Cándido o el optimismo, de Voltaire.

El máximo representante de la Ilustración, Voltaire, adoptó un punto de vista sardónico para burlarse del principio de razón suficiente postulado por Gottfried Leibniz, según el cual vivimos en ‘el mejor de los mundos posibles’. En Cándido o el Optimismo, el filósofo francés presenta a un muchacho a quien le ocurren tantas calamidades que resulta difícil defender la felicidad con la que avanza por la vida.

En Zenda ofrecemos el arranque del la nueva edición de Cándido o el Optimismo publicada por Navona, traducida por José Ramón Monreal y prologada por un texto rescatado de Italo Calvino.

***

Capítulo primero

De cómo Cándido fue educado en un hermoso castillo y de cómo le echaron de él.

Había en Westfalia, en el castillo del señor barón de Thunder-ten-tronckh, un muchacho al que la naturaleza había dotado de las costumbres más apacibles. Su cara era el espejo de su alma. Era muy recto de juicio y de espíritu muy inocente. Tal vez por esta razón le llamaban Cándido. Los viejos criados de la casa sospechaban que era hijo de la hermana del señor barón y de un buen y honrado gentilhombre de los contornos, con quien la muchacha no quiso casarse jamás, porque no había podido probar más que setenta y un cuarteles, y porque el resto de su árbol genealógico se había perdido a causa de los estragos del tiempo.

Era el señor barón uno de los más poderosos señores de Westfalia, pues su castillo tenía puerta y ventanas. La gran sala estaba adornada con un tapiz. Todos los perros de sus patios formaban, si era menester, una jauría; los palafreneros eran sus monteros; el vicario del pueblo, su limosnero mayor. Todo el mundo le llamaba señoría, y le reían todas las gracias.

La señora baronesa, que pesaba alrededor de trescientas cincuenta libras, se había ganado por ello una grandísima consideración y honraba a la casa con una dignidad que la hacía más respetable aún. Su hija Cunegunda, de diecisiete años de edad, era de un vivo colorido, lozana, carnosa y apetecible. El hijo del barón parecía en todo digno de su padre. El preceptor Pangloss era el oráculo de la casa y el pequeño Cándido escuchaba sus lecciones con la buena fe propia de su edad y de su carácter.

Pangloss enseñaba la metafísico-teólogo-cosmolonigología. Demostraba admirablemente que no hay efecto sin causa y que en éste, el mejor de los mundos posibles, el castillo del señor barón era el más hermoso de los castillos y la señora la mejor de las baronesas posibles.

«Está demostrado —decía— que las cosas no pueden ser de otro modo de como son, ya que, estando hechas para un fin, todo conduce necesariamente hacia el mejor fin posible. Nótese que las narices fueron hechas para llevar anteojos, por eso tenemos anteojos. Las piernas fueron evidentemente hechas para ser calzadas, y tenemos las calzas. Las piedras fueron hechas para ser talladas y para construir castillos con ellas, por eso su señoría tiene un hermoso castillo; el barón más grande de la provincia debe ser el que esté mejor aposentado; y los cerdos fueron hechos para ser comidos, y por eso comemos tocino todo el año: por consiguiente, los que han dicho que todo va bien han dicho una tontería; hubieran tenido que decir que todo va del mejor modo posible».

Cándido escuchaba atentamente, y lo creía inocentemente, pues encontraba a la señorita Cunegunda muy hermosa, aunque nunca hubiera tenido el atrevimiento de decírselo. Pensaba que después de la dicha de haber nacido barón de Thunder-tentronckh, el segundo grado de la felicidad era ser la señorita Cunegunda; el tercero, verla todos los días; y el cuarto, escuchar al maestro Pangloss, el más grande filósofo de la provincia y, por tanto, del orbe entero.

Paseando un día Cunegunda cerca del castillo, por el pequeño bosque que llamaban el parque, vio entre la maleza al doctor Pangloss impartiendo una lección de física experimental a la doncella de su madre, morenita, muy graciosa y dócil. Como la señorita Cunegunda tenía grandes aptitudes para las ciencias, observó, sin decir esta boca es mía, los reiterados experimentos de que era testigo; y comprendió clara y distintamente la razón suficiente del doctor, los efectos y las causas, y se volvió muy inquieta, pensativa y llena de grandes deseos de saber, soñando que podría perfectamente ser la razón suficiente del joven Cándido, quien podía ser también la suya.

De vuelta al castillo, se encontró a Cándido y se sonrojó; también éste se ruborizó; ella le dio los buenos días con voz entrecortada, y Cándido habló sin saber lo que decía. Al día siguiente después de comer, al levantarse de la mesa, Cunegunda y Cándido se encontraron detrás de un biombo; Cunegunda dejó caer su pañuelo, Cándido lo recogió, ella le tomó inocentemente la mano, el joven besó candorosamente la de la muchacha con una viveza, una sensibilidad, una gracia muy particulares; sus bocas se encontraron, sus ojos se encendieron, sus rodillas flaquearon, sus manos se extraviaron. El señor barón de Thunder-ten-tronckh acertó a pasar cerca del biombo y, viendo aquellas causas y aquellos efectos, echó del castillo a Cándido propinándole unas patadas en el trasero; Cunegunda sufrió un desmayo; fue abofeteada por la señora baronesa al volver en sí; y todo fue consternación en el más bello y agradable de los castillos posibles.

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Autor: Voltaire. Título: Cándido o el Optimismo. Traducción: José Ramón Monreal. Editorial: Navona. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Voltaire –  Cándido o el Optimismo”

FUENTE RESPONSABLE: ZENDALIBROS.COM 16 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Literatura/Adelantos editoriales.

