El artista digital Kyès convierte a famosos en los protagonistas de sus «óleos» clásicos.

En un alarde por hacer que las disciplinas artísticas de diferentes épocas se unan en piezas que producen maravillosas descontextualizaciones, han surgido muchos creativos que materializan obras de arte atemporales.

Pensemos en esos retratos del Renacimiento o del Neoclásico que inundan las paredes de los museos más prestigiosos del mundo, pero cambiemos los rostros de reyes, reinas y burgueses por los de las celebrities más reconocidas.

Beyoncé.

Sigamos imaginando y ahora cambiemos los pinceles y la pintura al óleo por los dispositivos y los softwares de edición y creación digital: ya tenemos todos los elementos de la ecuación que el artista Kyès usa para dar lugar a sus piezas.

Kyès es un experto en el estilo de las pinturas francesas de los siglos XVII y XVIII y en imaginar cómo se verían las celebrities de hoy si vivieran en el pasado. Sus primeros trabajos retrataron a raperos franceses, pero ha empezado a incluir a más cantantes, actores y actrices.

Úrsula Corberó.

Christopher Walken.

Rihanna.

Miley Cyrus.

Estas pinturas están hechas digitalmente usando programas de ordenador, pero los resultados parecen pinturas reales del pasado. La primera pintura digital compartida de Kyès fue la de Charles Baudelaire, poeta francés, retratado como un bromista.

El artista parece prestar atención primero a los artistas y a celebridades franceses, pero con el tiempo ha incorporado a otras personalidades conocidas como Rihanna, Beyoncé, Kanye West o la intérprete española Ursulá Corberó.

Lil Nas X.

Scarlett Johansson.

Kyès usa Photoshop para recrear viejas pinturas que van del Alto Renacimiento, hasta el Rococó y el Neoclásico. Se cree que la mayoría de las obras de arte del Renacimiento se realizaron entre 1300 y 1600. Después, todo el arte se clasifica como Alto Renacimiento.

La diferencia entre estas dos etapas es que, mientras los primeros artistas del Renacimiento enfatizaban la perspectiva o los aspectos técnicos de una obra, los del Alto Renacimiento estaban dispuestos a renunciar a los principios técnicos para crear un todo más bello y armonioso.

Os invitamos a que os déis un paseo por este museo clásico de la cultura pop del siglo XXI.

Lizzo.

Marion Cotillard.

Jodie Comer.

Vanessa Paradis.

Eva Green.

Millie Bobby Brown.

Pharrell Williams.

Cardie B.

Marlon Brando y The Weeknd.

Vincent Lacoste.

Lil Wayne.

Kanye West.

Imagen de portada:

FUENTE RESPONSABLE: Cultura Inquieta. Por Walter Ego. 31 de octubre 2022.

Sociedad y Cultura/Photoshop/Celebridades/Cultura pop/Renacimiento/ Óleo/Retrato.

Kyès: Instagram

Un plano del siglo XVI arroja nueva luz sobre el palacio de Carlos V en la Alhambra.

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En 1526, durante la luna de miel del emperador Carlos V con doña Isabel de Portugal en Granada, se decidió construir un nuevo palacio en el corazón de la Alhambra, junto a los viejos palacios nazaríes. Se diseñó entonces un original edificio de planta cuadrada, con un gran patio circular y fachadas clásicas con portadas, como destacado exponente de una nueva arquitectura renacentista.

A pesar de la abundante bibliografía disponible, no son pocos los misterios que aún existen sobre esta singular obra de arquitectura. Su desconocida autoría sigue siendo objeto de debate entre estudiosos del palacio. Estamos ante uno de los primeros edificios del Renacimiento español, incluido en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Fotografía aérea del palacio de Carlos V en la Alhambra, inconcluso a principios del siglo XX. Colección particular, Author provided

En 1912 fueron localizados dos importantes planos anónimos del siglo XVI con el palacio de Carlos V y su entorno, hoy conservados en la biblioteca del Palacio Real de Madrid. Hacia 1940 apareció otro plano anónimo, custodiado en el Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza) en Toledo, que incluía sólo la planta del palacio. Este plano es el objeto de esta investigación. Su adecuada interpretación dentro del proceso de diseño y construcción, así como su datación y posible autoría, resultan cruciales para comprender los orígenes de este singular palacio.

Recientemente, hemos publicado un artículo científico en la revista EGA. En él se explica que, a partir de una precisa reproducción digital, se han transcrito por primera vez todos sus trazados incisos con punzón, una técnica gráfica habitual en el siglo XVI. Ello ha permitido conocer el proceso de diseño geométrico del palacio, un asunto que ha generado no pocas especulaciones e hipótesis de escaso rigor gráfico y científico.

Trazados incisos y proceso de dibujo

En aquella época los trazados arquitectónicos con punzón sobre papel se usaban como base para el posterior delineado con tinta. Servían como líneas auxiliares, apenas visibles, para componer el dibujo geométrico. En nuestro caso, se ha constatado que estos trazados eran relativamente sencillos, descartándose los complejos procesos de diseño que han supuesto bastantes autores.

Transcripción gráfica (líneas rojas) de los trazados geométricos incisos en el plano del palacio de Carlos V del Archivo Histórico Nacional. AJGO / AGG, 2022, Author provided

El trazado de este palacio destaca claramente por la rotundidad y simbolismo de dos formas geométricas, el cuadrado del perímetro exterior y el círculo del patio. Ambas figuras guardan una sencilla y poco conocida proporción: el diámetro del patio mide la mitad del lado del cuadrado. Esa decisión sería crucial como punto de partida para completar después el trazado de la capilla, la galería del patio, los vestíbulos, la escalera principal y las estancias.

