EL DESCUBRIMIENTO DEL POBLADO VIKINGO DE L’ANSE AUX MEADOWS, EN TERRANOVA.

VIKINGOS EN AMÉRICA

En 1960, el explorador noruego Helge Ingstad localizó en Terranova los restos de un campamento vikingo construido en torno al año Mil. Era la prueba que necesitaba para demostrar que los hombres del Norte fueron los primeros en llegar al continente americano.

Entre los muchos episodios épicos de los antiguos vikingos que se narran en las sagas islandesas, uno de los que más ha intrigado a los historiadores es el del viaje a Vinlandia. 

La Saga de los groenlandeses narra cómo a finales del siglo X un grupo de vikingos liderado por Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, zarpó de Groenlandia rumbo al oeste y llegó a una región en la que «la duración del día y de la noche variaba menos que en Islandia y en Groenlandia […]. Leif dio al país un nombre que le recordaba las excelencias que su naturaleza ofrecía, y lo llamó Vinland», esto es, Tierra del Vino. 

Según la mencionada saga, tras esta primera travesía los vikingos realizaron otras cuatro expediciones, mientras que otra fuente sobre estos viajes, la Saga de Erik el Rojo, menciona tan sólo dos. 

En cualquier caso, ambos textos dan detalles muy precisos sobre las tierras que visitaron los vikingos y que algunos estudiosos identificaron con la costa este de lo que hoy es Canadá: la actual Terranova y las zonas del golfo de San Lorenzo, New Brunswick y Nueva Escocia. Pero hubo que esperar a 1960 para encontrar una prueba arqueológica de que los viajeros escandinavos habían descubierto América ya en el siglo X.

LAS PRIMERAS PISTAS DE VINLAND

En la década de 1950, el explorador y escritor noruego Helge Ingstad desempeñaba su cargo de gobernador de la isla de Spitsbergen (Noruega) cuando tuvo la oportunidad de visitar una excavación vikinga en Groenlandia. 

Allí se había hallado, entre otros objetos, una punta de flecha elaborada con cuarcita, e Ingstad se percató de que esta roca metamórfica era desconocida en Groenlandia, Islandia o Noruega, pero en cambio se encontraba en Labrador y Terranova. 

Helge Ingstad asoció el hallazgo de la punta de flecha con las noticias de las sagas sobre los viajes vikingos al norte de América, y concibió el proyecto de buscar los restos de los campamentos vikingos en Vinlandia. 

Una de las casas vikingas reconstruidas en L’Anse aux Meadows.Foto: iStock

Se lanzó así a recorrer la costa de Norteamérica por aire y por mar hasta llegar al sur de Rhode Island, en Estados Unidos, sin resultados. Hasta que en 1960 Ingstad, su esposa, la arqueóloga Anne Stine Ingstad, y la hija de ambos, Benedicta, de 18 años, llegaron al pequeño pueblo de L’Anse aux Meadows, en el extremo noroeste de Terranova. 

Allí los Ingstad conocieron a un anciano pescador llamado George Decker. Cuando le preguntaron si había ruinas antiguas por la zona, Decker los llevó a un cercano y «antiguo campamento indio», como lo conocían los lugareños, situado en la bahía Épaves, en el arroyo Black Duck, donde en un prado cubierto con abundante maleza se distinguían algunos montículos de hierba.

En 1960 Ingstad, su esposa y su hija llegaron al pequeño pueblo de L’Anse aux Meadows, en Terranova.

Nada más ver los restos, Helge Ingstad presintió que había dado con lo que buscaba y escribió en su diario: «Se distinguían vagamente montículos elevados y no podía haber ninguna duda de que se trataba de los restos de algunas casas de un asentamiento antiguo […]. Sólo esperaba que no fueran construcciones abandonadas de antiguos balleneros».

Las excavaciones arqueológicas que Ingstad puso en marcha desde el año siguiente, y que se prolongarían, bajo la dirección de su esposa, durante los sucesivos veranos hasta 1968, demostraron que aquel era efectivamente un asentamiento vikingo. Los resultados fueron publicados en el año 1977, en un informe científico.

CAMPAMENTO VIKINGO EN TERRANOVA

En L’Anse aux Meadows los arqueólogos hallaron un pequeño campamento nórdico cuya datación por radiocarbono indicó que se había establecido hacia el año 1000, lo que coincidía así con las referencias de las sagas de los viajes realizados por los vikingos a Vinlandia. 

Además, la localización de L’Anse aux Meadows, en el área más próxima al lugar en el que supuestamente crecían las uvas silvestres que dieron nombre al territorio de Vinlandia, parecía coincidir con la descripción del asentamiento conocido como Leifbundir (Casas de Leif), del que también hablan las sagas, aunque esta hipótesis sigue debatiéndose. 

Recreación del interior de una casa vikinga en L’Anse aux Meadows. Foto: iStock

Este emplazamiento está formado por ocho restos de edificaciones: tres grandes construcciones que podían llegar a albergar a ochenta personas, una herrería para obtener el llamado hierro esponja y fabricar clavos para las embarcaciones, una carpintería, algunos talleres para reparar los barcos y un horno para carbón de leña. Sin embargo, no se han encontrado establos ni tampoco herramientas agrícolas, a diferencia de las granjas nórdicas que se hallan en la colonia groenlandesa. Esta evidencia demostraría que era un lugar adecuado para pasar el invierno y realizar expediciones en verano, aunque según las pruebas arqueológicas el asentamiento duró poco tiempo, de 990 a 1050. 

Este emplazamiento está formado por ocho restos de edificaciones, pero no se han encontrado establos ni tampoco herramientas agrícolas.

L’Anse aux Meadows –una denominación que deriva del término francés L’Anse aux Méduses, «La ensenada de las medusas»– es considerado actualmente el primer asentamiento europeo en América (si exceptuamos los hallados en Groenlandia), y como tal fue inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1978.

