Publicanos, los corruptos cobradores de impuestos de la Antigua Roma.

PRÁCTICA MILENARIA

Al ampliarse los confines del imperio, también aumentó la dificultad de gestionar tal magnitud territorial y los publicanos se convirtieron en un pilar del sistema fiscal, pero la falta de control y la ambición los convirtieron en auténticos especialistas de la corrupción.

En sus orígenes, Roma no contaba con la burocracia necesaria para gestionar los inmensos dominios territoriales que adquirió con el tiempo, por lo que tuvo que recurrir al sector privado para recaudar los impuestos y administrar las provincias. Para ello, se creó la figura de los publicanos, empleados estatales que acabaron por convertirse en un potente lobby que operaba impune y sin ningún tipo de control.

LAS LIMITACIONES DEL ESTADO

Los publicanos existían ya en el periodo republicano (509 a.C. – 27 a.C.), pero se trataba de pequeños empresarios contratados para limpiar y mantener los templos, y no de las poderosas sociedades de inversores en las que se convertirían a finales del siglo I a.C.

Fue durante la Segunda Guerra Púnica (219 a.C. – 201 a.C.) cuando los publicanos se convirtieron en una parte indispensable del estado. El conflicto se libraba en numerosos frentes y participaban en él un gran número de legionarios. El puñado de magistrados con los que contaba el Senado era insuficiente para gestionar el suministro de alimentos y material militar a los soldados, por lo que se tuvo que recurrir al sector privado.

Los dos magistrados más importantes por debajo de los cónsules, los censores, organizaron un concurso al que se presentaron numerosas sociedades de inversores. A cambio de una cantidad determinada que les pagaría el estado se comprometieron a proporcionar los pertrechos necesarios a las tropas.

Los pocos magistrados con los que contaba el Senado eran insuficientes para gestionar la magnitud de un conflicto bélico, por lo que se recurrió a los publicanos.

A partir de este momento, cada vez que Roma necesitaba a alguien que se ocupara de cualquier tarea que escapaba a sus posibilidades recurría a los publicanos. Con un imperio y una población en constante crecimiento, la necesidad de un funcionariado estable era cada vez mayor, y así, lo que en un primer momento fue un recurso de emergencia se convirtió en la norma. La administración de las provincias y el cobro de los impuestos fueron de este modo confiados a sociedades de publicanos.

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LA NUEVA BUROCRACIA

Convertidos ahora en administradores de facto del estado, los publicanos no tardaron en encontrar la mejor manera de sacar partido a sus inversiones. Los contratos públicos estipulaban una cantidad que era pagada al estado por los contratistas en el momento de la concesión, pero si se conseguía algo de dinero extra este terminaba en los bolsillos de los inversores. Por esta razón, las sociedades tendían a subir los impuestos y declarar solo parte de los ingresos obtenidos al estado. La diferencia era añadida a su fortuna, junto con los intereses que cobraban del estado en la devolución de su inversión inicial.

Las sociedades se crearon como poco más que un grupo de inversores, normalmente un grupo de amigos o conocidos, pero con la expansión del mercado crecieron hasta convertirse en auténticas empresas. Se tendía a limitar el número de participantes para no diluir los beneficios, que se repartían según la aportación económica de cada uno.

Los socios principales formaban el consejo directivo y la empresa contaba con una contabilidad propia que aseguraba la justa distribución de las ganancias entre los participantes. Los grupos más exitosos adoptaron incluso un nombre relacionado con su área de influencia: la Societas asiae, por ejemplo, se encargaba de cobrar los impuestos en la provincia de Asia, mientras que la Portus et scripturae siciliae se ocupaba de las tasas comerciales y el arriendo de tierras públicas en Sicilia.

UN MAL NECESARIO

La falta de personal y la dependencia del capital privado obligaron al Senado a recurrir a los publicanos tras las guerras para la gestión de las tierras conquistadas y la recaudación de sus impuestos. Las ricas minas de plata de la recién creada provincia de Hispania fueron los primeros recursos públicos de los que se adueñaron las sociedades, pero con el tiempo sus tentáculos se introdujeron en todos y cada uno de los aspectos de la administración.

La recaudación de los impuestos que debían pagar todas las provincias fue delegada en ellos y pronto también la de la propia península Itálica. Los reinos derrotados se convertían en ager publicus, o propiedad del estado, y eran administrados por los publicanos, con lo que estos pasaron a controlar la agricultura, la minería y la producción industrial de gran parte del imperio.

Gracias a un rápido enriquecimiento, esta sociedades se convirtieron en los banqueros del estado, a quien prestaban capital para los conflictos bélicos y las obras públicas

Para estas nuevas contratas se siguió con el sistema de concursos organizados por los censores, que otorgaban la concesión al grupo que aportaba más dinero a las arcas del estado. El contrato se debía renovar cada cinco años, pero las grandes sumas acumuladas mientras tanto permitían a la sociedad sobrepujar a la competencia y mantener el control de lo que se había convertido en una fuente prácticamente inagotable de beneficios.

Los publicanos actuaban asimismo como banqueros estatales, pues adelantaban los fondos que los gobernadores y el Senado necesitaban para sus guerras y obras públicas. Esta relación simbiótica se fortaleció con el tiempo y, si bien aseguró la supervivencia de Roma, lo hizo a costa de la explotación de los ciudadanos.

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FUNCIONARIOS CORRUPTOS

La falta de experiencia en el control de un territorio tan vasto y el escaso número de funcionarios propios dificultaban la supervisión de los publicanos. Teóricamente le correspondía al gobernador de cada provincia regular a los contratistas, pero al ser el lucro su motivación de la mayoría eran fácilmente sobornables.

Ya desde sus orígenes, este sistema destacó por los sonados escándalos que caracterizaron sus 400 años de existencia. Durante las Guerras Púnicas (264 a.C. – 146 a.C.) hubo contratistas que hundieron sus propios barcos mercantes y reclamaron al Senado una cara indemnización por naufragio tras presentar registros falsificados del cargamento. La presión popular obligó al estado a tomar medidas. De todos modos, solo se aplicó un castigo edulcorado enviando los culpables al exilio, pues en un periodo de máxima necesidad y con un conflicto bélico de por medio era muy desaconsejable enemistarse con este incipiente grupo de presión. Pero este fue solo el primero de incontables abusos.

Pero fue en la recaudación de impuestos donde se produjeron los mayores desmanes. La falta de control daba carta blanca a los publicanos, que contaban con toda la fuerza del estado y sus legiones para imponer tributos abusivos. Quiénes no podían pagar veían cómo su patrimonio era expropiado, y los que no tenían la suerte de ser ciudadanos romanos eran esclavizados para ser enviados a las minas en lo que era esencialmente una sentencia de muerte.

Se llegó al punto de que incluso los senadores se vieron envueltos en muchos de los escándalos de corrupción utilizando su influencia en beneficio propio

Otros tipos de corruptela se producían a nivel administrativo. Por ejemplo, aunque los senadores tenían prohibido participar en el negocio usaban sustitutos para invertir dinero en la sociedad. Una inversión con beneficios garantizados si el senador en cuestión era el encargado de asignar el contrato. Se daban casos de plazos demasiado cortos para que nadie más se presentara o concesiones a dedo a sociedades independientemente de lo que hubieran pujado.