En la capilla octogonal se ha detectado un procedimiento geométrico que se usaba en la arquitectura gótica para trazar y dimensionar muros. Por tanto, el arquitecto de este palacio, que fue innovador con sus formas renacentistas, usó también trazados y conocimientos medievales. Esta cuestión resulta de gran interés para el debate sobre la posible autoría.

Hipótesis del proceso de trazado en planta del palacio de Carlos V. AJGO / AGG, Author provided

El tamaño de la planta respecto a un plano de fachada y a la desaparecida maqueta.

Durante esta investigación se ha desvelado una importante relación dimensional entre la planta del Archivo Histórico Nacional, una maqueta desaparecida y un plano de la fachada del palacio que hoy se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York: el llamado plano “Burlington”, considerado como una copia del alzado original perdido, dibujada años después.

Alzado ‘Burlington’ del palacio de Carlos V en la Alhambra. Metropolitan Museum of Art

Se ha detectado que dicho alzado tendría un tamaño similar a la desaparecida maqueta del palacio que fue encargada en 1528, cuyas medidas se conocen por documentos posteriores. Además, se ha comprobado que la planta aquí analizada se dibujó con la mitad de tamaño que la fachada y la maqueta. Estas sencillas relaciones constatan por primera vez la estrecha vinculación existente entre esta planta, el alzado y la maqueta. Todos ellos servirían para formalizar el diseño inicial del palacio, antes del inicio de las obras en 1532.

Sobre la datación y posible autoría

El análisis de documentación histórica del edificio ha permitido estimar que el plano del Archivo Histórico Nacional se dibujaría entre 1528 y 1532. Por tanto, se trata de uno de los primeros planos conservados del Renacimiento español. Estamos ante un documento gráfico muy importante de la arquitectura europea del siglo XVI.

Se ha especulado bastante sobre su autoría entre diversos arquitectos italianos de aquel momento, y entre otros españoles como Luis de Vega, que fue arquitecto real, o el pintor Pedro Machuca, formado en Italia. Los nuevos indicios aportados permiten ahora suponer que el autor del plano fue el gran arquitecto de la catedral de Granada, Diego de Siloé. Este tenía formación renacentista italiana, conocía los procedimientos góticos de trazado y aparece en documentos de pagos de las obras del palacio de Carlos V. Esto reafirmaría una hipótesis ya planteada por algunos investigadores.

Los vínculos detectados entre el plano y la maqueta del palacio también sugieren su protagonismo. Sabemos que por entonces le encargaron una maqueta de madera de la catedral de Granada, por lo que también se le pudo encargar la del palacio en la Alhambra. ¿Pudo ser este el motivo que le llevó a participar en su trazado y posterior construcción?

Fachada meridional del palacio de Carlos V. AGG / AJGO, Author provided

Imagen de portada: Patio del palacio de Carlos V. Ra-smit / Wikimedia Commons, CC BY-SA

FUENTE RESPONSABLE: The Conversation. Por Antonio Gámiz Gordo y Antonio Jesús García Ortega. 13 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Arquitectura/Renacimiento/La Alhambra.

 

Los culpables de que la Edad Media sea vista como una época bárbara, inculta y decadente.

El historiador Eduardo Baura García desvela la creación del mito y las intenciones de sus principales impulsores, los humanistas italianos de los siglos XIV-XVI.

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La primera vez que pisó los vestigios de la Ciudad Eterna, en 1336, Francesco Petrarca quedó todavía más embriagado del mundo clásico. «En verdad Roma me pareció más grande, y sus ruinas también son mayores de lo que había imaginado. Ahora ya no me sorprende que el mundo entero haya sido conquistado por esta ciudad, sino que haya sido conquistado tan tarde», expuso a un amigo en una carta.

El poeta de Arezzo, pionero del humanismo y la literatura renacentista, había descubierto el legado de la Antigua Roma y los autores latinos durante la juventud, en sus años de formación en disciplinas como la gramática, la dialéctica y la retórica. Su devoción por el esplendor político, cultural y religioso de esta época fue in crescendo a lo largo de su vida, y contrastaba totalmente con el tiempo que al él le había tocado presenciar.

Petrarca fue un nostálgico de la Roma clásica y un feroz crítico de su presente, a su juicio, resultado de la inmundicia y de siglos de desperdicio que merecían ser olvidados y desechados. En uno de sus libros de epístolas dirigidas a autores de la Antigüedad, escribió: «Créeme, Cicerón, que si oyeras cómo nos van las cosas, se te caerían las lágrimas, sea cual sea la parte del cielo o del infierno que ocupes».

Dividió el poeta la historia en dos edades claramente diferenciadas: la de la Antigua Roma y la posterior, cuya frontera situó en el siglo IV, cuando el emperador Constantino decretó la conversión al cristianismo. Y también con el disfraz de pitoniso aventuró «una edad más dichosa». «Lo de en medio es basura», le dijo al religioso Francesco Nelli. En otra carta, señaló: «Si el amor a los míos no me lo impidiera, siempre hubiera deseado nacer en cualquier otra época, y olvidar esta».

Petrarca, el hombre medieval, hijo de las cosmovisiones de su momento a pesar de sus innovaciones, no solo fue el profeta del Renacimiento, sino también el creador de la imagen de la Edad Media término que no se acuñaría hasta un siglo más tarde— como un tiempo oscuro, bárbaro, inculto, decadente y atrasado. En este sentido, el gran medievalista francés Jacques Le Goff ha definido al poeta toscano como «el primer ‘entenebrecedor’ de la Edad Media».

