Esta historia comienza en el año 1843 cuando Camila O’Gorman, una joven hermosa y culta de una familia distinguida y católica, conoce a Ladislao Gutiérrez, sobrino del general Celedonio Gutiérrez, gobernador de la provincia, quien es párroco en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro ubicada en Suipacha y Juncal, en la ciudad de Buenos Aires.
Enamorados, no se pensaban uno sin el otro, querían vivir juntos, casarse ante Dios y ante los hombres, tener hijos, y el 12 de diciembre de 1847, con algunas ropas y un poco de dinero, abandonaron hogar e iglesia.
La noche de a caballo
los vio partir.
Los rodeaba un mundo peleado,
un mundo sin amor.
El tiempo del degüello,
de la suprema autoridad,
del que siempre tiene razón (1)
Ambos sabían que no iba a ser fácil llegar a Río de Janeiro, la meta que se habían fijado. En febrero de 1848 obtuvieron sus pasaportes. Camila pasó a llamarse Valentina Desan y su esposo, Máximo Brandier, jujeño y comerciante.
Con estas identidades falsas, sin mirar hacia atrás, se instalaron en la pequeña ciudad de Goya, provincia de Corrientes, donde la “señora Brandier” abrió una escuela para niños mientras tomaban los recaudos para dar el ansiado salto hacia el vecino país.
A todo esto, ante la ausencia de su hija, el padre de Camila se dirigió al Gobernador, don Juan Manuel de Rosas, para transmitirle la preocupación de la familia:
“Me tomo la libertad de dirigirme a V. E. por medio de esta, para elevar a su Superior conocimiento el acto más atroz y nunca oído en el país, y convencido de la rectitud de V. E. hallar un consuelo en participarle la desolación en la que está sumida toda mi familia. (…) Así señor, suplico a V. E. dé orden para que se libren requisitorias a todos los rumbos para precaver que está infeliz se vea reducida a la desesperación y conociéndose pérdida, se precipite en la infamia.”
La huida se hizo pública. El obispo Medrano manifiesta que tal hecho constituía un procedimiento enorme y escandaloso… contra el que fulminan las penas más severas la moral divina y las leyes humanas”, Rosas moviliza la policía, hace fijar carteles con la filiación de los prófugos y envía sus datos a los gobiernos federales, pidiéndoles la captura y remisión de Camila y de Gutiérrez, sin importarle las críticas que recibe de los exiliados argentinos.
Ajenos a la persecución de que eran objeto, Camila y Ladislao despertaban uno junto al otro, el mundo había cambiado para ellos, eran libres y habían vencido. Así vivieron, llenos de vida e ilusionados hasta el mes de junio, cuando fueron invitados a un cumpleaños y tuvieron la desgracia de encontrarse con un conocido, el cura irlandés Miguel Gannon, quien de inmediato los denunció ante las autoridades.
Una vez capturados y traídos a Buenos Aires, el Restaurador ordenó que llamaran a un cura para que suministre a los condenados los auxilios de la religión, y fueran fusilados, ¡cómo se lee!, sin dar lugar a apelación ni defensa, desechando la opinión de jurisconsultos contrarios a la ejecución, y el pedido de su hija Manuelita que alegaba el embarazo de su amiga de la infancia. Un embarazo que muestran el cine y la literatura, aunque no existen documentos ni testigos que lo avalen.
Camila, después de declarar que no estaba arrepentida y que tenía la conciencia tranquila, recibió el siguiente mensaje de Ladislao: “Camila: acabo de enterarme que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir juntos en la tierra, nos uniremos en el Cielo ante Dios. Te abraza, tu Gutiérrez”.
Como a numerosos lectores, me hubiera gustado leer un final feliz, pero no. La sentencia se cumplió el día 18 de agosto de 1848, en Santos Lugares, una localidad de la provincia de Buenos Aires.
Domingo Faustino Sarmiento escribió entonces: “…Buenos Aires tiene encallecido el corazón de experimentar horror, Y no es fácil conmover con muertes, degüellos, desapariciones de individuos. Todo es vulgar; pero aquel fusilamiento (…) era tan exquisitamente horrible, imprevisto, repentino y aterrante, que valía por una matanza por las calles llevando al mercado las cabezas. Si la ciudad entera hubiese recibido un solo instante la noticia, se la habría visto estremecer como si una cadena galvánica hubiese comunicado a todos una descarga eléctrica…».
Muchos trataron de quitar responsabilidad a Rosas; sin embargo, el mismo Rosas, desde su exilio en la ciudad de Southampton, Inglaterra, la aceptaba, como puede apreciarse en la carta que le envía a Federico Terrero el 6 de marzo de 1870: «Ninguna persona me aconsejó la ejecución del cura Gutiérrez y de Camila O’Gorman, ni nadie me habló en su favor. Por el contrario, todas las personas del clero me hablaron o escribieron sobre el atrevido crimen y la urgente necesidad de un castigo ejemplar para prevenir otros escándalos semejantes o parecidos. Yo creía lo mismo, y, siendo mía la responsabilidad, ordené la ejecución… Mientras presidí el Gobierno de Buenos Aires y fui encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, con la suma del Poder por la Ley, goberné según mi conciencia: soy, pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como de los malos, de mis errores y de mis aciertos».
Esta historia de amor, cuyo trágico destino nos retrotrae a una época de intolerancia, fue llevada al cine: “Camila O´Gorman”, dirigida por Mario Gallo e interpretada por Blanca Podestá y Salvador Rosich (1910); “Camila”, dirigida por María Luisa Bemberg e interpretada por Susú Pecoraro e Imanol Arias (1984), nominada al Oscar a la mejor película extranjera y premio a la mejor actriz en los festivales internacionales de Karlovy Vary (1984) y del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (1985); y a un musical, “Camila, nuestra historia de amor”, escrita y dirigida por Fabián Núñez e interpretada por Natalie Pérez y Peter Lanzani (2015).
(1) Hugo Ditaranto. Los procesos. LA BESANA. Buenos Aires. 1981, p. 47.
Imagen de portada: Gentileza de CEDOC y Facebook.
FUENTE RESPONSABLE: Editorial Perfil por Ángel Cabaña. Profesor y Licenciado en Historia.
Amor/Sociedad/Crimen/Repercusiones/Buenos Aires/Argentina Siglo XIX.
La paradoja de tener dislexia tras un ACV y dirigir una sede literaria
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En un acto realizado en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno se anunció la reapertura del Museo del Libro y de la Lengua, de lunes a viernes. Su directora, María Moreno,que sufrió un accidente cerebrovascular a inicios de julio,preparó un emocionante texto que fue leído por la escritora Inés Ulanovsky durante el evento.
El texto completo
Que el Museo del Libro y de la Lengua sea dirigido por alguien que ha sufrido los efectos de un ACV, entre los cuales se encuentra una severa dislexia, es decir, que siente un sabor amargo en la lengua del cuerpo y la del alma, según una frase elegíaca de don Leopoldo Marechal en su Adán Buenosayres, parece una obra de Copi; pero como la vida tiene los argumentos más extravagantes, es despóticamente real.
El 3 de julio de 2021 tuve un infarto cerebral que me provocó parálisis en el lado derecho de mi cuerpo, incluida la mano –nunca pensaba en ella, simplemente estaba ahí para servirte en mis caprichosas asociaciones literarias, era la mano de escribir–. Estaba escribiendo sobre la potencia de la enfermedad y de la asimetría corporal en la obra de Lina Meruane y Mario Bellatin. Nunca volveré a provocar a los dioses que convierten la escritura en una profecía.
Mi mano derecha yace exangüe, lívida, sobre una plataforma de elevación; los dedos apiñados, las uñas pintadas de rojo, apenas firmes para sostener un abanico como en un cuadro de Prilidiano Pueyrredón.Mi pierna derecha se siente como la del capitán Ahab, pero mucho peor escrita. No escribo las palabras que deseo; a estas las olvido fácilmente. Escribo las que son fruto de una negociación; a veces, otras que nunca hubiera escrito de no haber tenido un ACV. Escribo esto con el índice de la mano izquierda, que se ve obligado a realizar con el dedo pulgar simples coreografías para tocar simultáneamente Alt y la tecla del signo de puntuación buscado.