Imagen de portada: Recreación de una flotilla de drakkars vikingos. Foto: iStock

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic. Por Francesc Bailón. 9 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Vikingos/Descubrimientos/Arqueología.

El «knattleikr», el brutal juego de pelota que practicaban los vikingos

COSTUMBRES VIKINGAS

Aunque se desconoce cuáles son los orígenes y las reglas de este deporte extremo que practicaban los antiguos vikingos, algunas sagas nórdicas mencionan al «knattleikr» como una práctica violenta en la que era habitual que los contendientes resultasen heridos, e incluso en ocasiones perdiesen la vida. En la actualidad, algunas asociaciones de recreación histórica han revitalizado este deporte y lo han devuelto a la vida, aunque, por supuesto, su intensidad no es la misma.

Cuando la película The Northman (El hombre del Norte), dirigida por Robert Eggers y estrenada en el año 2022, llega más o menos a la mitad de metraje, el espectador contempla asombrado cómo una multitud empieza a reunirse para participar en el equivalente islandés de un torneo medieval. 

En el filme, tanto los jefes locales como sus familias observan cómo cinco hombres gigantescos se alinean a ambos lados de un campo. 

En sus manos portan una especie de bate y, a una señal, los enormes jugadores cargan los unos contra los otros de manera brutal, se golpean violentamente con los bates y con los puños hasta caer inconscientes, algunos incluso muertos. Se trata de un juego extremo, y con una única regla: hacer llegar una pelota al otro lado del campo valiéndose de cualquier medio que sea necesario.

Pero ¿cuánto de histórico tiene esta escena? Según William Short y Reynir A. Óskarson, expertos en la guerra vikinga, lo que ocurre en la ficción no se halla muy lejos de la realidad. Ambos investigadores son los autores de un libro titulado Men of Terror (hombres de terror), que analiza desde el punto de vista cultural y funcional las técnicas de combate empleadas por los vikingos. Como miembros del grupo de arqueología experimental Hurstwic Viking Combat, una organización especializada en recrear las costumbres de este antiguo pueblo nórdico, ambos se propusieron devolver a la vida aquel tipo de «juego», aunque hacerlo de una forma veraz resultaba bastante complicado.

Ilustración de un manuscrito islandés del siglo XVII en el que se muestra a Grettir el fuerte preparado para el combate.Foto: PD

UN ORIGEN CONFUSO

El nombre islandés para este tipo de juego es knattleikr, que podría traducirse literalmente como «juego de pelota». 

Las reglas son bastante vagas, y solo algunas sagas (narraciones en prosa originarias principalmente de Islandia, escritas de forma anónima) lo mencionan. 

De hecho, son cinco las sagas nórdicas que pueden ser utilizadas como fuente para documentar este juego: la Saga de Grettir el Fuerte, escrita entre los siglos XIII y XIV; la Saga de Gísla Súrssonar, datada entre los años 1270 y 1320 (aunque los hechos que narra son anteriores a esa época) y que muestra las disputas entre miembros del bondi (la clase media vikinga); la Saga de Egil Skallagrímsson, del siglo XIII, que cuenta la vida del poeta del mismo nombre; la Saga Eyrbyggja, que hace referencia a los conflictos entre los clanes vikingos islandeses, y, por último, la Saga de Vápnfirðinga, donde se narra el conflicto entre los caudillos Helgi Þorgilsson y Geitir Lýtingsson.

El nombre islandés para este tipo de juego es knattleikr, que podría traducirse literalmente como juego de pelota.

Así, las sagas islandesas revelan que, al parecer, el knattleikr solía jugarse sobre grandes masas de hielo, con unos bates llamados knattré, con el extremo más ancho y en forma de pala, y una pelota (knattgildra), cuya dureza la hacía rebotar sobre el hielo endurecido, lo que podía acabar provocando graves heridas a los jugadores. 

Las sagas tampoco se ponen de acuerdo en el lugar concreto donde se practicaba el juego. Mientras que la SagaVápnfirðinga sí especifica lugares concretos, como Hagi, la SagaEgils identifica la llanura ribereña del río Hvítárvellir. Por su parte, la de Grettir el Fuerte hace lo propio con Seftjörn y, finalmente, la SagaEyrbyggia, con la montaña Öxl. 

El número de jugadores participantes también es confuso. Mientras que en algunos textos se menciona a unos pocos, en otros se habla de varias docenas.

PREDECESOR DE OTROS DEPORTES

En realidad, el knattleikr se menciona poco en las sagas, por lo que con las pocas referencias de las que se dispone no se puede saber con exactitud cuáles eran las reglas de este juego. 

De todos modos, los investigadores lo han intentado y han llegado a plantear algunas hipótesis. Según parece, cada jugador de knattleikr se emparejaría contra otro de similares características físicas del equipo contrario. Solo en casos excepcionales, dos jugadores se enfrentaban a uno solo.

Durante la duración de un partido de knattleikr, las parejas se golpeaban brutalmente y hacían todo lo que fuera necesario para vencer a su rival. 

Pero solo competían entre sí; a ninguno se le permitía interferir con un jugador con el que no estuviese emparejado. Solo en el caso de que en una de las parejas uno de los contendientes hubiera vencido ya a su oponente, se le permitía ayudar a otro compañero. 

Al parecer, el objetivo final del juego era hacer pasar una pelota a través de una especie de portería, y aunque algunas fuentes apuntan a que cada pareja jugaba con su propia pelota, la mayoría de autores está de acuerdo en afirmar que en realidad solo se usaba una en cada partido.

Las parejas se golpeaban brutalmente y hacían lo que fuera necesario para vencer a su rival.

Dos jugadores practicando hurling gaélico.. Foto: CC BY-SA 3.0 Seaninryan

Lo que sí está claro es que el knattleikr era un deporte de contacto, extremadamente duro y violento. 

De hecho, era aquella violencia lo que atraía a los espectadores, que esperaban ver sangre y quizá también alguna muerte durante el combate. 

