Aunque me abandone al olvido

Nadie perdona, lo sé

a quien recuerda las cosas.

(Carmen Conde)

Con un brillante prólogo a cargo de Fran Garcerá llega a las manos de los lectores la imprescindible reedición de Honda memoria de mí publicada hace un meses por Lastura, reafirmando —una vez más— su línea editorial, ese espíritu de compromiso con las escritoras, habitualmente opacadas por las estructuras patriarcales subyacentes. Habrá quien crea que Carmen Conde, integrante de la Generación del 27 (aunque siempre desdibujada), primera mujer nombrada académica por la RAE, una autora canónica, tiene la presencia que por su alta calidad merece. 

En mi opinión, la autora de Cartagena merece mucha más atención, especialmente un acercamiento crítico a las obras previas a Mujer sin Edén, que marca un antes y un después en su trayectoria. Y su integración real en el canon escolar.

Honda memoria de mí se publicó en 1946 (aunque lo había terminado en enero de 1942) en edición exquisita de Josefina Romo Arregui, poeta y editora lamentablemente hoy olvidada de todos —y todas—, y contó con las ilustraciones de Eduardo Vicente y Pedro de Valencia. La crítica lo acogió con entusiasmo porque, para ese momento, Conde ya tenía una voz firme, precisa, reflexiva y metafísica en la que, como ya avisa el responsable de la edición, “se hallan los ecos predecesores de la queja milenaria y subversiva que supuso Mujer sin Edén. [..] ante el silencio de la divinidad, Carmen Conde centró la mirada en su interior, en la suma de seres que la habían precedido hasta llegar a ella: la huella colectiva de la Humanidad en la conciencia del individuo” (p. 25 y 27).

Un acierto de Garcerá en esta edición de Honda memoria de mí es que mantiene la primigenia versión —modificando exclusivamente ortografía y acentuación— publicada por Romo Arregui, pero incorporando las anotaciones que hizo la propia autora en las correcciones de la prueba de imprenta explicando el texto, “para lectores que necesiten mayor claridad” (s/p) tal y como se indica. Este complemento de carácter didáctico enriquece la comprensión del poema y favorece que no sea necesaria interpretación crítica, pues la poeta, con impecable rotundidad explica que la obra supone un un canto a la vida como ciclo eterno, una memoria de la humanidad:  “soy el joven que se halló con espada/y cortó el misterio a su paso./ El anciano que a espejos sonríe/perdonándose la experiencia./La mujer que rocía de leche/al hijo que le pusieron/mientras ella se precipitaba/al hervor crepitante del génesis.” (p. 44).

A lo largo del poemario la música se identifica con la poesía, con la juventud del yo lírico que revisita el tiempo buscando comprender el sentido de la vida que no se percibe con la inteligencia, siempre restringida a lo conceptual, puesto que “entender es esfuerzo ciclópeo/de la triste inteligencia,/que no puede explicar lo que siente/cuando ansiosa se vuelca, velando,/al borde sombrío y ardoroso/de un precipicio de nuncas” (pp. 54-55). 

Y es así que lo ininteligible solamente se alcanza con lo que ella define como suprema inspiración mística que busca su perfeccionamiento progresivo, pero que nunca se logra terminar: “la gracia sí; es mi amante/yo me he entregado la gracia/soñando con la fortaleza” (p. 55). La poeta ansía pasar de ser una voz cargada de dudas, de preguntas sin respuestas, para ser la Voz de la humanidad que alcance a comprender el misterio de la vida. Pero el misterio de la vida se resiste a pesar de ese estar permanentemente despierta, atenta a cada realidad asible/inasible; a velar siempre inmune al sueño toda vez que “no es al sueño a quien quisiera/preguntarle por mi presencia./El sueño es enemigo de la quietud/que busco como ansío a Dios” (p. 66).

Revisitar esta Honda memoria de mí y establecer la interconexión con los tres publicados en 1947 (Sea la luz, Mi fin en el viento y  de su capital  Mujer sin Edén) obligan a  integrar este poemario en la misma etapa, pero no como introito de la misma, sino como obra decisiva que ayuda a vertebrar la fortaleza expresiva, esas imágenes como herramientas técnicas que potencian el motor poemático, el ascetismo que anhela alcanzar lo místico, el imposible encuentro con Dios (los títulos nunca son baladíes en Conde: mujer sin Edén, es decir, sin paraíso, sin eternidad posible en unión con El Creador), desarrollando una posición metafísica de mujer sola, libre de ataduras al varón para afrontar su destino, que supone un excepcional avance en relación a los tópicos habituales que marcaban el espacio femenino en relación a la religiosidad.

Carmen Conde, libertad creadora como un viento que atraviesa toda la poesía española del siglo XX, se revela ya, con Honda memoria de mí, en toda su pujanza, con todo el vigor de mujer-alma-poeta que viene a nutrir la lírica española de los autores del exilio interior con ese desvelamiento del yo inmerso en un ciclo perpetuo del que somos, únicamente un eslabón de la cadena. 

Por eso es tan importante traerla al presente en esta cuidada edición de Lastura: porque su voz deslumbrante, siempre en proceso de perfeccionamiento metafísico, nos da la dimensión de una pionera que hizo de la escritura transgresora, revolucionaria y meditativa, de ese romper estereotipos clasistas/clasicistas, una forma de vida.

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Autora: Carmen Conde. Título: Honda memoria de mí. Edición: Edición, introducción y notas de Fran Garcerá. Editorial: Lastura. Venta: Todostuslibros.

Imagen: Cubierta de portada de “Honda memoria de mi”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Remedios Sánchez García. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 22 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Homenaje/Poesía/Carmen Conde.

Daniel Barenboim, 80 años de un músico que ha puesto a pensar al mundo.

Pianista, director de orquesta y ópera, pedagogo, pensador y activista por la paz. No cabe duda de que Daniel Barenboim, por calidad y cantidad, es un caso excepcional en la historia de la cultura.

Daniel Barenboim, en el Teatro Colón de Buenos Aires.

Sí deseas profundizar en esta entrada lee por favor adonde se encuentre escrito en color “azul”. Muchas gracias.

Daniel Barenboim es una de las grandes figuras de la música del siglo XX y lo que lleva corrido del XXI, cumple 80 años el próximo 15 de noviembre. Nació en Buenos Aires, hijo de Enrique Barenboim y Aída Schuster, ambos destacados pianista rusos que habían migrado a Argentina. Cuando Barenboim cumplió 10 años la familia se trasladó a Israel y desde 1954 puede decirse que es ciudadano del mundo, pues su actividad musical como estudiante y sobre todo como intérprete lo ha llevado infinidad de veces a todos los continentes. Su nombre es sinónimo de pianista, director de orquesta y ópera, pedagogo y pensador. En varias ocasiones ha estado en el centro de la tormenta por emitir sus opiniones acerca del conflicto entre Israel y Palestina, y también por haber ejecutado óperas de Richard Wagner (incluso en el Festival de Bayreuth) y haberlo presentado en Israel, donde se le acusó de fascista y pro-nazi. Además, junto con el pensador palestino Edouard Said creó a West-Eastern Divan Orchestra, que reúne músicos de Israel, Palestina y otras naciones árabes, lo cual también le ha generado críticas en los dos bandos, hasta el punto de que la sede de la orquesta está en Sevilla, España.

La trayectoria y los grandes aportes de Barenboim como pianista, director de orquesta y ópera, pedagogo, pensador y gestor cultural es tan rica y variada que lo más sensato es compartir aquí el link de su página oficial y el de la Fundación Barenboim-Said.

Para hablar de la trayectoria de Barenboim, CAMBIO contactó a David Feferbaum, miembro de la comunidad judía de Colombia, para conocer no solo su opinión del músico sino también del personaje que ha estado sometido a críticas por sus opiniones acerca del conflicto entre Israel y Palestina. Ingeniero químico de profesión, David Feferbaum es un compositor de música electrónica, melómano y estudioso de la historia de la música, además de haber sido gestor cultural y colaborador de la Radiodifusora Nacional de Colombia (hoy Radio Nacional), donde presentó una muy recordada serie sobre la historia de la música del siglo XX.

David Feferbaum, en una presentación con su sintetizador análogo.

CAMBIO: ¿Cuáles aspectos destaca de la carrera como músico de Daniel Barenboim?

David Feferbaum: La respuesta no es fácil. Barenboim ha estado actuando por más de 70 años. Desde 1950 hasta 2022, cuando anuncia su “retiro por ahora”, ha sido uno de los pianistas y directores de orquesta de mayor relevancia en el entorno internacional. Actividades a las que habría que agregar la de “pensador” de la música (hay quienes lo califican como filósofo), a través de sus numerosas charlas y publicaciones; y la de “docente”, con sus clases magistrales, muchas en los medios masivos, y sus ciclos de programas, como los de 1970 para conmemorar el bicentenario de Beethoven. Sin omitir su significativo aporte a la causa del entendimiento. Cualquiera de estas actividades le asegura a un artista una posición en el devenir musical.

