Cuatro animales «callejeros» para explicar los retos de India antes de convertirse en la ‘nueva’ China.

LO QUE TODAVÍA FALTA POR CONOCER

India está siguiendo la estela de China para convertirse en uno de los países más importantes del mundo. Pero aún falta mucho por conocer de este gigante asiático.

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India es el país más singular del globo. Posiblemente, sea la gran incógnita del siglo XXI. China se convirtió en solo 20 años en el gigante asiático, e India pretende seguir su senda. El resto del mundo mira allí, inquieto, para saber si emerge otra superpotencia. Alrededor de 1.400 millones de habitantes gestionan el caos de un continente encerrado en un país. Todo superlativo, todo inabarcable. No paran de nacer más y más personas. Los que tienen suerte nacen niños; los que no, decenas de millones, nacen ya ancianos. ¿Cómo intentar descifrar estos retos? Quizá India se puede comprender mirando a sus animales de la calle.

Vagabundos con alas

«Hospital de caridad de pájaros», dice un cartel. En un templo jainista (religión de India que cree que todos los seres vivos deben ser tratados iguales), una puerta a la izquierda indica la entrada del que, según dicen, es el único hospital en el mundo con estas características: una residencia de beneficencia para aves. «Vivimos de las donaciones», explican. Se suben unas escaleras y se entra en una sala donde en el centro hay dos hileras de jaulas con cientos de aves dentro. En uno de los pasillos hay pajareras algo más grandes donde hay rapaces y aves de mayor tamaño. El olor es fuerte, apenas corre el aire. Sobre dos mesas, dos hombres sujetan fuerte unas palomas con las manos. Les meten líquido y alimentos en la boca. «Son paralíticas. No pueden moverse», dicen.

Hospital de aves. (J. Brandoli)

Las sacan, las alimentan y las introducen de nuevo en sus jaulas. Los pájaros más enfermos, los que no tienen cura, morirán allí, entre los cuidados de los jainistas. 

Un cartel en la sala de entrada dice «nuestros pájaros deberían estar sanos y libres de enfermedades. Ellos deberían volar libres en el cielo». Al lado, otro cartel recuerda que «un valiente y misericordioso rey puso trozos de su propia carne y finalmente su entera vida a cambio de salvar una paloma». 

Todo aquel recinto es una residencia de vagabundos con alas. Pájaros pobres a los que cuidan otros pobres. Fuera, en el bullicio de la Vieja Delhi, la mayoritaria pobreza camina sobre dos patas. En la calle Chandni Chowk Road, arteria principal de la parte más vieja de la ciudad, los sin techo duermen tirados sobre bancos, en la acera, en medio del bullicio de un enorme mercado que se pierde entre cientos de callejuelas.

Limpiadores de orejas. (J. Brandoli)

Los oficios son variados. «Aquellos hombres se dedican a limpiar orejas», nos comenta Bhaskar, un amigo. Señala a unos hombres que con un palillo que sacan cera del oído de otros. Alrededor hay miles de personas con su vida hecha jirones. ¿Son toda esa gente pobre? Lo son seguramente bajo criterios de países desarrollados. La mayoría no lo son bajo criterios de la India. 

La pobreza en este país de 1400 millones de habitantes tiene capas. «Desde el tren India parece un país muy pobre. Por ley, hay una zona protegida desde las vías que no pertenece a nadie. Así que allí levantan sus casas ilegalmente decenas de miles de personas. Es gente sin recursos y el Gobierno no los echa porque no tienen donde ir», explica en Chandigarh el arquitecto Pamaljeet Singh. La entrada por tren a esta ciudad, una de las ciudades más prósperas del país, es impactante. La miseria obscena fermenta junto a las vías.

Pero la pobreza es un concepto variable al aplicarse a la realidad de cada país. El Banco Mundial califica como extrema pobreza vivir con menos de 2,15 dólares al día. 

¿Vivir con 3 o 5 dólares al día no es pobreza extrema? Hay además factores sociales: tener agua, luz, recogida de basuras, educación, servicios médicos…, Todo eso forma parte de la ecuación para entender el nivel de pobreza. 

«Hay un 6% de población en India que vive sin acceso a agua potable y un 15% que defeca al aire libre por carencia de baños», señala la ONG Water.org. 

En términos generales, India tiene millones de personas que viven como las aves del hospital de caridad. Porque India es un país muy rico, lleno de pobres. Esto se entiende con simples matemáticas. 

La India, según el Banco Mundial, es el sexto país del mundo en Producto Interior Bruto en 2021, con 3,1 trillones de dólares, adelantando a países como Francia o Canadá. Sin embargo, en renta per cápita, la renta media de un francés es de 43.518 dólares al año, la de un canadiense 52.051, mientras que la de un indio es de 2.277 dólares.

La esperanza es que India tiene un mercado interior de cientos de millones de potenciales consumidores que le posibilita crecer al entorno anual del 8%. 

Según la ONU, India ha sacado en 15 años a 415 millones de personas de la pobreza extrema que ha pasado de un 55% en 2005 a un 16% en 2021. «Aquí no hay pobreza. Esta gente tiene arroz para comer, leche de las vacas. Esta no es una zona pobre», afirma Eric Cunha, biólogo, en la aldea de Samnapur, en el estado Madhya Pradesh. 

A unos cientos de metros de esa conversación tropezamos a un grupo de niños que dan clases tirados en el suelo, al aire libre, sentados sobre una esterilla, con una única pizarra apoyada en un muro y junto a un pozo. Tiene ropa aceptable, comen, son niños que estudian. Efectivamente, no son pobres en India, como dice Cunha.

Manadas de perros callejeros

En la ciudad de Jabalpur, en una rotonda atestada de coches, un perro duerme plácidamente entre miles de motos y coches que pasan a su lado sobre el asfalto. Nadie la inoportuna y los vehículos se limitan a esquivarle. 

«Mi mujer, el primer pan que hace por la mañana primero se lo da a las vacas, luego a los perros de la calle y luego comemos la familia. En el hinduismo es sagrado cuidar a los animales», nos explica Kiran.

La misma imagen, la de perros callejeros cuidados o vagando por todas partes, se ve en ciudades como Agra, Delhi, Nagpur, Amritsar… —¿Las autoridades no intenta controlar al menos con castración el crecimiento de la población de perros callejeros? No paramos de ver perras que tienen las ubres de haber parido recientemente— preguntamos en Delhi. —Hay algunos programas, pero en general no hay recursos y la población de perros callejeros no para de aumentar en esta ciudad— responde Rajeesh, conductor. —¿Nunca atropellas ninguno? —No, pasa como con las vacas. 

Uno conduce sabiendo que puede aparecer un animal.

