Rebeldes y libres, de Lydia Cacho

La periodista mexicana Lydia Cacho ha entrevistado a cientos de españoles menores de dieciocho años. Les ha preguntado por sus sueños, sus aspiraciones, sus miedos, sus reivindicaciones, su concepción de la identidad sexual… 

Y ha descubierto que está subiendo toda una generación de mujeres que tienen totalmente asumido el feminismo como forma de pensar y que pronto serán las responsables de dirigir un país, el nuestro, que en nada se parecerá al de antes. El futuro ya ha nacido y tiene nombre de mujer.

En Zenda reproducimos la Introducción de Rebeldes y libres (La Esfera de los Libros).

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Introducción

Veamos, para comenzar debo advertirles que aquí voy a  decir cosas que no les gustan a muchos chicos, bueno, tampoco les gustan a muchos hombres ni a algunas mujeres; es que a mí me da por hacer preguntas incómodas y he aprendido a encontrar respuestas que no resultan muy atractivas para la gente que cree que lo sabe todo y en especial para aquellos que no quieren que las cosas cambien porque opinan que todo lo de antes era siempre mejor que lo de ahora.

Pero, bueno, comencemos por el principio, ¿vale?

Cuando yo tenía once años (o sea, hace muchísimos años), pedí un regalo de Navidad muy especial. Era un teléfono de plástico de colores rojo y azul. Sonaba cuando marcabas las teclas de los números y en cuanto lo ponías en el oído las palabras hacían eco y te hacía sentir que alguien al otro lado de un cable inexistente podía escucharte. Pues yo me sentía la más cool con mi intento de teléfono móvil de juguete hasta que una tarde mi padre me vio jugando sola contando una historia en el teléfono de plástico y con una libreta y un boli en mano. Me preguntó a qué jugaba y si me había vuelto loca, porque las niñas cuerdas no hablan solas, y una chica de once años no debía jugar a ser telefonista. «No, papá, no soy telefonista, soy la presidenta del planeta Tierra», le dije con toda la seguridad que me daba el personaje de mi juego. 

Él sonrió y me dejó hablando sola. Yo estaba totalmente convencida de que no estaba loca por jugar a la presidenta del mundo mundial en lugar de jugar con las muñecas y la cocinita como mi hermana mayor.

Os confieso que me di cuenta de que a las personas adultas les inquietaba que yo jugase a ser mujer adulta y no a ser mujer-mamá, y eso me parecía muy raro. ¿Por qué era mejor que una niña practicase para jugar a ser madre y cocinera y no a ser poderosa e inteligente?

Así que, una mañana, en casa de mi abuela favorita, le pregunté por qué las personas adultas creían que mi elección no era buena o adecuada. Mi abuela sonrió dulcemente y me dijo que, sin duda, yo podría ser la presidenta del mundo si me preparaba para ello. Evidentemente, mi siguiente pregunta fue cómo se prepara una niña de once años para dominar el mundo, y la abuela Marie Rose contestó que siendo rebelde. Fui a toda prisa a buscar un diccionario y encontré la definición perfecta: «Oponer resistencia», en pocas palabras, desobedecer. Entonces me dirigí a mi madre para preguntarle cómo se convierte una en rebelde, ella soltó una carcajada y me dijo que yo ya lo era, pero que si quería ser líder del mundo debía aprender a ser una rebelde con causa.

Fue así como comencé a buscar cuál era mi causa personal. Mientras tanto, jugaba a hablar por teléfono con personajes imaginarios o famosas como Marie Curie e Indira Gandhi que me daban consejos y me contaban historias de países lejanos donde había otras niñas que también querían gobernar o transformar el mundo. Así que se me ocurrió la no tan genial idea de promover en el cole que se creara un grupo de chicas del mundo que les dijeran a los adultos cómo hacer bien las cosas, que dejasen de hacer guerras y dictaduras y detuviesen la violencia que ejercían los gobernantes, esa que me daba tanto miedo. Y mi tío Manuel, que era un genio amoroso, me dijo que eso ya existía, que se llamaba ONU y que tal vez algún día yo podría trabajar allí, que había muy pocas mujeres entre quienes mandaban.

Mi tío Manuel fue el primer hombre que conocí que hablaba de feminismo; decía que todas las niñas deberíamos de ser feministas igual que todos los niños, entre otras cosas para que nadie nos llamara locas por pedir teléfonos en lugar de muñecas y por imaginar que podríamos cambiar el mundo. Así que sería feminista, pensé, ahora lo difícil era entender por qué ninguna de mis amigas pensaba que esa era la más cool, revolucionaria y genial idea del mundo.

Entonces descubrí que ser feminista, según la mayoría de las personas de hace cincuenta años, significaba querer hacer la guerra contra los hombres, dejarse crecer los pelos de las axilas y el del bigote, no ponerse sujetador y no usar minifalda. Yo no tenía muchos pelos aún, no tenía tetas y no me gustaban las faldas, así que no me preocupé por eso; era mediados de los años setenta y comencé a preocuparme por ser escuchada cuando decía que yo era una niña feminista y que todas las personas deberían ser feministas para que las niñas pudiesen hacer las mismas cosas que los niños. Mi madre y mi abuela, igual que mis mejores amigos y amigas del cole, estaban de acuerdo conmigo, pero las demás personas insistían en que las mujeres tienen un lugar en el mundo y ese lugar es su hogar, cuidar a los otros, tener hijitos, obedecer a su esposo y ver culebrones por las tardes.

Pasaron muchos años, y cuando a los veintitrés años entré a trabajar en un diario como reportera, ya no me importaba que me llamaran loca, ni que me recomendaran no confesar que era feminista; yo sabía lo que quería y nadie iba a impedir que me dedicase a descubrir historias importantes. Como la gente decía que ningún hombre quiere a una feminista decidida, pensaba que no encontraría el amor, y me casé felizmente con un hombre dulce que fue mi mejor amigo, que me amaba y me admiraba. Me dijeron que las feministas no tenían programas de radio y televisión, y tuve el mío en la radio y en la tele y lo anunciaba como Feminista (así, con mayúscula).

A los veintiocho años me daba igual que mis compañeros de trabajo dijeran que las mujeres nunca escriben tan bien como los hombres, o que las mujeres no pueden ser buenas reporteras de investigación, siempre seguí mis sueños y me preparé para encontrar el poder de mis causas. Mi padre me decía que si era disciplinada lograría todo lo que quisiera. Hoy he publicado diecinueve libros traducidos a más de diez idiomas, he viajado por ciento cuarenta y tres países y he recibido sesenta y seis premios internacionales, ¡más que ningún hombre periodista de mi país!

Por todo eso me emociona tanto poder hablar con vosotras, las chicas españolas, salir a las calles de diferentes comunidades para preguntaros cuáles son vuestras locuras, qué os inspira, si sois feministas y qué significa eso para vosotras. Quería que me contaseis vuestras propias historias de rebeldía y libertad para que se las mostremos al mundo. Vosotras elegisteis los temas, expresasteis vuestros miedos y analizasteis vuestros enfados, pero sobre todo vosotras sois dueñas de vuestras palabras y de vuestras ideas. Yo estoy feliz de poder compartir esta aventura feminista con chicas tan diferentes, inteligentes, fuertes y valientes como vosotras.

Debéis saber que hablé con chicas españolas pertenecientes a todos los lugares, desde Cataluña hasta Andalucía y Madrid, de Asturias a Valencia, del País Vasco hasta Extremadura pasando por La Rioja y Castilla-La Mancha; en cada una de las comunidades que recorrí, descubrí que niñas y niños se preguntan cómo se puede ser feminista sin excluir, sin discriminar, sin vivir su feminismo desde la ira, la rabia, el sectarismo, la violencia o la descalificación. ¿Se puede ser feminista sin ser activista? ¿Es posible ser cishetero y no tener que hablar de sexo todo el tiempo para ser cool? ¿Se consigue no ponerse etiquetas, pero ser chico solidario con todas las causas feministas? ¿Es correcto defender los derechos trans, pero decir que eres hetero y no quieres probar otra cosa? ¿Es verdad que en esta época ya no existen los armarios para ocultar la identidad sexual? ¿Por qué hay todavía tantos adultos que se oponen a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres? ¿Por qué los chicos y las chicas están tan enganchados al porno?

Las preguntas son infinitas.

Resulta fascinante descubrir vuestra necesidad por encontrar alguna forma de participar en los movimientos por la igualdad de una manera que sea fiel a vuestros sentimientos y dudas, a vuestras necesidades emocionales, psicosexuales, y fiel a esa forma singular en que descubrís y construís vuestras relaciones afectivas, familiares, eróticas y sexuales, es decir, vuestra identidad e idea del mundo en que habitáis, del futuro que vosotras deseáis.

Es en esa búsqueda donde encuentro la posibilidad de diálogo público más fascinante y útil, porque más allá de la cátedra feminista —que resulta indispensable para desarrollar y formarnos desde las ciencias sociales y la academia—, y más allá de los discursos de las políticas que quieren ganar votos, está la cuestión de la búsqueda cotidiana por sumarse a la causa de la equidad capaz de integrar muchas otras causas, que puede ser inspiradora, revelar nuevas ideas y, a la vez, una llamada urgente a la acción colectiva feminista en la que todas las chicas y mujeres tengan cabida.

