Hielo marino de la Antártida alcanzó mínimos históricos.

El deshielo marino expone a las gruesas plataformas de hielo que sostienen la capa helada de la Antártida a las olas y a temperaturas más cálidas.

El hielo marino de la Antártida se redujo la semana pasada a su menor extensión en los 45 años de registro satelital, afirmaron el lunes (27.02.2023) investigadores estadounidenses.

El Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Colorado en Boulder señaló que el hielo marino de la Antártida se redujo a 1,79 millones de kilómetros cuadrados el 21 de febrero.

Esta cifra superó en 136.000 kilómetros cuadrados el anterior mínimo histórico registrado en 2022.

Los científicos del NSIDC subrayaron que la última cifra es preliminar, ya que aún es posible que se produzca más deshielo a finales de la estación, en tanto dijeron que publicarán una cifra definitiva sobre la extensión del hielo a principios de marzo.

El deshielo marino expone a las gruesas plataformas de hielo que sostienen la capa helada de la Antártida a las olas y a temperaturas más cálidas, aunque no tiene un impacto perceptible en el nivel del mar porque el hielo ya está en el océano.

Sin embargo, la capa de hielo, un espeso glaciar de agua dulce que cubre la Antártida, es objeto de especial atención por parte de los científicos debido a que contiene suficiente agua para provocar, si se derrite, un aumento catastrófico en el nivel de los océanos.

«La respuesta de la Antártida al cambio climático ha sido diferente a la del Ártico», afirmó Ted Scambos, investigador científico del Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales (CIRES).

«La tendencia a la baja del hielo marino puede ser una señal de que el calentamiento global finalmente está afectando al hielo flotante que rodea la Antártida, pero habrá que esperar varios años más para estar seguros de ello», agregó.

El ciclo antártico sufre importantes variaciones anuales durante sus veranos de deshielo e inviernos de congelación, y el continente no ha experimentado el rápido deshielo de las últimas cuatro décadas que asola las capas heladas de Groenlandia y el Ártico debido al calentamiento global.

Pero la elevada tasa de deshielo desde 2016 hace temer que se esté afianzando una importante tendencia a la baja. El deshielo marino es problemático porque contribuye a acelerar el calentamiento global.

Cuando el hielo marino blanco -que devuelve al espacio hasta el 90% de la energía solar- es sustituido por un mar oscuro y descongelado, el agua absorbe en cambio un porcentaje similar del calor del Sol.

Mundialmente, el año pasado fue el quinto o sexto más cálido jamás registrado, a pesar del enfriamiento provocado por un patrón meteorológico natural de La Niña.

Imagen de portada: OKAPIA PICTURES. El espeso glaciar de agua dulce que cubre la Antártida es objeto de especial atención de los científicos, debido a que contiene suficiente agua para provocar, si se derrite, un aumento catastrófico en el nivel de los océanos.

FUENTE RESPONSABLE: Made for Minds. 28 de febrero 2023.

Sociedad/Calentamiento Global/Cambio climático/Antártida/ Glaciares/Deshielo

Ola de calor y colapso climático: nuevas imágenes de la NASA revelan el impacto en glaciares.

Un estudio muestra que entre noviembre del 2021 y enero del 2022 las cordilleras de los Andes perdieron casi 90% de la nieve.

El mundo entero se alarma por el colapso climático con temperaturas agobiantes, incendios forestales y el derretimiento de los glaciares que ya no se avecinan, suceden. Esto mostró la NASA con una serie de imágenes satelitales que demuestran que entre noviembre del 2021 y enero del 2022 las cordilleras de los Andes perdieron casi 90% de su nieve.

Este miércoles la NASA publicó en su sitio oficial imágenes tomadas desde el satélite Landsat 8 que muestran lo rápido que la ola de calor eliminó la nieve de un grupo de glaciares ubicados a unos 50 kilómetros al este de San Fernando, Chile. Son imágenes registradas entre el 28 de noviembre de 2021 y el 15 de enero de 2022.

28 de noviembre de 2021 (Foto: NASA)

15 de enero de 2022 (Foto: NASA)

Imagen de portada:La cordillera de los Andes, alterada por el calentamiento global. (National Geographic)

FUENTE RESPONSABLE: Rosario 3. Argentina. 20 de julio 2022

Sociedad/Cambio climático/Medio ambiente/Deshielo.

