Al norte del Perú, se encuentran los vestigios de la civilización más antigua que erigió monumentos en América. Su cuidad sagrada fue Caral: la más vieja del continente.
Existe la idea de que la cuna de las civilizaciones viejas está en Mesopotamia, hace más de tres milenios. Sin embargo, en América ya se estaban sentando las bases de un pueblo un poco más antiguo. Al norte del Perú, en la región central y occidental de América Latina, una ciudad sagrada con organización política y social ya existía 2 mil años antes. Detrás de decenas de templos y complejos habitacionales estuvieron los habitantes de Caral, la ciudad más antigua del continente.
En la actualidad, sólo quedan ruinas de la ciudad sagrada de Caral, el pueblo que recibe el mismo nombre que su capital. Los vestigios más antiguos, según el Ministerio de Cultura del Perú, están datados de hace aproximadamente 5 milenios. Por la distancia histórica que nos separa de la fundación de esta urbe, los arqueólogos peruanos la describen como uno de «focos originarios de cultura en el mundo«. Ésta es su historia.
Las primeras pirámides que se elevaron sobre los Andes
Imágenes satelitales Maxar del sitio arqueológico de Caral, Perú. / GETTY IMAGES
El sitio arqueológico de Caral se ha investigado durante, al menos, treinta años. En ese espacio de tiempo, los arqueólogos han desenterrado edificios de talla monumental en forma de pirámides. Posiblemente, las primeras que se construyeron en los Andes. Éste fue el centro de la vida en la ciudad sagrada, ya que ahí se celebraban los eventos ceremoniales, políticos y sociales por igual.
Así también, las pirámides fueron el símbolo del poderío económico y militar de Caral. Ahí era donde los curacas, o los líderes religiosos del pueblo, llevaban a cabo las fiestas más importantes a lo largo del año. Cada una estaba alineada al ciclo calendárico que, según el Ministerio de Cultura local, emulaba los ciclos de la naturaleza.
Emplazado en una meseta desértica que bordea al valle del río Supe, y se ubica temporalmente hacia el periodo arcaico tardío de los Andes Centrales. En total, se han registrado 6 estructuras piramidales, que «atestigua el grado de desarrollo y complejidad alcanzado por la civilización de Caral», según la describió la UNESCO.
Estas estructuras religiosas arrojan luz sobre las complejas funciones ceremoniales que se llevaron a cabo en la ciudad sagrada. No sólo eso: de una sólida ideología religiosa, y de la tecnología precisa que se necesitó para construirlas.
Ciudad Caral: la cabeza de una red de civilizaciones antiguas
Ruinas en el sitio de Caral. | Crédito: Aaron Heredia/NurPhoto via Getty Images
Previo al descubrimiento de las pirámides en Caral, los historiadores y arqueólogos pensaban que en la región de los Andes sólo se había desarrollado la agricultura de algunos tubérculos. Esta concepción errónea cambió tras el Proyecto Especial Arqueológico Caral – Supe (PEACS) que, en 1994, desveló la grandeza de la ciudad sagrada —la más antigua del continente.
No fue hasta 2009 que Caral fue catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO:
«La ciudad, excepcionalmente bien preservada, es impresionante por la concepción y complejidad de sus elementos arquitectónicos y espaciales, sobre todo las plataformas monumentales de piedra y tierra y los patios circulares bajos», según la describe la institución.
Wikimedia Commons
Después de los resultados que arrojó el PEACS, los investigadores determinaron que éste fue el origen de los demás pueblos que lograron desarrollarse en la región norcentral andina. Se sabe que los curacas —o principales, como se ha traducido al español— rigieron la zona con la misma tradición. Por ello, estas civilizaciones también se alinearon a las creencias y usanzas de Caral:
Áspero
Allpacoto
Miraya
Kotosh
La Galgada
La religión les mantuvo unidos como medio de cohesión y coerción, según lo describió r la Dr. Ruth Shady, lideresa del proyecto original. Con lo anterior, se asume que Caral fue la cabeza de todas esta red de civilizaciones antiguas. En la actualidad, se le tiene como un sitio arqueológico de calidad ‘excepcional’, de acuerdo con el Ministerio de Cultura del Perú.
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La investigación ha sido liderada por el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo con la colaboración de investigadores del Museo Canario y de los dos centros de enseñanza superior públicos de las islas, ha informado este miércoles la Universidad de La Laguna.
Investigadores de centros científicos canarios y de las dos universidades públicas han descubierto una nueva especie vegetal, del género Rutacae, en los fardos funerarios de restos humanos momificados prehispánicos de Gran Canaria, y que corresponden a una planta ahora extinta.
La investigación ha sido liderada por el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo con la colaboración de investigadores del Museo Canario y de los dos centros de enseñanza superior públicos de las islas, ha informado este miércoles la Universidad de La Laguna.
El estudio ha sido publicado en la revista“Willdenowia“, Anales del Jardín Botánico y Museo Botánico de Berlín, y en él se describe cómo se ha logrado identificar una nueva especie vegetal del género Ruta (Rutaceae) presumiblemente extinta actualmente en Canarias.
La nueva planta, descrita con el nombre de Ruta museo canariensis, ha sido identificada estudiando el material vegetal recuperado del interior de fardos funerarios con restos humanos momificados del periodo prehispánico y depositados en el Museo Canario de Gran Canaria.
Los restos humanos momificados analizados en este estudio fueron recuperados en las zonas de Acusa y el Barranco de Guayadeque (Gran Canaria) durante diversas expediciones del siglo XX.
El material vegetal estudiado había sido depositado en el interior de los fardos envolviendo a los individuos por los antiguos canarios durante sus ritos funerarios.
Tras un estudio exhaustivo y su comparación con otras especies del mismo género Ruta conservadas en el Herbario del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, se ha llegado a la conclusión de que se trata de una especie distinta no encontrada, por el momento, en la naturaleza; es decir, presumiblemente extinta.
Este hallazgo único aporta datos de gran interés para entender cómo los grupos aborígenes del archipiélago canario seleccionaban y utilizaban las plantas en sus ritos funerarios, señala la Universidad de La Laguna en un comunicado.
La identificación del uso de plantas específicas en el pasado, por medio del registro arqueológico (como lasmomiasaborígenes), “permite aproximarnos a aspectos poco conocidos y generalmente mal conservados”, añade el centro académico.
En el contexto prehispánico de Canarias, este tipo de estudios ayuda a comprender mejor el grado de conocimiento que las comunidades indígenas tenían de su entorno vegetal, la existencia o ausencia de redes de intercambio entre distintos grupos y el uso de plantas específicas en las prácticas sepulcrales.
Además, este trabajo sugiere aspectos interesantes sobre los procesos evolutivos de la flora del archipiélago canario.
La única evidencia de la nueva planta Ruta museocanariensis consiste en los restos arqueobotánicos recuperados de los fardos funerarios y los autores sugieren en el trabajo su posible distribución en el pasado a partir de las zonas de la isla de donde fueron recuperados los fardos y la supervivencia de topónimos que aluden a esta planta.
