Las tres preguntas clave que Steve Jobs recomendaba para saber si eres feliz.

FILOSOFÍA DE VIDA

El fallecido magnate empresarial expresaba una filosofía vital basada en tres preguntas clave que toda persona debe hacerse para encontrar el camino a la felicidad.

Si deseas profundizar en esta entrada; por favor cliquea adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

Hace unos años Martín Seligman, padre de la Psicología Positiva, estableció una fórmula con los componentes básicos para conseguir la felicidad. Esta es F=R+C+V, lo que viene a significar que la felicidad duradera equivale a un rango fijo de felicidad (R) junto con las circunstancias de la vida (C) y los factores que dependen de la propia voluntad (V). 

En otras palabras, esto significa que tenemos un componente genético que determina lo felices que podemos llegar a ser, algo así como nuestro “termostato de la felicidad”. Esto demostraría que estamos influenciados por las circunstancias que nos rodean, pero, sobre todo, que podemos cambiar nuestra actitud ante la vida a través de las decisiones que tomamos en nuestro día a día.

En este sentido, Steve Jobs, el que fuera cofundador y presidente ejecutivo de Apple, también creía tener la ecuación perfecta para descifrar la fórmula de la felicidad, una filosofía vital basada en tres preguntas sobre cuestiones internas que puso en práctica en su vida y que se intensificó cuando le detectaron el cáncer de páncreas por el que falleció el 5 de octubre de 2011 a los 56 años.

¿Eres realmente feliz? (iStock)

El magnate empresarial decía que la respuesta a estas tres preguntas permitiría iniciar un proceso a la ejecución y posterior búsqueda para ser feliz. Se trata de planteamientos muy recurrentes cuando una persona sabe que está cerca de la muerte. Es el momento en el que comienzan los exámenes de conciencia y los arrepentimientos. De hecho, en el discurso de su graduación en la Universidad de Stanford en 2005 afirmó: «Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de otra persona».

Tres preguntas para alcanzar la felicidad:

  1. ¿Estoy viviendo la vida que quiero y haciendo el trabajo que quiero hacer?
  2. Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?
  3. ¿Estoy haciendo lo que me gusta?

Encontrar la respuesta a estas tres cuestiones nos llevaría, según Jobs a la felicidad duradera. Por tanto, caminar en sentido contrario al verdadero propósito de tu vida y contra tus propios sentimientos te llevará a la insatisfacción plena. Hacer lo que amas te da un propósito, lo que, además, te da un impulso para levantarte por la mañana y ser feliz.

Imagen de portada: Steve Jobs (GETTY IMAGES)

FUENTE RESPONSABLE. El Confidencial. 1 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Steve Jobs/Felicidad.

Psicología: el efecto Baader-Meinhof y la búsqueda de sentido.

¿Recientemente habló con alguien sobre un tema nuevo para usted y ahora lo ve por todas partes? No se preocupe, es un mecanismo psicológico conocido como ‘ilusión de frecuencia’.

¿Alguna vez compró una camisa nueva y, de repente, notó que mucha gente la lleva igual? ¿O aprendió una palabra y comenzó a escucharla a menudo? ¿Alguna amiga le dijo que esperaba un hijo y luego veía mujeres embarazadas por todas partes? 

Si es así, enhorabuena, simplemente es usted humano y ha experimentado la ‘ilusión de frecuencia’, también conocida como el fenómeno Baader-Meinhof.

¿Qué es la ilusión de frecuencia?

Se trata de un sesgo cognitivo por el que nos volvemos más conscientes de algo tras conocerlo por primera vez, lo que nos hace pensar que sucede con más frecuencia de la que realmente tiene. Arnold Zwicky, profesor de Lingüística en la Universidad de Stanford, acuñó el término «ilusión de frecuencia» para denominar este fenómeno en 2005.

Por ejemplo, cuando alguien compra un auto nuevo de color rojo, puede comenzar a ver autos rojos con más frecuencia y pensar que mucha más gente está comprando autos rojos, o que los autos rojos están de moda, cuando en realidad, la cantidad de autos rojos no ha cambiado. O mañana, cuando se encuentre con otro artículo sobre el fenómeno Baader-Meinhof, ¡podría pensar que está en todas partes!

¿Por qué sucede?

«Estamos entrenados evolutivamente para buscar explicaciones», afirma David Hand, profesor de Matemáticas del Imperial College de Londres, en entrevista con DW. Esto puede resultar útil para el aprendizaje, pero también tiene sus inconvenientes.

El sesgo de frecuencia ocurre porque nuestro cerebro busca conexiones para encontrar patrones y explicaciones, lo que nos lleva a sacar conclusiones precipitadas, según explica el psicólogo Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía en 2002, en su libro ‘Thinking, Fast and Slow’.

Además, nos suelen gustar las conclusiones a las que nuestra mente llegan precipitadamente porque activan el centro de recompensas del cerebro. Tener razón simplemente sienta bien. Pero tendemos a tener demasiada confianza en lo que decimos, incluso si sabemos muy poco sobre el asunto. Es decir, que la confianza no es una medida de lo correcto que es lo que decimos.

Un tornado sobre el Lago Constanza, en la frontera entre Alemania y Suiza, en agosto de 2021.

La ilusión de frecuencia afectar la forma en que valoramos los riesgos. Por ejemplo, en un experimento, la mayoría de estadounidenses consideraron que los tornados son más mortales que el asma, aunque esta causa veinte veces más muertes.

Dos procesos mentales subyacentes

La ilusión de frecuencia es el resultado de dos procesos psicológicos. Por un lado, está la atención selectiva, que nos hace centrarnos más en lo que actualmente es importante para nosotros y pasar por alto más fácilmente el resto. Es clave para el aprendizaje y la memoria: sin ella, no lograríamos concentrarnos en algo.

En segundo lugar está el sesgo de confirmación, estrechamente relacionado con la ilusión de validez. Debido a que vemos más autos rojos, creemos que estos son más comunes, lo que confirma aún más nuestra creencia de que hay más autos rojos.

La historia detrás del fenómeno Baader-Meinhof

La ilusión de frecuencia se conoce también como el fenómeno de Baader-Meinhof, al parecer por una discusión en un foro de internet. Un usuario publicó un comentario en el sitio web de St. Paul Pioneer Press en 1994 sobre Facción del Ejército Rojo (RAF), un grupo terrorista en la Alemania Federal de los años setenta.

Poco después, muchas otras personas comenzaron a compartir noticias sobre el grupo, conocido también como la «banda Baader-Meinhof», por lo que, para bien o para mal, el fenómeno adquirió ese nombre.

