Diamela Eltit: «La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte con la literatura hacia otros espacios me parece interesante»

Tiene un tono de voz sereno, suave, que a veces se apaga tanto que casi llega al susurro. Diamela Eltit (Santiago de Chile, 1949) contempla la lluvia desde el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, donde este año se celebran las Converses Literaries de Formentor.

Las previsiones meteorológicas hablan de un posible huracán de camino a la isla, pero la escritora no parece en absoluto preocupada: la misma serenidad de sus palabras parece habitar su interior y hacerlo imperturbable. Solo la risa, que brota espontáneamente en varios momentos, altera su discurso. 

Diamela Eltit fue consagrada el año anterior —2021— con el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, pero durante mucho tiempo ha sido lo que se conoce como una escritora de culto, de inmensas minorías.

Durante muchos años ha trabajado como profesora de Literatura en diversos centros de su país. Junto al poeta Raúl Zurita, que llegaría a ser su marido hasta la anulación del matrimonio, y otros amigos inquietos como Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells, fundó el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), que renovó el ambiente de la creación en los duros años de la dictadura pinochetista. 

Como escritora, se dio a conocer en 1980 con el volumen de ensayos Una milla de cruces sobre el pavimento y debutó en la novela tres años después con Lumpérica.

A esta siguieron otros títulos como Por la patriaEl cuarto mundo o El padre mío, donde fue abordando diversos aspectos de la realidad desde un decidido compromiso. Instalada en México como agregada cultural de su país entre 1991 y 1994, se alió con la fotógrafa Paz Errázuriz para escribir un libro de carácter documental sobre amor y locura, El infarto del alma.

En España, ha sido la editorial Periférica la que ha apostado por la obra de Eltit, publicando hasta las fechas sus libros Jamás el fuego nuncaFuerzas EspecialesSumar El cuarto mundo

Mientras la lluvia arrecia y el cielo sobre Las Palmas se ennegrece por momentos, Diamela Eltit responde a las preguntas de JOT DOWN con toda amabilidad.

Solo rehúsa abordar una cuestión: su desencuentro con Roberto Bolaño, con quien intercambió en su día fuertes descalificaciones. 

Su literatura nace de un contexto dictatorial. La censura, ¿enseña algo? ¿Acaba uno debiéndole algo a sus censores?

Efectivamente, cuando yo publiqué mi primer libro, en 1983, había diez años ya de dictadura.

Y había una oficina de censura, no era una idea ni un rumor. Tú tenías que llevar tu manuscrito a una oficina que estaba en el Ministerio del Interior, y allí te tenían que autorizar o no la publicación.

Se podían publicar esos libros sin pasar por ese control, pero en tal caso esos libros no podían llegar a librerías.

Yo publiqué con una editorial que se dedicaba a libros de ciencias sociales, mi libro era su primera experiencia en novela, y querían llegar a librerías.

En ese sentido, puedo decir que viví con un censor al lado, pero nunca escribí para el censor. Respecto al lenguaje, la censura opera y le da un valor mayor al discurso. Las palabras ya no son casuales, tienen más densidad. Las hablas comunes tenían que ser repensadas. La censura te ilumina en eso, no hay inocencia. 

En muchas ocasiones le he oído hablar de la escritura como resistencia, incluso en alguno de sus textos se hablaba de escribir para «salvar mi honor». ¿Hasta ahí llegaba la cosa?

[Ríe con ganas] Mira, yo estudié literatura, leí mucho en la infancia y la adolescencia, y encontré siempre un lugar ahí.

Fui siempre por esa línea, nunca tuve dudas de lo que yo era y lo que quería. Pero claro, me tocó una época que no había pensado que iba a vivir, y que no está bien para nadie, nunca, ni en pasado, ni en presente ni en futuro.

Sé que todos los países tienen historias muy trágicas, y Europa para qué decir.

Pero efectivamente, lo que yo viví fue muy deprimente. Yo era una persona joven, tal vez más ingenua. Me di cuenta que en la vida había cortes. Y escribir era un acto de resistencia, siempre lo es.

La letra no llegó al mundo para escribir literatura, sino para certificar posiciones.

Pero escribimos en ese tiempo mucha gente que nunca salió al exilio, nos definíamos como insilio o exilio interior, con nuevos parámetros sociales. Las universidades estaban intervenidas por militares, los diarios habían cesado, había cambiado el espacio público.

En ese contexto, lo social estaba muy dañado, y escribir se volvía, en efecto, ese acto de resistencia.

Cree que eso hace tan diferentes sus libros de la literatura chilena que más se conocía en España, por ejemplo, la de un Donoso, no digamos ya de un Skármeta o una Isabel Allende?

Así es, yo he trabajado una vía entre otras.

Personalmente, tuve una amistad larga con Donoso, él estuvo muchos años fuera y cuando volvió fue muy bonito conocerlo y cultivar esa relación.

Él tenía novelas importantes como El obsceno pájaro de la noche, donde trabajó las clases sociales, cómo están ligadas, cómo es la dependencia entre oprimido y opresor.

Y luego está el primer Skármeta, con sus cuentos muy divertidos, muy irónicos, que hoy día serían políticamente incorrectos en el mejor sentido del término. A Isabel Allende la he visto un par de veces, hemos tenido una relación cordial. 

¿Cree que ese sentido de la literatura como resistencia del que hablábamos corresponde solo a un momento de represión, o lo puede tener todavía hoy, cuando las libertades son más amplias y el honor no está tan comprometido? 

Todo sistema político tiene una parte represiva, no hay ninguno completamente libre.

La dictadura es un momento exacerbado de esa represión, pero no creo que haya ningún sistema enteramente libre, siempre se reprime un poco, especialmente a los jóvenes. Así, la materia literaria está vigente observando todas las libertades posibles. 

El hecho de que usted entre en el mundo de la performance, con el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), ¿marca una desconfianza hacia el libro? ¿La acción en la calle iba a llegar adonde la letra impresa no alcanzaba?

Mi deseo de escritura excede al libro, la escritura para mí nunca va a ser suficiente. Siempre va a haber un momento pleno, y creo que esa sensación era cada vez más fuerte.

Quería llegar a un global en el que me daba cuenta que el libro contiene la letra, la retiene. Efectivamente, hay un espacio entre la letra y el libro que es terrible. Pero tal vez esa idea de acercarse al libro hace que la gente siga escribiendo. Por otro lado, Acciones de Arte permitía ir más allá del papel, pero fue un momento corto, seis años. Después volví a lo que soy. 

Sí, la oí decir que volvió «disciplinadamente». ¿Se sentía como la alumna que se ha escapado del colegio?

[Ríe] Sí, volví porque me di cuenta de que había algo que yo no manejaba bien fuera de ese ámbito.

Sin embargo, no dejó de trabajar con otras herramientas, como la fotografía. ¿Qué encontró en ella para ir más allá?

A mí siempre me ha interesado el trabajo con los demás, la cuestión comunitaria.

Ese sí ha sido un tema que me ha dado vuelo. Hay un libro titulado El infarto del alma, con fotografías de Paz Errázuriz, que estaba haciendo fotografías en un psiquiátrico y había descubierto que dentro de aquel centro había parejas de enamorados.

Mi idea fue escribir en paralelo con las fotos de Paz. Me gustó mucho trabajar en esa relación, fue un encuentro muy interesante.

Diamela Eltit para Jot Down 22

Es curioso que le atraiga el trabajo comunitario y haya escogido la profesión más solitaria quizá, la de escritor. ¿Logró conjurar la soledad a través de colaboraciones como esa?

Sí y no. Estás solo y no estás solo, en el sentido en que el lenguaje lo excede a uno mismo. Uno escribe solo, pero con todo lo que te llega, con las memorias, los distintos espacios, las situaciones.

Te retira de tu vida cotidiana y vuelves enteramente, es interesante porque hay una fuga de la vida. La vida es muy valiosa, pero también muy monótona. Fugarte un poco con la literatura hacia otros espacios me sigue pareciendo algo interesante. 

¿Esa necesidad de fuga fue la que la hizo también acercarse al teatro? 

Yo he hecho guiones para cine, pero en teatro solo ha habido directores que han adaptado mis obras, no he escrito directamente para él. Especialmente, con una gran amiga y compañera de trabajo hicimos un mediometraje bastante raro…

Muchos compañeros escritores comentan que, precisamente porque los procesos del cine son complejos, nunca quedan contentos con el resultado. ¿En su caso no fue así?

Ah sí, hice guiones para dos películas más comerciales que las anteriores que había hecho. En una de ellas, entre lo que yo pensé y escribí y lo que se hizo al final había una diferencia enorme. Me di cuenta de que había una falla mía tal vez, en el sentido de no pensar que eso requería una producción.

Eso no lo había pensado. El cine pasa por sumas de dinero no menores, que acaban transformando el producto final. 

Lo del papel y el bolígrafo es mucho más barato, claro…

Sí, sí [ríe].

¿Cree que su obra está impregnada o atravesada de una intención feminista, o de una intuición feminista…?

No. A mí nunca me interesó mucho hacer una literatura que propusiera posiciones ideológicas, para eso están los discursos teóricos y sociales, que siempre van a ser importantes, interesantes e iluminadores.

Para qué voy hacer una novela feminista, si hay un pensamiento feminista lo suficientemente sólido como para iluminar el campo. En otro registro, hice una literatura muy mental, no tan fundada en las intuiciones femeninas y sus programas. La mía no es una literatura ilustrativa de nada, sería limitante como creatividad.      

En los últimos años hemos asistido a un fenómeno chileno como el de Las Tesis, que han irradiado su forma de expresión por todo el mundo. El año pasado las conocí en Cádiz y no pude preguntarles si habían leído a Diamela Eltit, ¿usted cree que lo hicieron?

[Risas] Mira, Las Tesis creo que leyeron a Rita Segato, la comunista argentina.

