Argentina pierde más de US$1.300 millones anuales por el jabalí y otras especies exóticas invasoras.

Informe de la FAO

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura concluyeron un proyecto sobre diversas especies invasoras que afectan a la producción.

Por año, en la Argentina las cifras económicas por daños de Especies Exóticas Invasoras (EEI) son preocupantes. En rigor, el jabalí causa una pérdida económica de US$1380 millones; el estornino pinto supera los US$130 millones de perjuicio, impactando fuertemente sobre la producción frutícola; el castor ocasiona un costo de US$66,5 millones y; el mosquito tigre, como vector del dengue, zika y chikungunya, conlleva un menoscabo económico anual de más de US$23 millones.

Las EEI son animales, plantas y microorganismos transportados por las personas por fuera de sus límites naturales de distribución que, una vez en un nuevo territorio, se expanden y se vuelven dominantes. En este sentido, condicionan todo un ecosistema y el funcionamiento de especies nativas, lo que trae consecuencias negativas y económicas, así como enfermedades e impactos sobre valores culturales.

La FAO participó de un taller de intercambio que tuvo por objetivo reafirmar el compromiso de ambos países en el trabajo articulado y en estrechar los vínculos políticos y técnicos en post de la gestión integral del castor en Grande de Tierra del Fuego

El proyecto Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras (ENEEI) finalizó hace pocos días, producto de un trabajo de 7 años que marcó hitos y que permite medir el impacto sobre la economía argentina y sus ecosistemas

Los grandes hitos del proyecto: -Sistemas de Análisis de Riesgo (SAR) para evaluar solicitudes de introducción de especies de vertebrados terrestres, peces y plantas, y uno general para evaluar invertebrados. -Estrategia de Comunicación y Concientización Pública sobre EEI

Según los listados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las EEI son “responsables de la retracción de una de cada tres especies de animales amenazados de la Argentina”. Agregó: “Son el principal desafío de conservación en nuestros parques nacionales y reservas provinciales, municipales y privadas”.

En este contexto y en pos de gestionar de manera efectiva, la amenaza y el impacto que las invasiones biológicas generan sobre la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, la salud, los valores culturales y la economía nacional y regionales, el país puso en marcha su primera “Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras (Eneei)”.

Fue así que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MAyDS) junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como agencia de Implementación, con el apoyo del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés) y aportes de contraparte de organismos nacionales y provinciales, concluyó el proyecto “Fortalecimiento de la Gobernanza para la Protección de la Biodiversidad mediante la Formulación e Implementación de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras”.

La opinión de los expertos

En esta línea, Sergio Zalba, consultor FAO para la elaboración de la Estrategia Nacional sobre Eneei, se refirió a ese impacto económico que conllevan las EEI. “De norte a sur tenemos EEI; empezando por el ligustro en Jujuy que empobrece la selva, quitándole recursos a los pueblos indígenas, en especial a los ocloyas; pasando por Mendoza con el flagelo que traen las poblaciones de tamarindos a la zona de Llancanelo; bajando a Río Negro con la problemática del jabalí; y llegando a Tierra del Fuego, donde nos encontramos con la problemática ambiental y económica del castor”, describió. “Contar con una estrategia nacional de manejo de EEI era un paso fundamental y lo logramos. Lo que falta ahora es implementarla e involucrar de modo más fuerte al personal de Salud. Los diagnósticos cambian, por ende, es clave la construcción permanente de conocimiento para lograr el fin último que nos trazamos, que es la conservación efectiva de la biodiversidad”, remarcó Zalba.

Para Jessica Casaza, integrante de la Oficina Regional de la FAO y consultora técnica líder del proyecto, este trabajo “permitió generar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad de los ecosistemas, donde las EEI constituyen una de las principales amenazas de la pérdida de esa biodiversidad”. “Por lo tanto, el proyecto generó gran cantidad de herramientas para construir y mejorar normativas, para educar y capacitar; y ahora sumamos el poder contar con una estrategia nacional como resolución ministerial, lo cual es algo fundamental”, destacó. “Para la FAO este proyecto también fue un proceso de lecciones aprendidas, incluso en el proceso de implementación. Desde la organización estaremos siempre a disposición del gobierno argentino para seguir acompañando y facilitando acciones, incluso con otros países a nivel regional”, agregó.

Para Hivy Ortíz Chour, oficial principal del programa de campo de la Oficina Regional de la FAO, fue un trabajo de muchos años. “Las EEI afectan los sectores agrícolas productivos, la biodiversidad, el ambiente, y con ello, al bienestar de las personas. La prevención, control y gestión depende de todos los sectores, desde educadores para comprender los riesgos, profesionales de la salud para controlar los efectos de enfermedades, y técnicos agrícolas y ambientales para gestionar y evitar la propagación de estas especies. Esta estrategia de EEI logró unificar las diferentes perspectivas y proponer soluciones”, resumió .

