Han pasado años, muchos para mi gusto, pero aun sigo oliendo, cada cosa que en casa, estimulaba mis sentidos.
El aromático perfume de las especias del medio oriente, que en la cocina, mi madre esparcía sobre sus tradicionales platos, solo únicos para alguna de las festividades mas importantes de cada año.
Entrelazados el perfume del jazmín, con los capullos del limonero, unidos en en el patio, bajo un techo de perlas moradas, con que la vid nos regalaba su fruto cada año.
El perfume inconfundible de los guardapolvos blancos, lavados y planchados a mano, impecables que nos hacia iguales a todos en la escuela, fuera hijo del doctor o del almacenero.
Los olores a familia en tardes tranquilas, de buenos mates con amenas charlas, la visita inesperada de algún familiar o amistad, que ahí nomas nos acompañaba.
Sin embargo, cuando pretendo recordar los tonos de las voces, resulta casi un imposible, se han ido perdiendo o quizás se esconden esperando mi llegada.
Me enamore de vos cuando bailábamos aquella vieja melodía ciñendo tu cintura.
Tu perfume al acercarme a tu cuello, fue como oler algo que de tan desconocido, se mostraba único y solo incorporado a tu cuerpo, y me produjo esa sensación de quedarme amarrado a tu lado de por vida.
En la segunda canción nuestros labios se rozaron,. un brillo intenso cruzo nuestra miradas, te colgaste de mi cuello, te acerque nuevamente, y nos fundimos en un beso de amor inigualable.
Seguimos hoy bailando la misma melodía, y al besarnos sentimos esa misma pasión de aquel nuestro primer encuentro.
Todo comenzó cuando cruzamos nuestras miradas, así vi tus ojos de hermoso color miel, que como espadas atravesaron mi corazón.
Tu boca perfecta delineada con unos labios como pintados para una donna, inicio de por si en mi, una derrota silenciosa porque crei estar frente a una Diosa, en un mundo tan poco amable.
Solo unas palabras bastaron para darnos cuenta, ese era el momento que ambos esperábamos, llegado por estar en el lugar y momento indicado.
Desde ese instante sin embargo a nuestro primer beso, paso un tiempo, por tu empeño en hacerme ver de que nadie iria de paso asi porque sí por tu vida.
Ingenuo pretendí acortar la distancia, pero te mantuviste firme en ese, tu espacio de lo que hoy estoy agradecido, todo se hizo tan transparente y fuerte, que amarrados ahora nos amamos desde el alma, aun cuando el tren que nos lleva al destino final haga escala en la estación de la eternidad.
Alguien en voz alta lanzó aquella frase memorable, el amor verdadero es solo el amor imposible.
No puedo negarlo ya que con ella coincido plenamente ¿quien en algún momento no amo a alguien en quién creyó encontrar el amor verdadero, sin poder lograrlo?
Porque esa sensación única y sublime, no correspondida, sin embargo cada tanto, no importa el tiempo que ha pasado, vuelve a mi en recuerdo con aquel rostro bello e inalterable de su juventud.
Los resultados de un nuevo trabajo de investigación en 2022 muestran un importante hallazgo sobre el almacenamiento de recuerdos en el cerebro.
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El cerebroes un órgano imprescindible para el organismo, implicado en el aprendizaje y la memoria. Así, este órgano también cumple la misión de almacenar recuerdos.
No obstante, debido al envejecimiento, junto con otros factores el cerebro puede verse afectado, especialmente por el deterioro cognitivo asociado a la demencia.
Recientemente un grupo de investigadores ha desarrollado una nueva herramienta que permite obtener imágenes de astrocitos individuales en el cerebrode ratones despiertos. La gran noticia es que el nivel de detalle de estas imágenes no tiene precedentes.
En concreto, estos investigadores han podido demostrar por primera vez ‘in situ’ que los astrocitos provocan señales de calcio tan rápidas como la de las neuronas; con una duración inferior a 300 milisegundos.
Lo interesante de este trabajo de investigación publicado en la revista ‘Science Advances‘ es que los astrocitos juegan un papel clave en el cerebro durante el procesamiento de información y el almacenamiento de recuerdos.
Las conexiones del cerebro y los recuerdos
Hay que tener en cuenta que la forma en la que experimentamos el mundo se debe a complejas e intrincadas interacciones entre las neuronas del cerebro. Así, los resultados de esta prestigiosa investigación, muestran que los astrocitos, que son unas células no neuronales del cerebro, también participan de forma protagonista en el procesamiento de la información y probablemente en la memoria.
Almacenamiento de los recuerdos en el cerebro.
Un aspecto interesante de esta investigación liderada por profesionales de la Universidad de Posgrado del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST), en Japón, es que lograron una señalización en el interior de los astrocitos individuales con un nivel de detalle y velocidad nunca visto anteriormente en el cerebro de ratones despiertos.
