En pleno siglo XXI todavía existe la brecha de género en el mundo de la ciencia.

El 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para reivindicar el papel de las científicas a lo largo de la historia y concienciar sobre la falta de igualdad en las carreras STEM.

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Desde el inicio de la historia, las mujeres han formado parte de la ciencia y la tecnología y su contribución ha sido clave para el progreso de estas disciplinas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, sus logros y descubrimientos han sido sistemáticamente ignorados y ellas rara vez han recibido el reconocimiento que merecían.

Más allá de las pocas científicas que han sido galardonadas con premios Nobel o que se han incluido en los libros de texto, como Marie Curie o Rosalind Franklin, existen decenas de físicas, químicas, matemáticas, biólogas e informáticas que han caído en el olvido. A día de hoy, las carreras científicas siguen estando protagonizadas por los hombres y la brecha de genero presente en este ámbito se mantiene. 

Valorando esta realidad, en diciembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con la intención de reivindicar el papel de la mujer en la historia de la ciencia y concienciar sobre la falta de paridad en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés).

Pero ¿qué factores determinan que exista esta brecha de género? ¿A qué dificultades deben enfrentarse las mujeres que eligen una carrera científica? 

ESTEREOTIPOS DE GÉNERO Y FALTA DE REFERENTES

La brecha de género no empieza en la carrera o en las primeras oportunidades laborales, empieza en la infancia. Desde pequeños, los niños y las niñas se ven expuestos a una serie de estereotipos y prejuicios ligados a los roles de género que condicionan su desarrollo y su comportamiento. 

Según un estudio publicado en la revistaScience, a los seis años las niñas ya se creen menos brillantes que sus compañeros y evitan participar en juegos presentados como actividades “para personas muy listas”.

“A menudo se cría a las niñas con la idea de que las disciplinas STEM son temas masculinos y que las aptitudes femeninas en estos campos son innatamente inferiores a las de los varones”, advierten en el informeDescifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) elaborado por la UNESCO en 2017.

Existe una alarmante falta de referentes femeninos en los programas académicos

A causa de esto, muchas niñas deciden no cursar asignaturas STEM cuando llegan a la secundaria, pese a tener calificaciones iguales o superiores a las de sus compañeros. 

Por otro lado, durante estos primeros años de formación, hay una alarmante falta de referentes femeninos

El mayor estudio sobre presencia de mujeres en los materiales educativos, elaborado por Ana López-Navajas, revela que actualmente hay una media de 7,5% apariciones de mujeres en todas las asignaturas de la educación obligatoria. El no tener químicas, físicas, informáticas o tecnólogas en las que inspirarse y con las que identificarse hace que muchas niñas no se visualicen a sí mismas en esos roles y que no proyecten su futuro ligado al ámbito científico. 

CC. Mileva Maric, matemática, física y posible coautora de algunas de las teorías de Albert Einstein, su primer marido.

BAJO PORCENTAJE DE MUJERES EN CARRERAS STEM

En España, solo el 30% de mujeres decide matricularse en carreras STEM, tal y como refleja el estudioTo be smart, the digital revolution will need to be inclusive elaborado por la UNESCO en 2021. En la Unión Europea, el porcentaje es apenas un poco mayor, situándose en el 34%.

Del 30% total de las matriculadas, el 3% se decanta por las tecnologías de la información y la comunicación, el 5% por las ciencias naturales, el 8% por la ingeniería y la construcción y el 15% por la salud y el bienestar. Por lo tanto, el mayor porcentaje de mujeres que se matricula en carreras STEM elige aquellas que están directamente relacionadas con el cuidado, como la enfermería (donde las mujeres representan el 81,7%), la biomedicina (75%), la medicina (68,7%) o la biotecnología (61,7%).

A lo largo de la carrera, la tasa de abandono de las mujeres que cursan estudios STEM es mucho mayor a la de sus compañeros, tal y como señala el ya citado estudio de la UNESCO. 

En la transición al mundo laboral o durante la etapa profesional, otro alto porcentaje de mujeres acaban dejando estas carreras.

INVESTIGACIÓN Y TECHO DE CRISTAL

Menos del 33% de las personas que se dedican a la investigación en áreas STEM de todo el mundo son mujeres. En la Unión Europea, ellas únicamente representan el 34% de estos puestos. 

