La ciudad de EE.UU. que se convirtió en el lugar con la mayor concentración de salvadoreños en el mundo fuera del país centroamericano.

Washington D.C., la capital de EE.UU., es para El Salvador lo mismo que Texas y California para los mexicanos o Florida para los cubanos: un país en pequeña escala, una ciudad latina imaginada donde se recrean las tradiciones, conflictos y esperanzas de la tierra natal que quedó atrás.

Desde hace más de cuatro décadas, D.C. se ha vuelto un hogar improbable para miles de salvadoreños que huían de las guerras o las penurias de la nación más pequeña de Centroamérica.

Es la única área metropolitana del país donde los salvadoreños son mayoría entre los hispanos: representan, de hecho, más del 32% de la población latina allí, una cifra que no tiene comparación en ningún otro lugar de EE.UU.

De los más 1,3 millones de salvadoreños que viven en Estados Unidos (en el país latinoamericano son unos 6 millones), más de 200.000 viven en el área metropolitana de Washington, según datos del último censo (2020), aunque los expertos consultados por BBC Mundo creen que el número es realmente mayor.

Y si D.C. es en sí un «pequeño El Salvador», su «capital» dentro de la capital estadounidense es un barrio a pocos kilómetros de la Casa Blanca: Mount Pleasant.

Mount Pleasant fue llamado el «Pequeño El Salvador» por la alcaldía de Washington, D.C.

Fue allí el primer lugar donde se asentó la población salvadoreña que comenzó a llegar a Washington y décadas después, la calle principal de este barrio sigue siendo el núcleo latino por excelencia de la capital de EE.UU.

De un lado a otro sobresalen los nombres de comercios en español: un mercado tiene sus estantes repletos de productos centroamericanos, uno de los restaurantes más concurridos cocina pupusas (una especie de tortilla de maíz rellena) y los vendedores ambulantes ofrecen desde frutos tropicales hasta ropa de marcas piratas, como en cualquier puesto callejero de Centroamérica.

En las calles, contrario a la solemnidad que se respira en otras partes de la capital, las aceras se llenan de salvadoreños que juegan mica, un juego tradicional, mientras en el principal parque del barrio, un grupo improvisado canta un jarocho mexicano que fue una fiebre en toda la región hace unas décadas: «Corre muchacho a la azotea, que la gallina, que la gallina cacaraquea», se escucha.

Un grupo interpreta canciones tradicionales mexicanas y salvadoreñas en el parque de Mount Pleasant.

«Esta es nuestra casa», dice a BBC Mundo Orlando Fernández, un salvadoreño que llegó a la capital de EE.UU. en 1981.

«Yo soy del oriente de El Salvador y llegué aquí cuando la Guerra Civil (1979-1992). Aquí están mis hijos, mis nietos, todo… Y sin embargo, uno vive con el miedo de que lo puedan mandar para atrás en cualquier momento», agrega.

Como Fernández, muchos de los salvadoreños que han dado forma al barrio viven con estatus de protección temporal (TPS), que les permite vivir legalmente en Estados Unidos pero corren el riesgo de que pueda ser revocado en cualquier momento.

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Fernández vive hace más de 40 años en D.C.

«Estas personas son reflejo de una de las grandes complejidades del fenómeno migratorio en Estados Unidos», dice a BBC Mundo Ariel Ruiz, investigador del Migration Policy Institute.

«El TPS para El Salvador todavía está bajo procesos para ver si se cancela o no y estamos hablando de miles de personas que tienen décadas en el país, que han sido asentadas, integradas a la comunidad de destino, que han enriquecido la comunidad donde viven y, sin embargo, viven en un limbo migratorio. El pronóstico de lo que sucederá para esta población todavía no es seguro», dice.

Un destino inusual

A diferencia de otros lugares más al sur o cercanos a la frontera, la capital de Estados Unidos no fue un destino preferido de las sucesivas oleadas de migrantes que llegaban al país.

«Históricamente, el área de Washington, D.C. no fue un centro para inmigrantes como California, Nueva York o Florida dado que no tenía un gran núcleo industrial que proporcionara puestos de trabajo», explica a BBC Mundo Michele Waslin, coordinadora del Instituto de Investigación sobre Inmigración (IIR) de la Universidad George Mason, en Virginia.

Sin embargo, de acuerdo con la experta, a medida que D.C. se convirtió en un centro internacional para entidades gubernamentales y no gubernamentales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otras, llegó un pequeño número de diplomáticos nacidos en el extranjero y empleados internacionales.

«Esto sentó las bases para oleadas adicionales de inmigrantes que construyeron redes familiares y sociales. Además, aquí se reasentaron grupos de refugiados de América Latina, Asia y África. Y, más recientemente, la economía regional floreció, lo que llevó al crecimiento de la población», señala.

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El mercado latino del barrio salvadoreño de Washington, D.C.

Abel Núñez, director del Centro de Recursos Centroamericano (Cercacen), una organización que se dedica a ayudar a la migración salvadoreña en Washington, cuenta a BBC Mundo que los flujos migratorios del país centroamericano a la capital de EE.UU. se dispararon durante la Guerra Civil y luego, durante sucesivos fenómenos naturales, como huracanes.

«Si bien en un inicio llegó una emigración de empleados domésticos, luego vimos que con la Guerra Civil en los 80 y luego con los desastres naturales en los 2000 esta población fue aumentando considerablemente», dice.

«La bandera que había dejado este grupo de salvadoreños de los años 60 que estaba Washington empieza a atraer todo este flujo migratorio. Yo mismo soy producto de esa ola migratoria», agrega.

Núñez recuerda que fue en ese entonces cuando Mount Pleasant, entonces una zona de los suburbios de la capital, comenzó a volverse el hogar de los que llegaban a D.C.

Fue allí donde en 1991, un policía mató a un joven salvadoreño, lo que provocó una de las mayores protestas de inmigrantes que han tenido lugar en Estados Unidos: duró tres días, hubo 150 heridos y más de 250 arrestos y cientos de comercios y carros fueron incendiados.

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FUENTE DE LA IMAGEN- GETTY IMAGES. Los murales callejeros forman parte del ambiente de Mount Pleasant.

A partir de entonces, una serie de reformas políticas llevó por primera vez a que las autoridades locales tomaran medidas para proteger de la discriminación a la población hispanoparlante.

«Mount Pleasant es un símbolo para la comunidad salvadoreña y latina. Pero ahora ya en los condados alrededor de Washington hay más población salvadoreña que en D.C.», señala Núñez.

«Ha habido un movimiento de desarrollo que está expulsando a la gente pobre o de bajos ingresos. Entonces nuestra comunidad, esa población, ha sido víctima del desarrollo que ha vivido la ciudad y se ha tenido que desplazar a otros lugares, como Maryland o Virginia», agrega.

Tradiciones e integración

Al caer la tarde, la calle principal de Mount Pleasant se vuelve un hervidero de turistas y locales que llegan en busca de restaurantes latinos.

Aunque hay ofertas de comida de diversas naciones, desde Cuba, México o Perú, casi todas son una versión salvadoreña de los platos originales de esos países.

«Siempre le digo a mis amigos que si buscan comida mexicana auténtica, que no vayan a un restaurante de aquí, porque la mejor de las veces lo que encontrarán es una interpretación salvadoreña de lo que es la comida mexicana o de otro lugar. Es al final comida salvadoreña», explica Núñez.

Ahora, el área donde la mayoría de los negocios fueron fundados y todavía son administrados por salvadoreños se llama oficialmente también «Pequeño Salvador», una denominación que aprobó la alcaldía de la ciudad en honor a la comunidad.

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Esta pupusería es uno de los restaurantes más populares del barrio salvadoreño de D.C.

Aunque los datos demográficos indican que la población salvadoreña en el área metropolitana de Washington se dedica principalmente a los servicios y la construcción, los cambios generacionales han ido transformando esa realidad.

«Como suele pasar en estos fenómenos migratorios, las nuevas generaciones suelen insertase mejor en las dinámicas sociales, hablan el idioma y tienen una mayor participación, nivel educativo e ingresos, lo que los ha hecho un poco más influyente en la política pública de la ciudad», señala Ruiz.

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A pesar de esto, Waslin señala que, en comparación con otros inmigrantes en las áreas de D.C. y Baltimore, los salvadoreños son los que «tienen menos probabilidades de dominar el inglés que todas las demás personas nacidas en el extranjero».

«Tienden a tener niveles educativos más bajos e ingresos más bajos y es más probable que trabajen en oficios poco calificados y mal pagados. También es menos probable que sean dueños de sus propias casas que el resto de los migrantes», agrega.

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Los puestos callejeros del barrio recuerdan a muchos de Centroamérica.

Cuestión de políticas públicas

Cuando se hace de noche en Mount Pleasant, una escena recurrente en varias esquinas muestra que las autoridades de la ciudad no ven este barrio como otro cualquiera.

A diferencia de lo que pasa en otros lugares de Washington, varios carros de policía se estacionan o conducen lentamente por las calles con los rotativos de color azul y rojo encendidos.

«No es un barrio violento actualmente, pero ha vivido momentos de muchas tensiones. Hay que decir, no obstante, que el fenómeno de la violencia también se manifiesta de forma más complicada en otras comunidades en las afueras.

En medios locales de Washington son frecuentes las crónicas rojas que hablan sobre incursiones de la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13 ) y otros grupos criminales en la capital, como pasa también en Los Ángeles o Nueva York.

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Un estudio de abril pasado de Insight Crime muestra que pandillas como los Sailors Locos West Side, que operan en la cercana Maryland, controlan negocios de prostitución que incluye el uso de menores centroamericanas.

Mientras, hace unas semanas, un jurado federal condenó a cinco pandilleros de la MS-13 por su participación en el secuestro y asesinato de dos adolescentes de Virginia de quienes sospecharon «erróneamente» que eran pandilleros rivales e informantes de la policía.

Numerosos documentos del Departamento de Justicia muestran que estas bandas han sido responsables de crímenes en la capital y sus alrededores, incluidos asesinato, extorsión, narcotráfico, lavado de dinero y manipulación de testigos.

En años recientes, las autoridades también han alertado que las pandillas operan activamente para reclutar miembros entre los más jóvenes de la comunidad salvadoreña en D.C.

«Desde los flujos del 2013 al 2014 de los niños no acompañados vimos un aumento de las pandillas de tratar de reclutar a estos nuevos inmigrantes cuando empiezan a entrar a las escuelas, al sistema escolar. Hay que reconocer que, desdichadamente, muchos de estos jóvenes huyendo de la violencia pandillera en El Salvador, vinieron a caer en las manos de las pandillas en Estados Unidos», comenta Núñez.

En criterio de Ruiz, esta situación muestra los fallos que ha tenido el gobierno de Estados Unidos para lograr insertar a estos migrantes a la sociedad estadounidense.

«Muchas de estas personas llegan con traumas por situaciones que han pasado en sus países de orígenes o en sus travesías y una vez aquí, a las instituciones que prestan ayuda a esa población les cuesta reconocer esos problemas», dice.

De acuerdo con el experto, esta situación se vuelve más crítica para aquellos migrantes jóvenes que no llegan por vías legales y luego enfrentan mayores trabas para insertarse a la sociedad.

«Es una especie de círculo vicioso porque son personas vulnerables a los que muchas veces la sociedad excluye o no le presta recursos por encontrarse indocumentados y luego van a tener más problemas para su integración en la comunidad. Esos son los que a veces caen en pandillas. Y ahí es donde necesitamos fortalecer nuestras instituciones escolares», señala.

«No obstante, pienso que el problema que esta situación genera no es tanto la violencia ahorita, sino más bien las dudas que deja sobre el acceso a recursos para prevenir violencia en el futuro», agrega.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Lioman Lima @liomanlima; BBC Mundo, enviado especial a Washington, D.C.

