«El racismo fue el método que se inventaron las élites en América Latina para reemplazar la esclavitud»: José A. Figueroa, autor de «Republicanos Negros».

¿Fue el racismo un elemento crucial en la construcción de las repúblicas en América Latina, tras los procesos de independencia nacionales?

Esa pregunta tiene múltiples visiones y respuestas, pero lo cierto es que nadie en el continente americano tenía un concepto tan claro de lo que debía ser la igualdad o la libertad como las personas a las que se les había negado ese derecho: los esclavos.

Y para el antropólogo colombiano José Antonio Figueroa, no solo hubo un bloqueo total para que los afrodescendientes no participaran en la construcción de esas nuevas naciones, con sus ideas sobre lo que debía ser una república, sino que además hubo casos en que sus movimientos polìticos fueron aplastados y condenados a la desaparición.

Para demostrar esta premisa, Figueroa se adentró en dos eventos fundamentales: la guerra de Concha en Ecuador, que terminó con la represión violenta de movimientos de afrodescendientes, y el caso del Partido Independiente de Color y el diario Previsión en Cuba, que sufrieron la misma suerte.

Y con todas las ideas que surgieron de ambos movimientos, el antropólogo armó un complejo pero apasionante retrato que es la columna vertebral de su libro «Republicanos negros: guerras por la igualdad, racismo y relativismo cultural».

Hablemos primero de la idea de independencia según se forjó en el continente. ¿Por qué cree que, si Haití logró su independencia en 1803, luego los demás países de América Latina tuvimos que esperar 20 años para hacer lo mismo? ¿No lo queríamos hacer a su modo porque eran negros, no queríamos esa manera de independizarnos?

El tema de Haití es fundamental dentro de la historia política y cultural latinoamericana, pero a la vez es muy desconocido y maltratado.

Lo cierto es que la lucha de la independencia de Haití vino acompañada de una lucha también contra la esclavitud y ahí radica su diferencia, porque eso lo articularon dentro de una lucha militar que les permitió derrotar ni más ni menos que al ejército francés.

¿Qué fue lo que causó eso en el resto de América? Pues que se empezó a propiciar la imagen del miedo al negro.

Lo que se dio en los estados nacientes fue una temprana criminalización de la formidable acción militar hecha por los haitianos y, de hecho, en términos prácticos Haití sufrió uno de los procesos más brutales de aislamiento y de bloqueo en esos años.

Jose Antonio Figueroa

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. El investigador José Antonio Figueroa, autor de «Republicanos Negros».

Y eso que Haití nos enseñó, que era esa idea de igualdad, fraternidad y libertad a partir de la ruptura con el esclavismo como punta de un proyecto de soberanía nacional y que podría haber sido un gran legado, se convirtió más bien en un motivo de radicalización y de expansión del miedo al negro.

Lo que pudo haber sido realmente una hazaña reconocida y valorada fue en cambio totalmente rechazada, sobre todo porque estaban los intereses de los esclavistas, quienes vieron con terror esa experiencia.

Y no olvidemos toda la ayuda que Alexandre Pétion, el padre de la patria en Haití, le dio a (Simón) Bolívar en su campaña libertadora, con la idea de acabar con la esclavitud, pero este prefirió realmente terminar apoyando la postura de los esclavistas que reclamaban por no perder sus intereses económicos.

¿Entonces lo que vemos es que la construcción de esas repúblicas tras la independencia se hizo con el racismo como uno de sus «valores»?

A ver, en el libro yo toco casos cubanos y del Ecuador y con ellos podemos hacer una lectura amplia de lo que ocurrió en América Latina.

El caso de la formación de la República de Cuba fue excepcional para los investigadores, porque ocurrió a finales del siglo XIX, por lo que hay una proliferación de fuentes que nos permiten concluir eso que usted señala: que el racismo ya tomaba un carácter profundamente sistemático, incluso el racismo se había convertido en una especie de credo científico, con ideas como las que planteaba Joseph Arthur de Gobineau en Francia en su escrito «Desigualdad biológica de las razas», que se había filtrado en las élites que estaban construyendo la República de Cuba en ese entonces.

Y no solo Gobineau, también estaba el racismo científico que proliferaba en Estados Unidos O sea, un sinfín de influencias que se metían en el pensamiento republicano de aquel entonces.

Estas ideas instalan un ideario en los nuevos países que nos permite concluir ahora que el racismo es realmente un sustituto de la esclavitud.

Y lo que hago en mi libro es dar una idea sobre cómo ese racismo instalado en la construcción de las repúblicas, caso Cuba y caso Ecuador, fue ampliamente rechazado y discutido por grupos intelectuales y militares que buscaban una igualdad y libertad completa, y no a medias como se dio en muchos países de la región.

En el centro de su libro están los republicanos negros de la época. ¿Qué es el republicanismo negro?

Partamos de lo básico: la construcción de la república es el modelo que va en contra de la construcción del modelo imperial o del modelo más fundamentado en las premisas reales.

Y esa idea se parte en dos: una república fundamentada en valores aristocráticos de élites, un republicanismo excluyente. Ese es uno.

Pero también hay otro, que se ha presentado desde la antigüedad, que podemos llamar popular, en el que la república se puede dar si y sólo si se reconocen los derechos de la igualdad para todos.

Getty- El racismo ha sido fundamental para el beneficio económico de muchos sectores en América Latina»

Cuando se estaban gestando estos procesos de independencia, este segundo concepto de republicanismo radical fue algo que resultó muy atractivo para los grupos de afrodescendientes, para la población negra, precisamente por las premisas de igualdad para todos.

Entonces estos grupos no solamente se apropiaron de este concepto, sino que lo radicalizaron. Esto queda en evidencia en el levantamiento en la provincia de Esmeraldas en Ecuador (en la llamada guerra de Concha») y por supuesto en los movimientos en Cuba, en donde se hacía una batalla directa contra los conceptos de racismo y desigualdad.

Entonces el republicanismo negro tiene como base ese concepto de igualdad, pero también está muy anclado en una crítica radical al racismo y a los legados de esclavitud que se vivían en estas dos regiones.

Tal vez no hubo en América Latina una idea tan profunda, usted la llama radical, sobre conceptos como la libertad y la igualdad como la que tuvieron los representantes de este republicanismo negro.

Bueno, primero hay que señalar que no hay material abundante, por obvias razones, del desarrollo intelectual de estos movimientos, pero de nuevo regresamos al punto de Haití, cuando promulga su Constitución y declara que «todos somos negros».

A partir de allí se genera una corriente de escritores, pensadores, de activistas negros como es el caso del cubano José Antonio Aponte, que imagina un modelo de república igualitario, que al final le cuesta la vida.

Pero lo que creo que vale la pena mencionar aquí es el proyecto del periódico Previsión, que se fundó en Cuba hacia principios del siglo XX, que, junto al Partido Republicano de Color, fue la respuesta de estos intelectuales negros, todos ellos veteranos de la guerra de independencia, al ver que las promesas de igualdad que se promulgaron durante la independencia cubana habían quedado sepultadas una vez comenzó la construcción de la república.

Y allí lo que se hace, de diversas formas, es expresar estos conceptos de los que hemos hablado, pero no se apropia de las palabras republicanas, sino que las hace reales: habla de su realidad, mucho más allá de la mera consigna, y por eso la profundidad de sus conceptos de libertad e igualdad.

Usted habla en su libro de que importantes intelectuales como Rubén Darío o Alejo Carpentier habrían ayudado a instalar esa idea de racismo dentro de la construcción de las nuevas repúblicas, ¿cómo fue eso?

Es que estos intelectuales y las élites en general de varios países en América Latina durante esos años seguían con la convicción de que no había una igualdad entre los negros y los blancos, o los blancos y mestizos, o lo que sea.

O sea, el que era negro era diferente, e incluso había una condición de «no humanidad».

Con el tiempo, esta noción se transforma: pasamos de la diferencia biológica a una desigualdad cultural y es aquí donde entran escritores como Rubén Darío o Carpentier.

Esclavitud

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. «El racismo fue la forma en que se reemplazó la esclavitud en América Latina».

Por ejemplo, Rubén Darío lanza una gran diatriba contra las ideas promulgadas por William Du Bois, quien se oponía férreamente a las políticas racistas en el sur de Estados Unidos, y era citado y consultado por los autores del diario Previsión.

El caso de Carpentier es distinto y queda claro con su novela ¡Écue-Yamba-Ó!

Dejemos claro que Carpentier estaba muy metido dentro de esa especie de crítica al occidentalismo.