Por su parte, Natalia Raissa Huykman, responsable de proyectos de Ambiente en FAO Argentina, precisó que “el proyecto ha aportado una gran cantidad de herramientas de prevención de introducción de EEI y manejo de aquellas especies presentes”. “Se generaron y fortalecieron capacidades técnicas, comunicacionales y educativas a más de 4000 personas, tanto de instituciones públicas nacionales como provinciales, diversas ONG, asociaciones y miembros del sector privado. Termina el proyecto, pero continúan los desafíos del tema y se inicia una nueva etapa de implementación de la estrategia, en la que la articulación y complementariedad entre jurisdicciones resultará clave para el éxito de las medidas y la conservación de los ecosistemas”, detalló Huykman.

En tanto, Beatriz Domingorena, secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del MAyDS, manifestó que el mismo significa “una oportunidad de apertura, de redireccionamiento de políticas públicas y de puesta en valor de todos los conocimientos y saberes que se fueron gestando durante este tiempo”.

Según comentaron, son cinco los ejes estratégicos transversales y complementarios:

  • implementación de una estrategia de comunicación, sensibilización y educación;
  • el fortalecimiento del conocimiento sobre las EEI;
  • la gestión integrada y coordinada entre los distintos sectores, instituciones y actores involucrados;
  • la asignación efectiva y oportuna de los recursos humanos y económicos relacionados con la gestión y manejo de las EEI;
  • y la implementación en el marco de un apropiado enfoque de género y de pueblos indígenas.

Imagen de portada: El Jabalí es considerado una especie invasora en la Argentina.

FUENTE RESPONSABLE: El Litoral. Santa Fe. Argentina. Informe de la FAO. 4 de julio 2022.

Argentina/Sociedad/Economía/Negocios/Producción/Especies invasoras/Animales

Taiwán enfrenta una invasión de sapos gigantes y tóxicos.

Las autoridades han retirado más de 200 sapos gigantes, cuyo veneno es especialmente letal para los perros y puede provocar complicaciones a humanos.

La fauna de Chaotun –un municipio localizado a las faldas de la región montañosa del centro de Taiwán– tiene una nueva especie, descubierta después de que un granjero de la localidad compartiera una fotografía en redes sociales de un sapo, sin saber que se trataba de una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN). 

La imagen llegó hasta Yang Yi-ju, experta de la Universidad Nacional Dong Hwa, quien alertó a la Sociedad para la Conservación de Anfibios de Taiwán, misma que puso en marcha un equipo de voluntarios que se trasladaron hasta el lugar para iniciar una cacería en busca de más individuos.

El sapo gigante (Rhinella marina) es un anfibio nativo de América y se distribuye desde el norte de México hasta la Amazonía Central. Se identifica por su gran tamaño (los machos pueden alcanzar más de 20 centímetros y se han registrado ejemplares de hasta 2 kilogramos de peso), además de su piel llena de verrugas irregulares con tonalidades que van del verde opaco al negro, pasando por el marrón. 

sapos gigantes Taiwan

Foto: Sam Yeh / AFP. Sean CHANG

Durante el siglo XX, la especie fue introducida en distintas latitudes con la intención de controlar otras plagas como ratas, escarabajos, y otra clase de insectos; sin embargo, su capacidad para alimentarse de una gran variedad de animales y competir con otros anfibios nativos provocaron que el sapo gigante se convirtiera en una plaga que pone en peligro el equilibrio de los ecosistemas donde es introducido.

Aunque se tiene registro de que el sapo gigante habita en Australia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea y Japón, se trata de la primera vez que la especie es avistada en Taiwán.

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El hallazgo de sapos jóvenes (un indicador clave de que la especie se está reproduciendo rápidamente in situ) aumentó la preocupación de Yang Yi-Ju, quien organiza cuadrillas que trabajan en polígonos de búsqueda de 200 por 200 metros, una labor que hasta el 6 de diciembre se había expandido 4 kilómetros a la redonda, según reporta AFP.

La primera noche, el equipo encontró a 27 individuos en un campo donde se cultiva arroz y diversos vegetales; sin embargo, en una segunda cacería se retiraron un total de 50 ejemplares de sapo gigante.

La principal hipótesis para explicar la llegada de los sapos gigantes a Taiwán está relacionada con la reciente prohibición de la especie como mascota, una legislación que entró en vigor en 2016 y que podría haber provocado su escape o bien, su abandono intencionado por vendedores y dueños.

sapos gigantes

Foto: Sam Yeh / AFP. Sean CHANG

Uno de los principales riesgos de la proliferación de la especie está relacionado con las glándulas parótidas ubicadas detrás de sus ojos, de las cuales segregan veneno que funciona como un mecanismo de defensa ante sus depredadores.

