Todas las caras de Bertrand Russell: conde, matemático, filósofo, pacifista y Nobel de Literatura.

Libros, pasiones e ideas del intelectual galés, autor del libro que Borges se habría llevado a una isla desierta, de quien se cumplen hoy 150 años de su nacimiento.

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Fue uno de los pocos filósofos que ganó el Nobel de Literatura, en 1950, “en reconocimiento a sus escritos variados y significativos en los que defiende los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento”. A diferencia de su colega francés Jean-Paul Sartre, el británico Bertrand Russell (1872-1970) no rechazó la distinción de la Academia Sueca y brindó un discurso en el que la ironía no estaba ausente. “Si los hombres estuvieran impulsados por su propio interés, lo que no es así, excepto en el caso de unos pocos santos, la totalidad de la raza humana cooperaría -dijo-. No habría más guerras, no más ejércitos, no más marina, no más bombas atómicas. No habría ejércitos de propagandistas empleados en envenenar las mentes de la nación A contra la nación B, y recíprocamente de la nación B contra la nación A. 

No habría ejércitos de inspectores en las fronteras para impedir la entrada de libros extranjeros y de ideas extranjeras. Todo esto ocurriría muy rápidamente si los hombres desearan su propia felicidad tan ardientemente como desean la miseria de sus vecinos. Pero, me preguntarán, ¿qué utilidad tienen todos estos sueños utópicos?”. Para él, el moralismo no era más que “odio o amor enmascarado al poder”. Hoy se cumplen 150 años del nacimiento del pensador, matemático, lógico, escritor y reconocido pacifista británico.

Noviembre de 1958: Filósofo, matemático y autor galés Bertrand Russell (1872 - 1970) en su casa de Gales. (Foto de John Pratt/Características Keystone/Getty Images)

Noviembre de 1958: Filósofo, matemático y autor galés Bertrand Russell (1872 – 1970) en su casa de Gales. (Foto de John Pratt/Características Keystone/Getty Images). John Pratt – Hulton Archive

Perteneció a una de las familias más aristocráticas del Reino Unido; de hecho, fue el tercer conde de Russell. Él y su hermano quedaron huérfanos en la infancia y crecieron con sus abuelos paternos en una residencia de la Corona británica. Mientras lady Russell intentaba inculcarle estrictas ideas morales (sin éxito, si se tiene en cuenta su obra posterior), el joven Bertrand se refugiaba en la biblioteca de su abuelo, donde leía historia y literatura (su escritor favorito era Joseph Conrad). Estu­dió matemática en el Trinity College, en Cambridge, y tuvo como profesores a Henry Sidgwick, James Ward y Alfred Whitehead, con quien escribió Principia Mathematica. Su padrino había sido el influyente filósofo liberal John Stuart Mill. Además de la matemática, se interesó desde la juventud en la filosofía. Fue amigo de George Edward Moore y profesor de Ludwig Wittgenstein, que más tarde opinó que Russell debía abandonar la filosofía moral.

Tres títulos de Russell: "El poder en los hombres y en los pueblos", "Fundamentos de filosofía" e "Investigación sobre el significado y la verdad"

Tres títulos de Russell: «El poder en los hombres y en los pueblos», «Fundamentos de filosofía» e «Investigación sobre el significado y la verdad». Archivo

Dio clases en universidades y cientos de conferencias (la mayoría de estas se publicaron en colecciones de ensayos); viajó por Alemania, Rusia -donde, luego de conocer a V. I. Lenin, que le pareció un fanático, puso punto final a sus simpatías por la Revolución rusa, como cuenta en Viaje a la revolución. Práctica y teoría del bolchevismo y otros escritos-, China (sobre la que escribió en El problema de China), Estados Unidos y Japón. Contrajo matrimonio cuatro veces y tuvo tres hijos.

Muy pronto dejó atrás la filosofía idealista (kantiana y hegeliana) para adoptar una perspectiva realista y analítica. “La filosofía por la cual abogo es considerada generalmente una especie de realismo, y ha sido acu­sada de inconsistencia a causa de los elementos que hay en ella y que parecen contrarios a tal doctrina -sostuvo-. […] Consi­dero que la lógica es lo fundamental en la fi­losofía, y que las escuelas deberían caracterizarse por su lógica más que por su meta­física”. Abordó de modo empírico las cuestiones epistemológicas.

