Diamela Eltit: «La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte con la literatura hacia otros espacios me parece interesante»

Tiene un tono de voz sereno, suave, que a veces se apaga tanto que casi llega al susurro. Diamela Eltit (Santiago de Chile, 1949) contempla la lluvia desde el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, donde este año se celebran las Converses Literaries de Formentor.

Las previsiones meteorológicas hablan de un posible huracán de camino a la isla, pero la escritora no parece en absoluto preocupada: la misma serenidad de sus palabras parece habitar su interior y hacerlo imperturbable. Solo la risa, que brota espontáneamente en varios momentos, altera su discurso. 

Diamela Eltit fue consagrada el año anterior —2021— con el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, pero durante mucho tiempo ha sido lo que se conoce como una escritora de culto, de inmensas minorías.

Durante muchos años ha trabajado como profesora de Literatura en diversos centros de su país. Junto al poeta Raúl Zurita, que llegaría a ser su marido hasta la anulación del matrimonio, y otros amigos inquietos como Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells, fundó el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), que renovó el ambiente de la creación en los duros años de la dictadura pinochetista. 

Como escritora, se dio a conocer en 1980 con el volumen de ensayos Una milla de cruces sobre el pavimento y debutó en la novela tres años después con Lumpérica.

A esta siguieron otros títulos como Por la patriaEl cuarto mundo o El padre mío, donde fue abordando diversos aspectos de la realidad desde un decidido compromiso. Instalada en México como agregada cultural de su país entre 1991 y 1994, se alió con la fotógrafa Paz Errázuriz para escribir un libro de carácter documental sobre amor y locura, El infarto del alma.

En España, ha sido la editorial Periférica la que ha apostado por la obra de Eltit, publicando hasta las fechas sus libros Jamás el fuego nuncaFuerzas EspecialesSumar El cuarto mundo

Mientras la lluvia arrecia y el cielo sobre Las Palmas se ennegrece por momentos, Diamela Eltit responde a las preguntas de JOT DOWN con toda amabilidad.

Solo rehúsa abordar una cuestión: su desencuentro con Roberto Bolaño, con quien intercambió en su día fuertes descalificaciones. 

Su literatura nace de un contexto dictatorial. La censura, ¿enseña algo? ¿Acaba uno debiéndole algo a sus censores?

Efectivamente, cuando yo publiqué mi primer libro, en 1983, había diez años ya de dictadura.

Y había una oficina de censura, no era una idea ni un rumor. Tú tenías que llevar tu manuscrito a una oficina que estaba en el Ministerio del Interior, y allí te tenían que autorizar o no la publicación.

Se podían publicar esos libros sin pasar por ese control, pero en tal caso esos libros no podían llegar a librerías.

Yo publiqué con una editorial que se dedicaba a libros de ciencias sociales, mi libro era su primera experiencia en novela, y querían llegar a librerías.

En ese sentido, puedo decir que viví con un censor al lado, pero nunca escribí para el censor. Respecto al lenguaje, la censura opera y le da un valor mayor al discurso. Las palabras ya no son casuales, tienen más densidad. Las hablas comunes tenían que ser repensadas. La censura te ilumina en eso, no hay inocencia. 

En muchas ocasiones le he oído hablar de la escritura como resistencia, incluso en alguno de sus textos se hablaba de escribir para «salvar mi honor». ¿Hasta ahí llegaba la cosa?

[Ríe con ganas] Mira, yo estudié literatura, leí mucho en la infancia y la adolescencia, y encontré siempre un lugar ahí.

Fui siempre por esa línea, nunca tuve dudas de lo que yo era y lo que quería. Pero claro, me tocó una época que no había pensado que iba a vivir, y que no está bien para nadie, nunca, ni en pasado, ni en presente ni en futuro.

Sé que todos los países tienen historias muy trágicas, y Europa para qué decir.

Pero efectivamente, lo que yo viví fue muy deprimente. Yo era una persona joven, tal vez más ingenua. Me di cuenta que en la vida había cortes. Y escribir era un acto de resistencia, siempre lo es.

La letra no llegó al mundo para escribir literatura, sino para certificar posiciones.

Pero escribimos en ese tiempo mucha gente que nunca salió al exilio, nos definíamos como insilio o exilio interior, con nuevos parámetros sociales. Las universidades estaban intervenidas por militares, los diarios habían cesado, había cambiado el espacio público.

En ese contexto, lo social estaba muy dañado, y escribir se volvía, en efecto, ese acto de resistencia.

Cree que eso hace tan diferentes sus libros de la literatura chilena que más se conocía en España, por ejemplo, la de un Donoso, no digamos ya de un Skármeta o una Isabel Allende?

Así es, yo he trabajado una vía entre otras.

Personalmente, tuve una amistad larga con Donoso, él estuvo muchos años fuera y cuando volvió fue muy bonito conocerlo y cultivar esa relación.

Él tenía novelas importantes como El obsceno pájaro de la noche, donde trabajó las clases sociales, cómo están ligadas, cómo es la dependencia entre oprimido y opresor.

Y luego está el primer Skármeta, con sus cuentos muy divertidos, muy irónicos, que hoy día serían políticamente incorrectos en el mejor sentido del término. A Isabel Allende la he visto un par de veces, hemos tenido una relación cordial. 

¿Cree que ese sentido de la literatura como resistencia del que hablábamos corresponde solo a un momento de represión, o lo puede tener todavía hoy, cuando las libertades son más amplias y el honor no está tan comprometido? 

Todo sistema político tiene una parte represiva, no hay ninguno completamente libre.

La dictadura es un momento exacerbado de esa represión, pero no creo que haya ningún sistema enteramente libre, siempre se reprime un poco, especialmente a los jóvenes. Así, la materia literaria está vigente observando todas las libertades posibles. 

El hecho de que usted entre en el mundo de la performance, con el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), ¿marca una desconfianza hacia el libro? ¿La acción en la calle iba a llegar adonde la letra impresa no alcanzaba?

Mi deseo de escritura excede al libro, la escritura para mí nunca va a ser suficiente. Siempre va a haber un momento pleno, y creo que esa sensación era cada vez más fuerte.

Quería llegar a un global en el que me daba cuenta que el libro contiene la letra, la retiene. Efectivamente, hay un espacio entre la letra y el libro que es terrible. Pero tal vez esa idea de acercarse al libro hace que la gente siga escribiendo. Por otro lado, Acciones de Arte permitía ir más allá del papel, pero fue un momento corto, seis años. Después volví a lo que soy. 

Sí, la oí decir que volvió «disciplinadamente». ¿Se sentía como la alumna que se ha escapado del colegio?

[Ríe] Sí, volví porque me di cuenta de que había algo que yo no manejaba bien fuera de ese ámbito.

Sin embargo, no dejó de trabajar con otras herramientas, como la fotografía. ¿Qué encontró en ella para ir más allá?

A mí siempre me ha interesado el trabajo con los demás, la cuestión comunitaria.

Ese sí ha sido un tema que me ha dado vuelo. Hay un libro titulado El infarto del alma, con fotografías de Paz Errázuriz, que estaba haciendo fotografías en un psiquiátrico y había descubierto que dentro de aquel centro había parejas de enamorados.

Mi idea fue escribir en paralelo con las fotos de Paz. Me gustó mucho trabajar en esa relación, fue un encuentro muy interesante.

Diamela Eltit para Jot Down 22

Es curioso que le atraiga el trabajo comunitario y haya escogido la profesión más solitaria quizá, la de escritor. ¿Logró conjurar la soledad a través de colaboraciones como esa?

Sí y no. Estás solo y no estás solo, en el sentido en que el lenguaje lo excede a uno mismo. Uno escribe solo, pero con todo lo que te llega, con las memorias, los distintos espacios, las situaciones.

Te retira de tu vida cotidiana y vuelves enteramente, es interesante porque hay una fuga de la vida. La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte un poco con la literatura hacia otros espacios me sigue pareciendo algo interesante. 

¿Esa necesidad de fuga fue la que la hizo también acercarse al teatro? 

Yo he hecho guiones para cine, pero en teatro solo ha habido directores que han adaptado mis obras, no he escrito directamente para él. Especialmente, con una gran amiga y compañera de trabajo hicimos un mediometraje bastante raro…

Muchos compañeros escritores comentan que, precisamente porque los procesos del cine son complejos, nunca quedan contentos con el resultado. ¿En su caso no fue así?

Ah sí, hice guiones para dos películas más comerciales que las anteriores que había hecho. En una de ellas, entre lo que yo pensé y escribí y lo que se hizo al final había una diferencia enorme. Me di cuenta de que había una falla mía tal vez, en el sentido de no pensar que eso requería una producción.

Eso no lo había pensado. El cine pasa por sumas de dinero no menores, que acaban transformando el producto final. 

Lo del papel y el bolígrafo es mucho más barato, claro…

Sí, sí [ríe].

¿Cree que su obra está impregnada o atravesada de una intención feminista, o de una intuición feminista…?

No. A mí nunca me interesó mucho hacer una literatura que propusiera posiciones ideológicas, para eso están los discursos teóricos y sociales, que siempre van a ser importantes, interesantes e iluminadores.

Para qué voy hacer una novela feminista, si hay un pensamiento feminista lo suficientemente sólido como para iluminar el campo. En otro registro, hice una literatura muy mental, no tan fundada en las intuiciones femeninas y sus programas. La mía no es una literatura ilustrativa de nada, sería limitante como creatividad.      

En los últimos años hemos asistido a un fenómeno chileno como el de Las Tesis, que han irradiado su forma de expresión por todo el mundo. El año pasado las conocí en Cádiz y no pude preguntarles si habían leído a Diamela Eltit, ¿usted cree que lo hicieron?

[Risas] Mira, Las Tesis creo que leyeron a Rita Segato, la comunista argentina.

Y es divertido porque tomaron el himno de la policía y lo pusieron en evidencia. Era el himno real, y era muy complejo una vez que lo escenificaron.

Me parece muy interesante la performance y la puesta en escena. Tuve una reunión pública con ellas, también con otro grupo que hace acción lumínica, Delight.

Son los dos grupos más importantes e interesantes de esa escena. Yo trabajé mucho cosas parecidas. Por otra parte, estaba muy atenta a cosas del estilo de cómo votamos, cómo se consigue el voto para las mujeres…

Era mi siguiente pregunta. Las cosas conquistadas, ¿no tienen vuelta atrás, o son más frágiles de lo que pensamos?

Hay construcciones, destrucciones, en esto como en todo.    

Pasó también una temporada en México. ¿Puede recordar aquella etapa, qué le hizo salir del país y afincarse allí?

Cuando vino la transición en el año 90, yo había trabajado en cuestiones sociales, escribiendo textos para distintos políticos, ¿no?

Me llamaron y me dijeron que había cinco cargos de agregadurías culturales, y me ofrecieron una por el trabajo de colaboración que yo había hecho, anónimo, sin firma.

Me preguntaron adónde quería ir, nunca lo había pensado, así que decidí que fuera México, donde nunca había estado. Fue un trabajo complicado e interesante, pues no había relaciones entre los países y me tocó redactar muchos convenios. Eso me sacó de la parte más social de mi trabajo, para dedicarme a tareas puramente burocráticas. 

¿Le resultó fácil integrarse en el ambiente literario mexicano? ¿Con quién hizo pandilla?

Sí, todavía tengo buenas amistades allá. Estaban Carlos Mosiváis, que era muy sabio… No, olvidémonos de esa palabra, era muy erudito, tremendamente erudito, trabajaba en las culturas populares… A mi amiga Marta Lamas, a Margo Glatz, en fin, conocí a muchos. A Carlos Fuentes, también, era muy simpático. Tuve la suerte de estar en esos grupos en los que circulaban siempre los mismos. 

¿Pitol andaba por allí, también? ¿A Monterroso?

Sí, a Sergio Pitol lo conocí, pero estaba mucho en el extranjero. Cuando regresaba a México lo encontraba. Y Monterroso era guatemalteco y vivió en México…

¿Por qué sonríe al hablar de Augusto Monterroso, le ha venido algún recuerdo simpático de él?          

Era bajito [ríe].

No sé si sabe que una vez se hizo una foto al lado de Cortázar, que era altísimo, medía casi dos metros, y la hizo publicar en la prensa de Guatemala con el siguiente pie: «El escritor Augusto Monterroso, junto a un hombre de estatura normal».

No la sabía [ríe]. 

Diamela Eltit para Jot Down

¿Podía usted sospechar entonces, cuando llegó a México, que algún día la llamarían para concederle el premio de la FIL de Guadalajara?

Mira, el primer premio FIL se lo concedieron a Nicanor Parra, y yo había sido alumna de Nicanor en la Universidad. Yo me lo gané más de treinta años después o más, nunca pensé en ese premio. Pero sí, vivir en México fue liberador, supuso para mí salir del exilio interior…

¿Cómo era el profesor Parra?

Nicanor, como sabes, era físico cuántico, había estudiado en Inglaterra.

Tenía una familia muy ligada a lo popular, su hermana era Violeta Parra, una de las más importantes compositoras latinoamericanas.

Y bueno, él era muy inteligente, más que como profesor, era un espectáculo verlo a él. Era muy simpático, siempre tuve muy buena relación con él y cuando estudié con él fue muy provechoso.

El físico se recicló como literato. Lo que no me sirvió fue para escribir, no aprendí técnica de él, más bien cómo leía el mundo. Decía cosas como «cuando un hombre se va con la mujer de otro, arde Troya». Esa era su síntesis del mundo [risas].  

No quiero dejar de preguntarle por algo que quizá le resulte engorroso, o embarazoso. Me refiero a su relación con Roberto Bolaño, del que han circulado muchos rumores respecto a usted. Para no dejar las cosas al chisme, le pregunto qué pasó con él.

Él murió joven, desafortunadamente. Por respeto a su muerte, prefiero no hablar de Bolaño. 