Considerando que el nombre de la planta “ruda” no es de origen amazigh, los autores sugieren que la especie no desapareció debido a su uso durante el periodo prehispánico, sino que sobrevivió a momentos posteriores a la Conquista.
La desaparición de esta planta de su hábitat natural podría ser parte de los procesos de aculturación llevados a cabo durante el periodo colonial.
Imagen de portada:Historia de Canarias: hallan una nueva planta en fardos fúnebres de momias aborígenes. ULL.
FUENTE RESPONSABLE: Diario de Avisos. El periódico de Tenerife. 15 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/Arqueología/Descubrimientos/Actualidad.
Las pruebas infieren que las herramientas fueron utilizadas por el pariente humano Paranthropus, enterrando así la idea de que el Homo fue el primer antepasado que inventó esta clase de utensilios.
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Los arqueólogos han descubierto en un yacimiento del suroeste deKeniaherramientas de piedrade hasta tres millones de años de antigüedad, lo que las convierte en las más antiguas de su clase.
Y lo que es aún más sorprendente, las herramientas se encontraron junto a fósiles del homínido Paranthropus, que no es un antepasado de los humanos modernos.
Los descubrimientos refuerzan las teorías de que los homínidos no pertenecientes a nuestrogénero Homotambién utilizaron herramientas de piedra. Además, retrasan en cientos de miles de años la fecha más antigua de la tecnología Oldowan, una tradición de fabricación de herramientas en África oriental que se remonta a principios del Paleolítico.
La paleoantropóloga Emma Finestone, conservadora adjunta de orígenes humanos del Museo de Historia Natural de Cleveland (Estados Unidos), afirma que hace años se sugirió que Paranthropus podría haber utilizado herramientas.
Sin embargo, señala que, en aquel entonces, la idea había perdido terreno en parte porque se pensaba que los homínidos (que sin duda utilizaban herramientas de piedra) eran más inteligentes, y porque los Paranthropus tenían dientes y mandíbulas grandes, lo que significaba que podrían no haber necesitado herramientas para procesar los alimentos.
Ahora, la experta que formó parte del equipo que trabajó desde 2014 hasta 2022 en Nyayanga (un yacimiento arqueológico en el suroeste de Kenia, a orillas del lago Victoria) asegura que con este hallazgo su opinión ha cambiado.
Arriba:
Los científicos descubrieron dos molares de Paranthropus, un homínido que no es pariente directo del ser humano.
FOTOGRAFÍA DE S. E. BAILEY HOMA PENINSULA PALEOANTHROPOLOGY PROJECT.
Debajo:
La gran roca de la izquierda es el material de partida de los artefactos oldowanos. Los homínidos martilleaban virutas afiladas del núcleo de la roca para utilizarlas como herramientas.
FOTOGRAFÍA DE T.W. PLUMMER J.S. OLIVER, E. M. FINESTONE, HOMA PENINSULA PALEOANTHROPOLOGY PROJECT.
Un gran anfiteatro natural está repleto de herramientas de piedra (la mayoría fabricadas con rocas como cuarzo y riolita) y huesos fosilizados de animales que comieron los primeros homínidos. Las herramientas incluyen piezas afiladas para picar y raspar; los núcleos de piedra, o material de partida, de los que se extraían lascas; y los martillos utilizados para golpear los núcleos.
Herramientas oldowanas: un gran avance tecnológico
El equipo de investigación, dirigido por Thomas Plummer, ha identificado más de 300 herramientas Oldowan en el yacimiento a lo largo de casi 10 años; en 2019 también descubrieron un diente de Paranthropus. Desde entonces, se ha desenterrado un segundo diente de un individuo Paranthropus diferente en medio de una «dispersión» fosilizada de huesos de hipopótamo masacrados.
Mientras que la mayoría de la gente pensaba que este pariente del homo sapiens se basaba únicamente en sus robustos dientes y mandíbulas para comer, «nos encontramos a un Paranthropus en un yacimiento con herramientas de piedra y un hipopótamo descuartizado», sostiene Plummer, profesor de antropología del Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (Estados Unidos) y autor principal de un estudio que se ha publicado esta semana en Science.
Los investigadores no pueden asegurar que las herramientas fueran fabricadas y utilizadas por Paranthropus, porque homínidos de otros géneros (como Homo habilis) también frecuentaban la zona de Nyayanga. Pero es una gran posibilidad.
Las herramientas y los dientes de Nyayanga se hallaron en sedimentos datados entre 2.6 y 3 millones de años. Plummer sugiere que las herramientas podrían pertenecer al extremo superior de ese intervalo, en torno a los 2.9 millones de años.
Ejemplo de una herramienta de percusión oldowan hallada en el yacimiento de Nyayanga en 2016.FOTOGRAFÍA DE T.W. PLUMMER J.S. OLIVER, E. M. FINESTONE, HOMA PENINSULA PALEOANTHROPOLOGY PROJECT.
Hasta ahora, las primeras herramientas oldowanas tenían 2.6 millones de años y procedían de la región etíope de Afar, a más de 1200 kilómetros al norte.
Aunque en un yacimiento del noroeste de Kenia se han desenterrado herramientas de piedra aún más antiguas, datadas en 3.3 millones de años, el desarrollo de herramientas oldowanas más pequeñas y ligeras supuso un gran avance tecnológico.
A pesar de su aspecto tosco, estas herramientas se extendieron por gran parte de África e incluso fuera de ella, y siguieron siendo fabricadas y utilizadas durante más de un millón de años por diferentes especies de Homo.
«Las herramientas oldowanas son una tecnología realmente importante.
Destacan tanto en el espacio como en el tiempo», dice el experto.
Espera que futuros hallazgos de fósiles de Paranthropus puedan consolidar la idea de que este homínido no Homo podría haber fabricado las herramientas.
Es más, habrá que volver a estudiar varios yacimientos posteriores en los que se han descubierto fósiles de Paranthropus cerca de herramientas de piedra: tal vez Paranthropus creó las herramientas, no Homo.
Carnicería de hipopótamos
Según Bernard Wood, paleoantropólogo de la Universidad George Washington (Estados Unidos), quien no participó en el estudio, otro aspecto interesante de los descubrimientos de Nyayanga es que los homínidos cazaban hipopótamosen esa época.
Algunos investigadores han sugerido que la matanza de animales tan grandes solo se produjo mucho más tarde, cuando los homínidos se hicieron más grandes y más expertos en la caza.
En el yacimiento de Nyayanga se encontraron artefactos oldowan entre esqueletos fosilizados de hipopótamos.FOTOGRAFÍA DE T.W. PLUMMER HOMA PENINSULA PALEOANTHROPOLOGY PROJECT.
«Nadie está diciendo que cazaran estos grandes animales, pero tal vez se toparon con ellos cuando estaban muriendo y se dieron cuenta de que podían utilizar la carne y los huesos. La gente ha especulado con que esto era probable, pero existen buenas pruebas arqueológicas», comenta el especialista.
El biólogo evolutivo humano Neil Roach, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), que no participó en el estudio, añade que los simios y monos modernos, como los capuchinos, fabrican herramientas de piedra, por lo que cabría esperar que algunos homínidos no Homo utilizaran tales objetos.