CAMBIO: En su concepto, ¿cuál es el verdadero fuerte de Barenboim? ¿Pianista? ¿Director de orquesta? ¿Sus aportes como gestor cultural y sus posiciones en favor de la paz y el entendimiento?

D. F.: De alguna manera, mi respuesta anterior tiene implícita la de este punto. Hay artistas cuya actividad es difícil de cuantificar. La actividad de Barenboim como pianista sería la de un profesional totalmente dedicado a ello, sin ninguna otra línea complementaria o paralela, aunque sea usual que los intérpretes integren la docencia a su rutina. Sin embargo, su actividad como director de orquesta es igualmente comparable, si no más intensa que la de muchos directores dedicados exclusivamente a ello. Y, en su caso, se suma que también ha sido un importantísimo gestor cultural, un gran docente y un entusiasta promotor del entendimiento y la paz, todo dentro de la vivencia musical. Como dijo alguien al comentar su retiro, “Barenboim es y fue la música, ese es su fuerte”.

CAMBIO: ¿Cómo hizo un músico que nació en Argentina y se trasladó en 1952 a la aún naciente Israel para destacarse en un medio tan competido como la práctica musical en Europa?

D. F.: En el caso de la música, salvo contadas excepciones, el hecho irrefutable es que la calidad, la profundidad y la novedad se imponen y llevan al reconocimiento. A partir de la Segunda Guerra, la “globalización” de los artistas se hizo realidad, mucho antes que los acuerdos de comercio. El desarrollo de innumerables concursos ha facilitado la identificación de grandes talentos. Hacia los años 50, todavía en Argentina, cuando el niño Barenboim comienza a ser reconocido por figuras como Rubinstein o Arrau, o cuando a los 11 años lo audicionan y lo guían maestros como Fürtwangler o Markevitch hace que, antes de cumplir los 20, ya fuera un solicitado pianista y director y que, para 1967, la Orquesta Inglesa de Cámara lo invitara a dirigir una serie de conciertos que lo lanzan a un estrellato que consolidará con todas las grandes orquestas del mundo.

CAMBIO: Usted, como miembro de la comunidad judía en Colombia, ¿cómo ve las posturas que ha adoptado Barenboim con respecto al conflicto entre Israel y Palestina?

D. F.: El conflicto entre Israel y Palestina es muy complejo y la postura de Barenboim al respecto no solo es interesante sino importante. Llama la atención su postura de que, palabras más, palabras menos, “olvidemos los políticos mientras cada uno de nosotros pueda hacer su mayor esfuerzo para apoyar y promover la paz entre los dos pueblos”. Resultado de ello su propuesta de crear, en asocio con el académico palestino Edward Said, la Orquesta West-Eastern Divan, que convoca a músicos de ambas partes y otras nacionalidades como una alternativa de integración.

Daniel Barenboim.

CAMBIO: ¿Cómo analiza usted el hecho de que Barenboim haya llevado a Israel la música de Wagner?

D. F.: Sí, este, como otros aspectos de la cultura alemana asociados con el nazismo, llevan a la pregunta de cómo son aceptados en Israel. En el caso de Wagner, muchos judíos que por razones emocionales muy válidas asocian su música con el nazismo y, en consecuencia, con el Holocausto, encuentran muy difícil su audición. Sin embargo, en mi opinión, Wagner fue usado por el nazismo como un medio musical para demostrar la “supremacía aria”, al tiempo que vetaba y perseguía toda la creación de músicos judíos que, para esos años, había consolidado en buena parte la música germana como líder del desarrollo. Tal es el caso Arnold Schoenberg, el mayor revolucionario de la música, cuyas innovaciones, él mismo decía, le aseguraban la supremacía a la música germana por otros mil años, lo que hasta ahora es válido.

Wagner no es responsable de que su música hubiera sido utilizada como leitmotiv del Nacional Socialismo, aunque sus descendientes sí se aseguraron de ser miembros activos del mismo y gozar de los beneficios que ello les reportaba. Al fin de cuentas y pese a que, humanamente hablando, no es que Wagner fuera un personaje de admirar, su obra no deja de ser una de las manifestaciones más sublimes de la historia de la música. Y es por ello que lo alcanzado por Barenboim, al lograr interpretarlo en Israel merece mi admiración. Su música no podía estar ausente en el repertorio de un país tan musical.

CAMBIO: Como músico, pero también como ciudadano, ¿usted cómo ve el proyecto de la orquesta West-Eastern Divan?

D. F.: Crear, desarrollar y posicionar una orquesta es de por sí un desafío enorme. Y Divan se ha consolidado ya como una orquesta importante dentro del medio. Que su objetivo sea promover el entendimiento entre israelíes y palestinos, además de músicos de otras nacionalidades a través de la expresión musical, es admirable. No obstante, el proyecto ha tenido oposición de uno y otro lado, al punto de que su sede está en Sevilla, España. El propio Barenboim la define: “Diván no es una historia de amor, tampoco una historia de paz. Muy halagadoramente se ha descrito como un proyecto de paz. No lo es. No va a traer paz, así toque bien o no tan bien. Diván fue concebida como un proyecto contra la ignorancia. (…) Estoy tratando de crear una plataforma donde las dos partes puedan estar en desacuerdo sin recurrir a cuchillos”.

La orquesta, que se ha presentado internacionalmente con rotundos éxitos e incluso nos visitó aquí en Bogotá hace unos años, ha tenido compromisos tan serios como el de tocar las nueve sinfonías de Beethoven en los famosísimos Proms de Londres. Creo que es un esfuerzo maravilloso y no tengo palabras para manifestar mi admiración. En 2015 el éxito de la West-Eastern Divan llevó a la fundación de la Academia Barenboim-Said en Berlín, que ofrece diplomas en música y humanidades, pensada especialmente para estudiantes del Medio Oriente.

CAMBIO: ¿Cuál podría ser el legado de Barenboim, en vista de que a comienzos de año anunció su retiro de la música por cuestiones de salud?

D. F.: Lo resumió la revista Gramophone, cuando en octubre de 2022 —al reanudar la adjudicación de los premios anuales, suspendidos desde tres años antes por causa de la pandemia— le otorgó a Daniel Barenboim el Lifetime Achievement Award en reconocimiento a su extraordinario legado como pianista, director de orquesta y de ópera, además de sus escritos y su ejercicio docente. Fue en este evento donde anunció su retiro por razones de salud, aunque dejó entreabierta una pequeña puerta. Algunos optimistas confiamos en que pueda darse su regreso activo a la música.

A raíz de este retiro Simon Rattle, el notable director, lo describió como «la personificación del logro de una vida… No puedo pensar en ningún músico clásico que no haya sido influido, inspirado o no haya aprendido de Daniel durante todos estos años, como músico o como filósofo, por el extraordinario trabajo que ha realizado con la Orquesta Divan [Oeste-Este]. Por supuesto, uno de los más grandes músicos de nuestro tiempo, tanto como pianista como director”.

Imagen de portada:Daniel Barenboim

FUENTE RESPONSABLE: Cambio Colombia. Por Eduardo Arias. 13 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Música/Genios virtuosos/Daniel Barenboim/Israel/Palestina/Homenaje/David Feferbaum/Entrevista

 

Azucena Maizani: una pionera del tango.

A 120 años de su nacimiento.

Junto a Rosita Quiroga, Azucena Maizani marcó el rumbo de las muchas cancionistas que surgieron a comienzos de la década del veinte, iniciando la participación definitiva de la mujer en el tango.Durante años se presentó vestida con trajes masculinos tal como puede observarse en la primera película argentina totalmente sonora «Tango» o bien, con atuendos criollos de gaucho. Esta imagen «agresiva» para una mujer, contrastaba con la realidad de su tiempo.

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Azucena Maizani, «Milonga del 900», película “¡Tango!”, 1933.

Romántica, sentimental, revolucionaria. Nació en la ciudad de Buenos Aires el 17 de noviembre de 1902 y a los cinco años de edad se fue con unos parientes a vivir a la isla Martín García, por motivos económicos. 

Cuenta Francisco Canaro en sus Memorias que una noche en la Boite Pigalle se le acercó una mujer joven ofreciéndose para cantar. Comenta que era una «morocha de espléndida juventud» y con gusto le ofreció que realizara un pequeño ensayo en el intervalo, sin saber siquiera su nombre la presentó como Azabache y cantó dos canciones.  Otra de las anécdotas míticas de la época dice que en una fiesta familiar a la que habría ido con Delia Rodríguez, que en ese momento era una exitosa cantante, se encontraba Enrique Pedro Delfino acompañando en el piano a todo concurrente que se animara a cantar. Lo hizo Maizani y tal impresión causó en el pianista que la presentó al empresario teatral Pascual Carcavallo que a su vez la escuchó y la contrató. Debutó en el teatro Nacional el 27 de julio de 1923 en el sainete «A mí no me hablen de penas» de Alberto Vacarezza; no tenía letra, solamente cantaba el tango Padre nuestro compuesto especialmente para ella por Enrique Pedro Delfino y Vacarezza acompañada por la orquesta de Salvador Merino y lo hizo con tanto éxito que la noche del estreno el público lo hizo repetir cinco veces.

