Historias de Vida – 2da. Parte/ Capítulo 2

Juan Manuel 

Juan Manuel calló. No le respondió. Se preguntaba qué hacía él ahí una y otra vez. Salió de su pensamiento, cuando Claudio;

-¿Y vos; porque estás acá?-

-Como bien lo dijiste vos hace un minuto, por boludo.-

-No; dejate de joder Juan Manuel -así te llamabas-; sabes que? ahora te vamos a llamar Guillermo Fernandez. ¿Y sabes cual es la razón?

-Ni idea; Claudio. ¿Cuál?

-Acá somos todos NN, somos desaparecidos no solo para nuestros familiares sino para toda la sociedad; la que no tiene ni idea de lo que está sucediendo.-

Y agregó -Sabes cuando me secuestraron uno de mis captores le dijo a alguien de arriba ““Ya cayó el pájaro en la jaula. Vamos camino al nido”. Estos hablan en código. Lo tienen todo bien aceitado.

-¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con el cambio de mi nombre o apellido?-

-Porque si buscas; te vas a encontrar que no tenes documento alguno que acredite tu identidad. Que si tenes la suerte de contarla, vas a tener que dar explicaciones y lo peor, que no sabes a quién…- Entonces mejor preserva tu identidad verdadera; y yo te vuelvo a bautizar como Guillermo Fernandez. Está claro….¿Sí?- Ahora decime y fuera de joda. ¿Qué haces acá? ¿Que hiciste?-

-Es una larga historia Claudio; para hacerla breve solo te voy a decir que estoy acá -que en realidad no se donde estoy- por haber pretendido separarme de mi mujer.-

-Claudio estalló en una carcajada, a la que los otros se agregaron.- No lo puedo creer…-¿Decime cómo fue eso?- No pero antes voy a contestar a tu pregunta porque esta es la habitación de los “veteranos”. Nosotros también, usamos códigos. Y la llamamos así, porque los que estamos acá ya hace un tiempo largo que estamos chupados. Ahora con vos somos cuatro. Había otro compañero el “Vasco”, pero estos hijos de puta lo asesinaron y anda a saber donde se llevaron el cuerpo…a una fosa común seguro…Esta bien…no quiero que te arrugues…dale contame.-

-En una oportunidad tuvimos un grupo de tareas en nuestra casa; que se habían equivocado con el dato que alguien les dio…y mi mujer la pasó muy mal, pero parece que para evitar males mayores se dejó seducir por quien comandaba el grupo, a pesar de que los subversivos estaban en un departamento detrás de nuestra casa.-

-¿Y? No entiendo, replicó Claudio.-

-Nuestro matrimonio era un desastre desde hacía tiempo, pero mi mujer no quería separarse, me tuve que fugar de casa.-

-Es de no creer; generalmente es la mujer que se va de la casa.- le dijo Claudio.

-Sí; por lo general es así, pero es porque no conoces a mi mujer. Cuando la cité en un bar del centro, para arreglar la separación de buenas maneras ella insistió en continuar con el matrimonio. Cuando le dije más de una vez que no; hizo una seña apareció ese tipo con dos más…me golpearon, me encapucharon y acá estoy.-

-Y es lo que siempre le dijo a los muchachos; acá ninguno es ni subversivo ni terrorista ni ha cometido delito alguno. En mi caso tenía un amigo que sí lo era, estaba comprometido con el ERP. Y en cuanto a Daniel y Carlos; les sucedió lo mismo. Tenían amigos comprometidos con los grupos guerrilleros.- Así que fijate sin “comerla ni beberla”; acá nos dan turno para torturarnos y cometer vejaciones para que hablemos, cuando no sabemos nada de nada.-

Juan Manuel; ahora “Guillermo Fernandez” no podía creer lo que Claudio le decía. Un sudor frío recorrió su cuerpo. Las manos le comenzaron a temblar. ¿Qué estarían pensando su madre y sus hermanos?-

-Mira; quedate tranquilo, conocemos a la perfección la rutina de estos tipos, los cambios de guardia y en mi caso me familiarice con el exterior. Cuando me sacaban las vendas o la capucha, miraba a través de los vidrios de las ventanas. Si bien estaban pintadas con cal, estaban descascaradas en algunas partes….-

-¿Y, qué viste?-

-Los oídos por la percepción auditiva, me dio una medida de a cuánto estamos del ferrocarril; que es el Sarmiento porque es el único que cuenta con ocho vagones, y logre escuchar los ocho golpes dobles.-

-¿Entonces piensan en fugarse de alguna manera?-

-Shhh…habla bajo, que aca hasta las paredes escuchan. Es lo que venimos pensando. Hay que planearlo paso a paso.-

-¿Y decime; todos los días aparecen estos tipos para torturar e interrogar?-

-Sí todos los días. Pero sabes; algunos hablan con nosotros. Hasta hay uno que dice que no está de acuerdo con los métodos represivos empleados y que solo le ruega a Dios que los perdone.-

-¡Pero ese es un hijo de puta! ¡Como para decir eso!-

-No te creas; si no actúa como le dicen de arriba, no sería extraño que a pesar de integrar el grupo de tareas si se opone se convierta también en “boleta”. Acá no le tienen asco a nada-

-Pero no hay nadie que pare a ese hijo de puta…al que le dicen “Hugo” que es el que los comanda y te hace el verso para luego golpearte.–

-”Guillermo”, como se ve que no tenes una puta idea en dónde estás. Acá no existis. Nadie se va a enterar si te sacan con los pies para adelante. La violencia es constante e impredecible. Alguno amaneció mal y en una de esas te muelen a palos. ¿Me entendes?.-

-Entonces estamos en un mundo oculto o paralelo, subterráneo sin leyes ni protección de ningún tipo. Es como una fosa ya no somos personas – estamos vivos pero a la vez muertos para todos los de afuera.-

-Tal cual lo decis. Se ve que te llegó todo lo que te dije. Ahora vamos a dormirnos no bien apaguen las luces, porque ante cualquier murmullo estos tipos se ponen nerviosos y te podes imaginar…¿no?-

-De acuerdo Claudio…pero si no hacemos algo nos van a….-

-Shhh…callate, mañana si podemos hablamos con los muchachos.-

Continuará…

Historias de Vida

Juan Manuel 

Como le había dicho Ordoñez -así se llamaba el represor- lo subieron a un Falcón y le pusieron una capucha para que no viera absolutamente nada. Lo hicieron tirar al piso de atrás. Con un trapo en la boca; estaba completamente a merced de esos sujetos de quienes no sabia, con que fines lo habían secuestrado. Sí…todo era consecuencia de Marianela; que en relación amorosa con ese hijo de puta que comandó el operativo de intrusión violenta en lo que fuera su hogar, se lo habría pedido. Se preguntaba cómo podía odiar tanto Marianela, como para poner de esa manera en juego su propia vida.

Juan Manuel, mareado y confundido, escuchaba como el automóvil se desplazaba velozmente por la ciudad, haciendo sonar sus sirenas. Era un clásico, que los automóviles no identificados con móviles policiales; y que parecieran de uso particular, en realidad eran utilizados no solamente por los grupos de tareas de las fuerzas armadas o por la triple A de las fuerzas peronistas, grupo armado por el que había sido el secretario de Isabel Perón en el poco tiempo que la dejaron gobernar, antes de su caída.

En un momento se detuvo. Quizás por algún retén de control de una de las salidas de la ciudad hacia el conurbano bonaerense. Eso fue lo que pensó Juan Manuel. Y no se equivocaba; habrían estado escasos cinco minutos y el automóvil arrancó nuevamente. Lo que si notaba; es que ya las calles no estaban pavimentadas, eran adoquinadas y con grandes pozos, por los golpes que sentía en el chasis y los amortiguadores al andar el vehículo.

Supuso que habían cruzado la Avenida General Paz; que separa la Ciudad de Buenos Aires con el conurbano bonaerense. Dieron varias vueltas por espacio de poco más de media hora y se detuvieron. Juan Manuel, no tenía ni idea en donde se encontraba.

Lo hicieron sentarse y lo sacaron con fuerza del auto; le señalaban escalones o cualquier otra cosa para que caminara, llevándolo de sus brazos cada uno de los que reportaban a ese tal Ordoñez; ya que los escuchaba hablar entre sí. No sabía en realidad si Ordoñez, estaba ahí o se había bajado cuando los habían detenido en el retén.

Entraron al lugar; y recién ahí le sacaron la capucha como el trapo de la boca, no sin antes recomendarle que no se le ocurriera gritar. Por la dudas, por si no había entendido uno de ellos le dio una trompada en el bajo vientre que lo tiró al suelo.

El dolor era insoportable, pero a pesar de no ver bien por la consecuencia de ese par de horas “cegado” por la capucha, pudo observar que se encontraba en una vieja casona con pocos muebles. 