De su obra, ¿sí puede hablar? 

Yo prefiero no referirme a Bolaño.

Volvamos a la FIL. A menudo los escritores se obsesionan con los premios, pero, ¿son tan importantes? ¿Cambia realmente algo de su obra cuando lo reciben, más allá de que vengan bien económicamente?

Yo he escrito libros no marginales, pero desde luego he trabajado en otra dirección más ligada a la producción que a la difusión.

Lo otro tiene servidumbres, un representante que te diga que tienes que ir para acá o para allá… Yo me siento muy libre en ese sentido, con las editoriales no tengo una exigencia, y no sigo los premios, dónde se dan, en qué minuto.

Sinceramente, no estoy en eso. Ahora bien, es estimulante recibirlos, pero hay un espacio más complejo, más retorcido, y es pensar inevitablemente que se equivocaron cuando te dieron el premio.

Nada es tan simple, no puedo evitar pensar así, si me lo merecía o se han equivocado. Pasé muchos años sin premios, pero con ellos o sin ellos he tenido que seguir con los mismos desvelos. Los premios que tengo no me sirven para escribir la próxima novela que tengo entre manos.   

Juan Goytisolo decía algo parecido, solo estaba convencido cuando le lanzaban un anatema o una fatua, los premios en cambio le hacían sentir que había un error. ¿Usted ha recibido alguna amenaza que le ayude a saber que va por el buen camino?

No, bueno, yo tuve inicios más difíciles por muchas situaciones, pero tengo una cosa: el lunes me puedes molestar, y el martes se me olvida. 

Una parte de su escritura tiene mucho que ver con lo oral. Fernando Quiñones solía pasear por los mercados y las plazas, y cuando alguien le preguntaba decía que estaba trabajando, «haciendo oído». ¿Usted ha hecho oído, también, ha sacado esa antena?

Me interesa mucho el habla de la gente, que alguien diga «ojalá que no haiga frío» y pensar que es toda la comunidad la que construye ese «haiga».

Luego reviso mucho los textos hasta niveles agotadores, me agobio yo misma al revisar mis textos. Siempre hay una vez más. Luego, cuando termino la novela y la mando al editor, siento pánico de que sea la última lectura y se deslice algún detalle sin corregir, pero después me olvido y sigo con la próxima.  

¿Nunca se relee a sí misma?

Poquito, poquito. No le encuentro mucho sentido. 

Me impresionó una frase suya, «el libro tiene todos los lectores que necesita». Es como impugnar la idea de la injusticia literaria. ¿Hay un orden natural que hace que cada libro tenga su público justo?

Creo que el acto de leer sigue siendo más importante que el cuántos leen. Lo otro es para los responsables de las editoriales, para los economistas. 

¿Y aspira más a lectores de calidad, inteligentes, sagaces, que a un determinado número de ellos?

No, si me leen… Claro que si son inteligentes lo agradezco, pero el lector elige qué lee, es soberano, y es normal que en una oferta múltiple de lecturas tengan más conexión con unas cosas que con otras. Nunca he pensado mucho más allá de eso, me parece bien, no me obsesiona. 

Diamela Eltit para Jot Down

La izquierda, por la que tanta gente luchó e incluso dio su vida, ¿es hoy lo que era? ¿Está a la altura de los tiempos y de su propia historia?    

Mira, venimos de una tremenda derrota hace poquitito, se acaba de perder el proceso para generar una nueva Constitución, y ha sido un golpe para la izquierda chilena, uno de los más graves después del golpe de Estado.

La gente que yo conozco estamos pensando qué pasó, cómo pasó. Es muy pronto para explicarlo íntegramente, pero lo estamos analizando…

Pero más allá de esa coyuntura, no solo en Chile, ¿están las corrientes progresistas dando respuesta a los problemas de hoy, o toca una reformulación, una puesta al día?

La izquierda de hoy no es la de los años 70, pero el problema más bien es que la ultraderecha está ahí, la gente de Vox por ejemplo va a Chile a hablar con la derecha chilena…

No sé cómo estarán las elecciones en Italia [finalmente, venció la candidata ultraderechista Giorgia Meloni, actual presidenta del Consejo de Ministros de la República, N. de R.], Bolsonaro en Brasil…

Digamos que hay un estado de cosas complejo, creo que hay un desgaste del neoliberalismo del que esa ultraderecha es un síntoma.

¿Quiere decir que la izquierda se limita a definirse por contraste con la derecha?

Mira, no sé si sabes lo que pasó en Chile. Primero, elecciones, ganó pero perdió las cámaras. Llevar adelante su programa era muy complejo, pero estaba el proceso constituyente.

Y este no solo no se gana, sino que se pierde por una cifra abismal, impensada, que ni siquiera la derecha lo había calculado en ningún momento. Nadie sabe esos votos qué son, por qué votaron eso, qué hay en ese número…

¿Qué literatura va a generar en Chile estos tiempos tan movidos?

Creo que habría sido interesante que se hubiera ganado la asamblea y se hubiera estrenado una nueva Constitución, porque la antigua había sido redactada en los tiempos de Pinochet.

Estamos en ese tiempo que no ha terminado, y lo que trae este nuevo liberalismo es la fantasía del yo frente a la comunidad: yo tengo que triunfar, yo… Un mundo del like, me gusta, me gusta. Y del selfi, ya no hay otros, es yo y yo. Incluso hicieron maquinarias para sacarte mejor, filtros.

Y la literatura no es ajena a los movimientos sociales, se ha generado una literatura del selfi, yo y mi vida.

Pero también es muy débil, porque el yo es algo muy complejo, no lineal. Es algo por alcanzar siempre, y hay más de un yo siempre.

Ya lo dice Federico García Lorca, «yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa». Esa literatura selfi es bastante agotadora para mí. Veremos si se rompe esa línea, desgraciadamente a lo mejor no se rompe, porque en Chile al menos continúa. 

En la pandemia pareció que había un espejismo de vuelta a la comunidad, para volver a las mismas. ¿En Chile ocurrió igual? 

Nosotros más rotundos con las elecciones, en las que se discutían muchas cuestiones comunitarias.

El agua, por ejemplo, el mar que en nuestro país está en manos de siete familias chilenas y los pescadores artesanales están jodidos totales, el litio es de los chinos, tenemos todos los recursos naturales amenazados…

Hay que ver, hay que ver qué pasa con algo tan necesario como es el nosotros. 

Diamela Eltit para Jot Down

Imagen de portada: Manifestaciones en Santiago de Chile, Chile.

FUENTE RESPONSABLE: JOT DOWN. Por Alejandro Luque. 13 de febrero 2023.

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«La empleada doméstica es una figura tremendamente incómoda en la cultura latinoamericana, presente en ciertas clases sociales en regímenes de semiesclavitud»: entrevista con Alia Trabucco

La niña muere y lo sabemos desde el comienzo. Nos lo cuenta Estela, la empleada doméstica, sirvienta, criada, muchacha de la limpieza o nana, según el país donde estemos.

En este caso es Chile, donde es habitual el término nana, especialmente cuando se cuida a niños, aunque después de años de lucha sindical por sus derechos laborales, ellas quieran ser llamadas trabajadoras de casa particular.

Cuando Estela llega a su nuevo trabajo, la señora está embarazada de la niña, y la niña muere cuando tiene 7 años.

Estela es la protagonista de «Limpia», la nueva novela de Alia Trabucco (Santiago, 1983). Ella viene del sur a la capital para trabajar un tiempo corto como interna, es decir, viviendo en la casa de sus jefes o patrones, la señora y el señor, los dueños de casa, para hacer las tareas domésticas y cuidar a la niña.

La autora de la aclamada novela «La resta» y del libro «Las Homicidas», que cuenta historias de mujeres asesinas, entra ahora en la vida de las empleadas domésticas:

«Una figura tremendamente incómoda en la cultura latinoamericana, presente en ciertas clases sociales en regímenes de semiesclavitud como es el caso de las trabajadoras de puertas adentro, como se dice en Chile, o cama adentro, como se dice en Argentina, porque supone la suspensión de la propia vida en favor de la existencia de otro».

Alia Trabucco formará parte de los diálogos del HAY Festival de Cartagena.

¿Por qué anuncias la muerte desde el principio, tienes una visión trágica de la vida?

Hay cosas trágicas, pero no tengo esa visión, porque no creo que sepamos los finales de las historias, salvo el único gran final de que vamos a morir y sin embargo, seguimos viviendo.

Esa contradicción está presente en las tragedias griegas, donde te dicen quién va a morir, a quién le van a sacar los ojos, quién se va a acostar con su madre.

Estela dice «la niña va a morir» y eso produce la suficiente curiosidad, ¿pero qué pasa en las páginas siguientes? Limpia, refriega, corta una cebolla, cocina, piensa, reflexiona y cuenta su propia historia.

«Me entrené como se entrenan los deportistas para aguantar el dolor», dice Estela, y se convierte en la que «preparaba pollo a la cacerola», «limpiaba las costras de caca de la loza del guáter» y «recogía los pelos atorados en la boca abierta del desagüe.» ¿Por qué habla con esa crudeza?

Me sirvió leer «Las criadas», de Jean Genet, una obra donde las empleadas están enojadas y son muy irónicas.

Me parecía valioso que no tuviera los típicos sentimientos que tiene que tener: gratitud, cierta sumisión, tal como está retratada en la literatura latinoamericana. Me preguntaba ¿qué pasa si el personaje tiene otro tipo de voz y otra actitud?

Y así surgió Estela, que tiene un espesor reflexivo y que al mismo tiempo ironiza con las expectativas de cómo tendría que hablar alguien como ella.

Tiene rabia, también siente cariño y siente desesperación. Vive en una gran soledad y tiene una tremenda lucidez a la que también tiene derecho.

FUENTE DE LA IMAGEN – EDITORIAL LUMEN

La señora llega con un vestido nuevo y Estela se lo prueba a escondidas pero su jefa la descubre, y le dice «lávalo». ¿El contacto con su piel lo ha ensuciado?

Hay una violencia en hacer que otro haga la limpieza, pero que no vaya a ensuciarte. El racismo y clasismo que hay detrás de eso me parece brutal.

Hay un momento en que Estela ironiza sobre el hecho de que le moleste a los patrones que ella lave su ropa al mismo tiempo, en la misma carga de la lavadora.

Son cosas que uno ve: comer por separado, otro tipo de comida, microviolencias que están presentes en este tipo de relaciones tan verticales, gestos que hablan de una manera de ser de nuestros países y que todavía no se subvierten, por más que ha habido impulsos democratizadores.

¿Tuviste alguna vez una nana?

Desde que soy independiente y vivo sola o en pareja, no. Pero cuando niña, tanto mi papá como mi mamá trabajaban fuera de la casa, y esa figura estuvo presente en mi infancia.

Es un tipo de trabajo que lentamente ha ido cambiando, al menos en su lógica de puertas adentro, pero sigue existiendo mucha desregulación, donde el adentro y el afuera, el trabajo y el cariño, se mezclan de una manera ambigua, cercana al modelo hacendal.

Al llegar Estela se siente una extraña, pero de pronto eso cambia «cuando comenzó a pedirme que le lavara a mano sus calzones, a decirme Estelita, la niña vomitó, échale cloro al piso, por favor». ¿Es este tipo de relación a la que te refieres?

Ha habido cambios importantes al nombrar el trabajo como lo que es, porque ir a la casa de alguien a limpiar, cocinar y planchar es ir a trabajar con un horario, un contrato, condiciones que han sido conquistadas hace muy poco.

Estuve revisando la historia del sindicato, sus demandas; es impactante la lucha que han dado y terrible la exclusión que han sufrido dentro de las propias clases populares, porque su labor no era vista como trabajo.

Tengo la impresión de que el puertas adentro ha tendido a desaparecer y se ha ido formalizando, porque Estela no tiene horario y ella simplemente no sale nunca de su lugar de trabajo.

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¿Estas trabajadoras le facilitan a otras mujeres la posibilidad de desarrollarse fuera de la casa?

¿Por qué lo verbalizamos de ese modo? Es como si la que explota a la trabajadora es la mujer porque sale, ya que la responsabilidad de la casa es suya, pero en realidad es una explotación de la familia como institución profundamente opresora.

Yo misma lo repetí, pero luego me quedé pensando: ¿por qué el marido sale sin culpa? Tiene que ver con una estructura patriarcal que al otorgarle ese rol a la mujer la obliga a ponerse en esa posición.

¿Y cuántas de las filósofas, las grandes académicas, han tenido que recurrir a esto para cumplir el deseo de ser madres y no renunciar a sus vidas intelectuales y profesionales?

Es una contradicción que está sin resolver, muy presente en ciertas clases sociales y en cierto tipo de mujer que ha podido insertarse a este sistema con un costo tremendo para otras, sin pagar correctamente, sin estimar el trabajo.

¿Los padres delegan parte de la crianza y cuidado de sus hijos a las nanas, porque hacerlo todo es insostenible?

No emito juicio respecto de que la crianza sea algo hecho en colectivo. Me parece una locura que la sociedad esté en una vuelta conservadora de exigirle a las familias y a las madres ser unas súper madres, que estén en la crianza mañana, tarde y noche. Es un retroceso gigantesco para las mujeres.

Aparece como algo liberador y deseado, pero no están las estructuras para apoyar a las mujeres ni a las familias. Se les impone una exigencia brutal de ser no solo esposas y madres, sino trabajadoras excepcionales, ganar sus propios sueldos y ser exitosas profesionalmente mientras crían al 100% del tiempo.

Es necesario que la sociedad se haga cargo de la crianza también, establecer lazos comunitarios con la familia y fuera de ella a través de las instituciones, devolverles la confianza.

La demanda me parece irrealizable y profundamente machista, y se le está dando una vuelta de tuerca como si fuera feminista, con cosas que son armas de doble filo.

