“España está sobre construida: Hay que empezar la deconstrucción” 

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¿Qué ocurrió en España para que el país pasase de ser el segundo en el mundo en proteger los paisajes –lo hizo la Constitución de 1931– a llenar sus líneas de costa de caos urbanístico o tirar los edificios singulares de sus ciudades? A raíz de su último libro, España fea (Debate), Andrés Rubio se adentra en la raíz del problema: las legislaciones poco eficientes, la historia política reciente o el ‘tirón’ de la especulación explican muchas de las causas que han llenado la geografía española de cuestionables moles.

Leyendo España fea queda claro que el régimen franquista tuvo un elevado impacto en cómo es ahora el paisaje y en sus problemas. ¿Por qué, ahora que hablamos más de memoria histórica, olvidamos esta cuestión y no le damos tanta importancia cómo quizás deberíamos? 

Desde luego, la memoria histórica debería incluir la memoria urbanística. El franquismo supuso una regresión claramente terrible en este campo, como en casi todos. La II República catalizó un movimiento que venía desde finales del siglo XIX, el del urbanismo avanzado. El movimiento moderno –que es el racionalismo en la arquitectura– tuvo un momento dorado en esos años. El franquismo zanjó todo esto y volvió a un tipo de arquitectura neo folclorista regionalista, lo que supuso una profunda vuelta atrás de la que España nunca se ha recuperado.

Cuando terminó el franquismo se hizo un ejercicio de replantearse qué había pasado y cómo deberían cambiar las cosas, pero muchas de las prácticas que eran habituales en el urbanismo durante los años sesenta y setenta permanecieron en el diseño de nuestras urbes. 

El tema crucial es ver cómo la democracia no terminó con las malas prácticas del franquismo. Esto es una de las cosas que más me sorprendió durante la investigación, ver que la degradación urbana continuó en la democracia y que no se hizo casi nada para detener ese proceso. El franquismo había adoptado el modelo estadounidense: desregulado, expansivo y que da el poder a la iniciativa privada (y que pierde el concepto de tutela pública). Lo hizo por diferentes razones, pero sobre todo por el dinero que llegó de los últimos coletazos del Plan Marshall, por las misiones de expertos que fueron a formarse a Estados Unidos en esa cultura –y que la trasplantaron a España– y porque ese modelo desregulado le venía como anillo al dedo a un régimen que era fundamentalmente corrupto. De aquellos polvos, estos lodos. La democracia no supo detener este proceso, que se complicó aún más cuando, de una manera totalmente irreflexiva, los padres de la Constitución cedieron las competencias de urbanismo sin filtros a las comunidades autónomas. De ahí que esa desregulación y esas malas prácticas se multiplicaran por 17. Y suma el gran poder que tienen en España los ayuntamientos.

Hablando de ayuntamientos, en España fea se muestran historias paralelas de municipios con trayectorias con finales divergentes: buenas prácticas frente a caos urbanístico, pero con similares puntos de partida. ¿Cuál es la clave de que te toque, por así decirlo, un alcalde bueno? 

El quid de la cuestión está lamentablemente en las individualidades. A Santiago de Compostela le tocó con Xerardo Estévez [alcalde que protegió la ciudad histórica entre los años ochenta y noventa]. En Barcelona, un caso distinto porque en general hay una tradición mayor en Cataluña, tuvieron la enorme suerte de tener a Narcís Serra de alcalde, que era un hombre que sabía de arquitectura y tuvo la inteligencia de poner al frente del urbanismo a Oriol Bohigas. En total, han sido 32 años de pensamiento socialdemócrata aplicado a la ciudad, lo que convierte a Barcelona en un laboratorio urbano admirable –aún ahora– desde todo punto de vista.

¿Podemos seguir aprendiendo de lo que ambas ciudades hicieron bien? 

Sí, totalmente. De esas dos y también de otras, como Girona. Siempre que hay pensadores de la ciudad al frente, todo sale mejor. En cuanto se empiezan a colocar en los puestos de urbanismo a personas sin conocimiento en el tema, todo se viene abajo. En 1976, Giscard d’Estaing, el presidente francés, decía que había que poner como protagonistas a los «artistas de la ciudad». Él llama así a los arquitectos, los urbanistas y los paisajistas. A mí me parece que esas palabras siguen estando de rabiosa actualidad y la fórmula debería ser la misma, añadiendo a sus equipos multidisciplinares ahora que todo es mucho más complejo.

Francia es el país que usas como referencia de cómo hacer bien las cosas, pero allí muchos de sus líderes vienen de la política municipal o tienen perfiles más diversos en sus estudios que los de los políticos españoles. ¿Tenemos un problema ya de base por quién acaba teniendo el poder en términos de formación y conocimientos? 

Totalmente. En el caso de España, y con todos los respetos a los abogados, deberían despejar un poco el panorama para dar cabida a otras disciplinas. La abundancia de abogados en la política española ha llevado a una sobredimensión de lo jurídico en nuestro país, que nos devuelve aquella expresión de Michel Foucault cuando hablaba de la regresión de lo jurídico: esto acaba siendo una maquinaria infernal, y lo vemos claramente en el caso del Algarrobico, que un ponente del Supremo que estudió el caso calificó como «galimatías jurídico». Esto es letal en los temas de ordenamiento urbano. Debería haber muchos más arquitectos y arquitectas y muchos más profesionales del espacio público entre los agentes del poder. En Francia, todos los presidentes de la República son conscientes de la importancia de lo que Henri Lefebvre denominó «la ciencia del fenómeno urbano». 

Quizás en ese país ya hay una cultura popular más clara vinculada a la importancia del territorio. 

Francia es muy interesante porque es un país donde el debate sobre el síndrome de vivir el fin de los paisajes está más interiorizado por la población. Aunque en mi libro defiendo mucho el modelo francés, allí curiosamente miran el alemán, porque Francia también ha sufrido muchísimo esta epidemia de fealdad en las áreas periféricas de las ciudades o en los macrocentros comerciales, que destruyen el tejido del pequeño comercio y los centros de las localidades porque las desertifican. Todo esto en Francia está muy debatido y, curiosamente, sus expertos también achacan esta deriva negativa a las leyes de descentralización de los años ochenta: se acabó dando mayor poder a los ayuntamientos, muchas veces con alcaldes que no tenían ni idea de configuración urbana, algo que también pasó en España. Es terrible decirlo, pero no ha habido una capacidad de formar a los alcaldes ni a los presidentes de comunidades autónomas para que sean conscientes de que la configuración del espacio público es algo fundamental dentro de su tarea política: si tú configuras bien el espacio público estás creando atmósferas de justicia espacial. Si dejas que el bloque inmobiliario campe a sus anchas, estás creando escenarios de injusticia espacial. 

Cuando hablamos de cómo se organiza el territorio y la España fea, por tanto, no estamos solo ante una cuestión estética. ¿Está también creando brechas en la sociedad que vive en esos espacios? 

Se crean cicatrices y se rompe el equilibrio de la igualdad, aquello que Tony Judt llamaba «el compromiso con el perfeccionamiento de lo público». Si tú perfeccionas los espacios públicos, estás logrando espacios igualitarios. Si no los tienes en cuenta, abres fisuras: creas una ciudad de los ricos y otra de los pobres. Fomentas lo que el urbanista danés Jan Gehl llama con mucha gracia el «urbanismo de cagada de pájaro», en el que los arquitectos sobrevuelan la ciudad y van soltando sus excrecencias sobre el territorio sin tener en cuenta la configuración del espacio público. Este tipo de urbanismo es clarísimo en grandes tramos de la costa española, como la Costa del Sol, y es fruto de ese dejar hacer al bloque inmobiliario sin controles. 

En esta ola de destrucción de paisajes, ¿se está olvidando al patrimonio industrial? Es lo primero que cae ante la piqueta y no suele ser llorado, aunque también es historia colectiva. 

Completamente. Hay que establecer un filtro, porque no todo vale en el patrimonio industrial, pero lo que sí vale hay que mantenerlo. Forma parte de la memoria de los ciudadanos. El caso más flagrante es el de la Ría de Bilbao, donde han tirado edificios industriales de mucho valor. El modelo que ha seguido Bilbao es el de lo cuqui y ya se ha llevado por delante una buena parte de la memoria de la ciudad. Es una pena porque la ciudad tiene un modelo de regeneración urbana en muchos aspectos, pero no en este. Esa política urbanística del salvajismo neoliberalizador sigue cerniéndose sobre muchísimos puntos del territorio. Volviendo a Henri Lefebvre, el gran filósofo de lo urbano, él ya pedía en los años setenta un plan estratégico del Estado porque la ciencia del fenómeno urbano es tan compleja que necesita ese pensamiento desde arriba para ordenar el territorio. Eso es lo que no se ha hecho en España ni tiene visos de que se vaya a hacer. La única esperanza que nos queda es que la Unión Europea articule grandes políticas de formación, de concienciación y de sanción tratando de buscar la ordenación del territorio para la justicia espacial. 

Sobre los modelos cuquis, si a finales del siglo XX vivíamos la dictadura del hormigón y de hacer cosas gigantes, ¿en el XXI hemos vivido entonces una del cuquismo? Las ciudades se han ido llenando de esculturas que son «momentos foto». 

Esculturas horrendas. El tema es anecdótico porque se pueden quitar, pero es una disneyficación del espacio público tan azucarada como repulsiva. Estas esculturas urbanas que no pasan ningún filtro estético y que encuentras por todas partes, junto con las rotondas, serían un poco la metáfora de este concepto de la urbanalización. Ahora mismo, en cualquier caso, yo creo que lo cuqui está en franca decadencia, porque afortunadamente están ganando terreno otros conceptos, como, por ejemplo, el consumo cero de suelo. Esa idea es fundamental, porque España está sobre construida y hay que empezar la deconstrucción. ¿Cómo se hace esto? Muy fácil: hay un colectivo en Madrid que se llama n’Undo que tiene un lema impresionante que es «deshacer, rehacer y no hacer». En el no hacer se incluye este consumo cero de suelo, deshacer que es desmantelar sin ningún problema los puntos conflictivos y rehacer que es intervenir sobre lo ya construido. A partir de ahí se abre toda una panoplia de posibilidades impresionantes. Los arquitectos y arquitectas jóvenes de la nueva generación están ya en ello.

Más allá de lo que puede hacer la Unión Europea, ¿es esa nueva sensibilidad por lo sostenible un antídoto para paliar esta España fea?

El antídoto es esto, efectivamente, y empezar a zurcir. El zurcido urbano es un concepto muy de los años ochenta y noventa. Zurcir es como recoser y que quede perfecto lo que estaba estropeado. Es una fórmula que tiene arquitectas estupendas que están ya trabajando esa vía, como Itziar González Virós, Carlota Eiros o Marina Fernández Ramos. También son muy interesantes los espacios no binarios, espacios que se recuperan y que tienen –y que se les busca– diferentes usos, con materiales desnudos, instalaciones vistas, espacios de descanso y productivos unidos e intervenciones pequeñas donde la sensibilidad, el color, la luz y el diseño son aportaciones fundamentales. Hay una nueva generación que está investigando de una manera distinta, sobre todo partiendo de esta premisa de lo sostenible y de esa idea de que hay que dejar de consumir suelo, de que el territorio está sobre construido y ya no hace falta seguir construyendo. 

Imagen de portada: Andrés Rubio (Por Alfredo Arias)

FUENTE RESPONSABLE: Ethic. Por Raquel C. Pico. 15 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Urbanismo/Historia/Políticas Públicas/ Arquitectura/Actualidad.

Antonio Corbí: «El arte, en cuanto expresión o manifestación de la belleza, está vinculado a lo más profundo del ser»

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El pasado 8 de noviembre, los responsables de la iglesia de San Nicolás y San Pedro de Valencia presentaron los trabajos de restauración en abierto de dos tablas pintadas por Yáñez de la Almedina, un discípulo español de Leonardo. La reparación de ambas piezas, que pertenecieron a un políptico hoy perdido, es un hito más en el proceso de «vuelta a la vida» de uno de los templos más apreciado por los valencianos. El evento estuvo a cargo de los restauradores y del párroco, que cedió la palabra a los técnicos tras una pequeña introducción que sorprendió a los presentes por su claridad y erudición. 

Antonio Corbí [Carcaixent, 1962] es el párroco de esta iglesia desde el año 2013 y habla como un auténtico experto en rehabilitación. Sus palabras, más allá de lo puramente artístico, descubrieron a un emprendedor hombre de negocios cuando se refirió a los aspectos terrenales, a un pastor de sus rebaños en el sentido evangélico del término y a un ser humano comprometido con los más necesitados. Las tres vertientes de su discurso guardaron un equilibrio perfecto sin otorgar a ninguna de ellas un peso específico mayor que las restantes: San Nicolás constituye, en el siglo XXI, una fórmula de gestión ejemplar en la que se conjugan lo artístico, lo religioso y lo social en esta popular parroquia de la capital del Turia.