Con  las manos atadas detrás lo hicieron subir por una gran escalera que llevaba al primer piso, donde había muchos cuartos. Lo hicieron ingresar a una de las habitaciones y lo empujaron, haciéndolo caer al piso. Allí se encontró con otros tres jóvenes, que se encontraban totalmente desnudos. Le hicieron sacar su ropa y lo esposaron a uno de los catres que se encontraba en esa habitación. No tenía dudas, estaba en uno de los tantos centros clandestinos de detención, lo que era un secreto a voces en la sociedad argentina. Pensó en su madre…en el resto de sus hermanos; que pensarían y cómo estarían viviendo esta angustia, por esa mujer tan hija de puta, que resultó Marianela. Del amor al odio…se dijo -es un hilo tan delgado-, como vivir y morir al instante.

Uno de los jóvenes estaba atado a una silla; y a merced de los captores que se turnaban para torturarlo. Los imbéciles parecían gozar de la situación, lo ahogaban en un balde de agua una y otra vez, mientras el pobre pibe lloraba y les decía que no sabía nada de lo que le estaban preguntando. Juan Manuel, como Jefe de Personal en la empresa que trabajaba,  ya había sufrido amenazas anónimas de grupos de izquierda. Era tal el terror en la sociedad, que si él se encontraba con alguien en un bar, debían hablar en forma casi inaudible porque siempre había alguien escuchando y ante la supuesta mínima expresión en contra de la dictadura, el famoso “palo y a la bolsa” de primera, lo llevaban a la comisaría más próxima.

A uno de los torturadores lo llamaban “Huguito” y era el que manejaba a los otros cuatro. Se le notaba un perfil psicótico de un ser terriblemente despiadado. sin conciencia alguna del daño que cometía. El que estaba sentado se llamaba Claudio y lo supo porque los otros dos jóvenes que estaban desnudos y también atados, le gritaban « ¡Aguanta Claudio…aguanta!…sí no hiciste nada”.

Pasó una media hora, lo sacaron al tal Claudio de la silla y lo ataron a la otra pata del catre donde él se encontraba. Juan Manuel, le vio las muñecas cortadas -pensó- por las tantas veces que lo deberían haber atado, el plexo hundido y escoriaciones de todo tipo en todo su cuerpo. Su cara ya había recibido unos cuantos golpes, porque le quedaban aún rastros azulados de los moretones que le habían provocado seguramente los golpes de puño.

El tal Claudio solo lo miro…y dejo caer su cabeza, como si quisiera dormir….Los tipos junto con ese “Huguito” salieron de la habitación, hablando entre ellos y Juan Manuel le pareció escuchar que uno de ellos decía “ este boludo me parece que no sabe nada de la agrupación de izquierda, en la que milita su amigo”….

Juan Manuel no se sorprendió. Ya se hablaba de que habían desaparecido personas que nada tenían que ver con grupos subversivos de extrema izquierda. Solo por estar en la agenda de alguien los habían “chupado”. No le resultaba extraño entonces que “su compañero Claudio”, fuera uno de esos tantos. De los otros supo cuando se presentó, que uno se llamaba Guillermo y al otro le decían “el gallego”. Ambos le dijeron que estaban ahí, por error. No militaban políticamente en ninguna organización terrorista.

Juan Manuel pensó entonces que ellos cuatro eran unos perejiles, en donde sus vidas no valían ni un centavo para nadie. Y menos, sin saber donde se encontraban, no teniendo comunicación alguna con el mundo exterior. Estaban a la merced de esos tipos, que los veían a ellos como los “enemigos imaginarios” que les tenían que sacar información, aunque ella no existiese.

Al rato, Claudio se despertó dolido. Lo miró y le dijo – Soy Claudio Tamburrini ¿y vos quien sos?-

-Juan Manuel. ¿Vos tenes algo que ver con el arquero de Almagro?-

-Soy yo, boludo.–

Continuará…

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

Glosario: 

“palo y a la bolsa”   –  Llevar adelante una acción, terminarla sin vueltas.

“boludo” – Que se comporta como un tonto o estupido.

“chupado”  – argentinismo apresado; metido preso.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 21 – Final

Terminó saliendo del baño y sin ponerse ropa de calle; almorzó un cuarto de pollo que le había quedado de la cena de la noche anterior.. Aún recalentado se evitaba tener que ponerse a cocinar; lo acompañó con una ensalada que preparó.

Mientras tanto además de pensar en el encuentro con Marianela se le presentaban dudas de que pudiera visitar a su madre, como cada domingo.

Motivado todo ello; por lo que le pudiera suceder en el encuentro de la tarde, al considerar que su esposa no estaría para nada demasiado tranquila y más luego de que le iba a insistir en que se separaran en buenos términos. Por ello había pensado en ese dinero que le podía dar mensualmente.

Los sentimientos no podían quedar fuera del interés económico para Marianela, ya que debería dejar la casa que alquilaban y conseguir un departamento como para ubicarse e iniciar una nueva vida, tal como haría él.

Al terminar de almorzar, se vistió yendo al comercio cercano que tenía teléfono público, llamando desde allí a su madre;

-Hola….-

-Hola mamá; ¿cómo estás?-

-¡Oh…que sorpresa Juan Manuel, que alegría! Bien, todo bien. ¿Y vos?-

-Bien mami, te llamaba porque en una de esas mañana, no voy a poder ir a verte, porque dentro de un rato me tengo que encontrar en el centro con Marianela, para terminar de hablar sobre la separación…-

-Ohh…nené -para su madre Juan Manuel jamás había crecido- tene cuidado. Esta chica es muy difícil…bah…siempre lo fue. No sea cosa; que te haga una escena donde se van a encontrar….-

-No…mamá; quédate tranquila. Yo voy por las buenas; no tenemos que terminar odiándonos. No tendría sentido guardarnos rencores; porque si no funciono, no funciono por lo que pudimos hacer los dos.- ¿Me entendes?-

-Si…te entiendo; lo que no sé si ella entenderá. Por favor, llamame hoy a la noche o si no podes, mañana mismo. Me dejas intranquila…-

-Está bien mamá; te quiero. No te preocupes…te llamó no bien pueda. Te mando un beso y cariños a Mabel…a toda la familia.-

Colgó; saludó a la dueña que atendía su almacén y se fue a su casa.

En realidad quedaron en encontrarse en el “Gato Negro” un bar mas que tradiconal en Avenida Corrientes entre las calles Montevideo y Rodriguez Peña. El español que había sido el dueño, y ahora sus descendientes copió su nombre de un famoso bar romántico de Madrid, España.

Juan Manuel; antes de conocer a Marianela lo frecuentaba junto a sus amigos, como con una u otra de sus conquistas. Conocía bien el lugar; era ideal; tranquilo con algún reservado en donde se podía conversar íntimamente.

Estaban en el inicio de la primavera del ´77 y el clima se presentaba muy agradable en esa tarde de sábado. Juan Manuel adoraba esa época del año y el frío del invierno lo soportaba sin problemas. Pero en verano solo lo deseaba para las vacaciones, ya que odiaba el calor húmedo de Buenos Aires.

Ni en eso se ponían de acuerdo -se rió para sí-, Marianela era feliz en el verano con blusas livianas que le hacían lucir su figura.

Juan Manuel midió el tiempo que le demandaría ir al centro; saliendo con su automóvil. Llego al “Gato Negro” media hora antes de las seis de la tarde.

Prefería ambientarse y pedir un capuccino mientras esperaba su llegada. Diez minutos de la hora acordada; entró Marianela como siempre resplandeciente tanto en su vestimenta como en su maquillaje. Si algo le tenía que reconocer a su mujer, era que era muy coqueta y proclive a desviar las miradas de conocidos o extraños.

Se acercó a la mesa; se saludaron con un beso en las mejillas y se sentó. Juan Manuel observó un extraño brillo en sus ojos. Supuso que era por la sensibilidad que ella tenía por la situación que vivían, pero luego al volver a mirarla creyó sentir un odio indescifrable. 

-Cuando Marianela, se sentó Juan Manuel le dijo;

-¿Que queres que te pida?-

-Un té con leche; con unas tostadas de salvado.-

Llamó Juan Manuel al camarero y le hizo el pedido. Luego prosiguió;

-Marianela; considero que ambos somos conscientes que lo nuestro, ya no es ni siquiera lo que era, y desde hace bastante tiempo. No vale la pena insistir en algo que no tiene más futuro…¿No te parece?-

-¡No! ¡No me parece! Porque solo vos sentís eso. ¡Yo sigo amándote como siempre!-

-No levantes la voz por favor Marianela, nadie tiene porque enterarse de lo que hablamos….me entristece toda esta situación, pero no puedo seguir con esto.-

-¡Yo sí quiero seguir intentando salvar nuestro matrimonio; y vos no me lo vas a impedir! le contestó Marianela.-

-¡Parece que fuera un diálogo de sordos! Te anticipo que ya converse con un abogado quien además tiene un colega que te puede representar, para tramitar la separación. Obviamente todo lo pagaré yo….además si bien al no tener hijos no debería darte pensión alguna; te daría por un año una suma mensual de 10.000 pesos que te ayudarán a ubicarte en otro lugar y organizar tu nueva vida….-

-Ah…parece que organizaste todo ya, para sacarme de encima. ¿No?-

-No…no es así. Cuando de dos, uno no quiere este se tiene que ocupar de estas cosas…-

-¿Decime…-lo miró con desprecio-; no necesito de tu dinero. Tengo mi trabajo y … ¿Esta es tu decisión final? ¿No hay vuelta atrás?-

-No…no hay vuelta atrás- contestó Juan Manuel.