Siento que, en los años 80, las madres llevaban a sus hijas e hijos a salas cunas y a jardines infantiles con menos culpa que ahora.

Es tramposo y recomiendo la lectura del libro de Lina Meruane «Contra los hijos», sobre las exigencias neoliberales respecto de la maternidad.

FUENTE DE LA IMAGEN,©LORENA PALAVECINO PENGUIN RANDOM HOUSE

La niña también está muy exigida: debe tocar el piano, ser un as en matemáticas, valiente en la piscina… ¿El hijo como trofeo o manifestación de éxito de sus padres?

Es una niña totalmente atrapada, como sus padres, en exigencias de perfección y de éxito que ya caen sobre ella desde antes de nacer; es una especie de producto neoliberal también.

Sufre tremendamente y está angustiada, desesperada, y eso se manifiesta en cuestiones físicas como comerse las uñas, los padrastros y las cutículas y otros actos de violencia hacia su propio cuerpo que yo quise trabajar porque lo veo.

¿Dónde lo ves?

Veo, veo ansiedad, veo a padres angustiados y a hijos angustiados. He visto a niños que se sacan el pelo y que se dejan pelones en la cabeza. ¿Qué es esa ansiedad? Son seres vulnerables.

La niña por un lado es completamente insoportable y a la vez produce una gran angustia y una gran ternura, porque es frágil, pero sigue siendo el producto de sus padres y de esta sociedad, y es una especie de protopatrona desde la primera infancia, pero con toda esa autoagresión.

Me parecía interesante tratar una infancia más gris, porque suele ser abordada desde la pura inocencia.

La niña no come. ¿Es la manera que tiene de rebelarse?

Es desesperación, porque la rebelión requiere un poco más de conciencia. Son maneras de llamar la atención y mandar señales de alerta, de expresar una desesperación que está no vista, porque esa niña no es vista por sus padres.

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«Una niña infeliz, una mujer que aparenta y un hombre que calcula», observa Estela. ¿Es la única que ve a la niña?

Efectivamente, la está mirando y es consciente de su soledad, algo que era bonito de explorar.

Está la idea de que una trabajadora doméstica está ahí, en la casa, y es tratada como si no tuviera ojos, como si no tuviera voz.

Me parecía desafiante que mirara con atención y lucidez, porque lo que se ve debe ser muchísimo. Es el tras las cámaras de una familia, el tras las cámaras de la sociedad: el sexo, la suciedad, la violencia, la exigencia, las pastillas de la patrona, las ratas.

Todo lo ve, ve la podredumbre.

También ve a la niña y empatiza, la quiere y sin embargo, no la quiere, me interesaba ese vaivén y explorar la posibilidad de un sí y un no verdadero.

Entonces, la que se rebela es Estela…

Su voz exuda rebelión, porque ella sí está consciente, y creo que es algo que resulta especialmente aterrador para algunas personas: la posibilidad de una trabajadora doméstica con este nivel de conciencia social, aterrador.

Como es habitual, ella tiene un dormitorio al lado de la cocina -«ahí viví yo durante siete años, aunque nunca, ni una vez, la llamé ‘mi pieza'»-. ¿Por qué se queda tanto tiempo en una casa que no es la suya?

Leí varios testimonios y trabajos académicos sobre trabajadoras puertas adentro en Chile y me llamó la atención este irse quedando.

Podría ser un trabajo temporal, pero está mal pagado, no es posible ahorrar, entonces dejarlo es difícil y para mujeres que no son de la ciudad implica pagar un arriendo.

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Para la protagonista, el trabajo se va volviendo una trampa.

Estela se va quedando porque como le dice su madre es una trampa, no es por voluntad, ni porque esté contenta, es un camino para ayudar a su familia; lo vemos en los migrantes ahora, son caminos para ganarse la vida, pero ¿qué pasa con la propia? La pregunta es desoladora.

¿Y cómo son las bambalinas de la sociedad que observa a través de esa familia?

Ve una parte de la sociedad, porque es una familia burguesa contemporánea, no está en la familia popular ni en las familias de clase media.

Son profesionales jóvenes, exitosos, con dinero. Pero lo que está entrando por la ventana o por la televisión es un descontento hondisimo, que termina explotando, y que en Chile tuvo la posibilidad de canalizarse en un proceso constitucional y fracasó.

Entonces sigue ahí y es una bomba de tiempo.

Está muy tensa la sociedad chilena y no solo la chilena, estamos viviendo en un modelo insostenible que nos conduce colectivamente a la muerte. El descontento está en América Latina, está en Europa, en Estados Unidos, en todas partes, el modelo bajo el cual vivimos no da más.

«Limpia» es una palabra de muchas lecturas, ¿por qué la eliges?

Está el rol de limpieza de la mugre de otros; está la exigencia de ser pulcra, pero también es una orden: «¡Limpia!».

Incluso está la idea de un ser humano limpio, una exigencia que se le impone a la trabajadora, pero también a su patrona, el tener vidas sin impurezas, sin tropiezos.

Limpia contiene otra palabra: impía, que es la idea de pecar y transgredir.

Tiene algo misterioso, bonito, potente y algo violento también si se usa en otros sentidos: cuando se habla de limpieza étnica, que es un eufemismo del asesinato de quienes no pertenecen al mismo grupo; cuando se habla, como ocurre en Chile, de limpiar las calles, expulsar a vendedores ambulantes, personas sin casa o migrantes; aquellos que la sociedad califica como prescindibles o indeseables, y en ese sentido, como «sucios».

En la idea de limpieza hay una violencia radical, oculta un deseo de pureza que niega lo mezclado y lo impuro o sucio en la propia identidad.

Y a pesar de que todos conocemos el final de la vida, ¿cómo logramos seguir viviendo?

Nos hacemos las locas y los locos. Si no, sería invivible. Nos hemos negado a la muerte y tal vez si nos negáramos menos, tendríamos una relación más sana con la vida.

Antes las personas sabían que iban a morir, morían en sus casas; ahora, ¿quién muere en su casa? Se muere más en el hospital, entubado.

Si la muerte formara parte de la vida como una cuestión menos terrible, me pregunto si no incidiría positivamente en nuestro vínculo con el cuidado, con la naturaleza y en nuestros vínculos con los demás también.

BBC Mundo habló con Alia Trabucco en el marco del Hay Festival Cartagena de Indias, que se celebra del 26 al 29 de enero.

Imagen de portada:©LORENA PALAVECINO PENGUIN RANDOM HOUSE

Este es el tercer libro de Alia Trabucco.

FUENTE RESPONSABLE: Diana Massis 

HayFestivalCartagena@BBCMundo 24 enero 2023

Sociedad y Cultura/América Latina/Chile/Colombia/Empleo/ Explotación laboral.

«Fue un capricho»: la historia de los 15.000 libros que el gobierno de Pinochet le quemó a Gabriel García Márquez.

El 28 de octubre de 1986, después de varios días de viaje, el Peban, un vapor de bandera panameña, atracó finalmente en el puerto chileno de Valparaíso. Mientras se preparaba para diligenciar los papeles de aduana, la tripulación recibió la noticia de que se procedería con la incautación de una parte del cargamento.

El capitán, que estaba seguro de que todo lo que llevaba en su barco estaba en regla, preguntó cuál era la mercancía que iban a retener.

La respuesta oficial fue la que menos esperaba: «Los libros», específicamente, 15.000 ejemplares de «La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile», escrito por el ganador del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez que habían sido enviados desde el puerto de Buenaventura, en Colombia.

Y que debían llegar a manos de Arturo Navarro, el representante de la editorial Oveja Negra -que publicaba los libros del Nobel en aquellos años- en Chile.

El libro narraba las peripecias que había que tenido que sortear el cineasta chileno Miguel Littín, quien vivía en el exilio desde el golpe de Estado que llevó a Augusto Pinochet al poder en 1973.

Littín había vuelto a Chile durante dos semanas en 1985 para filmar en la clandestinidad un documental sobre lo que estaba pasando en el país 12 años después de la irrupción militar.

Arturo Navarro

Arturo Navarro era el representante de la editorial Oveja Negra en Chile.

Luego estrenaría el documental «Acta Central de Chile» en el Festival de Cine de Venecia del 86.

Pero el libro de García Márquez iba más allá: contaba sobre todo detalles que no aparecían en la cinta como por ejemplo el encuentro de Littín, quien se había hecho pasar por un empresario uruguayo, con el propio Pinochet en los pasillos del Palacio de la Moneda, donde el presidente de facto no lo reconoció.

«Yo me enteré de la incautación de los libros dos semanas después porque estaba fuera del país», recuerda Arturo Navarro tomándose un café bajo la nave central del Museo Nacional de la Memoria en el corazón de Santiago.

Navarro había regresado de un viaje por EE.UU. a visitar a su familia cuando se encontró con un mensaje de alerta en el contestador automático de su casa. Era de su agente aduanero y le describía una situación crítica: «Arturo, me dicen que los libros fueron quemados».

Arturo Navarro. Esto fue un capricho de Pinochet: no quería ver un libro, mucho menos después del atentado, en el que básicamente describen cómo le habían metido los dedos en la boca»

Para Navarro, el cargamento era fundamental: era el principal producto que esperaba exponer durante la feria del libro de Santiago, que se iba a celebrar pocas semanas después del incidente.

Él, que había sido empleado de la Editorial Nacional Quimantú (ampliamente perseguida por el régimen) y había visto a los militares ejercer la destrucción de libros en primera fila, también sabía que el régimen de Pinochet había flexibilizado sus políticas de censura.

En ese contexto, creyó que la incautación debía ser más un malentendido que un acto de represión y decidió viajar a Valparaíso para resolver el problema personalmente.

«El libro ya había sido publicado en capítulos en Chile por una revista (Análisis) meses antes», señala Navarro. «Sin embargo, lo que me preocupaba es que de acuerdo a la prensa, la incautación de los libros se debía al mal estado de los contenedores, que me parecía una disculpa inusual».

Portada revista Cauce

FUENTE DE LA IMAGEN – ARTURO NAVARRO. La noticia salió en varios medios locales.

Los ejemplares habían quedado bajo el control de la jefatura de Zona en Estado de Emergencia, a cargo de militares.

Cuando Navarro se acercó al edificio castrense donde podría intentar rescatar los libros, percibió de inmediato la tensión que se sentía dentro del gobierno por esos días: un mes y medio antes, el 7 de septiembre, militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez habían estado muy cerca de acabar con la vida de Augusto Pinochet, en un feroz atentado cuando este regresaba a Santiago desde su residencia en el Cajón del Maipo, a unos 50 kilómetros de la capital.

El asalto había dejado cinco escoltas muertos y varios heridos.

«En el edificio logré hablar con un militar de rango medio al que le pedí que al menos me permitiera devolver los libros a Lima», señala. «Pero después de hacer un par de llamadas, finalmente me dijo ‘Navarro, no se preocupe, que los libros ya los quemamos'».

La versión en los medios se mantenía: contenedores en mal estado, lo que podría explicar la incautación, pero nunca la incineración.

Para Navarro era claro que la orden había venido de arriba y, aunque no tuviera pruebas, no se iba a quedar quieto hasta que la gente supiera que el régimen de Pinochet había mandado a quemar 15.000 volúmenes de nada menos que un premio Nobel.

Diario Neerlandez

FUENTE DE LA IMAGEN – ARTURO NAVARRO. La noticia apareció en el diario neerlandés NCR.

«Yo sigo sosteniendo que esto fue un capricho de Pinochet: no quería ver un libro, mucho menos después del atentado, en el que básicamente describe cómo le habían metido los dedos en la boca», afirma Navarro.

La noticia lo dejó abatido y sin ejemplares para la feria.

Entonces convocó a ruedas de prensa para dar a conocer lo que había pasado, hizo la denuncia pertinente ante la Cámara Chilena del Libro y aunque dentro del país no hubo mucho eco, en el mundo sí publicaron la noticia.

Navarro guarda recortes de prensa de medios de Grecia, Holanda y Estados Unidos que hablan de los ejemplares calcinados.

Pero quedaba por saber qué era realmente lo que había pasado. «Yo de verdad no creía nada de lo que me habían dicho. Ni siquiera que los habían quemado».

Uno de sus colegas le recomendó que el mejor camino para obtener una respuesta del régimen era la vía diplomática, por lo que decidió acudir a la embajada de Colombia, país de donde originalmente habían salido los libros.

«Ahí conocí a Libardo Buitrago, el cónsul colombiano, quien se ofreció a ayudarme».

Documento.

FUENTE DE LA IMAGEN -ARTURO NAVARRO. Este es uno de los pocos documentos donde el régimen de Pinochet aceptó que había quemado libros.

Poco después, gracias a la presión de un país extranjero, le llegó al cónsul un papel muy revelador, una carta fechada del 9 de enero de 1987, firmada por el vicealmirante John Howard Balaresque, en la que no solo se confirma la incineración de los libros sino también las razones: a los ejemplares de «La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile» se les impuso «una medida de censura previa» por considerar que el contenido «transgredía abiertamente las disposiciones constitucionales».

«Ese papel es el único documento oficial que existe en el que el régimen de Pinochet acepta que quemó libros y que lo hizo por censura. Algo imposible de obtener en esos tiempos», relata Navarro.

«Y ahora está acá, en el Museo de la Memoria».

El documento, con firma oficial, le sirvió a la editorial Oveja para poder cobrar el seguro por la pérdida, pero además implantó en la cabeza de Navarro una certeza que no lo abandonó nunca más: la cultura sería clave en el fin del régimen.

«Esta represión a los libros, a la cultura, se daría vuelta y terminaría siendo uno de los principales motivos por los que Pinochet saldría del poder. Porque fueron los cantantes, los artistas, los escritores quienes serían fundamentales en la campaña de votar No en el plebiscito de 1988 que acabaría con la dictadura», concluye.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. Augusto Pinochet se hizo con el poder en Chile mediante un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973.

