Rusia ha decidido acudir al rescate de tres astronautas en la Estación Espacial Internacional. Uno de ellos es de la NASA.

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En un momento en el que somos testigos del incremento de la tensión entre Estados Unidos y Rusia, después de que el Kremlin decidiera suspender recientemente la participación rusa en el tratado por el control de las armas nucleares New START, esta semana se ha producido un ejemplo de colaboración internacional por parte de ambos países. El escenario, el espacio.

Misión de rescate. Esta madrugada despegó en la base espacial de Baikonur (Kazajistán) la nave Soyuz MS-23 destinada a traer de vuelta de la Estación Espacial Internacional, ISS en sus siglas en inglés, a los astronautas rusos Serguéi Prokópiev y Dimtri Petelin y al cosmonauta estadounidense Frank Rubio. El aparato deberá alcanzar la estación el próximo domingo.

Problemas para regresar. Prokópiev, Petelin y Rubio despegaron de la Tierra en la nave Soyuz MS-22 el pasado mes de septiembre para iniciar una misión espacial que, inicialmente, debía durar seis meses. Sin embargo, el plan de regreso fue alterado debido a la detección en diciembre de una fuga en el sistema de refrigeración provocada por el impacto de un micrometeroide.

En el peor momento. El hallazgo de esta fuga sucedió “en un mal momento” afirmó recientemente Vladimir Soloviov, director del segmento ruso de la Estación Espacial Internacional y del departamento de diseño de sistemas espaciales tripulados de la agencia Roscosmos.

Mucha suerte. El veterano cosmonauta explicó que el día del regreso, tenían una salida al espacio libre, y justo cuando todo estaba preparado, las cámaras detectaron una fuga de un líquido proveniente de la Soyuz MS-22. Asimismo, señaló en conversaciones con Ruptly que tuvieron “mucha suerte” de que el micrometeroide que impactó en la nave fuera pequeño.

Demasiado arriesgado. Tras analizar la situación y llevar a cabo diversas pruebas con un artefacto similar, la agencia espacial rusa concluyó que el viaje de retorno a la Tierra en la Soyuz MS-22 era demasiado peligroso ya que, debido a la falta de refrigerante, la temperatura de la nave podía alcanzar rápidamente los 60 o 70 grados.

Otro problema. Por ello decidieron enviar la Soyuz MS-23, una nave no tripulada y que no puede ser teledirigida, para que fuera ocupada por los tres astronautas. Sin embargo, el pasado 14 de febrero, Roscosmos detectó otra fuga similar en la nave de carga Progress MS-21. Según El País, la agencia decidió aplazar el lanzamiento de la nave de rescate Soyuz MS-23 hasta determinar “el motivo de esta situación de emergencia”.

Colaboración de la NASA. Finalmente, la Soyuz MS-23 despegó esta madrugada en el cosmódromo de la ciudad kazaja de Baikonur, bajo la atenta mirada de dos altos responsables de la NASA. El artefacto, que viaja en modo automático, llegará el domingo a la Estación Espacial Internacional y realizará la maniobra de acoplamiento en el primer o segundo intento, afirmó recientemente Soloviov.

La vuelta a casa. Posteriormente, los cosmonautas, cuya misión se ha prolongado un año más según Associated Press, descargarán las provisiones contenidas en la nave de rescate y cargarán con material desechado la dañada Soyuz MS-22, que permanecerá hasta finales de marzo en la estación.

Imagen de portada: Pixabay 

FUENTE RESPONSABLE: Xataka. Por Javier Fernández. 24 de febrero 2023.

Sociedad/Estación Espacial Internacional/Rusia/EE.UU./Rescate/Astronautas/ NASA.

El estremecedor momento en que un astronauta quedó flotando sin ataduras en el espacio.

La NASA difundió imágenes increíbles del astronauta Bruce McCandless II, que en 1984 protagonizó un evento asombroso aunque aterrador.

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Recientemente, la NASA divulgó una fotografía del astronauta Bruce McCandless II, registrada en febrero de 1984, para conmemorar el momento en que quedó flotando en el espacio sin ningún tipo de atadura.

A la deriva en el espacio

La fotografía registra el momento en que Bruce McCandless II, ingeniero y aviador, debió salir del transbordador espacial Challenger, a 273 kilómetros sobre la superficie terrestre, para realizar un ensayo de reparación de satélites.

Bruce McCandless II a 273 kilómetros sobre la superficie terrestre.Bruce McCandless II a 273 kilómetros sobre la superficie terrestre.

«Se mantuvo vivo con solo la ayuda de su Unidad de Maniobras Tripuladas», explicó la NASA desde su sitio web oficial, en alusión a la fotografía de McCandless, fallecido en 2017, que representa una de las imágenes más impactantes de la carrera espacial humana.

El impulso de chorros de nitrógeno

McCandless y su compañero Robert Ste, fueron los primeros astronautas en realizar una «caminata espacial sin ataduras «, durante la misión 41-B del transbordador espacial, en 1984. «Fue una sensación maravillosa, una mezcla de euforia personal y orgullo profesional: me había llevado muchos años llegar a ese punto. Varias personas se mostraron escépticas de que funcionara, y con 300 horas de práctica de vuelo, estaba sobreentrenado», narró McCandless al rememorar su experiencia.

