y por lo tanto, pudo haber sido un esclavo que encontró su final en la cruz.

El descubrimiento publicado en la British Archaeology Magazine es considerado “la mejor evidencia física de crucifixión en el mundo romano”. Se trata de un hallazgo inédito, pues los cadáveres de las personas condenadas a morir crucificadas no eran reclamados por nadie y por lo tanto, solían mantenerse en lo alto de la cruz en estado de putrefacción y sólo se bajaban una vez que los buitres habían devorado la carne o bien, era necesario reutilizar los clavos.

El hallazgo también da cuenta de la influencia del Imperio Romano y según The Guardian, Albion Archaeology trabaja en un modelo en tercera dimensión del tobillo, mismo que podría exhibirse en el futuro próximo en el Museo de Arqueología y Antropología de Cambridge.

Imagen de portada: Gentileza de  Albion Archaeology

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC en Español. Por Alejandro I. López. Diciembre 2021

Antiguedad/Arqueología/Reino Unido/Roma

Estelas megalíticas etíopes son 1.000 años más antiguas de lo que se pensaba.

Los antiguos monolitos de piedra del sur de Etiopía, de hasta seis metros de altura, son 1.000 años más antiguos de lo que los científicos pensaban, según un nuevo estudio publicado en el Journal of African Archaeology.

Un equipo de investigación de la Universidad Estatal de Washington utilizó una avanzada datación por radiocarbono para determinar que los monolitos del yacimiento arqueológico de Sakaro Sodo en la zona de Gedeo, en Etiopía, fueron creados probablemente en algún momento del siglo I d.C.

El único otro intento de determinar la edad de las más de 10.000 estelas monolíticas situadas en varios sitios de la zona de Gedeo fue realizado por científicos franceses en la década de 1990. Proporcionó una fecha de construcción mucho más modesta, en torno al 1100 d.C., para los monumentos de Tuto Fela, en la parte norte de Gedeo.

Sakaro Sodo fotografiado en 2014. Considerado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Sakaro Sodo y otros sitios arqueológicos de la zona de Gedeo tienen el mayor número y la mayor concentración de monumentos de estelas megalíticas de África | foto Ashenafi Zena

Considerados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Sakaro Sodo y otros yacimientos arqueológicos de la zona de Gedeo cuentan con el mayor número y la mayor concentración de monumentos de estelas megalíticas de África. Las piedras en pie varían mucho en tamaño, función y disposición en el paisaje.

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Aunque muchos de los monolitos se han caído y/o no están decorados, unos pocos tienen caras intrincadas y otros diseños antropomórficos tallados en la piedra que pueden verse hoy en día. Se sabe poco sobre por qué o cómo se construyeron los monolitos.

Se trata de uno de los yacimientos arqueológicos menos estudiados del mundo, y nosotros queríamos cambiar esa situación, afirma Ashenafi Zena, autor principal del estudio y antiguo investigador de doctorado de la WSU que ahora trabaja en la Sociedad Histórica Estatal de Dakota del Norte.

Estelas monolíticas en Sakaro Sodo | foto Andrew Duff

Zena, nativo de Etiopía, decidió originalmente realizar un estudio de las piedras después de viajar a la región con su asesor doctoral Andrew Duff, profesor de antropología de la WSU, en 2013. Fue impactante ver un número tan grande de monumentos en un área tan pequeña, dijo Zena. Al ver las piedras, muchas de las cuales se habían caído al suelo y algunas se han roto en pedazos, decidí centrar mi trabajo de disertación allí en lugar de investigar los sitios de cuevas en el sur de Etiopía.

Además de retrasar un milenio la fecha de construcción de los primeros monolitos, los investigadores también determinaron de dónde sacaron probablemente los antiguos constructores del lugar la piedra bruta para levantarlos. También identificaron, por primera vez, las primeras fuentes conocidas de artefactos de obsidiana que se recuperaron en los yacimientos de estelas de Gedeo.

Sorprendentemente, la mayor parte de la obsidiana identificada por los investigadores en Sakaro Sodo procedía de unos 300 kilómetros de distancia, en el norte de Kenia, lo que demuestra que los habitantes de Sakaro Sodo obtenían la mayor parte de sus materias primas de obsidiana mediante alguna forma de intercambio o comercio.

Estelas megalíticas en Tutu Fela | foto Arminius1000 en Wikimedia Commons.