«La vieja idea de que las herramientas aparecieron con el Homo hace unos dos millones de años se ha desvanecido, y este hallazgo ayuda a darla por concluida de forma repentina», concluye.
Imagen de portada: Los científicos han desenterrado más de 300 herramientas de piedra en el yacimiento de Nyanga, en el suroeste de Kenia (imagen de 2014, antes de la excavación).. FOTOGRAFÍA DE T.W. PLUMMER HOMA PENINSULA PALEOANTHROPOLOGY PROJECT.
FUENTE RESPONSABLE: National Geographic Ciencia. Por Tom Metcalfe. 16 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/Arqueología/Historia/Ancestros/Fósiles/Ciencia/ Herramientas/ Kenia/Seres humanos/Gente y cultura.
En 1960, el explorador noruego Helge Ingstad localizó en Terranova los restos de un campamento vikingo construido en torno al año Mil. Era la prueba que necesitaba para demostrar que los hombres del Norte fueron los primeros en llegar al continente americano.
Entre los muchos episodios épicos de los antiguos vikingos que se narran en las sagas islandesas, uno de los que más ha intrigado a los historiadores es el del viaje a Vinlandia.
La Saga de los groenlandeses narra cómo a finales del siglo X un grupo de vikingos liderado por Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, zarpó de Groenlandia rumbo al oeste y llegó a una región en la que «la duración del día y de la noche variaba menos que en Islandia y en Groenlandia […]. Leif dio al país un nombre que le recordaba las excelencias que su naturaleza ofrecía, y lo llamó Vinland», esto es, Tierra del Vino.
Según la mencionada saga, tras esta primera travesía los vikingos realizaron otras cuatro expediciones, mientras que otra fuente sobre estos viajes, la Saga de Erik el Rojo, menciona tan sólo dos.
En cualquier caso, ambos textos dan detalles muy precisos sobre las tierras que visitaron los vikingos y que algunos estudiosos identificaron con la costa este de lo que hoy es Canadá: la actual Terranova y las zonas del golfo de San Lorenzo, New Brunswick y Nueva Escocia. Pero hubo que esperar a 1960 para encontrar una prueba arqueológica de que los viajeros escandinavos habían descubierto América ya en el siglo X.
LAS PRIMERAS PISTAS DE VINLAND
En la década de 1950, el explorador y escritor noruego Helge Ingstad desempeñaba su cargo de gobernador de la isla de Spitsbergen (Noruega) cuando tuvo la oportunidad de visitar una excavación vikinga en Groenlandia.
Allí se había hallado, entre otros objetos, una punta de flecha elaborada con cuarcita, e Ingstad se percató de que esta roca metamórfica era desconocida en Groenlandia, Islandia o Noruega, pero en cambio se encontraba en Labrador y Terranova.
Helge Ingstad asoció el hallazgo de la punta de flecha con las noticias de las sagas sobre los viajes vikingos al norte de América, y concibió el proyecto de buscar los restos de los campamentos vikingos en Vinlandia.
Una de las casas vikingas reconstruidas en L’Anse aux Meadows.Foto: iStock
Se lanzó así a recorrer la costa de Norteamérica por aire y por mar hasta llegar al sur de Rhode Island, en Estados Unidos, sin resultados. Hasta que en 1960 Ingstad, su esposa, la arqueóloga Anne Stine Ingstad, y la hija de ambos, Benedicta, de 18 años, llegaron al pequeño pueblo de L’Anse aux Meadows, en el extremo noroeste de Terranova.
Allí los Ingstad conocieron a un anciano pescador llamado George Decker. Cuando le preguntaron si había ruinas antiguas por la zona, Decker los llevó a un cercano y «antiguo campamento indio», como lo conocían los lugareños, situado en la bahía Épaves, en el arroyo Black Duck, donde en un prado cubierto con abundante maleza se distinguían algunos montículos de hierba.
En 1960 Ingstad, su esposa y su hija llegaron al pequeño pueblo de L’Anse aux Meadows, en Terranova.
Nada más ver los restos, Helge Ingstad presintió que había dado con lo que buscaba y escribió en su diario: «Se distinguían vagamente montículos elevados y no podía haber ninguna duda de que se trataba de los restos de algunas casas de un asentamiento antiguo […]. Sólo esperaba que no fueran construcciones abandonadas de antiguos balleneros».
Las excavaciones arqueológicas que Ingstad puso en marcha desde el año siguiente, y que se prolongarían, bajo la dirección de su esposa, durante los sucesivos veranos hasta 1968, demostraron que aquel era efectivamente un asentamiento vikingo. Los resultados fueron publicados en el año 1977, en un informe científico.
CAMPAMENTO VIKINGO EN TERRANOVA
En L’Anse aux Meadows los arqueólogos hallaron un pequeño campamento nórdico cuya datación por radiocarbono indicó que se había establecido hacia el año 1000, lo que coincidía así con las referencias de las sagas de los viajes realizados por los vikingos a Vinlandia.
Además, la localización de L’Anse aux Meadows, en el área más próxima al lugar en el que supuestamente crecían las uvas silvestres que dieron nombre al territorio de Vinlandia, parecía coincidir con la descripción del asentamiento conocido como Leifbundir (Casas de Leif), del que también hablan las sagas, aunque esta hipótesis sigue debatiéndose.
Recreación del interior de una casa vikinga en L’Anse aux Meadows. Foto: iStock
Este emplazamiento está formado por ocho restos de edificaciones: tres grandes construcciones que podían llegar a albergar a ochenta personas, una herrería para obtener el llamado hierro esponja y fabricar clavos para las embarcaciones, una carpintería, algunos talleres para reparar los barcos y un horno para carbón de leña. Sin embargo, no se han encontrado establos ni tampoco herramientas agrícolas, a diferencia de las granjas nórdicas que se hallan en la colonia groenlandesa. Esta evidencia demostraría que era un lugar adecuado para pasar el invierno y realizar expediciones en verano, aunque según las pruebas arqueológicas el asentamiento duró poco tiempo, de 990 a 1050.
Este emplazamiento está formado por ocho restos de edificaciones, pero no se han encontrado establos ni tampoco herramientas agrícolas.
L’Anse aux Meadows –una denominación que deriva del término francés L’Anse aux Méduses, «La ensenada de las medusas»– es considerado actualmente el primer asentamiento europeo en América (si exceptuamos los hallados en Groenlandia), y como tal fue inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1978.
Imagen de portada: Recreación de una flotilla de drakkars vikingos. Foto: iStock
FUENTE RESPONSABLE: National Geographic. Por Francesc Bailón. 9 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/Vikingos/Descubrimientos/Arqueología.
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El hallazgo en las ruinas de la antigua Lagash, al noroeste de la ciudad de Nasiriyah, conocida por tener uno de los primeros centros urbanos de la civilización sumeria del antiguoIrak.
Arqueólogos descubrieron en el sur deIrak los restos de una «taberna» de hace casi 5 000 años, hallazgo que permitirá conocer mejor la vida de la gente común en las primeras ciudades del mundo.