Y es divertido porque tomaron el himno de la policía y lo pusieron en evidencia. Era el himno real, y era muy complejo una vez que lo escenificaron.

Me parece muy interesante la performance y la puesta en escena. Tuve una reunión pública con ellas, también con otro grupo que hace acción lumínica, Delight.

Son los dos grupos más importantes e interesantes de esa escena. Yo trabajé mucho cosas parecidas. Por otra parte, estaba muy atenta a cosas del estilo de cómo votamos, cómo se consigue el voto para las mujeres…

Era mi siguiente pregunta. Las cosas conquistadas, ¿no tienen vuelta atrás, o son más frágiles de lo que pensamos?

Hay construcciones, destrucciones, en esto como en todo.    

Pasó también una temporada en México. ¿Puede recordar aquella etapa, qué le hizo salir del país y afincarse allí?

Cuando vino la transición en el año 90, yo había trabajado en cuestiones sociales, escribiendo textos para distintos políticos, ¿no?

Me llamaron y me dijeron que había cinco cargos de agregadurías culturales, y me ofrecieron una por el trabajo de colaboración que yo había hecho, anónimo, sin firma.

Me preguntaron adónde quería ir, nunca lo había pensado, así que decidí que fuera México, donde nunca había estado. Fue un trabajo complicado e interesante, pues no había relaciones entre los países y me tocó redactar muchos convenios. Eso me sacó de la parte más social de mi trabajo, para dedicarme a tareas puramente burocráticas. 

¿Le resultó fácil integrarse en el ambiente literario mexicano? ¿Con quién hizo pandilla?

Sí, todavía tengo buenas amistades allá. Estaban Carlos Mosiváis, que era muy sabio… No, olvidémonos de esa palabra, era muy erudito, tremendamente erudito, trabajaba en las culturas populares… A mi amiga Marta Lamas, a Margo Glatz, en fin, conocí a muchos. A Carlos Fuentes, también, era muy simpático. Tuve la suerte de estar en esos grupos en los que circulaban siempre los mismos. 

¿Pitol andaba por allí, también? ¿A Monterroso?

Sí, a Sergio Pitol lo conocí, pero estaba mucho en el extranjero. Cuando regresaba a México lo encontraba. Y Monterroso era guatemalteco y vivió en México…

¿Por qué sonríe al hablar de Augusto Monterroso, le ha venido algún recuerdo simpático de él?          

Era bajito [ríe].

No sé si sabe que una vez se hizo una foto al lado de Cortázar, que era altísimo, medía casi dos metros, y la hizo publicar en la prensa de Guatemala con el siguiente pie: «El escritor Augusto Monterroso, junto a un hombre de estatura normal».

No la sabía [ríe]. 

Diamela Eltit para Jot Down

¿Podía usted sospechar entonces, cuando llegó a México, que algún día la llamarían para concederle el premio de la FIL de Guadalajara?

Mira, el primer premio FIL se lo concedieron a Nicanor Parra, y yo había sido alumna de Nicanor en la Universidad. Yo me lo gané más de treinta años después o más, nunca pensé en ese premio. Pero sí, vivir en México fue liberador, supuso para mí salir del exilio interior…

¿Cómo era el profesor Parra?

Nicanor, como sabes, era físico cuántico, había estudiado en Inglaterra.

Tenía una familia muy ligada a lo popular, su hermana era Violeta Parra, una de las más importantes compositoras latinoamericanas.

Y bueno, él era muy inteligente, más que como profesor, era un espectáculo verlo a él. Era muy simpático, siempre tuve muy buena relación con él y cuando estudié con él fue muy provechoso.

El físico se recicló como literato. Lo que no me sirvió fue para escribir, no aprendí técnica de él, más bien cómo leía el mundo. Decía cosas como «cuando un hombre se va con la mujer de otro, arde Troya». Esa era su síntesis del mundo [risas].  

No quiero dejar de preguntarle por algo que quizá le resulte engorroso, o embarazoso. Me refiero a su relación con Roberto Bolaño, del que han circulado muchos rumores respecto a usted. Para no dejar las cosas al chisme, le pregunto qué pasó con él.

Él murió joven, desafortunadamente. Por respeto a su muerte, prefiero no hablar de Bolaño. 

De su obra, ¿sí puede hablar? 

Yo prefiero no referirme a Bolaño.

Volvamos a la FIL. A menudo los escritores se obsesionan con los premios, pero, ¿son tan importantes? ¿Cambia realmente algo de su obra cuando lo reciben, más allá de que vengan bien económicamente?

Yo he escrito libros no marginales, pero desde luego he trabajado en otra dirección más ligada a la producción que a la difusión.

Lo otro tiene servidumbres, un representante que te diga que tienes que ir para acá o para allá… Yo me siento muy libre en ese sentido, con las editoriales no tengo una exigencia, y no sigo los premios, dónde se dan, en qué minuto.

Sinceramente, no estoy en eso. Ahora bien, es estimulante recibirlos, pero hay un espacio más complejo, más retorcido, y es pensar inevitablemente que se equivocaron cuando te dieron el premio.

Nada es tan simple, no puedo evitar pensar así, si me lo merecía o se han equivocado. Pasé muchos años sin premios, pero con ellos o sin ellos he tenido que seguir con los mismos desvelos. Los premios que tengo no me sirven para escribir la próxima novela que tengo entre manos.   

Juan Goytisolo decía algo parecido, solo estaba convencido cuando le lanzaban un anatema o una fatua, los premios en cambio le hacían sentir que había un error. ¿Usted ha recibido alguna amenaza que le ayude a saber que va por el buen camino?

No, bueno, yo tuve inicios más difíciles por muchas situaciones, pero tengo una cosa: el lunes me puedes molestar, y el martes se me olvida. 

Una parte de su escritura tiene mucho que ver con lo oral. Fernando Quiñones solía pasear por los mercados y las plazas, y cuando alguien le preguntaba decía que estaba trabajando, «haciendo oído». ¿Usted ha hecho oído, también, ha sacado esa antena?

Me interesa mucho el habla de la gente, que alguien diga «ojalá que no haiga frío» y pensar que es toda la comunidad la que construye ese «haiga».

Luego reviso mucho los textos hasta niveles agotadores, me agobio yo misma al revisar mis textos. Siempre hay una vez más. Luego, cuando termino la novela y la mando al editor, siento pánico de que sea la última lectura y se deslice algún detalle sin corregir, pero después me olvido y sigo con la próxima.  

¿Nunca se relee a sí misma?

Poquito, poquito. No le encuentro mucho sentido. 

Me impresionó una frase suya, «el libro tiene todos los lectores que necesita». Es como impugnar la idea de la injusticia literaria. ¿Hay un orden natural que hace que cada libro tenga su público justo?

Creo que el acto de leer sigue siendo más importante que el cuántos leen. Lo otro es para los responsables de las editoriales, para los economistas. 

¿Y aspira más a lectores de calidad, inteligentes, sagaces, que a un determinado número de ellos?

No, si me leen… Claro que si son inteligentes lo agradezco, pero el lector elige qué lee, es soberano, y es normal que en una oferta múltiple de lecturas tengan más conexión con unas cosas que con otras. Nunca he pensado mucho más allá de eso, me parece bien, no me obsesiona. 

Diamela Eltit para Jot Down

La izquierda, por la que tanta gente luchó e incluso dio su vida, ¿es hoy lo que era? ¿Está a la altura de los tiempos y de su propia historia?    

Mira, venimos de una tremenda derrota hace poquitito, se acaba de perder el proceso para generar una nueva Constitución, y ha sido un golpe para la izquierda chilena, uno de los más graves después del golpe de Estado.

La gente que yo conozco estamos pensando qué pasó, cómo pasó. Es muy pronto para explicarlo íntegramente, pero lo estamos analizando…

Pero más allá de esa coyuntura, no solo en Chile, ¿están las corrientes progresistas dando respuesta a los problemas de hoy, o toca una reformulación, una puesta al día?

La izquierda de hoy no es la de los años 70, pero el problema más bien es que la ultraderecha está ahí, la gente de Vox por ejemplo va a Chile a hablar con la derecha chilena…

No sé cómo estarán las elecciones en Italia [finalmente, venció la candidata ultraderechista Giorgia Meloni, actual presidenta del Consejo de Ministros de la República, N. de R.], Bolsonaro en Brasil…

Digamos que hay un estado de cosas complejo, creo que hay un desgaste del neoliberalismo del que esa ultraderecha es un síntoma.

¿Quiere decir que la izquierda se limita a definirse por contraste con la derecha?

Mira, no sé si sabes lo que pasó en Chile. Primero, elecciones, ganó pero perdió las cámaras. Llevar adelante su programa era muy complejo, pero estaba el proceso constituyente.

Y este no solo no se gana, sino que se pierde por una cifra abismal, impensada, que ni siquiera la derecha lo había calculado en ningún momento. Nadie sabe esos votos qué son, por qué votaron eso, qué hay en ese número…

¿Qué literatura va a generar en Chile estos tiempos tan movidos?

Creo que habría sido interesante que se hubiera ganado la asamblea y se hubiera estrenado una nueva Constitución, porque la antigua había sido redactada en los tiempos de Pinochet.

Estamos en ese tiempo que no ha terminado, y lo que trae este nuevo liberalismo es la fantasía del yo frente a la comunidad: yo tengo que triunfar, yo… Un mundo del like, me gusta, me gusta. Y del selfi, ya no hay otros, es yo y yo. Incluso hicieron maquinarias para sacarte mejor, filtros.

Y la literatura no es ajena a los movimientos sociales, se ha generado una literatura del selfi, yo y mi vida.

Pero también es muy débil, porque el yo es algo muy complejo, no lineal. Es algo por alcanzar siempre, y hay más de un yo siempre.

Ya lo dice Federico García Lorca, «yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa». Esa literatura selfi es bastante agotadora para mí. Veremos si se rompe esa línea, desgraciadamente a lo mejor no se rompe, porque en Chile al menos continúa. 

