Científicos de la NASA concluyen que es muy posible que nos extingamos.

Investigadores de la NASA explican que el ‘gran filtro’, el evento de extinción que puede acabar con las civilización, es casi inevitable para la humanidad y todos los seres sintientes.

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La teoría del ‘Gran Filtro’ dice que la razón por la que no hemos tenido contacto con otras civilizaciones es porque todas se extinguieron antes de tener la oportunidad de entrar en contacto con nosotros. Ahora un grupo de investigadores de la NASA ha revisitado esa teoría y ha estudiado cuáles son esas causas de extinción y qué puede hacer nuestra civilización para evitarlas.

El famoso físico italiano, y uno de los pioneros de la energía nuclear, Federico Fermi, se hizo en 1950 una pregunta a propósito de la existencia de otras civilizaciones extraterrestres que todavía resuena más de siete décadas después: “¿Dónde está todo el mundo?”. Si es cierto que hay unos miles de billones de estrellas en el Universo y trillones de planetas que pueden albergar vida, es raro que no haya habido una civilización extraterrestre capaz de progresar tanto como para pasarse a saludar por la Tierra.

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Control Z: seis futuros desastrosos que todavía podemos deshacer | Trailer

Aunque los astrónomos han planteado varias respuestas a esa pregunta, una de las más populares sigue siendo la teoría del ‘Gran Filtro’, propuesta originalmente en 1996 por Robin Hanson, economista de la Universidad George Mason. Ahora, un grupo de investigadores del ‘Jet Propulsion Laboratory’ (JPL) de la NASA, en California, EEUU, ha publicado un artículo en el que indagan no solo en las causas de esos eventos de extinción, sino también en qué podemos hacer nosotros para que no nos pase lo mismo. «La clave para que la humanidad atraviese con éxito ese filtro universal es… identificar esos atributos en nosotros mismos y neutralizarlos de antemano», escriben en su artículo.

Afortunadamente, no todos los astrofísicos están de acuerdo con esta teoría. «Parece excesivamente determinista, como si el ‘Gran Filtro’ fuera una ley física o una fuerza única que se enfrenta a toda civilización tecnológica en ascenso», explica Wade Roush, profesor de ciencias y autor de Extraterrestres, a The Daily Beast. «No tenemos pruebas directas de tal fuerza».

Cuáles son esos filtros

Para descubrir esos potenciales ‘grandes filtros’, los investigadores han estudiado a la única civilización conocida, la nuestra. Su razonamiento es que lo que parece más probable que nos mate a nosotros también puede suponer una amenaza existencial para la vida inteligente en otros planetas.

Enrico Fermi recibió el Premio Nobel de Física de 1938 por identificar nuevos elementos y descubrir reacciones nucleares.

Enrico Fermi recibió el Premio Nobel de Física de 1938 por identificar nuevos elementos y descubrir reacciones nucleares.

Con esto en mente elaboraron una lista de las mayores amenazas que acechan a la especie humana y, como era de esperar, todos los elementos de esa lista menos uno son culpa nuestra. 

El equipo del JPL cree que la guerra nuclear, una pandemia, el cambio climático o una inteligencia artificial fuera de control son los eventos más probables que acabarán con nuestra civilización. Frente a estos hay un evento que no es de origen antrópico y que es difícil que podamos evitar: el impacto de un asteroide contra nuestro planeta. El equipo atribuye estos riesgos existenciales a lo que describe como una disfunción propia de los seres inteligentes como los humanos. «La disfunción puede convertirse rápidamente en el Gran Filtro», escriben.

Cómo los evitamos

Aunque desvíar un asteroide ‘asesino’ parezca imposible a estas alturas de nuestra civilización, parar las guerras, prevenir las pandemias o llegar a acuerdos internacionales para controlar el desarrollo de la inteligencia artificial todavía parece más difícil. De hecho, los investigadores aseguran en su publicación que «los cimientos de muchos de nuestros posibles filtros tienen sus raíces en la inmadurez».

Avi Loeb. (REUTERS)

A pesar de esto, los investigadores del JPL son optimistas. Aseguran que los cambios necesarios para evitar estos ‘filtros’ requieren que la humanidad trabaje junta. «La historia ha demostrado que la competencia intraespecífica y, sobre todo, la colaboración, nos han llevado a las cimas más altas de la invención. Y sin embargo, prolongamos nociones que parecen ser la antítesis del crecimiento sostenible a largo plazo. Racismo, genocidio, desigualdad, sabotaje… la lista se extiende». 

Nuestro Avi Loeb sostenía algo similar en una de sus últimas columnas publicadas en Novaceno: “Recientemente, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha intensificado la retórica nuclear, afirmando que utilizará ‘todos los medios disponibles’ para defender el territorio ruso. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió que el mundo corre el riesgo de un ‘armagedón’ nuclear. Una escalada de la guerra en Ucrania a un conflicto mundial podría suponer un riesgo existencial para la humanidad. Puede proporcionar una respuesta a la pregunta de Fermi al demostrar que especies tecnológicas como la nuestra pueden no ser lo suficientemente inteligentes como para evitar el uso de armas nucleares”.

Imagen de portada: Dos galaxias colisionando — un objeto denominado IC 1623 — una de las últimas imágenes del James Webb. (NASA).