Cinco poemas de Roland Leighton

Todos los llamados war poets, es decir, los poetas que conocieron las trincheras de la I Guerra Mundial, tienen la misma característica: murieron jóvenes. Igual que les ocurriera a Wilfred Owen y a C.H. Sorley, Roland Leighton recibió un disparo mientras avanzaba por tierra de nadie. Su vida fue tan breve que solo tuvo tiempo de escribir dieciséis poemas, ahora recogidos por El Desvelo Ediciones en el volumen Un llanto sobre el mar, antología a cargo de Paula Campos Fernández.

***

Triolet 

Hay un llanto sobre el
mar, y el año viejo se
muere.

Llega con las alas de la noche hasta
mí; hay un llanto sobre el mar,
y el hondo corazón del mundo
suspira por lo que no pudo ser.

Hay un llanto sobre el
mar, y el año viejo se
muere.

***

L’Envoi

Apenas sólo un giro de
cabeza, un adiós levemente
pronunciado, y partisteis en
busca
del destino como hombres.

Pero nuestros caminos de juventud se cruzaron una
vez; y no penséis, compañeros,
que olvidaremos la inmensa
deuda contraída con vosotros.

Seguid caminando; y aunque la
fama llegue a coronar vuestro
nombre, recordad dónde vivisteis
los días de la infancia.

Y en los años más oscuros de la vida
mirad cómo las ilusiones y los miedos
pasados se mezclan con lágrimas de la
memoria
y la culpa y la alabanza.

***

Clair de Lune

Suaves por el aliento de las
flores y por la risa de lluvias
pasadas, las encendidas
horas de luz pálida envuelven
el prado y el bosque;

y por el susurrante río
bajan los reflejos rizados
de la luna
sobre olas que irrumpen y
recelan por miedo a unirse con
el mar.

Mas cuando envejece la
noche y su silencio aún es
más frío, el negro de los
álamos feroz
se vuelve contra el cielo que amanece.

Las brasas que el nuevo día
enciende unen los sueños de
junio y diciembre; y nadie lo
recuerda
salvo la luna y yo. 

***

Sobre un cuadro de Herbert Schmaltz

Un rostro marmóreo, sin pasión, como de alguien
a quien hubiera mirado la terrible gorgona y, sin embargo, sus
ojos son claros, húmedos ojos de fulgor amatista
como estanques al amanecer, ojos ante cuya mirada
uno no se atreve a hablar, temeroso de que toda su
ternura se funda en una sola lágrima irisada…

***

En el jardín de rosas

Pétalos rosicler bajo el rocío;
como alas de rosa
desplegándose;
—¿Qué puede haber —pensé— más
bello en todo el mundo?—

Unos pasos ligeros aunque indecisos
(¿qué otra cosa podría haber hecho
ella?) cruzaron desde la sombra del
cenador hacia el sol.

Mediodía y un esplendor perfumado,
dorado y rosa y rojo;
—¿Qué son, después de todo, —me
dije— las rosas para mí?—

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Autor: Roland Leighton. Traductora: Paula Campos Fernández. Título: Un llanto sobre el mar. Editorial: El Desvelo. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

BIO

Roland Aubrey Leighton (Londres, 1895-Somme, 1915) fue un poeta que, como otros war poets, defendió el pacifismo en su obra. Hijo de dos escritores, Robert Leighton y Marie Connor Leighton, mantuvo una relación de juventud con la también autora Vera Brittain. La I Guerra Mundial estalló justo con Roland terminaba el instituto. Movido por su patriotismo, se alistó inmediatamente y fue enviado al frente francés. Un año después, recibió un disparo mientras estaba al descubierto en tierra de nadie.

Imagen de portada: Roland Leighton

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 14 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

5 poemas de Pureza, de Irene Domínguez.

Irene Domínguez mereció uno de los accésits del Premio Adonáis 2022 con un poemario de inspiración juanramoniana del que cabe resaltar, según el jurado, “su poderosa evocación de la infancia y por la fuerza con la que describe la cotidianidad, las relaciones amorosas y la crisis generacional que afecta a tantos jóvenes de hoy”.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Pureza (Rialp).

***

LA TORRE, EL CABALLO Y EL ALFIL 

No me canso de decirle a mi entrenador
tira la toalla
pero él no oye nada porque ni en el ring ni fuera
se le ha visto nunca.
Quizás, a su manera, trata de salvarme
del deshonor.

Eugenio Montale

Vienen sólo para pegarse entre ellos
y muchos no tienen dinero ni cama
en la que descansar después de la pelea.
Han cruzado el Mediterráneo
para perseguir un futuro
tan lejano y cercano como la distancia
que separa su piel quemada de la lona.
Cada domingo olvidan sus trabajos
en el cuadrilátero frente a otros
que son rivales y reflejo de sí mismos.
El entrenador, con voz de compañero
de celda, les grita:
patada recta patada con paso patada diagonal
y lo ejecutan perfectamente sin saber
que una tradición lo llama
«el movimiento de la torre, el caballo y el alfil».
Son tan puros como la sangre que salta en un golpe seco.
Tal vez en otro país o en otro mundo distinto a este,
alguien les dijo que aquí podrían honrar sus apellidos.
Por primera vez alguien
se dirige a ellos por sus apellidos.
Este domingo a las ocho de la mañana
busco en ellos mi instinto de morir, mi instinto de matar,
y me juego lo único en mí que no odio, mi nariz,
y me vendo el pecho para parecerme a ellos.
Porque alguien también me dijo
que aquí podría honrar mis apellidos.

*** 

ME tapé los pendientes con las manos frente al espejo.
Le dije a mi padre: mira, ¡soy un niño!
Pero temía llegar a clase y dejar de gustarte,
que mi feminidad no fuese feminidad suficiente,
que me dejases por otra niña y jugases a los papás con ella
(no soportaba imaginarte siendo marido de Elena
o de Sandra o de María o de Carmen).
Mi padre me besó la frente, me cogió en brazos
y me sentó en su Renault rojo matrícula dieciséis dieciséis.
Ese día fuimos al campo y jugamos al fútbol.

