Los siete traumas más duros que pueden ocurrir en la infancia.

La infancia es esa etapa en la que somos puros e inocentes por estar libres de los prejuicios y de la podredumbre del mundo adulto. Puede ser la etapa más mágica que vivamos o la más destructiva, pero algo está claro: es la que nos define de por vida.

Los traumas más graves durante la infancia suelen tener su origen en situaciones en las que los pequeños perciben que está en peligro su vida o la de las personas significativas en su crianza. En particular, de la madre o el padre.

Los traumas de la infancia pueden dejar huellas que duren toda la vida, sobre todo si son graves. ¿Qué los hace más intensos? El grado de daño perpetrado, su frecuencia, la edad a la que se produce, los recursos psicológicos disponibles y el apoyo con el que se haya contado. 

La negligencia

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Fotograma de The Florida Project.

El maltrato por negligencia o desatención familiar tiene que ver con la falta de protección a los niños frente a sus necesidades básicas o los riesgos potenciales para él o ella. La privación de cuidados ocasiona carencias físicas, psicológicas y sociales. Las consecuencias de esto dependen de la intensidad del abandono y de los factores de riesgo presentes en el entorno.

El abuso emocional

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Fotograma de Las cenizas de Ángela.

El abuso emocional es uno de los traumas más graves durante la infancia. Tiene que ver con acciones como violencia verbal continuada, ausencia de muestras de cariño, episodios de humillación y menosprecio, etc.

Un estudio llevado a cabo en 2016 evidenció que conductas de ese tipo producen cambios en el cerebro de los niños.

Encarcelamiento de uno de los progenitores

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Fotograma de Cafarnaúm.

Los niños que tienen a alguno de sus padres en la cárcel no solo pierden la posibilidad de tener contacto habitual con ese progenitor, sino que además presentan niveles más altos de estrés. 

Experimentan una sensación de pérdida continua y casi siempre tienen problemas para formarse un modelo coherente de autoridad y de familia. Es habitual que esto conduzca a desórdenes de apego, síntomas de estrés postraumático o déficit de atención.

El abuso físico

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Fotograma de El bola.

El abuso físico tiene lugar cuando se producen lesiones en el cuerpo del niño como consecuencia de una agresión por parte de un adulto.

Los datos más conservadores indican que 1 de cada 20 personas ha sufrido este tipo de abusos durante la infancia. Este tipo de maltrato hace que el niño (y posterior adulto) sea más vulnerable ante agentes externos que puedan precipitar una enfermedad mental o física.

Abuso de sustancias en el hogar

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Fotograma de Verano 1993.

El abuso de sustancias psicoactivas en el hogar también está dentro de los traumas más graves durante la infancia.

El Grupo Pompidou, bajo la dirección de la Dra. Corina Giacomello, realizó una investigación al respecto. En ella se señala que estos niños tienen mayor riesgo de ser consumidores de sustancias en el futuro, así como de padecer trastornos del estado de ánimo y problemas de salud mental.

Maltrato violento a la madre

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Fotograma de Te doy mis ojos.

Los niños que son testigos del maltrato violento hacia la madre tienen un riesgo muy alto de presentar problemas de salud con más facilidad. También es más probable que ejerzan violencia en la vida adulta y son más propensos a desarrollar trastornos como ansiedad y depresión.

Es común que aparezcan fuertes sentimientos de culpa por no estar en capacidad de ayudar o salvar a la madre.

El abuso sexual

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Fotograma de Las ventajas de ser una marginado.

Uno de los traumas más graves durante la infancia es el abuso sexual. Se trata de una experiencia traumática que los niños viven como un atentado contra su integridad física y psicológica. Sus consecuencias suelen perdurar a lo largo de toda la vida. 

Este tipo de maltrato incluye cualquier conducta sexual forzada que invada la integridad e intimidad de los menores por parte de un adulto.

Imagen de portada: Fotograma “Te doy mis ojos”.

FUENTE RESPONSABLE: Cultura Inquieta. 1 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Infancia/Salud Mental/Bienestar.

Aristóteles y la felicidad como fin último de la vida humana.

Para sorpresa de muchos, hace más de 2000 años que los filósofos reflexionan cuestiones que aún hoy nosotros mismos pensamos. Una de ellas tiene que ver con la felicidad de la comunidad y del individuo, ¿nos acompañas a averiguarlo?

Todas las personas queremos ser felices, pero qué es la felicidad. Aristóteles ya se lo planteó hace siglos y en este artículo vamos a repasar algunas de las conclusiones a las que llegó.

En Ética a Nicómaco construye su teoría sobre la felicidad y la vida buena. Esta obra pertenece a la ética, una rama de la filosofía que se pregunta cuestiones como: ¿qué es el mal? ¿Qué es el bien? ¿Cómo podemos actuar de manera correcta? ¿Cómo podemos tener una vida dichosa a pesar de las vicisitudes de la existencia?

En esta oportunidad nos sumergiremos en la ética de Aristóteles: una línea de pensamiento que sigue vigente en la actualidad.

¿Qué es la felicidad según Aristóteles?

La felicidad es un concepto central en la ética de Aristóteles. En su obra Ética a Nicómaco, el filósofo argumenta que la felicidad es el fin último de la vida humana. ¿Qué quiere decirnos con esto?

Toda acción humana está compuesta de medios y fines. Por ejemplo, si nuestro fin es comer (tenemos hambre), entonces los medios serán todas aquellas acciones que realicemos para satisfacer nuestra necesidad. Ellos pueden ser pensar qué queremos comer, qué ingredientes necesitamos, comprarlos, cocinar, etc.

