La relación entre las nanas y el miedo.

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Federico García Lorca dedicó una de sus conferencias a las nanas infantiles, paseando por el mundo lírico de la cultura española y sus emociones. En general, navegar en el mundo lorquiano nos lleva, casi sin remedio, a empaparnos de pasión, melancolía, folclore y cierta tragedia. En particular, nos adentra en la interrelación existente entre las nanas y el miedo.

Lorca en esa conferencia de 1928 explicaba cómo, mientras las canciones de cuna europeas se limitaban a seguir unos patrones rítmicos utilizando la ternura como base, las españolas entretejían entre las melodías giros más complejos.

En un estudio de sus viajes por toda la península encontró en las distintas nanas referencias al miedo, al dolor e incluso al rencor de las madres cantando al peso de la responsabilidad.

«La canción de cuna europea no tiene más objeto que dormir al niño, sin que quiera, como la española, herir al mismo tiempo su sensibilidad».

-Federico García Lorca-

Una nana distinta a Eurovisión

Si Lorca nos ha servido como introducción de este artículo sobre las canciones de cuna y las emociones, casi un siglo después, la huella del poeta granadino se palpa en el universo creado por la cantante Blanca Paloma en su bulería Eaea.

La canción seleccionada durante la final del Benidorm Fest para representar a España en Eurovisión 2023 tiene como protagonistas –tanto en su letra como en su escenografía– elementos imposibles de separar de la obra de Lorca: la luna, el color rojo sangre y la muerte:

Blanca Paloma – “Eaea” | Benidorm Fest 2023 | Final

La artista alicantina describe su fusión electro flamenca como «un amor que va más allá de la muerte» inspirada en el mundo de las canciones de cuna. Aunque su sonido y vibración se alejan considerablemente del arrullo a bebés, sí que nos ayuda a vislumbrar aquellos matices que relacionan el temor y las nanas.

«Mi niño, cuando me muera

que me entierren en la Luna

y toah lah nocheh te vea,

toah lah nocheh menoh una».

-Blanca Paloma-

Beneficios de cantar nanas

Eso sí, haber comenzado repasado el tono melodramático de las canciones de cuna en la cultura española no debe esconder los beneficios derivados de su canto.

Al efecto calmante de las nanas es necesario unir la transmisión de seguridad y protección que siente cada bebé al escucharlas. El bienestar emocional no es el único beneficio de las nanas, sino también el aprendizaje cognitivo en el proceso del habla.

Además, de las investigaciones sanitarias más recientes se han inferido conclusiones curiosas como que:

  • Integrar las nanas cantadas por las propias madres en unidades de cuidados intensivos neonatales mejora la alimentación y el aumento de peso entre bebés con prematuridad.
  • Reproducir canciones de cuna mientras se realizan extracciones de sangre a bebés menores de un año reduce significativamente su tiempo de llanto y sus sensaciones de dolor.
  • Escuchar nanas, incluso en idiomas extranjeros, reduce la frecuencia cardíaca y la actividad electrodérmica en menores de un año, en un grado mayor que lo que ocurre con otro tipo de canciones.

Las emociones musicales

En términos absolutos, la música está muy asociada a los circuitos de recompensa del cerebro, facilita determinados estados sociales y modifica procesos cognitivos. Por eso incluso se habla de las emociones musicales.

De hecho, a los 8 meses de vida ya somos capaces de discriminar transformaciones melódicas de una secuencia original repetida. Esto sería la base orgánica de las nanas: la repetición de un compás -generalmente 4×4- reiterando la misma estrofa sin cambiar la melodía. Esta redundancia es la que genera el ritmo por el que responden de una manera muy parecida bebés de cualquier cultura.

En lo que se refiere a esto, una conocida firma de muebles británica realizó en 2019 un estudio en el que identificaron que canciones pop muy conocidas, como One de U2 o Hate me de Ellie Goulding, tienen la estructura musical de la que estamos hablando. Curiosamente, las letras de ambas canciones transitan por un sentido oscuro de las relaciones interpersonales con desesperanza y desasosiego. Y es aquí donde vemos la conexión de las melodías de cuna con los sentimientos de miedo.

U2 – One (Official Music Video)

El temor y las canciones de cuna

Lejos de tratar una intencionalidad explícita de trasladar miedo a bebés mediante las nanas, pasando por los ejemplos tomados por García Lorca y llegando hasta Blanca Paloma, en los distintos rincones de la península se une el afecto con la advertencia temerosa, la realidad con la fantasía. Y es que lo contrario al amor no es el odio, sino el miedo.

Porque solemos interesarnos por cómo influyen las canciones de cuna en bebés, pero posiblemente olvidamos que cantarlas durante el embarazo tiene efectos relajantes e incluso facilita la expresión de emociones complejas, tales como la ansiedad ante la incertidumbre, el miedo y el anhelo.

Una atención especial merece el hecho de elegir letras que contengan mensajes explícitos con palabras alarmistas o reprobatorias en melodías que, a priori, deberían trasmitir calma…, pero ese sería otro tema a tratar.

«Ay, ven a mí, niño mío, ya.

Ay, ven a mí, niño mío.

Duerme a mi vera

Que en mi pecho hay abrigo,

Abriguito pa´tuh penah».

-Blanca Paloma-

Imagen de portada: Gentileza de “La Mente es maravillosa”

FUENTE RESPONSABLE: La Mente es maravillosa. Por Sergio Vero. 23 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Canciones de cuna/Federico García Lorca/Bienestar emocional/Cognición/Tristeza/Temor/Conexiones.

Usted no cabe en el sueño (I)

La ansiedad es un ficticio campo de batalla aunque, como un poema, posee una verdad radical. 

Los soldados van a la guerra para acabar con sus enemigos, de lo contrario no cogerían un arma, salvo los suicidas. Pensarán en la muerte, pero logran eclipsar ese pensamiento con algo trascendente. Me gustaría saber cuál es ese pensamiento y apropiármelo, porque la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos, escribió Lorca.

Muchas veces siento que voy desarmado cuando hablo en público. También me sucede cuando me meto en un vagón de metro. Son extrañas estas vocaciones suicidas cuando no hay un escenario bélico. El convencimiento de que saldré a morir cuando no se muere es algo que envenena muchas noches.