***

A Guillermo Marco Remón

ME regalaste un pompero por mi cumpleaños.
Lo trajiste como si un tesoro te hubiera bendecido las manos.
Te dije que era mi juguete favorito
y te enseñé la forma de que durase mucho más,
capturando una en el aire para crear otra nueva.
Ese día hicimos muchas, juntos,
y pensamos que nos durarían para siempre
las pompas y la infancia.
En algún momento creceríamos y me enseñarías
ese poema de Pessoa sobre pompas de jabón
con una precisión redondita o aérea
y comprendería que tú eras el chiquillo
que se entretiene en soltar por la pajita
toda una filosofía.
Nuestras pompas entonces eran inocentes,
brisa que apenas roza las flores al pasar,
besos de niños al aire. Ahora son caóticas
y tienen versos de poemas que nos gustan.
Verte, qué visión tan clara.
Vivir es seguirte viendo.
Cambiaríamos las pompas
por otros juegos menos niños,
pero nuestro amor seguiría toda esa filosofía.
Nos enseñaríamos la forma de que durase mucho más.

***

PERO tú qué te has creído Irene little Irene
con ese vestido de gomas que se pegan a tu cuerpo
y ese escote redondo de barco que naufraga
por esas islas que sólo habitan reyes.
Cuántas veces tenemos que tocarte las palmas
y llamar tu atención, cuántas veces tenemos
que llamarte sultana o emperatriz
y prejuzgarte y avisarles a tus chicos
de lo diabla que eres,
y la de veces que has hecho por ganarte esa fama.
Sólo nosotros lo sabemos.
No fue abandono, fue supervivencia.
Te quiero, pero no soporto la forma que tienes
de derribar los muros cuando me miras.
Tus ojos en llamas nos han quemado los entresijos
de la ingenuidad.

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KIM K. ACABA DE COMPARTIR UNA PUBLICACIÓN 

You want a piece of me.

Britney Spears

¡Basta de silencios!
¡Gritad con cien mil lenguas!
porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!

Santa Catalina de Siena

Vosotros queréis un pedazo de mí,
cuando me veis sola y hecha añicos,
pero yo no soy solo yo.
Pertenezco a una raza que ya existe,
de muñecas rusas fabricadas por artesanos
que las multiplican con variaciones
(medalla de oro, pecho blanco, mejillas rosas…),
y que todo el mundo desea abrir,
todas con un nombre distinto tallado,
todas con algo familiar en la mirada.
Vosotros queréis un pedazo de mí,
saquear mi cuerpo igual que Borchardt Nefertiti.
Por eso me corté las tetas
y os las ofrecí en una bandeja de plata.
El dolor me convirtió en Catalina.
Sangré por los costados mientras las palabras
salían dictadas a borbotones,
como si Alguien guiase mis manos,
las mismas manos que nos abrazan cuando os marcháis.
Con el pelo empapado de sangre
me seguís mirando y me decís que gotea,
que lo esparza por vuestras páginas escritas a mí,
a nosotras, a las de esta antigua raza milenaria,
por esos versos que se multiplican y apelotonan
hasta convertirse en un silencio
que grita con cien mil lenguas.
Quise quitarme del cuello la medalla de oro,
deseé un pecho menos blanco, unas mejillas ásperas,
y sentí envidia del artesano ambulante
que talló mi nombre propio,
que entregó el suyo, conmigo, a la artesanía.
Era la única manera de sobreviviros a todos.
Vosotros queréis un pedazo de mí.
Aquí estoy, cogedlo,
pero no os cortéis con los añicos.

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Autora: Irene Domínguez. Título: Pureza. Editorial: Rialp. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Pureza”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 13 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

Explorar el extremo.

Transcurrida casi una década desde la aparición, en 2013, de su libro de poemas anterior, Sin ruido, José Corredor-Matheos (Alcázar de San Juan, 1929) publicaba en otoño de 2022 una nueva obra lírica, Al borde, editada igualmente por la barcelonesa Editorial Tusquets en su colección Nuevos Textos Sagrados. Entre uno y otro títulos, en 2020 publicó el escritor manchego, afincado desde muy joven en Barcelona, una recopilación de la poesía que se considera más esencial y que había escrito entre 1970 y 2018. La inclusión de ese corpus en la serie Clásicos Hispánicos de Editorial Cátedra supuso el reconocimiento de que su creación poética podía ya ser leída como la de un clásico de las letras españolas.

Y esa consideración de clásico, de un clásico asociado por la crítica a la generación de poetas del mediados del siglo XX, no hace sino refrendarla la citada entrega más reciente. El autor le ha dado un sugerente título que pudiera suscitar la idea de haberse acercado muy al extremo, muy “al borde” del misterio del vivir en uno de los universos posibles mediante una iluminación poética de índole metafísica, ontológica, cósmica, según podría desprenderse de uno de los textos más significativos del libro, y que dice así:

Estás al borde, al borde,

y no sabes de qué.

Te parece, de pronto,

verlo todo,

saber que tú eres nada,

acaso siendo todo (119).

Libro integrado por 53 poemas breves que se agruparon en tres secciones, en Al borde ha reunido su autor aquellos textos que han logrado sobrevivir a su autoexigencia literaria entre los muchos que fue escribiendo durante el antedicho período de casi dos lustros, en el que pudo haber alguna que otra fase de sequedad creativa. También incluye el libro, excepcionalmente, el rescate de una composición que por espacio de varias décadas permaneció en la carpeta de las dudosas, como se indica a pie de página, en la 87. Aludo a la que empieza con el verso “Entre el uno y el diez”, y que imagino ha sido ahora validada para ver la luz pública en virtud de que se sitúa en el lindero de una dimensión que el poeta habrá calibrado como de misterio.