Se asocia la dislexia al retraso mental, a la media lengua de los niños. Solo los llamados subalternos dicen “no entiendo”, con firmeza, cuando en realidad son los únicos que entienden y reconocen que detrás de los fallos del lenguaje están los antiguos privilegios.
El neurólogo y escritor Oliver Sacksmostró la existencia del inconsciente al observar en los accidentados neurológicos una imaginación que excedía las estrategias de la enfermedad al servicio del impulso reparador y, por supuesto, al soporte material del cerebro humano. En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Un antropólogo en Marte y Veo una voz, Sacks registra unos “despertares” que evocan la prodigalidad creativa de un Leonardo: un músico que no puede diferenciar entre su esposa y una gorra pero que es genial, una escultora que no percibe sus manos y es un éxito, un sordomudo orador y lingüista. En cierta ocasión escuchó unas carcajadas convulsivas que provenían de la sala de afásicos del hospital donde trabajaba. Al entrar descubrió que la reacción se estaba produciendo ante el discurso del presidente –Sacks no dice cuál, aunque se puede sospechar que se trata de Ronald Reagan–. Según el diagnóstico médico ciertos afásicos no pueden comprender el significado de las palabras y sí, con peculiar precisión, la expresión que las acompaña, es decir la teatralidad. Su conclusión es que a un afásico no se le puede mentir. Una mujer, Emily D., ocupante también del pabellón de afasia, sufría una enfermedad diferente, la agnosia, que le hacía comprender el sentido de las palabras pero no sus cualidades expresivas. Esta mujer determinó que el discurso del presidente no era buena prosa, es decir, desaprobó su retórica. ¿Deberían los afásicos postularse como analistas políticos?
Yo también tuve mis musas: las de la disartria. He renunciado a mis excesos barrocos y a mis enumeraciones caóticas rococó. He llegado a la síntesis por un déficit, no por voluntad. He ganado en lectores, ahora soy transparente, mientras que mi habla se vuelve a veces infranqueable.
Esta larga introducción es para anunciar que el Museo del Libro y de la Lengua está abierto a las lenguas rotas e infartadas, a sus invenciones, que no pueden adjudicarse simplemente al concepto de reparación.
Hoy es el décimo cumpleaños del Museo y, por lo menos, la tercera reinauguración de las muestras La kermés del día después y Mareadas en la marea: diario de una revolución feminista. En la última inauguración las sacamos al jardín y las filmamos. La kermés del día después aludía a la pastilla del día después y ahora, conla ley del aborto obtenida, vuelve a ser la kermés del día después de la inauguración. Esta vez levantamos un altar en homenaje a las víctimas de femicidio, y dice así:
“La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”. (Las Tesis)
Las que siendo una menos siempre fueron por más. A sus cuerpos gozosos, deseantes. A sus ganas de bailar, hacer el amor, de vivir su libertad hasta el fondo. Para ellas es este altar de cotillón e iconografía popular de nuestra américa en el que no quisiéramos tener que escribir un nombre más.
A sus memorias, amorosamente.
Felicitaciones a la craneoteca del Museo: Esteban Bitesnik, Inés Girola, Pablo Licheri, Inés Ulanovsky, Nicolás León Rubio, Martín Algieri, Ornella Benevento, Laura Orgambide, Viviana Gonzalez y Gabriel Zarco que supo encontrar aquí su cajita feliz con lealtad y compromiso. Felicito también, especialmente, a Viviana, que de ahora en adelante abrirá las puertas a los visitantes.
Agradezco su paciencia.
Imagen de portada: Gentileza de Página 12
FUENTE RESPONSABLE: Página 12
Museo del Libro y de la Lengua. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Se presentará este jueves en el teatro Coliseo de Buenos Aires.
El pianista, uno de los más importantes de su generación, ofrecerá un concierto con obras de Astor Piazzolla y George Gershwin. Se trata de un programa atractivo, con dos artistas que Lavandera considera fundamentales. Dos miradas personales de la música universal desde América. «No se puede entender a Piazzolla sin Gershwin», señala.
El rigor de la pandemia cede, las tensiones se aflojan, los espacios se recuperan y acaso la vida se parece un poco más a lo que alguna vez fue. Del mismo modo que fue inédita la pandemia, es nueva esta sensación de regreso. Entre las cosas que paulatinamente quieren recuperar su lugar están también los grandes conciertos en las buenas salas. Como el que el jueves a las 20.30 ofrecerá Horacio Lavandera en el Teatro Coliseo. Después de meses sin sentir la presencia del público cerca, el pianista, uno de los más importantes de su generación, ofrecerá un concierto con obras de Astor Piazzolla y George Gershwin. Se trata de un programa atractivo, con dos artistas que Lavandera considera fundamentales. Dos miradas personales de la música universal desde América.
“Tengo una expectativa inmensa por este concierto. No tocó en Buenos Aires desde que comenzó la pandemia, en marzo de 2020”, dice Horacio Lavandera al comenzar la charla con Página/12. El regreso a los escenarios para el pianista, compositor y director será el reencuentro con el público porteño, el suyo y también el de Piazzolla. “La expectativa también tiene que ver con eso, porque el de Buenos Aires es un público que tiene un vínculo espiritual con la música de Piazzolla. Yo la toqué en muchos lugares del mundo y lo que sucede acá es muy particular, la conexión se produce sin filtros. Como intérprete me toca ahora exacerbar esa relación entre la música de Piazzolla y el público de acá, porque también soy porteño y conozco los misterios de esta música. Además, el Coliseo tiene una acústica ideal, porque es más seco y el piano suena más brillante. Para mí esta música es lo mejor y para mí una gran felicidad”, asegura Lavandera.
Formado dentro de los cánones de las escuelas clásicas del piano –fue alumno de Marta Freijido y Antonio de Raco en Argentina y de Josep Colom en España–, Lavandera comenzó a profundizar su relación con la música de Piazzolla hace algunos años, entusiasmado por su padre, José María, que por más de 40 años fue destacado integrante de la Orquesta de Tango de Buenos Aires. “Hay cosas que no se enseñan en ningún conservatorio, me las enseñó mi padre, que en su carrera tocó con los más grandes del género”, dice Horacio. En 2016 el pianista llevó su visión de Piazzolla al disco con un trabajo notable –Horacio Lavandera Plays Astor Piazzolla–, premiado en España con el “Melómano de oro”, la distinción que otorga la prestigiosa revista Melómano. “Este verano gané un premio Estrella de mar. Era la primera vez que tocaba la música de Piazzolla en Mar del Plata”, agrega.
Lavandera cuenta que la pandemia interrumpió giras programadas por Estados Unidos, Canadá, Alemania, Inglaterra y China y que buena parte de su tiempo se divide entre el piano y la composición. “Seguramente, poco a poco, los conciertos se irán reprogramando. Ahora lo importante es que haya un gran porcentaje de la población mundial vacunada para poder viajar con tranquilidad”, advierte. En tanto, el pianista pone a punto un repertorio que mostró en parte por streaming el año pasado y que por muchas razones siente propio. “Adiós Nonino”, “Fuga y misterio”, “Cuatro estaciones porteñas” y “Libertango” configurarán el segmento dedicado a la música de Piazzolla, que en la segunda parte se completará con “Tres preludios”, “Rhapsody in Blue” y “The Man I Love”, de Gershwin. El pianista no estará solo: contará con invitadas como la bandoneonista Ayelén Pais Negrín, la clarinetista Sofía Kujta y la cantante Mariú Fernández. “Hacer la música de compositores por los que siento una particular predilección junto a artistas que admiro profundamente por su talento y su personalidad es la felicidad absoluta”, señala Lavandera.
Del mismo modo que para recrear la música de Piazzolla recurrió a las fuentes –en particular las versiones del quinteto–, también para elaborar sus interpretaciones de Gershwin el pianista se remonta a los orígenes. “Hay varios registros históricos de ‘Rhapsody in Blue’. En particular me centré en el del ’24, la primera versión grabada, con la orquesta de Paul Whiteman, el mismo Gershwin al piano y el mítico solo de clarinete de Ross Gorman. También es muy interesante una versión para piano solo grabada por Gershwin en un rollo de pianola”, explica Lavandera. “Con Sofía (Kujta) investigamos la grabación del ‘24 para emular al clarinetista original, que además de conocer las técnicas del jazz conocía las del Klezmer. Me interesaba particularmente llegar a reconstruir el sonido y la articulación de ese solo que es paradigmático, pero que con el tiempo, con las interpretaciones ‘clásicas’ se ha ido ‘lavando’, ha ido perdiendo el impacto original”, agrega.