Russell no “se casó” con ninguna teoría y su pensamiento adoptó distintas formas. “La evolución filosófica de Russell es bas­tante compleja -dictaminó el filósofo español José Ferrater Mora-. Sin embargo, esta compleji­dad no hace totalmente imposible, como algu­nos críticos suponen, bosquejar algunas líneas principales de la filosofía del autor. Por una parte, por debajo de los cambios de posiciones hay una actitud constante que se refleja en ciertas preferencias y métodos (y, desde luego, en cierto lenguaje). Por otro lado, los cambios no son debidos, en la mayor parte de los casos, a giros bruscos, sino a la necesidad de salir de vías muertas o excesivamente con­gestionadas”. Su obra influyó en diversas áreas: matemática, lógica, teoría de conjuntos, inteligencia artificial, ciencia cognitiva, informática, filosofía del lenguaje, epistemología, metafísica, ética y política. Pensadores como Karl Popper, Rudolph Carnap, David Chalmers, Thomas Nagel, Peter Strawson y Mario Bunge reconocieron su deuda con los aportes de Russell.

“Fue un filósofo y un lógico importantísimo en su época -dice el filósofo Diego Tajer a LA NACIÓN-. En su juventud, la llamada ‘paradoja de Russell’ cambió la historia de la lógica, porque impulsó el desarrollo de la teoría de conjuntos moderna. Contribuyó a este proyecto con su extenso libro Principia Mathematica, coescrito con Whitehead. En sus muchos libros, Russell también discutió sobre casi todos los temas propiamente filosóficos, como la naturaleza del lenguaje, el conocimiento, la ética y la identidad. Gran parte de su obra se basa en el atomismo lógico, una visión del mundo según la cual los objetos están constituidos por átomos relacionados lógicamente entre sí. Asimismo, defendió la visión realista clásica, de un mundo real existente e independiente de nosotros, contra los distintos tipos de relativismo. Y más allá de su obra, el mayor impacto de Russell fue en su estilo frío y centrado en los argumentos. Como tal, se lo suele considerar el padre de lo que hoy llamamos ‘filosofía analítica’”.

Tenía un estilo literario envidiable en el que el ingenio daba lugar a la ironía y el sarcasmo. “Continuamente me hacen esa pregunta sobre el libro que yo llevaría a la isla desierta; un lugar común del periodismo -dijo Jorge Luis Borges, en diálogo con Osvaldo Ferrari-. Bueno, he empezado contestando que llevaría una enciclopedia, pero no sé si me permiten llevar diez o doce volúmenes, creo que no. Entonces, he optado por la Historia de la filosofía occidental de Bertrand Russell, que quizá sería el libro que yo llevaría a la isla… pero, claro, para eso me falta la isla, y me falta la vista también, ¿no?”. En Otras inquisiciones, Borges escribió sobre una colección de ensayos de Russell, Let the People Think. Coincidía con el filósofo en que el siglo XX, a diferencia del XVIII, era “antirracional”.

Russell apoyó el sufragio femenino, criticó la moral victoriana, el estalinismo y la segregación racial y, aunque fue pacifista, apoyó la guerra contra el nazismo. Su activismo en contra de la participación del Reino Unido en la Primera Guerra Mundial lo llevó a la cárcel, adonde volvería en 1961 por manifestar su desacuerdo con el desarrollo de armas nucleares. En 1955 había dado a conocer el Manifiesto Russell-Einstein, escrito por él y apoyado por Albert Einstein y otros científicos e intelectuales, donde se denunciaba la peligrosidad de la proliferación del armamento nuclear.

Se definía como un liberal de izquierda, que evitaba tanto el optimismo utópico como el pesimismo tradicionalista. “Tres pasiones, simples pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad -escribió en su recomendable Autobiografía-. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de aquí a allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación”.

En 1967, cuando ya era un intelectual reconocido en todo el mundo, hizo un cameo en la película Aman, del director indio Mohan Kumar. La película está protagonizada por un joven indio que acaba de recibir su título de médico en Londres y quiere viajar a Japón para ayudar a las víctimas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki; antes de emprender el viaje, recibe la “bendición” del filósofo. Russell murió el 2 de febrero a los 97 años en la localidad galesa de Gwynedd, en brazos de su cuarta esposa, la escritora estadounidense Edith Finch.

Imagen de portada: El filósofo, escritor y matemático galés Bertrand Russell nació hace 150 años.