Iniciado el libro con los versos metapoéticos de la composición “Qué fácil escribir…”, en la sección primera se agavillan especialmente poemas inspirados en artistas en los que el sujeto lírico advierte concomitancias mistéricas, conteniendo las otras dos partes textos que difícilmente hubieran podido escribirse sin que José Corredor-Matheos se hubiera adentrado en filosofías orientales como, por ejemplo, la del budismo zen, sazonándolas con lecturas de la mística occidental europea y española, de perfiles indagatorios como, por ejemplo, el de Juan Ramón Jiménez, de la kábala, o incluso de la física cuántica.

El meollo interno del sistema de poetización corredoriano suele estar vertebrado por parejas de antónimos, entre los que anoto los principales: ser y no ser, estar y no estar, presencia y ausencia, aparecer y desaparecer, perderse y encontrarse, entrar y salir, abrir y cerrar, empezar y acabar, vacío y lleno, todo y nada, luz y oscuridad, escribir y borrar, escribir y no hacerlo, conferir sentido y quitarlo, unidad y dualidad, y palabra y silencio.

Cuando el poeta se adentra a través de los arcanos que se esconden en esta plural red semántica suele captar nuevas variaciones significativas apenas transitadas antes en sus libros. Se decide entonces a expresarlas sin titubeos mediante lúcidos destellos poéticos de autoconocimiento, así en un poema que apariencia paradójica que linda con el haiku (“No siendo, todo es, / y tú mismo estás / sólo cuando no estás.”) (51) o en el que traslado a continuación:

La función de la luz

no es la de brillar,

sino la de encubrir

el misterioso brillo

de las sombras.

La función de las sombras

es la de hacerte ver

lo que ocultaba la luz dentro de ti. (43)

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Autor: José Corredor-Matheos. Título: Al borde. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

José Corredor-Matheos © Andreu Clapés.

Imagen: Cubierta de portada de “Al borde”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por José María Balcells. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 9 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Antología Poética

Zenda recomienda: Jarrón y tempestad, de Guadalupe Grande.

Jueves en Zenda. Jueves de poesía. Jueves, en este caso, de Jarrón y tempestad, el último poemario, publicado póstumamente, de la escritora y antropóloga social madrileña Guadalupe Grande (Madrid, 1965 – 2021), publicado por el sello editorial La Uña Rota.

Hija de dos poetas fundamentales como Francisca Aguirre y Félix Grande —fallecidos, respectivamente, en 2019 y 2014—, Guadalupe Grande desarrolló la mayor parte de su labor como poeta a lo largo de la primera década del siglo XXI.

Durante los últimos años de su vida trabajó en diferentes ámbitos de la creación artística, inserta en una multidisciplinariedad en la que su barrio de toda la vida, Chamberí, desempeñó siempre un papel fundamental.

Tras una década de asueto poético, su repentino fallecimiento a comienzos de 2021 llegó poco después de que este libro, Jarrón y tempestad, fuese dado por terminado. Ahora es buena prueba de un legado extenso y crucial.

La propia Guadalupe Grande apuntaba, alrededor del libro: «Pienso que escribir poesía quizá sea una derrota necesaria. Pienso en la palabra derrota y me abrazo a ella como el náufrago se abraza a la última ola.

Pienso en la palabra naufragio. Escribo la palabra naufragio y veo las calles de esta ciudad, los coches, los trenes, las farolas, los alimentos llegando de no se sabe dónde, la gente que viene y va, como las olas, el movimiento confuso las cosas y los seres: tal vez los restos de un viaje transoceánico que nunca supimos a dónde conducía y que ha llegado hasta aquí, hasta la palabra naufragio, hasta la palabra derrota.

Escribo la palabra derrota y pienso en la palabra sentido: en el sentido de abrazarse a la última ola, de abrazarse al rescoldo, a la memoria que tartamudea en el centro de cada palabra, a la ceniza desde la que la memoria arde en los ojos, al hueco oceánico y ceniciento por el que se desploman las palabras y que siento como la única juntura posible. Ver, mirar, hablar. El horizonte, el tiempo, la historia. El corazón que trabaja, envejece y no comprende.

El alma que comprende, o lo intenta, que se abisma, se aturde, se ilumina, y como nadie sabe si existe dice su palabra con la cautela y la precaución del fantasma. Las palabras, su rescoldo, su ceniza, su sonido, su música de sentido. Pienso en la poesía como en las palabras de un náufrago. Pienso en cada poema como en las últimas palabras de este naufragio, de esta derrota necesaria».

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Autora: Guadalupe Grande. Título: Jarrón y tempestad. Editorial: La Uña Rota. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Jarrón y tempestad”

FUENTE RESPONSABLE: ZENDALIBROS.COM  9 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Literatura/Libro recomendado.

4 poemas de Demonios, de Ben Clark.

Ben Clark no solo es uno de los poetas españoles que mejor expresa las emociones en sus piezas, sino también uno de los más reconocidos por la crítica, como demuestra un palmarés que incluye los premios El Ojo Crítico, Hiperión y Loewe. Ahora regresa a las librerías con un poemario, Demonios, en el que se adentra en los espacios oscuros del duelo y la muerte.

En Zenda ofrecemos cuatro poemas de Demonios (Sloper).

*** 

HIPIQUIENNE

Al escultor y ceramista Gerry Clark

Sospecho de las piezas más grandes que su puño.

El puño de mi padre que, sin amenazar,

representa volúmenes, fronteras,

las masas que no deben, que no pueden ser sólidas.

Cualquier cosa más grande ha de ser hueca,

y cualquier cosa hueca tiene que respirar.