El equipo estadounidense-italiano hizo el hallazgo en las ruinas de la antigua Lagash, al noroeste de la ciudad de Nasiriyah, conocida por tener uno de los primeros centros urbanos de la civilización sumeria del antiguo Irak.
El equipo conjunto de la Universidad de Pensilvania y de la Universidad de Pisa encontró los restos de un sistema primitivo de refrigeración, un horno grande, bancos para cenar y unos 150 tazones con restos de comida.»
En los tazones había huesos de pescado y otros animales, junto a evidencia de consumo de cerveza, la cual era común entre los sumerios.
«Tenemos la refrigeradora, tenemos cientos de tazones listos para ser servidos, bancos donde la gente se sentaba (…) y detrás de la refrigeradora hay un horno usado para cocinar alimentos», dijo a AFP la directora del proyecto, Holly Pittman.
«Lo que entendemos es que este era un sitio donde la gente, personas comunes, venían a comer y no es una casa», agregó.
«Lo llamamos taberna porque la cerveza es de lejos la bebida más común, más que el agua, para los sumerios», indicó, señalando que en uno de los templos excavados en la zona «había una receta de cerveza encontrada en una tableta cuneiforme».
Gente común
Las primeras ciudades del mundo se desarrollaron en lo que actualmente es el sur de Irak, luego de que los excedentes agrícolas procurados por la domesticación de los cultivos permitieron el surgimiento de nuevas clases sociales.
La zona de Lagash, cerca de la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates, era llamada el «jardín de los dioses» por su fertilidad y dio origen a una serie de ciudades sumerias que datan del período dinástico temprano.
«Lagash era una de las ciudades importantes del sur de Irak«, comentó a AFP el arqueólogo iraquí Baker Azab Wali, quien trabajó con el equipo universitario en el sitio.
Una imagen aérea muestra una vista general del sitio de la antigua ciudad-estado de Lagash, en el distrito iraquí de al-Shatra de la provincia sureña de Dhi Qar el 11 de febrero de 2023. | Fuente: AFP
«Sus habitantes dependen de la agricultura, la ganadería, la pesca, y el intercambio de bienes», señaló.
Pittman dijo que el equipo quiere aprender más sobre el trabajo que realizaban quienes acudían a la taberna en su apogeo, alrededor de 2700 AC, para entender más sobre la estructura social de las primeras ciudades.
Se necesitaría un análisis detallado de las muestras tomadas durante las excavaciones realizadas por el equipo en noviembre.
«Hay mucho que no sabemos sobre este período inicial de surgimiento de ciudades y eso es lo que estamos investigando», sostuvo.
«Esperamos poder caracterizar los barrios y los tipos de ocupación (…) de la gente que vivía en esta gran ciudad que no eran la élite», agregó.
«La mayor parte del trabajo realizado en otros sitios se centra en reyes y sacerdotes, y eso es muy importante, pero también es importante la gente común», sostuvo.
Imagen de portada: El 11 de febrero de 2023, se ven fragmentos de cerámica en la zanja recién excavada en el sitio de la antigua ciudad-estado de Lagash, en el distrito iraquí de al-Shatra de la provincia sureña de Dhi Qar. | Fuente: AFP
FUENTE RESPONSABLE: Redacción RPP. (Con información de AFP) 15 de febrero 2023.
El estado de conservación “es excepcional”, recalca el alcalde de Utrera en Sevilla. El hallazgo se oculta en un edificio que más tarde fue iglesia, hospital y más recientemente un bar.
Los trabajos arqueológicos realizados en un hospital del siglo XV en Utrera (Sevilla, España) han sacado a la luz el complejo sinagogal más importante de los hallados en la península ibérica, del que se tenían referencias por el historiador español Rodrigo Caro en torno al año 1604.
El alcalde de esta localidad del sur de España, José María Villalobos, explicó este martes que el conjunto arqueológico ha visto la luz tras unas obras iniciadas en noviembre de 2021 en una casa conocida como Niño Perdido, donde se encontraba el Hospital de la Misericordia, del que Rodrigo Caro ya mencionaba que fue levantado sobre los restos de una sinagoga.
Vista exterior de la construcción que alberga la sinagoga medieval.
Excelente estado de conservación
Un informe presentado ante los medios por el alcalde cita que «el estudio estratigráfico de los paramentos del edificio nos permiten proponer la hipótesis de que nos encontramos ante un complejo sinagogal que excede la estricta materialidad de la sala de oración», y que todo lo hallado corrobora lo estudiado por Caro (1573-1647).
Villalobos destacó que el estado de conservación «es excepcional, pues con las evidencias arqueológicas documentadas, incluido su alzado completo, pueden restituirse su superficie y volumetría originales».
El informe apunta a que se podrían hallar nuevos restos, de modo que se continuará trabajando en la zona.
De forma paralela, el Ayuntamiento quiere que las obras se pueden visitar, mientras se trabaja en la zona de los baños de la sinagoga y el lugar destinado a las mujeres.
El historiador municipal Javier Mena señala el muro exterior de la sinagoga del siglo XV hallada en la localidad de Utrera, al sur de España.
Las excavaciones se han realizado en un edificio que ha tenido distintos usos a lo largo de la historia, como hospital, casa cuna, escuela, restaurante o sala de fiesta, y más recientemente bar, hasta que en 2016 fue adquirido por el Ayuntamiento de esta localidad cuya parte antigua está declarada conjunto histórico-artístico y que en la Edad Media tuvo una importante comunidad judía.
Imagen de portada:La sinagoga oculta en un edificio que más tarde se convirtió en iglesia, hospital y, más recientemente, bar. Por Santi Donaire.
FUENTE RESPONSABLE: Made for Minds. EE (EFE, Ayuntamiento de Utrera). 10 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/España/Sinagoga Medieval/Arqueología/Sevilla/ Ciencia
El poderoso Imperio hitita fue rival de Egipto hasta que desapareció. Un nuevo estudio basado en la dendrocronología podría explicar por qué.
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Un nuevo estudio de árboles de 3200 años de antigüedad en Turquía sugiere que el misterioso colapso de varias civilizaciones en la Edad del Bronce Tardío, entre 1200 y 1150 a.C., coincidió con una grave sequía de tres años en Anatolia central, corazón del poderoso Imperio Hitita, y una de las zonas más afectadas de la época.
En lo que comúnmente se conoce como el «colapso de finales de la Edad del Bronce«, el Imperio hitita y la civilización de los griegos micénicos, así como muchas potencias menores y las redes comerciales que las unían, se vinieron abajo.
También provocó anarquía, revueltas, guerras civiles y faraones rivales en Egipto, mientras que Asiria y Babilonia sufrieron hambrunas, brotes de enfermedades e invasiones extranjeras.
Los estudiosos se han esforzado durante 200 años por explicar el colapso como consecuencia de erupciones volcánicas o terremotos; piratería, migraciones o invasiones; fracasos políticos o económicos; enfermedades, hambrunas o cambios climáticos; o incluso de la difusión de la metalurgia del hierro por una región dominada por el bronce.