FUENTE RESPONSABLE: La Nación. República Argentina. Por Daniel Gigena. Mayo 2022

Sociedad y Cultura/Filosofía/Arte/Pensamiento/Premio Nobel/Libros

 

 

 

 

 

¿Por qué Borges no ganó el Nobel de Literatura?

Las verdaderas razones por las que el poeta y escritor argentino estaba condenado a no recibir el codiciado galardón.

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Es casi vox populi que Jorge Luis Borges no obtuvo el Premio Nobel de Literatura por razones más políticas antes que estéticas. Nadie duda que él y su obra lo merecían, pero sus actitudes personales ante el mundo que le tocó vivir habrían sido un escollo insalvable para que la Academia Sueca le otorgara el codiciado galardón.

Fue nominado año tras año pero nunca logró pasar el filtro ético que los académicos del país escandinavo imponían y en muchos sentidos siguen sosteniendo; un filtro que, según se supo más tarde, en tiempos recientes, los propios miembros tampoco hubieran superado, teniendo en cuenta las denuncias que pesan sobre algunos de ellos.

Fue en 2018 cuando todo estallaba: denuncias de abuso sexual, filtraciones sobre ganadores (hasta para el Nobel hay apuestas en línea) y sospechas sobre sus finanzas, terminaron con la renuncia de varios de sus miembros e hicieron temblar hasta sus cimientos al majestuoso edificio ubicado en Estocolmo y a la propia institución fundada en 1786.

Sin embargo y más allá de los escándalos que salpicaron a la Academia, recientes revelaciones dan cuenta de que, en realidad, las probabilidades de que el autor de ‘El Aleph’ obtuviera el codiciado premio eran prácticamente nulas desde mediados de los 60, al menos; casi desde el principio. Y no justamente por las razones ya mencionadas.

María Esther Vázquez, autora del libro ‘Borges, esplendor y derrota’, editado por Tusquets, cuenta que en 1964 acompañó a Borges a Estocolmo para participar en una cena con escritores suecos. Allí, Artur Lundkvist leyó un poema de su propia autoría sobre el cual el escritor argentino no tuvo piedad: lo ridiculizó frente a varios invitados, quienes poco más tarde le fueron con el chisme al sueco.

Poeta, escritor y traductor, Lundkvist (1906-1991) era -y sigue siendo- muy reconocido en su país. De hecho, había traducido e introducido en Europa al mismísimo Borges, de quien era profundo admirador. Su desazón, obviamente, fue suprema, y lo demostró desde 1968, cuando ingresó como miembro y secretario permanente de la Academia, hasta su muerte, bloqueando sistemáticamente las nominaciones del escritor argentino.

Vale advertir, no obstante, que Borges no hizo en adelante demasiado para ganarse las simpatías de la ‘progresía’ dominante por entonces entre las paredes del majestuoso edificio que se levanta en la capital sueca. Todo lo contrario, su ética no le impidió recibir con alegría y satisfacción otros premios de manos ensangrentadas.

El 21 de septiembre de 1976, en medio de la década más oscura y sangrienta que haya vivido Sudamérica en toda su historia, el autor de ‘Ficciones’ se presentaba en Santiago de Chile para recibir de manos de Augusto Pinochet el doctorado honoris causa en la universidad del país trasandino. “Aquí tenemos: Chile, esa región, esa patria, que es a la vez una larga patria y una honrosa espada”, decía el argentino.

Más tarde, Borges se reunió con el dictador chileno y declaró a la prensa de ese país: “Él es una excelente persona, por su cordialidad, su bondad… Estoy muy satisfecho”. De modo que no había marcha atrás: ni la Academia ni ninguna institución democrática podría premiar al poeta argentino tras semejantes dichos, con esa actitud ante la realidad política y social del continente.

“La Academia Sueca nunca le dará el Nobel a Borges… La sociedad sueca no puede premiar a alguien con esos antecedentes”, cuenta el escritor chileno Volodia Teitelboim, autor de ‘Los dos Borges’ (Sudamericana), que le dijo Lundkvist en 1980. El mismo que había sido ridiculizado por Borges 16 años antes, el mismo que ya era secretario permanente de la Academia.

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Las verdaderas razones por las que no le dieron a Borges el Nobel de Literatura

Imagen de portada: Gentileza de M1

FUENTE RESPONSABLE: M1. Por Gustavo H. Mayares

Jorge Luis Borges/Premio Nobel/Literatura

Hace 100 años, Einstein ganó el Nobel de Física pero no fue por la Teoría de la Relatividad.