Quedamos con Antonio para el 2 de diciembre, justo el día en el que se publicaba el estudio de InterNations que ha colocado a Valencia en primer lugar en el Expat City Ranking 2022 como la mejor ciudad para vivir. Mientras tomamos un café antes de acomodarnos en la sala capitular donde va a tener lugar la entrevista, me cuenta que su familia paterna es originaria de Salinas, una población del valle del Vinalopó, en Alicante, famosa por los depósitos de sal que dejaba una laguna de surgencia que ya no existe y que proveía de salmuera a las más famosas salinas de Torrevieja: es el cambio climático, apostilla con cierta nostalgia de aquellos días en los que visitaba a su bisabuelo, labrador y salinero.

Hábleme de usted y de su formación. Por la manera en la que se expresa parece licenciado en Historia del Arte.

No, no, cursé la carrera de Derecho en la Universidad de Valencia [1980-1985] y posteriormente me licencié en Filosofía y Teología en la Universidad de Navarra [1985-1991]. En 1992 me enviaron a Roma para hacer la tesis doctoral en el Tribunal de la Rota y completar mi formación jurídica.

¿Sobre qué versó?

Sobre derecho procesal canónico en un estudio comparativo sobre el ministerio público en el ordenamiento civil y el ordenamiento canónico.

¿Se quedó en Roma una vez defendida la tesis?

No, en 1994, Agustín García-Gasco, al que no conocía, me llamó para ofrecerme la secretaría del arzobispado porque se había propuesto renovar muchas instituciones eclesiales y quería contar conmigo para ello; fui su secretario durante diecisiete años, hasta que él enfermó y murió en 2011. Durante esos años en el arzobispado se acometieron reformas en el ámbito educativo, se actualizaron los estatutos de los sesenta y cuatro colegios diocesanos que se agruparon en una fundación y se constituyó la Universidad Católica de Valencia, se crearon centros de formación y se estableció la fundación de La Luz de las Imágenes para la que redacté los estatutos en mi condición de letrado.

También se reformaron en esa época las estructuras de gobierno eclesiástico, se puso en marcha la primera agencia de noticias de una diócesis española [emisora de radio y televisión], se organizó la participación en iniciativas pastorales y en las jornadas internacionales en torno al año 2000, el del Jubileo. Había mucho trabajo por hacer y en muy diferentes frentes.

¿Desde cuándo es el responsable de San Nicolás? 

Llegué en septiembre de 2013. Nunca imaginé que podía ser párroco de San Nicolás. El arzobispo me llamó y me ofreció esa posibilidad, que acepté.

He leído que tomó el relevo de Julián Magro, el arquitecto-sacerdote con quien se iniciaron los trabajos de restauración.

Es una historia curiosa que conozco de primera mano porque yo en aquellos momentos era el secretario de Agustín García-Gasco. Hubo tres personajes clave cuya trayectoria fue paralela: Vicente Martínez, médico radiólogo del Hospital de la Fe y profesor de la Facultad de Medicina, Vicente Pons Alós, profesor titular del departamento de Historia Medieval de la Facultad de Geografía e Historia y Julián Magro, arquitecto y profesor de la Escuela Politécnica de Valencia. Los tres tenían historias parecidas, querían profesar como sacerdotes, llegó el momento, se prepararon los tres y se ordenaron.

¿Eran vocaciones tardías?

Pues, sus años tenían, pero yo creo que las vocaciones nunca son tardías [ríe]. Los tres tienen una historia parecida y, una vez ordenados, Agustín envió aquí a Julián Magro porque, conociendo la situación en la que se encontraba el templo le dijo: Julián, tú te vas a ir a San Nicolás a ver qué puedes hacer allí.  Y lo nombró, además, arquitecto de la catedral. Se produjo entonces uno de esos momentos [mágicos] en la historia del arte y de los artistas y es que en la catedral se descubrieron los famosos ángeles renacentistas debajo de la bóveda barroca, que era de primer orden y la había hecho el mismo arquitecto que hizo la decoración arquitectónica barroca del templo, porque aquí, en San Nicolás, el templo era gótico y se revistió de barroco con una singularidad enorme.

¿Qué encontró cuando llegó?

Desde hacía unos años habían confluido una serie de circunstancias afortunadas para la revitalización de la parroquia más allá de su dedicación religiosa, aunque no existía, por falta de recursos económicos, una programación previa de la totalidad de un proceso que se inició con la reparación de algunos elementos arquitectónicos, siguió con la limpieza y reconstitución de los frescos de las bóvedas y ahora se ocupa de objetos de menor tamaño, aunque no de menor importancia. 

Los arreglos se fueron previendo según las necesidades más inmediatas, pero las ayudas se han ido encadenando y el resultado, aun sin pretenderlo, parece sujeto a un plan providencial bien estructurado de antemano.

¿No existía un plan integral previo de restauración de todo el conjunto?

No, no existía. Como te he dicho, bajo la dirección del anterior párroco se hizo una primera intervención para solucionar los graves problemas que había en los ventanales de la bóveda. En aquellos años se hizo también una modesta intervención en la capilla mayor. Se hicieron también los primeros estudios para intervenir en la bóveda y proceder a la restauración pictórica para completar otras intervenciones que en un primer momento no estaban previstas [pavimentos, capillas laterales, instalaciones eléctricas, etcétera].

Fue fundamental la voluntad de la Fundación Hortensia Herrero que asumió y aceptó el programa que se le propuso que incluía otras partes del edificio. Aceptó también restaurar la capilla de la comunión [un anexo barroco] y, finalmente, la parte de la cabecera del templo. En 2014, obtenidas todas las autorizaciones, comenzaron las obras y con ellas se fue tomando conciencia de que era necesario ampliar el plan; han sido nueve años divididos en tres grandes fases. 

Y terminado eso, lógicamente había que continuar porque el patrimonio que tiene esta parroquia en elementos muebles es de extraordinario valor y estaban en una situación muy complicada. Y todo ello manteniendo el templo abierto al culto. En 2016 terminaron las obras de la bóveda, en 2019 las de la capilla de la comunión y en 2022 las de la cabecera. Hemos empezado un proceso y nos queda mucho por recorrer.

Un templo gótico que más tarde fue reconvertido en barroco.

En la tradición, las iglesias góticas se transformaban en barrocas construyendo una bóveda de medio punto debajo de los arcos apuntados, pero, en el caso de San Nicolás, como no era muy alta, si se construía la bóveda desaparecían las ventanas. La singularidad de la que te hablaba consistió en que se rellenó el espacio entre los nervios que sostenían los plementos góticos para conseguir superficies lisas, pero manteniendo la entrada de luz natural y de ventilación. Si te fijas, se siegue viendo la estructura gótica, aunque adaptada para que se pudiera pintar sobre ella; pero eso hace que tenga una complejidad añadida porque se generan muchos rincones y las perspectivas, los ángulos, son mucho más difíciles de resolver; no tienen la sencillez de una superficie lisa.

Y el trabajo pictórico se encarga a Antonio Palomino, pintor de cámara del rey Carlos II.

Precisamente que fuera Antonio Palomino [1655-1726] el que hizo el diseño era muy oportuno porque era matemático, y también se ordenó sacerdote después de enviudar; toda su formación artística fue en el juego de las perspectivas, hizo una aplicación de sus estudios matemáticos a la pintura y cuando hace el planteamiento yo creo que tiene muy en cuenta ese bagaje profesional para poder diseñar el esquema iconográfico de la bóveda con su complejidad que, por otro lado, es todo un adelanto del mundo ilustrado del siglo XVIII.

Sí, porque no es solo la complejidad matemática sino el programa evangélico que Palomino diseña con un conocimiento extraordinario de las Sagradas Escrituras y de las hagiografías de los santos titulares [San Nicolás de Bari y San Pedro de Verona].

En efecto, demuestra un gran conocimiento teológico, escriturístico y luego toda su formación que es la de un auténtico maestro; y el discípulo, Dionís Vidal, que es el que ejecuta de modo directo y principal todo el proyecto, también demuestra que sabe seguir de cerca al maestro. Aquí se ve que hay algunas obras de arte en las que el discípulo, si no supera, sí llega a igualar al maestro. 

Sin embargo, al leer la historia de esta iglesia a lo que se da importancia es a la programación de Palomino, sin que parezca tener mucha relevancia la obra del auténtico ejecutor, Dionís Vidal.

Así es, pero es indudable que hay una simbiosis entre uno y otro y que Vidal aportó también sus puntos de vista. Era un verdadero artista.

Cuando se habla de esta iglesia siempre se la nombra como la «Capilla Sixtina» de Valencia, aunque no pertenecen a la misma época, sus planteamientos son diferentes y aquí la complejidad de la temática es mayor que en la Capilla Sixtina.

Bueno, aquí la analogía, porque es una analogía y no una comparación, la hizo Gianluigi Colalucci [director de la restauración de la Capilla Sixtina] al que conocía Pilar Roig, la directora del Instituto de Restauración y de nuestro equipo, desde años atrás, y cuando comenzó la restauración, le propuso como una alta dirección y un asesoramiento para los trabajos que se iban a realizar aquí. La verdad es que la bóveda estaba muy deteriorada y no se sabía muy bien qué íbamos a encontrar, aunque se habían hecho unos estudios previos que habían determinado las patologías, pero, claro, una cosa es el diagnóstico previo y otra empezar a tratar al paciente y encontrarse con lo que uno no espera.

Colalucci vino aquí, conocía la situación porque había seguido de cerca los trabajos de diagnosis y cuando empezó la restauración estuvo siguiendo la evolución de las obras y él mismo quedó sorprendido de la belleza, el colorido y la calidad de los frescos que iban apareciendo; eso recuerda que cuando se hizo la restauración de la Capilla Sixtina hubo una gran polémica porque Colalucci les devolvió una luz y un colorido que eran desconocidos para los que la contemplaban. 

Yo creo que él evocaba de algún modo aquella luminosidad que había devuelto a la bóveda de la Sixtina y que era comparable a la luz con la que se estaba devolviendo el esplendor a una bóveda muy oscurecida y deteriorada. Él hizo entonces esa afirmación, con cierto humor, de que esto iba a ser la Capilla Sixtina de España y esa es una frase que hizo enorme fortuna, es una frase-marketing y creo que la restauración ha tenido ese eslogan. 

Pero, indudablemente, son autores distintos, épocas distintas, estilos diversos, no es comparable ni tan siquiera la superficie porque la Capilla Sixtina tiene ochocientos metros cuadrados y aquí hay mil ochocientos, aunque la referencia como analogatum princeps es obligada, porque la Sixtina es un monumento emblemático de la historia del arte, una referencia obligada.

En cierto modo también han corrido paralelos los dos templos, el Vaticano y San Nicolás en sus grandes momentos constructivos. Da la impresión de que todo responde a un plan bien organizado y que se ha ido de lo general [arquitectura, frescos] a lo particular [tablas, música, orfebrería, vestiduras talares, etcétera].

No creas, eso tiene su historia también. La primera idea que tuvieron los mecenas fue restaurar la bóveda.

El impulso de la restauración, ¿fue de los mecenas o de la propia iglesia?

Convergen, hay una convergencia que, en este caso hay que atribuir a la Providencia [ríe] porque no se conocían; Julián no conocía a la familia Roig y estos no conocían al párroco-arquitecto, pero sí que había algo de base que era la devoción a San Nicolás presente en la sociedad valenciana y Hortensia Herrero frecuentaba esta iglesia. Ella es madre de cuatro hijas, dos de las cuales han celebrado aquí sus matrimonios y, gracias a este hecho, se interesó por los frescos de los que conocía bien su deterioro; quiso intervenir financiando la restauración a través de la fundación sin reparar en gastos.

Por otra parte, el volumen de lo que había que hacer superaba toda posibilidad y la única confianza era que la administración pública asumiera un proyecto de restauración, pero eso era difícil y eran años de dificultades porque hablamos de los años de crisis económica, bien entrada la década del 2000.

El mecenazgo privado es fundamental. La pretensión de que la administración se ocupe y sea la protagonista de todo no conduce a resultados eficaces ni deseables. Si la restauración de San Nicolás la hubiese hecho la administración pública habría costado tres veces más y no se habría terminado aún. A la administración le corresponde establecer un marco de garantías y debería centrar sus esfuerzos en fomentar el mecenazgo privado. Pensar que para que algo sea bueno o funcione bien tiene que pertenecer o ser gestionado por alguna administración del Estado es una necedad. Por mi formación estoy plenamente convencido del principio de subsidiaridad: el Estado ha de ser subsidiario. La protagonista debe ser la sociedad civil. En el caso de San Nicolás, las instituciones públicas han otorgado los permisos oportunos en tiempo razonable, han seguido con interés los trabajos, han cumplido sus deberes de inspección y nos han reconocido oficialmente como museo.

De la mano de la Fundación Hortensia Herrero llegó entonces la propuesta de restauración pictórica. 

