¿Por qué no ha estallado el #MeToo en el cine español?

La detención del productor Javier Pérez Santana, en libertad con cargos como presunto agresor sexual, ha reabierto el debate sobre los abusos de los que nuestra industria no habla y menos en vísperas de los Goya.

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Es el miura al que jamás le pusimos capote alguno delante. Baboso y enajenado, nos sigue mirando, desde toriles, henchido de orgullo y estrenando allá donde puede, ganándose hasta las plazas de las que antes huía. En uno de los pitones enarbola su poder económico, silenciador de los acuerdos extrajudiciales que haga falta; en el otro, un peso mediático construido gracias a años de cebo, amigos y membretes de buena conducta. 

Pero ahora, gracias eso sí a unos hechos desgraciados, hay quien ha comenzado a preguntarse por qué, en el cartel del #MeToo español, al contrario que en el estadounidense, el asiático o el latinoamericano, no hay apenas grandes nombres. Figuras, de esas capaces de reventar la taquilla.

Pactos tácitos

La detención y posterior puesta en libertad del productor Javier Pérez Santana como presunto agresor sexual, tras la fiesta de los Premios Feroz en Zaragoza, ha reabierto un debate que, en nuestro país y nuestro cine, realmente, jamás se llegó a cerrar

¿Para cuándo el «ubi sunt», con exclamaciones enrabietadas? ¿Cómo es posible que el mercado del cine mundial se pusiera patas arriba buscando entre sus popes y el cine español no haya dado con apenas migajas? Algo parecido se preguntaba la reciente serie «Autodefensa», de Filmin, en un capítulo en el que numerosas mujeres narraban testimonios en primera o tercera persona de los abusos cometidos en nuestro país, desde aspirantes a actrices hasta productoras, pasando por maquilladoras y responsables de vestuario.

Esa especie de ley del silencio, pacto tácito de nuestro cine consigo mismo y sus cimientos, se puede explicar de varias maneras. La más obvia viene por el uso y costumbre. En la mañana de ayer, en una intervención radiofónica, el escritor Bob Pop, presente en la ceremonia, reconocía haber sido molestado varias veces por el sujeto detenido. 

«Yo no consideré, por mi generación, por cómo me han criado, (…) siquiera que la denuncia fuera una posibilidad». Y es que los discursos, como señalaba el también presentador, han cambiado radicalmente. Fueron varias las ocasiones en las que Yvonne Blake (luego presidenta de la Academia de Cine) o María Jiménez relataron episodios dantescos, a los que no se dio mayor importancia «por el contexto».

Actrices como Aitana Sánchez Gijón, Clara Lago, Marián Álvarez, Leticia Dolera o, más recientemente, Bárbara Rey, han relatado abusos en primera persona desde 2017, con detalles, pero siempre sin nombres. 

La carga de culpa, por supuesto, no está en las víctimas, sino tal vez en una legislación que no protege tanto a las denunciantes como fuera de nuestras fronteras. 

Paz de la Huerta, intérprete española que acusó a Harvey Weinstein de dos violaciones, encontró en la ley americana mucho más respaldo que en la local. Pueden mutar las dinámicas, pero no los códigos de prescripción.

Más allá del trauma psicológico que puede significar volver a un episodio de este calibre para poner nombre y apellidos a una agresión, la ley española marca el «olvido» del crimen en apenas cinco años. ¿Qué sentido tiene, para las víctimas, hablar de lo que ocurrió, por ejemplo, durante «El destape»? ¿Cuántos consentimientos reales hubo en aquella explosión de desnudos posterior a la Dictadura? 

Es, de nuevo, un juego de suma cero en el que siempre ganan los mismos, esos «intocables» de los que se vuelve a hablar ahora.

Y ahí, en la conversación social misma, radica otro de los impedimentos para que el cine español se revise como es debido. Antes de que trascendiera a los medios de comunicación la identidad de Pérez Santana como el detenido, las redes sociales se convirtieron en un lodazal de menciones malintencionadas

Señalando, por ejemplo, a directores o actrices que ni siquiera estuvieron presentes en la gala o la fiesta y que se han significado políticamente. ¿De verdad quiere España un #MeToo o realmente quiere una excusa más para que una lucha política contra la lacra de la violencia machista se convierta en caldo de bancada sectaria?

Sin medios, sin luz

El tercer factor determinante para que, en España, nuestros monstruos sigan nadando en interrogaciones pasa por la libertad de prensa

No fue hasta el verano de 2020, a casi un cuarto de siglo desde la aplicación del Código Penal, que no se generó jurisprudencia a la hora de publicar nombres de acusados e investigados por la Fiscalía. 