Es lo único que sé, lo único que aprendí

de su oficio: que hay pocas cosas sólidas,

que es rara la escultura

que no contenga el eco del secreto,

que no existe cerámica en el mundo

que no respete el puño de mi padre.

Y a mil doscientos grados los ollares

de sus caballos eran de verdad,

en el infierno, vivos, respiraban

exhalando el vacío de sus cuerpos,

los secretos que habían compartido

con mi padre y que sólo

podría revelar la destrucción.

Cualquier cosa más grande que su puño

me conduce a la idea de la muerte,

al presagio ominoso de un error

de cálculo, a caballos reventando

en trincheras de fuego de Verdún:

montañas de animales que se ahogan

o que vagan igual que pensamientos

al final de un poema. Pero el puño

de mi padre, cerrado

sobre las verdes sábanas no estima

los límites de nada, si pudiéramos

hacer un molde, hacer un vaciado,

que él lo supervisara —ocho millones

de caballos murieron en la Gran Guerra casi

todos de agotamiento—.

Mi padre abre la mano y los planetas

se avergüenzan un poco de sus núcleos,

hacen fiestas los potros de Altamira,

y retumban los cráneos vacíos

de todos los guerreros de Xian,

abre la mano y vuelan

murciélagos albinos en las cuevas

del Cáucaso, chillando como alarmas

que alertan del final de la alegría.

Llega el frío, los cuerpos se contraen,

y migran los caballos hacia el sur.

El tiempo acumulado se hace sólido

y algo, en alguna parte, se fractura

porque no puede ser de otra manera,

porque es la ley del puño de mi padre.

***

@BelenBermejo

Dicen que va a haber tormenta a las seis

que lloverán palabras, frases, libros

enteros —un peligro—, dicen que la tormenta

viene de lejos: años, quizá décadas

o siglos —nadie sabe—, dicen que las palabras

se irán acumulando hasta arrastrarlo

todo, todo el pasado y el presente

y también el futuro.

Un terrible aguacero de libros no leídos,

la historia no narrada del corazón humano

nos va a empapar, Belén,

y tú no vas a estar para cuidarnos,

para decirnos calma, no es más que una tormenta

de libros, de recuerdos, de palabras

que a veces, no, no bastan

pero eso ya no puede darnos miedo.

Si estuvieras aquí,

quizá nos abroncases por miedicas:

en el Retiro están los agapantos

ya casi florecidos, en las mesas

de novedades cantan

las sirenas de miles de odiseas,

y el mundo está repleto de rincones

y de relatos nuevos, cada día.

Dicen que habrá tormenta. ¡Yo no sé!

Por si acaso, no traigo más que un libro

con el que guarecerme,

por si el agua diluye este dolor,

por si lo que diluvia es la alegría.

***

Gajes del oficio

Para Max

Me propuse crear un gran poema.

Pero en vez de escribir llamé a mi hermano

y estuvimos hablando de la infancia.

Cuando volví a sentarme

me sorprendió el mensaje de un amigo.

«Es un niño», decía. Como es lógico

lo llamé de inmediato

y estuvimos dos horas celebrando

el milagro sencillo de la vida.

Y ahora estoy aquí,

delante del papel, extenuado

por tanta poesía y sin haber

escrito todavía un solo verso.

***

Retrato del poeta adolescente

Me duele el corazón y un pesado letargo

aflige a mis sentidos

John Keats

Un poema que no hable de tu infancia,

que no mencione nunca a aquel amigo

que un día, de repente, fue un recuerdo.

Un poema que no tenga palabras

que convoquen los sábados de otoño

cuando nadie llamaba para el cine.

Un poema sin años de instituto

y sin amores huérfanos

exageradamente exagerados.

Esto estoy escribiendo.

Un poema

sin referencia alguna a tu dolor,

a la cueva que hiciste con tus libros

mientras ellos quedaban en la playa.

No voy a recordarte aquellos años.

Este poema puede ser distinto.

Tienes tiempo, conoces

los atajos, los trucos y los golpes

de efecto que funcionan casi siempre.

Ponte a ello pues, escribe cosas nuevas:

construye una alegría en este verso.

Pero hay algo detrás que te lo impide.

Detrás de este poema está el poema

del que llevas huyendo desde entonces.

El poema que no,

el poema que nada,

el poema que nunca.

Un poema de piel de ruiseñor

que desea el deseo

y que no quiere ser distinto, raro,

que querría dejar de ser poema

para ser cuerpo, culpa, su secreto

guardado en un diario rosa palo

(o algo igualmente cursi, da lo mismo).

Lo que quiero decir es que no puedes

escribir el poema que hay detrás,

pero tampoco puedes

conjugar las palabras de otro modo.

Por eso esto no es nada, es un poema

que no, que niega toda relación

con tu pasado triste de medusas

cazadas en la orilla

cuando ellos se reían bajo el sol

y cuando ellos se amaban bajo el sol

y tu escribías versos en el agua.

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Autor: Ben Clark. Título: Demonios. Editorial: Sloper. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

BIO

Nacido en Ibiza en 1984, Ben Clark es un poeta y traductor español. En 2006 recibió el Premio Hiperión, en 2014 obtuvo El Ojo Crítico de RNE de Poesía y en 2017 el Premio Loewe. Es tutor de poesía de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores. Reside en Mérida, Badajoz, desde donde dirige el sello editorial Isla Elefante, especializado en poesía contemporánea.

Ben Clark. Foto: Alberto de la Rocha.

Imagen: Cubierta de portada de “Demonios”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 12 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía.

La poeta del corazón enmascarado.

En Grand Central Station me senté y lloré, publicado en Inglaterra en 1945, es el legado poético de esta mujer que a pesar de su inteligencia, eligió subordinarse al amor de un hombre y a sus hijos.