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AZUCENA MAIZANI – PADRE NUESTRO – TANGO – (AUDIO RADIAL )

Una idea de su consagración la da el hecho de que en su debut teatral le habían pagado doscientos pesos por mes y en la radio comenzó a ganar la misma suma pero por cada presentación.

En 1925 trabajó en el teatro San Martín en la compañía encabezada por Héctor y Camila Quiroga estrenando dos tangos que luego se popularizaron: Silbando y Organito de la tarde. Siguió en 1926 en el mismo teatro con Elías Alippi y en el teatro Hipodrome ubicado en Corrientes y Carlos Pellegrini. Durante 1927 actuó en el teatro Porteño, y algunos de sus éxitos fueron las interpretaciones de Pato, Amigazo y Esta noche me emborracho.

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Esta noche me emborracho

En 1931 viaja a Europa para realizar una memorable gira que termina durando dos años. Sin embargo, a su regreso se encuentra con una panorama distinto (gracias a su misma siembra): ya había muchas mujeres destacadas en la escena tanguera. Allí estaban Libertad Lamarque, Ada Falcón, Adhelma Falcón, Tania, Mercedes Simone y Dorita Davis. De todos modos, rápidamente recuperó su popularidad y en 1933 actuó en Tango, el primer largometraje argentino con sonido óptico. Su presencia ahí es inolvidable y estelar.

En 1936 fue contratada para actuar en radio con un sueldo de 5 mil pesos (un dato simpático era que un diputado nacional ganaba 3 mil pesos).​ En marzo de ese año estalló un escándalo cuando se suicidó pegándose un tiro Rodolfo José María Caffaro, que se iniciaba como cantor con el seudónimo de Ricardo Colombres y mantenía sin ocultamientos una relación sentimental con Maizani. 

En 1937 realizó una extensa gira por América que incluyó México y New York. En esta última ciudad actuó en radio, grabó discos e intervino en el rodaje de la película «Di que me quieres» acompañada musicalmente por Terig Tucci. 

En la década de 1940 comienza su decadencia pero no opaca su trascendencia y la brillantez e importancia de su carrera.

Azucena Maizani – Lejos de Mi Tierra

Azucena Maizani – Deci Que Si (1931)

NUESTRA CITA – AZUCENA MAIZANI

AZUCENA MAIZANI – «Milionga del 900»

Azucena Maizani «Tango mio´´ (1939)

AZUCENA MAIZANI – EN ESTA SOLEDAD – TANGO

Azucena Maizani – Pero yo sé

Imagen de portada: Azucena Maizani

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. 17 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Música/Tango/Tango Argentino

 

 

 

Leyendas del cine. Cómo sobrevivir a la tragedia y el escándalo sin perder un ápice de estilo. Charlotte Rampling.

Musa del cine europeo, mito erótico, belleza adictiva… los calificativos que la acompañan desde los 18 años siguen valiendo muchas décadas después. La diva inglesa ha disfrutado del éxito y el reconocimiento profesional, pero también ha tenido que sobreponerse a terribles experiencias personales y más de un escándalo. Y nunca ha dejado de ser fiel a sí misma. A los 76 años no tiene intención, dice, de parar.

Nos recibe en la puerta de su apartamento en París. No es muy alta (1,67), pero Charlotte Rampling camina muy erguida mientras nos conduce a un salón cubierto de alfombras orientales donde suena música clásica. Desde la muerte de su última pareja, en 2015, vive sola con dos gatos.

La leyenda del cine, icono del estilo y musa de grandes cineastas y fotógrafos, la célebre actriz británica ha aparecido en más películas de las que puedo recordar y, a una edad en la que muchas de sus contemporáneas están muertas o llevan tiempo jubiladas, sigue acumulando créditos con el mismo rompedor desparpajo con que abordó algunos de sus mejores papeles. Uno de los más osados, en 1974, fue el de una superviviente a un campo de concentración que establece una relación sadomasoquista con un antiguo oficial de las SS, interpretado por Dirk Bogarde: El portero de noche, de Liliana Cavani.

Su padre le pidió que ocultase a su madre el suicidio de su hermana. La actriz calló durante décadas. Pero solo tras la muerte de su madre pudo volver a trabajar.

Ganó en 2017 el premio a la mejor actriz de la 74.º edición de la Mostra de Venecia por su interpretación en Hannah. y ese mismo año estrenó El sentido de un final, filme basado en la novela de Julian Barnes, y al año siguiente Red Sparrow, que rodó con Jennifer Lawrence. Charlotte siente gran admiración por la actriz mejor pagada de Hollywood, a quien conoció en los Oscar del año pasado. «Jennifer pertenece a esa generación de chicas que son cool, que saben lo que quieren y viven firmemente ancladas en la realidad», afirma.

La que tuvo…Charlotte fue descubierta para el mundo del espectáculo por un agente publicitario que un día se acercó a la sala de mecanografía donde estudiaba.Tenía 17 años.Debutó en un anuncio de los chocolates Cadbury. Lo que la convirtió en estrella del cine y en ‘sex symbol’ fue la película Portero de noche de Liliana Cavani, que protagonizó a los 26 años.FOTO: GETTY IMAGES

La descripción bien pudiera ser la de la propia Rampling, si bien es cierto que Charlotte ha pasado por unos cuantos baches de importancia. En los noventa abandonó su carrera profesional y poco menos que desapareció, presa de sus propios demonios interiores. Era víctima de una profunda depresión. «Estamos hablando de una enfermedad terrible, terrible de veras -dice-. O sales de ella o no sales. Yo salí, pero necesité mucho tiempo».

De ello habla en detalle en su libro Who I am (‘La persona que soy’), aunque el libro no es una autobiografía convencional. Para empezar, no hay mención a su carrera profesional durante cinco decenios, sino que se centra en una tragedia que hundió a su familia. Cuando Charlotte tenía 20 años, su hermana, Sarah, de 23, se suicidó. Nunca ha podido superar la pérdida.

Hija de Anne Gurteen -pintora y heredera de una importante compañía textil británica- y de Godfrey Rampling -ganador de una medalla de oro en relevos de 4 por 400 metros durante los Juegos Olímpicos de 1936 y coronel del Ejército-, la actriz nació en Sturmer, Essex, en 1946. Sarah, 3 años mayor, era ‘frágil’ y siempre estaba enferma.

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Su primer marido. El agente Bryan Southcombe fue su primer marido. Tuvieron un hijo, ahora director de cine. Rampling tuvo otro hijo con Jarre, que ahora es actor y mago.FOTO: GETTY IMAGES

«En su momento la operaron -cuenta Rampling-. Me dijeron que se trataba de algo relacionado con el sistema endocrino, pero nunca llegué a saberlo de verdad. Tampoco pregunté. Por entonces no era más que una cría. Y me molestaba que Sarah estuviera enferma, porque mi madre tan solo tenía ojos para ella».

«La más estable de las dos» trató de cuidar de su hermana, pero Sarah se casó con un rico hacendado argentino y se marchó a vivir con él. Charlotte no volvió a verla: Sarah se mató de un disparo poco después de tener un hijo, Carlos, y está enterrada en Buenos Aires. Algo más tarde, la madre de Rampling sufrió una embolia y perdió la voz. El padre, quien por entonces era un alto mando en la OTAN, dijo a su esposa que Sarah había fallecido por una hemorragia cerebral. Hizo que Charlotte le jurase no contarle la verdad a su mujer, carga que la actriz sobrellevó durante décadas, hasta la muerte de la madre, en 2001.

«Es fácil decir: ‘Claro, su hermana se suicidó, su marido la dejó, por eso tiene depresión’. Es más complicado»

No lo menciona en el libro, pero Rampling nunca ha estado en Argentina o en el cementerio donde yace Sarah. «Sencillamente, no quiero ir -cuenta-. Tampoco me pregunto por qué. Bueno, una en el fondo lo sabe, pero el hecho es que no me siento preparada, no sé cómo decirlo…».

En el libro tampoco menciona a Carlos, su sobrino: Rampling me explica que hoy está casado, que tiene tres hijos y está al frente de la hacienda familiar. También revela que sus padres estuvieron en contacto con él cuando era niño. El padre «hizo que la niñera viniera con él unas cuantas veces. Lo conocimos siendo un bebé todavía, y mis padres viajaron a Argentina y volvieron a verlo cuando tenía unos 10 años. Pero yo no los acompañé».