En la pandemia pareció que había un espejismo de vuelta a la comunidad, para volver a las mismas. ¿En Chile ocurrió igual? 

Nosotros más rotundos con las elecciones, en las que se discutían muchas cuestiones comunitarias.

El agua, por ejemplo, el mar que en nuestro país está en manos de siete familias chilenas y los pescadores artesanales están jodidos totales, el litio es de los chinos, tenemos todos los recursos naturales amenazados…

Hay que ver, hay que ver qué pasa con algo tan necesario como es el nosotros. 

Diamela Eltit para Jot Down

Imagen de portada: Manifestaciones en Santiago de Chile, Chile.

FUENTE RESPONSABLE: JOT DOWN. Por Alejandro Luque. 13 de febrero 2023.

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Nace el padre de Fu-Manchú

Nuevos momentos estelares de la humanidad.

Otro quince de febrero, el de 1883, hace hoy justo 140 años, viene al mundo en Birmingham un niño que ha de pasar a la historia del relato policial.

De padres irlandeses, aunque inglés de nacimiento, se le bautiza con el nombre de Arthur Henry Sarsfield Ward. Pero en las crónicas de la ficción criminal se le conocerá por su seudónimo: Sax Rohmer.

Frederick Dannay y Manfred Bennington —quienes podían jactarse de saber de falsos nombres en la ficción detectivesca: ellos mismos firmaban las novelas que escribían en colaboración con el de Ellery Queen— sostenían que el sobrenombre de Arthur Henry Sarsfield Ward obedecía al deseo de su colega de abrirse paso como un cuchillo afilado en el muy noble y siempre improductivo oficio de las letras.

A decir de esos dos autores, eternamente escondidos tras un nombre de mujer, en una de sus acepciones, la voz “sax”, en inglés, significa “cortante”.

«Cuando sus obligaciones se lo permitan, leerá a Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle con la avidez de quien quiere aprender»

En lo que sí parecen estar de acuerdo todos los comentaristas es en la gloria de Rohmer: sintetizó en un solo personaje la antigua percepción occidental de que Asia oriental y el sudeste asiático, liderados por China, Japón o una alianza entre ambas naciones, acabarían por dominar a la Vieja Europa.

Una ansiedad antigua, olvidada en nuestro siglo XXI, que a comienzos del XX Rohmer supo sublimar en todo un archienemigo: el doctor Fu-Manchú.

Imaginemos “una figura clásica de mandarín chino: un hombre de alta estatura, delgado, de miembros recios, felino en sus actitudes y movimientos, con un entrecejo como el de Shakespeare y un rostro de expresión verdaderamente satánica —escribirá Rohmer en El demonio amarillo (1935)—. De su cráneo afeitado pende la coleta tradicional de los hijos del Imperio Celeste. Sus ojos tienen el fulgor magnético de los ojos de la pantera”.

Toda una síntesis de un miedo tan antiguo que, ya en 1994, con un Occidente avergonzado de sus antiguas fobias y ambiciones coloniales, la escritora Gina Marchetti remontó a “los temores medievales, a Gengis Khan y las invasiones mongolas de Europa”.

Antes de concentrar en un supervillano los miedos atávicos de este lado del mundo hace más de cien años, el neonato de hoy tendrá que crecer.

Lo hará imbuido por ese afán de superación de los que quieren escapar de la clase social que los ha visto nacer.

Demasiado ambicioso para ser toda su vida un funcionario público, el futuro escritor se empleará como tal hasta encontrar ocupaciones de mayor relevancia en la City.

Cuando sus obligaciones se lo permitan, leerá a Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle con la avidez de quien quiere aprender.

«Como sostiene la erudición occidental de nuestros días, fueron muchos los autores de novelas de aventuras y de ciencia ficción que escribieron sobre el Peligro Amarillo»

Ward publicará su primer cuento con veinte años.

Será en 1903, llevará por título La momia misteriosa y verá la luz en la revista semanal Pearson’s Weekly. 

Ya escritor profesional, cultivará todos los géneros, incluida la poesía y la prosa mercenaria. Sí señor, en 1911 escribirá para Harry Relph Little Tich título tomado del nombre artístico del comediante, quien además firmará la obra como suya.

En efecto, Sax Rohmer, antes de ser Sax Rohmer, se verá obligado a escribir textos que firman otros. Precisamente por eso serán los que le paguen más.

Fue un sociólogo ruso, Jacques Novikow, quien, en el fin de siglo decimonónico, acuñó, en ese francés que era la lengua hablada entre las élites de la Rusia zarista —cuando querían que la plebe no se enterase de lo que estaban diciendo—, la expresión Le Péril Jaune (el peligro amarillo) al titular así su ensayo de 1897.

Un año después, el káiser Guillermo se basaba en las teorías de Novikow para animar a los europeos a la invasión y colonización de China.

Dicho y hecho, en junio de ese mismo año el levantamiento de los bóxers contra las potencias occidentales, que estaban interviniendo en su país, no tardó en proporcionar nuevos argumentos a las viejas fobias de este lado del mundo.

Ward, ya Sax Rohmer, tomará buena nota de aquellos recelos. No es el único, pues, que explota esos temores.Como sostiene la erudición occidental de nuestros días, fueron muchos los autores de novelas de aventuras y de ciencia ficción que escribieron sobre el Peligro Amarillo. De hecho, esa antigua angustia llegó a convertirse en un tópico literario.

Pero, cuando en 1913 se ponga a la venta El misterio de Fu-Manchú, la primera de las 18 novelas que Sax Rohmer le dedicará, Fu-Manchú —miembro de la familia imperial china, de la que se separó tras la rebelión de los bóxers— se convertirá en el archienemigo de la civilización occidental y todo lo que ella significa. Afortunadamente, el detective Nayland Smith y el doctor Petrie —claramente en la estela de Holmes y Watson— siempre estarán dispuestos a poner coto a los crímenes del villano.

A raíz de los libros que ha de vender Sax Rohmer, uno de los autores más leídos en los años 20 y 30, sí que habrá de ser grande el miedo al Peligro Amarillo. Con todo, puede que su gran éxito le llegue tras la guerra, cuando la percepción de Oriente en Occidente comience a cambiar hasta llegar a ser diametralmente opuesta.

Aun así, sin las connotaciones, sin el telón de fondo, sin el temor al Peligro Amarillo detrás, Rohmer será un autor entrañable para miles de lectores. 

Sirva de ejemplo Éric Rohmer, el prestigioso cineasta francés. Bautizado con el nombre de Maurice Henri Joseph Schérer, el Rohmer del nombre que adoptó para firmar sus películas fue un homenaje a nuestro escritor, uno de sus favoritos.

Julian Symons, en su Historia del relato policial (1972), recuerda a Sax Rohmer en White Plains, un barrio de Nueva York, con el inglés ya al final de sus días, redimiendo a Fu-Manchú confiriéndole un notable anticomunismo.

Por aquel entonces, los chinos de Limehouse, el popular barrio londinense, tampoco eran tan perversos. Ya enemigo de la China roja, Fu-Manchú llegará a convertirse en ese villano entrañable que es ahora para los lectores de Sax Rohmer. Así se escribe la historia.

Imagen de portada: Fu-Manchú, personaje icónico.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Javier Memba. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 13 de febrero 2023.

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5 poemas de Los poetas feroces cuentan lobos para dormir, de Pedro Flores

Los poetas feroces cuentan lobos para dormir (Menoscuarto) es un homenaje a la poesía y, muy especialmente, a los poetas que mantuvieron desigual debate entre poesía y vida. Con soltura y atrevimiento, huyendo de tópicos habituales, desde ángulos novedosos sabe reflexionar y dar la vuelta a la realidad preconcebida. Su humor y aparente despreocupación están, sin embargo, teñidos de amargura, pues sus poemas no dejan de ser sino una tentativa de lo infinito inalcanzable, la constatación de que, a la postre, la vida es mucho más que la poesía.

Zenda comparte cinco poemas del

último libro de Pedro Flores.

***

EL NEGOCIO DE LA CHATARRA

Estoy en el negocio de la chatarra.
Poseo un camión viejo y un olfato de cerdo metálico
con el que venteo una brizna de plata
entre el clamor chirriante de la quincalla.
Los nuevos poetas conducen mudos coches eléctricos, cuando me adelantan en la carretera
aprietan el acelerador con la sonrisa
y me digo admirado ahí va un poeta de hoy.
Conducen dictando poemas a sus dispositivos,
poemas sobre la pureza del horizonte, luego,
en casa, se masturban con la voz de sus navegadores.
Yo soy el hojalatero, rebaño el óxido de las palabras,
soy una hiena con una prótesis en la risa,
escarbo en los vertederos a por los caparazones de las máquinas que emponzoñaban el aire,
abrevo en las charcas de metal pesado
y me la casco mirando el viejo póster del Playboy
que cuelga de la pared de un taller mugroso;
miss octubre del ochenta y seis,
ese año nacieron muchos poetas,
algunos de ellos se ríen de medio lado
cuando me adelantan en la carretera

☆☆☆

A LOS HERMOSOS PIES DE HERODÍAS EL TIEMPO ASESINA A STÉPHANE MALLARMÉ

Si la belleza no fuera la muerte…

Mallarmé

Al igual que el tiempo nunca acaba de construir
una mujer hermosa, pues se demora en sus párpados
esperando la luz de una estrella que no se ha muerto,
trazando el sucesivo palimpsesto de sus caprichos,
tampoco puede acabarse nunca el poema
que habla de una mujer hermosa.