Hablamos juntas de los movimientos de mujeres, así, en plural, esos en los que vosotras las chicas buscáis un reflejo personal, una brújula, un mapa para descubrir el camino hacia un mundo incluyente y solidario donde los nuevos lenguajes sean bien recibidos, donde las contradicciones se entiendan como parte natural de un proceso vital de búsqueda personal, donde quepan los sentimientos y la profunda emocionalidad del ser chica joven en crisis existencial, presionada por la hipersexualizacion de su entorno, por la aplastante idea de la estética del filtro de belleza y el perfecto instante trending de TikTok.

Me habéis dicho que las personas jóvenes buscan las claves que les hablan desde el corazón de sus anhelos y miedos en un diálogo que llegue a las emociones y al pensamiento con un discurso realista y empático que reconoce a todas las razas, las religiones y la diversidad de todas las mujeres: las marginales, las que no han tenido tiempo para descubrir el feminismo que les antecedió porque llegaron en una patera y desde niñas trabajan y estudian; las que tienen familias unidas y estables y saben que los derechos son algo bueno pero no sienten que el feminismo les llame por su nombre; las estigmatizadas en el mundo de migrantes no europeas; las que quieren ser amadas por los chicos o las chicas del colegio y están en un delicado proceso de descubrir cómo ser aceptadas sin ceder su verdadero yo ante los estereotipos del patriarcado.

Buscáis un feminismo que sea de brazos abiertos para las temerosas, para las que ya no quieren escuchar todo el tiempo que pueden ser violadas porque ya lo saben desde niñas, para las que viven en los barrios más ricos, los de clase media y los más pobres de España, todas tienen voz e ideas propias. A vosotras os he dicho, porque yo así lo he vivido, que el feminismo puede ser un camino y no la meta, que es una ruta de vida que se transforma y se nutre en la medida en que maduramos, que es la magia de la historia que inventaron nuestras bisabuelas, que es revolución sin armas, encuentro sin odio, búsqueda de justicia y no de venganza.

Allá afuera, entre nosotras, hay un feminismo que entrecruza caminos sin corriente de partido político, que agradece a las políticas que nos han dado leyes fundamentales para transformar la sociedad y desmontar poco a poco al machismo estructural, pero no se identifica con la lucha dentro del sistema político, un feminismo que tiene más preguntas que respuestas y no es dogma tallado en piedra ni filosofía de las privilegiadas que utilizan un lenguaje poco accesible a las mayorías.

Vosotras, las chicas de entre once y dieciséis años a quienes he entrevistado, buscáis junto con algunos chicos, el camino hacia un discurso propio que vaya de la mano con sus convicciones por construir un mundo afectivo más bello y donde su libertad tenga cabida en la música, las redes sociales, el baile, los grafitis, los videojuegos, la comunicación instantánea del TikTok, el cine, la diversión injustificada y todas las expresiones vitales, artísticas y culturales que os ayudan a vivir.

Este libro es para las que reniegan de etiquetas, un espejo de sus palabras, una búsqueda acompañada para mostrar el abanico de sus miradas hacia el mundo y desde su universo hasta el nuestro. Un puente, quizás, que ya construís vosotras, las chicas españolas.

Vuestras voces son el eco de un país que busca transformarse entre la negación y las costumbres, las contradicciones y un lenguaje de apariencia incluyente que no aterriza en la realidad colectiva incluyente. En su diversidad está el secreto de las verdades, que son muchas y válidas, que importan porque pertenecen a las que quieren romper los esquemas y necesitan herramientas para construir nuevos paradigmas feministas, más amplios, diversos y afectivamente solventes, espacios para una vida libre de violencia, sí, pero en los que la esperanza, la felicidad y el goce de vivir sean el eje de inspiración que os mueve hacia adelante en un mundo ya de por sí caótico, lleno de rabia y en crisis.

Me alegra saber que podemos escucharos para entender cómo acompañaros en el camino hacia el futuro, que será idealmente mejor que nuestro pasado. Que el feminismo crece y se reinventa.

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Autora: Lydia Cacho. Título: Rebeldes y libres. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

© Marco Alar.

Imagen: Cubierta de portada de “Rebeldes y libres”

FUENTE RESPONSABLE: ZENDALIBROS.COM 5 de marzo 2023

Sociedad y Cultura/Literatura/Mujeres/Adelantos editoriales/Lydia Cacho

Filósofos feministas varones rescatados del olvido por una mujer.

Después de su libro Ellas lo pensaron antes. Filósofas feministas excluidas de la memoria, el último de la filósofa María Luisa Femenías se titula Los disidentes. Filósofos feministas excluidos de la memoria. Es un trabajo meticuloso que recupera a pensadores varones que en sus respectivas épocas fueron voces diferentes. Desde el andalusí Averroes, filósofo musulmán nacido hace casi mil años, hasta pensadores vivos como el Premio Nobel indio Amartya Sen, el recorrido refuta una de las justificaciones más comunes de las calamidades pensadas a lo largo de los tiempos: “Hay que ubicarse en la época”.

El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad. 

La definición pertenece a Aristóteles, está incluida en su célebre tratado Política (1254b 13-15) y es, apenas, una muestra de las numerosas (y naturalizadas) expresiones que dieron por sentada la inferioridad de la mujer desde los inicios mismos de la filosofía. 

La reflexión de Aristóteles inaugura un largo recorrido de asertos que hoy sorprenden, impactan, enardecen. 

Y es habitual que cuando se recuerda este tipo de definiciones se apele a una explicación comprensiva: “Hay que ubicarse en la época, ese era el consenso de aquella sociedad, no hay que analizar el pasado con criterios de la actualidad, es un anacronismo tachar esas expresiones de misoginia o de androcentrismo, porque en aquella época nadie sostenía algo distinto”, etcétera.

Sin embargo, “hay dos elementos fuertes que ponen en cuestión esa justificación. El primero es que siempre hubo voces disidentes. 

En la época de Aristóteles, su propio maestro, Platón, defendió en La República la posibilidad de que varones y mujeres compartieran las mismas tareas en una sociedad ideal, y aunque creía que en todas las formas de la vida las hembras son más débiles que los machos”, advertía que entre los seres humanos hay muchas mujeres que son mejores que muchos hombres, y sostenía que “hay mujeres dotadas para la medicina, o para la música, la gimnasia, la filosofía, la guerra”. 

El segundo elemento es que si se traza una línea de tiempo de las expresiones misóginas de parte de referencias mayúsculas del pensamiento, se corrobora que entre Aristóteles y, por poner un par de ejemplos, Hegel o Schopenhauer (dos de los conspicuos filósofos con profusión de frases de ese tipo), prácticamente se recorre toda la historia de la filosofía. 

En esos veintitrés siglos que los separan hubo avances extraordinarios en la relación entre varones y mujeres. 

Tanto Hegel como Schopenhauer vivían en 1838, cuando se aprobó el primer sufragio femenino en las islas Pitcairn, territorio británico de ultramar, y cuando Mary Wollstonecraft publicó su Vindicación de los derechos de la mujer, Hegel tenía 19 años. ¿Entonces? Cuando se alude a ubicarse en la época, ¿en cuál es la que hay que ubicarse? ¿La de Mary o la de Hegel?

Una sola esclavitud. Otro aspecto muy interesante reside en la ligazón que existe entre la idea de la inferioridad de la mujer y la naturalización de la esclavitud. Para Aristóteles, “algunos seres, desde el momento en que nacen, están destinados, unos a obedecer, otros a mandar”, al punto de creer que “la naturaleza misma lo quiere así”, ya que hace los cuerpos de los hombres libres “diferentes de los de los esclavos, dando a estos el vigor necesario para las obras penosas”. 

Y a continuación completa: “La relación de los sexos es análoga; el uno es superior al otro; este está hecho para mandar, aquel para obedecer”.

Por eso quizás a lo largo de los tiempos, muchas de las voces que cuestionaron una de esas consolidadas instituciones también impugnaron la dominación patriarcal. 

Tal es el caso de la célebre Olympia de Gouges, la filósofa francesa, masona y revolucionaria, que en plena Revolución reclamó no solo los derechos para las mujeres, sino también la abolición de la esclavitud y la liberación de las colonias francesas. Tres temas que la Revolución francesa no tenía en agenda. Claro: no se le podía pedir a la Revolución que fuera tan revolucionaria. Olympia fue detenida por su defensa de los girondinos, juzgada sumariamente y guillotinada en 1793. 

Dos mil años antes, un ilustre antecedente de Olympia, el filósofo Alcidamas (o Alcidamante en otras traducciones) había defendido filosóficamente que la esclavitud (de varones o de mujeres) no tenía nada de natural. “La divinidad ha dejado que seamos todos libres; a nadie hizo esclavo la naturaleza”, cuenta el mismísimo Aristóteles que sostenía Alcidamas. 

De nuevo: ¿en cuál época hay que ubicarse? ¿La de Alcidamas, la de Olympia, separadas por más de veinte siglos?

Necesaria. Los disidentes. Filósofos feministas excluidos de la historia es un trabajo meticuloso de recuperación de una serie de pensadores de diferentes tiempos que ilustran precisamente que en cada una de sus épocas existieron esas voces diferentes. 

El texto va desde Averroes, filósofo y médico andalusí musulmán, también matemático y astrónomo, nacido hace casi mil años, hasta gente que está viva, como Amartya Sen, economista y filósofo indio que en 1998 recibió el Premio Nobel en Economía, uno de los primeros concedidos a alguien que no forma parte del esquema ortodoxo en la materia, sino que, por el contrario, lo cuestiona.

