La mayor parte de la historiografía admite la relevancia de este concepto para entender la evolución de la España moderna y contemporánea.
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Se suele considerar la publicación de la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» (1552) de Fray Bartolomé de las Casas como el pistoletazo de salida de una llamada Leyenda Negra que lastra la presencia española en la historia moderna y contemporánea.
En su epicentro está la conquista de América, pero también otros fenómenos históricos de nuestro país en su época de máxima expansión y poderío, como el apoyo decidido al Papado en las controversias religiosas de la reforma y la Contrarreforma, el papel de la Inquisición en estas luchas y, en suma, la configuración de España como una monarquía católica minimizando, o mejor dicho tratando de cancelar, su tradición árabe y hebrea en favor de una visión cristiana, gótica e hispanorromana.
Esta Leyenda Negra es ciertamente una manera de hablar que ha cundido en los historiadores contemporáneos desde comienzos del siglo XX. Aunque la expresión se encuentra anteriormente, la primera vez que es desarrollada con amplitud es por Julián Juderías en su libro «La Leyenda Negra» (1914).
Hoy día la mayor parte de la historiografía admite la existencia, o al menos la relevancia, de este concepto para entender la evolución de la España moderna y contemporánea.
Más allá del debate histórico, el sesgo antiespañol de muchos libros y publicaciones alertó incluso a las autoridades educativas de Estados Unidos a mediados de los cuarenta. Desde entonces la discusión ha sido intensa, con aportaciones como las de Wayne Powell, Fernández Álvarez o Julián Marías: últimamente, hay que mencionar la controversia literaria entre Elvira Roca Barea y José Luis Villacañas y los estudios de María José Villaverde, que expone un compendio ponderado de la cuestión.
Comoquiera que sea, no hay que simplificar las cosas. Sin hablar de una supuesta conjura internacional liderada por las potencias protestantes contra España, ciertamente hubo motivaciones políticas a partir del XVII que convierten a la monarquía católica en blanco de todos los dardos en cuanto a la pugna de poder en Europa y América.
Pero hay que recordar que, un siglo antes, España era un modelo de éxito, admirado e imitado. Lo malo es que de la mímesis a la envidia hay un paso bastante rápido y de esta al odio y al prejuicio, también. Lo importante de este motivo historiográfico y literario de la Leyenda Negra es sin duda su importancia para definir la España contemporánea.
Es también literatura porque ha influido no solo en obras históricas, sino también en dramas, novelas y óperas: piénsese en las ficciones escritas en torno a Felipe II, como las que hay sobre el infante Don Carlos, de Schiller a Verdi.
En el mundo neerlandés, germánico o anglosajón, los arquetipos del conquistador español codicioso, los sanguinarios tercios o los malvados inquisidores son una constante en diversas ficciones, especialmente en momentos de conflicto abierto: en ese sentido, la modernidad mediática se abre con la campaña antiespañola durante la guerra de Cuba en los periódicos y en la primera película de este tipo realizada en Hollywood, «Desgarrando la bandera española» (1897).
En suma, a partir de todo ese conglomerado, se conforma un cierto mito negativo en torno a la excepcionalidad de España, el carácter sombrío de sus autoridades políticas y eclesiásticas, y una especie de losa de oscurantismo y atraso secular que pesa sobre nuestro país y que le impide ser una de las potencias culturales europeas.
Dejando aparte todos los problemas sociopolíticos y económicos que encuentran sus raíces ya en el XVII, lo más relevante de esta especie de «leitmotiv» de nuestra mitología nacional es la manera en la que va a marcar toda la historia contemporánea de la península.
El tópico del retraso de nuestra cultura y desarrollo hunde sus raíces precisamente en esta supuesta leyenda, que carga las tintas de diversas maneras –algunas lindantes con el racismo– contra la proverbial indolencia, crueldad y vicio de los españoles.
Más allá de la leyenda hay que considerar que España no es una excepción y que todos los países europeos –y más los que se han lanzado a aventuras coloniales tan importantes–, han experimentado una fuerte propaganda opuesta. Otra es la cuestión también del supuesto retraso y si es susceptible de verse en otras naciones comparables por su trayectoria y peso cultural. Y la manera en que estos tópicos de la «negritud» hispana han sido asumidos, críticamente y en el contexto del regeneracionismo, por parte de la intelectualidad española, dando interesantes frutos en el pensamiento y la literatura. Pero esto es materia para otras reflexiones.
Imagen de portada: Fray Bartolomé de las Casas es una pieza clave en la historia de la Leyenda Negra. La Razón
FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por David Hernández de la Fuente. Actualización el 6 de febrero 2023.
Sociedad y Cultura/España/Historia/América/Pueblos originarios.
El doctor André Siquiera, especialista en medicina tropical, llegó a las tierras donde habitan los indígenas yanomami el pasado lunes 16 de enero.
Pocos días después contó que había sido testigo de «la peor situación sanitaria y humanitaria» que jamás haya visto.
Siquiera, quien trabaja para el Instituto Nacional de Infectología de la Fundación Oswaldo Cruz, fue enviado allí por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El especialista en malaria visitó la región del Surucucu, en el estado de Roraima, y pasó por otras comunidades de la zona.