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CONFLICTOS Y TRIUNFOS

Esta influencia en la sombra pronto puso en manos de los publicanos algunas de las instituciones más importantes de Roma. En su enfrentamiento con el Senado, los hermanos Graco se apoyaron en los sectores más ricos de la plebe, entre los que se encontraban los publicanos. Para recompensar su ayuda les entregaron el Tribunal de Extorsiones, que se encargaba de juzgar a los magistrados y contratistas privados acusados de corrupción.

Este tribunal era un arma de doble filo, por una parte daba inmunidad legal a las sociedades, y por la otra les permitía chantajear a los senadores con juicio y exilio si no actuaban conforme a sus intereses. Así sucedió tras la comisión reguladora de Publio Rutilio Rufo.

Este patricio había recorrido la provincia de Asia por orden del Senado. Allí se dedicó a revisar las cuentas de los publicanos, les obligó a devolver el dinero cobrado que no estaba incluido en el contrato público y liberó a numerosos ciudadanos esclavizados por las deudas derivadas de estos impuestos ilegales. A su vuelta a Roma, las sociedades tomaron represalias: lo llevaron frente al Tribunal de Extorsiones y con absurdas excusas legales lo condenaron a marchar al exilio.

Con el control del Tribunal de Extorsiones, los publicanos pudieron actuar con total impunidad, atacando a todo aquel que ponía en cuestión su poder

Otro senador que terminó mal fue un tal Aselio, que durante la cruenta Guerra Social permitió que los acreedores fueran llevados a juicio por sus deudores. Tras el perdón de algunas deudas, los publicanos reunieron a una turba, asesinaron a Aselio mientras realizaba un sacrificio y acabaron de este modo con los juicios.

El célebre historiador Tito Livio llegó a afirmar amargamente sobre este periodo que “allí donde se halla un publicano, el derecho público está ausente y la libertad no existe”.

HERRAMIENTAS DE CONTROL

Pese a todo, el contribuyente no estaba completamente indefenso ante los publicanos. Podía recurrir al cuestor o contable del gobernador con sus quejas, o directamente acudir a algún influyente político romano con quien tuviera lazos de dependencia para que actuara en el Senado.

En caso de que el publicano fuera hallado culpable, existía una cierta confusión legal sobre la pena que se le debía imponer. La multa por estafa era el cuádruple de la suma robada, pero el contratista podía aducir que como empleado del estado su posición era la misma que la de un magistrado, por lo que según la ley solo debía devolver el doble. Normalmente, si veían que tenían las de perder, las sociedades devolvían el importe en litigio antes del juicio, con lo que se evitaban el proceso legal.

Existía una cierta confusión legal sobre la pena que se le debía imponer si un publicano era hallado culpable, pues este siempre podía alegar o devolver el importe antes del juicio

Los municipios fueron más resistentes al azote publicano que los ciudadanos particulares, pues contaban con funcionarios propios que se podían ocupar de los impuestos y les permitían supervisar las tareas realizadas por los contratistas públicos.

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UNA LENTA DECADENCIA

La edad dorada de estos extorsionadores llegó a su fin cuando la República romana se convirtió en Imperio. Ya en el 70 a.C. se les había quitado el control sobre el Tribunal de Extorsiones, que pasó a tener una mayoría senatorial, pero fue con la unificación de la administración bajo los emperadores y la aparición de los funcionarios imperiales que empezó la decadencia de las sociedades.

El emperador no tenía ninguna necesidad de grupos de inversores que le proporcionaran fondos, pues contaba con todos los ingresos del imperio, además veía con malos ojos una corrupción que le privaba de rentas y creaba inestabilidad en sus dominios. Así pues se procedió al desmantelamiento gradual de la antigua administración en favor de una controlada directamente por la casa imperial.

Se creó la figura del procurador para la recepción de los impuestos de cada provincia, en las ciudades un nuevo equipo de curadores imperiales supervisaba las tareas encargadas a contratistas privados. Los recursos estatales fueron puestos bajo el control directo de funcionarios imperiales.

Los publicanos no desaparecieron de la noche a la mañana, el estado seguía sin ser capaz de controlar todos los aspectos de la administración, pero con la reducción de contratos su número fue menguando hasta desaparecer por completo en el siglo III d.C.

Imagen de portada: Este detalle del cuadro del pintor Masaccio titulado «El pago del tributo» (1427) muestra el momento en que San Pedro paga el impuesto reclamado a un publicano. Santa María del Carmine, Florencia. Fo

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por Francesc Cervera. 16 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Antigua Roma/Emperadores/Corrupción/Práctica milenaria.

A BANKSY NO LE GUSTA LA RURAL.

Muestra del genial artista callejero británico en un predio que simboliza la estafa a la sociedad.

Una muestra no autorizada en un espacio cuyos fines comerciales deberían ser ilegales. Desde Plaza Italia se puede leer el enorme cartel que dice “¿Genio o vándalo?”, haciendo alusión a Banksy, el artista británico cuyas obras se exhiben desde esta semana, sin su consentimiento, en La Rural de Buenos Aires. Probablemente los verdaderos vándalos sean justamente quienes lucren con esta exposición.

¿Quién es Banksy?

En general a la humanidad le atrae aquello que no puede tener. Hay cientos de artistas con nombres de fantasía, pero en el caso de Banksy, él hizo del misterio en torno a su identidad una parte central de su obra. Por ello, como nadie sabe cuál es su nombre original o en qué fecha y lugar exactos nació, todo el mundo se lo pregunta. 

Evidentemente es información que si estuviese a la mano no sería lo fundamental. Se conoce que comenzó a pisar fuerte en el mundo del street art durante la década del ‘90, que nació en Inglaterra, en algún lugar cercano a Bristol, y que es un hombre. Pero por fuera de esos datos típicos, hay información sensible sobre este grafitero que sí está a la mano y que pareciera ser lo más determinante a la hora de caracterizar su identidad: es un artista cuya producción es absolutamente ideológica, y aunque a esto podría esgrimirse que todo arte es político, en su caso lo es de manera explícita. Banksy, además de transitar el campo de la denuncia, lo trasciende y pasa a la acción.

Un grafitero que compró un barco para rescatar personas en el mar es una rara avis. En 2020 el británico financió la compra de un barco de la Marina francesa para llevar a cabo misiones humanitarias. Se trata de una embarcación de 30 metros de eslora, pintada de rosa, que lleva el nombre de una anarquista francesa, Louise Michel. La tripulación se reivindica como parte de un proyecto feminista y antifascista, y cuando los rescates comenzaron a efectuarse, Banksy posteó en su cuenta de Instagram: “Como la mayoría de las personas que tuvieron éxito en el mundo del arte, me compré un yate para navegar por el Mediterráneo”. Ácido, directo y consecuente.