Él sigue esa teoría de la decadencia de Occidente y lo que hace es que empieza a tratar de imaginarse otros mundos que sean distintos a los que se han dibujado en Occidente, pero en el primer ejercicio demográfico que hace, que está plasmado en su primera novela, habla del tema de los negros, habla del republicanismo negro, pero utiliza exactamente el mismo criterio de la criminalización, que era el fundamento de la antropología biológica y que estuvo sostenido, por ejemplo, por gente a la que él fue muy cercano como el antropólogo cubano Fernando Ortiz.

Lo que hace Carpentier – influenciado por textos de Ortiz sobre el levantamiento negro en Cuba y el Partido Independiente de Color donde habla de negros brujos y negros esclavos- es revindicar a través de una premisa medio cultural las nociones de diferencias de carácter biológico.

Pero, sobre todo, y es lo que yo planteo en el libro, es que estas afirmaciones, donde prevalece el relativismo cultural, nunca hicieron nada por combatir esas teorías que sostenían las diferencias biológicas que eran la base de todo el racismo que se vivía en aquel entonces.

De hecho, hizo todo lo contrario: lo naturalizó a través de la cultura.

Al existir tantos casos que ejemplifican no solo el tema del republicanismo negro sino su lucha, ¿por qué escogió los dos que expone en su libro: la guerra de Concha en Ecuador y la historia del Partido Independiente de Color cubano?

A raíz del ataque del ejército colombiano contra el líder de las FARC Raúl Reyes, en 2008, me encontré por primera vez con la historia de Esmeraldas y a partir de allí comencé a investigar sobre lo que había pasado durante la guerra de Concha, con el levantamiento popular que se había dado allí y la masacre que ha marcado esta región por décadas.

Y es en esa investigación donde alguien me pasa un libro que habla del Partido Independiente de Color en Cuba y la posterior masacre y me doy cuenta de que estamos hablando de lo mismo. Del mismo registro. De la misma idea de republicanismo negro que se vivió en Esmeraldas y en Cuba en aquel entonces, donde los principales valores eran la lucha por la igualdad y la libertad con una matriz totalmente antirracista.

¿Por qué nunca quisimos a los negros en la construcción de nuestras repúblicas?

A ver, en el sentido estricto el racismo, y los legados del racismo, existe en tanto beneficia a un sector y ayuda a la construcción del privilegio blanco. O sea, le permite a un sector de la población acceder a terrenos, a una educación, ayuda a consolidar las diferencias económicas y políticas dentro de una nación.

Es sabido que muchos republicanos en Cuba, que estaban a favor de los procesos de emancipación del país, también estaban pensando cuáles debían ser las estrategias para evitar que la población afrocubana siguiera existiendo.

O sea, se pensaba en la deportación, en el genocidio. Se pensaba en el mestizaje como una forma de ir eliminando poco a poco a los afrodescendientes.

Todo bajo la premisa de que el otro sea marginado, que el otro sea excluido, para atraer o mantener los beneficios económicos de una parte de la población.

La acción del racismo efectivamente provoca beneficios para otros sectores y empresas. Por eso tal vez se haya implementado en la construcción de las naciones.

Independencia cubana

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Cuba fue uno de los últimos países en América Latina en independizarse de España.

Esa negación, ¿cómo cree usted que ha impactado en el presente de la región?

No creo que la pregunta sea cómo impactó, sino cómo esas estructuras aún continúan en la actualidad.

Y la evidencia sobre esa pregunta apunta a una situación preocupante: los niveles de criminalización, el deterioro de los derechos, están muy vinculados con las formas de discriminación racial.

Es decir, los sectores radicalizados son los sectores que siguen sufriendo el día de hoy las consecuencias más desastrosas de lo que es la desigualdad.

Pero veo intenciones que provienen de estas comunidades con las que uno puede interesarse en el futuro. Por ejemplo, lo que está haciendo la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, con el Ministerio de la Igualdad, es algo meritorio.

Y es que justamente las acciones políticas actuales deben ir encaminadas a corregir estos tremendos y nefastos legados provenientes de una larga tradición colonial, basados en la exclusión y la negación del otro.

Este artículo es parte del Hay Festival de Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 26 al 29 de enero de 2023.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. Cuba logró su independencia en 1898.

FUENTE RESPONSABLE: Alejandro Millán Valencia. BBC News Mundo. 26 de enero 2023.

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«En Cuba ya estamos cansados de vivir tanto tiempo en la Historia y queremos vivir en la normalidad».

«Estoy histórico, filosófico, psicológico, antropológico y comemierda».

Mario Conde, en sus propias palabras, está peor que nunca. Es 2016 y parece que soplan vientos nuevos sobre Cuba: Barack Obama visita la isla, los Rolling Stones van a dar un concierto histórico… Pero Conde, la más célebre creación del escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) tiene la sólida certeza de que aquella fiesta pronto será cancelada.

Como esas premoniciones que el expolicía reconvertido en vendedor de libros antiguos siente justo debajo de la tetilla izquierda cuando está investigando un caso, Conde sabía de lo que se hablaba.

«Personas decentes» es la última novela de Padura, y la décima protagonizada por Conde, el personaje que le ha permitido narrar la realidad cubana de las últimas décadas, con La Habana como telón de fondo y gran protagonista de sus narraciones.

En ella se entremezclan dos historias, una que transcurre en 1910, en una Cuba que acaba de salir de la Guerra de la Independencia y que aguarda con inquietud el paso del cometa Halley, y otra en 2016, cuando los cubanos están a la espera de otro huracán, el que confían que por fin traiga aire fresco a la isla.

«La gente lo desea, lo necesita, casi que lo ruega, y espera, confiada o desconfiada. Cansada de tanta historia, necesitada de esperanza y espacios. Aire, hace falta aire…».

Padura anda estos días enfrascado con su esposa, Lucía López Coll, en la posibilidad de adaptar al cine «El hombre que amaba a los perros», su exitosa novela sobre el asesinato de León Trotski a manos de Ramón Mercader, que ha sido traducida a numerosos idiomas, pero asegura que este año empezará a escribir de nuevo. «Con Conde o sin Conde, pero otra novela, seguro».

BBC Mundo habló con él en el marco del Hay Festival Cartagena de Indias, que se celebra del 26 al 29 de enero.

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Mario Conde está escéptico y aguafiestas como pocas veces. Al final tuvo razón.

Mira, tenía toda la razón porque Mario Conde juega con ventaja en esta novela y es que su autor ha visto lo que pasó en los años siguientes a ese momento tan peculiar, esa primavera tan esperanzadora que fue la del 2016.

Los negocios empezaron a prosperar, se abrieron restaurantes, hostales, talleres, el dinero se movía, venían turistas norteamericanos, los cubanos iban a Estados Unidos, obtenían visas con cierta facilidad… Había una movilidad, un torbellino en la sociedad. Y la relación entre los dos países fue mucho más dinámica que en cualquier otro momento de los últimos 60 años.

Era una situación que realmente salía de lo que habíamos vivido antes, y que nos daba esperanzas de que las cosas podían cambiar. Desafortunadamente, unos meses después, todo esto desapareció.

Primero, el gobierno cubano empezó a apretar algunas clavijas que se le habían aflojado. El control se estaba perdiendo, pero vino Donald Trump a hacerles el favor de frenar toda esta situación de convivencia que se estaba viviendo.

Viene entonces una política de cierre total, prácticamente se cerró la embajada de La Habana.

Vino, además, la pandemia, con todo lo que significó, y se ha producido como respuesta a todo ese proceso de desencanto y de pesimismo una gran ola migratoria, al punto de que lo que ha ocurrido, la cantidad de cubanos que sobrepasa el cuarto de millón que ha salido de Cuba en el último año, es la mayor crisis migratoria que ha tenido Cuba después de la Revolución.

Es una sangría que no para, porque la gente ya no confía en que las cosas pueden mejorar en un sentido social, en un sentido general, y están buscando soluciones individuales para sus necesidades.

Cartel de la visita de Obama a Cuba.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La Habana en 2016, cuando la visita de Obama era vista por muchos como una esperanza de aire fresco.

El dinero es bueno, pero el control es mejor. Y el dinero puede faltar, muchas veces ha faltado, pero el control no, dice Conde en el libro.

Sí, en los sistemas socialistas, el control es una realidad, una práctica que es sistémica.

En los últimos años han ocurrido acontecimientos como estas manifestaciones que hubo el 11 de julio de hace dos años, en las que salió mucha gente a la calle, y muchos fueron detenidos y han sido procesados y condenados con penas bastante elevadas.

Son condenas que muchas veces han tenido un carácter más ejemplar, en el sentido de decir «si esto vuelve a ocurrir, mira lo que le pasó a los que ya lo hicieron».

Y eso es una manera de mantener el control.

Trump creó un estado de ánimo entre los que están fuera y los que están dentro, que también se ha sumado a este ambiente un poco malsano que existe.