«Nuestro objetivo era hacer un diagnóstico rápido de la situación y crear un plan de acción para mitigar o resolver estos problemas, en colaboración con el Ministerio de Salud y los líderes yanomami», dijo el médico en una entrevista con BBC News Brasil.
«Lo que vimos fue una situación muy precaria en términos de salud, con pacientes que sufrían desnutrición grave, infecciones respiratorias, muchos casos de paludismo y enfermedades diarreicas. Junto a esto, había escasez de equipos y de estructura», afirmó.
Siqueira dice que se ha encontrado con casos de desnutrición extrema en familias enteras.
FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Un camino de tierra dentro de la región donde habitan los yanomami es aprovechado por los mineros ilegales conocidos como garimpeiros.
Visiblemente afectado, el médico confesó que es muy difícil afrontar esta situación, que califica de «catastrófica» y «desastrosa».
«Presenciar en la práctica este nivel de sufrimiento es muy pesado. Cuando toca el momento de enfrentarnos a ella lo hacemos, como si fueras con un piloto automático. Pero es después, cuando caemos en la cuenta, que vemos lo difícil de la situación», comentó.
«Vemos sufrir a los padres, a los niños y a toda la comunidad. Pero pese a todas las dificultades hay un gran sentido colectivo. Incluso la gente hambrienta, cuando recibe algo de comida, intenta compartirla con los que están allí», añadió.
El aumento de casos y muertes por malnutrición y paludismo en la reserva indígena yanomami alertó sobre la gravedad de la situación al gobierno brasileño, que decretó una emergencia de salud pública en este territorio.
Junto con una comisión de ministros y secretarios, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajó a la región el pasado sábado y calificó la situación de «inhumana».
Desde el Ministerio de Salud brasileño se anunciaron una serie de acciones para intentar controlar la crisis, como la creación de un hospital de campaña y el envío de suministros y profesionales sanitarios.
Mientras, el Ministerio de Justicia ordenó una investigación para «esclarecer el delito de genocidio» que creen pudo haberse cometido en la región.
FUENTE DE LA IMAGEN. ASSOCIAÇÃO MÉDICOS DA FLORESTA. Según un cálculo del gobierno, 570 niños yanomami han muerto en los últimos cuatro años.
Y son muchos los que se preguntan cómo es que se ha podido llegar a esta situación. Fue así que, buscando entender esta crisis sanitaria, indagamos sobre los principales elementos que la rodean y lo que se está haciendo para revertirla.
La mayor reserva indígena de Brasil
Según el Instituto Socioambiental de Brasil (ISA), el territorio indígena yanomami está ocupado por ocho pueblos y cuenta con unos 26.700 habitantes. Su superficie se extiende por unos 9,6 millones de hectáreas (el equivalente a 13.800 campos de fútbol).
Fue reconocida y ratificada por el gobierno brasileño en 1992, mediante un decreto firmado por el entonces presidente Fernando Collor de Mello.
FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. Los yanomami se encuentran en una extensa zona en el norte de Brasil junto a la frontera con Venezuela.
El territorio está situado entre los estados de Roraima y Amazonas, al norte del país, en la frontera entre Brasil y Venezuela.
Es una región que está expuesta a cuatro «riesgos potenciales y problemas existentes», como explica el ISA: mineros, pescadores, cazadores y ganaderos.
Entre estas amenazas, la minería se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los habitantes de la región y de los especialistas en la materia.
«Se sabe que el problema de la minería ilegal no es nuevo en la TIY [Tierra Indígena Yanomami]. Sin embargo, su escala e intensidad han crecido de forma impresionante en los últimos cinco años», destaca el informe «Yanomami Bajo Ataque», publicado en abril de 2022 por la Hutukara Associação Yanomami y la Associação Wanasseduume Ye’kwana, con el asesoramiento técnico del ISA.
En su balance sobre la extracción ilegal de oro y otros minerales en esta región destaca que entre 2016 y 2020 se registró un aumento de esa actividad de un 3.350%.
FUENTE DE LA IMAGEN- GETTY IMAGES. La mineria impacta directamente en la salud de la población de tres maneras distintas, según la conclusión de un informe sobre la situación en la región yanomami.
Los autores del informe explican que hay varias razones que explican esta expansión, como «el aumento del precio del oro en el mercado internacional», «la falta de transparencia en la cadena de producción del oro», «el debilitamiento de las políticas medioambientales y de protección de los derechos de los pueblos indígenas» y «el agravamiento de la crisis económica y el desempleo en el país», entre otras.
Todo ello está vinculado, según señalan, a «pérdidas considerables» en la calidad de vida de los habitantes de la región, con un empeoramiento de los indicadores de violencia, salud y apoyo social.
Consecuencia directa
En resumen, las asociaciones indígenas de la región señalan que la minería ilegal está relacionada con tres impactos inmediatos en la salud de la población.
En primer lugar, «la actividad minera ilegal está asociada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas y contagiosas entre las comunidades indígenas, especialmente la malaria».
Siqueira explica que los mineros circulan por muchas zonas y suelen utilizar medicamentos de contrabando que pueden ayudar a minimizar los síntomas de la malaria, pero no eliminan el parásito de su organismo.