Sus obras son seguramente la mejor forma de conocerlo. Uno de los grandes momentos que protagonizó fue al realizar una instalación él mismo, cuando entró a Disney y emplazó allí una figura disfrazada de un prisionero de Guantánamo. También ha pintado murales en Cisjordania, en el muro que separa Israel y Palestina. En este sentido, a unos 40 kilómetros de Belén, creó un hotel con 10 habitaciones, The Walled Off Hotel, para generar trabajo a nivel local y con una sala especial para que, en territorio israelí, puedan exponer sus obras artistas palestinos.

Muestra NO autorizada

En el Instagram oficial del grafitero se puede ver una captura de pantalla que muestra el siguiente chat:

—Hey, Banksy, vi esto y me acordé de vos. (Se observa la imagen de una muestra.)

—Sos gracioso. ¿Qué carajo es eso?

—Una exhibición de tu trabajo en Moscú. Cobran 20 libras para entrar. LOL.

—Me encantaría que pudiera parecerme gracioso. ¿Qué es lo opuesto a LOL?

—Creo que es LOL.

—Sabés que eso no tiene nada que ver conmigo, ¿no? Yo no le cobro a la gente para ver mi arte, salvo que se puedan subir a una Vuelta al mundo (en alusión a un parque temático que abrió al sur de Inglaterra durante cinco semanas como una parodia a Disney).

—Lo han hecho que luzca como algo legal, creo que deberías hacer algo, ¿no podés hacer un comunicado de prensa?

—Mmm… No estoy seguro de ser la persona indicada para quejarme acerca de personas que muestran imágenes sin permiso.

—No, amigo, esto es una estafa. Tenés que hacer algo.

—No sabría ni por dónde empezar.

—¿Posteando una captura de este chat?

—LOL.

 Los organizadores de la muestra que comenzó esta semana en Buenos Aires saben perfectamente que buena parte de la obra de Banksy es considerada “vandalismo”, porque justamente la esencia misma del arte callejero es ir y pintar ahí donde no te permiten hacerlo. 

En esto se amparan para exponer sus obras sin consentimiento, algo así como “Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Pero no todo es lo mismo. Una cosa es el arte urbano, la pintada, el esténcil. 

Y otra muy distinta es que un puñado de millonarios que tenían originales de Banksy los “presten” para que se organice una muestra de su obra, con fines de lucro y sin autorización.

La Rural y su compra “vil”

En diciembre de 2012 los diarios argentinos nacionales explotaron: Cristina quería expropiar La Rural. “La yegua”, no conforme con el lío que había armado en 2008, ahora iba por el símbolo de los símbolos, ese lugar lleno de olor a bosta a donde la gente se viste de gala para visitarlo. 

En verdad la palabra “expropiar” fue usada con malicia por las grandes empresas de comunicación, porque formalmente no se trataba de una expropiación sino del decreto presidencial 2552 que disponía la “nulidad absoluta del decreto 2699 del año 1991” que había determinado la venta de este inmueble perteneciente al Estado. 

El motivo de la nulidad radicaba en el precio vil por el cual el predio ferial de Palermo había sido vendido a la Sociedad Rural Argentina en 30 millones de dólares, cuando un peritaje oficial determinó que el valor real era de 131,8 millones. Les faltaron 100.

Al anunciar la medida, el entonces jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, señaló que 11 ex funcionarios estaban procesados por el delito de peculado. Se trataba de: Domingo Cavallo (ex ministro de Economía); Eduardo Agustín Carlos de Zavalía (ex presidente de la Sociedad Rural); Juan Alberto Ravagnani (ex secretario de la entidad); Raúl Angelini, Ricardo Schapiro y Juan Manuel Insúa (ex funcionarios del Banco Ciudad); Jorge Frost, Carlos Alberto Ratto y David Ivakhoff (ex funcionarios del banco Hipotecario); y Matías Ordóñez Jiménez Zapiola y Gastón Figueroa Alcorta (ex funcionarios públicos). La presencia de los funcionarios de los bancos Hipotecario y Ciudad radica en que lo único que estuvo mal no fue el precio sino la forma misma de fijarlo. La ley 21.626 exigía que el cálculo del valor del terreno fuera efectuado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, pero esto no fue así sino que los bancos mencionados señalaron el precio. Además la venta fue realizada en forma directa, evitando los mecanismos vigentes, que eran concurso o licitación pública.

La Rural apeló la medida y la Cámara Federal Civil y Comercial suspendió el decreto el 4 de enero de 2013. Esto fue confirmado por la Corte Suprema en agosto de ese año con cinco votos a favor –Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda, Enrique Petracchi, Elena Highton y Carmen Argibay– y dos en contra, a cargo de Eugenio Zaffaroni y Ricardo Lorenzetti. 

En abril de 2016 el gobierno nacional decidió seguir adelante con las medidas iniciadas en 2012. Se trata de un caso muy particular: una medida de Cristina Fernández de Kirchner, avalada por Mauricio Macri, nada menos que en contra de la entidad agropecuaria. La Sociedad Rural Argentina, fundada en 1866, ocupa el terreno de Palermo desde 1878 por un acuerdo con el Estado, y la compra en cuestión se ejecutó durante el gobierno de Menem.

Un elefante rosa frente a nuestras narices

En la actualidad la recuperación del predio de La Rural sigue pendiente y, mientras tanto, el uso comercial no ha cesado. 

En el año 2006, Banksy realizó en Los Ángeles su muestra Barely Legal”, que significa “Casi legal”, un evento gratuito en donde expuso parte de sus producciones artísticas. En el marco de dicha exhibición se podía ver un elefante real pintado como el decorado de la pared, con pintura para niños. El objetivo, bastante literal, era señalar esas cosas enormes que tenemos frente a nuestras propias narices y que no vemos, justamente como el predio de La Rural. 

Miles de personas pasan todos los días por Plaza Italia, en la Capital Federal, y a nadie se le ocurre tomar ninguna acción al respecto. Probablemente el punto que explique esta inacción sea que la sociedad en su conjunto no termina de sentir como propio el patrimonio del Estado.

Una digresión: una venezolana, entrevistada por quien escribe, se refirió hace algunos años a las políticas de Chávez de la siguiente manera: “Se creó una misión que se llamaba Tu Casa Bien Equipada, a partir de la cual te ponían en casa tu televisor, tu nevera, tu cocina. Y no es, como quiere decir alguna gente para descalificar, que nosotros seamos unos parásitos porque el gobierno nos está regalando estas cosas, no, eso es producto de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo por defender a la patria. Lo que hemos recuperado es nuestro petróleo, nos pertenece, antes iba a los Estados Unidos y a las grandes oligarquías venezolanas, ahora esos recursos se transforman en política y van para nosotros”. Tal vez si miles de argentinos sintieran que La Rural les debe 100 millones de dólares, harían algo al respecto. O al menos, no pagarían por entrar. LOL.

Los ¿límites? del capital

La SRA ha representado en la historia de este país a los sectores adinerados, a los golpes de Estado, la homofobia y el racismo. 