Perros callejeros. (J. Brandoli)

El crecimiento de los perros que vagan por las calles es un gran problema en el país. Algunas cifras apuntan a un crecimiento descontrolado de estos animales con alrededor de 15 millones de ejemplares, según un censo de población hecho por el Gobierno indio en 2019. Los problemas de esta superpoblación se multiplican. 

Los menos graves son el olor a orín y excrementos que hay por muchas partes. Los más graves son ataques a personas. Se calcula que 20.000 personas mueren cado año por rabia en el país por ataques de canes vagabundos, dice la Organización Mundial de la Salud. 

La rabia, según la OMS, es una enfermedad endémica de India, donde existen el 36% de todos los casos que se producen en el mundo. El 96% de ellos se producen por mordeduras de perro. Las leyes cambiaron en 2001 y se hizo mucho más complicado practicar controles de especie por parte de los municipios. Una elección político-ética que ha generado que haya decenas de miles de perros abandonados y mal nutridos por todas partes.

El crecimiento poblacional de perros que acaban mal viviendo en las calles tiene su espejo en el crecimiento de población humana. 

El gran desafío al que se enfrenta India es el de su población. A inicios del siglo XVIII, en India había 137 millones de habitantes. Es en la segunda mitad del siglo XX cuando el crecimiento se dispara y se pasa de menos de 500 millones de habitantes a 1000 millones. En los próximos años, India superará a China y alcanzará los 1500 millones de habitantes

Algunos estudios, incluso, afirman que ese sorpasso ya se ha producido. Los intentos en las últimas décadas de practicar políticas de control de natalidad han chocado con políticas ineficaces y creencias religiosas. Una de las obsesiones de los extremistas hinduistas es garantizar superar en número a la población musulmana.

Por contra, costumbres en zonas remotas, como matar a las niñas nacidas por los propios padres por preferir tener niños varones más «rentables», se han perseguido y prohibido. «En algunas aldeas, pese a estar muy perseguido, esa costumbre se sigue realizando», nos reconocen en Jaipur cuando tocamos el tema. 

Se cree que millones de niñas han muerto bajo esta criminal costumbre. Hoy, el progreso, educación y mayor acceso a la información reproductiva, al menos, está deteniendo el ritmo de crecimiento. 

Las familias hindús, un 80% de la población, tiene de media algo menos de dos hijos por pareja, y las musulmanas, un 14% de la población, elevan esa cifra a 2,3.

Residencias nacionales para vacas

«Una de las cosas que hizo el presidente Modi para enfatizar el ultranacionalismo hindú de su Gobierno fue empezar a construir establos para las vacas callejeras por todo el país. Esa medida es un símbolo de su ideología de que todo lo relacionado con lo hindú es prioritario y se debe promover», explica en el coche, a las afueras de Agra, Rajeev, profesor de historia, mientras unas 20 vacas han ocupado la calzada.

Una vaca en Samnapur. (J. Brandoli)

«Respetar a las vacas es una costumbre que viene de muy antaño, posiblemente dos milenios. Entonces comenzó a haber falta de alimentos y muchos niños morían pequeños. 

La gente empezó a conservar las vacas por su leche y abono para cultivos. La leche era una fuente de alimento muy importante para los menores. A una costumbre social se le acabó dando un matiz religioso y se convirtió al animal en intocable», dice Rajeev. 

El escenario de las vacas en India es impactante. En medio de una autovía o caminando por la arteria de una ciudad se pueden encontrar rumiantes entre viandantes o vehículos. La mayoría de ellas tienen un dueño. Los bovinos vagan libres y comen restos de basura, matojos o alimento que les dan las personas. Otras, sin embargo, cuando son viejas o mueren sus dueños, acaban vagando por las calles sin control. Es complicado dar un número exacto del número de vacas que hay en India, pero algunos estudios las cifran entre 200 y 300 millones. De ellas, al menos, hay más de 5 millones de vacas callejeras que no pertenecen a nadie.

«Antes de que el primer ministro Modi llegará al poder, una parte de ellas acaba en mataderos clandestinos de población musulmana o eran vendidas a países limítrofes con la vista gorda de las autoridades», explica Rajeev. 

Hoy, el hinduismo de Modi ha convertido a la vaca en un símbolo y se persigue a cualquiera que les haga daño. Las viejas o poco productivas vacas tienen un coste y muchos dueños las abandonan para no matarlas. Acaban vagando por las calles. El intocable animal es un símbolo del nuevo nacionalismo, especialmente anti musulmán. 

«Hay patrullas ciudadanas y ha habido linchamientos de personas que comerciaban su carne por parte de grupos ultra-religiosos hindús. Cada vez hay más arrestos. Igual que en los países musulmanes no se come cerdo, en India no se come ternera. Ahora, los nuevos establos que ha construido el Gobierno han hecho que su población vuelva a crecer y generen problemas en explotaciones agrícolas. Se reproducen sin control y veterinarios gubernamentales deben cuidarlas», nos explican.

«Aquí no se come ternera. Hasta nuestros Mc Donalds son los únicos en el mundo vegetarianos«, bromean en la norteña ciudad de Amritsar vecina a Pakistán junto a efectivamente un Mc Donalds vegetariano que hay en la ciudad. 

El extremo cuidado de las tradiciones supone además un gasto público en un país aún hecho a parches. En Gujarat, la región de la que viene Modi, se han construido 1750 refugios para vacas y se han destinado partidas de hasta 500 millones de rupias para protegerlas (5,6 millones de euros). «La vaca es nuestra madre sagrada», dice el primer ministro.

El elefante limusina

Aparcado en doble fila, cerca del Palacio del Maharajá de Jaipur, junto a una de las puertas de entrada de la muralla, espera el «vehículo» de un adinerado novio. Esa noche, en el propio palacio se celebra su boda a la que están invitadas cientos de relevantes personas. 

El conductor del extraño vehículo, mientras, espera la llegada del prometido junto a una hilera de coches y motos que pasan a su alrededor. «¿Quieren tocarle la trompa?», pregunta el «chófer» subido a un elefante. El paquidermo tiene pintada la cara y unas enormes telas de seda con un asiento encima. 

«En Japipur, los novios ricos acuden a la boda subida a un elefante. Es un signo de distinción de las castas altas», nos explica un guía local. El enorme animal genera una cierta tristeza pintada como una mascota. No es algo único, son decenas los elefantes en Jaipur que se ven por las calles. 

«Antes se usaban mucho para subir al castillo o dar paseos por la ciudad, pero ahora el turismo empieza rechazar que se les dé ese trato y empieza a haber menos. El elefante en India siempre ha sido un signo de riqueza», nos explican.