Pero ¿en qué se basaba el knattleikr? Algunos historiadores y recreadores históricos piensan que se parecía mucho a un juego llamado «pelota redonda», un deporte muy parecido al actual béisbol. 

Tampoco faltan los estudiosos que opinan que en realidad es probable que el knattleikr derive del hurling gaélico (un deporte de equipo de origen celta), cuyos orígenes se remontan miles de años, en el que los jugadores utilizan unos bastones llamados hurley, similares a los sticks utilizados en el hockey moderno, con el que se golpea la sliotar (pelota) para conseguir marcar en la portería contraria, que es igual que la del actual rugby.

En cualquier caso, queda claro el marcado carácter físico del knattleikr y las mínimas normas de que constaba este juego. Es posible incluso que el partido se prolongase hasta el límite de la resistencia de los jugadores. Y es que hay crónicas que narran que hubo un encuentro que duró todo un día y que solo se detuvo al caer la noche para continuar al día siguiente. Y ¿quiénes podían jugar al knattleikr? Pues al contrario de lo que cabría esperar, al parecer jugar al knattleikr no era una prerrogativa única y exclusiva de los hombres; las sagas también mencionan un knattleikr adaptado para los niños llamado sveinaleikr.

Imagen de portada: Vikingos desembarcando en Islandia en el año 872. Museo Nacional de Noruega, Oslo.- Foto: PD

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por J.M. Sadurni. 14 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Historia/Vikingos/Curiosidades.

Descubren un enorme salón vikingo de la época de Harald Diente Azul.

Un equipo de arqueólogos daneses ha llevado a cabo un magnífico hallazgo al localizar un gran salón vikingo que, con bastante probabilidad, fue construido durante el reinado de Harald Diente Azul, rey de Noruega y Dinamarca en el siglo X. Aunque la estructura aún no ha podido ser totalmente excavada, para los investigadores se trata del descubrimiento más importante de la época vikinga en los últimos diez años.

Harald Gormsson, hijo del rey danés Gorm, y más conocido por el sobrenombre de Blåtand, o «Diente Azul»,  es mucho más que el personaje cuyo nombre inspiró la conocida tecnología inalámbrica para compartir datos (Bluetooth, ‘diente azul’ en inglés). De hecho, Harald grabó su nombre en la historia al convertirse en el soberano de Noruega y Dinamarca que unificó los territorios desde Jutlandia. Fue además un personaje que influyó de manera determinante en la cultura vikinga al imponer el cristianismo a su pueblo. La Knytlinga saga, escrita en el siglo XIII en Islandia, lo describe como ‘un gobernante poderoso, belicoso y buen líder en la batalla’ que reinó entre los años 958 y 986 d.C. 

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Posiblemente Harald dirigía los destinos de sus territorios desde una gran sala comunal, una costumbre vikinga muy arraigada. Como la que acaban de descubrir los arqueólogos del Nordjyske Museer en el transcurso de unos trabajos que se estaban llevando a cabo para la construcción de viviendas cerca de Hune, al norte de la península de Jutlandia.

Disco de Curmsun con una inscripción de Harald Diente Azul (Arald Curmsun) en la parte superior.

Disco de Curmsun con una inscripción de Harald Diente Azul (Arald Curmsun) en la parte superior.Foto: Tomasz Sielski (CC BY-SA 3.0)

UN HALLAZGO ÚNICO EN JUTLANDIA

A pesar de que la sala aún no ha sido completamente excavada, esta gran estructura mide unos 40 metros de largo, entre ocho y diez metros de ancho y los arqueólogos creen que fue construida entre los años 950 y 1050. «Este es el mayor hallazgo de la era vikinga en más de diez años, y nunca antes habíamos visto nada igual aquí en el norte de Jutlandia», ha declarado el director del proyecto, Thomas Rune Knudsen, del Nordjyske Museer.

Aun así, los arqueólogos todavía no se han puesto de acuerdo sobre cuál podría haber sido su utilidad, aunque es muy posible que este salón fuera el centro de la vida social de la comunidad, y que aquí se celebrasen reuniones y tuvieran lugar las recepciones de invitados. Asimismo, los doce postes de roble que sostenían el techo de la estancia eran enormes y su diseño interior recuerda al de otras estructuras de la zona construidas durante el reinado de Harald Diente Azul.

La piedra rúnica de Runulv den Rådsnilde.Foto: Nordjyske Museer

Para intentar situar en su contexto histórico este hallazgo, los arqueólogos han estudiado también una piedra rúnica de un metro y medio de altura que se descubrió en la zona, datada entre los años 970 y 1020 d.C. y que lleva una inscripción en la que puede leerse «Hove, Thorkild, Thorbjørn colocaron la piedra de su padre Runulv den Rådsnilde»

Así, los investigadores sugieren que el terreno en el que se asienta la sala podría estar, en efecto, relacionado con Runulv den Rådsnilde, un noble cuya familia administraba una granja en las inmediaciones. «Tanto la piedra rúnica como el salón son elementos que pertenecieron a la élite política y social», afirman expertos del Nordjyske Museer.

CONSTRUCCIONES SIMILARES

Aunque aún queda mucho trabajo por hacer, las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha por los arqueólogos indican que en la misma zona donde ha aparecido esta estructura, bautizada como «sala de hidromiel» (una antigua bebida alcohólica, cuyo consumo estaba muy extendido) o sala de banquetes, pudieron haberse alzado otros edificios. 

Arqueólogos durante los trabajos de excavación del gran salón vikingo.  Foto: Nordjyske Museer

«Solo tuvimos la oportunidad de excavar parte de la sala, pero probablemente haya varias casas escondidas bajo el mantillo, hacia el este. Un edificio de esta naturaleza rara vez está solo. Es difícil probar que la sala vikinga encontrada perteneciera a la familia de Runulv den Rådsnilde, pero ciertamente es una posibilidad», concluye Thomas Rune Knudsen. Habrá que esperar al avance de los trabajos y de las investigaciones para saber más sobre esta gran estructura y lo que muy posiblemente se alzó a su alrededor.