Banksy está en las antípodas. Por eso este artículo se pregunta cuáles son los límites del capital, si es que los tiene. Cuando una persona compra un libro, compra el objeto, no el texto. No puede un cineasta usar un pasaje completo de García Márquez en un guión propio sólo porque tiene en el living de su casa un ejemplar que contiene dicho fragmento. Que un millonario adquiera un Bansky no debería habilitar a que cobre por exponerlo.

En 2018 en una subasta de arte se vendió una de las obras más famosas de Banksy, “Niña con globo”, por 860.000 euros. En el instante en que fue vendida, la obra se auto destruyó. La lámina estaba expuesta debajo de un marco, y en el mismo había escondida una trituradora de papel, que se activó en el momento justo haciendo trizas ese original tan preciado. Las metáforas del grafitero no son muy elaboradas, más bien buscan que el sentido sea evidente. No todo se puede comprar con plata.

La web oficial del artista callejero señala: “Los miembros del público deben saber que ha habido una serie reciente de exhibiciones de Banksy, ninguna de las cuales es consensuada. Han sido organizados completamente sin el conocimiento o participación del artista. Por favor, trátenlos en consecuencia”.

Si la muestra que comenzó esta semana tuviera algo del espíritu del artista cuya obra se expone, no se realizaría en un predio que simboliza una estafa a la sociedad. Habría entradas libres y gratuitas, u obras que sirvan a la población con el dinero recaudado. Ni la una ni la otra. La entrada sale más de 3.000 pesos y las ganancias no irán ni para los vecinos ni para el Estado. 

La mugre se esconde debajo de la alfombra. Quienes pueden, pagan. Y quienes no, se quedan afuera.

La bala no salió

Al momento del cierre de esta nota, la Argentina está conmocionada. Un hombre intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner. Es casi imposible concentrarse para corregir los párrafos anteriores cuando sucede algo tan mayúsculo. 

El presente texto mencionaba en alguna de las líneas precedentes que las grandes empresas de comunicación titularon “expropiación” en lugar de “recuperación”, y mencionaba también a una Corte Suprema que respaldó a la SRA para que siguiera detentando el poder sobre un predio que no le corresponde. 

Esos dos actores, los grandes medios y la Corte, son a juicio de quien escribe los grandes responsables del atentado de ayer. En la Argentina se ha tergiversado el sentido de la libertad de expresión. Se ha construido un relato que sugiere que ese derecho consiste en poder decir cualquier cosa. Pero no es así. Hay una diferencia abismal entre instigar la violencia con discursos de odio y comunicar los propios pensamientos. La Justicia tiene el deber de actuar en pos de la libertad y en contra de la violencia, pero no hay Justicia. 

No hay un Poder Judicial a la altura de la República. Hay una corporación. Cuando los jueces y el periodismo golpean sistemáticamente la democracia, la pueden quebrar. La solución a la crisis política actual pareciera ser una reforma judicial. Medios y jueces dignos para alcanzar esa Argentina normal que fue prometida alguna vez. Una Argentina más parecida al arte de Banksy que al vandalismo de la Rural.

Imagen de portada: “Ramo de flores” por Bansky

FUENTE RESPONSABLE: El cohete a la Luna. Por Manuela Irianni. 4 de septiembre 2022-

Sociedad y Cultura/Buenos Aires; Argentina/ La Rural/Corrupción/Estafa/Bansky/ Pensamiento crítico.

 

 

Xiao Jianhua: el multimillonario chino desaparecido misteriosamente en 2017 y que acaba de ser condenado a 13 años de prisión.

El paradero del multimillonario chino-canadiense Xiao Jianhua había sido un misterio desde enero de 2017, cuando su familia reportó que el magnate había desaparecido en Hong Kong y luego retiró la denuncia al asegurar que se encontraba «seguro».

En aquel momento, medios internacionales especializados en política china informaron que Xiao había sido detenido por agentes de seguridad de Pekín, y que había sido trasladado a China continental.

Este viernes, cinco años después de aquel episodio, un tribunal de Shanghái informó que el magnate fue condenado a 13 años de prisión en China y su empresa deberá pagar una multa de más de US$8.000 millones.

La embajada canadiense indicó que el juicio había comenzado el pasado 4 de julio, y las autoridades chinas negaron el acceso de sus diplomáticos al juicio.

Xiao y su compañía Tomorrow Holdings fueron acusados ​​de malversación de fondos y soborno.

El empresario y su firma fueron declarados culpables de «absorción ilegal de depósitos públicos, abuso de la confianza en el uso de la propiedad encomendada… [y] uso ilegal de fondos», informó el tribunal de Shanghái a través de un comunicado.

La corte también precisó que Tomorrow Holdings era culpable del «delito de soborno».

Agregó que Xiao y su empresa «habían violado gravemente la orden de gestión financiera» y «habían dañado la seguridad financiera del Estado».

El tribunal informó que Xiao y su compañía se declararon culpables y cooperaron con las autoridades, lo cual contribuyó a aminorar su condena.

Diarios de Hong Kong, el 1 de febrero de 2017, informando sobre la desaparición de Xiao Jianhua.

La desaparición de Xiao acaparó los titulares de los diarios de Hong Kong, el miércoles.

Consultado el viernes sobre el derecho de Xiao a acceder a los servicios consulares como ciudadano canadiense, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo que ese país no reconoce la doble ciudadanía.

Por lo tanto, Xiao no tenía derecho a la asistencia del gobierno de Canadá.

La prensa internacional ha señalado que Xiao tenía conexiones cercanas con los niveles superiores del Partido Comunista, incluida la familia del presidente Xi Jinping.

Para 2016, su patrimonio neto había aumentado a un estimado de US$6.000 millones, según Hurun Report, una clasificación de las personas más ricas de China.

¿Qué pasó con Xiao Jianhua?

En 2017, Xiao fue sacado del Hotel Four Seasons en Hong Kong, donde se suponía que vivía en ese momento.

Su familia denunció su desaparición ante las autoridades de Hong Kong, pero se retractó un día después al señalar que «había recuperado el contacto» con Xiao.

Por su parte, la policía de Hong Kong informó que las imágenes de vigilancia indicaban que Xiao no había abandonado el hotel bajo coacción, aunque se negaron a publicarlas.

Posteriormente, el empresario emitió una declaración que apareció en la portada de un periódico diciendo que estaba recibiendo tratamiento médico en el extranjero. Elogió el «estado de derecho» en China y dijo que no había sido secuestrado ni llevado a China continental.

Tomorrow Holdings también emitió declaraciones en su nombre diciendo que estaba bien, aunque luego fueron eliminadas.

Xiao, quien tiene más de 40 años, era un líder estudiantil de la prestigiosa Universidad de Pekín.

Sus empresas operan mayoritariamente en el sector de servicios financieros.

En 2014, el magnate negó haberse mudado a Hong Kong para evadir una investigación del gobierno de Pekín sobre corrupción.