Al respecto, el primer autor de la investigación, el doctor Leonidas Georgiou, explica que «si estas implicaciones son ciertas, transformarán fundamentalmente nuestra forma de pensar sobre la neurociencia y el funcionamiento del cerebro».
Los astrocitos, un elemento clave
Los astrocitos son un elemento cerebral que hasta el momento no habían recibido tanta atención como las neuronas. En este sentido, se creía que tan solo se trataba de células auxiliares que suministraban nutrientes a las neuronas y eliminaban sus residuos.
«Pero en los últimos años ha habido cada vez más pruebas de que los astrocitos pueden escuchar los mensajes químicos que se envían entre las neuronas en las sinapsis, y pueden responder con sus propias señales, proporcionando una capa adicional de complejidad a la forma en que nuestro cerebro recibe y responde a la información», explica el doctor Leónidas Georgiou.
Como conclusión, los autores de esta importante investigación cuyos resultados han visto la luz en 2022, señalan que «todavía no sabemos cómo se almacenan los recuerdos en el cerebro, pero es increíble pensar que podría implicar a los astrocitos. Es probable que sea demasiado bueno para ser cierto, pero es una hipótesis apasionante que hay que seguir».
Hábitos para mejorar la memoria y la salud del cerebro
La memoria guarda una relación estrecha con los recuerdos en la memoria,aunque realmente no significan lo mismo. Así, a medida que envejecemos es habitual que se produzca un deterioro cognitivo en el cerebro, lo cual puede conllevar a pérdidas de memoria de forma más regular.
Sin embargo, existen diferentes hábitos que dependen de nosotros mismos, los cuales pueden ayudar a frenar o retrasar lapérdida de memoria. Igualmente, estos hábitos también son especialmente beneficiosos para la salud del cerebro en su conjunto.
Así, diferentes estudios y trabajos de investigación destacan la realización de ejercicio físico de forma regular, llevar a cabo una alimentación saludable y equilibrada, y descansar bien, como tres hábitos claves para la salud de la memoria.
Beneficios del deporte en la salud cerebral
Está demostrado que la realización de ejercicio físico con regularidad aporta beneficios a la salud del cerebro y la memoria. Sin ir más lejos, un reciente trabajo de investigación realizado por neurocientíficos de la Universidad de Ginebra (Suiza) demuestra que una sesión de 15 minutos de ejercicio físico intenso ayuda a mejorar la memoria.
Beneficios del deporte para la salud del cerebro
Además, de estos beneficios para la memoria, cuando una persona realiza ejercicio físico, de diferente intensidad; una vez finalizado sienten inmediatamente bienestar físico y psicológico. Esta sensación agradable es originada por los endocannabinoides, que se tratan de unas pequeñas moléculas originadas en el cuerpo durante la realización de ejercicio físico.
Imagen de portada: Gentileza de TodoDisca
FUENTE RESPONSABLE: TodoDisca. Por Alejandro Perdigones en Salud. Febrero 2022.
El olor a humedad y a rancio se huele desde lejos de la vieja casona, que fuera por años la vivienda del viejo Don Julian, lugar de encuentros que cuando niños al caer cada tarde, nos reuníamos allí siempre creando historias de espíritus y fantasmas, hasta que un día un anima blanca como luna llena, se presentó ante nosotros, moviendo sus largos brazos en forma frenética, como si quisiera hacernos suyos, nos quedamos tiesos solo por un momento, al caer la sábana con la que se había cubierto Don Julian.
Vivía solo con su perro, un mastín napolitano, al que llamaba Rocco, para Don Julián nuestra llegada, era esa bocanada de compañía que necesitaba, nos daba chocolate en invierno, agua con limón en verano, era viudo con tres hijos, que rara vez lo visitaban.
Era feliz al vernos, parecía uno de nosotros, siempre nos decía, que eramos sus más fieles amigos, obvio después de Rocco, al dejarlo participar en nuestros juegos y locas historias.
Hasta que un día al llegar, la puerta reja de la entrada, lucia un grueso candado, golpeamos nuestras manos sin resultados, apareció un vecino que ya nos conocía, para decirnos que sus hijos sin consultarle, lo habían internado en un geriátrico.
Nosotros púberes le dijimos cual era la razón, si Don Julián era un roble, sin dolencia alguna, el vecino nos miró, luego tosió como si le costara hablar, pero al final nos dijo que a los hijos les interesaba la vieja casona, para un negocio que les habían ofrecido, nos miramos «el polaco», Tati y yo y por lo bajo solo dijimos, lo encerraron, le robaron no la casa, sino algo peor la libertad y su vida al bueno de Julián.
Esa fue creo la primera lección de vida que aprendimos, cuídate de tus mas cercanos, que ante el primer descuido, pueden llegar a fagocitar hasta tu vida, cuando te ven solo y autosuficiente.