«El chef con traje de corazones coloridos exige un buen servicio, pero las personas sin patria quieren deshacerse como un cubito de hielo puesto sobre una sartén caliente»

Las personas que van a la guerra tendrán hijos, seres queridos o una patria, que es una sinécdoque de las anteriores. Puede que pensar en sus hijos sea la forma de ignorar su mortalidad. 

A veces recuerdo los lugares donde un día fui amado y creo que esa es mi patria, o así disfrazo mi cobardía. Otras veces escucho grunge, una cosa kamikaze que me hizo bien en la adolescencia. Vivimos arropados de ideas, incluso las hacemos piel, pelos y música. Todavía guardo un mechón de pelo entre las páginas de un libro. A veces resucita, cuando tengo miedo. No lo tengo aquí, tampoco tengo hijos, no sé tener enemigos, ni creo en algo trascendente, pero tengo inocente dolor de pólvora en mis ojos. Lorca estuvo aquí.

Estoy en la cama de un hotel de Granada donde un día se llevaron a Lorca para acabar con su vida. 

Dejo Poeta en Nueva York en la mesilla y enciendo la televisión para no pensarme. Aparece un señor orondo, camina como braceando, intentando salvar su prominente barriga. Este señor tiene algo bélico, encara la cámara con el orgullo de alguien que conoce una patria. Al principio aparece vestido de calle, se mete en un restaurante y pide muchos platos. Acaba escupiéndolos. Después se pone un traje de cocinero repleto de corazones coloridos, se mete en las cocinas y observa con los brazos cruzados cómo trabajan.

Los cocineros y camareros que analiza parecen desterrados, odian algo de sí mismos, posiblemente ese destino al que se han encadenado. Solo así puede comprenderse que sirvan comida podrida y los insectos atraviesen las encimeras, aunque en la televisión todo es mentira, como mis guerras. Lorca es verdadero como verdadera fue su guerra.

El chef con traje de corazones coloridos exige un buen servicio, pero las personas sin patria quieren deshacerse como un cubito de hielo puesto sobre una sartén caliente. El chef da órdenes, también hace de psicólogo y las personas deprimidas son conducidas por un extraño sueño sin poesía. Lloran y se abrazan. Ese señor les ha librado de su guerra. Aparentemente. No me reconozco en esas personas, pero un día podría ser una de ellas.

«Alguien me dijo que su truco para quedarse dormido era sentirse apaleado, como si te hubiesen dado una paliza, la adrenalina se derrite y te rindes»

Ha pasado la medianoche y apago el programa. Son mentira los aires. Solo existe una cunita en el desván que recuerda todas las cosas

El grifo gotea como si fuese el altavoz de una lejana soledad que pronuncia mi nombre. Mi pijama tiene un trozo de lechuga teñido de salsa blanca del kebab que me he comido sin hambre. Salto de la cama y el suelo está pringoso, camino sobre mis talones hasta el servicio para apagar esa voz, cierro el grifo como si castigara a una bestia metálica. 

Regreso a la cama con actitud de dormir, pero todo falla, solo pienso en el día de mañana: me desmayaré o me dará un infarto. Soy un impostor y mañana daré dos charlas en dos ciudades diferentes. Patéticas son las guerras que me desvelan.

Intento concentrarme en el sueño o descentrarme de la vida, pero no funciona. 

Escucho ruidos en la terraza del bar que está bajo la ventana, imagino que será un camarero retirando las sillas y las mesas con esa desgana que acabo de ver en la televisión, oigo cadenas para atar el mobiliario y siento la prisión de su noche hasta que llegue el día, entonces los turistas las liberarán de su cautiverio, pero el camarero volverá al suyo. 

Noche y día hacen nocturnos y desfiles entrecruzando sus propias venas. Es primavera la gente ríe en la calle, y me pregunto cómo logró dormir Lorca en este lugar.

Alguien me dijo que su truco para quedarse dormido era sentirse apaleado, como si te hubiesen dado una paliza, la adrenalina se derrite y te rindes. Pierdes la capacidad de estar en guardia. Intento repetirme aquellas palabras, pero ese truco nunca ha logrado narcotizarme. 

Llamo a mi padre, siempre lo hago en estos momentos, mi insomnio es compatible con su horario de trabajo: es una especie de psicólogo nocturno que conduce a las personas hacia sus camas, aunque solo tiene la licencia de taxista.

Imagen de portada: Federico García Lorca

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Sergio Antoranz. 12 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Granada; España/Federico García Lorca.

Cuando Federico García Lorca se enamoró de Cuba, con Víctor Amela.

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“Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”. Estas palabras corresponden a una de las dos únicas cartas que escribe Federico García Lorca en La Habana. 

En Nueva York escribió muchas más, porque se aburría, pero en Cuba encontró su lugar en el mundo. Allí hizo las paces consigo mismo y con su homosexualidad. Fue el país donde escribió la obra de teatro El público, una obra en la que habla de la represión homosexual y del derecho a expresar la propia sexualidad.

Víctor Amela ha escrito Si yo me pierdo (Destino, 2022), una obra en la que explora los tres meses que pasó Lorca en Cuba en el año 1930, después de estar en Nueva York.

“Yo que leí muchísimo sobre Lorca cuando escribí Yo pude salvar a Lorca, y me que daba por buen conocedor de la vida de Lorca, desconocía este paréntesis de tres meses. 

Sí sabía que había hecho una escala en La Habana, pero no sabía cómo de importante había sido para él, y cómo decidió prolongar esa estancia hasta el punto de que su madre estaba preocupada y en una carta le dice a una amiga “me parece que a mi hijo le está gustando más Cuba que su tierra”.

Imagen de portada: Víctor Amela

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Ana Ballabriga. Editor: Arturo Pérez-Reverte.

Sociedad y Cultura/Literatura/Federico García Lorca/Podcast/Víctor Amela.

Trece dibujos y un poema de Federico García Lorca: así se evitó su exportación a Estados Unidos.