Atajos mentales

Según un artículo conjunto de Kahneman y Amos Tversky de 1974 en la revista Science, la ilusión de frecuencia es un tipo de atajo mental que nos ayuda a tomar decisiones o realizar una tarea más rápido y con menos esfuerzo. Es muy útil porque no siempre tenemos toda la información necesaria ni el tiempo para analizarla.

El problema es, sin embargo -explica en entrevista el director de la compañía de ciencias aplicadas al comportamiento The Decision Lab, Sekoul Krastev- que «debido a que son atajos imperfectos para resolver problemas, a veces nos llevan a cometer errores».

Brittany Cervantes, número 22 del equipo mexicano de béisbol femenino, batea durante los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 en Yokohama, en julio de 2021.

Un ejemplo: el bate y la pelota cuestan juntos 1,10 dólares. Si el bate cuesta un dólar más que la bola, ¿cuánto cuesta esta? Si usted dijo inmediatamente 10 centavos, no se preocupe, más de la mitad de los estudiantes de Harvard cometieron el mismo erro

Imagen de portada: Terry Papoulias.

FUENTE RESPONSABLE: Made for Minds. Por Esteban Pardo. 28 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Ilusión de frecuencia/Fenómeno Baader Meinhof/Decisiones/Ciencia/Las claves del siglo XXI.

Cuando ser nosotros mismos es el problema: los rasgos desadaptativos de la personalidad.

PSICOLOGÍA CURIOSAL

Si sentimos que nos van bien las cosas, tal vez nos falte un poco de autocrítica. ¿Por qué aquello bueno que nos define a simple vista también es nuestra mayor condena?

Si deseas profundizar en esta entrada; por favor cliquea adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

En ocasiones, cuando tenemos un conflicto con nosotros mismos o con otra persona, podemos caer en el vicioso y esquivo «es que yo soy así». Esta frase, que seguramente hayamos pronunciado más veces de las necesarias, está bien para salir del paso, ser prácticos y, en cierto sentido, no comernos la cabeza demasiado. 

Pero su propia formulación esconde algo un tanto perverso, que no es más que el hecho de pensar que el mundo o lo de fuera tiene que cambiar para que a mí me vayan bien las cosas. 

Y sí, puede que no nos vaya del todo mal siendo nosotros mismos, pero a la hora de la verdad seguramente ciertos actos y actitudes que se sustentan en este argumento pueden derribar el edificio emocional e ideológico que nos sostiene. 

Aquello que se supone que nos ayuda, también puede a largo plazo hacer que nos hundamos. Por ello es importante hacer el esfuerzo de intentar verse desde fuera. Tal vez, preguntarle la opinión a una persona cercana a la que conozcas bien. 

Si queremos mejorar debemos ser críticos con nosotros mismos, incluso cuando parece que hacemos las cosas bien, porque tal vez no sea la forma más adecuada de enfrentar determinadas situaciones. De ahí que a veces sea inevitable arrepentirse por algo que dijimos o que, al contrario, nos guardamos para nosotros.

Ser muy autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente.

Mark Travers, psicólogo de la revista Psychology Today, ha disertado sobre estos rasgos de la personalidad a simple vista «buenos», que a la larga no lo son tanto. El primero de ellos, sin ir más lejos, es hacer un uso indiscriminado del sentido del humor, sobre todo en situaciones en las que no conviene hacer bromas. No tiene que ser necesariamente tomarnos a broma los dramas ajenos, ya que este es un detalle bastante feo de la personalidad, sino más bien reírnos de nosotros mismos y de nuestras debilidades para ganar cierta aceptación social.

Reírnos demasiado de nosotros mismos

Por ejemplo, cuando nos corregimos a nosotros mismos en tono jocoso, haciendo especial énfasis en nuestra ignorancia sobre un tema. 

Ser radicalmente autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno mismo, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente que a largo plazo nos deparará problemas. Esto les sucede mucho a los que se autoidentifican como cínicos potenciales o se jactan del humor negro que practican con circunstancias ajenas o personales.

«Lo que hace que tu sentido del humor sea adaptativo o desadaptativo tiene que ver más con el propósito que con el contenido», asegura Travers. 

«¿Estás utilizándolo para manipular a alguien o para que tú o los demás queden mal? ¿O lo estás usando para mejorar tus relaciones personales y disminuir tu ansiedad?». 

Evidentemente, la primera equivaldría a hacerse el tonto constantemente, lo cual está mal para los asuntos serios, mientras que el otro sería la forma sana y responsable de echarse unas risas por tus propios fallos para que los demás te entiendan mejor.

Ser demasiado soñador

Otro de los rasgos desadaptativos que destaca el psicólogo es tomarse demasiado en serio el trabajo. Lo que vendría a ser hacer gala de una actitud workaholic

Esto puede llegar a ser peligroso, sobre todo cuando nuestra profesión también es nuestra pasión, lo que hace que haya muchas posibilidades de que se convierta en una obsesión. Para que eso no ocurra, Travers aconseja realizar otras actividades al margen de la principal, que aquella que nos ha generado éxito profesional, y vivir de una manera armoniosa cada una de nuestras ocupaciones. 

Lo mismo ocurriría en sentido inverso: si trabajamos en algo que no nos hace felices y no desarrollamos otras facetas de nuestra personalidad que sí que nos gustan para compensar, estaremos cayendo en una actitud errática que solo nos llevará a sentirnos quemados e insatisfechos.

Por último, el psicólogo menciona el hecho de vivir demasiado pegado a una fantasía o fetiche. Lo que podríamos calificar como ser un completo soñador. 

Obviamente, está bien visto ser creativo, tener aspiraciones y proyectos artísticos, pero cuando vives más en las nubes que en tierra firme, normalmente las cosas no tienden a ir bien. 

Así lo descubrió un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, que dividió estas ensoñaciones en cuatro tipos: una mera distracción de la realidad actual, un medio para cumplir tus deseos, una sensación de huida el tedio cotidiano o simplemente un pasatiempo que sea gratificante. 

A su vez, los temas más recurrentes fueron el hecho de estar obsesionado con encontrar el amor verdadero, conseguir poder, recibir la atención de los demás de manera constante o directamente escapar.

Imagen de portada: iStock

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Alma, Corazón y Vida. 28 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Comportamientos/Reflexiones.

Cómo detectar a un psicópata, un narcisista o un antisocial.

DETECTARLOS A TIEMPO

Vivimos entre ellos, pero no se ven a simple vista. Repasamos algunas de las claves que determinan que alguien cercano tiene un trastorno de personalidad antisocial.