Trazar los orígenes de ese mito del tenebroso Medievo, tan seductor para las ficciones cinematográficas como la reciente película de Ridely Scott El último duelo, es la empresa que se propone el historiador Eduardo Baura García en Un tiempo entre luces (La Ergástula). El autor señala a Petrarca como el principal responsable de una fake news que se vería consolidada y ampliada mediante las posteriores generaciones de humanistas italianos de los siglos XIV al XVI.

Operación propagandística

En su obra analiza las contribuciones de figuras como Giovanni Boccaccio, el autor del Decamerón y «el anunciador del Renacimiento italiano»; Flavio Biondo, el primero en fijar una cronología del milenio medieval —inaugurado, según su punto de vista, con el saqueo de Roma por el caudillo godo Alarico en 410 y concluido en 1442, cuando remató su crónica Historiarum—; o Giorgio Vasari, cuyas Vidas fue el primer volumen que sistematizó la visión tripartita del pasado mediante la fijación de unas fechas aproximadas de duración de la Antigüedad clásica, la Edad Media y el Renacimiento italiano.

La «profunda revolución historiográfica» que impulsó esta camada de humanistas estuvo basada en una exitosa operación propagandística, aunque con un riquísimo material en el que respaldarse —las creaciones e invenciones de los Rafael, Miguel Ángel o Leonardo da Vinci así lo acreditan—: la nueva época había sido capaz de superar la «oscura» Edad Media para adentrarse en una fresca, dorada y brillante en la que las artes y las letras habían «renacido».

«A los literatos y artistas del Renacimiento italiano les interesaba pintar con los trazos más oscuros posibles el Medievo, pues cuanto peor hubiera sido el periodo previo desde el punto de vista de la cultura, más alabanzas merecerían ellos por haber logrado su restauración», resume Baura García. Por lo tanto, concluye que desde su misma invención la Edad Media «nació ya injusta e interesadamente estigmatizada».

No obstante, esa profunda modificación a la hora de abordar la historia, abandonando la explicación secular del pasado en base a criterios teológicos por una nueva comprensión de carácter terrenal, produjo una llamativa contradicción. «Nos encontramos —escribe el historiador— ante la paradoja de que unos autores cristianos, profundamente devotos algunos de ellos, no solo abandonaron la tesis medieval de que la época inaugurada con la venida de Cristo había supuesto el culmen de la historia, sino que pasaron a afirmar precisamente lo contrario, esto es, que la Edad Media, la era cristiana por excelencia, había sido la peor época de la historia».

El propio Petrarca, profundo cristiano, había estrenado este posicionamiento con sus reproches a Constantino: «Pero tú, hombre venerable, ¿qué estabas haciendo? ¿Dónde estabas? Si te deleitabas con la munificencia, deberías haber preservado tus propios bienes; debiste dejar intacta a tus sucesores la herencia del imperio que tú, como guardián, aceptaste». Para el poeta, Italia había sido una tierra colmada de bondades y virtudes antes de la conversión, cuando reinaba el paganismo. Lo que vino después no fue más que infortunio.

Imagen de portada: Ilustración del funeral de Ricardo II de Inglaterra en las ‘Chroniques’ de Jean Froissart (h. 1480)

FUENTE RESPONSABLE: El Español. El Cultural. Por David Barreira. 6 de septiembre 2022.

Sociedad y Cultura/Edad Media/Antigua Roma/Renacimiento/Libros

 

 

Que revelan los cuadernos de Leonardo Da Vinci sobre sus múltiples obras inconclusas.

Los cuadernos de Leonardo da Vinci recopilan el grueso de su trabajo científico y artístico. También, dan pistas sobre sus enigmáticas obras inconclusas.

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Leonardo da Vinci cargaba consigo siempre un cuaderno con hojas blancas, con texturas y acabados diferentes. En sus caminatas diarias o desde su estudio, dedicaba largas horas a hacer apuntes sobre el asunto que le interesara ese día. Ya fuera en materia de mecánica, anatomía o sencillamente para ver a los pájaros volar, el maestro renacentista dejó múltiples bocetos en sus libretas de trabajo.

Algunos de ellos estaban destinados, en principio, para ser proyectos más grandes. Muchas veces, a manera de encomiendas de la familia Sforza: «para la que trabajó como pintor, organizador de fiestas e ingeniero», documenta National Geographic Historia. Sin embargo, la mente de Leonardo da Vinci era un espacio tumultuoso.

Con el tiempo, se ganó la fama de que le era prácticamente imposible terminar los trabajos que empezaba. Entre dibujos, diseños mecánicos y estudios del cuerpo humano, gran parte de las obras de Leonardo da Vinci quedaron inconclusas. La mayoría de ellas, según escribe la historiadora del harte Maya M. Tola para Daily Art Magazine, son «desconocidas, imposibles de rastrear y olvidadas«.

¿Cuáles son las obras inconclusas de Leonardo da Vinci?

Bocetos para la ‘Batalla de Anghiari’ de Leonardo Da Vinci (1452-1519), erudito italiano cuyas áreas de interés incluían la invención, la pintura, la escultura, la arquitectura, la ciencia, la música y las matemáticas. Fecha del siglo XVI. / Crédito: Ann Ronan Picture Library / Ann Ronan Picture Library / Photo12 via AFP

Oficialmente, sólo existen 21 obras de Leonardo da Vinci que el artista terminó en vida. La más reciente de ellas —que ha generado amplia polémica entre historiadores y restauradores especializados en el maestro italiano— es Salvator Mundi (ca. 1500), que la casa de subastas Christie’s vendió en 450 millones de euros a un príncipe árabe.