Aunque se sabe poco sobre los pastores y/o agricultores que poblaban la región de Sakaro Sodo, en el sur de Etiopía, a finales del primer milenio, las nuevas fechas de construcción de los monumentos megalíticos identificados por Zena y Duff parecen coincidir con la llegada de los animales domesticados a la región y los inicios de sistemas sociales y económicos más complejos.

Una de las razones por las que esta investigación es importante es porque tiene el potencial de arrojar nueva luz sobre lo que hacían los primeros habitantes de esta zona para ganarse la vida, así como cuáles eran sus prácticas culturales y sociales, dijo Duff.

Las tradiciones arqueológicas, etnográficas y de estelas megalíticas existentes en la región sugieren que los sitios de estelas más antiguos de Etiopía en Sakaro Sodo y otros lugares cercanos fueron creados probablemente con dos propósitos: para conmemorar la transferencia de poder de una generación a la siguiente o para registrar y conmemorar los logros del grupo.

La diversidad de funciones de las estelas en Etiopía es realmente fascinante, dijo Duff. Por ejemplo, sabemos que los monumentos de estela de construcción más reciente de Tuto Fela, en la parte norte de Gedeo, se utilizaron como marcadores de entierro. Mientras que el patrón de colocación lineal de las primeras piedras en Sakaro Sodo nos hace pensar que pueden haber sido marcadores para significar el paso del liderazgo generacional.

A pesar de la situación política, los investigadores tienen varios proyectos futuros en marcha que esperan continuar lo antes posible. Uno de ellos consiste en realizar más investigaciones arqueológicas en otros yacimientos de estelas de la zona con colegas de la Universidad de Addis Abeba. El otro es un proyecto dirigido por Duff y el actual estudiante de doctorado de la WSU Addis Alem Melesse, que están trabajando con el Departamento de Arqueología y Gestión del Patrimonio de Etiopía para determinar cómo se pueden gestionar mejor los sitios de estelas para preservar el patrimonio de la región y generar turismo.

Comprender mejor la función de estas piedras y cómo se erigieron es realmente útil para conseguir la designación de Patrimonio Mundial de la UNESCO, dijo Duff. Esto, a su vez, podría ayudar a generar ingresos por turismo, que es un factor económico importante para el país.


Fuentes

Washington State University | Zena, Ashenafi G., Andrew I. Duff, Addisalem Melesse, John A. Wolff, Alemseged Beldados, and M. Steven Shackley., New Dates for Megalithic Stele Monuments of Gedeo, South Ethiopia. Journal of African Archaeology. doi.org/10.1163/21915784-bja1000

Imagen de portada: Gentileza de Grupo de estelas megalíticas en el campo de Tiya, al sur de Etiopía | foto Richard Mortel en Wikimedia Commons

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Guillermo Carvajal. Diciembre 2021.

Sociedad y Cultura/Etiopía/Estelas/Megalitos/Antigüedad.

La cabeza de maza encontrada en un templo de Hieracómpolis que es la primera mención de la existencia del Rey Escorpión.

En 1897 los arqueólogos británicos James Quibell y Frederick W. Green estaban excavando las ruinas de la ciudad de Hieracómpolis (en egipcio antiguo llamada Nekhen, actual Kim el-Ahmar), la capital del Alto Egipto hasta finales del período protodinástico (entre 3500 y 3100 a.C. aproximadamente). 

Allí, bajo el templo de Horus, encontraron un gran depósito de objetos votivos que databa de finales del Imperio Antiguo (2686-2181 a.C.), pero que contenía objetos mucho más antiguos que habían sido trasladados allí posteriormente.

Entre esos objetos había una cabeza de maza de piedra caliza, de unos 32,5 centímetros de alto, en la que aparece representado un faraón de gran tamaño llevando la corona blanca del Alto Egipto. 

Junto a él está grabado su nombre representado por la imagen de un escorpión. Se trata de una maza ritual, de un tamaño unas cinco veces mayor que el de una maza funcional.

El rey aparece de pie con una cola de toro y junto a un curso de agua, posiblemente un canal, sosteniendo una azada, simbolizando la apertura ritual de los diques tras la inundación del Nilo o de una zanja para la fundación de un templo o ciudad. 

Se trata del testimonio más antiguo de este rito, que perdurará en la iconografía egipcia hasta la dominación griega. Está frente a un hombre con una cesta que parece arrojar semillas al suelo, otro que lleva un enorme haz de gavillas de grano y otros que llevan estandartes.