El 10 de diciembre de 1921, Albert Einstein ganaba el Premio Nobel de Física. Sin embargo, no fue por su revolucionaria Teoría de la Relatividad, sino por otra demostración sobre la luz.

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La Teoría de la Relatividad de Albert Einstein cambió la forma de concebir el Universo. Fue revolucionaria. Sin embargo, no fue por esto que el físico alemán ganó el Premio Nobel de Física el 10 de diciembre de 1921, sino por otra demostración: el efecto fotoeléctrico.

¿De qué se trata? Todo comenzó en 1887, cuando el físico alemán Heinrich Rudolf Hertz descubrió que, cuando la luz (visible o ultravioleta) incide sobre la superficie de algunos metales, el metal emite electrones. «Ahora sabemos que lo que ocurre es que los fotones de luz chocan contra los átomos en la superficie del metal y en ese choque se liberan electrones», aclaró el doctor en Física del Instituto Balseiro, Marcelo Kuperman, a AIRE. Esto es lo que se conoce como el «efecto fotoeléctrico».

Sin embargo, pensar en fotones supone pensar en que la luz no es una onda sino que está compuesta por partículas que hoy llamamos fotones. «Durante mucho tiempo coexistieron las teorías sobre la naturaleza ondulatoria y corpuscular de la luz pero, hacia fines del siglo XIX, la idea de pensar en la luz como una partícula había sido descartada», contó. 

Pero las observaciones del efecto fotoeléctrico no podían ser explicadas pensando en la luz como una onda. Tampoco alcanzaba con simplemente pensar en la luz como una partícula. Hacia falta algo más. «Hacia fines del siglo XIX, la idea de pensar en la luz como una partícula había sido descartada», contó Kuperman. «Ese algo más nace de las ideas de Max Planck que, en 1900 propuso que la energía no puede tomar valores continuos sino que está organizada en pequeños paquetitos a los que llamó cuantos. Planck ganó el premio Nobel de Física en 1918 por estos trabajos, que dieron lugar unos años más tarde a la mecánica cuántica», explicó Kuperman.

El aporte de Einstein

Albert Einstein unió la concepción de la luz como partículas, los fotones, y las ideas de Planck sobre la discretización de la energía y pudo explicar lo que se observaba con el efecto fotoeléctrico. «En ese momento las ideas de Planck no eran aceptadas por la comunidad científica, como tampoco lo fueron las ideas de Einstein sobre la Relatividad en los primeros años tras su formulación», dijo el físico.

Albert Einstein unió la concepción de la luz como partículas, los fotones, y las ideas de Planck sobre la discretización de la Energía y pudo explicar lo que se observaba con el efecto fotoeléctrico.

Albert Einstein unió la concepción de la luz como partículas, los fotones, y las ideas de Planck sobre la discretización de la Energía y pudo explicar lo que se observaba con el efecto fotoeléctrico.

Einstein unió la concepción de la luz como partículas, los fotones, y las ideas de Planck sobre la discretización de la energía y pudo explicar lo que se observaba con el efecto fotoeléctrico. «Pero Einstein estaba más allá de las convenciones y paradigmas de su época y no dudó en ensayar las ideas de Planck para explicar un fenómeno sin explicación», contó.

Llega el premio

Otro físico, llamado Robert Millikan, pasó casi diez años tratando de demostrar que la teoría de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico no era correcta, «pero logró lo contrario, confirmarla», señaló el físico del Balseiro. Esta confirmación experimental fue lo que le permitió a Einstein recibir el Nobel en 1921 y a Millikan en 1923.

La confirmación experimental de Millikan fue lo que le permitió a Einstein recibir el Nobel en Física.

La confirmación experimental de Millikan fue lo que le permitió a Einstein recibir el Nobel en 1921 y a Millikan en 1923.

Mientras tanto, la Teoría de la Relatividad general de Einstein recibía su primera confirmación experimental con el eclipse de 1919. 

Leer más ► ¿Cómo un eclipse pudo comprobar la Teoría de la Relatividad de Einstein? 

«Tras la confirmación experimental, la Teoría de la Relatividad podría haber sido premiada con el Nobel. Entender por qué se eligió el efecto fotoeléctrico y no a la Relatividad es objeto de debate. El motivo responde más a cuestiones políticas que a cuestiones académicas», analizó Kuperman.