En España, esta cifra se sitúa en el 44,5%. Sin embargo, tal y como demuestra el estudio Científicas en cifras, a medida que se avanza en la carrera, el porcentaje de mujeres presentes en este ámbito disminuye, quedando relegadas a un segundo lugar con respecto a sus compañeros de profesión. 

A partir de la etapa postdoctoral, los puestos más altos de la carrera de investigación los ocupan los hombres. De hecho, en España, 3 de cada 4 catedráticos son hombres (un 75,9% de catedráticos frente a un 24,1% de catedráticas) y solo un 23% de los rectores y directores de las 80 universidades del país son mujeres. 

Esta diferencia hace que la falta de referentes no solo se perciba en los libros de texto o en el contenido de las asignaturas, sino también en quienes las imparten. 

9 de cada 10 científicas consideran que ser madre puede suponer un freno en su carrera laboral.

EL FUTURO LABORAL DE LAS CIENTÍFICAS

Según un estudio elaborado por Milagros Sáinz, investigadora y directora del grupo GenTIC (Género y TIC: Investigando el Género en la Sociedad Red) de la Universitat Oberta de Catalunya, algunos de los factores que más influyen en las mujeres a la hora de dejar la carrera de investigación son la incertidumbre frente a sus perspectivas laborales, el miedo a qué puede pasar si se quedan embarazadas y la imposibilidad de compaginar la vida personal y la profesional. 

En el mismo estudio, 9 de cada 10 entrevistadas afirmaron que consideran que ser madre puede suponer un freno en su desarrollo profesional e impedir que tengan una carrera exitosa, a diferencia de sus compañeros. 

Los tiempos de las carreras científicas no coinciden ni se adecuan con los tiempos sociales y biológicos de las mujeres, de ahí que muchas de ellas se queden atrás y ellos avancen hasta ocupar los cargos con más prestigio. 

PRESENCIA DE CIENTÍFICAS EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Pese a que, en el último siglo, cientos de mujeres han dedicado su vida a la ciencia, desde que Marie Curie obtuvo el Premio Nobel de la Física en 1903, solo 23 mujeres han ganado un Nobel de física, química o medicina, comparado con 615 hombres.

Recientemente, han surgido varias iniciativas que luchan contra esta desigualdad, reivindicando las historias y los hallazgos de muchas científicas que han quedado en la sombra. Un ejemplo es el movimiento ‘No More Matildas’, una campaña impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) que denuncia la falta de visibilidad de las científicas y ofrece material académico para incluir algunas de estas grandes figuras en los libros escolares. 

ISTOCK. Menos del 33% de las personas dedicadas a la investigación en todo el mundo son mujeres.

BARRERAS EN EL MUNDO LABORAL

A lo largo de la carrera científica y de investigación, las mujeres se topan con múltiples barreras a las que tienen que sobreponerse. Por un lado, la falta de reconocimiento con respecto a sus compañeros, que reciben muchos más premios que ellas. Por otro lado, que su contribución no se acredite tanto como la de los hombres en publicaciones científicas, tal y como informa un estudio compartido en Nature, y que sus proyectos reciban menos financiación. 

Además, las mujeres sufren una mayor tasa de acoso sexual en el contexto laboral, cosa que puede determinar drásticamente su carrera, y se enfrentan constantemente a prejuicios de género, cosa que les obliga a estar en una permanente lucha por demostrar sus capacidades y por no sentirse ninguneada o desplazadas. 

La pandemia del coronavirus también ha acareado peores consecuencias para ellas que para ellos. 

En el reportaje ¿Dónde están las científicas en la pandemia? 

La covid-19 las borra del mapa publicado en SINC, la periodista Cristina Sáez afirmó: «Aunque hombres y mujeres se han visto afectados por la crisis y han aumentado su dedicación a tareas del hogar, son las mujeres —alumnos, profesorado y personal administrativo— las que se han encargado mayoritariamente de esas tareas y del cuidado de personas dependientes”. 

La manera de citar a las científicas en los medios determina la percepción de los lectores sobre ellas.

