Las 25 frases más famosas de Platón.

Platón fue un filósofo griego. Fundó la Academia de Atenas en el año 387 a.C y desarrolló sus pensamientos filosóficos mediante alegorías y mitos, como la conocida «teoría de las ideas», que sostiene que el mundo sensible es una «sombra» de otro más real. A continuación hemos seleccionado las frases más famosas de Platón.

  1. De noche, especialmente, es hermoso creer en la luz.
  2. El objetivo de la educación es la virtud y la meta de convertirse en un buen ciudadano.
  3. Existen tres clases de hombres: amantes de la sabiduría, amantes del honor, y amantes de la ganancia.
  4. El amor es sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.
  5. Los estados son como los hombres, nacen de sus mismos rasgos.
  6. Las piedras más grandes no pueden quedar bien asentadas sin contar con las más pequeñas.
  7. La honestidad suele generar menos ganancias que la mentira.
  8. Nunca hay desanimar a nadie que continuamente hace progresos, no importa lo lento que vaya.
  9. Cualquier hombre puede fácilmente hacer daño, pero no todos los hombres pueden hacer el bien a otro.
  10. El hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida.
  11. Las buenas acciones nos dan fuerza a nosotros mismos e inspiran las buenas acciones de los demás.
  12. Si el semblante de la virtud pudiera verse, enamoraría a todos.
  13. Un recipiente vacío hace el sonido más fuerte, por eso los que tienen un menor ingenio son los más grandes charlatanes.
  14. Cuando un hombre no se sacrifica por sus ideas, o no valen nada estas o no vale nada el hombre.
  15. La pobreza no viene por la disminución de la riqueza, sino por la multiplicación de los deseos.
  16. Una vez se ha empezado a conocer, es imposible no caer rendido ante la idea de ver las cosas tal y como son.
  17. Debemos construir una sociedad en la que cada uno haga aquello en lo que es mejor.
  18. El tiempo es la imagen de la eternidad en movimiento.
  19. La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser.
  20. Volvamos sobre nuestros pasos para llegar al fundamento de la razón.
  21. Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz.
  22. Pensar sin brechas es necesario para construir fuentes del saber.
  23. Cuando una multitud ejerce la autoridad, es más cruel aún que los tiranos.
  24. La libertad está en ser dueños de la propia vida.
  25. La mejor riqueza es contentarse viviendo con poco.

Imagen de portada: Gentileza de OK Diario

FUENTE RESPONSABLE: OK Diario. Por Janire Manzanas. Mayo 2022

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La remuerte de Sócrates.

El método de Sócrates era el de cuestionar y cuestionarse, y por eso mereció morir. A ojos de los encargados de la educación de cada país, lo sigue mereciendo.

En su Historia de la filosofía occidental, Bertrand Russell dice: “El relato de un estúpido sobre las ideas de un hombre inteligente nunca es acertado, porque inconscientemente traduce lo que oye en algo accesible a su entendimiento”. Usa estas palabras para referirse al texto en el que Jenofonte argumenta que no había razones para condenar a muerte a Sócrates.

La defensa de Jenofonte es tan clara y decisiva que necesariamente es simplona; pero con ella no acaba de demostrar una injusticia, pues si el comportamiento y las ideas de Sócrates hubiesen sido tan simples, ni siquiera habría motivo para haberlo juzgado.

Jenofonte comienza su libro mostrando asombro por el funesto veredicto: “A menudo me he preguntado sorprendido con qué razones pudieron convencer a los atenienses quienes acusaron a Sócrates de merecer la muerte a los ojos de la ciudad. Porque la acusación pública formulada contra él decía lo siguiente: ‘Sócrates es culpable de no reconocer a los dioses en los que cree la ciudad, introduciendo, en cambio, nuevas divinidades. También es culpable de corromper a la juventud’”.

El comentario de Russell es correcto, pero mal dirigido, pues Jenofonte no era ningún estúpido. Como alumno de Sócrates, ciertamente no estuvo al nivel de Platón. No en filosofía. Pero a Jenofonte se le considera uno de los grandes talentos militares. Gran templanza, lucidez, elocuencia, maña y liderazgo empleó para sacar del territorio enemigo a su ejército de mercenarios griegos. Este episodio se halla entre las grandes proezas de la historia militar. Sin duda ese ejército, bajo las órdenes de Sócrates o Platón o el mismo Russell, habría terminado empalado en las riberas del Tigris.