Todo pasa por soluciones fundamentalistas: estás conmigo o estás contra mí; no hay terceras vías, eres mío, o eres contrario, trabajas conmigo o trabajas contra mí.

Uno de los temas centrales de tus novelas es la decepción de las promesas del Hombre Nuevo en Cuba. ¿Pueden Conde y Cuba superar más decepciones?

Ojalá que las cosas en Cuba mejoren, porque la opción del exilio no es la que puede encaminar al país. Es una solución individual.

Pero muchas cosas tienen que cambiar.

Creo que habría que tener una actitud mucho más agresiva y, aunque la palabra esté bastante manida, utilizada y hasta devaluada, habría que tener una actitud revolucionaria, porque la revolución puede cambiar las cosas, es darle una vuelta a las cosas.

Habría que dar una vuelta a muchas cosas, empezando por la economía, y eso de alguna manera, también tendrá influencia en la política y en la sociedad.

En el libro reflexionas sobre lo que significa ser decente. Hay personajes que parecen decentes y no lo son, y otros tachados de indecentes que tienen una postura íntegra. ¿Cómo se mantiene uno decente cuando se está rodeado de injusticia?

Es una pregunta un poco complicada de responder.

La decencia, como sabes, es esa actitud de las personas, en un principio de carácter ético, pero con un efecto social del buen comportamiento, de la buena relación con los demás, de la honestidad, de la seriedad, del juego limpio.

Conde siempre ha sido decente. Pero en la parte de la novela que transcurre en el pasado, está el personaje de Arturo Saborit, que es una persona decente que en un momento determinado cruza una frontera que lo pone en territorios de ilegalidad, de perversión.

He querido establecer un juego con estos personajes, con estos códigos, pero hay otros para quienes también este comportamiento ético es importante, entre ellos un grupo que ha sido muy cuestionado en cuanto a su decencia, que es el mundo de las prostitutas.

Y eso fue muy evidente en esa época de 1910, después de la Guerra de Independencia, con una ciudad que empieza a crecer económicamente, pero que no le da espacio a las mujeres.

Imagen de Leonardo Padura y una cita suya.

Había habido una guerra, habían muerto muchos hombres, necesitaban sostenerse económicamente y la prostitución fue el único espacio que le quedó a muchas.

¿Cómo podemos juzgar a una persona que vende su fuerza de trabajo como un obrero más? Nos parece normal que alguien lo venda cortando caña o trabajando en una mina, pero no que alguien lo venda porque lo único que tiene es su cuerpo.

Esa era una reflexión que quería tener, mirar a la prostitución, tanto la de 1910 como la del 2016, no con una mirada compasiva, sino con una mirada comprensiva.

En el libro también hay varios personajes, intelectuales y artistas, que sufren el ostracismo del Estado, cada uno con diferente final. «Asesinar una reputación», lo llamas. ¿Tú has sentido alguna vez eso?

Mira, desde finales de los 60, y durante todos los años 70 de manera muy fuerte, se vio un proceso de dogmatización de la política cultural cubana. Los que no cumplían determinados parámetros eran excluidos. Y entre esos parámetros había cuestiones de carácter sexual, religioso, político…

Ese proceso fue tan profundo y tan lamentable que dos de los grandes artistas cubanos del siglo XX, José Lezama Lima y Virgilio Piñera, mueren en ese ostracismo, uno en el año 76 y otro en el año 78. No volvieron a publicar, no se volvió a hablar de ellos, no volvieron a viajar, fueron completamente marginados y estigmatizados durante esos años.

Esta política lentamente empieza a cambiar los años 80, y en los 90 se produce una ruptura entre las instituciones cubanas y los artistas porque viene la crisis de los años 90 y no hay manera de ejercer ese mismo control porque no tienen posibilidades económicas de producir la obra de arte.

Creo que cualquier creador cubano de estos años ha sentido ese vapor de esa política cultural en la que empiezas a aprender que hay límites que no puedes transgredir porque te pueden castigar.

Yo tengo la fortuna de que empiezo realmente a escribir ya de manera profesional y consecutiva en los años 90, y de que muy pronto empiezo a publicar con una editorial española, Tusquets. Mis obras van directamente de mi ordenador al ordenador de mi editores en Barcelona. Es decir, que no pasa por el filtro de un editor cubano, que trabaja en una editorial cubana, que pertenece al sistema del Estado o del Gobierno cubano.

Porque cuando el escritor tiene que realizar su obra a través de una institución cubana, asume, por lo general, una actitud de autocensura. Y yo creo que la autocensura es uno de los procesos intelectuales más lamentables a las que se puede ver sometido un artista, porque asumes el papel de los verdugos.

La autocensura ha sido uno de los lastres que ha marcado la producción cultural cubana en estos años. Y también ha provocado que cuando determinados artistas salen de Cuba, se van al extremo opuesto y politizan su obra en el sentido contrario, en el sentido de criticar, de condenar, de revisar lo que ha pasado en Cuba, pero con una perspectiva muy política. Y a veces eso se traga a la propia función artística de una creación, de una obra literaria.

¿Tú has tenido alguna vez que autocensurarse?

Sí, yo creo y revisando este trabajo que estamos haciendo ahora Lucía y yo de «El hombre que amaba a los perros», yo mismo a veces me pregunto, bueno, cómo fui capaz de decir cosas que digo en esa novela.

Leonardo Padura.

FUENTE DE LA IMAGEN -IVÁN GIMÉNEZ – TUSQUETS EDITORES

«Los escritores somos vampiros, peor aún, somos garrapatas que nos alimentamos de sangre ajena para poder crear nuestra literatura», confiesa Padura.

Yo creo que hace muchos años yo digo lo que necesito decir, y trato de que ese elemento político no esté en un primer nivel.

La estructura política cubana es conocida, los cambios políticos que puedan ocurrir o no puedan haber ocurrido también son conocidos. Centrarse en ello creo que no es lo que permite dar una reflexión distinta sobre la sociedad, sino lo que los comportamientos humanos y las situaciones en que se ven las personas se muestran en esa realidad. Y creo que he tenido la posibilidad de hacerlo con la mayor libertad posible.

Siempre considero que hay límites, y esto es muy difícil decirlo, pero muy necesario. Son límites fundamentalmente de carácter ético, con los cuales uno tiene que tener una actitud decente como la de Mario Conde.

En un momento del libro, Mario Conde invita a comer a su mujer y sus amigos y dice: «vamos a sentirnos personas». Algunas de las personas que BBC Mundo ha entrevistado en esta última oleada migratoria dicen que se van de Cuba porque allí no se vive, se sobrevive.

Sí. Yo no dejo de observar lo que ocurre a mi alrededor, porque yo me alimento de eso más que de mi propia experiencia vital.

En una novela creo 20 personajes que pueden tener unas gotas de mi sangre, pero el resto es sangre que yo he bebido de quienes me rodean. Un poco somos vampiros, o peor aún, garrapatas que nos alimentamos de sangre ajena para poder crear nuestra literatura.

Pienso que mientras se han ido creando bolsones de riqueza en Cuba, se ha ido extendiendo la mancha de una pobreza generalizada.

Y hay gente que por años, de años, de años, no come en un restorán o no tiene vacaciones en una playa. 

Y hay gente hoy mismo en Cuba que fuma y lo tiene que hacer con tabaco picado y hojas de las guías telefónicas, porque no les alcanza el dinero para comprar los cigarrillos.

Un barco de salvamento marítimo de EE.UU. rescata a una lancha de migrantes cubanos.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La migración masiva «es una sangría que no para porque la gente ya no confía en que las cosas pueden mejorar», asegura el escritor.

La vida es muy complicada y, en el caso de Conde, con su actitud, con su irresponsabilidad de su sentido económico, pues en cuanto tiene un dinero le dice a Tamara, «vamos a sentirnos personas y trata de disfrutar de una tarde».

Este es un pequeño capítulo que creo que es el que más me gusta a mí de todo el libro, ese viaje que hace Conde con sus amigos a ese mundo de la felicidad, en el que todo funciona, se come bien, se toma bien, se oye buena música, se está en un lugar agradable, la gente se quiere. Y él sabe que es un estado transitorio, que es un espacio pequeñito, pero trata de disfrutarlo profundamente.

Creo que es una actitud bastante frecuente en la isla. A veces uno se pregunta cómo es posible que en Cuba la gente haga tantas fiestas, que consuma tanta música y si pueden traten de beber ese día el ron o la cerveza o cualquier cosa que aparezca.

Y es que la gente necesita estar un ratito en ese estado de la felicidad.

¿Y tú eres escéptico como Conde o mantienes el optimismo de que las cosas en algún momento van a mejorar?