La falta de reconocimiento también se percibe en los medios de comunicación. Según el estudio La visibilidad de las científicas españolas elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos, en 2018, la prensa española solo citó a científicas en 1 de cada 4 ocasiones

De todos modos, según otro estudio elaborado por el proyecto Monitoreo Global de Medios en 2020, entre 2015 y 2020, en España se incrementó el número de veces que las mujeres eran citadas como expertas, pasando de un 9% a un 34%.

La cantidad de científicas que aparece en los medios es importante y la manera de citarlas también. Por ejemplo, citar a mujeres científicas (o de otras profesiones) por su nombre, en vez de por el nombre y el apellido, o hacerles preguntas más personales que a sus compañeros, determina el prestigio que los lectores asocian a ellas. 

ISTOCK

La manera en la que se cita a las mujeres en los medios de comunicación determina el prestigio que los lectores asocian a ellas.

UN LARGO CAMINO HASTA LA IGUALDAD

«Todavía hoy, en el siglo XXI, las mujeres y las niñas son marginadas en la esfera científica debido a su sexo», afirmó la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, sin embargo «las mujeres deben saber que tienen un lugar en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas y que tienen derecho a participar en el progreso científico”.

Para lograr esto será necesario educar en la igualdad, animar a las mujeres a apostar por carreras STEM, mejorar las posibilidades de conciliación familiar, aminorar las barreras que aparecen en el terreno laboral y reconocer y visibilizar el trabajo de las científicas y tecnólogas. Solo así se podrán revertir los datos y paliar la brecha de género que existe en la actualidad. 

Imagen de portada: iSTOCK

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic España. Por Aitana Palomar S.10 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Ciencia/Investigacion científica/Brecha de género/ Mujeres/Feminismo.

Estos investigadores tienen la clave para ralentizar el envejecimiento.

El ensayo CALERIE es la primera investigación de los efectos de la restricción calórica a largo plazo en humanos sanos no obesos.

Un equipo internacional de investigadores ha demostrado en un ensayo controlado aleatorio pionero en su género que la restricción calórica puede ralentizar el ritmo de envejecimiento en adultos sanos. 

Según el estudio publicado en la revista ‘Nature Aging’, reducir las calorías en una cuarta parte resultó en una disminución de la tasa de envejecimiento entre un 2 % y un 3 %, lo que representa una reducción del 10 % al 15 % en el riesgo de muerte

Este efecto es similar al de dejar de fumar, dicen los investigadores.

«En gusanos, moscas y ratones, la restricción calórica puede ralentizar los procesos biológicos del envejecimiento y prolongar la esperanza de vida -afirma el autor principal de la investigación, Daniel Belsky, profesor asociado de epidemiología en la Escuela Mailman de Columbia y científico del Centro Butler de Envejecimiento de Columbia-. Nuestro estudio pretendía comprobar si la restricción calórica también ralentiza el envejecimiento biológico en humanos».

El ensayo CALERIE , financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos, es la primera investigación de los efectos de la restricción calórica a largo plazo en humanos sanos no obesos. 

Involucró a 220 hombres y mujeres sanos de tres centros Estados Unidos, a los que se les asignó aleatoriamente una dieta normal o una restricción calórica del 25 % durante dos años.

Para medir el envejecimiento biológico de los participantes, los investigadores analizaron las muestras de sangre recolectadas al inicio y después de 12 y 24 meses de seguimiento

«Los seres humanos viven mucho tiempo -apunta Belsky-, por lo que no resulta práctico hacerles un seguimiento hasta que observemos diferencias en las enfermedades relacionadas con el envejecimiento o en la supervivencia. 

En su lugar, nos basamos en biomarcadores desarrollados para medir el ritmo y el progreso del envejecimiento biológico a lo largo del estudio».

El equipo analizó las marcas de metilación en el ADN extraído de los glóbulos blancos. Las marcas de metilación del ADN son etiquetas químicas en la secuencia del ADN que regulan la expresión de los genes y se sabe que cambian con el envejecimiento. 

En el análisis primario, Belsky y sus colegas se centraron en tres mediciones de los datos de metilación del ADN, conocidas a veces como «relojes epigenéticos». 

Las dos primeras, los relojes PhenoAge y GrimAge, calculan la edad biológica, es decir, la edad cronológica a la que la biología de una persona parece «normal». Estas medidas pueden considerarse «odómetros» que proporcionan una medida estática del grado de envejecimiento que ha experimentado una persona.