Migraciones/Violencia en América Latina/EE.UU./El Salvador/Violencia de pandillas.

 

La historia de los 1.700 gallegos que emigraron a Cuba buscando fortuna y acabaron de esclavos en las plantaciones de azúcar.

Se llamaban Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, José el Comido y Tomás el de Coruña, y eran un grupo de jóvenes que en 1853 decidieron dejar Galicia en busca de un futuro mejor en Cuba.

Podría haber sido una más de las miles de historias que marcaron a esa comunidad de España, que entre mediados del siglo XIX y mediados del XX, vio a generaciones enteras emprender rumbo a América, huyendo de la pobreza, el hambre o la guerra.

Sin embargo, Orestes, Rañeta, el Tísico, Trasdelrío, el Comido y Tomás el de Coruña protagonizan una historia de la emigración que no se ha contado, o al menos no se ha contado tanto.

Y son los protagonistas de «Azucre», la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia, una ficción basada en una historia tan real como horrible: la de 1.700 gallegos que emigraron a Cuba en esos años y fueron esclavizados por Urbano Feijóo de Sotomayor, otro gallego afincado en la isla caribeña.

El libro empieza con una dedicatoria que es toda una declaración de intenciones: «A los emigrantes que no pudieron contar su historia y a los que se quedaron que nunca recibieron una carta».

Candia entendió que si esta historia no había llegado a la memoria popular fue porque sus protagonistas no habían podido contarla. Así que les dio voz a través de unos personajes entrañables que pierden su inocencia en un viaje brutal al horror.

Hablamos con la autora en el marco del Hay Festival Querétaro, que se realiza entre el 1 y el 4 de septiembre en esa ciudad mexicana.

Línea

Como gallega y hablando con una autora gallega, la primera pregunta es casi obligatoria, dado lo poco que se conoce popularmente esta historia: ¿cómo llega a ti?

Yo tampoco había oído hablar nunca de ella. Simplemente una amiga un día me preguntó si conocía la historia de los gallegos que se llevaron a trabajar el azúcar en el siglo XIX y fueron esclavizados.

Yo era muy escéptica al principio, pensaba que no era verdad.

Luego pensé que se trataba de una anécdota de unas pocas personas que mandaron y tuvieron mala suerte y que esa anécdota se engordó mucho a través del tiempo.

Pero ella me envió un mail con un par de links, entre ellos un documental de Radio Televisión Española. Es decir, esto no estaba oculto en ningún sitio.

Yo creo que me lo mandó con la idea de que escribiera un artículo.

Pero tirando del hilo, la cosa fue mucho más que un artículo… ¿por qué una novela de ficción?

Cuando vi lo que me envió dije: «pero esto es mucha gente, fue una empresa; no es una anécdota, es una cosa mucho más seria».

Me pongo a buscar información y encuentro artículos académicos, actas de cortes y un montón de documentación.

Empiezo a preguntar a mi alrededor y nadie tenía idea. A nadie le sonaba de nada, salvo gente muy metida en el tema histórico, especialistas en el siglo XIX, o personas en un nicho muy específico.

En ese momento, me surge como un enigma narrativo: si los gallegos tenemos esta tradición de literatura oral, y esta tradición de inmigración, cómo puede ser que esta historia no nos ha llegado por memoria popular. Hay algo aquí que no funciona.

Entonces llegué a la conclusión, después de darle muchas vueltas, de que efectivamente no nos había llegado porque en realidad sus protagonistas no nos la habían contado.

Los informes que tenemos valen para la parte oficial de la vida, pero lo que es el legado humano que trae una historia a la memoria popular es la voz en primera persona.

Así que no tenía sentido escribir un artículo, porque eso no iba a llegar a donde yo quería: ¿qué hay que hacer para que esta historia se conozca?

Lo que hay que hacer es recrear esas voces, recrear el relato popular, la memoria colectiva. Y para eso es necesaria una novela, una ficción y que la ficción, en cierto modo, enmiende la realidad.

Portada del libro "Azucre"

FUENTE DE LA IMAGEN – PEPITAS ED.

Y el producto es «Azucre», que es una novela histórica, técnicamente, pero no tan histórica desde el punto de vista formal, ya que los datos históricos están ausentes, y la voz recae totalmente en los protagonistas.

La prioridad era ver la situación desde los ojos de ellos.

Claro que la novela tiene una documentación formal muy seria. Aunque en el texto los datos no están, me tuve que estudiar todo lo que pasó para poder construir el mundo que les rodea y colocarlos a ellos en las situaciones adecuadas.

La clave era entender cómo se habían visto personas que salen de su aldea, que no conocían nada, y de repente los meten en un barco, los llevan al otro lado del mundo sin tener ni idea.

Muchos de ellos no habían visto el mar en su vida, no sabían leer, no sabían escribir, y aparecen en Cuba, que era como otro planeta, y están completamente indefensos ante lo que les va a suceder.

Esa era la historia potente realmente. Lo importante, lo crucial, lo fundamental eran las voces de ellos.

Son personajes además muy familiares para aquellos conectados con historias de emigración, aquellos jóvenes que emigran de su pequeña aldea y se enfrentan a un mundo absolutamente desconocido. Son los protagonistas de la historia colectiva de Galicia.

Al principio, cuando ya sabía que tenía que ser una novela, mi primer impulso fue pensar «yo no puedo escribirla, porque yo escribo literatura contemporánea, poesía. Yo no tengo la voz para contar esto».

Pero al instante pensé en mi abuelo, que era un señor labrador de una aldea cerca de Santiago de Compostela y que nunca tuvo un trabajo cualificado y que mal leía y escribía. Y pensé «claro, es que mi abuelo hubiera sido uno de ellos perfectamente».

Ahí fue cuando me di cuenta de que yo a ellos los conocía, sabía quiénes eran, pues son la memoria de mi abuelo, de mi bisabuelo, lo que ellos contaban de las romerías, de marcharse, de pasar hambre.

Y eso hace que, aunque tú no lo hayas vivido, sigues teniendo un contacto muy fuerte con toda esa memoria.

«Azucre» es casi una historia de horror y, sin embargo, te quedas pegado a la entrañabilidad e inocencia de sus personajes…

A mí lo que más me preocupaba cuando la escribí era que, del mismo modo que para mí ellos eran gente muy real, yo quería que los lectores se encariñaran con ellos.

Porque al ver la novela desde la contracapa tú ya tienes el spoiler entero, ya sabes que van a ir de esclavos. Cuando rompes esa tensión de la narración desde el inicio, tiene que haber un aliciente para continuar leyendo.

Entonces mi única baza era justamente conseguir que se encariñaran y que quisieran ver qué les va a pasar.

Me dijeron en una presentación que «Azucre» era una obra sobre la pérdida de la inocencia. Y me pareció que estaba muy acertado

Normalmente, cuando una persona se hace adulta de repente suele ser siempre por un trauma, o bien por una muerte, por una pérdida, por un ataque, por una guerra…

Y eso es lo que les pasa a ellos, que dentro de su pobreza y de sus condiciones de vida eran gente inocente, niños inocentes, que de pronto lo único que tienen por delante es la supervivencia.

Y sí quería que dentro del horror hubiese trazos de luz, porque si no sería insoportable de leer. Y parte de eso era que fuesen simpáticos, tiernos, que fuesen capaces de hacernos reír a pesar de todo lo que les estaba pasando.

Que también es parte de la realidad de las historias, incluso en los momentos más terribles.

Bibiana Candia

FUENTE DE LA IMAGEN – ÁNGEL MANSO

¿Sentiste que había como una especie de deuda para con ellos?

Totalmente. Yo creo que por un lado esta novela es un homenaje a ellos.

Es verdad que nuestra literatura le ha rendido muchos homenajes a la inmigración, pero a mí me parece que sobre todo hoy en día, que estamos más distanciados de sus generaciones, todavía es más necesario tener una idea muy clara y muy sólida de cómo fue la vida hace nada.

Creo que es importante tener claro de dónde venimos para saber quiénes somos.

Y toda esa historia que nos precede, tanto si la afrontamos como si no, nos va a afectar exactamente igual.

Por tanto, nos hace más adultos como sociedad ser conscientes de lo que tenemos por detrás, de que hubo gente muy próxima a nosotros, en unas generaciones muy próximas, que lo pasó muy mal.

Yo creo que en la construcción de nuestra memoria colectiva, nos han contado sobre todo la historia de los héroes y de las grandes gestas, y que la memoria de los antihéroes, de los pobres de la tierra, de los nadies, no niega pero sí matiza mucho esa historia de la épica.

Me parece que es muy importante tener claro que todas las gestas se construyen muchas veces sobre las vidas de muchos desgraciados.

Nosotros ahora, por fortuna, estamos en el lado más favorecido del mundo, pero esas cosas cambian, son cíclicas, y ahora hay otros Orestes y otros Rañeta que están tratando de encontrar un futuro mejor en otros puntos del mundo.

Lo vemos ahora en las historias y las penurias de tantos migrantes, incluidos los centroamericanos que atraviesan México para llegar a Estados Unidos.

Es una constante.

El siglo XIX fue el principio del comercio global. De hecho, el primer producto que globalmente atravesó el mundo para venderse fueron justamente las personas que salían de África y se llevaban a América.

Y desde entonces es exactamente igual.

El mundo se ha sofisticado tecnológicamente, pero los mecanismos que mueven el mundo son los mismos. Por lo tanto, siguen pasando las mismas infamias a nuestro alrededor.

Sigue habiendo personas desesperadas que buscan un futuro mejor y van a intentarlo por todos los medios. Y siempre va a haber también, por desgracia, gente sin escrúpulos que va a intentar aprovecharse de ellos.

Y esa gente está en el desierto de México, en las ofertas de trabajo para señoras latinoamericanas o del este de Europa que les dicen que vengan a España a trabajar en el servicio doméstico y luego se encuentran con la prostitución, que es una esclavitud terrorífica.

En el Mediterráneo lo tenemos todos los días, cuando hace un año veíamos a la gente tratando de huir colgada de los aviones en Afganistán…

Y esas historias, esas pequeñas historias, no van a estar en los libros.

Ese es un material fantástico para la literatura, que tiene un potencial enorme para contrarrestar la Historia con mayúsculas, que siempre va a ser como mucho más fría contando los sucesos.

Grabado de una plantación de azúcar en Cuba.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Grabado de una plantación de azúcar en Cuba.

Hablando de gente sin escrúpulos… estos chicos fueron esclavizados, por uno de los suyos, por otro gallego: Feijóo de Sotomayor. ¿Es un personaje que se intentó esconder de alguna forma?

Qué va, si tiene hasta página en Wikipedia.

Es un clásico de un señor que es diputado, que tiene completa impunidad y en realidad él sabía perfectamente que no le iba a pasar nada.

La empresa se disuelve, él se queda con todo el dinero que había recaudado hasta entonces y no tiene que indemnizar a los trabajadores, por supuesto. Y se decreta que si alguno de los trabajadores quiere solicitar una indemnización tiene que hacer una denuncia individual en un jurado de arbitraje.

Los casos, evidentemente, fueron mínimos.

Él no perdió ningún tipo de estatus por esta situación, que esto también es una historia muy moderna.

Hay gente que se aprovecha de su explotación de privilegio para conseguir un negocio, enriquecerse, hacerlo fraudulentamente o de manera criminal. Y después no ve consecuencias por sus actos.Y continúa además con su consideración social.

En la novela aparece básicamente como un fantasma, literalmente, por dos razones: porque para mí lo primordial eran las voces de ellos y porque además es un personaje sobradamente conocido, hemos conocido a muchos como él. Es un villano muy clásico.

Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 4 de septiembre de 2022.

Imagen de portada: «Azucre» es la primera novela de la autora gallega Bibiana Candia. RICARDO DOMINGO/CORTESÍA FUNDACIÓN TELEFÓNICA

FUENTE RESPONSABLE: Mar Pichel. HayFestivalQuerétaro@BBC Mundo. 3 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/España/Cuba/Migraciones/Explotación/Literatura/ Novela

El legado que los vascos dejaron en América (además de los apellidos).