Tres años después, cuando fue arrestado, estaba en pleno apogeo la campaña anticorrupción que emprendió el gobierno de Xi Jinping contra funcionarios que malversaron fondos públicos.

Imagen de portada: CUHK. Se informó de que el juicio de Xiao Jianhua, que se ve aquí en una imagen de archivo, comenzó el 4 de julio.

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. 19 de agosto 2022.

Sociedad y Cultura/China/Economía/Corrupción

4 motivos por los que es tan difícil para Argentina reducir su histórico déficit fiscal, uno de los desencadenantes de la crisis económica.

Te contamos por qué a Argentina le cuesta tanto reducir su gasto.

Muchos países tienen déficit fiscal -es decir, gastan más de lo que recaudan-, pero a pocos les representa un problema tan grande como a Argentina.

La mayoría de quienes tienen cuentas en rojo, incluso algunos con niveles de déficit mucho más altos que el argentino, simplemente emiten deuda y así financian el desbalance.

Pero el caso de Argentina es muy diferente.

La tercera economía de América Latina lleva tantos años gastando de más (desde 1900 a hoy, solo en 10 años el Estado logró generar más ingresos que egresos) que el déficit se ha convertido en uno de sus principales problemas macroeconómicos.

No puede resolverlo emitiendo más deuda, como hacen los demás, porque ya pidió tanto dinero, tantas veces -es el país más endeudado de la región-, que cayó en sucesivas crisis de deuda, entrando en «default» (o cesación de pagos) ocho veces.

La desconfianza que genera Argentina hace que hoy tenga el «riesgo país» más alto de América Latina después de Venezuela y El Salvador, un índice elaborado por J.P. Morgan que determina el nivel de peligrosidad que representa prestarle dinero a una nación.

Por ello, para seguir tomando deuda, el país debe pagar intereses mucho más altos que otros.

Frente a esta limitación, durante los últimos años -y especialmente durante la pandemia- el gobierno de Alberto Fernández aumentó la emisión de pesos para pagar sus cuentas, algo que, según los economistas ortodoxos, ha acelerado la inflación.

En julio el alza de precios llegó al 71% interanual, una de las inflaciones más altas del mundo, y se prevé que siga aumentando.

Ante este panorama, Fernández anunció su intención de sanear las cuentas públicas.

«No se puede seguir viviendo eternamente con déficit fiscal», señaló a finales de junio, durante una gira por Europa.

El presidente Alberto Fernández tomándole juramente a su nuevo "superministro" de Economía, Sergio Massa, el 3 de agosto de 2022

FUENTE DE LA IMAGEN – EPA-EFE. Alberto Fernández y su nuevo «superministro» de Economía, Sergio Massa, se han propuesto reducir el gasto del Estado.

El nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, quien asumió a comienzos de agosto, reiteró este mensaje, asegurando el día de su inauguración que «la primera meta del gobierno será construir equilibrio fiscal».

Massa, quien tendrá a cargo no solo la cartera económica sino también la de Producción y Agricultura, es el tercero en encabezar las finanzas del país en un solo mes, tras las renuncias de Martín Guzmán y Silvina Batakis.

Al presentar los principales lineamientos de su gestión, el «superministro» dejó en claro que su primera prioridad será la misma que la de sus antecesores: reducir al 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) el déficit fiscal primario -es decir, lo que gastó el Estado sin incluir el pago de deuda-, tal como establece el Presupuesto Nacional.

En la práctica, esto significa que el país deberá reducir en un 0,5% el déficit fiscal primario que alcanzó en 2021 (que fue del 3% del PIB).

Esa meta es la que Argentina acordó en marzo pasado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), su principal acreedor externo, que en 2018 le otorgó al entonces presidente Mauricio Macri el préstamo más grande en la historia de esa institución: US$57.000 millones (de los cuales se usaron -y hoy se deben- US$44.000 millones).

Pero, aunque una reducción del 0,5% no suena como mucho, lo cierto es que, para este país, es toda una odisea.

¿Por qué?

Para entenderlo te explicamos cuáles son las cuatro áreas que más presupuesto representan del Estado, qué propone el «superministro» para achicar ese gasto y por qué no será una tarea sencilla.

Subsidios energéticos

Muchos asumen que el gasto público en Argentina es alto por servicios como la salud y la educación gratuitas, pero lo cierto es que hay otras cosas que le cuestan mucho más al Estado.

Por ejemplo, los subsidios energéticos, que en 2021 se llevaron un 8,8% del presupuesto nacional, más que el gasto público en Educación (6,4%), Transporte (5,9%) y Salud (5%).

Este es el gasto estatal que más creció en Argentina en los últimos años y hoy representa tres cuartas partes de todo el déficit fiscal primario del país.

En 2021 los subsidios a la energía representaron el 2,3% del PIB. Si se considera que el déficit primario fue del 3% es fácil entender por qué reducir este gasto es considerado primordial.

Hornalla prendida

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Los subsidios a la energía son uno de los principales dolores de cabeza del gobierno.

Un informe elaborado por el Instituto Argentino de la Energía (IAE) mostró que, solo entre 2010 y 2020, los subsidios energéticos le costaron al país casi el triple de lo que le debe el FMI (cerca de US$130.000).

Pero ¿por qué gasta el Estado tanto en subsidiar la energía?

La política de subvenciones al gas y la electricidad comenzó a aplicarse hace dos décadas para proteger el bolsillo de los argentinos después de la crisis de 2001, que devaluó fuertemente el valor del peso y dejó a más de la mitad de la población en la pobreza.

Cuando la economía empezó a repuntar, los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015) mantuvieron los subsidios para evitar que un aumento de precios acelerara la inflación y redujera el consumo, clave para la economía del país que depende en un 70% del mercado interno.

Pero un segundo factor hizo que el gasto en subsidios se disparara: en 2008 Argentina perdió su autoabastecimiento energético y, a partir de entonces, ha tenido que importar cada vez más gas y petróleo, con precios más altos que los de la producción local.

Para 2014, los subsidios representaban casi US$20.000 millones al año, según los datos del IAE.

No obstante, ante las críticas por el creciente gasto que esto implicaba para el Estado, la entonces mandataria Cristina Kirchner -quien hoy es vicepresidenta- resaltó que el nivel de subsidios del país era bajo en comparación con las del promedio mundial.

A pesar de que el gobierno de Macri (2015-2019) aplicó fuertes «tarifazos» que redujeron las subvenciones a menos de US$5.000 millones, la pandemia, y luego la guerra entre Rusia y Ucrania, volvieron a aumentar los costos.

En 2021 la Energía fue el segundo gasto más alto del Estado después de la Seguridad Social.

Y, en el primer semestre de 2022, el aumento del precio internacional de los combustibles por el conflicto ruso-ucraniano hizo que el gasto en subsidios aumentara en un 116% interanual, informó el IAE.

Para atenuar este gasto, el gobierno introdujo a partir de agosto una «segmentación tarifaria» para que la población con mayor poder adquisitivo deje de beneficiarse con los subsidios (que hoy aplican a todos).