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Infidelidades en cadena. En 1978, Rampling se casó con el compositor francés Jean-Michel Jarre. Ella dejó a su primer marido por él. Él la dejaría a ella por otra en 1997. FOTO: GETTY IMAGES

Luego, cuando Carlos tenía 18 años, se vieron de nuevo, y David, el hijo que la actriz tuvo con el músico Jean-Michel Jarre en 1977, visitó incluso Buenos Aires y aún tiene trato con su primo. La actriz se estremece cuando le pregunto otra vez por la depresión y me intereso por sus causas. La primera vez que la trataron de la enfermedad fue en 1984; más tarde sufrió un colapso nervioso. En 1997 se separó de Jarre, después de que este fuera visto entrando en un hotel con otra mujer. «Todo influye, y no puedes manejarte con tantas cosas a la vez -explica-. Lo más fácil es decir: ‘Está claro, su hermana se suicidó, su marido la abandonó, por eso tuvo la depresión…’». Durante los siguientes 5 años aceptó muy pocos papeles. «Entre los 40 y los 50 años tuve que vérmelas con todo eso (la depresión). No podía hacer casi nada más».

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El último amor. Desde 1998 a 2015 Rampling vivió con Jean-Noël Tassez, periodista y hombre de negocios francés, con quien no llegó a casarse. Él murió de cáncer. Ella sigue viviendo en la casa que compartían en París.FOTO: GETTY IMAGES

Tan solo después de la muerte de su madre retomó su carrera cinematográfica. «Comencé a ser yo misma otra vez, a trabajar en películas de nuevo. Incluso empecé a hacer teatro… Antes nunca había estado interesada».

‘Ménage à trois’

Charlotte Rampling fue una de las máximas bellezas de su tiempo, un icono del Londres enfebrecido de los años sesenta, antes incluso de causar sensación en las pantallas. Su padre la envió a una escuela para secretarias cuando tenía 17 años, pero si lo que pretendía era salvarla de la tendencia al exhibicionismo, no fue eso lo que consiguió. Descubierta por un cazatalentos que un día se acercó a la sala de mecanografía, Charlotte pronto apareció en un anuncio publicitario de los chocolates Cadbury’s.

«Siempre he nadado contra corriente. Lo llevo en mi ADN. Es la forma que tengo de conocerme a mí misma»

Conocida como ‘Charley’, empezó a moverse por el glamuroso barrio de Chelsea. Se acuerda con claridad de cierta sesión en la que el fotógrafo le indicó que posara sentada en un orinal, desnuda. La foto apareció en un libro ilustrado titulado Birds of Britain. «La foto era extraordinaria -dice Rampling- y me mortificaba pensar que mis padres pudieran verla». Sin embargo, no parece que eso haya sucedido.

La ‘minifaldera’ que estaba en todas las fiestas era la comidilla de los periódicos sensacionalistas ingleses. Durante un tiempo, Rampling vivió una especie de ménage à trois con su agente, Bryan Southcombe, quien más tarde se convirtió en su primer marido, y con Randall Laurence, un modelo neozelandés. Rampling insistía en que tan solo compartía piso con estos dos hombres.

Charlotte reconoce que siempre ha sido proclive a llevar la contraria, a obedecer a una voz interior que le insta -afirma- a hacer las cosas «a mi manera». «Lo llevo en mi ADN. Siempre he nadado contra corriente. Es mi forma de conocerme a mí misma».

alternative textEl salvaje Sean. ¡La actriz en Zardoz, una enloquecida película de ciencia ficción con Sean Connery en calzoncillos casi toda la cinta. Rampling ríe al acordarse. «Sean tenía mucho peligro, estaba hecho un salvaje». ¿Es cierto que la perseguía durante el rodaje? «¡No solo a mí, ojo! A Sean le gustaba toda la carne fresca».FOTO: AGE

Rampling tuvo un hijo con Southcombe, Barnaby, y se fueron a vivir a Francia a comienzos de los setenta. En 1976, Charlotte conoció a Jarre en una cena en Saint-Tropez y, en otro arrebato inconformista, pocos días después dejó a su marido y a su hijo para estar con el francés. Estuvo con él hasta 1997.

Después, tras Jarre, ha tenido otra gran pareja, Jean-Nöel Tassez, el consultor empresarial con quien estuvo viviendo 18 años. Murió en 2015 tras perder la batalla contra el cáncer.

¿La agenda llena?

Rampling ha aparecido en más de cien películas y ha trabajado con todos los grandes, incluyendo a Woody Allen, quien la describió como «la mujer ideal». ¿Me pregunto si alguna vez se cansa de la vida en el candelero? «No sé a qué otra cosa podría dedicarme -contesta-. Soy más bien inútil en todo lo demás». Por esa razón, espera -confiesa- que le sigan llegando ofertas del cine. «A muchos actores los jubilan anticipadamente. Pero si eres como yo y estás acostumbrada a luchar, haces lo posible para que aún no te arrinconen».

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Sin complejos. Rampling dice que ella no elige los papeles que interpreta para entretener a la gente. «Los elijo porque suponen un desafío, porque me obligan a superar mis propias barreras». En 2009 posó en un polémico desnudo enfrente de la Mona Lisa para el fotógrafo Juergen Teller y en 2016 lo hizo para el calendario Pirelli.FOTO: GETTY IMAGES

De hecho, en 2016 estuvo nominada a los Oscar por su trabajo en 45 años. «No gané porque no hice lo que debía para ganarlo. No estoy diciendo que fueran a concedérmelo, pero… Estás obligada a venderte como loca, los productores deben poner un montón de dinero para asegurar el galardón, el actor debe dedicar dos meses al autobombo sin poder hacer otra cosa… Y no, no tenía ninguna gana de pasar por el tubo. Eso sí, me encantó que me nominaran».

Según reconoce, si no tuviera trabajo, «tendría miedo de lo que pudiera ser de mí». Así que Rampling siempre anda muy ocupada —sus nietos la llaman ‘go-go’, porque no para quieta—, pero, con su modestia característica, finge que no es el caso. «No sé por qué todos piensan que siempre estoy ocupada. Quizá porque me hago la lista y les digo: ‘Lo siento, pero no puedo aceptar. Tengo la agenda llena…». Baja la voz y agrega con media sonrisa: «Y la verdad es que no tengo la agenda llena en absoluto».


© The Sunday Times

Imagen de portada: Charlotte Rampling (Foto Yu Tsai Y Age)

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. ABC XL Semanal. Por Matthew Campbell. 18 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Cinematografía/Leyendas del cine/Homenaje.

Leyendas del cine. Gary Cooper, las travesuras del hombre ideal.

Irradiaba elegancia, con su deje indolente, sus extraños andares y su encanto campesino. Aquel chico de Montana que creció entre caballos encarnó al héroe honesto y cabal que han adorado generaciones de espectadores. Era el hombre ideal. Y, sin embargo, cometió sus travesuras. Se las contamos.

Le pagaban cinco dólares al día como extra y diez si doblaba a los actores montando a caballo, peleando o disparando en películas mudas del oeste. Hasta que llegó su día de suerte. Era 1926. Se rodaba Flor del desierto. Falló el actor Garold Goodwin y entonces dieron paso a un jovencito Cooper. El papel era muy corto, pero la escena en la que agonizaba en los brazos de Ronald Colman impactó. Así entró Gary Cooper en el mundo del cine.

Las maneras de cowboy las traía de casa. Se había criado en un rancho de Montana, cabalgó, cazó, laceó y arreó ganado desde niño. Es más, sus andares ladeados y su peculiar forma de montar a caballo procedían de una caída a caballo mal curada cuando tenía 15 años.

Un vaquero de verdad.En una imagen de El tejano, de 1930. Gary Cooper debutó en el cine en una película del Oeste e interpretó muchas. Se había criado en un rancho en Montana y aprendió de niño a montar caballo, cazar y lacear ganado. |FOTO: GETTY IMAGES

La elegancia, el porte y una sensación de naturalidad cautivadora no eran impostadas. Gary Cooper era así. Y por eso gustaba tanto. El Oeste le abrió las puertas de los estudios y pronto ascendió hasta el Olimpo de Hollywood. Pero antes de eso tuvo que bregar mucho.

Frank James Cooper nació en Helena Montana, el 7 de mayo de 1901. Su padre era un inglés que emigró a Estados Unidos y llegó a ser juez. Su madre era una sencilla ama de casa americana de la que heredó el magnífico porte. Gary tuvo una infancia feliz. Se crió triscando al aire libre. Y esa afición la mantuvo siempre; a menudo compartió días de pesca con su buen amigo Ernest Hemingway, otro aficionado a las actividades campestres.

Su estela es diferente a la de otros monstruos del cine porque Cooper no tenía áurea de canalla.