Los arqueólogos llevan más de un siglo excavando Gordion, la capital del antiguo reino de Frigia, en el centro de Turquía. Al fondo, el túmulo funerario del «Rey Midas».. FOTOGRAFÍA DE EVRIM AYDN, ANADOLU AGENCY, GETTY IMAGES
Ahora, una investigación publicada esta semana en Nature revela que el cambio climático puede haber desempeñado un papel más importante de lo que se pensaba en el colapso de la Edad de Bronce tardía.
Mediante el examen de los troncos de árboles enterrados durante casi 3000 años, un equipo de investigación estadounidense ha revelado que el corazón del Imperio hitita en Anatolia central (actual Turquía) sufrió una grave sequía en 1198, 1197 y 1196 a.C., justo al comienzo del colapso de la Edad de Bronce Tardía.
El hallazgo refuerza las teorías de que el cambio a un clima más seco y frío en el Mediterráneo oriental trastornó la producción de alimentos, provocando una escasez que agravó los problemas culturales y económicos que ya asolaban la región.
Un imperio «desaparece
El Imperio Hitita gobernó gran parte de Anatolia y la actual Siria desde 1650 hasta 1200 a.C. En 1274 a.C. se enfrentó a Egipto por el control de Canaán en la batalla de Kadesh, cerca de la ciudad siria de Homs.
Pero los hititas nunca volvieron a aventurarse tan al sur, y la nueva investigación sugiere una de las razones: al parecer, su imperio se derrumbó rápidamente tras la prolongada sequía que asoló el centro de Anatolia entre 1198 y 1196 a.C., que debió de interrumpir el suministro esencial de grano de las granjas hititas.
Según Sturt Manning, autor principal del estudio y profesor de Arqueología en la Universidad de Cornell, esto habría provocado una escasez generalizada de alimentos, que podría haberse combinado con factores como guerras, agitaciones sociales o brotes de enfermedades para acabar con el Imperio hitita poco después del 1200 a.C.
«No podemos relacionar estas cosas positivamente, porque no tenemos relatos de testigos oculares», afirma Manning. «Pero parece una coincidencia extraordinaria que en algún momento entre los años 1190 y 1180 todo el imperio desapareciera de la historia para siempre».
Vista aérea de la tumba real del «Túmulo de Midas» en Gordion, donde se analizaron maderas de 3200 años de antigüedad.FOTOGRAFÍA DE MUSTAFA KAYA, XINHUA, GETTY IMAGES
Un pastor conduce a su rebaño de ovejas por los pastizales afectados por la sequía en el centro de Turquía. Una sequía de tres años que comenzó en 1198 a.C. puede haber contribuido a la desaparición del Imperio Hitita en la región.. FOTOGRAFÍA DE CHRIS MCGRATH, GETTY IMAGES
Historias de árboles antiguos
Para desentrañar qué fue del Imperio hitita, el equipo de Manning se fijó en el reino de Frigia, que surgió en la misma zona siglos después. Algunos estudios sugieren que los frigios eran invasores procedentes de lo que hoy son los Balcanes, pero muchos arqueólogos creen que descendían de los hititas.
Manning es un reputado experto en el campo de la dendrocronología, que puede determinar el año exacto en que se formaron los anillos anuales de crecimiento de los árboles. Su equipo examinó troncos de madera situados bajo un gigantesco túmulo funerario cerca de Gordion, la capital frigia, a unos 80 km al suroeste de Ankara. El túmulo se asocia con el legendario rey Midas (el del «toque de Midas») y la tumba real que hay bajo él puede ser el edificio de madera más antiguo conocido en el mundo, según Manning.
Se construyó con más de 100 troncos de enebros talados en el siglo VIII a.C. que se conservaron bajo el montículo. Pero como los enebros pueden vivir tanto tiempo (a veces más de 1000 años), los investigadores identificaron 18 troncos de árboles que estaban vivos cuando la zona era un corazón hitita.
El equipo midió los anillos de crecimiento anual de los árboles visibles en los troncos y examinó los niveles del isótopo carbono-13 en sus células, que indica el nivel de humedad del aire cuando se formaron.
Se incorporaron ambos tipos de pruebas para crear una especie de «registro de sequedad» de alta resolución de Anatolia central entre 1500 y 800 a.C. aproximadamente.
El fin de los imperios de la Edad del Bronce
Antes de esta última investigación, los estudios indicaban que el clima de la región se volvió más seco y frío en los 300 años posteriores al 1200 a.C. Pero el nuevo registro de sequedad señala una grave sequía en 1198, 1197 y 1196 a.C.
Manning subraya que el Imperio hitita probablemente podría haber sobrevivido a una sequía más corta, como ocurrió en el pasado, pero se vio superado por una sequía que duró demasiado tiempo. «Si diriges un gobierno en estas zonas, esperas sequías ocasionales y planificas para ello», afirma. «Pero lo que no esperas ni planificas es tener año tras año sequías».
El historiador y arqueólogo Eric Cline, de la Universidad George Washington, no participó en la última investigación. Su libro de 2014 1177 a.C.: El año en que la civilización colapsó destaca 1177 como un año clave en el que las cosas se vinieron abajo, pero dice que las fechas del nuevo estudio también tienen sentido.
«El colapso de la Edad de Bronce Tardía y las sequías definitivamente comenzaron antes de 1177 a.C.», dice Cline. «Tener esta nueva evidencia de una sequía que tuvo lugar entre 1198 y 1196 a.C. encaja bien en el escenario general del colapso».
El arqueólogo e historiador Lorenzo D’Alfonso, del Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo de la Universidad de Nueva York y de la Universidad italiana de Pavía, que tampoco participó en la investigación, afirma que existen pruebas en núcleos de hielo de Groenlandia de una sequía global aún más temprana que afectó a los hititas alrededor del año 1250 a.C.
Los escritos antiguos indican que el Imperio hitita puso en práctica nuevas técnicas para almacenar el agua, pero no parece que redujera su producción.
Imagen de portada: Leones de piedra tallada flanquean una puerta de la antigua capital hitita de Hattusa, en el centro de Turquía. Los hititas fueron un poderoso imperio en el segundo milenio a.C., que luchó contra egipcios y asirios antes de «desaparecer» hacia 1198 a.C. FOTOGRAFÍA DE ALI BALIKCI, ANADOLU AGENCY, GETTY IMAGES
FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Tom Metcalfe. 10 de febrero 2023.
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En el noroeste de Siria, al oeste de la ciudad de Alepo y lindando con la frontera turca, se extiende el Macizo Calcáreo, una serie de tres cadenas montañosas de 400 a 500 metros de altitud media con llanuras interiores que se extienden unos 5.500 kilómetros cuadrados.
La zona causó una fuerte sensación de asombro cuando empezó a ser explorada por occidentales a mediados del siglo XIX. La razón es que está plagada de asentamientos en ruinas que datan de la Antigüedad y del Imperio Bizantino, y que fueron abandonados prácticamente al mismo tiempo, entre los siglos IX y X. Se han contado hasta 700 pueblos y ciudades de época romana tardía y bizantina temprana distribuidos por todo el Macizo.