La autora de este trabajo, María Luisa Femenías, es una filósofa argentina y una de las referencias ineludibles en filosofía y feminismo en habla hispana. 

Doctora en filosofía, es pionera en los estudios de género en la Argentina y sobre violencia contra las mujeres en América Latina. Cofundadora de instituciones de investigaciones en género en la UNLP y en la UBA. En 2016 recibió el premio nacional Fundación Konex.​ Entre sus publicaciones se destaca Perfiles del feminismo iberoamericano, en tres volúmenes.

En Los disidentes pasa revista en cuatro partes ordenadas cronológica y temáticamente por un seleccionado de pensadores, algunos muy reconocidos en la historia de la filosofía mientras otros prácticamente ignotos. 

Pero incluso los más renombrados que María Luisa selecciona no son habitualmente destacados por haber impulsado en su labor de filósofos un cambio de miradas respecto de la situación de la mujer. 

Eso hace atrapante el trabajo: permite redescubrir a pensadores como Agrippa, Condorcet o John Dewey. 

También es importante el hecho de que la autora no se limita a citar un par de frases o a mostrar con quién discutieron: en el capítulo que le dedica a cada uno, se mete en su época, indaga las influencias que lo marcaron, rastrea y detalla los coetáneos con que dialoga o discute, los presenta en diálogo (a veces tenso) con sus propios maestros, reconstruye sus argumentos tratando de hacerlos accesibles a cualquier público curioso, destaca de qué manera actuaron en su tiempo en los debates públicos e incluso cómo influyeron (o intentaron influir) en la legislación de sus sociedades, y trazando las líneas que ellos abrieron, como quienes abren surcos, caminos nuevos, sabedores de que otras personas los recorrerían. 

Rescates esenciales. Así, por ejemplo, rescata del olvido a un pensador como Theodor Gottlieb von Hippel, discípulo y amigo de Kant, de quien toma distancia para defender la igualdad de los sexos, publicando en 1792 Sobre el mejoramiento civil de las mujeres. 

Allí analiza la condición de la mujer, su biología y su psicología, su degradación a través de la historia y reconstruye especulativamente el origen prehistórico de los prejuicios en su contra, examinado su estatus legal contemporáneo y los argumentos que se esgrimían como si se tratara de una situación “eterna” y no de una condición histórica y social modificable.

O a Françóis Poullain de la Barre, francés, sacerdote y filósofo, cartesiano, fallecido en 1725, autor de De l’égalité des deux sexes, donde demuestra que el trato desigual que sufren las mujeres no tiene un fundamento natural, sino que procede de un prejuicio cultural. 

O al también sacerdote Benito Feijoó, fallecido en 1764, benedictino español, autor del discurso Defensa de mujeres, que comienza diciendo: “A tanto se ha extendido la opinión común en vilipendio de las mujeres que apenas admiten en ellas cosa buena. En lo moral las llena de defectos, y en lo físico de imperfecciones. Pero donde más fuerza hace es en la limitación de los entendimientos. Por esta razón, después de defenderlas con alguna brevedad sobre estos capítulos discurriré más largamente sobre su aptitud para todo género de Ciencias y conocimientos sublimes”. 

O al prolífico marqués de Condorcet, filósofo, científico, matemático, economista, historiador, recordado (entre otras cosas) por ser el principal impulsor de lo que hoy conocemos como el sistema métrico. 

Condorcet fue un defensor de los derechos de las mujeres y de los negros esclavizados, con obras como su discurso Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadano o sus Réflexions sur l’esclavage des nègres. Falleció en 1794.

Lógica viva. 

Por supuesto que no están todos. Sería imposible meterlos en las 446 páginas del libro. Pero la selección no es arbitraria. 

Y otro mérito del trabajo de María Luisa es el de haber incluido, en un campo tan eurocentrado como lo es el de la filosofía académica, a dos destacadas referencias de nuestras latitudes, pero (lamentablemente) ignoradas casi por completo en la discusión filosófica, siempre más pendiente de la última novedad proveniente del Norte. 

Me refiero al uruguayo Carlos Vaz Ferreira y al legislador socialista tucumano Mario Bravo, ambos en la parte dedicada al siglo XX y en compañía ilustre, con John Dewey y Amartya Sen. “De Vaz Ferreira la autora toma una cita que tiene más de un siglo en la que, si reemplazamos la palabra ‘divorcio’ por la palabra ‘aborto’”, parece escrita en ocasión de los debates de años recientes cuando el Congreso encaró esa temática: “Los adversarios del divorcio suelen cometer a menudo un error curioso, que veo muy generalizado, y es el de razonar como si los partidarios del divorcio quisieran hacerlo obligatorio. Naturalmente, nadie supone esto de una manera expresa, pero se razona como si así fuera, pues lo que se presenta como especialmente temible son los inconvenientes de una universalización que no llegaría a producirse. Idéntico paralogismo cometen en la práctica, muy a menudo, los adversarios del feminismo, en una de las acepciones de este término, o sea aquella que consiste en abrir los empleos y las carreras para las mujeres. Razonan, sin darse cuenta de ello, como si se aspirara a algo así como a hacer obligatorio que las mujeres ocuparan empleos y siguieran carreras o, en todo caso, como si fuera de temer la universalización del fenómeno”. 

La cita es de Lógica viva, publicado en 1910. 

A contrapelo. Con piezas de esta contundencia, María Luisa muestra que prácticamente en todas las épocas hubo filósofos que pusieron en cuestión la condición de subordinación a la que estaban destinadas las mujeres. 

Este cuidado y detallado estudio de los aportes de teóricos varones que, a contrapelo del discurso preponderante en su tiempo, se propusieron desarticular los argumentos (en su mayoría de base teológica o naturalista) que daban por sentada la inferioridad de la mujer. 

Estos varones, desde hace dos mil años, fueron precursores de la igualdad de sexos. Muestra, en suma, cuánto les debemos y cuán importante es encontrar en el pasado esas voces pioneras que nos inspiran para seguir abriendo nuevos caminos de libertad.

María Luisa explica que uno de sus objetivos fue precisamente desactivar aquel argumento tramposo que hace un mal uso del circunstancialismo histórico (ese que bien entendido es imprescindible para comprender cada momento y cada acción humana): mostrar que en cada etapa “otras cosas podían pensarse además de la consabida misoginia achacada a una miopía de época; excusa esta que como bien se sabe aparece siempre en primer lugar para exculpar a cuanto teórico o filósofo rechazó la capacidad y, en consecuencia, los derechos de las mujeres”. 

Claroscuros. En diálogo con PERFIL, María Luisa comenta que en su opinión “la concepción ilustrada de progreso, actualmente en crisis, oscureció disidencias en tanto proyectó una suerte de tiempo lineal futuro siempre mejor, que no permite ver los altibajos y los claroscuros de cada época”. Y cita a Celia Amorós, quien apeló al feminismo “como conciencia crítica de la Ilustración”. 

Por eso entiende que tanto su libro anterior (Ellas lo pensaron antes, filósofas excluidas de la memoria) como el que comentamos “se complementan solidariamente: muestran a ‘perdedores’ de su época, cuyas contribuciones diluidas y tamizadas por necesidades de cada presente, fueron socavando hegemonías hasta contribuir a consolidar narraciones y situaciones ‘nuevas’. 

Claramente los discursos contrahegemónicos fueron permeando la sociedad/cultura de su tiempo hasta hacer posibles muchos cambios. Pero no se puede descuidar el estar atentos tanto a los logros como a las resistencias (por lo general en sordina), a esos mismos cambios”.   

El libro de María Luisa no solo es una contribución novedosa a la filosofía y al feminismo sino que ayuda a construir una visión más compleja y matizada del pasado humano en una temática que, hasta donde conozco, casi no había sido abordada con el conocimiento y la profundidad que merece, y que este texto nos proporciona. 

Altamente recomendable, no solo para disfrutarlo como lectura erudita, aparece como muy valioso material de consulta en el estudio de la filosofía, del derecho, de las ciencias sociales y de la historia, especialmente en la formación de formadores en cada uno de esos campos. Sin ironía: un libro necesario para ubicarse en la época.

Imagen de portada: Filósofos feministas. | CEDOC.

FUENTE RESPONSABLE: Perfil. Argentina. Por Américo Schvartzman. *Filósofo y periodista. Integra la cooperativa de periodistas El Miércoles, de Concepción del Uruguay, y el grupo de ética ambiental de la Sadaf, la Sociedad Argentina de Análisis Filosóficos.

4 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Filosofía/Mujeres/Igualdad de género/Derechos de la Mujer.

El pirata más poderoso de la historia fue una mujer: la fascinante vida de Zheng Yi Sao.

TEMIDA EN LOS MARES DE ORIENTE

Comenzó su vida trabajando como prostituta en un burdel y la terminó siendo el azote del Imperio chino, que no podía contra ella. Esta es su fascinante historia.

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Decían que era más bella que las demás, y lo que está claro es que tenía más suerte que cualquier otra, pues el futuro tenía un plan de eternidad y leyenda para ella. Nacida en algún momento de 1775 en Cantón, China, Zeng Shih o también Ching Shih, vivió sus primeros años en la región costera de Guangdong, en una época de desigualdad económica y problemas sociales, donde trató de sobrevivir robando y ejerciendo la prostitución. 