No hubo acuerdo en 2019 en las negociaciones entre la propietaria de los dibujos y una galería de arte de Nueva York, por lo que finalmente el Ministerio de Cultura acabó declarándolas Bien de Interés Cultural.

Sobre el cielo negro, culebrinas amarillas», así comenzaba el poema Lamentación de la muerte del poeta Federico García Lorca que se quiso exhibir (o vender) en una feria de arte de Nueva York: un escrito y trece dibujos del poeta granadino del tamaño de una cuartilla. Una obra diminuta que contrasta con su inmenso valor por estar escrito dentro de un conjunto que forma parte del Poema del Cante Jondo. Una obra muy poco habitual del granadino (los dibujos) que podría alcanzar un alto valor en el mercado –sobre todo en el extranjero– si se hubiese llegado a poner a la venta.

La propietaria que obtuvo el lote a través de una herencia familiar contactó con la galería de arte Max Estrella. Los expertos le ofrecieron la posibilidad de vender las obras o exhibirlas: al final se optó por lo segundo ante la inseguridad de la propietaria sobre la venta de las mismas. Sin embargo, las reuniones entre ambas partes se torcieron y la propietaria no quiso ni vender, ni prestar las valiosas obras. Tampoco el Estado hubiera permitido sacar este tipo de obras al extranjero: Alberto de Juan solicitó la autorización de la exportación al Ministerio de Cultura que finalmente declaró las obras como Bien de Interés Cultural.

El precio de estas obras en el extranjero es mucho más valiosa según contaron desde la galería por eso pidieron permiso al Ministerio de su venta en el exterior. Ante la negativa de la propietaria, se propuso simplemente exhibirlas pero en el último momento la negociación se rompió y tuvieron que rellenar el hueco vacío de la feria con otros dibujos con los que contaba una neoyorquina que descendía de una pareja de Lorca a quien el poeta les regaló cuatro dibujos.

Cada pieza dibujada alcanzaría 10.000 euros en su valoración inicial, pero los expertos en arte coinciden que hoy se superaría con creces ese valor inicial. La causa es el escaso número de obras que han salido a la venta de García Lorca, con tan solo una docena vendidas desde los años 80.

Exposición de dibujos de García Lorca en Toledo

Este manuscrito en particular tiene un inmenso valor, pues se trata de un poema que es un borrador del que fue publicado. Una obra que sirve a los estudiosos para conocer más a fondo la obra del autor, tanto a nivel literario como histórico.

Imagen de portada: Federico García LorcaGTRES

FUENTE RESPONSABLE: El Debate. España. Por Adrián González Sebastián. 14 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Federico García Lorca/Patrimonio Cultural/

Controversial.

 

 

 

 

La redención americana de Lorca: así escribió ‘Poeta en Nueva York’ entre la depresión y el desamor.

Agosto de 1929 encontró al poeta de vacaciones en Vermont. Antes de partir, el poeta se encontraba en un momento sentimental y literario crítico.

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Era su primer viaje a América, pero al partir el 19 de junio hacia Estados Unidos a bordo del transatlántico Olympic desde el puerto de Southampton, el desánimo abrumaba a Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 – Víznar, 1936). Por una parte, no lograba superar su ruptura sentimental con el escultor Emilio Aladrén, amigo de Salvador Dalí y de Maruja Mallo, que lo describía como «un lindo chico, muy guapo, muy guapo, como un efebo griego. Era un festejante mío (como dicen en Argentina) y Federico me lo quitó […]». Tras dos años de relación (1927-1928), Aladrén había abandonado al poeta por la inglesa Eleanor Dove.

Por si esto fuese poco, tras el éxito del Romancero gitano sufrió las burlas insidiosas (y tal vez tiznadas de envidia) de sus mejores amigos, Dalí y Luis Buñuel, que tildaron su poesía de «comerciable» y vulgar. Y, finalmente, él mismo temió estar convirtiéndose en una suerte de autor folclórico dedicado a la gitanería.

Su depresión era tal (según Ian Gibson le rondó incluso la idea del suicidio) que Fernando de los Ríos, su antiguo profesor y amigo de la familia, le pidió que le acompañara a Nueva York. Y Lorca aceptó, a pesar de escribir al embajador de Chile, su íntimo Carlos Morla Lynch, que «New York me parece horrible pero por eso mismo me voy allí». Ya en el barco, poco antes de desembarcar, insistía: «Me siento deprimido y lleno de añoranzas. Tengo hambre de mi tierra. […] No sé para qué he partido; me lo pregunto cien veces al día. […] no me reconozco. Parezco otro Federico».

Y, sin embargo, cuando desde el buque tuvo su primera visión de Nueva York, el 26 de junio, le deslumbraron los rascacielos iluminados «que tocaban las estrellas», «las miles de luces, los ríos de autos» de aquella «Babilonia trepidante y enloquecedora». Tanto que apenas dos días después de desembarcar, escribió a su familia que «París me produjo gran impresión, Londres mucho más, y ahora New York me ha dado como un mazazo en la cabeza», y para subrayar lo increíble de la ciudad, les aseguraba que en solo tres de sus grandes edificios «cabe Granada entera. Son casillas donde caben 30.000 personas».

«Aprendiendo» inglés

Al final, pasaría nueve meses en Nueva York y otros tres meses en Cuba. Como si de un estudiante actual en viaje agosteño de estudios se tratara, el fin oficial de la aventura americana de Federico era aprender inglés. Lorca empezó a seguir cursos para extranjeros de la Universidad de Columbia en junio y julio, pero con tan poca dedicación como se temían quienes le conocían bien.

De hecho, antes de partir en La Gaceta Literaria se pudo leer: «¿A qué va Lorca a New York? ¿A aprender el inglés? […] Aprenderá el inglés en dos meses, con gramófono».