La filosofía podía ocuparse de abstracciones metafísicas, pero también había nacido para buscar el mejor modo de vivir. Una sabiduría terrena. La gran sabiduría para la situación en que se hallaban los soldados de Jenofonte no tenía que ver con la eternidad del alma o si en los cielos existía un círculo perfecto, sino con darse cuenta de que “la disciplina supone la salvación, mientras que la indisciplina ha perdido ya a muchos” o que “en la guerra, quienes buscan por todos los medios conservar la vida, ésos por lo general mueren” o con sapiencia tan elemental como: “No hay quien se atreva a hablar a los griegos de concertar treguas sin haber suministrado antes el almuerzo”.

En su Hipólito, Eurípides hace esta crítica a los filósofos por boca de Teseo: “¡Oh hombres que poseen muchos conocimientos en vano! ¿Por qué enseñan innumerables ciencias y de todo hallan salida y todo lo descubren y, en cambio, una sola cosa no saben y no la han cazado aún: enseñar la sensatez a los que no la poseen?”.

Aquí hay que hacerle poco caso a Teseo, que muestra pocas luces. Tampoco su hijo se acerca al buen juicio cuando le responde: “Muy hábil debe ser aquel capaz de obligar a ser sensatos a los que no lo son”.

Al menos socráticamente, la filosofía no es disciplina para enseñarse sino para aprenderse. El método socrático era el de cuestionar y cuestionarse. Era la vida examinada. Era conócete a ti mismo. Era la libertad dentro de la ley, pero cuestionando las leyes y a los gobernantes. Era la autodeterminación. No son recetas que se enseñen; son frutos que se cosechan.

Por eso Sócrates mereció morir. Maldito prevaricador. Y lo sigue mereciendo. Por fortuna los encargados de la educación de cada país nos protegen y le siguen administrando al filósofo griego su letal dosis de cicuta para desterrarlo de las escuelas y asegurarse de que nunca más vuelva a corromper a la juventud.

Imagen de portada: Gentileza de Entre Letras.

FUENTE RESPONSABLE: Letras Libres. Por David Fontana.Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy. Diciembre 2021.

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La amistad; según Aristóteles

Cómo elegir bien a tus amigos, según el filósofo Aristóteles

El erudito clásico dividía la amistad en tres tipos de clasificaciones. ¿Cómo pueden entenderse y aplicarse sus hallazgos teóricos en pleno siglo XXI y desde un punto de vista psicológico?

En un tiempo como el que estamos viviendo, si algo ha adquirido especial relevancia son los vínculos que nos unen a otras personas. 

Ahora, más que nunca, hemos caído en la cuenta de lo importante que es cuidarnos los unos a los otros. Y esto es aplicable no solo a nuestro círculo más íntimo, como bien pueden ser la pareja, los familiares o los amigos más cercanos, sino también a aquellas personas que todavía no son tan especiales para nosotros y nos hacen sentir bien. 

De hecho, una de las mejores sensaciones que hay es cuando conectas con una persona, compruebas que tenéis muchas cosas en común y os encanta compartir momentos juntos. «Majo» puede ser la palabra comodín más utilizada que usamos con esa gente a la que no conocemos tanto y a la que queremos descubrir. 

Uno de los rasgos de toda buena amistad es que no viene impuesta, sino que la elegimos. A diferencia de otros lazos que mantenemos y que ya nos vienen dados como pueden ser los familiares, los amigos se eligen. 

Podemos divertirnos, descubrir partes de nosotros mismos o aconsejarnos en los momentos difíciles. Debemos saber cómo fortalecer unos lazos más que otros de acuerdo a la reflexión personal que hagamos sobre lo que nos une a ciertas personas en la actualidad. 

Ahora bien, no todo el tipo de relaciones amistosas que establecemos con otras personas son provechosas; en algunas puede que nos equivoquemos en nuestra elección. 

Las traiciones son más frecuentes de lo que parece, y no todas las amistades son un camino de rosas. 

Las redes que tejemos con los demás se configuran a partir de formas y motivos muy diferentes. Esta es una de las grandes preocupaciones de la filosofía desde tiempos inmemoriales, pues ninguno somos islas, y debemos aliarnos con otras personas a las que reconocemos como iguales, pero también como diferentes, para implementar cambios en el mundo real o llegar a acuerdos que nos permitan subsistir y crecer material y espiritualmente. 

Uno de los mayores filósofos clásicos que intentó aproximarse teóricamente a los mecanismos de socialización que dan paso a ese espíritu de camaradería previo a la amistad fue el griego Aristóteles. 

El estagirita disertó muchísimo sobre conceptos tan elevados como la «esencia» o la «sustancia», pero también sobre asuntos tan mundanos como es la forma en la que surge y los motivos por los que se afianza una amistad.