Más allá de este par de decenas de pinturas terminadas, Leonardo da Vinci dejó un sinnúmero de obras inconclusas. Dibujos, bocetos, apuntes escritos en técnica de espejo protagonizan la amplia mayoría de trabajos que el maestro renacentista produjo durante décadas, antes de abandonar para siempre el oficio artístico en 1516.

Como historiadores, Bulent Atalay y Andkieth Wamsley saben que muchos de estos trabajos sin terminar representan el grueso de la producción artística y científica de Leonardo:

«Sus cuadernos están llenos de observaciones científicas originales, especulaciones e hipótesis, la mayoría de las cuales nacerían y serían respaldadas por investigadores independientes en los siglos venideros», escriben los autores.

Con respecto a los proyectos que el maestro italiano empezó, pero dejó a medias, destacan tres pinturas. Las explicamos una por una, y la posible razón de que Leonardo da Vinci haya dejado estas obras inconclusas:

San Jerónimo (ca. 1480)

San Jerónimo (ca. 1480), de Leonardo da Vinci. / Detalle recuperado de Wikimedia Commons

En la iconografía católica, San Jerónimo se muestra usualmente como un erudito. Tras dedicar su vida al estudio de la liturgia, pasó a los anales del cristianismo como uno de los traductores más importantes de la Biblia. Sin embargo, también se le recuerda como un ermitaño, por los años que pasó dedicado exclusivamente a traducir el Evangelio.

San Jerónimo (ca. 1480) es una de las pocas pinturas que lo representan en este estado. Avejentado, y con la mirada en las alturas, lo único que Da Vinci logró concretar del santo fue el rostro y parte de las clavículas, como se muestra en el detalle anterior. El resto del cuadro permanece sin terminar.

Adoración de los Magos (ca. 1482)

Adoración de los Reyes Magos (ca. 1482), de Leonardo da Vinci. / Wikimedia Commons

La adoración de los Reyes Magos es uno de los pasajes bíblicos más citados en la Historia. Representa el momento en el que 3 eruditos de Oriente visitaron a Jesús en Belén, pocos días después de su nacimiento.

Mientras Leonardo vivió en Florencia, al norte de Italia, los monjes agustinos le encomendaron esta escena. La idea era que fuera la pieza central en el altar de la iglesia de San Donato in Scopeto, a las afueras de la ciudad. La obra obedece un arreglo piramidal, como se ve en otras comisiones que el artista llevó a cabo.

Originalmente, la idea era que el cuadro se terminara en 30 meses. Sin embargo, Leonardo se mudó a Milán en medio de su ejecución y, así como en otras ocasiones, dejó el cuadro sin terminar. Hoy, el cuadro forma parte de la colección permanente de la Galería Uffizi.

La Virgen y el Niño con Santa Ana (ca. 1503)

La Virgen y el Niño con Santa Ana (ca. 1503), de Leonardo da Vinci. / Wikimedia Commons

En sus años de producción artística más madura, Leonardo da Vinci siguió su vieja costumbre de dejar obras inconclusas. Una de ellas corresponde a una escena alegre, en la que Jesús juega con su madre y con su abuela. Se piensa que fue un encargo del rey francés Luis XII, alrededor de 1499, tras el nacimiento de alguna de sus hijas.

Esto coincide con el hecho de que la reina se llamaba ‘Ana’, nombre de la madre de María. Aunque el encargo venía de una corte extranjera, se quedó por años sin terminar en el taller del maestro italiano. Hoy, forma parte de la colección del Museo del Louvre, en París.

Imagen de portada:  LA VIRGEN Y EL NIÑO CON SANTA ANA, DE LEONARDO DA VINCI (CA. 1503). / WIKIMEDIA COMMONS

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. 12 de agosto 2022.

Sociedad y Cultura/Historia/Renacimiento/Leonardo da Vinci/Obras inconclusas.

 

 

Por qué la Edad Media tiene tan mala fama?

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“La gente tiene derecho a vivir como quiera, ya no estamos en la Edad Media”. Estas declaraciones, pronunciadas no hace mucho por un primer ministro europeo, demuestran que lo medieval se utiliza a menudo como sinónimo de incultura, barbarie y atraso.

Esa visión despectiva de la Edad Media se puede observar en otros muchos ámbitos. Por ejemplo, desde hace años las películas y series ambientadas en esta época reflejan una sociedad violenta, injusta y supersticiosa. Y esa visión se refuerza mediante una estética cada vez más oscura –al parecer, el sol no salía mucho en la Edad Media–. En ese sentido, El último duelo, la última gran producción de Hollywood ambientada en esta época, representa un ejemplo paradigmático de estos tópicos.

El Último Duelo | Tráiler Oficial | Subtitulado

Todos estaremos de acuerdo en que meter mil años de historia en el mismo saco se antoja bastante ridículo. ¿Se imaginan que en el futuro se englobe dentro de una época el tiempo entre 1500 y 2500, y que se aplique el mismo calificativo a todos esos siglos?

Además, basta entrar en una catedral gótica para comprobar que la Edad Media tuvo bastante poco de bárbara y de oscura. Quizá por ello, han sido muchos los medievalistas que se han esforzado en mostrar que esa visión despectiva del Medievo es difícilmente defendible. Sin embargo, poco se sabe sobre el origen de esa concepción. ¿Por qué lo medieval tiene tan mala fama?