Lejos de las aulas, Lorca comenzó a frecuentar a León Felipe, Ángel Flores, Francisco Ágea, y se encontró con españoles de paso en la ciudad, como Julio Camba, Concha Espina, Antonia Mercé, Encarnación López (La Argentinita) o Ignacio Sánchez Mejías…

Cuando llegó agosto, el poeta, que no se había presentado al examen de inglés de la Universidad, escribió «El rey de Harlem», donde leemos «El sol que se desliza por los bosques / seguro de no encontrar una ninfa, / el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño, / el tatuado sol que baja por el río / y muge seguido de caimanes») y «1910 (Intermedio)», dos de los primeros poemas de lo que sería Poeta en Nueva York. También la revista Alhambra, que dirigía en Nueva York su nuevo amigo Ángel Flores, publicó dos romances traducidos al inglés y varias fotografías del poeta

Cielo abierto

Yo no podré quejarme

si no encontré lo que buscaba.

Cerca de las piedras sin jugo y los

insectos vacíos

no veré el duelo del sol con las

criaturas en carne viva.

Pero me iré al primer paisaje

de choques, líquidos y rumores.

que trasmina a niño recién nacido

y donde toda superficie es evitada,

para entender que lo que busco

tendrá su blanco de alegría

cuando yo vuele mezclado con el amor

y las arenas.

[…]

Yo no podré quejarme

si no encontré lo que buscaba;

pero me iré al primer paisaje de

humedades y latidos

para entender que lo que busco

tendrá su blanco de alegría

cuando yo vuele mezclado con el amor

y las arenas.

Vuelo fresco de siempre sobre lechos

vacíos,

sobre grupos de brisas y barcos

encallados.

Tropiezo vacilante por la dura

eternidad fija

y amor al fin sin alba. Amor.

Al tiempo, se multiplicaban las invitaciones para que pasase una temporada lejos de Nueva York, huyendo de las altísimas temperaturas de la ciudad. Finalmente, aceptará la de Philip Cummings e irá con su amigo a Eden Mills, en el estado de Vermont, un pintoresco pueblo fronterizo con Canadá.

Vacaciones en Vermont

Dicen los especialistas que la estancia en Vermont resultó clave para Lorca, pues el «paisaje prodigioso» le ayudo a soportar «una melancolía infinita» y resultó además muy fructífera en lo que a la creación poética se refiere. Escribió mucho y probablemente allí, en un estado de desesperación, nacieron los poemas «Cielo vivo», «Poema doble del Lago Edén» –con versos tan estremecedores como «Quiero llorar porque me da la gana / como lloran los niños del último banco, / porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, / pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado»–, «Vaca» y «Tierra y luna» de su futuro libro neoyorquino.

Y sin embargo, a pesar de la amabilidad de la familia Cummings, Lorca sentía que se ahogaba en aquella vida demasiado tranquila que no solo contrastaba con las seis bulliciosas semanas vividas en Nueva York sino que, al parecer, le despertaban unos recuerdos tristes que le quemaban, según le confesó a Ángel del Río en una carta de finales de agosto.

En los poemas escritos durante esas semanas, sin embargo, son escasas y difusas las alusiones a lo extremado del clima, pues lo cierto es que Lorca seguía profundamente impactado por el trato dispensado a la minoría negra. De ahí que los poemas agosteños de Poeta en Nueva York mencionados fuesen para el poeta y dramaturgo un verdadero grito de horror, de denuncia contra la injusticia y la discriminación, contra la deshumanización de la sociedad moderna y la alienación del ser humano.

El resto de las vacaciones lo pasó en Bushnell Ville y en Newburgh, disfrutando la hospitalidad, primero, de Ángel del Río y, luego, de Federico de Onís. Probablemente de esos días datan «Vuelta de paseo», «Nocturno del hueco», «Paisaje con dos tumbas y un perro asirio», «Ruina» y «Muerte». En total, García Lorca pudo pasar unas cinco semanas fuera de la ciudad en las que no dejó de escribir su futuro libro, que, sin embargo, no pudo publicarse hasta 1940, cuatro años después de su muerte.

Sin embargo, su transformación poética y personal había sido tan completa esos meses, tan abrumadora, que cuando años más tarde (entre 1931 y 1935) pronunciaba en distintas ciudades su conferencia-recital «Un poeta en Nueva York», solía dirigirse al público precisando: «He dicho un poeta en Nueva York y he debido decir Nueva York en un poeta».

Imagen de portada: Federico García Lorca en la Universidad de Columbia en 1929.

FUENTE RESPONSABLE: El Español. El Cultural. Por Nuria Azancot. 3 de agosto 2022

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El poeta dice la verdad

 

Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores

en un anochecer de ruiseñores,

con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo

para el asesinato de mis flores

y convertir mi llanto y mis sudores

en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja

del te quiero me quieres, siempre ardida

con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida.

Federico García Lorca,  Sonetos del amor oscuro.

Cliquea en el siguiente link; si deseas escuchar la canción.

El Poeta Dice La Verdad

Imagen de portada: Gentileza de El Viejo Topo

FUENTE RESPONSABLE: El Viejo Topo. Junio 2022

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Federico García Lorca: la incansable búsqueda de un poeta.

El 19 de septiembre de 2017, a ocho décadas de su desaparición y fusilamiento, se excavará por tercera vez la fosa común en la Sierra de Alfacar, muy cerca de Granada, donde el cuerpo de Federico García Lorca se habría perdido entre otros 4 mil cadáveres. En 2017 sus obras saltarán al dominio público, y su biógrafo, Ian Gibson, interpela aquí a su familia y al Estado español para descifrar el enigma que silenció la voz del poeta que esparció sus versos al mundo.

La puerta sonó dos veces la tarde del 16 de agosto de 1936. Esperanza Camacho se asomó y vio a tres hombres en la entrada de su casa en la calle Angulo, en Granada. «Tengo orden de detener a Federico García Lorca, a quien tienen escondido aquí», dijo Ramón Ruiz Alonso, un obrero tipógrafo y activista de derecha de la Segunda República Española. El poeta de 38 años bajó las escaleras como un niño asustado, pálido cual nube de invierno, repitiendo en voz baja: «Esto es un error… un abominable error».

Un mes antes, el golpe de Estado en Granada marcó el inicio de la Guerra Civil, y los embajadores de Colombia y México previeron que la vida del poeta corría peligro. Conocían sus principios: católico, comunista, anarquista, tradicionalista y monárquico, mas nunca lo sedujo la militancia. Le ofrecieron el exilio, pero no aceptó: «Yo soy un español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos», dijo en su última entrevista al periódico El Sol de Madrid.