Era probablemente una tanka (grupo étnico que vive en embarcaciones frente a las costas de Guangdong) y durante sus primeros años de juventud se ganaba la vida como trabajadora sexual en un burdel flotante, donde podía elegir entre clientes ricos y selectos. 

Según cuenta la leyenda, fue así como conoció en 1801 al capitán pirata Zheng Yi, que tras secuestrar a varias prostitutas del burdel, se encaprichó con ella y decidió convertirla en su esposa. Si nos atenemos a lo que se dice de ella, sin duda ya apuntaba maneras y carácter, pues en cuanto tuvo la noticia del casamiento le advirtió a Zheng Yi que solo aceptaría si él se comprometía a compartir con ella el 50% de sus botines y el mando de su nave pirata.

Así nació la leyenda de la Reina de los Piratas que aterrorizó los mares de la China Meridional en el siglo XIX. Quizá si piensas en un pirata, a tus labios lleguen los nombres de Francis Drake o Barbanegra; sin embargo, también hubo mujeres que se dedicaron a la piratería y el caso de Zheng Yi Sao es probablemente el más famoso de todos. 

La pareja se volvió temida y popular a partes iguales y no solo se dedicaron al contrabando y al control de las embarcaciones que pirateaban. Zheng Shih pasó a ser llamada Zheng Yi Sao, que significa «esposa de Zeng», y como había tenido tanta relación con hombres ricos durante sus años de trabajo en el burdel le permitió conocer muchos secretos y traficar con ellos.

Una confederación para gobernarlos a todos

Pero lo más importante fue que, si bien en los primeros momentos la pareja se dedicó a saquear los pueblos de la costa y los barcos que pasaban por las rutas marítimas internacionales, con el paso del tiempo establecieron un plan mucho más ambicioso: su flota llegó a estar formada por 400 barcos y 70.000 marinos, gracias a distintas alianzas (en los últimos años de su vida, Zheng Shih llegó a dirigir 2.000 barcos, siendo considerada por algunos la pirata con mayor éxito de la historia). 

Pero antes de eso, la pareja decidió controlar todas las embarcaciones que contrabandeaban y crearon una confederación pirata bajo su mando, eliminando así la competencia y optimizando los beneficios. Tras luchar en una rebelión vietnamita, adoptaron a Zhang Bao, un joven al que consideraron su propio hijo.

El destino quiso que Zheng Yi muriese en 1807 en una galerna, provocando que su viuda asumiera el mando total de la confederación de piratas que ambos habían ideado. 

Lo primero que hizo fue asignar a su hijo adoptivo como líder del antiguo escuadrón de su esposo y desposarse con él, que por aquel tiempo se encontraba en su veintena. Además de fortalecer lealtades con estas jugadas, impuso un código de leyes que exigía la obediencia plena: los piratas podían ser ejecutados por robar del botín, violar a mujeres que se habían hecho prisioneras o, simplemente, por comportarse cobardemente o estar ausentes.

La figura de Zheng Yi Sao se recrea en ‘Piratas del caribe’.

Consciente de que, al ser una mujer, se encontraba en una situación vulnerable, Zheng Yi Sao se convirtió en una pirata implacable. Su negocio creció con los años, abarcando desde Corea hasta la costa de Malasia, enfocándose en el comercio de sal de Guangdong. 

Creó un sistema de pasaportes mediante el cual los comerciantes de sal tenían que pagar por un salvoconducto si querían evitar ser atacados, y aunque el propio gobierno chino intentó enfrentarse a su flota, lo único que consiguieron fue perder barcos que acabaron en manos de los piratas.

Al final, el emperador Jiaqing no tuvo más remedio que pedir ayuda a las armadas inglesas y portuguesas en la lucha contra aquella mujer indomable. Ni por esas dejaron de sufrir una humillación tras otra. Finalmente, el Imperio se vio obligado a ofrecer una amnistía a Zheng Yi Sao para que abandonase la piratería. AUnque en un primer momento ella rechazó la oferta (según su propio código de conducta desertar debía ser condenado con la muerte), finalmente accedió y se presentó frente al emperador no para firmar únicamente su indulto sino el de toda su armada. 

Su hijo adoptivo (y también esposo) pasó el resto de su vida como funcionario del gobierno, en una cómoda posición. En cuanto a la mujer que había sido prostituta y después una temida pirata en los mares orientales, volvió a sus orígenes y se instaló en Cantón, donde terminó sus días dirigiendo un burdel y una casa de apuestas, y quizá contando a todo aquel que quisiera escucharla sus increíbles aventuras y hazañas. Falleció en 1844, con 69 años.

Imagen de portada: La pirata más peligrosa de la China Meridional. (Wikimedia commons).

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Ada Nuño. 1 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/China/Historia/Pirateria/Mujeres/Curiosidades.

¿Quién fue Marguerite Porete y las beguinas, las mujeres que decidieron, en plena Edad Media, retirarse a vivir sin hombres?

Las beguinas eran mujeres cristianas laicas que buscaban vivir una vida espiritual dedicada a Dios, pero sin ingresar en un convento y tomar los votos religiosos.

A la mayoría, el nombre de Marguerite Porete no le dirá nada, pero su libro, «El Espejo de las Almas Simples y Aniquiladas», es considerado una obra maestra de la literatura mística, y ha sido objeto de estudio y discusión durante siglos, a pesar de que para su autora supuso la muerte en la hoguera el 1 de junio de 1310.

Nacida en Valenciennes (Francia) en torno al año 1250, poco se sabe de su vida antes de que comenzara a escribir, siendo su obra clave la mencionada «El Espejo de las Almas Simples y Aniquiladas», un tratado místico que describe el proceso por el cual una persona puede alcanzar la unión con Dios a través de la aniquilación del yo y la entrega total al amor divino. 

Porete habla de la unión con Dios de una manera que algunos líderes religiosos de la época consideraron herética y peligrosa. La obra, escrita en su lengua, picardo, y no en latín como dictaban las reglas eclesiásticas, era «un libro itinerario espiritual» que leía en voz alta en distintas localidades, haciéndolo peligrosamente popular. El libro fue prohibido en 1308 por el obispo de Cambrai, Gui de Colle-Meuse, y Porete fue arrestada y acusada de herejía.

Ella se negó a retractarse de sus ideas y fue encarcelada hasta que, finalmente, fue llevada ante un tribunal inquisitorial en París en 1310. Allí, se negó una vez más a retractarse de sus enseñanzas, y fue condenada a muerte en la hoguera como hereje. Porete fue ejecutada en la Plaza de Grève en París.

La muerte de Marguerite Porete se ha interpretado como un ejemplo de la intolerancia religiosa y la represión de la libertad de expresión en la Europa medieval. Sin embargo, su obra ha sobrevivido y ha sido redescubierta y estudiada en tiempos más recientes. Se la considera una figura importante en la tradición mística occidental, y su obra sigue inspirando a personas interesadas en la vida espiritual y el camino hacia la unión con Dios.

En el Concilio de Vienne, celebrado por la Iglesia católica en la ciudad francesa de Vienne (Francia), en la catedral de San Mauricio, entre el 16 de octubre de 1311 y el 6 de mayo de 1312, se abordó, entre otros muchos asuntos como la supresión de la orden de los Templarios, el tema de Marguerite Porete y se llamó al orden a las beguinas seguidoras de sus escritos espirituales, acusados de dar vida al movimiento del Libre Espíritu.

Así, la acción de Porete puso el foco en las beguinas, un movimiento religioso y social que surgió en Europa durante la Edad Media. Aunque su origen exacto es incierto, se sabe que las beguinas comenzaron a aparecer en las ciudades del norte de Europa, particularmente en los Países Bajos, durante el siglo XIII. El movimiento se extendió rápidamente por toda Europa, y las beguinas se convirtieron en una presencia común en muchas ciudades y pueblos durante los siguientes siglos.

Las beguinas eran mujeres cristianas laicas que buscaban vivir una vida espiritual dedicada a Dios, pero sin ingresar en un convento y tomar los votos religiosos. En cambio, vivían en comunidades o solas, y se dedicaban a la oración, la meditación, el trabajo y la caridad. 

Las beguinas creían que podían alcanzar la santidad y la salvación a través de la vida cotidiana y el servicio a los demás, sin necesidad de retirarse del mundo.

Las beguinas eran conocidas por su devoción y su trabajo en beneficio de los demás. Muchas se dedicaban a cuidar a los enfermos y los pobres, y trabajaban en hospitales y leproserías. Otras se dedicaban a la enseñanza, y fundaron escuelas y academias para niñas y jóvenes mujeres. Las beguinas también eran famosas por su habilidad en la costura, la bordadura y la elaboración de textiles, y algunas se ganaban la vida con su trabajo.

A pesar de su devoción y su trabajo, las beguinas a menudo eran objeto de sospechas y persecuciones. Muchos líderes religiosos y políticos veían con recelo la existencia de estas comunidades de mujeres que vivían fuera del control de la iglesia y el estado. Las beguinas eran acusadas a menudo de herejía y brujería, y muchas fueron arrestadas, encarceladas, torturadas y ejecutadas durante la Edad Media y la época moderna.