Si deseas profundizar en esta entrada; por favor cliquea adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

A veces, las personas no son un libro abierto, sino un intrincado laberinto que no nos conviene transitar. Según vamos conociendo a alguien, advertimos rasgos de su personalidad que nos resultan familiares o atractivos en el mejor de los casos. Pero de repente, de un día para otro, nos sorprende con algo que no esperábamos y que no entra en nuestras coordenadas sociales. 

A Marion, la protagonista de la célebre Psicosis, seguramente le pareció «majo» (ese adjetivo comodín que se usa cuando alguien nos cae simplemente bien) ese joven alicaído llamado Norman Bates. No podía imaginar por nada del mundo lo que escondía en las profundidades de su casa hasta el final. Este relato de terror tan prototípico, cuyo clímax es algo tan cotidiano como una ducha, es obviamente ficción; pero cuántos y cuántas se habrán topado en algún momento de su vida con un Norman Bates y no han sabido verlo a tiempo, aunque no haya que llegar a cotas de psicopatía tan altas. 

Para ellos, no habrá un atisbo de culpa en sus acciones, aunque sepan que han obrado mal y que su actitud es reprochable.

También están los narcisistas, los cuales pueden hacernos la vida muy difícil en caso de que les dejemos entrar en nuestra vida, lo cual es bastante fácil si te encuentras en un momento de tu vida inseguro o carente de energía. 

«El trastorno de la personalidad narcisista es cuando una persona tiene un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás», recuerda la Clínica Mayo.

Ni culpa ni principios morales

Lo que tienen en común el narcisismo o la psicopatía es que se engloban dentro de los trastornos de personalidad antisocial, los cuales surgen cuando una persona no es capaz de distinguir el bien y del mal (desechando principios morales) o ignora y desprecia los derechos y sentimientos de los demás. Puede ser como causa de una desmesurada egolatría (narcisismo) o por una ausencia de empatía y concepto de moral (psicopatía).

Ahora bien, ¿cómo detectar a una persona que reúne estos rasgos? Muchas veces vienen enmascarados en otro tipo de actitudes más relajadas. Por ejemplo, tienden a ser unos manipuladores natos, puede ser bien de manera directa a través del engaño consciente o por formas más sutiles como el chantaje emocional. Si alguien en tu círculo cercano siempre te está reprochando cosas, sobre todo aquellas que todavía no han sucedido, ándate con ojo, puede que esté tratando de manipularte usando el arma más poderosa que existe: las emociones.

Niegan la verdad a ultranza

Otro rasgo que caracteriza a los narcisistas o psicópatas es su impulsividad, lo que puede derivar en comportamientos agresivos o imprudentes. 

Esto es muy peligroso, sobre todo, cuando ponen a otros en riesgo de manera innecesaria. Y esto nos lleva a otra de las características que más sirven para detectar a un psicópata: su falta de arrepentimiento cuando saben a ciencia cierta que sus actos han provocado un daño. 

Para ellos, el fin justifica los medios, por lo que en ellos no habrá un atisbo de sentimientos de culpa. Aun sabiendo que han obrado mal y que su actitud es reprochable, no harán nada por intentar solucionar o paliar el daño causado. 

Si sabes a ciencia cierta que no para de mentirte y sigues ahí es porque ha conseguido su objetivo: tenerte atado y manipulado.

El comportamiento más útil de cara a reconocer a un manipulador nato es pillarle con sus propias mentiras y aun así que siga negando la verdad o contrarrestando ese engaño con más mentiras. Si te has encontrado en situaciones así, bien te vale desconfiar. Al principio puede que colara, pero una vez les pillas, la confianza se resiente. 

Y cuando sientes que todo lo que sale por su boca son mentiras, y aun así sigues pegado a él o a ella, lo mejor es que cortes cuanto antes por lo sano: si objetivamente no para de mentirte y sigues ahí es porque ha conseguido su objetivo, el hecho de caer en sus redes de manipulación para que le exculpes incluso cuando tienes la verdad delante.

Imagen de portada: Mucha gente les ven como santos, pero en secreto son tiranos, narcisistas y egoístas. (iStock).

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Alma, Corazón y Vida. 20 de febrero 2023.

Sociedad/Relaciones/Psicología/Patologías.

¿HEMOS CONVERTIDO LA TERAPIA PSICOLÓGICA EN UN PRODUCTO DE CONSUMO?

La sociedad se mueve a caballo entre dos extremos, quienes aseguran que la terapia no sirve para nada y quienes sostienen que la terapia psicológica es necesaria para todos. Aferrarnos a este pensamiento maniqueo es la vía rápida para convertir la salud mental en una moda. Y es que algo está claro: la terapia no va a solucionar instantáneamente nuestros problemas psicológicos.

Si deseas profundizar en esta entrada; por favor cliquea adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

Hay momentos en la vida de un psicólogo dignos de un particular Show de Truman. El primero tiene lugar al comienzo de los estudios, cuando en casa dicen esa manida frase de «¡Pues con esta familia siempre vas a tener trabajo!». 

El segundo se sucede tiempo después, y surge cuando uno oye que «todo el mundo necesita terapia». 

El tercero, finalmente, se produce al ejercer, cuando por primera vez alguien acude a ti en busca de desahogo, un consejo y una sesión de sesenta minutos una vez al mes para reconducir su vida, pero sin cambiar absolutamente nada de esta entre medias. 

Llegados a ese punto, hay una pregunta dolorosa: ¿se ha convertido a la terapia psicológica, en ocasiones, en el equivalente de ir a un spa? Es decir, ¿se ha convertido, en algunos casos, en un producto de consumo que alivia la tensión instantáneamente pero sin efectos a largo plazo?

La salud mental lleva en crisis desde tiempos inmemoriales, pero en los últimos años –especialmente a raíz de la pandemia– hemos sido conscientes de las implicaciones de esta problemática. 

Con una tasa ínfima de psicólogos clínicos en la Seguridad Social por habitante, la asistencia psicológica se ha vuelto un privilegio: quienes necesitan terapia y no se la pueden permitir, se ven condenados a la medicalización de su malestar. Esta escasa oferta y alta demanda ha sido el caldo de cultivo ideal para el auge de pseudoterapias y estrategias de marketing que visibilizan la salud mental a la par que la banalizan

Entras en Instagram y los anuncios irrumpen tu sesión vespertina de cotilleo: 

«Elimina la tristeza de tu vida», «No sufras más por amor», «No vuelvas a preocuparte por nada». La premisa es potente –quién no querría vivir eternamente feliz–, pero los medios son cuestionables: quien imparte estos cursillos no tiene ningún conocimiento de psicología, ningún código deontológico que rija su práctica profesional y ninguna consecuencia legal si hay una negligencia psicológica. 