Guardaba entres las sábanas de su cama el boleto del autobús donde se encontró con George Barker por primera vez, se había enamorado de él antes de verlo, cuando leyó sus poemas publicados en revistas literarias amparado por T.S. Eliot (el mecenas de Barker) y cuando descubrió uno de sus libros en Better Books, la famosa librería de Charing Cross Road en Londres. 

Después, solo tuvo que escribirle haciéndose pasar por una coleccionista de manuscritos a la Universidad de Sendai (en Japón, donde Barker era profesor de inglés), gracias a una celestina sin intenciones: Lawrence Durrell, editor en ese momento de The Booster, que le pasó el dato. 

El boleto que ahora exhibe la Biblioteca Nacional de Canadá y que fue encontrado cuando Elizabeth murió es el vestigio inaugural de un amor cuestionado. 

Ella era una canadiense rica, él, un británico casado, se fueron a vivir a California, tuvieron cuatro hijos y se peleaban a diario con un portazo estelar donde George quedaba del lado de afuera y volvía (cuando volvía) muchos días después. La mujer que se había enamorado del sonido de sus palabras, de ese “sonido jugoso que corre, burbujea, embriaga”, crió sola a sus hijos y escribió un libro para contar ese amor: En Grand Central Station me senté y lloré, publicado en Inglaterra en 1945. 

Un legado ensordecedor, un tratado poético, un libro de culto, un espanto, una gloria y el lugar de la memoria que nombra sin nombrar porque para ella “él era un objeto de amor y no podía ser nombrado». La escena del boleto testigo, esa escena en la que está parada en una esquina “y todos los músculos de mi voluntad están reteniendo mi terror para enfrentar el momento que más deseo”, inicia el viaje iracundo. 

Pero la vida en furia de Elizabeth no terminaba con la salida de George ni con los restos sangrientos sobre el cuerpo ni con las borracheras ni con los labios mordidos tras la pelea, la vida en furia, era -según escribió Christopher, uno de sus hijos- una vida en continuado dependiente: “a pesar de ser una autora consumada, siempre jugó un papel subordinado a los hombres en su vida (…) mi madre, la mujer de ‘corazón enmascarado’ solía preguntarle a mi padre si era una desventaja en la vida que una mujer tenga inteligencia”. 

“Que nadie por más exquisita que sea su prosa poética escriba un libro así”, pidió en los años sesenta Angela Carter en una reseña en la que agregaba que era “como Madame Bovary atravesada por un rayo”, un rayo con versos que Morrissey rescató y cantó en los años ochenta. 

Elizabeth que sabía de memoria los sonetos de Shakespeare, publicó su primer poema a los diez años y su primer libro a los quince. Su romane con Barker duró intermitentes décadas, él nunca se separó, tuvo muchos hijos con otras mujeres (dicen que quince) y ella vivió romances con algunos hombres, con algunas mujeres. Fue redactora de anuncios publicitarios que hoy serían un éxito en Instagram, vendió alfombras, tiaras y radios hasta que llegó a ser una de las editoras con mejor sueldo en la Inglaterra de los años sesenta. 

Cuando su novela se reeditó en 1966 y se convirtió en un éxito de ventas se instaló en Suffolk, en una casa de campo y escribió relatos, poemas, novelas, libros de cocina, de vino y de jardinería. Lejos había quedado su familia canadiense que horrorizada por su amor publicado la había dejado sin dinero (su madre tiró los ejemplares que pudo y prohibió la publicación en Canadá), lejos los años de platos semi vacíos, las noches de los retratos (uno de Lucian Freud) y el aluvión de vodka, lejos las anfetaminas que la mantenían despierta toda la noche para trabajar en publicidad y pagar la escuela, todo estaba lejos, todo menos el rumor de las palabras de George y su boleto almohada. 

Imagen de portada: Elizabeth Smart, la poeta desmesurada, en la época en que conoció a George Barker.

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Por Marisa Avigliano. 3 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Narrativa/Poesía.

4 poemas de Beatriz Iriart.

ESTADO DE SITIO

Hay estado de sitio

en la ropa raída

en los pesares diarios.

Hay estado de sitio

en las barricadas

cuando amanece

y no hay amor

y hay hambre.

MIESES

Te doy

mis genuinos girasoles

me das

una canción

con tus manos de matar

y ambos componemos

la melodía cruel y devastadora

de un exilio prematuro.

PARNASO Y ABISMO

Me hiere la risa que apuñala

como antes.

Los silencios extensos

por donde emergen los fantasmas.

No tener respuestas

al túnel de sombras.

Los fuegos estólidos.

Los profanadores de esperanzas.

Los rostros que se esfuman

Desconociendo

que como ayer

los estamos esperando.

INSOMNIO

Soy una pesadilla errante

un sueño mal parido

un blues en madrugada

una ilusión perdida

un duelo de antemano

en las gélidas noches de

un otoño anunciado.

Imagen de Portada: Beatriz Iriart – https://beatriziriart.blogspot.com/

FUENTE RESPONSABLE: Beatriz Iriart. 9 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía.

BIO: BEATRIZ IRIART

Nace en otoño (12 de mayo) en La Plata, Argentina.

Miembro de la "Sociedad de Escritores

Latinoamericanos de California y Capítulo Internacional en Internet (SELC y CII), California, Estados Unidos.  Ha recibido premios y menciones de la S.A.D.E (Sociedad Argentina de Escritores), S.E.P (Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires). 

Miembro de la Sociedad de Escritores Latinoamericanos de California y Capítulo Internacional en Internet (SELC y CII), California, Estados Unidos, entre otros reconocimientos.