A pesar de las persecuciones, las beguinas continuaron existiendo y creciendo en número durante siglos. En los Países Bajos, las beguinas llegaron a ser tan numerosas que llegaron a ser consideradas una fuerza social y económica importante. 

Las beguinas fundaron sus propias iglesias, hospitales, escuelas y talleres, y llegaron a ser conocidas por su habilidad en el comercio y el trabajo textil. En otras partes de Europa, las beguinas también fueron activas y respetadas, y algunos líderes religiosos llegaron a admirar su devoción y su ejemplo de vida cristiana.

El movimiento beguino comenzó a declinar durante la época moderna, a medida que las ideas y las prácticas religiosas evolucionaban y cambiaban. Muchas beguinas se unieron a órdenes religiosas más formales, mientras que otras simplemente desaparecieron. A pesar de esto, las beguinas dejaron un legado duradero en la historia y la cultura europea, y su ejemplo de vida espiritual y servicio a los demás sigue siendo una fuente de inspiración para muchas personas en la actualidad.

El origen del término «beguina» no está completamente claro, pero existen varias teorías. Una de ellas es que proviene del latín «beghina», que significa «mujer piadosa» o «mujer devota». Otra teoría es que el término viene de una palabra flamenca antigua, «begga», que significa «mujer de la nobleza». 

También se ha sugerido que el término se deriva del nombre de una figura histórica conocida como Beatrijs de Nazareth, una mística y escritora medieval del siglo XIII que vivió en el convento de las clarisas en Tienen, Bélgica.

Sea cual sea su origen, lo cierto es que el término «beguina» se convirtió en sinónimo de un movimiento religioso y social que surgió en Europa durante la Edad Media.

Imagen de portada: Ilustración de las Beguinas (Desconocido)

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por Adela Sanchidrián. 28 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Edad Media/Religión/Mujeres/Las Beguinas

ANNA BOCH, MÁS QUE LA MUJER QUE COMPRÓ UN VAN GOGH.

Cuando nadie estaba comprando las obras del artista neerlandés, ella se hizo con ‘El viñedo rojo cerca de Arlés’. Aunque no es solo una coleccionista: ella misma fue una destacada pintora post-impresionista.

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No le pasa a mucha gente, pero Anna Boch ha logrado un lugar imborrable en la historia gracias a un día de compras. Cuando nadie estaba adquiriendo los cuadros de Vincent Van Gogh, ella se hizo por 400 francos de la época con El viñedo rojo cerca de Arlés, una de las pocas obras –la leyenda dice la única– que Van Gogh vendió en vida. El pintor había sido invitado a participar en una muestra de pintura en Bruselas, y aunque llevó varias obras, solo vendió la que Boch adquirió.  

Por ello, poco importa lo poco profunda que sea la biografía o el texto que aborda la trayectoria del artista holandés: Boch siempre tendrá una mención. Ella es, parece indicarnos la historia, la mujer que supo ver algo antes que el resto. Y no estamos ante una simple y hábil compradora de obras de arte: ella misma era una artista por derecho propio. 

Anna Boch nació en Saint-Vaast, un pueblo belga hoy integrado en La Louvière y no muy lejos de Bruselas, en 1848, en el seno de una familia acomodada de la alta burguesía. 

Una condición reflejada en su educación, gracias a la cual recibió una formación tanto en música –y no dejará de organizar conciertos hasta que pierde el oído– como en pintura. De adulta, Boch será una mujer independiente y moderna –como demuestra el hecho de que viajaba sola en una época en la que eso no estaba muy bien visto– y usará sus conocimientos educativos para crear su propia carrera.

Su padre, Victor Boch, era uno de los fundadores de una empresa de lozas lo suficientemente importante como para acabar vendiendo sus productos a nivel mundial (y que ha tenido una vida muy larga: aunque ha ido atravesando diferentes crisis, sigue existiendo bajo el nombre Royal Boch). Su familia, de hecho, estaba conectada a la propiedad del gigante de la porcelana Villeroy & Boch. 

Gracias a las relaciones de su hermano Eugène, Anna Boch se adentrará en los círculos de los artistas de la vanguardia en el París de fin de siglo. Boch se vincula con los círculos impresionistas y ella misma es una de las pioneras en aplicar esas técnicas pictóricas en Bélgica. 

Como recuerdan ahora los medios de ese país, ella fue la primera en sacar el caballete a la naturaleza y pintar au plein air. Boch es, así, uno de los nombres del post-impresionismo belga, estando conectada con los movimientos de vanguardia de ese país. 

En 1886, se convierte en parte del llamado Grupo de los XX, un círculo pictórico cuyos miembros buscaban hacer avanzar la pintura y que, sobre todo, ponían la luz en el epicentro de sus obras. No será el único: en 1904 se vuelve también una de las creadoras de un nuevo grupo pictórico belga con objetivos de transformación, el Vie et Lumières. 

En vida, las obras de Boch se pudieron ver en el Salon des Indépendants parisino –donde vendían los impresionistas– y en diferentes exposiciones. Es decir, no era simplemente una mecenas –una tan hábil que, además de con un Van Gogh, se hizo con obras de Gauguin, Seraut o Signac que ahora se exponen en museos de primer nivel de medio mundo– sino también una pintora por derecho propio, por mucho que su nombre haya pasado a los libros más bien como el de la mujer que hizo una adquisición brillante. 

A su muerte, en 1936, en Bruselas, su impresionante colección de obras fue legada, en parte, a los Museos Reales de Bellas Artes de la ciudad; otra parte vendida para seguir dando apoyo financiero a artistas con problemas económicos; y heredada, otra, por su ahijada Ida van Haelewijn. 

Su trayectoria está siendo iluminada en los últimos años. A los catálogos temáticos que se han ido publicado sobre su obra, se ha sumado un documental belga y la presencia de su figura y sus cuadros en diferentes exposiciones. Además, la obra y vida de Boch protagonizarán una gran exposición temática en pocos meses. El Mu.ZEE, en Ostende, conmemorará el 175 aniversario de su nacimiento con Anna Boch, un voyage impressionniste. Entre julio y noviembre, se podrá descubrir a la pintora y un cierto intento de reconstrucción –préstamos mediante– de su colección de obras. 

Aunque un poco más cerca –geográficamente– también se puede descubrir ya mismo al menos una de sus pinturas: la exposición Arte belga. Del impresionismo a Magritte. Musée d’Ixelles muestra, antes de su fin a principios de marzo, un cuadro de Anna Boch en el Museo Carmen Thyssen Málaga. 

Imagen de portada: ‘Retour de la messe par les dunes’, por Anna Boch (1893-1895).

FUENTE RESPONSABLE: Ethic. Por Raquel C. Pico. 17 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Arte/Pintura/Impresionismo/Mujeres/Anna Boch.

«Nunca te rindas»: la mujer que logró frenar a golpes a un hombre que la atacó en un gimnasio en EE.UU.

Una cámara de seguridad grabó el momento en el que una mujer fue atacada por un hombre mientras entrenaba en el gimnasio del complejo residencial donde vive en Florida, Estados Unidos.

Nashali Alma, de 24 años, comenzó a golpearlo para defenderse, mientras intentaba llamar por su teléfono móvil para pedir auxilio.

«Cuando estaba ocurriendo, no tuve miedo», le dijo Alma a CBS, socio de la BBC en EE.UU., en referencia al ataque. «De hecho, soy fisicoculturista, así que tengo mucha fuerza», añadió.

«En mi mente, él era igual a mí», subrayó al relatar cómo evitó que el atacante la redujera.

«No lo vi como alguien más grande o más pequeño. En mi mente, sabía que era más fuerte que él y que podía defenderme».

En las imágenes captadas por la cámara de seguridad del local, se ve cuando Alma abre la puerta del gimnasio, pensando que el hombre también iba a entrenar. Sin embargo, él se abalanzó sobre ella una vez que entró a la instalación.

El forcejeo entre ambos se intensificó cuando ella sacó su teléfono e intentó hacer una llamada. Después de varios minutos de lucha, el hombre se rindió, la soltó y ella escapó del gimnasio.

«Mi consejo sería: ‘nunca te rindas'», enfatizó. «Mis padres siempre me han dicho que no me rinda ante nada en la vida y es algo que tuve en mente mientras luchaba contra él».

Aseguró que «si no te rindes y luchas, le demuestras [al agresor] que eres fuerte, que eres alguien capaz de pelear, de sobrevivir y de salir de esa situación».

«Cuanto más te resistes, ellos pelean menos. Quieren que te rindas, que te detengas», afirmó.

Captura del video de seguridad del ataque a Nashali Alma.

FUENTE DE LA IMAGEN,CBS. Captura del video de seguridad del ataque a Nashali Alma en Florida.

Alma contó que cuando luchaba con el atacante, pensó: «Si sigo luchando, él va a dejarme ir. Y al final del video puedes ver cómo él se cansa».

«Cuanto más te resistas, más querrán rendirse y se detendrán», añadió.

La policía confirmó que el hombre fue arrestado en las 24 horas posteriores al asalto.

Imagen de portada: CBS.Nashali Alma logró escapar del gimnasio.

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. 17 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Violencia de género/Mujeres/EE.UU./Deportes

GUÍA PARA ENTENDER A LACAN.

Para comprender las teorías de Jacques Lacan es requisito indispensable conocer su vida académica, pero también y aún más las figuras clave con las que se codeó durante su trayectoria. Solo así se entiende la raíz de su pensamiento.