Aun así, accedes, haces clic y pagas cien euros por un taller de dos semanas. 

Desgraciadamente, al acabarlo te das cuenta de que todo sigue exactamente igual, que tus emociones a veces son incontrolables y que afrontar las dificultades del día a día no depende solo de mantener una «actitud positiva». 

Aun así, te aferras a una ayuda que no te está ayudando y te apuntas a cada cursillo, pseudoterapia o charla de autoayuda que aparece en tu camino para tachar una casilla más de la lista del autocuidado.

Con esta concepción errónea de la ayuda psicológica, acudimos a veces al psicólogo pretendiendo que sacuda una varita mágica con la que elimine de golpe cualquier atisbo de tristeza, ansiedad, dependencia emocional, complacencia o duda que habita en nuestro cerebro. 

El problema es que la terapia no elimina emociones, aunque estas sean desagradables; la terapia capacita para gestionarlas de una manera más adaptativa. 

También enseña a afrontar los problemas interpersonales, a priorizar, a poner límites o a buscar actividades reforzantes en el día a día, pero esto no tiene lugar durante la hora de la sesión, sino en los días posteriores en los que activamente –y con mucho esfuerzo– ponemos en marcha las pautas que hemos aprendido en consulta.

¿Necesita todo el mundo terapia para aprender estas habilidades? 

Ni mucho menos. A menudo, la estrategia más eficaz para gestionar el malestar psicológico son los cuidados mutuos proximales y distales. Encontramos el ejemplo perfecto de los cuidados mutuos proximales en la maternidad: si te sientes sola tras el parto porque tu pareja no se implica en la crianza y renuncias a todas las áreas de tu identidad para centrarte en la de madre, es muy normal desarrollar problemas de ansiedad, de depresión o de obsesiones. 

En este caso, contar con el apoyo de la pareja, de la familia o de las amistades, puede provocar una reacción positiva en cadena: tienes más tiempo para ti, exploras otros roles, se distribuyen las responsabilidades visibles e invisibles de la crianza y compartes tus preocupaciones con alguien que te entiende en vez de vivirlas en silencio. 

Los cuidados mutuos colectivos implican un cambio generalizado que incluye medidas sanitarias, laborales, económicas y políticas protectoras de la salud mental de todos los ciudadanos. 

Algunos ejemplos son reducir las listas de espera en las intervenciones quirúrgicas, consultas médicas y citas diagnósticas, regular la burbuja del alquiler, penalizar las condiciones laborales abusivas o crear redes de apoyo vecinales. 

Algunos de estos cambios pueden parecer ajenos a la psicología, pero es inviable contar con una buena salud mental si tienes un problema médico y te dan cita dentro de dos años, si no puedes encontrar un piso en alquiler por menos de 1.000 euros al mes, si te explotan en el trabajo y no hay protección legal real, o si estás completamente solo en tu día a día porque vives lejos de tu familia.

Es posible integrar la asistencia psicológica en estas medidas colectivas como ya se hace en algunos entornos –véase el programa grupal para mujeres embarazadas con problemas emocionales del Hospital Universitario Puerta de Hierro–, pero para lograrlo debemos salir del pensamiento maniqueo que asegura o bien que «la terapia no sirve para nada», o bien que «la terapia es necesaria para todo». 

De lo contrario, acabaremos transformando a la salud mental en una moda intermitente y a la asistencia psicológica en un producto de consumo.

Imagen de portada: Ilustración; gentileza de ETHIC

FUENTE RESPONSABLE: Ethic. Por Marina Pinilla. 8 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Psicoanálisis/Pensamiento crítico.

GUÍA PARA ENTENDER A LACAN.

Para comprender las teorías de Jacques Lacan es requisito indispensable conocer su vida académica, pero también y aún más las figuras clave con las que se codeó durante su trayectoria. Solo así se entiende la raíz de su pensamiento.

La génesis de las atemporales aportaciones de Jacques Lacan no puede ser abordada sin prestar atención al contexto del psiquiatra, y es que ya a finales del siglo XIX, París había iniciado el camino hacia la modernidad. 

Lacan, que nació en el seno de una familia acomodada, se crió en la edad dorada de la capital francesa y eso, sin duda, impactó en su desarrollo intelectual. 

También lo hizo el innegable intelecto de su madre, Émile Baudry, la cual poseía un extraño interés por el misticismo, pero también una fuerte fe cristiana. Ese fue el motivo preciso por el que toda su descendencia estudió en un colegio religioso; irónicamente, Lacan dio un salto al ateísmo al conocer la filosofía de Spinoza.

No todo estaba perdido para la familia Lacan Baudry. 

Marc-François, el vástago más joven de la dinastía, se unió a la abadía de Hautecombe como monje. 

Si bien este dato puede parecer irrelevante, impactó enormemente en Jacques Lacan, que durante décadas se arrepintió de no haberse implicado más en la educación de su hermano para sembrar en él un pensamiento crítico y, con suerte, el ateísmo al que él tanto abrazaba. 

Al no lograrlo y sufrir tensiones por la fe con su familia, el inquieto Lacan decidió alejarse para dedicarse al estudio de la medicina con dieciocho años. 

Sin embargo, su distanciamiento no evitó que dedicase unas palabras a su hermano en la tesis doctoral que publicaría décadas más tarde: «Al reverendo padre Marc-François Lacan, mi hermano en religión». La frase sorprendió a los compañeros del escéptico psicoanalista, lo que pudo influir en su decisión de modificarla eliminando cualquier falsa alusión a su propia religiosidad.

Al margen de la vida familiar de Lacan, lo que verdaderamente cambió el rumbo de su teoría fueron los nexos sociales. Como cualquier joven burgués, más aún si había tenido la fortuna de nacer en la Belle Époque parisina, se codeaba con grandes figuras de la vanguardia literaria y artística, entre ellas André Breton, fundador del surrealismo, y Salvador Dalí, máximo representante del movimiento artístico. Ambos contactos tuvieron un gran peso en sus teorías.

A finales de los años 20, Lacan comenzó a interesarse en las teorías psicoanalíticas de Jean-Martin Charcot, estudioso de la entonces llamada histeria femenina y uno de los primeros médicos en utilizar la hipnosis para tratar a pacientes neuróticos. 

No es casualidad que, poco antes, André Bretón exaltase la belleza convulsiva de las mujeres histéricas que Charcot estudiaba en el hospital de La Salpêtrière. Tampoco es casualidad que Dalí se interesase por la psiquiatría describiendo la paranoia como un reflejo de la autenticidad del hombre.