La tercera medida estudiada por los investigadores fue DunedinPACE, que calcula el ritmo de envejecimiento o la tasa de deterioro biológico a lo largo del tiempo y puede considerarse como un «velocímetro». 

«En contraste con los resultados de DunedinPACE, no se observaron efectos de la intervención en otros relojes epigenéticos -señala Calen Ryan, doctor e investigador científico del Butler Aging Center de Columbia y coautor principal del estudio-. 

La diferencia en los resultados sugiere que las medidas dinámicas del ‘ritmo de envejecimiento’ como DunedinPACE pueden ser más sensibles a los efectos de la intervención que las medidas de la edad biológica estática».

El estudio halló pruebas de que «la restricción calórica ralentiza el ritmo de envejecimiento en humanos», afirma Calen Ryan, del Centro de Envejecimiento Mayordomo de Columbia. 

«Pero es probable que la restricción calórica no sea adecuada para todo el mundo. Nuestros resultados son importantes porque demuestran, mediante un ensayo aleatorizado, que es posible ralentizar el envejecimiento humano. 

También nos dan una idea de los tipos de efectos que podríamos buscar en ensayos de intervenciones que podrían resultar atractivas para más personas, como el ayuno intermitente o la alimentación restringida en el tiempo«, añade.

Ahora los investigadores están realizando un seguimiento de los participantes para determinar si la intervención tuvo efectos a largo plazo sobre el envejecimiento saludable

En otros estudios, Dunedin PASE más lento se asocia a un menor riesgo de cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, discapacidad y demencia

«Nuestro estudio de los efectos heredados de la intervención CALERIE pondrá a prueba si los efectos a corto plazo observados durante el ensayo se tradujeron en una reducción a más largo plazo de las enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento o de sus factores de riesgo», indica Sai Krupa Das, científico principal e investigador de CALERIE que dirige el seguimiento a largo plazo de los participantes.

Imagen de portada: La restricción calórica ralentiza la tasa de envejecimiento en adultos sanos La Razón.

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por F. Molinero. 10 de febrero 2023

Sociedad/Salud/Enfermedades/Investigación científica.

¿Cuáles son los orígenes del cáncer y por qué aún no ha desaparecido con la evolución?

Las investigaciones intentando explicar los mecanismos con que funciona esta enfermedad y demás enfoques clínicos no han sido efectivas para responder a estas cuestiones. Por eso se hace necesario observar el cáncer desde una nueva perspectiva, adoptando una visión evolutiva.

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El cáncer plantea multitud de cuestiones a los biólogos, gran parte de ellas todavía sin terminar de resolver. 

¿Cómo se explican los orígenes de esta enfermedad? ¿Por qué es tan difícil de curar? ¿Por qué persiste la vulnerabilidad al cáncer en la mayoría de los organismos pluricelulares?

Los enfoques basados en la explicación de los mecanismos de esta enfermedad y las investigaciones clínicas no son suficientes frente a estos interrogantes. Debemos observar el cáncer desde una nueva perspectiva, adoptando una visión evolutiva. En otras palabras, debemos mirar el cáncer a través de los ojos de Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución.

Desde hace unos años, el esfuerzo conjunto de biólogos evolutivos y oncólogos está fomentando reflexiones que se traducen en avances transversales beneficiosos para ambas disciplinas, a la vez que cambian nuestra comprensión de la enfermedad.

Cómo la evolución de los organismos pluricelulares prepara el terreno para el cáncer.

El cáncer afecta al conjunto del reino animal pluricelular. La razón es que se trata de una enfermedad ancestral relacionada con la aparición de los metazoos (animales compuestos de varias células, en oposición a los protozoos que están constituidos por una sola célula), hace más de quinientos millones de años.

La aparición de tales organismos complejos requirió el desarrollo de altos niveles de cooperación entre la multitud de células que los componen. En efecto, esa cooperación se sostiene por comportamientos complementarios y altruistas, en particular por la apoptosis o suicidio celular (por el cual una célula activa su autodestrucción al recibir una cierta señal) y por la renuncia a la reproducción directa por parte de toda célula que no sea una célula sexual. 