Amerikara noa ere nere borondatez / hemen baino hobeto izateko ustez… («Me voy a América por mi propia voluntad / con la esperanza de vivir mejor que aquí»…)

Así comienza una popular canción en euskera —el idioma de los vascos— que describe el largo viaje que millones de ellos hicieron para migrar a países de América en diferentes etapas de los últimos cinco siglos en busca de nuevas oportunidades.

Esta migración fue común desde muchos países a lo largo de la historia. Pero quizá lo más llamativo es que los vascos, que se reparten entre la Comunidad Autónoma del País Vasco (o Euskadi) y Navarra —en el norte de España— e Iparralde —en el suroeste de Francia—, dejaran una huella tan notable en América siendo una población que hoy apenas ronda los tres millones de personas.

«Obviamente, no puedes comparar un grupo tan pequeño con los millones de italianos que migraron allí y la impronta que dejaron… pero, cualitativamente hablando, los vascos sí que dejaron un importante legado», valora Óscar Álvarez Gila, coordinador del postgrado sobre Diáspora Vasca de la Universidad del País Vasco.

Pero ¿cuántos vascos llegaron a migrar?

«No lo sabemos y nunca lo sabremos», responde tajante a BBC Mundo. «En las estadísticas no existía la categoría ‘vasco’ para catalogarlos [eran registrados como españoles o franceses], y muchos de quienes migraban en el siglo XIX lo hacían de manera ilegal cruzando la frontera con Francia y tomando un barco».

Sin embargo, basado en estudios, testimonios y la presencia actual de descendientes, el experto cita como destinos preferidos de aquellos vascos migrantes Chile, Cuba, el oeste de Estados Unidos y México; aunque superados ampliamente por Uruguay y sobre todo Argentina, donde se dice que en torno al 10% de su población actual tiene algún antepasado vasco.

A excepción de quienes salieron exiliados por razones políticas tras la Guerra Civil española en 1939, la mayoría de vascos que viajaron a América en diferentes corrientes durante los últimos siglos lo hicieron en busca de oportunidades de trabajo a países con economías en expansión y con políticas de acogida para migrantes muy favorables durante décadas.

Era lo que entonces se llamaba salir a «hacer las Américas».

Mapa corrientes migratorias vascos América

«En alguno de esos países se pagaba mejor que en el País Vasco, así que viajaban para mejorar su vida y hacer capital con la idea de regresar convertidos en alguien, y muchas veces con la idea de ayudar a fundaciones, a escuelas… Así se convertían en figuras reconocidas. De ahí viene el concepto de ‘indiano'», le dice a BBC Mundo Josu Ruiz de Gordejuela, historiador y autor de varios libros sobre vasconavarros en México.

En BBC Mundo recopilamos junto a expertos una pequeña parte de todo ese legado que la diáspora vasca llevó hasta América y que permaneció (o se adaptó) hasta la actualidad.

Apellidos

Quizá, aunque ni siquiera lo sepas, en tu familia hay raíces vascas si tu apellido es Iturbide (que significa «camino de la fuente» en euskera), Elizondo («junto a la iglesia»), Ezeiza (de izei como «abeto»), Bolívar (bolu e ibar, «la vega del molino») y un largo etcétera. Según expertos, los vascos generaron unos 70.000 apellidos de los que hoy conservan unos 35.000.

Su presencia en América es tan amplia como, a veces, difícil de investigar. Primero, porque no todos son apellidos claramente identificables al no tener siempre una grafía en euskera; y segundo, porque muchos apellidos de origen vasco se extendieron después por otros territorios cercanos.

«El caso más emblemático es García, generado en el reino de Pamplona y que significa ‘joven’, pero que después fue llevado al resto de reinos de España. Por eso, tener hoy un apellido vasco como García no significa que tú lo seas. Es lo que llamamos ‘apellidos vascos generalizados'», le dice a BBC Mundo Jorge Beramendi, historiador y miembro de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay.

Manifestante con tapabocas con la bandera vasca

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Esta agrupación hizo un minucioso trabajo de investigación examinando guías telefónicas argentinas, padrones electorales y diccionarios para llevar a cabo la mayor recopilación de apellidos vascos en el país —unos 25.000— y que pueden consultarse en la web feriadellibrovasco.com

Otra dificultad para identificarlos es que muchos de estos apellidos fueron registrados al llegar a América de manera distinta por la similitud entre algunos sonidos (como «s» y «z»; «b» y «v», «c» y «k»…), por diferencias en las reglas ortográficas del euskera con los idiomas principales de los países donde se migraba, así como por la posterior estandarización del idioma en Euskadi y adopción de nuevos dígrafos como la «tx», pronunciada como la «ch» en español o «tch» en francés.

Todo esto dio lugar a que hoy existan múltiples variantes de un apellido, como ocurre con Etxeberria («casa nueva», en euskera) y Echeverría, Echebarria, Etcheverry, etc. También con Otxoa y Ochoa (que significa «lobo», aunque escrito como otsoa), Jauregi y Jáuregui («palacio»), Intxaurrondo e Inchaurrondo («nogal»), Berasategi y Berazategui, Apodaka y Apodaca…

Nombres geográficos (y el legado de personajes históricos).

Debido al gran número de vascos que participaron en las primeras expediciones que llegaron a América desde España, es habitual encontrar su huella en multitud de los nombres que elegían para bautizar zonas o ciudades que encontraban a su paso.

Es lo que hizo Francisco de Ibarra cuando nombró parte del norte de México como Nueva Vizcaya, en honor a la provincia vasca en la que nació. Si bien el nombre y sus límites no se conservan, sí continúa existiendo su capital Durango —en homenaje a otra ciudad vizcaína—, que hoy preside el estado mexicano del mismo nombre.

Escudos Durango y Vizcaya

FUENTE DE LA IMAGEN – WIKIPEDIA. El escudo del Durango mexicano (izquierda) es muy similar al que la Vizcaya vasca tenía hasta finales del siglo XX.

Ibarra, en Ecuador, fue fundada por orden del vasco Miguel de Ibarra y Mallea, y comparte nombre con otra Ibarra en el País Vasco. Otros nombres se perdieron como el de Nuevo Bilbao en Chile, que en el siglo XIX pasó a llamarse Constitución pero que aún conserva en su escudo el de la ciudad vasca sede del Museo Guggenheim.

Y aunque no le dejó un nombre vasco, solo un dato sirve para comprender la enorme influencia de aquel pueblo en Argentina: la segunda fundación de Buenos Aires en 1580 —bautizada entonces como Ciudad de Trinidad— corrió a cargo del vasco Juan de Garay.

Los mexicanos también encuentran vascos clave en su historia si pasean por el Ángel de la Independencia, donde reposan los restos del general navarro Francisco Xavier Mina que luchó junto a los insurgentes frente a España. Otros héroes nacionales como Juan Aldama, Ignacio Allende o Mariano Abasolo también provenían de familias vascas aunque ya nacieron en Nueva España.

Es el mismo caso que el de Agustín de Iturbide, hijo de vasco y primer emperador de México que, según historiadores, se definía sin embargo como «vasco de cuatro costados». Él fue quien adoptó la bandera tricolor del primer gobierno mexicano con el verde, blanco y rojo vigentes en la actualidad, así como el águila sobre el nopal en el escudo.

Iturbide

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Agustín de Iturbide se definía como «vasco de cuatro costados».

Pero el más destacado de los herederos de vascos en la independencia de América fue sin lugar a dudas Simón Bolívar, descendiente de quinta generación de un vizcaíno vecino del municipio de Ziortza-Bolibar que migró a Venezuela a finales del siglo XVI. En su juventud, el propio Libertador viajó a Euskadi para reencontrarse con sus raíces antes de convertirse en la figura clave de la independencia de varias naciones americanas.

También en el ámbito cultural encontramos influencias vascas. Sor Juana Inés de la Cruz, una de las más importantes figuras literarias de Nueva España, era hija de un guipuzcoano e incluso intercaló en algunas de sus obras referencias al País Vasco y varios versos en euskera.

Frontones

Antes de que el fútbol y el béisbol se convirtieran en deportes de masas en muchos países americanos, la pelota vasca ya atraía a multitudes a los frontones donde se practica desde hace siglos en sus diferentes modalidades.

Este deporte traído por los migrantes —y el negocio de las apuestas que lo acompañaba— levantaba auténtico furor en el continente, hasta donde viajaban algunos de los mejores pelotaris (jugadores de pelota) vascos para protagonizar giras multitudinarias.

Si en México o EE.UU. el deporte rey en el frontón era el jai-alai o cesta punta —jugada con una cesta de mimbre—, en Argentina la modalidad que continúa arrasando es la paleta y en trinquetes de canchas cerradas (con paredes en ambos laterales, al contrario que la mayoría de frontones de Euskadi que solo tienen pared izquierda).

Fronton

FUENTE DE LA IMAGEN -GETTY IMAGES. Los frontones vascos se popularizaron en varios países para acoger distintas modalidades de juego de pelota.

«En Argentina, el juego de pelota es todo un juego nacional en alguna de sus modalidades. En prácticamente todos los pueblos hay frontones donde siempre se jugó y se sigue practicando mucho. Es un legado muy tangible de los vascos en nuestro día a día», le dice a BBC Mundo Pablo Ubierna, historiador vascoargentino.

Solo en Ciudad de México llegaron a construirse al menos cinco grandes frontones, algunos de ellos inaugurados por el presidente de la época, Porfirio Díaz. Incluso el revolucionario Pancho Villa era tan aficionado que mandó construir un frontón en la hacienda en la que se acabó retirando en el norte del país.

Pero la llegada de más deportes, la legalización de las apuestas en otros ámbitos y cambios en las leyes de casinos hizo que los frontones perdieran su esplendor en muchos lugares. El año pasado, por ejemplo, EE.UU. echó el cierre al último del país en Dania Beach, Florida. En 2017, el Frontón México reabrió en la capital tras 20 años de inactividad en un intento por reflotar la tradición.

Villa

FUENTE DE LA IMAGEN – INAH. Pancho Villa, de blanco en el centro, era gran fanático de la pelota vasca.

Gastronomía

La gastronomía vasca, reconocida internacionalmente y con un gran número de estrellas Michelin por metro cuadrado en Euskadi, dejó también su impronta en América.

En el oeste de EE.UU., por ejemplo, se popularizaron los hoteles donde los pastores vascos pasaban los meses de invierno, comiendo todos juntos en largas mesas corridas y, generalmente, con un único plato en el menú que se ponía en el centro de las mesas para compartir.

Una vez que la migración de pastores fue desapareciendo y esos establecimientos se fueron abriendo al público general, este peculiar estilo de organización de los locales se mantuvo hasta nuestros días en lo que se llama «estilo casero» o «estilo familiar» de disfrutar de los restaurantes vascos en EE.UU.

En su oferta actual pueden encontrarse productos tan típicos como las alubias hasta otros que no son especialmente populares en el País Vasco. Es el caso del picón punch, un cóctel muy representativo de la migración vasca en EE.UU. a base de licor de hierbas, agua de soda y granadina que, sin embargo, es un absoluto desconocido en Euskadi.

Bacalao

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El bacalao a la vizcaína sigue presente en la cocina mexicana aunque con una receta diferente de la tradicional vasca.

La cocina vasca también vivió variaciones en México, donde uno de sus platillos clásicos de Navidad es algo tan tradicional en Euskadi como el bacalao a la vizcaína.

Sin embargo, la receta original que llegó al virreinato de lomos de pescado con una salsa de pimiento, tomate y cebolla se mezcló después con otros ingredientes como chiles güeros, almendras, aceitunas o papas para adecuarlo a los gustos mexicanos, quienes lo consumen desmigado.