Un elefante limusina. (J. Brandoli)

El clasismo indio tiene algo de especial por estar reglado. El sistema de castas es una singularidad de este país que ha regido y rige la vida social. Pese a estar prohibido tras la Independencia su uso, el país se divide en cinco castas: brahmanes (religiosos y letrados), kshatriyas (gobernantes y guerreros), vaishyas (artesanos y comerciantes), sudras (obreros y sirvientes) y los dalit o intocables (los encargados de limpiar y estar en contacto con basura y excrementos). 

Esta pirámide social ha regido el país durante siglos y aun en muchos lugares, especialmente rurales, tiene total importancia. «Yo soy brahmán y me casé con una persona de mi casta», nos explica Bhaskar. ¿Te hubieras casado con otra casta? «Mi matrimonio fue concertado por mis padres. Está bien así». ¿Elegirás tú el esposo de tu hija? «Yo quiero que ella sea feliz. 

Me parece bien casarse con gente de nuestra casta, pero yo quiero la felicidad de ella«, responde con evasivas. El sistema de castas tiene algo de apartheid social. Las castas altas vivían y viven segregadas de las castas bajas. Eso ha provocado en la historia el nacimiento de algunas religiones en India, como el budismo, jainismo o los sij, que estaban contra de un sistema que privilegiaba a unos pocos. «Muchos dalit y sudras se convirtieron al cristianismo con la llegada de los europeos para salir de la marginación a la que estaban condenados«, afirma Bhaskar. Hoy se calcula que hay unos 30 millones de cristianos en India, un 2,8% de la población.

La pelea por los derechos es ahora pareja a pareja. Pese a lo que diga la ley y a que el país tuvo hasta julio de 2022 un presidente, Ram Nath Kovind, perteneciente a la casta de los intocables, al que ha sucedido por primera vez una presidenta de origen tribal, Droupadi Murmu, las castas siguen vigentes. 

Hay matrimonios que rechazan los padres por pretender ella o él casarse con una casta inferior. Eso acaba en denuncias y hasta asesinatos por parte de progenitores que se sienten traicionados por sus vástagos. A este tipo de asesinato se les llama asesinato de honor. 

Las cifras oficiales de estos crímenes son poco fiables, ya que hay un absoluto ostracismo. En 2020 se reportaron 25 casos, pero algunas ONG multiplican esa cifra por cuatro. En todo caso, según un estudio del Gobierno de 2019, «solo el 5% de los matrimonios se producen entre castas diversas». 

Es decir, la India sigue creyendo en su base social que hay novios que deben ir a la boda en elefante, otros a caballo, otros en coche y otros andando.

Imagen de portada: Un hombre ordeña una vaca en una «gaushala» o refugio de vacas en el sur de Nueva Delhi. (EFE / Neeshu Shukla).

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Javier Brandoli. Nueva Delhi. 20 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/India/Demografía/Economía/Castas/Tradiciones/Religiones.

¿A cuántas personas puede albergar la Tierra?

La Organizaciones de Naciones Unidas (ONU) predice que en la fecha asombrosamente específica del 15 de noviembre de 2022 habrá 8.000 millones de humanos vivos al mismo tiempo.

Con la expansión de la población ha llegado una gran división. Algunos ven nuestros números crecientes como una historia de éxito sin precedentes.

De hecho, hay una escuela de pensamiento emergente que defiende que en realidad necesitamos más personas.

En 2018, el multimillonario tecnológico Jeff Bezos predijo un futuro en el que nuestra población alcanzará un nuevo hito decimal, en la forma de un billón de humanos dispersos por nuestro Sistema Solar, y anunció que está planeando formas de lograrlo.

Mientras tanto, otros, incluido el locutor británico e historiador natural Sir David Attenborough, han etiquetado a nuestro masivo enjambre humano una «plaga para la Tierra».

Desde este punto de vista, casi todos los problemas ambientales que enfrentamos actualmente, desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad, el estrés hídrico y los conflictos por la tierra, se remontan a nuestra reproducción desenfrenada durante los últimos siglos.

Allá por 1994, cuando la población mundial era de «apenas» 5.500 millones, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, en California, calculó que el tamaño ideal de nuestra especie estaría entre 1.500 y 2.000 millones de personas.

Entonces, ¿está sobrepoblado actualmente el mundo? ¿Y qué podría deparar el futuro para el dominio global de la humanidad?

Una preocupación ancestral

En la obra magna de Platón, «La República», escrita alrededor del año 375 a.C., el filósofo describe dos ciudades-estado imaginarias. Una es saludable y la otra es «lujosa» y «febril».

En esta última, la población gasta y devora en exceso, entregándose al consumismo hasta «sobrepasar el límite de sus necesidades».

Imagen de Platon

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. En la Antigua Grecia, el filósofo Platón abogó por el control de la población y del consumo.

Esta ciudad-estado moralmente decrépita finalmente recurre a apoderarse de las tierras vecinas, lo que naturalmente desemboca en una guerra: simplemente no puede mantener a su gran población codiciosa sin recursos adicionales.

Platón se había topado con un debate que todavía está vivo hoy: ¿el problema es la población humana o son los recursos que consume?

En su famoso trabajo, «Un ensayo sobre el principio de la población», publicado en 1798, Thomas Malthus, un clérigo inglés con una inclinación por el pesimismo, comenzó con dos observaciones importantes: que todas las personas necesitan comer y que les gusta tener relaciones sexuales.

Cuando se lleva a su conclusión lógica, explicó, estos simples hechos conducen a que las demandas de la humanidad superen los suministros del planeta.

«La población, cuando no se controla, aumenta en una proporción geométrica. La subsistencia aumenta solo en una proporción aritmética. Un ligero conocimiento de los números mostrará la inmensidad del primer poder en comparación con el segundo», escribió Malthus.

En otras palabras, un gran número de personas conduce a un número aún mayor de descendientes, en una especie de circuito de retroalimentación positiva, pero nuestra capacidad para producir alimentos no necesariamente se acelera de la misma manera.

Estas simples palabras tuvieron un efecto inmediato, encendiendo un miedo apasionado en algunos y la ira en otros, lo que continuaría reverberando en la sociedad durante décadas.

El primero grupo pensó que había que hacer algo para evitar que nuestros números se descontrolaran. El segundo, que limitar el número de personas era absurdo o poco ético, y en su lugar se debería hacer todo lo posible para aumentar el suministro de alimentos.

Cuando se publicó el ensayo de Malthus, había 800 millones de personas en el planeta.

Sin embargo, no fue sino hasta 1968 que surgieron las preocupaciones modernas sobre la sobrepoblación global, cuando un profesor de la Universidad de Stanford, Paul Ehrlich, y su esposa, Anne Ehrlich, escribieron «La bomba demográfica».

Portada de "La bomba demográfica" de Paul Ehrlich

FUENTE DE LA IMAGEN – SIERRA CLUB/BALLANTINE BOOKS. Este libro dio pie a la preocupación actual por la sobrepoblación.