El valle de la Edad Media

Lo primero que habría que preguntarse es por qué metemos mil años de historia dentro de una misma época, y por qué la conocemos como Edad Media. Fue el suizo Cristóbal Cellarius quien a finales del siglo XVIII publicó un libro que consagró la división de la historia en tres edades: antigua, media y moderna, a la que posteriormente se añadiría la contemporánea.

Lejos de ser adjetivos neutros, estas denominaciones denotan ya una genuina visión de la historia. Al ser definido como Edad Media, el período entre los siglos V y XV pasaba a la historia como una época cuya importancia se reducía a estar entre medias –de ahí el nombre– de otras dos edades más importantes.

Esta visión de la historia podría representarse gráficamente como un paisaje dominado por dos imponentes montañas: la Edad Antigua y la Edad Moderna, separadas entre sí por el valle de la Edad Media. Ahora bien: ¿cuándo comenzó esta visión tan despectiva del milenio medieval? ¿Puede señalarse un momento en particular, o incluso a una persona concreta como responsable de esta concepción histórica?

El creador de la fake news de una Edad Media oscura.

El contexto histórico donde nació la idea de una Edad Media oscura no es otro que el Renacimiento italiano, concretamente el siglo XIV, y el primer autor que la plasmó en sus escritos fue el célebre Francesco Petrarca. Las circunstancias de esta invención historiográfica son ricas y complejas, y en este libro de reciente aparición profundizo en ellas.

De manera sintética, podemos decir que el motivo del desprecio de Francesco Petrarca hacia la Edad Media proviene de su anhelo hacia la Roma antigua. Como gran conocedor de los clásicos latinos, Petrarca no podía evitar comparar la ruinosa situación de la Italia de su tiempo con la gloriosa época romana. Era tal el desafecto que el poeta toscano sentía por su propio tiempo que, en su carta A la posteridad, señaló: “Si el amor a los míos no me lo impidiera, siempre hubiera deseado nacer en cualquier otra época, y olvidar esta”.

En el imaginario colectivo, la Edad Media fue un eterno valle de lágrimas. Aquí, la Crucifixión, parte del panel central del altar de la iglesia franciscana de Múnich, por Jan Polack, 1492. Bayerisches Nationalmuseum, Múnich.

Para Petrarca, con la decadencia del Imperio romano había comenzado una época caracterizada por las tinieblas y la corrupción en todos los niveles: político, religioso y, sobre todo, cultural. Según esta visión, durante la Edad Media la Iglesia se corrompió y las letras y las artes entraron en una época oscura que, para Petrarca, aún perduraba.

En sus Epistolae metricae, el gran poeta toscano lo resumió así: “Hubo una edad más afortunada y probablemente volverá a haber otra de nuevo; en el medio, en nuestro tiempo, ves la confluencia de las desdichas y de la ignominia”. Esta frase sintetiza a la perfección la concepción historiográfica que aún persiste hoy día: una Edad Antigua dorada, una Edad Media oscura y una Edad Moderna que habría de suponer la recuperación de la cultura, es decir, su renacimiento.

La tierra prometida: el Renacimiento

Volvemos a la importancia de las palabras: algo no puede renacer si antes no estaba muerto. El mismo término de Renacimiento, que igual que el de Edad Media sería acuñado un poco después, lleva implícita la afirmación de que durante el Medievo la cultura estuvo muerta.

De las citas de Petrarca se extrae claramente que él se vio a sí mismo dentro de la Edad Media. Como un nuevo Moisés, el poeta toscano previó el advenimiento de la tierra prometida del Renacimiento, pero fueron sus sucesores dentro del humanismo italiano quienes proclamaron la llegada del nuevo tiempo dorado.

Los primeros en hablar de un resurgir dentro del campo de las letras y las artes fueron grandes humanistas del siglo XIV. Entre ellos destaca el célebre Giovanni Boccaccio, el discípulo predilecto de Petrarca. Posteriormente, durante el Quattrocento y el Cinquecento, numerosos autores del campo de las artes y las letras proclamaron el renacimiento de la cultura, que había resurgido de sus medievales cenizas para constituir una nueva época dorada.

El mito se extiende hasta nuestros días

En la Edad Media también jugaban al béisbol. El juego de la Pelota, ilustración de las Cantigas de Santa Maria. Wikimedia Commons

Esta visión historiográfica se propagó rápidamente por Europa. Primero fue la Reforma luterana la que acogió esta idea, sobre todo por la crítica a la Iglesia medieval que dicha visión contenía, y la difundió de manera viral gracias a la imprenta.

Posteriormente, la Ilustración francesa retomó esta concepción histórica. Para autores como Voltaire, la Edad Media representaba todos los errores seculares de los que abjuraron, y de los que pretendían salvar a la humanidad, como el oscurantismo religioso y el predominio del dogma sobre la razón.

Desde entonces, la única etapa en la que se reivindicó la época medieval fue el Romanticismo, si bien de una manera idílica. Los representantes de este movimiento recrearon un tiempo lleno de misterio, maravillas y folclore. Los cuadros de Caspar David Friedrich o las novelas de Sir Walter Scott representan muy bien esa Edad Media de castillos, hazañas y duelos entre caballeros por el amor de una dama.