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Astronaut Bruce McCandless II Floats Free in Space

La Unidad de Maniobras Tripuladas permitía al astronauta controlar su orientación y movimiento mediante el disparo de chorros de nitrógeno, un método que se empleó también para ayudar a desplegar y recuperar satélites, tecnología que más tarde fue reemplazada por la unidad de propulsión de mochila SAFER.

Imagen de portada: iStock/Yahoo/NASA

FUENTE RESPONSABLE: Clarín.com (Por History Latinoamérica) 26 de julio 2022

NASA/Astronauta/Espacio

 

 

 

 

 

 

Descubrimiento: los viajes espaciales tienen efectos irreversibles en los huesos humanos.

Un estudio sobre la masa ósea reveló datos que preocupan a las agencias espaciales a la hora de planificar nuevas exploraciones.

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Un estudio sobre la pérdida de masa ósea demostró que las misiones espaciales más largas provocaban tanto una mayor pérdida de hueso como una menor probabilidad de recuperarlo después. Y así comprender mejor los efectos de los viajes en el cuerpo humano y las medidas para mitigarlos, algo crucial de cara a posibles misiones futuras.

El análisis reunió nuevos datos sobre la pérdida de masa ósea en los 17 astronautas que volaron a la Estación Espacial Internacional. La disminución fue causada por las condiciones de microgravedad del espacio y el grado de recuperación de la densidad mineral ósea en la Tierra.

Pixabay

Participaron 14 astronautas hombres y 3 mujeres, con una edad promedio de 47 años, cuyas misiones oscilaron entre cuatro y siete meses en el espacio, con un promedio de cinco meses y medio.

Un año después de regresar a la Tierra, los astronautas presentaban un promedio del 2,1% de reducción de la densidad mineral ósea en la tibia y 1,3% de reducción de la resistencia ósea. En tanto, nueve no recuperaron la densidad mineral ósea tras el vuelo espacial, experimentando una pérdida permanente.

Pixabay

«Sabemos que los astronautas pierden hueso en los vuelos espaciales de larga duración. Lo novedoso es que hemos seguido a los astronautas durante un año, después de su viaje espacial, para entender si el hueso se recupera y cómo», dijo Leigh Gabel, profesor de la Universidad de Calgary y autor principal del análisis publicado en la revista Scientific Reports.

«Los astronautas experimentaron una pérdida ósea significativa durante los vuelos espaciales de seis meses, un valor que esperaríamos ver en adultos mayores durante dos décadas en la Tierra. Y, después de un año de regreso a la Tierra, sólo recuperaron aproximadamente la mitad de esa pérdida», añadió Gabel.

Noticias Argentinas

La pérdida de masa ósea se debe a que los huesos, que normalmente soportan peso en la Tierra, no lo hacen en el espacio. «Las agencias espaciales van a tener que mejorar las contramedidas -ejercicio y nutrición- para ayudar a prevenir la pérdida ósea«, señaló Gabel.

«Durante los vuelos espaciales, las estructuras óseas finas se adelgazan y, con el tiempo, algunas de las varillas óseas se desconectan entre sí. Una vez que el astronauta regresa a la Tierra, las conexiones óseas restantes pueden engrosarse y fortalecerse, pero las que se desconectaron en el espacio no pueden reconstruirse, por lo que la estructura ósea general del astronauta cambia permanentemente«, admitió Gabel.

SpaceX

En los últimos siete años, los astronautas del estudio volaron en la Estación Espacial. Y, si bien no se conocen sus nacionalidades, son integrantes de la agencia espacial estadounidense NASA, la Agencia Espacial Canadiense, la Agencia Espacial Europea y la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón.

Los viajes espaciales plantean diversos retos para el cuerpo humano, algo que preocupa a las agencias espaciales a la hora de planificar nuevas exploraciones. «La microgravedad afecta a muchos sistemas del cuerpo, entre ellos, el muscular y el óseo», justificó Gabel.

«El sistema cardiovascular también experimenta muchos cambios. Sin la gravedad que bombea la sangre hacia los pies, los astronautas experimentan un cambio de fluido que hace que se acumule más sangre en la parte superior del cuerpo. Aquello puede afectar al sistema cardiovascular y la visión«, agregó.

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«La radiación es también una gran preocupación para la salud de los astronautas. Cuanto más se alejan de la Tierra, mayor es la exposición a la radiación solar y el riesgo de cáncer«, concluyó Gabel.

Imagen de portada: Gentileza de Fututo Eléctrico. 

FUENTE RESPONSABLE: Ámbito. Argentina. 2 de julio 2022.

Mundo/Espacio/Astronautas/Salud/Ciencia

 

 

El cerebro de los astronautas se deteriora cada vez que salen al espacio.