De manera sorpresiva, observó que Marianela hacía una seña hacia algo o alguien que estaba a sus espaldas. Juan Manuel miro hacia atrás, abriendo sus ojos al ver a aquel hombre bajo y morrudo que había ingresado a su casa junto al grupo de tareas, amenazando a su mujer y luego a él, diciéndole que no levantara su voz, si no la iban a pasar peor.-

La miro a Marianela y le dijo, nervioso;

-¿Qué es esto, Marianela? ¿A este tipo lo conozco? No es….

-Y si…yo ya me voy; Juan Manuel. Te deseo lo mejor. Él quiere hablar contigo. Sonrió maliciosamente, se levanto y salió del bar.-

-El tipo se sentó en el mismo lugar en donde estaba Marianela:

-¿Qué haces muchacho; no hace mucho tiempo que nos vimos? ¿No?-

-¡Que esto! ¡Usted que tiene que ver en esto! vociferó Juan Manuel.  Varias personas dirigieron sus miradas a esa mesa.

-Mira boludo; te voy a decir lo mismo de aquella vez. Te vas a quedar tranquilo y ¿ves en la barra a dos de mis hombres?-

-¿Sí y que tiene que ver eso?-

-No te diste cuenta de nada pibe. Tu mujer es una ninfomana que el mismo día en que hicimos el procedimiento en tu casa, luego de casi perder la vida se puso a llorar a mares. Pobrecita la console, pero no sabia que era una mujer para quien practicar desde el sexo oral al que te puedas imaginar, es insaciable.-

Juan Manuel no creía escuchar lo que le estaba diciendo, ese patético tipo. Como no podía haber ni siquiera dudado que Marianela podía ser capaz de una cosa así. Se puso rígido, cuando el otro le dijo pausadamente;

-Mira pibe; te vas a levantar despacio. Te vamos a llevar a un falcon que tenemos en el estacionamiento de aquí al lado y calladito, nos vas a acompañar. ¿Entendiste o te lo tengo que repetir?-

-¿A dónde me van a llevar?..

-A un lugar, donde vas a tener compañía y vas a estar muy bien. Creeme, que vas a estar muy bien….le dijo socarronamente.-

Juan Manuel se levantó, los tres tipos lo rodearon y salieron del bar…

Sara; su madre estaba más que preocupada ya era lunes y no tenía noticias de Juan Manuel. Había llamado a la empresa donde trabajaba y si bien el gerente la había atendido de maravillas, no supieron decirle nada.

Fue junto a su yerno a realizar la denuncia policial, que se la tomaron casi a desgano. No bien hicieron la denuncia, se dirigieron al Hospital de Niños, para preguntar por Marianela. No pasaron diez minutos, cuando ella se presento;

-Hola suegrita … .que dice. ¿Pasó algo?

-¿Como si paso algo? ¿Dónde está Juan Manuel? El sábado debía encontrarse con vos.-

-Ah…no Sara. Yo no pude ir…así que no tengo ni idea.-

Sara no le creyó. Sabía que no era de confiar. Pero sin embargo,le preguntó

-¿Cómo se llama el bar donde se encontraba?-

-Ahh…sabe no lo recuerdo. Era un lugar donde él solía ir antes de conocerme. Pero la verdad, no lo se.-

Sara, las hermanas de Juan Manuel, sus cuñados y todo familiar que lo conociera, realizaron ingentes averiguaciones sin resultado alguno.

De Juan Manuel, nada se supo. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.

Ahora Sara, que se había contactado a una de las dirigentes del grupo llamado “Madres de Plaza de Mayo”, cada jueves las encuentraba y se integraba a ellas para dar la vuelta a la pirámide de Mayo, reclamando la aparición con vida de sus hijos o hijas desaparecidos. Y continuaron haciéndolo cada jueves, a pesar de sufrir el hostigamiento de la policía y de infiltrados de los grupos de tareas.

De Juan Manuel … .nadie supo qué le pasó …solo que no apareció jamás.

Fin

Imagen de portada:  Gentileza de “El Gato Negro”

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 20

Desde que tenía la llave de la casa en la que habitaron, al poco tiempo de contraer matrimonio Juan Manuel planificó abandonar su hogar, abandonando a Marianela. Cuando leyera la carta que le dejaría, seguramente iría a la casa de su madre y de toda aquella persona, que lo conociera incluyendo seguramente la empresa donde Juan Manuel, trabajaba, lo que le había permitido a su esposa conocer tanto a superiores como a subordinados que reportaban a las órdenes de él. 

Por ello se vio obligado previamente a conversar con las autoridades de la empresa, quienes tenían de él una alta consideración por su desempeño en el área a su cargo..Tuvo que conversar primero con el Ingeniero Gerente de las plantas industriales y luego con uno de los Directores de la compañía. Les comento; no sin vergüenza la situación por la que se encontraba atravesando su matrimonio y la única opción que tenía para terminarlo, era irse sin rumbo conocido, por lo que solicito una semana anticipada de vacaciones. Obviamente habiendo planificado previamente y dejando a su gente con las instrucciones suficientes tratando de evitar cualquier contingencia, salvo que sucediera algo imprevisto Juan Manuel obtuvo dicha licencia.

Para él; era inevitable que sabiendo que haciéndole entender que debían separarse porque ya no la amaba, no lo conseguiría por la ceguera de Marianela en pretender continuar con una unión que solo sería mentirse toda una vida. En sus momentos de descanso en la empresa; comenzó a escribir la carta no solo dando los mismos argumentos que ella conocía, sino que agregó que sabiendo que tanto su padre como su hermano, habían padecido problemas mentales él tenía un verdadero y concreto temor a que la presión y el estrés emocional que estaba padeciendo, lo llevará a una situación similar o peor aún. Le explicaba en sus letras; que ella no era la única responsable de su decisión, sino de que ambos fueron desgastando la relación a través de los pocos años de unión por múltiples causas, tratando con ello de que Marianela viera que él también se hacía responsable del fracaso de la pareja.

Le sugirió que por favor no lo buscará -ya la conocía y sabía que era imposible que no lo hiciera- dandole el oxigeno que tanto el como ella necesitaban como para que en el corto plazo, se pudieran senyar a conversar sobre los terminos de la separación. En la Argentina de ese momento no existia el divorcio vincular, sólo las variables de separación por mutuo acuerdo -que no permitía a ninguno de los cónyuges volver a contraer matrimonio por la ley civil- y el juicio de separación con distribución de bienes. A Juan Manuel, todo lo material y mobiliario que había en la casa no le interesaba en lo más mínimo. Solo quería estar en paz y no verla más. 

Pensó; a pesar que a Marianela no le correspondía nada -al no tener descendencia, no había obligación de su parte de darle una suma por pensión alimenticia alguna-, darle un valor mensual por el término de un año, para permitirle a ella ubicarse e independizarse totalmente, ya que contaba con su trabajo en el Hospital de Niños.

No escribió eso, pero se lo quedo pensando como una alternativa, cuando llegara el momento en que deberían hablar de la separación por mutuo acuerdo.

Un martes salió al mediodía de la empresa y se dirigió a su casa. Junto algo de ropa más otras de sus pertenencias que guardo en una valija. Dejó la carta para Martianela sobre la pequeña mesa del living comedor,y salió colocando sus cosas en el baúl de su automóvil, Partió directamente hacia la casa de Morón, sin saludar a persona alguna del vecindario.

Era contradictorio para él admitirlo; pero se sentía mal en haber convivido con alguien a quien creyó amar y casi…casi termina odiando. Pensó en ella, sola en Buenos Aires, salvo esa “media familia” que vivía en la localidad de Moreno, con sus padres a 800 km y eso también le preocupó. Marianela era impredecible en sus actitudes, por lo que solo deseaba que pensara bien en lo que hacía, seguramente luego de leer la carta que le dejara.

Llegó a Morón, bajó las pocas cosas que llevaba y las guardó en un viejo ropero que estaba en el dormitorio. Como no tenía comestible alguno en esa casa, se dirigió a un pequeño supermercado que se encontraba a cuatro cuadras y compro lo que necesitaba. Volvió, guardando en la heladera y la pequeña alacena lo comprado. En esa semana fuera y alejado de todo el mundo, se ocuparía de cortar el césped del gran parque del inmenso terreno, de podar los árboles si lo necesitaban y reparar todo aquello que fuera necesario. Desde el fallecimiento de su padre; rara vez alguien de su familia visitaba esa casa.