Se inspiró en la ciudad india de Nueva Delhi. La pareja regresaba a su hotel en un taxi una noche y atravesó un barrio pobre, donde se vieron abrumados por la cantidad de actividad humana en las calles.

Escribieron sobre la experiencia de una manera que ha sido muy criticada, especialmente porque la población de Londres en ese momento era más del doble de la de Nueva Delhi.

La pareja publicó su libro debido a la preocupación por la hambruna masiva que creían que se avecinaba, particularmente en los países en desarrollo, pero también en lugares como Estados Unidos, donde la gente comenzaba a notar el impacto que estaba teniendo sobre el medio ambiente.

El trabajo ha sido ampliamente acreditado con (o acusado de, según el punto de vista) desencadenar muchas de las ansiedades actuales sobre la sobrepoblación.

Visiones encontradas

Las estimaciones varían, pero se espera que alcancemos el «punto más alto humano» entre los años 2070 y 2080, momento en el que habrá entre 9.400 y 10.400 millones de personas en el planeta.

Puede que sea un proceso lento: si llegamos a los 10.400 millones, la ONU espera que la población se mantenga en ese nivel durante dos décadas, pero finalmente, después de esto, se prevé que la población disminuya.

Esto ha generado visiones encontradas sobre nuestro futuro.

En un extremo del espectro se encuentran aquellos que ven como una crisis las tasas de fertilidad más bajas en algunas áreas.

Un demógrafo está tan preocupado por la caída en la tasa de natalidad en Reino Unido que ha sugerido gravar a las personas sin hijos.

En 2019, en el país nacían en promedio 1,65 niños por mujer. Esto está por debajo del nivel de reemplazo (la cantidad de nacimientos necesarios para mantener el mismo tamaño de población) de 2,075, aunque la población siguió creciendo debido a la inmigración.

Una muchedumbre de gente en un concierto

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Algunos están preocupados por la sobrepoblación mientras que otros advierten que la natalidad está cayendo en casi todo el mundo, lo que podría traer problemas.

El punto de vista opuesto es que desacelerar y eventualmente detener el crecimiento de la población mundial no solo es eminentemente manejable y deseable, sino que puede lograrse a través de medios totalmente voluntarios, métodos como simplemente proporcionar anticonceptivos a quienes los deseen y educar a las mujeres.

De esta manera, los defensores de esta posición creen que no solo podríamos beneficiar al planeta, sino también mejorar la calidad de vida que experimentan los ciudadanos más pobres del mundo.

Por otro lado, otros abogan por desviar el enfoque de ajustar el número de personas en el mundo, sin importar cuán suave o indirectamente se logre, a nuestras actividades.

Argumentan que la cantidad de recursos que utiliza cada persona tiene un mayor impacto en nuestra influencia colectiva, y señalan que el consumo es significativamente mayor en los países más ricos con tasas de natalidad más bajas.

Reducir nuestras demandas individuales sobre el planeta podría reducir la huella de la humanidad sin sofocar el crecimiento en los países más pobres.

De hecho, el interés occidental en reducir el crecimiento de la población en las partes menos desarrolladas del mundo ha sido acusado de tener matices racistas, cuando Europa y América del Norte están más densamente pobladas en general.

El impacto ambiental

Más allá de este debate, las estadísticas sobre el impacto que hemos tenido sobre la Tierra son alarmantes.

Según el organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 38% de la superficie terrestre del planeta se utiliza para cultivar alimentos y otros productos (como combustible) para los seres humanos o su ganado: cinco mil millones de hectáreas en total.

Y aunque nuestros antepasados vivían entre gigantes, cazando mamuts, mega-vombátidos y pájaros elefantes de 450 kg, hoy somos la especie vertebrada dominante en la Tierra.

En peso, los humanos representamos el 32% de los vertebrados terrestres, mientras que los animales salvajes representan solo el 1% del total. El ganado representa el resto.

Animales migrando

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Las migraciones naturales de muchos animales salvajes ahora son imposibles de hacer sin deambular por asentamientos humanos o infraestructura humana.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés) descubrió que las poblaciones de vida silvestre disminuyeron en dos tercios entre 1970 y 2020; durante el mismo período, la población mundial se duplicó con creces.

De hecho, a medida que aumenta nuestro dominio, se han producido muchos cambios ambientales en paralelo, y varios ambientalistas prominentes, desde la primatóloga Jane Goodall, famosa por su estudio de los chimpancés, hasta el naturalista y presentador de televisión Chris Packham, han expresado su preocupación.

En 2013, Attenborough explicó su punto de vista a la revista Radio Times: «Todos nuestros problemas ambientales se vuelven más fáciles de resolver con menos personas, y más difíciles y en última instancia imposibles de resolver con cada vez más personas».

A algunos la alarma por la huella ambiental de la humanidad los ha llevado a decidir tener menos o ningún hijo, incluidos el duque y la duquesa de Sussex, Harry y Meghan, quienes anunciaron en 2019 que no tendrían más de dos por el bien del planeta.

En el mismo año, Miley Cyrus también declaró que aún no tendría hijos porque la Tierra está «enojada».

Un número creciente de mujeres se están uniendo al movimiento antinatalista y han declarado una «huelga de natalidad» (Birth Strike), hasta que se aborde la emergencia climática actual y la crisis de extinción.

La tendencia se vio impulsada por una investigación de 2017, que calculó que el simple hecho de tener un hijo menos por mujer en el mundo desarrollado podría reducir las emisiones anuales de carbono de una persona en 58,6 toneladas de «CO2 equivalente» o CO2e, más de 24 veces el ahorro de no tener un auto.

Hoy en día, se acepta ampliamente que las personas están ejerciendo una presión insostenible sobre los recursos finitos del mundo, un fenómeno que se destaca en el «Día del exceso de la Tierra», la fecha de cada año en la que se estima que la humanidad ha agotado todos los recursos biológicos que el planeta puede brindar de manera sostenible.

En 2010 cayó el 8 de agosto. Este año fue el 28 de julio.

Conmemoración del "Día del exceso de la Tierra" en Berlín, en 2018.

FUENTE DE LA IMAGEN -GETTY IMAGES. Conmemoración del «Día del exceso de la Tierra» en Berlín.

Ya sea que el problema sean demasiados humanos, los recursos que usamos o ambos, «no puedo siquiera imaginar cómo más humanos podrían ser mejores para el medio ambiente», dice la académica Jennifer Sciubba, autora del libro «8.000 millones y contando: cómo el sexo, la muerte y la migración dan forma a nuestro mundo».

Sin embargo, Sciubba señala que la idea de una inminente «bomba demográfica» que viene a destruir el planeta -como sugiere el libro de los Ehrlich- está desactualizada.