FUENTE RESPONSABLE: Alejandro Millán Valencia; Enviado especial Santiago de Chile. 3 de junio 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Chile/Colombia/Censura/García Márquez.

 

 

 

“Con el litio, América Latina está en riesgo de repetir la película del extractivismo de sus minerales a cambio de unas pocas monedas”.

Tres países de América Latina están desde hace unos años en el punto de mira de empresas y gobiernos de todo el mundo. Tienen algo escaso y muy valioso para el futuro de la energía.

Igual que el oro y la plata, el litio agita sueños de riqueza y prosperidad en todo el continente.

Oro blanco en los desiertos y salares de Argentina, Chile y Bolivia.

Con el más liviano de los metales -tanto que puede flotar en el agua- se fabrican las baterías de litio de los coches eléctricos y de casi cualquier dispositivo electrónico.

«Estos 3 países concentran entre el 60% y el 80% de las reservas mundiales de este mineral. Aunque en cada uno de ellos la historia es muy diferente», dice en esta entrevista con BBC Mundo Ernesto Picco, docente e investigador de tiempo completo en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), en Argentina.

Ernesto Picco es autor de «Crónicas del litio: Sudamérica en disputa por el futuro de la energía global».

Para conocer qué transformación está teniendo lugar, Picco se embarcó en un viaje a las entrañas del desierto y lo cuenta en su libro «Crónicas del litio: Sudamérica en disputa por el futuro de la energía global».

«El precio del litio a nivel mundial se multiplicó por 18 en los últimos 10 años», afirma respaldando el interés mundial por su extracción.

Precisamente por su precio y lo barato que es extraerlo en América Latina gracias al bajo coste de la mano de obra, la baja fiscalidad para las empresa y la relajación de las leyes medioambientales, muchas compañías de Estados Unidos, Australia, Canadá o Corea del Sur ya operan en los salares latinoamericanos.

Pero existe un riesgo, dice Picco, y no es otro que el de «asistir a una película que ya hemos visto en el pasado» y a repetir los mismos errores, dice refiriéndose al extractivismo de recursos naturales en América Latina que alimentaron el crecimiento de las economías del hemisferio norte dejando escasos beneficios en el sur.

Portada del libro escrito por Ernesto Picco

FUENTE DE LA IMAGEN – ERNESTO PICCO

Estos modelos de desarrollo en los países latinoamericanos basados en la explotación y exportación de materias primas, sin valor agregado, tiene repercusiones en la política y la sociedad, pero también en los ecosistemas y las comunidades que viven alrededor.

«El verdadero potencial de este mineral que hasta hace poco se extraía del desierto sin mucha pompa se destapó en el siglo XXI. Pero ya hay científicos y organizaciones sociales que advierten que esta transformación económica es una fantasía. O, en el peor de los casos, que puede ser verdad a costa de un desastre ambiental y social», explica.

El periodista e investigador argentino conversó con BBC Mundo en el marco del Hay Festival Arequipa.

Habitantes del desierto de Atacama

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Qué es el «triángulo del litio»?

Es una forma de nombrar la región que comprende el norte de Argentina, el norte de Chile y el sur de Bolivia.

Más allá de los límites políticos, es una zona muy parecida en términos geográficos, demográficos y culturales.

No hay mucha diferencia entre los atacameños del norte de Argentina y del norte de Chile, por ejemplo.

Son todas poblaciones que están, dicen ellos, desde hace 4.000 años viviendo allí.

Son zonas con una geografía fundamentalmente desértica, donde las familias viven muy aisladas unas de otras y subsisten a través del pastoreo.

Algunas viven de la sal o de la cría de animales.

Hablamos de lugares donde están empezando a llegar grandes empresas y plantas de extracción del litio.

Batería eléctrica de auto

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El litio es uno de los elementos clave para fabricar baterías eléctricas.

¿Qué procesos químicos se usan para extraer el litio?

Lo que hacen las empresas es perforar la costra de los salares, bombear la salmuera -que es el agua subterránea- y volcarla en unas piletas que tienen kilómetros cuadrados de superficie.

Eso se deja evaporar al sol y, una vez que se evapora, queda en el sedimento una serie de minerales y metales que son procesados en las plantas químicas.

De ahí se extrae el carbonato de litio u otra de sus variantes.

¿Qué te encontraste al llegar allí?

Una de las cosas que más me sorprendió es que las plantas están llegando a lugares muy aislados, donde no se ven.

Son lugares remotos, poco accesibles, donde es fácil es que pase desapercibido lo que está ocurriendo.

Una excavadora recogiendo montañas de litio blanco.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Y qué está ocurriendo?

Las comunidades están denunciando un problema de vegas (terrenos fértiles) que se están secando, de ríos contaminados…

Por ejemplo, no se sabe cuál es el impacto en el aire o en el suelo de los residuos que quedan acumulados al costado de las plantas de extracción.

Hay en Chile estudios sobre cómo esto ha impactado en la fauna.

Todo indica que el impacto ambiental es fuerte y en la medida en que empiecen a multiplicarse la cantidad de empresas que llegan, que es lo que aparentemente va a pasar en los próximos cinco o seis años, el impacto seguramente va a ser mucho mayor frente a un beneficio económico que habrá que ver si se justifica.

Un salar en Argentina

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Qué es lo que lo que más te llamó la atención en tu viaje?

La manera diferente en que los tres países -Argentina, Bolivia y Chile- han gestionado la situación de encontrarse con un recurso natural estratégico a nivel global.

Bolivia ha intentado avanzar con un una estrategia de nacionalización.

El modelo de Argentina está mucho más ligado al marco legal de los 90, donde las provincias y los estados federales se disputan entre sí la llegada de empresas ofreciendo mejores beneficios y facilidades.

Y Chile con una cosa más pendular.

Empezó con una etapa más privatista con un sentido del negocio puro y duro y ahora -con el nuevo gobierno de Gabriel Boric- está tratando de crear una empresa estatal.

O sea el marco es muy diferente en estos en los tres países, donde la geografía es muy similar, las culturas son muy similares, pero la política tiene muchos matices.

Zonas de extracción del litio.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Crees que hay una opción mejor que la otra?

Eso en realidad lo vamos a saber con el tiempo y depende de la perspectiva desde la que lo veamos.

Si uno piensa en la posibilidad de industrializar y de ascender en la cadena de valor, la apuesta de Bolivia es una apuesta a largo plazo que evidentemente no ha dado resultado en lo inmediato.

Porque el nivel de producción ha sido menor y ha tenido más dificultades para avanzar, pero quizás en un futuro se encuentre con un control soberano de sus recursos y con beneficios que sean para el país de manera más general.

En el caso Argentina, venimos desde la década del 90, por lo menos con un esquema extractivista puro y duro, que deja beneficios muy magros al país.

Ahora empieza a cambiar la situación.

Una señora alza una pancarta que dice "defendamos el litio"

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Cómo?

Ente el final del año pasado y principios de este se empezó a conformar en lo que se llamó la Mesa Nacional de Litio, donde las tres provincias articuladas con el gobierno de la nación, están empezando a unirse -en vez de estar compitiendo entre sí- para para generar mayores beneficios y progresos estratégicos.

Creo que en América Latina se está empezando un proceso diferente para subir en la cadena de valor.

Por ejemplo fabricando las baterías.

Eso implica ya por lo menos un posicionamiento y deja ver que queremos ser algo más que meros exportadores de recursos naturales porque a medida que uno va avanzando la ganancia se multiplica y el país obtiene mayores beneficios.

Un trabajador de la empresa chilena que exporta litio

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

En tu libro afirmas que lo que se extrae por ejemplo en el Salar del Hombre Muerto en Argentina se procesa en plantas de Estados Unidos o China. 

¿América Latina ha vuelto a caer en la trampa de vender sus riquezas minerales sin participar mucho en la cadena de valor, que es lo que más dinero deja?

Ese es el gran riesgo.

El aumento de la demanda va a atraer empresas de Estados Unidos, de China, de Canadá, de Australia o de Corea del Sur.

Por un lado vas a tener un impacto ambiental tremendo y por el otro vas a tener un aumento de la situación de extractivismo.

Si Argentina no hubiera decidido dejar de ser solamente un proveedor de recursos naturales y empezar a industrializarlos, claramente estaríamos asistiendo en primera fila a una vieja película repetida.

La de ser los eternos entregadores de recursos naturales que siguen empobrecidos y que se siguen sacrificando los ecosistemas a costa del hemisferio norte a cambio de unas pocas monedas.

Pero en esta película hay una singularidad y es que esta vez se hace en nombre del medioambiente.

El litio se extrae en nombre de un futuro más verde para dejar atrás el uso de combustibles fósiles.

Pero parece que haya un derecho al medio ambiente en el norte, que en el hemisferio sur es sacrificable.

Desierto

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Las comunidades denuncian que hay menos agua y la que hay está contaminada.

¿Quiénes controlan este negocio en América Latina?

Fundamentalmente los capitales extranjeros y sus empresas.

Hay comunidades que rechazan su llegada y otras que lo aceptan a cambio de una serie de beneficios como la construcción de caminos, de escuelas o la creación de puestos de trabajo.

¿Parece que las empresas han reemplazado las funciones del Estado?

Exactamente. Es una de las formas que tienen las empresas para entrar.

Todo lo que está pasando muestra los problemas que tiene el Estado para responder a las necesidades de las comunidades.

Las provincias del norte, por lo menos en el caso argentino, son las provincias históricamente más empobrecida del país.

Y entonces esas empresas vienen a responder a eso y a llenar el vacío que deja el Estado.

Un camión traslada una montaña de litio

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

¿Está transformando el litio a las sociedades de América Latina?

Se están transformando. Lo que no sabemos si para bien o para mal.

Pero claramente estamos hablando de comunidades y territorios históricamente aislados y abandonados, que de pronto están en el ojo público por la existencia y por el aumento de la demanda del litio.

El precio del litio a nivel mundial se multiplicó por 18 en los últimos 10 años.

Esto implica que el aumento de la demanda hace que todas estas empresas se interesen por extraerlo.

Eso ya es una transformación.

Este artículo forma parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad peruana entre el 3 y el 6 de noviembre.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Cristina Jiménez Orgaz. HayFestivalArequipa@BBCMundo. 3 de noviembre 2022.

Economía/Chile/Argentina/Bolivia/América Latina/Negocios.

 

 

Cómo hicieron los antiguos rapanui para trasladar los 887 moai que están diseminadas por toda la Isla de Pascua.

Los vientos costeros azotaban mi rostro mientras estiraba el cuello para ver los 15 moai frente a mí.

Con una altura de hasta dos pisos y de espaldas al agitado océano Pacífico, las cavidades de sus ojos, alguna vez adornados con coral blanco y escoria volcánica, miraban perennemente a través de la Isla de Pascua.

Sus cuerpos estaban grabados con símbolos enigmáticos, y sus rostros, con cejas prominentes y narices alargadas, parecían reconfortantemente humanos y formidablemente divinos.

Hay 887 moai repartidos por la Isla de Pascua, o Rapa Nui como la llaman los isleños, y estos 15 estaban de pie sobre el pedestal de Ahu Tongariki, la estructura ceremonial más grande de la remota isla chilena.

Al mirar las cabezas excesivamente grandes y los torsos sin piernas, me resultaba difícil imaginar cómo estas figuras monolíticas gigantes, que pesan hasta 88 toneladas y se construyeron hace al menos 900 años, podrían haber llegado hasta aquí.

Pero no era la única haciéndome esa pregunta: los investigadores han estado desconcertados durante mucho tiempo sobre cómo estos pesados moai fueron transportados manualmente a través de la isla.

Se han propuesto varias teorías, incluido el uso de troncos para hacer rodar las estatuas e incluso la creencia descabellada de la ayuda extraterrestre.

Sin embargo, parece que el secreto radica en la combinación de un diseño ingenioso y una escultura impecable, que permitió a estas estatuas humanas mantenerse erguidas y mecerse hacia adelante de un lado a otro mientras eran guiadas por cuerdas, lo que les otorgaba la capacidad de «caminar».

Estatuas «caminantes»

El movimiento habría sido similar a arrastrar un refrigerador en una posición de pie, con cada lado avanzando poco a poco uno a la vez.

«Pero los rapanui (los pueblos polinesios indígenas de Rapa Nui) fueron más allá y tallaron la base de las estatuas y agregaron ciertos ángulos para que fuera una mejor versión para ser movida», explicó Carl Lipo, un arqueólogo especializado en moais y autor principal de un estudio de 2013 sobre cómo eran movidas las estatuas.

Moais en Rapa Nui

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Los moais habrían sido trasladados de forma vertical.

Este fue el primer estudio que «caminó» con éxito una réplica de cinco toneladas, y la teoría que propuso de estatuas caminantes «combina la historia oral y la ciencia», según Ellen Caldwell, profesora de Historia del Arte en Mt.San Antonio College en California, quien tiene experiencia en arte oceánico antiguo.

Ella señala que las estatuas caminantes son parte de las tradiciones orales rapanui, y que existe una palabra -«neke neke» en el idioma rapanui- que se traduce como «caminar sin piernas».

Es esta expresión y son esas historias orales las que los ancianos y descendientes rapanui recuerdan al responder cómo los moai fueron trasladados a través de grandes distancias sin ninguna maquinaria.

Las canciones infantiles rapanui también cuentan historias sobre las estatuas caminando y las leyendas dicen que un jefe con mana, o poder sobrenatural, ayudó a los moai a caminar.

«La tradición oral de la isla habla de que los moai caminan desde el lugar donde fueron hechos hasta su destino final encima de los altares», explica Patricia Ramírez, quien vive en Rapa Nui desde los cinco años y ahora trabaja allí como guía turística.