Recién a los dos días llamó por teléfono a su madre: no solo para saludarla sino para saber si se habían producido novedades. Su madre lo tranquilizo, si bien le digo que Marianela se había hecho presente en la casa el mismo día que él se había ido, preguntando donde se encontraba, blandiendo una carta en su mano -la que él le dejara-., diciendo que se encontraba con alguna enfermedad mental como su padre y hermano, teniendo que ubicarlo si o si, por temor a que atentara contra su vida. Su madre considerando que era un despropósito lo que estaba escuchando de ella; la dejó que conversará con su hermana e hija mayor, Mabel con la que estuvo largo rato. Luego se retiró. Su madre le amplió en cuanto a que su mujer había visitado al marido de Mabel en su negocio e ido también a la casa de su hermano Mario, tratando de buscar información sobre su paradero. Nadie le dijo nada, porque en sí nadie sabía, solo su madre y él.

Llamó Juan Manuel también a la empresa y conversó con su jefe; quien le comentó que su mujer se había presentado en la empresa preguntando por él. Cuando le dijeron que no se encontraba; pidió hablar con el Ingeniero en jefe -ya que tenían relación ambos matrimonios, porque habían coincidido en algunas ocasiones para cenar juntos y Marianela con su mujer, se llevaba muy bien-. Nada le pudo decir tampoco sobre su paradero.

Para Juan Manuel, los acontecimientos se estaban dando como él había pensado. Por lo tanto, la llamaría por teléfono, para coordinar un encuentro  en una confitería que se encontraba en la Avda. Corrientes esquina Rodriguez Peña en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Recién el viernes la llamo y cuando ella quiso entrar a discutir, Juan Manuel le dijo que se callara y escuchara, de lo contrario cortaría la comunicación.

Esa resultó la manera más simple, de que su mujer se callara y escuchara. Así Juan Manuel la invitó a que se encontrarán el sábado en el lugar citado a las seis de la tarde. El mismo día, Juan Manuel se comunicó con un abogado que lo asesoraba en temas laborales de la empresa y le preguntó si también se ocupaba del fuero Civil. Al responderle el profesional afirmativamente, coordinó una reunión con el mismo, poniendo en tema que era por la tramitación de un 67 bis separación de mutuo acuerdo, con quien hasta ahí era su esposa. El profesional de apellido Garcia aceptó a patrocinar, agregando que le buscaría otro profesional para que representara a su mujer.

Llegó el sábado; Juan Manuel se levantó más tarde de lo habitual por lo que desayuno frugalmente, ya que faltaba poco tiempo para la hora de almuerzo. Eascuchaba una vieja radio para sentirse acompañado ya que no tenia televisión y aun en aquel año la pantalla era en blanco y negro, ya que la tv a color recien la dictadura la inauguro con el Mundial de futboil del año 1978, realizado en la Argentina., pero se habilitó realmente en los primeros años de la década de los ochenta.

Ingresó al baño para afeitarse y pegarse una ducha antes de almorzar…

Continuará…

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest – Viejo Mercado de Abasto (hoy Shopping) Ciudad de Buenos Aires. Argentina.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 19

Sabía Juan Manuel; que la crisis de pareja en la que se encontraban difícilmente fuera superada.

Creía tener demasiados fundamentos para pensar de esa manera. Recordaba el último hecho del que tuvo vergüenza propia y ajena. En una de las tantas discusiones por los celos enfermizos de Marianela; esta se dirigió al hogar de su hermano y hablando con su mujer Haydee, se descompensó -en lo primero que creyó la pobre mujer- y la tuvieron que acostar en una cama de uno de los dormitorios. Allí; luego de ir a la cocina a traerle un vaso de agua, antes de entrar vio que Marianela estaba con los ojos totalmente abiertos y cuando ingresó se hizo -ahí sí- nuevamente la desmayada, saliendo de su boca una saliva que no era tal, más bien como una espuma.

La mujer del hermano que conocía a Juan Manuel desde que este tuviera 6 años, tal la diferencia de edad con su hermano mayor cuando lo vio una de las veces que visitó a Sara, le comento lo que había pasado. Juan Manuel quedó atónito, no supo cómo disculparse del comportamiento de su mujer. Sin embargo, su cuñada nada le reprocho. Al contrario le sugirió que tuviera cuidado, porque su mujer no actuaba como una persona normal.  Agregando que le parecía que Marianela era una gran artista.

Juan Manuel estaba harto, se daba cuenta aunque muy tarde, que esa primera atracción cuando se conocieron pasó por la sexualidad y el erotismo que empleaba de cualquier manera su mujer, aun cuando él se encontraba durmiendo. Pensaba en lo boludo que había sido, ya que cuando dos en pareja no funcionan, son los dos responsables. Se sintió como un “perejil” engreído de creer conocer de la vida todo por sus vagabundeos desde los trece años que lo llevaron a lo peor de la noche. Se decía que de ello, no había aprendido nada, porque cuando conoció a Marianela se agarró una calentura que lo llevó al infierno que ahora vive.

Él se encontraba además muy pendiente de la salud de su madre, como asimismo de su hermano Mario, quien había sido diagnosticado con una patología de salud mental, que por momentos estallaba en periodos de euforia y en otros, profundas depresiones. Su hermano junto a su cuñada, tenían cuatro hijos de edades desde los doce años -la mayor- , diez, cinco, hasta una beba de un año. Aún Mario trabajaba; pero su salud lo complicaba. Y en consecuencia lo transmitía a toda su familia; ya que Haydee era una mujer muy sumisa y estaba todo el día sin ayuda alguna, atendiendo el hogar. Poco podía hacer. Era cuando llegaba Juan Manuel para escucharla y contenerla. 

Trataba luego de hablar con su hermano, utilizando la psicología para escucharlo y poder entenderlo. Pero nada parecía suficiente con Mario. Sus altos y bajos eran frecuentes. Y los niños veían todo ello con infinita tristeza, si bien en ningún momento su padre se ponía violento con ellos. Deliraba o se deprimía.

Marianela, como le dijo el día anterior, se fue con una valija llevando unas pocas cosas, al considerar que eran unos pocos días los que iba a estar fuera de su hogar. Espero que Juan Manuel volviera del trabajo, se dieron un beso y se despidieron.

Juan Manuel respira aliviado…pensaba que no era solución alguna, pero mínimamente les permitiría pensar -creyó él- a ambos que deberían separarse, porque la vida en común ya era insoportable para ambos.

No transcurrieron más de dos días; Juan Manuel había regresado del trabajo y eran casi las ocho de la noche. Vio la puerta de la casa abrirse…y era Marianela con su valija en la mano;

Juan Manuel sorprendido por la presencia de su  mujer;

-Hola Marianela; ¿Qué pasó? ¿Algún problema en la casa de Maria del  Carmen?-

-No tengo ningún problema. Estuve pensando….y en realidad el que se tiene que ir sos vos…ahh …y otra cosa; ¡el automóvil lo dejas acá!-

Juan Manuel dejó de ser tolerante y le contestó;

-¡Pero vos estás de la cabeza! Primero, sugeriste un tiempo, una semana para pensar y no pasaron más de dos días cuando apareces pretendiendo echarme de esta casa y además quedarte con el auto, que pague yo. ¡No querida, se terminó! ¡Vamos a iniciar los trámites de separación!-

En ese momento, Marianela se tiró a los pies de Juan Manuel, agarrándolo de una de sus piernas, gritando a viva voz ¡Yo te amo, Juan Manuel! ¡No me dejes, por favor!-

-Pero mujer un poco de dignidad. ¡Levántate!-

En ese momento, Marianela comenzó a despedir burbujas por la boca y dio la sensación de que había perdido el conocimiento.

Conociendo los antecedentes de su mujer; la arrastró al mover su pierna y ahí repentinamente volvió en sí. En ese momento, Juan Manuel le dijo; 

-¡Te has dado cuenta que tus teatralizaciones no funcionan más conmigo!-

-Pero yo te quiero, Juan Manuel….-

-¡Yo no! contestó amargamente él.

Ella lo amenazó que iba a ir a su trabajo, ya que conocía tanto al ingeniero gerente de la plantas industriales y a otros compañeros de Juan Manuel, por haber compartido algunas cenas que organizaba la Cía. Él tragando saliva, le dijo que no hiciera escándalos y comprometa a personas que no tenían nada que ver con su matrimonio. Pero era como hablar con alguien que no escuchaba y estaba ciega por los celos o el amor como decía ella.

Pasaron dos o tres días,y Juan Manuel pensó que ese infierno para ambos no se terminaría, si él no se iba de la casa sin decirle nada a ella. Previamente luego de salir del trabajo; fue a la casa de su madre. Hablo con ella y le pidió por un tiempo la llave de la humilde casa de Morón, dando las razones del pedido. El se iría allí, sin saber por cuánto tiempo.

Continuará…

Glosario:

“Boludo”        etimológicamente nace en “las bolas”; huevon; tarado.                 

“Perejil”         lunfardo “gil”; estupido, tonto.

“Calentura”   apetito sexual.

Imagen de Portada: Gentileza de Pinterest –  Ciudad de Buenos Aires – Señalización Plaza de Mayo/Puerto Madero

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 18

La última escena de celos fue cuando llegó de madrugada; por participar en una despedida de soltero que le  habían organizado a uno de sus amigos de la adolescencia. Marianela se alteró de tal manera: que al llegar lo estaba esperando para lanzarle una andanada de insultos.