Formulario de Segmentación Tarifaria de Argentina

Los argentinos debieron llenar este formulario para poder seguir recibiendo su energía subsidiada.

Massa también señaló que habrá un tope por hogar para el consumo energético subsidiado y anunció que a partir de septiembre también se segmentará el consumo de agua.

Según el funcionario, con estas medidas «el Estado se ahorrará 500.000 millones de pesos al año» (cerca del 0,5% del PIB).

Empleo estatal

Otro anuncio que hizo el nuevo ministro de Economía fue congelar las nuevas contrataciones en «todos los sectores de la administración pública nacional centralizada».

El empleo público es otra de las grandes cargas que tiene el Estado: uno de cada cinco argentinos trabaja en el sector público, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal, una de las cifras más altas de América Latina.

En 13 de las 23 provincias argentinas el número de empleados públicos supera al de asalariados del sector privado registrado, según destacó un trabajo publicado en 2021 por el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), de la Fundación Mediterránea.

El crecimiento del empleo público fue clave para reducir la desocupación tras la crisis de 2001/2, que dejó a uno de cada cinco argentinos en actividad sin trabajo.

Pero cuando la economía se reactivó, el Estado se siguió ampliando.

Tanto el kirchnerismo como el macrismo aumentaron el personal de la administración pública.

Y, si bien el empleo público sigue siendo un factor determinante para mantener baja la tasa de desocupación, que hoy alcanza el 7%, los números muestran que el Estado se ha convertido en el motor del empleo.

Mientras que la cantidad de trabajadores públicos pasó de 2.6 millones a 3.3 millones en la última década (un aumento del 27%), el número de trabajadores privados formales se mantuvo estancada, en 6.1 millones, según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

Trabajadores comparten un mate

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El empleo registrado en el sector privado está prácticamente estancado desde hace una década.

Ayuda social

Un tercer anuncio que hizo Massa para equilibrar el gasto fiscal fue ordenar una auditoría de los «planes sociales».

Así llaman los argentinos a una serie de programas de asistencia social que buscan proteger a los más desfavorecidos.

Tanto el kirchnerismo como el macrismo aumentaron la asistencia social durante sus gobiernos para ayudar a los sectores más afectados por las constantes devaluaciones y aumentos de precios.

Si se suman las ayudas familiares -como la Asignación Universal por Hijo, creada en 2009-, y los distintos programas, el porcentaje del gasto público destinado a asistencia social en 2021 superó el 10%.

Pero con un nivel de pobreza cercana al 40%, cada vez más argentinos dependen de la ayuda económica del Estado.

El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) advirtió que, sin esta ayuda, el índice de pobreza podría llegar al 50% y el de indigencia al 20%.

No obstante, algunos cuestionan la sustentabilidad económica del sistema de protección social, que, según el Observatorio, en 2021 ayudó a un poco menos de la mitad de la población (44,7%), una cifra similar a la de 2019, antes de la pandemia.

Los críticos resaltan que hay tres veces más personas que reciben ayuda del Estado (unas 21 millones) que las cerca de 6 millones del sector privado que, a través de impuestos sobre sus salarios, son los principales financiadores de las arcas públicas (ya que cerca de un tercio de los trabajadores en Argentina son informales y los empleados públicos reciben más dinero del Estado del que aportan).

Sistema previsional

El gasto más alto que tiene el Estado argentino es el de jubilaciones y pensiones, que se llevan un tercio del presupuesto.

Sin embargo, lejos de proponer recortes, Massa anunció que el gobierno cumplirá con el aumento jubilatorio del 15% que está pautado por ley para septiembre y además agregará un bono para quienes cobren los haberes más bajos.

Son anuncios muy esperados por los retirados, el 70% de los cuales cobran jubilaciones mínimas que no llegan a cubrir la canasta básica.

¿Por qué entonces representa este gasto una carga tan pesada para el Estado?

Una jubilada en Argentina

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El sistema previsional argentino tiene un grave problema de financiamiento.

El principal motivo es que, aunque el poder adquisitivo de los jubilados se ha deteriorado notoriamente en los últimos años, Argentina tiene una de las coberturas previsionales más amplias de la región, por encima del 90%.

Esto es gracias a una serie de moratorias realizadas durante el kirchnerismo que duplicaron el número de jubilados, permitiendo que millones de amas de casa y trabajadores informales obtengan este beneficio al que antes no hubieran podido acceder.

Pero lo que es celebrado por el gobierno como «justicia social» está complicando las finanzas del Estado, porque de los 9 millones de jubilados y pensionados que hoy tiene el país, menos de un cuarto realizó los aportes correspondientes.

Según un informe publicado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) solo el 23% de los jubilados realizó los 30 años de contribuciones.

22% contribuyó menos de 30 años, gracias a regímenes especiales de jubilación anticipada.

Pero la mayoría, un 55%, se jubiló sin aportes.

A esto se suma otro desequilibrio del otro lado del espectro jubilatorio: las llamadas «jubilaciones de privilegio» que cobran, entre otros, políticos, diplomáticos y jueces, y que alcanzan al 1% del PIB, según cálculos del exministro de Economía Martín Lousteau.

«El desorden previsional es una de las principales fuentes de déficit fiscal», advirtió el reporte de Idesa, cuyo jefe de investigadores, Jorge Colina, le dijo a BBC Mundo que el sistema actual es «insostenible».

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Veronica Smink. BBC News Mundo. Argentina. 4 horas.

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Escuchar con los ojos a las muertas.

Contra delito, exculpación

La misoginia jactanciosa y violenta ha sido el más perdurable de los regímenes feudales. La violencia aísla, deshumaniza, frena el desarrollo civilizatorio, le pone sitio militar a las libertades, mutila física y anímicamente, eleva el temor a las alturas de lo inexpugnable, es en síntesis la distopía perfecta. 

El peso del patriarcado y las resignaciones aledañas igualan la violencia ejercida sobre un género con la negación de la democracia, y desde los gobiernos y las leyes y los criterios sociales no reconocerlo o admitirlo ambiguamente es señal inequívoca del atraso.

 El límite de las libertades femeninas y, para el caso, masculinas, aunque con énfasis y proyección muy distintos, es el monopolio ilegal de la violencia. 

Así, la violación, ese jus prima nocte del machismo, se ha considerado “natural” por “el razonamiento” adjunto al derecho de pernada. “En el fondo, lo que estas tipas quieren es ser violadas” ha sido hasta fechas muy recientes el dogma entrañable de agentes del Ministerio Público, policías y jueces que responsabilizan a las mujeres de los delitos en su contra, tal y como lo hizo en el año 2000 el cardenal de Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez, al culpabilizar de las violaciones a las que, en su opinión, salen a la calle con ropa provocadora y movimientos sensuales. 

Sólo le faltó decir: “Si no quieren que les pase nada, salgan sin cuerpo.”

Año con año, persisten las cifras mundiales de la violencia intrafamiliar, y no cesan tampoco los atentados contra las mujeres a las que se golpea, tortura, mutila, estrangula, acuchilla, asfixia o destaza en cuartos de hotel, callejones y lotes baldíos. 