De jovencito lo enviaron a Inglaterra a instruirse. Después, cuando le llegó la hora de la Universidad, se decantó por el dibujo. Tenía buena mano, logró publicar caricaturas y cómics en algunos diarios. Intentó vivir de su arte, pero no lo consiguió. Fue vendedor de aparatos eléctricos pero no vendió ni uno. Cuesta creerlo, pero así fue. Se mudó entonces a Los Ángeles donde unos amigos de Montana lo animaron a hacer de extra… y así arrancó la trayectoria de un actor que estuvo 36 años en las pantallas y protagonizó 92 películas.

El mejor pagado del mundo.Lo fue durante 1939 y 1940. En 1939 (año de esta fotografía publicitaria de la Paramount), ganó el equivalente a casi diez millones de euros de hoy. |FOTO: GETTY IMAGES

El gran salto lo dio con El virginiano, en 1929. A diferencia de otros actores que venían del cine mudo, a él la sonoridad le favoreció porque su voz era profunda y clara. Su aspecto también ayudó: encajaba con el prototipo de vaquero –alto (medía 1,91 metros), guapo, reservado, con un serio sentido del honor, valiente y amante de la libertad– que tanto gustaba en Hollywood.

Su estela es diferente a la de otros monstruos del cine porque Cooper no tenía áurea de canalla. «Cada expresión de su cara deletrea honestidad», dijo Frank Capra. A Gary Cooper lo encumbró lo que la revista Time definió como «indestructible naturalidad». No era un actor de métodos ni de estudios, sencillamente se dejaba llevar sin teatralidad.

Natural y elegante.Actuaba como sin querer, sin método alguno. Howard Hawks, dijo de él: «Era un actor extraño porque lo mirabas durante una escena y pensabas… esto no va a funcionar. Pero cuando veías las primeras pruebas en la sala de proyección al día siguiente podías leer en su cara todo lo que había estado pensando». |FOTO: GETTY IMAGES

Tenía Gary Cooper una elegancia innata e indolente, una cualidad fabulosa para ser una estrella de cine. Estaba dotado de una «maravillosa limpieza de espíritu campesina»; en palabras de Terenci Moix. Y eso hacía que la gente se identificara con él.

Además, encarnaba el espíritu de la heroicidad sin estridencias. A ello le ayudaron varios de los papeles que interpretó: legionario (Beau Geste); militar de honor (Los lanceros bengalíes); hombre íntegro (Solo ante el peligro). Y héroe de guerra (El sargento York). De esta película (por la que ganó su primer Oscar) su director, Howard Hawks, destacó: «Gary Cooper trabajó muy duro y sin embargo no parecía estar trabajando. Era un actor extraño porque lo mirabas durante una escena y pensabas… esto no va a funcionar. Pero cuando veías las primeras pruebas en la sala de proyección al día siguiente podías leer en su cara todo lo que había estado pensando». Actuaba como sin querer.

El sargento York era la película preferida de Cooper porque Alvin Culum York, el personaje real en el que se basa el filme, fue un hombre sencillo que sobresalió por su coraje en las dos guerras mundiales, y además había nacido en Montana, como él. Cooper era conservador y patriota. Durante la Segunda Guerra mundial recorrió 37.000 kilómetros por el Sudeste del Pacífico en una gira de apoyo a los soldados.

Conservador y patriota. Aquí, junto con su hija Maria en una gala en su honor por su ayuda a las tropas durante la Segunda Guerra Mundial. El actor recorrió 37.000 kilómetros porel sudeste asiático para darles apoyo. |FOTO: GETTY IMAGES

También tenía Gary lo que Jorge Berlanga llamó «traviesa timidez». Sin ser un ligón irredento como Clint Eastwood o Warren Beatty, tuvo sus devaneos amorosos. Vivió varios affaires con compañeras de reparto; se dice que con Marlene Dietrich, con la que coincidió en Morocco; con Ingrid Bergman (su partenaire en Por quien doblan las campanas) o con Grace Kelly (su mujer en Solo ante el peligro). Antes había vivido romances con Lupe Vélez, Carole Lombard y Clara Bow, pero la que le robó el corazón fue Patricia Neal, con la que interpretó El manantial.

El drama estaba servido, Cooper estaba casado con Veronica Balfe, una niña bien, católica de Nueva York. Ese romance prohibido apedreó su hasta entonces intachable imagen de hombre familiar (los Cooper tuvieron una hija, Maria) y feliz.

Vivió Cooper una crisis personal entre 1951 y 1953 (se separó de su mujer, luego regresó y estuvieron juntos hasta el final), pero fue entonces cuando de nuevo la suerte llamó a su puerta: Gregory Peck rechazó ponerse en la piel del sheriff Will Kane para protagonizar Solo ante el peligro.

Los rumores apedreaban su hasta entonces intachable imagen de hombre familiar y feliz.

Fue el personaje de su vida. Si Orson Welles es Ciudadano Kane o Charlton Heston es Ben Hur, Gary Cooper es el sheriff Kane, el sumo representante del cumplimiento del deber. Solo ante el peligro, que consiguió cuatro Óscar de 1952, entre ellos uno para Cooper, no es un western convencional sino que es uno de los títulos que inaugura un nuevo subgénero, el del western psicológico. En esta película mítica es fundamental la gesticulación del actor. La tensión la transmiten sobre todo los relojes, las sombras y el rostro de Cooper con abundantes primeros planos en los que sus ojos, sus arrugas o sus muecas lo dicen todo.

Amor prohibido. Con Patricia Neal en una escena de El manantial. Su affaire fue un escándalo. Gary Cooper nunca se divorció de su mujer, pero tuvo romances con algunas compañeras de reparto. |FOTO: GETTY IMAGES.

A Cooper le gustaron las películas del Oeste. También participó en Buffalo Bill; El Forastero; El caballero del oeste; Veracruz, donde coincidió con nuestra Sara Montiel, o El árbol del ahorcado. Hubo también patinazos en su carrera, como Las aventuras de Marco Polo, que perdió mucho dinero.

Y errores: Gary Cooper rechazó ser Rhett Butler en Lo que el viento se llevó. Pero el balance de su carrera es excelente: llegó a ser el actor mejor pagado del mundo; en 1939 sus ingresos (equivalente a casi diez millones de euros de hoy) lo convirtieron en el mayor asalariado del país, según un informe del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

El héroe supremo. Ganó su segundo Oscar por su interpretación del sheriff Will Kane en Solo ante el peligro, la personificación del deber. El papel lo había rechazado Gregory Peck.FOTO: GETTY IMAGES

De joven emanaba madurez y, de mayor, «a cada nueva arruga, añadía un grado de veteranía», explicó Terenci Moix. Lo caracterizó lo que Moix llama «un excepcional sentido de la sobriedad».

Murió en 1961, poco después de haber recogido su tercer Oscar, esta vez honorífico. Sus compañeros lo elogiaron. Barbara Stanwyck dijo de él que era el arquetipo ideal del amigo que todos quisiéramos tener.

Imagen de portada: Gary Cooper

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. ABC XL Semanal. Por Fátima Uribarri

Sociedad y Cultura/Cinematografía/Leyendas del cine/Homenaje.

 

 

 

Patti Smith en un azul de México.

Estuve en la casa azul de Frida Kahlo en Coyoacán, el barrio al sur de Ciudad de México. Caminé por las calles empedradas de la época de Cortés, pasé junto a la fuente de los coyotes aullando bajo el agua. Hice una cola kafkiana, miles de turistas iban allí porque tenían que ir.

Besé, como había prometido, el suelo que Frida Kahlo pisaba como una cierva herida. Lo había prometido y deseaba cumplirlo. Y ser en algún momento lo mismo que ella, latir de un modo similar a ella.

Contemplé las mariposas que le hizo Noguchi sobre su cama, para que vibrara aunque no podía levantarse. Miré con pasión los objetos, la cama donde pintaba con obstinación y vida, el patio lleno de dioses prehispánicos.

Lo que más me interesaba de México era ver a Frida Kahlo. Estar al lado de su rebeldía que sostiene la columna derecha aunque esté rota, de sus sueños ardientes que fascinan a los amantes, de sus trozos impregnados de vida esparcidos en su bañera. Soñaba furiosamente con ella y por fin vi su desnudez azul.

Pero también me acordaba de Patti Smith y de que estuvo allí. Vi su poema escrito en la pared: “Sobre mi cama / otro firmamento / con las alas que envías / a través de mi vista / disuelve todo el dolor”. Y me acordé de que Patti Smith fue tan rebelde como Frida y amó a Frida.

Estuvo en aquella casa de un azul tan intenso, casi infernal, que recordaba esos azules de los perros demoníacos de Rufino Tamayo. Estuvo en aquel azul que significaba una pasión tan trágica como la que ella misma llevaba. Frida Kahlo era hermosa y se sujetó con tesón sobre su espalda rota, se mantuvo erguida como las heroínas griegas. Patti Smith era fea pero tenía un encanto fascinador. Y las dos eran tan apasionadas como ese azul de la Casa Azul de Coyoacán.