La génesis de las atemporales aportaciones de Jacques Lacan no puede ser abordada sin prestar atención al contexto del psiquiatra, y es que ya a finales del siglo XIX, París había iniciado el camino hacia la modernidad. 

Lacan, que nació en el seno de una familia acomodada, se crió en la edad dorada de la capital francesa y eso, sin duda, impactó en su desarrollo intelectual. 

También lo hizo el innegable intelecto de su madre, Émile Baudry, la cual poseía un extraño interés por el misticismo, pero también una fuerte fe cristiana. Ese fue el motivo preciso por el que toda su descendencia estudió en un colegio religioso; irónicamente, Lacan dio un salto al ateísmo al conocer la filosofía de Spinoza.

No todo estaba perdido para la familia Lacan Baudry. 

Marc-François, el vástago más joven de la dinastía, se unió a la abadía de Hautecombe como monje. 

Si bien este dato puede parecer irrelevante, impactó enormemente en Jacques Lacan, que durante décadas se arrepintió de no haberse implicado más en la educación de su hermano para sembrar en él un pensamiento crítico y, con suerte, el ateísmo al que él tanto abrazaba. 

Al no lograrlo y sufrir tensiones por la fe con su familia, el inquieto Lacan decidió alejarse para dedicarse al estudio de la medicina con dieciocho años. 

Sin embargo, su distanciamiento no evitó que dedicase unas palabras a su hermano en la tesis doctoral que publicaría décadas más tarde: «Al reverendo padre Marc-François Lacan, mi hermano en religión». La frase sorprendió a los compañeros del escéptico psicoanalista, lo que pudo influir en su decisión de modificarla eliminando cualquier falsa alusión a su propia religiosidad.

Al margen de la vida familiar de Lacan, lo que verdaderamente cambió el rumbo de su teoría fueron los nexos sociales. Como cualquier joven burgués, más aún si había tenido la fortuna de nacer en la Belle Époque parisina, se codeaba con grandes figuras de la vanguardia literaria y artística, entre ellas André Breton, fundador del surrealismo, y Salvador Dalí, máximo representante del movimiento artístico. Ambos contactos tuvieron un gran peso en sus teorías.

A finales de los años 20, Lacan comenzó a interesarse en las teorías psicoanalíticas de Jean-Martin Charcot, estudioso de la entonces llamada histeria femenina y uno de los primeros médicos en utilizar la hipnosis para tratar a pacientes neuróticos. 

No es casualidad que, poco antes, André Bretón exaltase la belleza convulsiva de las mujeres histéricas que Charcot estudiaba en el hospital de La Salpêtrière. Tampoco es casualidad que Dalí se interesase por la psiquiatría describiendo la paranoia como un reflejo de la autenticidad del hombre.

No solo de arte vive el hombre, pues la política también alimentaba la teoría lacaniana. 

Concretamente, el psicoanalista se interesó en Charles Maurras, escritor contrarrevolucionario y uno de los grandes referentes del fascismo en la Europa del siglo XIX. Su influencia es palpable en las reflexiones de Lacan respecto a la sexualidad o la relación con las mujeres. 

Encontramos el ejemplo perfecto en la idea lacaniana de que el falo no es algo anatómico, sino un símbolo de poder que lleva a todas las mujeres a considerarse castradas y, en muchos casos, a identificarse de forma ilusoria con el pene para adquirir poder –poder que solo podía ser asignado por los verdaderos «dueños» del falo, es decir, por los hombres–. 

Sorprende, sin embargo, la crítica lacaniana al racismo considerándolo una forma de paranoia sustentada en un complejo por sobresalir respecto al resto.

La historia del psicoanalista también estuvo marcada por las críticas de coetáneos y mentores, pues su gran maestro Clérambault le acusó de plagio en 1931. Lacan acababa de publicar uno de sus textos más influyentes, Estructura de las psicosis paranoicas. 

En él, pretendía poner fin al debate acerca de si los trastornos psicóticos eran un problema de carácter –es decir, algo que ya se vaticinaba en la psyché de la persona– o una reacción no previsible, siendo la última hipótesis la sostenida por Lacan. 

El error fue mencionar diversos conceptos aprendidos en sus años de trabajo junto al médico Clérambault, sin citarle más que en una ocasión.

Sin llegar a esos extremos, Jacques Lacan nunca dejó de mamar de otros teóricos, y esa es quizá su seña de identidad tachada de plagio por algunos, pero admirada por otros pues permitió que su teoría se enriqueciese década tras década. 

Así ocurrió con los psicoanalistas Melanie Klein y Donald Winnicott, gracias a los cuales se aproximó a la psicología infantojuvenil –desarrollando más tarde el concepto de «estadio del espejo»–. Igualmente, admiró y aprendió de lingüísticas de la talla de Claude Lévi-Strauss y Ferdinand de Saussure, llegando a convertirse el lenguaje en un pilar de las teorías lacanianas.

Sin embargo, su mayor influencia fue sin duda la de Sigmund Freud, especialmente en lo que respecta al estudio del concepto del «yo», las pulsiones, el deseo, lo simbólico y el inconsciente, ejes conductores de la teoría de Lacan. 

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Esta admiración hacia la teoría freudiana le llevó a fundar la École Freudienne de Paris en 1964, una institución centrada en instruir y promover las teorías de Freud. 

Durante un par de décadas, la escuela freudiana enriqueció el debate colectivo, pero se disolvió unilateralmente en 1980 a causa del cáncer de colon que quitó la vida de Lacan. Su muerte supuso un punto de inflexión para el psicoanálisis. En parte, era Lacan el que intentaba mantenerlo unido en un momento social y científico en el que las teorías no hacían más que diversificarse.

«Soy obstinado, desaparezco», afirmó el psicoanalista antes de morir. 

Razón no le faltaba en lo primero, pero se equivocaba en lo segundo. El legado que hoy en día permanece se sostiene sobre un interés implacable y casi obsesivo acerca de todo lo que no llegaba a entender, diseccionando obras de ciencia y arte hasta convertirlas en teorías que, siendo honestos, solo él comprendía al cien por cien. 

Al fin y al cabo, unificar la filosofía y la religión, la psicología y la medicina, la lingüística y las matemáticas, y que saliese algo con un mínimo sentido, era una tarea que solo Lacan supo llevar a cabo.

Imagen de portada: Gentileza de Ethic (Ilustración de Jacques Lacan)

FUENTE RESPONSABLE: Ethic. Por Marina Pinilla. 1 de febrero 2023

Sociedad y Cultura/Psicología/Psiquiatría/Mujeres/Histeria/Salud Mental

La cordobesa Rosario Villajos gana el Biblioteca Breve 2023 con una novela sobre el consentimiento.

DOTADO CON 30.000 EUROS

En ‘La educación física’ (Seix Barral) explora el cuerpo femenino y sus violencias a través de la historia de una adolescente de los años noventa.

La escritora cordobesa Rosario Villajos (1978) ha sido la ganadora del premio Biblioteca Breve 2023 con la novela La educación física (Seix Barral) en la que ahonda en el cuerpo femenino y sus violencias a través de la historia de una adolescente. El premio está dotado con 30.000 euros. 

El jurado ha destacado que es «una voz narrativa que explora su identidad a través del cuerpo y recoge el sentir de una generación y lo convierte en una experiencia única y universal». 

La novela se publica (no es casual) el 8 de marzo. Isaac Rosa, ganador del año pasado, ha señalado que es una novela «que va madurando a medida que la vamos leyendo». 

Madura Catalina, la protagonista de 16 años, pero también la propia historia. «Va ganando en calidad», ha refrendado. «Y luego, la forma en la que irrumpe. Está ambientada en los noventa, pero nos está hablando de hoy y de temas como el consentimiento, que a todos nos sonará», ha añadido.

«Está ambientada en los noventa, pero nos está hablando de hoy y de temas como el consentimiento, que a todos nos sonará»

La librera Pilar Eusemio, miembro del jurado, también ha recordado el tema de los silencios y de la culpa en relación al cuerpo y el deseo femenino. 

Y ha querido recordar cómo en los años noventa había cuestiones relacionadas con estos temas que hoy ya no pasarían el filtro (pero de los cuales tampoco había muchas personas con las que hablarlos).

La editora Elena Ramírez se ha mostrado más precisa con respecto a la historia: «Es una novela de suspense: narra las cuatro horas en las que una chica hace autostop y no sabemos si va a salir sana y salva y va a llegar a casa». Y ha comparado a la protagonista con la Andrea, de Nada, de Carmen Laforet.

Portada de 'La educación física'

Portada de ‘La educación física’

Y con su acento andaluz, que reivindica, Villajos ha salido al atril para hablar de su libro. 

Emocionada, ha manifestado que «la escritura es mi casa, mi paz, sosiego, mi forma de reír y llorar cuando no me sale. La novela podría haberse titulado rencor por haber tardado tanto para escribir con honestidad, pero primero hay que darse cuenta de por qué no lo ha sido». 

Ha abundado que para ella, «la escritura es una forma de gritar, encontrarme, reconocerme. No soy Catalina, pero toda historia parte de un sentimiento autobiográfico, así que he salido más ligera de este libro». 

La ganadora ha querido insistir en que es una novela dedicada a todas esas mujeres «que tendrían mi edad si no las hubieran hecho desvanecerse. Esta es la historia de una chica que se niega a desaparecer». 