“La referencia de mi versión de ‘The man I love’ tomé una grabación del 1931 con una cantante, de Music by Gershwin, un programa de radio que tenía el compositor. La idea es retomar esa energía, partir desde ahí. Para este concierto la presencia de Mariú Fernández es determinante. Su voz es la ideal, porque además de ser bella en todos sus registros, maneja el estilo y su inglés es perfecto. Es un placer poder hacer Gershwin de esta manera. Es mi primer gran referente como compositor, pianista y director de orquesta. Lo admiro desde niño y si soy músico es también por él”, explica Lavandera.
– ¿Qué conexiones te parece oportuno destacar entre Gershwin y Piazzolla?
– Hay muchas. Al punto que no se puede entender a Piazzolla sin Gershwin. En obras para orquesta como Sinfonietta, Tres movimientos porteños, Tangazo o también en versiones del Quinteto queda claro de qué manera Piazzolla escuchaba a Gershwin. Por otro lado ambos eran virtuosos del propio instrumento y cada uno con sus particularidades plasmó un estilo propio. Los fraseos eléctricos de Piazzolla, el apoyo rítmico de la mano izquierda en Gershwin, son algunas de las referencias que no podemos dejar de escuchar. Ni Gershwin ni Piazzolla se dejaron llevar por las ideas preestablecidas, sino que optaron por buscar caminos poco explorados y sintieron que el jazz o el tango representaban la oportunidad para expresar las propias raíces. Y sobre todo tanto Gershwin como Piazzolla contribuyeron a superar el complejo de inferioridad americano frente a la música europea. Mi interpretación va en busca de esas afinidades, quiero hacer propia esa energía y transformarla en algo actual.
Una trayectoria singular
Muchos años pasaron desde que Horacio Lavandera ganó el Concurso Umberto Micheli en el Teatro alla Scala de Milán. En aquella ocasión recibió además el premio de la Filarmónica de la Scala por la mejor interpretación con orquesta, de manos de un jurado integrado por Luciano Berio, Maurizio Pollini, Charles Rosen, Alexis Weissenberg, Luis de Pablo y Michel Beroff. Con 16 años y una ductilidad que le permitía moverse con comodidad entre el barroco y la música contemporánea, el pianista porteño comenzaba entonces una carrera internacional que lo llevó por salas importantes del mundo, desde el Cargaghie Hall de Nueva York hasta la Filarmónica de Berlín y el Teatro Colón, tocando solo o con orquestas como la del Mozarteum de Salzburgo, la Sinfónica de la Radio Televisión Española o la de Santa Cecilia de Roma.
De ese trajín surge una discografía atractiva, en la que se destacan trabajos como Three Bs (2005), un registro en vivo con con música de Bach, Beethoven y Brahms; Compositores españoles. Generación del ’51 (2007), con obras de Tomás Marco y Cristóbal Halffter; Compositores argentinos (2009), con páginas de Alberto Ginastera, Gabriel Senanes y Esteban Bencecry, además de los trabajos monográficos sobre Chopin (2013), Dino Saluzzi (2015) y Astor Piazzolla (2016). También es encomiable la manera en que a su tarea de pianista combinó la de director, al frente de formaciones como la Orquesta Estación Buenos Aires, la Camerata Bariloche o de su Orquesta Clásica Argentina.
Lavandera marcó hitos con ciclos como “Noches de Música y Ciencia”, en 2012 y 2013, donde interpretó desde Beethoven, Chopin y Liszt hasta obras de Pierre Boulez, Iannis Xenakis y Luigi Nono, además de Karlheinz Stockhausen, de quien se había convertido en su pianista dilecto. También se recuerda la ejecución integral, como solista y director, de los conciertos de Beethoven en 2017 en el Centro Cultural Kirchner.
Ahora, el pianista regresa a los conciertos en vivo con dos compositores “que rompieron moldes e hicieron música sin discriminación”, para recomponer tras la pandemia ese itinerario de búsqueda y reflexión en el que, asegura, “la alegría está en el camino”.
Imagen de portada: Página 12
FUENTE RESPONSABLE: Página 12- Por Santiago Giordano.
Fue seleccionado entre más de 150 propuestas de todo el mundo
¿Pueden la ciencia de datos y la inteligencia artificial ayudar a prevenir brotes de Covid-19? Ese es el eje de la investigación de un proyecto argentino, coordinado por el Centro Interdisciplinario en Estudios de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciecti), que fue seleccionado entre más de 150 propuestas de todo el mundo y obtendrá financiamiento de Canadá y Suecia.
El proyecto se llama Arphai (por su nombre en inglés Argentinean Public Research on Data Science and Artificial Intelligence for Epidemic Prevention) y su objetivo es el desarrollo de herramientas, modelos y recomendaciones que ayuden a anticipar y gestionar estos eventos epidemiológicos como el Covid-19, pero replicable con otros virus.
La iniciativa surge del Ciecti –un asociación civil creada por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Argentina)– y fue elegida junto a otras ocho propuestas con base en África, América Latina y Asia. En América Latina solo se seleccionaron dos: Arphai en Argentina y otro proyecto en Colombia.
A partir de este reconocimiento contará con el financiamiento del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (Idrc) de Canadá y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Sida), en el marco del Programa Global South AI4COVID.
¿Cómo es el proyecto de Arphai?
El proyecto es coordinado por Ciecti y cuenta con la participación de la Secretaría de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Dirección Nacional de Sistemas de Información perteneciente a la Secretaría de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Argentina.
También trabajan en la iniciativa investigadores e investigadoras, equipos técnicos de la administración pública y miembros de 19 instituciones, incluyendo universidades y centros de investigación, en seis provincias argentinas y la Ciudad de Buenos Aires.
El objetivo principal es desarrollar herramientas tecnológicas basadas en inteligencia artificial y ciencia de datos que, aplicadas a historias clínicas electrónicas (HCE), permitan anticipar y detectar potenciales brotes epidémicos y favorezcan la toma de decisiones de salud pública preventiva en materia de Covid-19.
Entre las tareas desplegadas, se avanza también en un proyecto piloto de implementación de la Historia Clínica Electrónica diseñada por el Ministerio de Salud (Historia de Salud Integrada -HSI) en redes sanitarias de dos municipios del conurbano bonaerense, con el fin de acumular aprendizajes y diseñar una estrategia de escalado a nivel nacional.
Otro objetivo es priorizar una perspectiva de equidad, particularmente de género, criterio que se expresa en el esfuerzo por mitigar sesgos de los prototipos desarrollados (modelos, algoritmos), en el análisis y cuidado sobre las bases de datos utilizadas y en la conformación diversa de sus equipos de trabajo: el proyecto está integrado en un 60% por mujeres, muchas de ellas en posiciones de conducción.
Arphai se desempeña con estrictos criterios de confidencialidad, protección y de anonimato de datos y cuenta con el aval del Comité de Ética de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).
Imagen de la portada: Gentileza de Página 12
FUENTE RESPONSABLE: Página 12 – Investigación/Ciencia/Inteligencia Artificial/Procesamiento de datos/COVID19
Nuestro país…tan maravilloso y tan dividido; con niños hambrientos, padres buscando en contenedores o cartoneando, agresión en aumento, oposición destructiva, oficialismo inmovilizado, justicia inexistente, políticos corruptos, payasos mediáticos que son patrocinados por la derecha ora la izquierda ora la voracidad de afuera y de adentro -empresarios apátridas y transnacionales sedientos de expoliación aún mayor a las ya obtenidas… dócil pueblo de ovejas que como rebaños hasta el cuesta tener valor para todos juntos -algo irrisorio de pedir- cantar nuestra canción patria con el final a pleno “O juremos con gloria, morir…” Como podemos hablar de gloria; sin moral…sin orgullo…sin honestidad…sin ser lo suficientemente críticos de nuestros actos cívicos y más de los que pensamos con ese dejo de soberbia; pensando estúpidamente que somos “los mejores …simplemente de la nada”.
Para todos ellos, vaya esto. Parece que no se hubieran enterado de la realidad bien “argenta”. Perdónanos Señor; no sabemos desde siempre lo que hacemos…
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La encuesta
Se «prometió» pero no se «realizó»
Una de las claves a dilucidar sobre el porqué de la derrota del oficialismo en las PASO, derrota apalancada fundamentalmente en la no concurrencia a las urnas masivamente como forma de protesta, es observar el peso de diversos factores de preocupación en la decisión de voto, incluida la no concurrencia.