A su retorno de Buenos Aires, en 1934, donde asistió al estreno de Bodas de sangre, García Lorca se dedicó a vivir y escribir contra el tiempo, como si hubiese sospechado que se aproximaba el fin. Recitará sus poemas, dará conferencias, rematará Yerma y La casa de Bernarda Alba, y revisará Suites y Poeta en Nueva York,  donde recogió su paso por la U. de Columbia, invitado por su amigo, profesor e ideólogo de izquierda Fernando de los Ríos. «Una de las experiencias más útiles de mi vida», se lee en sus páginas.

El 14 de julio de 1936, vuelve a Granada a reunirse con su familia en la Huerta de San Vicente, donde cientos de hombres y mujeres eran fusilados al amanecer, entre ellos su cuñado y alcalde de la ciudad. El poeta olfatea el miedo. Desconfía. Un día después buscó refugio en casa de la familia de su amigo, el poeta Luis Rosales, donde le detendrán en cuestión de horas.

El automóvil se alejó por las calles rumbo al edificio del gobierno civil. García Lorca es torturado y obligado a confesar. «¿Confesar qué?, ¿confesar qué?», decía a sus captores, quienes lo acusaban de «espía ruso, socialista, de ser amigo de Fernando de los Ríos, de masón y homosexual», según un informe de la Policía de Granada del 9 de julio de 1965 y que se hizo público el 23 de abril del año pasado. «Fue el primero en corroborar su asesinato a manos de autoridades franquistas», dice el dublinés Ian Gibson (1939), el biógrafo del poeta.

Esa noche, «pálido y desecho», según anota Gibson en Vida, pasión y muerte de García Lorca (1998), el poeta recibió la visita de Julián Fernández Amigo, cercano suyo. «Lo vio muy nervioso y le dejó mantas y cigarrillos Camel, mientras Luis Rosales intentaba salvarlo. Hasta consiguió una orden de libertad firmada por el Coronel Antonio González Espinoza, pero ya era muy tarde: ya había sido trasladado a La Colonia», dice Gibson, el lugar donde los prisioneros pasaban sus últimas horas antes.

Es posible que el fusilamiento de García Lorca se ordenara la noche del 18 de agosto. En la madrugada del 19, el poeta y otros tres hombres fueron subidos a un viejo Buick y llevados hacia Ainadamar, Fuente Grande, en las alturas de La Colonia. La macabra comitiva avanza entre la oscuridad y se detiene junto a un olivo que pasará a la historia. Se oyen disparos, y cuatro cuerpos ruedan por la tierra, ensangrentándola. El poeta había muerto.

¿El fin de un enigma?

Ian Gibson, hoy radicado en Lavapiés, Madrid, tenía 18 años cuando leyó Romancero gitano (1928), y la que iba a ser su tesis doctoral sobre García Lorca, mutó en una ardua investigación de su muerte. «En 1971 publiqué en París La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, prohibido en España, claro. Es curioso que siendo un poeta tan popular en su país, los vestigios del régimen entorpezcan la búsqueda de la verdad. España ha sido incapaz de afrontar el terrible problema de los miles de asesinados por el franquismo que aún yacen en fosas comunes, incluido él, el desaparecido más famoso del mundo. A García Lorca lo mataron porque no aguantaban su obra, y porque era no solo un ‘rojo’, sino un ‘rojo maricón’. Además su padre, un hombre liberal, tenía adversarios políticos en la ciudad y andaba en medio de mucha envidia: al padre por ser rico, al poeta por su fama».

En 2009, bajo el mandato de Rodríguez Zapatero, se excavó por primera vez la fosa donde descansarían sus restos junto a otros 4 mil cuerpos de los más de 100 mil desaparecidos durante la dictadura española. Nada suyo encontraron. «Después supimos que cuando se vallaba el recinto para su inauguración, en 1986, se hallaron restos humanos cerca del famoso olivo que habían sido trasladados ilegalmente a otro rincón ¡solo porque estorbaban los trabajos! Esto no se ha investigado y es vergonzoso. Si me pregunta la jueza argentina -María Servini, quien este año tomó el caso- voy a aportar con todo lo que sé a la investigación», dice el biógrafo.

En 2014, otra búsqueda en el mismo sector, al pie de la Sierra de Alfacar, chocó con la negativa de la familia García Lorca, encabezada por Laura, sobrina-nieta, albacea y presidenta de la fundación que lleva el nombre del poeta. La misma, meses atrás, protagonizó la polémica por el destino de los más de 19 mil documentos de su legado, que en 2017 saltaron al dominio público, y que hasta ahora permanecen en España. «Los suyos han disfrutado 80 años de los derechos de autor, y ahora Lorca será libre, irónicamente, de su familia, que se ha negado a hacerse exámenes de ADN para apresurar su hallazgo», añade Gibson, quien a 80 años del asesinato del autor, reeditó, por Ediciones B, Lorca y el mundo gay; Ramón Ruiz Alonso. El hombre que delató a García Lorca, y Lorca y Dalí. El amor que no pudo ser.

El irlandés colaboró con la nueva búsqueda de los restos en una excavación que se llevó a cabo el 19 de septiembre,  financiada por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro. «No creo que haya algún hallazgo -dice-, pues se hará a 20 metros de la anterior. Súmale la poca disposición de su familia. No sé si ocultan algo, ¡hay tantas teorías! ¡Sabrán dónde está? ¿Sacaron los restos? Me gustaría que dijeran delante de un notario: no sabemos nada de eso».

Ni un poeta le es comparable, opina el biógrafo. «Lorca escribió: Viva moneda que nunca se volverá a repetir. Es eso, García Lorca fue, sigue siendo y será irrebatible». Más allá del poeta, del eco de sus letras, del enigma que rodea su muerte y dondequiera que haya ido a parar su cuerpo, ese hombre talentoso, Federico, previó su triste y horroroso fin en el poema Fábula y rueda de tres amigos, que no vio la luz hasta 1940, con la publicación de Poeta en Nueva York: «Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas, / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron».

