María Huertas: “Muchas mujeres internas en el psiquiátrico solo habían transgredido los patrones de género”

La psiquiatra recupera en ‘Nueve nombres’ la biografía de nueve mujeres encerradas en el Manicomio de Jesús (València), que, lejos de estar enfermas, fueron víctimas de la violencia machista de sus maridos, de violaciones, del desprecio de una sociedad que las señaló por ser madres solteras, del poder de la Iglesia católica o de la pobreza. Nueve relatos que reescriben, en realidad, cientos de historias.

Sin vestidos ni calzado propio. Sin hábitos ni útiles de aseo ni de arreglo personal. Sin autonomía para la alimentación. Sin objetos personales. Sin recuerdos. Sin historia. Sin familia. Sin la casa en la que habían nacido, vivido, crecido. Sin capacidad de administrar bienes y sin capacidad de gestión ni decisión. Sin amigas. Sin relaciones. Sin sexualidad. Sin emociones. Sin criterio ni juicio. Sin libertad. Sin palabra. Sin derechos ciudadanos y hasta sin derechos humanos.

Sin. Sin. Sin. Sin nada. “Nada de nada”.

Era marzo de 1974, cuando más de 200 mujeres llegaron en varios autobuses al Hospital Psiquiátrico de Bétera. Provenían del “obsoleto y vetusto” Manicomio de Jesús, desde donde se las trasladó “de un día para otro, sin ser informadas de adónde iban ni por qué, cuándo o cómo”. 

Abandonaron aquel espacio cuya “terrible” realidad ya había sido recogida años atrás en el diario Sábado Gráfico y sobre la que Eduardo Bort denunciaba en Jornada la presencia de “ratas que asustaban a las enfermas”, la existencia de “celdas oscuras y nauseabundas” o “el caso del joven atado a una reja con una cuerda”.

En Bétera, fueron recibidas por un equipo de profesionales, entre las que se encontraba María Huertas, una médica psiquiatra recién licenciada que formaba parte de una “minoría ruidosa” de profesionales dispuesta a despatologizar a aquellas mujeres; liberarlas de las “camisas químicas que las mantenían mudas y quietas, enajenadas”, presas de un “circuito cerrado” en el que se convirtieron en víctimas de los métodos científicos de la psiquiatría de la época; y, ante todo, devolverles los derechos que les habían sido negados. 

Entre ellos, “la validación de su palabra” y “la libertad de decidir, de hacer, de expresar, de ir y venir, de relacionarse. De todo”, tal y como se explica en el libro.

Los esfuerzos de aquellos años en los que María Huertas estuvo trabajando en el Hospital Psiquiátrico de Bétera culminaron durante el confinamiento con la recuperación de Nueve nombres (Temporal, 2021). 

Compuesto por la recomposición de nueve historias y un epílogo, este libro es la prolongación de un ejercicio de justicia que ya había comenzado en 1974: “La sociedad que no había entendido sus problemas y les había respondido con la exclusión y el encierro tenía una deuda impagable con ellas, y nuestra función era saldarla en lo posible”.

Huertas atiende a El Salto en una céntrica cafetería de València. 

Aunque apenas se retrasa unos minutos, se disculpa: “Crees que cuando te jubiles tendrás más tiempo libre, pero no es verdad. Sigo sin llegar a todo”. 

No obstante, reconoce que precisamente el tiempo regalado por la cuarentena y el fin de su etapa laboral fue uno de los motivos por los que decidió rescatar de su memoria estas nueve vidas. “De un día para otro encontré un vacío tremendo y me puse a hacer un repaso; pero, en vez de escribir sobre mi última etapa, no sé muy bien por qué volví a los inicios, a esas mujeres que fueron las primeras personas con las que me encontré y que marcaron el resto de mi vida profesional”, admite.

Entre las razones que la impulsaron a reconstruir aquellas biografías, destaca también su lucha por “visibilizar” a las centenares de mujeres a las que el Manicomio de Jesús convirtió en “personas inexistentes”. 

Denuncia que, como consecuencia de la opacidad a la que fueron relegadas, “el maltrato que sufrieron también se tornó inexistente a ojos de la sociedad”; y asegura que para evitar que en la actualidad “se siga maltratando a las mujeres (y a las personas en general) desde la salud mental” es “importantísimo” continuar con la labor de divulgación e incidencia.

María Huertas asegura que para evitar que en la actualidad “se siga maltratando a las mujeres (y a las personas en general) desde la salud mental” es “importantísimo” continuar con la labor de divulgación e incidencia.

Más de cuatro décadas después, decidió trasladar a las páginas su compromiso con aquellas mujeres a las que incluso se les despojó de su propio nombre. 

Su “objetualización” fue tal que, privadas de cualquier signo identitario, algunas ni siquiera atendían cuando se las llamaba por el nombre que aparecía en su historial. Huertas y sus compañeras tardaron en descubrir que, “durante años, muchas habían sido llamadas por nombres que no les pertenecían”.

Cuando el nuevo equipo psiquiátrico intentó encontrar alguna pista de la biografía de aquellas mujeres se dieron de bruces con unos expedientes desiertos, formados por “dos hojas de escuetas anotaciones”. 

Ni rastro de los 20 o 30 (¡30!) años que muchas permanecieron confinadas en el Manicomio de Jesús, presas de un “régimen carcelario” que imponía una “disciplina férrea” y un “encierro sin expectativas”, “aisladas en una colectividad muda para la comunicación, chillona para las protestas y embotada por tratamientos abusivos”. “Años vacíos” en los que su única opción fue intentar “sobrevivir en la exclusión”.

Dormían hacinadas en habitaciones de 80 camas distribuidas en tres filas, casi pegadas las unas a las otras. Sin armarios ni mesillas. Sin un espacio personal. Comían sin cubiertos en una larga mesa, en una sala que hacía las veces de comedor y espacio en el que coser. Pasaban su ‘tiempo libre’ (si es que se le puede llamar así) en un rincón del patio o rezando, compartiendo “con desconocidas su soledad colectivizada”.

Las lobotomías “se aplicaban habitualmente —más como castigo que por presunto efecto terapéutico— a las personas que se mostraban más rebeldes, y dejaban lesiones irreversibles en el cerebro, en el comportamiento y en sus vidas.

Atrapadas en una “pasividad obligada”, fueron sometidas a una continua violencia psíquica que las atiborraba a base de medicación farmacológica. 

Se sucedieron los tratamientos físicos, eléctricos y quirúrgicos: inyecciones de insulina, trementina o cardiazol; tandas de electroshocks; argollas; lobotomías que “se aplicaban habitualmente —más como castigo que por presunto efecto terapéutico— a las personas que se mostraban más rebeldes, y que dejaban lesiones irreversibles en el cerebro, en el comportamiento y, en definitiva, en la vida de muchas de sus compañeras internadas”. 

Celdas de castigo, o ‘jaulas’, cubiertas de paja y excrementos de internas. “Tratos humillantes y vejatorios, degradación y miseria”.

Algunos de los profesionales con los que se encontraron el nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera se creían, escribe Huertas, “capaces de cambiar la estructura social opresora, el régimen tardofranquista, el paradigma patriarcal y mísero capitalista, la vida cotidiana, las relaciones, el consumo, los horarios, el espacio y el tiempo”.

Comenzaron por cambiar las abusivas prácticas psiquiátricas. Devolvieron a las mujeres internadas su autonomía personal: decoraron a su gusto sus propias habitaciones, se les facilitaron útiles de aseo y pudieron elegir su ropa (interior y exterior). 

Preparaban ellas mismas la comida, entraban y salían del hospital, asistían a reuniones, asambleas, charlas y talleres. Hablaban y hablaban y hablaban. Habían pasado muchos años sin hacerlo. Para Huertas, lo “transformador y movilizador” de aquel proceso fue reconocer la capacidad de las internas: “Nos dedicamos a convivir con ellas, escucharlas, acompañarlas y conocernos unas a otras, en lugar de ‘tratarlas’”.

“A tratarlas como personas, que es lo que eran y son ellas”, proclama la autora. El equipo médico se empeñó, en definitiva, por “convivir” con las internas recién llegadas al Hospital Psiquiátrico de Bétera. “Hablábamos de nuestros problemas y de los suyos, de cómo podían participar. Ellas eran las protagonistas en realidad y nosotras estábamos allí para apoyarlas, ver qué era lo que querían e intentar que cada una de ellas siguiera el camino que escogiera”, explica.

El silencio impuesto a la fuerza a base de “tratamientos biológicos, físicos o químicos” era empleado para conseguir que “en los manicomios, además de ser privadas de su libertad, perdieran la palabra”

Huertas reconoce que no fue sencillo conseguir que expresaran su voluntad, pues “al principio aquellas mujeres no podían ni hablar, estaban en unas condiciones que no tenían palabra”. 

El silencio impuesto a la fuerza a base de “tratamientos biológicos, físicos o químicos” era empleado con la eficacia de la más útil de las herramientas para conseguir que “en los manicomios, además de ser privadas de su libertad, perdieran la palabra”. “Las tenían calladas porque la palabra es subversiva y expresa lo que se siente y desea”, sostiene Huertas.

“Es curioso, porque la palabra es aquello que se nos ha negado a las mujeres a lo largo de toda la historia. Nos han definido desde el mundo masculino y nunca se nos ha escuchado”, reflexiona, y se indigna: “Se nos oye, pero no se nos escucha; y además se nos califica de repetitivas, habladoras, quejosas y, por supuesto, de locas, histéricas, neurasténicas”.

Por rebelarse contra aquel mutismo forzoso e iniciar un proceso de escucha de las internas, María Huertas y sus compañeras fueron objeto de numerosas murmuraciones por parte del resto de personal del hospital, que las acusó de “dar excesiva libertad a ‘las locas’”, por no medicarlas ni someterlas a una estrecha vigilancia, “como era su obligación”. 

Aunque Huertas fue (y sigue siendo) muy crítica con la “ideología y formación más tradicional” de aquellos médicos, no tarda en poner el foco sobre la psiquiatría actual, pues asegura que antaño “no se contaba con el arsenal farmacológico del que se dispone hoy y, por tanto, las multinacionales de medicamentos tenían poco interés en la psiquiatría”.

“En estos momentos, se están realizando contenciones y se están dando electroshocks en todos los hospitales, justificándolo bajo el argumento de que la sofisticación actual ha conseguido eliminar a la brutalidad de los tratamientos de décadas atrás”, alerta Huertas.

“En estos momentos, se están realizando contenciones y se están dando electroshocks en todos los hospitales, justificándolo bajo el argumento de que la sofisticación actual ha conseguido eliminar a la brutalidad de los tratamientos de décadas atrás”, alerta Huertas, que se cabrea al afirmar que “las camisas químicas que impone la farmacoterapia son tremendas”. 