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Omar Kardoudi. 15 de noviembre 2022.

Sociedad/Investigación/Espacio/Tendencias de futuro.

 

El nuevo hallazgo que amenaza la hegemonía China en la industria electrónica.

Turquía ha encontrado una enorme reserva de minerales raros que es la segunda más grande del mundo detrás de la de China. Estos materiales son fundamentales para la industria del coche eléctrico.

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Turquía se puede convertir en el proveedor más importante de metales raros de Europa y el segundo del mundo tras anunciar esta semana el descubrimiento de una enorme reserva en el distrito de Belikova, en Anatolia Central. Estos metales son fundamentales para industrias estratégicas como la del coche eléctrico, la aeroespacial, la militar, la biomédica o la producción de energía nuclear. Fatih Dönmez, Ministro de Energía y Recursos Naturales de Turquía, anunció este descubrimiento recientemente desde el propio yacimiento de Belikova. Según Dönmez, esta reserva es casi tan grande como la mayor del mundo, situada en China, y puede satisfacer tanto la demanda local como la global.

Turquía procesará 570.000 toneladas al año

Los metales raros, o tierras raras, son un conjunto de 17 elementos químicos que, a pesar de su nombre, se encuentran en todo el planeta aunque pocas veces en su estado puro. Según Dönmez, el nuevo yacimiento contiene 694 millones de toneladas métricas de minerales de tierras raras. Esto lo convierte en el segundo mayor del mundo por detrás del de Bayanoba, en China, con una reserva de 800 millones de toneladas. Según comentó el ministro durante su anuncio, en este yacimiento se pueden encontrar 10 de los 17 elementos de tierras raras. Y que su acceso es muy sencillo porque se encuentran entre 50 y 100 centímetros de la superficie, lo que facilita enormemente su extracción.

Fatih Dönmez, Ministro de Energía y Recursos Naturales de Turquía. (REUTERS)

Turquía quiere construir una planta piloto antes de que acabe el año para procesar estos materiales. Aunque las obras no comenzarán hasta que acaben los trabajos de I+D por parte de los ingenieros y académicos del país. Dönmez asegura que se procesarán 570 mil toneladas de mineral al año, de las que se estima se pueden extraer 72.000 toneladas de barita, 70.000 toneladas de fluorita y 250 toneladas de torio, un elemento que funciona como combustible nuclear. Una vez procesados, comenta Dönmez, se obtendrán cerca de 10.000 toneladas de óxido de tierras raras.

Materiales fundamentales para nuestro futuro

Los metales raros son fundamentales para la fabricación de componentes tecnológicos de industrias como la del transporte, la salud, las comunicaciones o la energía. Están en los imanes de los molinos de viento, en las baterías de los coches eléctricos o en los combustibles de las centrales nucleares. Su demanda anual ha llegado hasta 126.000 toneladas a nivel global y se estima que esa cifra puede ser más del doble en 2030. Según Cristina Pozo-Gonzalo, investigadora de la Universidad de Deakin, en Australia, se necesitan hasta 600 kilogramos de este tipo de material para hacer funcionar una sola turbina eólica.

Un yacimiento de ‘tierras raras’ en China (Shutterstock)

El nuevo yacimiento turco es también una gran noticia para Europa que no tendrá que sufrir la dependencia de países como China para conseguirlos. El aumento de la demanda previsto para los próximos años hace que los analistas dan por sentada la escasez futura de este tipo de materiales.

Y claves para el futuro del coche eléctrico

Reuters ya contó el año pasado que los fabricantes de coches eléctricos de occidente han empezado a reducir al mínimo el uso de metales raros y están buscando materiales alternativos para construir sus baterías. Además de la escasez, quieren evitar problemas con el suministro que viene de China, dominador del mercado de metales raros, y los vaivenes de su precio. Sin una solución clara a este problema, dice la agencia de noticias, no sé podrá ampliar la autonomía de los coches eléctricos que ha sido y es el gran talón de aquiles de esta nueva forma de transporte.

Mientras no encontremos un sustituto a la batería de iones de litio, la nueva reserva de Belikova ayudará a paliar este problema y a cubrir la demanda de metales raros, por lo menos de momento. Como apunta Pozo-Gonzalo, el aumento de demanda de un bien tan escaso nos va a obligar a sacar más minerales de la tierra, con el coste medioambiental que eso conlleva, por lo que hay que encontrar nuevas formas de reciclarlos sacándolos de los residuos tecnológicos. La propia investigadora ha trabajado en un novedoso sistema de reciclaje con el centro vasco de investigación Tecnalia. Juntos han desarrollado un proceso sostenible llamado ‘electrodeposición’, en el que mediante una baja corriente eléctrica se consigue que los metales se desprendan de los dispositivos y se depositen en una superficie de recogida. Este sistema, según Pozo-Gonzalo se puede aplicar también a otros elementos como el litio, otro metal fundamental para las baterías de los coches eléctricos que también tiene su fecha de caducidad a la vuelta de la esquina.

Imagen de portada:Turquía se puede convertir en el segundo productor mundial de metales raros. (Reuters)

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Omar Kardoudi. 8 de julio 2022.

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