Foto: Estatua de Aristóteles en Estagira. (iStock)

La lección que Aristóteles nos enseñó sobre la amistad: una guía para la vida 

Así, distinguió entre tres tipos de amistad: por interés (cuando ambos comparten una razón instrumental que les hace extraer un beneficio recíproco, lo que viene a ser una relación de conveniencia), por placer (amigos con los que simplemente te lo pasas bien, pero que no existe entre ellos esa intimidad compartida) y, en último lugar, lo que el filósofo denominó como la «amistad perfecta»: la más permanente en el tiempo que nace del valor que otorgamos a las virtudes del otro y que nos hacen querer estar cerca. 

Esta clase de amigos, que podríamos englobar en la categoría de «para siempre», acaban forjando una especie de mundo común y compartido de signos, mitos y recuerdos, a partir de un curioso sentimiento de unión y complicidad que les hace querer vivir en proximidad.

Los tipos de felicidad aristotélicos aplicados a la psicología

Ahora bien, ¿cómo podemos concretar aún más los tres tipos de amistad de Aristóteles y llevarlos a nuestra vida cotidiana del siglo XXI? 

Muchos de los aspectos y las preguntas que cubría la filosofía en los tiempos clásicos tenían que ver con las relaciones humanas, como es el caso del erudito griego, un ámbito que ahora se estudia bajo la lupa de las ciencias sociales o de la psicología. 

Por ello, recientemente un equipo de psicólogos alemanes intentó extrapolar las teorías de Aristóteles sobre la amistad a la psicología de nuestros días y probarlas científicamente en un estudio, del que se ha hecho eco ‘Life Hacker’.

Fuente: iStock

Fuente: iStockAsí, Martina Miche, Oliver Huxhold y Nan L. Stevens analizaron las relaciones de casi 2.000 adultos con edades comprendidas entre los 40 y los 85 años, encontrando que en vez de tres como decía el filósofo, eran cuatro los tipos que existen de amistad:

  • La amistad exigente: los más cercanos. Este tipo de uniones «no eran reemplazables y se distinguían muy fácilmente de las de meros conocidos». Por lo general, «estas personas no hicieron nuevos amigos al final de la edad adulta, pero mantenían a los que ya tenían durante toda su vida».
  • La amistad independiente: referida a esa clase de gente que «se contenta con tener algunas personas solo para interacciones de carácter amistoso». En este sentido, «tendían a evitar establecer amistades cercanas o duraderas y dejar que las circunstancias vitales pusieran el fin a sus relaciones de compañerismo».
  • La amistad ‘selectivamente adquisitiva’: aquellas personas «comprometidas y que se esfuerzan continuamente por hacer nuevos amigos a lo largo de su vida», de tal modo que «sus amigos pueden ser confidentes de larga duración y también lejanos conocidos». A juzgar por la descripción, es un vínculo que está en un punto medio del primero y del segundo.
  • La amistad ‘incondicionalmente adquisitiva’: en contraste con las anteriores, este tipo de amistades carecen de tantos lazos emocionales. «En general, este grupo de personas busca más socializar que profundizar a un nivel emocional». Y esta es, precisamente, las que los investigadores identificaron como la más común y que más abarca, pues amigos de verdad o exigentes se tienen pocos, y al final todo acaba siendo un conglomerado de gente con la que nos llevamos bien sin pretensiones de forjar una relación excesivamente profunda.

Al conocer bien y tener en mente esta clasificación de las amistades, podemos actuar en consecuencia y saber fortalecer unos lazos más que otros de acuerdo a la reflexión personal que hagamos sobre lo que nos une a esas personas en la actualidad. Como dicen los autores, «puedes aprender a comunicarte mejor con ellos y también a poner coto a las altas expectativas». En definitiva, lo más maravilloso de la amistad o de las relaciones de compañerismo que surgen de forma intencionada o fortuita es que en ningún momento se mantienen estáticas, sino que maduran, se adaptan y se reconfiguran a diario a partir de las elecciones que tomamos, pues no podemos caer bien a todo el mundo ni estar con varias personas a la vez. Siempre hay un momento en el que tienes que decidir con quién quieres estar y a quién dedicar más o menos tiempo. Y aunque sea difícil decantarse por una u otra opción, al final siempre prevalecen aquellos amigos con los que de verdad tenemos una conexión profunda e íntima, una manera similar de ver el mundo y responder ante él; pues hay muchas personas divertidas con las que pasamos buenos momentos, pero al final lo que todos necesitamos y buscamos es alguien con quien crecer a nivel personal y superar las dificultades de la vida.

FUENTE: RELACIONES HUMANAS/FILOSOFÍA/VIDA Alma, corazón y Vida – Por Héctor G. Barnés – E. Zamorano