Obviamente, ninguna de las dos visiones, la renacentista y la romántica, hacen justicia a lo que fueron los siglos llamados medievales. La Edad Media, como todas las épocas históricas –como la nuestra misma–, fue un tiempo con luces y sombras. Un tiempo, en definitiva, que, si nos acercamos a él sin prejuicios ni presentismos adanistas, aún tiene muchas enseñanzas que ofrecernos.

Imagen de portada: Ciudad medieval sobre un río, de Karl Friedrich Schinkel (1815). Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie / Andres Kilger, CC BY-NC-SA

FUENTE RESPONSABLE: The Conversation. Por Eduardo Baura García. Doctor en Humanidades. 26 de julio 2022

Sociedad y Cultura/Historia/Renacimiento/Edad Media

REVELAN NUEVAS PISTAS SOBRE LA VERDADERA IDENTIDAD DE LA MONA LISA DE DA VINCI.

80 % de las personas que visitan el Louvre, en París, buscan a La Gioconda. Sin embargo, podría ser que la identidad de la Mona Lisa sea realmente otra.

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En promedio, 30 mil personas van al Louvre con la única intención de ver la Mona Lisa. Independientemente de cuál sea su identidad verdadera, a la gente le intriga la sonrisa de la obra de Da Vinci. Sin importar su calidad estética, o que quizá es una de las piezas menos logradas del maestro renacentista, 80 % de los visitantes están ahí para ver el cuadro, según una investigación del museo parisino de 2019.

Con la pandemia, las cifras cambiaron. Aunque no existe un estudio más reciente al respecto, la tendencia era que, de la población que visitaba el museo en aquel entonces, 6 de cada 10 personas estaban ahí por primera vez. Y tenían ese único objetivo: ver La Gioconda, de Da Vinci.

Sin saberlo, quienes pasan los ojos sobre la pintura —a veces, a metros de distancia, porque es imposible verla de cerca entre la multitud— podrían no estar viendo a La ‘Gioconda’ como tal. Ésta es la razón.

De esposa de un comerciante a marquesa italiana.

Fotografía: Chesnot / Getty Images

Carla Glori es historiadora del arte de la Universidad de Turín, al norte de Italia. Durante toda su vida, se ha dedicado a analizar las obras de maestros renacentistas, como Da Vinci. Si bien es cierto que no es la primera en preguntarse quién es realmente la Mona Lisa, desarrolló una teoría sobre su identidad verdadera a partir del paisaje que tiene detrás de sí.

Hasta ahora, la suposición más aceptada es que la mujer en la pintura es la esposa de un comerciante acaudalado, contemporáneo de Leonardo:

«La Mona Lisa, supone ser el retrato de boda de Lisa Gherardini, esposa de Il Giocondo», explica la historiadora del arte argentina Noel Rondina. De ahí que se le conozca como ‘Gioconda’.

Sin embargo, Glori no está de acuerdo con esta suposición histórica. Por el contrario, de acuerdo con un análisis que publicó recientemente en ResearchGate, la especialista italiana asegura que la identidad de la Mona Lisa es otra. En lugar de representar a la esposa de un comerciante exitoso del Renacimiento, Leonardo le hizo un retrato a Bianca Giovanna Sforza.

De espaldas al castillo de Malaspina dal Verme.

Fotografía: Marc Piasecki / Getty Images

Glori sugiere esta nueva identidad de la Mona Lisa a partir del paisaje. Según ella, hubo una época en la que Da Vinci se mudó a la provincia de Bobbio, al norte de Italia. Aproximadamente al mismo tiempo, empezó a pintar La Gioconda. En un espacio de tres años —que le tomó terminarla—, vivió ahí con el amparo de la familia Sforza, al mando de Galeazzo Sanseverino, marqués de la región.

«[La especialista] afirma que el pequeño viaducto que Leonardo pintó en el paisaje a la izquierda de su modelo es el Puente Jorobado de Bobbio, que salva el cauce del río Trebia, afluente del Po, frente a esta localidad», según documenta National Geographic Historia.

De hecho, según esta teoría, la mujer retratada por Da Vinci podría estar dándole la espalda al castillo de Malaspina dal Verme, donde vivían los marqueses en la época. A partir de esta información, Glori piensa que lo más probable es que la Mona Lisa no sea realmente la Gioconda —esposa de Il Giocondo—, sino la marquesa de Bobbio.

Glori sacó estas conclusiones a partir de análisis paleontológico del paisaje. En el estudio, la autora apunta que el fondo de la pintura se parece a ciertos elementos valle del Trebbia:

«ya que todo el valle se caracteriza por la presencia de cárcavas, montañas erosionadas por profundos surcos creados por una prolongada acción erosiva de las aguas meteóricas [de lluvia, nieve o ríos] sobre las rocas arcillosas».

Además, hay detalles en la obra que coinciden con el paisaje de la ciudad. El mismo puente que hay en Bobbio se aprecia sobre el hombro izquierdo de la mujer representada. Y lo que es más: Galeazzo Sanseverino fue mecenas de Leonardo en esa misma época. Siguiendo la pista a la biografía del autor, es razonable pensar que la Mona Lisa haya sido un encargo del noble italiano.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. Mayo 2022

Sociedad y Cultura/Renacimiento/Leonardo Da Vinci/Mona Lisa

El increíble coeficiente intelectual de Leonardo da Vinci

Además de ser un exitoso pintor, Leonardo da Vinci se destacó por su interés en la ciencia y la ingeniería. Su obra La Gioconda, es el cuadro más famoso de todo el mundo.