Imagen de portada: federicogarcialorca.net

FUENTE RESPONSABLE: La Tercera.Chile. Culto. Diciembre 2017

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La barraca y la faceta que definió a Federico García Lorca.

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Hablar de Federico García Lorca es referirse a un agudo observador del habla, de la música y de las costumbres de la sociedad rural española; a un poeta y dramaturgo que dio expresión al deseo, al amor, a la muerte, al misterio de la identidad y al milagro de la creación artística, entre muchas cosas más.

Nacido el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, España, el personaje que se convertiría en el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX, se mudó con su familia al pueblo de Granada y formó su infancia aprendiendo letras, música y teatro con su madre.

En el otoño de 1914, García Lorca se inicia en las carreras de Filosofía y Letras, y Derecho, y entabla amistad con Martín Domínguez Berrueta, titular de Teoría de la Literatura y de las Artes, una relación que lo llevaría a viajar por otras regiones de España, despertando su vocación como escritor que dio como fruto primer libro de prosa, Impresiones y paisajes, en 1918, donde el joven poeta descubre su deseo de discutir temas políticos, inquietudes religiosas, la vida monacal, la escultura renacentista, y el porvenir de España en general, y más.

En 1919, con ayuda de su amigo Fernando de los Ríos, Federico finalmente llega a Madrid a la Residencia de Estudiantes, dirigida por Alberto Jiménez Fraud, que, con ideales similares a los de Oxford o Harvard, pretendía ser el hogar espiritual donde se fragüe y depure, en corazones jóvenes, el sentimiento profundo de amor a la España. Y así fue, tanto en Madrid como en Sevilla, se juntó con un grupo de colegas donde pudo cumplir las intenciones que descubrió al viajar por la provincia española.

Así, en años por venir, Federico García Lorca se hizo amigo y compañero de personajes como Luis Buñuel, Emilio Aladrén, Rafael Alberti y Salvador Dalí, con quienes conoció el surrealismo y alcanzó su madurez como dramaturgo y poeta, atento al arte del pasado, y formando parte de uno de los grupos poéticos más importantes de Europa y del resto del mundo. En estos años, durante la década de 1920, trabajos como Romancero Gitano y Mariana Pineda vieron la luz.

Ateneo de Sevilla en 1927. Asistentes, de izquierda a derecha: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Chabás, Bacarisse, José M» Platero, Blasco Garzón, Jorge Guillén, Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego. Fuente: Centro de Estudios Montañeses.

Fue en la primavera de 1929 que Lorca se alejó del ambiente andaluz y de su círculo de amigos ilustres al acompañar a Fernando de los Ríos, su antiguo maestro y amigo de su familia, a Nueva York y Cuba, donde tendría la oportunidad de aprender inglés, vivir por primera vez en el extranjero y renovar su obra, incluso escribiendo El público, una de sus obras más complejas y multifacéticas que explora la naturaleza de la pasión homosexual, recordando ese tiempo como una de las experiencias más útiles de su vida, incluso mencionando: «Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba

El regreso a España y la creación de su legado: La Barraca

Sintiéndose renovado y aliviado, Federico García Lorca regresó a España en 1931 y empezó a colaborar en proyectos con Eduardo Ugarte que pretendían fomentar un mayor intercambio entre la cultura de las ciudades y la de los pueblos.

Es así como nació La Barraca, formada por estudiantes de Filosofía y Letras y Arquitectura, quienes se encargaron del montaje escénico, y donde colaboran artistas como Ramón Gaya, Santiago Ontañón, Ponce de León y Benjamín Palencia, autor del popular cartel de La Barraca. En este teatro ambulante que no buscaba ningún propósito político, sino únicamente cultural, los cuatro artistas se ocuparon de la realización escenográfica y la actuación junto con los estudiantes.

Eduardo Ugarte y Federico García Lorca con La Barraca en la Residencia de Estudiantes de Santander. Fuente: Centro de Estudios Montañeses.
Federico García Lorca frente al cartel «La Barraca» de Benjamín Palencia. Fuente:  Centro de Estudios Montañeses.

Solamente con un autobús para el transporte del personal y una camioneta entoldada, llamada graciosamente «la bella Aurelia», para llevar los decorados y equipajes, Federico García Lorca y La Barraca funcionaban como podían, cambiándose a veces incluso en habitaciones prestadas por el vecindario.

De Madrid a Santander, y pasando por todos los pueblos que había entre la ruta, La Barraca presentaba obras como El caballero de Olmedo, La dama boba, Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, Fuenteovejuna, y más, que fueron catalogadas por la prensa nacional como triunfos excepcionales, llevando y cargando la cultura y las letras a diversas partes de España que no lo tenían a su alcance, haciendo de Federico, además de poeta, dramaturgo, e intelectual, también un docente y figura de la historia del teatro, porque, para los estudiantes se trataba de una formación única, pero para García Lorca, La Barraca fue su determinante formación teatral, una que le enseñó el oficio de director.

Un ensayo de Fuenteovejuna. Ugarte y Lorca a la derecha. Fuente: Archivo Goyeneche.

No obstante, el 28 de agosto de 1936, diez días después del asesinato de Federico García Lorca a manos del gobierno de ultra derecha, La Barraca abandonaría Santander para no volver nunca más.

Ya fuera entreteniendo, impartiendo cultura, o cosechando talentos de teatro, escenografía y letras, mirando en retrospectiva, La Barraca puede definirse como la faceta más importante de Lorca, porque también al ser su su última, lo graduó en la práctica escénica y como director y formador, una etapa que empata en gloria a la del oficio de sus letras, las que siempre velaron por hablar de las inquietudes más profundas del corazón humano, y que son por las que ultimadamente es recordando el joven nacido en Fuente Vaqueros.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

FUENTE RESPONSABLE: FAHRENHEITmr Magazine. Abril 2022

Sociedad y Cultura/Literatura/Federico García Lorca/La Barraca

La relación de Federico García Lorca con la Semana Santa: De la fe de la niñez a la crítica constructiva.

VIVIR

  • El año 1929 fue un punto de inflexión en la vida del poeta.
  • Posteriormente se mostraría nostálgico con sus recuerdos de la niñez.