Las primeras investigaciones de los yacimientos fueron realizadas en la década de 1860 por Melchior de Vogüé, arqueólogo y diplomático francés, cuyos estudios se publicaron junto con dibujos del arquitecto Edmond Duthoit, que le acompañó en los trabajos. Posteriormente la Universidad de Princeton y el Instituto Arqueológico Francés realizarían excavaciones y obras de restauración en algunos de los edificios.
Hoy a ese impresionante grupo de asentamientos antiguos se le conoce con el nombre de Ciudades Muertas, un término que fue acuñado por Joseph Mattern tras un viaje realizado a finales de la década de 1930. La mayoría de los pueblos y ciudades se desarrollaron a partir del siglo I d.C. y estuvieron habitados hasta el siglo VII d.C.
Basaban su economía en el cultivo, la producción y la comercialización de aceitunas, vino y grano. Se conservan entre las ruinas cientos de prensas de aceite de la época bizantina. Abrevaderos de piedra, conservados en gran número en las casas, indican la cría de vacas, ovejas y caballos.
Sus habitantes eran principalmente de habla griega y cada asentamiento se estructuraba en torno a una gran villa, rodeada de edificios públicos e iglesias construidas en piedra caliza a partir del siglo IV, cuando se van convirtiendo gradualmente al cristianismo.
Los terratenientes ejercían una especie de dominio feudal sobre los campesinos y los arrendatarios. Existía una forma especial de contrato por la que los campesinos se comprometían a trabajar los campos u olivares durante varios años y, a cambio, recibían en propiedad la mitad de la superficie cultivada. Ello hizo que las propiedades se fueran dividiendo cada vez en parcelas más pequeñas.
De todas ellas las ciudades más grandes eran Kapropera (hoy llamada Al-Bara, y en la que hay dos tumbas piramidales), Telanissos (actual Deir Seman) y Kaprobarada (hoy Brad). El resto eran pueblos, más grandes o más pequeños. Aun así, incluso los asentamientos con menos de 50 casas contaron con una iglesia o un complejo monástico. La época de mayor esplendor, de la que datan la mayoría de los restos de edificios conservados, se sitúa entre los siglo IV y VII d.C.
La inscripción más antigua que se ha encontrado data del año 73 d.C. y fue hallada en la localidad llamada Refade. En ese mismo lugar todavía es visible hoy una torre del siglo VI de entre ocho y nueve metros del altura. La función de estas casas torre, de las que se han conservado más en otras de las Ciudades Muertas, tanto dentro como fuera de las aldeas, no está del todo clara. Se cree que pudieron tener una función defensiva, o bien ser lugares de retiro de los seguidores de Simeón el estilita, cuyo monasterio se encontraba en las cercanías.
No obstante, las ciudades se diferencian de las romanas en que no tienen un trazado sistemático y regular, sino que crecieron al azar sin una estructura ordenada. Faltan en ellas los lugares de reunión urbanos como el ágora y edificios culturales como anfiteatros, hipódromos, etc. La mayor parte de los edificios son viviendas, que se diferencian de los edificios públicos por los elementos decorativos.
Sí existían termas y baños públicos, alojamientos para viajeros y posadas, ya que la zona recibía numerosos peregrinos que acudían atraídos por los lugares que había frecuentado San Simeón.
Ni la conquista sasánida en 573 por Cosroes I, ni la posterior conquista árabe durante la primera mitad del siglo VII supusieron la destrucción de los asentamientos. Sin embargo, se inició un declive económico y un éxodo gradual que duraría varias generaciones, sin que se sepan las razones exactas. Ello llevaría a la despoblación y el abandono completo de pueblos y ciudades en el siglo VIII. Solo unos pocos lugares siguieron habitados hasta el siglo X.
Algunos investigadores creen que pudo ser debido a la disminución de la demanda de aceite de oliva en las rutas comerciales, ya que se sustituyó por la cera como combustible para lámparas. Otros indican que, tras la conquista árabe, había nuevas tierras cultivables disponibles en las llanuras del este, donde las condiciones de vida eran más fáciles, y la mayoría decidió emigrar allí.
Entre las localidades incluidas en el conjunto de las Ciudades Muertas se encuentran, además de las ya mencionadas, Fafertin (con la iglesia más antigua del norte de Siria, del año 372 d.C.), Qal’at Sim’an (el monasterio de San Simeón), Meghara (actual M’rara, con tumbas rupestres romanas), Karab Shams (conserva una antigua basílica del siglo IV), Kaleta (conserva un castillo construido sobre un templo romano), Barjaka (o Burj Suleiman, con una torre-vivienda), Sheikh Suleiman (tres iglesias y otra torre), Kafr Nabo (con un asentamiento asirio del siglo IX a.C., un templo romano convertido en iglesia y varios edificios residenciales), y Kimar (varias iglesias, torres y cisternas).
De especial interés son Ain Dara (con un templo hitita de la Edad del Hierro, de entre los siglos X y VIII a.C.), Cyrrhus (fundada por Seleuco I Nicátor, uno de los generales de Alejandro Magno, hacia 300 a.C., con la iglesia de San Cosme y San Damián, un anfiteatro y dos puentes romanos) y Serjilla, una de las ciudades o pueblos mejor conservados, de fundación tardía alrededor del año 473 d.C., a la que se apodó como la Pompeya cristiana.
Más recientemente, muchas de estas ciudades muertas han sufrido daños por causa de la guerra civil siria, que ha dañado o destruido completamente los restos que quedaban en pie.
Es el caso de Kaprobarada (Brad) y su catedral de Julianos, construida entre 399 y 402 d.C.
Y por desgracia, justo en el momento de escribir estas líneas, un terremoto de intensidad 8 ha asolado la zona a ambos lados de la frontera, con gran pérdida de vidas.No es la primera vez, pues ahí convergen hasta cuatro placas tectónicas.
En 1911, Hiram Bingham localizó las ruinas de una espléndida ciudad inca entre los abruptos macizos andinos. En ella se ha encontrado tanto un lugar reservado a las vírgenes del sol como una residencia del inca Pachacuti o un singular centro sagrado.
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No conozco otro lugar en el mundo que pueda compararse en la variedad de sus encantos y en el poder de su hechizo».
Hiram BinghamdefiníaMachu Picchucon estas palabras al relatar el descubrimiento científico de esta majestuosa ciudadela erigida por los incas en los Andes orientales.
Era un 24 de julio de 1911 y el joven explorador americano –hijo de misioneros y licenciado por la Universidad de Yale– había pasado la noche acampado junto al río Urubamba, al pie de imponentes macizos graníticos cubiertos de frondosa vegetación. Las laderas montañosas, tapizadas de una exuberante selva nubosa andina, le recordaban los afelpados acantilados de su Hawai natal.
Aquella mañana, al contemplar las paredes verticales de roca elevándose más de mil metros sobre el nivel del río, le habían parecido inverosímiles los rumores acerca de la existencia de unas enigmáticas ruinas enclavadas en tan inexpugnables alturas.