Publicó los libros:

"Perspectivas" (1977)

"Collage de Cinco" (1981)

“Extraño Linaje” (1984)

"La Muerte Quiere” (2003)

"La Muerte Quiere" segunda edición (2016)

"Te He Soñado Tanto Libertad" (2017)

Su obra es publicada en inglés y portugués en varios países y en   diferentes antologías en su país y en el extranjero.

Estudió cerámica y pintura.

Formó parte del movimiento underground en la década del '70, colaborando con la revista literaria "Machu Picchu ".

La afamada compositora venezolana Diana Arismendi, compuso en el año 2015 la obra “In memoriam”,  para conmemorar el HOLOCAUSTO, inspirándose el segundo movimiento de la obra en el poema “Yo estuve en Auschwitz” de la poeta Beatriz Iriart. 

El concierto fue organizado por  el Espacio Anna Frank de Caracas y participó la orquesta Sinfónica de Venezuela dirigida por el maestro Alfredo Rugeles.

Holocausto: Con poemas de Maiakovski, Elsa Langer, Beatriz Iriart y un texto de Javier Romañach, la Fundación Rey Ardid recordó al millón de personas con discapacidad asesinadas por los nazis / España, 3 de febrero de 2015.

Si deseas ver los vídeos, cliquea por favor en cada link. Muchas gracias.

Poemas en video:

Ediciones Godot rescata otro clásico.

A 15 años de su fundación, la editorial comienza una nueva colección que tiene como protagonista la obra del gran escritor y periodista austríaco. Como ya lo hizo con Stefan Zweig en excelentes ediciones y con traducciones propias, pone ahora en circulación la obra de otro de los grandes autores del siglo XX.

En el mundo editorial existen fundamentalmente dos lógicas de edición, la de los grandes grupos y la de las editoriales independientes. La primera consiste en saturar el mercado con libros que apuntan a la coyuntura política y social, a generar un impacto inmediato y a diversificarse en distintos sellos para diferentes grupos de lectores. La segunda, en cambio, apunta a formar un catálogo cuya capacidad de venta no se agote en un solo disparo, sino que perdure a través del tiempo.

Hace 15 años, Víctor Malumian y Hernán López Winne se lanzaban a la incierta aventura de la edición con una nueva editorial que se inscribía en el segundo grupo: Godot. Los buenos títulos, las ediciones cuidadas y las traducciones propias  hicieron que de inmediato alcanzara un lugar de visibilidad entre las editoriales independientes y que su catálogo creciera de manera significativa.

Hoy, tienen una nueva apuesta como es la creación de una colección, la Biblioteca Joseph Roth, que pone un clásico al alcance de las nuevas generaciones como ya lo hicieron con Stefan Zweig.

“En febrero cumplimos 15 años –le dice Malumián a Tiempo Argentino–  Este proyecto se encuadra en este aniversario y en la idea de mantener viva la editorial sacando nuevas colecciones y reeditando autores que están un poco olvidados. En su momento lo hicimos con Woolf y nos fue muy bien, porque fue muy leída. Creo que quienes no conozcan a Roth, deben a animarse a leerlo porque es un gran autor.”

Esta nueva colección se abre con dos novelas: De izquierda a derecha y La rebelión. 

En la primera, “Roth describe un mundo particular conformado a la luz de la posguerra luego de la Primera Guerra Mundial: el de la familia Bernheim, Paul y Theodor,  hermanos, exhiben dos caracteres que emergen de una familia que se ha venido abajo, tanto a nivel económico como a nivel moral”, resumen los editores.  La segunda,  pone en escena a un ex combatiente que, condecorado por el gobierno, obtiene una licencia para tocar el organillo. A pesar de haber sufrido la desdicha de perder una pierna en la guerra, está convencido de que el mundo se rige por un orden moral. Pero su visión del mundo cambiará cuando un incidente en un tranvía lo lleva a la cárcel.

Cuando se le pregunta a Malumian con qué criterio Godot decidió publicar a un autor como Joseph Roth, contesta: “Nosotros ya habíamos publicado a Stefan Zweig. Además de que en sus vidas reales Zweig y Roth eran amigos, creemos que sus libros dialogan entre sí. A ambos los atravesó la guerra, pero en Zweig la guerra está más de fondo. En Roth, en cambio, no es un fondo, está más en primer plano e impacta muchas veces de forma directa en las tramas. Creemos que hay una tríada austríaca integrada por Roth, Zweig y Musil.”

Y agrega: “Nos pareció que era una buena forma de seguir completando nuestro catálogo reeditar a autores de gran calidad que en su momento fueron muy masivos y a los que hoy es difícil encontrar o se encuentran en traducciones con un español que es muy de España”.

El plan de publicación de  la Biblioteca Roth contempla en principio de diez libros. Malumián aclara: “No sé si luego agregaremos otros materiales como correspondencia, por ejemplo. Este año ya sacamos dos y seguramente agregaremos La leyenda del santo bebedor cerca de fin de año. Vamos a publicar a un ritmo de tres o cuatro libros por año. Es probable que surjan en el transcurso de las publicaciones  libros de artículos periodísticos, por ejemplo. Lo que nosotros hicimos fue iniciar la Biblioteca Roth lo que no significa necesariamente que vayamos a publicar su obra completa. Lo mismo hacemos con Zweig. Por ejemplo, el mes que viene vamos a publicar Momentos estelares de la humanidad que es el primer libro suyo de no ficción que publicaremos.”

Según cuenta Malumián, la jugada de traducir y publicar a Zweig les generó al principio el temor que suele provocar lo nuevo, pero los resultados confirmaron que la decisión era acertada.

“En principio –cuenta- pensamos que lo leerían lectores ya mayores, pero para nuestra sorpresa vimos que hubo otro rango etario conformado por gente de 25 años que lo leyó mucho, creo que por la fuerza que tienen sus historias. Quizá la gente que ya leyó a estos autores piense que publicarlos hoy no tiene tanto sentido, sin embargo, hay toda una generación que no los leyó y que demuestra mucho interés en hacerlo.”