“Se piensa que la medicación es la solución a todo y únicamente se intentan tratar los síntomas, pero no se escucha lo verdaderamente importante: qué es lo que le pasa a esa persona, cuál es su manera de pensar, cuál es su contexto, cuáles son sus proyectos vitales, qué cargas familiares tiene, qué le está pasando con su pareja, sus hijos o sus vecinos”, censura.

Junto al “medicar por medicar” de la psiquiatría actual, alarma de un marcado “sesgo de género tanto en salud mental como en atención primaria, donde se tratan gran cantidad de problemas de salud mental de las mujeres”. 

Los “patrones absolutamente distintos a nivel fisiológico y emocional” de las mujeres son ignorados y, consiguientemente, “se las psicologiza y medicaliza inmediatamente, en lugar de escucharlas o pedirles pruebas diagnósticas, algo que sí que ocurre en el caso de los hombres”.

Huertas sitúa estas prácticas en torno a “una serie de estereotipos sobre las mujeres que perjudican su salud física y mental” y que se remontan, como mínimo, “a principios del siglo pasado, cuando se publicaron libros y libros dedicados a demostrar que los cerebros de las mujeres son similares a los de un niño, un delincuente o un hombre loco, y, en definitiva, inferiores a los de los hombres”: “Siempre se ha atribuido a las mujeres una mente más frágil, únicamente preparada para la costura y las labores que tienen que ver con la crianza de los hijos. 

Y todas sus enfermedades mentales se han atribuido a su supuesta inferioridad; desde la filosofía, la ciencia y la religión se ha considerado que tienen (tenemos) una mente enfermiza porque tienen un aparato reproductivo que, curiosamente, permite que la humanidad subsista”.

Opuestas a estos planteamientos, María Huertas y su equipo hicieron caso omiso del ruido reprobatorio procedente de aquel sector para el que resultaban sumamente incómodas. Cuando los efectos enajenantes de la medicación empezaron a diluirse, descubrieron que muchas de las mujeres internadas no padecían ninguna enfermedad mental. 

Recuperaron la capacidad de razonar y emocionarse; la palabra negada; la oportunidad de (re)iniciar su proyecto vital alejadas de la exclusión. Descubrieron que habían sufrido una injusticia que se había prolongado durante décadas y que, de no haber sido por el cierre del Manicomio de Jesús, las habría “condenado de por vida”

“Casi la mitad de las mujeres volvieron a sus familias. Se montaron dos pisos de compañeras: uno en el 75 y otro en el 81. Algunas fueron a residencias de su pueblo, y otras, muy mayores, a familias de acogida en Bétera con personas que conocían y que las integraron como la abuelita de la casa”, recompone Huertas en Nueve nombres.

No estaban enfermas. En su mayoría, habían sido víctimas de la violencia machista de sus maridos, de violaciones, del desprecio de una sociedad (y un régimen) que las señaló por ser madres solteras, del poder de la Iglesia católica, de la pobreza. 

No estaban enfermas, habían sido “alienadas, presas en una férrea estructura de sinrazón que las calificaba de irrazonables a ellas; maltratadas y sometidas a un régimen de violencia que las acusaba de peligrosas”.

“Ningún hombre podría estar dentro de un manicomio por tener un hijo soltero, salir demasiado de casa, pintarse o ser demasiado sociable”, contrapone Huertas.

En este sentido, la enfermedad —el pecado— de gran parte de las mujeres internas en el Manicomio de Jesús había consistido en la “transgresión de los patrones de género que se les habían impuesto”. 

“Eran víctimas de la familia; de la estructura patriarcal que lo engloba absolutamente todo (la Iglesia, el ejército, el Estado, lo social, lo filosófico) y que se refleja en la familia y el interior de las casas como espacio de convivencia primordial”.

Nueve nombres es la confirmación de que aquellas mujeres consiguieron recuperar sus nombres, esos que “les habían perdido en el manicomio, algunos equivocados, otros sustituidos por el apellido. 

Y pasaron a llamarse como a ellas les gustaba, con los diminutivos que utilizaban su madre o su abuela”. Ana, Amparo, María Jesús, Felipa, Dolores, Aurora, Blanquita, Margarita, María. 

Memoria de nueve historias que son, en realidad, decenas y decenas de mujeres.

Imagen de portada: Archivo. Muchas de las mujeres internas en el psiquiátrico no estaban enfermas, habían transgredido los patrones de género que se les habían impuesto.

FUENTE RESPONSABLE: País Valencia. El Salto.España. Por María Palau. 5 de febrero 2023.

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Retrospectiva Bastarda: «La naranja mecánica» (1971), de Stanley Kubrick.

Más de cincuenta años después, hay pocas películas que hayan suscitado la polémica más que La naranja mecánica (1971) dirigida por Stanley Kubrick. Hoy, quizás más que nunca, su supuesta estetización de la violencia y sus comentarios sociales siguen siendo chocantes y profundos, pero sobre todo, y como intentaremos ver en esta nota, especialmente relevantes.

¿Cómo podemos definir la relevancia histórica de una obra? ¿Es la polémica un punto relevante al respecto? Quizás para intentar responder estas preguntas tendremos que, de buenas a primeras, aceptar la imposibilidad de abarcar la totalidad de la obra. Además de la polémica y sus comentarios sociales, La naranja mecánica es una clase de cinematografía, con un uso del color totalmente icónico, el pulso autoral único de Kubrick y con un sentido sonoro de avanzada y totalmente único en la historia del cine.

Todos estos elementos, increíblemente detallados y analizados en miles de notas previas, no serán tratados en profundidad en este análisis histórico, no con el fin de desmerecerlos, si no que con el fin de potenciar más aun el sentido político y social de una obra que, cinematográficamente hablando, definitivamente no se queda debiendo a nadie.

Pero si nos abocamos al análisis argumental de la obra, tenemos que volver un segundo hacia la parte técnica para entender algunos puntos. Uno de los elementos a analizar con esta lupa histórica es que esta película está dirigida por Stanley Kubrick, quizás uno de los directores con nombre y apellido más populares y renombrados de la historia. 

Pero a diferencia de algunas de sus obras anteriores y de prácticamente todas sus posteriores, en La naranja mecánica sucede algo muy particular, y para eso tenemos que hablar, aunque sea muy por arriba y haciendo un resumen algo vago, de lo que fue el cine de los 70 (y también el de los 60).

Hollywood a principios de los 60 comenzaba a tener enormes fracasos financieros. Había algo que se estaba gestando en todo el mundo, una sensación de que el sistema que hacía que todo el mundo funcione correctamente quizás no estaba justamente funcionando. Esta sensación general no tardó en ser respaldada por la contracultura, que poco a poco fue rompiendo los esquemas de sus propias reglas y, de alguna manera, siempre estando en oposición a lo “normal”. 

Lo establecido se convertía en el enemigo, y de esa manera se generaba, a su vez, un movimiento de gente “despierta”. El que podía ver como los medios de comunicación manipulaban a las masas era a su vez idolatrado y pasado a una figura de héroe, que como la sociedad con el diario del lunes puede ver, no siempre era así.

El caso Manson (la secta de Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate) es quizás el ejemplo más claro de como la contracultura muchas veces se terminaba mordiendo la cola, pero la adoración de otras figuras menos nocivas como John Lennon también podrían ser planteadas como debatibles o poco coherentes con su propio sistema de reglas. El cine de finales de los 60, a pesar de comenzar a demostrar un poco esa autoconsciencia sobre el movimiento cultural que estaba sucediendo, muchas veces también carecía de esa autocrítica. La liberación sexual o la revolución musical eran a veces meras respuestas a algo que, si, funcionaba mal, pero que por el otro lado esta nueva revolución no traía respuestas sobre un sistema superador.

El cine de los 70, ya post el asesinato de Sharon Tate y con la revolución hippie perdiendo algo de su misticismo, vendría a llamar no solo a la oposición ante lo establecido, sino que a la reflexión. Señalar algo que funcionaba mal no era suficiente. No habría culpables e inocentes. Los personajes “buenos” estarían repletos de errores, fallos e irreverencias, las cuales la misma película muchas veces señalaba como negativas. Es en ese contexto, en el comienzo de una década cinematográfica que iba a estar repleta de autocrítica y personajes grises, donde estrena este largometraje de Kubrick.

Como decíamos antes, analizando entre las películas más conocidas del director, es difícil insertarlo en algún movimiento en específico. No cuesta mucho encontrar directores contemporáneos a Martin Scorsese, por ejemplo, que compartían decisiones, estilos e ideas de mundo. Lo mismo se podría decir de Steven Spielberg, o de John Carpenter

Es fácil trazar una línea histórica de Halloween (1978) con Pesadilla en la calle Elm (1984), por ejemplo, o de Tiburón (1975) con Star Wars (1977)

En el caso de Kubrick, muchas de sus películas evaden estos movimientos. Uno piensa en el terror de los 80, y es difícil encontrar contemporáneos con ideas similares a las de El resplandor (1980). Su cine parece estar disociado de la realidad en la que vive, reconvirtiéndose de película en película y, también gracias a su reducida filmografía, nunca repitiéndose.

En ese análisis, La naranja mecánica parecería entonces ser un film que escapa de esa perspectiva historicista. Para 1971, el año en el que estrenaba, los temas que debate la película como la violencia, el conflicto social o la política estaban en boca de toda una generación cinematográfica. 

No hay ni que irse del año para encontrar en Perros de paja (1971), por ejemplo, otro film polémico e incomodo que replantea la violencia y las relaciones sociales. Entendiendo esto, uno puede asumir que simplemente ese análisis histórico, el de un Kubrick siempre distinto a sus contemporáneos, está equivocado en este caso.

Pero, y como ya hay tanto escrito sobre el film, vamos a intentar jugar un poco. ¿En qué se diferencia la polémica de La naranja mecánica con la de sus obras contemporáneas?

En cuanto a lo cinematográfico, podríamos decir que el estilo autoral de Kubrick es distinto al de sus allegados históricos, pero eso también se podría decir de decenas de directores en una época tan prolifera como la de los 70 en el cine estadounidense. Pero en cuanto a los temas, quizás podemos encontrar algo más interesante.

Kubrick comparte compromisos sociales con muchas películas de la época, pero su respuesta ante los mismos quizás es más difusa. A diferencia de algunas películas que señalan una clara sucesión de víctimas y victimarios, en “La naranja mecánica” todos somos victimarios. 