Cuando se sienten amenazados, los sapos gigantes segregan una bufotoxina que en áreas pobladas resulta especialmente dañina para los perros, que pueden morir después de lamer o morder a un individuo de la especie. 

Aunque la rápida respuesta y búsqueda de los últimos días ha permitido retirar a más de 200 individuos hasta la fecha, el peso de las ranas como un símbolo de fortuna y buena suerte en la cultura taiwanesa podría dificultar la misión de erradicar al sapo gigante antes de que sea demasiado tarde.

Según Yang Yi-Ju, es muy probable que los campesinos de la zona conocieran de antemano la presencia de la especie invasora; sin embargo, no fue hasta ahora que las autoridades medioambientales se enteraron de la situación.

Imagen de portada: Gentileza de Sam Yeh / AFP. Sean CHANG

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC en Español. Por Alejandro I. López. Diciembre de 2021

Anfibios/Asia/Especies invasoras.

 

 

 

 

Así es el pez robot creado para controlar a otras especies invasoras.

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El pez robot es idéntico a una lubina negra, el depredador natural del pez mosquito, considerado una de las especies invasoras más nocivas del mundo.

El pez mosquito (Gambusia affinis) es originario del Golfo de México. Con un tamaño máximo de siete centímetros y una cola abierta en forma de abanico, se trata de una especie que difícilmente resalta del resto de su familia; sin embargo, posee una característica que lo ha llevado a ser introducido por la mano humana a todo el mundo: 

Especializado en rondar justo debajo de la superficie en busca de alimento, el pez mosquito (también conocido como gambusina) es un depredador natural de larvas y pupas de mosquito que cuelgan bocabajo en la superficie de aguas estancadas. 

Esta habilidad, aunada a la necesidad de controlar al mosquito como vector de distintas enfermedades, provocó su introducción a Europa y el resto del mundo a inicios del siglo XX. Y aunque al principio la población de mosquitos se redujo drásticamente, su habilidad para adaptarse a distintas temperaturas y competir con peces y anfibios nativos los llevó a convertirse en una de las 100 especies exóticas invasoras más nocivas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Foto: NOZO / Wikimedia

Un siglo después, un grupo de científicos de la Universidad de Australia Occidental desarrolló una solución novedosa para reducir el efecto de las gambusinas en los ecosistemas donde fue introducido: 

Se trata de un pez robot que nada, se comporta y posee una apariencia idéntica a la lubina negra (Micropterus salmoides), una especie que multiplica el tamaño de la gambusina y se considera uno de sus principales depredadores en su hábitat natural.

Durante las pruebas en laboratorio, el equipo dispuso de doce tanques con seis peces mosquito en cada uno, además de un renacuajo de Litoria moorei, una especie nativa de Australia que es habitualmente presa del pez mosquito. Cada vez que una gambusina se acercaba a morder al renacuajo, el pez robot la atacaba para provocar su huida.

Después de analizar el comportamiento de los peces mosquito en los tanques donde se introdujo el pez robot y compararlo con las peceras donde no se introdujo, los investigadores concluyeron que la presencia del robot provocó cambios físicos, en el comportamiento y la reproducción del pez mosquito que se prolongaron durante semanas después del experimento.

En presencia del robot, los peces mosquitos decidieron nadar juntos en lugar de explorar el tanque y por lo tanto, sus ataques hacia el renacuajo se redujeron drásticamente. Además, todos los individuos que compartieron tanque con el robot mostraron una pérdida ligera de peso (probablemente debido al estrés y temor que causaba el pez robot). 

Más aún: la habilidad reproductiva de los peces mosquito se redujo significativamente. Tras analizar la calidad y cantidad de espermatozoides de los machos de tanques con y sin robot, el equipo descubrió que las células sexuales de los individuos expuestos al pez robot disminuyeron en aproximadamente 50 % comparado con el resto de peces mosquito.

Y aunque el resultado del estudio no pretende probar robots similares en la naturaleza, se trata de una muestra de que es posible desarrollar alternativas distintas a las usadas hasta el momento para minimizar el impacto de las especies invasoras:

“NUESTRO PLAN NO ES LIBERAR A CIENTOS DE MILES DE ESTOS ROBOTS EN LA NATURALEZA Y PRETENDER QUE RESUELVAN EL PROBLEMA, PERO PUEDE HABER MÁS DE UNA FORMA DE ASUSTAR A UN PEZ MOSQUITO. DARLE A LOS PECES UN OLOR SIMILAR AL DE SU DEPREDADOR, POR EJEMPLO, PODRÍA INDUCIR CAMBIOS SIMILARES”, EXPLICA GIOVANNI POLVERINO, ECOLOGISTA CONDUCTUAL Y AUTOR PRINCIPAL DEL ESTUDIO.

Imagen de portada: Gentileza de Giovanni Polverino

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC en Español. Por Alejandro I. López. Diciembre 2021.

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