Es decir, la evolución hacia entes pluricelulares estables se produjo por la selección de adaptaciones que, por un lado, facilitaban el funcionamiento colectivo y, por otro lado, reprimían los reflejos unicelulares ancestrales.

El cáncer representa una ruptura de esa cooperación pluricelular, seguida de la adquisición de adaptaciones que permiten que esas células «renegadas» se perfeccionen en su propio modo de vida. 

Dicho de otra forma, las células malignas comienzan a «hacer trampas». 

Pueden hacerlo pues han sufrido mutaciones genéticas (modificaciones de la secuencia de genes) o epigenéticas (modificaciones que cambian la expresión de los genes y que, además de transmisibles, son reversibles, al contrario de las mutaciones genéticas), o incluso las dos, lo que les confiere un valor selectivo más alto en comparación con las células de comportamiento cooperativo. Puede consistir, por ejemplo, en ventajas de crecimiento, de multiplicación, etc. De la misma forma, es imperativo que las células portadoras de esas modificaciones se sitúen en un microentorno favorable a su proliferación.

Si estas «rebeliones celulares» no son reprimidas de manera correcta por los sistemas de defensas del organismo (como el sistema inmunitario), la abundancia de células cancerosas puede aumentar localmente. 

Consecuencias: los recursos se agotan y estas células pueden iniciar entonces comportamientos individuales o colectivos de dispersión y de colonización hacia nuevos órganos, las tristemente conocidas metástasis responsables de la mayoría de los decesos debidos al cáncer.

Células del sistema inmunitario (linfocitos T citotóxicos) rodean una célula cancerosa. — Alex Ritter, Jennifer Lippincott Schwartz y Gillian Griffiths / US NATIONAL INSTITUTES OF HEALTH

De ese modo, en unos meses o años, una sola célula cancerosa puede generar un «ecosistema» complejo y estructurado, el tumor sólido (comparable a un órgano funcional), así como metástasis más o menos diseminadas por el organismo.

Un aspecto intrigante de esta enfermedad reside en el número significativo de semejanzas entre los atributos de las células cancerosas provenientes de diferentes órganos, individuos e incluso especies, lo que sugiere que los procesos que tienen lugar en cada caso son similares. 

Sin embargo, cada cáncer evoluciona como una nueva entidad, ya que, aparte de los cánceres transmisibles antes mencionados, los tumores desaparecen siempre junto a sus huéspedes, sin transmitir sus innovaciones genéticas ni fenotípicas.

Entonces, ¿cómo se explican esas semejanzas?

Persistencia del cáncer a lo largo del tiempo evolutivo.

Desde un punto de vista evolutivo, hay dos hipótesis que pueden explicar la aparición del cáncer y la similitud de sus atributos.

La teoría del atavismo explica el cáncer como un retorno a capacidades anteriores de las células, entre las que se encuentra la liberación de un programa de supervivencia excelentemente conservado, siempre presente en toda célula eucariota y, por tanto, en todo organismo pluricelular. 

Se cree que la selección de este programa ancestral tuvo lugar durante el período precámbrico, que comenzó hace 4550 millones de años y terminó hace 540 millones de años. Durante este período, que vio surgir la vida sobre nuestro planeta, las condiciones medioambientales eran muy distintas de las actuales y, a menudo, desfavorables. Las fuerzas selectivas que actuaban sobre los organismos unicelulares favorecieron las adaptaciones para la proliferación celular.

Algunas de esas adaptaciones, seleccionadas a lo largo de la vida unicelular, quedaron presentes para siempre, más o menos escondidas en nuestros genomas. 

Cuando su expresión escapa de los mecanismos de control, comienza una lucha entre los rasgos ancestrales unicelulares y los rasgos pluricelulares actuales y es entonces cuando puede aparecer un cáncer. Es más, esta hipótesis podría explicar también por qué las células cancerosas se adaptan tan bien a los entornos ácidos y pobres en oxígeno (anóxicos), pues estas condiciones eran habituales en el Precámbrico.

La segunda hipótesis implica un proceso de selección somático –las células somáticas agrupan la totalidad de las células de un organismo a excepción de las células sexuales– que conduce a una evolución convergente, es decir, a la aparición de rasgos análogos. 