 

 

 

La tragedia en los Alpes, el efecto más extremo del camino hacia la extinción de los glaciares.

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Los glaciares del mundo mueren inexorablemente. El recalentamiento del planeta los funde y, en su desaparición, se vuelven más inestables, quebradizos y mortales. El fallecimiento de, al menos, siete personas al derrumbarse el glaciar de La Marmolada, en Italia ha evidenciado los efectos de la crisis climática sobre la Tierra.

Ante un episodio como el de las Dolomitas, “se te viene a la cabeza que algo está pasando con los glaciares y ese algo está relacionado con los incrementos de temperatura, pero también con la evolución de la nieve en invierno, que es lo que alimenta los glaciares”, cuenta el investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC (IPE) Jesús Revuelto.

Con más temperatura el hielo del glaciar se hace más frágil: se funde más por dentro, hay más agua líquida que presiona y puede hacer que se rompa.

Jesús Revuelto, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología-Csic

Estas oleadas y avalanchas atestiguan la inestabilidad de los glaciares: “Su retroceso ha hecho decrecer la estabilidad de las laderas montañosas”, explica el informe científico específico sobre criosfera y cambio climático de la ONU.

“Los glaciares son dinámicos, se mueven, y cuando aumenta la temperatura pueden volverse más peligrosos”, abunda Revuelto. El hielo “no es un bloque compacto. Tiene canalizaciones, recorridos, huecos… y con más temperatura se hace más frágil: se funde más por dentro, hay más agua líquida que presiona el hielo y puede hacer que se rompa”.

Así que, a medida que se derriten, es más factible que se produzcan avalanchas de millones metros cúbicos de hielo y piedras que se derrumban a más de 100 kilómetros por hora, como ha ocurrido en La Marmolada. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático –IPCC– ha constatado que “el declive de los glaciares (además de la nieve y el permafrost) ha alterado la frecuencia, magnitud y localización de casi todos los peligros naturales”.

Porque, lo que demuestran las observaciones científicas consolidadas es que “hay un incremento térmico marcado y es debido en gran medida a las actividades humanas. Y, al mismo tiempo, existe una pérdida de glaciar”, afirma el investigador del IPE. “Año tras año, vemos que ningún glaciar gana. Los cursos malos pierden mucho. En los más favorables, se quedan como están”.

El IPE ha probado que, entre 2011 y 2020, los glaciares de los Pirineos perdieron un quinto de su superficie y un promedio de seis metros de espesor de hielo. “El mismo ritmo de pérdida constatado en la década de 1980”. Tres pequeños glaciares se habían convertido en helero, es decir, ya no tienen movimiento. Estos ríos de hielo perpetuo son los más meridionales de Europa y “su supervivencia está amenazada por el cambio climático”.

“Los glaciares se rigen por la nieve que cae y se acumula en invierno. Se compacta y se hace hielo que, por la gravedad, empuja las capas de más abajo. Así se desplaza y se funde”, relata Revuelto. “El cambio climático ha roto ese equilibrio. La parte frontal cada vez se retrasa a más altura, es más rápido el retroceso del frontal que la creación en la parte alta”.

Todas las montañas del planeta se han visto afectadas por este efecto evidente del calentamiento global. “Todos los glaciares han retrocedido desde la segunda mitad del siglo XIX y con tasas elevadas desde la década de 1990”, avisaba el informe científico de la ONU. “Esta pérdida de masa no tiene precedentes en, al menos, 2.000 años y va a continuar durante décadas incluso si se consigue estabilizar la temperatura del planeta”, remataba.

Imagen parte de un vídeo de los Servicios Italianos de Rescate en Marmolada EFE/EPA/SOCCORSO ALPINO/ HANDOUT

En España, el hábitat de glaciares permanentes se circunscribe “a las acumulaciones en los macizos más altos del Pirineo central aragonés”, según la descripción oficial. Esos macizos son Infiernos, Monte Perdido, Posets y Maladeta, recuenta su ficha. El diagnóstico gubernamental de 2006 decía: “Desde la década de los años 80 del pasado siglo han experimentado un marcado retroceso en superficie y volumen”.