Sí, llega la primera propuesta que fue la de la restauración pictórica, pero Julián se opone, con buen criterio porque no se podía acometer tal trabajo sin reparar antes los daños arquitectónicos. Él reconduce el tema y consigue que se reparen en primer lugar las ventanas —algunas estaban tapiadas—, así que el primer trabajo fue ese para garantizar la ventilación y evitar las inundaciones que se producían cada vez que llovía.

Él estuvo aquí hasta que enfermó y falleció en el momento justo en el que ya se estaban llevando a cabo las propuestas para la intervención pictórica pero no existía ni se planteó como un plan integral de restauración del edificio, solo existía el deseo de reparar las cubiertas y ventanas y recuperar las pinturas.

En esa situación es cuando llego yo; en el 2013 me llamó el nuevo arzobispo para ofrecerme ser el párroco de San Nicolás y acepté el cargo a sabiendas de que era mucho más que un trabajo pastoral. Era un reto muy bonito, conocía a Pilar Roig porque durante mi etapa como secretario del arzobispado se habían acometido restauraciones muy importantes, entre ellas la de la cúpula de la basílica de la Virgen de los Desamparados, y cuando me encontré el proyecto en manos de Pilar yo ya sabía que iba a ser de una gran importancia.

Esta iglesia cuenta con un departamento propio de conservación y restauración, lo que da idea del trabajo que se realiza.

En el desarrollo de la obra ha habido un trabajo en equipo y una participación conjunta: por una parte, la Fundación Hortensia Herrero, mecenas del proyecto, que ha seguido muy de cerca los estudios y la ejecución de la obra, y desde el lado técnico, la participación del arquitecto-director del proyecto, Carlos Campos, y del Instituto de Restauración de la UPV, bajo la dirección de Pilar Roig, así como la empresa constructora EMR [Estudios y Métodos de Restauración]. 

Y, por supuesto, la propia parroquia porque no se puede olvidar el conocimiento de los usos del edificio a la hora de llevar adelante un proyecto así. En buena medida, lo que se celebra en su interior configura el propio edificio: sus dimensiones, orientación, ventilación, iluminación, etc. Por otra parte, la restauración de la obra artística no puede olvidar el mensaje que trasmite; ese mensaje ilumina la comprensión de la obra misma.

Creo que ha sido un trabajo en equipo, todos hemos aportado criterios y conocimientos, cada uno desde su perspectiva y competencia.

¿Qué les queda por hacer?

Un edificio de estas características se encuentra siempre en permanente restauración, pero es cierto que la gran obra de restauración del inmueble se ha realizado en estos últimos diez años y podemos darla casi por concluida. 

El Departamento de Conservación de San Nicolás se puso en marcha el año pasado. Después de la restauración arquitectónica y pictórica de estos años, hemos observado también la necesidad de ocuparnos de la colección artística del templo, que está integrada por numerosos elementos de diversa naturaleza, que forman parte de este Monumento Histórico Nacional. Para esto impulsé un Departamento de Conservación y Restauración formado por profesionales que se ocupan del cuidado, recuperación y puesta en valor de los fondos de la parroquia.

¿A qué fondos se refiere?

Aquí hay bienes pictóricos, orfebres, cerámicos, escultóricos, textiles y de arte en vidrio.

Tenemos una de las colecciones de textiles más importantes de la Comunidad Valenciana, hay ornamentos desde el siglo XVI hasta nuestros días que estaban guardados y ni tan siquiera inventariados; hemos documentado todos esos fondos. Y contamos también con una colección de orfebrería muy importante solo en parte inventariada.

Tenemos una colección musical muy importante también; hemos encontrado documentos que hablan del órgano de San Nicolás desde el año 1468, entre ellos, el encargo que se hace al pintor Pedro Cabanes para que pinte las puertas y unos años más tarde, a mediados del XVI, hay otro encargo semejante que se hace al organero Pedro Serrano para que se redecoren esas mismas puertas. Es decir, San Nicolás ha tenido un órgano desde el siglo XV y guardamos como tesoro los cantorales del siglo XVII, también necesitados de tratamiento. Hoy en día, el encargado de su mantenimiento es Albert Blancafort, que continúa la saga familiar iniciada por su padre, Gabriel Blancafort i París.

De todo lo anterior ya tenemos algo expuesto y el resultado de este trabajo está siendo espectacular porque con él hemos puesto de relieve, de forma global, que el templo atesora una rica y variada colección de obras de arte ocultas —de algún modo— hasta ahora, a la mirada y contemplación de sus visitantes.

¿Tienen un espacio expositivo para ello? 

Sí, arriba [de la sala capitular] pero hay que hacer los muebles, restaurar los libros, colocarlos, etc. es todo un trabajo que se ve menos, pero es muy importante. Y del archivo musical, la mayor parte se perdió en la guerra civil, pero otra parte se conservó y es lo que tenemos. De él se están sacando piezas musicales, por ejemplo, el lunes próximo se va a estrenar una pieza inédita del archivo compuesta para la víspera de la solemnidad de san Nicolás, que es el 5 de diciembre. Se va a interpretar con el coro de la parroquia y el órgano.

[San Nicolás tiene un coro propio, Studium Vocale, fundado en 1998 y dirigido desde el año 2000 por Daniel Rubio Navarro, que ofrece a menudo conciertos en esta iglesia que ha conservado su acústica primitiva a lo largo del tiempo].

Al poner tanto el foco en lo artístico, ¿se pierde un poco el sentido pastoral?

No, en absoluto, no se pierde el sentido pastoral. Al contrario: se abre un campo nuevo de evangelización. Desde la restauración y la puesta en marcha del proyecto cultural han pasado por San Nicolás cientos de miles de personas. Al contemplar las obras de arte no solo reciben una información artística, fría o descarnada; las obras, con el lenguaje propio del arte, expresan las verdades del Evangelio y permiten a muchos conocer aspectos fundamentales de la fe. Eso es también sentido pastoral. Y las obras de arte tienen ese sentido en sí mismas.

Esto enlaza con «los lunes de San Nicolás».

San Nicolás es un santuario de fe. Es una tradición multisecular que arranca en la Edad Media y que permanece muy viva; en Valencia es vivida por muchas familias. Los lunes se peregrina a San Nicolás y se pide por los hijos y por las necesidades económicas de la familia y por aquí pasan todos los lunes entre tres mil y cuatro mil personas, se celebran nueve misas y se atiende a los fieles espiritualmente, la religiosidad popular se vive en el templo con mucha intensidad.

La gente viene, participa en la eucaristía, en la misa, y luego van a la reliquia, encienden una vela, le presentan sus peticiones; la tradición dice que la gente viene andando y en silencio desde su casa, ese es el sentido penitencial de una peregrinación, guardar el silencio para encontrarse con Dios. Se forma una cola enorme para tocar la reliquia.

Esta cercanía de los fieles hace que este sea también un lugar querido para bautizar a los hijos, para contraer matrimonio, celebrar funerales, etc. Somos una iglesia viva, no un museo inerte. Esta es, lógicamente, la columna vertebral y el corazón de nuestras actividades.

Tengo anécdotas muy bonitas, por ejemplo, lo que ocurrió este año en Fallas: se hizo, como siempre, una instalación eléctrica provisional y terminadas las fallas, la instalación se incendió en la fachada de la parroquia y hubo que llamar a los bomberos que enseguida lo solucionaron. Me acerqué al jefe del destacamento para darle las gracias, pero él me contestó que estaba muy contento de haber hecho el trabajo porque había venido muchos años de la mano de su madre «a la que le he dado muchos disgustos»; le contesté que la cosa no había ido mal si ese chaval era ahora el jefe de los bomberos y me dijo que iba a coger a sus hijos y traerlos a San Nicolás porque «no sabe usted los problemas que me están dando». Hay muchas historias insólitas.

El 6 de diciembre es el día de San Nicolás. ¿Hay alguna celebración especial ahora que ya no tenemos las restricciones de la pandemia?

Se celebrarán el día 5 unas vísperas solemnes con el coro y lo que van a cantar está extraído del archivo musical. Es una pieza inédita de la que ha hecho la transcripción la directora musical, Atsuko Takano, que ha ensayado con el coro de la parroquia.

¿Cómo ha llegado una japonesa a convertirse en la organista y directora musical?

Pues porque se encontró con un valenciano en Ámsterdam estudiando el ciclo superior de órgano; se conocieron, se casaron y hoy él es el organista de la catedral y ella la organista de San Nicolás. Ella profesionalmente es organista e investigadora, estudió en Japón, pero se especializó en Ámsterdam donde conoció al que sería su marido. Es una gran organista y es, además, la titular de la orquesta de RTVE.

Da la impresión de que en esta parroquia son todo casualidades.

Es que San Nicolás es mucho San Nicolás [ríe].

Vayamos al aspecto social que usted mencionaba en la presentación del pasado día 8 de noviembre y que parece el objetivo último de toda esta organización.

Como ya he dicho anteriormente, si no hay vida, no se puede dar vida. En San Nicolás, toda la vitalización del aspecto cultural, del aspecto pastoral redunda también en la capacidad de poder ayudar y esa, para nosotros, es una misión fundamental.

Tenemos asumidos tres proyectos que no gestionamos directamente y que son, en primer lugar, el comedor social de un colegio diocesano en el barrio de Nazaret, cercano al puerto, donde hay mucha pobreza y muchas familias desestructuradas. Para entenderlo de una manera rápida: si los niños no desayunan, comen o meriendan en el colegio no lo hacen en sus casas. Y además es un colegio que está incentivando mucho el estudio a través del deporte; se ha creado un programa y los chavales que estudian pueden participar en las competiciones deportivas y los que no, tienen más difícil el acceso. El comedor también es social, pero es deficitario y nosotros nos encargamos de ese déficit para que se puedan desarrollar esas actividades.

Hay otra obra muy importante en Valencia que se llama La ciudad de la esperanza que acoge a personas sin techo y se preocupa de darles tratamientos médicos si lo necesitan e incluso formación para que puedan desempeñar algún trabajo; depende del arzobispado y tiene una fundación propia que se llama «Ciudad de la Esperanza».

Y, por último, una realidad que nos hizo presente Cáritas que nosotros atendimos y que es muy actual: se trata de los famosos menores no acompañados que llegan a la península y se quedan en una situación de vulnerabilidad extrema; se les da tratamiento médico porque muchos llegan con enfermedades, se les da formación profesional y se procura que obtengan un puesto de trabajo. Cubrimos ese ámbito ayudando en el hogar de acogida que se creó.

Los feligreses saben que sus donativos y sus limosnas tienen un fin social y los turistas que pagan por sus entradas lo saben también.

¿Todo bajo su dirección? Son tres aspectos diferentes en la gestión tanto el cultural como el pastoral y el social.

Bueno, contamos con un equipo de profesionales; aquí hay trabajando más de treinta personas y eso es todo un mundo. Hay una empresa con la que co gestionamos todas las cosas que es el Grupo Menta. Hay una unidad, esto es una orquesta, es un trabajo coral.

Cambiando un poco de tercio, yo pensé que usted era licenciado en Historia del Arte por la forma en la que se expresó en la rueda de prensa en la que se refirió a San Nicolás como «santuario de fe y de creatividad humana». Más allá del sentido pedagógico que se le atribuye al arte, ¿cree que la belleza acerca a los humanos al mundo espiritual?

Indudablemente la belleza es uno de los transcendentales del ser. Cuando se estudia metafísica, se estudia el ser que se manifiesta a través de transcendentales que son el bien, la verdad y la belleza, como decía santo Tomás de Aquino. Además, dice santo Tomás que la belleza, la verdad y el bien son convertunturas, es decir, son como realidades inseparables que van de la mano porque una lleva a la otra.  Entonces el arte, en cuanto expresión o manifestación de la belleza, está vinculado a lo más profundo del ser. 

El ser, en su dimensión transcendente, alcanza su plenitud y Dios es la plenitud del ser. Dios, en el Antiguo Testamento, cuando le pregunta Moisés: ¿Y quién digo yo al pueblo que me envía? Dios dice: Yo soy. El ser tiene esa dimensión.

Toda la bóveda, que podemos ver majestuosa desde la puerta principal hasta el altar mayor, recuerda que nuestra historia es movimiento y ascensión, es tensión hacia la plenitud, hacia la felicidad última, hacia un horizonte que siempre supera el presente mientras lo cruza y llega a la gloria de los santos. Pero, con su dramatismo, los frescos de esta bóveda también nos ponen a la vista las dificultades y riesgos de la vida humana cuando nos dejamos seducir por las fuerzas del mal, de la violencia y del error.

Antonio Palomino y Dionís Vidal nos invitan en esta bóveda a recorrer con alegría, valentía y esperanza el itinerario de la vida. Estas pinturas, con sus colores y sus formas se hacen anuncio de esperanza. La belleza, como la verdad, es lo que pone la alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste a la usura del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración. La experiencia de la belleza libera la vida diaria de la oscuridad y la transfigura: la belleza hace la vida de cada día más luminosa y alegre.