Hasta entonces, publicar testimonios que implicaran a sujetos en comportamientos delictivos, sin una prueba física -no suele haberlas, siquiera, en casos de abuso de poder– era una batalla legal perdida para cualquier medio, en una campaña de acoso que las personalidades públicas han sabido explotar históricamente en España, gracias al conveniente formato de la querella.

Por esa misma razón, cuando se han derivado nombres españoles del #MeToo, como el de Plácido Domingo o el del profesor Francisco J. Ayala, las investigaciones han dado inicio, siempre, fuera de nuestras fronteras. 

En el caso del tenor, por un reportaje de «Associated Press» firmado en varias capitales del mundo y, respecto a Ayala, por una investigación interna de la propia Universidad de California y que finalmente se cerró sin denuncia, pero se definió como «comportamiento inadecuado y condescendiente». 

Sin protocolos y sin censura, dentro de las propias empresas productoras o gestoras, es imposible conseguir resultados y, de verdad, dar la estocada a quienes se han sentido impunes durante años.

La extraña necesidad de pasar página

Antes de que acabara el año, coincidiendo casi con su estreno estadounidense, llegó a nuestras carteleras el filme «Al descubierto». La película, protagonizada por Zoe Kazan y Carey Mulligan adaptaba «She Said», el libro en el que las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey narraban la investigación periodística que dio con el productor Harvey Weinstein en la cárcel. 

Más allá de los resultados en taquilla, decentes para un estreno de este calibre, lo que llama la atención es la escasa atención que ha prestado la Academia de Hollywood al filme.

Dirigida por María Schrader, y con todos los tintes de un drama periodístico al más puro estilo «Spotlight», «Al descubierto» no ha obtenido una sola nominación de cara a los Premios Oscar, que celebrarán su 95ª. Edición el próximo 12 de marzo. 

Y es curioso, porque hasta los Globos de Oro, tan metidos de lleno en el lodazal de abusos y comportamientos tóxicos, tuvieron en cuenta el filme. ¿Se trata de una cuestión de «calidad»? 

Complicado, atendiendo año tras año a las decisiones de la Academia. ¿Se trata de una necesidad de pasar página, de seguir operando como si el problema hubiera sido una manzana podrida y no un sistema, todavía vigente, en el que quien más tiene es quien más manda? Chinonye Chukwu, directora de otra de esas películas obviadas por la Academia como «Till» hablaba esta semana de «misoginia» y de, precisamente, esa sensación de que defenestrado Weinstein todo es respeto, paz y alegría, algo muy alejado de la realidad.

Imagen de portada: EFE

FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por Matías G. Rebolledo. 31 de enero 2023.

Sociedad y Cultura/España/Zaragoza/Violencia de género/Harvey Weinstein/Cine/#MeToo/Mujeres/Abusos sexuales. 

Pilar Bayona, la pianista que tocó con García Lorca y dio calabazas a Luis Buñuel.

Un documental recuerda la vida de la genial interprete amiga de intelectuales, escritores y artistas de la Generación del 27 con quienes coincidió en la Residencia de Estudiantes

La pianista zaragozana Pilar Bayona fue amiga de intelectuales, escritores y artistas de la Generación del 27 con quienes coincidió en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Entre ellos, estaban el poeta Federico García Lorca, con quien tocó al piano, y el cineasta Luis Buñuel, que se enamoró de ella sin ser correspondido.

Precisamente, en la Residencia de Estudiantes se presentó recientemente el documental titulado Pilar Bayona. Música clara como un curso de agua, de Emilio Casanova, con guion de Adolfo Ayuso y coproducido por Aragón Tv.

El documental es en realidad un concierto, con fragmentos de varias de sus interpretaciones, salpicado de entrevistas en las que familiares, alumnos y estudiosos de su obra hablan de la vida de la pianista y gran divulgadora de la música.

Pilar Bayona y López de Ansó nació el 16 de septiembre de 1897 en Zaragoza, era hija de Sara y Julio, un profesor de Ciencias Exactas, uno de cuyos alumnos en la clase de Matemáticas era un adolescente llamado Luis Buñuel.

Pepín Bello, Pilar Bayona y Buñuel, en Madrid, en 1960.

Pepín Bello, Pilar Bayona y Buñuel, en Madrid, en 1960.Archivo Pilar Bayona / Gobierno de Aragón.

Fue una intérprete precoz, una niña prodigio, que, inculcada por su madre en el mundo de la música, comenzó a tocar el piano de forma autodidacta en casa a los tres años. 

Su primera actuación pública tuvo lugar a los 5 años en un festival benéfico, patrocinado por el rey Alfonso XIII, e hizo su presentación formal a los 10 en el Teatro Principal de Zaragoza con la Filarmónica.