Mira, yo los lunes, los miércoles y los viernes, soy optimista. Los martes, los jueves y los sábados soy pesimista y los domingos descanso. Hay días en que creo que es posible y días que siento que es imposible. Y eso me hace sentirme, cuando creo que es posible, con algún optimismo, cuando siento que es imposible, con mucho pesimismo.

Creo que hace falta cambiar muchas cosas para que empecemos a fundar un sentimiento de optimismo hacia el futuro.

Ahora mismo, la sociedad cubana vive un momento de mucha complejidad, de muchas carencias. Y aunque la propaganda oficial habla de todo el esfuerzo que hace el gobierno del Estado por que las cosas mejoren, pues no vemos los resultados.

Y de oír promesas estamos ya cansados hace mucho tiempo.

Hay una actitud de la cual yo hablo ya desde mi novela «La neblina del ayer», que es de 2005, donde Conde habla con sus amigos del cansancio histórico, que ya estamos cansados de vivir tanto tiempo en la Historia y queremos vivir en la normalidad.

Eso me costó críticas de fundamentalistas que decían: bueno, pero la normalidad de América Latina es la miseria, la explotación, la dictadura, no sé qué cosa. Y yo digo: no, es que nosotros hemos vivido tanto, tanto, tanto en la Historia, que ya necesitamos salir de la Historia y entrar en una coherencia que no hemos logrado tener.

Y ojalá que las cosas cambien porque te digo, la mayoría de las personas siguen viviendo en Cuba. Ha salido el 2,4% de la población, queda el 97,6% en Cuba y ojalá que esa gente pueda vivir mejor, ojalá.

Imagen de portada: Iván Giménez – Tusquets Editores.

FUENTE RESPONSABLE: HayFestivalCartagena@BBCMundo. Por Paula Rosas. 27 de enero 2023.

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Diálogo con Laura Restrepo Guzmán, merecedora del XX Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar.

Este año el concurso convocado desde Cuba, que lleva el nombre del gran escritor argentino Julio Cortázar, contó con la mayor participación de su existencia: casi mil cien relatos, que fueron enviados desde cualquier rincón del planeta donde vivan autores que escriben en español. Entre ellos estuvo una joven colombiana, quien se alzó con el premio, y tiene curiosamente el mismo nombre de una compatriota suya, que ha alcanzado justa fama por su excelencia literaria, Laura Restrepo.

De su cuento «Mangos» expresó en su Acta, el Jurado que la galardonó: “expone de modo magistral la violencia y la crueldad que marcan trágicamente a la región”.

Cuéntanos un poco sobre ti, dónde naciste, qué estudiaste, qué trabajo o profesión tienes y, si quieres, por qué vives en la Argentina y si proyectas seguir viviendo allí por ahora.

Aunque mi nombre es Laura prefiero que me llamen Laya, nací en Bogotá y migré a la Argentina hace poco más de diez años con la idea de estudiar y después volver a mi tierra, pero pasó el tiempo, la ciudad y su gente me cautivaron, me enamoré y ahora tengo una hija colombo argentina que me encantaría criar aquí. Estudié Artes visuales y soy tatuadora. 

Te presentas a ti misma como artista plástica e ilustradora. Sin embargo, el cuento que has mandado y por el que has ganado el Premio Julio Cortázar, ha revelado que posees un indudable talento literario y un excelente manejo de la escritura. ¿Cómo te mueves entonces entre las diversas formas de creación que ejerces, qué predomina en ti, qué prefieres como medio de expresión artística?

Escribo desde muy pequeña, pero dejé de tomarlo en serio en algún momento de la vida. Con la pandemia y el encierro las ganas de escribir se hicieron fuertes y decidí sumarme a un taller de escritura que me diera herramientas para poder plasmar lo que sentía. Escribir es una de mis actividades de reflexión y desconexión o más bien de conexión con una parte de mí que no encuentra cauce en el arte plástico sino en las letras. Un espacio para los recuerdos intraducibles en imágenes, pero reproducibles a través de la palabra.

Sobre lo literario, cuéntanos tus planes a futuro y si estás preparando algún libro en el que figuraría también “Mangos”.

Tengo algunos cuentos en proceso, algunos casi terminados, muy cerca de ver la luz y otros en un proceso de gestación más crudo. Sueño reunirlos en un libro, acompañar cada cuento con una ilustración y cruzar así los caminos de mis pasiones. 

¿Incursionas también en otros géneros o sólo en la narrativa?

En la narrativa me siento más cómoda, pero coqueteo con la poesía, trato de conectarme con ella y hacerla fluir. 

¿Qué es para ti, qué buscas o intentas en la expresión literaria? ¿Es, sobre todo, un modo de comunicar o de comunicarte o un placer estético?

La fauna, la flora y la cultura que me rodean me cautivan, con la escritura intento plasmar lo cotidiano del recuerdo, el fruto del paisaje y las imágenes imborrables que hablan solas. La escritura y la oralidad del recuerdo me permiten plasmar y transmitir las imágenes que no encuentran camino en las artes plásticas. Hay algo en el transmitir memorias que me enamora y fue en la escritura donde encontré el espacio para hacerlo.

Imagen de portada: Laura Restrepo Guzmán, escritora ganadora del XX Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar

FUENTE RESPONSABLE: La Ventana. Portal informativo de la Casa de las Américas. Por Betsy Molina. 29 de agosto 2022.

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La historia de los 1.700 gallegos que emigraron a Cuba buscando fortuna y acabaron de esclavos en las plantaciones de azúcar.

Se llamaban Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, José el Comido y Tomás el de Coruña, y eran un grupo de jóvenes que en 1853 decidieron dejar Galicia en busca de un futuro mejor en Cuba.

Podría haber sido una más de las miles de historias que marcaron a esa comunidad de España, que entre mediados del siglo XIX y mediados del XX, vio a generaciones enteras emprender rumbo a América, huyendo de la pobreza, el hambre o la guerra.

Sin embargo, Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, el Comido y Tomás el de Coruña protagonizan una historia de la emigración que no se ha contado, o al menos no se ha contado tanto.

Y son los protagonistas de «Azucre», la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia, una ficción basada en una historia tan real como horrible: la de 1.700 gallegos que emigraron a Cuba en esos años y fueron esclavizados por Urbano Feijóo de Sotomayor, otro gallego afincado en la isla caribeña.

El libro empieza con una dedicatoria que es toda una declaración de intenciones: «A los emigrantes que no pudieron contar su historia y a los que se quedaron que nunca recibieron una carta».

Candia entendió que si esta historia no había llegado a la memoria popular fue porque sus protagonistas no habían podido contarla. Así que les dio voz a través de unos personajes entrañables que pierden su inocencia en un viaje brutal al horror.

Hablamos con la autora en el marco del Hay Festival Querétaro, que se realiza entre el 1 y el 4 de septiembre en esa ciudad mexicana.

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Como gallega y hablando con una autora gallega, la primera pregunta es casi obligatoria, dado lo poco que se conoce popularmente esta historia: ¿cómo llega a ti?

Yo tampoco había oído hablar nunca de ella. Simplemente una amiga un día me preguntó si conocía la historia de los gallegos que se llevaron a trabajar el azúcar en el siglo XIX y fueron esclavizados.

Yo era muy escéptica al principio, pensaba que no era verdad.

Luego pensé que se trataba de una anécdota de unas pocas personas que mandaron y tuvieron mala suerte y que esa anécdota se engordó mucho a través del tiempo.

Pero ella me envió un mail con un par de links, entre ellos un documental de Radio Televisión Española. Es decir, esto no estaba oculto en ningún sitio.

Yo creo que me lo mandó con la idea de que escribiera un artículo.

Pero tirando del hilo, la cosa fue mucho más que un artículo… ¿por qué una novela de ficción?

Cuando vi lo que me envió dije: «pero esto es mucha gente, fue una empresa; no es una anécdota, es una cosa mucho más seria».

Me pongo a buscar información y encuentro artículos académicos, actas de cortes y un montón de documentación.

Empiezo a preguntar a mi alrededor y nadie tenía idea. A nadie le sonaba de nada, salvo gente muy metida en el tema histórico, especialistas en el siglo XIX, o personas en un nicho muy específico.

En ese momento, me surge como un enigma narrativo: si los gallegos tenemos esta tradición de literatura oral, y esta tradición de inmigración, cómo puede ser que esta historia no nos ha llegado por memoria popular. Hay algo aquí que no funciona.

Entonces llegué a la conclusión, después de darle muchas vueltas, de que efectivamente no nos había llegado porque en realidad sus protagonistas no nos la habían contado.

Los informes que tenemos valen para la parte oficial de la vida, pero lo que es el legado humano que trae una historia a la memoria popular es la voz en primera persona.

Así que no tenía sentido escribir un artículo, porque eso no iba a llegar a donde yo quería: ¿qué hay que hacer para que esta historia se conozca?