Imagen de portada: Vista aérea del enorme salón vikingo descubierto en la península de Jutlandia, Dinamarca. Foto: Nordjyske Museer

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por José M. Sadurni. 19 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/Arqueología/Vikingos/Actualidad 

Descubren el secreto de los abalorios vikingos que reutilizaban teselas de mosaicos romanos y bizantinos.

La danesa Ribe fue una importante ciudad comercial en la época vikinga. A principios del siglo VIII se estableció un emporio comercial en la orilla norte del río Ribe al que acudían comerciantes y artesanos de todas partes para fabricar y vender productos como broches, hebillas de trajes, peines y cuentas de vidrio de colores.

Cuando el vidrio se convirtió en un bien escaso en la Alta Edad Media, los cubos de vidrio de colores -llamados teselas- se arrancaban de los mosaicos de los templos, palacios y baños romanos y bizantinos abandonados, se transportaban al norte y se comercializaban en ciudades emporio como Ribe, donde los fabricantes de cuentas los fundían en grandes recipientes y les daban forma de cuentas.

Hasta ahora, los arqueólogos suponían que los fabricantes de perlas utilizaban las teselas blancas opacas como materia prima para la producción de cuentas blancas y opacas.

Vidrio analizado en este estudio; «cubos» de vidrio incoloro y débilmente verdoso-amarillento dorados con una fina placa de oro en una de sus superficies exteriores (todavía adherida en el cubo de la parte superior derecha de la pila) y cuentas vikingas blancas analizadas en este estudio | foto Museum of Southwest Jutland.

Una producción inteligente y sostenible.

Y es aquí donde un geoquímico y un arqueólogo de la Universidad de Aarhus, junto con un conservador del museo de Ribe, han hecho un descubrimiento sorprendente, que acaban de publicar en la revista científica Archaeological and Anthropological Sciences.

La composición química de las cuentas blancas vikingas de uno de los primeros talleres demostró que los vidrieros habían encontrado una forma más sostenible de ahorrar tiempo y madera para sus hornos: triturar cubos de vidrio dorado y transparente, refundirlos a baja temperatura, removerlos para atrapar el aire en forma de burbujas y, finalmente, envolver el vidrio alrededor de un mandril de hierro para formar cuentas y ¡voilá! – cuentas blancas opacas creadas en poco tiempo y con un mínimo de recursos.

Las valiosas láminas ultrafinas de oro adheridas a la superficie de las teselas fueron, por supuesto, rescatadas por el vidriero antes de refundir el vidrio, pero los nuevos hallazgos muestran que parte del oro inevitablemente había acabado en el crisol. Las minúsculas gotas de oro en las cuentas blancas, los numerosos agujeros de aire (razón por la que las cuentas son opacas), así como el hecho de que no hay rastros químicos de color presentes, demuestran que, de hecho, fueron las piedras de mosaico doradas la materia prima de las cuentas.

Cubos de vidrio romano fundido con restos de oro | foto Museo del Suroeste de Jutlandia

Estos rastros de oro se encontraron no sólo en las cuentas blancas sino también en las azules del mismo taller. Aquí la química demuestra que la receta del vidriero consistía en una mezcla de las teselas azules y doradas. La mezcla era necesaria porque las teselas azules romanas contenían altas concentraciones de sustancias químicas que las hacían opacas, y por tanto ideales para los mosaicos, pero no para las cuentas azules. Al diluir así las sustancias químicas, el resultado fue el vidrio azul intenso y transparente que conocemos por los abalorios de la Edad de los Vikingos.

El fabricante de cuentas de Ribe podría haber optado por diluir la mezcla de vidrio con viejos fragmentos de vasos, que también se encontraron en el taller. Pero éstos resultaron ser vidrio romano viejo y contaminado que había sido refundido una y otra vez.

Y los vidrieros de Ribe eran claramente expertos que preferían el vidrio más claro que pudieran conseguir, dice Gry Hoffmann Barfod, del Departamento de Geociencia de la Universidad de Aarhus. Y añade: Para un geoquímico, ha sido un privilegio trabajar con este fantástico material y descubrir la relevancia de los conocimientos aquí almacenados para nuestra sociedad actual.

Cuentas y abalorios vikingos en una exposición en Oslo | foto Wolfmann en Wikimedia Commons

El estudio interdisciplinar fue una colaboración entre Gry Barfod, Søren Sindbæk, profesor de arqueología del Centro de Desarrollo de Redes Urbanas (UrbNet) de la Fundación Nacional de Investigación danesa en la Universidad de Aarhus, y el conservador de museos Claus Feveile, del Museo del Suroeste de Jutlandia, especializado en la época vikinga y la historia más antigua de Ribe. Los logros más destacados del emporio de Ribe no fueron solo los productos, sino también la economía circular y su conciencia para preservar los recursos limitados, afirma el profesor Søren Sindbæk.

El conservador del museo Claus Feveile comenta: Estos emocionantes resultados muestran claramente el potencial de dilucidar nuevos hechos sobre los vikingos. Combinando nuestras excavaciones de alta resolución con estos análisis químicos, preveo muchas más revelaciones en un futuro próximo.

Søren Sindbæk y Claus Feveile dirigieron las excavaciones arqueológicas del Proyecto Emporio del Norte entre 2016 y 2018, donde los nuevos enfoques de alta definición permitieron por primera vez una resolución de hasta unas pocas décadas dentro de la estratigrafía de Ribe, extremadamente bien conservada. Los hallazgos de las excavaciones se muestran actualmente dentro de réplicas reconstruidas de los talleres de los fabricantes de cuentas en la nueva exposición especial del museo vikingo de Ribe.