«Cuando lo escribieron creo que había 127 países en el mundo donde las mujeres en promedio tenían cinco o más hijos en su vida», dice.

En esa era, las tendencias de la población realmente parecían exponenciales, y ella sugiere que esto infundió pánico sobre el nivel de población en ciertas generaciones que aún están vivas hoy.

«Pero hoy solo hay ocho [países con tasas de fertilidad superiores a cinco hijos por mujer]», expone Sciubba. «Así que creo que es importante que nos demos cuenta de que esas tendencias cambiaron».

Un futuro más feliz

La demografía no solo influye en el medio ambiente y la economía: también es una poderosa fuerza oculta que da forma a la calidad de vida de las personas en todo el mundo.

Según Alex Ezeh, profesor de Salud Global en la Universidad de Drexel, Pensilvania, el número absoluto de personas en un país no es el factor más importante.

En cambio, es la tasa de crecimiento o disminución de su población lo que es clave para las perspectivas futuras de un país: esto determina qué tan rápido están cambiando las cosas.

Tomemos África, donde Ezeh explica que actualmente se están produciendo tasas de crecimiento de la población radicalmente diferentes, dependiendo de dónde se mire.

«En varios países, particularmente en el sur de África, las tasas de fertilidad realmente han disminuido y el uso de anticonceptivos ha aumentado: la tasa de crecimiento de la población se está desacelerando, lo que en cierto modo son buenas noticias», dice Ezeh.

Al mismo tiempo, algunos países de África Central todavía tienen altas tasas de crecimiento demográfico, como resultado de la alta fecundidad y la esperanza de vida más larga.

En algunos lugares está muy por encima del 2,5% anual, «lo cual es enorme», dice Ezeh. «La población se duplicará cada más de 20 años en varios países».

Personas en un mercado de alimentos

FUENTE DE LA IMAGEN -GETTY IMAGES

Hoy usamos el 38% de la superficie terrestre para cultivar alimentos u otros productos para los humanos.

«Creo que la conversación sobre el tamaño y los números está fuera de lugar», dice Ezeh.

«Piensa en una ciudad que se duplica cada 10 años -como varias ciudades en África. ¿Qué gobierno realmente tiene los recursos para mejorar cada infraestructura que existe actualmente cada 10 años, a fin de mantener el nivel correcto de cobertura de esos servicios?

«Los economistas piensan que una gran población es excelente para muchos resultados diferentes, pero ¿se logra esa gran población en 10 años, 100 años o 1000 años? Cuanto más se tarde en llegar, se pueden establecer las estructuras correctas en el sistema que sostendrá a esa población», añade Ezeh.

Una presencia en expansión

Aunque aún no se ha decidido el grado en que la humanidad continuará expandiéndose por el planeta, ya se han establecido algunas trayectorias.

Y una es que es probable que la población humana continúe creciendo durante algún tiempo, independientemente de cualquier posible esfuerzo por disminuirla.

Un estudio publicado en 2014 encontró que, incluso en el caso de una gran tragedia global como una pandemia mortal o una guerra mundial catastrófica, o una política draconiana del hijo único implementada en todos los países del planeta -nada de lo cual nadie espera, por supuesto- nuestra población aún crecerá hasta 10.000 millones de personas para 2100.

Con la humanidad lista para volverse aún más dominante en los próximos años, encontrar una manera de vivir juntos y proteger el medio ambiente podría ser el mayor desafío de nuestra especie hasta el momento.

Imagen de portada: ALAMY.Este año la población mundial alcanzará un nuevo hito.

FUENTE RESPONSABLE:Zaria Gorvett; BBC Future. 18 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Demografía/Naturaleza/Cambio climático/Medio ambiente.

 

 

 

 

 

 

 

España es el sexto país más envejecido de Europa: conoce la edad media de tu municipio.

Demografía

Ferrol y Avilés son las localidades con mayor edad media del país, mientras que Melilla y El Ejido se sitúan como las más jóvenes.

España es el país de la Unión Europea que más ha envejecido durante la última década. Según el portal Eurostat, la edad media de los españoles aumentó en 4,4 años desde 2011, alcanzando los 44,7 años de media. Esta subida ha situado a a España como el sexto país con mayor edad media del club comunitario. No obstante, la estadística difiere en hasta 13 años según el lugar de España en el que se resida.

Las provincias y ciudades más envejecidas se encuentran en el noroeste peninsular. Según Jeroen Spijker, investigador en el Centro de Estudios Demográficos, esto se debe a «los niveles bajísimos de fecundidad» que se registran en esta zona «desde hace más de tres décadas». El lugar más afectado por este fenómeno es Zamora, cuyos habitantes alcanzan los 51,33 años de media.

No se quedan atrás los vecinos de Orense y Lugo, que también superan la cincuentena. Entre los municipios de más de 50.000 habitantes, las edades más elevadas se registran en Ferrol (La Coruña), Avilés y Gijón (Asturias).

Los territorios más jóvenes hay que buscarlos en el sur. Almería (40,86 años), Murcia y Sevilla son las provincias con las edades medias más bajas. Spijker considera que la razón de ser de estas cifras está en que en Andalucía los niveles de natalidad y mortalidad «son más altos, por lo que la edad media sube menos».

Entre las 150 ciudades más pobladas de España, solo 17 se mantienen por debajo de los 40 años. Melilla y El Ejido, que tienen la tasa de natalidad más alta del país, lideran la clasificación por municipios.

La edad media de los españoles ha subido de manera ininterrumpida desde 1975, pasando de situarse en los 33 años a superar los 44 en la actualidad. Este ascenso se replica en el resto del continente, aunque hay países como Suecia (-0,2 años), Malta (0) o Luxemburgo (+0,6) que han conseguido reducirlo desde 2011 a la mínima expresión.

El investigador del Centro de Estudios Demográficos explica que las principales causas del envejecimiento son la subida en la esperanza de vida y el mantenimiento de la fecundidad «en niveles muy bajos». Y es que España presenta la segunda menor tasa de fecundidad de Europa –1,19 hijos por mujer– y sufre un desplome en el número de nacimientos desde el año 2008.

Los territorios más jóvenes hay que buscarlos en el sur. Almería (40,86 años), Murcia y Sevilla son las provincias con las edades medias más bajas. Spijker considera que la razón de ser de estas cifras está en que en Andalucía los niveles de natalidad y mortalidad «son más altos, por lo que la edad media sube menos».

Entre las 150 ciudades más pobladas de España, solo 17 se mantienen por debajo de los 40 años. Melilla y El Ejido, que tienen la tasa de natalidad más alta del país, lideran la clasificación por municipios.