En países como Chile preparan algunos platos acompañados de una «salsa vasca», aunque en Euskadi no exista tal concepto.

Y en Argentina, amantes declarados de la carne, muchos consideran los restaurantes vascos como únicamente especializados en pescado… aunque de sus cocinas también salen deliciosos pintxos (pequeñas tapas atravesadas por un palillo) y chuletones de buey o vaca.

Pintxos vascos

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. También viajó a América parte de la gastronomía vasca, que tiene en los ‘pintxos’ uno de sus máximos exponentes.

Empresas y actividades económicas

La población migrante vasca realizó diversas actividades económicas en América desde su llegada, aunque en algunos países son recordados por algunas dedicaciones específicas que llevaron a cabo como la de pastores en EE.UU., panaderos en México, lecheros u otras actividades agrícolas en Argentina (donde fueron clave para consolidar aspectos como el uso de la boina en la indumentaria de los trabajadores del campo)…

Es en este concepto de «los vascos lecheros» de Argentina en el que se enmarca el éxito de la empresa láctea La Vascongada, fundada en 1908 por el vascofrancés Pedro Uthurralt. Hasta su quiebra a finales del siglo XX, varias generaciones de argentinos y uruguayos disfrutaron de uno de sus productos más carismáticos: la leche chocolatada Vascolet.

Ya en la actualidad, quizá muchas personas no saben que una de las marcas de cerveza más representativas de México en el resto del mundo tiene ADN vasco. Sí, el grupo fabricante de Corona (o Coronita, en España) fue creado por Braulio Iriarte, un navarro de Elizondo que migró a México siendo muy joven.

Iriarte pasó de trabajar como panadero a tener sus propias tiendas, crear la primera empresa en el país de fabricación de levadura para pan y ser artífice de una de las empresas cerveceras más populares en el mundo.

Gaucho

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Expertos reconocen influencia de parte de la vestimenta tradicional vasca en la de los gauchos argentinos.

Hoy en día, María Asunción Aramburuzabala -una de las herederas del emporio y con abuelo vasco- es la mujer más rica de México, según Forbes. Pero hay más casos de éxito en el país azteca.

Ángel Urraza, un joven vizcaíno llegado poco antes de la Revolución mexicana, prosperó hasta fundar Euzkadi, una compañía de llantas tan emblemáticas para el país que incluso en la película Goldfinger de James Bond se les hace referencia durante una escena ambientada en México.

Centros vascos

En arquitectura, hay numerosas construcciones herencia de la diáspora vasca.

El imponente edificio del colegio de las Vizcaínas en Ciudad de México fue el primer centro educativo laico para mujeres de toda América y el único que ha funcionado de manera ininterrumpida en el país desde que fuera fundado por vascos en 1767.

Pero si hay un lugar que simboliza la presencia de los vascos en el extranjero son las llamadas euskal etxeak o centros vascos, de los que el gobierno vasco tiene contabilizados cerca de 200 en el mundo. De ellos, casi la mitad están en Argentina.

Urkullu en el Laurak Bat

FUENTE DE LA IMAGEN – LAURAK BAT. El ‘lehendakari’ (presidente vasco), Iñigo Urkullu, visitó en 2018 el centro vasco Laurak Bat de Buenos Aires.

Estos centros nacieron inicialmente como lugar de acogida y ayuda mutua entre los vascos que cruzaban el océano hace décadas.

En la actualidad, tratan de mantener viva la identidad social y cultural vasca impartiendo clases de euskera, charlas, conciertos, clases de baile o partidos de pelota, entre muchas otras actividades.

«Pero somos una colectividad que no se ha quedado anclada en lo folclórico sino que está muy comprometida también con las causas políticas», le dice a BBC Mundo Arantxa Anitua, expresidenta del Laurak Bat de Buenos Aires, el centro vasco en activo más antiguo del mundo tras su fundación en 1877.

«Nos sentimos vascos, no franceses o españoles; la sociedad argentina lo entiende perfectamente y tiene una imagen muy valorada de nosotros. Pero aunque somos muy vascos, también somos profundamente argentinos», dice con pasión la actual presidenta de la Federación de Entidades Vasco Argentinas.

Si en Boise —capital del estado de Idaho y considerada epicentro de la diáspora vasca en EE.UU.—, decenas de miles de personas se congregan cada cinco años en un gran festival de cultura vasca organizado en torno a su basque block (barrio vasco) y museo vasco, en la capital argentina es cada año cuando miles toman la Avenida de Mayo para participar en el gran evento «Buenos Aires celebra al País Vasco».

Buenos Aires celebra al Pais Vasco

FUENTE DE LA IMAGEN – BUENOS AIRES CELEBRA AL PAÍS VASCO. Miles de personas participan en el festival anual de Buenos Aires para celebrar al País Vasco.

«Una vez me llamaron de la escuela de mi hijo para preguntarme si yo no era abogada, porque él había dicho que yo trabajaba ‘de vasca’, por eso de que es algo que menciono a todas horas», bromea Anitua.

Para ella, frente a otras nacionalidades presentes en Argentina que «se van diluyendo», el fuerte compromiso de sus componentes hace que la colectividad vasca en el país tenga el relevo generacional asegurado.

Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 4 de septiembre de 2022.

Imagen de portada: Buenos Aires; Argentina. Día de las colectividades.

FUENTE RESPONSABLE: Marcos González Díaz; HayFestivalQuerétaro@BBC Mundo. 29 de agosto 2022.

Sociedad y Cultura/México/España/Argentina/Migraciones/EE.UU./

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«Estamos en huelga de tener bebés»: el país con la natalidad más baja del mundo (y las consecuencias de este fenómeno).

Corea del Sur se encamina a una crisis sin precedentes. ¿La razón? Su población no crece al ritmo que debería.

En 2021 el país asiático volvió a registrar la tasa de natalidad más baja del mundo, pues la Oficina Nacional de Estadística apenas contabilizó el nacimiento de 260.600 niños, 11.800 menos que el año anterior, informó la agencia Yonhap.

Desde 2018 la tasa de natalidad en Corea del Sur es inferior a un hijo por mujer. Las últimas cifras oficiales muestran que esta tendencia lejos de revertirse tiende a agudizarse. Así, en los últimos 12 meses las mujeres tuvieron 0,81 niños en promedio, un dato que representa una disminución de tres puntos en comparación con 2020, y que supone además el sexto descenso consecutivo.

Esta caída en la tasa de natalidad amenaza con complicar los problemas que viene atravesando la economía del país, la cual apenas crece. En las economías más avanzadas del mundo el promedio de hijos por pareja es de 1,6; es decir, el doble que en el país asiático.

Las causas

En los últimos años, la presión económica y factores profesionales han sido claves a la hora de tomar la decisión de tener hijos, dicen los expertos.

Para las cifras de 2021, los analistas apuntan al costo de vida cada vez más alto, la subida del precio de las casas y el impacto de la pandemia de covid como principales factores que desaniman a la población a tener hijos.

Una mujer entre dos hombres

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Cada vez son más las mujeres que privilegian su carrera profesional ante la posibilidad de formar una familia, una decisión impulsada por la desigualdad con los hombres que persiste en el mercado laboral.

En el caso concreto de la carrera profesional, las mujeres surcoreanas tienen una gran formación, explica la corresponsal de la BBC en Seúl, Jean Mackenzie, pero están lejos de haber logrado condiciones de igualdad en el trabajo respecto a los hombres.

«El país tiene la mayor diferencia salarial entre hombres y mujeres de todos los países ricos», señala Mackenzie.

Además, el hecho de que las tareas domésticas y el cuidado de los niños siga recayendo mayoritariamente en ellas hace que sea más común que las mujeres dejen de trabajar después de tener hijos o que sus carreras se estanquen.

En esencia, indica la corresponsal de la BBC, muchas mujeres se ven todavía forzadas a elegir entre tener una carrera o una familia. Cada vez más deciden que no quieren sacrificar sus carreras.

Como le dijo una mujer a la periodista, «estamos en huelga de procrear».

«No tengo planes de tener un niño. No quiero sufrir el dolor físico de parir ni ver cómo mi carrera se perjudica», explicó la surcoreana Jang Yun-hwa en una entrevista que concedió a la BBC en 2018.

«Prefiero vivir sola y conseguir mis sueños a ser parte de una familia», agregó Jang.

Un grupo de trabajadores en una fábrica.

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La disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población amenazan con complicar los problemas que viene padeciendo la economía surcoreana.

Las consecuencias

Las tasas de natalidad han «disminuido notablemente» en las últimas seis décadas en las economías más grandes y avanzadas, de acuerdo a los datos manejados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Países como España también afrontan problemas demográficos similares, aunque las olas migratorias registradas en las últimas décadas, sobre todo las provenientes de África y América Latina, han paliado sus efectos.

Sin embargo, el caso de Corea del Sur es particular, porque el tamaño de sus familias se ha reducido considerablemente en unas pocas generaciones. A principios de los años 70, las mujeres tenían una media de cuatro hijos.

Esta disminución ha provocado un envejecimiento de la población y el consiguiente aumento en la tasa de mortalidad. Desde 2020 Corea del Sur ve cómo su población desciende, pues el número de muertes está superando a la cifra de recién nacidos. Solo en mayo de este año el país registró 28.859 decesos frente a 20.007 alumbramientos.

Vista de Seúl

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

El costo de la vida, en particular el de la vivienda, es otro de los factores que hace que más jóvenes surcoreanos pospongan o descarten formar una familia.

Los expertos sostienen que los países necesitan al menos dos hijos por pareja -una tasa de 2,1- para mantener su población en el mismo tamaño, sin tener que recurrir a las inmigración.

La disminución de la población puede generar múltiples problemas económicos. Por un lado, exige un mayor gasto público para responder al aumento de la demanda de los sistemas sanitarios y de las pensiones y, por el otro, el descenso de la población joven también causa una escasez de mano de obra.

Los pronósticos

Los expertos advierten que Corea del Sur podría enfrentar un «terremoto demográfico» a partir de 2030, debido al declive y rápido envejecimiento de su población.

Estudios del propio gobierno citados por la agencia Yonhap afirman que si la situación no se revierte la población en edad de trabajar caerá 35% durante los próximos 30 años.

En América Latina, Uruguay enfrenta un desafío demográfico similar al de Corea del Sur. Desde 2015 la tasa de natalidad del país sudamericano ha pasado de 1,9 hijos por mujer a 1,4 y a ello hay que sumarle la emigración de sus jóvenes, una combinación que explica por qué su población viene decreciendo.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. 

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. Hace 3 horas.

Sociedad y Cultura/Economía/Migraciones/Corea del Sur/Salud/ Demografía.

 

Por qué miles de judíos han huido de Rusia desde que comenzó la guerra en Ucrania.

Rusia enfrenta la emigración masiva de su comunidad judía. Al menos uno de cada ocho de los judíos que residían en el país euroasiático lo han abandonado desde que comenzó la guerra con Ucrania.

La Agencia Judía, organización que ayuda a los judíos de todo el mundo a trasladarse a Israel, afirma que desde marzo se han marchado unos 20.500 de los 165.000 judíos que se calcula que hay en Rusia.

Otros miles se han trasladado a otros países.

Sin duda, el espectro de la persecución histórica que este colectivo ha sufrido parece haber provocado esta repentina migración masiva.

Por la borda

En Moscú, desde el colapso del sistema comunista un grupo de líderes y personalidades hicieron un gran esfuerzo por desarrollar a la comunidad judía. Entre ellos destacan Pinchas Goldschmidt, rabino jefe de la ciudad desde 1993.

GETTY IMAGES. Desde la caída del comunismo a principios de los años 90, sinagogas y escuelas judías han abierto sus puertas a lo largo de Rusia.

«Empezamos de cero con sinagogas, escuelas, guarderías, servicios sociales, profesores, rabinos y miembros de la comunidad», rememoró.