«Acaban convirtiéndose en una fuente de propagación [del patógeno], porque llevan el protozoario que causa la enfermedad a regiones donde ya se encontraba el mosquito transmisor, pero que tenían la situación bajo control», dice el doctor.
FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Mientras los casos de malaria han bajado en las comunidades indígenas, han aumentado mucho entre los mineros.
En segundo lugar, la minería depende del uso de mercurio, un compuesto tóxico que contamina el agua y los alimentos que consumen las personas. La exposición a esta sustancia está relacionada con una serie de daños para la salud, como enfermedades neurológicas en los recién nacidos.
En tercer lugar, las entidades denuncian que «la situación de inseguridad generalizada impuesta por la mayor circulación de mineros armados en las diferentes regiones del TIY ha impactado en la atención de salud de las comunidades indígenas, con el abandono total de los puestos sanitarios en algunos casos e incluso la ocupación de carreteras y vías comunitarias en beneficio de las operaciones y abastecimiento de la minería».
«También es habitual la denuncia del desvío de medicamentos reservados a los indígenas para atender a los mineros».
Siqueira añade que si el paludismo se diagnostica y se trata en las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas, es posible reducir la transmisión a otras personas.
«Pero esto no ocurre en la práctica. La minería desmoviliza a los equipos de profesionales, que ya no pueden recoger a los pacientes infectados y llevarlos a los centros sanitarios», afirma.
La combinación de estos diversos factores desencadenados por la minería -aumento de los casos de paludismo, falta de acceso a alimentos o agua potable y reducción de los servicios sanitarios- ayuda a explicar las imágenes compartidas en los últimos días, que muestran a niños desnutridos y adultos y ancianos en estado crítico de salud.
FUENTE DE LA IMAGEN-REUTERS. Los líderes indígenas culpan de la crisis sanitaria a la presencia de la minería ilegal.
El informe publicado por el Instituto Socioambiental cita el ejemplo de lo ocurrido en el puesto de atención en Arathau, cerca del río Parima.
«En 2020, se realizaron 11.200 asistencias sanitarias en este lugar, cifra que un año después se redujo a 2.800».
Explican que debido a esta situación, «varios pacientes con enfermedades tratables vieron empeorar su estado y algunos incluso murieron».
«Es el caso de un chamán de 50 años que murió en la comunidad Macuxi Yano en octubre por no poder recibir atención médica. Y también el de dos niños en Xaruna, que murieron de malaria en octubre, o un tercer niño de la misma comunidad víctima de malaria y neumonía en noviembre».
Un boletín epidemiológico publicado por el Ministerio de Salud en mayo de 2022 ofrece una visión general de la situación de la malaria en 2021.
Las estadísticas revelan que el país registró 145.000 casos de paludismo ese año. De ellos, 45.000 se diagnosticaron en tierras indígenas, lo que supone un descenso del 5,4% respecto a 2020.
Pero que en las zonas mineras se registraron 20.400 casos, lo que supone un aumento del 45,3% respecto al año anterior.
Ya en este informe, el gobierno admite «la necesidad de desarrollar estrategias específicas de prevención y control de la malaria en el contexto de vulnerabilidad de las zonas» mineras.
Importancia nacional
El pasado viernes, el presidente Lula utilizó Twitter para anunciar que realizaría una visita a la región.
«Recibimos información sobre la absurda situación de desnutrición de los niños yanomami en Roraima. Mañana viajaré al estado para ofrecer el apoyo del gobierno nacional y, junto con nuestros ministros, actuaremos para garantizar la vida de los niños yanomami», escribió.
Ese mismo día, el Ministerio de Salud declaró una Emergencia de Salud Pública de Importancia Nacional en este territorio indígena.
En un comunicado, el gobierno detalló que técnicos de ese organismo se encuentran en la región yanomami desde el 16 de enero.
«El grupo se ha encontrado con niños y ancianos en grave estado de salud, con desnutrición severa, además de muchos casos de paludismo, infección respiratoria aguda y otras condiciones de gravedad».
Según compartió en sus redes sociales la ministra de Salud, Nísia Trindade Lima, hubo «tres muertes infantiles entre el 24 y el 27 de diciembre y más de 11.000 casos de malaria el año pasado».
«Si alguien me hubiera dicho que aquí en Roraima se trata a la gente de forma inhumana, como he visto que se trata aquí a los yanomami, no lo creería», lamentó.
FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. El doctor Siqueira cree que lo que está ocurriendo con los yanomami puede servir para llamar la atención frente a lo que está pasando con otras comunidades indígenas.
También criticó al expresidente Jair Bolsonaro.
«Sinceramente, si el presidente que dejó la presidencia estos días en vez de salir tanto en moto tuviera vergüenza y hubiera venido aquí una vez, quién sabe, a lo mejor esta gente no estaría tan abandonada como está».
A través de la aplicación Telegram, Bolsonaro calificó el discurso de Lula como una «farsa de la izquierda» y dijo que «de 2020 a 2022, se llevaron a cabo 20 programas de salud que llevaron la atención especializada a los territorios indígenas».
Para Siqueira, la visita de varios representantes del gobierno nacional el sábado fue muy bien recibida.
«Se trata de algo bastante fuerte, y de esta forma demuestran que se están tomando medidas y que van a haber garantías», valora.