«Tradicionalmente, la única forma de transmitir la historia en la isla era a través de canciones, cánticos, juegos y poesía. Hay muchos cantos ancestrales e historias que hablan de los moais caminando».

Sin embargo, aunque los lugareños hablaron durante mucho tiempo de que caminaban, los estudiosos extranjeros tardaron más de dos siglos en aceptar esta forma de transportar los moai.

«Hasta ahora los europeos y otros investigadores decían, ‘no, debe haber habido otras formas, no pudo haber sido eso'», dijo Lipo.

«No había forma de que pudiéramos pensar en mover las estatuas si no fuera con mucha gente. Esto resulta no ser cierto. El registro arqueológico realmente apunta a eso».

Bases especiales

Casi todas las estatuas fueron creadas en la cantera volcánica de Rano Raraku antes de ser transportadas a pedestales de piedra (conocidos como ahus) en diferentes puntos de la costa de la isla.

El estudio de Lipo encontró que las estatuas inacabadas en la cantera y las abandonadas que yacían al costado de las carreteras de la isla, es decir, las que necesitaban ser movidas, tenían bases más anchas en relación al ancho de los hombros en comparación con las estatuas que se encuentran en los ahus.

Moais al lado de un camino en Rapa Nui

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Los moais eran construidos con bases más anchas para «caminar» y luego se esculpían.

También se inclinaban significativamente hacia adelante unos 17 grados, lo que provocaba que el centro de masa se colocara justo sobre el borde inferior frontal redondeado.

Estos ajustes permitían que la estatua rodara de lado a lado y fuera transportada a su lugar final.

«Lo que es sorprendente es que estaban tan inclinadas hacia adelante que no podrían pararse solos porque se caerían hacia adelante», dijo.

Estas características indican que los moai fueron modelados según «nuestra propia forma de caminar», dijo Lipo, explicando que cuando caminamos, giramos la cadera y caemos hacia adelante.

«Los rapanui esencialmente crearon una estructura que podía hacer lo mismo. A medida que la estatua se inclina hacia adelante, caía y se movía para adelante para dar un paso».

El moai andante habría sido sostenido y guiado por cuerdas, con un grupo de personas rapanui a cada lado de la estatua dirigiendo los pasos, y un pequeño grupo detrás estabilizando el movimiento.

Una vez que la estatua alcanzaba su ahu, los talladores de piedra cincelaban los ojos y remodelaban la base para ajustar el centro de masa, lo que permitía que la estatua se mantuviera erguida por sí misma.

La mejor opción

Por qué los rapanui optaron por caminar las estatuas en lugar de arrastrarlas o hacerlas rodar sobre troncos tuvo que ver con aspectos prácticos, según Lipo.

El peso de las esculturas habría aplastado los troncos, mientras que arrastrar un moai tan enorme hubiera requerido una enorme mano de obra.

En una isla remota y árida con pocos recursos, caminar las estatuas era un método eficiente.

Isla de Pascua o Rapa Nui

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

«Ves la ingeniería que se necesitó para poder hacer y mover los moai con el menor costo. El pueblo rapanui lo hizo dentro de las limitaciones de la isla, básicamente mediante la cooperación y el ingenio», dijo.

Mi caminata desde el cráter Rano Raraku hasta Ahu Tongariki fue de solo 800 metros de distancia, pero no estaba tratando de guiar un moai de 88 toneladas con unas pocas cuerdas.

Otras estatuas que visité se encontraban en ahus a una distancia de hasta 18 km de la cantera, lo que hizo que mi paseo en bicicleta hasta allí pareciera una brisa en comparación con las hazañas que lograron las antiguas civilizaciones rapanui.

Crear estatuas ambulantes debe haber sido un proceso de prueba y error. Alrededor de 400 estatuas permanecen dentro y alrededor de la cantera de Rano Raraku en varias etapas de finalización, una indicación de que los talladores de piedra usaron el valle como un laboratorio artístico para experimentar con diferentes prototipos antes de encontrar uno que pudiera moverse de manera eficiente, dijo Lipo.

«Realmente documenta la historia de la artesanía, los experimentos, los intentos y los fracasos», agregó.

Una vez que una estatua estaba lista, era sacada del valle y guiada hacia su ahu. Los antiguos caminos que salían de Rano Raraku eran cóncavos, lo que ayudaba y apoyaba los movimientos de balanceo de lado a lado de los moai.

Camino errante

Sin embargo, no todos los moai llegaron a sus ahus: algunos perdieron el equilibrio en el camino y se salieron de su ruta. Los visitantes a la cantera verán las ruinas de docenas de estatuas abandonadas esparcidas por las laderas exteriores y los bordes de las carreteras; es el mejor lugar de la isla para tener una idea de la inmensa cantidad de moai creados.

El estudio de Lipo encontró que estos moai caídos tienen roturas consistentes con caídas desde una posición de pie vertical, lo que fortalece la teoría de que caminaron.

Una vez que la estatua llegaba a su destino y era remodelada para permitir que se mantuviera erguida, se la levantaba sobre su ahu.

En ese momento, los moai a veces eran rematados con sombreros de piedra llamados pukao para darles aringa ora (rostro vivo), o, en otras palabras, «su forma humana», dijo Jo Anne Van Tilburg, arqueóloga especializada en arte rupestre rapanui.

Uno de los moai fue restaurado, con sus ojos de coral y su sombrero de piedra o pukao.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Uno de los moai fue restaurado, con sus ojos de coral y su sombrero de piedra o pukao.

Tener una apariencia humana era importante para los rapanui, ya que los moai se usaban en rituales para los muertos y para honrar a los jefes rapanui.

El pueblo rapanui creía que el mundo de los vivos y los muertos era continuo, explicó Ramírez. «No se contentaban con recordar solo simbólicamente a sus antepasados, querían tener imágenes físicas para representarlos», agregó. «Y eso es lo que son las estatuas moais. Son los rostros de los ancestros muertos».

Lipo señaló que los talladores de piedra pueden haber cantado canciones ceremoniales mientras las estatuas «caminaban» para mantener el ritmo del movimiento.

Sin embargo, poco queda de la historia oral del pueblo rapanui para confirmar esto.

«Muchas de las canciones e historias se perdieron debido a la colonización y las misiones», dijo Tilburg. «El primer contacto con los europeos devastó su cultura. Es la misma saga en todas las islas polinesias».

A pesar de que la investigación científica ha respondido a muchas de las preguntas más desconcertantes sobre los moai, la falta de historia oral y escrita mantiene a Rapa Nui envuelta en un mito.

Pero es este elemento de misterio lo que me atrajo a mí y a decenas de miles de otros turistas cada año, a este punto remoto de una isla en primer lugar.

GETTY IMAGES. Los moai de Ahu Tongariki miran en dirección a Rano Raraku, la cantera donde fueron creados.

Imaginé las 15 estatuas de Ahu Tongariki rodando de lado a lado por la tierra árida, un canto celestial llenando el aire.

Pero aunque hoy estos gigantes moai se mantienen inmóviles y silenciosos, su construcción dice mucho sobre del ingenio de sus antiguos creadores.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. Investigadores han validado el mito de que los moai «caminaron» hasta su lugar de reposo.

FUENTE RESPONSABLE: Sarah Brown; BBC Travel. 18 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Chile/Antropología

 

Astrónomos logran hazaña histórica y miden 800 agujeros negros supermasivos: les tomó más de 15 años.

Por favor; si te interesa esta entrada cliquea donde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

Como parte de un esfuerzo internacional en el cual participaron investigadores CATA, se realizó el censo más completo de agujeros negros realizado hasta la fecha, tras más de una década de investigación usando observatorios orbitales y grandes telescopios en el norte de Chile.

El censo más completo de agujeros negros supermasivos en el universo cercano o local fue informado la mañana de este martes por el equipo científico internacional del proyecto BASS Survey. La investigación tomó más de 15 de años de estudio incluyendo una destacada participación de astrónomas y astrónomos del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) desde Chile.

La investigación, se publicó en la última edición de la revista Astrophysical Journal e incluye una serie de publicaciones científicas que utilizaron datos de grandes telescopios en el norte de nuestro país, Estados Unidos y el Observatorio Espacial Swift, de la NASA.

Así se logró una extensa acumulación de información que ha permitido construir un mapa de los agujeros negros activos y sus intensas emisiones en el universo cercano.

Cientos de horas de observación y análisis fueron requeridas para llevar adelante esta tarea, revelando las masas de agujeros negros supermasivos en centros galácticos con un nivel de detalle que había sido imposible conseguir hasta ahora.

“El mapa es representativo de los agujeros negros activos en el universo local. Cuenta con más de 800 agujeros negros supermasivos en un rango de distancia de más de 5 mil millones de años luz.

La novedad principal es que se pudo estimar las propiedades físicas más importantes para una gran muestra de agujeros negros supermasivos, como sus masas y tasas de acreción o crecimiento”, explica Claudio Ricci astrónomo de la Universidad Diego Portales, investigador del CATA y uno de los científicos principales del proyecto BASS Survey.

Radiografía cósmica de agujeros negros

Según la investigación, cuando una cantidad sustancial de polvo y gas rodea un agujero negro supermasivo, puede formar un disco de acreción que emite grandes cantidades de luz en todo el espectro electromagnético, alcanzando su punto máximo en el rango óptico y ultravioleta, a medida que cae en el agujero negro.

Franz Bauer, investigador CATA y académico del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, quien también participó en la investigación, explica que este mismo polvo y gas también puede bloquear nuestra vista hacia el llamado motor central, o núcleos “activos” de las galaxias (AGN por sus siglas en inglés).

Esto último dificulta la observación de estos gigantes con instrumentos y técnicas tradicionales. “Lo anterior implica que aunque muchos agujeros negros supermasivos están acumulando material y creciendo activamente, no los vemos fácilmente en longitudes de onda visuales y no los tenemos en cuenta”, dice.

Esta barrera se pudo superar gracias al instrumento a bordo del Observatorio Swift conocido como BAT (Burst Alert Telescope), capaz de detectar rayos x de alta energía también conocidos como “rayos X duros”. Estos están asociados con altas emisiones energéticas procedentes de agujeros negros supermasivos.

“Es similar al proceso de tomar una radiografía, ya que este instrumento observaba en una frecuencia similar. En este caso, sería como una radiografía cósmica para observar los núcleos de galaxias donde están esos agujeros negros en crecimiento”, explica Ezequiel Treister, Subdirector de CATA y astrónomo de la Universidad Católica de Chile, quien también formó parte de la investigación.

Claudio Ricci, señala que en aquellos niveles de energía, la radiación interactúa muy poco con el material en su camino, permitiendo “detectar también algunos de los agujeros negros más obscurecidos. Esto ha hecho posible que contemos con una muestra casi completa de agujeros negros en fase de acreción (crecimiento) en los centros de las galaxias cercanas”, detalla el investigador.

“La velocidad a la que crecen estos agujeros negros varía mucho -agrega el astrónomo- desde el equivalente a la masa de Urano por año, a los que se “tragan” el equivalente a 30 planetas Jupiter en un período similar”.

El rol de Chile

Además del Observatorio Swift y BAT, se utilizaron más de 10 telescopios ópticos e infrarrojos terrestres en de Chile y otras partes del mundo. Ezequiel Treister, destaca que “se trata de un trabajo colaborativo, que requirió el trabajo combinado de telescopios en el hemisferio sur y el hemisferio norte, para poder estudiar los núcleos activos de galaxias distribuidos en todo el cielo. Las medidas de masa fueron posibles gracias a muchísimas observaciones realizadas desde desierto chileno”.

Decenas de científicos CATA participaron de la extensa acumulación de datos utilizando telescopios instalados en el desierto de Atacama durante todos estos años. Incluyendo el Very Large Telescope de ESO en Cerro Paranal (en la Región de Antofagasta), los telescopios Magallanes y el Telescopio Irénée du Pont (ubicados en la Región de Atacama), junto al Telescopio SOAR, ubicado en Cerro Pachón en la Región de Coquimbo.

“Medir masas de agujeros negros puede ser bastante complicado, y con este trabajo colaborativo hemos podido hacerlo para una muestra muy completa de objetos en el universo cercano”, afirma Claudio Ricci.

Uno de los resultados publicados en este estudio, liderado desde Chile, se obtuvo utilizando espectroscopía infrarroja para medir la masa de más de 300 agujeros negros supermasivos altamente oscurecidos.

“Gracias a estos datos hemos podido medir la masa de los agujeros negros, detectando el movimiento de nubes rotando a alta velocidad en sus alrededores, incluyendo sistemas completamente oscurecidos donde esto no era posible. Esto demuestra la importancia de combinar múltiples observatorios” dice la Dra. Federica Ricci, quien fue investigadora postdoctoral FONDECYT en la Universidad Católica y que actualmente continúa su carrera de investigación en Italia.

Los astrónomos concluyen que la gran muestra de objetos y la enorme cantidad de datos acumulados en los últimos años, hará posible mejorar la comprensión de los agujeros negros, permitiendo entender mejor su relación con sus galaxias anfitrionas.

Los nuevos datos permitirán estudiar fenómenos como la acumulación de gas en las galaxias y su influencia en la formación de ciertas estrellas, analizar el crecimiento acelerado de agujeros negros supermasivos, y también investigar sistemas de agujeros negros que podrían considerarse raros o anormales, concluyen los astrónomos.

Imagen de portada: Interestelar

FUENTE RESPONSABLE: biobioChile.cl Por Sara Jerez. Con información de Comunicado de Prensa. 26 de julio 2022.

Espacio/Astronomía/Chile/Tecnología

 

 

Poemas de Marina Tapia.

Marina Tapia (Valparaíso, Chile. 1975). Poeta, artista plástica y divulgadora cultural. Desde el año 2000 reside en España y desde el 2013 en Granada.