Presas de la incredulidad, el naturalista y el médico que lo acompañaban en aquella primera expedición habían preferido quedarse a juntar mariposas y lavar ropa en su campamento en Mandor Pampa, sin sospechar que aquel sería un día clave en la historia de la arqueología andina.
Movido por la curiosidad y sin la compañía de sus compatriotas, Bingham partió al encuentro de su destino acompañado de Melchor Arteaga, un poblador local de etnia quechua que actuaba como guía. Tras un peligroso cruce del cauce del Urubamba y una penosa ascensión por las lluviosas laderas de la montaña, Hiram Bingham pudo, al fin, contemplar una fabulosa vista, que le quitó el aliento.
En su libro La ciudad perdida de los Incas, Bingham contó los pormenores de una expedición financiada por la Universidad de Yale y por National Geographic Society, en la que el explorador llegó al Perú en busca de Vilcabamba, el refugio de los últimos Incas. Así se llamaban los reyes de aquel pueblo andino, a cuyos súbditos conocemos como incas por el nombre de sus soberanos.
MACHU PICCHU Y LOS ÚLTIMOS INCAS
Cinco siglos atrás, desde una «sagrada planicie» o vilcapampa, oculta por la tupida vegetación de los contrafuertes andinos, los últimos Incas –Manco Capac, Sayri Tupac, Titu Cusi y Tupac Amaru– habían logrado mantener viva su resistencia frente a los conquistadores europeos, hasta que en 1572 Tupac Amaru fue finalmente capturado y llevado a la plaza principal de Cusco para ser decapitado.
Sin embargo, la abrupta topografía de Machu Picchu, enclavado en un angosto desfiladero entre dos montañas, en nada se asemeja a la de una planicie o «pampa».
La ciudad, desde lo alto. La fotografía muestra las ruinas de Machu Picchu desde la cima del Huayna Picchu («pico joven», de 2.667 metros de altura), cuya mole granítica domina este enclave inca. Foto. iStock
Esta característica del terreno debería haber encendido una luz de alerta en la mente de Bingham. Pero, arrastrado por su inicial entusiasmo y presionado por el objetivo formal de la expedición, el explorador no dudó en asociar su espectacular hallazgo con Vilcabamba.
Hoy en día, los estudiosos identifican el último bastión de la resistencia inca con otro asentamiento de localización aún más remota: las ruinas de Espíritu Pampa, ubicadas unos cien kilómetros al noroeste de Machu Picchu.
En el invierno de 1912, Bingham condujo una segunda expedición a Machu Picchu, durante la cual tomó alrededor dequinientas fotografíasdel lugar y realizó las primeras excavaciones arqueológicas científicas, que a continuación publicó de acuerdo con los estándares de la época.
Los planos resultantes de los primeros levantamientos arquitectónicos de las ruinas aún sorprenden a los arqueólogos por su calidad y precisión. Naturalmente, ha sido necesaria una revisión crítica de sus contribuciones, a la luz de los avances científicos.
Vaso inca de cerámica policromada. Siglo XV. Museo Etnológico, Berlín.Foto: Bridgeman
Por ejemplo, las observaciones efectuadas por George Eaton –el osteólogo que acompañó a Bingham– resultaron finalmente desacertadas. La grácil apariencia de los esqueletos excavados en numerosas grutas funerarias indujo a la equivocada conclusión de que Machu Picchu fue un refugio habitado casi exclusivamente por mujeres consagradas al servicio de la religión, las acllas y mamaconas, a las que los conquistadores europeos llamaban «vírgenes del sol».
En realidad, el número de mujeres que residían en el lugar estaba muy próximo al de los hombres. La población total de Machu Picchu era de aproximadamente mil habitantes, distribuidos entre los dos centenares de estructuras erigidas en el sitio. Entre las actividades productivas principales se contaba el cultivo del maíz y de la hoja de coca para uso ceremonial por parte del Imperio.
ENTRE LA AVENTURA Y LA CIENCIA
Los errores cometidos no deberían empañar la valiosa y titánica obra documental realizada por Bingham y sus colaboradores.
No puede dejar de ponderarse el esfuerzo que significó despejar las construcciones de su densa cobertura vegetal, trabajando en condiciones de calor agobiante, humedad constante y con los riesgos físicos que entrañan las cumbres andinas. Kenneth Heald, el topógrafo del grupo, con habilidades de escalador, dejó un relato dramático y hasta escalofriante de la primera ascensión exploratoria al pico Huayna Picchu.
Las espinas se clavaban en las carnes de los expedicionarios y los tendones de sus hombros prácticamente se desgarraban en su esfuerzo para evitar una caída potencialmente fatal hacia uno de los precipicios que rodean a la montaña.
La aguja de granito que enmarca a la ciudadela de Machu Picchu no pudo ser «coronada» hasta que los exploradores norteamericanos dieron finalmente con unas escalinatas hábilmente labradas por los incas en la roca viva de la montaña.
La importancia del maíz. El maíz era un cultivo principal en machu Picchu, de e´l se obtenía una bebida ceremonial, la chicha. Trabajo de la tierra en la Crónica de Poma de Ayala. siglo XVII.Foto. Bridgeman
Machu Picchu comenzó a ser construido a mediados del siglo XV, en tiempos de Pachacuti, el primer Inca del que se encuentran referencias históricas, quien fuera responsable de cimentar las bases del Tahuantinsuyu, el imperio de las Cuatro Regiones del Sol. La ciudad fue erigida, habitada y abandonada en menos de cien años.
Su estilo arquitectónico es claramente «imperial tardío», y no se han descubierto indicios de ocupaciones anteriores a los incas o posteriores a la conquista europea. La virtual ausencia de elementos metálicos de uso ceremonial sugiere que el abandono del sitio se llevó a cabo de forma planificada.
La enigmática localidad cuenta con un sector ceremonial, otro de uso residencial y conjuntos de terrazas de cultivos. Es posible que la monumentalidad arquitectónica y la cualidad escenográfica de Machu Picchu, con sus empinadas terrazas que penden sobre los abismos, respondiesen al objetivo de causar una admiración reverencial entre los pueblos vecinos de los incas, en particular entre los chancas, sus tradicionales enemigos.
En las estribaciones orientales de los Andes se encuentran numerosos conjuntos de ruinas que parecen corresponder a «ciudadelas» vinculadas a la vigilancia territorial, y que combinan características ceremoniales y defensivas. Sin embargo, en el caso de Machu Picchu, la función defensiva habría sido sólo secundaria a juzgar por la proporción y calidad de su arquitectura religiosa.
Una tierra escasa. En los andes hay poca tierra llana y cultivable; de ahí´ que machu Picchu este´ rodeada de terrazas artificiales de cultivo, conocidas como andenes.Foto: iStock
En 1993, los arqueólogos Richard L. Burger y Lucy Salazar propusieron interpretar Machu Picchu como una residencia real de uso temporal para la familia extendida del Inca Pachacuti: la panaca, compuesta por todos los hijos del soberano excepto su heredero.