Un lejano día esa mujer conspira
para cercenar la cabeza de un profeta:
Una muchacha, no menos hermosa, ha de danzar,
un rey consentirá al dictado de esa belleza de dos filos,
la hoja de metal cercenará la cabeza del profeta.
Todo eso que ya sucedió aún no puede suceder
mientras Stéphane no acabe el poema donde
una hermosa mujer echa a danzar la muerte,
un rey se deleita con sus dos hermosas,una cabeza mira de frente a su profeta.
Pero el tiempo, que es como una cuerda de violín herido,
como la red de una araña en la tormenta,
quiere seguir sucediendo, no entiende de poemas,
el tiempo quiere su danza, su cabeza cortada,
y escucha poeta donde decía profeta;
el tiempo se parece a Stéphane, no quiere palabras,
persigue tan sólo la pura y sublime sensación.

El tiempo tiene los tímpanos de polvo
y golpea con su filo el cuello equivocado
y la cabeza de Stéphane cae a los pies de Herodías
como caen los imperios ante la danza del tiempo,
como caen las reinas ante los poemas hermosos.

***

NOCTURNO Y EXTINCIÓN

Los poetas feroces cuentan lobos para dormir.
Una vez los lobos casi se extinguen,
entonces los poetas feroces enfermaron de insomnio
y escribían durante toda la noche.
Fue entonces que decidieron salvar a los lobos,
para que el mundo no se poblara
con la canina, trasnochada poesía de las bestias.

***

TODOS LOS CICLONES DEBERÍAN LLAMARSE COMO ABUELA

«tan olvidada ya del primer nombre

Quevedo

Está bien que se dé nombre a los ciclones,
uno sabe así quién le voló la vaca, la casa, la abuela.
Si el ciclón se llama como el hijo del vecino
eso confirmará que era él quien envenenaba a los gatos.
Está bien que se dé nombre a las vacas,
así uno sabe cómo llamarlas en medio de un ciclón, si el ciclón se llama como una vaca
no puedo evitar decirlo, será un ciclón de la leche.
Pero los ciclones deberían llamarse como abuela,
así ella vería su nombre en los periódicos
y todos repetirían ese nombre por la calle y descubrirían que era ella y no el hijo del vecino
quien envenenaba a los gatos,
porque olvidó que aquello no es comida para gatos.
Todos los ciclones deberían llamarse como abuela,
que toda esa voracidad tenga la medida de esas letras,
para que sea su nombre lo último que ella olvide
y, sobre todo, para que vea su nombre en las noticias,
a todas horas, escrito sobre las imágenes de las ciudades devastadas
y los océanos invertidos, y los repartos de comida, ahí, en ese sillón del que nunca se levanta
desde que le sopla el ciclón del olvido en la cabeza.

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QUÉ OLVIDO TAN GRANDE TIENES

Por la noche, el poeta feroz
cuenta una historia para dormir a su hijo.
Y el lobo, disfrazado de niño,
abre las fauces y engulle al poeta.

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Autor: Pedro Flores. Título: Los poetas feroces cuentan lobos para dormir. Editorial: Menoscuarto. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

Imagen de portada: Gentileza de Tenor.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez Reverte.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

Tres poemas en prosa de José Ramón Muñiz Álvarez

Miramos el pasado con recelo

Para María del Carmen Menéndez López

Miramos el pasado con recelo, buscando que abrevar en el espíritu que muestra tu dulzura, desde entonces, nos haga más acordes al paisaje. Y somos más acordes al paisaje: los ríos, los arroyos, la arboleda, la brisa que recorre la arboleda. Y somos más acordes a las costas, mirando mares, siendo como el rayo de cada temporal en los cantiles.

Y siento que ahora estás en los cantiles, que vuelas donde vuelan los cantiles, que lloras como espuma entre esos mares que rompen cada furia entre las rocas. Y busco, como suelen los piratas, y soy atalayero en la atalaya, serviola que iza un algo del pasado. Y quiero izar un algo del pasado y hallarte por bandera en la mesana del cielo en que me miras, de lo lejos.

Y siento que ahora estás en los cantiles, que sientes en tu pecho los cantiles, que vives en el aire repitiendo los nombres de las playas de otras épocas. Y siento los otoños, los castaños, las últimas palabras de diciembre, la voz de los eneros condenándote. Y siento la tristeza de la helada, su voz en este puerto del Cantábrico que sabe a espuma recia y melancólica.

Y quiero ser el niño que era entonces, sabiéndote más cerca, como entonces, teniéndote a la vista, en los pasillos de aquella infancia llena de palacios. Los míos fueron siempre los castillos que habré de imaginar, por no tenerlos, pues nadie me ha legado un principado. Y tengo en cada verso reinos nuevos que quieren pronunciarte con la brisa, que saben pronunciarte con la brisa.

Y vuelves a ser algo en los cantiles, y yo, como aquel niño del entonces, quisiera los pinceles del entonces, los lienzos del entonces, retratarte. Y sólo eres espíritu en la nada, perdida entre los viejos ventolines, dejada a los nuberos caprichosos. Y yo soy la tristeza que me llena, no lejos de las playas del Cantábrico, mirando las arenas de otro siglo…

Me sabe triste todo, al no tenerte.

Hablar de los plumieres de hace tanto

Hablar de los plumieres de hace tanto… Fue un tiempo de pupitres y pizarras, de tizas y de lluvia en los cristales; fue el tiempo de la tabla y de las voces que ardían como un verso en la memoria, tal vez como un suspiro en la memoria. Y el miedo al regletazo del maestro —entonces nos pegaban a la mínima—, llenando aquella atmósfera sin bríos, monótona, profunda y apagada.

Los viernes, sin embargo, eran distintos. Las bellas oberturas del otoño cubrían castañares con los pardos. Los viejos eucaliptos, con sus verdes, le daban un descanso a un panorama de rojos y amarillos esparcidos. La Fuente de los Ángeles ardía, como esa infancia nuestra descarriada, con ese otoño lleno de pinceles que mojan oro claro en su paleta.

La voz de la niñez habla sin prisa. Son muchos manantiales en su boca, son claros hontanares los que corren. Y siento que la voz de las corrientes nos lleva de regreso a aquellos años perdidos para siempre en el recuerdo. Después de aquellas clases cuyo tedio tendía nuestros ánimos heridos, un soplo de poesía nos miraba gozar la libertad de los ocasos.

Buscar el monte ya era una aventura. Las horas de la noche, por supuesto, se hacían más curiosas: los lobos y los duendes o la bruja campaban a sus anchas en las mentes de niños que indagaban sus misterios. Y un algo de las brumas asturianas fingía los paisajes alemanes que inspiran esas páginas ilustres de cuentos que rezuman fantasía.

Los duendes se escondían. Los trasgos, con sus bromas, se burlaban, guardándose entre zarzas, muchas veces. Los gnomos, esos viejos carcamales, también eran posibles a esas horas ambiguas de misterio y de belleza. Y allí las matemáticas, los mapas, las notas para casa y los plumieres dejaban de ser algo, y la poesía bullía entre los versos y la brisa.

Hablar de los plumieres de hace tanto…

El adagio de Dresde

Los montes de detrás de la ventana, manchados, deformados por la lluvia que corre los cristales a su antojo. Los altos eucaliptos del entonces, los mismos del presente, en esa zona que sigue dando paso al tren de antaño. Y el tren, el viejo tren de aquellos tiempos, sus ruidos junto al parque, junto al cine, llorando las tristezas de otro otoño.

Llorando las tristezas de otro otoño? Llorando las tristezas de esos días de densas nubaradas en el aire. Y hay densas nubaradas en el aire, dejadas a su gusto entre los grises, corriendo un cielo atlántico y vencido. La noche de los viernes va llegando —la tarde queda atrás, en la derrota— y somos esos niños del entonces.

¿Llorando las tristezas de la tarde? Llorando las tristezas del ocaso, las voces del crepúsculo que viene. Y se hace más temprano en el otoño, y alcanza los colores más oscuros que quieren los pinceles del otoño. Y se hace más temprano en el otoño, y alcanza los colores más oscuros que quieren los pinceles del otoño. Y quieren los pinceles del otoño las densas nubaradas en el cielo y el llanto de la tarde que ya es noche.

Y somos la tristeza del otoño y el llanto de la tarde con la noche, sabiendo caminar a horas tan raras. Y entonces queda atrás ese milagro del viernes, al dejar esos

que aquellas libertades se nos fugan, se escapan a un lugar nunca sabido.

Y pienso en tu partida, muchas veces, y miro, como un niño en el otoño, las horas del crepúsculo de un viernes. Y siento que no estás, que no te tengo, que vuelas ya muy lejos de mis ojos. Y no es pedir milagros lo que resta, sino que un verso bello, ya al encuentro, suplique tu regreso del vacío.

Hoy quiero recordarte como entonces.

Imagen de portada: Gentileza de Letralia

FUENTE RESPONSABLE: Letralia. Tierra de Letras. 13 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

Habla el polígrafo de la historia: una experta desmiente los mitos sobre Blas de Lezo.

Apodado ‘medio hombre’

Carolina Aguado, historiadora, desmitifica los logros de Blas de Lezo, el marine al que se le atribuye la victoria de la batalla de Cartagena de Indias en 1741.

Blas de Lezo, marino patrio al que la derecha arropa en cada manifestación en la Plaza de Colón, no es el héroe nacional que se piensa. 

La imagen del tullido madrileño llegó en 2014, después de un solemne acto en el que se le convirtió definitivamente en héroe nacional. Su nombre ha servido para bautizar colegios e incluso una fragata, pero la realidad es que al marino se le han atribuido logros que no fueron realmente suyos.

Carolina Aguado, historiadora, ha estudiado la batalla de Cartagena de Indias frente a la escuadra de Vernon de 1741, la acción militar más importante del marino. 

Pero parte de lo que se cuenta sobre ella es un mito, pues él no fue el artífice de la victoria. «Se le ha intentado atribuir la máxima responsabilidad de esa defensa, pero la cabeza militar era Sebastián de Eslava, el virrey que tenía en mando supremo de las fuerzas españolas», explica.