Juan Manuel le respondió que debía hacerse ver por un psiquiatra porque no estaba bien de la cabeza;

-¡No podes insultarme de esta manera, cuando vengo de una cena en donde todos éramos hombres! ¡ Estás loca de celos y por cualquier cosa, aunque sea irreal! Concluyó y entró al baño.

Tampoco Juan Manuel se creía ningún santurrón. Ya que cansado del hostigamiento de su mujer, tenía una amante que era empleada suya, desde hacía un tiempo y una oreja que lo escuchaba.

Además, por contactos le había conseguido a Marianela un trabajo en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde de la Ciudad de Buenos Aires, como técnica de encefalografía previa capacitación de un compañero de trabajo de Juan Manuel. Es decir; había contactado a terceros para que Marianela tuviera un trabajo efectivo y con posibilidades de desarrollo personal. Fue casi al mismo tiempo que Juan Manuel pudo comprarse un automóvil usado, pero con ello evitaba seguir viajando como ganado.

Solo eran “felices” los fines de semana largos cuando viajaban en bus hasta el valle de Punilla en la Provincia de Córdoba, donde vivían Camilo y Rosa. Así también en vacaciones. 

Juan Manuel estimaba mucho a Camilo, ya que este era un muy buen gaucho, hijo de madre con ascendencia de los pueblos originarios y de padre español. Retirado de la Policía de Córdoba, se hacía de unos pesos extras alquilando dos o tres caballos que poseía y cuidando una quinta enorme que había sido lugar de encuentro y fiestas de una actriz ya fallecida, llamada Camila Quiroga. Camilo era muy pícaro y divertido, se entretenían ambos jugando al truco con vecinos, hasta altas horas de la noche.

Era frecuente que viajaran cuando se festejaba la fiesta de la Virgen de Lourdes en la misma gruta donde se encontraba tras unas rejas, la santa. En donde se realizaba la fiesta, al lado había un cementerio antiquísimo de más de cien años. 

El buen vino corría como arroyo embravecido y la comida no podía ser otra cosa que “asado con cuero cocido en horno de barro”. Le daban un trozo en un papel de estraza y cada uno solo con cuchillo cortaba la carne, para pinchar luego y llevarla a la boca. 

Para Juan Manuel, esos momentos eran mágicos. Reunido con la gente del pueblo y con aquellos que había entablado amistad, a veces terminaban mateando en ronda contando con esa picardía tan de cordobeses, chistes como a metralla, por lo que no paraban de reír a carcajadas.

Pero la pareja se iba desbarrancando por cansancio y rutina. El punto álgido llegó, cuando de visita a su madre un domingo bromeó con sus hermanas que le decían que era el preferido y tomó a su madre, la sentó en su regazo y comenzó a besarla, riendo. No en ese momento; pero al irse Marianela le hizo un escándalo por el trato que le dispensaba a su madre, que era totalmente diferente con ella. Desde ese domingo, Marianela se quedaba en la casa y Juan Manuel iba solo a visitar a su madre, hermanas y demás familia.

Ya resquebrajada la relación; Marianela trató de recomponerla. Tarde quizás, pero una noche le dijo;

-Mira Juan Manuel; es preferible que nos demos un tiempo. No se una semana, para pensar ambos que vamos a ser de nuestro matrimonio. Hablé con María del Carmen (de una pareja amiga de ambos que vivían a dos o tres estaciones de Morón, llamada San Antonio de Padua) y me ofreció quedarme allí por una semana. ¿Qué te parece?-

-Mira creo que mucho no hay que pensar; eso del tiempo cuando somos conscientes que nuestro matrimonio está al borde del abismo, no me parece. Pero bueno, está bien. Comparto con vos la idea y a tu vuelta, volveremos a conversar.-

-Bueno mañana me llevo algo de ropa y estaré de vuelta en una semana.-

-Está bien, como quieras.- contestó secamente Juan Manuel y ambos se fueron al dormitorio.

Continuará…

Glosario:

“Gaucho”                     Hombre de campo a caballo.

“Asado con cuero”       

Comida típica y tradicional en algunas provincias de la Argentina                     la carne asada con el cuero del animal.hacia abajo en el piso del horno de barro.

“Truco”                       Se juega con cartas españolas.

Imagen de Portada: Gentileza de Pinterest – “Asado con cuero”.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 17

Hasta el miércoles hubo un frío distanciamiento entre ambos. Al llegar del trabajo ese día; Juan Manuel pensando en la cirugía, ya había conversado con Cuello y le había dicho que no sabía si tomaba la mañana o todo el día. Pensaba como fuera todo, en la Clínica. En un momento, pensó en que sólo Rosa la acompañara, pero lo consideró algo inoportuno dada la regular relación que tenían en esos momentos. Además ya le  había informado a Cuello, que posiblemente se iría; ya que había conseguido un trabajo efectivo y con un cargo que le representaría una gran mejora económica y profesional.

Cuello se lamento; pero a la vez lo comprendió y felicito. Le dijo que él en su lugar hubiera hecho lo mismo. Cruzó unas palabras con Marianela, para asegurarse que había seguido las instrucciones del médico, en cuanto a la preparación previa. Trato de tranquilizarla diciéndole que iba a resultar todo bien. Que se relajara y se durmiera temprano.

Ceno algo frugal, y se recostó en el sillón. Era tal el cansancio que tenía; que aún incómodo se durmió enseguida. Al otro día salieron temprano junto a Rosa y llegaron a la Clínica media hora antes de lo acordado. Ni bien llegaron se anunciaron y al momento se presentó el Dr. Kandinsky para saludarlos y llevar a Marianela, a un box del área de cirugía. Tanto Juan Manuel como su madre, le dieron un beso dándole ánimos y  que no se preocupara, que todo iba a salir bien. Marianela; solo respondió con una sonrisa.

Ingresó Marianela a las 8 de la mañana y eran las diez, y no tenían noticias. Juan Manuel tranquilizó a Rosa; diciéndole que la preparación demandaba su tiempo por que el anestesista debía proceder, para que luego el Dr. Kandinsky procediera a la incisión abdominal que debía hacer.

Cerca de las once, salió del quirófano Kandinsky y les dijo que todo había salido perfecto. Pero hizo le hizo un comentario a Juan Manuel;

-Tengo que decirte que Marianela tiene una sola trompa. Eso no significa que no pueda quedar nuevamente embarazada, ya que tiene un ovario que funciona. Me comprendes…¿O deseas preguntarme algo?-

-No Doctor. ¿ Tiene alguna indicación para darnos en cuanto a si tiene que hacer reposo o cualquier otra cosa de importancia?-

-Si … .si, tiene que hacer reposo una semana. No la dejes hacer ninguna tarea de la casa.-

Rosa que estaba presente dijo;

-No se preocupe Doctor; yo cuidaré de mi hija y me encargare de las cosas de la casa.-

-Ah…perfecto entonces. Te voy a dar algún medicamento, por si tiene alguna molestia y como realizar las curaciones.-

-Muchas gracias, Doctor- respondió Juan Manuel.-

Ya han pasado tres años de ese episodio. Corre el año 1977, ya ha caído el gobierno democratico de la viuda de Perón, Isabel Martinez en el ́76. La junta militar se hizo cargo de los destinos de la Argentina; con el rimbombante nombre de “Proceso de Reorganización Nacional”.

La vida de Juan Manuel y Marianela, ya había tenido algunos sobresaltos. En 1976, luego de pelear contra un cáncer de vejiga durante un año, había fallecido el padre de Juan Manuel. El golpe lo destrozó, ya que fue él quien lo acompañó a ver  un urólogo del Sanatorio San Patricio,  por que venía teniendo molestias al orinar, con una que otra pérdida de sangre.

El urólogo, recordaba Juan Manuel era un magnífico médico de apellido Quintana, que debería haber tenido algún problema en una de sus piernas ya que era muy visible la renguera que tenía. Fue dicho médico, quien luego de enviar a su padre a realizar algunas radiografías y otros estudios los convocó nuevamente a su consultorio. 

Su padre que había tenido una que otra recaída por su problema de salud mental, siempre tuvo a su lado a Juan Manuel para llevarlo y traerlo del médico psiquiatra. Pero esto era algo totalmente diferente. Quizás era producto del fumador compulsivo que era Francisco, se decía a sí mismo Juan Manuel.