Leonardo da Vinci fue un destacado pintor cuyas obras se perpetuaron en el tiempo y es reconocido como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. No solamente fue un genio en la pintura, sino que también se destacaba como ingeniero e inventor.

El italiano, nacido el 15 de abril de 1452, descendía de una familia rica, ya que su padre, Messer Piero Fruosino di Antonio, era notario, canciller y embajador de la República de Florencia, mientras que su madre era una campesina local. Sus padres más tarde se distanciaron y fue su abuela paterna quien lo inició en las artes.

Desde niño fue un amante de la naturaleza, dibujaba caricaturas y practicaba la escritura especular en dialecto toscano. A los 17 años entró como aprendiz a uno de los talleres de arte más prestigiosos, el de Andrea del Verrocchio, donde se aproximó a otros artistas como Sandro Botticelli, Perugino y Domenico Ghirlandaio.

Después de un año limpiando los pinceles y otras pequeñas actividades propias de un aprendiz, Leonardo da Vinci tuvo la oportunidad de aprender técnicas artísticas como el dibujo, la pintura y la escultura sobre mármol y bronce. Allí también aprendió las bases de la química, de la metalurgia, del trabajo del cuero y del yeso, de la mecánica y de la carpintería.

LEONARDO DA VINCI COMENZÓ A PINTAR «LA ÚLTIMA CENA» A LOS 43 AÑOS. FUENTE: WIKIPEDIA.

Leonardo da Vinci: la llegada de La Gioconda y La Última Cena

Gracias a toda esta base de conocimiento y a su habilidad nata, comenzó a pintar grandes cuadras. Fue a los 43 años cuando comenzó con La Última Cena, trabajo que le llevó tres años y representa la última comida compartida por Jesús con sus discípulos, considerada una obra maestra en su concepción y caracterización. El cuadro se encuentra en Santa Maria delle Grazie, Milán, Italia.

A los 51 años comenzó a pintar La Gioconda, una obra que le tomó dos tiempos: de 1503 a 1506 y después de 1510 a 1515. Es considerada un retrato de Lisa Gherardini o, también conocida por su nombre de casada como, Monna Lisa del Giocondo, pero es un debate que sigue abierto ya que no hay documentación que lo respalde.

Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre, París, y la fama de esta pintura no se basa únicamente en la técnica empleada o en su belleza, sino también en los misterios que la rodean respecto a su origen. Fue robada del museo en 1911 por el italiano Vincenzo Peruggia y fue recuperada un poco más de dos años después. La Gioconda es considerada como la obra de arte más famosa de la historia.

LA GIOCONDA ES EL CUADRO MÁS FAMOSO DE LA HISTORIA. FUENTE: WIKIPEDIA. 

El intelecto de Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci tenía un coeficiente intelectual de 180, que lo posiciona entre las personas más inteligentes de la historia, ya que por ejemplo el de Bill Gates es de 160.  Sus estudios en áreas como la ingeniería son tan impresionantes e innovadores como su obra artística.

Los historiadores consideran que las investigaciones que hizo sobre el vuelo de los pájaros o el movimiento del agua son sin duda muy destacables, incluso aprendió latín sin la ayuda de nadie. El pintor falleció a los 67 años en Amboise, Francia, y su legado fue una inspiración para las siguientes generaciones de artistas.

Reaparece una famosa copia de una obra de Da Vinci que había sido robada

Una réplica primaria de la famosa obra «Salvator Mundi» que fue realizada en 1503 en el taller de Leonardo da Vinci, fue encontrada recientemente en un departamento de la ciudad italiana de Nápoles luego de haber sido robada hace meses de una iglesia de esa ciudad.

Foto: The Guardian

Una réplica primaria de la famosa obra «Salvator Mundi» que fue realizada en 1503 en el taller de Leonardo da Vinci, fue encontrada recientemente en un departamento de la ciudad italiana de Nápoles luego de haber sido robada hace meses de una iglesia de esa ciudad.

La desaparición del cuadro del Museo Diocesano de Nápoles había pasado desapercibida debido a la pandemia que mantuvo cerrados los lugares públicos durante meses, informó la Fiscalía napolitana citada por la agencia de noticias Télam.

Se trata de una obra que presenta un motivo pictórico recurrente en el Renacimiento pero también de la época bizantina: Cristo tal como se lo caracteriza en el Evangelio de San Juan 4:14, en el pasaje que dice: «Y hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su hijo como el Salvador del mundo».

Si bien no se había registrado ninguna denuncia de robo, el cuadro había sido tomado del museo de la basílica de Santo Domingo Mayor, que forma parte de un famoso complejo monástico del centro histórico de Nápoles. «Nos pusimos en contacto con el responsable del recinto, que no estaba al tanto de la desaparición porque la habitación donde se conserva el cuadro no se había abierto en tres meses«, explicó a la prensa local el fiscal de Nápoles, Giovanni Melillo.

La obra fue encontrada en la parte superior de un armario, en la casa de un comerciante de 36 años, durante el allanamiento por una investigación de la que no se brindaron más detalles. «Es una gran satisfacción haber restituido un bien de tanta importancia para la ciudad de Nápoles», se limitó a decir el policía Alfredo Fabbrocino, quien dirigió el allanamiento.

La obra encontrada en Nápoles es un óleo sobre madera, atribuido a un artista de la escuela del gran maestro vinciano, cuando vivió nuevamente en Milán, al final de su vida, en el siglo XVI.