Hay una ausencia total de la moral en el 100% de los personajes que aparecen en el film, y aunque por momentos uno pueda intentar señalar con el dedo a algún sector, ese dedo puede a su vez apuntar a miles de lugares más (y hacia si mismo también).

Como para ir a un ejemplo más concreto y claro, podemos ver en Joker (2019) una constante apuntada con el dedo a distintos sectores sociales, responsables de que el personaje de Joaquin Phoenix termine como termine.

Un estado ausente en el tratamiento psiquiátrico, unos medios de comunicación que se alimentan de la tragedia, y un sector político que usa al joker como herramienta de campaña. 

Coherente con la época en la que vivimos (sin desmerecerla en absoluto, más bien como evidencia total de que el arte retrata y habla de las épocas en la que es creado), la película de Todd Phillips señala y busca razones para explicar por qué aparecen figuras como la del guasón en la sociedad.

En cambio, La naranja mecánica es mucho más difusa con esos conceptos. 

Mientras que en el Joker vemos como el personaje va “convirtiéndose” desde el comienzo del film de un ciudadano enfermo pero positivo y trabajador a un asesino maniático, la sociedad de la naranja mecánica ya parece arrancar perdida. 

El por qué sucede lo que sucede queda fuera de campo, está en el supuesto pasado de los personajes que uno puede intentar imaginar, pero nunca definir. La violencia de Alex y sus amigos, presente desde el comienzo del film, es ya algo que no depende de la corrupción policial o política. El mundo ya perdió.

Es en esa derrota total de la moral donde la película quizás más se aleje de algunas de sus contemporáneas. John Rambo (Rambo, de 1982) o Travis Bickle (Taxi Driver, de 1976) son de alguna forma víctimas de una sociedad que los corrompió. Son frutos del declive. 

Acá, en cambio, no hay declive, sino que no parece haber rastros de humanidad. La familia de Alex, por ejemplo, es un desastre. No le demuestra cariño ni se preocupa por él. Su circulo social lo retroalimenta y potencia su violencia. El estado en vez de intentar solucionar el problema, lo politiza.

Los medios lo explotan, y hasta la religión, que es la única que en algún momento de la película se anima a criticar el experimento que quieren hacer en Alex para lavarle el cerebro es, paradójicamente, funcional a los objetivos finales. En un momento de la película, un cura de la cárcel rompe el silencio y comenta que le parece una aberración lo que están queriendo hacer con el protagonista, el condicionamiento psicológico para que Alex no pueda decidir.

Ese mismo cura, unas escenas más tarde, está sentado junto a los otros sectores de poder, viendo y evidenciando el éxito en el “tratamiento”. Sus palabras ya pierden peso, y son directamente funcionales al discurso del político que impulsa este nuevo tratamiento. Parecería que el retrato afilado de Kubrick plantea a la religión como los eternos señaladores del mal, que a su vez a pesar de señalarlo lo sostienen desde su silencio y su inacción.

Realmente, si uno ve la película con esa lupa, todos los personajes que aparecen en el film son villanos. Nadie es responsable de la perdida de algo que ya no existe hace mucho tiempo en la sociedad de este film. Los personajes grises de los 70 acá están más oscuros que nunca. No son siquiera grises, son negros.

Ese anaranjado oscuro que retrata Kubrick, esa derrota histórica, es probablemente lo más relevante para el análisis actual. Más de cincuenta años después, mucho de lo que Kubrick señala como perdido solo ha empeorado. La búsqueda de culpables, más firme que nunca, solo parece encarar hacia el fracaso, y ya se ha visto como el que señala hoy, probablemente sea señalado mañana. La respuesta del director, como gran artista, es poco clara. Es quizás con los elementos que deja el film que uno puede debatir, reflexionar y cuestionar a la sociedad en la que se vive.

Un asado, una merienda o una charla con amigos. Una salida a comer. El cine de los 70 era, en pocas palabras, eso. 

Era llevar temas y problemas filosóficos y políticos que antes eran de “la clase alta” y “los intelectuales” a las grandes masas. Era, y es, el entender que el espectador puede, y debe, reflexionar sobre lo que ve. Criticarlo. Hasta oponerse. No hay cosa más interesante que enfrentar a dos personas con ideas totalmente opuestas sobre una película a que debatan, porque en lo que debatirán a fin de cuentas es algo más que en si Alex debía o no seguir con sus amigos violentos. Debatirán de cómo construir una sociedad mejor.

  • Título original: A Clockwork Orange
  • Año: 1971
  • Duración: 137 minutos
  • País: Reino Unido
  • Dirección: Stanley Kubrick
  • Guion: Stanley Kubrick. Novela: Anthony Burgess
  • Música: Wendy Carlos
  • Fotografía: John Alcott
  • Reparto: Malcolm McDowell, Patrick Magee, Michael Bates, Adrienne Corri, Warren Clarke, John Clive, Aubrey Morris, Carl Duering, Paul Farrell, Clive Francis, Michael Gover, Miriam Karlin y James Marcus
  • Productora: Warner Bros., Hawk Films

Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de reeducación que pretende anular drásticamente cualquier atisbo de conducta antisocial.

Cliquea en el siguiente link; si deseas ver el trailer. Muchas gracias.

A Clockwork Orange | Trailer | Warner Bros. Entertainment

Imagen de portada: Escena de “La Naranja Mecánica”

FUENTE RESPONSABLE: Cuatro Bastardos. Nicolás Barak Retrospectiva Bastarda 1. 31 de agosto 2022.

Sociedad y Cultura/Cinematografía/Violencia/Movimientos contraculturales/Pensamiento crítico.

 

 

Pérez-Reverte anuncia su nueva novela, ‘Revolución’, sobre México.

El escritor español Arturo Pérez-Reverte ha anunciado que publicará en el próximo otoño su nueva novela, ‘Revolución’, en la que abordará la revolución mexicana. Pérez-Reverte ha informado, a través de Twitter, de que ya ha entregado a la editorial Alfaguara esta nueva obra, de la que está corrigiendo las últimas pruebas.

Pues esto acabo de entregar a la editorial: la nueva novela que se publicará en otoño, de la que estoy corrigiendo las últimas pruebas. Le dimos muchas vueltas a las portadas hasta que nos decidimos por ésta. Así que ahí la tienen. De lo que lleva dentro ya les iré contando.

El libro, de casi unas 500 páginas, llegará a las librerías previsiblemente en octubre, según ha precisado el escritor, que ha compartido también la portada de la novela y ha indicado que contará más sobre esta en las próximas semanas.

‘Revolución’ será la nueva novela del escritor y periodista tras ‘El italiano’ (2021), una historia de amor y aventuras en la que viaja a los años 1942 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los buzos de combate italianos hundieron o dañaron catorce barcos aliados en Gibraltar y la bahía de Algeciras. (ep).

Imagen de portada: Arturo Pérez-Reverte

FUENTE RESPONSABLE: Made for Minds. 26 de junio 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Novela/México/Violencia

 

México: «Uno ve a diario que se roban muchachitas y jamás veo que encuentren al responsable».

100.000 desaparecidos. 100.000 familias destrozadas.

Desde el pasado 16 de mayo, México supera esta cifra en su registro oficial de personas desaparecidas en el país, lo cual da una idea de la auténtica «crisis humanitaria» que supone esta tragedia, tal y como la calificó el gobierno el año pasado.

Aunque el conteo oficial inició en 1964, las desapariciones aumentaron vertiginosamente desde que en 2006 se inició la llamada «guerra contra el narco» del entonces presidente Felipe Calderón.

Durante su última visita a México, el Comité contra las Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas denunció que el crimen organizado es el perpetrador central de estos hechos, aunque también señaló como responsables a funcionarios públicos.

Por ello, instó a tomar acciones para acabar con la impunidad que campa a sus anchas -casi un 95% de los delitos en México quedan sin resolver- y a instaurar una política nacional que sirva para prevenir y erradicar las desapariciones.

«Se está haciendo un trabajo como nunca de búsqueda, ningún gobierno se había ocupado de los desaparecidos como ahora (…) y a buscar fosas clandestinas porque no se debe de olvidar que hubo una guerra contra el narcotráfico» durante la que «murieron muchos y los desaparecieron», declaró el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, tras conocerse el reciente y triste récord de desaparecidos en el país.

En los últimos meses, el estado norteño de Nuevo León ha estado bajo el foco por el aumento de desaparición de mujeres -especialmente jóvenes, con algunos casos tan mediáticos como el de Debanhi Escobar- y por las irregularidades cometidas y reconocidas por la Fiscalía estatal durante la investigación.

Pero miles de otras desapariciones no atraen la misma atención y son los familiares de las víctimas quienes luchan a diario para impedir que, con el paso del tiempo, sus casos caigan en el olvido de las autoridades y de la sociedad.

Porque la cifra de 100.000 desaparecidos recién alcanzada es mucho más que un número: esconde historias de búsquedas en terreno con las propias manos de las familias que, en ocasiones, acaban prácticamente destrozadas de por vida a causa de la tragedia.

El de la joven Frida Flores, desaparecida el año pasado también en Nuevo León, es uno de ellos. Su madre, Erika Navarro, compartió entre llantos su historia con BBC Mundo y aseguró que ni todo el dolor del mundo le hará desistir de buscar hasta encontrar a su hija.

Getty Images.    

Personas desaparecidas en México

  • 100.017
  • desaparecidas y no localizadas.
  • Hombres son el 74,7%.
  • 20-39 años es el rango de edad de la mayoría de desaparecidos.
  • Estados con más desaparecidos: Jalisco, Tamaulipas, Estado de México y Nuevo León.

Fuente: Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de México (1964 – 16 de mayo de 2022)

Línea

Mi hija Frida Yoatsi desapareció el 29 de agosto de 2021 en el municipio de Sabinas Hidalgo, Nuevo León. El 7 de septiembre ella cumplía 19 años.

Me dijo que iba a comer con unos amigos y me dijo que estuviera tranquila, que no se iba a tardar.

La última vez que hablé con ella por teléfono fue a las 5:00 de la tarde, cuando me dijo que ya en un rato volvía. Pero pasaron las horas y no llegaba, así que empecé a preocuparme mucho.

Volví a llamarla y ya no respondía. Pasadas las 9:00 de la noche, su teléfono estaba ya apagado.

Me la pasé toda la noche sentada, esperando y esperando, hasta que en la mañana siguiente fui a poner la denuncia. ¿Dónde estaba mi hija? ¿Quién se la llevó?

Cartel de búsqueda de Frida

FUENTE DE LA IMAGEN – FGR

Lo que pasó fue que al salir de un restaurante con una amiga, las abordó una camioneta. Las subieron a las dos. La amiga dice que no vio a la persona que las subió, solamente que era una mujer.