A los 16 años comenzó su carrera de concertista que la llevó a actuar y ser conocida en el mundo musical europeo de la época. Por ejemplo, con 27 años, inició una gira por Alemania, interpretando a músicos contemporáneos como Debussy, Falla, Ravel o Albéniz.

CON LA GENERACIÓN DEL 27

Formó parte del grupo de intelectuales aragoneses del primer tercio de siglo XX y fue amiga de los hermanos Alfonso y Luis Buñuel, José Camón Aznar, Pepín Bello, Luis García-Abrines, Rafael Sánchez Ventura, Tomas Seral y Casas o Manuel Derqui.

Pertenecía al colectivo de las sinsombrero de la Generación del 27, y pronto comenzó a relacionarse con los miembros de dicha generación, tales como los músicos Oscar Esplá, Ernesto Halffter, Adolfo Salazar o Jesús Guridi.

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Pilar Bayona, una pianista prodigiosa

Y con los escritores García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, María Teresa León, Miguel Hernández, Pablo Neruda, y otros, que en los años 30 acudían a escucharla a la Residencia de Estudiantes, donde ella iba a estudiar.

Casi todos los citados aparecen en una famosa fotografía tomada con motivo de un homenaje al pintor Hernando Viñes en mayo de 1936. La foto se incluyó en el disco Lp que en su homenaje publicó el Ayuntamiento de Zaragoza en la primavera de 1981.

Según el testimonio de algunos de ellos, Pilar Bayona era una mujer «cercana y sencilla», y a la vez «fuerte y genial, con carácter y entrañable».

Después de la guerra civil española proyectó la actividad en su ciudad natal como profesora del Conservatorio; en Radio Zaragoza, donde ofreció 470 conciertos en directo; en la sociedad Sansueña y en los cursos internacionales de verano de la Universidad de Zaragoza en Jaca. Fue encargada de clases de virtuosismo en el Conservatorio de Zaragoza y también fue profesora durante 13 años en el Pablo Sarasate de Pamplona.

Entre 1960 y 1968 grabó para diferentes programas musicales de TVE.

En 1969 entró en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis.

Fue nombrada en 1964 hija predilecta de Zaragoza, que le dedicó una calle, y en 1975 hija adoptiva de Cosuenda, la localidad natal de su madre.

Retrato de Bayona, por Benjamín Palencia.

Retrato de Bayona, por Benjamín Palencia.Archivo Pilar Bayona / Gobierno de Aragón.

Le dedicaron poemas y elogios escritores como Jardiel Poncela, Tomás Seral y Casas o Juan Eduardo Cirlot. Pintores, como Benjamín Palencia, Juan Lafita, Javier Ciria o Guillermo Pérez Baylo, le hicieron retratos y dibujos. 

La captaron con su cámara, entre otros, los fotógrafos Aurelio Grasa, Manuel Koyne, Jalón Ángel, Alfonso, Lucien Roisin o Pedro Avellaneda, y el escultor Honorio García Condoy le realizó un busto.

Federico García Lorca le autografió un ejemplar de la primera edición de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.

UN ARCHIVO CON SU LEGADO

A la muerte de su hermana Carmen, el legado familiar pasó a manos de sus sobrinos, uno de los cuales, Antonio Bayona, y el documentalista Julián Gómez, autores de una biografía, se hicieron cargo de gestionar el archivo de la pianista que donaron al Gobierno de Aragón. que el año pasado le rindió un homenaje con una muestra sobre su vida.

Coincidiendo con el aniversario de su muerte, el Auditorio de Zaragoza celebra cada año un ciclo de música que lleva su nombre.

Pilar Bayona falleció el 13 de diciembre de 1979 a los 82 años atropellada por un coche mientras cruzaba la calzada en el centro de Zaragoza.

En el mencionado disco, el poeta García-Abrines cita unas palabras que le dijo Luis Buñuel a propósito de la muerte de la pianista: «Me llamó usted por teléfono. Le oía mal pero imaginé que el objetivo de su llamada obedecía a comunicarme la muerte de nuestra queridísima Pilar Bayona. Como buen zaragozano estuve enamorado de ella cuando tenía 14 años y ello duró hasta los 18. Después tuve una sincera amistad y admiración por su maravilloso arte. Sé que aproximadamente los mismos sentimientos ha tenido usted de ella. Que no descanse en paz en nuestro recuerdo, que siga siempre vivo».

Pilar Bayona no solo enamoró a Buñuel, García-Abrines, José Camón Aznar o al periodista Manuel Casanova, con el que estuvo a punto de casarse, sino que inspiró a muchos músicos que le compusieron distintas piezas para ella.

Imagen de portada: La zaragozana Pilar Bayona.Archivo Pilar Bayona / Gobierno de Aragón

FUENTE RESPONSABLE: El Mundo. Zaragoza.España. Por Javier Ortega. Abril 2022.

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