Más gente en la montaña, más peligros.

Así que, a la alteración de la frecuencia de los peligros que causa el deshielo glaciar, se le ha unido la multiplicación de la presencia de humanos en estos espacios. “La exposición a estos peligros se ha incrementado por el crecimiento de la población, el turismo y el desarrollo económico”, apuntaba el IPCC.

Es, en parte, lo que ha ocurrido en La Marmolada. Y lo que ha pasado, a menor escala, en el glaciar del Aneto (en el Pirineo oscense) este fin de semana cuando la Guardia Civil ha tenido que realizar cuatro rescates de montañeros a pesar de haber emitido días antes una alerta por el mal estado del hielo: las altas temperaturas habían fundido la capa más superficial asomando otra mucho más dura que impedía la progresión segura.

El IPCC ha documentado que “en varias regiones, la pérdida de rutas seguras ha reducido las oportunidades de montañismo”.

El investigador Revuelta añade que “los glaciares siempre han tenido este tipo de dinámica [se funden y desprenden], pero hay momentos en los que coinciden los ingredientes que provocan estos episodios. En el caso de la Marmolada ha hecho mucho calor –Italia padece una ola de calor con registros inusualmente altos–, pero es que ”también la nieve está en cotas más altas porque las últimas nevadas fueron hace meses y se ha fundido más, con lo que el glaciar está desprotegido de la radiación solar“, completa Revuelta.  

Imagen de portada: Gentileza de elDiario.es

FUENTE RESPONSABLE: elDiario.es – España – Por Raúl Rejón. 4 de julio 2022.

Sociedad/Cambio climático/Medio Ambiente/Glaciares/

Deshielo/ Tragedia.

Descubren un nuevo ecosistema bajo el hielo de la Antártida.

Misterio en torno al hallazgo de un ecosistema desconocido a 500 metros de profundidad, bajo la plataforma de hielo antártico.

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Científicos neozelandeses dieron con el hallazgo de un misterioso ecosistema, sumergido a 500 metros de profundidad y a cientos de kilómetros de la plataforma de hielo del mar de Ross, en la Antártida, compuesto por animales que, en apariencia, son similares a los camarones.

Anfípodos del linaje de las langostas, los cangrejos y los ácaros

Antártida

El hallazgo se produjo después de perforar la plataforma de hielo, hasta llegar al río, en el contexto de un proyecto coordinado por las universidades en Wellington, Auckland y Otago, en colaboración con el Instituto Nacional de Agua y Atmósfera y el Instituto de Ciencias Geológicas y Nucleares.

En propósito original del proyecto era determinar qué papel desempeña la desembocadura del río en el derretimiento generado por el cambio climático de la plataforma de hielo, pero, tras perforar la plataforma, una cámara de video registró la existencia de diminutos anfípodos, emparentados en su linaje con langostas, cangrejos y ácaros.

Anfípodos 

El investigador Craig Stevens, del Instituto Nacional de Agua y Atmósfera, detalló que al principio se creyó que algo andaba mal con el registro de la videocámara, pero con un mejor enfoque pudieron divisar un enjambre de artrópodos de aproximadamente 5 milímetros de envergadura.

Imagen de portada: Istock

FUENTE RESPONSABLE: History. La Vanguardia.com 26 de junio de 2022.

Antártida/Deshielo/Animales

El Glaciar del “Fin del Mundo” se esta derritiendo con la mayor rapidez en 5.500 años.

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El Glaciar Thwaites es un área inusualmente grande de hielo en la Antártida. La NASA lo ha considerado como un parámetro de la salud de los bloques congelados en el polo sur de nuestro planeta. Por la superficie tan extensa que tiene, ha sido monitoreado de cerca, por su potencial de elevar el nivel del mar hasta extremos insostenibles. Coloquialmente, por esta razón, se le conoce como glaciar del ‘fin del mundo’.

Geográficamente, esta vasta región congelada desemboca en Pine Island Bay, en el extremo más austral de la Tierra. Recibe su nombre oficial del geólogo glaciar Fredrik T. Thwaites, quien dedicó la mayor parte de su carrera a estudiar la naturaleza y morfología de las formaciones de hielo en el polo sur. Después de años de que falleció el científico, el glaciar que heredó su nombre se considera como el «vientre débil» de la capa de hielo de la Antártida occidental.