Lo que hay que hacer es recrear esas voces, recrear el relato popular, la memoria colectiva. Y para eso es necesaria una novela, una ficción y que la ficción, en cierto modo, enmiende la realidad.

Portada del libro "Azucre"

FUENTE DE LA IMAGEN – PEPITAS ED.

Y el producto es «Azucre», que es una novela histórica, técnicamente, pero no tan histórica desde el punto de vista formal, ya que los datos históricos están ausentes, y la voz recae totalmente en los protagonistas.

La prioridad era ver la situación desde los ojos de ellos.

Claro que la novela tiene una documentación formal muy seria. Aunque en el texto los datos no están, me tuve que estudiar todo lo que pasó para poder construir el mundo que les rodea y colocarlos a ellos en las situaciones adecuadas.

La clave era entender cómo se habían visto personas que salen de su aldea, que no conocían nada, y de repente los meten en un barco, los llevan al otro lado del mundo sin tener ni idea.

Muchos de ellos no habían visto el mar en su vida, no sabían leer, no sabían escribir, y aparecen en Cuba, que era como otro planeta, y están completamente indefensos ante lo que les va a suceder.

Esa era la historia potente realmente. Lo importante, lo crucial, lo fundamental eran las voces de ellos.

Son personajes además muy familiares para aquellos conectados con historias de emigración, aquellos jóvenes que emigran de su pequeña aldea y se enfrentan a un mundo absolutamente desconocido. Son los protagonistas de la historia colectiva de Galicia.

Al principio, cuando ya sabía que tenía que ser una novela, mi primer impulso fue pensar «yo no puedo escribirla, porque yo escribo literatura contemporánea, poesía. Yo no tengo la voz para contar esto».

Pero al instante pensé en mi abuelo, que era un señor labrador de una aldea cerca de Santiago de Compostela y que nunca tuvo un trabajo cualificado y que mal leía y escribía. Y pensé «claro, es que mi abuelo hubiera sido uno de ellos perfectamente».

Ahí fue cuando me di cuenta de que yo a ellos los conocía, sabía quiénes eran, pues son la memoria de mi abuelo, de mi bisabuelo, lo que ellos contaban de las romerías, de marcharse, de pasar hambre.

Y eso hace que, aunque tú no lo hayas vivido, sigues teniendo un contacto muy fuerte con toda esa memoria.

«Azucre» es casi una historia de horror y, sin embargo, te quedas pegado a la entrañabilidad e inocencia de sus personajes…

A mí lo que más me preocupaba cuando la escribí era que, del mismo modo que para mí ellos eran gente muy real, yo quería que los lectores se encariñaran con ellos.

Porque al ver la novela desde la contracapa tú ya tienes el spoiler entero, ya sabes que van a ir de esclavos. Cuando rompes esa tensión de la narración desde el inicio, tiene que haber un aliciente para continuar leyendo.

Entonces mi única baza era justamente conseguir que se encariñaran y que quisieran ver qué les va a pasar.

Me dijeron en una presentación que «Azucre» era una obra sobre la pérdida de la inocencia. Y me pareció que estaba muy acertado

Normalmente, cuando una persona se hace adulta de repente suele ser siempre por un trauma, o bien por una muerte, por una pérdida, por un ataque, por una guerra…

Y eso es lo que les pasa a ellos, que dentro de su pobreza y de sus condiciones de vida eran gente inocente, niños inocentes, que de pronto lo único que tienen por delante es la supervivencia.

Y sí quería que dentro del horror hubiese trazos de luz, porque si no sería insoportable de leer. Y parte de eso era que fuesen simpáticos, tiernos, que fuesen capaces de hacernos reír a pesar de todo lo que les estaba pasando.

Que también es parte de la realidad de las historias, incluso en los momentos más terribles.

Bibiana Candia

FUENTE DE LA IMAGEN – ÁNGEL MANSO

¿Sentiste que había como una especie de deuda para con ellos?

Totalmente. Yo creo que por un lado esta novela es un homenaje a ellos.

Es verdad que nuestra literatura le ha rendido muchos homenajes a la inmigración, pero a mí me parece que sobre todo hoy en día, que estamos más distanciados de sus generaciones, todavía es más necesario tener una idea muy clara y muy sólida de cómo fue la vida hace nada.

Creo que es importante tener claro de dónde venimos para saber quiénes somos.

Y toda esa historia que nos precede, tanto si la afrontamos como si no, nos va a afectar exactamente igual.

Por tanto, nos hace más adultos como sociedad ser conscientes de lo que tenemos por detrás, de que hubo gente muy próxima a nosotros, en unas generaciones muy próximas, que lo pasó muy mal.

Yo creo que en la construcción de nuestra memoria colectiva, nos han contado sobre todo la historia de los héroes y de las grandes gestas, y que la memoria de los antihéroes, de los pobres de la tierra, de los nadies, no niega pero sí matiza mucho esa historia de la épica.

Me parece que es muy importante tener claro que todas las gestas se construyen muchas veces sobre las vidas de muchos desgraciados.

Nosotros ahora, por fortuna, estamos en el lado más favorecido del mundo, pero esas cosas cambian, son cíclicas, y ahora hay otros Orestes y otros Rañeta que están tratando de encontrar un futuro mejor en otros puntos del mundo.

Lo vemos ahora en las historias y las penurias de tantos migrantes, incluidos los centroamericanos que atraviesan México para llegar a Estados Unidos.

Es una constante.

El siglo XIX fue el principio del comercio global. De hecho, el primer producto que globalmente atravesó el mundo para venderse fueron justamente las personas que salían de África y se llevaban a América.

Y desde entonces es exactamente igual.

El mundo se ha sofisticado tecnológicamente, pero los mecanismos que mueven el mundo son los mismos. Por lo tanto, siguen pasando las mismas infamias a nuestro alrededor.

Sigue habiendo personas desesperadas que buscan un futuro mejor y van a intentarlo por todos los medios. Y siempre va a haber también, por desgracia, gente sin escrúpulos que va a intentar aprovecharse de ellos.

Y esa gente está en el desierto de México, en las ofertas de trabajo para señoras latinoamericanas o del este de Europa que les dicen que vengan a España a trabajar en el servicio doméstico y luego se encuentran con la prostitución, que es una esclavitud terrorífica.

En el Mediterráneo lo tenemos todos los días, cuando hace un año veíamos a la gente tratando de huir colgada de los aviones en Afganistán…

Y esas historias, esas pequeñas historias, no van a estar en los libros.

Ese es un material fantástico para la literatura, que tiene un potencial enorme para contrarrestar la Historia con mayúsculas, que siempre va a ser como mucho más fría contando los sucesos.

Grabado de una plantación de azúcar en Cuba.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Grabado de una plantación de azúcar en Cuba.

Hablando de gente sin escrúpulos… estos chicos fueron esclavizados, por uno de los suyos, por otro gallego: Feijóo de Sotomayor. ¿Es un personaje que se intentó esconder de alguna forma?

Qué va, si tiene hasta página en Wikipedia.

Es un clásico de un señor que es diputado, que tiene completa impunidad y en realidad él sabía perfectamente que no le iba a pasar nada.

La empresa se disuelve, él se queda con todo el dinero que había recaudado hasta entonces y no tiene que indemnizar a los trabajadores, por supuesto. Y se decreta que si alguno de los trabajadores quiere solicitar una indemnización tiene que hacer una denuncia individual en un jurado de arbitraje.

Los casos, evidentemente, fueron mínimos.

Él no perdió ningún tipo de estatus por esta situación, que esto también es una historia muy moderna.

Hay gente que se aprovecha de su explotación de privilegio para conseguir un negocio, enriquecerse, hacerlo fraudulentamente o de manera criminal. Y después no ve consecuencias por sus actos.Y continúa además con su consideración social.

En la novela aparece básicamente como un fantasma, literalmente, por dos razones: porque para mí lo primordial eran las voces de ellos y porque además es un personaje sobradamente conocido, hemos conocido a muchos como él. Es un villano muy clásico.

Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 4 de septiembre de 2022.

Imagen de portada: «Azucre» es la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia. RICARDO DOMINGO/CORTESÍA FUNDACIÓN TELEFÓNICA

FUENTE RESPONSABLE: Mar Pichel. HayFestivalQuerétaro@BBC Mundo. 3 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/España/Cuba/Migraciones/Explotación/Literatura/ Novela

Rogel Aguilera-Mederos: la polémica sentencia de 110 años de cárcel a un joven cubano por causar la muerte de cuatro personas en un accidente de tráfico en EE.UU.

Rogel Lázaro Aguilera-Mederos chocó el camión de carga de madera que conducía contra varios carros.