Próximos pasos
Durante su visita a Roraima, Lula prometió combatir la explotación de los recursos minerales de la región.
«Vamos a tomarnos muy en serio esta historia de acabar con cualquier tipo de minería ilegal», dijo.
«E incluso si se trata de un terreno que cuenta con autorización de la agencia para realizar prospecciones, éstas pueden llevarse a cabo sin destruir el agua, sin destruir el bosque y sin poner en peligro la vida de las personas que dependen del agua para sobrevivir», afirmó.
FUENTE DE LA IMAGEN – JÚNIOR HEKURARI YANOMAMI. El doctor André Siqueira (a la izquierda) atiende a un niño yanomami.
Siqueira entiende que es necesario pensar en acciones a corto, medio y largo plazo.
«Es necesario restablecer la asistencia sanitaria a esta población, que vive una situación de catástrofe y emergencia».
El gobierno también ha empezado a distribuir cestas de alimentos y complementos alimenticios para combatir la desnutrición.
Entretanto, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Flávio Dino, reveló que solicitará la apertura de una investigación en la Policía Federal para averiguar los posibles delitos cometidos.
«Hay fuertes indicios de un delito de genocidio, que será investigado por la policía», dijo Dino.
Siqueira cree que la situación de los yanomami debe llamar la atención sobre lo que ocurre en otros territorios indígenas del país.
«Sabemos que hay problemas en zonas del Río Negro y en el Alto Solimöes, por ejemplo. Estuve allí el año pasado y vi situaciones similares de falta de asistencia y cuidados», contó.
«Es algo que hay que abordar urgentemente, porque nuestra humanidad depende de ello», concluyó el doctor.
Imagen de portada: RICARDO STUCKERT/PR. En su visita visita a la región donde habitan los indígenas yanomami, el presidente Lula da Silva dijo que la situación en «inhumana».
FUENTE RESPONSABLE: BBC News Brasil. Por André Biernath. 25 de enero 2023.
Sociedad y Cultura/América Latina/Brasil/Salud/Pueblos originarios/ Alerta Sanitaria/Invisibilidad social
Junto al ensayista y especialista en temáticas indígenas, Guillermo David, Felipe Pigna repasó la vida de Calfucurá, cacique mapuche del siglo XIX cuya actividad militar y política se desarrolló principalmente en Argentina, en las áreas controladas por los pueblos indígenas de la región pampeana y de la Patagonia oriental.
“Uno de los mayores problemas de la historia argentina es que no se los consideró sujetos activos. Pero a grandes rasgos él fue un personaje extraordinario, quien dominó la historia del territorio nacional durante casi 40 años”, resaltó David.
Por décadas, Juan Calfucurá fue el terror de las pampas, por sus malones y por su habilidad para combatir a las tropas regulares. La única fotografía que se conserva de él, sobre un cuadro de Francisco Madero Marenco.
“El desierto es inconquistable”, se lamentó Bartolomé Mitre, un coronel al que le quedó un mal recuerdo de su enfrentamiento con el cacique mapuche.
No fue sencillo combatir a Juan Calfucurá, o Callvucurá, el de la dinastía de los piedra. En las Salinas Grandes y en los extensos territorios que dominaba, ya se sabía que era invencible, y que un espíritu lo había beneficiado con extraños poderes que emanaban de una piedra que le habían dado de niño.
Decían que cabalgaba junto a Witran Lleve, el jinete fantasma, quien lo aconsejaba en las batallas contra el hombre blanco y contra tribus enemigas. Era el dios de las pampas.
Había nacido en Llaima, la araucanía chilena, se supone que por 1790. Tuvo la inteligencia de aliarse con Juan Manuel de Rosas, quien lo ayudó a desembarazarse en los médanos de Masallé de los boroganos, unos competidores molestos a los que terminó masacrando.
Se erigió como cabeza de gobierno del mundo indígena, él decía que por voluntad de Dios. Rosas le otorgó el grado de coronel de la Confederación y le aseguró una provisión anual de alimentos, bebidas, tabaco y ganado. Caído Rosas renovó su alianza con Justo José de Urquiza.
Armó acuerdos con centenares de jefes indígenas y por décadas fue el dominador de extensísimas áreas de territorio, cuyo centro lo había fijado en las Salinas Grandes, ubicadas en La Pampa, cerca del límite con Buenos Aires. Calfucurá, que inició el linaje de los Piedra (curá), manejaba una población cercana a las 12 mil personas. Era diplomático cuando había que serlo, belicoso cuando lo consideraba necesario y poseía la habilidad de reconocer los puntos débiles de sus enemigos.
Tuvo victorias contundentes contra las tropas enviadas desde Buenos Aires. Una de ellas la logró en el combate de Sierra Chica, librado el 31 de mayo de 1855. Luego de una eficaz arremetida de los soldados, hubo algunos que se adentraron demasiado en territorio indígena, donde saquearon tolderías, sintiéndose confiados. Fueron rodeados por una multitud de indígenas y cuando se ordenó su rescate, era demasiado tarde.
El ejército no solo debió abandonar el campo de batalla. En inferioridad de condiciones su jefe, al coronel Bartolomé Mitre le pareció lo más prudente abandonar por la noche el campamento a pie, dejando los fuegos encendidos y hasta los caballos, para que los indígenas no sospechasen.