Estas son las preocupaciones dominantes de los electores que permanecieron indecisos hasta último momento, la mayoría votantes del FTD en 2019 y buenas imágenes del Presidente, La Vicepresidenta y el Gobernador bonaerense.
Como se observa, los temas socioeconómicos dominan ampliamente la agenda de preocupaciones de estos electores claves en el resultado de la elección a punto de que casi el 60% de los temas que preocupan son desempleo, bajos salarios y precios. A contrario sensu el tema coronavirus ocupa apenas el 1,4% de las preocupaciones, señal de la exitosa campaña de vacunación bonaerense que literalmente borró el tema sanitario de la agenda de problemas.
No hay duda alguna que las socioeconómicas fueron las causas de la derrota electoral del oficialismo, efecto de una política económica que no satisfizo las expectativas de sus propios votantes del año 2019 que optaron por ausentarse de la elección antes que darle el voto a la oposición neoliberal por la memoria reciente del daño que en los cuatro años de gobierno de Macri debieron soportar.
Estos electores ausentes apelaron para no concurrir a votar, incluso a manifestar síntomas de Covid.
Los ausentes son fundamentalmente segmentos medios y medios bajos que representan al 40% de la población ubicada entre el tercer y sexto decil de ingresos de la pirámide de estratificación social.
Son sectores que se apropian del 24% del ingreso total mientras que el 10% más rico toma hoy el 32% del ingreso total.
Segmentos muy castigados por la caída en el poder adquisitivo del salario que, junto a jubilaciones y pensiones, representa la modalidad dominante de ingresos de su grupo familiar junto a complementos de changas y cuentapropismo precario.
Electores que están muy lejos de ser impactados por la suba del piso de ganancias a $175 mil y sin beneficiarse tampoco de la saga de subsidios del Gobierno ni su trama clientelar. Estos segmentos medios y medios bajos ausentes en las PASO, descansan su ingreso básicamente en jubilaciones, pensiones y salario mínimo complementados por changas y son los más refractarios a ingresar en la polarización creciente y habitual que signa el comportamiento electoral en las últimas décadas.
En este universo de votantes indecisos primero y ausentes después votantes mayoritariamente al FDT en el año 2019 las fronteras de los diferentes relatos son líquidas y define su voto según las condiciones socioeconómicas que transitan y su memoria reciente del proceso de deterioro.
No es casual que estos segmentos, luego de permanecer indecisos finalmente no concurrieran a emitir su voto, puesto que sobre estos sectores medios y medios bajos opera aún la memoria reciente del descalabro macrista, tras cuatro años de gran daño social, eslabonado con la insatisfacción socioeconómica actual frente a una mejora prometida que no termina de llegar. Se “promete”, pero aún no se “realiza”.
De cómo definen estos segmentos claves su voto y concurrencia, dependerá el resultado final de la elección de medio mandato definitiva, en particular será decisivo para marcar la distancia que el oficialismo actual obtenga sobre la coalición opositora, porque como se observa en este relevamiento de la estratégica Provincia de Buenos Aires, el triunfo del Frente de Todos sobre Juntos por el Cambio parece a priori muy complejo, aun faltando bastante tiempo relativo para las elecciones de noviembre y las intenciones de reversión por parte del oficialismo.
GP.
Artemio López
*Director de Consultora Equis.
Producción periodística: Silvina L. Márquez. Encuesta
Un recorrido de su impresionante obra puede verse durante septiembre en Munar
Si en el rostro humano pueden advertirse las marcas de la experiencia, en la mirada y la pintura de Alejandra Fenochio es la cartografía del trabajo, las crisis y la supervivencia de los trabajadores lo que aparece como si también fueran retratos. Escenas que la sociedad descarta, obras hechas con escombros que el río-y la mano de la artista- ha convertido en joyas, las caras de quienes habitan y hacen el barrio de La Boca forman un recorrido que puede visitarse como si se atravesara un sueño de luz intermitente en el espacio Munar, en el marco de la Bienalsur durante todo septiembre. Una inmersión en una historia común, aún para quienes podrían creerse ajenos.
“Yo, La Boca y la pintura es todo una mezcla” dice Alejandra Fenochio. Y vaya que sí.
Cada vez que la flamante ganadora del último Premio Salón Nacional de Artes Visuales dice “La Boca” se despliega el barrio con el que está fundida como los lingotes de hierro en el puente que cruza el río Matanza-Riachuelo.
Cuando dice “la pintura” se refiere al material con el que convive desde hace más de 30 años.
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En ese vaivén cae en una ronda que forman las mujeres cooperativistas del barrio, vecinas que trabajaron para recuperar el puente de hierro Nicolás Avellaneda después de seis décadas de abandono. Ellas posan acercando la mejilla a los pequeños cuadros que contienen sus rostros, se ríen, revisan en la pantalla de sus celulares cómo salió la foto y vuelven a posar. “Ni te imaginás cuando vieron estos cuadros en el Proa”. Dice Alejandra mientras observa la escena.
La calle en pinturas
El centro cultural Munar, que en otro tiempo fue cantina, está alineado con el puente recuperado.
De este lado de La Boca, más orillero que Caminito, ahora deshojado de turistas, aparece esta ronda que reúne 20 años de trabajo de Alejandra Fenochio en el marco del La Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur 2021), en el segmento “Modos de Habitar”, exposiciones lideradas por artistas mujeres hasta diciembre de este año en más de 120 sedes y en 50 ciudades de 23 países.
Alejandra pinta trabajadores y se reconoce como una trabajadora del arte: “Cada vez veo más” ¿se refiere a la vista? ¿a esa capacidad que en el mundo de los mortales se va desgastando con el paso del tiempo?
Su coartada es permanecer en el barrio y pintar su historia en rostros: “Mi obra básicamente trata de retratos, siento hasta los paisajes como retratos. Creo que eso es lo que impacta. Lo humano que hay en los cuadros”. Aunque sean paisajes, para ella todo es una cara y no es sólo jurisdicción de la tela.
El 1 de mayo pasado -día en el que cumplió 59- pintó un mural de Doña Kuka frente a su casa, registrado en un video documental. Doña Kuka era una vecina del barrio que murió en septiembre de 2020 a causa de la Covid, una chaqueña que llegó siendo muy joven a los conventillos de La Boca.
En el pincel de Alejandra sostiene un bastón con una mano y con la otra revolea al aire una bandera azul celeste, la del club San Telmo. Tiene puesta una remera roja del Gauchito Gil y por detrás la atraviesan los rayos de sol.
La vía, los adoquines y el barrio. En esa misma cuadra, a la vuelta del Proa, vivía la doña que mantenía las puertas abiertas los días de partido para calentar los motores de la previa. Ese mural, el grupo de hinchas que se quedó sin “La Kuka” y Alejandra son la clave de la mezcla, pero hay más.
Su taller, que está en el fondo de su casa detrás de sauces y bananeros gigantes, está repleto de esas piezas como parte del mobiliario: hierro de puente, vidrio de basura y piedra de antaño. Pero no fue solo un pasatiempo de la adultez, de niña fantaseaba con trabajar con el desecho: “Cuando era chica soñaba que la gente se iba de la playa y yo me quedaba sola en ese paisaje, juntando las cosas que dejaban, pero siempre en la orilla, junto a lo que traía la corriente”.
Permanecer -atentos a la coartada- observando sigilosamente todo aquello que se transformó con el resto. En esta muestra aparece una parte de “silvestres vidrios brotaron” en el centro del primer salón como gemas que iluminan una calle.
¿Cómo es el puente que une la orilla de “Silvestres vidrios brotaron” con la orilla de “Calle”?
Es un puente del despojo. Lo desechado de la sociedad, las dos orillas se unen por la transformación: el material de la Reserva Ecológica es el resto de construcciones convertidas en flores y las criaturas de los retratos de “Calle” son seres excluidos y convertidos en cuadros.
La muestra tiene dos espacios, en el primero las cooperativistas siguen posando frente a sus retratos. Por ahí también vagabundea “las trans del Muñiz”, un grupo al que le dió talleres de collage y que tampoco se quieren quedar afuera.