Este legado del horror recorre el siglo XX y, sin embargo, no preparó en México el terreno para la explosión homicida más terrible que se ha conocido, la desatada en Ciudad Juárez desde 1993 contra mujeres jóvenes.     

Reparto de Huesos en el desierto

— En el período 1993-2002 se víctima a cien mujeres en Ciudad Juárez con garantía de total impunidad para los culpables. Otros doscientos asesinatos de mujeres se aclaran.

     — Hay una lista de seiscientas desaparecidas.

     — Los procesos judiciales desvencijados y tramposos se multiplican con responsables de uno o dos asesinatos a los que se les quiere adjudicar la totalidad.

     — Los gobernadores de Chihuahua se muestran “ajenos al conflicto” (porque un gobernante sólo tiene tiempo para inauguraciones y viajes a la capital), y se concentran en la emisión de lugares comunes sobre la justicia, “Procederemos hsuc (Hasta Sus Últimas Consecuencias)”.

     — Los procuradores de justicia de Chihuahua se indignan (ritualmente) con los medios informativos porque “deforman las noticias y no dan a conocer los avances en la investigación”, y obstaculizan las investigaciones rigurosas (casi ninguna).

     — La fiscalía especial del fenómeno criminal se distingue por moralizar a las muertas y desaparecidas.

     — No escasean los personajes singulares como el egipcio acusado de varios asesinatos, empecinado en proclamar su inocencia y desvencijado mentalmente por los años de cárcel.

     — Las madres y las hermanas de las muertas insisten en su exigencia de justicia, no obstante las amenazas y los malos tratos de las autoridades.

     — Los jefes policiacos encargados de las investigaciones resultan socios frecuentes del narco.

     — La ciudad interviene como cementerio al aire libre y campo de batalla donde se dirimen los pleitos entre las organizaciones del narcotráfico.

     — Las Organizaciones No Gubernamentales dedicadas al asunto, y los grupos feministas que las acompañan, no cejan en sus propósitos no obstante la escasez de recursos.

     — Hay escritores, reporteros y videoastas obstinados en trabajos panorámicos. Ejemplos: la documentalista Lourdes Portillo y Sergio González Rodríguez.

Si no hay resistencia no hay castigo

El trabajo de Sergio González Rodríguez, Huesos en el desierto, es un acercamiento inteligente y valeroso al fenómeno. 

Muy bien estructurado, es un análisis a fondo de los vínculos entre el poder judicial y el delito, es un viaje por las devastaciones de la aplicación de la justicia, es el trazo de una pesadilla inacabable. 

En última instancia, el examen de estos crímenes se desenvuelve entre dos polos, lo impune y lo inerme. Y la impunidad, esa garantía de no ser castigado, que es el mayor estímulo racional del delito, desafía el ya poderoso agravio nacional y en buena medida internacional.

Lo digo con rapidez: en este caso, no han fracasado las administraciones panistas o priistas, y esto es así porque nada han intentado con seriedad. 

Su estrategia no varía: investigaciones torpísimas, ocultamiento y destrucción de pruebas, regaños moralistas a los cadáveres (“se la buscaron”), exhibición triunfalista (por lo común falsa) de casos resueltos, fabricación regular de culpables totales. 

Convencidos de su técnica —que el olvido redima los expedientes—, las autoridades ansían el tono bíblico, donde la paga del pecado (el ligue, la condición femenina) es la muerte, y quien no se conforme con la explicación oficial se atiene a las consecuencias o se consume en la frustración.

¿Cuál es el fondo de las muertes de Ciudad Juárez? ¿Se trata de un grupo o de una epidemia de serial killers? ¿Se contagia el afán de exterminio? 

González Rodríguez opta por la austeridad adjetival y el relato llano, y, al combinar la información muy vasta con interpretaciones sobrias, logra que las sensaciones indignadas y dolidas del lector eliminen el sensacionalismo.

Sorprenden las deficiencias de los policías y de las fiscalías especiales, perturba el miedo entre las trabajadoras de la maquila, las otras jóvenes de la ciudad y sus familias. Como a trasluz, aparecen el pánico, la cancelación de la libertad de movimientos de una comunidad, y el ritmo de las tradiciones del abuso físico, la posesión de armas y la misoginia criminal.

¿Por qué ha sido tan lenta y tan tristemente insuficiente la acción de los gobiernos y de la sociedad entera en el caso de los asesinatos de Ciudad Juárez? Al respecto, expongo mis hipótesis, persuadido de lo evidente: esta cacería de jóvenes indefensas es un Acteal por acumulación.

El sustento de los crímenes

a) Las condiciones urbanas. Si, como señala el investigador Alfredo Limas Hernández, la industria maquiladora “maquila” toda Ciudad Juárez, auténtica reserva y maquila del parque humano, también, la inseguridad se agrava por la propiedad privada del espacio público, y por la ausencia de vigilancia en ese laberinto de lotes baldíos, polvo, calles mal o nulamente iluminadas, carencia de transporte público eficiente, cabarets, bares y hoteles de paso que perjudican el buen nombre de la pobreza. Allí se distribuyen de antemano las escenografías del crimen.

     b) La condición fronteriza de Ciudad Juárez impregna el imaginario colectivo con imágenes selladas por la ausencia de la ley. A lo largo del siglo XX, y esto es obvio, en la Frontera Norte los delitos ocurren en mucho menor escala que en la ciudad de México, pero el prejuicio —la Frontera es tierra sin ley— acrecienta la inseguridad. Con y sin bases, y crucen o no la frontera, se cree en la existencia de comunidades siempre provisionales, y la mentalidad fílmica y televisiva convierte las zonas fronterizas en emporios, si ya no del mal, sí del fatalismo delincuencial. Esta fantasía primaria, en sí misma deleznable, complementa las opresiones misóginas.

     c) No es posible precisar con exactitud el papel del narcotráfico y de los narcos en esta tragedia colectiva, pero además de las acciones específicas de narcos, en el proceso influye sin medida el hecho que el narcotráfico impulsa: el escasísimo valor concedido a la vida humana. Es fácil morir de muerte violenta, y es aún más fácil matar, y el culto a las armas y la tecnología armamentista va de la liquidación de las especies (la estupidez salvaje de la cacería) a la conversión de las personas en objetivos del tiro al blanco. Y son muchísimos los impregnados por las tácticas del narcotráfico. Éstas serían las premisas: “Si me han de matar mañana, mato a muchos de una vez. / Si tengo las armas, debo usarlas.” El despliegue armamentístico, la celeridad con que se consiguen revólveres o cuernos de chivo o lo que haga falta, desemboca en la obligación de asesinar. Ya existía, y nutridamente, la tradición de barbarie; faltaba la renovación tecnológica.

     d) Las abstracciones tienden a banalizar los delitos. Un muerto puede ser un acontecimiento tremendo, pero los centenares de víctimas femeninas afantasman la matanza en la perspectiva de las autoridades federales (las autoridades locales y regionales, como explica bien González Rodríguez, obedecen a otra lógica). 