PELIGROS DE LA EXPLORACIÓN ESPACIAL

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Un nuevo descubrimiento complica un poco más el sueño de convertirnos en una especie multi planetaria. Ahora sabemos que pasar largos periodos de tiempo en el espacio daña el cerebro.

A los efectos negativos de pasar largos periodos de tiempo en el espacio ahora hay que añadir uno nuevo: el daño cerebral. Lo ha descubierto un grupo de investigadores de la universidad sueca de Gotemburgo, que ha estudiado la sangre de 5 cosmonautas rusos que pasaron más de 5 meses en la Estación Espacial Internacional.

Por mucho que nos empeñemos en conquistar el sistema solar, nuestro cuerpo no está diseñado para estar en el espacio fuera de la capa protectora que ofrece la atmósfera terrestre. Se sabe que cuando los astronautas pasan tiempo en el espacio expuestos a la ingravidez y la radiación, aparecen una serie de efectos adversos para su salud. Los experimentos con el astronauta estadounidense Scott Kelly que pasó un año en la Estación Espacial Internacional (EEI) así lo demuestran. Su cuerpo sufrió una disminución de masa muscular y del tamaño del corazón, alteraciones en su ADN, descalcificación de huesos y alteraciones en su sistema inmunológico.

El astronauta Scott Kelly, objeto del estudio (NASA)Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Neurology por investigadores de la Universidad de Gothenburg, en Suecia, indica que también tiene impacto en la salud de sus cerebros.

Es la primera vez que se documenta una prueba concreta de daños en las células cerebrales en los análisis de sangre tras los vuelos espaciales. Hay que seguir investigando y previniendo este hecho si se quiere que los viajes espaciales sean más habituales en el futuro», afirma Henrik Zetterberg, profesor de neurociencia de la Universidad de Gothenburg y uno de los autores principales del estudio.

El experimento.

Los investigadores analizaron la sangre de cinco cosmonautas rusos, de unos 49 años de edad media, que estuvieron orbitando la Tierra a 400 kilómetros de distancia en la EEI durante más de 5 meses. Tomaron muestras de su sangre 20 días antes de salir hacia la EEI y a su vuelta: un día, una semana y un mes después de que pisaran tierra. Y analizaron 5 biomarcadores relacionados con el daño cerebral: el neurofilamento ligero (NFL), la proteína ácida fibrilar glial (GFAP), la tau total (T-tau) y dos proteínas beta amiloides.

Los resultados de las muestras de sangre mostraban concentraciones de tres de los biomarcadores —NFL, GFAP y la proteína beta amiloide Aβ40— mucho más elevadas tras la estancia en el espacio. Además pudieron observar que estas lecturas incrementaron según los cosmonautas pasaban más tiempo en la Tierra. Los investigadores piensan que el aumento de los niveles de NfL y GFAP puede indicar un tipo de enfermedad neurodegenerativa denominada desintegración axonal. Los niveles elevados de NfL también se asocia actualmente a las primeras etapas del daño cerebral provocado por el Alzheimer.

«Especulamos que la elevación de las proteínas amiloides de vuelta a la Tierra representa una fase de lavado tras meses de eliminación de residuos proteicos obstaculizada, ya que se ha demostrado que la albúmina permanece estable o incluso disminuye», apuntan los investigadores en el estudio. El equipo también observó mediante resonancia magnética cambios en el cerebro de los cosmonautas tras el viaje espacial. Además, las pruebas clínicas que analizaron su función cerebral muestran, según los investigadores, desviaciones relacionadas con el tipo de misión específica que realizaban en el espacio.

Clave para el sueño de colonizar otros planetas.

Aun así, el equipo detrás de este estudio es consciente de que necesitan realizar más investigación para entender mejor cómo y por qué se producen estas lesiones. «Si logramos averiguar qué causa el daño, los biomarcadores que hemos desarrollado podrían ayudarnos a encontrar la mejor manera de remediar el problema», afirma Zetterberg. Que también confía en que los biomarcadores descritos en su nuevo estudio puedan utilizarse en el futuro para controlar la neurodegeneración durante los viajes espaciales.

El equipo de investigadores está intentando en este momento ampliar este trabajo y piensan colaborar con otros colegas científicos y con otros institutos de investigación espacial nacionales e internacionales. El objetivo, afirman, es identificar los motivos y aprender a prevenir este tipo de enfermedades para que los viajes espaciales se puedan realizar con más frecuencia. Esto es vital para nuestros planes de viajar a otros planetas y satélites y montar allí bases permanentes. Según Zetterberg: «Para conseguirlo, debemos averiguar por qué surgen los daños. ¿Se trata de la ingravidez, de los cambios en el fluido cerebral o de los factores de estrés asociados al lanzamiento y al aterrizaje, o está causado por algo más? En este caso, se pueden realizar un montón de estudios experimentales apasionantes en humanos en la Tierra».

Imagen de portada: Gentileza de  (fotograma de Gravity)

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial por Omar Kardoudi

Tecnología/El cerebro de los astronautas se deteriora al pasar largos periodos de tiempo en el espacio.