También dicen que Blas de Lezo consiguió vencer a la Escuadra de Cartagena de Indias, la segunda mayor montada por un país montada después del desembarco de Normandía. 

Pero tampoco es cierto. «Lo que sí es cierto es que en Cartagena de Indias hubo una notable diferencia entre las fuerzas de ambos bandos», añade.

Es más, el marine fue apodado el ‘medio hombre’ por sus taras físicas. «Perdió la pierna en su primer combate naval, después perdió la movilidad de uno de sus brazos y la visión de un ojo durante su estancia en el Pacífico», recuerda la historiadora.

Imagen de portada: Blas de Lezo

FUENTE RESPONSABLE: La Sexta columna. España. 11 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Historia/Mitos/Blas de Lezo.

4 factores que cambian la forma en la que hablas y que quizás no conocías.

Aunque en algunos casos las diferencias son más sutiles, el acento que se habla en el norte de un país suele diferir del que se habla en el sur, así como no son iguales dentro de un mismo territorio los acentos de la gente de montaña que los de los habitantes de la costa.

Un oído acostumbrado puede reconocer, por ejemplo, en una sola frase, no solo de qué país de América Latina es el hablante, sino hasta de qué región del país se trata.

¿Pero de dónde vienen los acentos y cómo es que cambian?

Aquí te contamos cuatro factores interesantes que influyen en nuestra forma de hablar.

1. Tu acento puede empezar a formarse antes de que nazcas.

Entendemos los acentos mucho antes de lo que piensas.

De hecho, científicos del comportamiento de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, descubrieron que los bebés pueden reconocer sonidos externos mientras están en el útero.

Ilustración: bebé hablando.

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES

Los bebés también pueden llorar de manera diferente dependiendo de su lengua materna.

En otro estudio de 2009, los investigadores monitorizaron el llanto de 60 recién nacidos, 30 eran franceses y los otros 30 alemanes.

Descubrieron que los bebés franceses lloraban con un tono ascendente, mientras que los bebés alemanes lloraban con una melodía descendente, igualando los patrones rítmicos de sus idiomas nativos.

Los expertos creen que los bebés intentan formar un vínculo con sus madres, imitándolas.

2. La movilidad social ha impactado en cómo hablan los grupos de personas

La movilidad social describe el movimiento de personas hacia arriba o hacia abajo en la escala social de la sociedad.

Históricamente, los acentos se desarrollan cuando grupos de personas viven en relativo aislamiento, sin contacto con otras personas.

Mujer hablando. Ilustración

Utilizando la aplicación English Dialects, académicos de la Universidad de Cambridge recopilaron datos de acentos de más de 30.000 usuarios en 4.000 sitios de Reino Unido y compararon los resultados con una encuesta realizada en la década de 1950.

Descubrieron que los acentos regionales parecen desvanecerse lentamente hacia una forma de hablar más ‘sureña’, mientras que las formas de hablar del norte se están extendiendo por el país.

Un estudiante de doctorado de Cambridge que trabajó en el análisis cree que la «nivelación» de los acentos ingleses puede deberse a una mayor movilidad social.

3. La contaminación ambiental puede influir en tu acento

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la exposición a la contaminación del aire, tanto a corto como a largo plazo, puede afectar nuestra salud de varias maneras.

El médico y especialista en voz humana Robert Sataloff cree que los factores ambientales, como los contaminantes del aire, podrían contribuir a la ronquera, los cambios en la calidad y el control de la voz e incluso la fatiga de la voz.

Ilustración: dos hombres conversando en medio de chimeneas humeantes.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Un componente clave de los contaminantes del aire es la quema de combustibles fósiles, acelerada por la industrialización en los siglos XVIII y XIX.

Según el Museo de Londres, los nacidos en la capital de Inglaterra durante los años 1800 y 1900 se distinguían por su particular jerga, su apariencia enfermiza y su baja estatura.

Sin embargo, la voz también jugó un papel muy importante, y el acento de los londinenses se vio afectado por su necesidad de respirar por la boca debido a que tenían las fosas nasales congestionadas.

4. La identidad social puede alterar tu acento

Los seres humanos somos seres inherentemente sociales. Los acentos nos permiten sentirnos parte de un grupo y pueden aumentar nuestro sentido de identidad y pertenencia.

Ilustración: amigas conversando.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pero además de ser criaturas sociales, los humanos también son grandes imitadores.

Si bien la voz cambia a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la adolescencia y la vejez, esa podría no ser la única vez que nuestros acentos se alteran.

Un estudio de 2010 de la Universidad de California descubrió que imitamos el habla de aquellos con los que hablamos para aumentar nuestra comprensión mutua.

Este concepto se conoce como el efecto camaleón: la copia inconsciente del comportamiento de los demás para crear empatía.

Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 4 de septiembre de 2022.

Imagen de portada: GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. HayFestivalCartagena@BBC Mundo. 23 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Lenguaje/Acento/Habla/Interacción social

Un sanador bosque de versos sobre árboles de más de 70 autores.

Más de 70 textos de autores de todos los tiempos y de todas las geografías ha reunido la editorial Nórdica para esta edición de ‘La poesía de los árboles’, con prólogo de Ignacio Abella y magníficas ilustraciones de Leticia Ruifernández. Un absoluto goce de literatura y naturaleza.

Si “el dibujo de un árbol no muestra un árbol sin más, sino un árbol que está siendo contemplado”, como explicaba John Berger, la poesía de un árbol podría ser apenas el intento de decir su copa, o su tronco, o las ramas, o su sombra, o el bisbiseo de las hojas a las que roza la brisa, incluso el níspero del patio de nuestra infancia. 

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Los poetas no necesitan imaginarlos, pero sí decirlos en sus singularidades y evocaciones. De ahí el valor de La poesía de los árboles, una antología de reciente aparición, editada por Ignacio Abella para Nórdica Libros, con ilustraciones de Leticia Ruifernández y notas biográficas de todos los autores.

Se trata de una compilación de textos escritos por poetas de todos los tiempos y geografías, que tuvieron la osadía de imaginar, por ejemplo, “el nacimiento del primer hombre y la primera mujer, creados por los dioses a partir de un fresno y un olmo” (Snorri Sturluson, Eddas, siglo XIII). 

En este caso, es la tercera edición de un libro original de la editorial Cantabria Tradicional (2011), a la que siguió una segunda edición, a cargo de la editorial Huts (2016). Actualizada y revisada, esta tercera edición ilustrada cuenta con las acuarelas de Ruifernández, que son láminas con valor artístico en sí mismas. 

Además, según explica Abella en la introducción, “muchos de los autores no solo se han dedicado a la poesía, sino que han defendido su entorno (natural, social, ideológico), en ocasiones hasta el exilio, la cárcel o la muerte”.

Ilustración de Leticia Ruifernández para el texto de Alfonsina Storni.

Aquí están, entre otros, Federico García Lorca, César Vallejo, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Idea Vilariño, Adonis, Nazim Hikmet, Rudyard Kipling, Tomas Tranströmer y Pablo Neruda, pero también Chabuca Granda, María Elena Walsh o Atahualpa Yupanqui (“no me dejes partir, viejo algarrobo”), junto a mujeres contemporáneas como Yana Lucila Lema (que escribe en kichwa y en español), la nicaragüense Esthela Calderón (“El sonido de la primera palabra vino de un árbol, y los animales y las aguas respondieron”), la joven libanesa Joumana Haddad o Pilar Junco, que escribe en asturiano. 

También hay versos de autores anónimos que hablan de sus pueblos, como lo hace el poema kuba de la República Democrática del Congo, en el que un hombre pide que no lo entierren en el bosque, sino bajo “los grandes árboles de sombra del mercado”, porque quiere “oír el batir de los tambores” y “sentir los pies de los que bailan”.

Antes de toda otra declaración, el árbol nos aleja de la muerte (o del miedo a lo desconocido del fin), según la gran Juana de Ibarbourou (Uruguay, 1892-1979): “Yo le tengo horror a la muerte. Mas a veces cuando pienso que bajo de la tierra he de volver abono de raíces, savia que subirá por tallos frescos, árbol alto que acaso centuplique mi mermada estatura, me digo: cuerpo mío, tú eres inmortal”.

Del cuerpo hecho de “sustancia inmortal” de la poeta uruguaya a la lírica de los almendros de Yannis Ritsos, que alejan a cualquier persona de la melancolía: “Mañana enviaremos a los almendros a dar una vuelta a las orillas del mar, para que enjuaguen de sus rostros el polvo de nuestra tristeza”.

En efecto, sin siquiera echar mano de la poesía, hace poco se conoció un estudio del Instituto de Salud Global (ISG) que aseguraba que ver, al menos, tres árboles desde nuestras ventanas nos previene de psicofármacos porque mejora el ánimo, según datos extraídos de la encuesta de Salud Pública 2016 de la Agencia de Salud Pública del Ayuntamiento de Barcelona, sobre la relación entre salud mental y los espacios verdes en las ciudades.

Porque los árboles pueden contenernos del abismo, del real y el imaginario. 

También la poesía: “El pueblo está en la escarpa de una sierra. Arriba Najarra. Abajo la llanura, como una sed enorme de perderse. Despeñado, colgante, quedó el pueblo agrupado bajo el árbol. Quizá contenido por él sobre el abismo”, escribió Vicente Aleixandre. 

Su canto al álamo es sublime, tanto como el árbol mismo, con sus brazos siempre extendidos hacia las nubes, acompañándonos con el murmullo y el destello de sus hojas que giran y se vuelven plateadas: “’Vamos al álamo’, ‘estamos en el álamo’. Todo es álamo. Y no hay ya más que álamo que es único cielo de los hombres”.

Ilustración de Leticia Ruifernández para el texto de César Vallejo.

Ilustración de Leticia Ruifernández para el texto de Paul Valery.