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La cabeza de maza del Rey Escorpión, a la izquierda, junto a otros objetos encontrados en Hieracómpolis, fotografiados por sus descubridores en el momento del hallazgo | foto dominio público en Wikimedia Commons

Algunos hombres parecen realizar tareas en el canal, mientras que en la parte posterior del séquito del rey hay plantas de papiro, un grupo de mujeres (quizá bailarinas) y otro pequeño grupo de personas de espaldas al faraón. En la parte superior derecha del rey aparece el perro Jentiamentiu, el dios que protegía la necrópolis de Abidos.

En el registro superior aparece una hilera de estandartes de los que cuelgan aves rejit, avefrías que se usaban originalmente para referirse a los habitantes del delta o Bajo Egipto por parte de los habitantes del Alto Egipto.

Todo ello se interpreta como la conquista del Bajo Egipto, y de algunos países extranjeros, por un rey llamado Horus Escorpión II que gobernó hacia 3075 a.C., más conocido como Rey Escorpión (para diferenciarlo de otro rey más antiguo con el mismo nombre que gobernó el Alto Egipto hacia 3250 a.C., y del que tampoco se sabe mucho).

La presencia de los Nueve Arcos, símbolo de los extranjeros y los enemigos del que ya hablamos en otro artículo, reforzaría la hipótesis de que fue este rey quien unificó Egipto, y no su sucesor Narmer, como dice la tradición.

En este sentido, otro pequeño fragmento perteneciente a una segunda maza y encontrado en el mismo depósito muestra al mismo rey con la corona roja del Bajo Egipto.

La cabeza de maza, que hoy se encuentra en el Museo Ashmolean de Oxford, Reino Unido, sería una de las representaciones más antiguas de un rey egipcio, y es la única prueba gráfica de la existencia del Rey Escorpión, del cual no se ha encontrado ninguna otra información histórica. Se la considera, además, la cabeza de maza más antigua encontrada hasta ahora, datada hacia el 3075-3050 a.C.

Detalle de la imagen del rey y su nombre representado por un escorpión y una flor | foto AncientDigitalMaps en Flickr

Se desconoce el lugar exacto de enterramiento del Rey Escorpión. Los investigadores creen que su tumba puede ser, o bien la denominada B50 en la necrópolis de Umm el-Qaab en Abidos, o la denominada HK6-1 de Hieracómpolis. La primera es una cámara casi cuadrada dividida en cuatro estancias por un sencillo muro de barro en forma de cruz. La segunda mide 3,5 por 6,5 metros, tiene una profundidad de 2,5 metros y está reforzada con barro. En ambas se han encontrado varias placas de marfil con figuras de escorpiones.

A finales de 2020 investigadores de la Universidad de Bonn junto con el Ministerio de Antigüedades de Egipto descifraron la señal de topónimo más antigua del mundo, una inscripción jeroglífica encontrada en el Wadi el Malik al este de Asuán en la que se lee: dominio del Rey Escorpión de Horus, y que se cree hace referencia a este mismo rey.

La cabeza de maza del Rey Narmer  foto akhenatenator en Wikimedia Commons – Flickr

Algunos egiptólogos, como Bernadette Menu, opinan que dado que los reyes egipcios de la primera dinastía parecen haber tenido varios nombres, Escorpión era la misma persona que el faraón Narmer, con un nombre diferente o título adicional. De hecho ambos parecen haber sido contemporáneos y el estilo artístico de la maza guarda intrigantes similitudes con otra similar de Narmer. Para otros, como T. H. Wilkinson, Renée Friedman y Bruce Trigger, el Rey Escorpión sería el gobernante de un reino menor conquistado posteriormente por Narmer para unificar Egipto.


Fuentes:

Ian Shaw, The Oxford History of Ancient Egypt | Toby A.H. Wilkinson, Early Dynastic Egypt | Anthony E. David, A Biographical Dictionary of Ancient Egypt | Arturo Sánchez, El Rey Escorpión: unificador del Egipto predinástico | Bernadette Menu, Enseignes et porte-étendarts. Bulletin de l’Institut Français d’Archéologie Orientale 96: 339–342 | Wikipedia.

Imagen de portada:  Gentileza de akhenatenator en Wikimedia Commons – Flickr

FUENTE RESPONSABLE: Muy interesante. Por Guillermo Carvajal. Diciembre 2021

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