A la amiga la bajaron cerca de su casa, pero a mi hija se la llevaron. Ahí se pierde el contacto y ya no se sabe nada. Desde entonces, no se sabe nada. Es como que a Frida se la hubiera tragado la tierra.

Nueve meses de angustia

Como Sabinas es un foco rojo donde hay muchas desapariciones, en aquellas primeras horas sí pensé que quizá no la iba a volver a ver, o que la iba a ver… no sé cómo.

La Fiscalía me dice que están en la búsqueda y trabajando en ello. Y de alguna manera les comprendo, porque son miles de casos, pero en lo personal me duele mucho que hasta ahorita no tengo respuesta de nadie. Dicen que han hecho su trabajo, pero no me han resuelto nada.

15 días antes de su desaparición, en la zona se habían llevado a otras muchachas. A Frida le dije muchas veces que no fuera a Sabinas, que estaba peligroso… Pero ella tenía amistades allá, porque aunque ahora vivimos en Apodaca, se criaron en Villaldama, un pueblo junto a Sabinas.

Map

Siempre le he intentado dar buenos consejos a Frida porque soy muy nerviosa hacia la inseguridad aquí en Nuevo León, donde uno ve diario que ya hace años que se roban muchachitas, que las violan, las matan, las secuestran… y jamás veo que encuentren al responsable. Hay muchísima impunidad.

Estos casi nueve meses son meses de angustia, de sufrimiento. Pero yo voy a seguir alzando la voz y buscando a mi hija hasta encontrarla.

Me duele tanto y estoy pasando una situación tan difícil, que a nadie se la deseo. Aún así, yo no busco culpables, solo quiero el regreso de Frida y que se acabe esta pesadilla.

He sufrido mucho este tiempo. Me he enfermado, me atacan los nervios, me entra mucho pánico y no duermo por la noche. El psicólogo me tiene medicada, pero no descanso al 100%.

He perdido mi trabajo como enfermera. Voy nada más si me sale una guardia específica. Al no dormir, no aguanto mi cabeza y me duele todo el cuerpo. No puedo buscar un trabajo estable porque no me concentro.

Eso también me repercute para sobrevivir, claro. Mi hija mayor me ayuda mucho, mis hermanas y mi prima… Yo voy vendiendo cosas que no necesito, porque ¿para qué quiero nada ahora?

Foto de Frida

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA

Una familia destrozada

Desde que enviudé hace un año, me quedé al frente de mis tres hijas. Yo voy a cumplir 42 años. Mi hija mayor de 21 ha estado al pie del cañón, ha sufrido y sufre a la par conmigo.

Tengo otra niña de 16 años, que está con su abuelita. Por el momento no está conmigo porque yo me la he pasado saliendo a buscar a Frida, alzando la voz. A la niña también la ha trastornado todo esto y acude al psicólogo.

Estamos todas muy mal, física y emocionalmente. Pero sé que tengo que estar bien para seguir buscando a Frida.

Frida es una estudiante de la facultad, estudia para contador público. Ella no tiene problemas con nadie ni debe nada, se dedica a su estudio.

Es muy inteligente y aplicada. Estudiar es su sueño y ella me decía: «Yo le prometí a mi papá que yo me iba a graduar y trabajar después para ayudarles mucho a la familia». Esos eran sus planes.

Frida Flores

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA

Ella vivía conmigo mientras estudiaba. Siempre estábamos juntas, era muy apegada a mi. Íbamos al centro, a comer, a visitar a mis hermanas… Ella siempre ha sido la alegría de la casa, muy bailadora, muy risueña y alegre.

Este Día de las Madres (10 de mayo) fue un día muy triste, lleno de dolor. Me puse muy mal, tuve que ir al doctor porque me dolía mucho mi cabeza.

Aunque la verdad es que todos los días para mí han sido grises desde que Frida no está con nosotros. Porque es muy triste y duro pasar esta situación y no tener hasta la fecha respuesta alguna. No se sabe nada.

Inseguridad diaria

En la tele dicen que casi diario aquí en Nuevo León pasan muchos crímenes, secuestros, levantones… así que ni la veo porque me pongo muy mal.

Me siento insegura en la calle, es una inseguridad muy grande, yo veo como foco rojo todo el estado. No ando a gusto en la calle, siento miedo pese a que somos personas de trabajo y no debemos nada ni tenemos problemas con nadie.

Pintada con nombres de desaparecidas.

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA

Ya uno al salir a la calle carga su gas pimienta. Sales a lo que vas y regresas, como más tardar a las 5:00 de la tarde. Porque si en el día es peligroso, no se diga salir en las noches.

A mis hijas les digo: «Ustedes creen que están bien, seguras y que jamás te va a pasar esto». Igual que yo no imaginé nunca pasar por esta situación tan difícil. Nos ha afectado mucho porque jamás pensamos que nos sucedería esto en la familia, esta gran pesadilla. Todos estamos consternados.

No sé a qué se deba, pero yo me cansé de tocar puertas a los medios de comunicación para hacer ruido por Frida, para que saliera en las televisoras.

Créame que nadie vino a hacerme una entrevista hasta ahora que han pasado muchas cosas del caso de Debanhi (Escobar) para acá. Ahí es que han venido algunas personas a interesarse.

A algunos casos como el de Debanhi y otras jovencitas se les ha hecho mucho ruido. Pero a mi, nueve meses después, no me hacían caso. Apenas que pasaron esas desgracias tan grandes han mirado para mí.

Me dicen que confíe en la autoridad, que me van a ayudar, que van a agilizar todas las investigaciones y van a mandar elementos a Sabinas. Yo creo y confío en ellos, pero ojalá que no solo me lo platiquen, sino que lo hagan.

A la autoridad le pedí que me acompañaran a buscar a Frida, porque si no son ellos, ¿quién le respalda a una? Pero nunca he ido a campo porque no se ha dado la oportunidad de que yo vaya. Y sola no me atrevería por la inseguridad.

«Mi hija está viva»

Yo tengo la fe y la certeza de que mi hija está viva. Mi corazón de madre me dice que lo está.

Anoche me dormí como a las 6:00 horas, porque solo duermo como dos o tres horas al día. Cuando me quedé dormida, soñé que Frida había llegado. Y ella, que es muy gritona, me decía: «Ya llegué, mami, estoy bien, ya estoy contigo». Y me abrazaba. Me abrazaba con tantas ganas…

Erika Navarro con una foto de su hija Frida en una protesta.

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA

Erika Navarro ha participado en marchas y protestas exigiendo justicia para su hija y el resto de desaparecidos de Nuevo León.

Así como tengo mi de fe de que va a volver, también quiero que termine esta pesadilla, como Dios la mande.

Aquí está lleno de casos de desapariciones que llevan años y años. Yo no quiero ser una más y vivir toda la vida con eso de que no la veo, buscando y buscando, que no llega y no te resuelven nada. Pero tengo tanta fe de que ella va a volver, tanta certeza de que mi hija va a regresar bien, solita…

Lo que quiero es que el caso de Frida no se quede impune, que no termine como otros que tienen 10 o 15 años y sus carpetas de investigación se quedan olvidadas.

Pediría al señor gobernador que pida refuerzos. Que entre la Marina a Nuevo León para que se compongan las cosas, que entren elementos especializados para que nos protejan de tanta cosa que se está viviendo.

En definitiva, quiero que me escuchen. Yo no busco culpables. Y si la persona que tiene a Frida me escucha, que se toque el corazón y sepa que su madre está sufriendo mucho por ella, igual que sus hermanitas. Que Dios toque su corazón para que ella pueda regresar a casa.

Imagen de portada: CORTESÍA. Erika Navarro busca a su hija Frida, de 18 años, desde el pasado mes de agosto.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Marcos González Díaz. Enviado especial a Monterrey, México.* Con la producción en Monterrey de Melva Frutos.

México/Sociedad y Cultura/Violencia/América Latina/Mujeres

 

 

 

 

San Miguel de Allende, la joya turística mundial en el estado con más asesinatos de México.

Entre las pintorescas calles de San Miguel de Allende, a uno le toca ir esquivando a los cientos de turistas que se retratan a golpe de ‘selfie’ frente a los hermosos rincones coloniales de este municipio en el centro de México.

Las avenidas empedradas, sus galerías de arte, coquetos restaurantes y coloridas viviendas han hecho de este lugar el paraíso de cualquier instagrammer.

También el de miles de extranjeros, sobre todo jubilados estadounidenses, que han convertido este municipio en su segundo o incluso primer hogar, atraídos por un agradable clima y precios mucho menores a los de su país.

Porque la fama de San Miguel ha trascendido fronteras. El año pasado, fue distinguida como la mejor ciudad del mundo por la revista Travel + Leisure y los lectores del medio turístico Condé Nast Traveler.

Sin embargo, llama la atención que a no muchos kilómetros de distancia y en el mismo estado de Guanajuato se encuentren algunos de los municipios considerados más violentos de México. Esta es, de hecho, la entidad del país donde se registraron más homicidios el año pasado.

¿Cómo logra escapar este paraíso para el turismo a la ola de violencia que azota a algunas zonas vecinas?

Extranjeros y seguridad

Sentado en un restaurante en la plaza central de San Miguel de Allende, el estadounidense Malcolm Halliday degusta algo tan mexicano como una sopa azteca.

Frente a él, un grupo de turistas fotografía la llamativa catedral de estilo neogótico que se ha convertido en el símbolo de la ciudad. «Es como el castillo de Disney», dice un niño boquiabierto.

Catedral de San Miguel.

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Halliday llegó hace casi cinco años a San Miguel atraído por la vida cultural. «Me encanta la ciudad y el ambiente. En EE.UU. también tenemos violencia en algunas ciudades, pero la verdad que aquí no tenemos mucho problema», le dice a BBC Mundo en un correcto español.

Louise Gilliam, también estadounidense y habitante de San Miguel, coincide. «En todo mi tiempo aquí, nunca he vivido nada de violencia. Viví en Chicago, en Nueva York, en Los Angeles… Y tenía cuidado de no ir a las zonas peligrosas. A donde quiera que vayas, encontrarás crimen si no andas con cuidado», asegura en inglés.

Sí reconocen que sus familiares y amigos se inquietaron cuando supieron de su intención de establecerse en el centro de México.

Estados de México con más homicidios dolosos (2021). .  .

«Muchos extranjeros se sorprenden. Creen que al oscurecer, acá no pueden salir. Es un paradigma que traen, y después ven la realidad. Es como darles la confianza de que sí somos parte de México, pero no al mismo tiempo», le dice a BBC Mundo Tania Castillo, directora de Turismo de San Miguel de Allende.