Ha publicado los libros 50 Mujeres desnudas (Amargord, 2013), El relámpago en la habitación (Nazarí, 2013), Marjales de interior  (Aguaclara, 2017), Jardín imposible (Ayuntamiento de Baena, 2020) y El deleite. (Ayuntamiento de Vélez Málaga, 2020). Ha coordinado El pájaro azul. Homenaje a Rubén Darío (Artificios, 2016). Ha sido traducida al griego y al portugués. Sus poemas han sido incluidos en una treintena de antologías.

Entre sus numerosos premios destacan: Voces Nuevas (2007) de la editorial Torremozas, Arte Joven La Latina de la Comunidad de Madrid, 2008, Paco Mollá 2017, Certamen poético de Guadix 2014, Ciudad de Baena 2018,  Joaquín Lobato 2019 o el III Certamen de Poesía Social Mujer, Voz y Lucha.

Ha formado parte del catálogo de Animación a la Lectura de la Diputación de Granada y del Programa María Moliner 2019 del Área de Igualdad y Juventud. Pertenece al Institutum Pataphysicum Granatensis, a la Ronda Andaluza del Libro y a la Asociación de mujeres poetas Genialogías.

Zenda reproduce una selección de poemas de Corteza (El Envés Editoras, 2022), de Marina Tapia.

******* 

CORTEZA

Te acostumbré,

corteza,

cuerpo mío,

a ser enmudecido,

a la resignación,

al cerco

y, en la mesa,

dejar que te engulleran

los chacales.

Marcada como res,

carnada para otros,

giraba sobre ruedas ya montadas.

Fui durmiendo a mi savia, su soltura,

aletargando el paso

hacia mí misma. 

***

DICTADURA

Aunque en tu territorio pronunciase

mis primeras palabras,

no me has parido.

Con un canto marcial nos arrullabas,

con rezos sin altura

y rondas en el patio de los miedos.

Me fugo del rencor que apacentaste,

del labio que no puede decir melancolía,

del muro levantado entre nosotros.

Hay básculas que pesan un tiempo que no vuelve.

Por eso es que rescato de mi fondo

la luz que sobrevive.

Y nada se parece ahora a la delicia

que es tamizar

el mundo.

***

REAFIRMACIÓN

Ya no me miro al modo de los hombres,

mis ojos ahora bailan sobre asuntos

tan altos como nimios.

Y el kit de mis sentidos es un compendio

de pura efervescencia.

Si el hábitat es rudo y me da caza,

yo escojo un adjetivo irreductible,

y presta

lo desarmo.

Soy ese continente que se busca,

que sabe deletrearse,

que se nutre

de palabras con rostro

y sentir.

No exprimiré la anécdota de ayer,

no voy a triturar mi biografía,

tan sólo quiero ampliar la voz de un grito,

pesar mi identidad, ser un conducto,

volcán donde resurge inacabable

el magma de la vida.

Acaso doctorarme en los tejados

junto a esa promoción de golondrinas.

Despertad,

despertad,

todo

vibra.

***

AQUELLO QUE FLORECE BAJO SOMBRAS

Refrán y palabra no entienden,

mas luego se van a encontrar,

y cuando a los ojos se miren

el verse será adivinar”

(Poema “Ronda de la paz” de Gabriela Mistral)

Esta paz renovada

que crece desde el centro de mis ojos,

este mar de quietudes

quiere volverse paso,

salir desde su límite,

abarcar cada espacio que encuentra,

transmitir su armonía a los hombres.

Sólo tiene tres letras esta palabra mía,

que acompasa su ritmo con un dulce silencio.

En medio del dolor se nos presenta,

modesta, cotidiana pero alta

como una plantación toda de nubes

que el ojo ha de encontrar.

Acógela, abrázala,

repite su canción de amanecer

que ensaya nuevas formas de nombrarse.

Proclama con sus manos la alegría,

despiértala en tu boca.

Paz. No sólo aquél antónimo de guerra.

Paz de mujer. Trozo de pan

que siempre ha sido nuestro.

Colmena que en la mente

transforma cada celda del pensar.

***

CELEBRACIÓN

Frente al altar cambiante de la edad,

rescato las palabras vigorosas

que guardé para mí.

Me digo:

la voz no se marchita,

la juventud persiste en la garganta

versando sus picantes saberes y delicias,

capaz de sujetar su floración.

Un sortilegio brota de mi gruta,

un aroma de cuerpo asentado,

y en este medio siglo que me ciñe

soy vaso de mujer,

mirada que equilibra

−así, serenamente−

lo adusto y lo carnal.

Hoy voy a hablar de límites,

del peso del pasado,

de conquistas.

Y yo te quiero, cuerpo,

vulnerable corteza,

te acojo en mi pupila, te sopeso.

En ti se estableció todo el reinado

del tiempo que irrumpía desde fuera,

del tiempo que horadaba desde dentro.

Caderas,

vientre,

pecho que decae,

puedo besaros, sí, puedo alabaros.

Mi mente y su gobierno reverencian

a la mujer madura que conformo.

—————————————

Autor: Marina Tapia. Título: Corteza. Editorial: El Envés editoras. Venta: Todostuslibros

Imagen: Portada de Corteza de Marina Tapia

FUENTE RESPONSABLE: Zenda, Apuntes y Cía. Editor: Arturo Pérez*Reverte. 22 de julio 2022.

Sociedad y Cultura/Chile/Literatura/Poesía

 

 

«Yo también me defendería»: las chilenas que apoyan a las sobrevivientes de abuso que han matado a sus agresores.

Cynthia Concha llegó al penal de Concepción, Chile, sin más ropa que la sucia que traía puesta. Los guardias no le proporcionaron ropa limpia, ni siquiera un cepillo de dientes.

A Cynthia tampoco se le ocurrió empacar. Estaba magullada, maltratada y en estado de shock.

Acababa de matar a su marido.

Ese día, en septiembre de 2019, el esposo de Cynthia la amenazó de muerte y bloqueó la puerta de su dormitorio mientras ella intentaba escapar. Temiendo por su vida, luchó contra él, causando su muerte por asfixia mientras forcejeaban.

Se entregó a la policía de inmediato y fue arrestada mientras se realizaba una investigación.

Después de dos meses de prisión preventiva, seguidos de casi dos años de arresto domiciliario, la fiscal estatal finalmente confirmó lo que Cynthia más temía: si la declaraban culpable, enfrentaría una sentencia de 20 años de prisión.

Apoyo inesperado

Pero Cynthia no esperaba una campaña social a nivel nacional para manifestarse por su libertad bajo el llamado «Yo también me defendería».

Las mujeres sostienen carteles que deletrean en español: "Yo también me defendería, libertad para Cynthia"

FUENTE DE LA IMAGEN. CORTESÍA COLECTIVO LA VENTOLERA. Las mujeres respaldaron a Cynthia Concha, publicando fotos con carteles que decían «Yo también me defendería, libertad para Cynthia».

El juicio de Cynthia tuvo lugar en abril de este año. Como tenía pruebas bien documentadas de abuso doméstico, que incluían visitas al hospital, órdenes de alejamiento e innumerables informes policiales, los tribunales aceptaron su declaración de legítima defensa y la absolvieron de todos los cargos.

Cynthia dice que se sintió «impotente» después de escuchar las acusaciones del fiscal y agregó que las redes la hicieron sentir escuchada: «Estoy muy agradecida por su apoyo».

El suyo es uno de varios casos que han obtenido el apoyo del movimiento, formado por varias redes de derechos de las mujeres, que argumentan en contra de la criminalización de sobrevivientes de violencia doméstica que se volvieron contra sus abusadores en defensa propia.

«Debo haber tenido al menos cien informes de violencia doméstica. Siempre tuve los ojos morados y moretones», le dice Cynthia la BBC a través de una videollamada, mientras su dedo recorre las partes de su rostro que fueron golpeadas.

Ella dice que también sufrió explotación económica, violencia sexual y trauma psicológico.

Las organizaciones de derechos de mujeres en Chile celebran la absolución de Cynthia, pero advierten que hay muchas más sobrevivientes de abuso doméstico que han sido criminalizadas injustamente por defenderse.

«Muchos casos como este podrían evitarse si el sistema de justicia hiciera su trabajo», dice Loren Leron, una activista feminista que brinda ayuda en la cárcel donde estuvo detenida Cynthia.

Leron fue la primera que alertó a las organizaciones de derechos humanos sobre el caso y solicitó su apoyo. «Si una mujer estuviera realmente protegida cada vez que denuncia abuso doméstico, no habría casos como este», explica.

Himno viral

No es la primera vez que mujeres manifestantes en Chile se enfrentan al sistema de justicia: en 2019, el himno de protesta «Un violador en tu camino» se volvió viral en todo el mundo.

Ese año, durante un período de estallido social, miles fueron filmadas en Santiago, la capital, coreando las palabras: «El patriarcado es un juez / que nos juzga por nacer», antes de señalar al presidente, los jueces y la policía por fomentar la impunidad contra los abusadores: «el violador eres tú».

Por favor; pincha el siguiente link para ver el video, si así lo deseas. Muchas gracias.

Un violador en tu camino, de Las Tesis: cómo se convirtió en un himno feminista mundial

La Red Contra la Violencia hacia la Mujer es la organización nacional más grande de Chile que trabaja para erradicar la violencia de género.

En su informe anual de 2021, contabilizó 23.642 denuncias de violencia doméstica a la policía en el primer semestre del año, pero solo 5.855 arrestos. Para los casos de abuso sexual, el 74% fueron desestimados por los tribunales y solo el 7% de los casos resultaron en una sentencia.

El informe también reveló que el 81% de las mujeres tuvo una experiencia negativa en sus intentos de denunciar la violencia doméstica a la policía.

La Dra. Myrna Villegas Díaz, profesora de ciencias criminales en la Universidad de Chile, dice que el sistema legal del país ha fallado a las sobrevivientes de abuso.

«El patriarcado, más que un juez, es un legislador», reflexiona. También cuestiona el enfoque de la fiscalía en los casos de legítima defensa: «Tienen que ser objetivos, no solo mirar elementos para incriminar sino también lo que puede exonerar».

Según la documentación enviada a la BBC por la fiscalía, ha habido 224 casos de mujeres que mataron o intentaron matar a sus parejas entre 2011 y 2022. En total, 86 han resultado en sentencia penal y más de 50 siguen activos.

Activistas exigen la libertad de las mujeres que están en prisión por matar a sus parejas en contextos de violencia doméstica.

Activistas respaldan a mujeres como Katty Hurtado, quien cumple una condena de 20 años de prisión en lo que sus seguidores dicen que fue un caso de defensa propia.

FUENTE DE LA IMAGEN. RED CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES. Activistas respaldan a mujeres como Katty Hurtado, quien cumple una condena de 20 años de prisión en lo que sus seguidores dicen que fue un caso de defensa propia.

Si bien las estadísticas no revelan si cada caso ocurrió en contextos de autodefensa, la Red contra la Violencia hacia las Mujeres cree que es probable que así haya sucedido en muchos casos.

«Son mujeres que han sufrido violencia sistemática. Muchas tienen órdenes de alejamiento contra sus abusadores, pero el Estado no las ha protegido y luego las criminaliza», dice Lorena Astullido, vocera de la organización.

«Yo también me defendería si peligrara mi vida. No es violencia, es defensa», añade.

Ymay Ortiz, directora de la Unidad Especializada en Derechos Humanos, Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional, destacó que la institución investiga cada caso bajo una rigurosa política de género que incluye capacitaciones obligatorias sobre violencia intrafamiliar.

Si bien Ortiz agradece los comentarios y las críticas del sector civil, desconfía del mensaje del movimiento y dice que podría ser peligroso.

«Toda persona tiene derecho a la legítima defensa pero tiene que ser considerada proporcionalmente», dijo. «No puede ser utilizado como pase de impunidad o para otorgar protecciones especiales».

Ataques LGBTQ+

El grito «Yo también me defendería» también se ha extendido a la comunidad LGBTQ+.

Activistas por los derechos de los homosexuales en Chile, han presionado por la libertad de un hombre trans que fue encarcelado después de matar a su agresor a principios de este año. Los activistas argumentan que se estaba defendiendo durante un ataque transfóbico que puso en peligro su vida.

Y en la vecina Argentina, el movimiento ha catalizado de manera similar la movilización social.

Este año, grandes multitudes convergieron para exigir la absolución de Eva Analía Dejesús, más conocida como Higui, una lesbiana que mató a su agresor mientras se defendía durante un intento de violación en grupo «correctivo». Fue absuelta en marzo.

Cynthia es una de las pocas acusadas ​​en Chile que han sido absueltas o cuyos casos han sido desestimados en los últimos 10 años.

Recientemente encontró trabajo y se mudó a otra ciudad mientras rehace su vida. Si bien se siente aliviada de haber sido absuelta, cree que la violencia doméstica no se toma lo suficientemente en serio.

«Cuando denuncias violencia, la policía te mira y dice que estás bien; que dejes de llorar por nada», cuenta, exhalando profundamente. Hace una pausa por un momento, antes de terminar la llamada con una súplica emocional:

«Si ves que una mujer sufre violencia, ayúdala en todo lo que puedas. No la abandones».

Imagen de portada:CORTESÍA COLECTIVO LA VENTOLERA. El caso de Cynthia Concha recibió el respaldo de grupos de mujeres que defendieron su derecho a la legítima defensa

FUENTE RESPONSABLE; Charus McGowan, Concepción, Chile. 25 de julio 2022.

Sociedad y Cultura/Chile/Violencia doméstica/Violencia sexual/Género

 

 

La desinformación «brutal» sobre la nueva Constitución propuesta para Chile (y algunas de las confusiones más difundidas).

«Brutal»: ese es el término que emplea el investigador Sebastián Valenzuela para describir y comparar la desinformación en torno al texto que Chile deberá aprobar o rechazar en un referendo de voto obligatorio el próximo 4 de septiembre.