En este espectacular enclave, situado aproximadamente a una semana de marcha de la capital del Imperio, Cusco, el emperador y sus allegados podían disfrutar de las bellezas del entorno paisajístico y del benigno clima de la selva.
Para llegar hasta allí en peregrinación desde las frías alturas serranas de Cusco había que recorrerun camino ceremonialjalonado por numerosos conjuntos arquitectónicos que compiten en majestuosidad.
UN CENTRO SAGRADO
Hoy en día, los turistas que llegan a Machu Picchu siguiendo el famoso «camino del Inca» tienen la posibilidad de seguir los pasos de Pachacuti a lo largo de más de cuarenta kilómetros de antiguos senderos pavimentados, en los que pueden admirar la impactante belleza de Runku Rakay, Sayacmarca y Phuyupatamarca, conjuntos de ruinas explorados todos ellos por Hiram Bingham y sus colaboradores entre 1912 y 1915.
Cada uno de estos yacimientos atestigua la pericia constructiva de los incas y su inigualable don para fundir la arquitectura de piedra con las formas del paisaje montañoso de los Andes.
Un enclave en lo más alto. Emplazada en una superficie con fuertes pendientes, en machu Picchu abundaban las escaleras de piedra y las terrazas que actuaban como muros de contención.Foto: iStock
La clave de la ubicación de Machu Picchu viene dada por su relación con las montañas circundantes, a las que los incas veneraban intensamente. Así lo interpreta el antropólogo estadounidense Johan Reinhard, explorador residente de National Geographic, quien ha definido las ruinas como un auténtico «centro sagrado». La ciudadela habría constituido un lugar privilegiado para la iniciación de los expertos rituales incas, en virtud de la proximidad a los picos montañosos que la rodean.
El señor del mundo. En este óleo del siglo XVIII se representa a Pachacuti, el primer gran soberano del Tauhantinsuyu, «las cuatro regiones», como llamaban los incas a su imperio. Foto: Bridgeman
Para empezar, la ciudad está enclavada en una cresta entre dos montes claramente vinculados en el plano simbólico y lingüístico: el pico viejo o Machu Picchu (2.900 metros) y el pico nuevo o Huayna Picchu (2.600 metros). Ambos forman parte de las últimas estribaciones del nevado Salcanta y que, con más de 6.000 metros de altitud, es una de las montañas más veneradas desde tiempos antiguos. Además, la cresta donde se extienden las ruinas de Machu Picchu se encuentra circundada, casi en su totalidad, por el cauce del Urubamba, el río sagrado cuyas aguas descienden del lejano Ausangate, el monte más destacado y sagrado en el corazón del territorio inca.
Los nevados de Pumasillo y Verónica, que se pueden ver desde el sector ceremonial de Machu Picchu, también eran homenajeados ritualmente a escala local.
En época de equinoccios y solsticios, por ejemplo, los sacerdotes incas se debían de congregar en el escenario ceremonial del intihuatana, una roca labrada que actuaba comognomon o reloj solar,empleado para observaciones astronómicas y calendáricas.
Desde allí, en el recinto más sagrado de la ciudadela, habrían podido observar la salida y la puesta del sol por los cerros de San Miguel y San Gabriel, entre otras elevaciones prominentes visibles en el horizonte.
El principio del fin: 1532. El inca Atahualpa (arriba) marcha al encuentro de Francisco Pizarro en Cajamarca, donde el conquistador español lo tomará prisionero. grabado del siglo XVII.Foto: Bridgeman
Ha transcurrido más de un siglo desde el gran descubrimiento científico que protagonizó Hiram Bingham. Más allá de las controversias académicas sobre la función originaria del yacimiento es indudable que este explorador logró transmitir al mundo occidental la fascinación por el magnífico legado de los incas que es Machu Picchu.
Numerosos arqueólogos peruanos y extranjeros continúan el estudio de esta antigua ciudad en las nubes. Junto a ellos, cada año llegan a Machu Picchu más viajeros, entre los cuales se cuentan amantes del turismo místico y de la Nueva Era, que han actualizado el papel de Machu Picchu como centro de peregrinaje e iniciación religiosa. De este modo, en pleno siglo XXI, la ciudad que supo permanecer secreta en el corazón de los Andes vuelve a cumplir el papel de centro sagrado que los incas le asignaron hace medio milenio.
Imagen de portada: El nido de águilas de los incas. En las estribaciones de los Andes peruanos, a 2.438 metros de altura, se alzan las ruinas de Machu Picchu, la imponente fortaleza erigida por el Inca Pachacuti en 1450.. Foto: iStock
FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Javier Flores. 8 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/Incas/Arqueología/Descubrimientos
Unos vestigios de muros, pavimentos y silos han sido descubiertos de manera fortuita en pleno centro de Barcelona durante las obras de renovación dela Vía Laietana.
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En el marco de las obras que se están llevando a cabo en la céntrica calle de la Vía Laietana, en Barcelona, han aparecido nuevos restos arqueológicos cuya mayor o menor importancia se dilucidará en las próximas semanas. Según las primeras investigaciones se trataría de vestigios procedentes de la Edad Media y la época moderna.
El subsuelo de Barcelona esconde, en múltiples capas, una gran cantidad de restos arqueológicos que son un reflejo de las distintas épocas históricas que han dado forma a la ciudad. Desde huellas de la Barcino romana hasta las calles y casas de la antigua Barcelona que fue untrágico testigo del fin de la guerra de sucesiónespañola a principios del siglo XVIII.
Es muy habitual que debido a los trabajos de modernización de la ciudad aparezcan de manera espontánea restos arqueológicos. Y es precisamente lo que ha ocurrido con las actuales obras de remodelación de la Vía Laietana, que empezaron el año pasado y tienen previsto concluir a mediados de 2024, según explica el ayuntamiento de la Ciudad Condal.
HALLAZGO ARQUEOLÓGICO EN EL CENTRO DE BARCELONA
En respuesta al aviso de los trabajadores, un equipo de arqueólogos ha acudido al lugar del hallazgo, un tramo de la Vía Laietana donde actualmente se encuentra la plaza Antoni Maura. Tras las primeras averiguaciones, se confirma que han aparecido partes de varios muros, pavimentos y silos. Los expertos seguirán trabajando para determinar con seguridad la naturaleza y la época exacta a la que pertenecen los restos.
La Vía Laietana es una calle relativamente moderna de la ciudad que se abrió a principios del siglo XX y, según ha explicado en Twitter el periodista David Martínez, experto en historia de Barcelona, justo en el punto del descubrimiento se hallaba antiguamente la calle Pont de la Parra. Si lo que ha aparecido son sus restos es algo que todavía no se puede afirmar.
Lo que sí parece una evidencia es que esta zona urbana ha sido desde siglos atrás un punto muy dinámico de las diferentes épocas históricas de Barcelona, ya que también aquí fue desenterrada una antigua villa romana y los restos de unas sepulturas cristianas del siglo V d.C.
Imagen de portada: Barrio Gótico; Barcelona.
FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Guiomar Huguet Pané. 7 de febrero 2023.
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