Sin embargo, a las dos semanas del inicio de la invasión a Ucrania, el rabino Goldschmidt y su familia abandonaron Rusia, primero a Hungría y luego a Israel.

Ya fuera del país renunció a su cargo y condenó la agresión del Kremlin.

«Sentí que tenía que hacer algo para mostrar mi total desvinculación y desacuerdo con esta invasión de Ucrania, pero me habría puesto en peligro si lo hubiera hecho quedándome en Moscú», explicó.

Algunos judíos rusos le criticaron por marcharse y hablar, preocupados de que significara un mayor escrutinio de la comunidad, pero el rabino Goldschmidt dijo que la mayoría le apoyaba.

Una mujer con un cartel contra la guerra en Ucrania y un hombre con la bandera de Ucrania en una protesta en Tel Aviv

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La comunidad judía, dentro y fuera de Israel, se ha posicionado en contra de la invasión rusa a Ucrania.

«Recibí algunos mensajes que decían: ‘¿Cómo puedes dejarnos solos?’, pero yo diría que la gran mayoría me apoyó muchísimo. No fue un conflicto menor decidir si nos íbamos, para mí y mi mujer la comunidad era nuestra vida», afirmó.

Goldschmidt aseveró que de quedarse no habría podido pronunciarse en contra de la invasión, porque de hacerlo pondría en peligro a la comunidad.

Atendiendo a la historia

Desde que el líder espiritual de los judíos moscovitas se marchó, un gran número de personas ha seguido su ejemplo.

Muchos han aprovechado la oportunidad de trasladarse a Israel, donde la Ley del Retorno da derecho a la ciudadanía a cualquier persona que pueda demostrar que tiene al menos un abuelo judío.

«He estado pensando bastante en por qué hay tanta prisa por ir, porque no estamos viendo una gran oleada de antisemitismo», dijo Anna Shternshis, profesora de estudios yiddish en la Universidad de Toronto y especialista en historia judía en Rusia.

Foto de las víctimas de un linchamiento masivo ocurrido en 1905 en contra la comunidad judía en Rusia.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGEN. A lo largo de la historia los judíos en Rusia han servido de «chivos expiatorios» por los desastres o problemas que ha afrontado el país, lo cual les ha hecho sufrir persecución y ataques.

«Pero luego, poniéndome mi sombrero de historiadora, veo que cada vez que ocurre algo en Rusia, alguna agitación, algún cambio, los judíos siempre están en peligro», recordó.

La historiadora se refirió a los hitos que condujeron hechos de violencia contra los judíos rusos, tales como la crisis económica de finales del siglo XIX, la revolución de 1917 (que estableció el régimen comunista) y la II Guerra Mundial.

Entre 1880 y 1920 se registraron varios pogromos (linchamientos en masa) contra comunidades judías a lo largo del país, a quienes los rusos ortodoxos responsabilizaron, sin evidencia alguna, de estar detrás del magnicidio contra el zar Alejandro II y luego por oponerse a la revolución bolchevique.

Shternshis, que nació y creció en Rusia, afirmó que se siente especialmente consternada por la forma en que los judíos sienten, una vez más en la historia mundial, que pese al esfuerzo por construir una vida, ésta les puede ser arrebatada de repente.

Habla la calle

La BBC conversó con un hombre, quien está intentando marcharse, y éste aseguró que se siente inseguro. El entrevistado quiso que se le conociera como Alexander, un nombre falso, por temor a las consecuencias que le podría acarrear hablar.

«Después del 24 de febrero, mi familia se dio cuenta de que estábamos absolutamente en contra de esta guerra, pero no sabíamos cómo protestar. Uno de mis hijos está en edad de hacer el servicio militar, así que esa es otra razón por la que nos queremos ir», comentó.

Dos policías rusos arrestando a un manifestante contra la guerra en Ucrania

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Las autoridades rusas han mostrado muy poca tolerancia contra quienes se oponen a su guerra en Ucrania y han reprimido toda protesta contra su «Operación Especial».

Su voz oculta la angustia que le provoca la posibilidad de dejar su hogar y su país. Asimismo, admitió que está preocupado por no poder encontrar trabajo en el extranjero y no tener grandes ahorros.

Pero, como sugirió Shternshis, la ansiedad de Alexander por el futuro de su familia en Rusia va más allá de la mera oposición a la guerra.

«Las autoridades en Rusia son imprevisibles y tienen una mala tendencia; los judíos se convierten en uno de sus objetivos de propaganda, tradicionalmente somos una buena forma de encontrar enemigos internos. Mis bisabuelos y abuelos sufrieron esos tiempos», dijo.

Alexander afirmó que sólo conoce a otras dos familias judías y que la comunidad no ha sido una parte importante de su vida.

Sin embargo, reconoció que teme que, por muy integrado que está a la sociedad rusa, esto no importará si cambian los ánimos contra los judíos. En previsión ya ha solicitado la ciudadanía israelí y debe ser entrevistado en las próximas semanas.

Una de las cosas que ha alarmado a Alexander es la intención declarada por el Kremlin de cerrar la filial de la Agencia Judía en el país.

«De repente lo vemos en las noticias, y nos preguntamos: ¿qué es lo siguiente? Nos sentimos muy inseguros y pensamos que podríamos perder nuestros trabajos, o ir a la cárcel. Las cosas se han vuelto muy aterradoras», zanjó.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Aleem Maqbool. BBC News, editor de religiones. Hace 2 horas.

Migraciones/Rusia/Conflicto Rusia-Ucrania/Derechos Humanos/ Derechos de las Minorías

 

Los centenares de venezolanos que huyeron de su país y encontraron refugio en Islandia, la tierra del hielo.

A Emilet Neda Granados le gusta acostarse sobre el pasto húmedo del parque Hellisgerði -más conocido como el parque de las flores- en el sur de Reikiavik, la capital de Islandia, porque de alguna manera le recuerda la brisa de las playas de La Guaira, la ciudad venezolana donde nació.

«Me encantan los ríos, el agua, la playa y me acuerdo de todo eso en este lugar».

La distancia entre La Guaira y Reikiavik es de 6.800 kilómetros, que Emilet intenta conjurar con solo cerrar los ojos y pensar en el mar que baña su ciudad natal. Cuando los abre de nuevo, se incorpora con dificultad y para caminar debe pelearle a su pierna derecha, que apenas puede mover.

Hace ocho meses, mientras arreglaba su pequeño apartamento en el centro de Reikiavik, una tabla que estaba destinada a ser una mesa le cayó en la mitad del pie derecho y se lo fracturó.

Desde entonces comenzó un trajín médico que la llevó a la depresión -el pie sigue sin curarse – y de allí, a su rutina de acostarse sobre la hierba de Hellisgerði para conectarse a ojos cerrados con su Venezuela natal y olvidarse de su dolor por un rato.

«Yo la he pasado mal. Yo lo único que sé es que, si tuviera mi aguardiente de culebra y mi loción de árnica, yo me habría curado en un mes», opina.

«Mejor dicho, si yo hubiera estado en Venezuela no hubiera padecido esto».

Pero no está. Emilet, como millones de venezolanos, huyó de su país debido a la crisis económica y política que ha marcado a Venezuela en la última década.

Lo curioso es que una isla, más cerca del círculo polar ártico que del Caribe y donde en invierno apenas hay cuatro horas de sol y temperaturas cercanas a los 20 grados bajo cero, se ha convertido en uno de los destinos elegidos por los venezolanos para empezar una nueva vida.

Emilet

Emilet viaja desde su casa hacia el centro de idiomas.

Protección subsidiaria

De acuerdo con el gobierno islandés, en 2019 y 2021 Venezuela fue la nacionalidad con el mayor número de solicitudes de asilo aceptadas y en lo que va de 2022 solo ha sido superada por otra nacionalidad cuyo territorio se encuentra en jaque: Ucrania.

«Desde hace algunos años, especialmente desde 2017, los venezolanos gozan de lo que se llama protección subsidiaria, esto es un tipo de asilo que toma más en cuenta la situación del país que los casos particulares»,le explica a BBC Mundo Francisco Gimeno, líder de proyectos de la Cruz Roja de Islandia.

Si deseas ver el vídeo; pincha el link siguiente. Muchas gracias.

En 2019, Islandia aceptó 180 solicitudes de asilo de venezolanos, por encima de otras nacionalidades como iraquíes o sirios. En 2020 ese número, debido a la pandemia, se redujo a 104, pero en 2021 se duplicó respecto de 2019, con 361 casos.

Y hasta abril de 2022 ya van 265 solicitudes aprobadas a los venezolanos.

Esto, en un país donde la población total es de unas 365.000 personas.

«Eso es un número muy importante, teniendo en cuenta lo diferente que es el clima, el idioma y, sobre todo, lo lejos que queda Islandia de Venezuela. Pero muchos de ellos se han adaptado bien a un país como este», añade Gimeno.

Sin embargo, el aumento del flujo migratorio ha llevado a las autoridades islandesas a intentar cambiar el trámite de asilo para los venezolanos.

Islandia

Caryna Bolívar hace su clase de zumba en uno de los lugares emblemáticos de Islandia.

La oficina de Migración de Islandia señala en un documento enviado a BBC Mundo que, en diciembre de 2021, publicaron «una notificación sobre un cambio en la práctica administrativa con respecto a las solicitudes de protección internacional de ciudadanos venezolanos».

Y ese cambio no es una buena noticia para los emigrados: radicalmente señala que, debido al «mejoramiento de las condiciones» en Venezuela, los ciudadanos del país dejarían de recibir la protección subsidiaria y deberían argumentar su caso de forma individual.

«Esa decisión, que también se intentó en 2020, fue denunciada ante una corte islandesa. En el caso del año pasado se logró revertir al explicarse que la situación en cuestión de derechos humanos en ese país continúa siendo delicada, pero este año estamos esperando la decisión de la corte», explica Gimeno.

Aprender como niños

Emilet supo que se tenía que ir de Venezuela cuando su sueldo de radióloga en el Centro de Salud de La Guaira apenas le alcanzaba para comprar un par de utensilios de limpieza.

«Por esos días, en 2015, mi papá murió y un sobrino, recién nacido, también falleció. Y como el hospital se quedó sin suministros para atender a los pacientes, yo lo único que hacía era presentarme, meterme en la sala de radiología y llorar todo el día», recuerda.

Aunque ella también trabajaba los fines de semana haciendo arreglos de fiestas infantiles para completar el sueldo, decidió que lo mejor era abandonar el país. Su primer destino fue Perú, «pero allá aguanté más hambre que en Venezuela».

Islandia.

El idioma es una de las principales dificultades que tienen los venezolanos para adaptarse a la vida en Islandia.

«Con un amigo investigamos y nos dimos cuenta de que Islandia podía ser un buen destino. Entonces comencé a hacer las vueltas».

Además de la amplitud que contemplaba la normativa de asilo, Islandia también es reconocido de forma global como uno de los países «más amigables» para los inmigrantes.

De acuerdo a una encuesta de Gallup publicada el año anterior, lo ubica en segundo lugar, solo detrás de Canadá.

En 2019 finalmente aterrizó en el aeropuerto de Keflavík de la capital islandesa y comenzó con los papeles de asilo. Ya los pocos meses obtuvo la aprobación. «Sentí que había llegado a la tierra prometida: nos daban un lugar, ayudas».

Pero la pandemia del covid-19, en marzo de 2020, puso un freno súbito a todo eso. No había trabajo y la pasó mal. Cuando a principios de 2021 la economía volvía a reactivarse, ocurrió el accidente de su pie.

«Y caí en una depresión muy fuerte. Mi pie primero se fracturó por la parte de arriba, después se desprendió por la parte de abajo y pasaban y pasaban los meses y no se soldaba. Había algo que no funcionaba bien».