Fuentes: Aarhus University | Barfod, G.H., Feveile, C. & Sindbæk, S.M. Splinters to splendours: from upcycled glass to Viking beads at Ribe, Denmark. Archaeol Anthropol Sci 14, 180 (2022). doi.org/10.1007/s12520-022-01646-8

Imagen de portada: Abalorios vikingos | foto Jc Merriman en Wikimedia Commons

FUENTE RESPONSABLE: La Brújula Verde. Magazine Cultural Independiente. Por Gauillermo Carvajal. 3 de octubre 2022.

Arqueología/Vikingos/Ciencia/Cultura/Historia/Arte

 

 

Cuando los vikingos llegaron a España y a la Península Ibérica.

Los temibles guerreros de la Edad Media.

La actividad vikinga en la península Ibérica fue escasa en comparación con otros lugares de Europa, pero igualmente intensa. Por lo general se trató de incursiones esporádicas, pero bastaron para tener efectos importantes sobre el devenir de los reinos hispanos.

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Los vikingos fueron uno de los pueblos más temidos de la Edad Media. Grandes navegantes, desde sus bases en el norte de Europa realizaron incursiones por gran parte de Europa septentrional. Raramente se aventuraban más al sur de la costa francesa, pero en ocasiones atacaron también la península Ibérica y se adentraron en el Mediterráneo.

Por norma general, estos ataques tenían como único objetivo el saqueo para conseguir botín, mujeres y esclavos; y pocas veces daban lugar a asentamientos permanentes. La península sufrió cuatro oleadas de ataques vikingos en los siglos IX, X y XI.

LOS PRIMEROS ATAQUES

La primera campaña vikinga en territorio hispano tuvo lugar en el año 844 y cogió por sorpresa tanto a los reinos cristianos del norte como a los emires omeyas de Córdoba. La flota normanda partió de sus bases en Francia y atacó varias ciudades portuarias en el reino de Asturias -que englobaba todo el litoral norte de la península- antes de proseguir hacia el sur por la costa occidental hacia al-Ándalus, saqueando a su paso Lisboa y Cádiz hasta llegar a Algeciras. Llegados a ese punto, la flota dio media vuelta y remontó el Guadalquivir en dirección a Córdoba, la capital, con el objetivo de obtener un gran botín que cerrase la campaña militar.

Normandos en Inglaterra

Algunos vikingos se establecieron en el noroeste de Francia, en una región que tomaría su nombre de ellos: Normandía, la tierra de los hombres del norte. Allí adoptaron una vida sedentaria, se convirtieron al cristianismo y dieron a luz un próspero mestizaje cultural y lingüístico, pero la llama guerrera de sus antepasados nunca se extinguió del todo.Imagen: Alinari/Cordon Press

A finales de septiembre llegaron a Sevilla, donde lanzaron un feroz ataque y tomaron la ciudad en siete días. Según las fuentes andalusíes, todos los hombres adultos fueron pasados por la espada y las mujeres y los niños fueron capturados como esclavos. El emir Abderramán II reunió un gran ejército y tendió una trampa a los atacantes, usando algunas tropas como señuelo para hacerles salir de su campamento; la maniobra funcionó y el grueso de las tropas vikingas fue aniquilado. La experiencia disuadió a los hombres del norte de intentar otro ataque en tierras andalusíes durante los quince años siguientes.

LOS VIKINGOS EN EL MEDITERRÁNEO

El segundo gran ataque se produjo en el año 859, bajo el mando de uno de los líderes vikingos más temidos o admirados -según el bando- de la historia: Björn Ragnarsson, apodado Costado de Hierro porque siempre lograba salir airoso del combate sin apenas recibir heridas. En un principio, esta vez la flota limitó sus ataques a la costa -tal vez recordando la derrota sufrida en Sevilla- y recorrió todo el litoral de la península hasta llegar a las islas Baleares. Sin embargo, la poca resistencia que encontraron les animó a remontar el Ebro hasta Pamplona, donde capturaron al rey García Íñiguez y obtuvieron un gran rescate a cambio de su liberación.

En el año 859, una flota vikinga penetró por primera vez en el Mediterráneo y llegó hasta Italia, Grecia, Constantinopla y Egipto.

Era la primera fuerza vikinga que penetraba en el Mediterráneo y tomó por sorpresa a muchos. Llegaron hasta la costa de Italia -según algunas fuentes, hasta las proximidades de Florencia- dejando una estela de saqueos a su paso. A partir de ese momento la historia se confunde con la leyenda: los cronistas bizantinos hablan de ataques en Grecia y Constantinopla, los árabes los mencionan en Egipto, pero resulta difícil reconstruir la expedición completa ya que podría ser que la flota, que contaba entre 70 y 100 naves, se hubiera dividido en diversas flotillas.

Las incursiones vikingas motivaron la construcción de murallas en numerosas ciudades, de las que hoy se conservan pocas. Santiago de Compostela (en la foto, su catedral) fue una de las que más ataques sufrió. Foto: Xuxo Lobato / Getty Images

En el 861 las naves vikingas, de regreso a sus bases en la costa francesa, intentaron cruzar de nuevo el estrecho de Gibraltar. Pero esta vez les esperaba una gran flota andalusí dispuesta a acabar con ellos: dos tercios de los barcos vikingos fueron hundidos, pero Björn Ragnarsson consiguió abrirse paso con el resto y volver a su base en la desembocadura del Loira, llevando a cabo otros tantos saqueos en el camino de vuelta.

SAQUEADORES, COMERCIANTES Y PRÍNCIPES

Durante casi un siglo la península Ibérica no vivió otro ataque vikingo a gran escala, pero en la segunda mitad del siglo X los hombres del norte regresaron. Esta vez los ataques se concentraron en el Mar Cantábrico y en especial la costa gallega, que sufrió grandes y continuos ataques. En uno de estos, el año 968, los vikingos llegaron a establecer una base permanente cerca de Santiago de Compostela y durante tres años se dedicaron a saquear las poblaciones y la campiña. También en aquella ocasión intentaron atacar al-Ándalus, pero fueron repelidos.

En el año 925 Asturias y León se habían unido en un único reino y los ataques vikingos aceleraron el proceso de unificación territorial y militar.