El poeta trasciende a través de los años gracias a su habilidad para permear en el imaginario cultural granadino, tanto en el momento de su vida y confección de su obra como una vez fue ejecutado, lo que le ha convertido en una de las figuras más enriquecedoras de la historia cultural granadina

Es por ello que también existen registros sobre su relación con la Semana Santa, una historia de reconciliación con la fe o al menos con el imaginario cristiano que humaniza aun más su figura.

Si deseas profundizar sobre esta entrada; cliquea por favor adonde está escrito en “negrita”.

La principal referencia que dejó el de Fuente Vaqueros sobre su relación con la Semana Santa se encuentra en un texto breve en prosa fechado en 1929 en el que se mostraba especialmente crítico con la celebración católica en este breve e intenso escrito: «Desde luego, se encontrará el viajero con la agradable sorpresa de que en Granada no hay Semana Santa. La Semana Santa no va con el carácter cristiano y anti espectacular del granadino».

Es la primavera de este mismo año el poeta sufre un punto de inflexión en su vida. Dalí decidió poner distancia en la relación entre ambos, por lo que en esa primavera no marcharían como en anteriores ocasiones a Cadaqués junto al artista y su familia. 

Lorca cae en profunda depresión y pasa unos meses muy duros, también por su difícil relación con el escultor Emilio Aladrén, que no estaba bien vista por sus compañeros de la Residencia de Estudiantes.

Emilio Aladrén y García Lorca

Emilio Aladrén y García Lorca

Emilio Aladrén y García Lorca

Lorca decide salir en procesión y portar la Cruz de Guía de Santa María de la Alhambra ese mismo año en su mayor acercamiento a la tradición semana santera hasta el momento. 

El poeta solicitó el favor de salir como penitente y la petición fue atendida. Sin embargo, había un problema de base, y es que ni era cofrade ni contaba con el traje reglamentario de la cofradía, algo que iba en contra de las normas, por lo que tuvo que realizar el trayecto descalzo y con la cara cubierta. 

Lorca no abusó de su condición de personaje reconocido, por lo que tramitó dicha petición de forma anónima. Una vez se presentó en la sacristía, los cofrades advirtieron con sorpresa que se trataba del aclamado poeta. Dos meses después, Lorca firmo del Boletín de inscripción en dicha Cofradía de Santa María de la Alhambra, con fecha de 20 de mayo de 1929 y con una cuota mensual de una peseta.

Tras su penitencia en aquella Semana Santa granadina le siguieron unos críticos poemas contra la jerarquía de la iglesia católica en ‘Poeta en Nueva York’. El ejemplo más emblemático lo encontramos en ‘Grito hacia Roma desde el Chrysler Building’, en lo que se trata de un alegato contra el poder papal. 

El texto, publicado en 1936, muestra una visión crítica a la vez que nostálgica. El poeta denuncia que las profesiones de los años treinta, en comparación con las de su niñez, tienen cierto «afán exclusivamente comercial que no iban con la seriedad, la poesía de la vieja Semana».

Lejos de declararse en contra de esta celebración, Lorca realmente la encumbra desde el poso de sus recuerdos y rememora «una Semana Santa de encaje, de canarios volando entre los cirios de los monumentos, de aire tibio y melancólico como si todo el día hubiera estado durmiendo sobre las gargantas opulentas de las solteronas granadinas, que pasean el Jueves Santo con el ansia del militar, del juez, del catedrático forastero que las lleve a otros sitios».

Ilustración de un paso de Semana Santa en la Carrera del Darro

Ilustración de un paso de Semana Santa en la Carrera del Darro.

El poeta pidió que «restauraran aquella Semana Santa vieja, y escondieran por buen gusto ese horripilante paso de la Santa Cena y no profanaran la Alhambra, que no es ni será jamás cristiana, con tatachin de procesiones, donde lo que creen buen gusto es cursilería, y que sólo sirven para que la muchedumbre quiebre laureles, pise violetas y se orinen a cientos sobre los ilustres muros de la poesía» y consideraba que «Granada debe conservar para ella y para el viajero su Semana Santa interior; tan interior y tan silenciosa, que yo recuerdo que el aire de la vega entraba, asombrado, por la calle de la Gracia y llegaba sin encontrar ruido ni canto hasta la fuente de la plaza Nueva».

Penitente en la Semana Santa conquense.

Existen registros de la visita de García Lorca a la Semana Santa de Huesca en el año 1932, una visita recogida en el libro «En España con Federico García Lorca», un diario escrito por el embajador chileno Carlos Morla Lynch, que le acompañaba en el viaje, junto al poeta Rafael Martínez Nadal.

‘El día de Cuenca’, 1995

'El día de Cuenca', 1995

‘El día de Cuenca’, 1995

La historia fue recuperada para el recuerdo conquense por el crítico literario local Florencio Martínez Ruiz, que en el Pregón de Semana Santa de 1989 citó esa escapada de Lorca a Cuenca en los días sacros. Posteriormente, en abril de 1990, dio a conocer la historia en una página completa de ABC bajo el título de «García Lorca en la Semana Santa de Cuenca»

En el año 1995 el periodista conquense publicó en el diario ‘El Día de Cuenca’ una doble página titulada «García Lorca, penitente «sui géneris» en la Semana Santa conquense». 

Este nuevo artículo sobre la visita del poeta a tierras conquenses aportó muchos datos de esas tres jornadas, incluyendo un dibujo de García Lorca y de la Virgen de las Angustias, de la que decía Florencio que tenía una representación múltiple con elementos y notas de Cuenca y Granada.

El libro del embajador chileno fue publicado en 1955 bajo la censura franquista, que omitió información relativa a la visita del poeta, figura incómoda para el régimen tras su ejecución. 

En 2008, el libro fue reeditado en un hermoso volumen, recuperando textos censurados e incluso se citan las fechas del viaje a Cuenca, que no figuraban en la primera edición.