Le sacan fotos y posan con ella. Nadie se quiere perder lo que en el barrio además de una muestra de arte es una celebración comunitaria.
Al segundo espacio se accede atravesando una tela oscura, allí las criaturas -humanos y no humanos- transformadas en cuadros gigantes aguardan las visitas con un juego de luces que emulan el día y la noche.
En ese umbral, que es como los últimos pestañeos de un bebé antes de caer en un sueño profundo, aparecen las escenas: “Trabajó con una perspectiva más orgánica y a la vez onírica. Con una sensación de que vos sorprendiste al otro en una situación íntima. Algo que no tenias que estar mirando en este momento. Pero estás ahí y sos parte de esa escena. Por eso las miradas están tan cargadas”.
Cada cuadro le llevó aproximadamente un año, las escenas son también el desecho y el descarte que provocó la crisis del 2001 y más atrás en el tiempo, la dictadura, cuando ella tenía 18 años.
¿Cómo llegaste a imaginar esas luces para estos cuadros?
Lo pensé porque duermo en el taller. A veces ves mejor y otras peor. A veces, se ve el trabajo más originario, la cara toma otro peso con la luz. Este tipo de iluminación involucra mucho más al que ve, la luz te invita a meterte en esa situación.
Hace un rato, un grupo de mujeres cooperativistas se estaban sacando fotos junto a las pinturas de sus retratos.
Eso pasa acá y pasó la primera vez que mostré la serie “Puente” en la Fundación Proa. Me acuerdo que en aquel momento una madre y su hija daban vueltas por la muestra y la hija le preguntaba todo el tiempo: «¿Vos estás segura de que hay un cuadro tuyo acá adentro?»
En 1988 Fenochio fue por primera vez al puente, trabajaba en el Plan Cultural de Barrios en una escuela de La Boca con sus alumnxs. Pero luego no fue más a verlo por el gran deterioro en el que estaba. En 2010 volvió cuando ya estaba restaurado. Se empezó a acercar a quienes estaban involucrados en ese trabajo, de ahí vienen los 50 retratos como un homenaje a esa gran tarea de recuperación.
Un premio comunitario
Apenas unos días después de la inauguración de la muestra, Alejandra fue galardonada con el Premio Salón Nacional de Artes Visuales por su obra El pandenauta, en la que retrata al chofer de un vehículo en tiempos de pandemia. Durante el 2020 vendió verduras orgánicas en el barrio y de eso también hizo retratos.
Son cuadritos pequeños que pueden ser mostrados entre las manos, como si fueran figuritas. Cuesta encontrar cuál es la fruta o la verdura que falta.
¿Cómo fue que te pusiste a pintar frutas y verduras?
Fueron cuadros muy internos, como la pandemia. Gané el premio con el retrato de Fernando (el chofer) y pintaba verduras que era lo que vendía. Todo es muy autobiográfico. Totalmente carnal.
Sobre el premio lo que se escucha por los pasillos de la muestra es algo así como: “menos mal que se lo dieron”.
¿Vos sabés que todos hablan de justicia? A mi me pasan muchas cosas con lo comunitario, mi vida pasa por lo comunitario y entonces yo siento el premio como comunitario. Los cuadros también siento que son de las personas a quienes retrató y de quienes los ven.
¿Qué pensás de la justicia en el mundo del arte?
¿Qué es el mundo del arte? ¿Lo que se vende? Yo no entiendo mucho, para mí toda la gente que está acá es del mundo del arte. Después está la otra parte, por ejemplo a mí me da vergüenza decir los precios de mis obras, lo que pasa es que el arte se convirtió en una cosa muy intangible, que se compra con moneda intangible como las bitcoins.
Trato de escaparme de esta intangibilidad y naturalmente no me meto. Entonces cuando muestro es algo así, en donde trato de abrir el lugar en donde estoy.
En ese sentido ¿es un tipo de economía alternativa?
Totalmente. Sin ir más lejos, yo vivo de amasar pan o de vender verduras. Los vínculos comunitarios acá en el barrio generan otra economía, sin duda.
La calle del involucramiento
Al trabajo que expone -algo que no hace muy a menudo- lo considera de impacto porque sostiene una misma línea de búsqueda: un involucramiento que en esta muestra puede apreciarse -también- a través de una propuesta de talleres: Carló Pelela une puentes diminutos en su taller de Metal Creativo; Silvina Babich hace enjuncado en sillas; Lucho Galo da un taller de Gráfica Comunitario de la Boca Grabado y Amina Chachi Azura, realiza un Happening- colash tendida en una mesa redonda vestida con un mameluco, un barbijo N95 y una máscara.
La consigna es llenar ese mameluco de recortes de revistas y diarios de todo los tiempos. Amina se incorpora y deja la mesa por un rato. Descansa, fuma un cigarrillo pero se queda quieta para que nada se salga, todavía el pegamento está mojado.
Al lado suyo, un grupito de gente practica soldadura eléctrica: ¡“máscara”gritan antes de provocar el cortocircuito que da origen a la soldadura. Quienes no tienen le dan la espalda a ese pedacito de rayo que une los diminutos hierros que forman la réplica en miniatura del Puente Nicolás Avellaneda.
Ese sábado es el cumpleaños de Amina, que vuelve a recostarse en la mesa luego de su descanso. Otra mezcla, otro motivo de celebración barrial.
Todos los sábados de septiembre durante cuatro horas, en esta ex cantina el recorrido invita a permanecer en la mixtura entre pintura, vidrios corroídos y la hospitalidad del barrio que en una complicidad fraternal con Alejandra hacen del evento una celebración en muchos sentidos.
¿Por qué elegiste hacer convivir la muestra con talleres?
Para involucrarnos. Acá yo retomo lo de la justicia y lo del trabajo con el otro. Me reconozco como una trabajadora del arte, me gusta pintar a quienes trabajan y me gusta reconocerme ahí.
Que no haya diferencia. Por eso cuando venís a esta muestra parece que pasa de todo. Los talleres los dan toda la gente del barrio, porque también me interesaba poner en juego el oficio.
¿Cobra un sentido más transversal el encuentro o el involucramiento después de la pandemia?
Sí y es una belleza. Las dos palabras que pueden sintetizar este momento son “emoción e impacto”. Yo veo mucha gente muy emocionada atravesando la muestra y llorando. Eso tiene que ver con el encuentro y el pensar en lo comunitario como un modo de vivir, tanto en la obra como en lo personal.
¿Hay algo performativo ahí?
El trabajo de los retratos de los trabajadores del puente tiene mucho que ver con un trabajo que hice en Rosario sobre los pescadores en la serie “Río”. Yo iba, me sentaba en la pescadería, nadie entendía porqué estaba ahí. Después empiezan a ver que vas y que volvés, que te quedas.
La pintura tiene eso, que no es un instante. Tiene un tiempo que permite el involucramiento con gente porque empezás a formar parte de su vida. Y si. Que gente por organizaciones sociales y barrios populares de pronto estén en el Proa o que los pescadores estén en el Museo de Arte Moderno de Rosario, es performativo. Eso a mí se me da naturalmente.
Ficciones de lo real
La muestra está curada por Adriana Lestido y Carlos Herrera, Alejandra sigue merodeando de abrazo en abrazo. En las columnas entre estas escenas inmensas se lee: “¿De qué se trata hoy hacer un retrato? Mejor. ¿De qué se trata ahora hacer un retrato para Alejandra Fenochio? Calle y sus habitantes silenciosos dan cuenta de un procedimiento que la artista- que elige la nobleza y la laboriosidad de la pintura para diseñar su obra- viene ahondando desde años”.
Desde la época en que la misma Alejandra contaba que pintaba en un baño porque era el único lugar donde podía, ahí entraba la tela y ella. El texto sigue: “en esta muestra de obras selectas de gran tamaño estalla ante nuestra mirada como un escupitajo que nos alerta y mancha con una realidad que es evidente, silenciosa y tachada”.
Ante su afirmación “cada vez veo más” este mismo texto, añade: “Fenochio no teme mirar a sus retratados, los ojos de los cielos oscuros, de los animales y de las personas que ya no reinan la ciudad, ni esta ni ninguna.
La paleta barroca, necesariamente oscura y que construye formas abigarradas, viene a hablarnos de estos tiempos en los que la oscuridad se apropia también de los momentos en los cuales debería reinar la luz y se hace invisible durante la noche”.