Esta hipótesis sugiere que la aparición de los rasgos celulares que caracterizan las células «tramposas» se somete a una fuerte selección cada vez que aparece un nuevo tumor, con independencia de cuáles sean las causas inmediatas de dichos rasgos. Estos procesos de selección somática, al tener lugar en entornos regidos en gran medida por los mismos condicionantes ecológicos (como los que reinan en el interior de los organismos pluricelulares), darían lugar a una evolución convergente.

Eso podría explicar las similitudes que observamos a través de la diversidad del cáncer. No olvidemos que solo vemos los cánceres que consiguen desarrollarse, pero no sabemos cuántos «candidatos» fracasan al no conseguir adquirir las adaptaciones necesarias en el momento adecuado.

Estas dos hipótesis no son excluyentes: la reaparición de un programa ancestral puede estar seguida de una selección somática que culmine en una evolución convergente.

Cualquiera que sea la razón del origen del cáncer, hay una pregunta que sigue sin respuesta: si esta enfermedad suele causar la muerte del huésped, ¿por qué no ha sido más eficaz la selección natural en conseguir que los organismos pluricelulares sean completamente resistentes al cáncer?

Los animales grandes no tienen más cáncer

Los mecanismos de supresión del cáncer son numerosos y complejos. Cada división celular puede provocar mutaciones somáticas que alteren los mecanismos genéticos que controlan la proliferación celular, la reparación del ADN o la apoptosis, perturbando así el control del proceso de formación del cáncer (carcinogénesis).

Si cada división celular conlleva una probabilidad dada de que se produzca una mutación cancerígena, entonces, el riesgo de desarrollar un cáncer debería ser función del número de divisiones celulares a lo largo de la vida de un organismo. Sin embargo, las especies de gran tamaño y más longevas no tienen más cáncer que aquellas pequeñas que viven menos tiempo.

En las poblaciones naturales animales, la frecuencia del cáncer varía, en general, entre un 0% y un 40 % para todas las especies estudiadas y no existe relación con la masa corporal. En los elefantes y en los ratones se observan niveles de prevalencia del cáncer bastante similares, a pesar de que los elefantes desarrollen muchas más divisiones celulares a lo largo de su vida que los ratones. Este fenómeno se conoce como «la paradoja de Peto».

La explicación de esta paradoja reside en el hecho de que las fuerzas evolutivas han seleccionado mecanismos de defensa más eficaces en los animales grandes que en los pequeños, lo que permite reducir el lastre ligado al cáncer por el aumento de tamaño. 

Por ejemplo, los elefantes tienen veinte copias del gen supresor de tumores TP53, mientras que los humanos solo disponemos de dos.

Encontramos excepciones notables a esta tendencia general, como es el caso de especies de pequeño tamaño con una longevidad fuera de lo normal. Estas especies tampoco desarrollan apenas cáncer. Un buen ejemplo es el de la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber), una especie cuyos individuos viven mucho tiempo (especie longeva) y no desarrollan tumores espontáneos, con la excepción de algunos casos de cáncer detectados de forma anecdótica.

Una enfermedad que se manifiesta de forma tardía.

Recordemos también que la eficacia de las defensas contra el cáncer experimenta una disminución una vez que los organismos han llevado a cabo lo esencial de su reproducción, ya que las presiones evolutivas son menores en esta etapa de la vida. 

Esta pérdida de eficacia, junto con la acumulación de mutaciones a lo largo del tiempo, explica que la mayor parte de los cánceres (mama, próstata, pulmón, páncreas…) aparezcan en la segunda mitad de la vida.

Una de las implicaciones evolutivas capitales es que si, desde una perspectiva darwiniana, el cáncer no es una preocupación relevante cuando se manifiesta tras la fase reproductiva, eso significa también que nuestras defensas se habrán optimizado por selección natural no para erradicar de forma sistemática los procesos oncogénicos sino para controlarlos mientras tengamos capacidad reproductora…

Al final, esas defensas low cost, cuyo objetivo es resistir frente a los tumores, se revelan más ventajosas para salvaguardar el éxito reproductor que como estrategias de erradicación sistemática, que serían sin duda mucho más costosas. El sistema inmunitario, por ejemplo, no trabaja a cambio de nada… 

En general, los seres vivos se rigen por soluciones de compromiso, trade-offs en inglés, que hacen que toda inversión en una función necesite de una serie de recursos y energía que ya no estarán disponibles para otras funciones. 