El sello del cacique, amo y señor de las Salinas Grandes.
El 29 de octubre de ese mismo año, las tropas del general Hornos cayeron en una emboscada. Los indígenas simularon huir y fueron perseguidos por los soldados que de pronto se encontraron en un terreno pantanoso, sufriendo importantes bajas.
El mes anterior había sido masacrado por indígenas del cacique Yanquetruz el comandante Nicanor Otamendi y sus 125 hombres. Una leyenda cuenta que los indígenas comieron el corazón de este valiente oficial para nutrirse de su valentía.
Pero el que fue llamado el Napoleón del desierto, el líder de la confederación mapuche-tehuelche, el del devastador malón a Azul de 1855, tuvo su Waterloo.
Tronó cuando supo que el gobierno le había puesto el ojo en Choele Choel. Y más aún cuando tropas nacionales hicieron un reconocimiento del Río Negro.
“Estoy en San Carlos, encerrado en el fuerte con un puñado de hombres y el enemigo marcha a sitiarme con fuerzas notablemente superiores”, leyó el comandante Ignacio Rivas un mensaje desesperado del coronel Juan Carlos Boer. Este, en una hábil maniobra, logró colocarse entre las fuerzas de Calfucurá y las de Boer. Y juntos se dirigieron al campo de San Carlos.
Era el 8 de marzo de 1872.
Rivas casi no tenía soldados. Debió echar mano de los indios amigos: Cipriano Catriel -hijo del legendario cacique que había muerto un año atrás- aportó 800 lanzas y Coliqueo unas 200.
A decir de Estanislao Zeballos, Catriel “era un fanático de las cosas cristianas”. Vivía en una casa en el pueblo de Azul y permanentemente machacaba a su tribu a que se convirtiese a las costumbres del hombre blanco. Siempre quiso un grado militar, pero el presidente Domingo Sarmiento lo contentó nombrándolo “cacique general”. Por eso llevaba con orgullo el uniforme de general de división.
Debió sofocar una sublevación de sus propios hombres, que se negaban a pelear junto al blanco.
Placa que se exhibe en el monolito levantado en el lugar donde se desarrolló la batalla de San Carlos, en 1855. (Fuente: Facebook)
Mientras tanto Calfucurá dio señales de estar preparando un ataque, mientras que había ordenado que 2500 de los suyos se ocupasen de arrear cien mil vacas, treinta mil yeguas y veinte mil ovejas. Tenía 3500 lanzas para atacar.
Por su parte Rivas, junto a Boer lograron reunir a 365 hombres y unos 300 recién movilizados, escasamente instruidos. Los 1000 restantes eran indígenas.
No fue un ataque desordenado. Los de Calfucurá marchaban en cinco columnas. Descontaba que cuando se iniciase el combate, los indios de Catriel se pasarían.
Cuando el ataque empezó, Rivas ordenó echar rodilla y tierra y disparar con fusil y carabina fulminante. Rápidamente, la pelea se transformó en un combate de lanza, cuchillo y boleadora.
El flanco izquierdo del ejército fue muy castigado y para colmo, los indígenas de Coliqueo se negaron a pelear. Los soldados a las órdenes del teniente coronel Nicolás Levalle peleaban uno contra cinco; las fuerzas del centro también estaban siendo diezmadas.
La derecha, al mando de Catriel se enfrentó con los indígenas de Calfucurá.
Catrieldebió fusilar a algunos en la retaguardia que no querían pelear; y luego en una lucha a lanza y boleadora, logró rechazar a los lanceros de su cacique adversario.
Mientras tanto, cuando Calfucurá cargaba contra el centro, irrumpieron las fuerzas de Rivas, acompañado por lanceros de Catriel. Un cuarto de hora después, las fuerzas de Calfucurá debieron retroceder. Quedaban 200 indios muertos, otros tantos heridos. El cacique huyó a Salinas Grandes.
Calfucurá ya estaba obeso, viejo y cansado. Algunos decían que tenía casi cien años. Cuando se sintió morir y sabiendo que los cautivos, de acuerdo a la costumbre, serían sacrificados a su muerte para que continuasen sirviendo en el otro mundo, le pidió al lenguaraz Rufino Solano que huyera con ellos para que no los matasen. A las que también mataban era a algunas de sus esposas, y lo hacían con boleadoras.
Manuel Namuncurá, hijo de Calfucurá. Fue elegido sucesor. Uno de sus hijos es el beato Ceferino.
Falleció el 3 de junio de 1873. Fue enterrado en Chilhue, en las Salinas Grandes, junto a su caballo de batalla, comida, bebidas y armas.
La sucesión no fue sencilla. 224 caciques se reunieron y todo amenazó con terminar de la peor manera cuando fue elegido su hijo mayor, Namuncurá (“talón de piedra”), quien ya había pasado los 60 años. Uno de sus hijos sería Ceferino Namuncurá, que en el 2007 fue proclamado beato.
En 1879 Levalle, en plena campaña del desierto comandada por Julio A. Roca, ubicó su tumba gracias a los servicios de sus baqueanos. Encontró los restos que vestían el uniforme de general, había algunas armas; la cabeza de su caballo de guerra tenía una cabezada de plata. Además, había una veintena de botellas con caña, aguardiente, licor y agua, además de alimentos. Ordenó a sus soldados desparramar sus huesos y se llevaron lo de valor.