Sobre la temática del consentimiento, la autora ha querido señalar que lo que pretendía era «explicar de dónde venimos y por eso lo he situado en los noventa. Si me dicen que es oportunista, pues yo he escrito lo que quería escribir. Que me lo digan». Y ha hecho referencia al debate que hay con leyes como la ley del sí es sí. «Lo que hemos avanzado hasta ahora es que se premian libros como este. Nada más. 

Acerca del título, más que la referencia a La educación sentimental de Flaubert ha señalado que falta educación con respecto al cuerpo y el deseo de las mujeres: «Yo sigo viendo muchos grafitis fálicos, pero muy pocos de vulvas». 

Es una novela sobre «esas mujeres que tendrían mi edad si no las hubieran hecho desvanecerse» 

Villajos, desconocida para el gran público, tiene, sin embargo, una pequeña obra muy aclamada ya por la crítica. 

Su última novela, La muela (Aristas Martínez), la historia de una emigrante española en Londres -como lo fue ella misma- fue descrita como perturbadora y llena de un humor negrísimo e ingenioso (Nadal Suau); al igual que Ramona, sobre la infancia y paso a la adolescencia de la generación que ronda los 40-45 años y que tiene una de las mejores definiciones de un orgasmo poderoso: «Era como si Dios le suplicara a Camarón que te cantara La leyenda del tiempo sobre el clítoris”. Villajos, además, es una conocida ilustradora (de sus propias portadas) en el mundo de la ilustración por los dibujos que hace con los pelos en la ducha.

Imagen de portada: La escritora Rosario Villajos (José Martín)

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Paula Corroto. Barcelona; España. 6 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Novela/Mujeres/Premio Biblioteca Breve 2023/España.

En pleno siglo XXI todavía existe la brecha de género en el mundo de la ciencia.

El 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para reivindicar el papel de las científicas a lo largo de la historia y concienciar sobre la falta de igualdad en las carreras STEM.

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Desde el inicio de la historia, las mujeres han formado parte de la ciencia y la tecnología y su contribución ha sido clave para el progreso de estas disciplinas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, sus logros y descubrimientos han sido sistemáticamente ignorados y ellas rara vez han recibido el reconocimiento que merecían.

Más allá de las pocas científicas que han sido galardonadas con premios Nobel o que se han incluido en los libros de texto, como Marie Curie o Rosalind Franklin, existen decenas de físicas, químicas, matemáticas, biólogas e informáticas que han caído en el olvido. A día de hoy, las carreras científicas siguen estando protagonizadas por los hombres y la brecha de genero presente en este ámbito se mantiene. 

Valorando esta realidad, en diciembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con la intención de reivindicar el papel de la mujer en la historia de la ciencia y concienciar sobre la falta de paridad en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés).

Pero ¿qué factores determinan que exista esta brecha de género? ¿A qué dificultades deben enfrentarse las mujeres que eligen una carrera científica? 

ESTEREOTIPOS DE GÉNERO Y FALTA DE REFERENTES

La brecha de género no empieza en la carrera o en las primeras oportunidades laborales, empieza en la infancia. Desde pequeños, los niños y las niñas se ven expuestos a una serie de estereotipos y prejuicios ligados a los roles de género que condicionan su desarrollo y su comportamiento. 

Según un estudio publicado en la revistaScience, a los seis años las niñas ya se creen menos brillantes que sus compañeros y evitan participar en juegos presentados como actividades “para personas muy listas”.

“A menudo se cría a las niñas con la idea de que las disciplinas STEM son temas masculinos y que las aptitudes femeninas en estos campos son innatamente inferiores a las de los varones”, advierten en el informeDescifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) elaborado por la UNESCO en 2017.

Existe una alarmante falta de referentes femeninos en los programas académicos

A causa de esto, muchas niñas deciden no cursar asignaturas STEM cuando llegan a la secundaria, pese a tener calificaciones iguales o superiores a las de sus compañeros. 

Por otro lado, durante estos primeros años de formación, hay una alarmante falta de referentes femeninos

El mayor estudio sobre presencia de mujeres en los materiales educativos, elaborado por Ana López-Navajas, revela que actualmente hay una media de 7,5% apariciones de mujeres en todas las asignaturas de la educación obligatoria. El no tener químicas, físicas, informáticas o tecnólogas en las que inspirarse y con las que identificarse hace que muchas niñas no se visualicen a sí mismas en esos roles y que no proyecten su futuro ligado al ámbito científico. 

CC. Mileva Maric, matemática, física y posible coautora de algunas de las teorías de Albert Einstein, su primer marido.

BAJO PORCENTAJE DE MUJERES EN CARRERAS STEM

En España, solo el 30% de mujeres decide matricularse en carreras STEM, tal y como refleja el estudioTo be smart, the digital revolution will need to be inclusive elaborado por la UNESCO en 2021. En la Unión Europea, el porcentaje es apenas un poco mayor, situándose en el 34%.

Del 30% total de las matriculadas, el 3% se decanta por las tecnologías de la información y la comunicación, el 5% por las ciencias naturales, el 8% por la ingeniería y la construcción y el 15% por la salud y el bienestar. Por lo tanto, el mayor porcentaje de mujeres que se matricula en carreras STEM elige aquellas que están directamente relacionadas con el cuidado, como la enfermería (donde las mujeres representan el 81,7%), la biomedicina (75%), la medicina (68,7%) o la biotecnología (61,7%).

A lo largo de la carrera, la tasa de abandono de las mujeres que cursan estudios STEM es mucho mayor a la de sus compañeros, tal y como señala el ya citado estudio de la UNESCO. 

En la transición al mundo laboral o durante la etapa profesional, otro alto porcentaje de mujeres acaban dejando estas carreras.

INVESTIGACIÓN Y TECHO DE CRISTAL

Menos del 33% de las personas que se dedican a la investigación en áreas STEM de todo el mundo son mujeres. En la Unión Europea, ellas únicamente representan el 34% de estos puestos. 

En España, esta cifra se sitúa en el 44,5%. Sin embargo, tal y como demuestra el estudio Científicas en cifras, a medida que se avanza en la carrera, el porcentaje de mujeres presentes en este ámbito disminuye, quedando relegadas a un segundo lugar con respecto a sus compañeros de profesión. 

A partir de la etapa postdoctoral, los puestos más altos de la carrera de investigación los ocupan los hombres. De hecho, en España, 3 de cada 4 catedráticos son hombres (un 75,9% de catedráticos frente a un 24,1% de catedráticas) y solo un 23% de los rectores y directores de las 80 universidades del país son mujeres. 

Esta diferencia hace que la falta de referentes no solo se perciba en los libros de texto o en el contenido de las asignaturas, sino también en quienes las imparten. 

9 de cada 10 científicas consideran que ser madre puede suponer un freno en su carrera laboral.

EL FUTURO LABORAL DE LAS CIENTÍFICAS

Según un estudio elaborado por Milagros Sáinz, investigadora y directora del grupo GenTIC (Género y TIC: Investigando el Género en la Sociedad Red) de la Universitat Oberta de Catalunya, algunos de los factores que más influyen en las mujeres a la hora de dejar la carrera de investigación son la incertidumbre frente a sus perspectivas laborales, el miedo a qué puede pasar si se quedan embarazadas y la imposibilidad de compaginar la vida personal y la profesional. 

En el mismo estudio, 9 de cada 10 entrevistadas afirmaron que consideran que ser madre puede suponer un freno en su desarrollo profesional e impedir que tengan una carrera exitosa, a diferencia de sus compañeros. 

Los tiempos de las carreras científicas no coinciden ni se adecuan con los tiempos sociales y biológicos de las mujeres, de ahí que muchas de ellas se queden atrás y ellos avancen hasta ocupar los cargos con más prestigio. 

PRESENCIA DE CIENTÍFICAS EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Pese a que, en el último siglo, cientos de mujeres han dedicado su vida a la ciencia, desde que Marie Curie obtuvo el Premio Nobel de la Física en 1903, solo 23 mujeres han ganado un Nobel de física, química o medicina, comparado con 615 hombres.

Recientemente, han surgido varias iniciativas que luchan contra esta desigualdad, reivindicando las historias y los hallazgos de muchas científicas que han quedado en la sombra. Un ejemplo es el movimiento ‘No More Matildas’, una campaña impulsada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) que denuncia la falta de visibilidad de las científicas y ofrece material académico para incluir algunas de estas grandes figuras en los libros escolares. 

ISTOCK. Menos del 33% de las personas dedicadas a la investigación en todo el mundo son mujeres.

BARRERAS EN EL MUNDO LABORAL

A lo largo de la carrera científica y de investigación, las mujeres se topan con múltiples barreras a las que tienen que sobreponerse. Por un lado, la falta de reconocimiento con respecto a sus compañeros, que reciben muchos más premios que ellas. Por otro lado, que su contribución no se acredite tanto como la de los hombres en publicaciones científicas, tal y como informa un estudio compartido en Nature, y que sus proyectos reciban menos financiación. 

Además, las mujeres sufren una mayor tasa de acoso sexual en el contexto laboral, cosa que puede determinar drásticamente su carrera, y se enfrentan constantemente a prejuicios de género, cosa que les obliga a estar en una permanente lucha por demostrar sus capacidades y por no sentirse ninguneada o desplazadas. 

La pandemia del coronavirus también ha acareado peores consecuencias para ellas que para ellos. 