Pero el municipio, que en su día fue uno de los escenarios clave de la Guerra de Independencia de México y que acogió algunas de las reuniones de conspiración en la lucha contra los españoles, no siempre ha sido un atractivo para turistas.

A principios del siglo XX, de hecho, estuvo a punto de convertirse en un pueblo fantasma por los diversos conflictos bélicos que azotaron la región. Fue en los años 30 y 40 que comenzaron a llegar artistas y promotores que fundaron escuelas de arte y galerías que fueron atrayendo a estudiantes y expatriados estadounidenses.

San Miguel de Allende

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Según la responsable de turismo de San Miguel, lo que hoy lo hace uno de los mejores destinos del mundo es su arquitectura y multitud de templos, su oferta gastronómica, artística, de viñedos y hoteles de lujo, unido al estilo de vida que «mezcla lo cosmopolita con la vida de los pequeños pueblos mexicanos», asegura.

«Una isla» en Guanajuato

En una patrulla realizada por el municipio junto a la policía para conocer la situación de seguridad, el agente local Esteban López cuenta que la mayoría de sus actuaciones son «reportes menores» para atender casos de personas que discuten o beben alcohol en la calle.

«Imaginémonos que somos como una isla. Entonces, todo lo malo sucede alrededor», le resume a BBC Mundo.

Esteban López

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Esteban López, policía de San Miguel de Allende, asegura que sus actuaciones suelen ser por reportes menores.

En efecto, a escasos 50 km de distancia de San Miguel, se encuentra alguno de los 50 municipios más violentos de México, donde el gobierno desplegó una estrategia para reducir el número de homicidios, como es el caso de Celaya o León, y cuyas cifras de asesinatos son hasta 20 veces superiores.

Municipios de México con más homicidios dolosos vs. San Miguel de Allende (2021). (en rojo los del estado de Guanajuato).  .

Pero la principal razón por la que San Miguel escapa al proceso de violencia de Guanajuato es por no estar ubicado en el corredor de extracción de hidrocarburos que atraviesa parte del estado.

«La ordeña de estos ductos es lo que genera la violencia por el control de este mercado ilegal. San Miguel está cerca, pero no pasa por ahí», apunta el experto en seguridad Víctor Sánchez.

Esta diagonal, también conocida como «Triángulo de las Bermudas», está conformada por una quincena de municipios por donde pasan los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) que transportan el combustible a lo largo del país.

Mapa triángulo Bermudas Guanajuato

Si bien en el pasado fueron dominados principalmente por el cartel de Santa Rosa de Lima, la detención de su líder, «el Marro», en 2020 hizo que perdiera fuerza en la mayoría de municipios que ahora se disputa con células del cartel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación (CJNG) o Nueva Plaza.

Aunque, además de su ubicación geográfica, hay algunas particularidades de la infraestructura de San Miguel que podrían hacerla menos atractiva para los grupos criminales.

«Sus características arquitectónicas impiden que sea una ciudad con determinados planes de desarrollo. Cuando un municipio no tiene autopistas, no tiene una central de abastos y no es un centro de acopio de materiales que tiene que estar recibiendo camiones, no tiene la infraestructura necesaria para distribución de cosas prohibidas», dice su alcalde, Mauricio Trejo.

«Somos una burbuja dentro del estado», dice con orgullo.

San Miguel de Allende

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Sin disputas entre carteles

Según Sánchez, otro factor clave para explicar la ausencia de violencia es que «no hay una disputa abierta entre varias organizaciones criminales, como sí vemos en otros municipios. La región del centro hacia el norte (de Guanajuato), donde está San Miguel, es una zona controlada completamente por el CJNG».

Y de acuerdo con el experto, esto lleva a dos hipótesis. La primera: que como en tantos corredores turísticos, los grupos criminales llevan a cabo venta de productos ilegales como drogas a pequeña escala aprovechando la presencia de turistas y residentes extranjeros.

«A la organización criminal le interesa no ahuyentar a esos compradores con alto poder adquisitivo. Si empieza a haber violencia en la zona, los turistas dejarán de llegar», subraya.

La segunda hipótesis, ligada a la anterior, es que «como hay un importante flujo monetario, negocios como hoteles o restaurantes con operaciones en efectivo se pueden prestar a ser puntos de lavado de dinero para la organización que controla el municipio y, por ende, también se quiere mantener de manera pacífica para no llamar la atención de autoridades».

San Miguel de Allende

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

El alcalde, sin embargo, niega la presencia del CJNG ni de ninguna otra organización en San Miguel de Allende.

«No tenemos detectada injerencia de ningún grupo delictivo. No hemos sido ni presionados ni amenazados por ningún grupo», afirma tajante.

«Sin embargo, los temas de narcomenudeo que se pueden dar en el municipio son atacados por la Policía Municipal y programas de denuncia y prevención de drogadicción», reconoce. «Pero el perfil de los turistas que tenemos es otro, aquí vienen buscando cultura».

Algunos de esos turistas, como Aarón González de Ciudad de México, cree que todo se debe «a acuerdos entre las autoridades y los grupos, porque obviamente no pueden tener todo el control, y el gobierno tampoco los puede controlar. O tal vez sí puede, pero no le interesa porque hay intereses y prefieren tener sus arreglos», opina sentado en una banca del parque central y disfrutando de la música de mariachis junto a su esposa cuando cae la noche.

San Miguel de Allende

FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Varios vecinos que quisieron mantener su nombre en el anonimato le mencionaron a BBC Mundo la existencia de prácticas de extorsión, presiones o «cobro de piso» hacia comerciantes del municipio.

«Yo tenía una amiga con un negocito, pero se le ocurrió vender [droga] allí, y hoy ya no tiene negocio, ni está ella. Le dijeron que o pagaba su plaza o nada. Ellos te dan dinero si le entras al negocio, pero luego tienes que pagar de vuelta. No pagó, y así le hicieron», cuenta Paula Colunga desde su puesto de raspados [hielo con jarabe de sabores] frente a la catedral.

Pero el alcalde asegura que ningún comerciante le ha informado de que sufran extorsión en la actualidad. «Puede ser que todavía sientan esa ofensa de cuando sí les cobraban, aunque cuando entramos [al gobierno municipal] detectamos que la mayoría no se debían a grupos delictivos sino a autoridades corruptas, que ya han sido corridos [despedidos] o están bajo investigación», le dice a BBC Mundo.

Estrategia de seguridad

Para el alcalde Trejo, es su estrategia de seguridad municipal la que explica que San Miguel de Allende esquive la violencia que permea en buena parte de Guanajuato.

Entre otros factores, destaca el contar con un avanzado centro de vigilancia C4, así como la capacitación y compensación de la policía local, «la mejor pagada del estado y de las mejores remuneradas de todo el país», asegura.

«También nos ayudamos con municipios cercanos para evitar que surja el ‘efecto cucaracha’ y que, cada vez que hay algún operativo en una ciudad cercana, se nos dejen venir los delincuentes a San Miguel a refugiarse», explica.

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FUENTE DE LA IMAGEN – MARCOS GONZÁLEZ / BBC

Para el analista de seguridad Víctor Sánchez, sin embargo, «sería difícil atribuir un caso de éxito en San Miguel a la acción de las autoridades, porque si de ello dependiera, se habría buscado cómo replicarlo en ciudades vecinas donde la seguridad es un fracaso importante».

En su lugar, insiste en que los verdaderos motivos yacen en cuestiones ajenas a la función del ayuntamiento, como la inexistencia de grupos criminales rivales en el municipio, su mera ubicación geográfica o que, debido a la alta concentración de extranjeros y turistas, «funciona mejor si está pacificado».

Pero la presencia de extranjeros de más de 60 nacionalidades -en torno al 10% de sus 180.000 habitantes- también ha tenido otro efecto en San Miguel de Allende, como en tantas ciudades que viven esta realidad: el encarecimiento de rentas y de muchos servicios como bares y restaurantes.

«Para muchas personas no es un problema económico, pero quizá para quienes vivían originalmente aquí es desafiante porque se está subiendo el precio de todo. Vamos a ver… yo no puedo curar todos los problemas, estoy aprovechando la vida aquí», dice alzando los hombros el estadounidense Malcolm Halliday.

Malcolm Halliday

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Malcolm Halliday, estadounidense, reconoce que la presencia de extranjeros encareció los precios para la población local.

Aunque como es habitual, esta llegada de personas con más poder adquisitivo también tiene ventajas. Como reconoce Paula, la vendedora de raspados, los mexicanos que trabajan para los extranjeros del municipio suelen recibir mejores salarios. «Está mal que yo lo diga, pero es así. Los mexicanos, en cambio, entre menos paguemos a la gente, mejor».

Otro San Miguel

Los miles de extranjeros que viven en San Miguel de Allende también dejan otra huella en el municipio. Ellos son los fundadores de decenas de ONG que acercan desde educación hasta salud dental a los vecinos con más necesidades económicas.

Porque, lejos de la bella arquitectura y hoteles de lujo frecuentados por los turistas, San Miguel esconde una realidad muy distinta en cuanto uno se aleja unos minutos del centro histórico hacia barrios más rurales.

Jubilados estadounidenses en San Miguel de Allende

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San Miguel se ha convertido en un importante punto de atracción para jubilados estadounidenses.

Según datos de la Secretaría mexicana de Bienestar, más del 44% de los sanmiguelenses viven en condiciones de «pobreza moderada». Otro 4% lo hace en pobreza extrema. Casi dos de cada diez viviendas no tiene drenaje.

Jazmín Yanet Ramírez muestra a BBC Mundo con orgullo la casa que estrenó a inicios de este año en la comunidad de San Miguel Viejo, una zona de calles sin asfaltar en donde a los turistas no se les ha perdido nada.

«La gente que llega al centro de San Miguel no se da cuenta de que en los alrededores estamos nosotros, que, la verdad, hace mucho que no vamos a esa zona porque hay muchos turistas… Es una lástima, porque no todos podemos disfrutarlo igual», lamenta.

Terraza en San Miguel de Allende

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Hay otro San Miguel más allá de los «rooftops» frecuentados por extranjeros.

Dice que su marido y ella ya no tienen que dormir en la misma habitación que sus tres hijos como antes. Que ya no se mojan cuando llueve ni tienen miedo a que el tejado se vuele con el viento. Ante la ausencia de drenaje, su nuevo hogar cuenta con una pequeña fosa séptica y un sistema de recogida de agua de lluvia.

Su casa fue construida por Casita Linda, una ONG financiada por estadounidenses residentes en San Miguel que en las últimas dos décadas ayudó a 130 familias del pueblo.

Louise Gilliam, de Casita Linda, frente a la casa construida para Jazmín Yanet Ramírez.

