La «frónesis» o el encanto de la sabiduría práctica

Uno de los aspectos interesantes de la frónesis es que se trata de un concepto que no tiene una traducción precisa. Es algo así como saber leer las situaciones específicas y tomar decisiones acertadas en función de un fin loable.

Gracias a La mente es maravillosa.

La frónesis, o phronēsis, es un concepto de la ética que estuvo muy presente en la filosofía griega. Fue evolucionado especialmente por Aristóteles en su Ética a Nicómaco, donde se consideraba una de las grandes virtudes del ser humano. No existe una traducción exacta para esta palabra, pero podría decirse que se trata de la “sabiduría práctica”.

Los griegos pensaban que la frónesis formaba parte de las artes del buen vivir. Quien tenía esta propiedad era capaz de desenvolverse en diversas situaciones con total éxito. El primero en referirse a ella fue Sócrates, quien la consideraba una especie de sumatoria de todas las virtudes.

Platón también hizo alusión a la frónesis en su obra Menón, definiéndola como “entendimiento moral” y considerándola el atributo más importante de todos cuantos se pueden aprender. Sin embargo, aclaró que esta virtud no puede ser enseñada, sino que es fruto de un profundo conocimiento de uno mismo.

 

La frónesis, una gran virtud

Aristóteles fue quien desarrolló más a fondo el concepto de la frónesis. Para él, era una forma de sabiduría diferente a la de “sofía”, una palabra que hacía alusión al conocimiento universal más propio de la ciencia. Esta vendría a ser una suerte de “sabiduría teórica”.

En cambio, la frónesis correspondía a la sabiduría materializada. No era simple aplicación del conocimiento, sino que exigía la capacidad de decidir para lograr un fin determinado. También la virtud para elegir la aplicación del conocimiento en función del mayor bien posible, en concreto, para una vida plena. Por lo tanto, se trataba de una virtud ética.

La frónesis también está asociada a la política en Aristóteles. En este terreno, la sabiduría se aplica al bien común. Así mismo, quien posee ese atributo se convierte en el líder ideal para las comunidades y los colectivos. Implica que hay conocimiento, sensatez y prudencia en las decisiones que se toman.

 

Aristóteles.

 

La relación con la ética

Aristóteles señalaba que hay tres formas de apelar al carácter, al que los griegos denominaban “ethos”. Esta última palabra significa ‘costumbre’ o ‘conducta’ y hace referencia a la manera de ser, en particular al comportamiento moral. Los tres componentes del ethos son, según los griegos, la frónesis, el areté y la eunoia.

La areté es la voluntad de excelencia. Es propio de las personas que están formadas para pensar, hablar y obrar con éxito. Estaba determinada por tres virtudes: andreía, o valentía; sofrosine, o equilibrio; y dicaiosine, o justicia.

Por su parte, la eunoia hacía referencia a la buena voluntad hacia la gente. Podría ser un sinónimo de nobleza, o de lo que hoy conocemos como empatía. La triada se completa con la frónesis. Esta no sería fruto de la buena formación del carácter, como las otras dos, sino de la experiencia. Por eso, Aristóteles pensaba que no podía estar presente en una persona joven.

 

El pensador de Rodin.

 

Una virtud del intelecto

Aristóteles señaló que la frónesis era una “virtud de la inteligencia”, la cual permitiría “deliberar rectamente respecto de los bienes y de los males” en función de lograr la felicidad personal y colectiva. Por lo tanto, se trataba de un atributo intelectual que se hacía presente en hechos concretos y no potenciales.

Supone conocimientos, pero no universales, sino anclados en un tiempo y un lugar, o sea, en situaciones específicas.

Mientras que la virtud, o areté permite establecer altos fines o nobles propósitos, la frónesis permite elegir medios justos y realizar procedimientos adecuados para lograrlos. No es una habilidad, porque la habilidad es suficiencia para realizar algo que ya está predeterminado. En este caso, se requiere reflexión aguda antes de la acción y esta no es repetitiva.

Aristóteles llegó a decir que la frónesis es una condición necesaria para ser feliz y una característica fundamental para tener credibilidad en lo social. Implica una mente formada, lúcida, pero práctica a la vez, y con una alta dosis de sentido común. Por eso esta es una virtud propia de los líderes y de quienes tienen la capacidad para persuadir a otros.

Pericles fue considerado la materialización misma de la frónesis. Se le vio como un gobernante con enorme capacidad para persuadir y lograr que otros le siguieran, gracias a que empleaba estrategias que le permitían obtener lo que se proponía.

Imagen de portada: Pericles

FUENTE RESPONSABLE: Cultura Inquieta

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La relación entre Eros y la filosofía.

El filósofo sería un medio entre la ignorancia y la sabiduría. Decía Platón en el Banquete: «Eros es necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante».