También el poeta turco Nazim Hikmet menciona al álamo, pero para describir una ciudad y una manera de estar en ella: “En Sofía, el árbol y el hombre están mezclados uno con otro. Y sobre todo el álamo. Siempre parece a punto de entrar hasta tu habitación”.

Todo es álamo, menos el sauce, que se mece con sus brazos al río, y al que le dedica unos singulares versos la rusa Anna Ajmátova: “sus ramas lloronas aventaban con sueños el insomnio”. ¿Qué decir de los tamarindos de Octavio Paz? “Y aquí abajo papayos mangos tamarindos laureles / araucarias excelsas chirimoyos / el baniano más bosque que árbol / verde algarabía de millones de hojas / frutos negruzcos bolsas palpitantes / murciélagos dormidos colgando de las ramas”.

Kobayashi Issa, uno de los iconos del haiku japonés del siglo XVIII, también evoca las virtudes de un árbol en particular: “Bajo la sombra / del cerezo en flor / nadie es extraño”. Y la atribulada Alfonsina Storni les pide paz a todos los árboles, una paz pan humana: “Vamos hacia los árboles… el sueño se hará en nosotros por virtud celeste (…) Pero calla, no hables, sé piadoso; no despiertes a los pájaros que duermen”.

Todo lo que cura un árbol quizá proceda de la verdad que contiene. “Todo era verdad bajo los árboles, todo era verdad. Yo comprendía todas las cosas como se comprende un fruto con la boca, una luz con los ojos”, ha dicho el inmenso Antonio Gamoneda, en Existían tus manos.

La verdad es que no se pueden frenar sus floraciones ni sus brotes, aunque sean “calmos”, como los describe Philip Larkin: “Brotes recientes, calmos, se dispersan, es un verdor que es casi una pena ¿Es acaso que vuelven a nacer y nosotros declinamos? No, pues ellos también mueren. El repetido ardid de renovarse queda escrito en anillos de madera”.

Mientras, en El libro de la naturaleza, César Vallejo despliega sus inconmensurables versos al tilo rumoroso junto al Marne, “rey precoz, telúrico, volcánico”. Le habla y le dice “técnico en gritos, árbol consciente, fuerte, fluvial, doble, solar, doble, fanático, conocedor de rosas cardinales”.

Finalmente, en Friedrich Hölderlin encontramos la filosofía de un roble: “Si acaso yo pudiera soportar la servidumbre, jamás envidiaría a este bosque y de buena gana me resignaría a vivir en sociedad. Si este corazón que no renuncia al amor no me encadenase a la vida de las gentes, ¡cuánto me gustaría vivir entre vosotros!”.

Imagen de portada: Ilustraciones de Leticia Ruifernández para los textos de Heinrich Heine (izquierda) y Saigyō.

FUENTE RESPONSABLE: El Asombrario & Cía. Por Analía Iglesias. 5 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Poemarios. 

Las mejores fotografías de viajes de 2022.

La fotografía de viajes lo abarca casi todo. Por eso las imágenes del Travel Photographer of the Year son tan variadas como espectaculares. Conoce a los ganadores y finalistas de la última edición del certamen.

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Desde la relación entre uno de los dos últimos rinocerontes blancos del norte del mundo y su cuidador, pasando por las abstractas curvas dibujadas por el desierto del Namib, hasta llegar a la rara y moribunda tradición de emplear grandes caballos de tiro para la pesca de camarones, las imágenes ganadoras de la presente edición del Travel Photographer of the Year nos muestran una visión diversa y gloriosa de la vida en nuestro planeta. 

“Nuestros últimos ganadores forman una fascinante colección de imágenes. Desde las más intensamente poderosas hasta las más exquisitamente sutiles, sensibles y hermosas, este conjunto de fotografías llega a todos los rincones del mundo y cubren todas las facetas de viajar con una cámara. La conservación y la sostenibilidad impregnan la colección e ilustran el papel que puede desempeñar la fotografía en la creación de conciencia sobre los problemas que enfrenta nuestro planeta»,  explica el fundador del certamen, Chris Coe. 

Las imágenes ganadoras, las cuales se exhibirán durante todo el mes de mayo en una exposición al aire libre en la ciudad británica de Bristol, Inglaterra, así como en el portal web de la competición, fueron seleccionadas entre las más de 20.000 instantáneas enviadas por fotógrafos profesionales y aficionados de todo el mundo. La exposición formará parte de World Photography in Focus, cita en la que se exhibirán las mejores fotografías de viajes, además de las mejores fotos de vida silvestre del año en lo que promete ser una fiesta de la fotografía internacional. En esta galería os mostramos una selección de los ganadores y finalistas de la competición. 

FOTO: MATJAZ KRIVIC / TPOTY 2022.1 / 23. Ol Pejeta Conservancy, Nanyuki, Kenia Fotografía de la serie ganadora absoluta de la competición.  Matjaz Krivic: Fotógrafo de viajes del año. 

Najin, de 33 años, es uno de los dos últimos rinocerontes blancos del norte que quedan en el mundo. En esta imagen podemos observarle descansando bajo el sol de la tarde en la compañía de su amigo y cuidador Zachary Mutai. 

El rinoceronte blanco del norte está casi extinto. Los dos últimos machos murieron hace varios años. Las dos últimas hembras de la especie todavía están con nosotros, más, no obstante, demasiado débiles como para tener descendencia. En un laboratorio italiano, sus últimos óvulos permanecen fertilizados artificialmente con el esperma de los últimos machos, y se mantienen a menos 196 grados centígrados con la esperanza de que los rinocerontes sustitutos de otra subespecie puedan sacar al rinoceronte blanco del norte del borde del abismo.

 

FOTO: MATJAZ KRIVIC / TPOTY 2022. 2 / 23. Tacandé, La Palma. España. Fotografía de la serie ganadora absoluta de la competición.  Matjaz Krivic: Fotógrafo de viajes del año. 

Un árbol resiste estoicamente al flujo de lava que desciende por la ladera de una montaña devastada. La erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma ha sido hasta la fecha la erupción volcánica más larga sufrida en la isla. Enormes ríos de lava e ingentes cantidades de ceniza volcánica transformaron de la noche a la mañana este paraíso vacacional español. A raíz de las erupciones, acompañadas de fuertes terremotos y temblores permanentes, más de 7.000 personas tuvieron que ser evacuadas y más de 1.700 edificios fueron destruidos. 

FOTO: ROIE GALITZ / TPOTY 2022. 3 / 23. Kennedybukta, Svalbard. Noruega. Fotografía de la serie ganadora en la categoría: The Art Of Monochrome

«No todo es genial en el reino de los osos polares. Esta madre hambrienta y sus dos cachorros jóvenes no habían comido nada en mucho tiempo, ya que el hielo se derritió antes de lo normal. Debido a la hambruna extrema, la leche de la madre se secó hace mucho tiempo y dos días después de que se tomarse esta foto, escuchamos informes de que ambos cachorros murieron. Esta imagen es un testimonio del impacto del cambio climático». 

FOTO: DANA ALLEN / TPOTY 2022. 4 / 23. Parque Nacional Hwange, Zimbabwe. Fotografía galardonada con el segundo premio en la categoría: The Art Of Monochrome. Un elefante africano entre su manada. 

FOTO: ARTUR STANKIEWICZ / TPOTY 2022. 5 / 23. Parque Nacional del Serengueti, Tanzania. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: The Art Of Monochrome

Una horda de ñus atraviesa el río Mara, al norte del Parque Nacional del Serengueti. La gran cantidad de animales levantó enormes nubes de polvo mientras cruzaban.

FOTO: CAL COLE / TPOTY 2022. 6 / 23. Manchester, Reino Unido. Fotografía de la serie ganadora en la categoría: Young Photographer of the Year 

«Una estación de Metrolink durante una tormenta de invierno. Los tonos fríos combinados con el espacio entre cada sujeto me parecieron casi distópicos cuando capturé la imagen».

FOTO: MAGDALÉNA STRAKOVÁ / TPOTY 2022.7 / 23. Oostduinkerke, Bélgica.Fotografía de la serie ganadora en la categoría: Cultures

Solo queda un puñado de verdaderos pescadores con caballos en el mundo, manteniendo viva la rara tradición flamenca. Usan caballos de tiro belgas grandes y tranquilos, y en la marea baja buscan camarones. Hoy en día, se convirtieron en una importante atracción turística, atrayendo a grandes multitudes cada vez que salen a pescar.

FOTO: ALAIN SCHROEDER / TPOTY 2022. 8 / 23. Surin, Tailandia. Fotografía galardonada con el segundo premio en la categoría: Cultures 

En Isan, Tailandia, los niños se inscriben en campos de entrenamiento de muay thai, el arte marcial tradicional que es el deporte nacional del país, desde los 5 años, y pueden competir entre los 6 y los 7 años. Las apuestas son feroces y la presión sobre los niños es palpable. Pocos se convertirán en campeones, pero para los niños pobres, con opciones limitadas, Muay Thai es una forma de cumplir con la expectativa cultural de ayudar a sus familias y tener la oportunidad de una vida mejor.

FOTO: KATY GOMEZ CATALINA / TPOTY 2022. 9 / 23. Camerún. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Cultures 

Una figura diminuta y grácil surge de la jungla, un leve acento de color en un mundo que se desvanece. Durante miles de años, los pigmeos baka han vivido en armonía con las magníficas selvas del sureste de Camerún, pero dentro de una generación gran parte de su estilo de vida único desaparecerá para siempre debido a la deforestación y los intereses industriales, las políticas de sedentarización y preservación de las áreas protegidas que los ha obligado a abandonar su vida tradicional.

FOTO: JOHNNY HAGLUND / TPOTY 2022. 10 / 23.Templo de Karni Mata, Rajastán. India.Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Cultures 

En el templo de Karni Mata se venera a la rata negra. Y el templo tiene alrededor de 25.000 de ellas. Se cree que cuando una persona de aquí muere, renacerá como una rata. Las ratas eran en realidad humanos en su vida anterior; por lo tanto, la gente los trata con amor. También se cree que la saliva de una rata tiene un efecto curativo, por lo que la gente comparte su comida con ellas.