Es llamativo el número de solicitudes de asilo, teniendo en cuenta lo distinto del clima, del idioma y, sobre todo, lo lejos que queda de Venezuela». Francisco Gimeno. Cruz Roja Islandia.

Emilet se toma la cabeza al hablar sobre el tema médico. Ella señala que cuando fue a urgencias para que le revisaran el pie tras el accidente con la tabla, le dijeron que no estaba fracturada y la enviaron de regresó a la casa.

«No se si me entendían o no. Primero no registraron la fractura y después, cuando por fin me ponen un yeso, no entendieron que yo era una mujer que acababa de comenzar la menopausia y que necesitaba un tratamiento de vitaminas para poderme curar la pierna», relata.

Uno de los diagnósticos que recibió de los doctores que la atendieron es que la demora en sanar tenía causas psicológicas, lo que para algunos especialistas representa uno de los principales desafíos que tienen las personas que huyen de un país como Venezuela y llegan a un país como Islandia: reparar su trauma mientras se adaptan a un país totalmente distinto al suyo.

«Muchas de las personas que llegan de Venezuela vienen muy dañadas», señala Alma Serrato, una psicóloga que trabaja en la asistencia social con los asilados que llegan a Islandia.

«Algunos fueron víctimas de la violencia, pero, sobre todo, les cuesta muchísimo procesar que esos ataques o la razón por la que huyes de tu país te los cause la entidad o las personas que se suponen eran las encargadas de cuidarte, de darte protección», opina.

Familia venezolana

Muchas familias venezolanos han llegado en los últimos años a Islandia y están de acuerdo en afirmar que es el «mejor país para criar un niño».

Y mientras procesan el desarraigo, muchos de los venezolanos tienen que enfrentarse a una especie de renacimiento en un país totalmente opuesto al que vivían.

«Son personas que ven por primera vez la nieve. Y que tienen que aprender cosas tan básicas como vestirse para el frío. Aprender cosas en tu nivel de adulto responsable. Y vuelves a ser como un niñito. Aprender a caminar en el hielo, en la nieve, aprender a comer, a hablar».

Hablar. Para muchos aprender el islandés se ha convertido en un desafío para la integración.

«Yo no sé en qué estaban pensando los vikingos cuando formaron estas palabras en este idioma», bromea y se queja Emilet. «Uno tiene que estar loco para entenderlo».

Islandés y español, agua y aceite

En el segundo piso de un edificio blanco ubicado en medio de un mall comercial del centro de Reikiavik funciona Multikulti, un centro de estudio de idiomas.

Uno de los requisitos que exige Islandia a las personas que reciben protección internacional es asistir a los cursos de islandés que brinda el gobierno.

Las clases de islandés en un centro de idiomas cerca del centro de Reikiavik. 

En esta clase de español todos los estudiantes son venezolanos.

Esta tarde el salón que corresponde al curso de español está lleno de venezolanos. Hay un receso de 15 minutos. La mayoría de ellos se sirve café caliente de una jarra y habla, como ocurre frecuentemente entre la comunidad de inmigrantes por estos días, sobre los posibles cambios en la política de asilo.

Uno de ellos comenta que escuchó un rumor a que se han presentado muchos robos en el país hechos por venezolanos(información que no es confirmada por la policía) y que tal vez eso dé pie a que se considere el cambio de política. Emilet, que es una de las alumnas del curso, ignora la charla y se concentra en el papel donde está la palabra «nautakjöt», carne de vaca en islandés, que es parte del nuevo vocabulario del día.

«El islandés es un idioma con raíces germánicas muy difícil de aprender, en especial para las personas que hablan español, por varias razones: no ha evolucionado mucho en los últimos años y la construcción de las palabras es totalmente distinta al español», explica Mariel, docente de Multikulti.

Y pone un ejemplo con un animal: el pingüino. «En inglés se dice penguin… y en islandés se dice mörgæs, que viene de ‘mor’ o grasa y ‘gaes’, ganso. O sea, ganso obeso. El islandés no quiere parecerse a ningún otro idioma y por eso es tan difícil de aprender».

Para ella, el problema de fondo es que el país no estaba preparado para recibir a los venezolanos.

«Se nota por ejemplo en que no hay un diccionario de islandés-español y tampoco hay textos educativos para enseñarlo, así que eso es una dificultad», agrega.

BBC

Yo no sé en qué estaban pensando los vikingos cuando formaron estas palabras en este idioma. Uno tiene que estar loco para entenderlo»

Emilet

Y eso tiene consecuencias directas en la adaptación de los recién llegados.

«Evidentemente las personas que vienen con protección no son todas iguales, hay diferentes niveles de educación, niveles de experiencia laboral, pero si no se habla el islandés es muy difícil acceder al mercado laboral o, en otros casos, estudiar en una universidad», señala Gimeno.

Esto lo ha vivido en carne propia Angelei Quintero. Ella llegó en 2019 y le concedieron asilo político a los pocos meses, pero debido a que no habla el islandés le ha costado acceder a un empleo estable desde que arribó al país.

«Yo en Venezuela trabajé como funcionaria de la Policía Metropolitana de Caracas durante varios años y después cuando la absorbió la Policía Nacional Bolivariana», relata.

Ella estuvo en el frente policial durante las violentas manifestaciones de 2017 en contra del gobierno de Nicolás Maduro y allí fue donde su vida dio un vuelco.

«En mi perfil de Whatsapp pusé una foto de un líder social que murió durante las protestas que tenía el mensaje ‘Abajo la dictadura’. Y uno de mis compañeros me reportó y me iniciaron un proceso».

Angelei Quintero

Angelei Quintero recuerda los días en que era funcionaria

Sintió que debía huir. «Me iban a meter presa. Y yo sabía que un preso político en Venezuela nunca sale de la cárcel».

Entre las opciones que tenía para irse había varios países nórdicos, que tenían políticas amables hacia los refugiados.

«Escogí Islandia entre otros países porque acá no había embajada ni consulado donde me pudieran echar mano», dice ella, vestida todavía con el uniforme del supermercado Krónan, donde comenzó a trabajar medio tiempo hace un par de semanas y es su primer empleo estable en el tiempo que lleva viviendo en la isla.

Islandia, ubicada unos 1.500 kilómetros al norte de Noruega y que fue habitada principalmente por colonos escandinavos que huyeron de los vikingos hacia finales del siglo IX, basa su industria en dos actividades fundamentales: la pesca y el turismo.

Ambas industrias combinadas representan el 19% de Producto Interno Bruto del país y el turismo es la industria obvia en la que recalan – o lo intentan- muchos de quienes recién llegan.

«Para entrar en la industria del turismo hay que hablar al menos inglés y yo no sabía. Eso me ha causado mucha angustia», cuenta Angelei.

Y su angustia tenía un afán: al marcharse, sus dos hijos quedaron en Venezuela y ella necesitaba juntar el dinero suficiente para traerlos.

A sus limitaciones a la hora de comunicarse con propiedad -conoció a un novio hablando a través del traductor del celular- y las restricciones a la socialización que impuso la pandemia del covid-19, se sumó otra dificultad: el clima.

«El invierno en Islandia es muy duro. Hay días enteros en que no ves una gota de sol. Y nosotros somos de Venezuela, imagínate», señala.

BBC- Muchos de ellos vienen muy dañados. Nunca pensaron que iban a ser atacados por la institución que se suponía debía protegerlos». Alma Serrato. Psicóloga

La tierra del hielo y la oscuridad

En 1990 se levantó sobre una de las playas de Reikiavik una enorme escultura con forma de barco y hecha de acero inoxidable que recuerda a los primeros viajeros que llegaron a este país.

La escultura, conocida como Solfar o «los viajeros del sol» y obra del escultor islandés Jón Gunnar Árnason, se convirtió en un símbolo de la ciudad.

Acaba de comenzar el verano y las decenas de turistas que se acercan a la enorme escultura para tomarse su respectiva foto se ven sorprendidos por una clase de gimnasia. Un grupo que se mueve al ritmo de una salsa de Marc Anthony.

Frente a un grupo de gimnastas que se ejercitan al lado de la escultura icónica de la ciudad está Caryna Bolívar. Ella es de Venezuela, de Caracas, pero no hace parte de la diáspora creada por la crisis reciente sino que ya estaba acá desde antes: hace 20 años salió de su país con la idea de vivir en Nueva York.

Y terminó en Islandia.

«He visto cómo ha aumentado la población de venezolanos y creo que todos coincidimos en que el clima es algo muy difícil de llevar: el invierno es muy largo. Hace frío todo el año. Incluso ahora en verano», señala.

Angelei Quintero

Angelei Quintero junto a su familia en Islandia.

Caryna se dedica a dar clases de zumba y gimnasia en distintas partes de Reikiavik y ha visto que el invierno, donde las temperaturas pueden bajar hasta -30C, lleva a la depresión incluso a los propios islandeses.

«No se ve la luz del sol por meses y ese aspecto para personas que vienen de un país tropical como Venezuela, donde hay sol todo el año, puede ser impactante».

En esto está de acuerdo Alberto Marcano. Él llegó hace dos años a Islandia. Había salido de Venezuela por razones económicas y se había refugiado en Chile. Pero entonces llegó el estallido social de octubre de 2019 en el país del Cono Sur.

«Decidí irme porque no quería que mi hija, que estaba a punto de nacer, estuviera rodeada de ese ambiente donde lo estaban destruyendo todo», opina.

Alberto, que también es conocido por su alias de Kuzco y su profesión de comediante, se ha hecho famoso por sus tutoriales en YouTube sobre la vida en el país nórdico.

En ellos explica cómo es el idioma, las principales atracciones turísticas, qué se necesita para sobrevivir, pero también cómo es el día a día de un venezolano en Islandia.

Por ejemplo, recomienda a dos hermanas venezolanas que hacen los mejores tequeños y patacones «maracuchos» de Islandia, sus partidos de fútbol donde siempre va acompañado con la «vinotinto y oro» de la selección nacional de fútbol y datos útiles sobre la creciente comunidad de venezolanos que ahora habitan el país.

«Yo creo que el clima es mucho más difícil que el idioma… el idioma al final lo aprendes, pero el clima sigue siendo el mismo», señala.

Islandoa

Caryna Bolívar llegó hace 20 años a Islandia.

«Solo hay luz como por tres horas y está esa oscuridad total que dura desde diciembre hasta marzo. Eso es muy difícil porque parece que nunca te puedes despertar y vas como un zombi por la calle, como entre dormido y despierto».

Angelei tuvo que sobreponerse a la impresión que le provocaba la oscuridad -y no tanto el frío- a través de su experiencia como funcionaria de la policía: «Habrán sido las largas horas de guardia, pero ya puedo controlar muy bien cuando me da sueño», cuenta.

Esa capacidad de adaptarse a horarios y condiciones extremas le permitió conseguir una seguidilla de empleos hasta que pudo juntar el dinero para traer a sus dos hijos. Tras dos años de distancia, Angelei volvió a verlos y abrazarlos en diciembre de 2021.

«Fue un momento muy emocionante», dice mientras se seca las lágrimas. Y tenerlos cerca ahora le permite afirmar que emigrar a Islandia ha sido la mejor decisión que ha tomado.

«Cuando ellos van a la escuela yo no me preocupo si me los van a secuestrar o no. Cuando me acuesto, no me acuesto con el miedo de que se van a meter a mi casa. Para mí la Venezuela que yo conocí, y en la que crecí, ya no existe más. Es un recuerdo».

«Y es muy difícil regresar a lo que ya no existe».

Imagen de portada:ALBERTO MARCANO/KUZKO. Alberto Marcano llegó hace un par de años desde Chile, el país que había escogido después de salir de Venezuela.

FUENTE RESPONSABLE: Alejandro Millán Valencia. Enviado especial a Reikiavik. 20 de julio 2022.

Chile/Migraciones/Islandia/Sociedad/Venezuela

El Canal de la Mona, el peligroso pasaje del Caribe en el que cada año mueren decenas de migrantes tratando de llegar a EE.UU.