Me acordé de su poema “Séptimo cielo”. Donde dice que el Diablo lleva a Eva al séptimo cielo y le regala un tomate y no una manzana. Me acordé de su libro de memorias Éramos unos niños, donde cuenta cómo vivía ingenua y salvaje con Robert Mapplethorpe en París y Nueva York.

Me acordé de cuando fue a ver a Rimbaud a Charleville, al norte de Francia, cerca de la frontera con Bélgica. Y se abrazó con furia a su tumba y aparece así en una foto exaltante. Yo también fui a Charleville, aunque no me hice ninguna foto exaltante, pero sí corregí un dato equivocado en el Museo Rimbaud y a partir del segundo día me dejaron pasar gratis. Y busqué el cementerio y una cuidadora me dijo que iban solitarios fervorosos del mundo entero, incluso chinos y vietnamitas. Pero no pagaban el cuidado de la tumba las autoridades municipales y espesas, sino un particular de París.

Me acordé de cuando Patti Smith decía que escribía con todo el cuerpo, sintiendo orgasmos, viendo aterrizar naves sobre las pirámides. Patti Smith era fea pero tenía un atractivo de vértigo y una vitalidad torrencial que podía romper millones de escayolas. Su rostro huesudo e insistente tenía la misma vitalidad con que Frida Kahlo se enderezaba sobre su columna rota y tenía más atractivo que nadie. Frida era una cierva herida en el bosque y Patti era una dama de pómulos heridos en medio de las Iluminaciones de Rimbaud o de las luces de los neones galácticos en Nueva York.

Patti era fea pero era tan cautivadora. Me acordé de cuando Janis Joplin le decía a Leonard Cohen en el Chelsea Hotel de Nueva York: “Somos feos, pero tenemos la música”. Mientras Leonard Cohen repetía como en una letanía: “Te necesito, no te necesito”.

Me acordé de que Patti Smith escribió “Augurios de inocencia”, donde decía que los animales con sus garras no aman como ella. Y estoy seguro de que no son capaces de amar como ella. Como amaba a Frida en medio de aquel azul, como amaba la vida en medio del azul infernal. Maldita, carnosa, rebelde como Frida.

Y todo ocurría en medio de aquel azul intenso, vertiginoso, profundo como el de los perros infernales de Rufino Tamayo. Yo veía el azul en aquellas paredes, en medio de aquella vegetación insultante y de restos de arqueologías profundas. Y en aquel patio donde besé los pasos de Frida besé también los pasos de Patti. Y me sentí en un azul tan intenso como el de ella, en una demoníaca ternura como ella.

Imagen de portada: Me acordé de cuando Patti Smith decía que escribía con todo el cuerpo, sintiendo orgasmos, viendo aterrizar naves sobre las pirámides.Steven Sebring.

FUENTE RESPONSABLE: Letralia. Tierra de Letras. Por Antonio Costa Gómez. 15 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Homenaje/Patti Smith.

Gato Barbieri y la música del Tercer Mundo.

Desde el centro hacia los márgenes. Desde New York a la periferia. Leandro “Gato” Barbieri, el saxofonista argentino que unió dos mundos para crear uno nuevo: el free jazz y el brillo del bronce sobre ritmos indoamericanos. La sombra de Gato vuelve a escena con la publicación de una biografía firmada por Sergio Pujol. “Vincular el sintagma `Tercer Mundo´ al jazz, desde una perspectiva latinoamericana, fue un enorme aporte”, dice el autor en esta entrevista.

Voy a hinchar por la paz/ Por la alegría, por el amor/ Por las chicas bonitas/ Yo voy a hinchar, voy/ Por el verano, por el cielo azul/ Por el otoño, por la dignidad/ Por el verde lindo de ese mar/ Por las cosas útiles que se pueden comprar con diez cruzeiros/ Por Santo Tomás de Aquino/ Por mi hermano/ Por el Gato Barbieri/ Por mi amigo que sufre del corazón. 

Arriba, omitidos algunos versos, la canción con la que Jorge Ben construye su antología de apoyos inapelables. En la sucesión de sustantivos despega la figura de un músico que, de estar vivo, completaría 90 años el próximo 28 de noviembre. Leandro “Gato” Barbieri, el arquitecto de la música del Tercer Mundo

Gato solía recordar su amistad con Jorge Ben: Barbieri y Ben, sin embargo, no grabaron juntos. «Quedábamos para grabar, pero llegaba tarde, o a veces ni siquiera venía. Así era Jorge Ben. Pero era un genio, eh». Gato estaba súper conectado con la onda brasileña: en una época compartió piso neoyorquino con Naná Vasconcelos y Glauber Rocha

“Improvisábamos con Naná durante horas, mientras Glauber preparaba feijoada en la cocina. Y fue él, Glauber, quien me dijo que yo también era de una cultura pobre y marginada y que el jazz podía ser el vehículo para expresarlo. Que ser negro o tercermundista era la misma cosa; era estar al costado del mundo”, le dijo Barbieri a Diego Fischerman.

Su exigido corazón (“tuve problemas con el alcohol y las drogas”) y una brava ceguera no le impidieron tocar hasta sus últimos días en el Blue Note de Nueva York, mítico reducto del jazz.

Con Vasconcelos tuvo una fructífera relación. Era el choque de dos personalidades con tendencia a lo experimental; darle play a Amazonas, disco lanzado en 1973, para escuchar el trance y desconcierto que Naná propicia con sólo dos conceptos, sonido y experimento. Vasconcelos es el encargado del berimbau y las congas en Fénix, el disco que arbitrariamente (aunque no tan arbitrariamente) hemos elegido recomendar aquí. Junto al disco difundimos en esta oportunidad una novedad editorial.

La sombra del Gato vuelve a pestañear por tejados nocturnos: Sergio Pujol, escritor y ensayista, autor de -entre otros- Jazz al sur. Historia de la música negra en la Argentina (Emecé), publicó recientemente Gato Barbieri. Un sonido para el Tercer Mundo (Planeta). Se trata del rescate de una figura esquiva a símiles

El 19 de noviembre de 2015 fue distinguido con un Grammy a la Excelencia Musical. Fue el segundo Grammy de su vida; el primero lo recibió por la música de Último tango en París, trabajo que significó el salto -gatuno- de su carrera profesional.

¿Son esos “sonidos del Tercer Mundo» una elaboración consciente o acaso se trata de una obra en la que las huellas de la biografía se cuelan con evidencia? ¿Hay un estilo Barbieri o, por el contrario, su música es el resultado de una búsqueda constante de identidad? Inquietudes de este tipo trasladamos a Pujol. 

-Hay algo notable: yéndose muy joven de la Argentina termina grabando fuera “El arriero”, “Luna tucumana”, “Mi Buenos Aires Querido”, por nombrar a la ligera. Himnos de una autoría casi anónima cifrados en los términos de free jazz, la experimentación y el contraste evidente entre el saxo y el resto. Habiendo investigado su vida, ¿a qué podría atribuírsele esa especie de “nostalgia de repertorio”? 

Pujol- Por un lado, Gato vivió no sin conflicto el desarraigo. Sin el impulso de Michelle (su primera compañera) es probable que no se hubiera ido jamás de la Argentina. Seguramente, interpretar esos y otros temas de raíz argentina y latinoamericana fue un modo de “volver”, o de no terminar de irse del todo. Del mismo modo que amaba Newell´s –decía que el club era para él más importante que la Argentina-, el tango y el folclore jamás le fueron indiferentes; no los había practicado, su iniciación musical fue el jazz, pero estaban impresos, por así decir, en su memoria emotiva.

Por otro lado, la elección de ese material respondió a un fin político: hacer que las tradiciones “tercermundistas” ingresaran en el universo del jazz, del mismo modo que el pianista Dollar Brand partía en sus improvisaciones de temas folclóricos sudafricanos. ¿Qué otra cosa sino un enorme homenaje a la memoria del Che Guevara es el disco Bolivia? En todo caso, esa “nostalgia de repertorio” que señalas se manifestó más tarde, y de un modo paradójico, cuando volvió a tocar standards de jazz con Néstor Astarita y Carlos Franzetti en su último disco de estudio, poco antes de su muerte. Así volvió a la Buenos Aires de fines de los 50.

Para él era más “porteño” un tema de Miles Davis o de Coltrane que un tango, con la excepción de Piazzolla, lógicamente.

«Mi música es de todos los países. Por eso vienen a verme desde Rusia, desde Italia, desde Buenos Aires. Cuando toco yo el boliche siempre está lleno, ¿Entendiste?», le dijo Gato a La Nación.