FOTO: ALEXEJ SACHOV / TPOTY 2022. 11 / 23. Marsa Alam, Egipto. Fotografía de la serie ganadora en la categoría: Green Planet, Blue Planet

En esta serie, conocerás a «nuevos habitantes» del mundo submarino, ya sean animales o criaturas espeluznantes ¡Sumérgete y disfruta! Imagínate bucear en una bahía, a lo largo del acantilado, disfrutando del mundo submarino, y de repente ver algo que se mueve: ¡un nuevo y emocionante tipo de medusa! Qué sorpresa, pero hoy en día, la población de estas ‘hermosas’ medusas está aumentando, por lo que no debes preocuparte en absoluto; todos tendrán la oportunidad de verlas en vida real. El ser humano reemplaza las especies en peligro de extinción por una más avanzada: las especies hechas de plástico ahora gobiernan el mundo submarino.

FOTO: LAURA STORM / TPOTY 2022. 12 / 23. Bonaire, Antillas de Sotavento. Mar caribe. Fotografía galardonada con el segundo premio en la categoría: Green Planet, Blue Planet 

Encontrar nuevas formas de dar vida a los detalles intrincados de un arrecife es algo que me encanta hacer. Esta es una vista supermacro del coral cerebro. En ella se muestra una colonia de pólipos genéticamente idénticos. Un agujero de gusano de tubo extinto proporciona una vivienda segura para un blenio secretario residente, que mide alrededor de 2 centímetros de largo. Toda la cabeza de coral puede tener unos cientos de años.

FOTO: NGAR SHUN VICTOR WONG / TPOTY 2022. 13 / 23. Lui Kung Tin,Yuen Long, Hong Kong.. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Green Planet, Blue Planet

Dos caracoles se deslizaron en direcciones opuestas sobre la misma planta creando una escena de besos bajo la luz del sol.

FOTO: PANOS LASKARAKIS / TPOTY.14 / 23. Delta del Okavango, Botswana Fotografía ganadora en la categoría: Green Planet, Blue Planet (Singles)

Un león macho mira a través de los restos de un búfalo abatido el día anterior.

FOTO: SCOTT PORTELLI / TPOTY 2022. 15 / 23. Antártida. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Green Planet, Blue Planet

Los polluelos de pingüino Adelia encuentran refugio en un intrincado sistema de túneles excavados en los icebergs cercanos. Usando estos pasajes para evitar a los depredadores, se agrupan por seguridad. Las focas leopardo patrullan las aguas circundantes, mientras que los págalos vigilan a los vulnerables polluelos desde arriba.

FOTO: YARON SCHMID / TPOTY 2022. 16 / 23. Stratford, Connecticut. Estados Unidos. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Green Planet, Blue Planet

Capturar un búho nival en la nieve fue un sueño para mí, y después de varios intentos fallidos, finalmente logré capturar uno. Después de observarme durante unas horas desde una distancia segura, finalmente voló hacia la tormenta de nieve y me dejó con una foto increíble. 

FOTO: JAROSLAV HORA / TPOTY 2022. 17 / 23. Seriem, Desierto del Namib. Namibia I. Fotografía de la serie ganadora en la categoría: Deserts to Rainforests

Curvas del desierto de Namib. La serie de fotos fue creada en Namibia, en el desierto de Namib, utilizando un helicóptero. Durante el vuelo traté de capturar las formas inusuales creadas por el sol, la luz y la sombra, junto con las dunas de arena.

FOTO: JAROSLAV HORA / TPOTY 2022. 18 / 23. Seriem, Desierto del Namib. Namibia II. Fotografía de la serie ganadora en la categoría: Deserts to Rainforests

Curvas del desierto de Namib. La serie de fotos fue creada en Namibia, en el desierto de Namib, utilizando un helicóptero. Durante el vuelo traté de capturar las formas inusuales creadas por el sol, la luz y la sombra, junto con las dunas de arena.

FOTO: MAREK BIEGALSKI / TPOTY 2022.19 / 23.Islandia.Fotografía galardonada con el segundo premio en la categoría: Deserts to Rainforests

Los ríos glaciares se vuelven visibles solo cuando estás en lo alto del cielo. Se les llama ‘sistemas de ríos trenzados’, ya que a menudo se asemejan a un intrincado revoltijo de patrones, entrelazándose de una manera y colores casi inexplicables.

FOTO: STEPHAN FÜRNROHR / TPOTY 2022. 20 / 23. Disko Bay, Groenlandia. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Deserts to Rainforests

Año tras año, el mismo espectáculo natural tiene lugar en el casquete polar de Groenlandia. A medida que se acerca el verano, aparecen grandes lagos de agua de deshielo que son drenados hacia el mar por una red de arroyos, ríos y grietas. El agua filtra todos los colores espectrales de la luz del día hasta que solo quedan los tonos azules, que se dispersan y reflejan en el fondo helado de los lagos. Todas las fotos fueron tomadas desde un pequeño avión.

FOTO: JOHN SEAGER / TPOTY. 21 / 23. Salar de Arizaro, Puna de Argentina. Fotografía galardonada con el primer premio en la categoría: Deserts to Rainforests (Singles)

‘El Cono Arita’, es una espectacular formación geológica donde la erosión ha formado un cono casi perfecto que parece perdido en un vasto desierto del Salar de Arizaro. Usando un dron, pude capturar la magnífica sombra de Arita en esta hermosa tarde sin nubes.

FOTO: ROMAIN MIOT / TPOTY 2022. 22 / 23. Oualata, Mauritania. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Water y con el Premio del Público

Conocí esta caravana de sal después de una expedición de cuatro días en medio del desierto del Sahara. No hay caminos que conduzcan a este lugar, así que navegamos con brújula. Cientos de dromedarios y sus amos estuvieron presentes en esta llanura desértica donde nada vive. Se cavaron dos pozos para dar de beber a los camellos antes de partir hacia Malí, Costa de Marfíl y Burkina Faso para vender la sal. Cuando regresé del viaje me di cuenta de que esta imagen de un dueño de camellos ordenando a los dromedarios parecía un director de orquesta.

FOTO: ALEXEJ SACHOV / TPOTY 2022. 23 / 23. Marsa Alam, Egipto. Fotografía galardonada con el primer premio en la categoría: Water

La mayoría de las fotografías de olas se toman por encima del agua desde la orilla. Esta imagen fue tomada en un buceo durante la tormenta. La imagen no se ajusta a la fotografía submarina ordinaria porque investiga la superficie y no las profundidades del mar. Esta es la vista que normalmente ven las criaturas submarinas que sienten curiosidad por el mundo más allá de su entorno natural, al igual que los humanos sienten curiosidad por el mundo debajo de la superficie.

Imagen de portada: FOTO: ROMAIN MIOT / TPOTY 2022. 22 / 23. Oualata, Mauritania. Fotografía galardonada con una mención de honor en la categoría: Water y con el Premio del Público

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic España. Por Héctor Rodriguez. 3 de febrero 2023.

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Descubren que la oxitocina no es realmente la hormona del amor y no es necesaria para formar lazos profundos.

Un estudio con roedores de pradera confirmó que la ‘hormona del amor’ no es necesaria para encontrar pareja o cuidar a nuestra red de apoyo.

Se viene febrero. Y sí, empezarán los cientos de miles de artículos sobre cuál es la química del enamoramiento en el cerebro. Sin ser una casualidad por completo, un equipo de científicos de University of California, San Francisco publicó en la revista Neuron recientemente un estudio que desmitifica la función de la oxitocina, conocida también como la ‘hormona del amor’.

En la cultura popular, se le atribuye a esta hormona el desarrollo de confianza y cariño en mamíferos. Para desmentir esta creencia, los investigadores recurrieron a una de las especies que demuestra más apego social a largo plazo con sus parejas: los ratones de pradera. Esto fue lo que encontraron.

¿La oxitocina es necesaria para enamorarse?

Hámster europeo (Cricetus cricetus) avistado en Austria. / Getty Images

Entre los mamíferos que existen en la Tierra, los ratones de pradera (Microtus ochrogaster) han demostrado tener una filiación muy fuerte con la monogamia. Es decir: una vez que escogen una pareja para aparearse, se quedan con ella para el resto de sus vidas. No necesitan a nadie más.

De acuerdo con Devanand Manoli, biólogo de la Universidad de California, este comportamiento se identificó por primera vez hace 40 años. Desde entonces, la especie ha despertado el interés de la comunidad científica por su intensa necesidad de mantener una misma pareja para siempre.

Cinco ratones de cosecha en una espiga de trigo, Indiana, EE.UU. / Getty Images.

Para comprobar si realmente necesitaban la ‘hormona del amor’ para establecer estos vínculos vitalicios, los investigadores a cargo de Manoli inyectaron un fármaco para inhibir la señalización de la hormona en el cerebro de estos roedores en un entorno controlado de laboratorio. Se sorprendieron:

«[…] NUESTROS ESTUDIOS REVELAN INESPERADAMENTE QUE EL APEGO SOCIAL, EL PARTO Y EL COMPORTAMIENTO DE LOS PADRES PUEDEN OCURRIR EN AUSENCIA DE SEÑALIZACIÓN DE OXITOCINA EN RATONES DE PRADERA», ESCRIBEN LOS AUTORES EN EL ESTUDIO.

Es decir: las hembras siguieron teniendo afinidad por sus crías, y no abandonaron a sus parejas cuando dejaron de sentir los efectos de la oxitocina. La apuesta de los biólogos es que la oxitocina no sea la única responsable de estos vínculos amorosos, sino que sean resultado de una interacción química mucho más compleja, que la ciencia no ha logrado decodificar.