Esta tercera oleada de ataques tuvo un efecto importante sobre el destino de los reinos cristianos: en el año 925 Asturias y León se habían unido en un único reino y los ataques vikingos aceleraron el proceso de unificación territorial y militar para poder hacer frente a los temibles hombres del norte. Ya durante las primeras incursiones normandas en la península, el rey leonés Ramiro I había prestado ayuda a su homólogo astur y fue gracias a ello que los atacantes no habían logrado establecer bases permanentes. En esta ocasión, la disputa por el poder entre Ramiro III y su primo Bermudo II -que gobernaba de facto Galicia y parte de Portugal- facilitó las cosas a los invasores.

El pueblo costero de Cudillero (Asturias) dice tener raíces vikingas, fruto de la unión pacífica -o eso dicen- de los normandos con los pobladores astures. Prueba de ello sería su particular dialecto rico en palabras de etimología nórdica.Foto: iStock

La naturaleza de la presencia vikinga en el reino astur-leonés durante este periodo es discutida y entra el terreno de la leyenda. Así, por ejemplo, los habitantes del pueblo asturiano de Cudillero dicen ser descendientes de aquellos hombres del norte que decidieron no volver con sus compatriotas a las costas francesas y adoptar un estilo de vida más pacífico. Aunque nos han llegado pocas pruebas materiales de asentamientos comerciales en la península, es sabido que los vikingos también eran grandes mercaderes.

Después de esta expedición, las tierras hispanas estuvieron a salvo de ataques vikingos durante unas cuantas décadas. Pero en la primera mitad del siglo XI llegó la cuarta y última oleada, de naturaleza muy diferente a las anteriores: en esta ocasión se establecieron en varios puntos de la costa mediterránea, como mínimo en Almería, Denia, Alicante y Baleares. La ocasión fue propiciada por la extrema debilidad del califato de Córdoba, que se había ido desintegrando dando lugar a los primeros reinos de taifas

Estos reinos, por sus dimensiones reducidas, no pudieron hacer frente a los ataques vikingos y los jefes normandos lograron hacerse con el poder en algunos de ellos.

Durante el siglo XI los normandos, descendientes de los vikingos que se habían establecido en Francia, extendieron su poder por el Mediterráneo. Palermo, la capital de Sicilia, es una de las ciudades que más refleja el mestizaje cultural durante la Edad Media.

Desde allí pudieron lanzarse a la conquista del Mediterráneo y extender su poder hasta Sicilia y la Italia meridional; pero al mismo tiempo, la unificación de las taifas en reinos de mayor dimensión y poder terminó expulsándolos de la península

Terminó así una conflictiva historia de dos siglos en la que los temibles hombres del norte habían moldeado, si bien indirectamente, el destino de los reinos hispanos.

Imagen de portada:La Ruta Vikinga de Catoira. Foto: ruta-vikinga.com

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic Historia. Por Abel G.M. Periodista especializado en el ámbito de la Historia y los viajes.

Vikingos/Edad Media/Historia de España.

 

Escondites, puertos y hogares: como los vikingos pueden haber debido su éxito a sus campamentos.

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Durante muchos años, los arqueólogos e historiadores han proporcionado una visión cada vez más informada del mundo dinámico de los vikingos, eliminando los clichés de un pueblo enloquecido y caprichoso preocupado por las barbas y el derramamiento de sangre. Un enfoque particular para comprender la actividad vikinga ha sido estudiar los campamentos que establecieron a lo largo de las costas y ríos de Europa occidental, lo que les permitió sustituir sus barcos por una posición fija en tierra cuando el frío, la fatiga, el hambre u otras condiciones los obligaran a hacerlo. .

A menudo llamados «campamentos de invierno» o longhurst , más de 100 de estos sitios fueron presenciados en todo el archipiélago atlántico y el continente europeo solo durante el siglo IX, y sus restos tangibles se han descubierto en lugares como Repton y Torksey en Inglaterra, y Woodstown en Irlanda. . Más recientemente, también se han señalado posibles campamentos vikingos cerca de Zutphen en los Países Bajos, así como el Valle de Coquet en Northumbria.

Pero en los casos en que estos campamentos se han considerado a menudo por sus funciones estratégicas más amplias, se ha dedicado mucho menos tiempo a su planificación y funcionamiento prácticos y cotidianos. Una nueva investigación , que une estos diferentes hilos de evidencia, ahora revela una imagen mucho más intrincada de la logística del campamento, desafiando las nociones de los vikingos simplemente esperando el invierno detrás de sus muros en compañía de sus compañeros y el saqueo.

Ubicaciones de campamentos vikingos del siglo IX, como se encuentran en fuentes escritas de la época. Christian Cooijmans; mapa base de AWMC, UNC-Chapel Hill.

Refugios seguros

No habría dos campamentos vikingos iguales, y podrían haber durado desde unas pocas horas hasta muchos meses o incluso años.

Establecidos en entornos hostiles, muchos utilizaron islas, humedales y otras posiciones defendidas naturalmente en su beneficio. 

Otros se hicieron cargo de estructuras anteriores hechas por el hombre: en el continente, por ejemplo, el palacio carolingio en Nimega fue tomado por vikingos en 880, solo para que sus nuevos ocupantes lo incendiaran el año siguiente. 

Donde fuera necesario, los vikingos también habrían construido sus propias murallas, como se ve en Repton, donde la iglesia abacial de St. Wystan parece haberse incorporado a un nuevo muro perimetral como una caseta de entrada improvisada.

Pero la protección contra los ataques solo habría sido la mitad de la batalla, ya que la seguridad continua de cualquier almacén de alimentos local, ganado y no combatientes habría sido tan importante para la sostenibilidad de dicho campamento.

Trabajos de excavación en el campamento de Woodstown (Co. Waterford, Irlanda). Las investigaciones locales se llevaron a cabo entre 2003 y 2007. Studio Lab / NRA / ACSU.