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Louise Gilliam, de Casita Linda, frente a la casa construida para Jazmín Yanet Ramírez y su familia.

«Es un cliché decir que quieres devolver algo al municipio que te acoge, pero es una manera muy honesta de decirlo. Es una manera de ayudar a la gente», le dice a BBC Mundo Louise Gilliam, presidenta de la organización con casi 20 años de vida en San Miguel.

«La vida acá es buena. El tiempo es perfecto, es menos caro vivir aquí… A mis hijos que están en Texas les digo que vendan su casa y vengan aquí», responde cuando se le pregunta por cómo influye la inseguridad en su vida.

«Nunca volveré a Estados Unidos», termina convencida.

Imagen de portada:MARCOS GONZÁLEZ / BBC

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. San Miguel de Allende, México. Por Marcos González Díaz. Mayo 2022

Sociedad y Cultura/Turismo/México/Violencia/América Latina

 

 

 

México: cómo es la autopista del «terror» en el norte del país donde han desaparecido decenas de personas en el 2021 y en este año.

Lo que vivió una familia a finales de junio fue apenas un «susto».

Sus cuatro integrantes fueron despojados de la camioneta en que viajaban de la ciudad de Monterrey a la de Nuevo Laredo, en el noreste de México, y abandonados a mitad del camino.

«¿Cómo están? ¿Se encuentran bien?», pregunta el conductor de un tráiler que grabó el asalto a lo lejos.

«Nada más el susto», responde el padre, quien luego explicó a la prensa que «de una camioneta se bajaron cuatro hombres armados. Traían ametralladoras».

«Enfrente bajaron a una pareja de una camioneta Chevrolet blanca. Y después de eso, se viene un sujeto armado hacia nosotros, que era como de 30 años, andaba bien vestido», dijo el hombre, quien no dio su nombre por razones de seguridad.

«‘¡Bájense! ¡Y dejen los celulares!'», les ordenaron.

«Nos bajamos toda mi familia y nos fuimos [caminando] para atrás».

Cliquea por favor en el siguiente link, para ver el vídeo.

Otra más de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo: ahora asaltan a familia

Lo que para esa familia fue solo un susto. Para decenas de familias, la inseguridad ha tenido como consecuencia la desaparición de un ser querido.

Y es que viajar de Monterrey -la urbe industrial más importante de México- a la ciudad fronteriza Nuevo Laredo se ha vuelto un riesgo.

La autopista de peajes de unos 200 km en los últimos meses ha sido llamada la «carretera del terror» o el «triángulo de las Bermudas», debido a los crecientes casos de secuestros y desapariciones forzadas que se han registrado.

Según la asociación Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL), la organización más grande de apoyo a víctimas local, se han conocido al menos 49 desapariciones este año tan solo de habitantes del estado.

Es la cifra más alta en los últimos 10 años, dice a BBC Mundo Angélica Orozco, una portavoz de la organización.

«Están atacando directamente a la ciudadanía, que nos encontramos totalmente vulnerables ante la desinformación, porque no nos informan qué está sucediendo. Y comprobamos, una vez más, que no hay un plan para buscar a las personas desaparecidas», señala.

Protesta por los desaparecidos entre Nuevo León y Tamaulipas

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Este año se ha incrementado notablemente la desaparición de personas que viajaban de Nuevo León a Tamaulipas.

Las autoridades de Nuevo León, por su parte, reportan solo 41 investigaciones por desaparición en 20 meses, con 1,4 personas en promedio por caso. Y han anunciado nuevas medidas para su búsqueda.

Pero FUNDENL y otras organizaciones advierten que hay una «cifra negra» de casos no conocidos por falta de denuncia.

Una vía moderna y peligrosa

La autopista 85D que conecta a Monterrey con Nuevo Laredo no es un camino secundario, como los que llegan a ser controlados por grupos criminales en algunas regiones conflictivas de México.

Todo lo contrario: es una autopista de cuatro carriles, con casetas de peajes electrónicos e infraestructura de pasos elevados a lo largo de un trayecto casi en su totalidad recto.

Es parte de la carretera Panamericana, que conecta de norte a sur el continente americano.

Transportistas en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La carretera 85D es vital para la exportación de manufacturas hechas en México hacia EE.UU.

Al ser la vía más corta del centro de México a la frontera con EE.UU., es una vía importante, tanto para la exportación e importación de mercancías, como para los habitantes de Monterrey que van por turismo o negocios a las ciudades del sur de Texas.

«Es el camino hacia la frontera para gente que va a EE.UU. de compras o por cuestiones personales. Y por eso consideramos que desde hace años las autoridades han tenido información de que suceden desapariciones. Y no hay sistemas de videovigilancia u operativos permanentes», señala Orozco.

Pese a ser una infraestructura vital, la seguridad para conductores -tanto de transporte de carga como civiles- «no está garantizada».

El tramo del peligro

En particular, hay un tramo que ha sido el más riesgoso en los últimos meses: el de la frontera entre los estados de Nuevo León y Tamaulipas.

Apenas el 19 de junio pasado, un ingeniero en sistemas de 35 años -de identidad reservada- fue secuestrado durante varias horas por hombres armados vestidos con ropa militar.

En una denuncia ante el ministerio público de Nuevo León, señala que sobre la carretera había un retén de sujetos armados que lo detuvo. Uno de ellos le dijo «toma tus cosas y bájate del vehículo» para revisar su camioneta.

Patrullas en la carretera 85D de Monterrey a Nuevo Laredo

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Lo subieron a un vehículo, le cubrieron la cabeza y lo empezaron a «mover todo el día por un camino de terracería desconocido», explicó.

Le preguntaban que «dónde está la droga que traía» y que «para quién trabajaba».

Incluso lo golpearon una tabla de madera en un momento para que hiciera una confesión, pese a que les aseguro que trabajaba en una empresa de sistemas y que en su celular tenía los datos de su trabajo.

Explica que al final lo abandonaron con los ojos cubiertos en un camino de terracería. Encontró una población y pidió ayuda. Más tarde pudo localizar su camioneta y volver a Monterrey.

Map

FUNDENL también ha detectado que los choferes de aplicaciones como Uber o Didi, que son solicitados para realizar viajes hacia la frontera, también han sido atacados por los criminales.

«En general, tenemos casos documentados desde 2011. Y con la crisis desde este año, empezamos a recibir reportes de años anteriores», explica Orozco.

La cruenta rivalidad de carteles

Desde hace unos meses hay una creciente disputa de grupos delictivos por el control de las ciudades que colindan con EE.UU. en los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.

Se trata de puntos clave para el tráfico de drogas y mercancías ilegales, así como el flujo de recursos económicos que los carteles buscan manejar, explica el investigador en seguridad pública Víctor Sánchez a BBC Mundo.

Patrullas en la carretera 85D de Monterrey a Nuevo Laredo

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El tramo de la carretera cercano a Sabinas Hidalgo es uno de los más riesgosos.

«Los comandos paran a tráileres que llevan mercancías. Se llevan los camiones o a veces solo la mercancía. Y en algunas ocasiones desaparecen a los conductores. Lo mismo sobre vehículos privados: se enfocan en camionetas equipadas que después utilizan para sus actividades», indica.

Aunque ha sido una práctica vista desde hace una década, se ha recrudecido en los últimos meses.

«Es una zona de conflicto y disputa, pero va más allá de la simple disputa de organizaciones criminales. Tiene que ver mucho con el ADN de Los Zetas», explica Sánchez.

Y es que el Cartel del Noreste -CDN, conformado por miembros del extinto grupo sanguinario Los Zetas- controla la ciudad de Nuevo Laredo, que ha sido blanco de otras organizaciones recientemente.

«Se ha recrudecido mucho la ofensiva en los últimos meses por parte del Cartel Jalisco Nueva Generación, de la mano de una organización local, los Metros, que es una facción del Cartel del Golfo», indica Sánchez.

Foto del desaparecido Isaac Hernández

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Muchas víctimas de desaparición en la zona son los conductores de camiones.

«El CDN sospecha de cualquier vehículo ostentoso que circule por la carretera a determinadas horas, previendo una incursión. Y eso puede explicar algunas de las desapariciones de los últimos meses», explica el investigador, residente del vecino estado de Coahuila.

Muchas víctimas de desaparición no son encontradas porque los carteles evitan dejar evidencias, como el cuerpo de las víctimas.

La respuesta de los gobiernos

Ante el aumento de casos de desaparición, los gobiernos estatales y el federal han empezado a tomar acciones en las últimas semanas.

La Guardia Nacional federal fue desplegada para realizar patrullajes a lo largo de la carretera 85D.

Patrullas en la carretera 85D de Monterrey a Nuevo Laredo

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

Y la semana pasada, los gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas se reunieron para acordar una mejor coordinación en la investigación de casos de desaparecidos, algo que han reclamado las familias de las víctimas.

«Se contempla la instalación de puntos fijos intermitentes en especial en zonas específicas como el tramo del kilómetro 100 al 176 (zona limítrofe entre estados)», indicaron en un comunicado conjunto.

«No nada más es la autopista, hay brechas donde también la Guardia Nacional, Fuerza Civil y el Ejército Mexicano entramos a vigilar, a disuadir, a buscar individuos que estén buscando hacer daño a la gente», dijo el comisario de la Fuerza Civil de Nuevo León, Jorge Garza Morales.

Protesta por los desaparecidos entre Nuevo León y Tamaulipas

FUENTE DE LA IMAGEN – REUTERS

El gobierno de Nuevo León dice que tomó nuevas medidas en atención a las protestas por desapariciones recientes.

Orozco, sin embargo, advierte que esas acciones suelen ser temporales. Cuando se acaban, el problema regresa.

«Los operativos desde junio qué bueno que los están haciendo, pero deberían haberlos empezado desde que hubo reportes que algo estaba sucediendo, desde abril», señala.

«El discurso gubernamental es el mismo, de ataques entre bandas de criminales. Pero están atacando a trabajadores y familias directamente. Es lamentable».

Imagen de portada: Reuters

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Darío Orozco. Julio 2021.

México/Violencia/Narcotrafico/América Latina

La increíble historia del primer narcosubmarino apresado en Europa.

Javier Romero visitando el narcosubmarino para uno de los reportajes en su periódico, La Voz de Galicia.

Tres hombres corpulentos encerrados en un espacio minúsculo de tan solo un metro y medio cuadrado. Metidos allí durante 27 largos días. Navegando bajo el agua, respirando humedad y frío todo el tiempo. Sin apenas espacio para moverse. Turnándose para dormir sobre unos fardos en la bodega del sumergible en el que viajaban.