Cada vez más vulnerable

Wikimedia Commons

La quema de combustibles fósiles ha generado gases de efecto invernadero por décadas. A causa del ritmo acelerado con el que los utilizamos como fuente de energía principal, los casquetes de hielo que antaño recubrían los polos terrestres se han venido rápidamente a menos. El derretimiento glaciar del ‘fin del mundo’ es la expresión más preocupante de este deterioro ecológico.

Desde hace unos cuantos años, éste y otros glaciares antaño perennes de la Antártida han incrementado su flujo. Principalmente, por el alza en las temperaturas globales. De acuerdo con un estudio reciente, publicado en Nature Geoscience, el glaciar Thwaites está alcanzando sus niveles de deshielo más acelerados en más de 5 mil 500 años.

De acuerdo con el equipo internacional de científicos a cargo del estudio, esto podría provocar un alza aproximada de 3.3 metros en los niveles del nivel del mar en varios países. En consecuencia, el avance de las olas podría provocar la desaparición de poblados enteros.

Así lo explican los investigadores en el artículo:

«[…] las tasas actuales de levantamiento del lecho rocoso son un orden de magnitud mayor que la tasa de caída relativa del nivel del mar a largo plazo, lo que sugiere un cambio en la descarga de la corteza regional e implica que la desglaciación actual puede no tener precedentes en los últimos 5 mil 500 años».

Para la investigación, los científicos compararon sus mediciones con modelos existentes de la dinámica entre el hielo y la corteza terrestre. A partir de ello, reconocen que estos «no representaban con precisión la historia del nivel del mar», según escriben en un comunicado. Sin embargo, los resultados son valiosos para tener una ‘imagen más precisa’ de la Antártida, y de las consecuencias que la crisis climática global está teniendo sobre el continente helado.

UNAM declara extinto el Glaciar de Ayoloco del Iztaccíhuatl y coloca placa de la vergüenza. (National Geographic. Por Andrea Fischer. Abril 2021)

Foto: María Paula Martínez

Después de milenios de revestir de blanco al Iztaccíhuatl, el glaciar Ayoloco es declarado extinto por expertos de la UNAM.

Desde tiempos inmemoriales, la Ciudad de México ha estado coronada por volcanes. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl son emblemas capitalinos: forman parte de la línea del horizonte de la capital mexicana, cuando el smog y el viento así lo permiten, con su silueta reconocible en la frontera entre el Estado de México y Puebla.

Después de milenios, la actividad humana generó que el glaciar más importante de uno de ellos desapareciera para siempre.

Iztaccíhuatl: la mujer dormida se quedó sin su vestido blanco.

Tanto el Popocatépetl como el Iztaccíhuatl tienen una presencia cultural milenaria en la cosmogonía de los pueblos originarios mexicanos. En el caso del segundo volcán, cuenta la leyenda que un guerrero tlaxcalteca se enamoró de una joven gobernante de un pueblo aledaño.

Al mismo tiempo, una guerra sanguinaria entre los aztecas y los tlaxcaltecas se desató. Antes de que el soldado partiera a librar una batalla contra el enemigo, pidió la mano de la joven a quien le había jurado amor incondicional. Su padre, un cacique poderoso, le concedió su bendición, siempre y cuando volviera sano y salvo del frente de batalla.

A la espera, la novia se vistió de blanco. Sin embargo, alguno de los enemigos de su prometido le informó que había perdido la vida. Ella se enfermó de tristeza, y falleció poco tiempo después sin saber que la noticia era falsa. Cuando el guerrero volvió victorioso de la guerra, se enfrentó con la noticia de que su amada había muerto.

A manera de rendirle homenaje, ella subió a un monte con una antorcha incandescente, donde la vela hasta la fecha. Con el tiempo, se convirtieron en volcanes. Hoy, milenios después de que la leyenda se fincó en la tierra, el Iztaccíhuatl perdió su vestido blanco a causa del calentamiento global.

Imagen de portada:NASA / WIKIMEDIA COMMONS

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 22 de junio 2022.

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