Nuestras defensas contra las enfermedades, el cáncer incluido, no quedan fuera de esta regla de funcionamiento.

Por desgracia, esas defensas low cost contra el cáncer se convierten al final en bombas con retardo… En otras palabras, ¡la lógica darwiniana no nos lleva siempre a resultados que se casen con nuestras expectativas como sociedad en términos de salud!

Aunque la mayor parte de las mutaciones cancerígenas se producen en células somáticas a lo largo de la vida, hay casos raros de cáncer cuya causa se encuentra en mutaciones hereditarias en la línea germinal, la que produce las células sexuales. Esas mutaciones congénitas, a veces, son más frecuentes de lo que se esperaría del equilibrio mutación-selección.

Esta paradoja se puede explicar por diversos procesos evolutivos. Por ejemplo, se ha sugerido que, probablemente, la selección natural no actuará sobre esas mutaciones si, una vez más, sus efectos negativos sobre la salud solo se manifiestan cuando haya terminado el período reproductivo.

Por otro lado, se podría recurrir a la teoría de la pleiotropía antagonista

Esta teoría estipula que ciertos genes tienen efectos contrarios sobre la probabilidad de supervivencia / reproducción según la edad considerada: sus efectos serían positivos al comienzo de la vida y negativos en el resto. Si el efecto positivo inicial es notable, es posible que la selección retenga esa variante genética aunque cause una enfermedad mortal más tarde.

Por ejemplo, las mujeres que presentan una mutación de los genes BRCA1 y BRCA2 tienen un riesgo significativamente más alto de desarrollar cánceres de mama o de ovario, pero esas mutaciones parecen estar relacionadas con una mayor fertilidad.

Implicaciones en materia de tratamientos

El cáncer, auténtico lastre de las poblaciones humanas, es ante todo un fenómeno regido por procesos evolutivos, desde su origen en la historia de la vida hasta su desarrollo en tiempo real en una persona enferma. 

La separación tradicional entre oncología y biología evolutiva, por tanto, debe desaparecer, pues limita nuestra comprensión de la complejidad de los procesos que culminan en la manifestación de la enfermedad.

Esta nueva perspectiva del cáncer podría resultar útil para el desarrollo de soluciones terapéuticas innovadoras que limiten los problemas asociados a las estrategias de tratamiento disponibles en la actualidad. 

Estas terapias de altas dosis, que buscan matar el máximo de células malignas, acaban provocando a menudo la proliferación de células resistentes. A la inversa, la terapia adaptativa, profundamente enraizada en la biología evolutiva, podría constituir un enfoque alternativo.

Esta estrategia consiste en disminuir la presión que conllevan las terapias de altas dosis con el fin de eliminar solo una parte de las células cancerosas sensibles. Se trata de mantener un nivel suficiente de competición entre las células cancerosas sensibles y las células cancerosas resistentes, con el fin de evitar The importance of cancer cells for animal evolutionary ecology | Nature Ecology & Evolutiontar o de limitar la proliferación sin restricciones de las resistentes.

Una problemática que no se limita al ser humano

Hasta hace poco, rara vez la oncología había adoptado los conceptos de la biología evolutiva para mejorar la comprensión de los procesos malignos. De igual forma, los ambientalistas y los biólogos evolutivos apenas se han interesado en la existencia de estos fenómenos en sus investigaciones sobre los seres vivos. 

Pero las cosas cambian y la consideración del cáncer –o, más bien, de los procesos oncogénicos en su conjunto– en el seno de la fauna salvaje suscita un entusiasmo creciente en el seno de la comunidad de los ambientalistas y de los biólogos evolutivos.

En efecto, a día de hoy, el cáncer se muestra con claridad como un modelo biológico pertinente para estudiar la evolución de los seres vivos, así como un fenómeno biológico de importancia para comprender diversas facetas de la ecología de las especies animales y sus consecuencias sobre el funcionamiento de los ecosistemas.