El batiscafo no tenía sistema de evacuación, así que hacían sus necesidades en una bolsa. Se alimentaban con latas en conserva, bollería industrial, barritas energéticas y latas de Red Bull, para mantenerse despiertos. Tenían llagas en la piel, provocadas por los trajes de neopreno impregnados de agua y grasa que llevaban puestos todo el tiempo. Y solo seis estrechas ventanas para mirar al exterior.

Esos tres hombres atravesaron entre octubre y noviembre de 2019 el océano Atlántico, recorrieron más de 3.500 millas náuticas entre Brasil y Europa a bordo de un pequeño y precario submarino artesanal fabricado con fibra de vidrio. Un cacharro que no disponía de grandes dispositivos electrónicos para la navegación. Tan solo estaba equipado con teléfonos satelitales convencionales, una brújula acoplada al salpicadero y un compás.

El submarino llevaba más de 3.000 kilos de cocaína.

En ese sumergible soportaron temporales terribles, olas pavorosas, averías de todo tipo y a punto estuvieron en una ocasión de ser arrollados por un barco. Varias veces pensaron que iban a morir.

Su objetivo era llevar a Europa una carga de 3.068 kilos de cocaína en ese sumergible y cobrar por sus servicios. Y a punto estuvieron de lograrlo. Durante varios días consiguieron burlar a los servicios policiales y de inteligencia especializados en narcotráfico de varios países. Pero al final perdieron la apuesta.

Una operación policial bautizada «Marea Negra», que pasará a la historia por haber apresado el primer narco submarino que llegaba a Europa desde América Latina, desbarató sus planes y concluyó con la detención de esos tres hombres.

Ahora acaban de ser juzgados en España. Se han declarado culpables, aunque ninguno de ellos ha querido colaborar con la justicia por miedo a que la organización de narcotraficantes que envió la droga y aquella a la que iba destinada pudieran tomar represalias contra ellos o sus familias. 

En breve se espera que salga la sentencia. Cada uno de ellos puede ser condenado a pasar en prisión entre 12 y 13 años de cárcel.

Las autoridades españolas incautaron el submarino en noviembre de 2019.

«Operación Marea Negra», un libro escrito por el periodista Javier Romero y publicado por Ediciones B, rememora ahora con detalle la increíble travesía de esos hombres que durante 27 días, y conviviendo con la inmundicia, trasladaron a ras de agua más de 3.000 kilos de cocaína en ese narcosubmarino. 

El libro, que recoge testimonios de policías, jueces, especialistas y testigos del suceso, traza con detalle la crónica de «Che», como fue bautizado el sumergible. Un sumergible diseñado para poder navegar con la mayor parte del casco sumergido, desplazándose a ras del agua y haciéndose así invisible entre las olas.

La tradición de los narcosubmarinos arrancó en Colombia en los años 90, de la mano de ex militares e ingenieros de la antigua URSS. El precursor fue Pablo Escobar, quien nunca ocultó que en su flota marina había dos de esos submarinos.

«Ahora son bastante habituales: cada año se interceptan en Colombia entre 30 y 40», asegura a BBC Mundo Javier Romero. «Y aunque numerosas informaciones policiales de expertos en narcotráfico señalaban desde hacía tiempo que los traficantes de droga estaban utilizando submarinos para cruzar el Atlántico, nunca hasta que se interceptó a «Che» se había conseguido apresar a ninguno», añade.

«Che» fue construido en un astillero clandestino en el Amazonas. El encargo de pilotarlo recayó en un excampeón de boxeo español y experto marinero llamado Agustín Álvarez. El resto de la tripulación lo componían dos primos ecuatorianos, también marineros: Luis Tomás Benítez Manzaba y Pedro Roberto Delgado Manzaba.

Operación Marea Negra

FUENTE DE LA IMAGEN – EDICIONES B – Portada de libro Operación Marea Negra.

«El precio acordado por los Manzaba era de 5.000 dólares por adelantado para cada uno y, si salía todo bien y la misión finalizaba con éxito, 50.000 dólares más por cabeza. 

A Agustín Álvarez no se sabe cuánto le iban a pagar, pero fuentes policiales estiman que entre 400.000 y 500.000 dólares», señala el autor de «Marea Negra». El Ministerio del Interior español, por su parte, calcula que el precio de la cocaína que trasportaba el narco submarino ascendería a 123 millones de euros.

Una vez cargado con 3.068 kilos de cocaína procedente de Colombia, distribuidos en 152 fardos, la noche del 29 de octubre de 2019 los tres tripulantes soltaron amarras y «Che» inició su viaje.

Primero navegaron río abajo por el Amazonas durante 12 horas, abriéndose paso entre la humedad, los mosquitos, los manglares y la exuberante vegetación. No se descarta que alguna embarcación les hiciera de punta de lanza, abriendo paso al narcosubmarino y evitando así que pudiera colisionar con alguno de los miles de troncos de todo grosor que flotan sobre la superficie del Amazonas hasta salir al océano Atlántico.

Javier Romero

FUENTE DE LA IMAGEN – Javier Romero es autor de libro «Operación Marea Negra».

A pesar de que «Che» no llevaba radar ni sistema automático de identificación ni radiobaliza ni nada que se le pareciera, todo iba bastante bien. Hasta el 5 de noviembre de 2019, octavo día de travesía, cuando llegaron los primeros nubarrones. «El buen tiempo se fue para no volver, los abandonó indefensos a su suerte. 

La siguiente vez que vieron brillar el sol, sobre cielo azul, fue mientras paseaban en el patio de la prisión gallega de A Lama», sentencia Romero.

A partir del 7 de noviembre, y hasta que el submarino llegó al punto acordado, tres fuertes temporales se cebaron, uno detrás de otro, contra «Che», deteriorándolo tanto que a punto estuvo de hundirse y obligando a sus tres tripulantes a vivir una auténtica pesadilla que duró ocho largos días. Sólo el 14 de noviembre el tiempo les dio un respiro.

Pero, al menos, los tres tripulantes del «Che» no habían sido encerrados en el narcosubmarino, como al parecer ocurría antes cuando estos sumergibles cruzaban el Atlántico cargados de droga. 

«Cerraban la escotilla por fuera con candados, u otro sistema, para que sólo se abriera al llegar al destino. No daban más opción a los tripulantes que terminar el viaje para sobrevivir. Eso o la muerte. Lo hacían por la desconfianza que había antiguamente con los receptores en Galicia, por si robaban mercancía», ha declarado a las autoridades españolas uno de los tripulantes del «Che».

submarino

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY. El «Che» fue el primer narco submarino apresado en aguas europeas.

Diecisiete días después de zarpar, y tras surcar aguas atlánticas a lo largo de 4.931 kilómetros, «Che» logró finalmente superar la principal meta del viaje: las islas Azores.

Desde ahí, los tres tripulantes pusieron rumbo al norte para llegar a las coordenadas pactadas en las que se haría el desembarco de la droga: 38º 14’47.4″; 14o52′ 01.1″. «Che» consiguió llegar a ese punto preciso, a 270 millas en línea recta de Lisboa, si bien bastante malogrado. 

Pero flotando y con su tripulación aún viva. Aunque, para entonces, la humedad y la mala alimentación prolongada ya habían causado mella en la salud de sus tripulantes.

Sin embargo, en la zona marcada en el mapa, en el lugar pactado para desembarcar la cocaína, nadie salió al encuentro de «Che». Desde hacía algún tiempo, en algún punto de la costa de Portugal había dos lanchas go fast -planeadoras diseñadas y equipadas únicamente para traficar grandes cantidades en el menor tiempo posible- preparadas para recoger la droga. Pero una de ellas sufrió un problema mecánico y no pudo zarpar.

submarino

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY

En Colombia es habitual que se intercepten submarinos artesanales que transportan droga. El de la foto es un submarino incautado en 2011.

La organización de narcotráfico, según la información recabada por la policía española, dio entonces instrucciones a la tripulación del «Che» para que navegara hacia Galicia, de donde es originario Agustín, el piloto. 

«En Galicia hay asentado un importante negocio de ‘narco lancheros’ que se dedican a hacer desembarcos de droga», apunta Javier Romero. A su vez, y visto que había fallado el plan inicial puesto en marcha por los profesionales del narcotráfico, Agustín decidió poner en marcha un Plan B y recurrir a dos amigos de infancia.

Para entonces el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico (MAOC-N) ya estaba al tanto de que había una embarcación con varias toneladas de cocaína. Medios aéreos y marítimos se lanzaron en su búsqueda, pero no lo encontraron. 

Buscaban un pesquero, un velero, un buque de carga… Pero no un semisumergible. La investigación en España recuerda que «una patrulla de la Armada de Portugal y medios aéreos estaban sobre las coordenadas en tiempo real y no eran capaces de detectarla».

Javier Romero

FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA. Javier Romero con una patrulla de la Armada en Colombia durante la grabación del documental Operación Marea Negra: la travesía suicida, de Amazon Prime.

Las gestiones realizadas por la organización de narcotraficantes para desembarcar la cocaína no dieron resultado. Aunque mandaron un pequeño buque al sur de la llamada Costa da Morte, en Galicia, para tratar de recoger la mercancía, la Guardia Civil española había conseguido información, y un helicóptero y una embarcación se posicionaron en la zona en la que se iba a hacer el desembarco de la droga. 

El pequeño buque, al verlo, decidió no llevar a cabo la maniobra. Y el mal estado del mar permitió que el sumergible no fuera detectado.

Desesperados, sin comida ni agua potable, los tripulantes del «Che» decidieron entonces dirigir el narcosubmarino a la más pequeñas de las llamadas Rías Baixas, una zona de la costa gallega. En concreto, a la ría de Aldán, donde el piloto del «Che» pasaba de niño los veranos y que conocía bastante bien. «Con gran pericia, porque se trata de una zona complicada para la navegación, Agustín consiguió meter el submarino en esa ría y lo posicionó frente a una cala con unos 8 metros de profundidad», explica Javier Moreno.

En la madrugada del 24 de noviembre, la tripulación del «Che» abrió la espita y el agua comenzó a entrar en «Che» hasta hundirlo. Los tres tripulantes saltaron al agua, con la idea de volver a recoger la droga más tarde. Pero no hubo ocasión. Luis Tomás Benítez Manzaba fue detenido en la misma playa. Su primo, Pedro Roberto Delgado Manzaba, cinco horas después en una carretera cercana, con las manos abrasadas de manipular el narcosubmarino. El capitán, Agustín, fue apresado cinco días después en una casa cercana en la que se ocultaba.

acusados por el caso del narcosubmarino

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY. Los acusados están a la espera de su condena.