Al salir de esa sala onírica, de frente, hay otra tanda de cuadros pequeños, hechos con maderitas siguiendo el oficio paterno.
Otros escenarios: un tanque de agua, el cielo y el río. “Tengo muchos temas” dice, y se detiene frente al muelle que forman varios cuadritos. La preocupación por la bajada del río Paraná también está en sus pinturas, esa corriente que de tanto desecho hizo flores ahora se transforma en un ecosistema en riesgo.
La lluvia del fin de la jornada repliega a lxs talleristas, el reparo también es comunitario. Alejandra sigue con su coreografía de abrazos, en las manos contiene una cajita que le acaban de regalar. Tiene el mismo brillo que los vidrios.
Dice que le pidieron que la abra cuando esté sola. Para eso todavía falta. Hacemos la última pasada por la muestra, la sensación de no querer irse también es compartida.
Tenés cuadros enormes y cuadros muy pequeños ¿No hay un término medio?
No, no pinto medianito. Muchas veces vienen los galeristas y me dicen ¿no tenés algo más medianito? Cuando empecé a pintar los cuadros chiquitos, que tengo como 2000, los armaba con pedacitos de madera del taller de carpintería de mi papá.
Entonces eran todos hiper irregulares, y la verdad es que sigo amándolos con maderitas que sobran. Los grandes me llevan un año de trabajo, así que en esta muestra imaginate el tiempo de vida que hay.
¿Cuánto?
Toda una vida.
Alejandra tiene mucho trabajo por delante. Los enormes cuadros de “Calle” se transformaran en afiches para las paredes del barrio, más cerca aún. “Para que pases y los veas, todo un recorrido”. Así como la “Kuka” en el mural frente a su casa, también estarán las escenas de las criaturas.
¿Qué te conmueve ahora ?
El encuentro, el abrazo y poder celebrar la vida cuando hay tanto muerto alrededor.
Imagen: Gentileza Página 12
FUENTE: Página 12 – Cultura – Arte pictórico – Sociedad – Por Euge Murillo
Esa justicia que protege el poder de los varones en la conducción de las empresas
La Cámara Comercial se pronunció en contra del titular de la IGJ, Ricardo Nissen. Se oponen a la participación igualitaria de mujeres en la conducción de las empresas.
El ataque a las resoluciones de la Inspección General de Justicia (IGJ) que establecieron la paridad y diversidad de género en los órganos de administración y de control de las sociedades comerciales, asociaciones civiles y fundaciones, escaló y alcanzó su punto máximo esta semana cuando la Cámara Comercial en pleno firmó un pronunciamiento para denunciar al titular del organismo, Ricardo Nissen.
Le cuestionan no haber acatado un fallo de la sala C, de comienzos de agosto, que invalidó las medidas destinadas a garantizar la participación igualitaria en directorios y áreas de decisión de las empresas y otras formas societarias. Un dato llamativo es que la IGJ había planteado ya que el fuero comercial no es competente para revisar sus resoluciones generales y había pedido la inhibición de esta cámara que, sin embargo, avanzó como si nada, cuando es claro que la cuestión deberá ser resuelta por la Corte Suprema.
Pero más allá del laberinto de tribunales –que precisamente opera a menudo para despistar– el resultado es que el poder económico/empresario, manejado por varones y estructuras patriarcales, consiguió un gran aliado en el Poder Judicial para impedir la concreción de derechos establecidos en tratados internacionales con rango constitucional y perpetuar su dominación. Especialistas en derecho comercial y empresarias señalan cómo opera la falta de perspectiva de género en estas decisiones judiciales y sus consecuencias.
Las estadísticas de la propia IGJ mostraban que, hasta la llegada de las resoluciones 24 y 25 en agosto del 2020, por cada cinco varones que dirigían o fiscalizaban empresas o asociaciones civiles, sólo había una mujer en puestos similares. La organización internacional «Mujeres en la Bolsa» registra «por cada consejera, 5,79 consejeros».
Lo que se propuso la IGJ fue «promover acciones positivas» para garantizar «la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución» y los tratados internacionales con rango constitucional como la Convención sobre Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, como la Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Las resoluciones en disputa establecieron que en los órganos de administración y control de las sociedades comerciales, asociaciones civiles y fundaciones, así como en entidades religiosas debe haber una representación equivalente de mujeres y varones. Si el número es impar debe haber un mínimo de un tercio de integrantes mujeres.
A la vez el artículo 4 prevé excepciones para quienes demuestren razones fundadas que les impidan cumplir la disposición. «No podemos andar predicando la igualdad de la mujer y no hacer nada cuando estamos en una posición para hacerlo», dijo Nissen en una entrevista con Página/12, donde explicó que las mayores quejas no solo fueron del sector empresario sino de las asociaciones civiles, la iglesia evangélica y algunos clubes (ver aparte). Aun así, una mayoría acató las resoluciones.
El mapa del recorrido judicial permite apreciar la dudosa intervención de la Cámara Comercial, que aceptó meterse por la ventana. En rigor, la primera demanda fue del macrista Yamil Santoro a través de su fundación Apolo, en otro fuero: pidió la inconstitucionalidad de las resoluciones en los tribunales en lo contencioso administrativo. Tanto el fiscal Fabián Canda y como el juez Pablo Cayssials rechazaron el planteo. Ahora está en la Sala IV de la Cámara Contencioso, con dictamen de rechazo de la fiscalía.
Con posterioridad se presentaron 7 empresas de colectivos que no quieren acatar la paridad directamente ante la Cámara Comercial para pedir que invalidará las resoluciones. La IGJ sostiene que en el fuero comercial solo se pueden cuestionar las resoluciones dirigidas contra una sociedad en particular, pero no las resoluciones generales como las que aquí están en juego. Sin embargo, ese tribunal igual les admitió el recurso.
La IGJ planteó que estos/as camaristas debían inhibirse. Le pidió a un magistrado del fuero contencioso, donde sí podría tramitar ese cuestionamiento, que reclamará el expediente. El juez Martín Cormick le dio la razón al organismo e indicó a la sala C de la Cámara Comercial que debía inhibirse por estar comprometido el Estado Nacional. Ese tribunal le retrucó con un reto. Cormick mandó el conflicto de competencia a la Corte y le avisó en un oficio a las/los camaristas comerciales.
Pese a la notificación que indicaba el conflicto de competencia, el camarista Eduardo Machín y su colega de la sala C Julia Villanueva hicieron oídos sordos, no incorporaron el oficio de Cormick al expediente, y el 9 de agosto último firmaron un fallo para dejar sin efecto las resoluciones. ¿Qué argumentaron?
Acusaron a Nissen y la IGJ de exceder sus facultades y de violar la Ley General de Sociedades porque consideran que habrían alterado los mecanismos para la elegir la integración de sus directorios como quieran, que serían un derecho privado de los accionistas.
Sostienen el criterio de la meritocracia: que el parámetro tiene que ser la idoneidad y que si se quiere establecer la equidad debería ser por ley, pero no incluyen en su consideración ni la Constitución ni los pactos internacionales que forman parte de las obligaciones de los Estados parte.
Después del fallo, la IGJ publicó una nueva resolución en el Boletín Oficial el 19 de agosto último en la que ratificó la vigencia de las dos cuestionadas y dijo, entre otras cosas, que el fallo de la Cámara había sido «inválido» y «antijurídico», fuera de la legalidad. Promovió, además, un pedido de juicio político contra Machín y Villanueva ante el Consejo de la Magistratura.
La primera reacción (conservadora) fue una editorial del diario La Nación que celebraba la decisión de la Cámara Comercial como «un límite a los desbordes de la IGJ», lo que revela –además– un encono con Nissen, que entre otras cosas puso límites a los negocios con las sociedades off shore y las de Acciones Simplificadas.
El broche de oro fue una resolución que firmó la Cámara en pleno tras un acuerdo extraordinario, con excepción de Machín y Villanueva y los nuevos camaristas que intervienen, que son Alejandra Noemí Tévez, Ernesto Luchelli y Rafael Barreiro. Los firmantes otra vez acusaron a Nissen de un «inocultable desconocimiento de la autoridad ejercida por los jueces» y dijeron que debe «cumplir con el deber de acatamiento».
Patricia Fernández Andreani es abogada diplomada en Altos Estudios Europeos y Máster en Derecho de la Empresa. Le explica a Página/12 que las resoluciones de la IGJ son razonables y acordes a la experiencia en los países del norte europeo.