Ahora bien, según Aristóteles, existe un fin último en la vida humana

Esto quiere decir que hay un punto al que apunta el conjunto de medios y fines que hemos llevado a cabo a lo largo de nuestra vida. Si le preguntamos a un anciano si su vida es feliz, su respuesta recogerá todas aquellas acciones que ha llevado a cabo a lo largo de su existencia.

Es importante resaltar que para Aristóteles los jóvenes no pueden aspirar a la felicidad tal cual lo propone el filósofo, ya que solo es posible acceder a ella a través de la práctica y la experiencia

Niños y jóvenes están en un estadio previo, donde domina el aprendizaje; cuanta más experiencia acumulen, más cerca estarán de alcanzar la felicidad, entendida como el fin último de la vida.

Para Aristóteles, la felicidad es posible a través de la práctica y la experiencia.

Virtud y felicidad en Aristóteles

La virtud en Aristóteles es otro concepto importante, ya que aspirando a ella podremos alcanzar la felicidad. 

Entiende por virtud la realización óptima o excelente de una función o acción. Y dichas acciones son los hábitos de nuestro carácter, es decir, son aquellas acciones que nos forman como personas virtuosas. Solo estos hábitos del carácter podrán ser considerados como buenos o malos.

Por tanto, según Aristóteles, la felicidad es un estado de bienestar completo que se alcanza mediante la práctica de la virtud

Es completo porque se necesita solo de ella para que la vida tenga un valor en sí mismo.

La virtud se consigue a través de la práctica y el hábito, es decir, es un ejercicio. Aristóteles dice que no nacemos virtuosos, sino que llegamos a serlo. Por lo tanto, para el filósofo, la felicidad no es algo que se alcanza de forma casual, sino que es el resultado de un esfuerzo constante y sostenido.

Virtudes éticas y la felicidad en Aristóteles

Las virtudes éticas, es decir, la excelencia de nuestro carácter, están en una continua tensión entre el querer y la razón. No hay que olvidar que para Aristóteles la función propia del hombre que lo diferencia de otras especies es la razón o el pensamiento. 

Pero sabemos que no somos seres solo dotados de inteligencia, sino que también tenemos deseos o pasiones.

Por ello es importante resaltar el rol del hábito en el camino de las virtudes éticas y la felicidad, ya que de una sentada no forjaremos acciones ni un carácter virtuoso. 

Entonces, la razón debe regular los deseos para lograr la virtud. ¿Cómo lo logramos? Mediante otro concepto de Aristóteles: el punto medio o medianía.

Punto medio y el logro de la felicidad

Aristóteles sostiene que la virtud es el equilibrio entre dos extremos

La excelencia del carácter se alcanza cuando se encuentra la armonía correcta entre estos extremos, los cuales uno es por exceso y el otro es por defecto. Por ejemplo, la moderación es el punto medio o equilibrio entre su exceso que es el libertinaje y su defecto que es la privación.

Cuanto más nos esforcemos en tener un carácter equilibrado, más nos acercaremos al punto medio y evitaremos los extremos. 

Solo a través de la puesta en práctica de las acciones podremos aprender y adquirir las virtudes éticas, es decir, si queremos ser justos, debemos hacer actos justos.

Voluntad y elección: el camino hacia la felicidad

Aristóteles considera que las acciones que cuentan son aquellas que las personas realizan en pleno uso de su libertad y el conocimiento completo de las circunstancias en las que se desarrolla

Si alguien que hace algo obligado o bajo coacción, esa acción no es moralmente relevante.

Por otra parte, además del hábito, ¿cómo se fundamenta el punto medio o medianía? 

A través de la elección, la cual es fruto de la deliberación o reflexión. Aquí vuelven a tener un papel importante los medios y los fines, ya que para determinado fin se evalúan los mejores medios para llevarlo a cabo. Así pensado, se le puede considerar como un plan de acción, que en su conjunto nos lleva por el camino de la felicidad.

Pies caminando

En el camino hacia la felicidad, la voluntad y la libertad son importantes.

Comunidad y felicidad según Aristóteles

Aristóteles sostiene que la felicidad no es algo que se pueda alcanzar de forma aislada, sino que es una parte integral de una vida bien vivida en comunidad

Por tanto, importa la felicidad del conjunto, no solamente la dicha del individuo aislado. La virtud es esencial para vivir en armonía con los demás, y la felicidad se alcanza cuando se vive en una comunidad virtuosa.

Tanto es así que en la actualidad se retomaron las investigaciones de la Ética a Nicómaco para pensar cómo la filosofía de Aristóteles puede ayudarnos a pensar no solo en la comunidad, sino también la educación

Porque, como se mencionó antes, la felicidad del individuo aislado no interesa tanto como la felicidad de la comunidad.

Por tanto, se apuesta por una educación de las virtudes en la cual predomine la prudencia como la virtud predominante.

Pues, para Aristóteles, la felicidad es el fin último de la vida humana y se alcanza a través de la práctica de la virtud

La virtud se consigue a través de la práctica y el hábito; además, las elecciones racionales e inteligentes para la ejecución de fines dan forma a un carácter virtuoso. En esta misma línea, la felicidad es definida como un estado de equilibrio y medianía, sumado a que es esencial para vivir en armonía en una comunidad virtuosa.

Probablemente, esta explicación dista mucho del concepto actual, un tanto impaciente, de felicidad. Para algunos puede tratarse de la obtención de bienes materiales, para otros la evitación de determinadas sensaciones, como puede ser el dolor.

Como hemos visto, Aristóteles tiene su propia idea de felicidad, y aunque han pasado unos cuantos años desde que la formuló, podemos considerarla e incluir de ella lo que queramos, lo que nos haga más felices, en nuestra propia definición de felicidad.

Imagen de portada: Estatua de Aristóteles

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Sociedad y Cultura/Filosofía/Bienestar/Felicidad/Virtuosidad.