La belleza impresiona, pero precisamente así recuerda al ser humano su destino último, lo pone de nuevo en marcha, lo llena de nueva esperanza, le da la valentía para vivir a fondo el don único de la existencia. La belleza auténtica abre el corazón humano al deseo profundo de conocer, de amar, de ir hacia el más allá. San Juan Pablo II, en la carta a los artistas dijo: «La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, y el trabajo, para resurgir»

Sí, pero usted me habla desde esa concepción religiosa y yo quería verlo desde la perspectiva del mundo laico.

Bueno, es el mundo real. 

San Nicolás de Bari y san Pedro mártir tienen en común la protección de la infancia y las obras de caridad. ¿Qué sentido tiene la fe en los santos en nuestros días?

Los santos no son una casta de elegidos, sino una multitud sin número hacia la cual siempre podemos levantar la mirada. En esa multitud no solo están representados los santos oficialmente reconocidos, sino los bautizados de todas las épocas y naciones que han intentado cumplir con amor y fidelidad la voluntad divina. Al papa Francisco le gusta emplear la expresión de «los santos de la puerta de al lado». El luminoso ejemplo de los santos despierta en nosotros el deseo de ser como ellos, felices de vivir junto a Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios.

Ser santo significa vivir en la cercanía de Dios, vivir en su familia. El ejemplo de los santos es para nosotros un aliento a seguir los mismos pasos y a experimentar la alegría de quien se fía de Dios, pues la única causa de tristeza y de infelicidad para el hombre se debe al hecho de vivir lejos de Él, pero toda forma de santidad, si bien sigue caminos diferentes, siempre pasa por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo.

Las biografías de los santos describen a hombres y mujeres que, siendo dóciles a los designios divinos, afrontaron en ocasiones pruebas y sufrimientos inenarrables, persecuciones y martirios.

Cuando se entra a una iglesia casi todo lo que se ve es gente mayor. 

¿Cómo puede la belleza en su aspecto transcendente atraer a la gente en una sociedad tan secularizada?

Yo creo que atrae. Estos días estamos celebrando la novena de la Inmaculada y vienen más de cien jóvenes. El sábado próximo tendremos la misa del corredor con la bendición de dorsales de los que van a correr la maratón. El domingo pasado teníamos la parroquia llena de niños.

Es verdad, vivimos en un mundo de fuerte secularismo y de crisis en la trasmisión de la fe, parece que no somos capaces de trasmitir la fe a los jóvenes. Eso se nota en la gente joven pero también la gente joven percibe el sentido religioso y trascendente de la vida y se queda admirada con el arte, incluso los niños se quedan impresionados con el arte y con la música, el órgano, el coro y la polifonía.

Y, por otro lado, es lógico que la gente mayor sea la que más frecuenta la iglesia porque va llegando a la madurez de la vida. Lo triste sería y lo triste es que haya gente mayor que no se acerque.

Yo puedo entender que desde el vitalismo de un joven se vean las cosas como un poco más lejanas. Una persona con determinados años es natural que empiece a considerar la vida desde otras perspectivas y se acerque más a lo trascendente.

¿Es ese el sentido último de un proyecto cultural como este?

El sentido pastoral o de transmisión de la fe no es unívoco. No se trata solo de que la gente pueda venir a misa; para que nos entendamos, se trata de transmitir unos valores, unos principios, una visión del mundo y de la vida y eso lo transmite sencillamente lo que hay aquí. Contando sencillamente lo que hay, se está transmitiendo.

El Evangelio está expresado en el arte de este edificio, entonces basta con contemplarlo para percibir el mensaje.

Es una concepción que tiene mucho de neoplatonismo.

Platón, en la lejana Grecia, nos recordó que la función de la verdadera belleza consiste en dar al ser humano una saludable «sacudida» que lo hace salir de sí mismo, lo arranca de la resignación, del acomodamiento del día a día e incluso lo hace sufrir, como un dardo que lo hiere, pero precisamente de este modo lo «despierta» y le vuelve a abrir los ojos del corazón y de la mente, dándole alas e impulsándolo hacia lo alto: el mundo de las Ideas, el mundo de la Belleza.

Me gustaría recordar una cita atrevida y paradójica del gran Dostoievski que nos invita a reflexionar: «La humanidad puede vivir sin la ciencia, puede vivir sin pan, pero nunca podría vivir sin la belleza porque ya no habría motivo para estar en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí».

Es también el sentido histórico que ha tenido el arte cuando lo han utilizado los papas y todas las jerarquías eclesiásticas, sobre todo a partir del siglo XV.

Y sigue siéndolo, no hay contradicción ni separación.

Piensa que por aquí han pasado, no a misa ni a los lunes de San Nicolás, cientos de miles de personas a contemplar el arte que hay en este templo y hay mucha gente que manifiesta que sale emocionada porque ha descubierto algo que no conocía.

Hay muchas historias curiosas.

Sin renovación de creyentes, ¿quedarán las iglesias reducidas a simples monumentos visitables?

En algunos lugares es cierto que algunas iglesias quedan reducidas a simples monumentos visitables, como dices, vacías de su vida religiosa. Muchos edificios religiosos son difíciles de mantener y las circunstancias obligan a tomar decisiones tristes. Es importante entonces buscar recursos para restaurar y mantener esos edificios, por eso el mecenazgo es tan importante y debería ser reconocido y fomentado desde los poderes públicos. Es necesario hacer un esfuerzo de imaginación, contar con la colaboración de profesionales competentes y trabajar con ilusión. Hablando de una iglesia con valor patrimonial y artístico, el hecho de que sea un monumento visitable se convierte también en un factor para recuperar la vuelta a la vida del templo. Una vez más la cultura y la fe van de la mano.

Por último, me gustaría que me contara cómo se ha conseguido la vinculación con el ICOM, lo que supone la proyección internacional de todo este proyecto.

Hicimos un proyecto museográfico que presentamos a la Generalitat Valenciana y la Consellería de Cultura nos otorgó el reconocimiento formal de museo.

Como un paso más, la organización internacional de museos —ICOM— nos parecía un organismo fundamental y eso nos lleva a un campo que vamos a abrir que es el de la cooperación con otros museos de ámbito nacional e internacional, préstamos de obras, etc. y sobre todo tratar de que la nuestra sea una iglesia viva y un museo vivo. 

Es muy ecuménico en el sentido etimológico griego de universal.

Es una simbiosis. Nos están ayudando mucho con las nuevas tecnologías, por ejemplo, para que puedan visitar san Nicolás personas ciegas, y eso lo tienen pocos museos en España. Es una cosa difícil, pero hay técnicas actualmente.

En concreto, en lo primero que se va a experimentar es esta tabla de Juan de Juanes que representa La última cena.

[Se refiere a una pequeña joya que el pintor valenciano del siglo XVI pintó hacia 1562, de dimensiones reducidas, que cuelga de la pared de la sala en la que nos encontramos. Recuerda mucho en su composición y en el tratamiento de la luz y los colores a la que se encuentra en al Museo del Prado y a las que se exhiben en el Museo de Arte Sacro de Bocairent, otro de los ejemplos en los que el empeño de un párroco consiguió reunir una colección importantísima de obras de arte que van desde el siglo XIV al XIX].

La restauración en abierto de las dos tablas de Yáñez de la Almedina ¿se inscribe en ese proyecto de apertura a las nuevas corrientes en el mundo del arte? 

Lo propuso el equipo propio de conservación de San Nicolás, son trabajadores de aquí, no dependen de la Universidad de Valencia. Ellos prepararon los estudios, los presentaron a la Generalitat que dio su aprobación y los permisos oportunos y hemos empezado.

¿Sigue habiendo esa convergencia de instituciones públicas y privadas para la financiación de estos proyectos? ¿Sigue presente la Fundación Hortensia Herrero?

No, no. La Fundación Hortensia Herrero ya no participa, financiaron la restauración de las pinturas y ahí acabó su intervención. Ahora se hace todo con fondos propios y si obtenemos alguna ayuda pública pues, mejor que mejor.

¿Busca usted la financiación o la financiación viene a usted? Da la impresión de que este proyecto crece cuando se va conociendo y que es un sendero de ida y vuelta.

Las cosas nos salen al encuentro. Por ejemplo, estás sentada ante un San José que es de Vergara [se refiere a Ignacio Vergara Gimeno, un escultor-imaginero tardobarroco español que trabajó en la segunda mitad del siglo XVIII] que es regalo de una familia.

Es una talla de madera donada a la parroquia por la madre que prefería que estuviera aquí antes de que los hijos la vendieran o quedara en el ámbito privado. Otras personas hacen donaciones de este tipo que se van a colocar en los espacios expositivos de los que hablábamos al principio.

Tenemos también otra figura de San Nicolás, de Vicente Ferrero, un escultor de Banyeres de Mariola, que seguramente se utilizará para reproducirla y ponerla a la venta como una forma de recaudación de fondos con los que avanzar en nuestros proyectos.

¿Qué proyectos tienen para el futuro?

Lo que yo no quería es que se restaurara el edificio y que, por supuesto, estuviera todo el día cerrado, que se abriera unas horas de culto y ya está. Pero, bueno, el espacio es el que es y hay que compatibilizar; cuando entra un turista o entra alguien a rezar hay que hacer que todos se sientan cómodos.

Al que está rezando le pueden molestar los que visitan el templo, sus cámaras de fotos, etc. y no digamos si lo que vienen son grupos. Había que organizar el espacio cultural y el ámbito religioso haciéndolos compatibles y tampoco quería subarrendar el templo, es decir, yo lo utilizo para uso religioso de ocho a dos y después lo subarriendo a una empresa y que me paguen y hagan lo que quieran. El templo no se subarrienda. 

Nuestra originalidad está en el modelo de gestión que integra ambos ámbitos y que es exportable a otros templos.

Imagen de portada: Antonio Corbí ( Por Daniel Duart)

FUENTE RESPONSABLE: Jot Down. Por Laura Mínguez.

Sociedad y Cultura/Arquitectura/Arte/Antonio Corbi/Iglesia Católica/Valencia; España/Religión/Entrevista

La titánica obra para conseguir girar un edificio hace casi un siglo (y con los trabajadores dentro).

En términos de ingeniería, mover un edificio que pesa toneladas es hoy relativamente sencillo.

En el último siglo las técnicas se han depurado, las máquinas encargadas del traslado son más potentes y los métodos varían, desde la instalación de globos de helio a raíles como los de los trenes o cuerdas.

Se han reubicado estructuras de todo tipo: antiguas casas victorianas, edificios de viviendas, escuelas, fábricas e incluso estaciones de autobús completas.

Pero en 1930, los traslados de este tipo suponían un desafío monumental.

En el caso de la sede de Indiana Bell Telephone Company, en Indianápolis, Estados Unidos, lo que se hizo es un poco más complicado: la construcción fue pivotada 90 grados en horizontal.

El edificio tenia ocho plantas y pesaba 11.000 toneladas.

Lo increíble es que el proceso se llevó a cabo mientras el personal seguía trabajando dentro del edificio.

Cada mañana mientras duró la obra, los 600 trabajadores de la compañía entraban y salían por una puerta que ni siquiera estaba en el mismo lugar que el día anterior.

Así se movió el edificio

Una plataforma móvil de madera permitió a los empleados y al público entrar y salir del edificio en cualquier momento mientras se realizaba la mudanza.

Los cables y las tuberías se alargaron para hacer esto posible por lo que no hubo interrupción del servicio telefónico o del gas, la calefacción o el alcantarillado.

El proceso se llevó a cabo en poco más de cuatro semanas con una precisión milimétrica y dio a la Indiana Bell Telephone Company, una subsidiaria de AT&T, la ansiada zona para ampliar sus oficinas centrales.

Más espacio

En 1929, los directivos de la compañia se dieron cuenta de que el espacio con el que contaban en la North Meridian Street se había quedado pequeño, por lo que se pensó en demoler el antiguo bloque, construido en 1907, para levantar una estructura más grande.

Sin embargo, como compañía de teléfonos, la sede ofrecía un servicio esencial a la ciudad y desconectarla no era posible.

La solución que se adoptó fue mover la antigua estructura a la parcela trasera para levantar el nuevo edificio en el solar que quedaba libre.

Facahada frontal de la sede de Indiana Bell Telephone Company

FUENTE DE LA IMAGEN, CORTESÍA DE AT&T ARCHIVES AND HISTORY CENTER.

El traslado comenzó en octubre de 1930 con la ayuda de decenas de gatos hidráulicos manuales y una máquina de vapor.

«El plan acordado prevé el traslado del edificio original de ocho pisos desde su ubicación actual en la esquina hacia la parte trasera de la propiedad», escribían los periódicos de la época. 

El proyecto «despeja un área de 60 por 30 metros sobre el cual se erigirá el nuevo edificio», anunció el consejo de la compañía.

Durante las siguientes cuatro semanas, el enorme edificio de acero y ladrillo se desplazó centímetro a centímetro 16 metros hacia el sur, giró 90 grados y luego se desplazó de nuevo 30 metros hacia el oeste.