Aunque no siempre evolucionen hacia formas invasivas o metastásicas, los procesos tumorales son omnipresentes en los metazoos y hay estudios teóricos que sugieren que, probablemente, en estos últimos tengan influencia en variables fundamentales en ecología, como son los rasgos de historia de la vida, las aptitudes competitivas, la vulnerabilidad a los parásitos y a los depredadores, o incluso la capacidad de dispersarse. 

Esos efectos provienen tanto de consecuencias patológicas de los tumores como de los costes asociados al funcionamiento de los mecanismos de defensa de los huéspedes.

La comprensión de las consecuencias ecológicas y evolutivas de las interacciones huésped-tumor se ha vuelto también un tema de investigación de referencia en ecología y en biología evolutiva en estos últimos años.

Estos cuestionamientos científicos son todavía más pertinentes cuando la práctica totalidad de los ecosistemas del planeta, sobre todo los medios acuáticos, está contaminada hoy en día por sustancias de origen antrópico y, a menudo, mutágenas. Por lo tanto, es primordial mejorar la comprensión de las interacciones huésped-tumor y sus efectos en cascada dentro de las comunidades, para así predecir y anticipar las consecuencias de las actividades humanas en el funcionamiento de los ecosistemas y en el mantenimiento de la biodiversidad.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

Imagen de portada: El demonio de Tasmania es víctima de una forma particular de cáncer, transmisible de un individuo a otro. Pixabay.

FUENTE RESPONSABLE: Público. 4 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Salud/Cáncer/Biología/Oncología/Genetíca/Organismos pluricelulares/ Investigación científica.

El secreto de la juventud podría estar en un medicamento de uso común.

Un estudio demuestra que la rilmenidina, un fármaco para la hipertensión, resulta eficaz contra el envejecimiento

Todos sabemos que para vivir muchos años con cierta salud hay que disponer de una buena genética, llevar una dieta adecuada, practicar ejercicio moderado adaptado a cada etapa y tener unas relaciones sociales de calidad. 

Sin embargo, científicos de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) acaban de descubrir que el secreto de la longevidad podría residir en un medicamento utilizado habitualmente para tratar la hipertensión. Según afirman en un estudio publicado en la revista científica Aging Cell, los principios activos de la rilmenidina, presentes en ciertos fármacos para el control de la presión arterial alta, pueden retrasar el envejecimiento, así como ayudar a alargar la vida.

De acuerdo con los resultados, que se obtuvieron en un experimento con animales, el tratamiento con rilmenidina a edades tempranas y avanzadas mejora los marcadores de salud y también incrementa la esperanza de vida. 

También demuestran que los beneficios para la salud y la esperanza de vida del tratamiento en la lombriz intestinal ‘C. elegans’ están mediados por el receptor I1-imidazolina nish-1, lo que identifica este receptor como una posible diana de la longevidad.

En ese sentido, los encargados del estudio indican que a diferencia de otros fármacos estudiados anteriormente con este fin, la rilmenidina, un antihipertensivo oral de amplia prescripción, tiene posibilidades de trasladarse en el futuro al ser humano, ya que sus efectos secundarios son escasos y no graves.

Los investigadores explican que, hasta la fecha, la dieta de restricción calórica se ha considerado la intervención antienvejecimiento más sólida, ya que favorece la longevidad en todas las especies

Sin embargo, los estudios de restricción calórica en humanos han tenido resultados y efectos secundarios dispares, lo que significa que la estrategia antienvejecimiento más razonable es encontrar medicamentos como la rilmenidina que puedan imitar los beneficios de la restricción calórica.

“Con una población mundial que envejece, los beneficios de retrasar el envejecimiento, aunque sea ligeramente, son inmensos. La reutilización de fármacos capaces de prolongar la vida y la esperanza de salud tiene un enorme potencial sin explotar en la gerociencia traslacional. 

Por primera vez hemos podido demostrar en animales que la rilmenidina puede aumentar la esperanza de vida. Ahora nos interesa explorar si la rilmenidina puede tener otras aplicaciones clínicas”, ha comentado João Pedro Magalhães, que dirigió la investigación durante su estancia en la Universidad de Liverpool y ahora trabaja en la Universidad de Birmingham.

Imagen de portada: El secreto de la juventud podría estar en un medicamento de uso común FOTO: FIZKES

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por F. Limonero. 1 de febrero 2023.

Sociedad/Salud/Enfermedades/Investigación científica.