La edad media de los españoles ha subido de manera ininterrumpida desde 1975, pasando de situarse en los 33 años a superar los 44 en la actualidad. Este ascenso se replica en el resto del continente, aunque hay países como Suecia (-0,2 años), Malta (0) o Luxemburgo (+0,6) que han conseguido reducirlo desde 2011 a la mínima expresión.

El investigador del Centro de Estudios Demográficos explica que las principales causas del envejecimiento son la subida en la esperanza de vida y el mantenimiento de la fecundidad «en niveles muy bajos». Y es que España presenta la segunda menor tasa de fecundidad de Europa –1,19 hijos por mujer– y sufre un desplome en el número de nacimientos desde el año 2008.

Spijker recuerda al Gobierno que, ante el envejecimiento y la disminución de la población en edad laboral, resulta «clave» ofrecer «respuestas económicas y políticas» para garantizar «el continuo crecimiento económico de un país».

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

FUENTE RESPONSABLE: El Debate. España. Por José Ramón Pérez. 11 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/España/Demografía/Unión Europea

Nuevos paradigmas sobre la vejez: Argentina alcanzó el mayor número de personas mayores.

En sólo seis décadas, la cantidad de adultos mayores de 60 años en la Argentina pasó de 1 millón a 7 millones. Especialistas reflexionaron en diálogo con Télam sobre los desafíos para dar respuestas que atiendan la heterogeneidad de las vejeces en una sociedad que privilegia el ser o parecer joven.

Argentina es uno de los cuatro países con mayor proporción de población envejecida en la región, con más de 7 millones de personas mayores de 60 años, una condición demográfica que, según proyecciones, escalará a uno de cada cuatro argentinos en 2050, un fenómeno que especialistas se resisten a ver como un «problema sociodemográfico» y reflexionan sobre los desafíos y estrategias necesarias para dar respuestas que atiendan la heterogeneidad de las vejeces.

Aunque a un ritmo menos acelerado que otros países del mundo y de la región, Argentina empezó hace algunas décadas atrás este sostenido camino hacia el envejecimiento poblacional, que obliga a Estados y comunidades a dar ciertos debates generalmente postergados por discusiones de corto plazo.

El demógrafo e investigador del Conicet en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (Ciecs) de Córdoba, Enrique Peláez, aseguró que se trata de «uno de los mayores logros de la historia de la humanidad, pero también uno de los mayores desafíos».

Consultado por Télam, explicó que el envejecimiento de la población es el resultado de un descenso en la tasa de fecundidad, que en Argentina pasó de 3,2 hijos por mujer en 1950 a 2,3 hijos por mujer en 2015; y, en simultáneo, de la disminución de los índices de mortandad en todas las edades, aparejado al aumento de la expectativa de vida, que escaló de 61,4 años en 1950 a 76,5 años en 2018.

Enrique Peláez, demógrafo e investigador del Conicet en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad / Foto: Laura Lescano.

Se querían vivir más años y, gracias a avances científicos y tecnológicos, se logró ganarle años a la vida. Sin embargo, en general esto no es acompañado por una valorización de la vejez, en una sociedad que privilegia el ser o parecer joven.

«Nos resistimos a ver el envejecimiento como un problema, como suele ser visto, aunque sí está claro que trae importantes desafíos desde el punto de vista de la organización de las sociedades y las políticas públicas», sostuvo Peláez.

Desafíos que atañen no sólo a los sistemas de jubilaciones, de salud o de cuidados, sino también a la creación de actividades sociales y de participación ciudadana, de trabajo, de educación o lo referido a adecuaciones en las ciudades, las viviendas o el transporte público.

«Nos resistimos a ver el envejecimiento como un problema, como suele ser visto, aunque sí está claro que trae importantes desafíos desde el punto de vista de la organización de las sociedades y las políticas públicas»

Enrique Peláez, demógrafo e investigador del Conicet

«Ante todo, implica avanzar en un cambio de paradigma, que abandone la visión reduccionista de que la vejez es igual a enfermedad y pérdida de autonomía», dijo la psicogerontóloga Gabriela Williams, coordinadora del dispositivo para personas mayores de la asociación civil Proyecto Suma.

Y continuó: «Ciertamente, es una etapa en la que hay mayor prevalencia de enfermedades, pero la vejez es algo mucho más complejo y heterogéneo que eso».

Es que los años de vida que se ganaron «no son años de vida que ganamos enfermos, los años de vida saludable han aumentado muchísimo también y la mayoría llega bien a su vejez», explicó por su parte Olga Chiadó, gerontóloga y docente de la Universidad Maimónides.

Ilustración: Pablo Blasberg.

En ese contexto, resaltaron la importancia de propiciar un abordaje biopsicosocial de la vejez, que promueva un envejecimiento activo desde la salud física como también la psíquica y emocional, la autonomía y la participación social, al tiempo que atienda la diversidad en la vejez.

«Parece absurdo aclararlo, pero muchas veces no se tiene en cuenta que no hay dos vejeces iguales, todos envejecemos distinto, de acuerdo a nuestras trayectorias y condiciones de vida y a cómo podemos, sabemos y queremos envejecer», expresó Chiadó.

Las especialistas coincidieron en que resulta indispensable habilitar la palabra y escuchar las demandas de las personas mayores y de sus redes, que no se limitan a demandas por límites físicos sino también deseos, proyectos y expectativas, que «nada de eso se pierde en la vejez».

«Muchas veces se cree que las personas mayores pierden el interés y las ganas de hacer. La realidad es que, excepto que haya ciertas patologías, el cuerpo envejece pero su psiquis no, al contrario, se desarrolla», aseguró Williams.

De cara a una sociedad cada vez más envejecida, destacaron la necesidad de seguir creando programas desde los gobiernos y la sociedad civil que promuevan espacios de inserción social y la posibilidad de recreación, de consumo cultural, de seguir estudiando o incluso trabajando, especialmente cuando se atraviesan duelos por la viudez, la pérdida de amigos o la jubilación.

«Muchas veces se cree que las personas mayores pierden el interés y las ganas de hacer. La realidad es que, excepto que haya ciertas patologías, el cuerpo envejece pero su psiquis no, al contrario, se desarrolla»

Gabriela Williams, psicogerontóloga

Son numerosos «los prejuicios que recaen sobre la vejez», pero los especialistas coincidieron en que «uno de los más dañinos es el de pensar que ‘el aluvión de viejos’ que vendrá significará un problema o carga económica» al modificarse la relación entre personas en edades laborales y en edades jubilatorias.

«Transferirlo inmediatamente a una conclusión económica es erróneo y no es más que un prejuicio edadista de asociar a las personas mayores con problemas de salud, dependencia funcional y una carga económica», explicó Sol Minoldo, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet.

«Esto tiene detrás una premisa muy fuerte de que las personas únicamente son útiles en la medida en que pueden producir para el mercado, lo cual es discutible», agregó.