«Lo que sí diré es que si tuviera la discreción, ésta no sería mi sentencia», dijo un juez de distrito del estado de Colorado al condenar a un joven cubano a 110 años de prisión.

En 2019, cuatro personas perdieron la vida y varias más resultaron heridas cuando Rogel Lázaro Aguilera-Mederos, de 23 años de edad en ese momento, chocó el camión de carga de madera que conducía contra varios carros parados en la interestatal 70, al oeste de Denver.

Según los investigadores del departamento de policía de Lakewood, Aguilera-Mederos no estaba bajo los efectos de las drogas o del alcohol en el momento del accidente. Tampoco tenía antecedentes penales.

La defensa alegó que le fallaron los frenos al camión que conducía el joven, quien no usó la rampa de emergencias que hubiera podido evitar la tragedia.

Como explicó el juez Bruce Jones a la hora de dictar la sentencia, el joven camionero había tomado «decisiones terribles e imprudentes» a pesar de «no tener la intención de hacer daño».

Pero como la legislación del estado exige que la pena para algunos de los cargos que enfrentaba Aguilera-Mederos, incluidos asalto e intento de asalto, sea de un mínimo de 10 años y, además establece que las penas se cumplan de manera consecutiva en vez de simultánea, el joven cubano deberá pasar el resto de su vida en prisión si la condena se mantiene.

El caso ha generado un intenso debate en EE.UU., con una solicitud en línea firmada por más de 1,6 millones de personas, que pide al gobernador de Colorado, Jared Polis que le conceda al joven cubano una conmutación de pena por tiempo cumplido o incluso un indulto.

También han manifestado su rechazo a la sentencia varios artistas -como el colombiano J Balvin- y otras personalidades, como el boxeador cubano Yordenis Ugás.

El incidente

Bomberos controlando el incendio generado por un accidente de tránsito en Colorado

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

El 25 de abril de 2019, Rogel Aguilera-Mederos perdió el control del camión de carga que conducía por la interestatal 70, cerca de un centro comercial al oeste de Denver.

Según confirmaron los investigadores del caso, los frenos del camión empezaron a recalentarse en un descenso empinado y Aguilera-Mederos continuó su trayecto a pesar de ver que salía humo de los mismos.

Cuando los frenos del camión fallaron del todo, Aguilera-Mederos no utilizó la rampa de emergencia que hubiera podido detener el vehículo, y de paso evitar la tragedia, sino que estrelló el camión contra varios vehículos que se encontraban detenidos en la interestatal debido a un accidente anterior en el área.

El impacto fue tan severo que acabó con la vida de Miguel Ángel Lamas Arellano, de 24 años; William Baily, de 67; Doyle Harrison, de 61 y de Stanley Politano, de 69.

Además, generó un incendio tan grande que los medios locales reportaron que el asfalto de la interestatal se había derretido en el lugar.

Según la declaración juramentada de Aguilera-Mederos, el joven «pensó que iba a morir así que cerró sus ojos antes de chocar con el tráfico estacionado».

«Indiferencia extrema»

Un camión incinerado luego de un accidente de tránsito cerca a Denver, Colorado

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Los fiscales del caso argumentaron que Aguilera-Mederos había tenido varias oportunidades para evitar la tragedia y que habían sido sus malas decisiones las que habían causado el siniestro.

Es por esto que el jurado encontró al joven culpable en seis cargos de asalto de primer grado con «indiferencia extrema»; diez cargos de intento de cometer asalto de primer grado con «indiferencia extrema»; dos cargos de asalto vehícular; un cargo de conducción imprudente; y cuatro cargos de conducción imprudente causando muerte.

Hablando con el diario local The Denver Post, Duane Bailey, el hermano de una de las víctimas, dijo: «Tomó la decisión deliberada e intencional de que su vida era más importante que la de todos los demás que estaban en la carretera ese día».

Gage Evans, viuda de otra de las víctimas, le dijo a una estación local de televisión que Aguilera-Mederos merecía una sentencia de prisión y que estaba «aliviada» con el veredicto del jurado.

«No soy un criminal»

Durante el juicio, el joven conductor del camión lloró y pidió perdón a los familiares de las víctimas.

«No soy un criminal», dijo. «No soy un asesino. Cuando veo los cargos en mi contra, estamos hablando de un asesino y ese no soy yo. Nunca he pensado en hacerle daño a alguien en la vida».

Agregó que su vida después del incidente ha sido «difícil» y que continuamente piensa en las personas que murieron.

«Perdí mis frenos. Los camioneros saben que es un momento difícil, no puedes hacer nada. No puedes hacer nada,» dijo Aguilera-Mederos durante la sentencia.

Revisar la sentencia

El diario The Denver Post le dedicó su editorial del 15 de Diciembre al caso del joven cubano, y le pidió al gobernador de Colorado Jared Polis que revisara la posibilidad de otorgar clemencia y reducir así su condena.

«Una herramienta que Aguilera-Mederos usó para su trabajo falló […] El sistema de justicia de EE.UU. siempre ha tenido dificultades en cómo tratar casos de homicidio por negligencia […] Si el objetivo es disuadir a otros y fomentar la rehabilitación, cuántos años en prisión serán suficientes?», se preguntaba la junta editorial del diario.

Además, agregaron que el gobernador y la junta de revisión deberían revisar el caso para evitar sentencias «injustas» como la de Aguilera-Mederos en el futuro.

El diario también señaló en un artículo este jueves que esta condena de 110 años de prisión muestra que se deben revisar «las leyes de sentencia mínima obligatoria de Colorado y la capacidad de los fiscales de distrito para usar tales leyes para garantizar condenas».

Según el Denver Post, Aguilera-Mederos «fue sentenciado a una pena de prisión dos veces mayor que la de algunos asesinos de Colorado después de que sus condenas desencadenaron disposiciones en la ley estatal que obligaron al juez a imponer una sentencia mínima de 110 años».

Algunos creen que la culpa debería haber recaído en la compañía dueña del camión.

En una petición firmada en línea por más de 1,6 millones de personas a través de la página Change.org, Heather Gilbee, una residente de Colorado, dijo que la compañía había fallado varias inspecciones de seguridad, desde 2017.

«Nadie sino la compañía empleadora debería ser responsable de este accidente», dijo Gilbee.

Este caso también ha causado un gran impacto entre la comunidad cubana de EE.UU., siendo numerosas las voces que han pedido clemencia para el joven camionero.

Imagen de portada: Oficina del Sheriff de Jefferson.

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC Mundo. Diciembre 2021.

Sociedad y Cultura/EE.UU./Cuba/Justicia

La poderosa influencia de las Canarias en el español caribeño (y qué hace que los canarios suenen como cubanos o venezolanos).

En la isla de La Palma, cada año se festeja el retorno de los emigrantes canarios desde Cuba. La fiesta se conoce como el Carnaval de los Indianos.

En Canarias no se toma el autobús, como en buena parte de España, se toma la guagua. No se come cacahuete, se come maní. La basura no se tira, se bota.

Un viaje por cualquiera de sus islas y el acento y vocabulario pueden desorientar a un despistado, que puede pensar que ha llegado a Cuba o a Venezuela. Incluso a ambos países a la vez.

Las coincidencias no son casualidad.

Desde el siglo XVI hasta nuestros días, Canarias y América Latina, en particular el Caribe, han mantenido una relación muy estrecha.

Es por ello que los lingüistas no dudan en afirmar que «no hay español más europeo que el del Caribe y no hay español más latinoamericano que el de Canarias».

Pero, ¿por qué entre los mismos canarios algunos nos recuerdan el acento de venezolanos y otros de cubanos?

Colonizaciones simultáneas

La lengua española llegó a Canarias y a América Latina prácticamente al mismo tiempo.

Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera fueron conquistadas en la primera mitad del siglo XV, y en 1496, la corona de Castilla culminó su conquista sobre el resto de islas, Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Es decir, solo cuatro años después de que Cristóbal Colón llegara a América.

Antes de la llegada de los europeos, en Canarias existían distintas comunidades aborígenes que hablaban lenguas de origen bereber.

Desembarco de Cristóbal Colón en América en 1492.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

El español de Canarias y América Latina es muy parecido porque ambas regiones tuvieron procesos de colonización paralelos.

«Canarias fue el primer gran experimento del español fuera de España y esto influyó mucho en cómo se terminó hablando en América Latina», afirma el historiador Manuel Hernández, de la Universidad de La Laguna en Canarias.

El español que llegó a Canarias ya tenía ciertas particularidades que lo hacían diferente al que se hablaba en Castilla.

Estaba muy influido por el andaluz, dado que muchos de los conquistadores procedían de Andalucía occidental, en el sur de España, y Extremadura, en el suroeste.

De ahí que en general, los canarios sesean y en la práctica generalmente no distingan entre la C, la Z y la S.