Aunque la campaña electoral comienza el 5 de agosto, el debate sobre la eventual nueva Constitución, y los efectos de un triunfo del «apruebo» o el «rechazo» se han tomado el debate en medios y redes chilenas, junto a preocupaciones ciudadanas como la seguridad o la inflación.

La desinformación encuentra espacio en el marcado interés por el nuevo texto y en la profunda diferencia entre los modelos que representan la Constitución vigente y la nueva propuesta.

En ese contexto, las distintas interpretaciones, y las opiniones y posturas a favor o en contra de su contenido conviven con las «noticias falsas» y otras formas de «contaminación informativa», como las denomina el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Entre esta «contaminación informativa» se incluye la propagación de información errónea; de contenido falso creado en forma deliberada para causar daño (desinformación) y de información maliciosa (basada en hechos reales, pero manipulados).

El aspecto más problemático del fenómeno, plantea Valenzuela, profesor de la Universidad Católica de Chile, es que la desinformación se usa no sólo para generar confusión sobre la propuesta sino como herramienta de ataque.

«Cuando se dice que no hay protección a la propiedad privada en el texto de la Convención, no se espera que la gente lo crea, porque es cosa de ir a mirar el texto. Eso se promueve para generar una reacción emocional, para que quien reciba el mensaje diga: ‘¿Viste?, no protegen el derecho a la propiedad, te van a quitar tus cosas’. 

Estamos en un momento muy crispado en el que la desinformación se usa para crispar mucho más», describe a BBC Mundo Valenzuela, quien ha analizado la desinformación en Chile frente al estallido social del 2019, la pandemia y las distintas etapas de la Convención Constitucional.

«Es la desinformación como medio para aumentar la animadversión, la polarización, la sensación visceral contra alguien o contra algo», advierte.

Que permitirá «el aborto hasta los nueve meses de embarazo», que arriesga el derecho a la propiedad, o que se está inscribiendo a inmigrantes para votar «apruebo» son algunos de los mensajes desmentidos por instituciones, autoridades, la academia, medios y sitios dedicados a chequear información.

Sí hay derecho a propiedad

El académico Carlos Peña, columnista y rector de la Universidad Diego Portales ha sido una de las voces que ha llamado a la ciudadanía a analizar el texto por sí misma y a aclarar lo que describe como «interpretaciones tendenciosas».

Sobre el aborto, por ejemplo, el texto a votar establece el derecho a interrumpir el embarazo, precisando que se regulará por ley. Peña distingue entre la autonomía de la decisión y «el lapso en que esa autonomía puede ejercerse».

La propuesta no impide que la ley genere un sistema de plazos que proteja a la madre «o al nasciturus», dice el académico, «que es, por lo demás, lo que habitualmente ocurre en el derecho comparado».

Manifestantes rechazan la nueva Consstitución

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. No es cierto tampoco que se elimine la educación privada en el país.

La propuesta define un Sistema Nacional de Educación que incluye instituciones creadas «o reconocidas» por el Estado. Peña precisa que, si bien «privilegia la educación provista por el Estado», la educación privada puede derivar de otros derechos fundamentales, como la autonomía o la libertad religiosa, que resguarda también la objeción de conciencia.

La propiedad sí es un derecho en la Constitución recién escrita: «Toda persona, natural o jurídica tiene derecho de propiedad» se lee, de lo que solo quedan fuera bienes que «la naturaleza ha hecho comunes a todas las personas» (como glaciares, humedales o alta montaña) o se declaren «inapropiables» (como agua, aire, mar territorial o playas).

El escrito expresa que nadie puede ser privado de una propiedad, a menos que una ley ordene una expropiación «con base fundada» que deberá ser indemnizada «a precio justo», con la opción de reclamar ante tribunales.

El «precio justo» no es una expresión inventada en este texto, sino un concepto de larga data incluido en el Código Civil chileno. Tampoco la opción de expropiación, que también está presente en la Constitución de 1980, «por causa de utilidad pública o de interés nacional». La posibilidad de expropiación sí plantea un desafío ante otro mandato constitucional: la restitución de la propiedad de tierras indígenas.

No desaparece la salud privada

Aunque la Convención que redactó la propuesta ya se disolvió, también ha sido complejo distinguir en el debate entre las distintas mociones que fueron planteadas y discutidas, y las que efectivamente fueron incluidas en el texto ya que contaron con los votos necesarios para ello.

Manifestantes promueven el voto a favor de la nueva Constitución

FUENTE DE LA IMAGEN – EPA

Es el caso de la propiedad de los fondos de pensiones reunidos en las aseguradoras privadas, llamadas AFP en Chile. Sí es efectivo que durante la discusión convencional se descartó una iniciativa popular que planteaba el carácter «inalienable» de esos ahorros, pero eso no implica que el nuevo texto consagra la pérdida de esos fondos. El texto plantea que toda persona tiene derecho a la seguridad social, que el Estado define la política que la norma, y que la ley establecerá un sistema de seguridad social público.

Sobre las aseguradoras privadas de salud, llamadas Isapres en el país, éstas no desaparecen con el nuevo texto: aunque perderán la opción de recibir las cotizaciones de salud obligatorias de la ciudadanía (pues ellas sólo se pueden destinar por ley a un fondo solidario) el texto dice que se creará un Sistema Nacional de Salud «que podrá estar integrado por prestadores públicos y privados».

No sólo el texto: también el plebiscito

El clima de desinformación a pocas semanas del plebiscito ha sido advertido tanto por el Presidente Gabriel Boric como por el Servicio Electoral (Servel), órgano autónomo que fiscaliza las elecciones en Chile, entre otras instituciones.

El Servel por ejemplo, cuenta con un archivo de mensajes falsos y sus desmentidos.

En el repositorio se leen posteos que aseguran que en el plebiscito votarían personas recién llegadas al país procedentes de Venezuela o Haití, suponiendo que sus votos serán por el «apruebo»: el Servel precisa que se requieren 5 años de residencia para participar en una elección en Chile, además de 18 años cumplidos y ninguna condena a pena aflictiva.

El presidente Boric recibe el borrador de nueva Constitución

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El presidente Gabriel Boric al recibir el borrador de nueva Constitución.

Según los últimos datos electorales, más de 15 millones de personas están habilitadas para votar en el plebiscito constitucional. Entre ellas, la comunidad migrante con mayor número de votantes proviene de Perú (más de 167.000). La segunda es originaria de Colombia y llega a poco más de 68.000.

En otro de los posteos desmentidos se sostiene que no habrá multas para mayores de 60 años que no voten en el plebiscito, para desincentivar su participación, suponiendo que la mayoría de esa población está por el «rechazo»: el Servel precisa que el sufragio en el referendo es obligatorio para quienes tengan domicilio electoral en Chile, sin límite de edad.

El alcance de la desinformación

Una investigación desarrollada entre enero de 2016 a diciembre del 2018 en Estados Unidos y publicada el 2020 en la revista Science Advances concluye que «si bien la circulación deliberada de información falsa con el objetivo de crear confusión y discordia es intolerable en principio», el consumo de noticias en Estados Unidos está dominado por los medios informativos, ya sea online o en televisión, y las «fake news» apenas suman un 1% del consumo total de noticias en el país.

La investigación abre una interrogante sobre el alcance real de la desinformación y sus efectos.

«El volumen de exposición a desinformación en Chile es mucho más alto que el de Estados Unidos», dice Valenzuela a partir de los estudios que realizaron usando la misma metodología empleada en Norteamérica para analizar la elección de Trump.

«En Chile la desinformación se cuela por todas partes», sostiene Valenzuela a partir de los estudios hechos en el país.

Una mujer sostiene un ejemplar del proyecto de nueva Constitución

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS. Ejemplares de la Constitución se pueden encontrar en las calles de las ciudades chilenas.

«En Estados Unidos y en Europa occidental hay muchos sitios que puedes definir como de «fake news», que imitan el formato periodístico sin pretensión de objetividad. Yo he estudiado el caso de México y Chile y no hay sitios como esos, o son muy pocos. No existen productores claros de «fake news». Esa es una particularidad del país».

Sin embargo, «a diferencia de lo que ocurrió con el estallido o con el covid, la desinformación sobre el texto constitucional ha sido una producción a nivel de élites, de personas con posiciones de poder económico, político, intelectual. Eso explica por qué ahora se discute tanto el tema: porque esta vez ha sido más claro identificar a sus fuentes», plantea el académico.

«Pero una cosa es que yo vea desinformación, y otra cosa es que yo crea lo que estoy viendo», refina.

«En el caso de Chile, la cifra de gente que cree en la desinformación es bastante baja. Las personas son muy escépticas y eso compensa un poco el riesgo. Por supuesto, siempre se puede hacer el punto de que, mientras más ves algo, te ves expuesto, se te hace más difícil contrarrestarlo. Pero al menos la foto que nosotros tomamos es que, aunque hay mucha desinformación dando vuelta, hay también mucha desconfianza sobre ella», concluye.

En este panorama, una de las principales dudas de la opinión pública chilena a esta hora se remite a qué dice y qué no dice la propuesta de nueva Constitución. Pero al menos una porción de la ciudadanía ha optado por ir a la fuente directa: el libro «Propuesta definitiva de una nueva Constitución», de 178 páginas y que también se puede consultar online, se cuenta entre los libros de no ficción más vendidos en el país a principios de julio, por sobre best sellers internacionales como «Hábitos Atómicos» o «Astrofísica para gente apurada» de Neil Degrasse Tyson.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Paula Molina. Chile, especial para BBC News Mundo. 21 de julio 2022.

Chile/Gabriel Boric/Redes sociales/Política/América Latina/Plebiscito Constitucional de Salida en Chile.

 

 

 

 

Los centenares de venezolanos que huyeron de su país y encontraron refugio en Islandia, la tierra del hielo.

A Emilet Neda Granados le gusta acostarse sobre el pasto húmedo del parque Hellisgerði -más conocido como el parque de las flores- en el sur de Reikiavik, la capital de Islandia, porque de alguna manera le recuerda la brisa de las playas de La Guaira, la ciudad venezolana donde nació.

«Me encantan los ríos, el agua, la playa y me acuerdo de todo eso en este lugar».

La distancia entre La Guaira y Reikiavik es de 6.800 kilómetros, que Emilet intenta conjurar con solo cerrar los ojos y pensar en el mar que baña su ciudad natal. Cuando los abre de nuevo, se incorpora con dificultad y para caminar debe pelearle a su pierna derecha, que apenas puede mover.

Hace ocho meses, mientras arreglaba su pequeño apartamento en el centro de Reikiavik, una tabla que estaba destinada a ser una mesa le cayó en la mitad del pie derecho y se lo fracturó.

Desde entonces comenzó un trajín médico que la llevó a la depresión -el pie sigue sin curarse – y de allí, a su rutina de acostarse sobre la hierba de Hellisgerði para conectarse a ojos cerrados con su Venezuela natal y olvidarse de su dolor por un rato.

«Yo la he pasado mal. Yo lo único que sé es que, si tuviera mi aguardiente de culebra y mi loción de árnica, yo me habría curado en un mes», opina.

«Mejor dicho, si yo hubiera estado en Venezuela no hubiera padecido esto».

Pero no está. Emilet, como millones de venezolanos, huyó de su país debido a la crisis económica y política que ha marcado a Venezuela en la última década.

Lo curioso es que una isla, más cerca del círculo polar ártico que del Caribe y donde en invierno apenas hay cuatro horas de sol y temperaturas cercanas a los 20 grados bajo cero, se ha convertido en uno de los destinos elegidos por los venezolanos para empezar una nueva vida.

Emilet

Emilet viaja desde su casa hacia el centro de idiomas.

Protección subsidiaria

De acuerdo con el gobierno islandés, en 2019 y 2021 Venezuela fue la nacionalidad con el mayor número de solicitudes de asilo aceptadas y en lo que va de 2022 solo ha sido superada por otra nacionalidad cuyo territorio se encuentra en jaque: Ucrania.

«Desde hace algunos años, especialmente desde 2017, los venezolanos gozan de lo que se llama protección subsidiaria, esto es un tipo de asilo que toma más en cuenta la situación del país que los casos particulares»,le explica a BBC Mundo Francisco Gimeno, líder de proyectos de la Cruz Roja de Islandia.

Si deseas ver el vídeo; pincha el link siguiente. Muchas gracias.

En 2019, Islandia aceptó 180 solicitudes de asilo de venezolanos, por encima de otras nacionalidades como iraquíes o sirios. En 2020 ese número, debido a la pandemia, se redujo a 104, pero en 2021 se duplicó respecto de 2019, con 361 casos.

Y hasta abril de 2022 ya van 265 solicitudes aprobadas a los venezolanos.

Esto, en un país donde la población total es de unas 365.000 personas.

«Eso es un número muy importante, teniendo en cuenta lo diferente que es el clima, el idioma y, sobre todo, lo lejos que queda Islandia de Venezuela. Pero muchos de ellos se han adaptado bien a un país como este», añade Gimeno.

Sin embargo, el aumento del flujo migratorio ha llevado a las autoridades islandesas a intentar cambiar el trámite de asilo para los venezolanos.

Islandia

Caryna Bolívar hace su clase de zumba en uno de los lugares emblemáticos de Islandia.

La oficina de Migración de Islandia señala en un documento enviado a BBC Mundo que, en diciembre de 2021, publicaron «una notificación sobre un cambio en la práctica administrativa con respecto a las solicitudes de protección internacional de ciudadanos venezolanos».

Y ese cambio no es una buena noticia para los emigrados: radicalmente señala que, debido al «mejoramiento de las condiciones» en Venezuela, los ciudadanos del país dejarían de recibir la protección subsidiaria y deberían argumentar su caso de forma individual.