Libro del embajador chileno

Libro del embajador chileno

Libro del embajador chileno

Pronta pérdida de fe

Un ejemplo de la relación del poeta con la fe y doctrina católica son ‘Los encuentros de un caracol aventurero’. Este simple texto que casi parece un cuento para niños esconde una profunda reflexión quasi filosófica sobre la religión. 

Los personajes son ranas que representan la fe ciega y conservadora. Estos no admiten otros cultos y creencias, representadas en la figura del caracol. 

La fe católica estuvo presente durante toda la juventud del poeta, que no tardaría en revelarse contra ésta en una clara pérdida de la creencia. Similar a lo que sucede con las ranas del relato. En el poema se da un enfrentamiento entre la fe católica más reaccionaria y la libertad que ansía la multitud. 

Por tanto, en esta obra encontramos un buen resumen de la relación del poeta con la religión, alejado de los dogmas pero también de la crítica feroz, tratando de ubicarse en un espacio único de adaptación y comprensión con una visión, una vez más, adelantada a su tiempo.

‘Paso’ del ‘Poema de la Saeta (Cante Jondo), por Federico García Lorca

Virgen con miriñaque,

virgen de Soledad,

abierta como un inmenso

tulipán.

En tu barco de luces

vas

por la alta marea

de la ciudad,

entre saetas turbias

y estrellas de cristal.

Virgen con miriñaque

tú vas

por el río de la calle,

¡hasta el mar!

Imagen de portada: Gentileza de Granada Hoy. España. La relación de Federico García Lorca con la Semana Santa: De la fe de la niñez a la crítica constructiva.

FUENTE RESPONSABLE: Granada Hoy. España. Abril 2022

Sociedad y Cultura/Semana Santa/Granada/Federico García Lorca

La vigencia de “Poeta en Nueva York” de Federico García Lorca.

El poeta pasa una estancia en la Universidad de Columbia entre 1929 y 1930, durante ese periodo, Lorca vive dos depresiones; la propia y la de Nueva York. 

Desde antes de llegar, en el barco siente un gran sentimiento de arrepentimiento y de aversión pues todo le parece poco bello. Ya en la gran ciudad esa sensación se agudiza, ya que la modernidad y la industrialización le parecen excesivas al punto de le alineación del ser humano. 

En ese momento, Nueva York estaba pasando por el crac del 29 que generaba en la ciudad un gran desasosiego, desesperanza y miseria. Tiempo después, en 1933, Lorca escribiría:

“Impresionante por frío y cruel… Espectáculo de suicidas, de gentes histéricas y grupos desmayados. Espectáculo terrible, pero sin grandeza. Nadie puede darse idea de la soledad que siente allí…”

Lorca, entonces, tomaría todas esas impresiones de la ciudad de los rascacielos para escribir “Poeta en Nueva York” en el que, desde el título, el escritor tomaría protagonismo, pero además empezaría con la experimentación y la vanguardia.

Es interesante cómo el Nueva York de los años 30 y el de ahora, aunque evidentemente no son iguales, pasan por una crisis que marcó y marcará la historia de la ciudad. 

Nueva York es una de las ciudades más afectadas por el COVID-19 y durante las últimas semanas hemos visto escenas de desesperación, desesperanza y abismo humano; similares a las que Lorca contempló hace 90 años.

En el poemario podemos leer no solo el sentimiento decaído de Lorca, sino el estado anímico de todo alrededor:

Panorama ciego de Nueva York (Fragmento)

Si no son los pájaros

cubiertos de ceniza,

si no son los gemidos que golpean las ventanas de la boda,

serán las delicadas criaturas del aire

que manan la sangre nueva por la oscuridad inextinguible.

Durante su estancia no sólo convivió con gente de la universidad, sino que tuvo la oportunidad de interactuar con comunidades irlandesas, italianas, chinas, judías, latinas y negras; esa diversidad le dio al poeta multiculturalidad y algo de esperanza, pero al mismo tiempo mostró una sociedad que, aunque es diversa, tiende a los excesos, a la discriminación y al racismo.

Nella Larsen es una de las personalidades que acompañó y llevó a Lorca al barrio de Harlem. Nella en su obra reflejaría la mezcla de la cultura norteamericana con la africana; a Federico ésta preocupación social lo llena, pues el poeta siempre se sintió muy cercano al pueblo y sobre todo a los más vulnerables:

Norma y paraíso de los negros (fragmento)

Es por el azul sin historia,

azul de una noche sin temor de día,

azul donde el desnudo del viento va quebrando

los camellos sonámbulos de las nubes vacías.

Es allí donde sueñan los torsos bajo la gula de la hierba.

Allí los corales empapan la desesperación de la tinta,

los durmientes borran sus perfiles bajo la madeja de los caracoles

y queda el hueco de la danza sobre las últimas cenizas.

En el poemario se muestra la dicotomía de estas comunidades en la ciudad.

Aunque por un lado es una denuncia social para reivindicar su raza y sus raíces, también expone la situación en la que viven. Durante años Estados Unidos ha enfrentado distintas etapas que han ido liberando de poco a la población negra, pero el racismo tan arraigado no lo ha logrado aún desaparecer. Lorca alude a la liberación afroamericana y a las injusticias cometidas en su contra, al mismo tiempo que sueña con un futuro mejor de libertad y esperanza:

El rey de Harlem (fragmento)

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente

a todos los amigos de la manzana y de la arena,

y es necesario dar con los puños cerrados

a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,

para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,

para que los cocodrilos duerman en largas filas

bajo el amianto de la luna,

y para que nadie dude de la infinita belleza

de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!

No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,

a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,

a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,

a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Aunque el caso de George Floyd no es de Nueva York, su desafortunado asesinato, los eventos posteriores, así como la necesidad de reivindicar sus derechos, sí muestran la realidad y situación de la mayoría de los afroamericanos en aquel país.

Los poemas y textos aquí citados son fragmentos, pero si deseas leer “Poeta en Nueva York” o conocer más de Federico García Lorca puedes consultar estas ligas:

Poemario:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poeta-en-nueva-york-785140/html/

Universo Lorca

Imagen de portada: Gentileza de Indigo Staff

FUENTE RESPONSABLE: INDIGO LIVE

Sociedad y Cultura/Literatura/Federico García Lorca