No solo de arte vive el hombre, pues la política también alimentaba la teoría lacaniana. 

Concretamente, el psicoanalista se interesó en Charles Maurras, escritor contrarrevolucionario y uno de los grandes referentes del fascismo en la Europa del siglo XIX. Su influencia es palpable en las reflexiones de Lacan respecto a la sexualidad o la relación con las mujeres. 

Encontramos el ejemplo perfecto en la idea lacaniana de que el falo no es algo anatómico, sino un símbolo de poder que lleva a todas las mujeres a considerarse castradas y, en muchos casos, a identificarse de forma ilusoria con el pene para adquirir poder –poder que solo podía ser asignado por los verdaderos «dueños» del falo, es decir, por los hombres–. 

Sorprende, sin embargo, la crítica lacaniana al racismo considerándolo una forma de paranoia sustentada en un complejo por sobresalir respecto al resto.

La historia del psicoanalista también estuvo marcada por las críticas de coetáneos y mentores, pues su gran maestro Clérambault le acusó de plagio en 1931. Lacan acababa de publicar uno de sus textos más influyentes, Estructura de las psicosis paranoicas. 

En él, pretendía poner fin al debate acerca de si los trastornos psicóticos eran un problema de carácter –es decir, algo que ya se vaticinaba en la psyché de la persona– o una reacción no previsible, siendo la última hipótesis la sostenida por Lacan. 

El error fue mencionar diversos conceptos aprendidos en sus años de trabajo junto al médico Clérambault, sin citarle más que en una ocasión.

Sin llegar a esos extremos, Jacques Lacan nunca dejó de mamar de otros teóricos, y esa es quizá su seña de identidad tachada de plagio por algunos, pero admirada por otros pues permitió que su teoría se enriqueciese década tras década. 

Así ocurrió con los psicoanalistas Melanie Klein y Donald Winnicott, gracias a los cuales se aproximó a la psicología infantojuvenil –desarrollando más tarde el concepto de «estadio del espejo»–. Igualmente, admiró y aprendió de lingüísticas de la talla de Claude Lévi-Strauss y Ferdinand de Saussure, llegando a convertirse el lenguaje en un pilar de las teorías lacanianas.

Sin embargo, su mayor influencia fue sin duda la de Sigmund Freud, especialmente en lo que respecta al estudio del concepto del «yo», las pulsiones, el deseo, lo simbólico y el inconsciente, ejes conductores de la teoría de Lacan. 

Si deseas profundizar en esta entrada; por favor cliquea adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

Esta admiración hacia la teoría freudiana le llevó a fundar la École Freudienne de Paris en 1964, una institución centrada en instruir y promover las teorías de Freud. 

Durante un par de décadas, la escuela freudiana enriqueció el debate colectivo, pero se disolvió unilateralmente en 1980 a causa del cáncer de colon que quitó la vida de Lacan. Su muerte supuso un punto de inflexión para el psicoanálisis. En parte, era Lacan el que intentaba mantenerlo unido en un momento social y científico en el que las teorías no hacían más que diversificarse.

«Soy obstinado, desaparezco», afirmó el psicoanalista antes de morir. 

Razón no le faltaba en lo primero, pero se equivocaba en lo segundo. El legado que hoy en día permanece se sostiene sobre un interés implacable y casi obsesivo acerca de todo lo que no llegaba a entender, diseccionando obras de ciencia y arte hasta convertirlas en teorías que, siendo honestos, solo él comprendía al cien por cien. 

Al fin y al cabo, unificar la filosofía y la religión, la psicología y la medicina, la lingüística y las matemáticas, y que saliese algo con un mínimo sentido, era una tarea que solo Lacan supo llevar a cabo.

Imagen de portada: Gentileza de Ethic (Ilustración de Jacques Lacan)

FUENTE RESPONSABLE: Ethic. Por Marina Pinilla. 1 de febrero 2023

Sociedad y Cultura/Psicología/Psiquiatría/Mujeres/Histeria/Salud Mental

Los apuntes de Carl Gustav Jung sobre el amor. 

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor donde se encuentre escrito con “azul”. Muchas gracias.

AUNQUE CARL GUSTAV JUNG ESCRIBIÓ MUY POCO SOBRE EL AMOR, EL TEMA ESTUVO PRESENTE A LO LARGO DE TODA SU OBRA, COMO RARAS Y SINGULARES PERLAS QUE ILUMINAN LAS DIFICULTADES EN TORNO A ESTA INQUIETUD TAN PROPIA DEL SER HUMANO.

Que el amor es un problema se trata de una afirmación que puede entenderse en varios sentidos, pero quizá el más adecuado de todos los posibles sea mirarlo como un asunto que implica dificultad y que requiere de nuestra atención y nuestros recursos para resolverlo.

Un problema que, además, ocurre en al menos dos grandes esferas, la social y la subjetiva, la cultural y la psíquica: por un lado, la idea del amor está moldeada por cientos y cientos de años de civilización y cultura, por los afluentes disímiles de la sexualidad, la moral, la religión, el derecho, la familia, el arte y otras muchas instituciones sociales que dan marco a la idea de «amor» y de esa manera ofrecen al sujeto, paradójicamente, la dificultad de amar. 

Del otro lado, subjetiva y psíquicamente el individuo recibe esto y en algún momento de su existencia, en el mejor de los casos, encuentra y construye su posibilidad de amar con lo que le es dado y le fue posible tomar. Esta tensión entre subjetividad y cultura es indisociable del amor y, en buena medida, está en el origen de la consideración y la experiencia del amor como un problema.

Una evidencia bastante sencilla para sustentar la naturaleza conflictiva del amor, más allá de lo que todos podemos aportar al respecto, está en todas las páginas y la tinta que desde siempre se han gastado para intentar explicarlo o entenderlo. Desde El banquete de Platón (al menos en Occidente) hasta un libro al que últimamente hemos aludido con frecuencia en Pijama Surf, La agonía del Eros, de Byung-Chul Han, hay más de veinte siglos de esfuerzo intelectual en torno al amor, una generación después de otra revelándose en el intento de desanudar la madeja del vínculo amoroso y sus particularidades.

Entre estos trabajos y pensadores se encuentra uno que aunque destacó magistralmente en la investigación de los asuntos de la psique, según sus comentadores dedicó poco al problema del amor. 

Esto, al menos, explícitamente. Hablamos de Carl Gustav Jung, probablemente el discípulo más polémico de Sigmund Freud y, ya fuera de la égida del maestro, un explorador destacado de la mente humana.