Llegaron al consultorio del Dr. Quintana y este luego de ver los estudios, luego de cruzar una palabras con su padre de que debía hacer un tratamiento cuyas instrucciones se lo daria en la próxima visita de control, al salir padre e hijo, le dijo por lo bajoa Juan Manuel;

-Inventa cualquier excusa, que te olvidaste algo acá y vení a verme.-

Juan Manuel pensó en lo peor; salió con su padre y siguiendo con lo hablado con Quintana, le dijo a su padre;

-Papá; como un boludo me olvide de preguntarle dia y hora de la próxima visita de control, esperame que ya vuelvo enseguida.-

Golpeó la puerta del consultorio; Quintana lo hizo entrar;

-Mira pibe; tu viejo tiene un cáncer de vejiga muy avanzado. No se puede hacer nada ya.-

-No…no puede ser Doctor. ¿Cuánto tiempo le queda?-

-No más de un año. Lo lamento,-

-Juan Manuel salió obnubilado, shockeado. Como decirle a su madre y a sus hermanas. A su hermano no podía involucrarse en el problema, porque causalidad o no comenzó antes de cumplir los 40 años,  a tener problemas de de salud mental siendo su diagnóstico “delirio místico”, debiendo ser internado en una clínica neuropsiquiátrica.-

Fue un año de interconsultas…que llevaron a la madre a vender una de las propiedades, porque como siempre pasa apareció uno de estos médicos de renombre, uno de los mejores nefrologos del país que les prometio a Juan Manuel y su madre Sara, que lo intervendría con electrobisturí y quemaría ese cáncer, salvandole la vida a Francisco. Todo comercio terminó sacando un riñón que hasta ese momento Juan Manuel creía que fue innecesario, para finalizar su obra abandonando al enfermo, que falleció luego de casi un año de sufrimiento con sondas que se tapaban a cada rato, por los pólipos de la vejiga. Finalmente falleció un 8 de julio de invierno a las 22 horas, por un paro cardiorrespiratorio.

Por otra parte, Marianela había quedado otra vez embarazada, pero a la quinta semana aborto espontáneamente. Ahí comprendieron al verlo nuevamente al Dr. Kandinsky, que sería casi imposible que la pareja concibiera un hijo.

En lo laboral Juan Manuel, jabia estado dos años en la multinacional dedicada a lña fabricación de equipos de sonido y al reclamar un mejor sueldo recibiendo la negativa del Presidente, un alemán de apellido Koontz, decidió comenzar a buscar un nuevo empleo, al que consiguió rápidamente ya como Jefe de Relaciones Industriales en una importante autopartista proveedora de las terminales automotrices de la Argentina. Fue tan grande la mejora que alquilaron una casona en la localidad de Haedo, propiedad de un español de apellido Fernandez y compraron nuevo mobiliario para decorarla a su gusto. En esa casa, el padre de Juan Manuel festejó con toda la familia su última fiesta de año nuevo.

En cuanto a la pareja; Marianela seguía presionando y acosando a Juan Manuel por cualquier cosa. Este llegó un momento, que se abandonó en lo personal y llegó a subir unos 20 kilogramos de su peso habitual. Con barba, parecía en esa época un subversivo en plena dictadura. Hasta se les presento un hecho que lo recordarán siempre.

La casa que alquilaban estaba al frente, pero al lado había un pasillo que conducía a un departamento del fondo. Allí rara vez hablaron con los dos jóvenes que viven allí. Solo una vez, Juan Manuel se presentó y le dijeron que venían de la ciudad de Rosario que estudiaban en la Universidad Tecnológica Nacional la carrera de Ingeniería. Tanto Marianela como Juan Manuel, cuando los fines de semana veían que llegaban chicas y muchachos, pensaban que vendrían a estudiar con quienes viven allí.

Hasta que un día ocurrió lo inesperado. Juan Manuel si bien estaba ahorrando para comprarse un automóvil, continuaba viajando en colectivo. Era un viernes, como olvidarlo. Al doblar la esquina; la vecina de enfrente de su casa lo agarró del brazo y se lo llevó a su casa. Ya a Juan Manuel le había extrañado ver un despliegue de gente de civil y también soldados en esa calle.

No entendiendo nada de lo que pasaba, ya que miraba hacia la puerta de entrada de su casa y nada veía, le preguntó a la vecina;

-Señora Gloria, ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué me trajo a su casa?-

-Por error se metieron en tu casa, creyendo que era una fábrica de bombas caseras. Y luego se dieron cuenta que era el departamento del fondo. Es conveniente que vayas ahora a tu casa, avisando al primer soldado con el que te cruces.-

-Juan Manuel, llegó a su casa y se encontró con Marianela presa de una crisis de nervios, ya que habían ingresado por la fuerza porque ella no quería abrir porque él estaba amenazado de muerte en la empresa donde trabajaba. La casa era un verdadero desorden; libros tirados por el suelo, dormitorio revuelto, un verdadero caos.-

Luego de consolar a Marianela, se dirigió a quien supuestamente era el responsable de la operación y que vestía de civil. A los gritos le expresó, con que derecho le habían puesto un arma en la sien de su mujer, preguntando donde estaban las bombas. Que el, Juan Manuel tenia conocidos en la fuerza y en Coordinación Federal.

-El hombre de baja estatura y robusto; se acercó a su oído solo susurrando: Amigo, quédese tranquilo que acá no pasó nada o ¿Usted quiere que pase? velada amenaza. Tanta gente desaparecida, que una pareja mas se agregaría a ese número.-

-Se callo. Considero que de insistir la pasarían mal.-

Llegaron un par de camiones antiexplosivos y le quedo el recuerdo de uno de los jóvenes cuando se lo llevaban a los gritos- Soy Hector Luis Monet, acuerdense de mi- una y otra vez.-

En cuanto a la relación de pareja, Juan Manuel estaba de vuelta a las andadas con alguna empleada de la nueva empresa y sexualmente casi no tenía relaciones con Marianela. Salvo cuando ella que lo perseguía siempre, lo despertaba a la madrugada haciendole sexo….para que él respondiera…

Continuará….

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest – Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires. Argentina.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 15

Llegó a su casa y lo que suponía…Marianela lo estaba esperando con ansiedad junto a su madre.

-¿Y Juan Manuel? ¿Te los dieron, los viste?-

-Si…toma. Creo que no salieron del todo bien…-

Marianela abrió los sobres con nerviosismo; desplegó las hojas y leyó…

-¡No…no puede ser! ¡Aquí dice que es un embarazo ectópico! ¡Lo más grave que podía sucederme, según Kandinsky!….y estalló en llanto.-

Tanto él como Rosa trataron de consolarla para que se tranquilizara; pero todo fue en vano. La noticia la derrumbó y tuvo una crisis de nervios…

Juan Manuel al verla así trato de hacer lo contrario a consolarla…

-Bueno, Marianela ya el médico te lo advirtió. Tenemos que ir urgente a verlo y él decidirá qué hacer. ¡Por favor, trata de calmarte porque de esta manera no vas a solucionar nada! Al contrario, te puede afectar físicamente.-

Fue Rosa quien le alcanzó un  vaso de agua. Bebió del vaso; mientras furiosa cómo consigo misma dijo;

-¡Esto es el resultado de lo que me hicieron esos hijos de puta!-

Se hizo un molesto silencio…la madre la abrazó, tratando de contenerla. Juan Manuel les dijo que iba a pedirle el teléfono a algún vecino, para llamar al médico y decirle que era urgente verlo. Cuando consiguió hablar con Kandinsky, este les dijo que fueran en ese momento al consultorio. Que a pesar de que se estaba por retirar, dada la urgencia los atendería.

Volvió a la casa y le dijo a Marianela que se cambiara, que debían ir al consultorio. Mientras tanto; ya le había avisado al marido de Elizabeth, Esteban que tenía automóvil, si los podía alcanzar. El muchacho le dijo que era lo menos que podía hacer, al ponerlo Juan Manuel en tema de lo que estaba sucediendo.

Partieron hacia el consultorio. El médico que los estaba esperando, los hizo pasar a Marianela junto a Juan Manuel.

-Dame los estudios por favor, Marianela.-

Los vio y moviendo la cabeza de lado a lado, les comento:

-Lamento decirles que vamos a tener que hacer una pequeña cirugía, para sacar el embrión. Más con el sangrado que tenias, Marianela. Les explico que era una cirugía laparoscópica, por lo que hacía una pequeña incisión en el abdomen removiendo el embrión y veía de paso el estado de las trompas. Esto requiere urgencia -agregó- teniendo en cuenta lo que llevas de embarazo.-

-¡O sea, que pierdo a mi bebe!-

-Sí Marianela. Está en riesgo tu propia vida.-

-¿Cuándo se podría hacer Doctor? le preguntó Juan Manuel.

-Mirá si bien es cirugía menor, tengo que averiguar en la Clínica si tengo y cuando libre algún quirófano la semana próxima. Hoy es jueves. De un día a otro, no se puede programar nada. Además, tengo que coordinar con el anestesista.-

-¿Si entiendo Doctor; esto cuánto nos saldría?-

Kandinsky le dijo cuánto iba estimativamente a ser el costo de esa internación seguramente ambulatoria y sus honorarios.

En ese momento, Juan Manuel supo que nuevamente tendría que recurrir a sus padres. No podía enfrentar esos gastos.

-Bueno, Doctor. Está bien, Usted se ocupa y nos avisa. O a mi trabajo mañana viernes o le doy el teléfono de un vecino.-

-Dame ambos, Juan Manuel. Mañana por la mañana, trato de coordinar todo y por la tarde te llamo. ¿Sí?.-

Marianela estaba en estado de shock y solo escuchaba hablar a ambos. No emitió palabra alguna. Se sentía rota por dentro. Desilusionada, más porque pensaba que un hijo, los iba a unir más…

Esteban se había quedado en el auto, esperando. Salieron del consultorio y subieron.