Los dos libros de Roth se lanzan juntos en una promoción que incluye una taza que tiene de un lado un dibujo del Roth y, del otro, una frase suya.

Alguna vez, tanto Malumián como Hernán López Winne dijeron que en su proyecto editorial comenzó con la publicación de libros que a ellos, por una razón u otra, los fascinaron y que no se conseguían fácilmente por estar agotados. Al cabo de 15 años, dado el crecimiento sostenido de Godot, ese criterio parece revalidarse. Se expresa no sólo en su catálogo, sino también en las ediciones realizadas con el cuidado que es el resultado de una verdadera pasión por los libros y con traducciones  en las que el lector de habla hispana que no es español puede reconocer en el lenguaje. Suele decirse que “para muestra basta un botón”. Basta con ver la gráfica de las tapas de los dos primeros libros de la Biblioteca Roth para comprender que ambas cumplen sobradamente con la condición que debería tener toda cubierta: constituyen por sí mismas una promesa de varias horas de inmersión placentera en mundo dentro del mundo que el autor creó solo con palabras.

Imagen de portada: Joseph Roth

FUENTE RESPONSABLE: Tiempo Argentino. Por Mónica López Ocón. 7 de marzo 2023.

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Los caminos del sentido

Poner atención al verso y no al poema. Poner atención al poema, y no al verso. Abrirle un tajo a las palabras, capilarizarlas. Añadir capas de sentido. Pensar: qué quiso decir. Pensar: qué dice. Pensar: qué me dice. Pensar: qué quiero que me diga.

No es original Mariano Peyrou en las tesis que defiende en Tensión y sentido (Taurus, 2021). En el libro, que no es un manual, que no es una historia de la poesía, como se explica en la nota de la contracubierta, el poeta y teórico no hace más que reflejar algunos puntos de la teoría literaria contemporánea y ponerlos en acción. Además de sumar a estos sus propias meditaciones al respecto y jugar con una completa serie de ejemplos extraídos de autores que van desde Shakespeare a William Carlos Williams, desde Wallace Stevens a García Valdés. Y, de ahí, a la pintura, a la música clásica contemporánea, a la idea de Vanguardia y a las filosofías relacionada con la creación artística.

Qué es el sentido. Cómo las palabras ayudan a construirlo. De qué manera el lector asume ese juego de comunicación con el poeta. Y, sobre todo, qué herramientas ofrece el lenguaje para ello. A partir de estas preguntas Peyrou inicia un repaso por algunos de los recursos habituales de la lírica histórica —pero, sobre todo, contemporánea— en un texto que, como él mismo reconoce, está «lleno de incoherencias, contradicciones, ideas sueltas y relacionadas muy débilmente», pero que ayudan a pensar el poema desde su concepción hasta el momento de su lectura. Y darle vueltas a todas las metamorfosis que su sentido sufre a lo largo del proceso y de la vida real del texto, una vez publicado.

Dividido en siete capítulos donde el autor analiza recursos estéticos como la yuxtaposición, la repetición, la ironía y lo prosaico, el argentino propone una reflexión para que quien acuda al libro pueda realizar el ejercicio de repensarse como lector de poesía.

Porque más allá de plantearse como una relación de técnicas para el escritor, Tensión y sentido parece configurado para que el lector comprenda que la lectura no es un ejercicio pasivo, sino que existen sendas —más oscuras e intrincadas, más oníricas, más realistas y basadas en el recuerdo, más abstractas, más luminosas y evidentes— que se puede decidir recorrer junto al poema. O no. Y que todo sea válido.

Con su habitual encantamiento discursivo —solo hay que escucharle, una vez por semana, en las propuesta de lectura que ofrece en el programa de radio La Estación Azul, de RTVE— Peyrou se apega, sobre todo, a la sugerencia en este libro. ¿Y qué sugiere? Rebasar límites, hilar conceptos aparentemente desvinculados, anatomizar el poema para diseccionarlo. Pero no desde un punto de vista filológico o lingüístico, sino sensorial. Esa es la clave de Tensión y sentido. Como el mismo autor afirma, el objetivo es «entender que la mayoría de las veces un poema no es más que un espacio para escuchar al otro que hay en uno, para llegar a las zonas de uno mismo que no conocemos del todo bien, que no solemos transitar en la vida cotidiana».

Un libro fallido no es un libro erróneo

Tensión y sentido nace con un destino naufrago. Lo hemos dicho, el autor lo asume al inicio: «No soy un erudito ni tengo una teoría». Por eso, el texto es una tentativa de abordar ciertos problemas que surgen a la hora de leer y de escribir. Más aún: un intento de acercarse a la poesía contemporánea, pero también a la más antigua y a la vez a otras disciplinas artísticas sin el prejuicio habitual de quien teme no entender, no alinearse con los autores y autoras, con lo que han querido —si acaso lo han querido— decir algo.

El objetivo que Mariano Peyrou parece haberse planteado en su trabajo es recordar al lector que en su bolsillo están las llaves de una libertad que a veces olvida. Cabe pensar que el trabajo del poeta está hecho. Ahora es el turno del lector. Es el momento de la lectura, el disfrute, el goce, el dolor, el recuerdo… Todo lo que nazca de la interpretación: más literal y acertada; más divagante y errónea —¿puede haber errores en la lectura?—. Porque, en el fondo, el objetivo es el espacio en blanco que se cuela entre las sílabas de la palabra diálogo.

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Autor: Mariano Peyrou. Título: Tensión y sentido. Editorial: Taurus. Venta: Todostuslibros

Imagen: Cubierta de portada de “Tensión y sentido”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Daniel J. Rodríguez. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 7 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Reflexiones literarias.