Sin empleo y en la quiebra: Así escribió el «Gabo» su obra maestra: «100 años de soledad»

El autor colombiano llegó a decir que la historia llegó a su mente en un viaje a Acapulco.

Gabriel García Márquez siempre le decía a los periodistas que la idea de escribir «100 años de soledad» se le ocurrió mientras conducía por la carretera a Acapulco para disfrutar de unas vacaciones en familia. De repente, se le vino una maravillosa epifanía que lo inspiraría a escribir la novela, dio la vuelta al automóvil y regresó a la Ciudad de México, donde vivía, para escribir el primer párrafo de la novela. 

Romántico el señor, ¿no? Siempre lo fue. Pero no era muy honesto. Así como en sus cuentos mezclaba la realidad con hechos mágicos (niños con rabo de cerdo, una epidemia de insomnio que ataca al pueblo de Macondo, y una lluvia que duró cuatro años, once meses y dos días), el «Gabo» solía contar episodios de su vida con un toque mágico. La verdad es que, en ese viaje a Acapulco, el aturo sí llegó a la playa, y la creación de su obra maestra no es tan mágica como imaginas. 

García Márquez llegó a su hotel en Acapulco a escribir el primer párrafo de la novela que cambiaría la literatura latinoamericana: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a descubrir el hielo…» La epifanía que tuvo mientras conducía en realidad fue un recuerdo viejo: se vio a sí mismo de chico, y su padre, como la oración lo indica, cuando lo llevó a descubrir el hielo. «100 años de soledad» es, sin lugar a dudas, una obra maestra que nadie puede negar, y quien trata de hacerlo, es porque no la ha leído, o no la ha entendido (o al contrario, la ha entendido demasiado bien). Y su historia de origen no es tan difícil de comprender, pero igual de interesante de leer. 

Seguramente te sorprenderá el link siguiente; por las imagines de la historia y el cuentista de la obra. Pincha el mismo, por favor. Muchas gracias.

Draw My Life Cien Años De Soledad

La novela está escrita a partir de las historias que le contó su abuela, momentos vividos por él mismo y vivencias de vecinos y amigos. “No hay línea en mis novelas que no esté basada en la realidad”, respondió García Márquez a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza en una entrevista. Sus abuelos maternos fueron las figuras más influyentes en su literatura y estilo. Cuando era estudiante y leyó por primera vez «La metamorfosis» de Franz Kafka, se dio cuenta de que estaba escrito de la misma manera que su abuela le contaba historias, y pensó: “si esto se puede hacer, si escribir así es posible, entonces yo también puedo hacerlo ”. Y así comenzó su carrera literaria. Una vez que tuvo algunas novelas publicadas, pero aún no era un autor reconocido, vivió en un exilio autoimpuesto en la Ciudad de México, donde Álvaro Mutis, escritor colombiano y amigo de García Márquez, le obsequió un librito titulado» Pedro Páramo» del autor mexicano Juan Rulfo. 

Lo leyó en ese momento y no podía dormir por la noche, ni leer nada que no estuviera escrito por Rulfo en ese año porque todo lo demás parecía menos.

Estaba tan conmovido y sorprendido por la fuerza del libro que lo memorizó y pudo recitar capítulo por capítulo a sus amigos. «Pedro Páramo» fue quien inspiró la magnífica frase con la que García Márquez inició su obra maestra: “Muchos años después, el padre Rentería recordaría cómo la rigidez de su cama le impidió dormir esa noche, hasta que finalmente se vio obligado a levantarse de la cama. Fue la noche que murió Miguel Páramo ”. – Juan Rulfo 

No solo Pedro Páramo influyó en el primer párrafo de «100 años de soledad», sino también en el estilo general de la novela. Pero la verdadera historia de su creación va más allá de la lealtad, el amor y MUCHA paciencia. 

Todo se remonta a la única mujer de su vida: «La Gaba» para los amigos y para los no tan amigos, Mercedes Barcha, la esposa, cómplice y compañera de Gabriel García Márquez. Márquez, con la historia metida en la cabeza, le dijo a su esposa que le diera unos meses para terminar su novela. 

El autor no tenía un empleo y las carencias económicas no tardaron en hacerse presentes dentro de su familia, especialmente porque la pareja ya tenía 2 hijos: Rodrigo y Gonzalo. Aún así, «La Gaba» le dio los 18 meses que tardó Gabriel García Márquez en escribir su obra maestra. 

Fueron meses difíciles, donde Mercedes tuvo que endeudarse con muchísimas personas, incluyendo el carnicero, el panadero, ¡hasta los vendedores de verduras! Muchos amigos también los trataron de ayudarlos con comida, y cuando los gastos eran demasiados, la esposa hizo TODO para que su familia siempre tuviera un techo y comida. 

Casi los echan a la calle por deber meses de renta, hasta que Luis Coudurier, quien en ese entonces era oficial mayor de la alcandía de la Ciudad de México, los ayudó a mantener su renta después de una simple promesa.

Empeñaron todo, vendieron lo que podían, y su marido se dedicó a escribir 6 horas al día. «La Gaba» fue su ama de casa, esposa, contadora, tesorera, madre de sus hijos, y creadora de milagros. Pero en 18 meses, «El Gabo» terminó su obra maestra y en tan sólo un mes y medio de su publicación, se agotó la primera edición, y la novela es considerada una de las mejoras de la literatura hispanoamericana y universal. 

Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: CHICMagazine. Cultura. Por Andrea Bouchot. Marzo 2021.

Sociedad y Cultura/Literatura/Gabriel García Márquez/Cien años de soledad.