Sí, como también sucede en América Latina.

Además de este seseo, los expertos también observan como rasgo común la debilidad a la hora de pronunciar consonantes al final de cada sílaba.

Luego, en cuanto al vocabulario, hubo gran influencia de los portugueses, que llegaron a Canarias muy poco después de la conquista y fueron protagonistas de los sectores primarios de la economía, como la agricultura, la pesca o la producción del vino y el azúcar.

«Los portugueses manejan un vocabulario atlántico que nutrió al español de Canarias. Los castellanos eran de tierra adentro y algunos andaluces conocían el Mediterráneo, pero la nueva realidad necesitó palabras nuevas que no existían», indica Marcial Morera, miembro de la Academia Canaria de la Lengua.

Vista aérea de una costa en Lanzarote, Islas Canarias.

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La geografía y climatología de Canarias, muy distinta a la peninsular española, fomenta la adaptación de un español distinto que luego se transmitió en América.

Así, muchas palabras canarias son adaptaciones del portugués al español, lo que se conoce como portuguesismos.

Ejemplos hay varios en el español que usamos a diario en muchos países de América Latina. Amarrar en lugar de atar, botar en vez de echar, gavetas en lugar de cajón o fósforo en vez de cerilla.

«Muchas son palabras sobre todo derivadas del lenguaje marinero de los portugueses», explica Morera.

Al igual que en Canarias, la mayoría de conquistadores que llegaron a América procedían de Extremadura y Andalucía.

Esto nos lleva a la pregunta de por qué es el modo de hablar canario el que acaba imponiéndose en el Caribe.

Migración constante y familiar

Una razón puede encontrarse en el tipo de migrantes.

A diferencia de los procedentes de Andalucía, Extremadura y Castilla, en su mayoría varones, cuando los canarios buscaron oportunidades en el «nuevo mundo», lo hicieron desplazándose en familia y con gran presencia femenina, incluso desde barrios y municipios enteros.

«Esa migración familiar y comunitaria permitió la transformación del habla. En Cuba, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana hay pueblos enteros que fueron fundados por familias canarias», cuenta Hernández.

Puerto de La Habana en Cuba.

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Grabado del puerto de La Habana, en Cuba.

También influyó en la rápida absorción del canario en las Antillas -a diferencia de en otras regiones de América Latina-, lo diezmada que quedó la población autóctona tras las primeras décadas de conquista.

«En 1650, en Cuba apenas había 20.000 habitantes. Las Canarias, mucho más pequeñas en territorio, tenían más de 100.000», dice el experto.

Eso propició que el acento y vocabulario de Las Canarias se impusieran sobre otros acentos.

Grabado sobre corte de caña de azúcar en la Cuba colonial.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La industria azucarera cubana atrajo miles de migrantes canarios por más de 300 años.

Viajes de ida y vuelta

El caso de Cuba es especialmente notorio porque el flujo migratorio se mantuvo durante siglos.

«Emigraban una y otra vez para trabajar en la industria azucarera y tabacalera. Allí había oportunidades laborales que no encontraban en Canarias», comenta Hernández.

«El parecido del canario con el cubano es evidente y es quizás donde se encuentren las mayores similitudes. Algo lógico, porque la presencia canaria en la conformación cubana de los siglos XVI, XVII Y XVIII es enorme», completa Morera.

Todavía en el siglo XIX y comienzos del XX, los canarios seguían buscando fortuna en Cuba.

Aunque el profesor Francisco Jesús Moreno, del Centro Heidelberg para estudios Iberoamericanos, advierte que entonces se daba un tipo de migración diferente.

Refinería de petróleo en Venezuela.

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El auge del petróleo en Venezuela fue reclamo migratorio de muchos rincones del mundo, incluyendo las Islas Canarias.

«Ya no solo emigraban para vivir por siempre. Muchos iban, trabajaban de sol a sol durante dos o tres años, y regresaban a Canarias para comprarse allí un terreno».

La migración a Cuba empezó a disminuir a partir del crac de 1929 y prácticamente terminó en 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder.

La revolución comunista hizo que muchos emigrados canarios, de primera y otras generaciones, apresuraron su regreso a sus islas tras la expropiación de negocios y propiedades.

«Regresaron con una mano delante y otra detrás», afirma Morera.

Esto, a su vez, hizo que los nuevos emigrados influyeran en el español canario.

El boom de Venezuela

En ese contexto, Venezuela, que a mitad de siglo XX ofrecía grandes oportunidades económicas gracias a la industria petrolera, se convirtió en el destino preferido de los canarios.

Marcial Morera también vincula el impulso migratorio a Venezuela al idioma y la similitud del acento.

«El español venezolano se conforma a partir del español del Caribe en el que, como comentamos, Canarias participó de forma importante», dice.

Edificios modernos en Caracas en 1970.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La modernización y auge económico de Venezuela atrajo mucha más migración canaria, especialmente tras la llegada del comunismo a Cuba.

Si bien los canarios comenzaron a asentarse en este país también desde tiempos de la conquista, la mayor oleada se produjo entre los 40 y los 70 del siglo pasado.

Emigraron algo más de 100.000 personas desde Canarias, especialmente desde las islas occidentales como El Hierro, Tenerife y en menor medida Gran Canaria.

Fue la época de la posguerra y los años de aislamiento español durante el franquismo, caracterizados por la precariedad económica.

«La crisis en Canarias y la última época dorada del petróleo llevó a numerosos migrantes, generalmente jóvenes, a arraigarse allí. Las mujeres supusieron más de la mitad de la emigración», comenta Hernández.

Sin embargo, con el empeoramiento de la economía venezolana desde los 90 , la transición democrática en España y el desarrollo del turismo, varias generaciones regresaron a las islas.

«Lo mismo que pasó con Cuba, pero unas décadas después. Muchos nietos de canarios han venido ahora para acá», agrega Hernández.

Acentos uniformes y diferencias

El aislamiento entre las propias islas Canarias y el resultado de cientos de años de migración y retornos ha hecho que en cada isla, incluso municipio, se hable de forma distinta.

Pan con guayaba.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Tanto en Canarias como Cuba se conoce como pan con timba al pan con guayaba.

«Las islas no tienen una forma uniforme de hablar. En Las Palmas o Lanzarote suenan más parecido a los cubanos. Luego, las canarias occidentales como Tenerife o El Hierro han tenido mucho más influencia del mundo venezolano. Más del 70% de los migrantes a Venezuela vinieron de esas islas», apunta Hernández.

«Es normal que en El Hierro, por ejemplo, se note más la similitud al venezolano. En una isla tan pequeña, el peso de los retornados ha sido más fuerte», añade.

Moreno agrega que, a pesar de las diferencias entre islas, ahora que la gente se mueve entre unas y otras, los acentos y vocabularios están más mezclados.

Foto del centro de Valverde, capital de El Hierro.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

En algunas islas más pequeñas, como El Hierro, el peso de los retornados ha tenido un impacto más visible en el habla y vocabulario.

Las diferencias a veces son casi imperceptibles y dependen de la entonación y el origen de algunas palabras del vocabulario.

Aunque en el primer caso, como apunta Moreno, «se han hecho estudios en que la curva del habla entre Las Palmas de Gran Canaria y La Habana, o incluso Santo Domingo, las similitudes son idénticas».

Luego, en cuanto al vocabulario, el español de Canarias y el Caribe también fue influido por los pobladores originales

«En Canarias se usan ‘guanchismos’, palabras derivadas de los indígenas guanches, entre las que destacan ejemplos como ‘gofio’ para referirse a la harina de maíz o ‘mareta’, para nombrar un estanque de agua de lluvia», dice Moreno.

Y añade que en el Caribe se usan «indigenismos de diversas lenguas como ‘guajiro’ para sinónimo de campesino y africanismos como ‘bemba’ para los labios o ‘malanga’ para un tipo de tubérculo».

Toda esta inverosímil mezcla ha resultado en la extraordinaria vivacidad y creatividad el español caribeño.

Carnaval en Canarias

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Las Islas Canarias son famosas por sus carnavales.

Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: HayFestivalArequipa@BBC Mundo por José Carlos Cueto

Sociedad/Cultura/Emigración/Las Islas Canarias/Cuba/Venezuela/España/Idioma

El desconocido caso de Enriqueta Favez, la primera mujer que, vestida de hombre, ejerció la medicina en América.

Cuando lo amenazaron con examinar su cuerpo y pasearlo desnudo por las calles de Santiago de Cuba, el respetable doctor Enrique Favez no tuvo otro remedio que confesar su secreto mayor.

Había llegado a la isla cuatro años antes, en 1819, procedente de la colonia francesa de Guadalupe.