Desde el centro mismo de la industria del jazz y el capitalismo, New York, ciudad en la que se instaló para siempre, Gato trabajó en la yuxtaposición de materiales: sobre ritmos de raíz, donde lo sudamericano se destaca, sobrevuela la sombra de su impronta y la crispación y apaciguamiento que su saxo intercala. 

La música del «Tercer Mundo» inició con un disco llamado precisamente The Third World, publicado por el sello Flying Dutchman. Para Pujol, las publicaciones de Flying Dutchman son lo mejor de Barbieri.

¿Qué significa Tercer Mundo? ¿Qué jerarquías diseña un hombre que se formó en la noche porteña de los años 50, saltó joven hacia Europa para finalmente instalarse en NY y hacer desde allí la música de los márgenes?

Son demasiadas -y entreveradas- preguntas. Sobre esa sinuosa bio trabajó Pujol, quien recuerda aquel día de la primavera de 1996 en que llamó desde Buenos Aires a NY y escuchó del otro lado, en un español neutro, digno de doblaje: “¿Aló…?”.

-Jazz al sur. Historia de la música negra en la Argentina bucea en los orígenes locales y las figuras de una escena de lo más diversa, músicos que no siempre compartían concepciones. Como conocedor de ese espectro, ¿cuál es para usted el distintivo de Barbieri? 

Pujol- En primer lugar hay que decir que ningún músico de jazz argentino del siglo XX, con la sola excepción de Lalo Schifrin, se integró tan rápidamente a la escena del jazz internacional. Oscar Alemán fue un genio de la guitarra en la París de los años 30, pero nunca llegó a ser conocido en los Estados Unidos, y desde que regresó a Buenos Aires en 1940 su nombre sólo circuló entre expertos en el gypsy swing y la guitarra. Gato descolló junto a Don Cherry, impulsó la escena del jazz italiano de los años 60, participó en la Liberation Music Orchestra de Carla Bley y Charlie Haden –gran momento del free y el jazz moderno– y desde 1969 creó un estilo absolutamente personal. Haber logrado vincular el sintagma “Tercer Mundo” al jazz, desde una perspectiva latinoamericana, fue un enorme aporte. Hasta ese momento, nadie lo había hecho. Al menos de un modo tan contundente y personal. Gato impuso un sentido de “latinidad” jazzística diferente al del llamado latin jazz. 

“Mostró que se puede ser un jazzman “latino” más allá de la influencia afrocubana y caribeña”

Pincha el siguiente link para ver el vídeo. Muchas gracias.

Gato Barbieri – Tupac Amaru

Gato Barbieri – Tupac Amaru

Haciendo un repaso de las propuestas estéticas de Barbieri puede pensarse que 1974-1976 es una etapa de transición, el fin progresivo de su música de “Tercer Mundo” y el inicio de un tiempo vinculado al pop, al “easy listening».

El trabajo junto a Bernardo Bertolucci y el éxito de Último tango en París le abrió puertas, reventó candados. De la mano de su compañera Michelle, argentina con ciudadanía italiana, cercana a Pier Paolo Pasolini y vinculada con la creme intelectual de los sesenta, Gato consigue imprimir su apellido en los créditos principales de un film que sigue generando «cosas». 

Bertolucci entendió algo: la historia que quería contar necesitaba de la fibra y los vaivenes de la música, un leitmotiv que autorregula su intensidad y sugerencia a lo largo de la película. Algo similar comprendió Pino Solanas con Sur, donde la figura de Goyeneche y la música de Piazzolla justifican la cinta. 

¿Fue el Último tango el fin del Tercer Mundo?

En la edición de agosto de 2019, la Rolling Stone incluyó el disco El Pampero entre los diez álbumes de jazz más notables de la década de 1970.

-¿Cree que hubo un quiebre con el éxito comercial que significó Último tango en París, que lo posicionó en un lugar, podríamos decir, de confort? 

Pujol- La ruptura se produce recién en 1976, cuando firma con A&M y graba Caliente!, un disco de super producción en el que se observa un cambio en los arreglos y el repertorio. Obviamente el éxito internacional de Último tango en Paris lo vuelve muy conocido en todo el mundo, y eso le abre puertas, empezando por las del sello Impulse!, con el que graba la saga de “chapters” latinoamericanos. Pero no veo un quiebre entre lo que venía haciendo desde The Third World (1969) hasta Viva Emiliano Zapata (1974). La diferencia entre la etapa con Flying Dutchman (en mi opinión, la mejor de toda su carrera) y la que inicia en Buenos Aires en 1973 está en el hecho de que para la segunda decide convocar a músicos argentinos, varios del campo del folclore, como Domingo Cura, Antonio Pantoja y Raúl Mercado. Él decía poder trabajar mejor la cuestión rítmica con músicos argentinos. El giro pop se dará en la segunda mitad de los años 70. Efectivamente, su música se “ablandará”, alejándose de la escuela del free. Pero aun así, la fuerza y la brillantez de su sonido no llegarán a encajar del todo en la categoría “smooth”. Por otra parte, en los “vivos” siempre tocará algunos temas de la época de “Chapter One” y demás. Por ejemplo, “La China Leoncia…” o “El arriero”.

Después de Último tango… se sumó al catálogo de Impulse!, el sello donde Coltrane publicó sus mejores discos. Allí editó Chapter One: Latino América (1973), Chapter Two: Hasta siempre (1974), Chapter Three: Viva Emiliano Zapata (1974) y Chapter Four: En vivo en Nueva York (1975).

¿Qué puede encontrar el aficionado al jazz en «Gato Barbieri. Un sonido para el Tercer Mundo»?

Pujol- Para el aficionado, el libro trae una narración bastante completa de las rutas musicales transitadas por Gato; algunas de ellas, sospecho, no estaban bien estudiadas hasta ahora. Es probable que más de uno cambie o modifique un poco la idea que tenía de la música de Gato. Pero me gustaría que el libro también llegara a un lector de intereses culturales amplios, no necesariamente aficionado al jazz. Al fin y al cabo, a lo largo de más de la mitad de su vida Gato tocó para esa clase de oyente.

Barbieri alcanzó lo que todo músico anhela: un sonido propio, personal: el sobrevuelo panorámico de su melodía sobre ritmos tan diversos como la zamba, el samba, la chacarera, el tango y todo lo que derivó de África en América. En ese vuelo panorámico, que intercala los espasmos de excitación y fiebre con tramos de distensión, está condensado el sonido que lo hace distinto a todos.

Disco completo en YouTube, aquí

*Sergio Pujol fue reconocido en 2007 por la Fundación Konex con el diploma al mérito por su labor en la investigación y el periodismo musical. Es autor de “Oscar Alemán: la guitarra embrujada” (Planeta, 2015).

Imagen de portada: El folk sudamericano y la música popular conjugada con la fiebre y la experimentación del free jazz. “Era una guerrilla musical y tenía que sonar así”, dijo Barbieri sobre sus sonidos tercermundistas.

FUENTE RESPONSABLE: Cba24.com.ar Por Franco Gatica. 11 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Música/Jazz/Homenaje/ El “Gato Barbieri”/ Entrevista.

 

Quién fue Irene Bernasconi, la bióloga argentina a la que Google rinde homenaje.

Una figurita de una mujer canosa, con lentes, que sostiene una tabla para hacer anotaciones y rodeada de lo que parecen ser estrellas de mar.

Con eso se encontraron los internautas que este 7 de noviembre ingresaron a Google para buscar alguna información en internet.

La tecnológica homenajea así a la bióloga argentina Irene Bernasconi, fallecida en 1989 y quien, tal día como hoy hace 54 años atrás, se convirtió en la primera mujer en liderar una expedición científica a la Antártida.

Inmersión en la historia

Nacida en La Plata, el 29 de septiembre de 1896, la investigadora se formó como profesora de Ciencias Naturales, título que obtuvo en 1918.

Estrellas de mar

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La argentina Bernasconi dedicó su vida a investigar las estrellas de mar e identificó varias especies nuevas.

Y aunque inició su andadura profesional como docente de secundaria y en universidades, a principios de los años 20 se unió al Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), donde empezó a investigar a los moluscos e invertebrados marinos, a los que dedicó el primero de los cerca de 70 trabajos y publicaciones que realizó a lo largo de su carrera.

Durante 55 años recorrió las costas argentinas y dio a conocer numerosas especies. Aunque para hacer esto debió costearse ella misma las expediciones o recaudar los fondos, porque durante la primera mitad del siglo XX las mujeres no participaban en estas labores, recordó el diario argentino La Nación en el artículo que le dedicó en 2021.

A lo largo de su carrera, Bernasconi describió varios géneros y especies nuevas, y también revisó la taxonomía de varias familias de estrellas de mar, incluidas Pterasteridae, Luidiidae, Odontoceridae, Gonisasteridae, Ganeriidae, Asterinidae y Echinasteridae.