Lejos de tierra firme, cuando sus ojos «solo veían cielo y agua», se arrepintió de emprender la travesía. Irisbel Herrera pensó que iba a morir en aquel bote de madera azotado por las olas.

Han pasado casi dos décadas, pero la mujer aún recuerda con lucidez lo que vivió cuando cruzó el Canal de la Mona, un pequeño estrecho de mar que separa a la República Dominicana de Puerto Rico.

«El viaje fue angustioso. Fue algo desesperante. Pensaba: ‘Dios mío, qué hice. Salí para ayudar a mi familia y quizás no los vuelva a ver jamás'», dice desde la sala de su casa en Río Piedras, un barrio de San Juan, la capital borincana.

Tiene 40 años y es de nacionalidad dominicana. Es una de las miles de personas que, para llegar al territorio estadounidense, han atravesado de forma irregular el pasaje que se extiende unos 112 kilómetros.

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En lo que va de año, en este tramo han muerto o desaparecido 71 personas, número que supera a los 65 fallecimientos que se registraron en todo el 2021, según la Organización Internacional para las Migraciones.

Las cifras nunca serán exactas, por lo complicado que es para las autoridades interceptar los viajes. Pero las historias que sí son públicas suelen ser desgarradoras.

El 12 de mayo, por ejemplo, zozobró una barcaza en la que viajaban unos 75 migrantes. La Guardia Costera de EE.UU. rescató a 38 personas con vida y 11 cadáveres.

Todas las personas fallecidas eran mujeres de nacionalidad haitiana.

Quienes sobreviven, como Irisbel, quedan marcados para siempre por el peligroso trayecto.

Y es que aun para los navegantes más experimentados, el Canal de la Mona, con sus particularidades, resulta un tramo de extremo peligro.

Migrantes detenidos por la Guardia Costera de EE.UU. en el Canal de la Mona. Están en un bote de madera junto a otra embarcación que pertenece al cuerpo militar.

FUENTE DE LA IMAGEN – GUARDIA COSTERA DE EE.UU. De acuerdo con el capitán Gregory Magee, de la Guardia Costera de EE.UU., es común que los   botes de migrantes estén sobrecargados cuando cruzan el Canal de la Mona.

«Es peligroso. Es donde se unen el Océano Atlántico y el Mar Caribe y tienes una interacción de corrientes», dice Gregory Magee, un capitán de la Guardia Costera de EE.UU. que dirige la oficina de esa rama militar en Puerto Rico.

Lo asegura porque él también ha recorrido el canal, aunque con embarcaciones de primer orden y equipos tecnológicos especializados.

El Canal de la Mona (desde los ojos de Irisbel)

Cuando Irisbel decidió cruzar el Canal de la Mona tenía 21 años. Vivía en Higüey, un municipio en el este de República Dominicana, cerca de la turística ciudad de Punta Cana.

Era 2001 y ella, una madre soltera con dos hijos, trabajaba en una fábrica de costura.

Su salario mensual, 2.000 pesos dominicanos (US$40), se escurría entre sus manos como agua: pañales, comida, renta…

«Mi vida era bien difícil», afirma. «Entonces surgió una oportunidad. Un muchacho del barrio me dice: ‘vamos para Puerto Rico'».

Irisbel Herrera

FUENTE DE LA IMAGEN – IRISBEL HERRERA. Irisbel Herrera cruzó el Canal de la Mona hace dos décadas. Recién en 2021 recibió su estatus migratorio permanente y reside en Puerto Rico.

Consiguió 6.000 pesos dominicanos prestados (el salario de tres meses), cifra que, para aquel momento, «representaba un mundo», dice.

Luego de reunir el dinero, llegó hasta Cabeza de Toro, una zona boscosa (también al este de dominicana). Desde allí zarparía junto con su hermana en una yola (bote de madera) hacia Puerto Rico.

«Para empezar, no era como que la yola estaba cerca [de la orilla] y te subías. Teníamos que tirarnos desde un precipicio de unos cuatro pisos sobre el mar, nadar y entonces subirte a la yola», cuenta.

«Cuando yo me tiré, apareció la Marina [de República Dominicana]. Arrestaron a mi hermana y desde arriba me tirotearon. Yo me agarré de la cola del barco, no me despegué nunca. Perdí tres uñas. Luego, los pocos que había en el bote me ayudaron a subir», sostiene.

El barco estaba «hecho a mano», con su madera pintada de azul y blanco, y dos motores. Otras 11 personas también cruzaron.

Imagen aérea de migrantes siendo rescatados en el Canal de la Mona.

FUENTE DE LA IMAGEN – GUARDIA COSTERA DE EE.UU. El 12 de mayo de 2022 una embarcación con cerca de 75 migrantes zozobró en el Canal de la Mona. 11 mujeres de nacionalidad haitiana murieron en el incidente.

Una vez en el canal, cuenta, el viento golpeaba con fuerza. «Las olas subían y bajaban, y hacían caer la yola».

«Viene agua de todos lados, si no se vira la yola es porque la embarcación es buena».

La parte más difícil del trayecto, que duró un día y medio, fue cuando se acercaron a la isla Desecheo, un cayo al norte del Canal de la Mona, ​​ubicado 21 km al oeste de Puerto Rico.

La isla Desecheo, ubicada a 19 kilómetros de la costa del pueblo de Rincón, en Puerto Rico, también es parte del Canal de la Mona.

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La isla Desecheo, ubicada a 19 kilómetros de la costa del pueblo de Rincón, en Puerto Rico, también es parte del Canal de la Mona.

Es justo ahí uno de los puntos en donde confluyen las aguas del mar Caribe y el océano Atlántico. En esta zona murieron las 11 migrantes haitianas a principios de mayo de este año.

«Cuando ves las luces de Puerto Rico, aún te falta cruzar Desecheo», afirma Irisbel durante una videollamada con BBC Mundo. «[En esta área] no sabes para dónde va a coger la yola. Ahí todo el mundo entra en pánico. La mayoría de los viajes se pierden en Desecheo».

Justó allí el agua comenzó a entrar en la embarcación. «Sientes que es el último adiós», asegura.

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La yola llegó a la orilla porque todos hicieron un esfuerzo tremendo para sacar el agua mientras recorrían el último tramo. Cuando Irisbel desembarcó, el canal le mostró nuevamente cuán traicionero puede ser.

«Me bajé por el frente de la yola, y una ola la golpeó, y la yola me pasó por encima. Las hélices del motor me cortaron».

Nadó ensangrentada y llegó a tierra firme casi inconsciente.

Los peligros

Los vientos alisios, las corrientes, la falta de equipo y el desconocimiento sobre navegación hacen que el Canal de la Mona sea un lugar «impredecible» para los migrantes, afirma el capitán Gregory Magee.

«Algunos migrantes, mientras están navegando, pueden mirar y decir: ‘bueno, está tranquilo en este momento’. Pero no saben si va a cambiar o si en realidad podría estar difícil en alta mar. No pueden ver eso hasta que realmente están expuestos», explica.

Bote de madera con ropa y artículos de migrantes luego de ser detenido por la Guardia Costera de EE.UU.

FUENTE DE LA IMAGEN – GUARDIA COSTERA DE EE.UU.. Las débiles yolas, muchas veces de madera y construidas a mano, aumentan el peligro para los migrantes en el Canal de la Mona, un lugar descrito por las autoridades como «incierto» para navegar.

A esto se suman múltiples factores, como viajar sin chalecos salvavidas, radares o teléfonos celulares. También es un factor la sobrecarga de las débiles yolas, que aveces transportan a decenas de personas.

«Algunos contrabandistas de personas están más preocupados por evitar a las autoridades que por tomar rutas seguras», sostiene Magee.

Además de las características del canal, las personas que se lanzan en esta travesía sufren de muchos otros peligros, dice, por su parte, Romelinda Grullón, directora del Centro de la Mujer Dominicana en Puerto Rico.

La organización que dirige, que ofrece ayuda legal y psicológica a los migrantes, sobre todo a mujeres, ha atendido decenas de casos de personas que han sido abusados física y sexualmente durante el trayecto.

El capitán de la Guardia Costera de EE.UU. Gregory Magee

FUENTE DE LA IMAGEN – GUARDIA COSTERA DE EE.UU.. El capitán de la Guardia Costera de EE.UU. Gregory Magee, quien dirige la oficina de esa rama militar en Puerto Rico.

También a quienes quedan traumados por la ansiedad y estrés que les causa el viaje.

«Muchas de esas mujeres esperan en los campos antes de tomar una embarcación. Dentro de ese lapso de tiempo, que pueden ser varios días, algunas son violadas. Y cuando están en la embarcación, mientras más días pasan en alta mar, tienen más probabilidades de ser abusadas», señala Grullón, cuya entidad lleva 19 años ofreciendo servicios en Puerto Rico.

Hay quienes también han visto, agrega, cómo algunas personas son lanzadas por la borda mientras recorren el canal, por razones tan diversas como estar nerviosas en altamar o porque «les llegó su menstruación».

Estas dificultades no han hecho que los migrantes desistan de realizar el viaje. Durante la pandemia se registró un aumento en la cantidad de personas que cruzaron el canal.

La isla de Mona, ubicada en el centro del Canal de la Mona, está a 75 millas al suroeste de la ciudad boricua de Mayagüez

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. La isla de Mona, ubicada en el centro del Canal de la Mona, está a 75 millas al suroeste de la ciudad boricua de Mayagüez.

De acuerdo con la Guardia Costera, en 2020 llegaron a Puerto Rico a través del pasaje 1.122 personas, mientras que en 2019 la cifra fue de 1.041.

En 2021 el número se redujo a 707. Las nacionalidades más comunes son dominicanos y haitianos, pero también hubo venezolanos, cubanos, turcos y brasileños.

Un trauma después del trauma

Muchos migrantes ven sus sueños desvanecerse cuando tocan tierra estadounidense, continúa Romelinda Grullón.

Mientras enfrentan la burocracia gubernamental para conseguir un estatus permanente, deben trabajar de forma irregular, muchas veces en condiciones inseguras, por poca paga y sin prestaciones sociales.

También enfrentan discriminación y son, una vez más, propensos a abusos que temen denunciar por miedo a ser deportados.

Irisbel Herrera

FUENTE DE LA IMAGEN – IRISBEL HERRERA. Irisbel, luego de llegar ensangrentada a una playa de Aguadilla, un municipio al oeste de Puerto Rico, comenzó a trabajar de forma irregular, de ordinario en restaurantes, para enviar dinero a los dos hijos que había dejado en República Dominicana.

En el territorio estadounidense, afirma, sufrió abuso sexual y físico por parte de una pareja, con quien tuvo un tercer hijo.

«Me amenazaba para que no trabajara, algo que yo hacía por mis hijos. Me decía que si lo hacía, me enviaría a inmigración al trabajo», cuenta Irisbel, quien no esconde las lágrimas mientras habla.

En el Centro de la Mujer Dominicana recibió ayuda psicológica para trabajar sus traumas. Recibió también apoyo legal y recién en 2021 logró su residencia permanente.

Imagen aérea de una embarcación con migrantes en el Canal de la Mona

FUENTE DE LA IMAGEN – GUARDIA COSTERA DE EE.UU. Mientras gestionaba sus documentos migratorios, uno de sus hijos en República Dominicana falleció y no pudo asistir a su funeral. Ahora su meta es lograr que la hija que le queda en ese país se mude a Puerto Rico.

Pese a la necesidad y las dificultades económicas, subirse a una yola y cruzar el Canal de la Mona «es algo que no se lo aconsejo a nadie», dice convencida.

Imagen de portada: GUARDIA COSTERA EEUU. El islote Monito en el Canal de la Mona cerca del cual muchas veces quedan varados los migrantes. Mide unos 5 kilómetros y es inaccesible por mar.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Ronald Ávila-Claudio. 29 de junio 2022.