Comer local

Como cualquier fuerza armada, los grupos vikingos necesitaban fuentes constantes y confiables de alimentos y agua para mantener viables sus campamentos. 

Bajo el fantasma que se avecinaba del hambre y la desnutrición, diversificaron sus métodos para obtener provisiones tanto como les fue posible. Además de cazar, pescar y buscar comida en los campamentos, existe evidencia de que ellos mismos cultivaban y cuidaban ganado.

De manera menos inesperada, los vikingos también obtuvieron su comida a través de la violencia, o la amenaza de la misma. Los acampados en las afueras de París en 885-886, por ejemplo, fueron vistos llevándose cosechas y rebaños, mientras que otros recibieron grandes cantidades de harina, ganado, vino y sidra como parte de los pagos de tributos regionales.

De regreso al campamento, esta comida habría tenido que prepararse para su consumo y almacenamiento. 

En consecuencia, se han recuperado piedras de molino, que se utilizan para moler el grano y convertirlo en harina, de las bases vikingas tanto en Inglaterra como en Irlanda, y un campamento propuesto en Peran en Bretaña ha producido varios calderos de hierro y otros recipientes para cocinar. Los registros escritos también describen a los vikingos que se deleitaban con carne y vino dentro de los confines de sus campamentos.

Ajetreo y bullicio

Más allá de lo básico de protegerse y alimentarse, los vikingos participaron en una amplia gama de actividades en los campamentos, con la construcción de refugios, establos y talleres; barcos en reparación; y armas, adornos y otros artículos que se están elaborando. Para apoyar estos esfuerzos en curso, un flujo constante de recursos, incluida la madera, la piedra y los metales (preciosos), habría tenido que ingresar a los campamentos.

Es posible que lugares como estos no hayan estado completamente fuera del alcance de los forasteros, e incluso pueden haber brindado valiosas oportunidades para comerciar. 

Los Anales de San Bertin del siglo IX, por ejemplo, describen cómo los vikingos buscaban «mantener un mercado» en una isla del río Loira (ahora Francia). Poco después, los Anales de Fulda también señalan que los soldados francos pusieron un pie dentro de un campamento vikingo en el río Mosa (ahora los Países Bajos), no para luchar, sino para comerciar. Se han encontrado rastros físicos de dicho comercio , incluidas monedas, lingotes de plata y pesos comerciales, en sitios como Torksey y Woodstown.

Además de ofrecer a los vikingos otra forma de obtener sus suministros, ocasiones como estas pueden haber permitido que los artículos que anteriormente fueron robados o extorsionados vuelvan a circular.

Un tesoro de plata encontrado en la antigua isla de Wieringen (Holanda Septentrional, Países Bajos), que se cree que indica una presencia vikinga local establecida. Museo Nacional de Antigüedades, Leiden.

Un lugar para todo

En general, los campamentos vikingos no estaban en modo alguno inactivos o desorganizados, y funcionaban como puestos de mando, armerías, tesorerías, graneros, prisiones, talleres, mercados, puertos y hogares. 

Al albergar comunidades diversas y dinámicas de docenas, cientos o, en ocasiones, incluso miles de personas, algunos brindaron apoyo a grupos vikingos regionales mucho más allá del lapso de un solo invierno.

Mantener campamentos como estos en funcionamiento no habría sido poca cosa, dependiendo de niveles de planificación y disciplina que no se asocian comúnmente con la actividad vikinga. 

Como resultado, el éxito de los campamentos proporciona una visión clave de un fenómeno vikingo más amplio que no fue ni arbitrario ni sin rumbo cuando tocó tierra en Europa occidental.

Imagen de portada: Gentileza de Pinterest

FUENTE RESPONSABLE: The Conversation

Arqueología/Vikingos/Edad vikinga/Sociedad/Historia

 

Radiación cósmica, la clave para determinar la presencia de vikingos en América: fue hace exactamente 1000 años.

Científicos que examinaron fragmentos de madera de esa época con una técnica de precisión publicaron el estudio en la revista Nature; la presencia se remonta a 1021 en el nordeste de Canadá, 471 años que la llegada de Cristóbal Colón al continente.

PARÍS.- Un grupo de científicos fechó con precisión, concretamente en el año 1021, la presencia de vikingos en América del Norte, gracias a una radiación cósmica que dejó rastros en fragmentos de madera de esa época.

Los historiadores saben desde hace décadas que los legendarios marinos escandinavos fueron los primeros europeos que llegaron al continente americano, en torno al año 1000, casi 500 años antes que Cristóbal Colón (1492).

Hasta ahora el único sitio conocido con rastros de su presencia es L’Anse aux Meadows, en el extremo norte de la isla de Terranova (Canadá), una pequeña bahía en la que subsisten los yacimientos de ocho edificios.

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Reconstrucción del asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows, en el nordeste de Canadá; el sitio es Patrimonio de la Humanidad

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L’Anse aux Meadows, en el nordeste de Canadá; el sitio es Patrimonio de la Humanidad- Shutterstock

La datación con carbono 14 que se hizo de esos restos en el siglo XX era muy imprecisa, con una horquilla de tiempo de unos 250 años, explica un estudio publicado este miércoles en la revista Nature.

Todo indica que la ocupación de ese emplazamiento fue breve y esporádica, gracias a la exploración arqueológica y al testimonio de las “Sagas”, los textos legendarios que narran las epopeyas de los vikingos.

El viaje vikingo representa múltiples hitos para la humanidad. El asentamiento ofrece la evidencia más antigua conocida de un cruce transatlántico. También marca el lugar donde los humanos finalmente recorrieron el total de la circunferencia del mundo, miles de años después de que entraron a América del Norte a través de un puente terrestre que una vez unió a Siberia con Alaska.

”Muchos elogios deberían ir a estos europeos del norte por ser la primera sociedad humana en atravesar el Atlántico”, dijo el geocientífico Michael Dee, de la Universidad de Groninga en los Países Bajos, quien co dirigió el estudio publicado en Nature.