La empresa no perdió un solo día de trabajo ni interrumpió su servicio durante todo el período.

Si las fotografías del 25 de octubre mostraban la fachada, en las del 8 de noviembre se veía ya el lateral y los cables que hicieron posible el movimiento, al tiempo que el bloque estaba a pulgadas de llegar a su destino.

Construcción de un edificio adicional

FUENTE DE LA IMAGEN. THE INDIANA ALBUM: RAY HINZ COLLECTION

En 1965, la compañía volvió a ampliar su sede con un edificio aún más grande.

El edificio estuvo en pie durante 33 años en su nueva ubicación, hasta que fue demolido para dar cabida a otra nueva ampliación de la sede.

Distintos métodos

«Básicamente, existen dos métodos para reubicar edificios: desmantelar el edificio y volver a construirlo en la nueva posición o mover el edificio entero conservando la estructura», le explica a BBC Mundo Irene Rodríguez, ingeniera senior en la firma británica Mace Group.

«La selección del proceso se realiza según muchos factores. La distancia a recorrer es de los más importantes», añade.

Además, explica la experta, hay diferencias dependiendo del tipo de edificio que es.

«No es lo mismo mover un edificio con muros de carga a otro que tenga la estructura de acero, ya que en el proceso va a ser necesarios refuerzos temporales en la estructura para evitar el colapso durante la relocalización».

Lo más común hoy en día es que las firmas acudan a empresas de ingeniería especializadas en este tipo de proyectos.

Así se veían los trabajos de ampliación en 1966.

FUENTE DE LA IMAGEN, THE INDIANA ALBUM: STEVE HERMAN COLLECTION

Así se veían los trabajos de ampliación en 1966.

Y así se hizo también en 1930.

«El giro y movimiento del antiguo edificio presenta algunos problemas muy interesantes, particularmente porque el cambio debe realizarse sin interrupción del servicio», reconocía el consejo de la compañía.

«El proyecto no es en ningún sentido un experimento. La empresa contratista que hará el trabajo tiene un historial envidiable de manejar con éxito problemas de movimiento mucho más complejos.

«El plan se adoptó solo después de una larga y cuidadosa consideración tanto de la seguridad como de la economía de la mudanza.

«Es interesante notar que definitivamente se ha demostrado que en ningún momento durante el trabajo se disminuirá la fuerza del edificio, y que durante el movimiento los cimientos serán tan fuertes como en cualquier otro momento», explicaron los directivos.

Con la mudanza completada en diciembre de 1930 y el nuevo edificio listo para ser ocupado a fines de 1932, Indiana Bell pasó a tener una sede central moderna y reconocible en el skyline de la ciudad.

Imagen de portada: THE INDIANA ALBUM: RAY HINZ COLLECTION.

En esta fotografía antigua se aprecia la pasarela construida para facilitar la entrada del personal y los clientes de la compañía.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Cristina J. Orgaz. 20 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/EE.UU./Arquitectura/Ingeniería/Tecnología.

Un plano del siglo XVI arroja nueva luz sobre el palacio de Carlos V en la Alhambra.

Sí deseas profundizar en esta entrada lee por favor adonde se encuentre escrito en color “azul”. Muchas gracias.

En 1526, durante la luna de miel del emperador Carlos V con doña Isabel de Portugal en Granada, se decidió construir un nuevo palacio en el corazón de la Alhambra, junto a los viejos palacios nazaríes. Se diseñó entonces un original edificio de planta cuadrada, con un gran patio circular y fachadas clásicas con portadas, como destacado exponente de una nueva arquitectura renacentista.

A pesar de la abundante bibliografía disponible, no son pocos los misterios que aún existen sobre esta singular obra de arquitectura. Su desconocida autoría sigue siendo objeto de debate entre estudiosos del palacio. Estamos ante uno de los primeros edificios del Renacimiento español, incluido en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Fotografía aérea del palacio de Carlos V en la Alhambra, inconcluso a principios del siglo XX. Colección particular, Author provided

En 1912 fueron localizados dos importantes planos anónimos del siglo XVI con el palacio de Carlos V y su entorno, hoy conservados en la biblioteca del Palacio Real de Madrid. Hacia 1940 apareció otro plano anónimo, custodiado en el Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza) en Toledo, que incluía sólo la planta del palacio. Este plano es el objeto de esta investigación. Su adecuada interpretación dentro del proceso de diseño y construcción, así como su datación y posible autoría, resultan cruciales para comprender los orígenes de este singular palacio.

Recientemente, hemos publicado un artículo científico en la revista EGA. En él se explica que, a partir de una precisa reproducción digital, se han transcrito por primera vez todos sus trazados incisos con punzón, una técnica gráfica habitual en el siglo XVI. Ello ha permitido conocer el proceso de diseño geométrico del palacio, un asunto que ha generado no pocas especulaciones e hipótesis de escaso rigor gráfico y científico.

Trazados incisos y proceso de dibujo

En aquella época los trazados arquitectónicos con punzón sobre papel se usaban como base para el posterior delineado con tinta. Servían como líneas auxiliares, apenas visibles, para componer el dibujo geométrico. En nuestro caso, se ha constatado que estos trazados eran relativamente sencillos, descartándose los complejos procesos de diseño que han supuesto bastantes autores.

Transcripción gráfica (líneas rojas) de los trazados geométricos incisos en el plano del palacio de Carlos V del Archivo Histórico Nacional. AJGO / AGG, 2022, Author provided

El trazado de este palacio destaca claramente por la rotundidad y simbolismo de dos formas geométricas, el cuadrado del perímetro exterior y el círculo del patio. Ambas figuras guardan una sencilla y poco conocida proporción: el diámetro del patio mide la mitad del lado del cuadrado. Esa decisión sería crucial como punto de partida para completar después el trazado de la capilla, la galería del patio, los vestíbulos, la escalera principal y las estancias.

En la capilla octogonal se ha detectado un procedimiento geométrico que se usaba en la arquitectura gótica para trazar y dimensionar muros. Por tanto, el arquitecto de este palacio, que fue innovador con sus formas renacentistas, usó también trazados y conocimientos medievales. Esta cuestión resulta de gran interés para el debate sobre la posible autoría.

Hipótesis del proceso de trazado en planta del palacio de Carlos V. AJGO / AGG, Author provided

El tamaño de la planta respecto a un plano de fachada y a la desaparecida maqueta.

Durante esta investigación se ha desvelado una importante relación dimensional entre la planta del Archivo Histórico Nacional, una maqueta desaparecida y un plano de la fachada del palacio que hoy se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York: el llamado plano “Burlington”, considerado como una copia del alzado original perdido, dibujada años después.

Alzado ‘Burlington’ del palacio de Carlos V en la Alhambra. Metropolitan Museum of Art

Se ha detectado que dicho alzado tendría un tamaño similar a la desaparecida maqueta del palacio que fue encargada en 1528, cuyas medidas se conocen por documentos posteriores. Además, se ha comprobado que la planta aquí analizada se dibujó con la mitad de tamaño que la fachada y la maqueta. Estas sencillas relaciones constatan por primera vez la estrecha vinculación existente entre esta planta, el alzado y la maqueta. Todos ellos servirían para formalizar el diseño inicial del palacio, antes del inicio de las obras en 1532.

Sobre la datación y posible autoría

El análisis de documentación histórica del edificio ha permitido estimar que el plano del Archivo Histórico Nacional se dibujaría entre 1528 y 1532. Por tanto, se trata de uno de los primeros planos conservados del Renacimiento español. Estamos ante un documento gráfico muy importante de la arquitectura europea del siglo XVI.

Se ha especulado bastante sobre su autoría entre diversos arquitectos italianos de aquel momento, y entre otros españoles como Luis de Vega, que fue arquitecto real, o el pintor Pedro Machuca, formado en Italia. Los nuevos indicios aportados permiten ahora suponer que el autor del plano fue el gran arquitecto de la catedral de Granada, Diego de Siloé. Este tenía formación renacentista italiana, conocía los procedimientos góticos de trazado y aparece en documentos de pagos de las obras del palacio de Carlos V. Esto reafirmaría una hipótesis ya planteada por algunos investigadores.

Los vínculos detectados entre el plano y la maqueta del palacio también sugieren su protagonismo. Sabemos que por entonces le encargaron una maqueta de madera de la catedral de Granada, por lo que también se le pudo encargar la del palacio en la Alhambra. ¿Pudo ser este el motivo que le llevó a participar en su trazado y posterior construcción?

Fachada meridional del palacio de Carlos V. AGG / AJGO, Author provided

Imagen de portada: Patio del palacio de Carlos V. Ra-smit / Wikimedia Commons, CC BY-SA

FUENTE RESPONSABLE: The Conversation. Por Antonio Gámiz Gordo y Antonio Jesús García Ortega. 13 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Arquitectura/Renacimiento/La Alhambra.

 

El concurso de fotografía #UrbanPeek nos animó a fotografiar la belleza que nos rodea.

Frank Lloyd Wright creía que “la misión del arquitecto es ayudar a las personas a entender cómo hacer la vida más bella, hacer un mundo mejor para vivir y darle una justificación y un sentido a la vida”.

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Nuestro mundo es un escenario repleto de esa belleza que buscaba Wright y, nuestras ciudades, el entorno perfecto para alzar la vista y dejar volar nuestra imaginación con lo que existe y con lo que está por construir.

Cada persona es capaz de transmitir su manera de mirar y de compartir la experiencia de observar para tejer entre todos una crónica de la vida cotidiana de nuestro siglo. La fotografía de arquitectura trata de visualizar el espacio contenido entre muros, encontrar la sustancia del vacío y su relación con lo que lo delimita. En el caso de un edificio, trata de situarlo en el contexto de ciudad, cómo dialoga con el entorno, si se mimetiza, se entiende o se hace notar.

Hemos animado la participación abierta, de la mano de Ferrovial y de la V edición de su Concurso de Fotografía #UrbanPeek, a participar con vuestras capturas de fotografía de arquitectura, mostrando vuestra manera de percibir el entorno.

Fotografía de Fernando Vicente Albarrán

Tras el éxito de las anteriores convocatorias, con más de 19.000 fotos recibidas, la compañía multinacional dedicada a las infraestructuras, transportes y movilidad sigue creyendo en este proyecto que nos anima a abrir nuestro apetito visual y a mirar la ciudad con otros ojos para ser capaces de plasmar muchas situaciones diarias que hacen que lo cotidiano se convierta en algo extraordinario.

Fotografía de Luís Rodríguez

Fotografía de Mikel Eguiluz  

Este año, además, el concurso fue paralelo con la Exposición Creación en movimiento: Ferrovial en la mirada del fotógrafo madrileño José Manuel Ballester, que cuenta el viaje del artista a través de las infraestructuras de Ferrovial por el mundo.

Premio Nacional de Fotografía, Ballester es considerado una de las miradas imprescindibles de nuestro tiempo por su trayectoria personal. Procedente de las artes plásticas y cristalizado con rigor en el campo de la fotografía por su singular interpretación del espacio arquitectónico y la luz, además de por su aportación destacada a la renovación de las técnicas fotográficas.

Pura inspiración para quienes nos desarmamos ante la fuerza del entorno, sus formas, funcionalidades y para quienes nos atrevemos a mostrar nuevos ángulos, nuevas formas de ensamblar la luz y de observar lo que está ahí esperando a ser redescubierto, como un ejercicio de justicia poética entre nosotros y nuestra realidad. 

Fotografía de Luís León 

Porque, como decía Frank Gehry: “La arquitectura debería hablar de su tiempo y lugar, pero anhelar la atemporalidad”. 

Gracias a Ferrovial por animarnos a ser cronistas de la arquitectura y de la belleza de nuestro mundo.

Imagen de portada: Fotografía de Roc Isern 

FUENTE RESPONSABLE: Cultura Inquieta. Por Silvia García.7 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/España/Fotografía/Urban Peck/Arquitectura/Ferrovial.

Drones luminosos para mostrar el fin de obra de algunos edificios emblemáticos.

¿Cómo se vería la Sagrada Familia si ya estuviera terminada? Con el proyecto del estudio DRIFT, ya no hace falta imaginarlo; ahora, podemos verlo.

Meterse en una reforma integral de un piso es, en muchas ocasiones, una tortura, y no solo por el aspecto económico. Lo normal en estos casos es que la obra se suela alargar en el tiempo por una serie de contratiempos, algo que puede acabar con la paciencia y la ilusión de quien decide darle un cambio de imagen a su hogar.

Algo similar ocurre con los edificios emblemáticos, incluso aquellos que están considerados Patrimonio Mundial y se sitúan en las grandes urbes del mundo. Los ciudadanos, acostumbrados a verlos repletos de andamios, pierden el interés por espacios en permanente construcción.

Pero, ¿qué pasaría si al caer la noche, las luces de la ciudad también nos dijeran cómo serían esos edificios una vez terminados? ¿Cómo sería poder apreciar la Sagrada Familia finalizada?