El cráneo, Levalle se lo dio a Estanislao Zeballos quien a su vez se lo regaló a Francisco Pascasio Moreno, director del Museo de La Plata. Ahí fue catalogado, estudiado y exhibido por muchos años. Por años, los pueblos originarios han solicitado la restitución de sus restos y de otros indígenas.
Un olvidado monolito, levantado en el paraje de los Cuatro Vientos, en la localidad bonaerense de Bolívar, recuerda a los caídos en la gigantesca batalla de San Carlos entre las tropas del general Ignacio Rivas contra las del cacique Calfucurá, bautizado por el blanco como el Napoleón de las pampas, aunque él prefiriera que lo recordasen como el elegido de Dios.
Imagen de portada: Por décadas, Juan Calfucurá fue el terror de las pampas, por sus malones y por su habilidad para combatir a las tropas regulares. La única fotografía que se conserva de él, sobre un cuadro de Francisco Madero Marenco.
FUENTE RESPONSABLE: INFOBAE. Por Adrián Pignatelli. 3 de junio 2021.
Sociedad/Argentina/Siglo XIX/Juan Calfucurá/Conquista del Desierto/Pueblos originarios/Genocidio.
En lo personal; esta noticia da verguenza propia y ajena, demostrando la inacción de los Organismos del Estado Argentino, frente a quienes se encuentran en una situación de extrema pobreza en el norte del país y los reiterados negociados entre algunos funcionarios corruptos con los mercaderes en la trata de personas. Indignante y reprobable, en donde lo federal pasa a último plano, debiendo intervenir las mas máximas autoridades del Ministerio de Desarrollo Social y concurrentes del Gobierno Nacional por sobre la autonomía del provincial.
La mayoría de la familia está indocumentada
Se trata de una familia del paraje victoriano Pozo El Toro, que estaba trabajando en una finca del departamento San Martín.
Una beba trasladada a Salta en grave estado de salud y dos niñas que quedaron alojadas en una institución estatal, es el resumen de una denuncia que hizo una pareja de personas del Pueblo Wichí con la ayuda del Modesto Rojas, referente originario de Tartagal.
Ni las tres nenas, ni el padre, ni la madre tienen documentos de identidad. Esto pese a que, según pudo constatar Salta/12 en organismos del Poder Ejecutivo y el Judicial, el Estado ya venía interviniendo en relación una cuarta hija adolescente que es madre y que había estado institucionalizada por presentar una situación de extrema vulnerabilidad. “Es la única que tiene un DNI junto a su hijo”, indicaron las fuentes.
La familia es oriunda de Pozo El Toro, paraje ubicado a 40 kilómetros del pueblo de Santa Victoria Este, municipio de Rivadavia, el segundo departamento más pobre de Argentina y que alberga la mayoría de las comunidades originarias.
Según contó Rojas a Salta/12,la familia (cuyos datos serán resguardados para poder proteger la identidad de las hijas), llegó hace unas dos semanas a Tartagal desde Puesto La Línea, cercano a la comunidad El Traslado en la jurisdicción del municipio de General Ballivián, en el departamento San Martín.
El matrimonio habría estado trabajando en el corte de madera y de postes. Pero ante la situación de su beba (de entre 9 y 12 meses), que presentaba signos de malestar en su salud, el finquero a cargo los habría llevado en la camioneta hasta Tartagal.
La beba terminó internada en el Hospital Juan Domingo Perón, en donde no permitieron que su padre y su madre la vieran, dijo Rojas. “Ellos quedaron fuera del hospital horas y horas”, contó.
El referente wichí sostuvo que el martes último llamaron agentes de la Secretaría de Niñez y Familia de la provincia preguntando sobre la situación de la familia. En ese momento, buscaban dar con la madre porque la beba debía ser trasladada a Salta Capital ante su situación de salud que, según organismos estatales, era de extrema gravedad, al punto que el traslado fue en avión sanitario por presentar un grado de desnutrición muy elevado.
La institucionalización
“En idioma les avisé que los estaban necesitando”, contó Rojas. La madre fue con sus dos niñas “de 9 y capaz 6 años, (según) ellos calculan, porque como están indocumentados”, relató el referente.
Dijo que cerca de las 11.30 le dijeron que pasara a la guardia para ver a su beba pero que las niñas debían quedarse afuera. “Pero la madre salió y ya no estaban”, sostuvo Rojas.
“No se institucionaliza de buenas a primeras”, dijeron a Salta/12 fuentes que actuaron en el caso. Afirmaron que la madre no quería viajar a Salta con la beba, por temor de dejar solas a sus niñas con el padre.
Añadieron que el matrimonio tendría problemas de adicciones con el alcohol y que para internar a la beba tuvieron que “actuar con la fuerza pública”. No obstante, no se pudo conocer en detalle cómo fue el procedimiento. Rojas dijo que supo del hecho por lo que le comentaron los padres “en idioma”. El referente sostuvo que faltó información.