«El imperativo lo tienen Italia, Alemania, Dinamarca, Suecia donde los órganos de administración de las empresas que cotizan en bolsa tienen que tener 30 a 40 % cubierto por mujeres. Se tomó esa decisión porque las simples recomendaciones no se acatan», señala.
En un artículo que publicó en La Ley con su colega Ana C. Alonso, analizan y cuestionan el fallo de la Cámara. Advierten que «la IGJ no alteró la Ley General de Sociedades (LGS), porque reglamentar una ley no importa ceñirse a la letra de la norma, sino respetar el espíritu en concordancia con todo el bloque de constitucionalidad», pero además «no se juzgó con perspectiva de género».
El tribunal, señalan, consideró «el cuidado de la sociedad destinataria de la gestión, los de sus socios y los de terceros (…) la IGJ se hizo cargo de que el Estado en todas sus representaciones deba equilibrar las desigualdades y combatir la subyugación de la mujer en el ámbito del poder económico promoviendo las medidas a su alcance en pos de lograr la igualdad efectiva».
«Es imposible modificar un patrón sociocultural de conductas si a la justicia le pasan inadvertidos los estereotipos sexistas, las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres, los roles preadjudicados, las violencias simbólicas y las prácticas abusivas discriminatorias que, no por ser naturalizadas, dejan de ser intolerables», dicen las autoras.
«El sector económico repele esta paridad porque con la amplia disponibilidad de recursos que maneja el patriarcado sigue sometiendo de la misma manera a las mujeres en todo aspecto», suma la abogada especialista en derecho comercial Lucía Spagnolo. Tanto ella como Fernández Andreani ven en la decisión de la Cámara un modo de reproducir esa forma de dominación machista del poder económico.
«Argentina desde hace más de 15 años aprobó convenciones que la obligan a dictar medidas positivas para hacer efectiva la igualdad de derechos entre las mujeres y los hombres tanto en los actos de la vida civil como en el ámbito de la vida económica. Recién se dio cumplimiento a esto con las resoluciones de la IGJ, que prevé excepciones.
«No es cierto que la IGJ haya violado la ley porque tiene facultades para dar cumplimiento a las convenciones internacionales en pleno plano de igualdad que la constitucional. Esto es un debate zanjado. La Cámara no aplicó ni la perspectiva de género ni la razonabilidad, al margen de su incompetencia», enfatizó Spagnolo.
Según los datos del Ministerio de Desarrollo Productivo ningún sector tiene una proporción de líderes mujeres superior al 25% y la feminización de un sector no implica más presencia femenina en puestos jerárquicos. En empresas industriales sólo el 17,6 % del total de los puestos gerenciales son ocupados por mujeres.
Para Paula Basaldúa, coordinadora del gabinete de género del Ministerio de Desarrollo productivo, a veces no alcanzan las herramientas legales para generar cambios y harán falta procesos de reconocimiento de las desigualdades de género y el accionar consecuente para su erradicación», lo que no quita la importancia de las acciones positivas.
María Elena Ghietto es arquitecta, empresaria de la construcción en Santa Fe e integrante de la comisión directiva de la delegación de su provincia de la Cámara de la Construcción ofrece una mirada desde su propia experiencia. «En un comienzo pensé que los límites a la paridad en los cargos dirigenciales, eran una cuestión generacional.
En la industria de la construcción vivimos en un ámbito regido por empresas familiares, y no hay lugar más patriarcal que ese. Pensé que cambiaría con las nuevas generaciones pero aclaro con asombro que en el ejercicio de todas estas gestiones de inclusión, me doy cuenta que el problema es que se trata de lugares de poder. En mi especialidad las empresas más exitosas son las que tienen diversidad de género en sus equipos de trabajo, que propicien la integración. Sin embargo, parece que las mujeres estamos mejor vistas para trabajar que para dirigir. Debe haber acciones positivas pero si la justicia no acompaña es un imposible».
Imagen de portada: Gentileza de Página 12
FUENTE: Página 12 – Por Irina Hauser – Poder Judicial/Xenofobia /Discriminación/Genero/Mujer.
Era una obviedad, que si bien se habían levantado la mayoría de las restricciones o de aforos para el transporte público, a veces uno se encuentra con personas que no se si considerarlas “antivacuna” o “estúpidas” sin respetar ninguna de las normas establecidas. No se si lo hacen para llamar la atención, elevando su ego o resultan el conocido amig@ que a todo se opone.
Ya en ese horario; el vagón del metro no digo que explotaba de gente pero llevaba con numerosos viajeros parados. Me coloque a no más de dos metros de la joven; mientras los dos “muchachos” a no más de un metro de distancia le murmuraban obscenidades e invitaciones de todo tipo. Pensé, que solo yo los escuchaba por la cercanía, y que no era momento de hacer nada, salvo que la cosa pasara a mayores.
La línea A de uno de nuestros metros; tiene dieciocho estaciones por lo que habíamos tomado la formación en Congreso con destino final a San Pedrito, la estación en que bajaría. La joven se le había enrojecido el rostro y sus ojos, brillaban por contener su llanto.
El cadencioso andar de la formación, su ruido y la distracción de la gente con sus “aparatitos electrónicos”, provocan que nadie salvo yo, se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.
Calculé que tardaría unos veinte minutos en llegar a destino. Pero mi cabeza daba vueltas una y otra vez; la tensión me supera por observar esa escena y el estado de la joven. Ya llegando a la estación Acoyte, cada uno de los jóvenes se pusieron de cada lado, al ver que ella se dirigía a la puerta del vagón.
Al ver la situación, me dije a mi mismo -baja…baja aquí, algo le puede pasar a la joven-. Jamás me creí un mosquetero ni un quijote, pero tenía bien presente que ya de niño, poseía la sana virtud de proteger a las niñas quizás por como me habían criado mis padres, pero fundamentalmente mi madre ya que mi casa era de por sí un “matriarcado”, dado que mi padre estaba bastante ausente por trabajo -no solo se desempeñaba como policía, sino también hacia changas-. Es que ellos alquilaban la casa; éramos seis bocas que alimentar y darles educación a los cuatro hermanos, de los cuales yo era el más pequeño.
La formación se detuvo. Intenté pararme detrás de los sujetos; que casi ya estaban rozando a la joven. Al salir; por ser esa parada de estación aglutinante por todos los edificios que hay en la zona del barrio de “Caballito” , baje con ellos tres y cuando se dirigían en dirección a la salida por la escalera mecánica, quise interponerme entre ellos dos y la joven, pero ágilmente uno de ellos se interpuso delante mio. Me di cuenta obviamente, en ese preciso instante que los tipos ya se habían percatado de mi, quizás por la reiterada insistencia en mirarlos durante el viaje.
Pensé que tenía que actuar con cuidado, ya que no poseía las aptitudes físicas de cuando era más joven, y ellos también podrían estar armados, además de que físicamente se veían atléticos, era la situación para mi un verdadero interrogante. “Fumados o no”; debía ser certero y de ser necesario, solicitar ayuda. En la esquina de las Avenidas Rivadavia y Acoyte, uno se encuentra con mucha gente, volviendo del trabajo o paseando.
Todos subiendo por la escalera mecánica como soldados en fila, la joven, los “raros” muchachos y yo. Salimos al aire de la Avda. Rivadavia. La joven cruzó Rivadavia y tomó por Perito José Moreno, que es la continuación de Acoyte. Seguramente hacia el sur, seguida por los dos sujetos y a unos metros, yo. Repentinamente uno de ellos, dio vuelta hacia mí y al ver que continuaba junto a ellos, camino hacia mi.
Al acercarse me dijo – “ Che papá”- ¿vos nos estás siguiendo?-
Le respondí: -No, para nada. Vivo en la avenida Goyena, para allí voy-
-Que raro; te venimos viendo desde el subte y no nos sacaste la vista de encima, mira “viejo” que si queres “joda”, te puede ir mal-
-Mire, en primer lugar no me tutee y en segundo lugar no se equivoque de consonante y no me falte el respeto-
-Escúchame; no te hagas el “canchero” que ya no tienes edad para hacerte el héroe, sabes? Y deslizó su campera, mostrando una faca sobre el costado izquierdo.-
-Me parece que estás nervioso y no se porque ni me interesa. Si queres ahí enfrente veo a un policía de la ciudad. Lo llamamos y le dijo que me estás amenazando. ¿Qué opinas?-
– Mira “viejo”, si no nos jodes la vida y decís que vas caminando para tu casa, no hay problema. Pero te repito; no se te ocurra hacer algo, sos un tipo raro, sabías, ¿no?