Decíamos antes que “explícitamente” Jung pareció no escribir sobre el amor pero, en términos generales, del psicoanálisis podría decirse lo mismo que Borges dijo del ajedrez y de su jardín de senderos que se bifurcan: por momentos puede parecer que en psicoanálisis no se habla nunca de amor porque en realidad todo el tiempo se está hablando de amor, el amor es el gran tema del psicoanálisis. 

Lo más obvio a veces es lo que más nos pasa por alto. La singularidad de este discurso, esta forma de hablar del amor, quizá podría ser que la perspectiva de esta disciplina sobre el amor es amplia, casi a la manera dantesca del amor como una suerte de élan vital que se encuentra en todo lo que hacemos, desde el amor que damos a una persona hasta el amor que ponemos en nuestro trabajo o en esas actividades que por cotidianas parecerían que están exentas de amor, pero en las cuales no es así: regar una planta, ver a un amigo, cocinar, incluso limpiar nuestra casa o bromear con un compañero de trabajo son también, potencialmente, actos de amor.

Jung, aun siendo un ángel rebelde del psicoanálisis, compartió en parte dicha aproximación al amor. Los fragmentos aquí reunidos provienen de un tomo editado por Trotta en febrero de 2011 que, como decíamos, no es propiamente un trabajo que Jung dedicó al amor, sino más bien una colección de párrafos tomados de distintos escritos y que lo tienen como un eje común en torno al cual orbitan, como astros en apariencia distantes pero unidos invisiblemente por la misma fuerza de atracción. 

 ***

El amor es siempre un problema, con independencia de la edad de la persona de quien se trate. En la etapa de la infancia el problema es el amor de los padres; para el anciano el problema es lo que ha hecho con su amor.

El problema del amor se me aparece como una montaña monstruosamente grande que con toda mi experiencia no ha hecho más que elevarse, precisamente cuando creía casi haberla escalado.

El problema del amor pertenece a los grandes padecimientos de la humanidad, y nadie debería avergonzarse del hecho de tener que pagar su tributo.

El amor verdadero establece siempre vínculos duraderos, responsables. Necesita libertad sólo para la elección, no para la realización. Todo amor verdadero, profundo, es un sacrificio. Se sacrifican las propias posibilidades o, mejor dicho, la ilusión de las propias posibilidades. Si no requiere este sacrificio, nuestras ilusiones evitarán que se establezca el sentimiento profundo y responsable, con lo que se nos privará también de la posibilidad de la experiencia del verdadero amor.

El amor tiene más de una cosa en común con la convicción religiosa. Mal caballero de la dama de su corazón es quien se echa atrás ante la dificultad del amor. El amor se comporta como lo hace Dios: ambos se entregan sólo a su servidor más valiente.

Es la incapacidad de amar la que roba al hombre sus posibilidades. Este mundo solamente es vacío para aquel que no sabe dirigir su libido a las cosas y personas para hacérselas vivas y bellas. Lo que, por tanto, nos obliga a crear un sustituto a partir de nosotros mismos no es la carencia exterior de objetos, sino nuestra incapacidad de abrazar amorosamente algo que está fuera de nosotros.

La implicación del amor en todas las formas de vida, en la medida en que es general, es decir, colectiva, constituye la menor dificultad en comparación con el hecho de que el amor es también, eminentemente, un problema individual. Esto quiere decir que pierden su validez cualquier criterio y regla general.

Seguramente nos agobien las dificultades de la vida y las contrariedades de la lucha por la existencia, pero tampoco las situaciones externas muy difíciles pueden obstaculizar el amor, por el contrario, pueden estimularnos a realizar los esfuerzos más grandes. Las dificultades reales no podrán nunca reprimir la libido de forma tan duradera como para que surja una neurosis.

El amor libre sólo sería posible si todos los seres humanos fueran capaces de los máximos esfuerzos morales. Pero la idea del amor libre no se ha inventado con esa finalidad, sino para hacer parecer fácil algo difícil. Propias del amor son la profundidad y la sinceridad del sentimiento, sin las que el amor no es amor sino mero capricho.

Es muy difícil para un hombre racional admitir qué pasa realmente con su Eros. Una mujer no tiene mayor dificultad en reconocer que el principio de su Eros es el estar vinculada, pero a un hombre, cuyo principio es el Logos, se le hace muy difícil.

Aquí se trata de lo más grande y de lo más pequeño, de lo más lejano y de lo más cercano, de lo más alto y de lo más hondo, y nunca puede decirse una cosa sin la otra. Ninguna lengua se encuentra a la altura de esta paradoja. Sea lo que sea que pueda decirse, ninguna palabra expresa la totalidad.

Los hombres pueden andar con mujeres de la vida alegre y no obstante insistir en su propia corrección; y las mujeres pueden escaparse con auténticos diablos y sostener sin embargo que son esposas fieles. Nos tenemos que resignar al hecho de que el mundo es muy serio y, al mismo tiempo, muy ridículo.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Pijama Surf. Por Juan Pablo Carrillo Hernández. 7 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Amor/Carl Gustav Jung

La regla del 8-8-8 para mejorar la autoestima y afianzar el pilar de tu bienestar.

PSICOLOGÍA

La autoestima es la clave del bienestar y la calidad de vida de las personas. De hecho, quienes tienen muy dañada su autoestima no consiguen relacionarse.

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor donde se encuentre escrito con “azul”. Muchas gracias.

La autoestima es la clave del bienestar y la calidad de vida de las personas. 

De hecho, quienes tienen muy dañada su autoestima no consiguen relacionarse de forma positiva y constructiva con su entorno ni con ellos mismos. Esto genera una serie de conflictos, problemas y trastornos psicológicos que les impiden ser felices y funcionales en sociedad. Por este motivo, fortalecer y cuidar la autoestima es de vital importancia para enfrentarnos a la vida y realizarnos como seres humanos plenos. Para ello, es fundamental el equilibrio y una buena fórmula para ayudarnos es estructurar nuestro estilo de vida sobre un patrón muy sencillo de seguir. De este modo, habrá tiempo para el trabajo, para el tiempo libre y el descanso, los pilares que nos ayudan a sentirnos bien.

La regla del 8-8-8

En este sentido, la regla del 8-8-8 puede ayudarnos a dar a cada cosa el tiempo necesario y encontrar el equilibrio que cada actividad requiere a lo largo del día para que el cuerpo y la mente alcancen la estabilidad emocional y física que requieren. Este método, ayudaría a corregir hábitos dañinos, como la falta de sueño o la adicción al trabajo.