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Para abordar este punto, voy a centrarme en una parte de la mitad final del Banquete de Platón: el diálogo entre Sócrates y Diotima, de donde extraigo la idea fundamental del tema. Antes de desarrollar la relación entre Eros y la Filosofía, me parece preciso en primer lugar clarificar lo que Sócrates, instruido por Diotima, da a entender sobre la cuestión de Eros: quién es y cuál es su naturaleza.

Por un lado, la naturaleza de Eros: Diotima, por medio de un relato mítico, nos explica que Eros es hijo de Poros y Penia. Por una parte, Penia era la personificación de la Pobreza, es decir, la falta de recursos, y, por otro lado, Poros es la divinidad de la riqueza, la valentía y la fortaleza. Contextualizando un poco, todo discurre en la celebración del nacimiento de Afrodita. Entonces, Penia, aprovechando la embriaguez de Poros, se hace un hijo de este, engendrando así a Eros. Por tanto, entendiendo su naturaleza, se puede deducir que Eros lleva inherente a su ser: la carencia, que se traduce por el deseo incesante hacia eso de lo que está falto y, al mismo tiempo, posee la valentía y la tendencia a estar siempre al acecho de lo bello y lo bueno, pues:

Es Eros también acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la fiesta del nacimiento de la diosa y al ser, a la vez, por naturaleza un amante de lo bello, dado que también Afrodita es bella.

(Banquete, 203c)

Eros es amante de la sabiduría, pues al carecer de ella, la desea poseer. Se podría decir, en relación con la Filosofía, que cualquier amante de la sabiduría se encuentra poseído por este medio que es Eros, pues se es consciente de la carencia de conocimiento, y por ello, se desea conocer. Este deseo es fundamental, ya que es lo que motiva y da plenitud a la actividad filosófica. Los filósofos serían esos «valientes’’ que se dirigen a atravesar el puente que conduce a lo verdaderamente Bello: la sabiduría. Estas personas, al igual que Eros, se diferencian del ignorante en que no creen saber, pues son conscientes de su desconocimiento, y por ello desean conocer. En cambio, los ignorantes desconocen, además, su propio desconocimiento, por eso no desean saber más, pues no piensan estar faltos de sabiduría.

Más lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que lo es suficientemente. Así, pues, el que no supone estar necesitado no desea tampoco lo que no considera necesitar.

(Banquete, 203e-204a)

El filósofo sería un medio entre la ignorancia y la sabiduría. «Eros es necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante» (Banquete, 204b).

Por tanto, la relación de Eros con la Filosofía es muy estrecha, pues es Amor por el saber; es ese impulso que nos mueve hacia el encuentro con la Belleza. Los filósofos, al reconocer la carencia de verdad, la buscan incesantemente, se ven ‘’poseídos’’ por el Amor a la sabiduría. La Filosofía sería el nombre que recibe este sentimiento de amor, y que da pie a la actividad de construir y cruzar el camino que conduce a la verdad. Filosofar no es más que esa incesante y amorosa búsqueda de respuestas, utilizando como herramientas las preguntas y la rigurosidad, para llegar al desvelamiento de la verdad.

También se debe destacar el hecho de que el conocimiento absoluto es un fin que nunca se llega a poseer del todo, pues, si se pudiera llegar a alcanzar, el deseo se desvanecería, ya que solo deseamos aquello que nos falta. Al ser conscientes de la imposibilidad de su alcance, estamos constantemente sedientos de saber y, lejos de ser una realidad pesimista, debemos entenderla como una gracia, ya que solo el hecho de intentar ir en su búsqueda implica un movimiento; movimiento que puede ocupar toda una vida llena de sentido, pues el conocimiento no se agota en una sola vida humana.

Por tanto, aunque esta no se alcance, la Belleza es una luz que conmueve y nos atrae. Y gracias a tener la vista orientada a ella, la vida del filósofo está dotada de intención y voluntad, y mientras se labra su camino hacia Bien pleno, descubre también partes de la realidad que le ayudan a comprenderla de una mejor manera: enriqueciendo su vida y su relación con esta. Y al mismo tiempo, esta experiencia va ligada con la enseñanza: el hacer ver al resto lo contemplado. En definitiva, la Filosofía es ese deseo por el saber, que motiva la vida del filósofo a la búsqueda y al acompañamiento de sus semejantes hacia el fin más pleno y bello; allí donde reside la felicidad.

—Por la posesión —dijo— de las cosas buenas, en efecto, los felices son felices, y ya no hay necesidad de añadir la pregunta de por qué quiere ser feliz el que quiere serlo, sino que la respuesta parece que tiene su fin.

(Banquete, 205a)

BIBLIOGRAFÍA: Platón, Fedro, Banquete (Trad. C. García Gual, M. Martínez Hernández y E. Lledó Íñigo). Madrid: Gredos.

Imagen de portada: Diotima (Ilustración) Wikipedia.

FUENTE RESPONSABLE: Filosofía en la red. Por Patricia Lorenzo. 11 de noviembre 2022.

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