América Latina/EE.UU./Caribe/Migraciones/Puerto Rico/República Dominicana/Derechos humanos/Separación de integrantes de familias.

La fascinante historia detrás de la leyenda del flautista de Hamelín. Parte 2/2

¿Qué pasó con los niños desaparecidos de Hamelín?

El maestro seductor, el fascinante cazador de ratas, está ahora en el centro de atención de varios historiadores que investigan qué sucedió exactamente en la ciudad el 26 de junio de 1284.

Las teorías son innumerables, según Wibke Reimer, coordinador del proyecto en el Museo Hamelin que ha estado organizando una exposición especial que se centra en el alcance global de la leyenda del Flautista.

Una de las principales teorías actuales sugiere que los jóvenes de la ciudad fueron parte de una migración de alemanes a Europa del Este provocada por una recesión económica.

«En este escenario», dijo Reimer, «el Flautista desempeñó el papel de un supuesto localizador o reclutador. Ellos eran los responsables de organizar las migraciones hacia el este y se decía que usaban vestimentas coloridas y tocaban un instrumento para atraer la atención de posibles colonos».

El Museo Hameln que ha estado organizando una exposición especial.

Aunque algunos historiadores creen que los jóvenes emigraron a Transilvania, la teoría del lingüista alemán Jürgen Udolph es la más comúnmente aceptada.

«Sugiere que fueron las regiones alrededor de Berlín como la ubicación más probable, en un área que ahora es el este de Alemania», dice Reimer, «y respalda su teoría con evidencias de nombres de lugares».

Posible migración

De hecho, Udolph descubrió que los apellidos más comunes en Hamelín en ese momento aparecen con sorprendente frecuencia en las áreas de Uckermark y Prignitz, cerca de Berlín, que él ubica como el centro de la migración.

La teoría también se ve reforzada por la evidencia de que la región, recién liberada de los daneses, estaba lista para la colonización alemana.

También abundan otras teorías más fantasiosas. Algunos historiadores sugieren que la leyenda refleja parte de la ola de cruzadas medievales destinadas a recuperar Tierra Santa del siglo XVIII.

Otros argumentan que se perdieron a esos jóvenes a causa de la peste negra, aunque las fechas no coinciden.

Sin embargo, hay una teoría más intrigante que apunta al fenómeno medieval de la «manía del baile», provocada por una sucesión de pandemias y desastres naturales.

Conocida como la Danza de San Vito, se ha documentado que la plaga de la danza apareció en Europa continental ya en el siglo XI.

Era una forma de histeria colectiva.

Carátula de la obra

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Es un cuento universal.

La danza podía extenderse de individuos a grandes grupos, y todos padecían una compulsión irrefrenable de bailar febrilmente, a veces durante semanas, a menudo saltando y cantando y a veces alucinando hasta el punto de agotamiento y en ocasiones la muerte, como un trompo que no puedo dejar de girar.

Y, de hecho, en el siglo XIII hubo al sur de Hamelin, en la ciudad de Erfurt, un brote de una especie de fiebre de la danza, donde se documentó que un grupo de jóvenes giraba salvajemente mientras salía de los límites de la ciudad para acabar a 20 km de distancia en un pueblo vecino.

Algunos de los niños, sugiere una crónica, fallecieron poco después, literalmente bailaron hasta la muerte, y los que sobrevivieron quedaron con temblores crónicos.

Quizás, teorizan algunos, Hamelín fue testigo de una plaga similar, en la que figurativamente, los jóvenes bailaban al son de la melodía del flautista.

Pero todas estas teorías se olvidan de una cosa específica del misterio de Hamelín.

«No explican la fecha particular citada en el que se pierden a los niños, y cuando comienza la sensación local de trauma», señaló Reimer.

«¿Pasó algo que los funcionarios encubrieron? ¿Algo tan traumático que se haya transmitido oralmente durante tanto tiempo en la memoria colectiva del pueblo, durante décadas e incluso siglos?

Rata en Hamelín

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Hamelín ha sufrido más plagas de ratas a lo largo de su historia.

De hecho, la fecha que figura en toda la documentación local señala al 26 de junio como el día en que desaparecieron los niños.

Este día también es la fecha de las celebraciones paganas del solsticio de verano.

El hecho de que la documentación también enfatice que los jóvenes siguieron al flautista hasta el Koppen, comúnmente traducido como «colinas», sugiere otro vínculo.

«Hubo regiones en Alemania donde la llegada del verano se celebraba encendiendo fogatas en las colinas», dijo Reimer.

Todo eso lleva a una lectura particularmente macabra de la leyenda del flautista.

¿Una masacre?

Quizás el flautista, emblema de un chamán pagano, tocando su flauta, estaba llevando a la juventud de Hamelín a sus festividades de verano cuando la facción cristiana local, con la esperanza de cimentar la conversión de la región, asaltó y masacró al grupo.

Una teoría menos sangrienta es que quizás los niños fueron llevados a los monasterios locales.

Sin embargo, si el cuento sugiere una posible tragedia histórica, también ofrece una redención artística.

«La historia del Flautista», dice Reimer mientras se prepara para el debut de su exhibición el 26 de junio, «se conoce en al menos 42 países y 30 idiomas, tal vez más. Y aparece en el arte, la literatura y la música internacionales. El flautista es un patrimonio compartido de muchas personas, y ese patrimonio cultural nos conecta».

En última instancia, entonces, el flautista fracturó una comunidad, pero unió a una más grande.

Este artículo forma parte de una serie de BBC Travel que tiene como objetivo profundizar en el lado lúdico de la geografía.

Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: BBC Travel. Por Raphael Kadushin. Septiembre 2020

Alemania/Sociedad y Cultura/Historia/Europa del Este/Migraciones/ Europa.

 

 

 

La fascinante historia detrás de la leyenda del flautista de Hamelín. Parte 1/2

El flautista de Hamelín es un cuento de los hermanos Grimm.

Todos las mañanas, antes de ir al trabajo, Michael Boyer se pone un par de mallas multicolores brillantes, se ata su capa de color rojo chillón, agarra su flauta y enfila las calles medievales de Hamelín, una ciudad de 60.000 habitantes de la región de Baja Sajonia, Alemania.

Ha repetido este ritual durante los últimos 26 años.

«La gente a veces me confunde con un superhéroe, un bufón de la corte o con Robin Hood», se ríe. También se ha convertido en un personaje imprescindible en el Instagram de cualquier turista y, tal vez para algunos, en una declaración de pertenencia a un género fluido.

Pero la mayoría de la gente lo reconoce por lo que es: la encarnación del flautista de Hamelín. Elegido para hacerse pasar por el hijo adoptivo favorito de la ciudad (al menos comercialmente) y al mismo tiempo el más odiado.

Responsable de conocer y saludar a los grupos visitantes y a los dignatarios, Michael dirige recorridos por la ciudad y encarna el arraigo perdurable de la leyenda que atrae a la mayoría de los viajeros aquí.De hecho, la historia ha sobrevivido durante mucho tiempo.

Originada como parte del folclore medieval, la leyenda inspiró un verso de Goethe, Der Rattenfänger; un cuento de los hermanos Grimm, Los hijos de Hamelín; y uno de los poemas más conocidos de Robert Browning, El flautista de Hamelín.

El flautista de Hamelín

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El flautista libraba a la ciudad de Hamelín de una plaga de ratas.

Y aunque cada escritor retocó el cuento, el argumento básico siguió siendo el mismo: la ciudad de Hamelín contrató al flautista para que la liberara de su plaga de ratas.

Siguiendo las notas hipnóticas de la flauta mágica, los roedores desfilaron cortésmente a través de las puertas de la ciudad hacia su presunta perdición.

Sin embargo, no fueron los únicos atraídos por su música.

También los niños

Cuando la ciudad se negó a pagarle al flautista por su servicio, el salvador tramó su venganza atrayendo con su melodía a los niños de Hamelín.

Encantados por las notas, los más jóvenes siguieron al flautista fuera de la ciudad y simplemente desaparecieron.

Aunque el cuento ha perdurado, también lo ha hecho la ciudad de Hamelin, que aún hoy parece pertenecer a un cuento de hadas.

El recorrido de Boyer lleva a los visitantes más allá de hileras de casas con entramado de madera.

Hay mansiones burguesas del siglo XVI enmarcadas bajo frontones góticos y volutas, y extravagantes edificios con diseño de pastel de boda que ofrecen excelentes ejemplos de la arquitectura de estilo tardo renacentista típico del noroeste de Alemania y que incluye gárgolas lascivas y tallas de madera policromadas de colores brillantes.

Sin embargo, todo esto es solo un escenario para la verdadera industria artesanal de la ciudad, que saca provecho de todo lo relacionado con el flautista.

Los restaurantes locales preparan un plato característico de «cola de rata» hecho con carne de cerdo en rodajas finas, mientras que las panaderías hacen negocio con panes y pasteles con forma de roedor.

El Museo Hameln ofrece una recreación de la música del flautista con sonido y luz, los actores locales representan una obra de teatro al aire libre durante el verano y las tiendas de souvenirs venden sus propios recuerdos inspirados en ratas.

Si lo deseas, puedes volver a casa cargado de camisetas, imanes de nevera, tazas y flautas del flautista de Hamelin.

Casas

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Estas casas son un ejemplo de la arquitectura de estilo tardo renacentista típico del noroeste de Alemania.

Sin embargo, lo que podría pasar por un mero alivio cómico enmascara algo más profundo y sugiere por qué la leyenda sigue viva no solo en Hamelín sino en las tradiciones y leyendas de la zona.

De cierta manera, el cuento aviva un miedo primordial en el que el flautista es una versión de un fantasma universal que continúa acechándolos.

Miedo ancestral

Los padres de todo el mundo siempre temen la pérdida de sus bebés. Todos los días, en alguna parte, desaparece un niño.

El flautista es al final, un secuestrador.

Pero si la historia evoca un miedo universal, todavía resuena con más fuerza en Hamelín, y el cambio del flautista sugiere por qué.

De hecho, la verdadera sorpresa de su recorrido no es tanto el paisaje urbano bellamente conservado, sino la sugerencia de que el flautista es mucho más que un cuento de hadas.

Los hermanos Grimm y Browning pueden haber convertido la leyenda en arte, pero resulta que es probable que la historia se base en un incidente histórico que sucedió realmente.

La prueba está grabada las propias paredes de Hamelín.

Una placa en la fachada de piedra de la llamada casa del flautista, una residencia privada con entramado de madera que data de 1602, da testimonio explícito del misterio. La inscripción dice:

«El 26 de junio de 1284, en el día de San Juan y San Pablo, 130 niños nacidos en Hamelín, fueron sacados de la ciudad por un flautista vestido con ropas multicolores. Después de pasar el Calvario cerca de Koppenberg, desaparecieron para siempre».

El flautista de Hamelín

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Lo sucedido en el cuento pudo haber ocurrido de verdad.

La inscripción no es la única pista.

Una anotación en los registros de la ciudad de Hamelín, que data de 1384, lamenta que, «han pasado 100 años desde que se fueron nuestros hijos».

La vidriera de la iglesia de San Nicolás de la ciudad, destruida en el siglo XVII pero descrita en relatos anteriores, ilustra la figura del flautista con varios niños fantasmales.

Y el manuscrito de Lüneburg del siglo XV, un libro que cuenta lo ocurrido, junto con cinco versos de memoria histórica, algunos en latín y otros en alemán de la edad media, se refieren a una historia similar de 130 niños o jóvenes que desaparecieron el 26 de junio de 1284, siguiendo a un flautista hasta un lugar llamado Calvary o Koppen.

El flautista se convierte entonces más que en un cuento de hadas, en el emblema de un profundo misterio histórico.

Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: BBC Travel. Por Raphael Kadushin. Septiembre 2020

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