De su pasado se sabía poco: que había nacido en Suiza, en 1791, que estudió medicina en Francia, que fue médico de guerra y soldado en el frente de campaña de Napoleón, hasta que fue capturado y hecho prisionero por las tropas vencedoras del duque de Wellington.

Liberado poco tiempo después, pero derrotado, sin rumbos, y con su título y su pasado guerrero a cuestas, decidió cruzar el océano en busca de mejor fortuna.

Y en el oriente de Cuba la había encontrado: para 1823 ya era un renombrado cirujano, se había casado por la iglesia con una lugareña, una tal Juana de León, y llevaba una vida holgada y respetable, aunque salpicada por rencillas y altercados resultados de los usos y abusos del alcohol.

Pero esa no era la causa por la que el doctor Favez había sido llevado a los tribunales de Santiago de Cuba y por la que esa tarde del 6 de febrero de 1824, un grupo de médicos lo amenazaba con practicarle el examen físico ordenado por el juez.

El verdadero motivo era una denuncia en su contra presentada por su propia esposa, que aseguraba que el respetado médico, el venerado cirujano de Baracoa, el fiel marido de Juana de León no era, en realidad, lo que decía ser.

Baracoa

FUENTE DE LA IMAGEN – AFP

Enrique se estableció en Baracoa, una villa en el oriente de Cuba donde vivían muchos franceses que habían huido de la Revolución de Haití.

Cuando los médicos y los agentes de policía se preparaban para comenzar el examen, Enrique Favez trató de impedirlo y contó su dolorosa verdad a viva voz.

Pero fue inútil: los médicos y guardias lo desnudaron y revisaron su cuerpo, parte por parte, con cuidadosa minuciosidad.

En el informe del proceso judicial, que aún se conserva en el Archivo Nacional de Cuba, todavía pueden leerse los resultados de aquella inspección.

La persona examinada «se hallaba dotada de todas las partes pudendas propias del sexo femenino», por lo que era «real y perfectamente mujer».

El doctor Enrique era, en realidad, Enriqueta Favez.

La primera doctora de América

No se sabe en qué momento exacto la mujer dejó de identificarse a sí misma como tal.

El historiador cubano Julio César González Pagés, autor de Por andar vestida de hombre, la más completa investigación sobre la apasionante vida del personaje, lo ubica en algún punto a inicios del siglo XIX.

«Hay documentación histórica que muestra que Enriqueta estuvo casada con un soldado del ejército de Napoleón, que murió. Tuvieron un hijo, que también muere a los pocos días de nacer. A partir de entonces, es que comienza a vestirse de hombre y asumir una identidad masculina», cuenta a BBC Mundo.

casa de enriqueta

Enriqueta nació en esta casa en Lausana, Suiza el 1 de abril en 1791. Era hija de Louis Elie Favez y Jeanne Elisabeth Cavent. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés).

Con pantalones y trajes militares, Enriqueta siguió a su marido en la guerra y luego, cuando éste murió en la batalla, ella tomó su posición en la línea de combate.

Estudió medicina en la Universidad de París, una profesión destinada exclusivamente a los hombres, y sirvió como doctor durante la campaña rusa de la guerra napoleónica, según la investigación realizada por el cubano Antonio Benítez Rojo para su novela biográfica Mujer en traje de batalla.

«Cuando viaja a América ocurre un proceso muy interesante, porque se convierte en la primera mujer en ejercer la medicina no solo en Cuba, sino también en América Latina», asegura González Pagés.

De hecho, Elizabeth Blackwell, la británica reconocida internacionalmente como la primera mujer en practicar la medicina en el continente americano, nació en 1821, cuando ya Favez consultaba y operaba a sus pacientes en el oriente de Cuba.

«Otro elemento destacable de esta mujer en su profesión es que era cirujana. Cuando hace el examen para revalidar su título ante el Protomedicato de La Habana se convierte, además, en uno de los tres únicos médicos cirujanos en el área del Caribe en esa época», añade el historiador.

Amante y esposa

Pero las marcas que dejó para la historia Enriqueta Favez no quedaron solo en ser la primera médica de América.

Su relación con Juana de León y la boda de ambas ante los altares y con los ritos de la Iglesia católica, supusieron también un antecedente inusitado para la época, para la región y para la historia.

Un gráfico de la época

Un gráfico de la época muestra el lado femenino y masculino de Enriqueta.

«Hasta donde se conoce no había antecedentes públicos de lesbianismo en América Latina y son también las primeras mujeres que se casan bajo los oficios de la iglesia en toda Hispanoamérica», señala González Pagés.

En Cuba, no obstante, las diferentes investigaciones que se hicieron sobre el personaje intentaban justificar que no se trataba de una lesbiana, según el investigador.

«Cuando se lee el expediente del juicio al que la sometieron y las cartas entre ella y su esposa que fueron vendidas después, no queda duda que entre las dos había una auténtica relación lesbiana de mutuo consentimiento», asegura.

Sin embargo, fue la propia Juana quien entregó a su esposo a las autoridades.

¿Por qué?

González Pagés considera que se trató de una razón social.

«Al parecer, una empleada de la casa llegó un día y vio a Enrique borracho sobre la cama, con la camisa desabotonada y le vio los senos. A partir de ahí, se comenzó a difundir el rumor y parece que Juana, ante el temor de lo que le pudiera pasar y de las presiones de su propia familia, decidió denunciar», explica.

En la denuncia, conservada en el Archivo Nacional de Cuba, Juana de León argumentó que se casó con Enriqueta por las «circunstancias de orfandad y desamparo en que se veía», aunque le fue imposible «sospechar que los designios de ese monstruo fuesen dirigidos a profanar los sacramentos».

Acusó a Enriqueta de haber consumado «artificialmente» el matrimonio en forma «que la decencia no permite referir» y que se había aprovechado de ella «del modo más cruel y detestable, abusando de su buena fe, candor e inexperiencia».

González Pagés, cree que las razones de Juana estuvieron más bien basadas en el temor.

santiago

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El proceso contra Enriqueta tuvo lugar en la ciudad de Santiago de Cuba.

«Si en el siglo XXI, asumir la sexualidad es algo que todavía cuesta en muchos lugares de América Latina, imagina en el siglo XIX. Es una decisión contradictoria la de Juana de León, pero comprensible», asegura.

Tras el largo proceso judicial, «el más escandaloso de Cuba en el siglo XIX», según Pagés, Enriqueta Favez fue expulsada de forma definitiva de todos los territorios de España en América.

De Enriqueta a sor Magdalena

Cuando el buque con destino a Nueva Orleans zarpó de La Habana a mediados de 1824, Enriqueta Favez dejó atrás las costas de Cuba, un oscuro pasado, un escándalo sexual y una trágica historia de amor.

Nadie fue a despedirla al puerto.

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En el Archivo Nacional de Cuba se conservan los documentos del juicio y la deportación de Enriqueta Favez. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés).

Su rastro se perdió en la historia hasta muchos años después, cuando una carta, remitida por una tal sor Magdalena, cruzó en barco la ruta de Nueva Orleans a La Habana y luego, siguió el trote de los caballos del Correo Real hacia Baracoa.

Pero Juana de León, la destinataria del documento, había muerto tiempo antes.

Sor Magdalena, la monja médico que se había presentado primero como partera en Veracruz y que luego atendió a los enfermos en la congregación de las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, nunca supo si su envío había llegado o no a su destino.

Tal vez, pensó en su pasado y entendió que había razones para que esa carta, una carta desesperada de amor, en la que suplicaba ver de nuevo a su esposa, nunca fuera respondida.

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Enriqueta fue deportada a Nueva Orleans en 1824. (Foto: Hulton Archive)

«Una de las opciones que le dan que se libere de este pecado es entregando su vida a la Iglesia y a partir de entonces se dedica a cuidar a los enfermos. Pero siguió, lógicamente siendo lesbiana, y está documentado que intentó volver a Cuba para volverse a encontrar con su esposa», afirma Pagés.

Pero Enriqueta Favez nunca volvió a pisar la isla.

Murió en 1856, vistiendo los hábitos de las hijas de la Caridad y fue enterrada con ritos católicos en el cementerio antiguo de Nueva Orleans.

Cuando en 2005 el huracán Katrina cruzó Guadalupe, devastó el oriente de Cuba y siguió su paso imparable hacia Nueva Orleans, en una ruta similar a la seguida por Favez en su paso por América, destruyó su tumba y con ella, uno de los últimos recuerdos de una de las mujeres más sorprendentes que marcaron la vida del continente en el siglo XIX.

Página de portada: Gentileza de BBC Mundo-Una reconstrucción realizada por la policía de Cuba muestra cómo pudo ser el rostro de Enriqueta Favez. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés)

FUENTE RESPONSABLE: BBC Mundo

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