Si pudiera retroceder modificando la hoja de ruta de esta vida caminada, la cambiaría hacia aquella inolvidable muchacha adolescente que realmente me amaba, a quien le arrebate en ese altillo luminoso de su casa, su tesoro más guardado, aquella la que sin dobleces ni exigencias me aceptaba tal como yo era, con un millón de imperfecciones, escasas virtudes.
Aún cuando ya nos habíamos despedido, fue tan generosa tratando de evitar que cometiera el error, que me llevó luego a un colapso sin retorno.
No se porque ahora pienso en ella, la soledad quizás, que será de su vida, será feliz como lo fue aún en aquel tiempo mezquino que le di, cuando en mis brazos trémula me entrego su corazón y hasta su alma.
No he escrito sobre él desde que partió; pero hoy se cumplen 21 años de su ida de vacaciones, a ese lugar encantado de praderas verdes y un cielo azul intenso, al que no visita jamás nube alguna.
Mi hermano Carlos; quince años casi de diferencia de edad, el mayor de los cuatro.
Será porqué hoy la memoria larga que es la que más perdura en el tiempo, me hizo recordar a aquel 21 de octubre cerca de las 22 de la noche -casualidad o causalidad-; de festejo de cumpleaños de quien fuera mi esposa cuando sonó el timbre del teléfono fijo -todavía existían; no como hoy que los fijos han casi desaparecido dando paso a estos demonios aparatitos portátiles.
Me llamaron para informarme que había fallecido. Era algo previsible que ocurriera; porque internado en la unidad de cardiología del Hospital Alvarez, su estado era más que crítico.
Ya había tenido alguna que otra internación anterior, en las que antes de irme a mi trabajo, pasaba para asear y afeitarlo. No me sorprendí, porque al margen del dolor genuino de su pérdida; al mismo tiempo pensé que era lo mejor que podía sucederle.
¿Por qué, me preguntaran? Porque ya no era el Carlos, conocido por todos. Estaba en su mundo y permanecía en silencio. La medicación había hecho estragos en su mente. Iba a visitarlo, como para alegrarlo y conversar con él; para terminar siendo solo un monologuista.
A veces, he hablado con su hijo Carlos, comentándole que con seguridad los médicos psiquiatras le pifiaron en el diagnóstico y lo medicaron pésimo.
Mi hermano enfermó por primera vez muy joven; era hiperquinético, no tenía problemas en levantarse a las 4 o 4:30 de la mañana para preparar sus cosas y comenzar su negocio independiente de repartir con su camioneta, productos alimenticios en todo el radio de la ciudad de Buenos Aires.
Fumador compulsivo como lo fuera mi padre; ello tampoco ayudó a su calidad de vida.
Pasajes de su infancia y adolescencia que quizás lo atormentaban, más el estrés al límite al que se enfrentaba cada día, hicieron el resto. Pero antes de enfermarse; era un ser alegre, conversador a quien el chiste le salía naturalmente para hacer reír a quienes lo rodeaban.
Fue bondadoso y demasiado generoso con mucha gente, que no lo merecía. Velaba más por los de afuera, que por los de adentro. Quizás vuelvo a reiterar, por lo que vivió desde muy joven. Un excelso jugador de billar a tres bandas; era su único entretenimiento fuera del trabajo.
Pero se y lo siento así, que desde hace 21 años está muy feliz de encontrarse donde está, con la paz y armonía que debió sentir cuando se encontró con el viejo. Y ni que hablar de mamá, la que siempre caminaba por la calle Cesar Díaz hasta donde vivía, para visitarlo porque era su preocupación constante.
A mamá la recibieron dos años después, hasta que finalmente el año pasado llegó mi querida hermana Alicia. Seguramente ahora los cuatro deben pasarla juntos, juntando todos los recuerdos- miles- y hablando de ellos en ese lugar celestial, en el que visitarán y serán visitados, por todos los seres queridos que han partido.
Para todos ellos; que en paz descansen eternamente en los brazos de Dios.
Soledad infinita que ya pesa un poco más que ayer y menos que mañana, sobre las espaldas exhaustas por haber vivido de pie equivocado o no, pero jamás de rodillas.
Orgullo, no no es orgullo, es lo que uno mamo de chico, ejemplos de vidas sin dobleces ni trampa alguna.
No conseguiré el cielo fácilmente porque me equivoqué fiero algunas veces, he pedido perdón a aquellos que lastime por esos impulsos que uno no los sujeta.
Pero no me quejo vida bien vivida, con momentos únicos e inolvidables, mi único amor, mis hijos, mis nietos y también de los otros las pérdidas algunas que aún duelen en el Alma, y que uno guarda para cuando se acerque el camino del reencuentro.
Como cantaba la «negra» Sosa, gracias a la vida que me ha dado tanto.