La oportunidad de oro

En 1968, con 72 años, a Bernasconi le llegó el momento que había esperado toda su vida: la oferta de liderar una expedición a la Antártida.

Vista de los glaciares de la Antártida.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Bernasconi lideró un equipo, integrado por otras tres mujeres, que pasó semanas recorriendo la Antártida en busca de nuevas especies animales y vegetales.

Pero la bióloga no fue la única mujer. A ella se le sumaron la bacterióloga María Adela Caría, la también bióloga marina Elena Martínez Fontes y la especialista en algas Carmen Pujals. Con el paso del tiempo fueron bautizadas como «Las cuatro de Melchior», debido a la base donde estuvieron trabajando en condiciones extremas.

La misión tenía por propósito recolectar flora y fauna la zona. Así tras recorrer casi 1.000 kilómetros en bote recabaron unos 2.000 especímenes de equinodermos (estrellas de mar), algunos jamás vistos hasta ese momento. También recolectaron cientos de muestras de vida vegetal y animal.

Antes de ponerse a explorar, Bernasconi, sus colegas y los 12 hombres que las acompañaron debieron dedicar algo de su tiempo a adecuar la Base Melchior, donde estarían estacionadas. ¿La razón? Las instalaciones, ubicadas en la isla Observatorio, fueron inauguradas por la Armada argentina en 1947 habían sido clausuradas en 1962 y se encontraban en muy mal estado para el momento en que arribaron.

Pese a los riesgos que suponía el viaje, las mujeres aseguraron en su momento a la prensa que anhelaban ponerse en marcha cuánto antes. «Lo hemos deseado toda la vida», declararon en su momento las expedicionarias.

Bernasconi, última a la izquierda, y dos colegas.

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA MINISTERIO ARGENTINO DE EXTERIORES. Bernasconi (última a la izquierda), junto a dos de las colegas durante la expedición de 1968.

El equipo de buceo realizó 47 inmersiones, algunas de hasta 73 metros de profundidad, en busca de los organismos que habitan en el lecho marino. Estos números supusieron un récord para la época, recordó el Ministerio argentino de Relaciones Exteriores en un comunicado publicado en 2018.

La proeza jamás pasó desapercibida. Y en 2018, al cumplirse los 50 años de la excursión, el Servicio de Hidrografía Naval decidió rebautizar cuatro puntos de la zona argentina de la Antártica como Ensenada Pujals, Cabo Caría, Cabo Fontes y Ensenada Bernasconi, en homenaje a las pioneras.

Imagen de portada: GOOGLE.

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. Hace 9 horas.

Sociedad/Ciencia/Biología marina/Irene Bernasconi/Homenaje/ Mujeres.

 

«Ennio», la música como invitación.

Dirigida por Giuseppe Tornatore

En un documental de formato clásico, la figura del maestro Morricone se sintetiza de un modo que, inevitablemente, lleva al deseo de volver a ver varios títulos históricos.

ENNIO, EL MAESTRO 6 puntos

Ennio; Italia/Bélgica/Países Bajos/Japón, 2021

Dirección y guion: Giuseppe Tornatore.

Duración: 156 minutos.

Estreno exclusivamente en salas de cine.

¿Es posible resumir una obra tan vasta, rica e influyente como la de Ennio Morricone en un simple documental de poco más de dos horas y media?

Giuseppe Tornatore tomó al toro por las astas y aceptó el desafío de homenajear al maestro italiano, cuyas composiciones engalanan cientos de bandas sonoras que recorren seis décadas en la historia del cine. Para ello, más allá de apoyarse en el material de archivo obligatorio, recurrió a la ayuda de personalidades de la música, el cine y las artes en general, además de contar con la presencia del propio Morricone, registro realizado poco antes de su muerte el 6 de julio de 2020, a los 91 años. 

Ennio, el maestro, estrenada en la edición 2021 del Festival de Venecia, es el típico documental narrativamente clásico y expositivamente frontal: cabezas parlantes, fragmentos de películas, racconto cronológico de la vida y, sobre todo, de la obra. ¿Podría haber sido de otra manera, más original o atrevida?

Sin duda, pero Tornatore, cuyo vínculo profesional con el célebre compositor y director de orquesta comenzó con la exitosa Cinema Paradiso, opta por la transparencia de los datos duros, las anécdotas y la celebración.

Pat Metheny, Clint Eastwood, Quincy Jones, Dario Argento, Bernardo Bertolucci, Quentin Tarantino, John Williams, Wong Kar-wai. Apenas algunos de los nombres que participan del proyecto con recuerdos personales y apreciaciones musicales. 

Pero todo comienza con Ennio, haciendo un poco de ejercicio físico en su piso romano antes de sentarse frente a la cámara de Tornatore. ¿Por dónde comenzar? Por el comienzo, con el niño Morricone aprendiendo a tocar la trompeta junto a su padre músico de jazz; y un poco después, cuando ingresó a la prestigiosa Academia Nacional de Santa Cecilia a estudiar composición musical bajo el tutelaje de Goffredo Petrassi. 

El hecho de que Morricone abandonara en gran medida la música “seria” por las bandas de sonido cinematográficas –territorio en el cual rápidamente se transformaría en uno de los nombres más solicitados de la industria– atraviesa los 156 minutos de metraje y ofrece indirectamente un ejemplo de la eterna dicotomía entre el arte alto y el bajo. Cerca del final, el protagonista admite que le llevó décadas aceptar su lugar en la historia de la música y olvidar lo que durante bastante tiempo consideró como una suerte de parricidio, de la mano de un pulsante complejo de inferioridad.

De sus primeros esfuerzos como arreglista en la discográfica RCA a los inicios como compositor para la pantalla grande. Y el salto cualitativo y de popularidad con la banda sonora de Por un puñado de dólares, de Sergio Leone, ejemplo de esa originalidad y excentricidad sonora que lo seguiría acompañando en una parte importante de su obra. Proteico y singular, otras zonas creativas correrían por carriles más sinfónicos, por un lado, y experimentales por el otro, como lo demuestran sus primeros trabajos junto a cineastas como Elio Petri, Dario Argento y Bertolucci (verbigracia: las composiciones para I pugni in tasca). 

La gran pregunta que se hace el espectador, y también varios de los participantes del documental, gira alrededor de la cuestión de si muchas de esas películas –de Érase una vez en el Oeste a Investigación de un ciudadano sobre toda sospecha; de Cinema Paradiso a La misión– serían las mismas sin sus aportes musicales. 

La respuesta no sorprenderá a nadie con algo de sentido común. Además de ser un festín para los oídos y ofrecer una gran cantidad de información general y particular, Ennio, el maestro tiene otra virtud elocuente: abrir de inmediato el apetito cinéfilo. Es imposible salir de la sala sin el deseo irrefrenable de querer (re)ver todas las películas visitadas.

Imagen de portada: Morricone le puso su sello a varias películas fundamentales.

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Por Diego Brodersen.6 de octubre 2022.

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Ennio Morricone

 

 

Las 5 películas que influenciaron a Jean-Luc Godard.

El oriundo de París se destacó como uno de los pioneros de la Nueva Ola de su país que proponía un estilo de narrar historias más progresivo e innovador que sus antecesores.

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El pasado 13 de septiembre, el gran director de cine Jean-Luc Godard falleció dejando a todo el mundo del séptimo arte de luto. Recordado como uno de los filmmakers franceses más importantes de la época post guerra, el oriundo de París se destacó como uno de los pioneros de la Nouvelle vague de su país que proponía un estilo de narrar historias más progresivo e innovador que sus antecesores.

De la mano de colegas como Francois Truffaut, Eric Rohmer, Claude Chabrol y Jacques Rivette, Godard irrumpió en el mundo del cine con ideas frescas y ayudó a revitalizar el séptimo arte de su nación, pero para llegar a ese punto hubo muchas películas que lo influenciaron y lo llevaron a ser el mandamás detrás de cámara que resultó.

En esta oportunidad, queremos hacernos eco de un artículo de Far Out Magazine en el que la periodista Aimee Ferrier dio a conocer cinco de las películas que más influenciaron a la leyenda europea de la pantalla grande. Ellas son:

El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)

Man with a Movie Camera (2014 Restoration trailer) In UK cinemas 31 July 2015 | BFI Release | BFI

Orfeo (Jean Cocteau, 1950)

New trailer for Orphée – back in cinemas 19 October | BFI

El carterista (Robert Bresson, 1959)

New trailer for Robert Bresson’s Pickpocket (1959) – in cinemas from 3 June 2022 | BFI

Siempre te amaré (Roberto Rossellini, 1954)

Journey to Italy (1953) – trailer

Calle de la vergüenza (Kenji Mizoguchi, 1956)

STREET OF SHAME (1956) – Struggling to Get By

Imagen de portada: Jean-Luc Godard

FUENTE RESPONSABLE: INDIEHOY. Por Maximiliano Rivarola. 26 de septiembre 2022.

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