 

La mujer a la que García Márquez le dedicó Cien Años de Soledad.

La actriz y escritora española María Luisa Elío apareció -junto a su esposo- en la primeras páginas del clásico del colombiano. El autor hizo el gesto en agradecimiento al rol que tuvo la ibérica durante la escritura de la novela: siempre estaba atenta a escuchar y leer sus avances. En España, Elío ha vuelto a la palestra por la edición de su obra reunida, que puede ser adquirida desde Chile.

En las primeras páginas de Cien años de soledad -de prácticamente cualquiera de sus ediciones- tras el árbol genealógico de la familia Buendía, suele venir la dedicatoria: “Para Jomí García Ascot y María Luisa Elío”. 

La segunda, una escritora española nacida en Pamplona en 1926, acaba de volver a la palestra por la edición de Tiempo de Llorar: Obra Reunida. Un libro que reúne gran parte de su escritura.

Su familia, republicana, debió exiliarse en México tras la derrota de su bando en la guerra civil española. Ahí fue donde Elío desarrolló gran parte de su trayectoria, como actriz y narradora.

María Luisa Elío.

A cargo de esa edición estuvo Soledad Fox Maura, y en declaraciones al sitio El Cultural, señaló: “Lo que me apasiona de ella es que Elío tiene una voz narrativa tan poderosa, tan bella e íntima que es muy fácil identificarse con ella y sentirse cercana a esa narradora/ protagonista y a los personajes que habitan sus palabras”.

“También es emocionante leer a una mujer nacida en Pamplona en 1926 con una voz en primera persona tan moderna, directa, y personal -agrega Fox Maura-. 

Con el trasfondo de la Guerra Civil y el dolor del exilio, el drama está servido. No nos cuenta cosas que ya sabemos, sino que es libre de centrarse en ella misma, en su mundo, sus emociones y su pasado”.

Como escritora, Elío publicó Tiempo de llorar (1988) y Cuaderno de apuntes (1995), además de relatos breves.

Su trabajo actoral se basó sobre todo en la televisión mexicana, pero también tuvo un rol en la pantalla grande con la película En el balcón vacío (1962), de corte autobiográfico. Fue dirigida por su marido, el también exiliado hispano Jomí García Ascot.

María Luisa Elío y Gabriel García Márquez.

Amiga de Gabo

Inquieta, Elío en México comenzó a vincularse con la bullente escena cultural latinoamericana de mediados del siglo XX. Su círculo incluía a gente como Octavio Paz, Leonora Carrington, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Emilio Prados, Remedios Varo, Alejo Carpentier y Álvaro Mutis. Entonces, era cuestión de tiempo para que conociera a Gabriel García Márquez.

Y así ocurrió. Fue durante la década de los 60, cuando el escritor colombiano Álvaro Mutis los presentó junto a sus respectivas parejas. 

Es decir, el cuarteto era Gabriel García Márquez, Mercedes Barcha, Jomí García Ascot y María Luisa Elío, y terminaron entablando un vínculo muy cercano y estrecho.

“Es una relación que ha traspasado generaciones porque yo mismo soy íntimo amigo de Gonzalo y Rodrigo, los hijos de García Márquez”, señala Diego García Elío, hijo de María Luisa, en declaraciones recogidas por El País. 

Al parecer, a María Luisa, socializar era algo que no le resultaba difícil. “Mi madre era una mujer guapa, apasionada y de carácter simpático y siempre estaba rodeada de amigos”, señala Diego.

Para inicios de esa década, el oriundo de Aracataca ya había publicado sus primeras obras: las novelas La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora (1962) y el volumen de cuentos Los funerales de la Mamá Grande (1962). Pero ya estaba masticando la escritura de su próxima novela.

Como señaló Enrique Lihn, la literatura es un ejercicio colectivo, por lo que es usual que un escritor muestre a sus cercanos lo que está escribiendo, con el fin de obtener un feedback. 

De este modo, “Gabo” consideró que sus nuevos amigos españoles eran los perfectos para leer lo que llevaba de Cien años de soledad.

Así, Fox Maura señala que más de una vez la misma Elío contaba: “García Márquez se pasó toda una noche contándosela antes de haber empezado a escribirla. Y a María Luisa le volvió loca”. 

De hecho, añade que la escena del cura que levitaba, al colombiano le generaba ciertas dudas, pero Elío fue quien le animó a que la mantuviera. “Gabo la llamaba a menudo para leerle los capítulos que iba escribiendo, y consultarle alguna duda”, añade la editora.

En julio del 2001, el mismo autor colombiano narró al matutino El País cómo fue esa trastienda en que la opinión de sus cercanos fue crucial para construir el libro. Y que por lo mismo, nunca dudó en que la dedicatoria del libro tenía que ser a ellos, Jomí y María Luisa.

Claro que primero, su mujer tenía que autorizarlo “Su papel fue tan importante que quiso dedicarle el libro, pero quería hacerlo bien, así que primero pidió permiso a su mujer, Mercedes Barcha ‘La Gaba’, y a Jomi, al que también se lo dedicó, para celebrar su amistad”, relata Fox Maura. El resto es conocido. Cien años de soledad salió en junio de 1967 y se convirtió en un fenómeno literario hasta nuestros días.

María Luisa Elío falleció en México, el 17 de julio de 2009. El libro Tiempo de Llorar: Obra Reunida, puede ser adquirido desde Chile vía Buscalibre.

Imagen de portada: Gentileza de La Tercera. República de Chile.

FUENTE RESPONSABLE: La Tercera PM. Cultura. Por Pablo Retamal N. Febrero 2022.

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