Ya se sabe: las estadísticas de la sociedad de masas tienden a disolver la magnitud de cualquier suceso. Seis mil millones de habitantes del planeta lo minimizan todo. No es, como insisten tan farisaicamente los tradicionalistas, la relativización de los valores a cargo de la educación laica que, por el contrario, resulta la primera garantía de enfrentamiento a la barbarie. No: el relativismo ético, ya presente en la tradición mexicana tan idealizada y tan desdeñosa de la vida humana, se nutre de las leyes del feudalismo aún operante, del capitalismo salvaje y la demografía. Para captar una tragedia se requiere de la dimensión humana, y por eso, los epitafios de la generalización (“los perredistas asesinados en el sexenio de Salinas / las muertas de Juárez”) disuelven el vínculo de las personas con las tragedias, los seres ultrajados, sus esperanzas, su trayectoria, su familia. Siempre se requiere el acercamiento a las víctimas.

     e) Hasta cierto momento, los Medios sitúan los crímenes en la nota roja y no, como corresponde, en la primera plana, y al hacerlo subrayan la culpabilidad de las víctimas, ya incapaces de un alegato rectificador y con cierta frecuencia candidatas a la fosa común. A esto se opone la denuncia constante de las ONG y de videoastas, escritores y reporteros aislados.

     f) Para González Rodríguez, la clave de la “incompetencia” es la alianza entre los gobernantes, los inquilinos del poder judicial, las policías y los empresarios y los terratenientes de Ciudad Juárez y El Paso, Texas. Esta alianza (no tan) en las sombras se inicia con el despojo de tierras comunales, con los fraudes sin castigo y con las técnicas de intimidación y compra del narcotráfico, que exhiben la disponibilidad de jueces, jefes policiacos (de distintos niveles), agentes del Ministerio Público, muy altos funcionarios, empresarios, comerciantes, militares, clérigos. El destino ineluctable de los narcos incluye la cárcel o la muerte luego de torturas atroces, pero esto no los disuade porque cada uno se considera la excepción y a cada uno lo ampara el poder de compra del conjunto. Y al certificarse lo vulnerable del Poder Judicial, la noticia se divulga pródigamente: el delito es una acción tarifada, y el dinero y la red de intereses absuelven por anticipado.

     En el caso de las muertas de Juárez, más que la suma de psicopatías individuales se percibe un fenómeno orgánico: la impunidad es una matriz formidable de psicopatías y sociopatías, y un Poder Judicial ansioso de no investigar (por distintas razones, ninguna admisible) precipita la avalancha de los serial killers.

     Al sexismo se añade el clasismo. Las desaparecidas y las aparecidas entre malezas son, en elevadísima proporción, trabajadoras de la maquila, de familias de escasos recursos. 

Apenas figuran en los planes electorales, se les califica de “altamente manipulables”, y si son madres solteras el clero y la derecha las juzgan “pecaminosas”. ¿Cuántas veces, en los regaños clericales y panistas, se les niega el estatus de familia a las formadas por madres solteras o separadas? Por eso, lo de Ciudad Juárez obliga a imprimirle visibilidad y concederle respeto a las mujeres de los ámbitos de la pobreza.

Los crímenes de odio: “La maté porque se lo

merecía, y tan se lo merecía que está muerta”

     ¿Por qué no se han descrito los asesinatos de Ciudad Juárez como “crímenes de odio”, los hate crimes cuyo reconocimiento condujo al presidente Clinton a crear una comisión gubernamental específica, a la luz de los asesinatos homofóbicos del joven Matthew Shepard y la joven Brandon Teena?

     Los crímenes de odio se dirigen contra una persona y lo que simboliza, representa y encarna, y son en este sentido acciones de furia contra la especie. Los victimarios no conocen previamente a la víctima y al liquidarla se sienten en posesión de ese poder sin límite: el exterminio del mal (en el vocabulario homicida, el mal es el comportamiento detestado y es la debilidad física y social de la víctima). Los crímenes de odio más conocidos son los enderezados contra los gays, y este agravio histórico cobra cada año en México decenas de víctimas. Pero nada supera en número y en continuidad a los asesinatos de mujeres solas, en especial jóvenes. Se les mata porque no consiguen protegerse, y porque su muerte, que concede el placer del orgasmo y el goce auditivo del estertor, suele pasar inadvertida. (La inmensa mayoría de los crímenes de odio queda sin resolver.)

     Los asesinos no sólo se sienten muy superiores a los seres quebradizos incapaces de resistir; también se burlan de las leyes y de la sociedad que tibia o vanamente las enarbola. Los de Ciudad Juárez son, stricto sensu, crímenes de odio, porque los asesinos proceden impulsados por razones desprendidas de ese placer último que es el poder de vida y muerte. Lo más degradado y sórdido del machismo se vierte contra las mujeres cuya culpa principalísima es su condición de víctimas históricas. Así de reiterativo es el procedimiento: se elimina a quienes, a los ojos del asesino, son orgánica, constitutivamente seres desechables. El odio es la construcción social que se abate una y otra vez contra quienes no pueden evitar sus efectos.

“Contra la nada, perdurará el destino”

En cada uno de los asesinatos de mujeres desconocidas por completo horas antes, intervienen la oportunidad y el deseo, pero la raíz de los hechos es la misma: la indefensión de las asesinadas, sus deudos y las organizaciones que demandan justicia. González Rodríguez describe la conjura desde los sótanos y las alturas del poder y examina diversas trayectorias. La conclusión parece inevitable: la serie sangrienta de Ciudad Juárez es asunto de Estado, porque se nutre de la impunidad, el gran baluarte de los gobiernos.

     Huesos en el desierto no sólo es un gran reportaje y un acto de valor crítico. Es también uno de los mejores paisajes que conozco del poder sin trabas. Y el final es muy elocuente:

Por lo mismo, recuerda, me dije. Ya eres parte de los muertos y de las muertas. Te inclinas ante ellos y ellas.

     Recuerda, sí. Por ahora, sólo recuerda, aunque en estos tiempos parezca excesivo y hasta impropio recordar. Que otros sepan lo que recuerdas. Y puedan leer lo anotado con tinta roja para entender lo escrito con color negro.

     Tengo una certeza: contra la nada, perdurará el destino. O la memoria. Al fin y al cabo, la vida de cada quien es un desafío misterioso en aquello que nos sobrevivirá.

Una sociedad inmovilizada ante la matanza, que no reconoce como suyas a las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, es también en definitiva la gran víctima propiciatoria. Concentrar la energía judicial, política, social, ética de la nación y sus instituciones en el esclarecimiento de este fenómeno es asunto de justicia y de reconstrucción social. Uno de los grandes apoyos de la violencia es la protesta ocasional, rutinaria, que no espera consecuencias. Esto, como lo demuestra Huesos en el desierto, ya no puede ni debe suceder. 

 

Imagen de portada: Gentileza de Letras Libres

FUENTE RESPONSABLE: Letras Libres. Sinopsis de Huesos en el desierto por Carlos Monsiváis

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