Sol Minoldo, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet / Foto: Laura Lescano.

La socióloga aseguró que es necesario analizar «con más contexto» y ver qué pasó con los cambios en las maneras de producir durante estas décadas, y enfatizó en que no se puede asumir que «una reducción de personas en edad laboral automáticamente implica reducir la capacidad de producir riqueza».

«Cuando hacemos proyecciones de PBI es muy raro que se prevea una caída del mismo por causas demográficas», indicó Minoldo y apuntó que, además, son muchas las personas mayores que «siguen aportando a la producción de riqueza desde trabajos mercantiles y no mercantiles».

«Nadie quiere que el Estado transfiera a los mayores una mayor proporción de la riqueza. Entonces, el verdadero problema que enfrentamos no es técnico, sino distributivo y ante todo político»

Sol Minoldo

Asimismo, la capacidad de consumo de estas personas «se puede sostener con cambios tanto en los bienes y servicios que produzca el mercado, con un mayor peso del consumo de personas mayores, como en aceptar que la inversión en el sistema previsional incremente su peso en el conjunto del gasto social del Estado para que el envejecimiento sea sostenible», sostuvo.

«Nadie quiere que el Estado transfiera a los mayores una mayor proporción de la riqueza. Entonces, el verdadero problema que enfrentamos no es técnico, sino distributivo y ante todo político», concluyó.

Imagen de portada: Gentileza de Télam

FUENTE RESPONSABLE: Télam. Por María Clara Olmos. 27 de agosto 2022.

Sociedad y Cultura/Argentina/Vejez/Demografía/Mortalidad/Calidad de Vida/CONICET.

 

 

 

 

«Estamos en huelga de tener bebés»: el país con la natalidad más baja del mundo (y las consecuencias de este fenómeno).

Corea del Sur se encamina a una crisis sin precedentes. ¿La razón? Su población no crece al ritmo que debería.

En 2021 el país asiático volvió a registrar la tasa de natalidad más baja del mundo, pues la Oficina Nacional de Estadística apenas contabilizó el nacimiento de 260.600 niños, 11.800 menos que el año anterior, informó la agencia Yonhap.

Desde 2018 la tasa de natalidad en Corea del Sur es inferior a un hijo por mujer. Las últimas cifras oficiales muestran que esta tendencia lejos de revertirse tiende a agudizarse. Así, en los últimos 12 meses las mujeres tuvieron 0,81 niños en promedio, un dato que representa una disminución de tres puntos en comparación con 2020, y que supone además el sexto descenso consecutivo.

Esta caída en la tasa de natalidad amenaza con complicar los problemas que viene atravesando la economía del país, la cual apenas crece. En las economías más avanzadas del mundo el promedio de hijos por pareja es de 1,6; es decir, el doble que en el país asiático.

Las causas

En los últimos años, la presión económica y factores profesionales han sido claves a la hora de tomar la decisión de tener hijos, dicen los expertos.

Para las cifras de 2021, los analistas apuntan al costo de vida cada vez más alto, la subida del precio de las casas y el impacto de la pandemia de covid como principales factores que desaniman a la población a tener hijos.

Una mujer entre dos hombres

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Cada vez son más las mujeres que privilegian su carrera profesional ante la posibilidad de formar una familia, una decisión impulsada por la desigualdad con los hombres que persiste en el mercado laboral.

En el caso concreto de la carrera profesional, las mujeres surcoreanas tienen una gran formación, explica la corresponsal de la BBC en Seúl, Jean Mackenzie, pero están lejos de haber logrado condiciones de igualdad en el trabajo respecto a los hombres.

«El país tiene la mayor diferencia salarial entre hombres y mujeres de todos los países ricos», señala Mackenzie.

Además, el hecho de que las tareas domésticas y el cuidado de los niños siga recayendo mayoritariamente en ellas hace que sea más común que las mujeres dejen de trabajar después de tener hijos o que sus carreras se estanquen.

En esencia, indica la corresponsal de la BBC, muchas mujeres se ven todavía forzadas a elegir entre tener una carrera o una familia. Cada vez más deciden que no quieren sacrificar sus carreras.

Como le dijo una mujer a la periodista, «estamos en huelga de procrear».

«No tengo planes de tener un niño. No quiero sufrir el dolor físico de parir ni ver cómo mi carrera se perjudica», explicó la surcoreana Jang Yun-hwa en una entrevista que concedió a la BBC en 2018.

«Prefiero vivir sola y conseguir mis sueños a ser parte de una familia», agregó Jang.

Un grupo de trabajadores en una fábrica.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población amenazan con complicar los problemas que viene padeciendo la economía surcoreana.

Las consecuencias

Las tasas de natalidad han «disminuido notablemente» en las últimas seis décadas en las economías más grandes y avanzadas, de acuerdo a los datos manejados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Países como España también afrontan problemas demográficos similares, aunque las olas migratorias registradas en las últimas décadas, sobre todo las provenientes de África y América Latina, han paliado sus efectos.

Sin embargo, el caso de Corea del Sur es particular, porque el tamaño de sus familias se ha reducido considerablemente en unas pocas generaciones. A principios de los años 70, las mujeres tenían una media de cuatro hijos.

Esta disminución ha provocado un envejecimiento de la población y el consiguiente aumento en la tasa de mortalidad. Desde 2020 Corea del Sur ve cómo su población desciende, pues el número de muertes está superando a la cifra de recién nacidos. Solo en mayo de este año el país registró 28.859 decesos frente a 20.007 alumbramientos.

Vista de Seúl

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

El costo de la vida, en particular el de la vivienda, es otro de los factores que hace que más jóvenes surcoreanos pospongan o descarten formar una familia.

Los expertos sostienen que los países necesitan al menos dos hijos por pareja -una tasa de 2,1- para mantener su población en el mismo tamaño, sin tener que recurrir a las inmigración.

La disminución de la población puede generar múltiples problemas económicos. Por un lado, exige un mayor gasto público para responder al aumento de la demanda de los sistemas sanitarios y de las pensiones y, por el otro, el descenso de la población joven también causa una escasez de mano de obra.

Los pronósticos

Los expertos advierten que Corea del Sur podría enfrentar un «terremoto demográfico» a partir de 2030, debido al declive y rápido envejecimiento de su población.

Estudios del propio gobierno citados por la agencia Yonhap afirman que si la situación no se revierte la población en edad de trabajar caerá 35% durante los próximos 30 años.

En América Latina, Uruguay enfrenta un desafío demográfico similar al de Corea del Sur. Desde 2015 la tasa de natalidad del país sudamericano ha pasado de 1,9 hijos por mujer a 1,4 y a ello hay que sumarle la emigración de sus jóvenes, una combinación que explica por qué su población viene decreciendo.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. 