A esas preguntas es a las que da respuesta el proyecto del estudio DRIFT, con el que emplea drones para que visualicemos el fin de obra o la restauración de edificios emblemáticos.

El dúo de artistas holandeses que compone DRIFT se ha hecho conocido por crear esculturas aéreas usando drones luminosos en plena noche. Obras de arte dinámicas que iluminan el cielo y nos obligan a mirar hacia arriba para contemplar la ciudad con otros ojos.

Una forma de trabajar que así explica el dúo: “Todas las obras de arte tienen la habilidad de transformas espacios. Los espacios limitados de un museo o una galería no siempre hacen justicia al cuerpo del trabajo, sino que, muchas veces, su máxima expresión se desarrolla en la esfera pública o a través de la arquitectura”.

Su última intervención juega precisamente con el espacio público. En colaboración con las empresas Drone Stories y Nova Sky Stories, DRIFT ha empleado su tecnología basada en drones para reimaginar el futuro de la arquitectura y dejarnos ser partícipes de esa visión.

Gracias a sus drones, podemos ver en la noche cómo sería el Coliseo romano si hubiéramos decidido intervenirlo cual edificio en ruinas para mejorarlo o el aspecto de la Sagrada Familia con el cartel de “Fin de obra” colgado. Una forma mágica de dejar que la arquitectura y el futuro iluminen la noche cosmopolita.

Imagen de portada: Coliseo Romano

FUENTE RESPONSABLE: Cultura Inquieta. Por María Toro. 4 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Drones/Luz/Intervenciones urbanas/Arte/ Arquitectura.

 

 

 

 

 

Las remotas ruinas incas que ‘rivalizan’ con las del Machu Picchu.

Una caminata en lo alto de los Andes peruanos revela deslumbrantes edificios antiguos, vistas estelares y un misterioso arte basado en llamas.

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Las llamas parecen estar pastando por todas partes en las montañas de Perú, pero ninguna es tan memorable como el rebaño que atesora el conjunto de Choquequirao, un extenso complejo arqueológico precolombino en el sur de los Andes peruanos. Aquí, las rocas blancas incrustadas en las paredes de las terrazas de piedra de esquisto gris representan dos docenas de llamas, que impresionan tanto a los turistas como a los arqueólogos.

«No hay nada igual en los Andes»: El arte rupestre incrustado en las terrazas de piedra de Choquequirao representa un desfile de llamas.FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC.

«No hay nada parecido en los Andes. Fue una innovación artística anterior al siglo XVI y nunca más se repitió», dice Gori-Tumi Echevarría, especializado en arte rupestre prehistórico y que ha trabajado en el sitio desde que las llamas fueron desenterradas en 2005.

Choquequirao, o Choque para los locales, es un primo del más visitado Machu Picchu. Construido por los incas, incluye salas ceremoniales, cámaras que en su día albergaron momias, intrincadas terrazas de cultivo y cientos de edificios en los que trabajaban y vivían los pueblos antiguos. Las llamas (en perpetua procesión hacia la plaza central de las ruinas, donde sus parientes reales habrían sido sacrificados) son la atracción estrella.

La ruta hacia Choquequirao, de 3000 metros de altura, no es apta para pusilánimes. La mayoría de los excursionistas tardan dos o tres días en ir y volver, a lo largo de un sendero de 62 kilómetros que a menudo abraza la ladera del acantilado mientras el río Apurímac corre por debajo. La ruta está salpicada de rocas y de ramas espinosas.

Un arriero y sus caballos en el camino a Choquequirao.

Un arriero y sus caballos en el camino a Choquequirao. Mientras que muchos viajeros recorren a pie la ruta de 62 kilómetros a gran altitud hacia y desde las ruinas, otros montan en animales de carga durante parte o todo el trayecto. FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Los gruesos muros de piedra y la construcción en terrazas caracterizan el asentamiento de Choquequirao, que los estudiosos creen que los incas construyeron en los siglos XV y XVI. FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Pero cada dedo del pie que se golpea y cada brazo que se araña merece la pena por las vistas de los Andes nevados, los impresionantes pastos y las enigmáticas estructuras del camino.

A Choquequirao sólo se puede acceder a pie (con personas o con mulas). Esto podría cambiar si las autoridades peruanas aceptan una propuesta de 2011 para crear un teleférico que lleve a los visitantes a la base de las ruinas. Sus defensores afirman que el teleférico aumentaría el turismo (y aportaría ingresos) sin detener a los excursionistas en el proceso. Los opositores sostienen que el teleférico no sólo estropearía Choquequirao, sino que también podría hacer que todo el complejo se derrumbara.

Por el momento, la lejanía del lugar y la dificultad para llegar a sus ruinas hacen que conserve un carácter mágico y mítico. Pero, ¿el progreso cambiará todo eso?

Una «cuna de oro» mítica

Choquequirao, traducido como «cuna de oro» en la lengua quechua indígena de Perú, se encuentra en una ruta utilizada por los pueblos precolombinos para desplazarse entre las cumbres andinas y las tierras bajas de la selva. Tanto este lugar como Machu Picchu (43 kilómetros al noreste) fueron cartografiados en la década de 1910 por el explorador estadounidense Hiram Bingham, que dirigió cuatro expediciones a la zona patrocinadas por la Universidad de Yale y la National Geographic Society.

FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Los dos sitios han evolucionado de forma muy diferente desde los esfuerzos de Bingham por cartografiarlos. En la década de 1920, Machu Picchu fue anunciada (incorrectamente) como una «ciudad perdida», lo que provocó un aumento del turismo. El complejo de terrazas se convirtió en la postal de Perú para el mundo, una ciudadela en la cima de la montaña a la que se podía acceder por un sendero o por una combinación de tren y autobús. En 1983, fue inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y el número de viajeros aumentó aún más. En los primeros seis meses de 2022, el sitio atrajo a casi 413 000 visitantes, según el Ministerio de Comercio y Turismo de Perú.

Choquequirao, en cambio, solo recibió 2353 excursionistas en el primer semestre de este año. Esa no es la única diferencia. Mientras que la mayoría de los visitantes de Machu Picchu pasan por la pequeña ciudad de Aguas Calientes, con su abundante comida y alojamiento, la ruta a Choquequirao carece de muchas comodidades. Llegar hasta allí es, como muchos prefieren, una aventura.

Tesoros por descubrir

Al igual que Machu Picchu, Choquequirao muestra la progresión de las técnicas de construcción incaicas, comenzando con sencillas estructuras de piedra y evolucionando hacia bloques macizos finamente tallados que se entrelazan como piezas de puzzle. El corazón de Choquequirao, con sus nichos para momias y su plataforma de sacrificios ceremoniales, es más pequeño que lo que los turistas ven en Machu Picchu, pero el complejo en sí es mucho mayor.

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Los turistas y su guía exploran la parte superior del sitio arqueológico de Choquequirao. El complejo es más grande que el Machu Picchu, aunque se ha excavado menos.

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Pablo Guevara, un turista de Cusco, visitó Choquequirao en mayo de 2022.

FOTOGRAFÍAS DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

El tamaño y la lejanía de Choquequirao hacen que gran parte del sitio nunca haya sido excavado. Nelson Sierra, que dirige una empresa de senderismo de alta montaña, Ritisuyo, señala las elevaciones cubiertas de viñas que se elevan más allá del claro central. No se trata de pequeñas colinas, sino de estructuras derrumbadas reclamadas por la densa vegetación. «Todavía hace falta mucho trabajo aquí, pero restaurarlo todo sería un trabajo enorme», dice.

Cuando los excursionistas se acercan a las ruinas, lo primero que ven son las terrazas, plataformas escalonadas que convierten las laderas en tierra cultivable, y que todavía utilizan los agricultores del altiplano peruano. Choquequirao tiene kilómetros y kilómetros de terrazas, la mayoría aún enterradas. Las terrazas se extienden desde la cima de las ruinas casi kilómetro y medio hacia el río Apurímac.

Mabel Covarrubias, cuya familia ha vivido en la cercana comunidad de Marampata durante más de un siglo, dice que sus antepasados utilizaron las terrazas para sembrar y pastorear el ganado hasta la década de 1980.

El trabajo en las terrazas llevó a los arqueólogos a las llamas de piedra. Sus cuerpos de piedra blanca contrastan con las paredes grises, sugiriendo profundidad y dimensión. Reflejan la luz del sol cuando los rayos inciden por primera vez cada mañana. Según Echevarría, las terrazas de llamas podrían haberse construido como una ofrenda simbólica al dios del sol, incluso cuando no había animales vivos disponibles para el sacrificio.

Pegatinas cubren un cartel de las ruinas de Choquequirao.
Al igual que muchas personas que viven en la ruta de Choquequirao, Samuel Quispe trabaja en ...

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Pegatinas cubren un cartel de las ruinas de Choquequirao.

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Al igual que muchas personas que viven en la ruta de Choquequirao, Samuel Quispe trabaja en el sector del turismo, atendiendo a los excursionistas con un campamento para pasar la noche y con transporte a caballo y mula.

FOTOGRAFÍAS DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Esta conjetura forma parte de una larga lista de suposiciones sobre el lugar. «Existen muchos mitos en torno a Choquequirao», dice Echevarría. De hecho, Bingham y varios exploradores e investigadores han lanzado teorías sobre los orígenes de Choquequirao, su relación con otras ruinas y el papel que desempeñó durante el Imperio Inca.

En primer lugar, existe un mito fundacional que sostiene que Manco Inca, el líder de la resistencia inca del siglo XV, se refugió aquí en la ciudadela durante parte de los 40 años en los que libró una guerra de guerrillas contra los españoles.

«Es una bonita historia, pero no tiene nada que ver con la realidad», dice Echevarría. «No me cabe duda de que Manco Inca estuvo en Choquequirao, como estuvo en Machu Picchu, pero no se construyó para la resistencia».

Samuel Quispe, que ha trabajado como guardia, guía y restaurador en Choquequirao desde la década de 1990, postula que el complejo fue construido por los chanca, rivales de los incas en la vecina región de Apurímac en los siglos XIV y XV. Echevarría rebate esta teoría, pues cree que la mayoría de las estructuras se levantaron durante la expansión del Imperio Inca en el siglo XV.

El enigma del teleférico

El descubrimiento de las llamas ha centrado la atención en las ruinas y ha creado el mito más reciente, que sigue ganando adeptos debido a la complicada política peruana.

La ex primera dama de Perú, Eliane Karp, contribuyó a conseguir ayuda financiera para impulsar la restauración de Choquequirao en 2002. Ahora, ella y su marido, el ex presidente Alejandro Toledo, están bajo sospecha por presunta corrupción. Aunque ninguna de las acusaciones está relacionada con Choquequirao, la controversia ha puesto en tela de juicio todo lo que la pareja hizo mientras estuvo en el poder. Se rumorea que Karp entró en Choquequirao en helicóptero para sacar cajas de artefactos dorados. 

Los turistas disfrutan de una vista de Choquequirao desde una de sus muchas terrazas.Los turistas disfrutan de una vista de Choquequirao desde una de sus muchas terrazas. FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Karp no acarreó oro, pero sí impulsó un teleférico para acceder a Choquequirao. En teoría, el tranvía podría ser bueno para el turismo peruano y las economías locales. Pero sigue dividiendo a las comunidades, los arqueólogos y los políticos que deben aprobar su financiación.

Un argumento potente, y que ha hecho estragos en torno a Machu Picchu, es el impacto de los turistas en las ruinas. En 2016, la UNESCO amenazó con poner al Machu Picchu en una lista de «peligro» debido al número de visitantes. Además de provocar la llegada de más visitantes, un sistema de teleférico facilitaría dañar el frágil sitio.

Algunos se quejan de que el acceso masivo al lugar sagrado podría arruinar su atractivo remoto y desconocido, así como los grupos de turismo de base que ahora atraen a la gente. Melchora Puga, que ofrece alojamiento y un restaurante en Chiquisca, en el lado de Apurímac del sendero, teme que el teleférico la obligue a ella y a otros a abandonar su modo de vida.

«Dependemos del turismo. El teleférico sería como matar las raíces de un árbol y pensar que el árbol podría vivir. No sobreviviríamos», dice Puga.

Los viajeros Etienne Casas y Lea Luong cenan con el guía local Jorge Luis Roldán en ...
Trabajadores de la construcción levantan un nuevo edificio en Marampata, un pueblo cercano a Choquequirao con ...

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Los viajeros Etienne Casas y Lea Luong cenan con el guía local Jorge Luis Roldán en un campamento de Marampata, a menos de tres kilómetros de Choquequirao.

Abajo:

Trabajadores de la construcción levantan un nuevo edificio en Marampata, un pueblo cercano a Choquequirao con alojamientos turísticos y restaurantes.