La fórmula plantea la siguiente ecuación: 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio, 8 horas de sueño = felicidad. “El simple hecho de aprender a distribuir las horas del día en estos tres grupos ya habremos conseguido un gran paso”, asegura la psicóloga Sara Navarrete en declaraciones a la revista Telva.

Las 8 horas de trabajo son el “momento top”, el momento de máxima productividad y se debe dedicar a las tareas que requieren de más esfuerzo y concentración. Es lo que se llama aprovechar el momento flow para luego centrarte en lo más fácil y desconectar cuando las ocho horas estén llegando a su fin. Esto reducirá el estrés y mejorará la productividad.

Meditación contra los malos pensamientos para ser más feliz. (Unsplash/William Farlow)

Al acabar la jornada laboral, es necesario dar comienzo a las 8 horas de tiempo de ocio, aquellas en las que se logre desconectar al 100%. Para lograrlo es necesario encontrar actividades que te gusten y aporten satisfacción, como dar un paseo, practicar alguna actividad física, apuntarse a algún curso o ir al teatro o el cine. Además, es un modo de mejorar la salud cognitiva y potenciar nuestra salud cerebral.

La regla del 8-8-8 nos ayuda a dar a cada cosa el tiempo necesario y encontrar el equilibrio.

Por último, están las 8 horas de sueño. Una cuidada rutina de sueño es esencial para rendir en el trabajo y en el tiempo libre. “Procura no acostarte muy tarde, cenar al menos una hora antes de ir a la cama, no tomar café o estimulantes por la tarde, tomar un baño antes de acostarte, o leer durante 15 o 20 minutos antes de apagar la luz. 

Todo esto te ayudará a tener un sueño reparador. Evita ver películas hasta tarde si tienes que levantarte temprano, y más si son de acción o miedo», explica Navarrete antes de añadir que el recomendable aparcar «el móvil al menos una hora antes de acostarte».

Imagen de portada: La regla del 8-8-8 para mejorar la autoestima: el pilar de nuestro bienestar (iStock)

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Alma, Corazón y Vida. 5 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Salud/Salud Mental/Vida saludable/ Meditación/Estrés/Trabajo/Buen dormir.

El hilo de Twitter que retrata la precariedad laboral en España: «Ayer cumplí 34 años y jamás he tenido un sueldo de más de 1.100 euros al mes».

Lo de la precariedad laboral en España, especialmente entre los jóvenes, ya hace tiempo que dejó de ser noticia. Como tampoco es noticia que España es uno de los países con la tasa de paro juvenil más alta de toda la Unión Europea. Los datos y las estadísticas rubrican esa realidad inapelable. 

Los jóvenes la sufren a diario y cualquiera con un poco de perspicacia lo puede ver en su día a día. Sin embargo, muchas veces no te haces una idea de la realidad hasta que no te lo cuentan con detalle y con ejemplos concretos. Eso es lo que ha hecho un usuario en Twitter, @cismabrides, quien aprovechando que cumple 34 años, una edad ya importante laboralmente hablando, ha hecho balance de su vida laboral y lo ha petado. Dejamos aquí su hilo, que ya ha gustado a casi 7.500 tuiteros.

Hilo

Ver Tweets nuevos

Conversación

Paco ۞

@cismabrides

Ayer cumplí 34 años y JAMÁS he tenido un sueldo de más de 1.100€ al mes. Tengo una carrera -en la que fui segundo de la promoción-, dos másteres, idiomas y experiencia desde la docencia a la difusión patrimonial, capaz de idear cosas, de tratar con chavales y transmitir pasión.

12:04 p. m. · 30 ene. 2023·1,6 M Reproducciones

1.671 Retweets

614 Tweets citados

11,3 mil Me gusta

Puedes responderLas personas que @cismabrides sigue o haya mencionado pueden responder

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

En respuesta a @cismabrides

Por culpa de contratos precarios aun no he hecho los cuatro años cotizados -me faltan 28 días-. Vivo en un país lleno de patrimonio, historia y turismo, pero nadie es capaz de ofrecernos algo que nos dé una mínima estabilidad que garantice el bienestar del sector cultural.

2

146

1.965

218 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

Si quieres trabajar en cultura tienes que elegir: o das tu vida -con sus festivos, fines de semana, etc.- por tres perras para «sentirte realizado» o vives con tus padres eternamente. Yo, como muchos otros, estoy en proceso de preparar unas oposiciones, la ÚNICA vía en España

5

138

1.610

209,2 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

Para los que hicimos una carrera de humanidades. Y aquí estoy, con los apuntes por delante, pensando que no hay futuro si no consigo -antes o después- una plaza. Y nadie va a mover un dedo, nadie va a hacer nada para mejorar esto, aunque la imagen de España sea gente como yo.

16

141

1.985

206 mil

JuanF Cózar

@JFCozar

·

30 ene.

En respuesta a @cismabrides

A tu edad firmé mi primer contrato indefinido, tras estar en precario casi todo el tiempo anterior, con contratos de dos o tres meses. Te servirá de poco consuelo, pero ánimo, Paco, pronto llegarán las alegrías. Y sí, desgraciadamente la cultura importa poco a nivel laboral.

2

1

91

36,4 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

En respuesta a @JFCozar

A ver cómo se porta 2023.

2

41

31,3 mil

Javi

@javithot

·

30 ene.

En respuesta a @cismabrides

Mucho ánimo, es muy injusto.

1

11

25,6 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

En respuesta a @javithot

Gracias, Javi.

6

23,3 mil

La historia en violeta

@lahistenvioleta

·

30 ene.

En respuesta a @cismabrides

Yo cobro algo más de lo que dices, a cambio de sacrificar TODOS mis fines de semana y festivos. No tengo vida social. Una carrera, dos másteres, cuatro idiomas, 12 años de experiencia laboral en trabajos precarios, parte sin cotizar. Y sin poder quejarme, que al menos curro

2

17

349

102 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

En respuesta a @lahistenvioleta

Ese es otro melón del mundillo: tragamos y soportamos lo indecible con tal de «trabajar de lo nuestro». Y lo saben y se aprovechan de ello. Anda que no he hecho yo cosas gratis…

3

13

315

83,7 mil

Mostrar respuestas

Roge

@Soyroge

·

30 ene.

En respuesta a @cismabrides

Muchos jóvenes empezando los 30 estamos en la misma situación, me atrevería a decir que la mayoría. Te entiendo y te acompaño. Pero lograremos estar tranquilos aunque se tarde un poco más.

1

5

40

34,6 mil

Paco ۞

@cismabrides

·

30 ene.

En respuesta a @Soyroge

Eso espero. Ánimo con todo.