«Al comprobar aquella precariedad y ausencia de espacio, resultó asombroso que lograran llegar vivos a España», en palabras del sargento Basante, el primer policía en pisar el narcosubmarino. 

«Yo también he estado dentro de «Che» y la sensación de claustrofobia era enorme. Estar allí durante 27 días debió de ser una auténtica tortura psicológica para la tripulación», sentencia Javier Romero.

Los 152 fardos de cocaína fueron confiscados por las fuerzas de seguridad. Agustín y los primos Manzaba fueron llevados a prisión, y allí permanecen a la espera de que en breve salga su condena. También otras cuatro personas, los amigos con quienes contactó el piloto del narco submarino, han sido juzgados y están a la espera de que salga la sentencia.

Pero los dueños de la droga y los miembros de la organización de narcotráfico al que iba dirigida la cocaína siguen sin embargo libres. Y, probablemente, ya estén preparando otro envío.

FUENTE RESPONSABLE: Especial para BBC News Mundo. Por Irene Hernández Velasco. Enero 2022

Sociedad/América Latina/Narcotráfico/Europa/Violencia

Gabriela Eunice: «Escribir es para mí un modo de recuperar mi lengua».

En su primera novela, la autora, que es una argentina que reside en Dinamarca, explora las emociones que producen el amor y el desamor, el desarraigo y la búsqueda de la propia identidad en un texto que alterna el pasado y el presente y la mirada de tres narradores diferentes. 

Gabriela Eunice nació en Buenos Aires y estudió arquitectura pero reside en Copenhague desde 2015.

La Costa Atlántica, la Costanera porteña y las frías aguas de Copenhague son los paisajes que se alternan como escenarios en “Busco extras para actuar en mis sueños”, la primera novela de Gabriela Eunice, una argentina residente en Dinamarca. Pero a cada uno de ellos le corresponde también un vínculo que le es propio en una serie creciente que va de la amistad y el amor filial a las relaciones violentas.

La historia de Amanda, una mujer emigrante toma elementos de la vida de la autora, sus amigas y las entrelaza con anécdotas inventadas en un caleidoscopio de sensaciones amables, melancólicas e incluso dolorosas. La sigue de cerca un narrador que la conoce profundamente, le cede su voz para que por momentos el texto se vuelve intimista y confesional, y adopta una segunda persona para aconsejar y hasta adoptar un tono admonitorio para con la protagonista.

“Busco extras para actuar en mis sueños” fue editada a fines de septiembre por Inguz Editorial con la consigna de “hacer un libro sostenible” impreso en papel reciclado, pero además el 15 % de las ganancias por su venta son donadas al Fondo de Mujeres del Sur.

Gabriela Eunice González Alcalde nació en Buenos Aires y se recibió de arquitecta en la Universidad de Buenos Aires. Estudió música y canto y en 2019 estrenó una performance literaria-musical titulada “Amanda”. Desde julio de 2015 y después de varios viajes por América, Europa y Asia reside en Copenhague, Dinamarca.

En la primera semana de octubre la autora presentó su novela en el Festival de Literatura de Copenhague que reunió a autores latinoamericanos, españoles y portugueses y contó con el auspicio de las Embajadas de España y Portugal.

Sobre los alcances de una historia que describe una experiencia de desarraigo e incomunicación pero también de violencia de género, en la que la escritura ofrece una posibilidad de salvación y de recuperación de la identidad, conversó la autora con Télam. A continuación, los principales tramos de la entrevista.

-Télam: ¿En la historia que narras hay una relación en la que se produce violencia de género? ¿Cuánto hay de autobiográfico y cuánto de ficción?

-Gabriela Eunice: Tiene un poco de autobiográfico y otro poco, no. Lo que es autobiográfico es que Amanda es una persona migrante de Argentina que se muda a Copenhague. Eso sí lo puedo situar en el ámbito autobiográfico. Después, cada una de las pequeñas historias que van pasando entre los personajes, no todas son necesariamente autobiográficas. Muchas cosas de las que escribo también las he tomado de biografías de otras personas. Hay anécdotas de otra gente que me gustan y también las he incorporado a la historia pero también hay cosas que he inventado.

-T: ¿Favorece la violencia el hecho de que se trate de una mujer migrante?

-G.E.: Creo que no importa donde vivas, creo que hay cosas que se perciben de igual modo en todo el mundo, no importa el lugar en el que vivas. En este caso no es una novela que yo escribí para hablar necesariamente de la violencia de género pero sí trata el tema. Amanda tiene herramientas pero no importa dónde vivas o a qué estatus social pertenezcas, la violencia puede estar presente en cualquier situación y obviamente hay situaciones más privilegiadas que otras para poder salir de eso. El hecho de poder contar esta historia es un modo de generar mayor conciencia acerca de cuáles son los modos de salir de la espiral de violencia.

-T: ¿La diferencia de lenguas genera incomunicación y quizás violencia?

-G.E.: La incomunicación no tiene por qué llevar a la violencia . Hay algo que la protagonista se plantea todo el tiempo que es que ella dice haber perdido la lengua por no saber cómo comunicarse . Creo que el tema de la incomunicación no reside tanto en que hablen lenguas diferentes sino en lo que Amanda dice al principio del libro, de que, muchas veces las personas intentamos comunicarnos con palabras sin darnos cuenta de que el modo más sensato de comunicarnos es a través de nuestros cuerpos y nuestros sentimientos.

Ahí hay una incomunicación entre Amanda y Josué que no tiene que ver con su lengua, sino con que son dos personas que no se entienden.

-T.:Hace años que vivís en Dinamarca y hablás danés, ¿por qué escribir en español que no es tu lengua cotidiana?

-G.E.: Justamente porque el español es mi lengua desarraigada, escribir en español me permite recuperar mi lengua materna. Por un lado tiene que ver con que cuando yo me mudé a Copenhague no conocía tanta gente que hablase español y escribir era para mí un modo de recuperar mi lengua, de encontrarme con mi idioma. Tampoco tenía acceso a tantos libros. La verdad es que me mudé con muy pocos libros acá y en aquel momento cuando vine, la única librería que tenía libros en español cerró y volvió a abrir otra recién hace dos meses. En todo ese tiempo escribir era encontrarme con mi lengua en un contexto en el que tenía pocas oportunidades.

-T.: Venís del ámbito de la arquitectura, ¿cuál es el aporte de esa disciplina a tu escritura?

-G.E.: No poemas ni cuentos sino textos académicos . Soy arquitecta y trabajé como docente de Historia y de Proyecto arquitectónico pero tuve la suerte de que en la Facultad de Arquitectura de la UBA muchos docentes incorporan textos literarios a la hora de hablar de arquitectura por eso me acostumbré incluso en la descripción de proyectos arquitectónicos a darle un lado más artístico y poético.

-T.: La historia de Amanda también dio origen a una performance de tipo teatral…

-G.E.: A fines de 2019 con la novela casi terminada, en proceso de corrección, Miguel Angel Crozzoliu. un amigo músico y compositor, me propuso hacer una obra de microteatro con fragmentos de la vida de Amanda. Aquella performance focalizó la historia del desamor de Amanda. Ella decía en aquel fragmento que extrañaba no conocerlo a Josué porque cuando lo conoció lo vio como realmente era, su peor costado.

-T.: El texto incorpora términos que son netamente porteños como “changüí” y otros más ligados al español neutro, como “grifo” en lugar de “canilla”, ¿Amanda habla la lengua del desarraigo, una construcción artificial que comparten muchos emigrantes?

-G.E.: Ese tema lo traté mucho con el editor, Horacio Fiebelkorn, cuando comencé a editar la novela. Sucedía que a veces usaba el español de España y otras el porteño. Creo que tiene que ver con no haber estado en la Argentina muchos años y no haber hablado con argentinos. Entonces uno adquiere una lengua que comparte con los inmigrantes latinos o europeos, incluso con los daneses que estudiaron español. Si yo dijese “canilla” seguramente no sabrían de qué hablo. Pero hay otros términos como “changüí” que no podría explicar de otro modo. No creo que alcance con decir “#otra oportunidad”. Es “changüí”.

"Busaco extras para actuar en mis sueños"

«Busco extras para actuar en mis sueños»

-T.: Aunque se centra en el presente de una mujer argentina que reside en Copenhague, la historia recupera el pasado porteño de Amanda e incluso sus vacaciones en la Costa Atlántica en un ida y vuelta permanente en el tiempo del relato.

-G.E.: Es que Amanda la de ahora es también la Amanda del pasado, la que vivió en Buenos Aires. Esos raccontos son un modo de reconectar con su lengua y de reconectar con sus raíces y dar a entender de dónde viene ella y darla a conocer al lector.

-T.: El nombre no es una casualidad,,, En latín “Amanda” significa “la que debe ser amada”. Es casi una ironía para una historia en la que está presente la violencia.

-G.E.: Sí. Pensé en ese significado, en la carga del nombre. Pero además, es un nombre muy común en Dinamarca entre las mujeres de clase media.

-T.: ¿Tenés prevista una traducción al danés?

-G.E.: Voy a tratar de que así sea. Hay fondos estatales que financian la traducción de textos que podrían ser relevantes para la cultura danesa por ende si una editorial está interesada en hacerlo se puede aplicar a los fondos para pagar a un traductor.

-T.: ¿Cómo construiste al narrador? Por momentos es una tercera persona omnisciente, en otros una segunda persona, y en otras una primera que parece ser Amanda. Llevás al lector a girar 360 grados en derredor de la protagonista.

-G.E.: No me fue fácil llegar a esas diferentes personas y uno de mis mayores miedos es que no se llegara a entender sobre todo cuando habla está Amanda en segunda persona que puede verse como ella misma o alguien que le habla. Creo que la primera persona es la protagonista con todos sus sentimientos y sus dudas. La segunda persona es un poco más dura, le marca lo que hizo y la lleva a reflexionar y la tercera es un narrador omnisciente que, sin embargo, la conoce muy bien a Amanda. Todas la construyen.

-T.:¿Cuál es tu experiencia de editar en una editorial independiente como Inguz?

-G.E … Fue muy interesante. Me gustó que fueran todas mujeres detrás de la editorial. También que donen parte de las ganancias de sus libros al Fondo de Mujeres del Sur para ayudar a combatir la violencia de género y que las mujeres que sufran estos actos violentos tengan otras oportunidades en sus vidas. Sucede que aunque Amanda vive de modo naif la violencia que sufre el tema está presente y por eso comparto esta causa con la editorial. Además el libro está impreso con papel reciclado y la sustentabilidad es un tema en el que vengo trabajando desde mi profesión de arquitecta.

Imagen de portada: Gentileza de TELAM

FUENTE RESPONSABLE: TÉLAM Por Eva Marabotto

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