-¿Y chicos, todo bien?-

-No tan bien Esteban, tiene que hacerle una cirugía. No puede seguir con el embarazo.-

Esteban no respondió. Pensaba en la angustia que deberían tener sus amigos. Creyó que era una falta de respeto, seguir preguntando y callo.

Llegaron a la casa. Marianela se encerró en el dormitorio con su madre, Rosa. Y Juan Manuel escuchaba el llanto de su mujer y a su suegra, seguramente haciendo lo que podía para contenerla. Ya eran casi las nueve y media de la noche, y estaba además de afligido preocupado por todo lo que se venía. Hasta se había olvidado de la entrevista del lunes…Sí Kandinsky lo llamaba y le decía que el día de la intervención sería el lunes, llamaría a la empresa desistiendo de la entrevista.

Ninguno en la casa cenó esa noche, ni tampoco Marianela ni su madre salieron de la habitación. El solo se animó a golpear la puerta por si necesitaban algo y al responderle Rosa que no, saludo desde allí.

Pasado el mediodía del viernes, la recepcionista le informó que tenía una llamada para él, un tal Dr. Kandinsky. Le dijo que se la pasara y;

-Hola Doctor, buenas tardes. Juan Manuel…-

-Hola Juan Manuel, te informo que conseguí quirófano para el miércoles próximo a las ocho de la mañana; ya coordine con el anestesista…¿sabes?-

-¿Ahh…fantástico Doctor…Una recomendación previa al ir?-

-Sí…por favor decile a Marianela que la noche anterior cene liviano y venga en ayunas.Ahh…que traiga los estudios.-

-Bueno Doctor, le agradezco que se ocupara tan rápido. Que tenga muy buen fin de semana.-

-Gracias Juan Manuel. Lo mismo para vos. Acompañala a Marianela, porque no debe ser nada fácil para ella, con lo ilusionada que estaba.-

-Si, no se preocupe. Me encargaré. De nuevo, gracias por todo.-

Continuará…

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest – La Torre del Fantasma. Barrio de la Boca. Ciudad de Buenos Aires.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 14

No sintió que la tarde le resultará monótona ni larga; por el contrario estaba tan feliz y ansioso a la vez, que estuvo más amable que de costumbre con quien fuera que se cruzaba en las oficinas de la empresa. Hasta su jefe; Cuello le pregunto;

-¿Que pasa Juan Manuel; alguna buena novedad que te haya llegado?-

-No…por ahora no. Quizás porque salí al mediodía y tome un poco de aire.-

-Ahh….entonces voy a dejarte salir todos los mediodias. Te da mas energia,- le contestó Cuello, riendo.

Rieron ambos. Ya se acercaba la hora de salida y si bien prioriza el jueves, para conocer el resultado de los estudios de Marianela, también pensó que debía prepararse para la entrevista del lunes, que para él era podía resultar importante para su futuro.

Llegó a la estación de Miserere y ascendió al tren que ya partía. Como siempre en esa hora pico, viajaban como vacas que van al matadero. Todos pegados…que hasta el mínimo olor denunciaba al pasajero por su aliento, su higiene o lo que uno se podía imaginar. 

También era de observar el comportamiento de los hombres con las mujeres. Ya le  pasó varias veces que tuvo que interponerse entre algunos con trastornos sexuales, que se ponen detrás de una mujer para apoyarla o manosearla, aprovechando el tumulto. Ninguna otra cosa; lo ponía tan furioso como eso. 

Ya había tenido dos o tres experiencias de ese tipo, agarrando del cuello a los degenerados y obligándolos a bajar del tren. Siempre tuvo la suerte, que ninguno de ellos tuviera un arma. Otra hubiera sido la consecuencia. La policía ferroviaria no controlaba, debido a la multitud de gente que viajaba en las horas de ida al trabajo o de regreso.

Llegó a su casa eufórico, no era de guardar resentimiento – (le habían enseñado que el rencor u odio, destruye y no construye nada) -para él lo sucedido con su mujer y su suegra, era tiempo pasado-.

Al abrir la puerta se dio cuenta que la otra parte, no pensaba lo mismo. Caras largas que aún transmitían enojos, eran las de Marianela y su madre.

Les dio un beso a ambas; -Hola, que tal. ¿Como ha sido el día; por acá?-

Marianela respondió;

-Como nos ves, conversando y esperando tu llegada…mi madre quiere decirte algo…-

-Mire Juan Manuel; ayer creo que me equivoque. Creí que le iba a levantar la mano a mi hija y no pude dejar de reaccionar. Ni tendría que haberme metido, si era un problema entre ustedes dos.- dijo Rosa.

-Mire Rosa, lo que jamás haría sería pegarle a una mujer, fuera su hija o no. Odio a aquellos hombres que se llaman así y maltratan a su mujer-hay muchos de esos-, que ni siquiera llegan al tobillo, como para llamarse “hombres”. Son miserables y cobardes. No se haga problemas; fue su reacción. Ya está…ya pasó. Demos vuelta la página. ¿Le parece?-

Rosa miró hacia abajo, como mostrando estar avergonzada.

Juan Manuel, era de personar pero no olvidar. Le dejó un sabor amargo la actitud de su suegra, a pesar de que ella misma había reconocido que no debería haber intervenido en una discusión de pareja. No conociéndola realmente, su actitud lo obligaba a conversar lo necesario.

Marianela que hasta ahí, fue una espectadora privilegiada de la conversación entre su madre y Juan Manuel;

-Sabes Juan Manuel, mamá te preparo pollo en escabeche porque le dije que a vos te gustaba. ¿Decime como anduvo tu día?-

-Lo más importante es que logre una entrevista con una empresa, que tiene su casa matriz en Alemania, para la posición de Jefe de Personal. Será el lunes que viene a las cuatro de la tarde. Ya le voy a informar a Cuello, mañana.-

-Mañana estarán los resultados de mis exámenes, ¿Lo recordabas, no?-

-Como no lo voy a recordar, es la prioridad para saber luego qué dice el ginecólogo.-

-¿Lo vas a buscar vos cuando salís de trabajar?-

-Sí, lo retiro. Quédate tranquila. ¿Ahora qué te parece si cenamos?-

-Quédese tranquilo Juan Manuel, le dijo Rosa. Yo me encargo de poner la mesa y preparar la cena. Usted, pongase comodo. Debe estar cansado.-

-Juan Manuel, le agradeció y entro al baño.-

Al rato, los tres cenaban y hablaban de trivialidades, mirando un programa de televisión de esos que a Juan Manuel, le resultaba un bodrio. Le dijo a Marianela que quería acostarse y ambas mujeres accedieron.  Saludo a su suegra con un seco -Hasta mañana, que descanse- y un beso a su mujer.

-El jueves fue un día de ansiedad por el hecho de que tenía que retirar los resultados de la Clínica, les darían a conocer el futuro del embarazo de Marianela.-

La cabeza de Juan Manuel, no paraba de pensar en el momento en que recibiría los informes. Además al mediodía mientras almorzaban juntos, le comentó a Cuello, que el lunes necesitaba irse antes por el embarazo de su esposa -pensó para sí que era una “mentira piadosa”, pero no podía decir que tenía una entrevista de trabajo. Era solo una oportunidad. -Y si en la entrevista no le iba bien o la respuesta era negativa, se quedaba en una de esas en la calle.-

Salió a la tarde del trabajo, como siempre ascendió al tren. Al llegar a la estación de Morón, bajó y tomó un colectivo hasta la Clínica. Presentó los comprobantes y la empleada le entregó los estudios. No pudo con su ansiedad por saber los resultados y abrió cada uno de los sobres.

Al leerlos; su decepción fue tremenda. Poco sabía de medicina, y menos de ginecología. Pero le habían quedado en la memoria, las posibilidades que les había dado el ginecólogo. Leyó el diagnóstico del ultrasonido y leyó “embarazo ectópico”. Él que se consideraba con mucha fortaleza; en ese momento se desmoronó. Un llanto contenido mientras caminaba hacia la parada del colectivo, se transformó en un par de lágrimas que rodaron por sus mejillas.

Ahora era como decirselo a Marianela y todo lo que vendría luego, con la visita obligada al Dr. Kandinsky….

Continuará…

Glosario: 

“bodrio”   – de mal gusto; aburrido.

Imagen de la portada: Gentileza de Pinterest – Centro Naval en la Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.

Historias de Vida

Juan Manuel – Capítulo 13

Juan Manuel ese mismo martes, llamó a la casa de una vecina para pedirle si tenía la gentileza de avisarle a Marianela, que llegaría más tarde porque pasaría un rato a visitar  a sus padres, a los que por todas las situaciones que habían sucedido, hasta dejo de llamarlos por teléfono como habitualmente lo hacía. No obstante; cuando le avisó a su madre que iría, ella lo sorprendió diciendo que habían llamado de una empresa; preguntando por él, por un currículum que había enviado, solicitando empleo.

La vecina le dijo que se quedara tranquilo, que cruzaría y que le avisaba a Marianela.