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. Hace 3 horas.

Sociedad y Cultura/Economía/Migraciones/Corea del Sur/Salud/ Demografía.

 

Sobre el declive de las civilizaciones.

Civilizaciones “inferiores”, pero más cohesionadas (tribus bárbaras, bereberes) pueden hacer caer a una civilización decadente sin cohesión de una forma relativamente rápida

Si deseas profundizar sobre esta entrada; cliquea por favor donde leas lo escrito en “negrita”. Muchas gracias.

En un meme viral que circula por WhatsApp, se observa en la parte superior de la imagen unos legionarios romanos atravesando los Alpes, y acompaña a la viñeta la leyenda (en inglés en el original) “épocas difíciles crean hombres duros”; la imagen inmediatamente inferior muestra el esplendor de la civilización romana con el auge de la Urbe, y la leyenda “hombres duros crean épocas buenas”; la tercera viñeta muestra una bacanal (fiestas en honor de Baco, el dios del vino, en las que confluía, según la tradición, aparte del caldo, el sexo orgiástico), la leyenda es “épocas buenas crean hombres débiles”; la cuarta y última viñeta muestra el asalto de los vándalos a Roma, con la destrucción parcial de la ciudad, y la leyenda es “hombres débiles crean épocas difíciles”. Se señala así cómo el final de un ciclo vuelve a dar paso al principio de otro. La conmoción que supuso la caída del Imperio romano occidental a manos de tribus bárbaras consideradas más atrasadas fue enorme. 

Con todo, el primer historiador que se atrevió a realizar un trabajo profundo sobre la naturaleza del declive de las civilizaciones fue el tunecino Ibn Jaldún, a su vez hijo de sevillanos huidos tras la reconquista, en el siglo XIV. Jaldún se quedó perplejo al observar las grandes ciudades romanas del norte de África y preguntarse cómo en esa zona las tribus bereberes y los vándalos venidos del norte por mar habían podido desplazar a Roma. 

Su obra ‘Muqaddima’ (Introducción a la historia universal) realiza un planteamiento general sobre los elementos comunes que marcan el declive de las civilizaciones. El concepto esencial que utiliza es el de ‘cohesión social’ (‘asabiya’, en árabe). Según él, las sociedades, al hacerse opulentas, acaban perdiendo ‘asabiya’, hasta el punto de que entran en decadencia a pesar de su opulencia. Llegados a un punto, civilizaciones “inferiores”, pero más cohesionadas (tribus bárbaras, bereberes) pueden hacer caer a una civilización decadente sin cohesión de una forma relativamente rápida.

Foto: Dos niños pasan con sus patinetes frente a un mural en Chile. (Reuters)

Opinión Consecuencias económicas de nuestra desaparición. Ignacio de la Torre

Ya en el siglo XXI, el recientemente fallecido pensador judío Jonathan Sacks afirmó unas impactantes palabras al recoger el premio Templeton de 2016: «Ibn Jaldun, Giambattista Vico, Stuart Mill, Bertrand Russell, Will Durant… Todos han mantenido lo mismo: que las civilizaciones comienzan a morir cuando pierden la pasión moral que les dio forma. Ocurrió en Grecia y Roma, y le puede ocurrir a Occidente. Los signos son: caída de la tasa de natalidad, decadencia moral, mayores desigualdades, una pérdida de confianza en las instituciones, autoindulgencia por parte de los ricos, desesperanza por parte de los pobres, minorías no integradas, la incapacidad de hacer sacrificios presentes para poder beneficiar a las futuras generaciones y una pérdida de fe en las creencias antiguas sin que sea reemplazada con un nuevo esquema de valores. 

Son señales peligrosas, y muchas de ellas están hoy en auge».

Nos separan siete siglos desde los escritos de Jaldún, y casi 16 desde la caída del Imperio romano de Occidente. Sin embargo, las palabras de Sachs parecen estar más presentes que nunca. 

La prosperidad lograda en la reconstrucción tras la segunda guerra mundial sin duda promovió un rearme económico y un Estado social que soportó el crecimiento de las clases medias, y su afinidad con el sistema democrático. Desde mediados de los 70, ese modelo adolece, por las ventajas y los desafíos que ha supuesto la cuarta revolución industrial. Desde entonces, seguimos progresando, pero a un ritmo muy inferior al que lo hacían nuestros padres. Además, el progreso es mucho más volátil, debido a las habilidades que se precisan precisamente de dicha revolución industrial: ahí se genera la enorme dispersión de salarios observada desde entonces, génesis de la mayor desigualdad de ingresos y de riqueza. 

Por último, la revolución ha concentrado la creación de trabajos altamente remunerados en grandes urbes, lo que se traduce en un crecimiento económico totalmente dispar, y en la emigración de jóvenes desde sus ciudades ancestrales hacia la gran urbe que genera el ‘efecto red’ de trabajos altamente productivos y remunerados. La consecuencia de estos factores es una pérdida intensa de ‘cohesión social’.

Foto: Un bar de Vallecas. (Sergio Pérez/Reuters)

Opinión El «apoyo político al más alto nivel» y lo que se está cociendo en los barrios del sur. Esteban Hernández

No demonizo la revolución tecnológica, está aquí y presenta también enormes ventajas (como las vacunas de RNA mensajero contra el covid), pero no nos hemos parado a analizar posibles respuestas. 

Los populistas levantan su bandera proponiendo soluciones sencillas para tamaños problemas (como construir un muro en Texas, o cambiar fronteras), pero, como siempre, un fenómeno complejo requiere de soluciones complejas, y nos jugamos mucho en ello. 

Esta vez, con todo, me asombra que, a diferencia del siglo V, no acabo de encontrar otras civilizaciones muy cohesionadas. China y Rusia se encuentran en un ‘suicidio demográfico (acuñando la expresión de Alejandro Macarrón) profundo. La India ha pasado ya a una tasa de fertilidad de dos niños por mujer, que no asegura el reemplazo generacional. El islam afronta profundas divisiones políticas, religiosas y jurídicas. 

La cuestión, como siempre en la historia, es cómo reaccionamos a tamaños problemas. Spengler escribió ‘La decadencia de Occidente’ en 1917, hace más de un siglo, y aún seguimos debatiendo la decadencia. En cualquier caso, nuestra reacción ante tan enormes desafíos tiene que partir de la premisa de la valentía. Como dijo Upton Sinclair: “Nuestras libertadas se ganaron con sufrimiento, y pueden perderse a través de nuestra cobardía”.

Imagen de portada: La caída del Imperio romano. (Thomas Cole, 1836)

FUENTE RESPONSABLE: Observatorio del IE. España. Por Ignacio de la Torre. Diciembre 2021.

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Educación/Desigualdad.