El cuadro original «Salvator Mundi», atribuido a Leonardo da Vinci en 2012, fue vendido en 2017 en una subasta por 450 millones de dólares, lo que lo convirtió en la obra de arte más cara del mundo. También fue motivo de controversia, ya que si bien en principio se supo que había sido adquirido por autoridades de los Emiratos Árabes Unidos para ser exhibido en el Museo Louvre-Abu Dhabi, hay sospechas que en realidad está en posesión del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman.

Confirman que nunca existió el mural perdido de Leonardo Da Vinci

Luego de siglos de debates y especulaciones, un grupo de historiadores del arte determinó que Leonardo Da Vinci nunca pintó el fresco «La batalla de Anghiari» en los muros del Palazzo Vecchio de Florencia.

Foto: ARTEHISTORIA.COM

Uno de los mayores misterios del Renacimiento fue resuelto. Luego de siglos de debates y especulaciones, un grupo de historiadores del arte determinó que Leonardo Da Vinci nunca pintó el fresco «La batalla de Anghiari» en los muros del Palazzo Vecchio de Florencia.

Para determinar esa conclusión, los expertos analizaron la decoración de la Sala de los Quinientos del Palazzo Vecchio, actual sede del ayuntamiento florentino, donde Leonardo debería haber realizado este fresco en 1503; sin embargo, quedó demostrado que el reconocido artista detuvo su trabajo en los bocetos o cartones que preparaba en el cercano convento de Santa María Novella, debido a unos problemas detectados en la pared.

«¿Dónde está la batalla? ¿Qué hizo Leonardo en la Sala Grande? Estos estudios apuntan que Leonardo jamás lo pintó. Perdemos una batalla pero ganamos un consenso científico», indicó Francesca Fiorani (Universidad de Virginia), una de las integrantes de este grupo de estudio.

COPIA DE «LA BATALLA DE ANGHIARI» REALIZADA POR PETER PAUL RUBENS EN 1603.

Los expertos concluyeron que el mural encargado a Da Vinci se quedó solo en una serie de bocetos y nunca fue plasmado en el palacio florentino, aunque durante años se haya creído que el mural estaba bajo las capas de pintura de un fresco realizado por Giorgio Vasari en 1565, publicó la agencia de noticias Efe.

La directora del departamento de Restauración de Murales del Opificio de las Piedras Duras de Florencia, Cecilia Frosinini, otra de las firmantes del estudio, explicó el principal motivo por el que persiste la creencia que Da Vinci sí pintó el famoso mural. Según la experta, la República de Florencia se quedó con los derechos de los dibujos preparatorios, ya que había desembolsado una importante suma de dinero, y enmarcó dicho boceto en una de las paredes del salón, lo que fue visto por varios visitantes durante algunos años y habría servido para la proliferación de algunas copias, como la de Peter Paul Rubens de 1603.

Imagen de portada: Youberelentless.com

FUENTE RESPONSABLE: Redacción Mdz on line. Argentina. Mayo 2022

Sociedad y Cultura/Historia/Renacimiento/Da Vinci/CI/Arte/Ciencia

Urbino, la ciudad italiana que vive anclada en el Renacimiento.

AISLADA DEL TURISMO

La pequeña localidad italiana de Urbino apenas ha cambiado desde el siglo XV. No sale en los itinerarios turísticos por lo que permanece prácticamente intacta.

Hoy en día, Urbino es una pequeña ciudad universitaria en la región de Marche en el centro de Italia, y no entra en la mayoría de los itinerarios turísticos. 

Sin embargo, en el siglo XV, fue una gran potencia y referente del Renacimiento. El gobernante de la zona en aquel entonces, Federico da Montefeltro, fue uno de los líderes más cultos de Italia y se dedicó a convertir la ciudad en el centro cultural de la época para competir con Florencia.

Su corte no solo encargó trabajos a pintores como Piero della Francesca y Sandro Botticelli, sino que fue la cuna de Rafael y Donato Bramante, el arquitecto del Vaticano. 

Su biblioteca fue tan importante que ahora pertenece al Papa, y la corte de Montefeltro fue el escenario de uno de los libros más famosos del Renacimiento, ‘El libro del cortesano’ de Baldassare Castiglione.

Maravillosamente intacta

Seis siglos después, el pueblo luce casi exactamente igual como lo dejó Federico. Los bares retro se asientan debajo de los pórticos renacentistas, mientras que sus calles empinadas (hechas para el paso de los caballos, no para el de los coches), parecen una montaña rusa que sube y baja por las dos colinas sobre las que se asienta.

Destaca el Palazzo Ducale, un castillo de cuento de hadas construido para Federico, con delicadas torres gemelas que suavizan sus fortificaciones de estilo militar y que se cierne sobre el borde de la ladera, visible a muchos kilómetros de distancia. 

Aunque no entra en la mayoría de los itinerarios turísticos, Urbino bien merece una visita 

Llegar a Urbino hoy no es mucho más fácil que en tiempos de Federico.

Inusualmente para Italia, no hay estación de tren. La más cercana está a 45 minutos en Pesaro. Conducir hasta Florencia implica atravesar carreteras en zigzag que cruzan los Apeninos y recorren tres regiones diferentes. 

El aeropuerto más cercano está en Ancona a 90 minutos, y la ciudad importante más cercana es Bolonia, a más de dos horas de distancia. 

Esto significa que, mientras otras ciudades del Renacimiento en Italia han sido tragadas por los suburbios modernos y asfixiadas por el turismo masivo, Urbino ha quedado maravillosamente intacta, por lo que tiene el reconocimiento de ser Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Imagen de portada: Gentileza de Pixabay

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Febrero 2022. 

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