FOTOGRAFÍAS DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

Quispe, que ahora es un arriero semiretirado, dice que el teleférico eliminaría los medios de vida de una serie de proveedores de servicios cuyos negocios quedarían al margen de un rápido viaje en teleférico. Uno de sus siete hijos, José Luis, es arriero, mientras que otro trabaja en el proyecto gubernamental de restauración de más terrazas de Choquequirao. La familia regenta una pequeña tienda y un camping en Cocamasana, a lo largo del camino.

El teleférico sigue en el limbo. Pero esto no molesta a la mayoría de los excursionistas. 

«Lo atractivo de Choquequirao es que lleva tiempo, así que hay que comprometerse a hacerlo», dice Madison McDonald, de 26 años, de Houston, Texas (Estados Unidos), que visitó Choquequirao en mayo.

Sierra, de Ritisuyo Travel, dice que el Gobierno debería centrarse en mejorar la infraestructura existente en lugar de discutir sobre un teleférico. «El mantenimiento del sendero y la mejora de los servicios permitirían un mayor flujo de turistas y asegurarían el sustento local. No sería como Machu Picchu, pero la gente que visita Choquequirao no está interesada en otro Machu Picchu. Choquequirao es el sitio acompañante perfecto».

Un par de excursionistas regresan al campamento de Capuilyoc, una de las primeras estaciones de paso ...

Un par de excursionistas regresan al campamento de Capuilyoc, una de las primeras estaciones de paso en la ruta hacia Choquequirao.FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ

Yain Tapia contempla su ciudad natal, el pueblo de Marampata. Es uno de los pocos lugares con servicios para los excursionistas en el camino a Choquequirao.FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC.

Imagen de portada: En los Andes peruanos, a las ruinas del antiguo asentamiento inca de Choquequirao sólo se puede llegar a pie o en mula, aunque un proyecto de teleférico podría hacer más accesible el lugar. FOTOGRAFÍA DE VICTOR ZEA DIAZ, NATIONAL GEOGRAPHIC

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC. Por Lucien Chauvin.* Lucien Chauvin es escritor y colaborador habitual de National Geographic, con sede en Sudamérica. Victor Zea es fotógrafo en Perú. Síguelo en Instagram.3 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Arqueología/Arquitectura/Perú/Conservación del Patrimonio Histórico.

El primer anfiteatro construido por los romanos, que sirvió de modelo para el Coliseo.

De todos los anfiteatros construidos por los romanos el Coliseo o Anfiteatro Flavio de Roma es el mayor de todos en dimensiones, seguido por el anfiteatro de Capua, el de Pozzuoli, y el de El Djem (ya en Túnez, que además es el mayor de África). Sin embargo no es el más antiguo, pues ese honor lo tiene el anfiteatro de Capua.

No solo eso, los expertos opinan que incluso pudo servir de modelo para el Coliseo, pues comparte con él muchas características estructurales, y el resto de anfiteatros. Hay que aclarar que nos referimos a anfiteatros construidos en piedra, pues anteriormente se construían de madera.

Se encuentra en la antigua ciudad de Capua, que no estaba donde se encuentra la actual ciudad moderna del mismo nombre sino en el vecino municipio de Santa Maria Capua Vetere, y que llegó a ser la segunda ciudad más grande y próspera de la península Itálica después de Roma. Curiosamente la localidad se llamó Santa Maria la Mayor hasta 1861, en que las excavaciones arqueológicas que sacaron a la luz la antigua Capua provocaron el cambio de nombre.

La arena y la cavea del anfiteatro de Capua | foto Pfmhotostock en depositphotos.com

Tiene planta elíptica y mide 170 metros en su eje mayor, por 139 metros en el menor. La fachada alcanzaba una altura de 46 metros, dividida en cuatro niveles, el inferior de orden dórico y los demás de orden toscano. Los tres inferiores estaban formados por 80 arcos de travertino, decorados con el busto de un dios en la clave (la piedra central del arco). Siete de estos bustos se conservan incorporados al Palacio Municipal.

El nivel superior estaba formado por un muro decorado con pilastras entre las que había ventanas que iluminaban un pasillo destinado a guardar el velario, usado para proteger a los espectadores del sol y el mal tiempo (y que era manejado por marineros de la flota). Las arcadas del primer piso daban paso a un doble pórtico abierto, sostenido por pilares y cubierto con bóvedas.

Subterráneos del anfiteatro | foto Saverio.G en Wikimedia Commons

La arena tiene las mismas dimensiones que las del Coliseo de Roma, con 76,29 metros de largo por 45,93 de ancho. El subsuelo es laberíntico, está intacto y está formado por pilares de ladrillo que sostienen las bóvedas sobre las que descansa la arena.

Las jaulas en las que se encontraban los animales salvajes siguen siendo claramente visibles, así como las galerías de servicio y el sistema de ascensores de carga que conducen a las trampillas, que está bien conservado.

Contaba con una compleja red de alcantarillas, que convertían al anfiteatro en un gigantesco impluvium en el que el agua recogida en la cavea era canalizada hacia una cisterna instalada en el exterior. Al mismo tiempo un acueducto proporcionaba el agua necesaria para el mantenimiento del edificio.

Exterior del anfiteatro | foto Dom De Felice e Carla Nunziata en Wikimedia Commons

Tenía una capacidad para entre 45.000 y 50.000 espectadores, con asientos divididos en bajos (en el podio), medios (en las gradas de mármol) y altos. Este gran aforo y los grandes movimientos de público al principio y al final de cada evento llevaron a los arquitectos a dotar al anfiteatro de una doble galería para la circulación periférica en la planta baja, una característica que comparte solamente con el Coliseo.

En él se instaló la primera y más famosa escuela de gladiadores del mundo romano, propiedad del lanista Léntulo Batiato, que contaba principalmente con gladiadores galos y tracios.

Interior del anfiteatro | foto jimmyweee en Wikimedia Commons

Se desconoce la fecha exacta de su construcción, pero ya lo mencionan las fuentes al hablar de Espartaco, el famoso gladiador que encabezó una revuelta desde el anfiteatro capuano en el año 73 a.C. (No quedan pruebas que lo demuestren, pero es muy probable que Espartaco luchara en la arena del anfiteatro de Capua).

No obstante algunos historiadores creen que en realidad el edificio actual se construyó a finales del siglo I a.C. sobre las ruinas del anterior. Si esta hipótesis fuera correcta el anfiteatro romano más antiguo sería el de Pompeya, construido en el año 70 a.C.

Apoya esta hipótesis una inscripción encontrada a la entrada del anfiteatro en 1726 en la que se sitúa su construcción en época de Augusto. Según esa inscripción fue restaurado posteriormente por Adriano en el año 119 d.C., quien le añadió estatuas y columnas, y fue consagrado por Antonino Pío en el año 155 d.C.

Otra vista de la arena | foto Nicola D’Orta en Wikimedia Commons

Las luchas de gladiadores fueron prohibidas por el emperador Honorio en 404 d.C., aunque el anfiteatro siguió albergando espectáculos de fieras. Tras la caída del Imperio los vándalos de Genserico dañaron considerablemente el edificio en el año 456 d.C., igual que más tarde harían los sarracenos en el año 841. Gran parte de las piedras del anfiteatro fueron reutilizadas en época normanda para construir el Castello delle Pietre y otros edificios de la ciudad, como el Duomo y diversos palacios.

Los grandes bloques de piedra se rompieron para obtener el bronce y el plomo que los mantenían unidos, y las piedras más pequeñas se utilizaron para pavimentar las calles. La conservación del conjunto solo se inició con la declaración de Monumento Nacional por el rey Francisco I de las Dos Sicilias en 1826, quien ordenó la limpieza y excavación del anfiteatro bajo la dirección del arquitecto real Bianchi.


Fuentes

Un “modello” per il Colosseo: l’Anfiteatro Campano | Anfiteatro Campano (Città di Santa Maria Capua Vetere, web oficial) | Katherine E. Welch, The Roman Amphitheatre: From Its Origins to the Colosseum | David Bomgardner, The Story of the Roman Amphitheatre | Wikipedia

Imagen de portada: Vista aérea del anfiteatro de Capua | foto Fabio Branno en Wikimedia Commons

FUENTE RESPONSABLE: La Brújula Verde. Por Guillermo Carvajal. 6 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Arqueología/Arquitectura

 

La biblioteca infinita (I)

La curiosidad es el punto de partida de todo viaje, real o imaginado, físico o literario. La búsqueda de un conocimiento transformador es el motor que nos empuja a iniciar los periplos más apasionantes, de los que nunca se puede regresar, porque cambian nuestra forma de ver el mundo y, por ende, lo que un día llamamos hogar.

En 2009 tuve la oportunidad de emprender uno de esos viajes iniciáticos de los que nunca se vuelve. Me instalé en Francia e inicié una aventura profesional y personal que me cambió para siempre. Durante todo ese proceso transformador, la literatura, una pasión que me ha acompañado desde mi infancia, ha sido el nexo de unión entre el mundo profesional y el personal, ofreciéndome así una inusitada visión de la arquitectura. La idea de una tesis doctoral que aúne literatura y arquitectura surge de forma natural.

La relación espacial entre el texto y la realidad se ha explorado en muchas ocasiones. Un caso ejemplar es el del Danteum, el monumento dedicado a Dante Alighieri, proyectado en 1938 por el arquitecto italiano Giuseppe Terragni, por encargo de Mussolini, e inspirado en la Divina Comedia [1]. Por desgracia, la Segunda Guerra Mundial truncó la construcción de este pabellón, cuya composición recordaba a la precisa estructura del infierno, del purgatorio y del paraíso descrita en el célebre poema y proponía al visitante un recorrido análogo. 

Los valiosos dibujos de Terragni nos demuestran que la ficción literaria puede llegar a convertirse en realidad construida. No era una transcripción literal del texto, sino una interpretación del mismo, que recurría a la simbología, la proporción áurea o a elementos alegóricos para reencontrar la esencia de la palabra escrita. Al tratarse de un poema, el arquitecto se apoyó en ciertos elementos formales, como el número de cantos, para definir las proporciones del monumento. Pero, ¿qué hubiera sucedido si se hubiese encontrado frente a una novela?

Milan Kundera, en su obra La cortina, recurre a la definición de novela aportada por Fielding, uno de los precursores de la misma: “una rápida y sagaz penetración de la verdadera esencia de todo lo que es objeto de nuestra contemplación” [2]

Según Kundera, “inventando su novela, el escritor descubre un aspecto hasta entonces desconocido, escondido, de la naturaleza humana”. El autor, para explorar esa naturaleza humana, se sirve de todas las herramientas a su disposición, incluida la arquitectura. Si bien en ciertos textos los lugares en donde sucede la acción resultan secundarios y apenas si son descritos, en otros casos adquieren un carácter capital y ayudan a comprender esa naturaleza humana: los escenarios someten a los personajes a desafíos que les ponen a prueba y sacan aspectos desconocidos de su personalidad.

La humanidad existe en un ineludible contexto físico: el autor puede obviarlo, haciendo que el lector acabe construyéndolo a su manera, o utilizarlo para pasear al lector por un lugar que le va a ayudar a entrar en la acción y comprender mejor lo que sucede.

Para ilustrar el relato regresivo Viaje a la semilla, dentro de Guerra del tiempo, Alejo Carpentier recurre a la deconstrucción de una casa. La progresiva desaparición de elementos arquitectónicos, empezando por las tejas y siguiendo el orden inverso en que fueron erigidos, orienta al lector, que, gracias a este recurso, entiende que el escritor propone un viaje hacia atrás en el tiempo para comprender la vida de su protagonista. 

La forma en que éste habita el espacio en las distintas etapas de su existencia nos sirve para empatizar y comprender su historia, hasta llegar al inicio de la misma. Es entonces cuando comprendemos la importancia del punto de vista y nos convertimos en un bebé con ojos de adulto, porque “solo desde el suelo pueden abarcarse totalmente los ángulos y perspectivas de una habitación” [3].

Y es que solemos identificar a una persona con la casa en donde vive, como si la arquitectura recibiera rasgos de su personalidad, y viceversa, como si no se pudiera entender totalmente la identidad de alguien sin conocer el lugar que habita. 

Esa vivienda entendida como el espacio en el que uno siente, esa vida que impregna la arquitectura, es un tema recurrente en la literatura. Cuando Paul Auster quiere explicar la personalidad de su padre tras su fallecimiento, en La invención de la soledad, recurre a la descripción de la casa en donde vivió. “La casa se convirtió en una metáfora de la vida de mi padre, la representación auténtica y fidedigna de su mundo interior, porque a pesar de que conservó la casa ordenada y más o menos en su estado anterior, ésta sufrió un proceso gradual e inevitable de desintegración” [4].

La arquitectura que aparece en las novelas no tiene por qué ser real. En muchos casos el autor se convierte en un improvisado arquitecto que imagina espacios evocadores, que nos proyectan más allá de su condición física. 