En el reportaje ¿Dónde están las científicas en la pandemia? 

La covid-19 las borra del mapa publicado en SINC, la periodista Cristina Sáez afirmó: «Aunque hombres y mujeres se han visto afectados por la crisis y han aumentado su dedicación a tareas del hogar, son las mujeres —alumnos, profesorado y personal administrativo— las que se han encargado mayoritariamente de esas tareas y del cuidado de personas dependientes”. 

La manera de citar a las científicas en los medios determina la percepción de los lectores sobre ellas.

La falta de reconocimiento también se percibe en los medios de comunicación. Según el estudio La visibilidad de las científicas españolas elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos, en 2018, la prensa española solo citó a científicas en 1 de cada 4 ocasiones

De todos modos, según otro estudio elaborado por el proyecto Monitoreo Global de Medios en 2020, entre 2015 y 2020, en España se incrementó el número de veces que las mujeres eran citadas como expertas, pasando de un 9% a un 34%.

La cantidad de científicas que aparece en los medios es importante y la manera de citarlas también. Por ejemplo, citar a mujeres científicas (o de otras profesiones) por su nombre, en vez de por el nombre y el apellido, o hacerles preguntas más personales que a sus compañeros, determina el prestigio que los lectores asocian a ellas. 

ISTOCK

La manera en la que se cita a las mujeres en los medios de comunicación determina el prestigio que los lectores asocian a ellas.

UN LARGO CAMINO HASTA LA IGUALDAD

«Todavía hoy, en el siglo XXI, las mujeres y las niñas son marginadas en la esfera científica debido a su sexo», afirmó la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, sin embargo «las mujeres deben saber que tienen un lugar en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas y que tienen derecho a participar en el progreso científico”.

Para lograr esto será necesario educar en la igualdad, animar a las mujeres a apostar por carreras STEM, mejorar las posibilidades de conciliación familiar, aminorar las barreras que aparecen en el terreno laboral y reconocer y visibilizar el trabajo de las científicas y tecnólogas. Solo así se podrán revertir los datos y paliar la brecha de género que existe en la actualidad. 

Imagen de portada: iSTOCK

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic España. Por Aitana Palomar S.10 de febrero 2023.

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La arqueología tumba los roles de género: las mujeres también salían a cazar y luchaban en las batallas.

Se daba por hecho que en el Neolítico el hombre salía a por comida y el papel femenino quedaba reducido al cuidado de los hijos. Tras la determinación genética del sexo, estas atribuciones se han tenido que desmentir.

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La aplicación de la genética en la arqueología y la historia ha permitido, entre otros avances, profundizar en el origen de los movimientos migratorios humanos, revelar si los individuos enterrados en una misma tumba son miembros de la misma familia, descubrir cómo era su aspecto físico o si padecieron enfermedades. 

Otra de las aplicaciones es la que determina el sexo del individuo para confirmar o desmentir determinados roles de género que se han atribuido a lo largo de la historia. En muchas ocasiones se han cometido errores al prevalecer los prejuicios sobre la perspectiva de género.

Sexo, género y genética

Para poder comprender la implicación de la genética y enlazarla con una perspectiva de género, debemos conocer la diferencia conceptual entre sexo y género. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, sexo es la «condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas». 

Por otro lado, el género se describe como «el grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico».

Así, la genética puede aportar información exclusiva sobre el sexo del individuo, concretamente sobre la presencia o ausencia del cromosoma Y (cuya existencia determina el sexo masculino), pero no puede aportar información acerca del género del individuo, siendo este una construcción sociocultural y personal. 

Tener claros estos conceptos es fundamental a la hora de utilizar la genética en bioarqueología, porque nos puede informar sobre el sexo, pero no sobre el género. Para investigar el pasado con una perspectiva de género, debería venir acompañada de la interpretación arqueológica de otros indicios (por ejemplo, materiales hallados en el enterramiento), y siempre con el mayor rigor científico.

La aplicación de la genética en la arqueología y la historia ha permitido, entre otros avances, profundizar en el origen de los movimientos migratorios humanos, revelar si los individuos enterrados en una misma tumba son miembros de la misma familia, descubrir cómo era su aspecto físico o si padecieron enfermedades. 

Otra de las aplicaciones es la que determina el sexo del individuo para confirmar o desmentir determinados roles de género que se han atribuido a lo largo de la historia. En muchas ocasiones se han cometido errores al prevalecer los prejuicios sobre la perspectiva de género.

Sexo, género y genética

Para poder comprender la implicación de la genética y enlazarla con una perspectiva de género, debemos conocer la diferencia conceptual entre sexo y género. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, sexo es la «condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas». Por otro lado, el género se describe como «el grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico».

Así, la genética puede aportar información exclusiva sobre el sexo del individuo, concretamente sobre la presencia o ausencia del cromosoma Y (cuya existencia determina el sexo masculino), pero no puede aportar información acerca del género del individuo, siendo este una construcción sociocultural y personal. 

Tener claros estos conceptos es fundamental a la hora de utilizar la genética en bioarqueología, porque nos puede informar sobre el sexo, pero no sobre el género. Para investigar el pasado con una perspectiva de género, debería venir acompañada de la interpretación arqueológica de otros indicios (por ejemplo, materiales hallados en el enterramiento), y siempre con el mayor rigor científico.

Cambios en los hallazgos

Son muchos los hallazgos arqueológicos en los que se han asignado roles de género en función de los enseres que aparecían junto a los restos humanos y, posteriormente, tras la determinación genética del sexo, dichos roles se tuvieron que desmentir. 

En las civilizaciones cazadoras-recolectoras del Neolítico se ha venido dando por hecho que la labor cazadora era del hombre, quedando el papel femenino reducido a la recolección, cuidado y crianza de los hijos y necesitados del grupo.

Sin embargo, el hallazgo en Los Andes de Wilamaya Patixa (7.000 años antes de la era común) ha cambiado estas interpretaciones. En este yacimiento se hallaron enterramientos con diferentes elementos de caza (puntas de flecha, lanzas, herramientas, etc.), tras cuyo análisis se concluyó que 11 de los 25 individuos eran mujeres, lo que indicaba una participación de entre el 30 y 50% de las mujeres en las actividades cinegéticas.

Al este de Suecia, en la zona vikinga de Brika, se halló un enterramiento excepcional por su buena conservación y por un conjunto de materiales interesantes que acompañaban al individuo inhumado, tales como una espada, un hacha, una lanza, una armadura, flechas, un cuchillo, dos escudos y dos caballos esqueletizados.

Se asumió que el sexo biológico del individuo debía ser masculino, asignándole el rol de guerrero por el extenso equipo bélico. 

Este diagnóstico se mantuvo a pesar de que el análisis antropológico apuntaba hacia el sexo femenino. Solo cuando obtuvieron los resultados del análisis de ADN se pudo corroborar que no se trataba de un guerrero sino de una guerrera. Se había asociado directamente el rol de guerrero al sexo masculino.

Otros «patinazos» arqueológicos en España

Con respecto a la Península Ibérica medieval, encontramos el ejemplo de los niños inhumados en la iglesia bautismal tardoantigua de Marialba de la Ribera (León). En la cabecera de la iglesia se encontraron tumbas infantiles y perinatales. Varios de estos enterramientos presentaban collares y pendientes con cuentas de vidrio y azabache, anillos de bronce o broches de cinturón.

Esta peculiaridad, frente a los otros enterramientos desprovistos de elementos ornamentales, llevó a plantear la hipótesis de que se tratara de niñas de corta edad y pertenecientes a familias adineradas. 

Sin embargo, el análisis genético descartó la hipótesis de que los ornamentos constituyeran una práctica funeraria exclusivamente femenina, dado que se encontraron pulseras en ambos. Finalmente, tenemos otro caso donde el análisis genético permitió diagnosticar el sexo y, además, establecer relaciones de parentesco entre individuos.

En Los Tolmos de Caracena (Soria, España) se localizó una tumba perteneciente a la Edad de Bronce que contenía los restos esqueléticos de tres individuos: dos adultos y un perinatal (recién nacido o feto a término). 

La hipótesis central del estudio fue la posibilidad de un núcleo familiar, compuesto por padre, madre e hijo o hija. Finalmente, se pudo verificar que se trataba de una madre y su hija perinatal que compartían tumba con una mujer no emparentada biológicamente con ellas. Este estudio abre el debate acerca de lo que entendemos clásicamente como «núcleo familiar», haciendo ver que el concepto de familia también ha variado a lo largo del tiempo.

Estos son algunos ejemplos que ponen de manifiesto la necesidad de implantar una visión multidisciplinar para interpretar el hallazgo arqueológico, y cómo esto puede ayudar a desmentir un rol de género interpretado bajo una visión influida por determinados prejuicios. 

Es necesario educar el estudio del pasado en la multidisciplinariedad, concretamente el estudio de las poblaciones humanas del pasado.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation.

Imagen de portada: Imagen de archivo de una antropóloga limpiando restos de cuerpo humano en el yacimiento visigodo de El Rebollar, en Madrid, a 21 de mayo de 2021.

FUENTE RESPONSABLE: Público. España. Por SARA PALOMO (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID) / CÉSAR LÓPEZ MATAYOSHI (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID) / CLÁUDIA F. LOPES (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID)· 7 de febrero 2023.

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