Según pudo establecer Salta/12, en la familia habría al menos dos hermanas más grandes. Una de ellas, de 15 años y que es madre de un bebé, es la que se encontraba en situación de vulnerabilidad (que ocurrió cuando estaba sin sus padres), por lo cual fue ingresada al sistema y obtuvo su DNI, al igual que su bebé. Pero en ese momento no vivía con su madre. “Llevó meses poder acceder a la madre, saber dónde vivía, y son comunidades tan aisladas que cada vez que ven gente de los organismos se escapan. Es imposible hablar con ellos”, indicaron las fuentes oficiales.
Añadieron que la internación de la beba trasladada a Salta Capital tuvo que hacerse con la fuerza pública tras el alerta del sistema de Atención Primaria de la Salud (APS). Las fuentes afirmaron que hubo “ausencias prolongadas” de la madre y el padre para ver a la criatura internada. La versión se contrapone con la de Rojas, quien afirmó que el problema fue que no los dejaban ingresar.
Las fuentes reconocieron que se dispuso la prohibición de acercamiento. Pero ante el pedido de los especialistas de que la madre viajara con la beba a Salta Capital, se gestionó el levantamiento de la restricción. “Pero ella (por la madre), no quiso ir” y“no la podemos obligar”, afirmaron.
Rojas, por su parte, contó que una vez que se dieron con la ausencia de sus hijas, el matrimonio “vino a verme llorando, preguntando afligidos, porque pensaban que les mataban a sus hijos”.
El escape “no es instintivo”
Frente a las miradas lineales que cargan sobre las familias originarias su destino y la muerte de sus hijos, la docente e investigadora de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), Norma Naharro entendió que es importante “no ir solamente a lo puntual y buscar responsabilidades personales y acusaciones judiciales que es lo que hace el Estado. Sino entender el contexto histórico y social”.
“Pozo el Toro es una comunidad muy chiquita en medio del monte. De 30 familias en condiciones de muchísima precariedad y el mismo hecho de que estén indocumentados habla de que su contacto con el Estado es negativo”, sostuvo la especialista.
Recordó que la figura recurrente que surge de los relatos de agentes estatales que intervienen en los territorios, es que la gente ve la camioneta de la Policía y sale al monte a esconderse. “No es porque son animales que se asustan por el ruido del motor. Tiene una historia y la llegada de la Policía tiene consecuencias negativas y entonces se alejan”, dijo. Y entendió que la representación del relato oficial estigmatiza y fortalece ideas racistas “de que la gente de los pueblos wichí son personas irracionales con las que no se puede tratar y con la cual el Estado no puede hacer más nada que meterlos presos”.
“Cada vez que los funcionarios apelan a esa figura les pregunto ‘¿Y no sabés por qué corren?’». El escapar, añadió “no es instintivo, sino producto de una historia social que está inscripta en esos cuerpos”.
La violación de derechos, sea por acción u omisión del Estado, también se extiende al hecho de que al ser una familia indocumentada, no recibe las prestaciones sociales. “Viven vendiendo su fuerza de trabajo para el corte de postes y actividades de desmontes en situaciones de explotación extrema”, señaló Naharro.
En cuanto a las explicaciones estatales sobre el consumo de alcohol indicó “el consumo problemático es otro de los motivos que justifica la represión y criminalización”.
Al analizar el relato de Rojas, Naharro entendió que “se ven violaciones de derechos una tras otra”. Entre ellas, que la beba haya ingresado o sido trasladada sin su madre, la aparente falta de intérpretes, pese a que la Ley de Salud Intercultural existe pero no tiene reglamentación, la falta de acceso al DNI, la explotación laboral, e incluso la precariedad para acceder al agua.
“Entiendo que el pozo de agua de esa comunidad (Pozo El Toro) es con energía eléctrica y para tener necesitan un generador que funciona con combustible. O sea que además tienen que comprar combustible”, describió la especialista. De hecho, hace un par de meses, la comunidad de la zona tomó la escuela reclamando la excavación de un nuevo pozo de agua.
Todo esto, concluyó Naharro, ocurre en una zona donde existe una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) que exige “al Estado que se haga cargo de estas situaciones que son históricas de explotación de opresión y a las que el Estado no da respuestas”.
Imagen de portada: Gentileza Página 12.
FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Por Laura Urbano. 7 de octubre 2022.
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Sus restos habían sido robados por el conde La Vaulx
En 1896, el Conde profanó su tumba y se llevó a Francia el esqueleto y el ajuar funerario. Hasta hace unos años, estaban expuestos en el Museo del Hombre, en París. La noticia se oficializó tras el encuentro entre Alberto Fernández y Emmanuel Macron.
Francia aceptó el reclamo argentino de restituir los restos robados del cacique tehuelche Liempichun Sakamata que estuvieron expuestos hasta 2009 en el Museo del Hombre, en París, luego de que el conde francés Henry de La Vaulx profanara su tumba a finales del siglo XIX. La decisión se informó oficialmente tras el encuentro entre los presidentes de Argentina, Alberto Fernández, y de Francia, Emmanuel Macron.
El proceso de restitución comenzó formalmente en junio de 2015 a través de la Cancillería argentina, encabezada en ese momento por Héctor Timerman, que gestionó una solicitud de sus descendientes: tanto los Sakamata, residentes en Puerto Madryn, como del Lof Liempichun de Río Senguer, las dos comunidades localidades ubicadas en la provincia de Chubut.