Y siguen… lamentablemente.

En fin, que aquello que se suele decir sobre «la generación mejor formada de la historia», bueno, saquen sus propias conclusiones. No es oro todo lo que reluce.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest.

FUENTE RESPONSABLE: Publico. Por Tremending. 31 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Redes sociales/Temor al despido/ Desempleo/Salud /Salud Mental/Psicología

Sophie Freud, la nieta disidente.

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor adonde se encuentre escrito en color “azul”. Muchas gracias.

Miriam Sophie Freud (Viena, 6 de agosto de 1924) fue psicóloga, educadora, científica social y escritora austriaca/estadounidense. Nieta de Sigmund Freud, fue una crítica del psicoanálisis, cuyos aspectos describió como «indulgencia narcisista». Sus críticas a las doctrinas psicoanalíticas del abuelo Freud la convirtieron en la «oveja negra» de la familia. 

Ella fue testigo de cómo todas sus parientes femeninas, incluidas su madre y su tía Anna, se veían afectadas negativamente por las dañinas afirmaciones de Sigmund sobre las mujeres y sus experiencias internas.

Sophie Freud nació en Viena (Austria) y se crio con su madre, Ernestine, «Esti», Drucker Freud (1896-1980), que fue logopeda. Su padre, el abogado Jean Martin Freud (1889-1967), era el hijo mayor de Sigmund Freud. 

Más tarde fue director de la editorial psicoanalítica de Freud. Sophie tenía un hermano mayor, Walter (1921-2004).

Sophie Freud huyó de Viena cuando la ciudad se encontraba bajo la influencia de los nazis. A partir de 1942, comenzó a vivir en Boston, Estados Unidos, y asistió al Radcliffe College para obtener su licenciatura, para finalmente graduarse en 1946. 

Más tarde, estudió en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Simmons y se graduó con un máster en 1948 antes de obtener un doctorado en la Universidad de Brandeis en 1970. A continuación, Freud dio clases en el Simmons College, además de dedicar tiempo a enseñar trabajo social en Canadá y en otros países de Europa. A continuación, escribió un libro titulado, A la sombra de la familia Freud. 

También escribió Mis tres madres y otras pasiones. Apareció en la película de 2003, Vecinos: Freud y Hitler en Viena, en la que declaró: «A mis ojos, tanto Adolf Hitler como mi abuelo fueron falsos profetas del siglo XX». Freud fue editora de reseñas de libros en el American Journal of Psychotherapy. 

Uno de los principales objetivos de la investigación de Sophie Freud, junto con sus actividades de trabajo social, fue reinvertir el trabajo de su abuelo en relación con las mujeres y el narcisismo. En los años 70, realizó encuestas a mujeres sobre sus «pasiones» y las cosas que sentían con fuerza, demostrando que Sigmund Freud se equivocaba al afirmar que solo los hombres tienen «verdadera pasión».

Quienes acudieron a las clases de Sophie Freud en el Simmons College (en la actualidad Simmons University) de Boston quedaban sorprendidos. Quien fuera profesora de psicosociología era conocida, sobre todo, por asentar las bases del feminismo en el campo del trabajo social. Y si había algo que hacía con frecuencia era criticar muchas de las teorías de su célebre abuelo.

La sombra de Freud y la obligación casi implícita de recoger su legado la persiguieron durante una parte de su juventud. Sin embargo, Sophie Freud se alzó siempre como la oveja negra de su familia. No solo no se formó como en el psicoanálisis, sino que no creía en él y jamás fue a terapia.

Su carácter, su relación con su abuelo y su visión crítica sobre esta clásica escuela de la psicología hicieron de esta mujer una figura muy especial. 

Sophie Freud recordaba su infancia visitando todos los domingos a su abuelo. Lo describía como un hombre poco cálido, una figura regia y distante que no hablaba en exceso, que no era cercano ni cariñoso. Era, además, una persona que vivía con dolor debido a su cáncer de boca producido por su afición al tabaco.

Sophie Freud se ganó el rechazo de su familia desde bien temprano. Su tía Anna Freud, psicoanalista y fiel heredera de las teorías de su padre, vio de manera negativa la deriva personal que demostró siempre su rebelde sobrina. Sin embargo, a ella no le importaba demasiado ser la oveja negra del clan de sus parientes.

Si había algo que consideraba era que las teorías fundamentales del psicoanálisis, como la “envidia del pene” o el “concepto de transferencia”, estaban desactualizadas. 

También fue muy crítica con esa visión patriarcal de la sexualidad femenina que defendía su abuelo. 

La figura de la mujer en el tejido teórico del psicoanálisis era, a su juicio, denigrante. “La mujer, —decía Sigmund Freud—, se opone al cambio y recibe pasivamente sin añadir nada. Asimismo, el hombre es anatómicamente superior, por lo que la mujer siente envidia del pene del hombre, realizándose solo al tener un hijo varón”. Estos preceptos freudianos fueron siempre objeto de rechazo por parte de Sophie Freud.

Sea como sea, su nieta admite que su pérdida le afectó, pero que, debido a su carácter resuelto e independiente, superó muy pronto ese vacío. Al fin y al cabo, ella y su madre Esti lograron distanciarse del clan de los Freud y tener una vida bastante cómoda en Estados Unidos.

Una parte de la labor de Sophie Freud en la universidad era la de la investigación. Fue en 1970 cuando empezó a revisar el trabajo de su abuelo con respecto a las mujeres y el narcisismo. 

Después de muchas entrevistas, demostró que Sigmund Freud estaba equivocado en su afirmación de que solo los hombres demuestran “verdadera pasión”.

Las mujeres también son competitivas, resolutivas y trabajan en sus metas como el género masculino. El estudio de la pasión en las mujeres fue uno de sus temas predilectos, como también lo fue impulsar los derechos de la mujer en las universidades y luchar ante otra realidad muy común en aquella época. 

Sophie Freud asentó las bases sociales para hacer ver a las jóvenes que el hecho de quedarse embarazadas y de ser madres no tenía por qué poner fin a su educación, tampoco a tener que renunciar a sus trabajos y aspiraciones profesionales. El 3 de junio de 2022, Sophie Freud murió de cáncer de páncreas, a los 97 años, en su casa de Lincoln, Massachusetts. 

Por último, compartir esta reflexión de Sigmund Freud: “Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo”.

Imagen de portada:  Sigmund Freud y su nieta Miriam Sophie Freud.

FUENTE RESPONSABLE: Nuevatribuna.es Por José María Manzano Callejo. 30 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Psicoanálisis/Sigmund Freud/Miriam Sophie Freud.