Como hace Jorge Luis Borges con su relato La Biblioteca de Babel, incluido en su libro El jardín de los senderos que se bifurcan, dentro de Ficciones. En él, describe una biblioteca de una forma muy precisa: “el universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandillas bajísimas. Desde cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente “ [5]

La visión de esta arquitectura utópica y fractal, en la que se desarrolla el relato, aporta el vértigo que necesita el lector para imaginar la Biblioteca como un lugar situado entre la ficción y la realidad, en el que las ideas adquieren la materialidad que necesitan para llegar a toda la Humanidad. “La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible” [6].

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[1] APARICIO GUISADO, Jesús. Terragni. El Danteum 1938-1940. Madrid: Editorial Rueda, 2004. ISBN: 84-7207-166-9

[2] KUNDERA, Milan. Le rideau. Paris: Editions Gallimard, 2019. ISBN: 978-2-07-034137-5, p. 19

[3] CARPENTIER, Alejo. Guerra del tiempo y otros relatos. Madrid: Alianza Editorial, 2004. ISBN: 84-206-3359-3, p. 56.

[4] AUSTER, Paul. La invención de la soledad. Barcelona: Editorial Seix Barral, 2012. ISBN: 978-84-322-1031-0 (epub), pos 132

[5] BORGES, Jorge Luis. Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2004. ISBN: 84-206-3312-7, p. 86.

[6] BORGES, Jorge Luis. Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2004. ISBN: 84-206-3312-7, p. 88.

Imagen de portada: Gentileza de Zenda.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Marcos Belmar. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 3 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Arquitectura.

 

 

Qué es la arquitectura pasiva, las viviendas donde no se pasa calor ni frío y casi no consumen energía.

Olas de calor, los combustible por las nubes… Calentar o enfriar una casa va a ser cada vez más caro y problemático, sin importar el lugar del mundo en el que te encuentres.

En pocas décadas, partes de la tierra que estaban habituadas a climas templados experimentarán meteorologías mucho más extremas. A más calor, más aire acondicionado, que resultará en más consumo de energía, lo que contribuirá al calentamiento global y se traducirá en… más calor. Un círculo vicioso en el que ya estamos inmersos y que nos condena al desastre.

Existen, sin embargo, soluciones para construir edificios que tengan un menor impacto medioambiental, ya sea porque utilizan materiales naturales reciclables, como la madera o el barro, o porque siguen una serie de pautas que reducen drásticamente el consumo energético.

Casa.

FUENTE DE LA IMAGEN – PASSIVE HOUSE INSTITUTE

Casa pasiva en el Delta de Tigre, Argentina, elevada sobre pilares para permitir las frecuentes crecidas del río.

Este último es el concepto de las conocidas como «casas pasivas», que utilizan la propia arquitectura del edificio para mantenerlas caldeadas en los meses fríos y frescas en los cálidos, y que pueden llegar a reducir el consumo energético hasta en un 90%.

Arquitectura que ahorra

«La idea es que el ahorro de energía no debe ser solo cosa del usuario, sino que es algo técnico que puede y debe resolverse con los componentes de la arquitectura y a través de conocimiento técnico», explica a BBC Mundo Berthold Kaufmann, científico senior del Passivhaus Institut, la institución alemana que ha sentado un estándar de construcción que hoy se ha extendido por todo el mundo.

Es decir, que reducir el consumo de energía no solo debe depender de que bajemos el termostato, nos abriguemos más en invierno o nos acostumbremos a pasar calor en verano: la arquitectura debe y puede ayudar.

Siguiendo una serie de principios básicos, como un buen aislamiento y un estudio de la orientación solar y las condiciones climáticas del entorno, las «casas pasivas» pueden reducir la huella energética de una vivienda a un nivel mínimo.

El arquitecto español Nacho Cordero, que se ha formado en el concepto de «passivhaus», utiliza una analogía para explicarlo: «Imagínate que te vas a hacer un barco, y la forma de de diseñarlo es hacerle una bomba de achique para que no se hunda. La arquitectura pasiva es lo contrario a esto. Es intentar que el barco no necesite la bomba de achique o que la tenga solo para una emergencia». En el fondo, señala, la idea es sencilla, «es intentar hacer las cosas bien».

Aunque habitualmente solemos asociar las viviendas ecológicas con construcciones espectaculares y lujosas, o aquellas situadas en parajes de ensueño, en realidad cualquier casa, incluso un insulso bloque de apartamentos de extrarradio, puede convertirse en una casa pasiva.

Eso sí, un edificio que cumpla con sus estándares será muy distinto en Islandia o en España o Cuba. El concepto y las propiedades físicas sobre las que se sustenta se mantienen, pero en un país frío, por ejemplo, intentará captar la mayor ganancia solar posible, mientras que allá donde el sol abrasa en verano, se buscará crear zonas de sombra.

Estación de bomberos en Heidelberg, Alemania.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La arquitectura pasiva se puede utilizar para grandes edificios públicos como esta estación de bomberos en Heidelberg, Alemania.

El objetivo de todas ellas, sin embargo, es el mismo: mantener el consumo energético al mínimo. 

«Para vivienda nueva, el objetivo de las casas pasivas es que consuman un máximo de 15 kw por m2 al año, y 25 para las que han sido renovadas con estos estándares», afirma Kaufmann. Teniendo en cuenta que una vivienda convencional puede consumir entre 150 y 300 kw por m2 al año, el ahorro es importante.

¿De dónde surge la arquitectura pasiva?

En el fondo, la arquitectura pasiva, entendida como aquella que se adapta a las condiciones climáticas de su entorno, existe desde la antigüedad. Los diferentes pueblos a lo largo de la historia han intentado utilizar los recursos disponibles en su entorno y adaptarse a la geografía y la meteorología para construir viviendas que les ofrecieran un nivel de confort aceptable.

Las casas de barro de Mali, frescas en su interior bajo el inclemente sol del Sáhara, o los iglús de los pueblos indígenas de las regiones árticas, son viviendas sostenibles y pasivas.

Casa

FUENTE DE LA IMAGEN – DUQUEYZAMORA. Vivienda pasiva nueva en Asturias, España.

Con la invención de los sistemas de aire acondicionado y calefacción modernos en el siglo XX, sin embargo, la arquitectura se desvinculó en gran medida del clima que la rodeaba. Un edificio podía mantenerse fresco con un climatizador a pesar de estar, por ejemplo, construido de cristal en una región soleada. Las calderas de calefacción, ya sean de gas o de petróleo, permiten mantener las casas calientes incluso con ventanas que cierran mal.

La crisis del petróleo de los años 70 puso, sin embargo, el concepto de la eficiencia energética sobre la mesa, algo que con la emergencia climática se ha convertido en una prioridad.

Desde entonces, el concepto de «vivienda pasiva» empieza a popularizarse en las escuelas de arquitectura con el objetivo de reducir el impacto energético de los edificios. Aunque surgen diferentes esquemas en Estados Unidos, Italia, o Suiza, el que ha acabado por imponerse es el que establecieron a finales de la década de los 80 el alemán Wolfgang Feist y el sueco Bo Adamson. Su primera «passivhaus» se construyó en 1991. Hoy miles de edificios en todo el mundo llevan esta certificación.

Principios de la arquitectura pasiva

¿Cuáles son sus principios?

Cinco principios básicos rigen el estándar de casa pasiva.

Aislamiento térmico. Las viviendas pasivas tienen un excelente aislamiento térmico, que puede llegar a ser el triple que el de los edificios convencionales. «En climas fríos es preciso utilizar capas de aislamiento de 20 o 30 centímetros, aunque en climas templados no es necesario que sea tan gruesas», explica Kaufmann. Esta capa protectora que envuelve la casa evitará tanto la entrada de frío o calor como su pérdida.

Hermeticidad. Si se ha instalado un aislamiento térmico de calidad pero no se ha sellado bien, el calor se escapará por las ranuras y se crearán incómodas corrientes de aire, perdiendo eficiencia energética. Las «passivhaus» tienen muy en cuenta el hermetismo de los edificios y, para ello, se realizan pruebas en las que se insufla aire dentro de las casas para comprobar por dónde se sale y poder corregirlo.

Viviendas y puertas de calidad. Una parte importantísima de la energía que usamos para calentar una vivienda se escapa por las ventanas. Las viviendas pasivas no solo cuidan al máximo la orientación de los vanos de la casa para aprovechar al máximo las ganancias solares, sino que utilizan ventanas de triple vidrio para evitar en todo lo posible las pérdidas de calor.

Reducción de puentes térmicos. Son aquellos puntos en los que se rompe la superficie aislante (por ejemplo, por un clavo o el marco de una ventana de aluminio) y permiten que se escape el calor en un edificio.

Sistema de ventilación con recuperación de calor. Al abrir las ventanas para ventilar se pierde calor en invierno y fresco en verano. Las casas pasivas llevan instalado un sistema de ventilación mecánica que filtra el aire y recupera el propio calor de la casa para calentar el aire que entra. Con este sistema no es necesario abrir las ventanas.

Una máquina de ventilación.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El sistema de ventilación con recuperación de calor permite tener aire limpio sin necesidad de abrir las ventanas.

Regulación pública

Este estándar es cada vez más común en regiones del mundo como la Unión Europea, donde desde las instituciones se exige que las nuevas construcciones se acerquen lo más posible al consumo energético casi nulo, directrices que luego son implementados en cada país por sus propias regulaciones.

Pero, en general, cada vez son más los países que intentan reducir la huella de carbono de las nuevas edificaciones. A veces, incluso, con medidas llamativas, como la que intentó imponer el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que propuso prohibir la construcción de «los clásicos rascacielos de cristal y acero, que son increíblemente poco eficientes».

Edificio Bolueta en Bilbao.

FUENTE DE LA IMAGEN – VARQUITECTOS

Con sus 88 metros de alto, Bolueta, en Bilbao, España, ha sido el edificio passivhaus más alto del mundo hasta que una nueva edificacion que se está levantando en China le ha quitado el título.

La medida no salió adelante, pero sí hizo a muchos reflexionar sobre la relación entre la arquitectura y el cambio climático. Para Kaufmann, la propuesta de De Blasio, tiene mucho sentido: no solo es más ecológico, también es más barato.

«Un 30-50% de superficie de cristal es más que suficiente para obtener la luz necesaria. En un edificio de oficinas, por ejemplo, solo la zona de ventanas que está por encima de los escritorios es útil, todo lo que está por debajo no lo es, hará demasiado calor en verano y se perderá calor por ahí en invierno», reflexiona.

¿Puedo convertir mi vivienda en una casa pasiva?

Cualquier vivienda puede convertirse en una «casa pasiva. Las más eficientes serán aquellas que ya se han construido con estos estándares, pero «se pueden renovar casas siguiendo el concepto passivhaus», asegura Kaufmann.

«Es más habitual en la rehabilitación de edificios enteros o viviendas unifamiliares», explica Cordero, aunque eso no significa que un apartamento no pueda acondicionarse para acercarse lo más posible al estándar de «passivhaus».

Obreros construyen una casa.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El aislamiento térmico es fundamental en la arquitectura pasiva.

¿Cuánto cuesta una casa pasiva?

Evidentemente, invertir en materiales de calidad encarece el proceso de construcción. «Es cierto que es un poco más caro, pero no mucho más caro», reconoce Kaufmann, que cifra en un 5-6% más el precio de la envoltura del edificio. Otros elementos, como las ventanas de mayor calidad, también suman al precio final.

«En números absolutos nosotros calculamos unos 100 dólares extra por m2 de zona habitable de una construcción nueva, y algo más para las renovaciones, unos 150-200 dólares por m2», explica el experto.

El arquitecto Cordero reconoce que este tipo de construcción sube el precio de la vivienda, especialmente si se quiere conseguir la certificación que ofrece el Passivhaus Institute, un proceso que puede ser largo. «No es obligatorio, pero al final es un sello de calidad», explica.

Casa.

FUENTE DE LA IMAGEN – DUQUEYZAMORA. Vivienda renovada en Asturias, España, siguiendo los estándares «passivhaus».

Con sello o sin sello, el objetivo es le mismo: ahorrar energía. «Los clientes nos dicen que quieren una casa cuyo mantenimiento no sea un agujero energético. Al final es algo de sentido común: si vas a hacer una inversión grande como la de construir una casa, es preferible gastar un poco más en construirla pero que luego, mes a mes, sea más llevadero».

¿Y el mantenimiento? Excepto por el sistema de ventilación, que requiere cambiar los filtros de forma periódica, el resto del mantenimiento es igual que en los edificios convencionales.

Al final, explica Kaufmann, se trata de pensar en el futuro. La arquitectura pasiva requiere de un consumo energético tan bajo que podría abastecerse solo de energías renovables, algo imposible actualmente para los edificios convencionales. «Por eso necesitamos reducir su demanda energética, para cuando en el futuro no tengamos gas u otras fuentes fósiles de energía».

Un futuro que, quizás, no esté tan lejos…

Imagen de portada: GETTY IMAGES. La arquitectura pasiva intenta evitar las pérdidas de calor de los edificios para limitar al máximo el consumo energético.

FUENTE RESPONSABLE: Paula Rosas, BBC News Mundo. 3 de agosto 2022.

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