Juan Manuel al salir del trabajo como cada día igualmente tomó el tren; pero descendió en la estación de Floresta en la Capital, ya que de allí tenía unas ocho cuadras hasta la casa de sus padres. Tocó el timbre de la casa, y vio a trasluz del vidrio de la puerta de calle, que su padre se acercaba presuroso.

Abrió la puerta y le dio un fuerte abrazo; – ¡Hola hijo! ¡Unos cuantos días sin saber de vos! ¿Ha pasado algo? le pregunto.-

-Mira papá, un montón de cosas. Ahora saludo a mamá y les cuento. ¿Si?.-

-Si pasa..pasa a la cocina; que estábamos tomando unos mates.-

-Entró a la cocina y su madre con una gran sonrisa lo recibió como siempre; con alegría y un fuerte beso, que el retribuyo.-

Juan Manuel encontraba cada vez que iba a visitarlos, una paz que no tenía en su hogar. Y eso lo llevaba siempre a cavilar si no se había apresurado -llegó repetidas veces a considerar que sí- al casarse.

La madre preparó una torta marmolada para acompañar las rondas de mate, a sabiendas que era la preferida de Juan Manuel. Este siempre preocupado por su padre -que cada tanto, tenía una recaída en su salud mental- le preguntó;

-¿Y papá; vos como estas? ¿ Cómo te sentís?-

-Bien, querido. Para no aburrirme como todo jubilado; le ayudo a tu madre. Lavo la vereda o el patio y a veces hago algunas compras. También me llama algún vecino o porque tiene un problema con la cocina u otra cosa. Ahí tomo mi caja de herramientas, y si puedo se lo reparo.-

-¿Ah…bueno, le cobras, no?-

-No hijo; cómo les voy a cobrar. Es de buenos vecinos, lo que hago es solo una gauchada.-

-Sos más bueno….siempre igual. Yo quisiera saber si en algún momento vos necesitas algo, procederian igual.-

-Ahh…no Juan Manuel, no me interesa eso. Sabes que bueno es apoyar la cabeza en la almohada a la noche y no tener problemas de conciencia.-

Sabía que su padre no cambiaría, que siempre fue así; que era su madre la que cuidaba del dinero y llevaba adelante el hogar. Por ella habían podido llegar a tener su techo propio y al fallecer el abuelo Felix, su padre y su tío le heredaron. Su padre se quedó con dos propiedades. En una de ellas, vivía el hijo mayor con la familia y la otra, se la alquilaron a una familia que hacía años estaban allí, en vida de su abuelo. Es decir, no pasaban problemas económicos, ya que a esa pequeña renta le sumaba su retiro efectivo de la Policía Federal, como si aún estuviera en actividad.

Juan Manuel los puso en tema de las cosas que venían sucediendo, fundamentalmente del embarazo de Marianela y los estudios que justamente se había hecho ese día. Les comento que habían venido sus suegros de la Provincia de Córdoba y que la madre estaba viviendo en Morón, para darles una mano.

La madre entonces, le comento que lo habían llamado de una empresa importante -Grundig- por el puesto de Jefe de Personal. Juan Manuel se sorprendió; él no tenía aún 22 años y era un cargo de mucha responsabilidad. Pero tomó el número que la madre tomó y el nombre con quien se debía contactar. Un ingeniero llamado Francisco Mazzeo.

Mate va, mate viene se contaron todas aquellas novedades de las hermanas de Juan Manuel y sus familias, de la familia de la madre -sus hermanas- y algunas bromas que solía hacer su padre, amenizaron la charla.

Cuando miro su reloj; se sorprendió. Ya erán casi las nueve de la noche. Su madre insistió en que se quedara a cenar, y aceptó. Cuánto tiempo hacía que no comía con ellos -pensó-.

Salió de la casa de sus padres cerca de las once de la noche. En consecuencia llegó a su casa, pasados minutos de la medianoche.

Abrió la puerta y antes de cualquier saludo, Marianela levantando la voz;

-A vos te parece…llegar a esta hora. Yo acá estoy nerviosa con mamá; pensando que te podía haber sucedido algo, Además, sabías que fui a realizar los estudios. ¡Veo que poco te interesa saber que me pasó!-

-No hagas escándalos, Marianela. Por favor, estuve en la casa de mis “viejos” que hacía rato que no los veía y además me tenían un mensaje para darme. ¿No te avisaron?-

-Sí…pero eso ¿qué tiene que ver? ¿No te interesa saber de mi estado? Tras eso, se abalanzó hacia Juan Manuel, que les tomó las manos. Marianela estaba totalmente alocada. Para peor, Rosa su madre creyó que él le iba a pegarle, y sin razón alguna le rasguño la cara de lado.-

-Juan Manuel, pego un grito ¡Pero se volvieron locas ustedes? ¿Que les pasa?-

Juan Manuel, estaba cada vez más harto de las escenas de su mujer, que nada reconocía de lo que él hacía. Podía aceptar que fuera celosa, cuando él le daba motivos. Pero no por cualquier cosa y menos por haber visitado a sus padres.

Salió de la casa y se fue a caminar, en la soledad de la noche. Deseaba calmarse porque se conocía y no deseaba insultar a nadie. Habrá caminado unas diez cuadras, y fumado unos cinco cigarrillos en ese pequeño trayecto. Cada vez le pesaban más las ridiculeces. Se daba cuenta, que en muchas cosas eran como el agua y el aceite. No podían compatibilizar.

Volvió pasada la una de la madrugada. En la casa un silencio sepulcral lo recibió. Se dijo para sí -que era preferible-, había sido una situación totalmente bochornosa. Además, podía dormir solo cuatro horas y  levantarse para ir a trabajar. Supuso que al otro día, las cosas iban a estar un poco más tranquilas y ya se enteraría de lo sucedido el martes en la Clínica. Además tenía que llamar a ese ingeniero de esa empresa, cuya casa matriz estaba en Alemania.

Se acostó nervioso en el sillón del comedor, no era para menos. No pudo dormir hasta después de una hora.

A las seis de la mañana despertó, tratando de no hacer demasiado ruido -difícil en una casa tan pequeña- se fue al baño se vio los rasguños en su rostro -puteo por lo bajo- y se cambió dentro de él. Salió de su casa; ambas mujeres se quedaron durmiendo.

Miércoles; mitad de semana. Llegó a la oficina. Saludo a Cuello. Este lo miro y le pregunto, ¿ te lastimaste la cara? Si, con ese rosal de la entrada que tengo en casa, parece que me hubiera rasguñado una mujer. ¿No, Cuello? y sonrió.-

-Cuello movió la cabeza, sonriendo también.-

-A la hora del almuerzo, le dijo a Cuello que no iba a almorzar. Iba a aprovechar la media hora, para hacer un trámite -en realidad tenía que hablar de un teléfono público a ese tal Mazzeo de la empresa Grundig- No lo iba hacer delante de su jefe. Trabajo temporario, pero trabajo al fin. No deseaba correr riesgos.-

-Camino por la calle Pasteur, hasta que logró encontrar un bar poco frecuentado con teléfono público. Marco el número y del otro lado -pensó que era la telefonista- una voz femenina muy cordial, contestó -Grundig, buenos días. ¿Quién habla?-

-Ahhh … .Señorita, Usted no me conoce. Me dejaron un mensaje en la casa de mis padres, para que me comunicará con el Ingeniero Francisco Mazzeo.-

-¿Cómo es su nombre, Señor?-

-Le dijo y ella le pidió que esperara.-

-¿Hola, habla Juan Manuel?-

-Tanta familiaridad lo sorprendió-. Pero le contesto -Si, ¿habla el ingeniero Mazzeo?-

-Sí Juan Manuel, lo molestamos a la casa de sus padres, porque es una de las tres personas seleccionadas por las cartas que recibimos, para el puesto de Jefe de Personal. Quería concertar con usted, día y hora para una entrevista personal.-

-Bueno…como usted sabe Ingeniero si leyó mi curriculum, estoy trabajando. Puedo pedir permiso para retirarme un poco antes. ¿Dónde sería la entrevista? –

-En una de las plantas, que ocupamos aquí en Villa Ballester.-

-¿Bueno, dígame podría ser a eso de las 4 o 5 de la tarde?-

-Sí, no hay problema Juan Manuel. Usted será el último en ser entrevistado. Le parece bien el lunes a las 16.-

-Si…mejor, de esa manera aviso en mi trabajo.-

-Bueno, tome nota de la dirección-

-Sí dígame ingeniero; escribió la dirección -le agradecio y se despidió-

Colgó y se sintió el tipo más feliz del mundo. Parecía que Dios le estaba dando una mano. Tan joven y con una posibilidad de tomar un cargo, que significaba mayores ingresos y un mejor futuro. Se sintió pleno y con mucha confianza.

Ahora cuando llegara a su casa, vería como estaba el ambiente después de lo sucedido ayer; y le iría a comentar esta grata nueva -esperanza al fin- a Marianela.

Continuará…

Glosario

“gauchada”  coloquial – ayuda desinteresada.

“viejos”        utilizado por adolescentes/jóvenes para decir padres.

“puteo”       coloquial – insulto violento y agresivo

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest – Barrio de Floresta