-Escúcheme, no tengo nada que hablar con usted; ni siquiera lo conozco. Así que vaya con su amigo y deje de jorobar. De lo contrario, le aseguro que llamaré a la policía-
-El tipo se adelantó a paso rápido, porque ya nos habían sacado unos 150 metros tanto la joven como su compinche. Apure el paso; no podía de seguir los pasos de quienes me parecían aberrantes acosadores sexuales.
Continuará…
Glosario:
Muchachos: Adultos jóvenes o adolescentes.
«Che papá» : Una expresión muy común de escuchar, en personas sin educación al dirigirse a un adulto mayor. Forma socarrona.
«Viejo»: Adulto mayor/»padre» en lunfardo.
«Joda»: «Fiesta» en lunfardo
«Canchero»: «hábil,experto an algo…» en lunfardo
«Faca» : Cuchilla hecha a mano de un fierro, generalmente utilizada en las carceles por los internos.
Invitación del Blog EL TINTERO DE ORO – Características: escribir un micro de 250 palabras como máximo, inspirado en el título de una película. ¡Ojo! Digo inspirado en el título no que guarde relación con la película ya que eso sería muy aburrido.
En esta tarde húmeda con amenaza de seguir lloviendo; vuelven a mi los recuerdos cuando visitamos junto a unos amigos hace unos años a nuestra provincia norteña de San Salvador de Jujuy.
Llegamos cuando comenzaban los festejos del carnaval en la Quebrada y en la Puna que comienzan cada año el 16 de febrero con los jueves de compadres y de comadres el 23 de febrero.
En las semanas anteriores, con carnavalitos y bailecitos desde el sábado anterior en un «carnaval de ablande». Por eso el “carnaval grande” es entre el 25 y el 28 de febrero, que se inicia con la ceremonia del desentierro, se festeja de sábado a martes y culmina con el «carnaval chico» o entierro, el fin de semana siguiente.
Siempre con la comparsa, manifestación más popular del carnaval, un 26 de febrero de 1996 recorrimos junto a la gente las calles del pueblo, bailando y cantando al compás de anatas y bombos, revoleando los ponchos y formando rondas coloridas, al ritmo del carnavalito.
Entre baile y baile, se largó “el diluvio que viene”. Pero eso no nos amilanó ni a nosotros ni a toda la gente, ya que seguimos cantando bajo la lluvia, como si nada pasara.
Recuerdo también cuando participamos en el “desentierro del pujllay” donde se invoca a la “Pachamama” -madre tierra- y al agradecerle, se le dá de comer y beber a la diosa tierra.
Palabras: 234
Compadres – compañero
Comadres – compañera
Anatas – instrumento autóctono
Carnavalito- música tradicional de raíces prehispánicas
Pujillay – diablo
Title: Short Story: Singing in the Rain
Si deseas participar (es hasta el 30 de septiembre) dirigite a ConcursoEltinterodeoro.blosspot.com/
Franco Rosso retoma en su nueva novela rafaelina los personajes de la saga comenzada en 2019 con un libro publicado en Rosario.
El «realismo expandido», de Franco Rosso.
Franco Rosso está escribiendo una saga. Nacido en Tostado en 1979, tenía algunas publicaciones en Rafaela cuando su novela Mandarinas (EMR, 2019) fue finalista del Concurso Regional de Nouvelle 2018 de la Editorial Municipal de Rosario. Este año, el Fondo Editorial Municipal de Rafaela publicó Los idos (2021), otra novela breve que puede leerse como precuela de Mandarinas. Si bien ambos relatos son independientes entre sí, se reiteran personajes: el Pula, Tu Sam, Amparito y el narrador.
Amparito es un personaje femenino muy potente, que en Los idos vive un tierno romance adolescente con Tu Sam.
El título de Los idos (obra que viene a llenar algunos huecos del pasado rememorando con nostalgia en Mandarinas) remite eufemísticamente a los muertos pero también a la locura y literalmente a los emigrantes, sentido que se completa al continuar (acción más que recomendable) la lectura de Los idos con la de Mandarinas.
El género fantástico y los elementos sobrenaturales, que en Mandarinas funcionan más bien como una atmósfera que coquetea con el género terror, en Los idos cobran protagonismo.
Aunque, antes que de género fantástico, cabría hablar aquí de «realismo expandido», término acuñado en estas mismas páginas para categorizar un conjunto de obras de la región. Ellas incluyen tanto las de no ficción de la escritora entrerriana Selva Almada (Chicas muertas) y del santafesino Gustavo Farabollini (El puente de las ánimas) como la nouvelle El tiempo que lleve olvidar, de la santafesina Mercedes Bisordi, y la novela El santo de Saco Viejo, del narrador bonaerense Pablo Bigliardi, radicado en Rosario.
¿Y por qué realismo expandido? Porque, en las cinco obras, de lo que se trata no es de la irrupción de un inverosímil fantástico en la realidad (como en el realismo fantástico) sino de mundos representados cuya realidad misma fluye sin discontinuidad alguna (apenas con algún mínimo sobresalto, en general más del lector que de los personajes) entre un realismo materialista y unos elementos animistas plenamente integrados a la cosmovisión de los personajes, del narrador o (en el caso de la no ficción de Farabollini) de los entrevistados.
Hay también en Los idos un saber sobre los mundos sutiles, más que una fe: un conocimiento que los personajes adquieren en el viaje iniciático en canoa que se narra.
Esa continuidad sin fisuras ontológicas entre el más acá y el más allá es lo que Henry y Stella Corbin, estudiosos de la narrativa del sufismo iraní, denominaron «mundo imaginal».
Lo imaginal no es sólo imaginario, sino que tiene efectos en lo real. En Los idos, el cabello de El Ojón (personaje cuyo miedo constante cumple una función de alivio cómico) encanece ante las terribles visiones compartidas con sus compañeros, a quienes un canoero misterioso les cede un vehículo para llegar «a la otra orilla».
El río, la barca, el barquero y las ánimas que vagan por el agua sin haber podido cruzar al otro lado son elementos míticos antiguos y medievales que como representaciones del más allá no sólo integran la cosmovisión que presenta Dante Alighieri en La Divina Comedia, sino que, como parte de una cosmovisión chamánica renacida (¿o que nunca se fue?) están hermosamente presentes en Los idos. Cuyo lenguaje, sin embargo, elude toda solemnidad para fusionar un eficaz coloquialismo, rico en marcas generacionales obsoletas, con ramalazos de prosa poética y maravilla.
Los idos se consiguen en Rosario en el espacio de lectura de Riobamba 1387, y en varias librerías de la provincia de Santa Fe. Lo obtenido en las ventas se destinará íntegramente al apoyo económico de un escritor con problemas de salud que no cuenta con trabajo ni obra social.
El Fondo Literario Municipal fue creado en 1983 para publicar obras de escritores rafaelinos mediante una convocatoria. Franco Rosso leerá la semana próxima en el Festival de Letras de Casilda (ver aparte).
Rosso integró con sus colegas y amigos rafaelinos Santiago Alassia, Matías Aimino y Gustavo Lombardo el grupo de escritura y gestión cultural Prima Liter, y actualmente forma parte de Escritores Rafaelinos Agrupados (ERA), institución radicada en el legado de la poeta local Elda Massoni y que actualmente organiza el Festival de Literatura de Rafaela.
«Las imágenes volvían como queriendo mostrarme algo. Rebobinaban como un casete con la Bic buscando el principio del tema favorito.
Las tumbas, las lápidas, los panteones, la lluvia. La caravana que venía en reversa como una lenta e insistente película de lo sucedido», escribe Rosso en un pasaje que funciona como un flashback del juego en el cementerio con que estos Huck Finn olvidados de la pampa gringa, adolescentes marginales y sin futuro, aprendices de chamanes a la bartola, abren Los idos.
«Fantasmas, los idos -escribe Mariana Travacio en la contratapa del libro-. Y fantasmas los que aún caminan de este lado del río, buscando un anclaje, una orilla, un lugar lejos del naufragio».