Por ello, los investigadores cuestionan si realmente la ‘hormona del amor’ es necesaria para generar vínculos profundos. Parece ser que, en la especie monogámica por antonomasia, éste no es el caso.

Imagen de portada: Ratones blancos sentados en una flor / Getty Images

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. Por Andrea Fischer. 30 de enero 2023.

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El país de las no maravillas: cómo una obra de fantasía reveló una curiosa condición cerebral.

DE LA LITERATURA A LA CIENCIA

Unas décadas después de que Lewis Carroll publicara por primera vez ‘Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas’, numerosas personas comenzaron a informar de que experimentaban distorsiones en la percepción como las de aquella niña ficticia.

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«Todo se vuelve más y más grande», empezaron a relatar algunas personas a comienzos del siglo XX. Al principio, parecía un asunto esporádico, una casualidad de entre miles de millones, la posibilidad de que aquí y allí alguien sintiera lo mismo. El problema es que lo que sentían no se adhería al marco de la normalidad. Unas extrañas sensaciones se fueron apoderando de la mente de tantas personas que resultaba imposible pasarlo por alto. Corría el año 1904 cuando William Spratling, uno de los primeros epileptólogos estadounidenses, publicó una serie de estudios de casos de varios pacientes con convulsiones que, justo antes de sufrirlas, sentían cómo el mundo aumentaba a su alrededor. Lo que algunos especialistas de la época detectaron como una especie de «epidemia» de la mente en Estados Unidos se dejó caer poco después al otro lado del charco: era 1907 y el neurólogo británico William Gowers también informaba que algunos de sus pacientes con epilepsia percibían que los objetos parecían crecer hasta «el doble de su tamaño» durante el aura que precedía a sus convulsiones. La tendencia continuaría y en 1913, el neurólogo alemán Hermann Oppenheim señalaba que había observado «un caso de hemicránea genuina (dolor de cabeza unilateral) en el que hubo durante un episodio de migraña violenta una sensación indescriptible de desprendimiento del tronco o de una extremidad después de una hora o incluso un día de mareos espontáneos».

Cuarenta años atrás, la sociedad había leído por primera vez algo parecido a todo aquello en las páginas de un libro que sacudió la literatura del siglo XIX y parecía que seguía haciéndolo. Conocían bien a una niña llamada Alicia que acababa inmersa en el país de las maravillas. La obra de Lewis Carroll se había publicado por primera vez a mediados de 1865 como una historia de fantasía para niños, pero lo cierto es que se convirtió en una pesadilla del mundo adulto. ¿Qué estaba pasando en la psique social que envolvía las ideas de Carroll?

Un trastorno perceptivo

Los primeros informes describieron los síntomas de lo que luego denominarían síndrome de Alicia en el País de las Maravillas como «alucinaciones», pero hoy en día se describen con mayor precisión como «distorsiones de la percepción visual y las representaciones corporales» que surgen de un «trastorno perceptivo». Según apuntan los investigadores Osman Farooq y Edward J. Fine en un artículo para la revista científica Neurology Pediatric, el síndrome de Alicia en el país de las maravillas es una afección neurológica desorientadora que afecta la percepción humana de los sentidos de la vista, el oído, el tacto, las sensaciones y el fenómeno del tiempo.

Alice in Wonderland(1951) – The Dodo Bird

Una característica habitual de este trastorno es la percepción distorsionada del tiempo, que el propio Carroll describió bajo el halo de lo imaginativo: «el agujero de la madriguera del conejo siguió recto como un túnel hasta que, de pronto, se hundió… y Alicia se encontró cayendo por lo que parecía ser un pozo muy profundo. O el pozo era muy profundo, o ella cayó muy lentamente, porque tuvo mucho tiempo mientras bajaba para mirar a su alrededor y preguntarse qué iba a pasar después». 

Además, los pacientes han informado de otros síntomas como la incapacidad de percibir el color o el movimiento, percepción de profundidad mejorada, movimiento ilusorio, la ilusión de que los objetos se han dividido verticalmente, los objetos aparecen aplanados y alargados, los objetos aparecen girados 90 o 180 grados y ver múltiples imágenes como si mirara a través del ojo compuesto de un insecto.

Los diarios de Carroll

En la actualidad, una teoría recorre todo el eco que su obra ha dejado, asegurando que Carroll pudo haberse inspirado en sus propias alucinaciones para escribir Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. De hecho, menciona ciertos síntomas en sus diarios, aunque una evaluación científica de los mismos no encontró entradas que se refirieran a ello hasta 20 años después de la publicación de los libros de Alicia, solo un dibujo y una página previos hablarían de ello.

Una página del manuscrito original de Alice’s Adventures in Wonderland, ilustrada por el autor. (Wikimedia)

Carroll, en realidad Charles Lutwidge Dodgson, era matemático, lógico y fotógrafo además de escritor. 

Cuando la historia de Alicia salió a la venta, solicitó que le fueran reservados cincuenta ejemplares. Sin embargo, su ilustrador John Tenniel se mostró insatisfecho con el resultado de las impresiones, por lo que el libro no se vendió en Inglaterra. Aquellos ejemplares «defectuosos» fueron vendidos al editor neoyorquino Appleton, quien cambió la portada y publicó la primera edición estadounidense antes que cualquier otra. 

En Inglaterra, mientras tanto, la editorial Macmillan preparó una nueva edición mejorada que apareció en otoño de 1865, aunque llevaba impresa el año 1866. De los nuevos dos mil ejemplares, Dodgson solicitó que uno de ellos recibiera una encuadernación especial, en vitela blanca, para regalárselo a la niña en la que Carroll se había inspirado, Alice Liddell. Rápidamente, corrió por toda Europa y, a finales de siglo, el joven cine ya recogía algunas adaptaciones a la pantalla como la de 1903. Fue entonces cuando en la literatura médica comenzaron a aparecer cientos de relatos de alucinaciones similares a las descritas por Alicia.

Alice in Wonderland 1903 restoration FIRST ALICE MOVIE EVER, Lewis Carroll, Silent film

Más allá de la romantización

«Cada seis meses, tenía un fuerte ataque de migraña con auras que duraba semanas y requería hospitalización. Fue en esos momentos que experimenté la sensación de que mi cabeza había crecido en proporciones tremendas y era tan liviana que flotaba hasta el techo, aunque estaba segura de que todavía estaba pegada a mi cuello… 

Al caminar por la calle, era muy aterrador y molesto no ver exactamente cómo me sentía. La sensación era tan real que cuando me veía en una ventana o en un espejo de cuerpo entero, me sorprendía mucho darme cuenta de que todavía tenía mi estatura normal de menos de metro y medio», aseguró una joven de 23 años a la neuróloga estadounidense Carol Lippman a través de una carta.

Ilustración de The Nursery Alice, que contiene veinte ampliaciones en color de las ilustraciones de Tenniel para ‘Alice’s Adventures in Wonderland’, con texto adaptado para primeros lectores por Lewis Carroll. (Wikimedia)

Los casos se dispararon a partir de la primera mitad del siglo XX, así que para cuando Lippman escribió en un artículo publicado en el Journal of Nervous and Mental Disease en 1952 que «la gran variedad» de alucinaciones experimentadas durante el aura de la migraña aún era «poco conocida por la profesión médica», el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas aún permanecía en el relato del morbo. 

Gracias al trabajo minucioso y desprejuiciado de Lippman, la tarea se fue haciendo posible: solo bastante con observar. «No existe una descripción en la literatura sobre las alucinaciones de la migraña en el sentido de la imagen corporal», sostuvo en su momento, a lo que añadió que «durante un período de 18 años de estudios intensivos sobre la migraña, he recopilado muchas historias de tales alucinaciones tanto de hombres como de mujeres». La neuróloga recogió siete casos bien detallados que evidenciaron la necesidad de prestar atención al asunto más allá de la romantización de su historia.

Los niños, los pacientes más habituales

Como explica el neurocientífico Moheb Costandi en su libro Body am I, solo se habían publicado unos 200 descripciones de casos desde que Todd lo nombró en 1955. La gran mayoría de estos casos había ocurrido a niños, en la media de edad de 9 años. 

Para el caso de los pequeños, resulta que este síndrome se asocia con mayor frecuencia a la encefalitis causada por la infección del virus de Epstein-Barr; en adultos, sin embargo, la migraña es una causa más común, y el síndrome ocurre en aproximadamente el 15% de las personas que la padecen.

(iStock)

En las últimas dos décadas, los científicos y médicos han comenzado a prestarle más atención a esta cuestión, debido en parte a los avances en la tecnología de neuroimagen funcional que, como sostiene Costandi, les permite investigar la relación entre los síntomas y la actividad cerebral. 

«He escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación», dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno. El especialista sospecha que el síndrome puede provocar una actividad anormal en los lóbulos parietales del cerebro, los responsables de la percepción espacial; y, como consecuencia, sesgar el sentido de la perspectiva y la distancia.

(iStock)

Hoy en día los neurocientíficos están tratando de provocar la ilusión en sujetos sanos, ya que creen que ello podría arrojar luz sobre la manera en la que creamos nuestro sentido del yo aquí y ahora. Mientras tanto, no deja de ser reveladora la edición de Alicia que realizó el pintor surrealista alemán Max Ernst en 1941. 

Ernst, que había sido prisionero de guerra francés en 1936, basó gran parte de su arte en el cuento de Carroll. En el cuadro, envuelta en un manto que parece desprenderse de la propia suelo, la protagonista resulta atrapada por el mismo, como alejándose de sí misma. Cabe destacar también que las llamadas ‘metamorfopsias’ características de esta condición también se denominan «alucinaciones liliputienses» en referencia a la isla ficticia de Lilliput, creada por el escritor Jonathan Swift en su novela Los viajes de Gulliver, publicada en 1726.

Imagen de portada: iStock

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Carmen Macías. 27 de enero 2023.

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