El esqueleto del cacique recaló en el museo de París luego de que en 1896 el conde se llevara a Francia el esqueleto y su ajuar funerario compuesto por un estribo, pendientes y monedas -todo de plata-, entre otras pertenencias del hijo del cacique Liempichun, a quien de La Vaulx había conocido personalmente.
«Repatriarlo nos permitirá establecer el kume felen (equilibrio vital) en nuestros territorios, su restitución tiene importancia política, social, cultural y espiritual», aseguraron los descendientes del cacique al conocer la noticia.
También, destacaron que la restitución «es una forma de reparación histórica hacia nosotros como pueblos originarios. Es reconocer que, como comunidad, estamos vivos y presentes en el territorio», indicaron.
Cómo fue el robo de los restos óseos del cacique
Entre marzo de 1896 y julio de 1897, el conde de La Vaulx recorrió el sur del país y tomó contactos con los tehuelches de esa región e hizo todo lo posible para ganarse su confianza.
La estatura de los tehuelches, y en especial la de Liempichun Sakamata, llamó poderosamente la atención a La Vaulx, por lo que a la muerte de éste desenterró sus huesos con el fin de llevarlo a su país y entregarlo al Museo del Hombre.
Darwin refirió que la altura de «los famosos gigantes patagones» era de «6 pies», es decir, 1,82 metros), aunque «algunos son más altos». Otros expedicionarios que registraron la Patagonia antes que él describen que medían entre 2 y 2,7 metros.
El conde francés, también se llevó unos 1.400 objetos entre minerales, metales, cerámicas, insectos, esqueletos de mamíferos y una importante colección de restos humanos de las comunidades originarias de la región, todo embalado en 29 cajas con un peso total de 1.371 kilos.
La Vaulx vino a Argentina por encargo del Ministerio de Educación de Francia para buscar restos óseos de la Edad de Piedra.
Sin embargo, lejos de realizar excavaciones arqueológicas, se dedicó a profanar y saquear tumbas de personas fallecidas hacía poco tiempo, además de obtener fotografías y otros objetos arqueológicos y etnográficos gracias a la confianza que se ganaba de los pueblos tehuelches.
La ubicación de los restos fue realizada por el historiador argentino Julio Esteban Vezub, investigador del Conicet, quien los localizó como parte de su trabajo de investigación sobre la expedición de De la Vaulx a la Patagonia.
Aunque se suponía que estaban en Francia, no se conocía en qué museo estaban depositados. En una recorrida por el Museo del Quai Branly, encontró primero el ajuar funerario, y después localizó el cráneo en el Museo del Hombre, donde estaban depositados los esqueletos coleccionados por el conde.
El significado de la repatriación
A partir del descubrimiento de Vezub, la restitución fue solicitada por parte de sus descendientes, en un trámite que involucró a la Cancillería argentina y al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). “Numerosas comunidades de la provincia fueron sumando su apoyo a lo largo del reclamo. Recién a partir de esta nueva gestión, el INAI cuenta con un área que se dedica exclusivamente a atender los asuntos internacionales, lo cual potenció el reclamo de la comunidad”, contó la presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Magdalena Odarda.
La restitución de Sakamata “es parte de una perspectiva de respeto y derecho hacia las tradiciones y valores culturales de cada comunidad”, destacó la titular del INAI. “Representa un profundo respeto por su espiritualidad.
Porque estos ancestros y sus restos marcan una presencia en el territorio, vinculando y comunicándose con los seres vivos y con el entorno. Las restituciones articulan y fortalecen las identidades indígenas, al mismo tiempo que se transforman en una reparación histórica”, agregó.
En esa línea, la funcionaria sostuvo que “reconocer que estos restos mortales pertenecen a un pueblo y a un lugar es reconocer que ese pueblo o esa comunidad está vivo y presente en el territorio”.
Cómo será la restitución de los restos
El viaje de los restos de Sakamata lo está coordinando el Programa Nacional de Restitución de Restos Humanos Indígenas de la Dirección de Afirmación de los Derechos Indígenas del INAI, a través de Cancillería, con los ministerios de Europa y Asuntos Exteriores y de Cultura de Francia y con las comunidades de Chubut y el Municipio de Sarmiento.
“Los tiempos los impone la pandemia. Esperamos que este año finalmente se realice la restitución de Liempichun a su territorio ancestral”, explicó Odarda.
Según lo que solicitó el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores, los restos de Liempichun Sakamata esperarían en Sarmiento, Chubut, a que se apruebe su restitución en el Parlamento francés.
“Luego, según la cosmovisión de los pueblos mapuche y tehuelche será honrado como se merece todo ser humano en su comunidad”, precisó.
Asimismo, la titular del INAI detalló que todavía “están abiertos otros dos casos con el Museo del Hombre”, ya que existe un reclamo “sobre otro de los ancestros que se llevó el conde francés, quien se apropió de 18 esqueletos y 100 cráneos de comunidades nativas de toda la Patagonia”.
También hay un pedido de ubicación y restitución del cacique Guaycurú Lisali, que fue regalado al príncipe de Orleans, agregó Odarda.
Imagen de portada: El esqueleto del cacique fue exhibido en un museo parisino hasta 2009. . Imagen: Télam
FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Argentina. Mayo 2022
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