Una imagen microscópica de un fragmento de una de las maderas examinadas por los investigadores en Canadá (Petra Doeve via The New York Times)

Una imagen microscópica de un fragmento de una de las maderas examinadas por los investigadores en Canadá (Petra Doeve via The New York Times) – Petra Doeve – PETRA DOEVE

El equipo dirigido por Michael Dee y Margot Kuitems, del Centro de Investigaciones Isotópicas de la universidad holandesa de Groningen, halló un método original para sortear ese problema. La Tierra sufre constantemente la llegada de radiaciones cósmicas, que en su mayoría son rechazadas por su campo magnético.

Esos fenómenos a veces son tan importantes que provocan un aumento de la presencia del isótopo carbono 14 en la atmósfera.

Un estudio japonés detectó dos fenómenos de origen cósmico, uno en el año 775 y otro en el año 993. Ahora bien, esa brusca elevación del carbono 14 deja huella en los árboles, conocidos por su capacidad de absorber carbono.

Los científicos buscaron, con la ayuda de un espectrómetro de masa, rastros de rayos cósmicos en tres fragmentos de árboles que fueron localizados en el campamento vikingo en Terranova.

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows, en el nordeste de Canadá

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L’Anse aux Meadows, en el nordeste de Canadá – Shutterstock

Esos fragmentos habían estado en contacto con herramientas de hierro, según los estudios previos. La datación tradicional con carbono 14 dictaminó que su antigüedad oscilaba entre los años 1019 y 1024.

Posteriormente se examinó los anillos de esos fragmentos, y detectaron qué anillo mostraba un exceso de carbono 14. El conteo de anillos permite determinar con gran exactitud la edad del árbol.

La técnica reveló que el anillo con más “carga” de carbono 14 correspondía al año 993. Y contando los anillos restantes hasta la corteza, se pudo determinar en qué año el árbol fue talado, explicó a la AFP la científica. Resultado: 1021.

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L’Anse aux Meadows – Shutterstock

El método de rastreo de rayos cósmicos es una técnica con gran potencial, cree Kuitems, que considera que puede servir “para solventar interrogantes históricos”.

El Centro de Investigaciones Isotópicas ya pudo establecer en 2020 la edad de una estructura arqueológica en el sur de Siberia gracias a esta técnica, que detectó los rastros de la radiación cósmica que afectó a la Tierra en 775.

Los vikingos eran marineros de regiones escandinavas, actualmente Noruega, Suecia y Dinamarca. Se aventuraron por Europa, a veces colonizando y otras veces comerciando o saqueando. Poseen extraordinarias habilidades para la construcción de barcos y la navegación y establecieron asentamientos en Islandia y Groenlandia.

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows, donde se llevó a cabo el estudio publicado en Nature

Reconstrucción del asentamiento vikingo de L’Anse aux Meadows, donde se llevó a cabo el estudio publicado en Nature – Shutterstock

”Creo que es justo describir el viaje como un viaje de descubrimiento y una búsqueda de nuevas fuentes de materias primas”, dijo Dee. “Muchos arqueólogos creen que la principal motivación para buscar estos nuevos territorios fue descubrir nuevas fuentes de madera, en particular. En general, se cree que partieron de Groenlandia, donde la madera adecuada para la construcción es extremadamente rara”, añadió.

La era vikinga se define tradicionalmente como del 793 al 1066 después de Cristo, presentando un amplio rango para el momento del cruce transatlántico.

Imagen de portada: Gentileza de  Shutterstock

FUENTE RESPONSABLE: LA NACION

Agencias AFP y Reuters

América/Vikingos/Investigación/Canadá/Dinamarca

Dinamarca: un arqueólogo aficionado halló 22 piezas de oro del siglo VI.

Pertenecen a pueblos pre vikingos que habitaban ese país

De acuerdo a los primeros exámenes, los objetos pudieron haber sido enterrados como una ofrenda a los dioses en un momento de severos cambios climáticos. Las piezas fueron encontradas en el suroeste de Dinamarca, que según los historiadores se convirtió en la cuna de los reyes vikingos entre los siglos VIII y XII.

Las piezas serán exhibidas en el museo Vejle a partir de febrero de 2022.

Un arqueólogo aficionado encontró en Dinamarca 22 objetos de oro con símbolos del siglo VI, que pueden proporcionar nuevos detalles sobre los pueblos pre vikingos que habitaban ese país.

Así lo anunció esta mañana el director de investigación del museo Vejle, que albergarán el tesoro.

Algunos de los objetos tienen motivos únicos e inscripciones que pueden referirse a los gobernantes de la época, pero también recuerdan a la mitología nórdica, dijo Mads Ravn a la prensa internacional.

«Son los símbolos de los objetos los que los hacen únicos, más que su valor en oro», observó, precisando que en total los objetos pesaban alrededor de un kilo.

Entre las piezas, también hay una que hace referencia al emperador romano Constantino, de principios del siglo IV y un medallón del tamaño de un platillo.

Según los primeros exámenes, los objetos pudieron haber sido enterrados como una ofrenda a los dioses en un momento de severos cambios climáticos, cuando las temperaturas se volvieron muy frías luego de una erupción volcánica ocurrida en Islandia en 536, que cubrió el cielo con nubes de ceniza.

«Hay muchos símbolos, algunos nunca antes vistos, que nos permitirán ampliar nuestro conocimiento de la gente de este período», señaló.

El tesoro fue encontrado cerca de Jelling en el suroeste de Dinamarca, que según los historiadores se convirtió en la cuna de los reyes vikingos entre los siglos VIII y XII.

Estará en exhibición en el museo Vejle a partir de febrero de 2022.

El arqueólogo aficionado encontró el tesoro hace unos seis meses usando un detector de metales, pero la noticia recién se conoció ahora.

Imagen de portada: Gentileza de Página 12

FUENTE: Página 12 – Dinamarca/Vikingos/Hallazgo