«Esa decisión, que también se intentó en 2020, fue denunciada ante una corte islandesa. En el caso del año pasado se logró revertir al explicarse que la situación en cuestión de derechos humanos en ese país continúa siendo delicada, pero este año estamos esperando la decisión de la corte», explica Gimeno.

Aprender como niños

Emilet supo que se tenía que ir de Venezuela cuando su sueldo de radióloga en el Centro de Salud de La Guaira apenas le alcanzaba para comprar un par de utensilios de limpieza.

«Por esos días, en 2015, mi papá murió y un sobrino, recién nacido, también falleció. Y como el hospital se quedó sin suministros para atender a los pacientes, yo lo único que hacía era presentarme, meterme en la sala de radiología y llorar todo el día», recuerda.

Aunque ella también trabajaba los fines de semana haciendo arreglos de fiestas infantiles para completar el sueldo, decidió que lo mejor era abandonar el país. Su primer destino fue Perú, «pero allá aguanté más hambre que en Venezuela».

Islandia.

El idioma es una de las principales dificultades que tienen los venezolanos para adaptarse a la vida en Islandia.

«Con un amigo investigamos y nos dimos cuenta de que Islandia podía ser un buen destino. Entonces comencé a hacer las vueltas».

Además de la amplitud que contemplaba la normativa de asilo, Islandia también es reconocido de forma global como uno de los países «más amigables» para los inmigrantes.

De acuerdo a una encuesta de Gallup publicada el año anterior, lo ubica en segundo lugar, solo detrás de Canadá.

En 2019 finalmente aterrizó en el aeropuerto de Keflavík de la capital islandesa y comenzó con los papeles de asilo. Ya los pocos meses obtuvo la aprobación. «Sentí que había llegado a la tierra prometida: nos daban un lugar, ayudas».

Pero la pandemia del covid-19, en marzo de 2020, puso un freno súbito a todo eso. No había trabajo y la pasó mal. Cuando a principios de 2021 la economía volvía a reactivarse, ocurrió el accidente de su pie.

«Y caí en una depresión muy fuerte. Mi pie primero se fracturó por la parte de arriba, después se desprendió por la parte de abajo y pasaban y pasaban los meses y no se soldaba. Había algo que no funcionaba bien».

Es llamativo el número de solicitudes de asilo, teniendo en cuenta lo distinto del clima, del idioma y, sobre todo, lo lejos que queda de Venezuela». Francisco Gimeno. Cruz Roja Islandia.

Emilet se toma la cabeza al hablar sobre el tema médico. Ella señala que cuando fue a urgencias para que le revisaran el pie tras el accidente con la tabla, le dijeron que no estaba fracturada y la enviaron de regresó a la casa.

«No se si me entendían o no. Primero no registraron la fractura y después, cuando por fin me ponen un yeso, no entendieron que yo era una mujer que acababa de comenzar la menopausia y que necesitaba un tratamiento de vitaminas para poderme curar la pierna», relata.

Uno de los diagnósticos que recibió de los doctores que la atendieron es que la demora en sanar tenía causas psicológicas, lo que para algunos especialistas representa uno de los principales desafíos que tienen las personas que huyen de un país como Venezuela y llegan a un país como Islandia: reparar su trauma mientras se adaptan a un país totalmente distinto al suyo.

«Muchas de las personas que llegan de Venezuela vienen muy dañadas», señala Alma Serrato, una psicóloga que trabaja en la asistencia social con los asilados que llegan a Islandia.

«Algunos fueron víctimas de la violencia, pero, sobre todo, les cuesta muchísimo procesar que esos ataques o la razón por la que huyes de tu país te los cause la entidad o las personas que se suponen eran las encargadas de cuidarte, de darte protección», opina.

Familia venezolana

Muchas familias venezolanos han llegado en los últimos años a Islandia y están de acuerdo en afirmar que es el «mejor país para criar un niño».

Y mientras procesan el desarraigo, muchos de los venezolanos tienen que enfrentarse a una especie de renacimiento en un país totalmente opuesto al que vivían.

«Son personas que ven por primera vez la nieve. Y que tienen que aprender cosas tan básicas como vestirse para el frío. Aprender cosas en tu nivel de adulto responsable. Y vuelves a ser como un niñito. Aprender a caminar en el hielo, en la nieve, aprender a comer, a hablar».

Hablar. Para muchos aprender el islandés se ha convertido en un desafío para la integración.

«Yo no sé en qué estaban pensando los vikingos cuando formaron estas palabras en este idioma», bromea y se queja Emilet. «Uno tiene que estar loco para entenderlo».

Islandés y español, agua y aceite

En el segundo piso de un edificio blanco ubicado en medio de un mall comercial del centro de Reikiavik funciona Multikulti, un centro de estudio de idiomas.

Uno de los requisitos que exige Islandia a las personas que reciben protección internacional es asistir a los cursos de islandés que brinda el gobierno.

Las clases de islandés en un centro de idiomas cerca del centro de Reikiavik. 

En esta clase de español todos los estudiantes son venezolanos.

Esta tarde el salón que corresponde al curso de español está lleno de venezolanos. Hay un receso de 15 minutos. La mayoría de ellos se sirve café caliente de una jarra y habla, como ocurre frecuentemente entre la comunidad de inmigrantes por estos días, sobre los posibles cambios en la política de asilo.

Uno de ellos comenta que escuchó un rumor a que se han presentado muchos robos en el país hechos por venezolanos(información que no es confirmada por la policía) y que tal vez eso dé pie a que se considere el cambio de política. Emilet, que es una de las alumnas del curso, ignora la charla y se concentra en el papel donde está la palabra «nautakjöt», carne de vaca en islandés, que es parte del nuevo vocabulario del día.

«El islandés es un idioma con raíces germánicas muy difícil de aprender, en especial para las personas que hablan español, por varias razones: no ha evolucionado mucho en los últimos años y la construcción de las palabras es totalmente distinta al español», explica Mariel, docente de Multikulti.

Y pone un ejemplo con un animal: el pingüino. «En inglés se dice penguin… y en islandés se dice mörgæs, que viene de ‘mor’ o grasa y ‘gaes’, ganso. O sea, ganso obeso. El islandés no quiere parecerse a ningún otro idioma y por eso es tan difícil de aprender».

Para ella, el problema de fondo es que el país no estaba preparado para recibir a los venezolanos.

«Se nota por ejemplo en que no hay un diccionario de islandés-español y tampoco hay textos educativos para enseñarlo, así que eso es una dificultad», agrega.

BBC

Yo no sé en qué estaban pensando los vikingos cuando formaron estas palabras en este idioma. Uno tiene que estar loco para entenderlo»

Emilet

Y eso tiene consecuencias directas en la adaptación de los recién llegados.

«Evidentemente las personas que vienen con protección no son todas iguales, hay diferentes niveles de educación, niveles de experiencia laboral, pero si no se habla el islandés es muy difícil acceder al mercado laboral o, en otros casos, estudiar en una universidad», señala Gimeno.

Esto lo ha vivido en carne propia Angelei Quintero. Ella llegó en 2019 y le concedieron asilo político a los pocos meses, pero debido a que no habla el islandés le ha costado acceder a un empleo estable desde que arribó al país.

«Yo en Venezuela trabajé como funcionaria de la Policía Metropolitana de Caracas durante varios años y después cuando la absorbió la Policía Nacional Bolivariana», relata.

Ella estuvo en el frente policial durante las violentas manifestaciones de 2017 en contra del gobierno de Nicolás Maduro y allí fue donde su vida dio un vuelco.

«En mi perfil de Whatsapp pusé una foto de un líder social que murió durante las protestas que tenía el mensaje ‘Abajo la dictadura’. Y uno de mis compañeros me reportó y me iniciaron un proceso».

Angelei Quintero

Angelei Quintero recuerda los días en que era funcionaria

Sintió que debía huir. «Me iban a meter presa. Y yo sabía que un preso político en Venezuela nunca sale de la cárcel».

Entre las opciones que tenía para irse había varios países nórdicos, que tenían políticas amables hacia los refugiados.

«Escogí Islandia entre otros países porque acá no había embajada ni consulado donde me pudieran echar mano», dice ella, vestida todavía con el uniforme del supermercado Krónan, donde comenzó a trabajar medio tiempo hace un par de semanas y es su primer empleo estable en el tiempo que lleva viviendo en la isla.

Islandia, ubicada unos 1.500 kilómetros al norte de Noruega y que fue habitada principalmente por colonos escandinavos que huyeron de los vikingos hacia finales del siglo IX, basa su industria en dos actividades fundamentales: la pesca y el turismo.

Ambas industrias combinadas representan el 19% de Producto Interno Bruto del país y el turismo es la industria obvia en la que recalan – o lo intentan- muchos de quienes recién llegan.

«Para entrar en la industria del turismo hay que hablar al menos inglés y yo no sabía. Eso me ha causado mucha angustia», cuenta Angelei.

Y su angustia tenía un afán: al marcharse, sus dos hijos quedaron en Venezuela y ella necesitaba juntar el dinero suficiente para traerlos.

A sus limitaciones a la hora de comunicarse con propiedad -conoció a un novio hablando a través del traductor del celular- y las restricciones a la socialización que impuso la pandemia del covid-19, se sumó otra dificultad: el clima.

«El invierno en Islandia es muy duro. Hay días enteros en que no ves una gota de sol. Y nosotros somos de Venezuela, imagínate», señala.

BBC- Muchos de ellos vienen muy dañados. Nunca pensaron que iban a ser atacados por la institución que se suponía debía protegerlos». Alma Serrato. Psicóloga

La tierra del hielo y la oscuridad

En 1990 se levantó sobre una de las playas de Reikiavik una enorme escultura con forma de barco y hecha de acero inoxidable que recuerda a los primeros viajeros que llegaron a este país.

La escultura, conocida como Solfar o «los viajeros del sol» y obra del escultor islandés Jón Gunnar Árnason, se convirtió en un símbolo de la ciudad.

Acaba de comenzar el verano y las decenas de turistas que se acercan a la enorme escultura para tomarse su respectiva foto se ven sorprendidos por una clase de gimnasia. Un grupo que se mueve al ritmo de una salsa de Marc Anthony.

Frente a un grupo de gimnastas que se ejercitan al lado de la escultura icónica de la ciudad está Caryna Bolívar. Ella es de Venezuela, de Caracas, pero no hace parte de la diáspora creada por la crisis reciente sino que ya estaba acá desde antes: hace 20 años salió de su país con la idea de vivir en Nueva York.

Y terminó en Islandia.

«He visto cómo ha aumentado la población de venezolanos y creo que todos coincidimos en que el clima es algo muy difícil de llevar: el invierno es muy largo. Hace frío todo el año. Incluso ahora en verano», señala.

Angelei Quintero

Angelei Quintero junto a su familia en Islandia.

Caryna se dedica a dar clases de zumba y gimnasia en distintas partes de Reikiavik y ha visto que el invierno, donde las temperaturas pueden bajar hasta -30C, lleva a la depresión incluso a los propios islandeses.

«No se ve la luz del sol por meses y ese aspecto para personas que vienen de un país tropical como Venezuela, donde hay sol todo el año, puede ser impactante».

En esto está de acuerdo Alberto Marcano. Él llegó hace dos años a Islandia. Había salido de Venezuela por razones económicas y se había refugiado en Chile. Pero entonces llegó el estallido social de octubre de 2019 en el país del Cono Sur.

«Decidí irme porque no quería que mi hija, que estaba a punto de nacer, estuviera rodeada de ese ambiente donde lo estaban destruyendo todo», opina.

Alberto, que también es conocido por su alias de Kuzco y su profesión de comediante, se ha hecho famoso por sus tutoriales en YouTube sobre la vida en el país nórdico.

En ellos explica cómo es el idioma, las principales atracciones turísticas, qué se necesita para sobrevivir, pero también cómo es el día a día de un venezolano en Islandia.

Por ejemplo, recomienda a dos hermanas venezolanas que hacen los mejores tequeños y patacones «maracuchos» de Islandia, sus partidos de fútbol donde siempre va acompañado con la «vinotinto y oro» de la selección nacional de fútbol y datos útiles sobre la creciente comunidad de venezolanos que ahora habitan el país.

«Yo creo que el clima es mucho más difícil que el idioma… el idioma al final lo aprendes, pero el clima sigue siendo el mismo», señala.

Islandoa

Caryna Bolívar llegó hace 20 años a Islandia.

«Solo hay luz como por tres horas y está esa oscuridad total que dura desde diciembre hasta marzo. Eso es muy difícil porque parece que nunca te puedes despertar y vas como un zombi por la calle, como entre dormido y despierto».

Angelei tuvo que sobreponerse a la impresión que le provocaba la oscuridad -y no tanto el frío- a través de su experiencia como funcionaria de la policía: «Habrán sido las largas horas de guardia, pero ya puedo controlar muy bien cuando me da sueño», cuenta.

Esa capacidad de adaptarse a horarios y condiciones extremas le permitió conseguir una seguidilla de empleos hasta que pudo juntar el dinero para traer a sus dos hijos. Tras dos años de distancia, Angelei volvió a verlos y abrazarlos en diciembre de 2021.

«Fue un momento muy emocionante», dice mientras se seca las lágrimas. Y tenerlos cerca ahora le permite afirmar que emigrar a Islandia ha sido la mejor decisión que ha tomado.

«Cuando ellos van a la escuela yo no me preocupo si me los van a secuestrar o no. Cuando me acuesto, no me acuesto con el miedo de que se van a meter a mi casa. Para mí la Venezuela que yo conocí, y en la que crecí, ya no existe más. Es un recuerdo».

«Y es muy difícil regresar a lo que ya no existe».

Imagen de portada:ALBERTO MARCANO/KUZKO. Alberto Marcano llegó hace un par de años desde Chile, el país que había escogido después de salir de Venezuela.

FUENTE RESPONSABLE: Alejandro Millán Valencia. Enviado especial a Reikiavik. 20 de julio 2022.

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