  • Robert Millikan y Albert Einstein. Millikan pasó casi diez años tratando de demostrar que la teoría de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico no era correcta, pero logró lo contrario, confirmarla. 

Imagen de portada: Gentileza de Aire Digital

FUENTE RESPONSABLE: Aire Digital Por Astrid Galetti. Diciembre 2021.

Sociedad y Cultura/Genios Virtuosos/Ciencia/Investigación/Albert Einstein/Premio Nobel.

La viuda de José Saramago: escrita en 1947, es su primera novela.

El inicio de la celebración del centenario del autor: la primera novela del nobel portugués, inédita hasta el momento en español.

«Saramago vuelve comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía». Comité Nobel

«Hay que vivir aunque sea de cualquier modo, siempre que sea vivir.»

Tras la muerte de su marido, Maria Leonor, madre de dos hijos, se siente abrumada ante las dificultades para administrar su hacienda en el Alentejo, las expectativas de la sociedad y el férreo control de su entorno. 

Después de unos meses sumida en una profunda depresión, decide finalmente afrontar su responsabilidad como propietaria de las tierras, pero su corazón está atormentado por un pecado secreto: a pesar del duelo, su deseo no se ha apagado.

Entre cavilaciones sobre la esencia del amor, el paso del tiempo y los deslumbrantes cambios en la naturaleza, la joven viuda pasa las noches en vela, espiando los amores de sus criadas y padeciendo la soledad propia.

Hasta que dos hombres muy distintos irrumpen en su vida y su destino se tambalea inesperadamente.

Escrita en 1947, La viuda es la primera novela del autor, que vio la luz en Portugal con el título de Terra do pecado por decisión del editor. 

Hoy, cuando se cumple el centenario del autor, se publica por primera vez en español, respetando su título original, esta historia escrita por un joven José Saramago, que anticipa el gran escritor que todos conocemos. En ella está ya presente su personal forma de mirar el mundo y algunas de las características de sus novelas más aclamadas: la extraordinaria fuerza narrativa y un personaje femenino inolvidable.

La crítica dijo:

«Un hombre con una sensibilidad y una capacidad de ver y de entender que están muy por encima de lo que en general vemos y entendemos los comunes mortales».

Héctor Abad Faciolince

«La viuda toma un vuelo filosófico y conecta con el resto de la obra de Saramago. […] Tiene notables aciertos y merece muy positiva consideración. Es bastante más que el trabajo de un afanoso diletante».

Santos Sanz Villanueva,El Cultural

«El primer paso a la gloria literaria de Saramago, [cuyo] genio narrativo se vislumbra ya, tenue pero decidido.»

Javier García Recio,Faro de Vigo

«La seguridad intelectual y la experiencia que el escritor aporta hace de esta creación inicial una obras de una gran solidez literaria. La concepción literaria de Saramago, desde su racionalidad, tiene la brillantez de la atemporalidad; no importa en que tiempo concreto esté situada, su obra ofrece una lectura del hombre actual orientado al pasado y al futuro, pero siempre a un nuevo concepto del mundo. […] Una de sus grandes aportaciones al universo literario».

Javier García Recio,La Opinión de Málaga

«El José Saramago que escribió y reflexionó hasta el final de su existencia era un transgresor; transgresor en la literatura, en la vida y ante las normas de conducta marcadas por la burguesía».

Yanet Aguilar Sosa,El Universal

«Hay que saludar este regreso de Saramago, siempre excepcional escritor, a su realismo inicial, y animarle a que siga por este camino».

Rafael Conte,Babelia (sobre Las pequeñas memorias)

«Saramago es un gran narrador y rara vez escapa al criterio de mantener en vilo al lector».

Jordi Gracia,La Vanguardia (sobreTodos los nombres)

«Probablemente la obra más soberana y feroz de su indiscutible bibliografía narrativa […]. Se ha ganado no sólo la admiración sino también el respeto de todo buen lector por su constante superación de lo ya conseguido, libro tras libro».

Robert Saladrigas,La Vanguardia (sobre Ensayo sobre la ceguera)

Editorial: Alfaguara

Imagen de portada: Gentileza de Montevideo Portal. Uruguay

FUENTE RESPONSABLE: Montevideo Portal. República Oriental del Uruguay.

Sociedad y Cultura/Obra inédita/La Viuda/José Saramago/Premio Nobel/ Literatura